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Año 2017.
Índice de Contenidos
1. Capítulo I : Introducción.
1.1. Presentación del Problema. Pág. 2
1.2.Justificación del Problema. Pág. 3
1.3. Pregunta de Investigación. Pág. 4
1.4. Supuestos de Investigación. Pág. 4
1.5. Objetivos. Pág. 5
1.5.1. Objetivo General.
1.5.2. Objetivos Específicos.
5. Bibliografía. Pág. 34
1. Capítulo I: Introducción.
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1.1. Presentación del Problema.
La educación superior chilena luego de la dictadura militar se fijó como un arma principal
de reproducción social, en tanto reproducción del modelo neoliberal. Es debido a esto que
surge el cuestionamiento de las prácticas neoliberales dentro de las instituciones de
educación preescolar, básica, media y superior. La discusión principal se genera debido a
la calidad de los contenidos entregados por dicha instituciones, cuestionando además el
lucro indiscriminado que se realiza especialmente en la formación escolar y superior.
Es así como el movimiento estudiantil se comienza a organizar desde el 2001 con el paro
general de estudiantes, todo esto debido a los cobros ligados a la obtención del pase
escolar, así como la administración estatal de éste; luego, en el 2006, surgen las
movilizaciones estudiantiles de los y las estudiantes secundarios/as, dando a conocer las
precarias condiciones de infraestructura que presentaban mayoritariamente los colegios y
liceos municipales; dicha movilización fue conocida como la “revolución pingüina”; para
finalmente dar paso al tercer periodo con las movilizaciones estudiantiles del 2011, ésta
última etapa se caracteriza por ser un movimiento de carácter contrahegemónico, debido
a que el movimiento estudiantil del 2011 promueve una nueva concepción ideológica de
educación superior, impugnando el modelo neoliberal y proponiendo un modelo con una
consigna de “educación pública, gratuita y de calidad”. Asimismo, desde el 2016 en
adelante, se comienza a ampliar la perspectiva con respecto a las demandas exige el
movimiento estudiantil, dichas demandas se caracterizan por impugnar el orden patriarcal
dentro de la educación chilena, proponiendo un nuevo paradigma de educación no
sexista, planteando un enfoque de género, emplazando a las instituciones de educación
superior a resolver las problemáticas internas relacionadas con el género, ya sea acoso
sexual, abuso sexual, discriminaciones o todo tipo de violencia simbólica. Es por esto que
surge la necesidad de investigar las prácticas cotidianas que se desarrollan dentro de las
comunidades universitarias, para así, dar a conocer el discurso ideológico en el que se
fundamentan, así como,
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años, y la propuesta contrahegemónica referida a educación que se ha instaurado en
estas es que se hace de fundamental interés para esta investigación analizar una de las
nuevas demandas que han surgido al interior del movimiento estudiantil universitario.
Con esto es que ha surgido una organización que agrupa tanto a secretarías de género y
vocalías de género de diversas instituciones de educación superior en una sola
Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU), la cual se encarga de problematizar las
diversas situaciones de discriminación y violencia de género que surgen en las
comunidades de las instituciones de educación superior. En esta, a su vez, se discute en
torno a la necesidad de fortalecer la demanda por educación no sexista en el movimiento
estudiantil, de modo que el Estado se haga cargo de exigir a las instituciones la
despatriarcalización de estos espacios y que generen herramientas para hacer frente a
cualquier tipo de discriminación y violencia de género.
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superior, según las y los integrantes de la Cofeu ?
.5. Objetivos.
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1.5.2. Objetivos Específicos.
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consta de fichas intercambiables en las pulperías monopolizadas por los propios
patrones, con castigos que contemplan latigazos y una institucionalidad que vela por el
resguardo y primacía patronal. (Salazar, 2012). Es a raíz de las deplorables condiciones
que vive el bajo pueblo que el siglo XX da inicio con la “Gran Huelga” de los trabajadores
que en el Norte del país bajaron a Iquique en manifestación e intento de negociación por
mejoras laborales, la que terminó convertida en una masacre a centenares de obreros
que se atrevieron a protestar.
En este contexto de profunda carencia surge la figura de las visitadoras sociales, figura
femenina que viene a encarnar el cuerpo del pobre, prestando soporte desinteresado a la
nutrición y cuidado en esta “habitabilidad y mutualidad corporal pobres-mujeres
protectoras.” (Mujeres.Historias chilenas del siglo XX.Pág.13). Esta dinámica guarda un
sentido de mutualidad asimétrica, en la que la mujer cumple el rol de protectora de los
pobres, es decir, constituye en sí misma la pérdida de una habitabilidad colectiva, pero
que sin embargo repara.
