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El Centro Pedro Francisco Bonó, entidad no gubernamental, incorporado por el decreto No. 237-
97 de fecha 16 de mayo de 1997, con registro nacional del contribuyente RNC nº RNC 4-01-50596-
7; debidamente representado por Roque del Jesús Féliz Méndez, dominicano, mayor de edad,
portador de la cédula de identidad y electoral no. 001-1014637-0, en su calidad de Director
Ejecutivo;
Tienen a bien someter ante este honorable Tribunal Constitucional la presente intervención
voluntaria referente a las acciones directas en inconstitucionalidad elevadas contra el decreto No.
327-13 del 29 de noviembre de 2013, que establece el “Plan nacional de regularización de
extranjeros en situación migratoria irregular”, de los cuales se encuentra apoderado este Tribunal,
sometidas por a) Juan Miguel Castillo Pantaleón, Juan Miguel Castillo Roldán, Cristina Aguiar, Leila
Roldán y José Miguel Vásquez el 16 de diciembre de 2013; b) la Red Nacional por la Defensa de la
Soberanía, el día 20 de enero del año 2014; y c) Fundación FESORE, Inc. y Coddi por la Soberanía,
Inc., el día 6 de diciembre del año 2013.
I.- Antecedentes
1. La presente intervención voluntaria tiene como objeto refutar las acciones directas en
inconstitucionalidad que se han elevado contra el decreto No. 327-13 del 29 de noviembre de
2013, que establece el “Plan nacional de regularización de extranjeros en situación migratoria
irregular”. La elaboración de este plan es un mandato del artículo 151 de la Ley No. 285-04
sobre Migración, confirmado por el dispositivo sexto de la decisión TC/0168/13 de este mismo
tribunal. Cumpliendo con lo antes dicho, el Consejo Nacional de Migración presentó al Poder
Ejecutivo un proyecto de plan de regularización que fue aprobado por el Presidente de la
República, que lo sancionó mediante el decreto No. 327-13 arriba referido.
2
2. Este proceso se llevó a cabo dentro del plazo establecido por el Tribunal Constitucional. Una
vez publicado el Plan de Regularización, el mismo ha sido objeto de sendas acciones en
inconstitucionalidad. A saber: a) la presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón, Juan Miguel
Castillo Roldán, Cristina Aguiar, Leila Roldán y José Miguel Vásquez el 16 de diciembre de
2013; b) la presentada por la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía, una institución no
incorporada, el día 20 de enero del año 2014; y c) la presentada por la Fundación FESORE, Inc.
y Coddi por la Soberanía, Inc., el día 6 de diciembre del año 2013.
3
III.- Admisibilidad de la presente intervención voluntaria
4. Las intervenciones voluntarias no están expresamente previstas en la Ley No. 137-11 Orgánica
del Tribunal Constitucional y de Procedimientos Constitucionales (LOTCPC) para los casos de
acciones directas en inconstitucionalidad. Cuando se las menciona, en el artículo 112 de la
LOTCPC, se hace en referencia a los amparos colectivos. Sin embargo, la relación de las
acciones directas en inconstitucionalidad con el interés general convierten en procedente este
tipo de intervenciones.
5. Las consecuencias erga omnes de las acciones directas en inconstitucionalidad las convierten
en objeto del interés general. Es importante tomar en cuenta que el control concentrado de la
constitucionalidad es abstracto, es decir, conoce del posible conflicto entre la Constitución y
cualquier norma jurídica o acto, sin que medie un pleito judicial referido a hechos específicos.
Esta acción se eleva y ejerce en nombre de la Constitución. Como consecuencia de ello el
tribunal apoderado tiene los más amplios poderes para procurar la “verdad constitucional” a
través de los medios que considere conveniente1. Así lo consideró la Suprema Corte de
Justicia en una decisión del 3 de enero de 2002, en la que señala que en el conocimiento de la
acción en inconstitucionalidad suelen presentarse solamente el escrito que la motiva y el
dictamen del Procurador General de la República, si este lo presenta. Sin embargo, consideró
que esto “(…) no es óbice para que aquellos que lo consideren útil en interés propio o general,
hagan por escrito elevado a la Suprema Corte de Justicia, sus observaciones a favor o en contra
del pedimento, máxime cuando dicha acción no implica, en modo alguno, un juicio contra el
Estado u otra persona, sino contra una disposición legal argüida de inconstitucional”
(subrayado nuestro). Se trata de un clarísimo reconocimiento de la figura de la intervención
voluntaria en el conocimiento de las acciones directas en inconstitucionalidad.
1
Ver Astudillo, César “Doce tesis en torno al Derecho Procesal Constitucional” en AAVV La ciencia del
Derecho Procesal Constitucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como
investigador del Derecho. Tomo I, Teoría General del Derecho Procesal Constitucional, México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 2008, pp. 247-302.
4
competencia de la jurisdicción constitucional están libres de todo obstáculo,
impedimento, formalismo o ritualismo que limiten su accesibilidad”2
8. De las tres acciones en inconstitucionalidad contra el Decreto No. 327-13, la única que intenta
justificar su propia admisibilidad es la presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón y
compartes. Las presentadas por la Red Nacional para la Defensa de la Soberanía y por La
Fundación FESORE, Inc. y Coddi por la Soberanía, Inc. ignoran el tema por completo. Castillo
Pantaleón y compartes afirman en la página 7 de su acción que: “las personas físicas firmantes
del presente Recurso de Inconstitucionalidad, como ciudadanos en pleno ejercicio de sus
derechos civiles y políticos, son sujetos de derecho que tienen calidad para demandar la
inconstitucionalidad de un Decreto cuando aquél haya transgredido una o varias normas
constitucionales”.
