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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL PERÚ

FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

“Psicología de la Salud”

ALUMNA : ALFARO MEJIA ,PAMELA


DOCENTE : BELLETTI DE BELLIDO, ALICIA OLGA

SEMESTRE : II semestre

LIMA SUR-PERÚ
2017
EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN UN CASO DE TRASTORNO ADAPTATIVO
MIXTO CON ANSIEDAD Y ESTADO DE ÁNIMO DEPRESIVO EN UNA MUJER CON RECIDIVA
POR CÁNCER DE MAMA
Paula Andrea Barraza-Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid. PSICOONCOLOGÍA. Vol. 1, Núm. 1, 2004

El trastorno adaptativo es en la actualidad la psicopatología de diagnóstico más frecuente en pacientes oncológicos. En este artículo se
presenta el estudio de un caso de trastorno adaptativo mixto, con ansiedad y estado de ánimo depresivo, en una mujer con recidiva por
cáncer de mama. Se ofrece una propuesta de intervención psicológica breve en el marco de la intervención en crisis y de orientación
cognitivo - conductual. Se analizan los problemas expresados a nivel fisiológico, motor y cognitivo, y la relación funcional entre éstos y la
manifestación del trastorno. Se exponen asimismo los determinantes, antecedentes y consecuentes de la conducta problema. Como
métodos de evaluación se empleó una entrevista semiestructurada de elaboración propia y los cuestionarios HAD, STAI y BDI, que indicaron
una alta presencia de sintomatología ansiosa y depresiva. La intervención se estructuró en ocho sesiones de hora y media de duración, de
periodicidad semanal. Los resultados a nivel cuantitativo y cualitativo evidencian la eficacia de la intervención en el caso de la paciente, y
el seguimiento llevado a cabo muestra que los resultados se mantienen. A la vista de los resultados se sugiere que la adecuación de la
intervención al modo de funcionamiento del paciente, la selección de objetivos a cumplir por la terapia, el grado de motivación del paciente
y el apoyo familiar y social, son factores importantes a tomar en consideración al diseñar intervenciones psicológicas breves en
Psicooncología.

INTRODUCCIÓN
Se presenta el caso de una mujer de 59 años, que cumple los criterios diagnósticos para un Trastorno Adaptativo Mixto con ansiedad y
estado de ánimo depresivo; en el que el estresante principal identificado es el diagnóstico de recidiva de cáncer de mama por el hallazgo
de metástasis. Los trastornos adaptativos son aparentemente habituales, aunque el patrón epidemiológico varía ampliamente en función
de la población estudiada. En el estudio de Derogatis et al, utilizando criterios del DSM-III, un 32 % de la población total estudiada cumplía
los criterios diagnósticos para un Trastorno Adaptativo. Éste y otros estudios sugieren que se trata del trastorno de aparición más frecuente
en pacientes oncológicos. En concreto la paciente fue diagnosticada en 1993 de cáncer de mama y sometida entonces a una mastectomía.
En 1996 fue tratada por una recidiva local con cirugía, radioterapia y hormonoterapia. En 2002 acude a consulta con la psicóloga tras un
prolongado ingreso hospitalario en el que se le realizan numerosas pruebas y se diagnostica una nueva recidiva (presencia de metástasis
pleurales) y se inicia el tratamiento médico con quimioterapia. Es durante estos meses cuando la paciente acude a la consulta psicológica.
En el momento en que se realiza la intervención la paciente está recibiendo un tratamiento paliativo.
La paciente refiere sentirse tensa, nerviosa e irritable. Describe una sensación fuerte de miedo y presencia de pensamientos recurrentes
de muerte. Su malestar se traduce también en episodios de llanto incontrolado, insomnio de inicio y de mantenimiento, dificultades de
comunicación con su marido y un gran descenso en su nivel de actividad. La paciente es una mujer casada. Su marido ha sufrido varios
infartos cerebrales cuyas consecuencias a nivel motor requieren de la atención de la paciente. Tienen tres hijas, todas casadas con
residencia fuera del hogar, y cuatro nietos. La madre de la paciente tiene 90 años y lleva una vida autónoma; el padre falleció cuando la
paciente contaba 16 años, aunque hacía ya tres que la pareja se había separado. Los padres y hermanos del esposo fallecieron como
consecuencia de un diagnóstico oncológico. Como motivo de demanda de consulta la paciente expresa su deseo de recuperar el “control
sobre su vida” y las “ganas de vivir”. Cuenta con una serie de recursos personales adecuados (habilidades sociales, solución de problemas,
disposición para el cambio, nivel cultural medio, superación de crisis previas, creencias religiosas firmes), un apoyo social y estilo de vida
que van a contribuir al dominio de su situación actual y al aprendizaje de nuevas estrategias para el futuro.
En la intervención psicológica con esta paciente con Trastorno Adaptativo se ha optado por utilizar una psicoterapia orientada a la crisis,
dado que la paciente ha tenido hasta la aparición del problema un funcionamiento aceptable para ella, pero en esta ocasión los medios que
ha empleado para superar anteriores crisis no son aplicables o no han sido efectivos. Es en este marco en el que se plantea la intervención
psicológica con la paciente. Por otra parte, la terapia se ha basado en esencia en el esquema de la Terapia Psicológica Adyuvante (en
adelante TPA), modelo propuesto por Moorey y Greer en 1989 como programa cognitivo-conductual que adapta la Terapia Cognitiva de
Beck a la intervención psicológica de personas con cáncer. Su eficacia ha sido comprobada por sus autores, reflejando mejoría en medidas
de ansiedad, depresión y adopción de estrategias positivas de afrontamiento en el grupo atendido frente al control. En este caso, además,
la paciente presenta un afrontamiento de tipo cognitivo como mecanismo de control y una alta motivación para aprender a controlar síntomas
identificados y problemáticos, motivos por los que sería preferible aplicar este tipo de terapia. La terapia se estructuró en ocho sesiones de
hora y media de duración, de periodicidad semanal, con un seguimiento telefónico mensual los tres primeros meses y una sesión de
seguimiento al quinto mes desde el alta. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto la eficacia de la intervención psicológica aplicada
.

