Vous êtes sur la page 1sur 36

Estudio del alcance de las demandas de género levantadas por

el movimiento estudiantil para la construcción de un modelo


contra hegemónico de Educación Superior según la COFEU

Autoras: Amanda Gallardo Acosta.


Paula Zamorano Cristi.
Profesora Guía: Paulina Vidal Pollarolo.

Año 2017.

Índice de Contenidos
1. Capítulo I : Introducción.
1.1. Presentación del Problema. Pág. 2
1.2.Justificación del Problema. Pág. 3
1.3. Pregunta de Investigación. Pág. 4
1.4. Supuestos de Investigación. Pág. 4
1.5. Objetivos. Pág. 5
1.5.1. Objetivo General.
1.5.2. Objetivos Específicos.

2. Capítulo II: Antecedentes de la Investigación. Pág. 6

3. Capítulo II: Marco Teórico. Pág.


13
3.1. Patriarcado y Estado
3.2. Sexo, género, Heteronorma y diversidad sexual Pág. 14
3.3. Relación Patriarcado, Heteronorma (heteropatriarcado) y Capitalismo
Pág. 18
3.4. Educación no sexista Pág. 24
3.5. Hegemonía y contrahegemonía Pág.26

4. Metodología del Estudio. Pág. 26


4.1. Descripción del enfoque metodológico Pág. 26
4.2. Tipología de estudio Pág. 29
4.3. Selección de muestra Pág. 33

5. Bibliografía. Pág. 34

1. Capítulo I: Introducción.

1
1.1. Presentación del Problema.

La educación superior chilena luego de la dictadura militar se fijó como un arma principal
de reproducción social, en tanto reproducción del modelo neoliberal. Es debido a esto que
surge el cuestionamiento de las prácticas neoliberales dentro de las instituciones de
educación preescolar, básica, media y superior. La discusión principal se genera debido a
la calidad de los contenidos entregados por dicha instituciones, cuestionando además el
lucro indiscriminado que se realiza especialmente en la formación escolar y superior.

Es así como el movimiento estudiantil se comienza a organizar desde el 2001 con el paro
general de estudiantes, todo esto debido a los cobros ligados a la obtención del pase
escolar, así como la administración estatal de éste; luego, en el 2006, surgen las
movilizaciones estudiantiles de los y las estudiantes secundarios/as, dando a conocer las
precarias condiciones de infraestructura que presentaban mayoritariamente los colegios y
liceos municipales; dicha movilización fue conocida como la “revolución pingüina”; para
finalmente dar paso al tercer periodo con las movilizaciones estudiantiles del 2011, ésta
última etapa se caracteriza por ser un movimiento de carácter contrahegemónico, debido
a que el movimiento estudiantil del 2011 promueve una nueva concepción ideológica de
educación superior, impugnando el modelo neoliberal y proponiendo un modelo con una
consigna de “educación pública, gratuita y de calidad”. Asimismo, desde el 2016 en
adelante, se comienza a ampliar la perspectiva con respecto a las demandas exige el
movimiento estudiantil, dichas demandas se caracterizan por impugnar el orden patriarcal
dentro de la educación chilena, proponiendo un nuevo paradigma de educación no
sexista, planteando un enfoque de género, emplazando a las instituciones de educación
superior a resolver las problemáticas internas relacionadas con el género, ya sea acoso
sexual, abuso sexual, discriminaciones o todo tipo de violencia simbólica. Es por esto que
surge la necesidad de investigar las prácticas cotidianas que se desarrollan dentro de las
comunidades universitarias, para así, dar a conocer el discurso ideológico en el que se
fundamentan, así como,

1.2. Justificación del Problema.

A raíz del contexto de movilizaciones estudiantiles que se ha generado en los últimos

2
años, y la propuesta contrahegemónica referida a educación que se ha instaurado en
estas es que se hace de fundamental interés para esta investigación analizar una de las
nuevas demandas que han surgido al interior del movimiento estudiantil universitario.

Es entre estas emergentes demandas que figura la necesidad de instaurar en el modelo


de educación un modelo que contemple la educación no sexista, considerando que en la
actualidad no se exige desde el Estado la obligatoriedad a las instituciones de educación
superior el que contemplen entre sus departamentos uno destinado a resolver
problemáticas de género que se puedan generar al interior de sus comunidades. Aún
cuando en la contingencia, de al menos los últimos dos años, han surgido a la luz pública
numerosas demandas de este tipo, las cuales no se han logrado resolver mediante
políticas internas de estas instituciones de educación superior, ya que simplemente no
conciben políticas, ni modus operandi al respecto.

Con esto es que ha surgido una organización que agrupa tanto a secretarías de género y
vocalías de género de diversas instituciones de educación superior en una sola
Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU), la cual se encarga de problematizar las
diversas situaciones de discriminación y violencia de género que surgen en las
comunidades de las instituciones de educación superior. En esta, a su vez, se discute en
torno a la necesidad de fortalecer la demanda por educación no sexista en el movimiento
estudiantil, de modo que el Estado se haga cargo de exigir a las instituciones la
despatriarcalización de estos espacios y que generen herramientas para hacer frente a
cualquier tipo de discriminación y violencia de género.

En este sentido es que la investigación se propone analizar los contenidos


contrahegemónicos respecto de educación superior que surge de esta Coordinadora
Feminista Universitaria, específicamente la cual trabaja en el zonal Metropolitano, de
manera de recoger los discursos de sus integrantes y lograr dilucidar las transformaciones
que ellos/ellas pretenden forjar en el modelo de educación superior actual.

1.3. Pregunta de Investigación.

- ¿Cuál es el impacto de las demandas por educación no sexista y con diversidad


de género en la construcción de un proyecto contrahegemónico de educación

3
superior, según las y los integrantes de la Cofeu ?

1.4. Supuestos de Investigación.

- Las y los integrantes de la Coordinadora Feminista Universitaria del zonal


Metropolitano opinan que el modelo de educación superior actual es
heteropatriarcal y neoliberal.

- Las y los integrantes de la Coordinadora Feminista Universitaria del zonal


Metropolitano opinan que el proyecto de educación superior propuesto por el
movimiento estudiantil es contrahegemónico desde que se abordan temáticas de
género.

- Las y los integrantes de la Coordinadora Feminista Universitaria del zonal


Metropolitano plantean que es totalmente necesario incorporar demandas por
educación no sexista y diversidad de género para hacer del proyecto de educación
superior una alternativa contrahegemónica.

.5. Objetivos.

1.5.1. Objetivo General.

- Analizar el impacto de las demandas por educación no sexista y con diversidad de


género en la construcción de un proyecto contrahegemónico de educación
superior, según las y los integrantes de la Cofeu

4
1.5.2. Objetivos Específicos.

- Describir la opinión de las y los integrantes de la Cofeu respecto del modelo de


educación superior actual.

- Describir la opinión de las y los integrantes de la Cofeu respecto del proyecto de


educación superior que plantea el Movimiento Estudiantil Universitario

- Develar si existe la necesidad o no de incorporar las demandas por educación no


sexista y diversidad de género para lograr un proyecto contrahegemónico de
educación superior según las y los integrantes de la Cofeu

- Indagar la opinión de las y los integrantes de la Cofeu respecto del contenido


contrahegemónico de las demandas por educación no sexista y diversidad de
género

2. Capítulo II: Antecedentes de la Investigación.

La desigualdad en Chile ha sido una problemática que se ha desarrollado


permanentemente a contar de su construcción como Estado-Nación. El enfrentamiento de
clases ha sido una lucha que ha propiciado una gran cantidad de movimientos sociales,
en donde el bajo pueblo, los movimientos de mujeres y los movimientos estudiantiles han
hecho frente a las injusticias impuestas por el Estado, como por su ínfimo resguardo a los
trabajadores, considérese en este el agitado siglo XIX en donde ya posterior a 1830 aún
no existe regulación de ley laboral y el peonaje vagabundo trabaja por un salario que

5
consta de fichas intercambiables en las pulperías monopolizadas por los propios
patrones, con castigos que contemplan latigazos y una institucionalidad que vela por el
resguardo y primacía patronal. (Salazar, 2012). Es a raíz de las deplorables condiciones
que vive el bajo pueblo que el siglo XX da inicio con la “Gran Huelga” de los trabajadores
que en el Norte del país bajaron a Iquique en manifestación e intento de negociación por
mejoras laborales, la que terminó convertida en una masacre a centenares de obreros
que se atrevieron a protestar.

En este contexto de profunda carencia surge la figura de las visitadoras sociales, figura
femenina que viene a encarnar el cuerpo del pobre, prestando soporte desinteresado a la
nutrición y cuidado en esta “habitabilidad y mutualidad corporal pobres-mujeres
protectoras.” (Mujeres.Historias chilenas del siglo XX.Pág.13). Esta dinámica guarda un
sentido de mutualidad asimétrica, en la que la mujer cumple el rol de protectora de los
pobres, es decir, constituye en sí misma la pérdida de una habitabilidad colectiva, pero
que sin embargo repara.