La figura de las visitadoras sociales de principios del siglo XX infringe una biopolítica
orientada a “habitar/saber las mujeres protectoras/visitadoras en cuerpo del pueblo”
(Pinto, 2010: 13), con el fin de generar una cooptación del cuerpo del pueblo y un
adoctrinamiento de este al sistema y al proyecto de transformación o “reforma” que
pretende instaurarse en el país a comienzos del siglo XX para frenar la llamada “cuestión
social”; además de resguardar la convulsión de ánimos revolucionarios y reproducir “el
modo de habitar en el capitalismo” (Pinto, 2010: 13).
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Así la Liga Chilena de la Higiene Social, fundada en 1917, se pone como meta el combatir
estas enfermedades que inundan a la población mediante la elaboración y propaganda de
material educativo para la prevención de estas enfermedades venereas y los riesgos de la
prostitución
Por otro lado, esta lucha que levantan los obreros en contra de esta cooptación de la
privacidad del pueblo es en alguna medida resistida por las mujeres obreras, quienes en
trabajo colaborativo con las visitadoras se han identificado en su “mutua condición de
madres, rito de neutralización de la transgresión ‘lucha de clases.’” (Illanes, 2002: 19).
En este sentido el rol de las visitadoras sociales se constituye desde una concepción de
modernidad en la que la aplicación de la biopolítica materno-popular (Illanes, 2002: 94) se
ejecuta desde un trabajo que implica adentrarse en la realidad popular del país, siendo
también un “feminismo” moderno que incorpora a la mujer en el trabajo, pero que sin
embargo, reafirma la tradición en la promoción del sacrificio femenino, y de olvidarse de sí
misma en pro de su tarea. Aún desde este nuevo rol de género que cumplen las mujeres
visitadoras, está lejos de instaurarse una concepción feminista, sino que se constituye
esta labor como un elemento primordial a la hora de reconstruir el orden social tradicional.
“Al parecer, el reconocimiento del rol estratégico de la mujer por parte de los hombres, ha
inducido a nuevas reorganizaciones de los mismos roles de género tradicionales por parte
de las mujeres, reproducidos ahora en el espacio público-político: ellos aportan el
conocimiento y ellas, el sentimiento.” (Illanes, 2002: 95).
Así también la concepción de sí misma de la mujer del bajo pueblo se construye en torno
al rol de madre y dueña de casa, entendiendo su posición desde un lugar en el que
“nunca podrá tomar el poder, que es bocado de obreros y campesinos; más aún si se le
dice ser poseedora de otro poder, del poder de la casa, del poder del afecto, del chantaje
emocional (reina, ángel o demonio del hogar) por naturaleza biológica, por el placer de ser
apropiada y sometida. Y por estar instruida en lo privado, aborrece de lo público.”
(Kirkwood, 1982: 164).
Sin embargo, a la par del periodo, finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se
comienzan a articular distintos movimientos de mujeres, quienes se agrupan durante 1875
en torno a la demanda por el derecho a voto, motivo que es cuestionado por los
movimientos anarquistas, quienes también contemplan dentro de sus postulados
temáticas feministas, pero que lo cuestionan argumentando que “la lucha por los
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derechos femeninos no debía transitar por el sufragio universal - puesto que el voto no
emancipaba al obrero ni tampoco a la mujer-, aún cuando por una cuestión de principios
la dignificara al ponerla a la altura del hombre.” (Grez, 2007: 148). Pero por su parte este
grupo de mujeres movilizadas manifestaban sentirse interpeladas por el lenguaje radical
que se apropiaba de la aristocracia de entonces, y que por consiguiente, debían exigir la
igualdad de derechos como ciudadanas, lo que contempla el derecho a sufragio. (Castillo,
2014: 27).
Desde esta perspectiva “El ejercicio democrático del sufragio universal presupondrá no
solamente las libertades fundamentales, sino también la igualdad del derecho a la
educación. Por ello no es de extrañar que para la temprana fecha - para Chile y para el
resto de América Latina- de 1877 el Presidente de Chile Aníbal Pinto y Miguel Luis
Amunátegui, Ministro de Educación Pública del periodo, otorgaran a las mujeres el
derecho de ingreso a todas las carreras universitarias(...).” (Castillo, 2014: 34).
Y con esto, ya en 1894 el Estado se hace cargo de la formación escolar de niñas, además
de las monjas, creando el liceo de niñas “Javiera Carrera” N° 1,el cual da inicio a su
funcionamiento entrado el año 1895, en el cual su fundadora y directora, doña Juana
Gremler ya poseía experiencia en el campo de los liceos de niñas, habiendo sido directora
de dos liceos de niñas en Alemania, su país natal. Sin embargo, este establecimiento
abriría sus puertas únicamente a escolares provenientes de familias de clase acomodada
(Escobar, 1928)
Este proceso de movilización feminista trasciende a su vez las demandas por derechos
cívicos y educacionales, llegando también a una protesta desde lo laboral. Las obreras
feministas de comienzos de siglo XX buscan tomar lugar, al igual que sus pares hombres,
en la organización sindical, lo que impactó en una variante feminista en los fundamentos
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del socialismo. Generando “un análisis de la sociedad, de la lucha laboral y de los roles de
las mujeres, que promovía la emancipación femenina a través de una estrategia de
solidaridad activa entre obreros y obreras en las políticas sindicales.” (Hutchison, 2006:
121).