RESULTADOS
A nivel cuantitativo, la paciente completó nuevamente los tres cuestionarios de la evaluación durante la última sesión, obteniendo los
siguientes resultados: En el HAD obtuvo una puntuación 6 en la escala de ansiedad, y una puntuación 2 en la de depresión. Estos resultados
en esta escala sitúan a la paciente dentro de los límites normales para sintomatología ansiosa o depresiva. El STAI arrojó una puntuación
directa en ansiedad – estado de 22, que sitúa a la paciente en el centil 53. La puntuación directa en ansiedad – rasgo fue de 25, colocando
a la paciente en el centil 53. El BDI sitúa a la paciente en el punto de corte para graduar el síndrome depresivo como ligero (puntuación 18).
Es necesario tener en cuenta que los datos del BDI en pacientes oncológicos aparecen “inflados”, y en este caso se están computando
ítems relacionados con síntomas físicos como cansancio –ítem 17-, o referidos a preocupación por la salud –ítem 20-. De un modo más
cualitativo se observan cambios en el triple sistema de respuesta. A nivel fisiológico, hay una mejoría subjetiva y clínicamente observable
de su nivel de ansiedad, así como de la irritabilidad y de sus manifestaciones. El llanto es ahora ocasional, controlado, con motivo
identificado, e incluso con elección de un espacio y un tiempo específicos para llorar (prevención de respuesta). Hay una reducción
significativa de la tensión muscular y manejo de los eventuales incrementos, así como un mejor manejo del dolor asociado a la quimioterapia.
Ha recuperado el sabor en los alimentos, sin que se haya producido ningún cambio tras la administración de quimioterapia. Se reduce
(autoinforme) la latencia del sueño y actualmente los despertares nocturnos son ocasionales, aunque en lo referente al sueño hay
confluencia farmacológica. La recuperación del deseo sexual está siendo gradual, ya que la situación al término de la terapia estaba muy
influida por su circunstancia médica. A nivel motor hay una mejora significativa en las conductas de evitación social, aunque persiste un
nivel de ansiedad que la paciente se siente capaz de manejar y que atribuye a llevar peluca y la posible lástima que esto pueda despertar.
Hay sin embargo una menor mejoría (no significativa), en la transmisión de sentimientos. La agitación ha desaparecido totalmente. A nivel
cognitivo hay una mejoría considerable en la presencia de pensamientos de inutilidad y de estar siendo utilizada, y aunque en el caso del
pensamiento catastrofista la mejoría es más moderada, ha habido un descenso hasta niveles más manejables y adaptativos. Respecto a
la idea de competencia y utilidad está sufriendo una flexibilización gradual, aunque hay que tener en cuenta que por motivos de aprendizaje
es muy difícil de modificar. Algo similar sucede con el razonamiento emocional, si bien se reconoce una clara mejoría en la presencia de
interpretación del pensamiento, atención selectiva y personalización. El entrenamiento en comunicación asertiva ha facilitado la mejora en
la capacidad de comunicar necesidades: transmitir peticiones y solicitar ayuda o apoyo. Por último, es importante señalar que al término de
la terapia ya considera la palabra metástasis como fase tratable de la enfermedad. Se llevó a cabo el seguimiento de forma telefónica los
tres primeros meses, mediante una llamada mensual en la que se preguntaba por dificultades concretas y se recordaba a la paciente qué
estrategia de las entrenadas podía resultarle útil en cada situación. La paciente informó de dificultades durante el primer mes, pero se
produjo una mejoría gradual, valorando como muy positivo el efecto del contacto terapeuta paciente. Al quinto mes se llevó a cabo una
sesión de seguimiento que puso de manifiesto el mantenimiento de los resultados. Su madre había sido diagnosticada de una demencia y,
si bien la paciente había visto limitado su nivel de actividad, expresaba su satisfacción con el disfrute de las que sí podía llevar a cabo, y el
retorno de la sensación de utilidad y de sentido en su vida. Informó asimismo de una mejoría en la relación con su marido, y de haber
recuperado la percepción de control sobre su vida.

COMENTARIO - OPINIÓN

A la vista de los resultados de este artículo, la intervención psicológica que se ha planteado, el resultado asido eficaz en el caso de esta
paciente con trastorno adaptativo mixto con recidiva por cáncer de mama. ya que se llevó a cabo una intervención basada en una
psicoterapia y aunque combinando sus elementos en función de las necesidades de la paciente: las técnicas conductuales, como la
relajación, las tareas graduadas y la planificación de actividades; técnicas cognitivas como el registro de pensamientos automáticos,
estrategias cognitivas de afrontamiento y reestructuración cognitiva; que se empleó a lo largo de toda la terapia. Se ve que procuró, que la
intervención sea estructurara de acuerdo al esquema en tres fases planteado por la TPA. Ya que hubo una elección y aplicación de un
programa de amplio uso como intervención psicológica para mejorar la adaptación y prevenir e intervenir sobre trastornos psicopatológicos,
pero no sólo se mejoró efectivamente la adaptación de la paciente sino también su situación y se intervino con éxito sobre la psicopatología,
vemos también que se previno otros tipos de trastornos.
Igualmente, importante ha sido la adaptación de la intervención no sólo a los objetivos conjuntos de paciente y terapeuta, sino más
concretamente, a las características personales de afrontamiento de la persona. la manera de afrontar con éxito los problemas, y la forma
de expresarse el síntoma. Por este motivo y por los expuestos anteriormente se ha adopta en este articulo plantear la intervención desde
un enfoque cognitivo – conductual, acorde con el planteamiento del problema por la paciente, Si bien el tratamiento se centró en restablecer
a la paciente su nivel de funcionamiento previo y en favorecer el aprendizaje de estrategias que pudieran servir para afrontar posibles crisis
futuras. se estaría sugiriendo que la adecuada intervención al modo de funcionamiento del paciente, sea de selección de objetivos a cumplir
por la terapia, el grado de motivación del paciente y el apoyo familiar y social, son factores importantes a tomar en consideración al diseñar
intervenciones psicológicas breves en Psicooncología.
ESTRESORES LABORALES Y BIENESTAR EN EL TRABAJO EN PERSONAL
AERONÁUTICO DE CABINA
Departamento de Psicología Social y Organizacional de la Facultad de Psicología, Universidad Católica del Uruguay-Cienc. Psicol. vol.9
no.2 Montevideo nov. 2015

La presente investigación tiene como objetivo identificar los factores desencadenantes del estrés laboral y la relación de éstos con la calidad
de vida laboral de personal aeronáutico de cabina. La muestra está conformada por 136 individuos que trabajan como personal aeronáutico
de cabina, a quienes se les aplicó el Cuestionario de Calidad de Vida Profesional CVP-35 de Cabezas (2000), del cual se consideró para
el análisis sólo el ítem que evalúa la dimensión global de esta variable; y el Instrumento de medición de detonantes de estrés laboral para
pilotos (IMDELP) de Aguirre (2015). Los resultados encontrados indican que: (1) los tripulantes de cabina perciben un alto nivel de estrés
laboral, (2) una moderada Satisfacción laboral, (3) una baja calidad de vida laboral, (4) y que existe una relación significativa entre la calidad
de vida laboral y los factores desencadenantes del estrés de tipo organizacional, extra-organizacional y del ambiente físico, (5) además, las
variables sociodemográficas se relacionan significativamente de la siguiente forma: sexo y factor ambiente físico, sexo y satisfacción con
la supervisión, sexo y satisfacción con las prestaciones, sexo y satisfacción con el grado de participación, sexo y desempeño laboral, edad
y desempeño laboral, hijos y desempeño laboral, número de hijos y desempeño laboral, permanencia laboral y satisfacción con el trabajo,
permanencia laboral y desempeño laboral y permanencia laboral y calidad de vida laboral.

