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SEGUNDA PALABRA: «Hoy: estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43).

La concepción judía sobre la resurrección estaba relacionada con el fin de los


tiempos, no con el hoy con que Jesucristo la asegura: HOY estarás conmigo en el
paraíso. En la Torah se dice que es maldito quien cuelga de la cruz, puesto que
eso significa que se trata de un criminal, de alguien que no ha cumplido la Ley de
Dios y sus preceptos. Jesús acepta que su interlocutor es un criminal, pero no lo
considera maldito, sino bendito, digno de gozar eternamente del paraíso; él es
muy consciente de que no ha venido a salvar a los justos, sino a los pecadores. La
novedad de esta palabra de Jesús requiere un corazón de niño, un volver a nacer
por obra del Espíritu. Así es ahora el corazón de este hombre que de ladrón se ha
convertido en niño: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey. También
nosotros digamos: "Yo quiero ser como un niño". Y como niños escucharemos de
labios de Jesús: Hoy estarás conmigo en el paraíso... Con Jesús, la vida,
cualquiera que sea su circunstancia, es un paraíso, el único paraíso
En una sociedad del consumo, regida por tantas corrientes filosóficas, doctrinales
y “culturales” que intenta tergiversar el verdadero significado del amor y el valor
de la dignidad humana, al igual que ayer, hoy Jesús extiende sus brazos llenos de
misericordia y acoge a la humanidad.
Hoy que Jesús ha sido apartado del núcleo de la familia y como consecuencia
apartado del núcleo de la sociedad, hoy que se le ha puesto una venda en los
ojos a las personas, hoy que los medios se convierten en el fin, hoy en que la
lacra de la droga rodea nuestros colegios, universidades y ambientes sociales,
Jesús sale a nuestro encuentro y toca la puerta de nuestro corazón
constantemente (apocalipsis 3 20).
A un Jesús que permanece en espera al arrepentimiento del corazón y que
anhela con todo su ser que nosotros sus hijos permitamos que El obre en nuestra
vida, es indispensable, es esencial, que le abramos nuestro corazón. Todos los
hombres tenemos un vacío en nuestro corazón y el tamaño de ese vacío, es el
tamaño de Dios. Hermanos no dejemos que esta sea otra semana santa más,
permitamos a Dios entrar en nuestras vidas y al igual que a aquel ladrón que
estaba junto a Jesús, Él nos responderá con una voz llena de aliento y esperanza.
La iglesia nos dice que no quedara sin respuesta aquel que apela al corazón de
Jesús, si nos sentimos recargados por nuestro pasado no caigamos en la tentación
de dar vueltas hasta marearnos entorno a nosotros mismos, porque ese sería
seguir el juego del enemigo, lo que debemos hacer es llegar donde Cristo y
decirle acuérdate de mí, tuyo soy, en ti arrojo mi esperanza y en el momento en
que arrojamos nuestras cargas en Dios, en ese momento es donde
experimentamos el poder de su salvación.
Esta noche recordamos la muerte de Jesús, pero Jesús no se quedó en el
sepulcro, Dios RESUCITO y gracias a eso nos abrió las puertas de su reino,
Hermanos el gesto del ladrón fue un gesto de nobleza y arrepentimiento, pero no
dejemos que al final de nuestras vidas caigamos en cuenta de nuestros errores,
el momento es ahora, es ya, VIVE COMO VERDADERO CRISTIANO A IMAGEN DE
TU MAESTRO JESÚS.
Antes de finalizar mi reflexión quisiera decir unas palabras a los jóvenes
distraídos como yo: El mundo nos ofrece y nos promete muchas cosas, pero Dios
nos promete un verdadero sentido a nuestras vidas, muchos han acogido a Dios
en su vida y no han quedado defraudados.

Vuelto hacia Ti el Buen Ladrón


con fe te implora tu piedad:
yo también de mi maldad
te pido, Señor, perdón.

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