El término “feminismo” de la primera mitad del siglo XX es acuñado por los autores de la
clase obrera para referirse al activismo de mujeres con base obrera, además de la
promoción de los derechos de las mujeres mediante campañas realizadas por mujeres de
la burguesía, y a los movimientos sufragistas de Estados Unidos y Europa. Por otra parte,
los anarquistas ocuparon el concepto únicamente para referirse de manera difamatoria a
las mujeres burguesas, en tanto su trabajo estaba orientado a producir material de
reflexión en torno a la “doble esclavitud” de las mujeres, y a convocar la participación
femenina en la organización obrera. (Hutchison, 2006). En este sentido el propósito
apunta a que las mujeres logren “sobreponerse a su subordinación económica , para lo
que tienen primero que ser instruidas sobre las múltiples amenazas a su bienestar y
aprender cómo combatirlas. (...) tenían que llevar a cabo su propia liberación, dado que
los hombres - por egoísmo, vicio o prejuicio - no podían hacerlo por ellas.” (Hutchison,
2006:133).
Unas vez entrados los años 60’s y 70’s, con los gobiernos Democratacristianos y de la
Unidad Popular se da inicio al proceso de reforma agraria al interior del país, lo cual
implica una etapa de modernización clave para la agricultura chilena. Sin embargo, esta
reforma también contempla una arista de género, en tanto viene a romper con las
divisiones laborales de género que reproducen las sociedades latifundistas, significando
una transformación significativa de la idea de “trabajador agrícola”, pasando de ser un
80% de la tierra bajo el dominio de solo el 10% de la población durante los años 50’s , lo
que implicaba “una extensa miseria y servidumbre dentro del sistema de inquilinaje”
(Pinto, 2010: 65) a un aumento del 600% del salario real de los asalariados masculinos
rurales, mientras que las mujeres campesinas configuraron lo doméstico como una labor
honorable y positiva.
En este sentido, la Reforma Agraria implicó una separación en las responsabilidades tanto
de hombres como de mujeres , pero que se acentuaba en la armonía y cooperación entre
géneros. Apelando al compañerismo frente al “proyecto conjunto del mejoramiento de la
comunidad y de la lucha de clases.” (Pinto, 2010: 67-68).
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Ahora bien, con el proyecto de la Unidad Popular los programas de planificación familiar
abrieron cabida en el currículo educacional, en donde se implementa un sistema de
educación sexual en las escuelas, con el fin de significar el sexo como un hecho natural.
Además de implementar un sistema de educación sexual para adultos a través del
ministerio de Salud. En este sentido un sector feminista planteaba el vínculo de todos
estos temas con la emancipación de la mujer, donde se “catalogaba la violencia sexual, la
impotencia masculina y la frigidez femenina como problemas políticos nacionales y
argumentaba abiertamente que la habilidad de las mujeres para separar la interrelación
de sexualidad, maternidad y matrimonio era crucial para construir una sociedad
socialista.” (Pinto, 2010: 69).
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tanto el eje no estaba puesto en la educación como una política pública, sino que en el rol
que cumple la educación en la construcción de una nueva sociedad. (Fischer, 1979).
A fines de los años 60’s la Reforma Universitaria ya mostraba importantes efectos , desde
1967 hasta el golpe militar hubo un incremento de matrículas del triple, pasando de una
educación superior de elite a una educación superior de masas, esto se traduce en el
incremento del gasto público que invirtió el gobierno de Allende en materia de educación
superior. Sin embargo, este proceso de crecimiento y fortalecimiento de la educación
superior, se ve violentamente “interrumpido y revertido por la contrarreforma que llevó a
cabo la dictadura cívico-militar.” (Vidal, 2017: 40).
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educación técnica, y por ende la matrícula en educación superior se ve fuertemente
reducida.
En este orden de cosas, es que la educación se fijó como una de las armas principales
para la reproducción del modelo neoliberal, y por ende se hizo fundamental transformar su
enfoque y la manera en que esta se imparte.
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Estas medidas vienen a raíz de una serie de eventos de violencia de género que han
sufrido alumnas de distintas universidades, y que no han encontrado alero en las
instituciones de educación superior, además de la necesidad de incorporar a la formación
superior contenidos desarrollados por mujeres, y despatriarcalizar el conocimiento.
