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Diferencia entre sistema y régimen político.

Régimen político. Un concepto necesario para la concepción del programa y la estrategia política
Por Mario Sosa - Guatemala, 19 de septiembre de 2007
mariososav@yahoo.com

En esta coyuntura política, donde fuerzas políticas nacidas de o ligadas a la burguesía se han
impuesto en el proceso electoral, es necesario reflexionar sobre los asuntos fundamentales desde
los cuales partir para lograr disminuir su hegemonía y mejorar la correlación de fuerzas para el
impulso de las luchas dirigidas a transformar el sistema injusto que predomina en Guatemala.
Uno de tales conceptos es el de régimen político, sin el cual es imposible: a) dilucidar hasta qué
punto estamos siendo parte del mismo y, b) plantear una perspectiva estratégica para los
cambios estructurales que el país necesita, para el proyecto político, y para la construcción de
una contra hegemonía coherente con tal propósito. Esa es la intención de aportar una
aproximación a dicha categoría, que en tanto herramienta teórico-política, sea útil en el
imprescindible proceso por dilucidar el camino a seguir para reencauzar a la izquierda en general,
para la toma del poder y para la realización de un programa revolucionario en Guatemala.

En el contexto guatemalteco es frecuente la confusión en torno a los conceptos de régimen


político y sistema político, ambos cardinales de la ciencia política y de aquellas otras disciplinas
que, como la antropología, la sociología y la psicología social, se interesan por lo político y la
política; pero además, esenciales para concebir y desarrollar un programa y una estrategia
política para transformar el statu quo. Esta confusión, debida a carencias teóricas, ideológicas y
metodológicas, genera una aproximación cualitativamente diferenciada a problemáticas relativas a
la ciudadanía, intermediación política, culturas políticas, construcción de sujetos políticos,
movimientos sociales, partidos políticos, programa y estrategia política, entre otros. La confusión
suele implicar que los científicos sociales, los analistas y los líderes políticos entienden el concepto
de régimen político como sinónimo de sistema político o lo delimitan de manera estrecha (régimen
autoritario, régimen dictatorial o régimen democrático), parcial (régimen político electoral) y de
manera ahistórica (como simple descripción sincrónica de sus elementos y relaciones).

Para iniciar, tales problemáticas deben ser entendidas como procesos que requieren ser
analizadas en su contexto condicionante, de corta y larga duración, en donde encuentran
posibilidades y límites de desarrollo. En ese sentido, el concepto de sistema político refiere al
conjunto de relaciones e interdependencias –mayoría de las cuales están jurídica y políticamente
establecidas por el Estado—que se desarrollan en el ámbito de la sociedad civil y el Estado, entre
los diversos entes o actores sociopolíticos que, a través de promover sus intereses y demandas,
influyen o modifican en mayor o menor medida las decisiones, actúan en el marco y contribuyen a
reproducir -no sin contradicciones-- el régimen político y, por consiguiente, el statu quo [i]. Es
decir, el sistema político, como perspectiva de corta duración, es la organización particular que
adquiere el régimen político en un momento determinado, en una sociedad determinada, y que
efectivamente, constituye un regulador de las relaciones políticas que se desarrollan en torno a
intereses económicos, políticos propiamente, sociales y culturales.

El régimen político, trascendiendo sus acepciones funcionalistas y estructuralistas, refiere al


conjunto de condicionantes que expresados como instituciones, concepciones, valores, normas y
prácticas regulan y estructuran las relaciones sociales en desarrollo, incluidas aquellas que se
relacionan con el sistema político y entre las que sobresale la participación ciudadana, la lucha por
el poder y su ejercicio. Relativo al capitalismo como perspectiva histórica, dicho régimen
constituye el regulador que mantiene el régimen de acumulación de capital y el poder en quienes
constituyen las clases y elites dominantes, las cuales --al mismo tiempo y como condición para su
reproducción-- tienden a reproducir y profundizar las modalidades de acumulación.

