Vous êtes sur la page 1sur 19

.......

La cultura política de los españoles:


pautas de continuidad y cambio -k

José Ramón Montero


(Universidad Complutense de Madrid)

Mariano Torcal
(Universidad Autónoma de Madrid)

Este artículo ofrece una visión general de la evolución de las actitudes polí-
ticas básicas de los españoles desde los últimos años del franquismo hasta la ac-
tualidad. Su objetivo consiste en analizar los elementos de continuidad y cambio
producidos en una serie de indicadores seleccionados. Como cabía esperar, la uti-
lización de series de datos temporales presenta algunas dificultades. La más im-
portante se cifra en la inexistencia virtual de datos de encuesta sobre actitudes
políticas durante los últimos años del franquismo, es decir, antes del cambio de-
mocrático. Las encuestas de opinión comenzaron en España en la década de
1960, aprovechando los pocos resquicios de libertad que dejaba el régimen au-
toritario. Aunque llegaron a publicarse algunas investigaciones innovadoras ba-
sadas en datos obtenidos de muestras representativas (por ejemplo, los informes
FOESSA: De Miguel, 1966 y 1970) 1, sus indicadores políticos estaban técnica
y sustantivamente condicionados por las restricciones del régimen autoritario (Ló-
pez Pintor, 1982).
La situación se invirtió después del cambio político. Los centenares de en-
cuestas políticas y electorales realizadas desde 1976 han permitido el conocimien-
to de multitud de orientaciones y opiniones políticas de los españoles. Sin em-
bargo, esta abundancia ha venido acompañada sólo ocasionalmente de investi-
gaciones sistemáticas y coordinadas sobre la cultura política de la España demo-
crática. En demasiadas ocasiones los datos existentes carecen de continuidad,
son difícilmente comparables, surgen de operalizaciones diferentes o se basan en
conceptualizaciones contradictorias.
Estas limitaciones afectan no sólo a los datos sobre las actitudes políticas,
sino también al análisis de las mismas actitude~ El tipo de transición -pacífica

* Una versión anterior y mucho más reducida de este trabajo ha aparecido en el volu-
men II (1990) del Intemational ¡oumal 01 Public Opinion Research. En su versión actual fue
presentado como ponencia al Seminario sobre «Investigaciones Políticas 111», organizado por
la Asociación Española de Estudios de Mercado, Marketing y Opinión (AEDEMO) y celebra-
do en Bilbao en octubre de 1990.
I Las referencias bibliográficas están recogidas al final de este trabajo.

39
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL
,:
Y . . :'
LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES
y consensuada, lograda mediante reformas acumulativas del régimen autoritario Pero, como es sabido, las actitudes políticas suelen mostrar una menor pro-
y acuerdos continuos entre las élites- ha debido incidir en las concepciones de pensión al cambio. ¿En qué sentido lo hicieron las de los españoles? Las res-
los ciudadanos sobre el nuevo marco político. En algunos casos, es difícil sepa- puestas deben considerar ante todo dos aspectos generales: de un lado, sus
rar los elementos de continuidad actitudinal, persistentes tras una larga sociali- experiencias históricas recientes; de otro, sus perfiles en los últimos años del fran-
zación de valores antidemocráticos, de los elementos de cambio que han surgido quismo. Por lo que hace al primer aspecto.)a formación de las actitudes políti-
tras los procesos de democratización. Debe tenerse en cuenta que en la mitad cas de los españoles en las últi~as décadas ha estado marcada PO,l' .cinco fenó-
de los años setenta era inimaginable que el viejo régimen autoritario y centralista menos de la máxima importancia (~ópez Pintor, 1982, págs. 74-75). i)La guerra
terminara transformándose, tras la muerte de Franco, en un sistema completa- civil, que sufrió el 30 por 100 dé la población actual y que fue transmitida al
mente democrático y con una distribución territorial regional o cuasifederal. Los resto como experiencias de victoria y/o derrota (traumáticas en ambos casos,
mecanismos de adaptación a las nuevas realidades políticas, mucho más variadas pero sobre todo en el segundo), ii)~l régimen autoritario, basado en la victoria
y complejas que las del franquismo, han dispuesto de un tiempo relativamente militar de los años treinta, consoliáado tras una dura represión e impulsor de
corto. Cabría entonces diferenciar entre la extensión yh intenslda,rque maru- una socialización en valores antidemocráticos, desmovilizadores y antipartidistas;
fiestan algunas actitudes políticas recientes. Aunque no es una distinción fácil de era, obviame~ la única experiencia política conocida para un 70 por 100 de
.. ,.~

realizar, en muchas ocasiones se tiene la impresión de que el intenso ritmo de la población.Qill)El proceso de industrialización de los años sesenta, que originó
cambios políticos vividos en los últimos diez o quince años ha ocasionado una cambios estructurales de largo alcance en la actividad económica, la distribución
cierta falta de sedimentación en algunas dimensiones actitudinales. de la~ta, la urbanización, la estratificación social, la educación y los estilos de
Hemos intentado sortear estas dificultades seleccionando una serie reducida
de indicadores. Siempre que ha sido posible hemos incorporado datos desde an- i
'[
;j.••.
vida. ~ La descomposición política del franquismo, iniciada en los primeros
años setenta, que puso de manifiesto problemas graves de legitimidad del régi-
tes del cambio político (lo que ha ocurrido sólo en unos pocos casos) o desde men autoritario, evidenció su falta de apoyo en sectores crecientes de la pobla-
el comienzo del nuevo sistema democrático. Un primer grupo incluye fundamen- ción y abrió las expectativas sobre la sucesión de utydi,ctador ya físicamente de-
talmente indicadores electorales o relacionados con ellos: las cinco elecciones par- teriorado y sobre un posible cambio de régimen. l\.011a instauración paulatina
lamentarias celebradas hasta ahora expresan preferencias ideológicas moderadas t,!' y pacífica de un sistema democrático a partir de 1976, que amplió los márgenes
y reformistas, coincidiendo de esta forma con las tendencias valorativas básicas. de libertad e información y consagró nuevas reglas del juego político.
Analizaremos a continuación las orientaciones hacia el sistema político y en mu-
Como ya se ha dicho, la evidencia empírica sobre las actitudes políticas de
cha menor medida hacia el económico. El artículo finaliza con una breve discu-
los españoles bajo el franquismo es escasa (Cazarla, 1990). Algunos estudios han
sión de las concepciones de los ciudadanos sobre la política democrática y sobre ~
los mecanismos de participación. sumarizado los principales perfiles actit~Ei!!..aks 9,u.t:..;;e ~l~rival1_ .c!e)as pocas en-
cuestas realizadas a finales de lo~ sesentaJ,. prmcipios de los .setenta'. De
acuerdo con ellos, cabe señalar que os españoles carecían entonces de una cul-
ACTITUDES POLÍTICAS EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL FRANQUISMO ,Jura ~olítica en se!l.Y9..Q .estricto. La mayoría de la pot5tactOñ (entre el 50-y ef53
por 1 O) compartía unas actitudes políticas muy elementales: estaban basadas en
En 1975, cuando' fallece el general Franco,España era la dictadura más 9u - la desinformación sistemática, mantenidas por la desimplicación absoluta en los
r~~er.¡) de las ql,le se l].abíaQ estable.ci4_~~~}a ~~.E.<.?pá. de entreguerras. y era tam- asuntos públicos y transmitidas intergeneracionalmente por las experiencias co-
olen el único país que había conocido una guerra éÍvifcomo punto final del pro- tidianas. Esta mayoría «indiferente» o «ausente», como ha sido denominada, con-
cesQ_~~ crisis de su sistema democrático. Desde 1939 el régimen franquista' ha templaba la política con recelo y desconfianza, cuando no con miedo; respondía
pasado por fases diferentes, demostrando una notable capacidad de adaptación a estímulos políticos inmediatos de forma defensiva y autoritaria; y reflejaba las
a las cambiantes circunstancias nacionales e internacionales. El franquismo, sin ideas recibidas del apoyo a las autoridades existentes y del rechazo al pluralismo
embargo. no pudo sobrevivirala.muerte_de. ..su fundador. La exitosa historia Je político (López Pintor, 1982, págs. 70-80; López Pina y Aranguren, 1976,
la transición ha sido ya contada (Linz el al., 1981; Linz, 1987; Santamaría, 1982; págs. 63-72). Junto con este bloque mayoritario coexistían dos culturas minori-
Maravall y Santamaría, 1989; Tezanos el al., 1989). En sentido estricto, la tran- tarias. La identificación «activa» con el régimen de Franco; qué 'abarcaría a-un
sición desde la dictadura finalizó en 1978-1979, cuando la nueva Constitución y 15 por 100 de la población, tenía como rasgos más característicos los del auto-
los primeros Estatutos de Autonomía consagraron las instituciones políticas y las ritarismo, el dogmatismo y la intolerancia. Y, en el.<?tro extremo, la cultura de
reglas de juego democráticas de un Estado monárquico, ampliamente descentra- .... Ja «alineación» con el franquismo acogía a un sector que oscilaba entre la tercera
lizado y con una forma de gobierno parlamentaria. La consolidación democráti- y la cuarta parte de la población; se trataba de los españoles más tolerantes y
ca se alcanzó en 1982-1983, cuando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) moderados, los mejor informados y los más interesados, que eran también los
logró una espectacular victoria electoral que le permitiría la formación de un Go- más jóvenes y los mejor educados (López Pintor y Buceta, 1975, pág. 109; Gó-
bierno hOmOgé1?-eo~ mayoritario po~ vez primera en la historia español~ (Lin,z mez-Reino el al., 1976, págs. 1310-1320).
y Stephan, 1990).' ocas años despues de la muerte de Franco, el cambio polt- l.A mitad de los años setenta, la descomposición política del franquismo y la
tico había cristaliza o en un sistema democrático consolidado y estable)
inmediata transición democrática comenzaron a producir cambios significativos."
.40 )
....... 41
...,.

LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES


JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL

CUADRO 1 ción, excepto en el caso de los partidos políti:~~~as aspiraciones de partici-


EVOLUCION DE LAS ACTITUDES SOBRE LOS PRINCIPIOS DEMOCRATICOS
pación a través de elecciones eran asimismo mayoritarias: alrededor del 80 por
y AUTORITARIOS DE GOBIERNO, 1966-1982 100 de la población se inclinaba en 1973 por la opción de que los cargos públi-
(En porcentajes) cos fueran elegidos por los ciudadanos, y no designados por el Gobierno. Y en
1975 las expectativas sobre el futuro de España se dirigían decididamente, aún
1976 en vida de Franco, hacia una demo¡;~i~ de tipo o. cCiden.tal (Gómez-Reino el. al.,
Actitud 1966 1974 1979 1980 1981 1982 1976; López Pintor, 1982, pág. 96)._~be tenerse en cuenta que estas opiniones
se emitían contra la realidad institucional vigeñte yqij~~itJULg>.ilt!:Mjas -ª las ideo-
enero mayo

Es mejor que una sola persona de


~oñciales.Parátres cada cuatro españoles, las actitudes democrática~-ca-
decida por nosotros ............. 11 18 24 8 9 9 8 7 >-r" recían además de cualquier relación directa con sus experiencias vitales, trans-
Es mejor que la decisión la v" curridas bajo un largo régimen autoritario. La difusión de una incipiente cultura
tome un grupo de personas democrática podría así incrementarse, como efectivamente ocurrió, cuando los
elegidas por los ciudadanos. 35 60 56 78 76 77 77 81
elementos de una realidad política distinta eliminaran aquellas disonancias men-
No sabe, no contesta ............... 54 22 20 14 15 14 15 12
(2544) (-) (2.432) (l.448) (1.201) (1.190) (2.394) (1.200)
tales. De esta forma, la transición democrática pudo contar ah initio con un con-
jutlto de predisposiciGnesJavorables entre los ciudadanos,:
Fuentes: Para 1966-1980, López Pintor (1982, pág. 84); para 1981 y 1982, Banco de Datos del Centro de In-
vestigaciones Sociológicas (CIS).