Introducción
El actual contexto globalizado caracterizado por cambios permanentes de las nuevas tecnologías y los cambios socioeconómicos y
sociopolíticos impacta de manera notoria en los mercados, las actividades laborales y las organizaciones.
En este contexto las empresas han debido adaptarse promoviendo nuevas formas de organización del trabajo, obligándose a desarrollar y
afinar recursos como la participación femenina o la modificación de las normativas laborales, con el objetivo de mantener y aumentar su
capacidad para competir y subsistir. En este proceso gran parte de las actividades laborales, también sufrieron una importante
transformación, inducidas por estos cambios en las organizaciones empresariales, las nuevas tecnologías, los mercados, los sistemas de
valores y los cambios demográficos de la fuerza laboral, fenómeno que se evidencia en el ámbito aeronáutico (Aguirre, 2015).
Estos cambios pueden tener claras implicaciones y consecuencias para la salud y el bienestar de los trabajadores, así como también sobre
la eficacia de las organizaciones. Cada vez son más los resultados de investigaciones científicas que evidencian la necesidad de que las
empresas tengan responsabilidad corporativa social orientada a promover la salud y lograr mejores lugares de trabajo si es que quieren
obtener mejores resultados en sus productos y/o servicios (Aguirre, 2015). Sin embargo, un gran número de indicadores (absentismo por
enfermedad, accidentes laborales, bajo desempeño, conflictos, etc.) muestran que la situación respecto al desarrollo de organizaciones
sanas y la promoción de la salud en el lugar de trabajo no es tan alta como debería ser y, por tanto, es importante que las políticas y
legislación de los gobiernos, así como las iniciativas públicas y privadas, contribuyan a la promoción de la salud en las empresas. Además,
las empresas tienen que desarrollar políticas y prácticas de salud y seguridad, promoviendo mejoras en los sistemas y condiciones de
trabajo. Para lograrlo, el desarrollo de la gestión organizacional y la implicancia y compromiso de todos los actores organizacionales, desde
la alta dirección hasta el último empleado, juega un papel importante a la hora de dirigir cambios eficientes y saludables.
Esto se justifica debido a que son muchas y variadas en cada caso las categorías organizacionales que afectan el bienestar de los individuos
y de su salud física y mental, siendo las condiciones ambientales, el tipo de tarea, las relaciones sociales en la organización, las políticas
de seguridad y salud, los roles que desempeñan los individuos, entre otros, los que determinan de forma importante el bienestar, la salud,
la calidad de vida y la satisfacción de los miembros. Por ello es necesario tener en cuenta estos factores al evaluar la eficacia de una
organización y no quedarnos únicamente con indicadores de tipo laboral como la productividad o económicos como los beneficios (Vauro,
2014).

En este ámbito, se ha puesto en evidencia que los estresores asociados al trabajo en el medio aeronáutico inciden en que muchos
profesionales padezcan estrés. Estos ocupan el tercer lugar a nivel mundial de las profesiones con mayor exposición a estresores de orden
laboral (Aguirre, 2006), por lo tanto, se debe estimar que los costes asociados a su salud a lo largo del tiempo, por esa exposición a los
estresores, tanto física (afecciones músculo-esqueléticas o a los oídos, entre otras) como psíquica (como por ejemplo ansiedad y
depresión), deberían ser tomados en cuenta en las estrategias de gestión empresarial, tanto en la prevención como en la promoción de la
salud personal y grupal. Sólo de ese modo se puede lograr que estos profesionales pongan en práctica sus habilidades con éxito, dado
que, si no es así, los costos derivados de un fallo, podrían llegar a ser infinitamente superiores (Aguirre, 2006). Es por esto que el presente
estudio tiene por objetivo identificar los factores que desencadenan estrés laboral y la relación que éstos tienen con la calidad de vida
laboral de los profesionales de este rubro. Con respecto a ello la revisión bibliográfica no evidenció estudios similares donde ser relacionen
los estresores laborales y los indicadores de calidad de vida propuestos (estresores laborales más CVP-35). Este estudio, por tanto, se
organizó con la intención de llenar ese vacío de información para generar estrategias que mejoren la organización del trabajo (disminución
de errores, de absentismo, entre otros) y la calidad de vida de estos profesionales (promover salud y bienestar, desempeño, entre otros)
(Aguirre, 2015).
Marco Teórico
Estrés Laboral
En la actualidad, se le ha puesto especial atención a las manifestaciones de estrés en profesionales que trabajan prestando servicios y
particularmente a aquellos que lo hacen en contacto con público. Este tipo de actividad impone unas demandas y habilidades especificas
con las que muchas veces no cuentan los trabajadores, debiendo éstos enfrentar situaciones con un bajo nivel de control personal (Amutio,
2004; Román, Ortiz, & Hernández, 2008). Tal es el caso en el que se encuentran los tripulantes de cabina, quienes teóricamente, están
expuestos a altos índices de estrés laboral.

Pero, ¿Qué es el estrés? El estrés es la respuesta del organismo ante las exigencias de su medio. Esta respuesta permite la adaptación,
pero si la misma se vuelve prolongada a lo largo del tiempo puede causar modificaciones en el propio organismo no reversibles. Es por ello
que el estrés constituye un mecanismo de defensa natural, que ha permitido sobrevivir a nuestra especie. En definitiva, el ser humano
requiere del estrés dado que éste es quien permite regular la capacidad de respuesta y por lo tanto de adaptación. Entonces, el objetivo no
es eliminar el estrés en el ser humano, sino lograr un manejo adecuado o de acuerdo a nuestra forma de vida (Rodríguez & Matus, 2002).
Esto debido a que la respuesta de estrés del ser humano moderno es frecuentemente inapropiada por su nivel de intensidad y las situaciones
a las que se enfrenta (Rodríguez & Matus, 2002). Ciertamente, el estrés laboral es el principal factor de riesgo psicosocial que hoy día se
produce en las empresas, dañando la salud de las personas. Este además es relatado por una gran cantidad de trabajadores como una
experiencia que atraviesan en algún momento de su jornada laboral (Sierra, Zubeidat, & Ortega, 2003).

Satisfacción laboral
Otra variable ligada a la vida laboral es la satisfacción laboral, la que se puede definir como el resultado de la percepción subjetiva de las
experiencias laborales del sujeto. Esta puede afectar a la cantidad y calidad del trabajo que desempeñan los profesionales, de tal forma
que pudiese estar ligado con la percepción de estrés laboral. Algunos autores como Sánchez et al. (2014) señalan a Hoppock como el
pionero en los estudios de satisfacción laboral en el trabajo, este comprendió que esta variable podría influir positivamente en el rendimiento
de los trabajadores, aunque los estudios subsiguientes como los de Locke (1976) y Brief (1998) ayudaron a determinar como la percepción,
así como los estados emocionales eran los aspectos que contribuían a la formación de este constructo. Los indicadores de satisfacción
laboral incluyen: satisfacción intrínseca con el trabajo, satisfacción con las condiciones de trabajo, satisfacción con las prestaciones
recibidas, satisfacción con la supervisión, satisfacción con la participación, y otros factores de la satisfacción laboral. En base al Cuestionario
de Satisfacción laboral S20/23 Aguirre (2006) realiza modificaciones y lo incorpora al Instrumento de medición de detonantes de Estrés
Laboral para pilotos (IMDELP) creado por la autora y utilizado para fines de esta investigación.