La figura de las visitadoras sociales de principios del siglo XX infringe una biopolítica
orientada a “habitar/saber las mujeres protectoras/visitadoras en cuerpo del pueblo”
(Pinto, 2010: 13), con el fin de generar una cooptación del cuerpo del pueblo y un
adoctrinamiento de este al sistema y al proyecto de transformación o “reforma” que
pretende instaurarse en el país a comienzos del siglo XX para frenar la llamada “cuestión
social”; además de resguardar la convulsión de ánimos revolucionarios y reproducir “el
modo de habitar en el capitalismo” (Pinto, 2010: 13).

Esta habitabilidad corporal pobres- mujeres protectoras es un hecho que se ve


fuertemente criticado por las vanguardias obreras, quienes abren una postura clara de
ofensiva anti-sistema. En este plano se forja una disputa por “la masa popular como su
propio campo de acción social” (Illanes, 2007: 44), siendo la contraofensiva de la elite el
levantamiento de un ideario en el que la clase obrera adulta resulta ser ignorante,
alcohólica y huelguista, y que bajo esta perspectiva, responde a una irresponsabilidad
propia de su clase. En contraposición, desde la institucionalidad la alta mortalidad infantil
en la clase obrera es motivo de preocupación y caridad, y desde donde se abre la puerta
para intervenir política y científicamente el espacio privado del pueblo. Cuestión que a su
vez deja de manifiesto la precariedad con la que desarrollaban su vida los sectores
populares del país, y la explosión de enfermedades venéreas que saturaron los recintos
de salud.

6
Así la Liga Chilena de la Higiene Social, fundada en 1917, se pone como meta el combatir
estas enfermedades que inundan a la población mediante la elaboración y propaganda de
material educativo para la prevención de estas enfermedades venereas y los riesgos de la
prostitución

Por otro lado, esta lucha que levantan los obreros en contra de esta cooptación de la
privacidad del pueblo es en alguna medida resistida por las mujeres obreras, quienes en
trabajo colaborativo con las visitadoras se han identificado en su “mutua condición de
madres, rito de neutralización de la transgresión ‘lucha de clases.’” (Illanes, 2002: 19).

En este sentido el rol de las visitadoras sociales se constituye desde una concepción de
modernidad en la que la aplicación de la biopolítica materno-popular (Illanes, 2002: 94) se
ejecuta desde un trabajo que implica adentrarse en la realidad popular del país, siendo
también un “feminismo” moderno que incorpora a la mujer en el trabajo, pero que sin
embargo, reafirma la tradición en la promoción del sacrificio femenino, y de olvidarse de sí
misma en pro de su tarea. Aún desde este nuevo rol de género que cumplen las mujeres
visitadoras, está lejos de instaurarse una concepción feminista, sino que se constituye
esta labor como un elemento primordial a la hora de reconstruir el orden social tradicional.
“Al parecer, el reconocimiento del rol estratégico de la mujer por parte de los hombres, ha
inducido a nuevas reorganizaciones de los mismos roles de género tradicionales por parte
de las mujeres, reproducidos ahora en el espacio público-político: ellos aportan el
conocimiento y ellas, el sentimiento.” (Illanes, 2002: 95).

Así también la concepción de sí misma de la mujer del bajo pueblo se construye en torno
al rol de madre y dueña de casa, entendiendo su posición desde un lugar en el que
“nunca podrá tomar el poder, que es bocado de obreros y campesinos; más aún si se le
dice ser poseedora de otro poder, del poder de la casa, del poder del afecto, del chantaje
emocional (reina, ángel o demonio del hogar) por naturaleza biológica, por el placer de ser
apropiada y sometida. Y por estar instruida en lo privado, aborrece de lo público.”
(Kirkwood, 1982: 164).

Sin embargo, a la par del periodo, finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se
comienzan a articular distintos movimientos de mujeres, quienes se agrupan durante 1875
en torno a la demanda por el derecho a voto, motivo que es cuestionado por los
movimientos anarquistas, quienes también contemplan dentro de sus postulados
temáticas feministas, pero que lo cuestionan argumentando que “la lucha por los

7
derechos femeninos no debía transitar por el sufragio universal - puesto que el voto no
emancipaba al obrero ni tampoco a la mujer-, aún cuando por una cuestión de principios
la dignificara al ponerla a la altura del hombre.” (Grez, 2007: 148). Pero por su parte este
grupo de mujeres movilizadas manifestaban sentirse interpeladas por el lenguaje radical
que se apropiaba de la aristocracia de entonces, y que por consiguiente, debían exigir la
igualdad de derechos como ciudadanas, lo que contempla el derecho a sufragio. (Castillo,
2014: 27).

Desde esta perspectiva “El ejercicio democrático del sufragio universal presupondrá no
solamente las libertades fundamentales, sino también la igualdad del derecho a la
educación. Por ello no es de extrañar que para la temprana fecha - para Chile y para el
resto de América Latina- de 1877 el Presidente de Chile Aníbal Pinto y Miguel Luis
Amunátegui, Ministro de Educación Pública del periodo, otorgaran a las mujeres el
derecho de ingreso a todas las carreras universitarias(...).” (Castillo, 2014: 34).

Y con esto, ya en 1894 el Estado se hace cargo de la formación escolar de niñas, además
de las monjas, creando el liceo de niñas “Javiera Carrera” N° 1,el cual da inicio a su
funcionamiento entrado el año 1895, en el cual su fundadora y directora, doña Juana
Gremler ya poseía experiencia en el campo de los liceos de niñas, habiendo sido directora
de dos liceos de niñas en Alemania, su país natal. Sin embargo, este establecimiento
abriría sus puertas únicamente a escolares provenientes de familias de clase acomodada
(Escobar, 1928)

Como queda de manifiesto, la demanda por acceso igualitario a la educación también es


una bandera que toma el movimiento feminista de la época, entendiendo que el desarrollo
de sus capacidades intelectuales aportaba a la liberación de las ataduras patriarcales que
reproducen tanto el modelo institucional como los roles familiares. En este plano la
poetisa chilena Gabriela Mistral plantea que “Instruir a la mujer es hacerla digna y
levantarla. Abrirle un campo más vasto de porvenir, es arrancar a la degradación muchas
de sus víctimas. Es preciso que la mujer deje de ser mendiga de protección…” (Mistral,
1906: 87). Es decir, la educación se constituye como una forma de empoderamiento.

Este proceso de movilización feminista trasciende a su vez las demandas por derechos
cívicos y educacionales, llegando también a una protesta desde lo laboral. Las obreras
feministas de comienzos de siglo XX buscan tomar lugar, al igual que sus pares hombres,
en la organización sindical, lo que impactó en una variante feminista en los fundamentos

8
del socialismo. Generando “un análisis de la sociedad, de la lucha laboral y de los roles de
las mujeres, que promovía la emancipación femenina a través de una estrategia de
solidaridad activa entre obreros y obreras en las políticas sindicales.” (Hutchison, 2006:
121).

El término “feminismo” de la primera mitad del siglo XX es acuñado por los autores de la
clase obrera para referirse al activismo de mujeres con base obrera, además de la
promoción de los derechos de las mujeres mediante campañas realizadas por mujeres de
la burguesía, y a los movimientos sufragistas de Estados Unidos y Europa. Por otra parte,
los anarquistas ocuparon el concepto únicamente para referirse de manera difamatoria a
las mujeres burguesas, en tanto su trabajo estaba orientado a producir material de
reflexión en torno a la “doble esclavitud” de las mujeres, y a convocar la participación
femenina en la organización obrera. (Hutchison, 2006). En este sentido el propósito
apunta a que las mujeres logren “sobreponerse a su subordinación económica , para lo
que tienen primero que ser instruidas sobre las múltiples amenazas a su bienestar y
aprender cómo combatirlas. (...) tenían que llevar a cabo su propia liberación, dado que
los hombres - por egoísmo, vicio o prejuicio - no podían hacerlo por ellas.” (Hutchison,
2006:133).

Unas vez entrados los años 60’s y 70’s, con los gobiernos Democratacristianos y de la
Unidad Popular se da inicio al proceso de reforma agraria al interior del país, lo cual
implica una etapa de modernización clave para la agricultura chilena. Sin embargo, esta
reforma también contempla una arista de género, en tanto viene a romper con las
divisiones laborales de género que reproducen las sociedades latifundistas, significando
una transformación significativa de la idea de “trabajador agrícola”, pasando de ser un
80% de la tierra bajo el dominio de solo el 10% de la población durante los años 50’s , lo
que implicaba “una extensa miseria y servidumbre dentro del sistema de inquilinaje”
(Pinto, 2010: 65) a un aumento del 600% del salario real de los asalariados masculinos
rurales, mientras que las mujeres campesinas configuraron lo doméstico como una labor
honorable y positiva.

En este sentido, la Reforma Agraria implicó una separación en las responsabilidades tanto
de hombres como de mujeres , pero que se acentuaba en la armonía y cooperación entre
géneros. Apelando al compañerismo frente al “proyecto conjunto del mejoramiento de la
comunidad y de la lucha de clases.” (Pinto, 2010: 67-68).