PAUTAS DE MODERACIÓN ELECTORAL Y ACTITUDINAL


En general, la alternativa básica en esos momentos giraba alrededor de la demo-
cracia versus el autoritarismo. Los datos muestrales sobre las actitudes hacia los Estas actitudes favorecían "'por entonces la legitimidad del futuro sistema de-
pri~5 dewacxátiCQs-;, autoritarios muestran tanto la debilidad actitu"dinal de! moCci~e~a-gariñtlzaban:'-Las prédIsi)o~í~IoñessObr~ ~a,s Iib~¡:t~des ~
autoritarismo como el crecimiento progresivo del apoyo a los principios demo- la partlclpaclon no lmpltcabáTI-etrespaldo automatlco de la opmlon pubhca, m
'iráticos (cuadro 1). Esta-pauta' era-fódavÍa'más clara en algunas encuéSlasa jó- la seguridad de su aceptación por los grupos políticamente significativos. Aun-
venes realizadas por las mismas fechas (Monzón, 1988, pág. 116). Aunque la base que los apoyos de masas a las nuevas instituciones y a las políticas democráticas
social del franquismo era relativamente amplia, estaba cohesionada, como ya se dependían de muchos factores, el comportamiento de !lis élites políticas resultó
ha dicho, en torno a unas ideas políticas tan escasas como elementales. En cam- absolutamente decisivo. A través de negociaciones interpartidistas consensuales,
bio, la ide~!ifiqlg.Qn activa..con...elrégime!l_~~·a claramente minoritaria. Ambos fac- pragmáticas y despolarizadoras, ~y':os.líd~.f.!.ls:r..2.rL~apaces .de conducir
~ tores facilitaron la «r~~r!~<;ción»o la «r.eem.ergerídá» de la-soCiedad civil¡ que con é~jt<? el5u~.S.q..d.~ 1!!.J_r~?sición y de dotar al mismo tiempo de dosis elevadas 1

püSóprogiesívamente en evidencia un pluralismo ideológico latente y que hizo dt.!egttimiclaJ al sistema político (Linz, 1987; Gilllther, 1988 y 1990). Sin em-
cada vez más visibles estados de opinión favorable~a una mayor democratiza- bargo, lal~5~e-esfas etiteq~olíticas dependía a su vez de las opciones elec-
ción (López Pintor, 1982, pág. 90; Pérez Díaz, 1990). Esta «reemergepcia» fue torall'!s de los ciudadanos. ' . .
además posible gracias a la preservación de ciertos valores de la cultura demo- -f;'.¡Ueide liú¡"priñieras' elecciones de 1977, los españoles han protagonizado una
craticanajo la dicfaaü'iá:-'Aunque carecemos de datos preCisos, existen indicios mtensa historia electoral. Las clásicas funciones representativas, institucionales Y
de esta persIstencia cultural en algunos sectores sociales y de su transmisión fa- legitimadoras de las elecciones se han cumplido en España de forma especial-
miliar (Maravall, 1978). Su exteriorización durante la crisis del franquismo, cuan- mente importante. <íos procesos electorales han contribuido sustancialmente a la
do el cambio d~ocrático era inminente, reforzó el realineamiento actitudinal transición y consolidación democráticas, la ratificación de la nueva Constitución,
de la población ..J.:ue también entonces cuando aumentaron los procesos de re- la alternancia en el Gobierno, la renovación de los gobiernos locales, la creación
socialización adulta en el seno de los peer groups y de las organizaciones estu- del Estado de las A~tonomías y la participación popular en la Comunidad Eu-
diantiles, sindicales, profesionales y partidistas·.~Frente a los contenidos de apatía ropea (Montero, 1988). Como era de esperar, la importancia de las elecciones
y desconfianza socializados durante el franquismo a través de la familia y de la en contextos de democratización ha sido también interiorizada por los españo-
escuela, la resocialización adulta permitió a muchos españoles equiparse ex novo les. Algunas actitudes muestran una clara sintonía con las dimensiones expresi-
de valores democráticos (López Pintor, 1987, págs. 1006-1007). vas y simbólicas de las elecciones. Así, por ejemplo, entre ocho y nueve de cada
Existen algunos datos adicionales que evidencian el apoyo existente a la al- diez españoles entrevistados en 1987 estaban de acuerdo con las afirmaciones de
ternativa democrática. En 1973, un 74 por 100 de los entrevistados en una en- que «las elecciones son el mejor medio para que los ciudadanos expresen sus pre-
cuesta nacional mostraba su acuerdo con la libertad de prensa, un 71 por 100
con la libertad religiosa, un 58 por 100 con la libertad sindical y un 37 por 100 2 Poco tiempo después, sin embargo, la mayoría de los entrevistados en diversas encues-

con la libertad de asociación y de partidos políticos (Gómez-Reino el al., 1976). tas (que llegaban al 67 por 100 en las grandes ciudades) manifestaban su opinión de que en
España deberían existir partidos políticos (López Pintor, 1982, págs. 97-98).
( Las demandas de libertad eran mayoritarias y carecían prácticamente de oposi-
43
42
- ,

LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES


JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL
CUADRO 3
CUADRO 2
EL SEGUNDO PERIODO ELECTORAL: VOTOS Y ESCAÑOS EN LAS ELECCIONES
EL PRIMER PERIODO ELECTORAL: VOTOS Y ESCAÑOS EN LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS DE 1982, 1986 Y 1989
LEGISLATIVAS DE 1977 Y 1979
1986 1989
1982
1977 1979
Parltdo Partido Votos (%) Escaños
Votos (%) Escaños Votos (%) Escaños
Votos (%) Escaños Votos (%) Escaños
3,9 4 4,7 7 9,1 17
IV ............................................
PCE ............................. 9,3 20 10,8 23 47,3 202 44,1 184 39,6 175
PSOE ........................... 29,9 118 30,5 121 PSOE ................... ···················· 19 7,9 14
2,8 2 9,2
UCD ............................ 34,8 167 35,5 168 CDS ...................... ···················
UCD ...................... ··················· 6,2 11
Ap· ............................. 8,4 16 6,1 9 107 26,1 105 25,8 107
Pp b .......................................... 25,9
PNV ............................ 1,7 8 1,6 9 1,8 8 1,5 6 1,2 5
PNV ...................... ···················
CiU b
•............•.............. 3,7 11 2,7 8 12 5,0 18 5,0 18
CiU ................... ························ 3,6
Otros ........................... 12,2 10' 13,2 14 d 9,4 11 d 11,4 14 e
Otros .................. ······················ 8,5 4'
Total ........................ 100 350 100 350 350 100 350 100 350
Total. ................. ··················· 100
Fuente.' Linz (1980, págs. 112 y 120) . Fuentes: Para 1982, Muñoz Alonso et al. (1984, pág. 229). Para 1986, El País (1987, pág. 71), Y para 1989,
• En 1979 se presentó como Coalición Democrática. El País (1990, pág. 60).
b En 1977 se presentó como Pacte Democratic per Catalunya.
, Obtuvieron escaños Unidad Socialista (4,5 por 100 del voto y 6 escaños), la Democracia Cristiana de Ca- • En 1982 se presentó sólo como PCE.
b En 1982 se presentó en coalición con el PDP, y en 1986 como Coalición Popular.
taluña (0,7 por 100 y 2), Euskadiko Ezquerra (0,2 por 100 y 1) Y Esquerra Republicana de Catalunya (0,6 por 100 , Obtuvieron escaños Herri Batasuna (0,9 por 100 del voto y 2 escaños), Esquerra Republicana de Catalunya
y 1). (0,6 p'or 100 y 1) y Euskadiko Ezquerra (0,5 por lOO y 1).
d Obtuvieron escaños la Unión Nacional (2,1 por 100 y 1), Herri Batasuna (3 por 100 y 1), Euskadiko Ez- d Obtuvieron escaños Herri Batasuna (1,1 por 100 y 5), Euskadiko Ezquerra (0,5 por 100 y 2), Coalición Ga·
querra (0,5 por lOO y 1), Unión del Pueblo Navarro (0,2 por 100 y 1), Esquerra Republicana de Catalunya (0,7 lega (0,4 por 100 y 1), Partido Aragonés Regionalista (0,4 por 100 y 1), Agrupaciones Independientes de Canarias
por 100 y 1), Partido Socialista de Andalucía (1,8 por 100 y 5), Partido Aragonés Regionalista (0,2 por 100 y 1) (0,3 por 100 y 1), Y Unió Valenciana (0,3 por 100 Y 1).
e Obtuvieron escaños Herri Batasuna (1,1 por 100 y 4), Partido Andalucista (1 por 100 y 2), Unió Valenciana
Y Unión del Pueblo Canario (0,3 por 100 y 1).
(0,7 por 100 y 2), Eusko A1kartasuna (0,7 por 100 Y 2), Euskadiko Ezquerra (0,5 por lOO y 2), Partido Aragonés
Regionalista (0,3 por 100 y 1) Y Agrupaciones Independientes de Canarias (0,3 por lOO y 1).

ferencias políticas» y de que «son el principal instrumento que tienen los ciuda-
danos para controlar la actuación de los gobernantes». Y un similar 70 por 100 bio, ha contemplado la presencia en el gobierno del PSOE, un partido de cen-
expresaba su desacuerdo con las ideas de la desimplicación con las elecciones tro-izquierda que ha gozado de tres mayorías absolutas consecutivas. La alter-
(<<a la gente como yo no le interesan las elecciones») o de su inutilidad (<<no sir- nancia gubernamental se produjo en 1982, en unas elecciones que podrían ser
'fU para nada porque al final siguen mandando los de siempre») 3. . calificadas como críticas: significaron un profundo realineamiento electoral y pro-
\..... El comportamiento electoral de los españoles se ha caracterizado por su lIlO.:._ dujeron uno de los más elevados índices de volatilidad de los últimos cien años
deración.)':as cinco elecciones nacionales celebradas hasta el momento para el en Europa (Linz y Montero, 1986). El nuevo mapa partidista conoció cambios
Coñgreso""de los Diputados pueden dividirse en dos períodos (cuadros 2 y 3). En importantes en todos y cada uno de sus elementos, y también en sus interaccio-
ambos casos las preferencias políticas se han dirigido mayoritariamente a parti- nes competitivas. Desde entonces el sistema de partidos parece encajar en el mo-
dos moderados de centro-derecha o de centro-izquierda, mientras que las opcio- delo de partido predominante: aunque el dominio electoral del PSOE ha ido des-
nes extreñiistasñilnrecmidoapoyoseledofales inióóríblrios, salvo en el País Vas- cendiendo, todavía en 1989 se encuentra a una distancia considerable del Parti-
do Popular (PP), un partido conservador que lidera una oposición fragmentada
co. En el primer período (elecciones de 1977 y 1979) surgieron los gobiernos
e ideológicamente dividida (Montero, 1988; Valles, 1987a; Rodríguez Agui-
cuasimayoritarios de la Unión de Centro Democrático (UCD), el partido de cen-
tro-derecha que dirigió la política consensual de la transición. El sistema resul- lera, 1988).
Las pautas de interacción entre los partidos se complican por la presencia
tante era pluripartidista moderado, de tendencias centrípetas, con una polariza- en el nivel nacional de los partidos nacionalistas o regionalistas, que a su vez ocu-
ción menor que las democracias del sur de Europa y con dos partidos en los ex- pan posiciones estratégicas en los sistemas diferenciados de partidos de sus res-
tremos de la izquierda y de la derecha que no podían ser catalogados de anti- pectivas regiones: son los casos al menos del País Vasco, Cataluña, Navarra y Ca-
sistema. El segundo período electoral (elecciones de 1982, 1986 Y 1989), en cam- narias, que resultan excepcionales en Europa (Valles, 1987b; Montero y Torcal,
1990). Otra característica excepcional del caso español radica en la inestabilidad
3 Estos datos proceden de la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Socio- del sistema partidista, hasta el punto de que haya podido hablarse de «partidos
lógicas (CIS) -y depositada, como las restantes que se citan, en su Banco de Datos-- en julio volátiles y votantes estables» (Barnes et al., 1986), una situación que suele ser la
de 1987 a una muestra nacional representativa de 2.493 españoles mayores de edad.
45
44
-I~,

LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES


JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL

inversa en los países europeos. En realidad, resultaría más apropiado referirse a


la estabilidad de ciertas actitudes básicas y a la volatilidad del electorado en fun- CUADRO 4
ción de las ofertas de los partidos (Linz, 1986, pág. 657). Además, todos los gru- AUTOUBICACION DEL ELECTORADO ESPAÑOL EN LA ESCALA IDEOLOGICA
pos políticos han sufrido conflictos intrapartidistas destructivos, que algunos no IZQUIERDA-DERECHA, 1976-1989 *
han podido superar. Tanto la inestabilidad como los conflictos internos han sido, (En porcentajes)
y posiblemente seguirán siendo, especialmente elevados en los partidos de cen-
1979 1982 1986 1989
tro y derecha, que han conocido una considerable variedad de formatos organi- 1976 1977
zativos y cuya articulación política está todavía por realizarse. 4 10 9 9 8
Izquierda .................................. 5
La moderación de las preferencias electorales de los españoles se encuentra 13 17 26 32 35 26
Centro-izquierda ......................
también en el ámbito ideológico, como numerosas encuestas han reiterado desde 38 41 36 28 23 22
Centro ........................ ··············
mediados de los años setenta. Esta moderación abarca a diferentes sectores so- Centro-derecha ........................ 13 15 9 16 8 9
ciales, cohortes de edad y grupos de votantes, y ha demostrado una gran conti- 9 4 3 3 3 3
Derecha ............................. ·······
nuidad desde los inicios de la transición. Ello parece indicar que la moderación No respuesta ......................... ··· 22 19 16 12 22 32
es una actitud enraizada socialmente, y no la expresión provisional de unos ciu- 5,5 4,8 4,8 4,4 4,7
Media (x) ........................... ······ 5,6
dadanos temerosos ante las incertidumbres de los cambios políticos o sujetos a (6.342) (8.857) (5.439) (5.463) (6.573 ) (3.371)
(n) ..................... ····················
un proceso fluido de cambios actitudinales (Maravall, 1984, pág. 32). La auto-
ubicación de los españoles en una escala izquierda-derecha permite comprobar * La izquierda incluye las posiciones 1 y 2 de una escala con diez posiciones; el centro-izquierda, la 3 y 4; el
sus preferencias por las posiciones centrales del espectro ideológico (cuadro 4). centro, 5 y 6; el centro-derecha, 7 Y 8; y la derecha, 9 y JO.
Fuentes. Para 1976 y 1977, Linz et al. (1981, pág. 372); para 1979 y 1982, Encuestas DATA 1979 Y 1982 (véa-
Pese a los cambios en las opciones partidistas, su distribución modal a 10 largo se la nota 4 del texto); para 1986 y 1989, Banco de Datos del CIS.
del tiempo ha experimentado sólo algunos cambios menores, en el sentido del
crecimiento de las posiciones de centro-izquierda a costa de las del centro. Las
posiciones extremistas se encuentran escasamente pobladas tanto en la izquierda
como, sobre todo, en la derecha. La izquierda y el centro-izquierda superan a CUADRO 5
sus counterparts del centro-derecha y de la derecha. Esta distribución facilita la AUTOUBICACION IDEOLOGICA DE LOS PAISES DE LA COMUNIDAD EUROPEA,
competición centrípeta entre los partidos, y ha permitido el acceso al Gobierno 1973-1989 *
de partidos moderados como la VCD y el PSOE. Comparativamente, el electo-
rado español se encuentra entre los menos conservadores de Europa: comparte 1989
1973 ."" 1980 1983
con algunos países de la Europa del Sur unas posiciones ideológicas claramente mayo diciembre
orientadas hacia el centro-izquierda (cuadro 5).
La moderación ideológica ha caracterizado también a las distintas subcultu- 5,6 5,7 5,5 5,3 5,4
República Federal de Alemania .................
5,7 5,5 6,2 5,9 5,4
ras partidistas, con la excepción parcial de los partidos antisistema en el País Vas- Bélgica ........................................................
5,7
5,4 5,5 5,9 5,8
co (Linz et al., 1986; Gunther, 1988; Llera, 1986). Las orientaciones políticas de Dinamarca ...................... ·.. ·.. ·· ...... ·· .. ··· .. ·.. ··
4,6 4,4
España .................................... ··· .. ······ .. ··· .. ·· 5,6 4,8 4,3
los diferentes grupos de votantes están sumarizadas en sus posiciones medias en 5,0 5,2 4,9 4,7
Francia ............................ ···················· ........ 5,0
escalas izquierda-derecha, que tampoco han sufrido cambios significativos en los 5,9 5,1 5,4 5,8
últimos diez años (cuadro 6) 4. La proximidad ideológica de los votantes del Grecia .................................. ·· .. ··· .. ·.... ·· .. ·.. ·· 5,2
5,8 4,9 5,4 5,3
Holanda .............................. ·.·.············· ....... 5,7
Irlanda ........................................................ 6,3 5,8 6,3 6,4
4 Los niveles de continuidad en la moderación ideológica de los españoles pueden cons· 4,7 4,7 4,6 4,6 4,8
Italia .............................. ··················· ........... 5,4
tatarse mediante otros indicadores, como el de las tendencias ideológicas (desde franquistas, 5,4 5,5 5,6 5,6
Luxemburgo ...............................................
liberales, conservadores, etc., hasta comunistas y revolucionarios) que defienden mejor sus inte· 5,2 5,2 5,4 5,4 5,4
Portugal ............................................ ·.. ······· 5,4
reses y con las que se sienten más identificados. Las series temporales existentes de este indi- 5,4 5,7 5,9 5,8
Reino Unido ...............................................
cador desde 1977 no muestran cambios significativos con respecto al de la escala ideológica 5,3 5,2 5,1
izquierda-derecha. Los datos al efecto pueden encontrarse en numerosas encuestas del CIS con Comunidad Europea ..................................
anterioridad a 1983 (muchos de ellos publicados en números sucesivos de la Revista Española
* Las cifras son posiciones medias en escalas de diez puntos.
de Investigaciones Sociológicas), así como en la encuesta realizada en enero de 1989 a una mues- ** Los datos de España y Portugal corresponden a encuestas de 1976 y 1978, respectivamente.
tra nacional de 3.371 españoles mayores de edad. También en Vila y Gómez Reino (1980), en Fuentes: Los datos de España de 1976 y 1980 están recogidos en Linz et al. (1981, pág. 373); los de Grecia
Linz et al. (1981) yen las Encuestas DATA 1979 y 1982. (La primera fue realizada en abril de 1980, Portugal de 1978 y 1980 Ylos de los países europeos en 1983, en Condomines y Barroso (1984, págs. 408,
de 1979 a una muestra de 5.439 españoles mayores de edad, bajo la dirección de Richard Gunt- 423 Y 433); los de los países europeos en 1973, en Inglehart y Klingemann (1976, pág. 248); los restanteS de 1980
her, Giacomo Sani y Goldie Shabad: puede verse al respecto Gunther, Sani y Shabad [1986]. y 1989 proceden de Eurobarómelro, 13 (junio de 1980) y 32 (diciembre de 1989).
La segunda se llevó a cabo a una muestra nacional de 5.463 casos; la encuesta formó parte de
una investigación sobre elecciones de 1982 financiada por la 5tiftung Volkswagenwerk, de la

46
47
,
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

PSOE a la posición media de los españoles es una condición necesaria de su éxi- CUADRO 7
to electoral, mientras que el conservadurismo del PP dificulta su expansión en- ACTITUDES BASICAS HACIA LA SOCIEDAD EN ESPAÑA Y EUROPA, 1978-1989 *
tre unos votantes mayoritariamente reformistas y de centro-izquierda (Montero, (En porcentajes)
1989). De otra parte, las posiciones atribuidas a los partidos por los ciudadanos Europa .;,.;,
proporcionan unas imágenes adecuadas de sus respectivos perfiles ideológicos. España
Actitudes
Las posiciones suelen estar algo más alejadas del centro que las de los propios 1978 1979 1981 1985 1989 1981 1985 1989
votantes, facilitando también de este modo la competencia centrípeta entre los
Acción revolucionaria. 4 4 7 6 3 4 5 5
principales partidos (Sani y Montero, 1986). Los niveles de polarización ideoló-
Reformas ...................... 63 64 75 69 84 63 63 68
gica, cuyo índice de distancia es de los más elevados de Europa, quedan así re-
ducidos hasta límites aceptables para el sistema político (Sani y Shabad, 1986). Defensa contra la sub-
versión ..................... 14 19 9 8 6 22 26 19
No respuesta ............... 19 13 9 17 7 11 6 8
(n) ............................ (5.712) ( 1.170) (2.303) (1.003) ( 1.001) (10.160) (9.846) (10.677)
CUADRO 6
AUTOUBICACION DE LOS VOTANTES DE PARTIDOS Y POSICIONES ATRIBUIDAS * La pregunta era la siguiente; «En esta tarjeta puede ver usted tres tipos fundamentales de actitudes con
respecto a la sociedad en que vivimos. Elija, por favor, la que más se ajuste a su opinión. (1) El modo entero en
A LOS PARTIDOS EN ESCALAS IDEOLOGICAS IZQUIERDA·DERECHA, 1978·1989 * que nuestra sociedad está organizada debe cambiarse radicalmente a través de una acción revolucionaria. (2) Nues-
tra sociedad debe mejorarse poco a poco a través de reformas. (3) Nuestra actual sociedad debe ser defendida es-
Autoubicación de los votantes de los partidos
PCE PSOE CDS UCD PP
Posiciones de los partidos por el electorado
PCE PSOE CDS UCD PP
Total (n) *.
forzadamente contra todas las fuerzas subversivas».
Excluyendo a España.
Fuentes: Para España 1978 y 1979, Banco de Datos del CIS; los de España de 1981, de la European Values
Survey, 1981 (véase nota 10 del texto); los restantes, del Eurobarómetro, 31 (junio de 1989).
1978 2,6 3,8 5,6 7,7 2,5 3,8 6,0 8,5 4,7 (5.898)
1979 2,7 3,9 5,9 7,0 2,2 3,7 7,0 8,0 4,7 (5.439)
(5.463)
ciales que empezó a fraguarse a partir de 1980, una vez que los cambios políti-
1982 2,3 3,8 5,4 5,6 7,2 1,8 3,5 5,7 6,2 8,5 4,8
1986 2,5 3,6 5,2 7,4 2,0 3,8 5,5 8,5 4,5 (6.573) cos de la transición han sido ya alcanzados (Benedicto, 1989, pág. 658). Las per-
1989 2,6 3,8 5,3 7,2 2,2 4,1 6,0 8,4 4,7 (3.371) cepciones sobre las desigualdades sociales, los efectos de las crisis económicas,
las deficiencias del Estado del bienestar y las dificultades de los gobiernos de
* Las cifras son posiciones medias en escalas de diez puntos. UCD y del PSOE para realizar esos cambios sociales parecen justificar el incre-
Fuentes: Linz et al. (1981, pág. 368) para 1978; Encuestas DATA para 1979 y 1982; Y Banco de Datos del mento de las actitudes reformistas.
CIS para 1986 y 1989.
De otra parte, los españoles comparten con los ciudadanos de otros países
europeos unas débiles orientaciones radicales o revolucionarias con respecto al
cambio social. Pero se vuelven a diferenciar de ellos, en cambio, en lo que hace
La moderación electoral e ideológica de los españoles resulta congruente con a las orientaciones conservadoras y defensivas. Las diferencias son llamativas.
sus tendencias valorativas. De este modo, las mayoritarias preferencias electora- Sólo Portugal tiene en 1989 una proporción similarmente baja (pero con niveles
les hacia un partido socialista de naturaleza socialdemócrata y las tendencias ideo- de no respuesta superiores), mientras que en Italia y Grecia se duplica al menos
lógicas de centro-izquierda resultan también conformes con sus actitudes hacia el 6 por 100 español y en la mayoría de los restantes países se triplica o cuadri-
la sociedad y el sistema económico. Diversos indicadores presentan un cuadro plica 5. La debilidad de las orientaciones conservadoras en España no parece de-
definido por un apoyo abrumador a las orientaciones reformistas y por un difu- pender, como en Portugal, del nivel de la no respuesta, aunque no cabe descar-
so anticapitalismo. Por lo que hace al primer aspecto, entre el 70 y el 80 por 100 tar entre quienes no saben o no contestan los conocidos mecanismos de la espi-
de los españoles han expresado desde hace tiempo actitudes favorables al cam- ral del silencio. Y tampoco parece que se deba a defectos técnicos del indicador
bio social a través de reformas graduales (cuadro 7). Desde un punto de vista seleccionado: la utilización de otros arroja resultados similares 6. Con cualquiera
comparado, esta tendencia se enmarca en la general de muchos países europeos,
pero está reforzada por el mayor volumen (y, posiblemente, la mayor intensidad) 5 Los datos individualizados de cada país pueden encontrarse en las series temporales de
del caso español: sólo Italia, con un 78 por 100 de reformistas en 1989, se aproxi- datos que recogen los Eurobarómetros; en este caso hemos utilizado los del número 31, de ju-
ma al muy elevado nivel de España. Un nivel que, además, se ha ido incremen- nio de 1989.
6 De acuerdo con las Encuestas DATA 1979 Y 1982, tres de cada cuatro españoles esta-
tando a lo largo de los últimos diez años, en una evolución ascendente que asi-
ban de acuerdo con la afirmación de que «la distribución de los ingresos es totalmente injusta
mismo resulta peculiar entre los países europeos. Es probable que esta tendencia en España». Según una encuesta del CIS de junio de 1985, realizada a una muestra nacional
represente la manifestación actitudinal de un generalizado deseo de cambios so- representativa de 2.498 españoles, y otra de enero de 1989 (citada supra, nota 4), la mitad de
los entrevistados en ambas opinaba, sobre la sociedad en la que vive, que «necesita reformas
República Federal de Alemania, y realizada por J. J. Linz, H. J. Puhle, R. Gunther, J. R. Mon- profundas», y una tercera parte que «puede mejorarse con pequeños cambios». Sólo porcen-
tero, G. Sani, G. Shabad y P. del Castillo; puede verse al respecto Linz y Montero [1986].) tajes ínfimos, de alrededor del 3 por 100, escogieron las respuestas conservadoras (la sociedad