Calidad de Vida Laboral


La Calidad de Vida Laboral (CVL) presenta muchas y variadas definiciones, predominando diferentes términos como consecuencia de las
experiencias de trabajo sobre la satisfacción laboral y salud mental de los individuos; mejorías para las personas y para la organización;
enriquecimiento y humanización del trabajo; motivación, entre otros (Da Silva, 2006). Estos aspectos cobran relevancia debido a que las
contingencias sociales suelen provocar altos niveles de estrés que afectan la salud, la calidad de vida y la longevidad de las personas
(Cockerham citado en Molina-Jiménez, Gutiérrez-García, Hernández-Domínguez y Contreras, 2008; Sandín, 2003). Así, la calidad de vida
laboral puede estar afectada por el estrés, por ejemplo, el nivel elevado de estrés laboral puede incrementar la práctica de hábitos insanos
como fumar y abusar del alcohol, o reducir la práctica de hábitos saludables como la frecuencia de ejercicio físico, etc., lo cual sugiere que
el estrés no sólo puede inducir efectos directos sobre la salud, sino también efectos indirectos a través de la modificación de los estilos de
vida (Sandín, 2003). Por su parte, Da Silva (2006) propone que la CVL es el resultado de las condiciones proveídas por una organización,
las cuales impactan en la salud física, emocional y psicológica del trabajador. Además, la calidad de vida se puede determinar por la
satisfacción que el empleado siente en relación a las circunstancias que rodean sus actividades laborales (Blanch et al., 2010; Jure, 2001).

Estrés laboral en Tripulantes de cabina


La psicología aeronáutica es quien se ocupa de los temas relacionados con el personal aeronáutico, teniendo como objetivo “Optimizar la
relación entre el ser humano, sus actividades concretas y el medio en donde las desarrolla, con el fin de potenciar la seguridad y la salud
de los trabajadores de la industria aérea y, como consecuencia directa, la de sus clientes los pasajeros, a través de una función global tanto
preventiva como de intervención” (Rubio, 2007). Es decir, contribuir a una mayor eficiencia en la relación hombre-máquina, aplicando
conocimientos técnicos y psicológicos a los trabajadores (Hansen, 1990).Es esta disciplina la que ha estudiado las múltiples causas del
estrés, las cuales se han clasificado en un intento de analizar diversos factores por separado para fines prácticos, manteniendo siempre la
visión de que durante las actividades aeronáuticas y operaciones relacionadas, ellas interactúan de forma multifactorial y compleja (Hein,
2005).
Ahora bien, el estrés laboral en los profesionales que se dedican a la atención de público, es causado por tres posibles fuentes o estresores.
Por un lado, las exigencias de la empresa, ya que estos trabajadores/as suelen ser las personas que representan la imagen directa de la
entidad. Por otro, las exigencias de los clientes que cada vez son más elevadas. Y, por último, la estructura de unas condiciones laborales
concretas, que abarcan la organización del trabajo, el diseño de los puestos, etc. (Federación de Comunicación y Transporte, 2004).
Peiró propone el modelo de Desencadenantes de Estrés Laboral que ha sido aplicado a diversas áreas, entre ellas la aeronáutica,
específicamente en pilotos comerciales chilenos y españoles y que luego es modificado por Aguirre, (Aguirre, 2015).

Este modelo, planteado por Aguirre, propone como antecedente del estrés laboral el factor humano, que corresponde a todos aquellos
factores que tienen relación con el entorno aeronáutico, esto quiere decir que ve a la persona en su entorno de trabajo y de la vida, sus
relaciones con otras personas, máquinas, equipos y procedimientos (Aguirre, 2015; Covello, 2005; Canton, Alier, & Montesinos, 2005).
Como desencadenantes del estrés, se menciona la presencia de estímulos tensionan tés de orden ocupacional, definidos por Peiró como
un conjunto estimular laboral que con frecuencia produce tensión y otros resultados negativos en la persona. Aquí, se encuentran 5
dimensiones propuestas como estresores: las características propias del trabajo (horas de vuelo, permanencia laboral, horarios de trabajo,
complejidad de las funciones, etc.), relación familia trabajo (falta de horas para estar con la familia), los factores organizacionales (falta de
políticas de salud ocupacional, prevención del estrés, etc.), relaciones interpersonales en el trabajo (falta de planes de desarrollo de equipos
de trabajo) y factores ambientales (tamaño inadecuado de los baños, falta de lugar adecuado para el descanso, etc.) (Aguirre, 2006).

Por último, podemos encontrar como consecuencias del estrés laboral factores como: la insatisfacción laboral, falta de compromiso
organizacional, enfermedades psicosomáticas, etc. (Aguirre, 2006),

Comentario-opinión

De acuerdo a los análisis realizados Con esta investigación de estrés laboral se podría decir que los tripulantes de cabina evaluados, se
considera que su Calidad de Vida laboral se encuentra en un nivel entre moderada a baja. Lo que se podría decir de esta misma
investigación, que se plantea para mejorar la Calidad de Vida Laboral de estos trabajadores se debe partir desde generar un equilibrio entre
las demandas familiares y laborales que se mencionaron como incompatibles.

También en relación a los factores desencadenantes de estrés en los tripulantes de cabina y azafatas son las Relaciones interpersonales,
Contenidos y Demandas, Ambiente físico, Factores Organizacionales y Extra organizacionales. podemos decir que se encuentran presentes
en un nivel alto en la presente muestra de la investigación

Por otra parte, los resultados obtenidos muestran que en relación a la Satisfacción laboral los tripulantes de cabina presentan niveles
moderados-bajos, lo que se traduce en que éstos sienten una moderada satisfacción con la supervisión que reciben, con la motivación que
brinda el trabajo y con el ambiente físico en el que se desempeñan. Y una baja Satisfacción con las prestaciones que se les entrega y con
el grado de participación que tienen en la toma de decisiones relativas a la empresa. Es por esto que la nuestra de esta investigación toma
gran importancia ya que, al tratar de intervenir en aquellos factores, las ambas partes podrían ganar. Así, los TPC mejorarían su satisfacción
en el ámbito laboral y la empresa obtendría mejor rendimiento laboral de parte de sus empleados, lo que finalmente se traduce en mayor
rentabilidad.
FAMILIA Y ENFERMEDAD CRÓNICA PEDIÁTRICA
Claudia Grau Rubio, Escuela Universitaria de Magisterio «Ausias March». Universidad de Valencia- Anales Sis San Navarra vol.33 no.2
Pamplona may./ago. 2010