9
Ahora bien, con el proyecto de la Unidad Popular los programas de planificación familiar
abrieron cabida en el currículo educacional, en donde se implementa un sistema de
educación sexual en las escuelas, con el fin de significar el sexo como un hecho natural.
Además de implementar un sistema de educación sexual para adultos a través del
ministerio de Salud. En este sentido un sector feminista planteaba el vínculo de todos
estos temas con la emancipación de la mujer, donde se “catalogaba la violencia sexual, la
impotencia masculina y la frigidez femenina como problemas políticos nacionales y
argumentaba abiertamente que la habilidad de las mujeres para separar la interrelación
de sexualidad, maternidad y matrimonio era crucial para construir una sociedad
socialista.” (Pinto, 2010: 69).

Este periódo de proyectos Democratacristiano y de la Unidad Popular, entendido por


Moulian como una “estrategia de contención integrativa” (Moulian,2006: 21), desde el
entendido que es un periódo de proyectos que contemplan profundas transformaciones,
en donde la educación toma un rol central.

Durante la Unidad Popular, la educación superior contaba con un financiamiento estatal


directo y estas se administraban desde la autorregulación, por lo tanto se concebían
desde una perspectiva enteramente pública. Existían hasta entonces ocho universidades,
de las cuales dos eran estatales (U. de Chile y U. Técnica del Estado) y seis privadas.
Entrada la segunda mitad de la década de los 60’s se comienza a implementar un
proceso de Reforma Universitaria, en la cual se debate en torno al rol de las
Universidades en la sociedad y el sentido de estas, siendo esta la instancia donde se
formulan propuestas de nuevas formas de organización. (Vidal, 2017).

En este proceso de Reforma Universitaria, se resuelve que se debe trabajar en


“investigación y enseñanza de las ciencias; relación interdisciplinaria; administración en
función de lo académico; autoridades representativas de la comunidad universitaria;
democratización del ingreso a la universidad; sistema nacional de enseñanza superior;
extensión universitaria que incluya programas de educación popular y fortalezca la acción
social que desarrollan los estudiantes.” (Vidal, 2017: 35). En este sentido, la Reforma
Universitaria tuvo como fin el democratizar el acceso al sistema de universidades, en
donde la universidad y la sociedad deben trabajar como aliados para así dar salida a las
necesidades que vivencia el país, y para el progreso de este.

Así es como este proceso de reforma posee un carácter definidamente ideológico, en

10
tanto el eje no estaba puesto en la educación como una política pública, sino que en el rol
que cumple la educación en la construcción de una nueva sociedad. (Fischer, 1979).

A fines de los años 60’s la Reforma Universitaria ya mostraba importantes efectos , desde
1967 hasta el golpe militar hubo un incremento de matrículas del triple, pasando de una
educación superior de elite a una educación superior de masas, esto se traduce en el
incremento del gasto público que invirtió el gobierno de Allende en materia de educación
superior. Sin embargo, este proceso de crecimiento y fortalecimiento de la educación
superior, se ve violentamente “interrumpido y revertido por la contrarreforma que llevó a
cabo la dictadura cívico-militar.” (Vidal, 2017: 40).

A partir de la dictadura cívico-militar, comienza en el país un proceso de transformación


en prácticamente todas las áreas en las que intervino el gobierno de la Unidad Popular,
en tanto los contenidos ideológicos del bloque que componen quienes conforman el
conglomerado que dirige la dictadura cívico-militar reestructura la relación entre mercado,
Estado y políticas públicas, construyendo una nueva forma de dominación regida por un
nuevo constructo hegemónico (Vidal, 2017). En donde, claro está, los avances en
términos de educación sexual que introdujo el periodo de la Unidad Popular también fue
revertido mediante la censura de temáticas sexuales y de género al interior de las aulas
de clases.

El gremialismo, como ideología central de este periodo dictatorial, considera que el


proyecto de democratización de las universidades levantado por la Unidad Popular atenta
contra la autoridad y el orden social, por lo tanto se propone revertir la transformación
generada en el modelo de educación superior y se plantea instaurar un orden social
jerarquizado, en el que se implementan “las bases estructurales que obstaculizan la
deliberación democrática sobre el tipo de sociedad que se desea organizar.” (Vidal, 2017:
42).

Así comienzan a trabajar en la contra reforma a la educación superior de 1981, donde se


reformulan los mecanismos de financiamiento de la educación superior, que pasa de un
financiamiento de asignación fiscal directo, a uno en el que las universidades deben
subsistir mediante el cobro de aranceles, es decir, mediante una lógica de mercado que
promueve la competencia y la mercantilización de la educación.

En 1981 se reduce el aporte fiscal en materias de educación, se privatiza la totalidad de la

11
educación técnica, y por ende la matrícula en educación superior se ve fuertemente
reducida.

Una vez finalizada la dictadura, el argumento en torno a la necesidad de gobernabilidad, y


el tránsito pacífico a la democracia, es del cual se toman los dirigentes del país en el
periodo de la transición, para justificar la continuación del modelo neoliberal. Sumado a
esto se manifiesta la profundidad con la que el modelo caló en las subjetividades de la
sociedad, en donde la iniciativa privada se transforma en una alternativa altamente
legitimada, a la cual se le atribuye la capacidad de garantizar la calidad de la educación,
y una suerte de eficacia que la alternativa estatal poco y nada podía soslayar mediante su
burocracia.

En este orden de cosas, es que la educación se fijó como una de las armas principales
para la reproducción del modelo neoliberal, y por ende se hizo fundamental transformar su
enfoque y la manera en que esta se imparte.

Con esto, al referirse a educación en Chile, inmediatamente surge el cuestionamiento


respecto de las malas prácticas en las que se ha incurrido en esta área a partir de la
dictadura hasta la actualidad. Uno de los puntos de mayor discusión, sin lugar a dudas, es
el ejercicio indiscriminado de lucro en educación superior, sumado a las persistentes
críticas respecto de la calidad de la educación al interior del país.

En este plano, el movimiento estudiantil inicia su incipiente organización en el año 2001


con el llamado a paro general de estudiantes por los cobros exigidos del pase escolar, en
el cual se instalaba la demanda por la educación como un derecho social. Seguido a esto,
vinieron las movilizaciones de estudiantes secundarios en 2006, la llamada “revolución
pingüina”, para luego dar paso a las movilizaciones estudiantiles de 2011, en donde se
promueve una nueva concepción de educación que sea “pública, gratuita y de calidad.

Sin embargo la movilización estudiantil permanece, y continúa ampliando sus


perspectivas de acción incorporando nuevas demandas como lo es la que aboga por una
educación no sexista. Es decir que el movimiento estudiantil a contar del año 2016 hasta
hoy viene sumando un nuevo factor contrahegemónico que guarda relación con el
enfoque de género, y que demanda por la apertura de espacios universitarios que
resuelvan problemas de acoso, discriminación o cualquier tipo de violencia de género y a
todo nivel (entre propios compañeros, profesores, personal, etc.).

12
Estas medidas vienen a raíz de una serie de eventos de violencia de género que han
sufrido alumnas de distintas universidades, y que no han encontrado alero en las
instituciones de educación superior, además de la necesidad de incorporar a la formación
superior contenidos desarrollados por mujeres, y despatriarcalizar el conocimiento.

En este sentido la articulación de esta nueva demanda viene acompañada de nuevas


formas de organización entre universidades y desde el propio movimiento estudiantil, en
donde una de estas formas de organización ha sido la creación de la Coordinadora
Feminista Universitaria (COFEU) que agrupa a las distintas vocalías de género de varias
universidades desarrollando discusión y levantando temas en torno a la superación de la
violencia de género en las instancias académicas.

3. Capítulo III: Marco Teórico.

3.1. Patriarcado y Estado.

Al analizar el vínculo entre patriarcado y Estado se logra comprender en gran parte los
problemas sociales asociados a la discriminación y violencia de género que se reproduce
en prácticamente todas las esferas de la vida, entendiendo que ambos conceptos operan
en favor de un mismo modelo de sociedad, patriarcal, el que desde su marco normativo,
jurídico e institucional legitima esta estructura jerárquica que opera mediante el
sometimiento y la violencia fundadas en razones de clase y género.

Siguiendo la definición de patriarcado que adscribe Carole Pateman, este “se refiere a
una forma de poder político” (Pateman, C. 1995:31) aún cuando el concepto sea blanco
de controversia teórica, y se interprete de distintas maneras.

También se considerará la definición de patriarcado que entrega Gloria Comesaña, en la


que plantea que este es “Una toma de poder histórico de los hombres sobre las
mujeres, cuyo agente ocasional, fue de orden biológico, si bien elevado este a la

13
categoría política y económica, dicha toma de poder, pasa forzosamente por el
sometimiento de las mujeres a la maternidad, la represión de la sexualidad femenina y
la apropiación de la fuerza de trabajo total del grupo dominado, del cual su primer
pero no único producto son los hijos.” (Meza, D. 2013. Recuperado de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-32932013000100010).

Ahora desde los planteamientos de Geda Lerner, el patriarcado ve sus inicios en el estado
arcaico, donde la familia es el núcleo originario de este, reproduciendo desde su
organización, normas y valores, un sistema de dominio basado en el género, el que
influenció a la sociedad a tal punto que marcó los cimientos de la construcción de Estado.

Así tanto las funciones como conductas atribuidas a las mujeres responden a una
construcción cultural en la que los servicios sexuales y reproductivos femeninos son
asociados a una mercancía, por lo cual, ya desde el neolítico, las mujeres se hallaban
como un objeto de intercambio comercial. (Lerner, G. 1990) Con lo que queda de
manifiesta la valoración y lugar en que se instala al interior de la sociedad a las mujeres.