9. Para sustentar esta afirmación hacen acopio de una decisión de la Suprema Corte de Justicia
sobre la admisibilidad de las acciones directas en inconstitucionalidad. Esta, en una decisión
de fecha 6 de agosto de 1998, B.J. 1053, pág. 6 afirmó que:
10. Lo que no toman en cuenta los accionantes es que la reforma constitucional de 2010 modificó
el texto constitucional que define el concepto de “parte interesada” como criterio de interés
que hace admisible una acción en inconstitucionalidad. Mientras que el artículo 67.1 de las
constituciones de 1994 y 2002 se refería únicamente a “parte interesada”, el artículo 185.1 de
la Constitución de 2010 y el 37 de la LOTCPC exigen que quien presente la acción sea una
“persona con interés legítimo y jurídicamente protegido”. Es decir, las constituciones de 1994 y
2
Sentencia TC/0100/13 del 20 de junio de 2013, p. 23.
5
2002 establecían claramente una “acción popular”, sin embargo la de 2010 apunta a un
estrechamiento de este criterio, algo que se ha visto reflejado en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional.
11. El Tribunal Constitucional ha señalado que los criterios de admisibilidad aplicables al momento
de dictarse la referida sentencia de la Suprema Corte de Justicia no necesariamente son
aplicables en el régimen constitucional actual. De hecho, a partir de la sentencia TC/0013/12
del 10 de mayo de 2012, el Tribunal ha mantenido una línea doctrinal constante y coherente
en el sentido de que el criterio aplicable bajo las Constituciones de 1994 y 2002 es sólo
aplicable a las acciones directas en inconstitucionalidad que se presentaron antes del 26 de
enero de 2010.
12. El razonamiento del Tribunal es que, aunque la norma procesal haya cambiado, existe la
prohibición de aplicar retroactivamente las normas procesales para desestimar una acción que
cumplía los requisitos vigentes al momento de ser presentada:
13. Como todas las acciones en inconstitucionalidad contra el Decreto No. 327-13 fueron elevadas
luego de la entrada en vigor de la Constitución de 2010 y de la LOTCPC, es inadecuado fundar
la calidad de los accionantes en criterios que el Tribunal ha establecido que ya no aplican.
14. Por todo lo anterior, es importante que examinemos qué ha dicho el Tribunal Constitucional
sobre la calidad para elevar acciones en inconstitucionalidad bajo el régimen constitucional
actual. En la sentencia TC/0050/12 del 16 de octubre de 2012, el Tribunal admitió a
conocimiento del fondo una acción en inconstitucionalidad contra el artículo 382 del Código
3
Sentencia TC/0013/12 del 10 de mayo de 2012, p. 7.
6
Civil. Sin embargo, dejó claro que lo hacía porque el accionante se veía directa y
específicamente afectado por dicho artículo:
“En ese orden de ideas, la empresa accionante formuló, en el curso de una demanda civil,
una recusación al juez apoderado de dicho proceso judicial, la cual fue condicionada a la
prestación de una fianza, de conformidad con el párrafo único del artículo 382 del Código
de Procedimiento Civil, norma legal que le afecta y por consiguiente se encuentra revestida
de la debida calidad para interponer una acción constitucional de esta naturaleza”4
15. Todos los accionantes en inconstitucionalidad contra el Decreto No. 327-13 afirman ser
dominicanos, por lo que, al no ser pasibles de que se les aplique el mismo, no parece posible
que puedan asistirse del precedente recién citado para afirmar que gozan de legitimación
procesal. Así las cosas, todos los accionantes quedan despojados de los criterios que el
Tribunal Constitucional ha reconocido hasta el momento como otorgadores de la calidad para
accionar en inconstitucionalidad.
16. Confirmando esta posición, en su sentencia TC/0114/13, el Tribunal negó a un miembro del
Ministerio Público para presentar una acción directa en inconstitucionalidad contra el artículo
226 del Código Procesal Penal porque, ni estaba sometido a un proceso en el que este se
aplicaba, ni ostentaba calidad para representar por sí sólo al Ministerio Público.
18. Precisamente por su naturaleza y por sus efectos generales –que puede conllevar la anulación
de decisiones de los poderes públicos que ostentan la representación política del pueblo
dominicano-, la declaratoria en inconstitucionalidad de una norma es una decisión de gran
importancia que sólo debe tomarse como ultima ratio. Tal como afirma el Tribunal
Constitucional en la sentencia TC/0201/13, la característica fundamental del control
concentrado es que “la acción directa en inconstitucionalidad, aunque también persigue el
4
Sentencia TC/0050/12 del 16 de octubre de 2012, p.8.
7
mantenimiento del orden constitucional, realiza esa misión mediante el control in abstracto de
los actos normativos del poder público”5.
19. Por todo lo anterior, el Tribunal Constitucional ha reconocido que el control concentrado de la
constitucionalidad tiene que operar en el contexto de un equilibrio muy delicado. Tiene que
navegar entre la necesidad de anular las normas inconstitucionales y el caos normativo que
traería el ejercicio indiscriminado de esta facultad. Por ello, el Tribunal ha acudido al principio
de “in dubio pro legislatore”, según el cual las normas jurídicas emanadas de los poderes
públicos se presumen constitucionales hasta prueba en contrario y declaración de Tribunal
competente.
20. Esto tiene como consecuencia la obligación de los accionantes de explicar con detalle y
precisión las razones por las cuales entienden que la norma atacada es inconstitucional. Así lo
determinó el Tribunal en su decisión TC/0199/13. En ella reprocha al accionante que
pretendía,
“(…) sin aportar elemento alguno que permita apreciar de forma clara y precisa en qué
consiste la alegada contradicción de la norma impugnada con la Constitución, tal y como lo
dispone el artículo 38 de la Ley núm. 137-11. Es evidente que no señala las razones por las
cuales esta infringiría el texto constitucional en aras de hacer efectivo el principio in dubio
pro actione, en el sentido de asegurar, más allá de las dificultades de índole formal, una
decisión sobre el fondo de la cuestión.
9.2.2. El sistema de justicia constitucional se rige, entre otros principios, por el principio de
informalidad, que exonera de formalismos y rigores innecesarios que puedan afectar la
tutela judicial efectiva de los procesos y procedimientos constitucionales. No obstante,
deben existir requisitos y contenidos mínimos que le permitan a este tribunal el estudio
satisfactorio de los aspectos planteados”6.