48
~ 49
,\

JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLlTICA DE LOS ESPAÑOLES

de estos indicadores los apoyos minoritarios a la opción conservadora, y los ma- CUADRO 8
yoritarios a las reformistas, son hasta cierto punto independientes de las prefe- TERMINOS CARACTERISTICOS DE LAS ECONOMIAS CAPITALISTA y SOCIALISTA"
rencias partidistas e ideológicas (Orizo, 1983, pág. 219) 7. (En porcentajes)
Una serie de factores de distinta naturaleza está aparentemente detrás de esta
configuración actitudinal. Como ha sugerido Linz (1984, pág. 63), los más des- Diferencia
Término Capitalismo Soezalismo Ambos entre
tacables se refieren a la débil legitimación del orden social y a la falta de sedi- amboJ
mentación de la sociedad española, frutos ambos del desarrollo económico ace-
lerado y reciente de un país tradicionalmente pobre. Los problemas de calidad Desempleo ................... 31 10 14 '-21
de vida urbana implícitos en este desarrollo generaron situaciones de dependen- Libertad ....................... 19 23 11 4
cia creciente de los servicios públicos, que resultaron incumplidas a causa de las Desigualdad ................. 37 8 8 -29
Desarrollo tecnológ ..... 22 13 19 -9
extraordinarias deficiencias de tas prestaciones sociales del Estado durante los
Riqueza ........................ 25 6 9 -19
años sesenta y setenta. La falta de sincronía entre los procesos de modernización Egoísmo ....................... 29 7 10 -22
económica y política bajo el franquismo aumentó la intensidad de las percepcio- Poder ........................... 25 14 21 -11
nes críticas de los órdenes social y económico. La incidencia de la crisis econó- Lucro ........................... 23 4 6 -19
mica ha agravado posteriormente las prestaciones de las Administraciones Pú- Justicia ......................... 8 28 21 20
blicas con respecto a la educación, la salud, los transportes, las comunicaciones, Escasez ........................ 7 13 21 6
etcétera, en las que a veces se depositan expectativas difícilmente realizables. En Humanidad ................. 5 13 18 8
un contexto de desigualdades sociales todavía considerables, la acumulación de Progreso ...................... 17 17 16 O
Planificación ................ 7 33 30 26
demandas en el sector público dificulta su satisfacción y tiende a alimentar, por
Eficacia ........................ 7 11 14 4
el contrario, orientaciones reivindicativas y reformistas. Represión ..................... 13 16 15 3
Estas mismas razones explican en parte el difuso anticapitalismo presente en Corrupción .................. 23 9 17 -14
la cultura política española: un anticapitalismo que tiene raíces heterogéneas, que No respuesta ............... 12 16
no es patrimonio de la izquierda y que resulta compatible con actitudes mode-
* La pregunta era la siguiente: «¿Cuál de las palabras de esta lista describe mejor lo que usted piensa de la
radas e incluso conservadoras (Linz, 1989a). En 1979, un 45 por 100 del elec- economía capitalista de libre iniciativa? ¿Y de la economía socialista (en la que no hay empresas privadas)?»
torado español opinaba que el término socialismo correspondía mejor con sus Fuente: Linz (1989a, pág. 104).
ideas que el de la propiedad privada (que fue escogida por un 28 por 100). En
el mismo año, la opción de la «nacionalización de empresas» era preferida por
un 41 por 100, mientras que la del «mantenimiento de la propiedad privada» lo claban unos pocos rasgos positivos (la riqueza o el desarrollo tecnológico) con
era por un 31 por 100; en 1982, sin embargo, ambas posiciones eran defendidas muchos negativos (como la desigualdad, el paro o el egoísmo); los términos ca-
por un 35 y un 27 por 100, respectivamente 8. Sólo un 48 por 100 reconocía en racterísticos del socialismo, en cambio, combinaban algunos moderadamente fa-
1983 la legitimidad del sistema económico capitalista, y un 34 por 100 su efica- vorables (la planificación) con otros muy positivos (la justicia o la libertad) (cua-
cia para resolver los problemas de los españoles; entre los jóvenes ambas pro- dro 8). Y si en la población en general el saldo es favorable al socialismo, entre
porciones eran aún más bajas (Linz, 1984, pág. 91; Gómez-Reino, 1985, los votantes conservadores la economía capitalista aparece también asociada a tér-
pág. 293) 9. Pese a que las sociedades tenidas como modelos pertenezcan a la ór-
minos negativos: aunque reconocen una cierta superioridad de la economía ca-
bita occidental capitalista [como Suecia, la República Federal de Alemania o Es-
tados Unidos (Linz, 1989a, pág. 111)], las imágenes del capitalismo en 1983 mez- pitalista frente a la socialista, las diferencias no son, sin embargo, grandes (Linz,
1984, pág. 89). Finalmente, las valoraciones de las grandes empresas y de los sin-
española «está bien como está») o revolucionarias «<debe cambiarse radicalmente mediante
dicatos se encuentran entre las más bajas de algunos países europeos 10. Los
una acción revolucionaria»). pequeños empresarios suelen obtener una valoración más elevada que la de los
7 Por ejemplo, en la encuesta de! CIS de enero de 1989 (citada supra, nota 4), las opcio- empresarios tout court, que evocan una cierta hostilidad pese al crecimiento eco-
nes reformistas eran escogidas por e! 82 por 100 de quienes se situaban en la izquierda, e! 89 nómico de las últimas décadas. Y la más importante organización empresarial,
por 100 de! centro· izquierda, e! 90 por 100 del centro, e! 83 por 100 de! centro· derecha y e! la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), alcanza va-
79 por 100 de la derecha. Los porcentajes de los reformistas eran, asimismo, similares para los
votantes de IU, PSOE, CDS y PP. loraciones similarmente bajas a las de cada uno de los principales sindicatos, la
8 Estos datos proceden de las Encuestas DATA 1979 Y 1982.
9 Estos datos corresponden, respectivamente, al «Estudio de mentalidades económicas», 10 Según los datos de la European Values 5urvey, realizada en 1981 en e! Reino Unido,
realizado por Juan J. Linz y DATA en base a una encuesta llevada a cabo en e! otoño de 1983

..
Irlanda del Norte, Irlanda, Francia, Bélgica, la República Federal de Alemania, Holanda, Es-
a una muestra representativa de 3.952 casos, y a otra encuesta de DATA a una muestra repre- paña, Dinamarca e Italia. El número total de casos fue de 12.463, de los que 2.303 se entre-
sentativa de 2.000 jóvenes de 15 a 24 años, efectuada en marzo de 1984. vistaron en España; puede verse al respecto Orizo (1983) y Stoetzel (1983).

50 51
.,
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) 11. En CUADRO 9


1983, un 22 por 100 expresaba una opinión positiva tanto sobre las organizacio- LEGITIMIDAD DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA, 1980-1989
nes empresariales como sobre las sindicales y un 35 por 100 negativa para am- (En porcentajes)
bas, mientras que un 19 por 100 se mostraba más favorable a los sindicatos y un
5 por 100 a las organizaciones empresariales (Linz, 1989a, pág. 87). La acepta- 1980 1984 1985 1987 1988 1989
ción de las estructuras intermedias del sistema económico se combinaba así con
La democracia es preferible a
una difusa legitimidad del capitalismo y con las percepciones críticas sobre su
cualquier otra forma de go·
funcionamiento. bierno ................................... 49 69 70 71 72 68
En algunas circunstancias un
régimen autoritario, una dic·
L(GITIMIDAD y EFICACIA DEL SISTEMA POLÍTICO tadura, puede ser preferible
al sistema democrático ........ 10 11 10 12 10 10
El nuevo sistema democrático disfrutó de una elevada legitimidad desde los A las gentes como yo, lo mis-
momentos iniciales de la transición 12. En los primeros años setenta, el creciente mo nos da un régimen que
otro ...................................... 8 11 9 11 10 10
apoyo a los principios democráticos fue cristalizando en un conjunto de predis-
No sabe, no contesta ............... 33 9 11 6 8 12
posiciones favorables hacia el régimen que se estableciera tras el franquismo. (n) .......................................... (3.457) (2.490) (2.498) (2.490) (2.488) (3.371)
Aunque quedaban todavía por despejar las incógnitas de la sucesión, la procla-
mación del Rey a la muerte de Franco tuvo lugar en circunstancias de absoluta Fuente: Banco de Datos del CIS.
normalidad: ello tranquilizó a una sociedad que observaba el futuro político con
ansiedad y preocupación, y reforzó las probabilidades de la alternativa democrá-
tica sobre la autoritaria (López Pintor, 1982, págs. 102-104). Desde entonces la se han producido entre los partidarios de la democracia y los del régimen auto-
legitimidad del sistema democrático ha sido mayoritaria (Del Aguila, 1990). ritario, sino entre los primeros y quienes posiblemente han ocultado su insegu-
Al menos dos terceras partes de los españoles entrevistados en diversos mo- ridad e indiferencia en la no respuesta 14. En cambio, las preferencias hacia un
mentos de la transición expresaban su acuerdo con la afirmación de que «la régimen autoritario o una dictadura han sido minoritarias. Sus principales defen-
democracia es el mejor sistema para un país como el nuestro». En 1981, poco sores se encuentran entre el electorado conservador, al que cabe identificar por
después del intento de golpe de Estado, la proporción de quienes apoyaban diferentes indicadores (cuadro 10). Aunque se trata en ambos casos de minorías
la legitimidad democrática se elevó a181 por 100 (Linz el al., 1981, pág. 627); que no superan el 10 por 100 de la población, esta distribución subraya una de
y en 1982, tras la vict<2.tia electoral del PSOE, se mantuvo en un igualmente las peculiaridades del conservadurismo español con respecto a otros partidos con-
elevado 74 por 100 13. 1 servadores europeos y refleja una de las dificultades del PP para su crecimiento
La utilización de otro indicador semejante revela que las preferencias por el electoral (Maravall, 1984, pág. 121; Montero, 1989).
sistema democrático no han sufrido grandes cambios desde 1980 (cuadro 9). La . tffor lo demás, el paso del tiempo ha contribuido a resaltar positivamente la
democracia y las instituciones democráticas parecen gozar de un importante con- serie de acontecimientos del posfranquismo, caracterizados como un éxito polí-
senso básico, quizás el más elevado de la historia española. Este consenso se pro- tico grac. ias a los E.lrocedimientos consensuales de las éliteslÍ) la moderación del
-'yecta también en la inexistencia de alternativas. Las principales oscilaciones no pueblo e~Eañol. We acuerdo con encuestas recientes, la mItad de la poblácion
opinaba en ~87 que «las cosas han ido mejor de lo que esperaba desde la muer-
11 En sendas encuestas del CIS de 1985 y 1989 (citadas supra, notas 6 y 4, respectivamen- te de Franco», y tres de cada cuatro afirmaban en 1988 que la «transición cons-
te), las valoraciones medias, en la escala de simpatía de diez puntos, oscilaban entre 4.2 y 4.8. tituye un orgullo para los españoles». Todo ello cumple sobradamente el requi-
En las Encuestas DATA 1979 Y 1982, la valoración media de las grandes empresas era de 4,0 sito de las dimensiones actitudinales favorables que algunos autores, como Linz
y 4,3, respectivamente, mientras que la de los sindicatos, en general, era de 5,6 en 1982. Y en
diversas encuestas de 1984 y 1985 (Díez Nicolás, 1986, pág. 24) los empresarios eran el grupo y Stephan (1990), por ejemplo, han estimado necesarias para la consolidación de-
ocupacional valorado más bajo, con la única excepción de los políticos, de un conjunto de gru- mocrática. Los efectos políticos de la propia consolidación incidieron también
pos que incluyen a periodistas, médicos, profesores de universidad, jueces, militares, abogados, en las apreciaciones positivas de la legitimidad del nuevo sistema o en las per-
diplomáticos, diputados, funcionarios, sacerdotes y senadores. cepciones sobre su persistencia. Así, un 64 por 100 pensaba en 1988 que la de-
12 El término legitimidad se utiliza aquí con la prudencia de quienes, como los autores, mocracia era entonces más estable que seis años antes, y un 50 por 100 la valo-
son conscientes de sus problemas de conceptualización en las democracias contemporáneas y raba más positivamente que hacía seis años; sólo un 10 por 100 (que ascendía
de sus dificultades de operacionalización empírica en las ciencias sociales. Hemos preferido tam-