Al analizar el vínculo entre patriarcado y Estado se logra comprender en gran parte los
problemas sociales asociados a la discriminación y violencia de género que se reproduce
en prácticamente todas las esferas de la vida, entendiendo que ambos conceptos operan
en favor de un mismo modelo de sociedad, patriarcal, el que desde su marco normativo,
jurídico e institucional legitima esta estructura jerárquica que opera mediante el
sometimiento y la violencia fundadas en razones de clase y género.
Siguiendo la definición de patriarcado que adscribe Carole Pateman, este “se refiere a
una forma de poder político” (Pateman, C. 1995:31) aún cuando el concepto sea blanco
de controversia teórica, y se interprete de distintas maneras.
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categoría política y económica, dicha toma de poder, pasa forzosamente por el
sometimiento de las mujeres a la maternidad, la represión de la sexualidad femenina y
la apropiación de la fuerza de trabajo total del grupo dominado, del cual su primer
pero no único producto son los hijos.” (Meza, D. 2013. Recuperado de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-32932013000100010).
Ahora desde los planteamientos de Geda Lerner, el patriarcado ve sus inicios en el estado
arcaico, donde la familia es el núcleo originario de este, reproduciendo desde su
organización, normas y valores, un sistema de dominio basado en el género, el que
influenció a la sociedad a tal punto que marcó los cimientos de la construcción de Estado.
Así tanto las funciones como conductas atribuidas a las mujeres responden a una
construcción cultural en la que los servicios sexuales y reproductivos femeninos son
asociados a una mercancía, por lo cual, ya desde el neolítico, las mujeres se hallaban
como un objeto de intercambio comercial. (Lerner, G. 1990) Con lo que queda de
manifiesta la valoración y lugar en que se instala al interior de la sociedad a las mujeres.
Cabe señalar lo que la autora señala acerca del trabajo etnográfico, donde la orientación
de estas investigaciones, en su mayoría, buscan dar cuenta de las habilidades masculinas
como manifestaciones de superioridad frente a las mujeres al interior de gran cantidad de
tribus. Sumado a la labor que ha desempeñado en esta línea la medicina y la psicología,
las que conciben a las mujeres como sujetos inferiores a los hombres dadas sus
condiciones físicas. Son estas argumentaciones en gran medida responsables de la
supremacía masculina y el sometimiento femenino a lo largo de la historia, además de ser
muestras claras de cómo la lógica patriarcal se ha posicionado en la sociedad justificando
la supremacía de unos sobre otros bajo el argumento de determinismos biológicos. Así
desde el “ámbito religioso como científico, se ha considerado la subordinación de las
mujeres un hecho universal, de origen divino, o natural y, por tanto, inmutable” (Lerner, G.
1990:11)
En este sentido, la lectura que hace Engels de lo que plantea Morgan respecto de la
historia de la familia, donde en su estado primitivo el comercio sexual se daba tanto en
hombres como en mujeres, y la pertenencia de una mujer a un grupo de hombres también
era de un hombre a un grupo de mujeres. Sin embargo, este periodo del que habla
Morgan es tan remoto, que es muy difícil encontrar registros concretos, además que es un
periódo que es permanentemente negado, asumiendo que implica un estado de
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“inferioridad” transitado por el hombre. (Engels, 1987) Ahora, Engels también relata el
caso australiano donde los hombres negros de los campamentos eran receptores de
múltiples mujeres, quienes se entregaban a ellos a voluntad y sin oponer resistencia,
práctica que llevó a elaborar una ley en donde aquel hombre que tuviese varias mujeres
debe ceder a una de ellas al hombre que se hospede en su hogar durante la noche.
De esta manera se inicia un proceso “civilizatorio” en el que se comienza a dar forma a las
instituciones del Estado, las que se formulan desde una referencia cosificada de las
mujeres, en donde no se le incluye en los procesos de organización social, y se instala
una cultura donde se entiende a la mujer como un objeto. ( Meza, D. 2013)
En este plano, los aportes de Carole Pateman a este respecto con el desarrollo de la idea
de un contrato original desde el que se crea sociedad civil, y el cual es de orden sexual-
social, puntualiza en cómo este contrato sexual ha sido permanentemente reprimido, sin
embargo este es la base del derecho político, donde el “derecho paterno es solo una
dimensión, y no la originaria, del poder patriarcal. El poder de un hombre en tanto padre
deviene luego de que haya ejercido el derecho patriarcal como hombre (esposo) sobre
una mujer (esposa).” (Pateman, C.1995:12) siendo este derecho patriarcal sinónimo del
derecho a subordinación a las mujeres por parte del varón en razón del vínculo conyugal,
y ya no de parentesco.