21. Esta obligación no sólo se deduce de lo arriba expuesto, sino que es el propio Tribunal que la
ha dejado claramente establecida. En una acción en inconstitucionalidad promovida por
Nadim Miguel Bezi Nicasio y compartes contra el artículo 53 de la LOTCPC (TC/0150/13, y
confirmado en la TC/0274/13), el Tribunal expuso con meridiana claridad la obligación de
motivación que tienen los accionantes.
22. Por el alto interés de todo lo explicado en la sentencia por el Tribunal Constitucional, y por la
claridad con la que lo hace, nos permitimos citar extensamente la misma:
5
TC/0201/13 del 13 de noviembre de 2013, p. 24.
6
TC/0199/13 del 31 de octubre de 2013, p. 8.
8
alegadamente violar los artículos 68, 69.4, 69.7, 69.8 y 69.10 de la Constitución de la
República, sin especificar de manera concreta y específica en su escrito, de qué forma el
texto legal denunciado vulnera la Carta Magna, ni cuáles son los argumentos
constitucionales que justificarían una eventual declaratoria de inconstitucionalidad de
dicha disposición, pues sólo desarrollan la presunta violación de los artículos 69.9 y 184 de
la Constitución de la República relativos al derecho al recurso y la competencia del
Tribunal Constitucional. (Ver escrito introductivo de acción directa de fecha 19 de
septiembre del 2012)
9.3. Es decir, que todo escrito contentivo de una acción directa de inconstitucionalidad
debe indicar las infracciones constitucionales que se le imputan al acto o norma
infraconstitucional cuestionada. En tal virtud, la infracción constitucional debe tener:
9
9.4. En el caso ocurrente, los accionantes, al pretender en su escrito introductivo la
declaratoria de inconstitucionalidad del prealudido artículo 53 de la Ley núm. 137-11, no
establecen, sin embargo, en qué medida dicha disposición legal viola los artículos 68, 69.4,
69.7, 69.8 y 69.10 de la Constitución de la República, ni los argumentos de naturaleza
constitucional que justifican su pretensión, por lo que su petición en ese sentido carece de
claridad, certeza, especificidad y pertinencia; razón por la cual procede declarar
inadmisible en cuanto a los referidos artículos constitucionales, pues su alegato carece de
los requisitos mínimos de exigibilidad de toda acción directa de inconstitucionalidad”7
23. Es importante reiterar que esta exigencia del Tribunal no es fruto del afán de obstaculizar los
procesos, sino de que la presunción de constitucionalidad de las normas -hasta prueba en
contrario o declaratoria en inconstitucional por la jurisdicción competente- es un componente
necesario para la seguridad jurídica.
24. No basta, pues, con que los accionantes manifiesten su desacuerdo con la norma atacada. Es
necesario que presenten “argumentos que sean de naturaleza constitucional, y no legales ni
puramente doctrinarios”8. Están en la obligación ineludible de que sus argumentos tengan
claridad, certeza, especificidad y pertinencia, tal y como las ha definido el Tribunal
Constitucional en la sentencia arriba referida. Esta es un estándar exigente, pero necesario
para evitar las acciones en inconstitucionalidad frívolas.
25. Como puede comprobar el Tribunal, a pesar de la longitud de dos de ellas, las acciones en
inconstitucionalidad que han presentado Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes; la Red
Nacional por la Defensa de la Soberanía y la Fundación FESORE, Inc. y Coddi, Inc. por la
Soberanía carecen de argumentos que superen el criterio de motivación que el Tribunal ha
asignado a los accionantes en inconstitucionalidad.
26. No faltamos a la verdad ni exageramos al decir que las acciones presentadas por la Red
Nacional por la Defensa de la Soberanía y la Fundación FESORE, Inc. y Coddi, Inc. son largos
escritos compuestos casi exclusivamente de los siguientes elementos: a) la opinión personal
de los accionantes sobre el decreto No. 327-13; b) interpretaciones de la historia que no
aportan al examen de la constitucionalidad de las normas atacadas; y c) transcripción de
normas jurídicas –no todas relevantes- sin explicar por qué son inconstitucionales o en qué
sentido hacen inconstitucional a una tercera.
27. El Tribunal ha reiterado que este tipo de enunciaciones no constituyen argumentos suficientes
para sustentar una acción directa en inconstitucionalidad. Este contenido, no especifica “de
manera concreta y específica en su escrito, de qué forma el texto legal denunciado vulnera la
Carta Magna, ni cuáles son los argumentos constitucionales que justificarían una eventual
7
TC/0150/13 del 12 de septiembre de 2013, pp. 10-12.
8
Sentencia C-987/05, de fecha veintiséis (26) de septiembre de dos mil cinco (2005), de la Corte
Constitucional de Colombia.
10
declaratoria de inconstitucionalidad de dicha disposición”9. Esto es cierto sobre todo si, como
es el caso, el texto de la acción en inconstitucionalidad de la que se trate no se encuentra
ordenado en una forma coherente o comprensible.
28. Dada la longitud y falta de estructura interna de estas acciones, es imposible hacer un análisis
pormenorizado de las mismas. Sin embargo, de la lectura de las mismas queda claro que no
cumplen con los cuatro requisitos ya señalados y que el Tribunal Constitucional ha adelantado
como necesarios para la admisibilidad de una acción en inconstitucionalidad.
a) No son claras porque se limitan las más de las veces a hacer acopio de conceptos sin
explicarlos o decir en qué forma eso implica una vulneración de la Constitución de la
República10.
b) No son certeras porque su objeción, a pesar de estar identificada con el Decreto
atacado, es en realidad contra la idea misma de un plan de regularización legal y
jurisdiccionalmente mandados por la Ley General de Migración y este propio Tribunal
Constitucional, como veremos más adelante.
c) No son específicas porque no explican en qué sentido se vulnera los principios
constitucionales que sí mencionan, más allá de afirmar que no están de acuerdo con el
contenido del Decreto No. 327-13.
d) Finalmente, no son pertinentes porque, como ya hemos señalado, se trata en realidad
de largos acopios de normas, opiniones, transcripciones y temas de interés general
con muy poca sustancia jurídica.