Cabe señalar lo que la autora señala acerca del trabajo etnográfico, donde la orientación
de estas investigaciones, en su mayoría, buscan dar cuenta de las habilidades masculinas
como manifestaciones de superioridad frente a las mujeres al interior de gran cantidad de
tribus. Sumado a la labor que ha desempeñado en esta línea la medicina y la psicología,
las que conciben a las mujeres como sujetos inferiores a los hombres dadas sus
condiciones físicas. Son estas argumentaciones en gran medida responsables de la
supremacía masculina y el sometimiento femenino a lo largo de la historia, además de ser
muestras claras de cómo la lógica patriarcal se ha posicionado en la sociedad justificando
la supremacía de unos sobre otros bajo el argumento de determinismos biológicos. Así
desde el “ámbito religioso como científico, se ha considerado la subordinación de las
mujeres un hecho universal, de origen divino, o natural y, por tanto, inmutable” (Lerner, G.
1990:11)

En este sentido, la lectura que hace Engels de lo que plantea Morgan respecto de la
historia de la familia, donde en su estado primitivo el comercio sexual se daba tanto en
hombres como en mujeres, y la pertenencia de una mujer a un grupo de hombres también
era de un hombre a un grupo de mujeres. Sin embargo, este periodo del que habla
Morgan es tan remoto, que es muy difícil encontrar registros concretos, además que es un
periódo que es permanentemente negado, asumiendo que implica un estado de

14
“inferioridad” transitado por el hombre. (Engels, 1987) Ahora, Engels también relata el
caso australiano donde los hombres negros de los campamentos eran receptores de
múltiples mujeres, quienes se entregaban a ellos a voluntad y sin oponer resistencia,
práctica que llevó a elaborar una ley en donde aquel hombre que tuviese varias mujeres
debe ceder a una de ellas al hombre que se hospede en su hogar durante la noche.

De esta manera se inicia un proceso “civilizatorio” en el que se comienza a dar forma a las
instituciones del Estado, las que se formulan desde una referencia cosificada de las
mujeres, en donde no se le incluye en los procesos de organización social, y se instala
una cultura donde se entiende a la mujer como un objeto. ( Meza, D. 2013)

Asimismo, en esta negación de libertad de las mujeres a lo largo de la historia, Rosa


Cobo, en su lectura a Rousseau, plantea cómo este determina la sujeción de las mujeres
como un hecho natural, además de conceptualizar “la familia, la mujer y el ámbito privado
en una dirección militantemente patriarcal (...) además de que su modelo político está
construido desde la no consideración de la mujer como sujeto político.” (Cobo, R. 1995:
35)

En este plano, los aportes de Carole Pateman a este respecto con el desarrollo de la idea
de un contrato original desde el que se crea sociedad civil, y el cual es de orden sexual-
social, puntualiza en cómo este contrato sexual ha sido permanentemente reprimido, sin
embargo este es la base del derecho político, donde el “derecho paterno es solo una
dimensión, y no la originaria, del poder patriarcal. El poder de un hombre en tanto padre
deviene luego de que haya ejercido el derecho patriarcal como hombre (esposo) sobre
una mujer (esposa).” (Pateman, C.1995:12) siendo este derecho patriarcal sinónimo del
derecho a subordinación a las mujeres por parte del varón en razón del vínculo conyugal,
y ya no de parentesco.

Así el contrato sexual se asume como parte de la esfera privada, mientras que el contrato
social refiere a la esfera pública por ende políticamente relevante, mientras que el
contrato original desde el que se crea sociedad civil, no puede ser explicado si no por la
igual importancia de ambos contratos, por ende “el desplazamiento crea dificultades para
recuperar y relatar la historia perdida.” (Pateman, C. 1995:12) Con la lectura integral del
contrato original surge un aspecto clave de cómo se ha construido sociedad civil mediante
la diferenciación sexual de sus habitantes, siendo unos, los hombres, dotados de atributos
suficientes para conformar este contrato y por ende constituirse como individuos, mientras

15
que las mujeres no han nacido libres. En este sentido “la diferencia sexual es una
diferencia política, la diferencia sexual es la diferencia entre libertad y sujeción. Las
mujeres no son parte del contrato originario a través del cual los hombres transforman su
derecho natural sobre la mujer en la seguridad del derecho civil patriarcal.” (Pateman, C.
1995: 15)

Ahora bien, siguiendo la definición de Estado que lenin interpreta de las lecturas a Marx
este es “un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra,
es la creación del orden que legaliza y afianza esta opresión amortiguando los choques
entre las clases.” (Lenin, V .2009 :29)

También es imprescindible tomarse de lo que Weber plantea al respecto, determinando


que el “Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el
“territorio” es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia
física legítima.”( Weber, M. 1967: 83) de manera que este subsiste mediante el
permanente acatamiento social a la autoridad.

Este principio específico del Estado se ve legitimado, según Weber, en tres


justificaciones, la primera radica en el “eterno ayer” que toma sentido en la validez que se
otorga en razón de la costumbre y la tendencia del hombre al respeto por la tradición. En
segundo lugar una legitimidad dada a la “autoridad de la gracia” o carisma atribuido a las
cualidades que encarna el “caudillo”. Y en último lugar se encuentra la legitimidad
asociada a la “legalidad” en la que se asumen competencias de los preceptos legales,
donde la tendencia es a la obediencia a la dominación ejercido por el Estado. (Weber,
1967)

En este sentido la regulación social es conseguida por el Estado mediante el uso de la


violencia, es decir, “la violencia como aparición social es una dinámica paralela a la
configuración estatal.” (Bolívar, 1999: 18) en la medida que en su interacción consiguen el
ordenamiento gracias a la coerción social.

En esta misma línea, Giddens plantea que “ el éxito del monopolio de los medios de
violencia dentro de precisas fronteras territoriales, es algo distintivo del Estado moderno
como también lo es la existencia de especiales conexiones con el industrialismo, que
penetran tanto en la organización de las fuerzas como el armamento a su disposición.”
(Giddens, 63)

16
Así, el ejercicio de la violencia como función legítima del Estado es manifestada a su vez
mediante las lógicas patriarcales instaladas desde la institucionalidad y la vida en
sociedad, siendo las mujeres blanco de sometimiento y de la limitaciones impuestas a sus
derechos y libre desenvolvimiento en la sociedad.

En este sentido, y tomando el argumento de Daisy Meza “el patriarcado es una forma de
organización social que se inicia con la familia, se institucionaliza y toma forma de Estado,
masculinizando todos los componentes que lo conforman. De aquí que todo lo que se
construye (...) sea pensado desde la masculinidad, pues el varón se apropia del concepto
de institucionalidad y Estado.” (Meza, D. 2013. Recuperado de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-32932013000100010)

Con esto se puede resumir que el Estado como configuración netamente patriarcal y a su
vez como legitimador de la violencia física, instaura un tipo de sociedad regida por el
sometimiento, por lo que al preguntarse por el vínculo entre Estado y patriarcado, el
resultado deviene en un mismo contrato original basado en una doble dialéctica de
subordinación, una de clase y otra de género.

3.2. Sexo, género, heteronorma y diversidad sexual

El concepto de heteronorma debe ser entendido desde la teoría queer, entendiendo ésta,
como el conjunto de ideas sobre género y sexualidad, todo esto, ligado a que el género, la
identidad de género y orientaciones sexuales no tienen porque estar completamente
relacionado con la naturaleza humana, sino son resultados de construcciones sociales a
través del tiempo. Asimismo, se debe entender como un entramado social, económico,
político y cultural complejo y que ha sido regido e impuesto por el sistema capitalista
patriarcal y, que tiene como objetivo el normalizar las relaciones sexuales y afectivas, así
como las prácticas sexuales que se desarrollan entre personas de diferente sexo biológico
y el vínculo heterosexual que se establece entre ellos. Es posible entonces, mantener el
sistema mediante el uso de diferentes mecanismos ya sea, jurídicos, educativos,
comunicacionales y/o religiosos, y de esta manera permitir la creación y reproducción de
costumbres y conductas machistas, violentas y patriarcales, fomentando así, el prototipo
de familia ideal tan beneficiosa para el sistema, a través,de instituciones jerarquizadas
que dependen del estado.