Introducción

La enfermedad del niño es siempre un problema familiar y su calidad de vida está íntimamente relacionada con el apoyo familiar que recibe.
Los padres tienen que adaptarse a las características de cada enfermedad en sus diferentes fases (diagnóstico, tratamientos...)
restructurando su vida familiar. La enfermedad puede ser impredecible, requiere atención constante y llegar a formar parte de la vida familiar,
produciendo cambios estructurales, procesuales y emocionales en la familia.
Ante la enfermedad crónica, los padres reaccionan de distinta manera según su grado de vulnerabilidad o según su grado de resiliencia
(fortaleza y competencia). Sus reacciones dependen de numerosos factores como: experiencia en situaciones de crisis y problemas
médicos, estatus socio-económico, nivel de conocimientos, calidad de los servicios sanitarios y educativos y sistemas de apoyo.
En el trabajo y colaboración con las familias los profesionales deben: respetar la singularidad de éstas, basarse en sus necesidades, tener
una comprensión multidimensional del problema, desarrollar competencias en los padres y la resiliencia, contar con los sistemas de apoyo
del entorno natural y coordinar la acción de los servicios públicos (sanitarios, educativos y de servicio social) y los que ofrece la sociedad
civil (ocio, asociaciones, voluntariado...). Se trata de crear un clima de equipo que cambie los sentimientos de impotencia de la familia, de
los profesionales y de los miembros de la comunidad.

Repercusiones de las fases de la enfermedad en la familia

Las familias con un hijo enfermo tienen que adaptarse a las diferentes fases de la enfermedad.

- Fase de crisis: comprende el periodo previo al diagnóstico. En esta fase se manifiestan los síntomas y existe la sospecha de que algo no
va bien. En este periodo hay que aprender a convivir con los síntomas, adaptarse al hospital y a las exigencias de los tratamientos, dar
significado a la enfermedad, aceptar el cambio y reorganizarse.
- Fase crónica: es intermedia entre el diagnóstico y la fase terminal. En esta fase hay que compatibilizar las necesidades de la enfermedad
con las necesidades de la familia.
- Fase terminal: la sensación de pérdida está presente. Hay que afrontar la muerte y el trabajar el duelo.

La hospitalización, los tratamientos, las secuelas y la muerte del niño son un desafío para la familia.

Hospitalización
La enfermedad y la hospitalización son las primeras situaciones críticas con las que tienen que enfrentarse los niños y su familia: el carácter
extraño del hospital, la separación de la familia y del entorno y el impacto de la enfermedad.
Cuando el niño es hospitalizado se reduce su entorno personal. Su familia, especialmente sus padres, no pueden estar con él siempre que
quieran, tampoco sus amigos. Los padres deberán turnarse para hacer compañía al hijo, pudiendo incluso llegar a sentirse mal por no poder
estar con él en ciertos momentos en que no les está permitido (exploraciones médicas, tratamientos...), momentos de mayor angustia y
ansiedad. La presencia de los padres, así como su participación en los cuidados y otras actividades en la institución hospitalaria resultan
vitales para apoyar y mantener las relaciones entre los subsistemas paternal y filial. Del mismo modo, el hecho de estar con el hijo conforta
a los propios padres quienes se sienten más útiles por poder ayudar y colaborar en la recuperación.
Pero la hospitalización es una circunstancia «puntual o pasajera». Las alteraciones en el sistema familiar se producen como consecuencia
de la aparición de la enfermedad y de sus secuelas.

Tratamientos, recidivas y secuelas


Los tratamientos de algunas enfermedades pueden provocar efectos desagradables. Esta situación despierta angustia en los padres hasta
el punto de preguntarse si merece la pena hacer sufrir al niño. Los efectos adversos les recuerdan que su hijo padece una enfermedad
grave, reactivándose así la inquietud por la supervivencia. Esta angustia se agudiza aún más si el niño pide que cese el tratamiento. Cuando
la enfermedad ha remitido, la mayor preocupación de los padres es su reaparición. Aunque en esta etapa mantengan las esperanzas de
curación, la ansiedad siempre estará presente en sus vidas.
En el caso de las recidivas toda la familia sufre enormemente. Las reacciones de los padres varían desde renovar las esperanzas de
curación hasta una actitud pesimista, pasando por una actitud más pragmática de enfrentarse a la enfermedad. Sienten una mezcla de
esperanza y de culpa. La adaptación a las recidivas es más compleja cuanto más largo haya sido el periodo de remisión.
Algunas enfermedades provocan secuelas graves (neurológicas, ortopédicas, urinarias, respiratorias...). Cuando se producen secuelas
neurológicas, los padres deben enfrentarse a las alteraciones motoras, sensoriales, cognitivas, emocionales y de comunicación de sus
hijos. Estos problemas se convierten en el centro de sus vidas, de sus noches somnolientas, de sus necesidades financieras y de transporte
y, en suma, son el desencadenante de los conflictos familiares.

Los padres tienen que reestructurar su vida familiar en función de la enfermedad, pero sin olvidar otros aspectos de su vida, ya que ésta
puede ocupar todo su tiempo, absorber toda su atención y todos sus recursos económicos.
La enfermedad es impredecible, puede ser inesperadamente disruptiva, requiere una vigilancia y atención constante y llega a ser una parte
intrusa y exigente de la vida familiar, que produce cambios en: las rutinas familiares, las comidas, la asignación de papeles, la división del
trabajo y las actividades recreativas o celebraciones festivas, los planes y prioridades de las familias y el modo en que se expresan las
emociones.

Cambios en los roles, funciones y jerarquía familiar


Los cambios en los roles y funciones sean posiblemente los más profundos y complejos a los que se enfrenta la familia como consecuencia
de una enfermedad crónica, pues se ve obligada a negociar roles y funciones que hasta el momento desempeñaba el miembro enfermo.
Cuando el que enferma es uno de los hijos el impacto estructural es menor, ya que el niño no tiene muchas responsabilidades familiares,
pero el impacto emocional puede llegar a ser muy profundo. Del mismo modo que la familia tiene que adaptarse a la enfermedad, debe
hacerlo a la vida cotidiana; en algunas ocasiones, nos encontramos con familias de pacientes crónicos gravemente discapacitados que
parecen cooperar durante la hospitalización, pero luego plantean graves dificultades en el alta.
Si quien enferma es un niño pequeño, el deseo de desarrollar plenamente su actividad, que ha estado limitada durante su hospitalización,
puede crear situaciones incómodas generadas por los propios padres, que, incapaces de controlarlo, insisten en que respete normas que
el niño se niega a aceptar. Si es un adolescente, el proceso de emancipación puede quedar cuestionado. En casa se le somete a una
disciplina que ya no corresponde a su edad, lo que genera conflictos al tener que negociar la autonomía ya conseguida en etapas anteriores.
En estos casos, la orientación a los padres ha de dirigirse al reconocimiento del esfuerzo de su hijo por superarse y a la asignación de
responsabilidades acordes a su capacidad y posibilidad de asunción.