29. Además, y esto es muy importante y aplica a las tres acciones por igual, porque los pobres
argumentos que presentan son de simple legalidad. Por la forma transversal en que esta
última objeción afecta a las tres acciones, y por la importancia que reviste,la naturleza de
simple legalidad de los argumentos de los accionantes se discutirá en su propio apartado..
30. Por todo lo anterior, no sólo las acciones en inconstitucionalidad aquí comentadas fallan en su
intento de cumplir con los criterios avanzados por este Tribunal en la sentencia TC/0150/13.
Abundan y sobreabundan, colocando en su texto todo lo que pareciera estar mínimamente
relacionado con el tema en la esperanza de que el Tribunal haga la labor de encontrar hilos
argumentales sanos e hilar con ellos razones suficientes para anular el decreto atacado. Es
precisamente contra este tipo de propósitos que el Tribunal se pronunció en la referida
sentencia TC/0150/13.
31. Aunque la acción presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes está
notoriamente mejor organizada y contiene mucho menos relleno, no está libre de los mismos
9
Ver TC/0150/13.
10
Un buen ejemplo de ello es cuando la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía afirma en la
página 11 de su acción que “el control migratorio es atribución exclusiva de la soberanía estatal”,
sin explicar adecuadamente cómo el Decreto No. 327-13 vulnera la Constitución o la soberanía.
11
vicios que afectan a las otras dos acciones discutidas en esta intervención voluntaria. Por
ejemplo, en sus páginas 17 y 18 afirman que el decreto atacado violenta el artículo 111
constitucional, que señala que las leyes de orden público son de cumplimiento obligatorio
para todos, y que no pueden ser derogadas por convenciones particulares. Pero en el resto de
su acción no se vuelve a mencionar dicho artículo, y no se explica cómo un decreto vulnera la
prohibición de que los acuerdos entre particulares deroguen leyes de orden público. En otras
palabras, se deja a la imaginación del lector y del Tribunal cuál es la violación de este decreto a
dicho artículo constitucional. Todo esto, al margen de que la mayor parte de sus argumentos
son de simple legalidad.
32. Relevante también es que, a pesar de argumentar que el Decreto No. 327-13 vulnera el
principio de razonabilidad, no presentan un análisis del “test de razonabilidad” como el que el
Tribunal Constitucional ha mandado a partir de la sentencia TC/0044/12 del 21 de septiembre
de 2012. Este examen no se hace ni de manera formal ni informal, ni directa ni indirecta. Los
accionantes presumen que basta con expresar su opinión negativa sobre el Decreto para que
el Tribunal lo encuentre irrazonable.
34. Este criterio se hizo manifiesto desde las primeras decisiones del Tribunal. La sentencia
TC/0013/12:
35. Este criterio ha sido recalcado en decisiones como la TC/0051/12, TC/0054/13 y TC/0091/13,
entre otras. Es importante señalar que, según la sentencia TC/0051/12, cuando las acciones
11
TC/0013/12 del 10 de mayo de 2012, p. 9.
12
directas en inconstitucionalidad procuran resolver cuestiones de simple legalidad, la sanción
procesal no se limita al rechazo. Estas acciones son inadmisibles sin conocimiento del fondo:
“8.5. Al tratarse, el caso que nos ocupa, de una situación litigiosa sujeta a un control de
legalidad y no de constitucionalidad, dicha circunstancia procesal supone la inadmisibilidad
de la acción directa en inconstitucionalidad”12.
36. La lectura de las páginas 11 a 20 de la acción presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón y
compartes contiene múltiples y variados ejemplos de argumentos de simple legalidad.
Pretenden cubrir argumentos puramente legales con la manta del principio de legalidad
establecido en el artículo 40.15 constitucional. A continuación presentamos una lista no
exhaustiva de los mismos:
37. En un argumento algo confuso sobre la supuesta violación sobre la vigencia de la Ley de
Migración, los accionantes critican que el Plan de Regularización se refiera en su artículo 2
como “extranjero en situación migratoria irregular” a “toda persona de nacionalidad
extranjera que se encuentre habitando de manera estable y pacífica bajo los términos y
condiciones establecidas por este Plan, en el territorio de la República Dominicana antes de la
promulgación del Reglamento No. 163-11, del 19 de octubre de 2011”. Aparentemente están
convencidos de que el Reglamento No. 631-11, que es la norma que contiene los requisitos
específicos para los procesos de regularización, podía aplicarse antes de ser puesto en
vigencia. En realidad, el fondo de su crítica es que las autoridades de Migración presentes y
pasadas no han aplicado la Ley de Migración con dicho Reglamento.
38. Sin embargo, en este caso en particular, además de presentar un argumento de pura
legalidad, los accionantes parecen no aquilatar correctamente el alcance de la medida. Lo que
quiere decir esta es que el Estado dominicano no sancionará (como no debe hacerlo) a quien
no haya cumplido un reglamento que no existía entre 2004 y octubre de 2011. Debe notarse
que los propios accionantes reconocen que la tardanza en crear dicho Reglamento es
responsabilidad del Estado dominicano y sus autoridades. Las conclusiones de los propios
accionantes dejan al descubierto la inadmisibilidad de sus propios argumentos en esta sede
jurisdiccional “Claramente los jueces del Tribunal Constitucional pueden confirmar la no
conformidad del artículo 2 del Decreto No. 327-13 con los artículos 109 de la Constitución
dominicana y 1ero del Código Civil”13. Es decir, que su argumento se reduce a que entienden
que el decreto contradice una ley vigente.
39. Un argumento similar presentan cuando afirman que “en tanto que el Poder Ejecutivo
pretende, mediante una norma de rango inferior (un Decreto), modificar la entrada en vigencia
12
TC/0051/12, del 19 de octubre del 2012, p. 12.