Así el contrato sexual se asume como parte de la esfera privada, mientras que el contrato
social refiere a la esfera pública por ende políticamente relevante, mientras que el
contrato original desde el que se crea sociedad civil, no puede ser explicado si no por la
igual importancia de ambos contratos, por ende “el desplazamiento crea dificultades para
recuperar y relatar la historia perdida.” (Pateman, C. 1995:12) Con la lectura integral del
contrato original surge un aspecto clave de cómo se ha construido sociedad civil mediante
la diferenciación sexual de sus habitantes, siendo unos, los hombres, dotados de atributos
suficientes para conformar este contrato y por ende constituirse como individuos, mientras
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que las mujeres no han nacido libres. En este sentido “la diferencia sexual es una
diferencia política, la diferencia sexual es la diferencia entre libertad y sujeción. Las
mujeres no son parte del contrato originario a través del cual los hombres transforman su
derecho natural sobre la mujer en la seguridad del derecho civil patriarcal.” (Pateman, C.
1995: 15)
Ahora bien, siguiendo la definición de Estado que lenin interpreta de las lecturas a Marx
este es “un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra,
es la creación del orden que legaliza y afianza esta opresión amortiguando los choques
entre las clases.” (Lenin, V .2009 :29)
En esta misma línea, Giddens plantea que “ el éxito del monopolio de los medios de
violencia dentro de precisas fronteras territoriales, es algo distintivo del Estado moderno
como también lo es la existencia de especiales conexiones con el industrialismo, que
penetran tanto en la organización de las fuerzas como el armamento a su disposición.”
(Giddens, 63)
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Así, el ejercicio de la violencia como función legítima del Estado es manifestada a su vez
mediante las lógicas patriarcales instaladas desde la institucionalidad y la vida en
sociedad, siendo las mujeres blanco de sometimiento y de la limitaciones impuestas a sus
derechos y libre desenvolvimiento en la sociedad.
En este sentido, y tomando el argumento de Daisy Meza “el patriarcado es una forma de
organización social que se inicia con la familia, se institucionaliza y toma forma de Estado,
masculinizando todos los componentes que lo conforman. De aquí que todo lo que se
construye (...) sea pensado desde la masculinidad, pues el varón se apropia del concepto
de institucionalidad y Estado.” (Meza, D. 2013. Recuperado de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-32932013000100010)
Con esto se puede resumir que el Estado como configuración netamente patriarcal y a su
vez como legitimador de la violencia física, instaura un tipo de sociedad regida por el
sometimiento, por lo que al preguntarse por el vínculo entre Estado y patriarcado, el
resultado deviene en un mismo contrato original basado en una doble dialéctica de
subordinación, una de clase y otra de género.
El concepto de heteronorma debe ser entendido desde la teoría queer, entendiendo ésta,
como el conjunto de ideas sobre género y sexualidad, todo esto, ligado a que el género, la
identidad de género y orientaciones sexuales no tienen porque estar completamente
relacionado con la naturaleza humana, sino son resultados de construcciones sociales a
través del tiempo. Asimismo, se debe entender como un entramado social, económico,
político y cultural complejo y que ha sido regido e impuesto por el sistema capitalista
patriarcal y, que tiene como objetivo el normalizar las relaciones sexuales y afectivas, así
como las prácticas sexuales que se desarrollan entre personas de diferente sexo biológico
y el vínculo heterosexual que se establece entre ellos. Es posible entonces, mantener el
sistema mediante el uso de diferentes mecanismos ya sea, jurídicos, educativos,
comunicacionales y/o religiosos, y de esta manera permitir la creación y reproducción de
costumbres y conductas machistas, violentas y patriarcales, fomentando así, el prototipo
de familia ideal tan beneficiosa para el sistema, a través,de instituciones jerarquizadas
que dependen del estado.
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Desde los planteamientos de Diana Maffia, la heteronorma sería producto de una frontera
normativa que establece la forma en que se deben vivir y sentir todos los aspectos de la
vida (...) “La frontera simbólica establece un sistema de identidad de características
normativas, y reordena las condiciones de la vida para dictar cómo se vive el tiempo, el
espacio, los comportamientos, los deseos, lo temido y lo querido”, por ende, dado los
contextos históricos es que se va a desarrollar un entramado normativo de modalidades
de carácter racial, sexual, de clase y étnicas. En consecuencia a lo anterior es que “es
imposible separar el <<género>> de las intersecciones políticas y culturales en las que
constantemente se produce y se mantiene” (Butler, J, 1999:49)
Es por esto que, las distinciones sexuales y de género son tan beneficiosas para el
modelo capitalista patriarcal, ya que se reproduce de manera efectiva el sistema de
dominación imperante, en palabras de Judith Butler, “(...) el concepto no es exhaustivo, no
porque una <<persona>> con un género predeterminado sobrepase los atributos
específicos de su género, sino porque el género no siempre se constituye de forma
coherente o consistente en contextos históricos distintos (...)”(Butler, J, 2002: 49)
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estigmatizar la homosexualidad o cualquier práctica sexo - afectiva que se salga de las
normas y que por ende son un atentado contra el orden naturalmente aceptado.