Rigidez en la interacción familiar

También puede originarse una rigidez en la interacción familiar y en la relación familia-persona afectada debido a las dificultades de la
familia para cambiar su organización, especialmente, al cambiar de fase. Las coaliciones y las exclusiones emocionales caben entenderse
en términos de rigidez: el cuidador primario y el enfermo desarrollan una relación estrecha de la que los restantes miembros quedan
excluidos. En ocasiones esa relación privilegiada es resentida por algún otro familiar, como es el caso de los hermanos.
También aparece la sobreprotección como respuesta en la que se exime al enfermo de realizar cualquier tipo de esfuerzo, limitando su
propia vida, lo que provoca muchos conflictos durante el forcejeo de lo que puede y no puede hacer. El niño sobreprotegido puede darse
cuenta de que ocupa un lugar privilegiado en la familia, lo que confirma sus sentimientos de fragilidad y ansiedad respecto a su
supervivencia. Los padres podrían tener problemas para hablar con su hijo sobre la enfermedad y los tratamientos.

Rigidez entre las familias y servicios asistenciales

La rigidez también es común en las interacciones entre la familia y los servicios asistenciales. Los profesionales pueden enviar mensajes
negativos a la familia restándole competencia, por lo que la familia suele delegar sus funciones en ellos. Frecuentemente, los padres llegan
a hacerse expertos de la enfermedad de su hijo y pueden llegar a competir con el personal sanitario. Estos conflictos entre el personal y la
familia son comprensibles si se tienen en cuenta las tensiones bajo las cuales trabaja el equipo médico-sanitario y las angustias de los
padres que tienen hijos enfermos. Los padres no pueden entender su situación de forma tan objetiva y racional como el personal sanitario
y tienen sentimientos que para los profesionales son incongruentes, llegando en ocasiones a rivalizar con ellos si consideran que la relación
con el niño peligra. Otras veces, el desconocimiento de los padres sobre la enfermedad puede originar desconfianza hacia el personal. Es
importante ofrecer información clara y esperanzadora en todas las etapas de la enfermedad.

Apoyo y colaboración con la familia

En las últimas décadas estamos asistiendo a un cambio de enfoque en el tratamiento de las enfermedades crónicas pediátricas: ya no son
consideradas como un problema médico, sino también como un problema familiar y social.
Desde ese punto de vista, la familia cobra una gran relevancia y los profesionales deben colaborar con ésta y apoyarla. Por ello es
imprescindible: respetar la singularidad de la familia, basarse en sus necesidades, tener una comprensión multidimensional del problema,
desarrollar competencias en los padres y la resiliencia, contar con los sistemas de apoyo del entorno natural, y coordinar la acción de los
servicios públicos (sanitarios, educativos y de asistencia social) con los que ofrece la sociedad civil (asociaciones, instituciones privadas...).

Singularidad de las familias


Las respuestas de la familia a la enfermedad no suelen ser patológicas, sino que se derivan de las expectativas, experiencias y
condicionamientos culturales de la familia hacia la enfermedad. Cada familia reacciona y vive la enfermedad de manera diferente y singular.
Todas las familias pasan por las diferentes fases de adaptación (negación, ira, pacto, depresión y aceptación) pero sus reacciones y
resoluciones son diferentes. La familia desarrolla sus propias estrategias como una respuesta normal a un sistema desequilibrado
provocado por la enfermedad. Es la familia la que asume la responsabilidad del manejo del día a día del enfermo crónico y es la que mejor
nos puede enseñar acerca del impacto de la enfermedad crónica sobre su vida y de aquellas actitudes y conductas que son más útiles para
afrontar satisfactoriamente el problema.
Desde este punto de vista, los profesionales, más que intervenir, deben acompañar y ayudar a las familias a buscar significado a un sistema
desequilibrado porque éstas tienen experiencias equivalentes a la de los profesionales en el tratamiento de la enfermedad15.

Comprensión multidimensional
Las reacciones de la familia dependen de numerosos factores como experiencia en situaciones de crisis y problemas médicos, estatus
socio-económico, cultura, nivel de conocimientos, calidad de los servicios sanitarios y sistemas de apoyo. Cada familia es una unidad
diferenciada de las otras, con antecedentes socio-culturales, experiencias y recursos propios.
Este enfoque multidimensional nos permite comprender el sentido que cada familia le otorga a la vida antes y después de la enfermedad.
La evaluación de su problemática debe centrarse en cómo sus miembros juzgan los acontecimientos estresantes y en qué estrategias han
utilizado para superar los problemas. Es más importante evaluar las prioridades y necesidades de las familias que realizar evaluaciones
clínicas. Las familias necesitan ser comprendidas y no interpretadas. Sus valores culturales deben ser respetados y no cuestionados.
Asimismo, la intervención debe ser acorde con los objetivos de cada familia. Sus aspiraciones después de la enfermedad son las mismas
que las de todas las familias y su interpretación depende de cada una.
La familia debe mantener su identidad frente la enfermedad y los profesionales deben estar preparados para entender sus puntos de vista.

Comentario -opinión

Con este trabajo uno se puede dar cuenta que colaborando y ayudando a las familias con un hijo enfermo es una tarea importante, ya que
para los profesionales que se dedican en distintos ámbitos de trabajo para ayudar los niños enfermos. La colaboración de la familia es
fundamental para aumentar la calidad de vida del niño y favorecer su integración social y escolar.
Es imprescindible que los profesionales conozcan cómo afecta la enfermedad a las familias, que sean receptivos a sus preocupaciones y
necesidades y que favorezcan el desarrollo de estrategias de afrontamiento activas que permitan a los padres solucionar los problemas,
también buscar información válida y apoyo profesional, reestructurar sus valores, controlar sus emociones y buscar apoyo emocional en su
familia y amigos ya que tener algún familiar con una enfermedad crónica es un poco desgastante , pero con el apoyo adecuado van a
poder ser padres muy competentes .