13
Acción presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes, p. 13.
13
de una norma de rango superior (una ley)”14. Esto, que pretenden presentar como un
argumento de índole constitucional, no es más que un pretendido (y falso) choque entre un
decreto y una ley. El Decreto No. 327-13 no modifica la Ley de Migración ni vulnera su
mandato. Como veremos casi a seguidas, se acoge a lo previsto en ella, especialmente los
artículos 123 y 151.
40. Lo mismo sucede con toda la discusión sobre el uso de las frases “extranjero ilegal”
“extranjero radicado irregularmente en el país”. Nueva vez esta es una contradicción entre la
ley y el decreto, es decir un argumento de simple legalidad. Pero, además, los accionantes
intentan hacer una distinción donde no existe una diferencia. El uso de las expresiones
“extranjero radicado irregularmente en el país”, “extranjero con situación migratoria irregular”
u otras similares no tiene ninguna consecuencia jurídica, y mucho menos constitucional. Toda
vez que no afecta la ejecución de las normas en materia migratoria ya que es obvio que un
extranjero en situación migratoria irregular se encuentra en el país en forma ilegal. La razón
por la que se evita la expresión “extranjero ilegal” es porque la misma es, en sí misma, una
imprecisión jurídica. Ningún ser humano es ilegal, lo que es ilegal –o irregular- es precisamente
su condición migratoria.
41. Pero para entender la prudencia de usar estos términos no hay que limitarse a examinar el
Plan de Regularización. Una lectura medianamente cuidadosa de la decisión TC/0168/13
evidencia que tanto la Suprema Corte de Justicia15 como el propio Tribunal Constitucional usan
expresiones como “situación migratoria irregular”16. Lo mismo ocurre con el Modus Operandi
con la República de Haití en su artículo 10. También con el Consejo de Estado de Colombia en
su decisión del 30 de junio de 2005, citado por el Tribunal Constitucional17.
42. ¿Quiere esto decir que el Tribunal Constitucional vulneró la Constitución de la República? No,
quiere decir que, incluso en una sentencia en la que la accionante salió perdidosa, tuvo la
previsión de no asignarle un término claramente peyorativo a las personas cuya situación
migratoria considera irregular. Es a todas luces excesivo hacer depender la vigencia de una
medida tan importante como el Plan de Regularización de que algunas personas objeten el
uso de un término usado por el propio Tribunal Constitucional. Sobre todo sí, por ser un
argumento de simple legalidad, es inadmisible ante esta jurisdicción.
43. Otro argumento de simple legalidad presentado por los accionantes es el relativo al hecho de
que el artículo 37 del Decreto No. 327-13 suspende las deportaciones durante el plazo de 18
meses que durará la implementación del Plan de Regularización. Aunque intentan envolverlo
en un desconocimiento de las facultades constitucionales del Congreso y en una vulneración al
14
Acción presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes, pp. 13-14.
15
Citado en TC/0168/13 del 23 de septiembre de 2013, p. 13.
16
TC/0168/13, p. 66.
17
Citado en TC/0168/13 del 23 de septiembre de 2013, p. 83
14
principio de separación de poderes, en realidad se ven reducidos admitir que el verdadero
núcleo de su argumento es que se “desconoce la vigencia de la Ley de Migración”.
44. Veamos por qué este es un argumento de simple legalidad. Los accionantes dicen que, al
establecer la suspensión de las deportaciones mientras se aplica el Plan de Regularización, se
violenta el ámbito de acción del Congreso, en materia de migración previsto en el artículo
93.1.g constitucional. Sin embargo, lo que no toman en cuenta los accionantes es que esta
facultad es la de dictar la Ley de Migración, no de ejecutarla. Por lo cual, el conflicto vuelve a
encuadrarse en un conflicto entre el Decreto No. 327-13 y la ley. Es decir, un conflicto de pura
legalidad.
45. Pero aún en el improbable caso de que este Tribunal decidiera declarar admisible y conocer
este conflicto de simple legalidad, el argumento de los accionantes no tiene sustento jurídico.
Es la misma Ley de Migración que establece en su artículo 123.c que: “Artículo 123.- Podrá no
ordenarse la deportación o expulsión del extranjero prevista en los artículos anteriores, de la
presente ley, en los siguientes casos (...) c) Cuando circunstancias especiales establecidas en el
reglamento así lo aconsejen”. Es decir que es la propia Ley de Migración que los accionantes
dicen defender la que establece la posibilidad de la suspensión de las deportaciones siempre
que se haga por vía reglamentaria. De tal forma que el argumento de los accionantes no es ni
siquiera un conflicto de simple legalidad, lo que procuran es que el Tribunal Constitucional se
pronuncie sobre una supuesta contradicción de dos normas reglamentarias de la misma
jerarquía, a saber: el Reglamento de la Ley de Migración y el Decreto No. 327-13.
Contradicción esta que, como vemos, no existe.
46. Los accionantes no tomaron en cuenta que el artículo 128.1.b constitucional faculta al
Presidente para: “Promulgar y hacer publicar las leyes y resoluciones del Congreso Nacional y
cuidar de su fiel ejecución. Expedir decretos, reglamentos e instrucciones cuando fuere
necesario;”. Es decir, el Presidente de la República tiene la capacidad de emitir los
reglamentos necesarios para asegurar el cumplimiento de la ley.
47. Es sobre la base de este poder reglamentario que tanto la Ley de Migración como el Tribunal
Constitucional mandan la emisión del Plan de Regularización. La emisión del Decreto No. 327-
13 no vulnera el precedente establecido por la sentencia TC/0032/12. Toda vez que en ese
caso el reglamento anulado por el Tribunal Constitucional fue emitido por la entonces
Secretaría de Estado de Industria y Comercio fundamentándose “en una ley que previamente
había sido derogada, su fuente de legitimación es inexistente, lo que contraviene el principio de
legalidad, la seguridad jurídica y el Art. 138 de la Constitución”18. El fundamento legal del Plan
de Regularización es sólido, la Ley de Migración se encuentra vigente.