Esta perspectiva se complementa con la definición de Lucio Levi, quien afirma que el régimen
político es "el conjunto de instituciones que regulan la lucha por el poder y el ejercicio del poder y
de los valores que animan la vida de tales instituciones... y condiciona el modo de formación de la
voluntad política" (Levi, en Bobbio, 1997: 1363) y en la definición de O'Donnell, quien define
como régimen "...los patrones, formales e informales, y explícitos e implícitos, que determinan los
canales de acceso a las principales posiciones de gobierno, las características de los actores que
son admitidos y excluidos de tal acceso, los recursos y las estrategias permitidas para lograrlo, y
las instituciones a través de las cuales ese acceso ocurre y, una vez logrado, son tomadas las
decisiones gubernamentales. (2004:5). En esta perspectiva, Levi agrega: "Las instituciones
constituyen el cimiento y la estructura organizativa del poder político, que representa el poder y
selecciona a la clase dirigente y asigna a los diversos actores su papel y sus relaciones (Levi, en
Bobbio, 1997: 1363). Tales instituciones y patrones, no obstante las características que las hacen
variar en contenido y forma, no pueden ser entendidos si no partimos de la esencia de la cual
surgen y que se encuentra en el carácter histórico de la formación social objeto de nuestra
atención.

Como perspectiva de larga duración, el régimen político se vincula al capitalismo. En este vínculo
histórico, el régimen político materializa las relaciones estructuradas desde la economía y que se
manifiestan en la política. Así, una de las instituciones que constituye un cimiento del régimen
político es la propiedad privada, particularmente sobre los medios de producción (tierra,
maquinaria, tecnología, capital financiero, etc.). Su posesión y las posibilidades que genera en
tanto fuente y recurso de poder, constituye una condición fundamental para acceder, influir o
dirigir el poder político y para darle forma y contenido al resto de instituciones, normas y
procedimientos que integran el régimen político. Es desde las instituciones, y las leyes, donde
quienes dan conducción al régimen político condicionan la lucha por el poder, el ejercicio del
poder, los medios para la toma de decisiones políticas, los fines y objetivos que pueden ser
perseguidos por gobernantes y gobernados, las ideas y valores predominantes con relación a la
política y al poder, y las vías aceptadas para acceder y mantener, al mismo tiempo, la posesión
sobre los medios de producción.

El ente que organiza directamente el poder político es el Estado. De hecho, en tanto conjunto de
medios para lograr determinados objetivos, responde a quienes han tenido el poder y le han
impreso un carácter determinado a partir de sus intereses e ideología. De tal manera que el
Estado, se constituye en el instrumento de las clases o elites que han construido el régimen, el
cual se orienta a mantener y garantizar la pervivencia del statu quo, que no es otra cosa que el
interés económico, social, cultural y político de quienes se constituyen en la clase dominante local
y los poderes externos que ejercen su dominio al interior de la nación en la cual está constituido.
Es decir, el Estado ha sido el ente que reproduce las condiciones de desarrollo del proyecto de la
clases sociales o elites dominantes y, por consiguiente, las condiciones que determinan o
condicionan las posibilidades del ciudadano o de los sujetos oprimidos y subordinados para ser
parte del poder, para ser representados o excluidos de éste, o para que predomine su carácter de
simples consumidores o ejecutores de decisiones tomadas sin su conocimiento, consulta o
decisión particular.

Resalta, en este sentido, la propiedad privada como la gran estructurante económica social y el
Estado como el máximo estructurante político e ideológico, ambos factores íntimamente
relacionados e influyéndose mutuamente en la reproducción de relaciones sociales y políticas
correspondientes, en este caso, al capitalismo.

El régimen político se sustenta y al mismo tiempo contribuye a reproducir las condiciones


económicas (como la tenencia y uso de la propiedad, su transmisión, etc.), sociales (la estructura
social y las relaciones sociales de explotación, discriminación y racismo) y culturales (de acceso a
conocimientos y medios de desarrollo, por ejemplo), que en conjunto son sustento para delimitar
la ciudadanía, para condicionar la lucha por el poder, para darle una orientación al poder y para
asignar un papel determinado al gobernante y a las distintas sujetos sociopolíticos que participan
del mismo régimen.
Como parte de tales condiciones, el régimen político de un Estado no se comprende sin tomar en
cuenta las instituciones y normas que lo articulan a otros Estados y poderes en el ámbito regional
y mundial, los cuales condicionan las posibilidades y limitaciones del régimen político --y sus
componentes fundamentales-- circunscrito a un Estado determinado.