Además, con este trabajo las personas que sepan manejar adecuadamente las enfermedades y proporcionan los cuidados que necesitan
sus hijos, pueden participar activamente en el tratamiento que se les administra en el hospital y son candidatos a la hospitalización
domiciliaria y los padres que buscan información adecuada y se la proporcionan a sus hijos, estarían mejorando su estado de salud ya que
ayudan a sus hijos a desarrollar destrezas para el manejo de la enfermedad.
Los padres que puedan controlar los sentimientos negativos y la ansiedad, y tienen una actitud positiva respecto a la resolución de los
problemas, evitando caer en la depresión. Del mismo modo, ayudan a los hijos a controlar sus emociones y saben manejar las emociones
negativas de los profesionales. Y aceptan las dificultades de los hijos, tienen más recursos para solucionar los problemas y colaboran
estrechamente con los profesionales de los diferentes servicios: sanitarios, educativos y de asistencia social.
Por último, la colaboración y ayuda a la familia tiene repercusiones positivas en la familia y en los servicios públicos. En la familia un mejor
rendimiento escolar, personal y social del niño enfermo sería muy satisfactorio para sus recuperaciones.
ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y CALIDAD DE VIDA EN PACIENTES CON INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA (IRC) EN
TRATAMIENTO DE HEMODIÁLISIS
Françoise contreras, Gustavo a. Esguerra, juan Carlos espinosa y Viviana Gómez universidad santo Tomás, bogotá-colombia- julio/2007

Los estilos de afrontamiento constituyen un fenó-meno ampliamente estudiado desde la disciplina psico-lógica, identificándose como una
importante variable mediadora de la adaptación del paciente a eventos alta-mente estresantes como lo son las enfermedades crónicas.
Diversos estudios se han orientado hacia la identificación de aquellas estrategias que promueven los recursos del paciente en tales
condiciones y pueden llegar a favorecer su calidad de vida. Dado que los estilos de afrontamiento son considerados variables cognitivas
susceptibles de evaluación y modificación, los resulta dos de estas investigaciones pueden tener importantes implicaciones para el diseño
e implementación de intervenciones interdisciplinarias, con el objetivo común de mejorar la calidad de vida de las personas con este tipo
trastornos. Por otra parte, restablecer y mantener el bienestar psicológico de estos pacientes puede incidir en la adaptación de
comportamientos más funcionales, que redunden en su estado de salud, entre ellos, tener una mejor adhesión al tratamiento y asumir de
forma consistente los cambios permanentes en el estilo de vida que su condición implica.
Lo anterior reviste especial importancia si se tiene en cuenta que las enfermedades crónicas son la principal causa de muerte en el mundo,
como los trastornos cardio-vasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes, entre otras, lo que pone de manifiesto la
necesidad de propender por la calidad de vida de estos pacientes (Álvarez, et al., 2001). De acuerdo con la Organización Mundial de la
Salud [OMS] (2006), en 2002 se atribuye-ron 29 millones de defunciones a este tipo de enfermedades, lo que permite proyectar al 2015
que su prevención podría salvar la vida de 36 millones de personas. Prevenir las enfermedades crónicas ayudaría, además de salvar vi-
das y aliviar el sufrimiento, a reducir las muertes prematuras, con sus consecuentes efectos sobre las familias, las comunidades y la
sociedad en general; ya que su trata-miento representa unos costos adicionales no sólo para la familia sino también en la asignación de
programas y políticas dirigidas a la salud pública de toda la comunidad. A lo anterior se suman los problemas laborales como la baja tasa
de reincorporación de los pacientes al trabajo debido al carácter de las restricciones físicas que presenta, lo que afecta al individuo a nivel
psicológico, social y económico (Kleinman, 1988). Los pacientes con enfermedad crónica experimentan diferentes problemas asociados,
entre ellos se encuentran los de carácter físico que son consecuencia directa de la enfermedad como el dolor, los cambios metabólicos, las
dificultades respiratorias, limitaciones motoras, posibles deterioros cognitivos; además de las complicaciones derivadas de los tratamientos
médicos como náuseas, vómitos, somnolencia, aumento de peso, impotencia sexual, entre otros. El dolor crónico constituye el síntoma
frecuente en muchas de estas enfermedades; éste es entendido como aquel dolor que se mantiene durante un período mayor a seis meses,
y su presencia se asocia con dificultades secundarias entre las que se encuentran cambios en la posición socioeconómica, pérdida del
trabajo, inseguridad Financiera y relaciones disfuncionales (Gatchel & Turk, 1999; Richardson & Poole, 2001).Aunque existen
características generales de los padecimientos crónicos como los enunciadas anteriormente, cada enfermedad crónica posee
características que le son propias, y su tratamiento puede ser más o menos desfavorable dependiendo del sistema que se haya visto
afectado.
El caso de la insuficiencia renal crónica (IRC) presenta unas características que la hacen sumamente adversa; Mok y Tam (2001) señalan
que estos pacientes se encuentran sujetos a múltiples estresores Fisiológicos y psicosociales y a cambios potenciales en su estilo de vida.
Además, sugieren que la enfermedad renal crónica produce problemas en los cuales la amenaza constante de muerte y el carácter
restrictivo del tratamiento se hacen presentes; los pacientes deben enfrentarse a interrupciones potenciales en el estilo de vida y cambios
psicosociales, efectos sobre el concepto y confianza en sí mismo, así como cambios en los roles dentro de la familia (Lubkin, 1998). En la
dimensión psicológica algunas de las problemáticas más comunes que afectan la calidad de vida relacionada con la salud en el paciente
con insuficiencia renal son la depresión, la ansiedad y la incertidumbre acerca del futuro (Christensen & Ehlers, 2002; Oto, Muñoz, Barrio,
Pérez, & Matad, 2003; Valderrabano, Jofre & Lopez-Gó-mez, 2001), lo que se ha asociado con una mayor tasa de mortalidad en estos
pacientes (Gil, et al, 2003).Otras reacciones frecuentes en los pacientes con insuficiencia renal en tratamiento son la hostilidad y la ira,
dirigidas hacía el personal asistencial y el régimen terapéutico, como respuesta a las limitaciones impuestas por la enfermedad y su
tratamiento (Hersh-Rifkin & Stoner, 2005). En este sentido el tratamiento de hemodiálisis y la enfermedad misma pueden convertirse para
el paciente y su familia en una experiencia altamente estresante no sólo por las características inherentes al tratamiento mismo, sino
también por las limitaciones que representa, lo cual constituye un evento que ocasiona un importante desajuste adaptativo en las diferentes
áreas en las que se desenvuelve el individuo (Calvanese, Feldman & Weisinger, 2004). Las investigaciones realizadas han demostrado
que tanto la IRC como su tratamiento de diálisis afectan en gran medida las áreas de desempeño de los pacientes, así como la salud física
y psicológica, especialmente a nivel emocional, cognitivo, físico y social, lo que altera de manera notable su calidad de vida relacionada
con la salud (Cidoncha, et al., 2003). La calidad de vida relacionada con la salud es entendida como la evaluación que realiza cada individuo
respecto a la salud y el grado de funcionamiento para realizar las actividades cotidianas, lo cual incluye entre otras, la función física,
psicológica, social y la percepción general de la salud, la movilidad y el bienestar emocional (Álvarez-Ude 2001; Badia & Lizán, 2003); por
ello, estudiar la calidad de vida relacionada con la salud constituye actualmente un concepto fundamental para la atención integral del
paciente con enfermedad crónica (Gómez-Vela & Sabeth, 2002).La calidad de vida relacionada con la salud se refiere a la percepción de
bienestar que tiene el individuo acerca de su propia salud física, psicológica y social. Es la valoración que cada persona realiza a cerca de
su vida y su entorno lo que puede diferir entre individuos, aunque se encuentren bajo las mismas circunstancias (Badia & Lizán, 2003). Esta
forma de asumir su condición es lo que se ha llamado afrontamiento.