17
Desde los planteamientos de Diana Maffia, la heteronorma sería producto de una frontera
normativa que establece la forma en que se deben vivir y sentir todos los aspectos de la
vida (...) “La frontera simbólica establece un sistema de identidad de características
normativas, y reordena las condiciones de la vida para dictar cómo se vive el tiempo, el
espacio, los comportamientos, los deseos, lo temido y lo querido”, por ende, dado los
contextos históricos es que se va a desarrollar un entramado normativo de modalidades
de carácter racial, sexual, de clase y étnicas. En consecuencia a lo anterior es que “es
imposible separar el <<género>> de las intersecciones políticas y culturales en las que
constantemente se produce y se mantiene” (Butler, J, 1999:49)

Es sumamente importante entender que sexo y género son categoria completamente


distintas conceptualmente hablando, pero que, en las prácticas culturales, sociales y
políticas, están estrechamente ligados. Considerando lo anterior, se puede entender por
sexo lo siguiente “(...) No es una realidad simple o una condición estática de un cuerpo,
sino un proceso mediante el cual las normas reguladoras materializan el “sexo” y logran
tal materialización en virtud de la reiteración forzada de esas normas”. (Butler, J, 2002:18)

Es por esto que, las distinciones sexuales y de género son tan beneficiosas para el
modelo capitalista patriarcal, ya que se reproduce de manera efectiva el sistema de
dominación imperante, en palabras de Judith Butler, “(...) el concepto no es exhaustivo, no
porque una <<persona>> con un género predeterminado sobrepase los atributos
específicos de su género, sino porque el género no siempre se constituye de forma
coherente o consistente en contextos históricos distintos (...)”(Butler, J, 2002: 49)

El que la heteronormatividad se imponga de tal manera es una mera consecuencia de la


aceptación de una heterosexualidad obligatoria como la base fundamental de la sociedad
y de los seres humanos. La heterosexualidad se debe entender, a grandes rasgos, como
una orientación sexual, social y política que es aceptada socialmente como normal, como
plantea Adrianne Rich en su artículo Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana
“(...) Las instituciones que han controlado tradicionalmente a las mujeres - maternidad
patriarcal, explotación económica, familia nuclear, heterosexualidad obligatoria - se están
viendo fortalecidas por la legislación, por los mandato religiosos, por las imágenes de los
medios de comunicación y por los esfuerzos de la censura”(Rich, A, 1980: 2). Es por esto
que suponer y luego obligar al resto a pensar que la atracción sexual y sentimental debe
ser por un sexo opuesto y esto debe ser una sensación normal, natural y socialmente
aceptada parece una idealización de la relación entre hombre. Además, se suele

18
estigmatizar la homosexualidad o cualquier práctica sexo - afectiva que se salga de las
normas y que por ende son un atentado contra el orden naturalmente aceptado.

“Al decir la “disidencia sexual” expresamos con el lenguaje la referencia a una conducta
que se aparta de las normas, y por lo tanto presuponemos tales normas al llamar
“disidente” a esa conducta. ¿Quién instala las normas, quién las obedece, quién castiga
sus incumplimientos, quién castiga las fronteras de los cuerpos?” (Maffia,D, 2009: 2)

La consecuencia mayor que tiene la imposición de este sistema capitalista, patriarcal y


heteronormado es que la heterosexualidad se torna obligatoria y socialmente aceptada y,
por ende, el sexo biológico, la identidad de género y la sexualidad quedan sometidas al
régimen binario de género, esto es posible de ejemplificar en los animales que varían
sexualmente entre hembra y macho; para los seres humanos entonces la variación
socialmente aceptada solo sería hombre - mujer o masculino - femenino “Desde una
cultura homofóbica, lesbofóbica y transfóbica los cuerpos sexualmente disidentes serán
degradados, expulsados, y también se justificará la violencia disciplinadora contra ellos, a
veces bajo la forma de tratamientos terapeúticos “normalizadores”. El cuerpo deberá ser
el precio, mutilado y degradado, para ser nombrado de la forma en que se aspira, para ser
aceptado en el clan.” (Maffia, D, 2009:2)

3.3. Relación Patriarcado, Heteronorma (Heteropatriarcado) y Capitalismo.

Entendiendo que el patriarcado está estrechamente asociado al concepto de Estado,


también lo están el concepto de heteronorma y capitalismo, de modo que al ser el
patriarcado una forma de sujeción y subordinación de las mujeres legitimada por el
modelo de sociedad que ha pactado el contrato originario, y al ser el capitalismo un
modelo económico de sujeción de clase. También el concepto de heteronorma responde
a este modelo, ya que al igual que la subordinación de las mujeres y de clase, la sociedad
ha delimitado las fronteras del cuerpo en el proceso de formación de identidad, donde hay
factores que atraviesan los cuerpos de manera de otorgar sentido al universo desde el
que se configura el yo, el nosotros y lo ajeno, siendo esta la manera como se “establece
nuestra comunidad de pertenencia, como identidad, y se expulsa al diferente fuera del
colectivo, como alteridad.” (Maffía, D. 2009:219) Es decir, quien es diferente en estos
factores culturales que configuran identidad son desplazados como ajenos, como una

19
alteridad.

De esta manera es como se genera una jerarquía de los cuerpos, en la que surgen
relaciones de poder sostenidas en la opresión y el dominio de unos sobre otros, con
motivo de cuán “ajustados” se encuentran a los factores culturales relevantes. Así las
mujeres son sujetos de sometimiento por el patriarcado en donde se asumen sus cuerpos
como una propiedad que no debe ejercer resistencia, y que de hacerlo será violentado
como forma de disciplinamiento. Asimismo la homofobia y la heteronormatividad se
encarga de disciplinar a los cuerpos sexualmente disidentes mediante prácticas como el
uso de “terapias normalizadoras” que pretenden interpretar esto como una enfermedad
que puede ser superada, y también mediante el uso de la violencia simbólica que se
encarga de interiorizar la idea de alteridad a la normalidad de quienes poseen cuerpos
sexualmente disidentes, generando fronteras con el resto de la sociedad que se asume
desde una “normalidad” consensuada mediante el contrato original. (Maffía, D. 2009)

Foucault se cuestiona si todas estas restricciones en torno a la sexualidad, desde las que
se pretende que su fin único sea la reproductividad y mantener los discursos sobre sexo
en secreto, remiten a la preocupación por “asegurar la población, reproducir la fuerza de
trabajo, mantener la forma de las relaciones sociales, en síntesis: montar una sexualidad
económicamente útil y políticamente conservadora.” (Foucault, M. 2007 :49) A lo que el
mismo autor responde planteando al siglo XX como el espectador de una explosión de
heterogeneidad sexual, mientras que hasta finales del siglo XIII el matrimonio es el
principal foco de coacción desde donde cualquier tipo de infracción ya sea por la
búsqueda de placeres distintos , la infidelidad, o de otros tipos, era castigada desde los
tribunales de justicia, asimismo con la homosexualidad, la sodomía, entre otros. Con esto
se impone un sistema de control y poder material de los cuerpos que conduce a la
desigualdad y a estados de dominio.

Ahora bien, en el siglo xx, Foucault “percibe que comienzan a aflojar estos dispositivos
dominantes, permitiendo el espacio para nuevas concepciones. Por este motivo considera
esencial analizar los dispositivos de control y fuerza e invertir el análisis hacia los
mecanismos positivos.” (Vásquez & Carrasco. 2017:617) de manera que se construya
“una economía política de una voluntad del saber” (Foucault, M. 2007: 92)

Y si bien, las ataduras en torno al sexo se han visto aflojadas, estas se han invertido a
posicionar el saber sobre el sexo como un objeto de demanda comercial, contenido de un

20
precio acorde a los focos de atención puestos sobre esta “economía de placeres
múltiples” (Foucault, M. 2007: 91)

Así como el sexo, la diversidad sexual también es considerada como un espacio de


mercado, en la medida que se mantiene sumergida en la alteridad dentro de una sociedad
heteronormada de manera que “evita que la esfera pública desarrolle aquellos
mecanismos que permitan vivir y relacionarse libre y tranquilamente a lesbianas, gays,
trans, y el resto de disidentes sexuales, forzandolos a la privatización de sus necesidades
sociales.” (Solá & Urko. 2014:156) siendo nuevamente sujetos de sometimiento, esta vez,
por parte del mercado y la clase empresarial, quienes se han encargado de formar un
nicho de mercado dirigido a los disidentes sexuales, edificando barrios, zonas, discotecas,
gimnasios, bibliotecas, y todo tipo de oferta que se encargan de intensificar la
construcción de estereotipos asociados a las distintas opciones sexuales de los
individuos.

De esta manera surge la promesa capitalista que une al consumo con la libertad (Solá &
Urko, 2014) , en la medida que la sociedad descanse en el modelo de subordinación en el
que se desarrolla, el mercado crece a través de lo que ni el Estado ni el sistema jurídico
se han propuesto satisfacer, la libertad de los individuos, porque tanto la clase, la
disidencia sexual y el ser mujer son motivo de subordinación y violencia legitimada,
siendo este el ordenamiento hegemónico de la sociedad actual.