El régimen político, entonces, establece los límites y posibilidades como marco en el cual
gobernantes y ciudadanos pueden ser y hacer con relación a lo político. Esto es, con relación a sus
relaciones, a sus oportunidades o limitaciones para acceder al poder, los recursos y fuentes de
poder con los cuales cuentan o pueden utilizar, el tipo de decisiones de las cuales son sujetos u
objetos, las políticas que pueden instituir. De tal manera condiciona el régimen político que, aún
con sus diferencias, los sujetos sociopolíticos participantes del sistema político tienen un margen
para diferenciar sus concepciones y prácticas (los polos opuestos de izquierda y derecha, por
ejemplo), pero finalmente las deben situar en dirección compatible con su mantenimiento.

Así, para regímenes políticos en su forma de democracias representativas, el Estado como


institución política máxima se funda en la aparente participación política, circunscrita
esencialmente al ciudadano individualmente considerado, el cual tiene la posibilidad formal de
acceder, periódicamente y a través del sufragio universal mediante voto secreto y “libre”, al
ejercicio del poder. Esto, como formalidad que encuentra limitaciones para su realización, puede
hacerlo de forma directa o de representantes electos a través del sistema de partidos políticos,
donde se despliegan las fuerzas sociales y políticas organizadas o vinculadas a estos, en tanto
constituyen los mecanismos e instituciones formales y establecidas jurídicamente para luchar por
el poder del Estado.

Por último, no obstante el carácter determinante que pueda constituir el régimen político, es
necesario observar que los ámbitos de la realidad, en procesos más concretos y particulares,
pueden presentar una autonomía tal que generan reformas al mismo. En ese sentido, en el ámbito
del sistema político pueden registrarse procesos de reforma que, a su vez, le imprimen
modificaciones al régimen político. Así puede entenderse el tránsito de formas de gobierno
autoritarias y militares a formas de gobierno democráticas liberales.

Esta perspectiva permite considerar en la coyuntura política un juego dialéctico en el cual la


política puede adquirir autonomía en términos explicativos: a) dada por elites emergentes que, sin
pretender cambiar en esencia el régimen económico, disputan el poder a elites tradicionalmente
dominantes, o, b) dada por fuerzas políticas que propugnan por el cambio de régimen y, en
determinadas condiciones, pueden lograr el desencadenamiento lento o rápido de tal cambio. En
ambos casos, no obstante, estamos ante construcciones y procesos vinculados al régimen
económico, social y político en su conjunto, los cuales pueden constituir contradicciones
secundarias o antagónicas cuya resolución puede generar reformas o transformaciones del
régimen.

De tal manera que, a medida que concretamos el análisis al sistema político --incluidas sus
expresiones como manifestación de la lucha de clases en sentido amplio--, estos procesos
adquieren autonomía al interior de su continuum particular, pero siempre en el marco del régimen
político que --se reitera—debe ser situado como parte del modo de producción (capitalista) que se
desarrolla en una formación social concreta (la guatemalteca).

[i] Por sistema político Bobbio define “…el conjunto de las interdependencias entre los diversos entes que contribuyen a desempeñar la
función de mediación de los conflictos de cohesión del grupo y de defensa frente a los otros grupos…” (Bobbio, 1996:154)

BIBLIOGRAFÍA

1. Bobbio, Norberto. Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política”. FCE, México, 1996.

2. --------------------, et al. "Diccionario de Política". Editorial Siglo Veintiuno Editores. Décima edición en español. México. 1997.
3. Fung, Thalía y Carlos Cabrera. “Acercamiento a la complejidad del concepto ‘sistema político’”. En Revista Siglo XXI, No. XX, Agosto de
2002, Cuba.