“Al decir la “disidencia sexual” expresamos con el lenguaje la referencia a una conducta
que se aparta de las normas, y por lo tanto presuponemos tales normas al llamar
“disidente” a esa conducta. ¿Quién instala las normas, quién las obedece, quién castiga
sus incumplimientos, quién castiga las fronteras de los cuerpos?” (Maffia,D, 2009: 2)
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alteridad.
De esta manera es como se genera una jerarquía de los cuerpos, en la que surgen
relaciones de poder sostenidas en la opresión y el dominio de unos sobre otros, con
motivo de cuán “ajustados” se encuentran a los factores culturales relevantes. Así las
mujeres son sujetos de sometimiento por el patriarcado en donde se asumen sus cuerpos
como una propiedad que no debe ejercer resistencia, y que de hacerlo será violentado
como forma de disciplinamiento. Asimismo la homofobia y la heteronormatividad se
encarga de disciplinar a los cuerpos sexualmente disidentes mediante prácticas como el
uso de “terapias normalizadoras” que pretenden interpretar esto como una enfermedad
que puede ser superada, y también mediante el uso de la violencia simbólica que se
encarga de interiorizar la idea de alteridad a la normalidad de quienes poseen cuerpos
sexualmente disidentes, generando fronteras con el resto de la sociedad que se asume
desde una “normalidad” consensuada mediante el contrato original. (Maffía, D. 2009)
Foucault se cuestiona si todas estas restricciones en torno a la sexualidad, desde las que
se pretende que su fin único sea la reproductividad y mantener los discursos sobre sexo
en secreto, remiten a la preocupación por “asegurar la población, reproducir la fuerza de
trabajo, mantener la forma de las relaciones sociales, en síntesis: montar una sexualidad
económicamente útil y políticamente conservadora.” (Foucault, M. 2007 :49) A lo que el
mismo autor responde planteando al siglo XX como el espectador de una explosión de
heterogeneidad sexual, mientras que hasta finales del siglo XIII el matrimonio es el
principal foco de coacción desde donde cualquier tipo de infracción ya sea por la
búsqueda de placeres distintos , la infidelidad, o de otros tipos, era castigada desde los
tribunales de justicia, asimismo con la homosexualidad, la sodomía, entre otros. Con esto
se impone un sistema de control y poder material de los cuerpos que conduce a la
desigualdad y a estados de dominio.
Ahora bien, en el siglo xx, Foucault “percibe que comienzan a aflojar estos dispositivos
dominantes, permitiendo el espacio para nuevas concepciones. Por este motivo considera
esencial analizar los dispositivos de control y fuerza e invertir el análisis hacia los
mecanismos positivos.” (Vásquez & Carrasco. 2017:617) de manera que se construya
“una economía política de una voluntad del saber” (Foucault, M. 2007: 92)
Y si bien, las ataduras en torno al sexo se han visto aflojadas, estas se han invertido a
posicionar el saber sobre el sexo como un objeto de demanda comercial, contenido de un
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precio acorde a los focos de atención puestos sobre esta “economía de placeres
múltiples” (Foucault, M. 2007: 91)
De esta manera surge la promesa capitalista que une al consumo con la libertad (Solá &
Urko, 2014) , en la medida que la sociedad descanse en el modelo de subordinación en el
que se desarrolla, el mercado crece a través de lo que ni el Estado ni el sistema jurídico
se han propuesto satisfacer, la libertad de los individuos, porque tanto la clase, la
disidencia sexual y el ser mujer son motivo de subordinación y violencia legitimada,
siendo este el ordenamiento hegemónico de la sociedad actual.
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quién lo entiende como dos conceptos que no deben disociarse, en la medida que ambos
se construyen en base a la imposición del dominio masculino y la misoginia, los que a su
vez se montan en la base de una imposicion heteronormativa. (Jeffreys, Sh. 1996)
También el lugar que ocupan los sujetos en la esfera socioeconómica es un hecho que da
cuenta de la sujeción capitalista heteropatriarcal, en la medida que la autosuficiencia es
una característica asociada a construcción de la masculinidad, tanto de la perspectiva
emocional como material, entendiendo que lo masculino se construye de sí para sí,
mientras que lo femenino se construye desde sí para el resto. Cuestión que impacta
directamente en los diferentes roles que cumplen hombres y mujeres en su respectivo
desarrollo laboral, donde el trabajo femenino es subvalorado en razón del masculino, es
decir “la matriz heterosexual que hace inteligibles a los sujetos mientras sigan un patrón
dicotómico de coherencia entre sexo (mujer/hombre), género (femenino/masculino) y
deseo (heterosexual) implica y replica unas esferas socioeconómicas que dependen de
que la propia heteronormatividad continúe funcionando. (...) Así el heteropatriarcado como
un sistema de regulación de cuerpos y sexualidades, y de ordenamiento de esferas
socioeconómicas, que permite la existencia de esos ámbitos feminizados al servicio de los
masculinizados y garantiza la existencia de sujetos subalternos que los ocupen. El
heteropatriarcado es imprescindible para mantener en pie al capitalismo(...)” (Solá & Urko,
2014: 102)
22
individuo y de sociedad.