El afrontamiento se ha definido como aquellas estrategias que los individuos utilizan para reducir al mínimo el impacto negativo que
producen los estresores sobre su bienestar psicológico, e incluso pueden mediar entre las situaciones estresantes y la salud (Fernández &
Díaz, 2001; Pearlin & Schooler, 1978). Supone cualquier es-fuerzo, ya sea saludable o no, consiente o no, para evitar, eliminar o debilitar
los estímulos estresantes o para tole-rar sus efectos de la manera menos perjudicial (Matheny, Aycock, Pugh, Curlette & Silva-Canella,
1986). En cualquier caso, los esfuerzos de afrontamiento pueden ser saludables y constructivos, o pueden llegar a causar más problemas
(Caballo, 1998). Dichas definiciones implican los recursos personales del individuo para manejar adecuadamente el evento estresante y la
habilidad que tiene para usarlos ante las diferentes demandas del ambiente que su condición implica. En este sentido, la definición de
Lazarus y olkman (1986) continúa vigente y describe el afrontamiento como “aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente
cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo” (p. 164). El afrontamiento incluye todas las acciones dirigidas a tolerar, aminorar, aceptar o
incluso ignorar aquellos eventos que no se pueden controlar; el estilo de afrontamiento adoptado dependerá de varios factores entre los
que se encuentran la evaluación que el individuo realiza sobre la situación o el evento estresante, la disponibilidad de recursos y las
experiencias previas (Mok & Tam, 2001; Richardson & Poole, 2001).Lazarus y olkman (1986) plantearon la distinción entre el afrontamiento
dirigido a regular la respuesta emocional producto del problema y el dirigido a manipular o alterar el problema.
Los estilos de afrontamiento dirigidos a la emoción surgen en su mayoría cuando el sujeto evalúa que no puede hacer nada para modificar
las condiciones lesivas, y los estilos de afrontamiento dirigidos al problema tienen mayor probabilidad de aparecer cuando estas condiciones
son evaluadas como susceptibles de cambio. Entre las estrategias dirigidas a la emoción se encuentran los procesos cognitivos encargados
de disminuir el grado de tras-torno emocional. Hacen parte de este grupo la evitación, la minimización, el distanciamiento, la atención
selectiva, las comparaciones positivas y la extracción de valores positivos a los eventos negativos. Como estrategias dirigidas a la emoción
también se encuentran las dirigidas a aumentar el grado de trastorno emocional, ya que muchos individuos requieren que ello suceda para
encaminarse a la acción; las reevaluaciones cognitivas modifican la forma de vivir la situación sin cambiarla objetivamente, permitiendo
atenuar la amenaza al cambiar el significado de la situación. Por último, existen en este grupo estrategias que no cambian el significado del
acontecimiento como las ya mencionadas anteriormente, evitación y atención selectiva, en las cuales el cambio de significado dependerá
de lo que se tome en cuenta o de aquello que se desee evitar. El fenómeno de distorsión de la realidad es un tipo de afrontamiento que se
emplea para conservar la esperanza y el optimismo para negar tanto lo ocurrido como su implicación, como si lo ocurrido no tuviera
importancia, estrategia que ha sido relacionada con niveles más altos de inhabilidad y niveles bajos de salud mental y calidad de vida.
(Wahl, Hanestad, Wiklund & Poum, 1999). De acuerdo con algunos estudios, el afrontamiento dirigido al problema constituye una estrategia
que favorece una adecuada adhesión al tratamiento en pacientes hemo- dializados, y favorece la adaptación positiva del paciente al
tratamiento (Khechane & Mwaba, 2004: Kohn, Hay & Legere, 1994).
La estrategia de evitación, por su parte, no constituye un estilo efectivo en cuanto predice más síntomas de depresión, estados afectivos
negativos, menor apoyo social percibido y, además, no protege a los pacientes del malestar psicológico y el distrés emocional, ya que se
asocia con ni- veles altos de ansiedad y depresión (Arraras, Wrigth, Jusue, Tejedor & Calvo, 2002; Carrobles, Remor & Rodríguez-
Alzamora, 2003; DeGenova, Patton, Jurich & MacDermid, 1994; Mulder, Vroome, Van Griensven, Antoni & Sandford, 1999; Namir, Wolcott,
fauzy & Alumbaugh, 1987; Remor, 2000; Welch & Austin, 2001; Wolf, et al., 1991). Otra clasificación incluye estilos de afrontamiento activos
y pasivos. Los primeros se refieren a aquellos esfuerzos hechos por el paciente para continuar con su vida a pesar del dolor. Este estilo de
afrontamiento implica una confrontación adecuada de las propias emociones y se encuentra relacionado con un mejor nivel de la función
inmune, mayor bienestar y estados afectivos positivos (Carrobles, et al., 2003). Los estilos pasivos, por su parte, implican una tendencia a
perder el control sobre la situación y se pasa a depender de otros; éstos se han relacionado con un aumento en la severidad del dolor,
depresión y elevado deterioro funcional (Brown & Nicassio, 1987; Brown, Nicassio & Woolston, 1989). El estilo de afrontamiento optimista
se encuentra relacionado con mejor salud mental y favorecen la calidad de vida (Aldwin & Revenson, 1987; Bombardier, D’amico & Jordan,
1990; elton & Revenson, 1984; Hoffart & Martinsen, 1993; Lindqvist & Sjödén, 1998; Van de Zaag- Loonen, Grootenhuis, Last & Derkx,
2004; Wahl, Hanes- tad, Wiklund & Poum, 1999). Otros autores sostienen que los estilos más eficaces para afrontar la enfermedad crónica.

Comentario- opinión

Con este estudio que se realizó podemos contar con unos resultados que evidencia una disminución importante en la calidad de vida de
los pacientes, caracterizada principalmente por daño físico, salud general y dolor. La dimensión mejor preservada fue la función social,
puntuación similar a la obtenida en pacientes con diabetes mellitus, en la que el tratamiento es menos adverso. A pesar de las características
de la IRC, y la severidad de su tratamiento, la calidad de vida de estos pacientes está mejor preservada que la de los pacientes con aumento
prostática.
La dimensión mejor preservada en los pacientes con insuficiencia renal, es la que muestra mayor diferencia con los pacientes con aumento
prostática, lo que pone de manifiesto la importancia de evaluar el efecto que puede tener el género sobre la percepción de calidad de vida
del paciente con enfermedad crónica.
Los resultados que muestra esta investigación son similares a los obtenidos en otro estudio realizado con pacientes con insuficiencia renal,
en la que se obtuvo una puntuación mayor en función social. Esto puede indicar que las personas a pesar de su condición de salud y de
las características del tratamiento, no perciben que sus problemas de salud física o emocional interfieren de manera importante en su vida
social habitual,

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