18
Sentencia TC/0032/12 del 15 de agosto de 2012, p. 9.
15
48. El Decreto No. 327-13 no crea situaciones jurídicas nuevas invadiendo facultades propias del
Legislativo, cuestión que proscribió también el Tribunal en la referida sentencia19. Muy por el
contrario, este Decreto existe como consecuencia de un mandato claro y específico tanto de la
Ley de Migración, como del propio Tribunal Constitucional.
49. Además, por ser una norma que se atiene a lo previsto en los artículos 123.c y 151 de la Ley de
Migración, tampoco se vulnera el principio de heteronomía de los actos administrativos que el
Tribunal también expone en la referida sentencia TC/0032/12. Si alguna duda queda sobre el
hecho de que el Decreto No. 327-13 no vulnera el mandato de la Ley de Migración, esta debe
quedar despejada con la lectura del artículo 151.1 de la misma:
50. El texto de este artículo desmonta a todas luces el argumento de que el Decreto No. 327-13
excede el mandato legal que el Congreso estableció en la Ley de Migración. Así que las
objeciones de los accionantes no sólo son de simple legalidad, sino que tampoco tienen
sustento en la ley que dicen defender.
51. Este argumento de los accionantes también sufre de la falta del examen de razonabilidad, a
pesar de que los accionantes alegan que el mismo violenta el artículo 40.15 constitucional. En
otra parte de esta intervención voluntaria supliremos esa falta de los accionantes (ver sección
VIII, § 67 y ss.).
19
Sentencia TC/0032/12 del 15 de agosto de 2012, p. 10.
16
52. Cabe decir que, en uno de los pocos lugares de su instancia en la que la Red Nacional por la
Defensa de la Soberanía expone un argumento jurídico en forma más o menos clara, deja en
evidencia que sus objeciones son de simple legalidad. En la página 42 de su acción afirman que
el Decreto No. 327-13 debe ser anulado porque: “deroga de manera transitoria los artículos
119; 120: 121; 122: 123: 124: 125: 126: y los articulo 15 y 127 de la ley no. 285 sobre Migración
de fecha 15 de Agosto 2004 y su reglamento de aplicación que trata sobre el Plan Nacional de
Regularización de Extranjeros” (sic). Este tipo de argumentos son reiterados constantemente
por los accionantes.
53. Entre los temas jurídicos que abordó la acción de la Red Nacional por la Defensa de la
Soberanía, y que no trató mejor la acción de Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes, está
una solicitud de que se declare la incompetencia de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) para cumplir sus funciones en el país. Para sostener esto argumentan que
República Dominicana nunca cumplió el proceso previsto en el artículo 45 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (CADH). Este dice lo siguiente:
Artículo 45
1. Todo Estado parte puede, en el momento del depósito de su instrumento de
ratificación o adhesión de esta Convención, o en cualquier momento posterior,
declarar que reconoce la competencia de la Comisión para recibir y examinar las
comunicaciones en que un Estado parte alegue que otro Estado parte ha incurrido
en violaciones de los derechos humanos establecidos en esta Convención.
2. Las comunicaciones hechas en virtud del presente artículo sólo se pueden
admitir y examinar si son presentadas por un Estado parte que haya hecho una
declaración por la cual reconozca la referida competencia de la Comisión. La
Comisión no admitirá ninguna comunicación contra un Estado parte que no haya
hecho tal declaración.
3. Las declaraciones sobre reconocimiento de competencia pueden hacerse para
que ésta rija por tiempo indefinido, por un período determinado o para casos
específicos.
4. Las declaraciones se depositarán en la Secretaría General de la Organización de
los Estados Americanos, la que transmitirá copia de las mismas a los Estados
miembros de dicha Organización. (énfasis nuestro)
54. Pero al presentar este argumento los accionantes ignoran dos cuestiones básicas sobre la CIDH
y el artículo 45 de la CADH en el que sustentan sus pretensiones. En primer lugar, este artículo
se refiere única y exclusivamente a la competencia de la CIDH para intervenir en conflictos
entre Estados. El citado artículo se refiere a la: “competencia de la Comisión para recibir y
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examinar las comunicaciones en que un Estado parte alegue que otro Estado parte ha
incurrido en violaciones de los derechos humanos establecidos en esta Convención”. Esto no
sólo es irrelevante para el caso que nos ocupa, sino que esa es sólo una de las competencias
de la CIDH, por lo que la hipotética nulidad de ese artículo no afectaría a las demás.
55. El otro punto que los accionantes no toman en cuenta es que la CIDH no es un órgano creado
por la CADH, sino que se encuentra constituido en el artículo 106 de la Carta de la
Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual República Dominicana es signataria
desde 1948. Así las cosas, la relación de la República Dominicana con la CADH está
indisolublemente ligada a su posición como miembro de la OEA.
56. En las páginas 57 y siguientes de su acción, la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía
alega que el proceso de creación del Decreto No. 327-13 violentó “Los artículos 45, 46, 47, 48,
49 y 50 del Decreto 130-05, contentivo del Reglamento de la Ley 200-04 sobre el Libre Acceso
a la Información Pública”. Esto es, a todas luces, un argumento de simple legalidad.
57. Pero sería fallido incluso si los accionantes hubieran intentado presentarlo como una
vulneración del deber de transparencia de la administración pública, contenido en el artículo
138 constitucional. Esto así porque el Tribunal ya ha sentado precedente sobre este tema y ha
fallado en sentido contrario al que pretenden los accionantes.
58. En efecto, la sentencia TC/0201/13 del 13 de noviembre de 2013 estableció muy claramente
que esto es un problema de simple legalidad:
20
Sentencia TC/0201/13 del 13 de noviembre de 2013, p. 31.
18
59. Como puede verse, el argumento presentado por los accionantes en el caso fallado en la
sentencia TC/0201/13 es extraordinariamente similar al de la acción de la Red Nacional para la
Defensa de la Soberanía.
