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A d i c c i o n e s s i n su s t a n c i a
¿ Có mo a c t u a r ?
Redes sociales, móviles de última generación, dispositivos como iPod, etc. son
herramientas imprescindibles de la cultura juvenil. Es importante estudiar
cómo utilizan la tecnología porque los adolescentes están entusiasmados con
las posibilidades que les ofrece ese mundo, pero no está exento de riesgos.
El adolescente y El Móvil
A los adolescentes les apasionan los teléfonos móviles. Son fuente de contacto
permanente con sus amigos y un elemento importante de su identidad. Pueden
conseguir diferentes accesorios para personalizarlos, a través de ellos pueden
compartir sus historias personales (fundamentalmente, mediante mensajes
cortos de texto), se enseñan y comparten sus fotos, juegan, escuchan música e
incluso, los que poseen móvil con conexión a internet, utilizan las redes
sociales. Además, la utilización de teléfonos móviles en la adolescencia puede
contribuir a desarrollar competencias como autonomía y responsabilidad
(Pérez San-José et al., 2010).
El problema surge cuando se hace un uso inadecuado del soporte: no se apaga
durante la noche, están pendientes a todas horas de los mensajes que les llegan
y se convierte en una rutina un tanto obsesiva con un ritual compulsivo de
comprobación cada poco tiempo.
Una de las actividades que más fuerza está tomando en los últimos tiempos es
la conexión a internet a través del teléfono móvil.
Para Chóliz, Villanueva y Chóliz (2009) las chicas dedican más tiempo
globalmente, envían más mensajes y realizan más llamadas perdidas, si bien
no se diferencian respecto a la cantidad de llamadas de voz que envían, lo cual
podría explicarse por una cuestión de ahorro económico, ya que el móvil
permite fórmulas de comunicación mucho más baratas que las llamadas de
voz y los adolescentes aprenden a utilizarlas rápidamente.
Además, los adolescentes han encontrado en las TIC, un medio que les
permite ser creativos e interactuar con los demás de forma simultánea. Pueden
personalizar sus páginas, dar a conocer sus propias producciones (musicales,
fotográficas, o cualquiera que sea su afición) y obtener opiniones de los demás
de manera casi inmediata. Es posible aumentar sus posibilidades de éxito
profesional publicando sus creaciones y encontrar a otras personas que
compartan sus intereses. El problema puede aparecer, precisamente, por la
falta de privacidad y por las repercusiones futuras de esa exhibición personal,
ya que han aceptado la pérdida de anonimato, y el concepto de privacidad no
es el mismo que el de un adulto. Asimismo, los aspectos más importantes de la
propia identidad se forjan en esta etapa de desarrollo. Para Rubio y Menor
(2009) la adolescencia está sufriendo cambios en la forma de
autoconceptualizarse. Los adolescentes han adoptado la red como un símbolo
y como una forma de enfrentarse al mundo, que a su vez influye de forma
significativa en el conjunto de la población. Es necesario tener en cuenta que
uno de los valores más arraigados en los últimos tiempos, ha sido lo que estos
autores llaman la juvenilización de la sociedad. Es decir, que los estilos de
vida, los grupos de referencia y las expectativas imperantes, coinciden con los
valores propios de la juventud. Los jóvenes usan las TIC con gran naturalidad
y de forma lúdica porque han sido socializados en contextos tecnologizados a
través de procesos de autoaprendizaje y conocimiento informal (Merino,
2010). Pero para Sádaba (2012), el conocimiento que tienen los adolescentes
de las tecnologías es principalmente instrumental. Aunque tengan una
sorprendente agilidad en el manejo, el uso que les dan queda reducido
fundamentalmente a cubrir sus necesidades inmediatas de ocio y de relación.
De hecho, aunque estén hiperconectados acaban relacionándose siempre con
las mismas personas, tanto en la vida virtual como en la real.
Sin duda, los adolescentes se han dejado seducir por internet. Para Elzo et al.
(2009) internet es, después de la televisión, el medio de comunicación que
mayor influencia tiene en los niños y jóvenes. Esta generación lo ha
incorporado a sus vidas ofreciéndoles magnificas posibilidades y dotándoles
de un espacio poco dirigido y controlado por los adultos. Se han desarrollado
en un mundo interconectado que favorece el intercambio de ideas entre
cualquier persona. Estas nuevas posibilidades comunicativas, teniendo en
cuenta que, aunque en general los padres y madres se interesan por la
actividad de sus hijos e hijas en internet en mayor medida de lo que lo hacen
con el móvil o los videojuegos (Agencia española de protección de datos
[AEPD] - Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación [INTECO],
2009), han generado cierta desconfianza y alarmismo en algunos sectores.
Según el Informe del Defensor del Pueblo (Ochaíta et al., 2010) en la práctica
totalidad de los hogares españoles en los que conviven chicos y chicas de
entre 12 y 18 años hay, al menos, un ordenador –que suele estar ubicado en su
habitación- y está conectado a internet. En la mayoría de los casos, no dispone
de ningún sistema de filtrado que bloquee o controle el acceso a determinados
servicios y contenidos. Además, es importante señalar que, en la mayor parte
de los casos, los menores están solos cuando navegan por la red. Datos
similares los encontramos en la investigación de Aranda, Sánchez-Navarro y
Tabernero (2009), en la que se afirma que la mayoría de los jóvenes españoles
se conectan a internet en casa y no tienen ningún tipo de restricción para su
uso. En el caso de que éste exista –y a diferencia de lo que ocurría con la
televisión- se controla el tiempo y el acceso a determinados contenidos.
En el estudio de Ochaíta et al. (2010) los propios menores reconocían que el
hecho de navegar en compañía de un adulto no supondría ninguna ventaja para
ellos, pues sus padres y madres tenían menos conocimientos de la materia que
ellos mismos. Algunos datos interesantes acerca del uso de internet por
adolescentes:
Los chats son “salas” de internet donde las personas se reúnen para
charlar. Generalmente, existen posibilidades de hablar con un grupo de
gente o en privado. Para acceder a las salas es necesario usar un
sobrenombre o apodo (conocido como nick) y, opcionalmente, una
fotografía o una imagen que te identifique (avatar). Los chats
representarían la idea de “espacios virtuales públicos” mientras que la
mensajería individualizaría las comunicaciones establecidas (Gordo y
Megías, 2006). En un segundo momento, se puede pasar a hablar en
privado o utilizar la mensajería instantánea.
Asimismo, algunas redes sociales cuentan con un servicio de chat en
línea.
El uso habitual que hacen los adolescentes de estas aplicaciones es
puramente social, pero el chat puede proporcionar a las personas
solitarias la sensación de estar integrado en un mundo virtual en el que
se socializa con los demás sin ningún tipo de problema. Además, puede
representarse a sí mismo con una imagen ideal, ya que el anonimato lo
permite.
En cualquier caso, la popularidad de los chats a lo largo de la década de
los noventa es actualmente compartida con los programas de mensajería
instantánea y redes sociales (Gordo y Megías, 2006).
Bibliografía
http://riubu.ubu.es/bitstream/10259/219/1/Garrote_P%C3%A9rez_
de_Alb%C3%A9niz.