,
bién acudir al término clásico de legitimidad, en vez de alguno de los muchos otros ya fleta-
dos, por razones similares a las aducidas por Linz (1989a, págs. 65·66). 14 El hecho es especialmente visible en los datos correspondientes a 1980, cuando la
13 Estos datos proceden de la Encuesta DATA 1982. Una parte de los datos y los argu- ineficacia de los gobiernos de UeD propició un descenso considerable de las preferencias so·
mentos de esta sección ha sido considerada con mayor extensión en Montero (1990a). bre la democracia, que se refugió en la no respuesta.

52 53
.,
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLlTICA DE LOS ESPAÑOLES

CUADRO 10 al 23 por 100 entre los votantes conservadores de! PP) la valoraba negativamen-
PREFERENCIAS POR UN REGIMEN DEMOCRATICO O AUTORITARIO te 15. Ello no impide, sin embargo, que se acuda a un notable realismo a la hora
SEGUN DISTINTOS GRUPOS SOCIALES, IDEOLOGICOS y PARTIDISTAS, 1989 *
(En porcentajes horizontales) de calificar globalmente e! sistema político español, o de compararlo con otros
sistemas occidentales (cuadro 11). El de España merece ciertamente un «apro-
RégImen Régimen (n) bado», pero todavía se encuentra a una distancia significativa de otros países,
democrático autoritario
que aparecen revestidos de una mayor calidad democrática.
Sexo
Varones ................................................... 73 10 (1.598)
Mujeres ................................................... 63 10 (1.743) CUADRO 11
Edad VALORACION DE LOS SISTEMAS POLlTICOS DE ESPAÑA Y DE OTROS PAISES
18-25 años .............................................. 78 6 (651) DEMOCRATICOS, 1985-1988 *
26-40 ....................................................... 79 6 (886)
41-50 ....................................................... 69 11 (563)
51-60 ....................................................... 63 12 (534) País 1985 1986 1987 1988
Más de 60 ............................................... 48 15 (702)
1:~':
Estudios Estados Unidos .................................... ** 7,6
Menos de primarios ............................... 52 11 (995) República Federal de Alemania ........... 7,4 7,8 7,6 7,5
Primarios ................................................ 69 10 (1.186) Reino Unido ......................................... 7,3 7,5 7,6 7,5
Bachiller .................................................. 81 7 (803) Francia.................................................. 7,1 7,3 7,4 7,4
Superiores ............................................... 82 9 (352) Italia ..................................................... 6,5 6,6 6,5 6,7
Bando guerra civil' España .................................................. 6,1 6,0 6,0 6,0
Nacional ................................................. 63 19 (648) Grecia ................................................... 5,8 5,9 5,6 5,8
Republicano ............................................ 84 5 (703) Portugal ................................................ 5,2 5,2 5,3 5,6
Juicio sobre franquismo b (n) ..................................................... (2.490) (2.491) (2.500) (2.488)
Ambivalente ............................................ 69 9 (1.516)
Negativo ................................................. 91 2 (884) * Las cifras son puntuaciones medias en escalas de diez puntos. La pregunta era la siguiente: «Emplee usted
Positivo ................................................... 33 34 (428) esta tarjeta para indicarme su punto de vista sobre la democracia. Supongamos que la cumbre de una montaña
Tendencias ideológicas e representa un sistema político profundamente democrático y la base un sistema político nada democrático. Indí-
Comunistas ............................................. 87 6 (141) queme, por favor, ¿en qué punto de la montaña cree usted que se encuentra el sistema político español? ¿Y el
Socialistas ................................................ 88 4 sistema político de [Alemania, Francia, etc.]?»
(785)
Conservadores ........................................ 56 28 (271) ** No se preguntó en esa encuesta.
Franquistas ............................................ 16 57 (86) Fuente: Banco de Datos del CIS.
Posición ideológica d
Izquierda ................................................. 86 4 (260)
Centro-izquierda ..................................... 88 5 (866)
La legitimidad concedida .al nuevo sistema democrático tuvo a su favor una
Centro ..................................................... 74 10 (741) condición esencial para su afianzamiento: la identificación con e! régimen auto-
Centro-derecha ....................................... 48 25 (314) ritario y la lealtad a Franco no llegaron en ningún momento a constituir una
Derecha .................................................. 46 38 (104)
Voto en 1986 e
legitimidad alternativa (McDonough el al., 1986). Es cierto que a medida que
IV ........................................................... 82 7 (134)
transcurría e! tiempo e! franquismo se difuminaba en e! recuerdo de los españo-
PSOE ...................................................... 80 5 (1.173) les adultos y e! actual período democrático ganaba adeptos. Así, en 1985, cuan-
CDS ........................................................ 79 9 (179) do se cumplía e! décimo aniversario de la muerte de Franco, e! franquismo era
AP ........................................................... 47 28 (420) un recuerdo más bien lejano y borroso para e! 52 por 100 de los españoles. Y
Proximidad a partidos f
IV ........................................................... 86
en 1988, un 67 por 100 escogía la democracia actual como la mejor época de la
9 (74)
PSOE ...................................................... 83 7 (216) historia española de los últimos cincuenta o sesenta años: sólo un 12 por 100
CDS ........................................................ 70 11 (43) optó por la época de Franco 16. Pero en los años de la transición subsistía lógi-
AP ........................................................... 48 34 (140) camente e! temor de que tanto la lealtad a Franco como los juicios positivos so
Total ................................................... 68 10 (3.371) bre e! franquismo dificultasen (yen último término impidiesen) la legitimidad
* La formulación literal de las preferencias por cada una de las opciones se encuentra en el cuadro 9. Las del nuevo régimen o los apoyos a las nuevas instituciones democráticas. Como
filas no suman cien porque no se ha recogido la tercera opción ni la no respuesta. entonces era usual decir, la construcción de una democracia sin demócratas pre-
~ Bando. con ef gue simpatizaba la familia del entrevIstado. .
El JWCIO «ambIValente» expresa el de quienes pIensan que el franqUlsmo «fue en parte bueno y en parte malo
para EsQ.ana»; el.negativo, gue «fue sólo malo para España»; y el positivo, que «en su coniunto fue bueno para España».
~ Tendenc.t~ que ~efIende mejor sus intereses o con la que se siente más identiticado. 15 Los datos proceden de las encuestas realizadas por el CIS en noviembre de 1987 y sep-
AU10poslcldonarmento en una escala ideológica izquierda-aerecha de diez puntos, que se han agrupado por pares.
; Recuerd<? e voto e.n las elecciones legislativas de 1986. tiembre de 1988 a muestras respectivas de 2.490 y 2.488 casos.
Porcentajes de qUIenes se encuentran «muy cercanos» a cada uno de los partidos seleccionados. 16 Los datos de 1985 corresponden a la encuesta del CIS citada supra, nota 6; los de 1988
Fuente: Banco de Datos del CIS. están citados supra, nota 15.