60. El escrito depositado por la Red Nacional para la Defensa de la Soberanía hace una amplia
exposición sobre lo que, en sus propias palabras, entiende como: “Violación a la ley No. 199,
que ratifica el Modus Operandi entre la República Dominicana y Haití”21. Nuevamente caen los
accionantes en argumentos de simple legalidad que, según la jurisprudencia constante del
Tribunal Constitucional, no pueden ser conocidas por la vía de acciones directas en
inconstitucionalidad ni son competencia de este. En otra parte de esta intervención voluntaria
hemos explicado por qué esto es un argumento de simple legalidad y por qué no vulnera ni el
artículo 93 de la Constitución ni la Ley de Migración (ver § 44 y ss). En esta sección nos
limitaremos a explicar por qué tampoco violentan ni la Ley 199 de 1939 ni el Modus Operandi.
61. Es importante destacar que esta ley es la forma jurídica que adopta en República Dominicana
el “Modus Operandi de la República Dominicana con la República de Haití” suscrito en
noviembre de 1939. De tal forma que lo establecido por esta ley refleja el contenido de este.
62. A partir de la página 47 de su escrito la Red Nacional para la Defensa de la Soberanía dice que
el Decreto No. 327-13 violenta los artículos 7 y 10 de la Ley 199 de 1939. Para los accionantes,
la suspensión de las deportaciones durante el plazo de 18 meses que se prevén necesarios
para la implementación del plan de regularización es una violación de la Ley 199 y el Modus
Operandi. Ahora bien, ¿qué dice el artículo 7 de la Ley 199? Su lectura demuestra que no se
puede usar como sustento para las pretensiones de los accionantes:
Art. 7.- Después que la Justicia del Estado en donde se haya cometido un delito de
penetración irregular por parte del nacional del otro Estado haya aplicado a la
persona que hubiese cometido dicho delito las sanciones establecidas en la ley
local, esta persona podrá ser declarada indeseable por las autoridades de dicho
Estado, las cuales deberán comunicarlo inmediatamente a la Legación o al
Consulado de la nación a que pertenece la persona declarada indeseable. Estos
funcionarios deberán comunicar inmediatamente a su Gobierno todos los detalles
relativos al caso, a fin de que dicho gobierno, en un plazo que no deberá exceder de
15 días después del aviso dado por las autoridades, provea por medio de su
Legación o del Consulado de la jurisdicción todo lo necesario para la repatriación
de dicha persona. (énfasis nuestro)
21
Página 46 de la acción presentada por la Red Nacional para la Defensa de la Soberanía.
19
63. Es decir, que este proceso depende de lo que establecen las leyes locales. Vale decir, la Ley de
Migración para el caso dominicano. Y es la misma Ley de Migración que establece la obligación
de que el Estado dominicano lleve a cabo un Plan de Regularización. No puede, pues
argumentarse que la aplicación de las leyes locales vulnera ni la Ley 199 ni el Modus Operandi.
Pero además, el artículo 7 de la Ley 199 establece que la medida de la deportación se produce
luego de una condena judicial. Es decir que también entienden mal la Ley 199 al asumir que
ella conmina al Estado a llevar a cabo deportaciones sin importar las circunstancias.
64. Lo anterior se ve confirmado por el texto del artículo 10 de la misma Ley 199:
Art. 10.- Los nacionales de alguno de los dos Estados que a la fecha de la firma del
presente instrumento, se encuentren en el territorio del otro podrán continuar su
permanencia, si la misma se encuentra ajustada a las disposiciones de las leyes de
inmigración o ,de cualquiera otra naturaleza, de los respectivos Estados, debiendo
la continuación de esa permanencia someterse, en cuanto a su duración, pago de
impuestos, medios de identificación etc. a las disposiciones que sobre esos
particulares establezcan las leyes de cada Estado.
En cuanto a aquellos que a la fecha de la firma del presente instrumento se
encuentren en el territorio de un Estado o del otro, en contravención de sus
respectivas leyes, disfrutarán de un plazo de tres meses a partir de la fecha de la
citada firma, para regularizar de acuerdo con las leyes de cada Estado sus
correspondientes permanencias. Para este fin las Legaciones y los Consulados de
cada país, harán las publicaciones necesarias, para que los nacionales de sus
respectivos Estados procedan a regularizar, dentro del plazo referido, su
permanencia ilegal en el otro Estado.
Después de vencido este plazo los nacionales de cualquiera de los dos Estados que
se encuentren en el territorio del otro en una persistente condición de
irregularidad, podrán ser considerados por este último Estado como violadores de
sus leyes y tratados en la forma prevista por el artículo 7 para los culpables del
delito de penetración irregular. (énfasis nuestro)
65. Como puede verse, el artículo 10 del Modus Operandi también nos remite a la Ley de
Migración, que es la que prevé el Plan de Regularización y la que en su artículo 123 establece
la posibilidad de suspender las deportaciones, de acuerdo a las necesidades del Estado
dominicano: “Artículo 123.- Podrá no ordenarse la deportación o expulsión del extranjero
prevista en los artículos anteriores, de la presente ley, en los siguientes casos (...) c) Cuando
circunstancias especiales establecidas en el reglamento así lo aconsejen”.
66. Es decir que, incluso dentro del contexto de simple legalidad del argumento presentado por
los accionantes, es imposible concluir que el Decreto 327-13 vulnera el ordenamiento jurídico
20
al suspender las deportaciones mientras dure el plan de regularización, toda vez que esta es
una medida prevista en la Ley de Migración que regula su creación y contenido.
67. En la página 20 de la acción presentada por Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes, se
alega que la suspensión de las deportaciones vulnera el principio de razonabilidad previsto en
el artículo 40.15 constitucional. Sin embargo, se limita a exponer su desacuerdo con esta
medida, sin someterla a un análisis que permita determinar si ciertamente es irrazonable.
