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Marco teórico

La hipertensión arterial (HTA) es uno de los problemas de salud más importantes en los
países desarrollados, tanto por su elevada prevalencia como por constituir un factor de
riesgo esencial en las enfermedades cardiovasculares. La HTA afecta a un billón de
personas en todo el mundo, causando 9,4 millones de muertes prematuras y su prevalencia
está aumentando (Marrón HO, 2011).
Debido a esto, la HTA supone el primer factor de riesgo para la mortalidad y el tercero más
importante como contribuyente a la discapacidad en todo el mundo. La prevalencia de la
HTA en países con ingresos bajos puede llegar a ser apremiante. De hecho, informes tanto
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como del Banco Mundial destacan la
importancia de los trastornos crónicos, como la propia HTA, como obstáculo para el logro
de un buen estado de salud (Sánchez RA, 2010).

Epidemiologia
La mayoría de los estudios han arrojado que alrededor del 25% de la población
comprendida entre los 20 y 65 años de edad presentan valores de PA que los califican
como hipertensos.
Además se ha visto que los sujetos de raza negra son más propensos a desarrollar
hipertensión que los de raza blanca, por lo que también es superior la tasa de
morbimortalidad por la HTA.
También existen investigaciones que establecen relaciones significativas en las cifras de
PA entre familiares en primer grado, demostrando que la hipertensión tiene mayor
prevalencia entre los familiares de sujetos diagnosticados de HTA.
Igualmente, se han identificado ciertos factores externos que, con mayor o menor impacto,
actúan como factores de riesgo para la aparición y el cambio de valores considerados
dentro de la HTA, los cuales se trataran más adelante. (Darias Curvo S, 2015)

Factores de riesgo
En los sujetos hipertensos influyen determinados factores biológicos, psicológicos y estilos
de vida, que actúan de manera negativamente sobre la presión arterial, a continuación se
explicaran los factores los cuales influyen en la HTA.
Factores asociadas al estilo de vida
Aquí se agrupan los hábitos modificables no adecuados y que, en caso de practicarlos,
sitúan al individuo en un riesgo superior de padecer hipertensión arterial que el resto de la
población.
Los cuales serían: factores dietéticos como una ingesta calórica superior a las necesidades,
resultando en sobrepeso u obesidad, la ingesta elevada de cloruro de sodio, el consumo
habitual de grandes cantidades de alcohol, el sedentarismo y el consumo de fármacos, por
ejemplo, los anticonceptivos orales. (Darias Curvo S, 2015)

Sobrepeso y obesidad
En la mayoría de los estudios se ha puesto de manifiesto de manera clara una prevalencia
superior de hipertensión entre la población obesa, demostrando una relación entre la
elevación de las cifras de PA y el sobrepeso, siendo la obesidad el factor nutricional más
importante en la patogénesis de la HTA.
Por otro lado, está comprobada la relación entre la reducción de peso y la disminución de
la PA: 5 kg de peso perdido implican una disminución de 10 mmHg en la PAS y de 5 mmHg
en la PAD (García Delgado JA, 2008).

Consumo excesivo de sal


La relación positiva entre la ingesta de sodio y la TA, puesta de manifiesto por Trunswell,
tiene su contrapartida en la consideración actual de que solo entre un 9% y 20% de las
personas son genéticamente susceptibles a una HTA inducida por el sodio. Esta
susceptibilidad aumentaría con la edad.
No obstante, algunos estudios demuestran una elevada prevalencia de hipertensión en
zonas con alto consumo de sal y una prevalencia baja entre grupos sociales que consumen
cantidades que no superan los 4 g/día (Borque, 1984)
Aunque lo aceptado es que la disminución del consumo de sal lleva aparejado un descenso
de los valores de la PA, observándose que los individuos que obtienen mejor respuesta a
la reducción del consumo diario de sal son los adultos mayores de 45 años y con las cifras
de PA más elevadas.
A partir de este hallazgo se viene recomendando que los hipertensos reduzcan su ingesta
diaria de sodio en un 50%, hasta unos 5-6 g de sal al día (Milan A, 2002).
Consumo de alcohol
Estudios establecen que la PA aumenta a partir del consumo de 30 g/día de alcohol y, sobre
todo, cuando a este se asocia la obesidad (Miller PM, 2005). Se recomienda que se limite
el consumo diario de alcohol a un máximo de 30 ml de etanol al día, lo que equivaldría a
300 ml de vino o 60 ml de whisky.

Sedentarismo
Según el National Institute for Health Care Excellence (NICE, 2010) indica que, para la
prevención o disminución de la HTA, es beneficioso practicar con regularidad una actividad
física moderada, nunca competitiva ni esporádica.
En 1983, en un estudio de 14.998 estudiantes de la Universidad de Harvard, a los que
siguieron desde los 16 a los 50 años, se observó que el riesgo de hipertensión entre los
que no practicaron ningún deporte era un 35% superior al experimentado por aquellos que
lo hicieron.

Variables psicológicas
Se ha observado el aumento de la incidencia de hipertensión en individuos sometidos a
situaciones que les plantean incertidumbre o frecuentes amenazas y que, para afrontarlas,
tienen que realizar ajustes físicos o psicosociales continuos. Esta circunstancia tiene más
incidencia sobre la elevación de los valores si el sujeto tiene predisposición a padecerla.
Pese a lo expuesto, la OMS, desde 1986, reconoce al estrés un papel importante en la
aparición y el mantenimiento de la HTA (Magán Uceda I, 2013)

Bibliografía
Borque, V. (1984). Consumo de sal y salud pública. Madrid: Mezquita.

Darias Curvo S, C. O. (2015). Hipertension arterial. Madrid: Difusión Avances de Enfermería.

García Delgado JA, P. C. (2008). Scielo. Obtenido de


http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-75232008000300002&lng=es

Magán Uceda I, S. F.-V. (2013). Scielo. Obtenido de


http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-
52742013000200002&lng=es

Marrón HO, M. R. (2011). revalencia, grado de control y tratamiento de la hipertensión arterial en


la población de 30 a 74 años de la Comunidad de Madrid. Rev Esp Salud Pública, 329-338.
Milan A, M. P. (2002). Salt intake and hypertension therapy. Journal Nephrol , 1-6.

Miller PM, A. R. (2005). Excessive alcohol consumption and hypertension: clinical implications of
current research. Journal Clin Hypertens , 346-351.

NICE. (2010). Prevention of cardiovascular disease. London: Public Health Guidance 25.

Sánchez RA, A. M. (2010). Guías Latinoamericanas de Hipertensión Arterial. Revista chilena de


cardiología, 117-144.

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