54 '¡ 55
.,'
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

CUADRO 12 CUADRO 13
ALGUNOS INDICADORES SOBRE FRANCO Y EL FRANQUlSMO, 1977-1982 y 1989 JUICIOS SOBRE EL FRANQUlSMO EN ESPAÑA, 1984-1989, Y SOBRE
LAS DICTADURAS RESPECTIVAS EN PORTUGAL, GRECIA E ITALIA, 1985
1977 1979 1982 1989 (En porcetajes)
Franquismo • 29 16 15 España
Antifranquismo 36 49 52 Portugal Grecia ltalta
Simpatía hacia Franco b 1984 1985 1989
27 29
Antipatía hacia Franco ........................ . 54 53 Fue en parte bueno y en parte
Neutralidad 18 18 malo ..................................... 46 44 45 44 31 43
Media ............................................... . 3,9 3,8 Fue sólo malo .......................... 27 29 26 29 59 37
Franquismo como tendencia ideoló- En su conjunto, fue bueno ....... 18 17 13 13 6 6
gica '................................................. 12 6 6 3 No sabe, no contesta ............... 9 10 16 14 4 13
(n) ......................................... (2.490) (2.488) (3.371) (2.000) (1.998) (2.074)
(8.837) (5.439) (5.463 ) 0.371)
Fuentes: Para España en 1984 y 1989, Banco de Datos del CIS. Para los cuatro países en 1985, los datos pro·
• Porcentajes de respuesta a la siguiente pregunta: «Hablando de los temas políticos en general, ¿cuál de las ceden de «Estudio de cuatro naciones», dirigido por Julián Santamaría y Giacomo Sani; los correspondientes a
dos frases siguientes corresponde mejor con sus ideas?» No se han recogido las respuestas de «ambas» y «ningu- España y Portugal se encuentran depositados en el Banco de Datos del CIS.
na», ni la no respuesta.
b En porcentajes, la simpatía es la agregación de las posiciones O a 4 en una escala de simpatía de diez puno
tos; la neutralidad corresponde a la posición 5, y la antipatía, a las posiciones 6 a 10. La media es la posición media
en dicha escala. distribución de juicioso es bastante similar a la que hacen italianos y portugueses
, Proporción de respuestas a la siguiente pregunta: ¿Cuál de las siguientes tendencias ideológicas es la que
defendería mejor sus intereses y con la que usted se siente más identificado? de sus respectivas experiencias dictatoriales. La de los griegos resulta un tanto
Fuentes: Para 1977, 1979 Y 1982, Linz et al. (1981, págs. 537 y 549); para 1989, Banco de Datos del CIS.
excepcional, habida cuenta de que su dictadura fue reciente y tuvo el menor pe-
ríodo de duración de todos los países de la Europa del Sur. La similitud de Es-
paña, Portugal e Italia no deja de sorprender dadas las diferencias existentes en
sentaba dificultades serias: podía impedir la transición y, si ésta se consiguiera, la duración e intensidad de las tres experiencias dictatoriales, así como en ellap-
dilatar excesivamente la fase de consolidación democrática. so de tiempo transcurrido entre la caída del fascismo en Italia y el fin del sala-
Estas dificultades, sin embargo, fueron menores de lo que se temía. Linz y zarismo en Portugal o el del franquismo en España.
otros (1981, pág. 613) han subrayado que la memoria de Franco perduraba y has- ~ El principal problema para la legitimidad democrática consistió, según nu-
ta cierto punto dividía a los españoles, pero que la suerte de la democracia no merosos analistas, en la creciente ineficacia gubernamental en los años 1978-1982. )
llegó a depender de los restos de legitimidad del régimen autoritario. Por distin- ( Los débiles gobiernos cuasimayoritarios de VCD fueron incapaces de afrontar
tas razones históricas, la valoración de Franco resultaba más ambigua que la de los retos de una grave crisis económica, una violencia terrorista en aumento y
otros dictadores coetáneos. Y el juicio sobre el franquismo se efectuaba similar- una política regional errática (Huneeus, 1985; Gunther, 1986). Las valoraciones
mente con una cierta ambivalencia. La imagen del pasado era básicamente ne- dé las situaciones política y económica registraron niveles realmente bajos). que
gativa, pero no resultaba una imagen nítida en blanco y negro. Algunos datos sólo se superaron a partir de 1982 con la llegada del PSOE al gobierno (gráfi-
muestrales revelan una evolución interesante (cuadro 12), que se produce en la co 1). Existía una generalizada creencia en que la ineficacia e ineficiencia de VCD
dirección que cabía esperar. Pero más importante que aquella evolución es el he- estabariCIlsiriiriuyetrdo considerablemente la legitimidad inicial del sistema. El he-
cho de que un sector mayoritario de quienes valoraban positivamente a Franco cho de que se produjera además durante la fase de la consolidaciÓlra'llmentaba
y se identificaban ideológicamente con el franquismo parecía estar dispuesto a los temores de quienes consideraban a la legitimidad y a la eficacia factores fun-
sustentar la legitimidad del nuevo sistema. En realidad, sólo un muy reducido 4 damentales para la estabilidad política del nuevo régimen. Sin embargo, lilii-
por 100 de la población se mostraba totalmente partidaria de Franco y mantenía timidad democrática no resultó aparentemente erosionaruLpor..eL descontento
a la vez una clara postura antidemocrática (Linz el al., 1981, pág, 614). Ello po- éconómico o por el pesimismo político (Linz, 1989b). Pero es probable que el
sibilitó una valoración retrospectiva del régimet¡autoritario que combinaba ten- mantenimiento de los niveles básicos de la legitimidad se compatibilizara con un
dencias negativas con posiciones ambivalentes. ~ finales de los años setenta, una descenso dramático en la intensidad de los apoyos a la democracia. Ello posibi-
tercera parte aprobaba en términos ~nerales el franquismo, frente a la desapro- litó situaciones de «desencanto» y de «desalineamiento», pero no incrementó sig-
bación de la mitad de los españole~I(Linz el al., 1981, pág, 588). Durante los nificativamente el apoyo a soluciones antidemocráticas (Linz el al., 1981,
años ochenta, el juicio histórico de la etapa franquista se manifestaba de forma pág. 628; Maravall y Santamaría, 1989, pág. 216).
menos definida en un indicador diferente (cuadro 13): aunque los críticos del ré- ,s' Las percepciones sobre la eficacia del propio sistema democrático registra-
gimen autoritario siguen siendo más numerosos que sus defensores, una mayoría ron también un acusado descenso durante la primera fase de la consolidación.
relativa ha optado por acogerse a una respuesta típicamente ambivalente. Esta En 1978, un 68 por 100 estaba de acuerdo con la afirmación de que «la demo-
"
56 57
.,..
~

JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

cracia permite que se estén solucionando los problemas de los españoles», mien-
tras que un 22 por 100 manifestaba su desacuerdo. Sólo un año después las pro-
porciones respectivas eran 45 y 46 por 100. En el mismo plazo de un año los
que estaban de acuerdo con la frase de que «todavía tenemos muchos problemas
que resolver, pero en conjunto no nos podemos quejar» descendieron del 57 al
GRÁFICO 1 40 por 100, mientras que los que se identificaban con la contraria (<<la situación
EVOLUCION DE LAS VALORACIONES POSITIVAS DE LAS SITUACIONES va haciéndose cada vez más grave, y no se puede continuar aSÍ») crecieron del
ECONOMICA y POLITICA, 1975-1989 39 al 50 por 100 (Víla y Gómez-Reino, 1980, pág. 42).

GRÁFICO 2
30
LEGITIMIDAD Y EFICACIA EN LOS PAISES DEL SUR DE EUROPA, 1985
(En porcentajes)
EFICACIA
25 +
~- ....
----
",
L
P /r
....... - E
+ Demócratas
Italia......................................... 65
Críticos
Italia ......................................... 19
20
G
O
R
e
E
N
15
r
.., /
/
I
T
I
Grecia
Portugal
España
84
77
75
Grecia ......................................
Portugal...................................
España .....................................
11
9
12

M Satisfechos Antzdemócratas
T I
A
I Italia......................................... 7 Italia......................................... 9
I D
J Grecia ...................................... 3 Grecia ...................................... 2
E 10 I A Portugal............................ ....... 10 Portugal................................... 4
I D España ..................................... 7 España ..................................... 6
',- /
Fuente: Morlino y Montero (1990).
5

Podemos considerar las relaciones entre legitimidad y eficacia en España (y,


OL'--~--~--'---'---'---'---.---.---.---r---r-~ a efectos comparados, en los restantes países de la Europa del Sur) desde una
1975 76 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 última dimensión. Consistiría en aplicar a los ciudadanos la combinación de le-
gitimidad y eficacia que Lípset (1987, pág. 70) realizó en los años sesenta para
_ _ _ _ Política clasificar a los países en cuatro grandes bloques. Ello posibilitaría la formación
de cuatro grupos de ciudadanos en función de sus actitudes sobre la legitimidad
Económica
y la eficacia democráticas, a las que convencionalmente cabría denominar, si-
guiendo algún precedente (Linz et al., 1981; Víla y Gómez-Reíno, 1980), como
Fuente: Banco de Datos del CIS. demócratas, satisfechos, críticos y anttdemócratas. El resultado, expuesto en el grá-
fico 2, permite comprobar desde un ángulo diferente la vertiente actitudinal de
la consolidación democrática. La distribución de los distintos grupos en los cua-
tro países de la Europa del Sur proporciona también apoyo a las interpretacio-
nes que han subrayado la falta de una relación causal entre la ineficacia y un des-
censo en la legitimidad de las nuevas democracias (Di Palma, 1984). En muchas
ocasiones, la afirmación de la ineficacia democrática o la expresión de sentimien-
tos de insatisfacción por su funcionamiento están enraizadas en motivos de de-
sacuerdo ideológico o partidista con las autoridades gubernamentales. En otras,
el reconocimiento de la continuidad de problemas graves y de la incapacidad de
los líderes políticos para resolverlos afecta sólo marginalmente el consenso ma-
"
58 59
.,.
LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL
CUADRO 15
CUADRO 14
EFICACIA DE LA DEMOCRACIA Y SATISFACCION CON ELLA EN ESPAÑA, 1978-1989
LEGITIMIDAD Y EFICACIA EN ESPAÑA, 1978-1989: UNA TIPOLOGIA * Y EN PORTUGAL, GRECIA E ITALIA, 1985-1989 '
(En porcentajes) (En porcentajes)

1978 1980 1985 1989 España Portugal Grecia Italia

Demócratas .................. 74 46 76 1985 1989 1985 1989 1985 1989 1985 1989
75 1978
Críticos ........................ 11 32 12 11
Satisfechos ................... 3 4 7 6 Eficacia
Funciona bien ............ 9 15 4 35 4
Antidemócratas ........... 12 18 6 7
(n) ............................ (5.190) (4.784) (1.926) (2.472) Tiene muchos defec-
60 55 65 46 61
tos, pero funciona.
* Los demócratas expresan preferencia por el sistema democrático y creen que el de España es eficaz; los crÍ- Funciona cada vez
ticos aceptan la legitimidad, pero no la eficacia de la democracia; los satisfechos, por el contrario, aceptan la efica- peor, y de seguir así
cia, pero no la legitimidad; y los antidemócratas rechazan tanto la legitimidad como la eficacia. no funcionará en
Fuentes: Para 1978 y 1980, adoptado de Linz et al. (1981, pág. 628); para 1985 y 1989, Banco de Datos del CIS. absoluto ................. 20 18 12 14 28
No respuesta .............. 11 12 19 5 7
(n) ........................... (2.498) (3.371) (2.000) (1.998) (2.074)

yoritario sobre la legitimidad del régimen. Los casos de la Europa del Sur supo- Satisfacción *
57 34 57 51 52 28 27
nen una demostración relevante de la falta de relaciones transitivas y lineales exis- Satisfecho ................... 37 51
42 38 36 53 35 42 42 69 71
tentes entre la legitimidad, la eficacia y la efectividad (Linz, 1978). Y el caso con- Insatisfecho ................
21 11 7 13 8 7 6 3 2
creto de España ilustra aún mejor la subsistencia de la legitimidad básica de la No respuesta ..............
(n) ........................... (1.183) (1.003) (1.001) (1.000) (1.000) (1.000) (1.000) (1.047) (1.021)
nueva democracia pese a la acumulación de problemas irrésueltos' en una fase
crítica -de la consolidación: como se deduce del cuadro 14, los espíifioTe"SOistin- * Se han agregado las categorías de «muy» y «bastante» en la de satisfecho, y de «poco» y <mada» en la de
guieron entre el régimen y el rendimiento de un Gobierno, y atribuyeron sus di- insatisfecho.
Fuentes: Los datos de España de eficacia en 1989 y de satisfacción en 1978 proceden del Banco de Datos del
ficultades a muchos otros factores independientes del propio régimen o de los CIS; los de eficacia de los otros tres países, del «Estudio de cuatro naciones». Los restantes datos de satisfacción
diferentes gobiernos (Linz, 1986). para los cuatro países se han recogido de Eurobarómetro, 31 (junio de 1989).