De esta manera el mercado genera mecanismos de cooptación de las disidencias


sexuales y de género, siendo capaz de integrar todas las diferencias que le permitan abrir
nuevos negocios, los que además apuntan a un público objetivo que tiene como principal
filtro la clase social, siendo en su mayoría un mercado dirigido a una minoría con poder
adquisitivo. (Solá & Urko, 2014) Así entonces “el sistema capitalista es heteropatriarcal en
tanto se basa en una comprensión dicotómica y heteronormativa del mundo. Dicotómica
porque (...) parte de que la realidad es comprensible bajo una lógica dual y binaria. (...) Y
heteronormativa porque se traza una estricta línea divisoria entre lo que se delimita como
mujeres, por un lado, y los hombres, por otro (...) lo feminizado encuentra su sentido de
ser en su darse a lo masculinizado.” (Solá & Urko, 2014: 99)

El concepto de heteropatriarcado es una manera de fusionar ambos conceptos,


heteronormatividad y patriarcado, entendiendolo como un “sistema sexo político de
dominación” (Poblete, N. 18) este es sugerido en un primer momento por Sheila Jeffreys

21
quién lo entiende como dos conceptos que no deben disociarse, en la medida que ambos
se construyen en base a la imposición del dominio masculino y la misoginia, los que a su
vez se montan en la base de una imposicion heteronormativa. (Jeffreys, Sh. 1996)

El modelo capitalista heteropatriarcal que afirma su hegemonía en las institucione del


Estado y en todos los niveles del cuerpo social, es motor del uso de una biopolítica que
reproduce la construcción de las fronteras que se levantan en la dialéctica de opresores y
oprimidos, mediante la instauración de una vigilancia de la sexualidad encargada de
reafirmar las estructuras sociales coercitivas (Balbuena & Serrato. 2015). Así se busca
disciplinar tanto al cuerpo como a la sociedad, es decir que “nos vemos entonces ante un
poder que tomó a su cargo el cuerpo y la vida, o si se quiere, que tomó a su cargo la vida
en general constituyendo dos polos: uno en dirección del cuerpo, otro en dirección de la
población.” (Foucault, M. 1996: 204)

También el lugar que ocupan los sujetos en la esfera socioeconómica es un hecho que da
cuenta de la sujeción capitalista heteropatriarcal, en la medida que la autosuficiencia es
una característica asociada a construcción de la masculinidad, tanto de la perspectiva
emocional como material, entendiendo que lo masculino se construye de sí para sí,
mientras que lo femenino se construye desde sí para el resto. Cuestión que impacta
directamente en los diferentes roles que cumplen hombres y mujeres en su respectivo
desarrollo laboral, donde el trabajo femenino es subvalorado en razón del masculino, es
decir “la matriz heterosexual que hace inteligibles a los sujetos mientras sigan un patrón
dicotómico de coherencia entre sexo (mujer/hombre), género (femenino/masculino) y
deseo (heterosexual) implica y replica unas esferas socioeconómicas que dependen de
que la propia heteronormatividad continúe funcionando. (...) Así el heteropatriarcado como
un sistema de regulación de cuerpos y sexualidades, y de ordenamiento de esferas
socioeconómicas, que permite la existencia de esos ámbitos feminizados al servicio de los
masculinizados y garantiza la existencia de sujetos subalternos que los ocupen. El
heteropatriarcado es imprescindible para mantener en pie al capitalismo(...)” (Solá & Urko,
2014: 102)

En resumen, la imbricación del patriarcado, la heteronormatividad y el capitalismo, dan


como resultado un sistema de coerción social que se plantea en razón de una dicotomía
de género y de clase, una dialéctica que reproduce un enfrentamiento y negación de gran
parte de la sociedad, la que además es legitimada por el Estado quién a su vez se
encarga de vigilar y castigar a quienes se desajusten de esta construcción hegemónica de

22
individuo y de sociedad.

3.4. Educación no sexista

Una educación sexista se caracteriza como aquella en que existe una notoria y fuerte
división entre lo esperado de los niños y hombres, así como, de las niñas y mujeres; todo
esto basado en los estereotipos de género que están presentes en la sociedad. “Debemos
entender nuestras sociedades como una organización dicotómica (norte - sur, hombre -
mujer, rico - pobre; público - privado…), jerárquica, patriarcal y heteronormativa; donde las
relaciones de género se basan en estructuras de reparto del poder desigual.” (Martínez,
M, 2016:130). Es decir , una educación que está basada en la reproducción y
perpetuación de los roles de género. Este sistema tiene diferentes y diversos mecanismos
con los que puede reproducir las normas ya establecidas, pero la educación es una de las
principales, debido a que permite la reproducción de patrones sociales desiguales que
luego serán los que perpetúen el sistema capitalista - patriarcal.

“Sexismo en la educación formal, desde el parvulario a la universidad. También en el


movimiento social por una educación pública, gratuita y de calidad. Sigue pendiente
explicitar qué formas, qué contenidos tendría esa calidad. Tendría que ser no sexista,
decimos desde el feminismo. Primera tarea, entonces, mostrar que sí lo es; mostrar
dónde y cómo se materializa el sexismo en la educación chilena y hacerlo desde la
convicción de que este ocupa un lugar central en el continuo de violencia machista hacia
las mujeres que incluye la socialización por parte de la familia, los medios de
comunicación y la industria del entretenimiento dirigido a los y las jóvenes, y a los niños y
las niñas.” ( Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, 2016: 7).

Es por esto que resulta urgente transformar desde los cimientos el tipo de educación que
se está enseñando desde la educación pre escolar hasta la universitaria, ya que, solo de
esta manera se podrá generar un cambio real en la sociedad. Para que dicho cambio
ocurra, debe implementarse en la educación, el enfoque feminista, ya que, debido a su
enfoque basado en la equidad se puede evitar la reproducción de mecanismos desiguales
que fomentan la violencia machista “En este sentido, el feminismo se convierte en una
poderosa opción de cambio al buscar, defender y proponer la construcción de relaciones

23
de género basadas en la equidad y generar alternativas de acción ante los mecanismos
de reproducción de desigualdades. En el presente artículo los términos relativos a
feminismo, educación, mujeres, perspectiva de género, ciudadanía, desarrollo,
empoderamiento y crítica, van a definir una forma particular de saber, ser, estar y hacer.”
(Martínez, M, 2016:131).

Para Jaramillo, es necesaria una coeducación que esté basada en el feminismo,


entendiendo el término como una educación inclusiva que se pensara tanto para niños
como para niñas y que, lo más importante;no perpetuara los roles de género tan nefastos
para la educación de los y las niñas “(...) Sin embargo, la coeducación si estaba presente
en una parte de la práctica educativa, concretamente en la práctica de maestras y
profesoras que estaban vinculadas, de un modo u otro, al feminismo. El término
"coeducacion", que en otros tiempos había significado lo mismo que escuela mixta, se
empezó a utilizar entonces con otro sentido. Con la coeducación se quiso significar una
educación libre de sexismo que tuviera en cuenta tanto a las niñas como a 10s niños.
Bajo esta palabra, se identificaban tanto las críticas al sexismo de la escuela mixta, como
las experiencias que se Ilevaban a cabo con el objetivo de eliminar el sexismo y de dar
visibilidad a las niñas en la escuela.” ( Jaramillo, G, 2002:122).

Es por esta razón que Martínez se hace el cuestionamiento de porqué la mujer es


invisibilizada “¿Por qué el desarrollo hegemónico no ve a las mujeres, no ve sus espacios,
sus poderes, sus experiencias o saberes?” (Martínez, M, 2016:130). Esto puede ser
explicado gracias al androcentrismo en el que se encuentran basadas las sociedades, ya
que la ausencia de mujeres en el ámbito social, histórico, cultural, jurídico y político;
conlleva a injusticias sociales basadas en las diferencias entre sexo. Esto permite reflejar
la construcción histórica que ha elevado arbitrariamente lo masculino como la
universalidad, dejando lo femenino relegado a la inferioridad y poco importante.

“Las pedagogías críticas y emancipadoras evidencian que no es posible mantenerse


neutrales en cuanto a las desigualdades, sea por género, etnia o clase. Los estudios
realizados con enfoques descoloniales permiten afirmar que la base de dichas
desigualdades tiene raíces estructurales y que, por lo tanto, la solución tendrá que venir
desde una transformación del sistema cultural y social, atendiendo a varios ámbitos de
acción.” (Martinez, M, 2016: 137).

24
En definitiva, incluir la perspectiva de género en la educación y, por ende, en las acciones
educativas que se suelen llevar a cabo, permitirá lograr una ciudadanía transformadora
que dará cabida a las voces oprimidas y acalladas de mujeres y hombres en pro de una
sociedad más equitativa, lo que permitirá además generar espacios en donde se fomente
la transformación social y cultural desde sus cimientos, permitiendo así, transformar la
estructura social, para ubicar, de esta manera, a la educación como la clave fundamental
para una sociedad con justicia social y equidad.

3.5. Hegemonía y Contrahegemonía

Respecto de la noción de hegemonía, y que abre paso al concepto de contrahegemonía,


existe una amplia discusión teórica. Por lo que para efectos de la investigación se
considerarán aquellas discusiones y definiciones teóricas que se ajusten al abordaje que
aquí es menester.

Para iniciar se abordará el concepto de hegemonía desarrollado por Gramsci, quién


determina que “La hegemonía es la capacidad que poseen los sectores dirigentes para
conservar su dominio sobre los subalternos mediante un liderazgo moral e intelectual,
cuando los primeros pierden esta capacidad hegemónica devienen en clase no dirigente,
lo que implica que los mecanismos de dominación no coercitivos pierden la legitimidad
social que en determinado momento histórico poseían” (Gramsci, A. 2004: 364)

Desde los planteamientos de Laclau, que parte su análisis del concepto de hegemonía
desde una perspectiva gramsciana, una relación hegemónica se hace posible en la
medida que una fuerza social particular se haga cargo de la representatividad de una
totalidad radicalmente inconmensurable con esta. Así la única forma que una comunidad
política puede alcanzar es la “universalidad hegemónica” (Villalobos-Ruminot, 2002).