Una educación sexista se caracteriza como aquella en que existe una notoria y fuerte
división entre lo esperado de los niños y hombres, así como, de las niñas y mujeres; todo
esto basado en los estereotipos de género que están presentes en la sociedad. “Debemos
entender nuestras sociedades como una organización dicotómica (norte - sur, hombre -
mujer, rico - pobre; público - privado…), jerárquica, patriarcal y heteronormativa; donde las
relaciones de género se basan en estructuras de reparto del poder desigual.” (Martínez,
M, 2016:130). Es decir , una educación que está basada en la reproducción y
perpetuación de los roles de género. Este sistema tiene diferentes y diversos mecanismos
con los que puede reproducir las normas ya establecidas, pero la educación es una de las
principales, debido a que permite la reproducción de patrones sociales desiguales que
luego serán los que perpetúen el sistema capitalista - patriarcal.
Es por esto que resulta urgente transformar desde los cimientos el tipo de educación que
se está enseñando desde la educación pre escolar hasta la universitaria, ya que, solo de
esta manera se podrá generar un cambio real en la sociedad. Para que dicho cambio
ocurra, debe implementarse en la educación, el enfoque feminista, ya que, debido a su
enfoque basado en la equidad se puede evitar la reproducción de mecanismos desiguales
que fomentan la violencia machista “En este sentido, el feminismo se convierte en una
poderosa opción de cambio al buscar, defender y proponer la construcción de relaciones
23
de género basadas en la equidad y generar alternativas de acción ante los mecanismos
de reproducción de desigualdades. En el presente artículo los términos relativos a
feminismo, educación, mujeres, perspectiva de género, ciudadanía, desarrollo,
empoderamiento y crítica, van a definir una forma particular de saber, ser, estar y hacer.”
(Martínez, M, 2016:131).
24
En definitiva, incluir la perspectiva de género en la educación y, por ende, en las acciones
educativas que se suelen llevar a cabo, permitirá lograr una ciudadanía transformadora
que dará cabida a las voces oprimidas y acalladas de mujeres y hombres en pro de una
sociedad más equitativa, lo que permitirá además generar espacios en donde se fomente
la transformación social y cultural desde sus cimientos, permitiendo así, transformar la
estructura social, para ubicar, de esta manera, a la educación como la clave fundamental
para una sociedad con justicia social y equidad.
Desde los planteamientos de Laclau, que parte su análisis del concepto de hegemonía
desde una perspectiva gramsciana, una relación hegemónica se hace posible en la
medida que una fuerza social particular se haga cargo de la representatividad de una
totalidad radicalmente inconmensurable con esta. Así la única forma que una comunidad
política puede alcanzar es la “universalidad hegemónica” (Villalobos-Ruminot, 2002).
Esta relación hegemónica, según Laclau, contiene una dimensión universalista, la que no
está relacionada necesariamente a un espacio público ni a una concepción marxista
donde se alcance a través del fin de la política, al contrario, es “constitutivamente política”
(Villalobos-Ruminot, 2002:50) y que resulta de “una dialéctica específica entre lo que
llamamos lógicas de la diferencia y lógicas de la equivalencia” (Villalobos-Ruminot,
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2002:51) donde la necesidad radica en la representación de la totalidad, más allá de las
diferencias que puedan existir de las relaciones de equivalencia. Es decir la
representación deviene de una universalidad que trasciende las particularidades, así se
construye una relación hegemónica.
Sin embargo esta universalidad está contaminada por dos motivos “(1) esta vive en la
irresuelta tensión entre universalidad y particularidad; (2) su función de universalidad
hegemónica no es adquirida definitivamente y es, por el contrario, siempre reversible.”
(Villalobos- Ruminot, 2002:51)
Ahora bien, desde la definición que acuña Fernando Muñoz León, la hegemonía sería una
“articulación socialmente existente, en una formación social específica , de relaciones de
dominación y subalternidad entre grupos definidos por la posición que ocupan en la
estructura social, particularmente en sus dimensiones económica, simbólica, crática y
epistémica.” (Muñoz, F. 2016: 206) desde este punto de vista, la hegemonía se constituye
en una dinámica de dominio y subordinación.