A partir de 1982 la mayoría absoluta del PSOE en el Congreso y la forma-


ción de un Gobierno homogéneo supusieron una especie de consolidación ple- distas_ De forma similar a sus opiniones sobre la legitimidad democrática, dos
biscitaria de la democracia, lo que repercutió inmediatamente, como ya ha po- de cada tres votantes del PP y de los que se autositúan en las posiciones de cen-
dido comprobarse en el gráfico 1, en las expectativas económicas y políticas ma- tro-derecha se muestran insatisfechos con el funcionamiento de la democracia 19.
nifestadas por los ciudadanos_ Sólo un 16 por 100 se mostraba en desacuerdo
ahora con la eficacia democrática, y se había doblado la proporción de quienes
creían que los problemas del país iban a solucionarse 17. En la actualidad, las per- INTERÉS POR LA POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA
cepciones sobre la eficacia del régimen son razonablemente elevadas (dentro de
una cierta visión realista que reconoce de entrada una serie de limitaciones e im- Gunto con la moderación ideológica y el apoyo a los principios democráticos,
perfecciones), y comparables a las de otros países de Europa del Sur (cuadro 15). un tercer rasgo destacable en las actitudes políticas de la España democrática ra-
Los niveles de satisfacción con la democracia son también elevados, aunque algo dica en su pasividad política. '}ncluso ha llegado a afirmarse que la apatía y la
inferiores a los del promedio de los países comunitarios (con la excepción nega- baja participación son los elementos definidores de la cultura política de los es-
tiva de Italia) (gráfico 3). De acuerdo con los datos de una encuesta de 1988 18 , pañoles (Botella, 1990). Como veremos en esta sección, los niveles de informa-
los motivos principales de la insatisfacción parecen cifrarse mayoritariamente en ción e interés políticos de la mayoría son reducidos; sus apreciaciones de com-
las percepciones sobre la incapacidad del sistema democrático para respetar los
derechos y libertades fundamentales y para procurar el bienestar económico de 19 Por razones de espacio hemos prescindido de continuar el análisis de la legitimidad des-
los ciudadanos. Pero las variables que explican en mayor medida la distribución cendiendo del nivel sistémico a la consideración de los apoyos populares de las instituciones
en los niveles de satisfacción con la democracia son las ideológicas y las parti- o de los actores políticos más importantes. Ello se hace en Montero (1990a), donde se exami-

,
nan los niveles de apoyo del Rey, el Estado de las Autonomías, la Constitución, las Cortes y
los partidos políticos. Y tampoco hemos querido analizar la viabilidad de conceptos más com-
17 Estos datos proceden de la Encuesta DATA 1982, Y de la realizada por el CIS en oc-
prehensivos, corno los de la confianza y desconfianza, un análisis que para la Europa del Sur
tubre de 1982 a una muestra de 1.200 españoles mayores de edad.
18 Nos referirnos a la citada supra, nota 15.
ha sido efectuado por Morlino y Montero (1990).
61
60
,...,.
. ~¡'

JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

GRÁFICO 3 petencia subjetiva y eficacia personal son también muy bajas, y su grado de im-
SATISFACCION CON LA DEMOCRACIA EN EUROPA DEL SUR plicación en política es, medida por cualquier dimensión, sumamente escaso.
Y EN OTROS PAISES EUROPEOS, 1985-1989 Cuando a finales de los años setenta se detectó este conjunto de actitudes polí-
ticas, muchos analistas lo pusieron en relación con el «desencanto» causado por
GRECIA
ITALlA
la ineficacia gubernamental de UCD y lo atribuyeron a la proximidad temporal
80 60 con el franquismo. Se pensaba entonces que la brevedad de la experiencia de-
__ -e---- ..... mocrática había condicionado el aprendizaje de actitudes participativas, que se-
..---_ ...
70
50
...
P
O
R
60
50
P
O
R
40
t- - - _..--
-_ . . . _-- .. -- rían ya factibles cuando los procesos de socialización o resocialización dispusie-
ran de algún tiempo. Más de diez años después, sin embargo, la situación no pa-
C C
E 40 E 30
rece haber cambiado sustancialmente: ni el paso del tiempo ni una alternancia
N N
T 30 T gubernamental, que aumentaron los rendimientos democráticos, han transforma-
A
J
A
J
20 do la pasividad política de los españoles. Los «fundamentos subjetivos de la de-
20
E E
10
mocracia», según los términos de Maravall (1984, págs. 103 y sigs.), entre los que
10
se incluyen elementos centrales de la cultura política como la propia concepción
01 I I I
O de la política, la implicación personal y la confianza en la política, estarían por
1985 1986 1988 1985 1986 1987 1988 1989
1987 1989 tanto caracterizados más por su continuidad que por su adaptación al cambio
político.
PORTUGAL ESPAÑA
La coexistencia de actitudes de apoyo a la democracia con las de desimpli-
70 ~ 60
cación política ha motivado dos interpretaciones generales del cambio político
en España (Botella, 1990; Gunther, 1988). Una primera interpretación subraya-
60 ría el éxito de los procesos de transición y consolidación democráticas. El des-
~
50

~~
P P /"fII''''' ....
O 50 O mantelamiento institucional de un largo régimen autoritario, la creación de un
R
C
E
40
,
,
R
C
E
40t_

30
... - ...... - - _ ....
... sistema político ampliamente aceptado y razonablemente eficaz, la superación de
cleavages tradicionalmente divisivos, la alternancia gubernamental por un parti-
N N
T 30
" ,, '. T
A
do de izquierda moderada y la plena incorporación a la escena internacional su-
A
J
E
20 ---. J
E
20
ponen, inter alia, éxitos indudables, hasta el punto de haber colocado a España
10
10 como referencia obligada para muchos otros procesos democratizado res. En la
O
interpretación que podría denominarse positiva, estos éxitos implicarían una cier-
O
1985 1986 1987 1988 1989 1985 1986 1987 1988 1989
ta sintonía entre el sistema político y la cultura política de los españoles, es de-
cir, entre el marco democrático, sus actitudes políticas y las pautas de la activi-
dad política.
MEDIA DE OCHO PAISES EUROPEOS CC. E.l De otra parte, una interpretación alternativa destacaría la apatía política y la
70 I débil implicación política como los rasgos definitorios más importantes de los es-
60 pañoles. Ambas características habrían sido producto de una combinación de
P Satisfechos efectos históricos a los que las élites de la democracia no han podido, o sabido,
O 50
R
No satisfechos encontrar remedio. Entre esos factores cabría señalar la tradición de turbulen-
C 40
---~---..---- .......... cias y discontinuidades políticas de los dos últimos siglos, la manipulación siste-
E
N
T
A
30 -... Fuente: Eurobarómetro, 32 (diciembre de 1989) .
mática del voto en los momentos de desarrollo del sufragio universal, los efectos
polarizadores de la intensa movilización política de la República en los años trein-
J 20
E ta y la inculcación de los valores de desmovil}fación, despolitización, apatía y an-
10 tipartidismo durante el régimen autoritario. ""as exigencias de la transición polí-
O tica, realizada mediante pactos consensuales interpartidistas, excluyeron prácti-
1985 1986 1987 1988 1889 camente la participación política de las masa~n un período en que se estaba
prod?ciendo un impo~ante ~~ajuste actitudina~La pasivi.d~? p~líti,C~ sería así si-
multaneamente la mamfestaclOn actual de una -aensa tradlclon hlstonca y uno de
los efectos secundarios de la transición. Las concepciones tradicionalmente ne-
gativas sobre la actividad política (en cuanto peligrosa, generadora de inconve-
nientes y a la larga inútil) se combinarían también con la falta de estímulos sim-
62 63
..
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

bólicos e instrumentales en los momentos de normalidad. Y ello a su vez incidi- CUADRO 16


ría en la percepción de la actividad política como un dominio virtualmente re- SENTIMIENTOS PRODUCIDOS POR LA POLITICA EN ESPAÑA, 1980-1989,
servado a los políticos profesionales. Y EN PORTUGAL, GRECIA E ITALIA, 1985"
Naturalmente, ambas interpretaciones no son excluyentes. Es probable que (En porcentajes)
una de las características actitudinales de los españoles consista en la integración
de actitudes de apoyo a los valores democráticos con actitudes expresivas de pa- España
Sentimiento Portugal Grecia Italia
sividad y apatía. En cualquier caso, esta segunda interpretación del cambio po- 1980 1985 1989
lítico en España cuenta con la evidencia empírica proporcionada por numerosos
indicadores. Así, por ejemplo, proporciones constantes de alrededor del 75 por Pasión ...............
100 de los españoles se han venido considerando desde 1977 poco o nada al Entusiasmo ....... 2 4 4 7
25 I 29 25 20 65 25
corriente de lo que pasa en política 20. Entre los sentimientos que suscita la po- Compromiso ..... 2 2 1 6 4
Interés ............... 24 24 19 15 51 19
lítica abundan los de desinterés más que los de atracción, y los de lejanía más

~ ]10 ~] ~]
que los de rechazo. Datos también continuados desde 1980 revelan que sólo al-
rededor de una cuarta parte de los españoles selecciona sentimientos positivos
Irritación ...........
Disgusto ............
4
4 9
10]
6 16 8 1017] 27
hacia la política (entusiasmo, compromiso y sobre todo interés), mientras que
los negativos afectan sólo a una décima parte (cuadro 16). La mayoría, sin em- Indiferencia ....... 41 16 1
bargo, concibe la política en términos de desconfianza, indiferencia y aburrimien-
to. Estos elementos actitudinales no son exclusivos de España, aunque los espa-
Desconfianza .....
Aburrimiento ....
11
12
64
22 ]
12 55
21
19]
12 59
28
!
37 ]
51 ~ p6 20 ]
14 46
12
ñoles parecen destacar entre los europeos del Sur por la mayor incidencia rela- No respuesta ..... 7 6 7 13 4
tiva de la desimplicación política. Yesos elementos están además tan generali-
zados que en 1989 sólo las minorías del electorado de IV y la de quienes se au- (n) ................. 0.457) (2.498) (3.371) (2.000) (1.998) (2.074)
tositúan en la izquierda duplican los niveles de interés y reducen a la mitad las * Se han recogido las primeras respuestas de las dos posibles que podrían emitirse a la pregunta siguiente:
dosis de aburrimiento y desconfianza 21. El diagnóstico efectuado en 1980 con- «¿Qué clase de sentimientos le produce a usted la política?»
tinuaba así teniendo validez (Maravall, 1984, pág. 104). ** No se preguntó en 1980.
Todo ello tiene un reflejo directo en el clásico indicador del interés por la Fuentes: Para 1980 y 1989, Banco de Datos del CIS; para 1985, «Estudio de cuatro naciones».
política. En general, los españoles tampoco se distinguen de los ciudadanos oc-
cidentales en lo que hace al papel secundario que la política ocupa en sus vidas Aunque estas orientaciones políticas son usuales entre los ciudadanos de los
(Van Deth, 1989). La política es el aspecto que menos interesa a los españoles
sistemas democráticos, los españoles destacan por su mucho más acentuado
de una lista de diez temas, entre los que se encuentran los científicos, los depor-
desinterés global. Pese a los cambios políticos e institucionales ocurridos duran-
tivos, los artísticos, los sociales y los medioambientales: sólo un 30 por 100 mues-
te los últimos veinte años, el interés político se ha mantenido en niveles realmen-
tra algún tipo de interés por las cuestiones políticas nacionales e internacionales.
te .bajos (gráfico 4): sólo alrededor de uno de cada cuatro españoles señala algún
Dentro del campo propiamente político, las principales áreas de interés son las
tipo de interés (mucho y bastante) sobre la política. El único crecimiento relati-
de la política nacional y local, seguida por la regional y situándose en último lu-
vo se produjo durante los primeros años de la transición, descendiendo un tanto
gar la internacional. Desde el punto de vista institucional, las actividades de los
cuando la victoria electoral del PSOE supuso la consolidación definitiva del sis-
Ayuntamientos, del Gobierno nacional y de los Gobiernos regionales suscitan
tema democrático. Sin embargo, alrededor del 40 por 100 de los españoles ma-
un mayor interés relativo, mientras que los temas con menor interés son los in-
nifiesta desde entonces carecer por completo de interés respecto a la política, y
ternacionales, los que se discuten en el Parlamento y los que afectan a los par-
tidos y a los sindicatos 22. entre el 70 y el 80 por 100 declaran tener poco y ningún interés político. Como
cabe suponer, este desinterés es sustancialmente más elevado que el de otros paí-
ses. En 1981, por ejemplo, España, junto con Italia, Bélgica e Irlanda, poseía el
20 La serie temporal arranca en 1977 (Linz el al., 1981, pág. 161), sigue en las Encuestas
DATA 1979 Y 1982, Y llega hasta la encuesta del CIS de 1989 citada supra, nota 4. En este
índice de interés más bajo de algunos países europeos seleccionados: el desinte-
último año, el electorado de IV y el sector que se sitúa en la izquierda son los únicos que des- rés alcanzaba al 41 por 100 de los españoles, mientras que la media de los nueve
tacan entre la desimplicación general con lo que pasa en política. países era del 31 por 100 (y del 21 por 100 si se exceptúa a los cuatro países
21 En cambio, la minoría de quienes tienen estudios superiores, que también manifiestan
mucho más interés y mucho menos aburrimiento que la población, exhiben mayores grados
de desconfianza.
22 Estos datos proceden de diversas encuestas del CIS, depositadas en su Banco de Da- brero de 1983 (2.495), enero de 1984 (2.949) Y marzo de 1986 (2.454). Y el interés por dis-
tos. Así, por ejemplo, el interés por diversos temas está recogido en una encuesta de octubre tintos tipos de actividades institucionales se encuentra en encuestas de octubre de 1984 (2.504),
de 1984 (a una muestra representativa nacional de 2.491 españoles mayores de edad); los ám- abril de 1988 (2.500) Y enero de 1989 (3.371). Puede verse también López Pintor (1982, págs. 91
bitos locales, regionales, nacionales e internacionales de interés, en diferentes estudIOS de fe- y sigs.) y Monzón (1988, págs. 108 y sigs.).