Esta relación hegemónica, según Laclau, contiene una dimensión universalista, la que no
está relacionada necesariamente a un espacio público ni a una concepción marxista
donde se alcance a través del fin de la política, al contrario, es “constitutivamente política”
(Villalobos-Ruminot, 2002:50) y que resulta de “una dialéctica específica entre lo que
llamamos lógicas de la diferencia y lógicas de la equivalencia” (Villalobos-Ruminot,

25
2002:51) donde la necesidad radica en la representación de la totalidad, más allá de las
diferencias que puedan existir de las relaciones de equivalencia. Es decir la
representación deviene de una universalidad que trasciende las particularidades, así se
construye una relación hegemónica.

Sin embargo esta universalidad está contaminada por dos motivos “(1) esta vive en la
irresuelta tensión entre universalidad y particularidad; (2) su función de universalidad
hegemónica no es adquirida definitivamente y es, por el contrario, siempre reversible.”
(Villalobos- Ruminot, 2002:51)

De esto se plantea la necesidad de radicalizar la democracia mediante una redefinición


del proyecto de izquierda para el establecimiento de una nueva hegemonía. (Villalobos-
Ruminot, 2002)

Ahora bien, desde la definición que acuña Fernando Muñoz León, la hegemonía sería una
“articulación socialmente existente, en una formación social específica , de relaciones de
dominación y subalternidad entre grupos definidos por la posición que ocupan en la
estructura social, particularmente en sus dimensiones económica, simbólica, crática y
epistémica.” (Muñoz, F. 2016: 206) desde este punto de vista, la hegemonía se constituye
en una dinámica de dominio y subordinación.

En una línea muy cercana a Muñoz, Williams plantea la hegemonía como: “un cuerpo de
prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida; nuestros sentidos y dosis
de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro
mundo. Es un vívido sistema de significados y valores-fundamentales y constitutivos- que
en la medida que son experimentados como prácticas parecen confirmarse
recíprocamente. (…) en el sentido más firme, es una “cultura”, pero una cultura que debe
ser considerada asimismo como la vívida dominación y subordinación de clases
particulares”. (Williams, 2000: 131-132)

Si bien la hegemonía para Williams es un sistema de dominio, este no es totalitario, por lo


tanto esta hegemonía no es absoluta al interior del orden social, y debe ser
constantemente renovada, redefinida y modificada. “Por tanto, debemos agregar al
concepto de hegemonía los conceptos de contrahegemonía y de hegemonía alternativa,
que son elementos reales y persistentes de la práctica”. (Williams, 2000: 135).

Mientras que la definición de Zizek en la lectura de (Vidal, Et.Al , 2017) refiere a que “la

26
realidad es el fruto de las ideas, del sistema simbólico imperante. Cuando una idea se
vuelve hegemónica (gracias al aparato cultural de que dispone) la realidad acaba siendo
como ella la describe. Si la política es una cuestión de ideas, discutir de ideas equivale a
disputar cómo se constituye la realidad.” (Butler, Laclau & Zizek, 2000 en Vidal, Et.
Al, 2017:31)

4. Capítulo IV: Metodología del Estudio.

4.1 Descripción del enfoque metodológico.

Esta investigación pretende dar respuesta al objetivo planteado, para ello será necesario
indagar en el discurso con respecto a educación superior que proclaman las y los
participantes de la Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU) y asimismo analizar los
aspectos contrahegemónicos que impugnan al modelo dominante actual y que están
presentes en él. El procedimiento del análisis se desarrollará a través del análisis

27
cualitativo para así comprender de manera más profunda el fenómeno planteado. De esta
manera será posible el análisis exhaustivo de la realidad, para así tener una comprensión
más íntima de ella y poder captar su verdadero sentido (Sierra Bravo, Restituto. 2007)

4.2- Tipología del estudio.

El autor Restituto Sierra Bravo, en su libro “ Técnicas de Investigación Social: teoría y


ejercicios”, plantea que existen categorías de estudio para toda investigación social y las
define en 10. Dichas categorías se definen por:

a) Finalidad: “(...) Se puede decir que la finalidad de la investigación social en su


conjunto, es el conocimiento de la estructura e infraestructura de los fenómenos
sociales, que permita explicar su funcionamiento (investigación básica) con el
propósito de poder llegar a su control, reforma y transformación (investigación
aplicada)”. (Sierra Bravo, 2007: 33). Por ende, ésta investigación tendrá una
finalidad de carácter básico en la medida que busca visualizar los contenidos
contra hegemónicos del discurso con respecto a educación superior que tienen las
y los participantes de dicha organización.

b) Alcance temporal: Esta investigación tiene como alcance temporal una


longitudinalidad, debido a que, pretende analizar un fenómeno social de carácter
transversal, lo que, facilita el estudio de la evolución que dicho fenómeno ha
tenido.

c) Profundidad: “De acuerdo con este criterio, se pueden dividir las investigaciones
sociales en descriptivas, explicativas y exploratorias” (Sierra Bravo, 2007: 34).
Desde lo planteado Sierra Bravo, esta investigación es de carácter exploratorio,
debido a que se pretende analizar la dinámica, los factores y la estructura que
influyen en los fenómenos sociales.

d) Amplitud: “Por su amplitud, cabe distinguir las investigaciones microsociológicas y


macrosociológicas. Las primeras son las que hacen referencia al estudio de
variables y sus relaciones en grupos pequeños y medianos, mientras que las
segundas se caracterizan por abordar dicho estudio respecto de grandes grupos o
sociedades humanos” (Sierra Bravo, 2007:34) Es por esto que la presente

28
investigación puede ser definida tanto microsociológica como macrosociológica,
se considera microsociológica en tanto sujeto de estudio, esto debido a que la
investigación actual se centra en un grupo pequeño de individualidades
pertenecientes a la Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU), sin embargo,
el carácter macrosociológico es entregado debido a que se analiza el discurso de
las individualidades a analizar, pero dicho discurso proviene de un nuevo
paradigma que ha comenzado a surgir, cuestionando la estructura dominante a
nivel macro social.

e) Fuentes: Las fuentes de esta investigación son de carácter mixtas, ya que, en


primera instancia se utilizan fuentes secundarias para encontrar información, éstas
son de índole documental como la recopilación de artículos de prensa relacionado
al tema, petitorio del movimiento estudiantil emanado desde la CONFECH,
además de indagar en la misión y visión de la Coordinadora Feminista
Universitaria y, en segunda instancia se recurre a las fuentes de carácter primario,
como las entrevistas en profundidad y observación participante.

f) Carácter: “(...) el cualitativo, es por el contrario, el que se orienta a descubrir el


sentido y significado de las acciones sociales, según Max Weber, o lo que
Znaniecki llamaba el coeficiente humanístico de dichos fenómenos” (Sierra Bravo,
2007:35). Esta investigación es de carácter cualitativo en la medida en que se
trabaja con un grupo pequeño y se pretende analizar el discurso contra -
hegemónico con respecto a educación que emana de la Coordinadora Feminista
Universitaria y la percepción que las individualidades participantes de la COFEU
tienen de la educación y el movimiento estudiantil universitario.
Para Bogdan y Taylor, “En la metodología cualitativa el investigador ve el
escenario y a las personas en una perspectiva holística, las personas, los
escenarios o los grupos no son reducidos a variables sino considerados como un
todo. El investigador cualitativo estudia a las personas en el contexto de su pasado
y de las situaciones en las que se hallan” (Taylor y Bogdan. Introducción a
métodos cualitativos de investigación,p:20).
El carácter cualitativo permite realizar un análisis mucho más flexible, a diferencia
de la metodología cuantitativa, esto debido a que entiende al sujeto de
investigación como un todo, por ende, es necesario indagar en cómo se han
constituido socialmente dicho sujetos. La metodología cualitativa permite

29
asimismo, generar un enfoque completo de la realidad actual del fenómeno a
estudiar, además entrega una perspectiva de los escenarios pasados y futuros.
“Para el investigador cualitativo todas las perspectivas son valiosas. Este
investigador no busca “la verdad” o “la moralidad” sino una comprensión detallada
de las perspectivas de otras personas. A todas se las ve como iguales” (Taylor y
Bogdan. Introducción a métodos cualitativos de investigación.p:21). Es debido a
esto, que los investigadores cualitativos deben ser neutrales y separarse de sus
concepciones valóricas y morales, aunque eso no quiere decir que no se permita
la identificación con los sujetos a estudiar, debido a que si el investigador logra
generar un vínculo de identificación, puede visualizar el fenómeno desde la
perspectiva de los sujetos, por ende, se podría hacer un análisis más certero.
Las entrevistas en profundidad permiten tener un panorama mucho más preciso
del tema a investigar, deben ser entendidas como “Por entrevistas cualitativas en
profundidad entendemos reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y
los informantes, encuentros éstos dirigidos hacia la comprensión de las
perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o
situaciones, tal como lo expresan en sus propias palabras” (Taylor y Bogdan,
1984:101). Lo que permite que el investigador tenga una conversación con sus
informantes, con un fin previamente establecido desde una línea argumental.
Por último, la tercera técnica a utilizar es la observación participante, debido a que
ésta técnica permite la identificación y familiarización estrecha con el grupo a
investigar, en este caso, la Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU). “La
expresión observación participante es empleada aquí para designar la
investigación que involucra la interacción social entre el investigador y los
informantes en el milieu de los últimos, y durante la cual se recogen datos de
modo sistemático y no intrusivo” (Taylor y Bogdan. 1984:31).