69. En primer lugar, la finalidad. Lo que se busca con la medida atacada es hacer posible la
ejecución del plan de regularización a través de la cooperación de quienes decidan acogerse al
plan, tal como ordena la TC/0168/13. En segundo lugar, el medio. El medio es la suspensión de
las deportaciones de quienes decidan acogerse al plan, para que puedan participar del mismo.
En tercer lugar, la relación medio-fin. Para que los indocumentados radicados en República
Dominicana puedan acogerse al Plan de Regularización, es necesario que puedan colaborar
con las autoridades y gestionar el trámite de regularización de su estatus.
70. La alternativa a la suspensión sería deportar a todas las personas que se encuentran en
situación irregular en República Dominicana para que, desde fuera del territorio nacional,
gestionen sus procesos. Esta medida es tan extrema que el Tribunal Constitucional ni siquiera
la contempló al dictar la sentencia TC/0168/13. Por este mismo motivo, la Ley de Migración –e
incluso la Ley 199 en su momento- plantea que, cuando las circunstancias lo aconsejen, las
deportaciones pueden ser suspendidas de acuerdo a lo previsto en sus reglamentos. La
suspensión es una medida perfectamente razonable.
71. La única forma en que el Plan de Regularización puede ser exitoso es si las personas con
estatus migratorio irregular pueden acogerse al mismo. Y la única forma en que pueden
acogerse al mismo es si no corren el riesgo de ser deportadas al hacerlo. Acoger lo que
21
solicitan los accionantes haría imposible la ejecución del mandato de la Ley de Migración
sobre la regularización de los inmigrantes indocumentados.
72. Como puede comprobarse a partir de los argumentos de simple legalidad que sirven de
sustento a las acciones directas en inconstitucionalidad arriba comentadas, la verdadera
naturaleza de lo que se cuestiona no es constitucional: es administrativa. Los desacuerdos de
los accionantes con el Decreto No. 327 se reducen a que entienden que se ha hecho una mala
aplicación de la ley, lo cual ha quedado demostrado que también es falso.
73. Se trata en realidad de lo que lo mejor de la doctrina administrativista francesa califica como
el recurso administrativo por exceso de poder. En la obra Droit administratif los profesores
Jean Rivero y Jean Waline describen este recurso de la siguiente manera: “La cuestión de la
ilegalidad de una decisión administrativa puede ser sometida a un juez, no a título principal
sino como incidente, por la vía de un recurso en anulación. El demandante puede, en apoyo de
su demanda principal, invocar a título de argumento la ilegalidad de una decisión: Es el caso de
un cocontratante con la administración que fundamenta una acción en nulidad de un contrato
en la ilegalidad de una deliberación antes de su conclusión. El defensor puede oponer a esta
acción intentada en su contra un medio alegando la ilegalidad del acto reglamentario sobre el
que se fundamenta la demanda. Se trata de la excepción de ilegalidad, invocada
frecuentemente frente los tribunales judiciales; si ellos no son competentes para estatuir, la
cuestión se somete al juez administrativo por la vía del recurso en apreciación de la
legalidad”22.
74. Puede constatarse que la lógica de este recurso administrativo por abuso de poder es la
misma que la de las acciones en inconstitucionalidad que nos ocupan. Por mucho que se
intente cubrir el argumento de simple legalidad con la supuesta violación al artículo 93
constitucional, queda claro que lo que en realidad los accionantes entienden es que el Decreto
No. 327-13 es contrario a la ley.
22
Rivero Jean y Waline, Jean Droit administratif, Paris, Dalloz, 2000, p. 231. Traducción libre del siguiente
texto: “La question de l’illégalité d’une decisión administrative peut être soumise au juge, non à titre
principal, par la voie d’un recours en annulation, mais par voie incidente. Le demandeur peut, à l’appui de sa
demande principale, invoquer, à titre d’argument, l’illégalité d’une décision : c’est le cas du cocontractant d
l’administration qui fonde une action en nullité du contrat sur l’illegalité d’une délibération ayant précedé sa
conclusion. Le défendeur peut opposer à l’action intentée contre lui, un moyen tiré de l’illégalité de l’acte
réglementaire sur lequel se fonde la demande. C’est l’exception d’illégalité, invoquée le plus souvent devant
les tribunaux judiciaires ; si ceux-ci ne sont pas compétents pour statuer (cf. les règles de compétence en la
matière, supra nº 181 s.), la question est soumise au juge administratif par la voie du recours en appréciation
de légalité (supra, nº 209)”.
22
75. El Tribunal Constitucional ha sido claro al afirmar de forma constante que las cuestiones de
simple legalidad no son de su competencia. Tal y como afirma el Tribunal Constitucional en la
sentencia TC/0013/12, las acciones fundamentadas en este tipo de argumentos son,
sencillamente, inadmisibles.
CONCLUSIONES
Por las razones antes expuestas y todas aquellas que puedan introducir los honorables
magistrados del Tribunal Constitucional de oficio, los intervinientes tienen a bien concluir
solicitando al Tribunal Constitucional lo siguiente:
Primero: Acoger en cuanto a la forma la presente intervención voluntaria por haber sido
interpuesta cumpliendo los criterios que el Tribunal Constitucional ha pautado para estas.
Segundo: Declarar inadmisibles sin examen al fondo, por falta de calidad de los accionantes, en
virtud del artículo 185.1 constitucional, el artículo 37 de la LOTCPC y el 44 de la Ley 834 de 1978
las acciones directas en inconstitucionalidad contra el Decreto No. 327-13 sobre el “Plan nacional
de regularización de extranjeros en situación migratoria irregular en la República Dominicana”
presentadas por Juan Miguel Castillo Pantaleón y compartes; la Red Nacional por la Defensa de la
Soberanía y la Fundación FESORE, Inc. y Coddi, Inc. por la Soberanía.
Cuarto: En el caso improbable de que el Tribunal acceda al conocimiento del fondo de las
presentes acciones, rechazar las acciones en inconstitucionalidad de la especie por no demostrar
vulneraciones a la Constitución de la República.
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