4. Collignon Goribar, María Martha. “Formas emergentes de ciudadanía”. http://www.comminit.com/la/teoriasdecambio/lacth/lasld-254.html

5. Gramsci, Antonio. “Antología”. Siglo XXI Editores, México, 1970.

6. López de Laroche, Favio. "Aproximaciones al concepto de cultura política". En Politicanet, http://usuarios.lycos.es/politicasnet

7. O'Donnell, Guillermo. "Acerca del estado en América Latina contemporánea: diez tesis para su discusión". La democracia en América
Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. Contribuciones para el debate. Dirección para América Latina y el Caribe del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. http://www.centroedelstein.org.br/acercadelestado.pdf

8. Ramos Muñoz, Belinda. Apuntes para el debate sobre ciudadanía. En elboletíndepolíticas. No. 1, mayo 2007, Universidad Rafael Landivar,
Guatemala.

9. Sosa Velásquez, Mario Enrique. "Participación ciudadana para la democracia y el desarrollo". Jun Pop Tijonik, Guatemala, septiembre de
2005. Mimeo.

www.albedrio.org

El sistema político de Guatemala y


la representación popular
En 1985 se proclamó en Guatemala una nueva Constitución y con ella también se estableció
la Ley Electoral y de Partidos Políticos. La Constitución definía a Guatemala como un Estado
soberano, independiente, democrático, republicano y representativo. La ley, por su parte,
buscaba crear un sistema electoral que desarrollara el sistema político y sistema de partidos
acorde a la Constitución recién creada.

Según Michael Gallagher, los sistemas electorales son el conjunto de reglas por medio de el
cuál los votos se convierten en escaños. Éstos son un enlace entre las preferencias de los
ciudadanos y las acciones realizadas por los gobernantes pues en cualquier sistema donde
el gobierno sea representativo, los gobernantes son los delegados del pueblo accionando a
favor de los intereses de éste.

Guatemala esta dividida en 23 distritos electorales, es decir, los 22 departamentos y el distrito


metropolitano el cual esta conformado por la ciudad de Guatemala. La candidatura es por
medio lista cerrada y bloqueada, aunque en la Ley Electoral y de Partidos Políticos no lo dice
textualmente, en el artículo 203, menciona:

Tras analizar el sistema electoral se puede evidenciar que al ser las circunscripciones electorales iguales
que la división geo-política del país no contemplan las grandes diferencias que hay entre la población
(etnia, lengua, desarrollo económico, etc.) por lo que, aunque los escaños correspondieran al número de
personas que residen en el distrito, muy probablemente los diputados no podrían canalizar y representar
a todos los intereses y necesidades de su distrito.

Otro gran problema de los distritos en Guatemala es que el aumento de escaños o la división de escaños
según los distritos está atado al censo poblacional y esto se ha convertido en un arma política para
negociar con la oposición.

Las listas cerradas y bloqueadas han alejado al elector de su representante. Cuando se vota por un bloque
no se establece una relación donde el elector pueda exigir a su representante la rendición de cuentas; no
sólo sobre sus gastos económicos, sino también sobre la forma en la que ha actuado y perseguido los
intereses de sus electores dentro del organismo legislativo.

La gran brecha que existe entre el pueblo y sus representantes genera problemas de gobernabilidad
pues los electores no están siendo escuchados y sus intereses y necesidades no han sido canalizadas de
manera adecuada. Por todo lo anterior y mientras no se solucionen los problemas de representación,
existe y existirá una creciente inconformidad con el Congreso de la República y sus diputados.

Después de 30 años de vigencia, han salido a la luz las deficiencias del sistema electoral y como éstas
afectan el sistema político de Guatemala. Actualmente la ciudadanía pide a gritos reformas a la Ley
Electoral y de Partidos Políticos, sin embargo no estudia a fondo cuál es el motivo del fracaso del su
sistema electoral. Para proponer reformas es necesario conocer a profundidad la actual ley electoral y las
deficiencias de la misma pero más que nada hay que analizar interacción social de la ciudadanía
guatemalteca para conocer sus necesidades, promover sus intereses y fomentar la representación
adecuada dentro de las estructuras políticas.

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