g) Naturaleza: La naturaleza de esta investigación es empírica, debido a que su


fundamento principal es la observación del fenómeno, sin existir manipulación
externa en ella. Asimismo la naturaleza empírica permite visualizar que tan
transversal es el discurso contrahegemónico no solo dentro de la Coordinadora
Feminista Universitaria, sino también dentro de las discusiones sobre educación
superior que instala el movimiento estudiantil.

h) El objeto social al que se refiere: Esta investigación disciplinariamente

30
pertenece a la sociología de la educación y género, analiza las instituciones de la
política y la educación y el sector social al que va dirigido es el zonal metropolitano
de la Coordinadora Feminista Universitaria, con énfasis en la estructura social,
generando un cuestionamiento a la hegemonía dominante por lo que se analizan
además las prácticas culturales que tensionan esta hegemonía, es decir, atributos
contrahegemónicos y contraculturales.

i) Según marco en que tienen lugar: La presente investigación es de campo o


terreno, debido a que de esa manera se puede cumplir a cabalidad con los
objetivos planteados al inicio, es por esto que la información recolectada a través
de grupos de discusión, entrevista en profundidad y observación participante se
realizará en condiciones naturales, sin someter a ningún informante a condiciones
artificiales o de laboratorio.

4.3 Selección de muestra.

Para esta investigación se va a seleccionar a cinco integrantes de la Coordinadora


Feminista Universitaria correspondiente al zonal metropolitano, que sean alumnos
universitarios vigentes, que pertenezcan a la vocalía de género de sus respectivas
instituciones de educación superior, y que formen parte de la Cofeu hace a lo menos un
año. Es decir, la selección de la muestra se realizará en base un “grupo específico de
casos; tales serían el caso de crítico, de caso revelador, de casos políticamente
importantes y de criterio o de colección completa.” (Martinez-Salgado, 2011:616)

“Las muestras cualitativas como lo señala Goetz y Lecompte (1988), se reconocen por su
flexibilidad y adaptabilidad,y porque los sujetos son escogidos obedeciendo a una
selección pragmática y teóricamente informada, aspirando a la comparabilidad y
traducibilidad más que a la generalización(...)” (Echeverría y Zarzuri. Técnicas de
Investigación cualitativa: el grupo de discusión y la entrevista en profundidad, p:22)

31
4. Bibliografía.

- Balbuena, R. & Serrato, A. (2015).Calladito y en la oscuridad. Heteronormatividad


y clóset, los recursos de la biopolítica. Revista Culturales, III (2), 151-180.
- Bourdieu, P. (2001). Contrafuegos. Barcelona: Anagrama
- Bolívar, I. (1999). Sociedad y Estado: configuración del monopolio de la violencia.
Bogotá: Colombia, Centro de Investigación y Educación Popular.
- Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. Buenos Aires: Paidós.
- Butler, J. (1999). El género en disputa. Buenos Aires: Paidós.
- Castillo, A. (2014). El desorden de la democracia. Partidos políticos de mujeres en
Chile. Santiago: Chile, Editorial Palinodia.
- Cobo, R. (1995). Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau.
Madrid: España, Ediciones Cátedra.
- Durkheim, E. (1973). Sociología y educación. París: Francia, Ediciones Península.
- Echeverría y Zarzuri. Técnicas de investigación cualitativa. El grupo de discusión y
la entrevista en profundidad. Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
- Engels, F. (1987). El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado.
Madrid: España, Editorial Fundamentos.
- Escobar, F. (1928). Actividades femeninas en Chile. Obra publicada con motivo del
cincuentenario del decreto que concedió a la mujer chilena el derecho de validar
sus exámenes secundarios. Santiago: Chile, La Ilustración.
- Fischer, K. (1979). Political ideology and educational reform in Chile: 1964- 1973.
Los Angeles: UCLA Latin American Center Publications.
- Foucault, M.(1996). Genealogía del racismo. La plata: Argentina, Altamira.
- Foucault, M. (2007). Historia de la sexualidad. 1_ la voluntad del saber. México
D.F: Siglo XXI editores S.A.
- Giddens, A. (xxx). Consecuencias de la modernidad. Alianza editorial
- Gramsci, A. (2004). Antología. Buenos Aires: Argentina. Siglo XXI.

32
- Grez, S. (2007). Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la idea”
en Chile, 1893- 1915. Santiago: Chile, Editorial LOM.
- Hutchison, E. (2006). Labores propias de su sexo. Género, políticas y trabajo en
Chile urbano 1900- 1930. Santiago: Chile, Editorial LOM.
- Illanes, Mª A. (2007). Cuerpo y sangre de la política. La construcción histórica de
las visitadoras sociales (1887- 1940). Santiago: Chile, Editorial LOM.
- Illanes, Mª A. (2002). La batalla de la memoria. Ensayos históricos de nuestro
siglo. Chile, 1900- 2000. Santiago: Chile, Editorial Planeta chilena S.A.
- Jaramillo Guijarro, Concepción, Hacer educación en femenino, en DUODA revista
d’studis feministes núm 22-2002, pp.121-131.
- Jeffreys, Sh. (1996). La herejía lesbiana. Una perspectiva feminista de la
revolución sexual lesbiana. Madrid: España, Ediciones Cátedra.
- Kirkwood, J. (1982). Ser política en Chile: Las feministas y los partidos. Santiago:
Chile. FLACSO.
- Lenin, V. (2009). El Estado y la Revolución. Madrid: España, Fundación Federico
Engels.
- Lerner, G. (1990). El origen del patriarcado. Barcelona: España. Editorial Crítica
S.A.
- Maffía, D. (2009). Cuerpos, fronteras, muros y patrullas. En revista científica de
UCES, 13(2), 217-226.
- Martinez- Salgado, C.(2011). El muestreo en investigación cualitativa. Principios
básicos y algunas controversias. Ciência & Saúde Coletiva, 17(3):613-619
- Martínez Martín, I. (2016). Construcción de una pedagogía feminista para una
ciudadanía transformadora y contra-hegemónica. Foro de Educación, 14(20), 129-
151.
- Meza Palma, Daisy. (2013). Origen del estado. Haciendo bitácora sobre el estado
patriarcal y su institucionalidad: ¿corolario de la modernidad?. Comunidad y Salud,
11(1), 79-81. Recuperado en 09 de enero de 2018, de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-
32932013000100010&lng=es&tlng=es.
- Mistral, G. (1906) La instrucción de la mujer 1906. En Fuera de norma: Antología
del pensamiento feminista hispanoaméricano (p.87). Santiago: Chile.
- Moulian, T. (2006). Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-

33
1973). Santiago: Chile, Editorial LOM.
- Muñoz, F. (2016). Hegemonía y nueva constitución. Dominación, subalternidad y
proceso constituyente. Valdivia: Chile, Ediciones UACH.
- Poblete, N. ¿Ruptura o continuidad?: Reflexiones en torno al heteropatriarcado a
partir de los relatos de un grupo de jóvenes infractores/as de ley (tesi de maestría).
Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales.
- Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. (2016) Educación no sexista,
hacia una real transformación.
- Rich, A. (1980) Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana, en DUODA
Revista d’Estudis Feministes núm 10 - 1996.
- Salazar, G. (2012). Movimientos sociales en Chile. Trayectoria histórica y
proyección política. Santiago: Chile, Uqbar editores.
- Salazar, G. (1990). La violencia política popular en las “grandes alamedas”. La
violencia en Chile 1947-1987. Santiago: Chile, Editorial LOM.
- Sierra Bravo, R. (1997). Técnicas de Investigación Social. Teoría y ejercicios.
España, Thomson editores Spain.
- Solá, M; Urko, E. (Comp.) (2014). Transfeminismos. Epistemes, fricciones y flujos.
Tafalla: España, Txalaparta.
- Taylor y Bogdan. (1984). Introducción a métodos cualitativos de investigación.
Barcelona: España, Ediciones Paidós Ibérica S:A.
- Pateman, C. (1995). El contrato sexual. Barcelona: España, Editorial Anthropos.
- Pinto, J. (Ed.). (2014). Mujeres. Historias chilenas del siglo XX. Santiago: Chile,
Editorial LOM.
- Vidal, P; Vidal, M; Vidal, J; Morales, C; Ríos, T; Salazar, L; Ramírez, P. (2017). La
educación superior chilena como campo de disputa ideológica. Santiago: Chile,
Ediciones Universidad Academia.
- Villalobos-Ruminot, S. (Ed.) (2002). Hegemonía y Antagonismo: El imposible fin de
lo político. (Conferencias de Ernesto Laclau en Chile, 1997).Santiago: Chile,
Editorial Cuarto Propio.
- Williams, R. (2000). Marxismo y literatura. Barcelona: España, Peninsula.
- Weber, M. (1967). El político y el científico. Madrid: España, Alianza Editorial.
- Freire, P. “ La pedagogía del oprimido”

34
35

Vous aimerez peut-être aussi