En una línea muy cercana a Muñoz, Williams plantea la hegemonía como: “un cuerpo de
prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida; nuestros sentidos y dosis
de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro
mundo. Es un vívido sistema de significados y valores-fundamentales y constitutivos- que
en la medida que son experimentados como prácticas parecen confirmarse
recíprocamente. (…) en el sentido más firme, es una “cultura”, pero una cultura que debe
ser considerada asimismo como la vívida dominación y subordinación de clases
particulares”. (Williams, 2000: 131-132)
Mientras que la definición de Zizek en la lectura de (Vidal, Et.Al , 2017) refiere a que “la
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realidad es el fruto de las ideas, del sistema simbólico imperante. Cuando una idea se
vuelve hegemónica (gracias al aparato cultural de que dispone) la realidad acaba siendo
como ella la describe. Si la política es una cuestión de ideas, discutir de ideas equivale a
disputar cómo se constituye la realidad.” (Butler, Laclau & Zizek, 2000 en Vidal, Et.
Al, 2017:31)
Esta investigación pretende dar respuesta al objetivo planteado, para ello será necesario
indagar en el discurso con respecto a educación superior que proclaman las y los
participantes de la Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU) y asimismo analizar los
aspectos contrahegemónicos que impugnan al modelo dominante actual y que están
presentes en él. El procedimiento del análisis se desarrollará a través del análisis
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cualitativo para así comprender de manera más profunda el fenómeno planteado. De esta
manera será posible el análisis exhaustivo de la realidad, para así tener una comprensión
más íntima de ella y poder captar su verdadero sentido (Sierra Bravo, Restituto. 2007)
c) Profundidad: “De acuerdo con este criterio, se pueden dividir las investigaciones
sociales en descriptivas, explicativas y exploratorias” (Sierra Bravo, 2007: 34).
Desde lo planteado Sierra Bravo, esta investigación es de carácter exploratorio,
debido a que se pretende analizar la dinámica, los factores y la estructura que
influyen en los fenómenos sociales.
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investigación puede ser definida tanto microsociológica como macrosociológica,
se considera microsociológica en tanto sujeto de estudio, esto debido a que la
investigación actual se centra en un grupo pequeño de individualidades
pertenecientes a la Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU), sin embargo,
el carácter macrosociológico es entregado debido a que se analiza el discurso de
las individualidades a analizar, pero dicho discurso proviene de un nuevo
paradigma que ha comenzado a surgir, cuestionando la estructura dominante a
nivel macro social.
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asimismo, generar un enfoque completo de la realidad actual del fenómeno a
estudiar, además entrega una perspectiva de los escenarios pasados y futuros.
“Para el investigador cualitativo todas las perspectivas son valiosas. Este
investigador no busca “la verdad” o “la moralidad” sino una comprensión detallada
de las perspectivas de otras personas. A todas se las ve como iguales” (Taylor y
Bogdan. Introducción a métodos cualitativos de investigación.p:21). Es debido a
esto, que los investigadores cualitativos deben ser neutrales y separarse de sus
concepciones valóricas y morales, aunque eso no quiere decir que no se permita
la identificación con los sujetos a estudiar, debido a que si el investigador logra
generar un vínculo de identificación, puede visualizar el fenómeno desde la
perspectiva de los sujetos, por ende, se podría hacer un análisis más certero.
Las entrevistas en profundidad permiten tener un panorama mucho más preciso
del tema a investigar, deben ser entendidas como “Por entrevistas cualitativas en
profundidad entendemos reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y
los informantes, encuentros éstos dirigidos hacia la comprensión de las
perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o
situaciones, tal como lo expresan en sus propias palabras” (Taylor y Bogdan,
1984:101). Lo que permite que el investigador tenga una conversación con sus
informantes, con un fin previamente establecido desde una línea argumental.
Por último, la tercera técnica a utilizar es la observación participante, debido a que
ésta técnica permite la identificación y familiarización estrecha con el grupo a
investigar, en este caso, la Coordinadora Feminista Universitaria (COFEU). “La
expresión observación participante es empleada aquí para designar la
investigación que involucra la interacción social entre el investigador y los
informantes en el milieu de los últimos, y durante la cual se recogen datos de
modo sistemático y no intrusivo” (Taylor y Bogdan. 1984:31).
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pertenece a la sociología de la educación y género, analiza las instituciones de la
política y la educación y el sector social al que va dirigido es el zonal metropolitano
de la Coordinadora Feminista Universitaria, con énfasis en la estructura social,
generando un cuestionamiento a la hegemonía dominante por lo que se analizan
además las prácticas culturales que tensionan esta hegemonía, es decir, atributos
contrahegemónicos y contraculturales.
“Las muestras cualitativas como lo señala Goetz y Lecompte (1988), se reconocen por su
flexibilidad y adaptabilidad,y porque los sujetos son escogidos obedeciendo a una
selección pragmática y teóricamente informada, aspirando a la comparabilidad y
traducibilidad más que a la generalización(...)” (Echeverría y Zarzuri. Técnicas de
Investigación cualitativa: el grupo de discusión y la entrevista en profundidad, p:22)
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