64
~ 65
~., .

JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES

más desinteresados) 23. Y entre los doce países de la Comunidad Europea, los
mayores niveles de desinterés, superiores a la media comunitaria del 51 por 100,
se producen en 1989, por este orden, en Portugal, Italia, Bélgica, España e Ir-
landa; de todos ellos, el desinterés completo por la política era significativamen-
te mayor en Portugal (42 por 100) y España (38 por 100) 24.
GRAFICO 4
El desinterés básico de los españoles tiene repercusiones de cierta importan-
EVOLUCION DEL INTERES POR LA POLITICA EN ESPAÑA, 1971-1989 cia respecto de la evaluación que hacen de la política y de los políticos. También
en general, el desinterés político está estrechamente asociado con sentimientos
70 de impotencia y confusión sobre los problemas políticos (Gunther, 1988,
pág. 15). Los indicadores sobre confianza política proporcionan una información
empírica suficiente en relación a los niveles de implicación o de extrañamiento
de los ciudadanos españoles. El primer aspecto que cabe destacar es el de su
60
baja eficacia personal. Datos de encuesta de los últimos diez años revelan unos
llamativamente escasos sentimientos de eficacia política: dos terceras partes de
los españoles se muestran de acuerdo con la afirmación de que «la política es
50 tan complicada que personas como yo no pueden entender lo que pasa» (cua-
P dro 17). Proporciones similares están también de acuerdo con la afirmación de
O que, «en política, la gente corno yo lo único que puede hacer es votar». La ine-
R 40 ficacia política de los españoles se proyectaba así en dos dimensiones interrela-
e cionadas: su incapacidad para actuar políticamente y la falta de receptividad del
E
N sistema para sus demandas. Además, estos elevados sentimientos de ineficacia es-
T tán acompañados de otras percepciones similarmente altas de cinismo político.
A 30
J A lo largo de los últimos años la proporción de quienes mantienen opiniones po-
E sitivas sobre los políticos profesionales y las actividades de los políticos ha ido
disminuyendo. En cambio, dos terceras partes están de acuerdo en que los po-
20 líticos actúan sólo en defensa de los intereses partidistas o personales, no sienten
lo que dicen y no se preocupan mucho de lo que piensan los españoles.
De esta forma, sectores sustanciales de la población española carecen de in-
10 terés político y se manifiestan al margen de la vida política, se consideran polí-
ticamente ineficaces y muestran un marcado escepticismo crítico hacia unas éli-
tes políticas con las que no se sienten identificados. Se ha calificado como cinis-
O mo democrático la combinación de este conjunto de actitudes con las concepcio-
nes positivas sobre la legitimidad de la democracia (Maravall, 1984). Otros au-
1971 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89
tores (Botella, 1990), sin embargo, han planteado la posibilidad de invertir, si fue-
ra lingüísticamente posible, ambos términos, ya que la expresión democratismo
dnico sería más apropiada: designaría la mezcla de legitimidad democrática, des-
confianza, escepticismo, ineficacia personal y opiniones críticas sobre la sinceri-
dad, la honradez o las motivaciones de los políticos. Muchas de estas actitudes
• Nada deben en parte su configuración allegado cultural del franquismo. La socializa-
O Un poco ción en los valores de despolitización y apatía se basaba, entre otras cosas, en
* Bastante
una doble caracterización de la política en términos de corrupción y de los po-
líticos como profesionales de la falsedad. Pero todos ellos forman parte también
O Mucho de un síndrome actitudinal más amplio, en el que se incluyen actitudes y creen-
cias básicas: así, por ejemplo, los bajos niveles de confianza interpersonal y de
Fuente: Banco de Datos del CIS.

23 Estos datos proceden de la European Values Suroey, citada supra, nota 10.
24 Estos datos están recogidos en Eurobarómetro, 31 (junio de 1989).

66 67
...
...,
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL
LA CULTURA POLlTICA DE LOS ESPAÑOLES
CUADRO 17
de los Gobiernos regionales y un 18 por 100 en las de los Ayuntamientos 26.
EVOLUCION DE LAS OPINIONES SOBRE CONFIANZA EN LA POLlTICA
y EN LOS POLlTICOS, 1978-1989 * Tampoco el paso del tiempo ha supuesto cambios en la participación políti-
(En porcentajes) ca de los ciudadanos españoles. La implicación en organizaciones políticas o so-
ciales y el compromiso en actividades participativas han continuado en los mis-
Opinión 1978 1980 1985 1989 mos bajos niveles del comienzo de la transición. En 1981, España era, junto con
Italia y Francia, el país europeo cuya población presentaba una menor tasa de
En política, lo único que puede hacer la gente como
asociacionismo voluntario: sólo el 31 por 100 pertenecía a alguna asociación,
yo es votar ................................................................. 68 56 63
A veces la política es tan complicada que la gente como comparada con el 50 por 100 de la República Federal de Alemania, el 52 por
yo no puede entender lo que pasa ........................... 60 61
100 del Reino Unido y el 62 por 100 de Holanda. En 1989 continuaba la debi-
65 53
No creo que los políticos se preocupen mucho de lo lidad asociativa de los españoles, que incluso se había reducido en términos pro-
que piensa la gente como yo .................................... 71 59 64 65 porcionales 27. Esta situación resultaba además agravada por la pérdida de efi-
Esté quien esté en el poder, siempre busca sus intere- cacia atribuida a los propios canales participativos. Una comparación de las orien-
ses personales ............................................................ 55 63 66 taciones generales sobre la eficacia de algunos mecanismos de influencia en las
(n) .............................................................................. (5.350) (3.457) (2.498) (3.371) autoridades entre 1979 y 1989 revela unas tendencias sumamente significativas
* Las cifras son porcentajes de acuerdo con cada una de esas afirmaciones. El dato de 1978 correspondiente
(cuadro 18). En 1989, la eficacia atribuida a los mecanismos convencionales de
a la opinión «a veces la política ... » pertenece a l. Encuesta DATA 1979. la afiliación partidista o del asociacionismo voluntario se habían reducido a la
Fuentes: Banco de Datos del CIS y Encuesta DATA 1979. mitad con respecto a diez años atrás. Por el contrario, la no respuesta se había
casi triplicado, mientras que la única continuidad podía detectarse en la eficacia
atribuida a la actuación a través del sindicato o grupo profesional al que se per-
creencia en la propia capacidad personal para dominar el entorno. Aunque esos tenece. Un sector considerable de quienes forman parte de alguna organización
niveles sean similares a los de los países europeos 25, pueden alcanzar mayor re- lo hace perteneciendo a asociaciones recreativas, deportivas o culturales. La afi-
levancia al combinarse con unas elevadas dosis de anomia social. La sucesión de liación a los sindicatos es, junto con la de Italia, una de las más bajas de Europa:
los cambios económicos, sociales y políticos vividos por los españoles en las dos pese a su visibilidad social en virtud de las prácticas corporatistas, las propor-
últimas décadas contribuye a que perciban la realidad social y política con ele- ciones de afiliación sindical oscilan alrededor del 7 por 100. La afiliación a los
mentos de desconcierto e inaccesibilidad (Benedicto, 1989, pág. 662; Benedicto partidos políticos es también sumamente reducida: aunque probablemente lle-
y Requena, 1988, pág. 34). gara a alcanzar a un 5-6 por 100 de los españoles a finales de los años setenta,
se ha venido manteniendo desde entonces, sin embargo, en torno al 3 por 100
Las culturas políticas de algunas democracias occidentales comparten con la (Montero, 1981). La debilidad organizativa de los partidos se encuentra además
española distribuciones similares de desconfianza y cinismo políticos (Maravall, potenciada por su escasa presencia en el electorado, incluso en los niveles psi-
1984, pág. 109). Pero parecen diferenciarse por la menor disposición para la mo- cológicos y actitudinales. La identificación partidista manifiesta unos niveles real-
vilización y por los menores niveles de participación que la española. En España mente escasos. De acuerdo con los datos del European Values Survey, de 1981,
podían detectarse unos escasos recursos para actuar contra normas percibidas España compartía con Bélgica, Francia y el Reino Unidos unos bajos niveles de
como injustas y perjudiciales. Los sentimientos de ineficacia llevaban a conside- proximidad a los partidos; sólo un 29 por 100 se declaraba próximo a algún par-
rar las decisiones políticas como ajenas, y a responder con cierta resignación ante tido, frente al 38 por 100 de la media de nueve países europeos. Y, entre quie-
sus consecuencias. Esta especie de fatalismo era comprobable en el dato de que nes manifestaban tener alguna proximidad, los españoles destacaban sobre todos
sólo un 22 por 100 en 1980 señalaba que podría hacer algo contra una decisión los restantes nacionales a causa de la debilidad de su relación con el partido
local injusta y perjudicial, y un 20 por 100 contra una decisión nacional. Aunque correspondiente. Según los datos del Eurobarómetro, España era el país de la Co-
por entonces la brevedad de la experiencia democrática justificaba los débiles ni- munidad Europea con los niveles más bajos de attachment a los partidos: entre
veles de competencia política subjetiva, el paso del tiempo no ha aportado cam-
bios significativos a este respecto. En 1989 sólo un 13 por 100 creía que podía 26 Los datos de 1980 proceden de la encuesta dirigida por José María Maravall, Julián San-
influir en las decisiones que adopta el Gobierno nacional, un 14 por 100 en las tamaría y José Juan Toharia, realizada en julio de ese año por el CIS a una muestra represen-
tativa nacional de 3.457 españoles mayores de edad; los de 1989, de la encuesta citada supra,
nota 4. Esta situación se completa por el hecho del escaso reconocimiento de las decisiones
25 En la European Values Survey, de 1981, el promedio de la desconfianza interpersonal
políticas adoptadas en los distintos niveles: tanto en 1980 como en 1989 las proporciones de
en los países europeos era del 62 por 100; un 61 por 100 de los españoles manifestaba des- quienes creían que les afectaban en su vida cotidiana las medidas que tornaban sus Ayunta-
confianza interpersonal, así como un 63 por 100 de los belgas, un 71 por 100 de los franceses
mientos eran del 47 y 60 por 100, respectivamente, mientras que las del Gobierno eran del 48
y un 72 por 100 de los italianos. López Pintor (1982, págs. 158-159) ha subrayado datos em- y 50 por 100, y las del Gobierno regional (sólo en 1989) del 46 por 100.
píricos adicionales de esta desconfianza, calificándola como un rasgo dominante de la pobla- 27 Según los datos recogidos por la European Values Survey para 1981 y por la ya varias
ción y poniéndola en relación con la consolidación y estabilidad de la democracia. veces citada encuesta del CIS de enero de 1989.
68
l 69
,
1'."
...i
.

LA CULTURA POLITICA DE LOS ESPAÑOLES


JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL
CUADRO 19
CUADRO 18
ACTIVIDADES DE PARTICIPACION POLITICA EN ESPAÑA, 1980-1986, Y EN ALGUNOS
OPINIONES SOBRE LAS FORMAS MAS Y MENOS EFICACES PARA INFLUIR
PAISES EUROPEOS, 1974 *
EN LAS AUTORIDADES, 1979 Y 1989
(En porcentajes)
España Países europeos
ActiVIdad 1974 .,....
1979 1989 1980 1983 1986
Más eficaz Menos eficaz Más eficaz Menos eficaz
Lee las secciones políticas de los periódicos ................ 25 28 26 65
Organizar un grupo con amigos y ve- Discute de política con otras personas ......................... 21 29 27 46
cinos 22 13 10 9 Trata de convencer a sus amigos para que voten como
Actuar a través de un partido político. 4 él ............................... ····················· ........................... 7 9 8 15
26 3 14
Escribir cartas o hacer visitas a las Trabaja con otras personas para tratar de resolver pro-
blemas locales ........................................................... 8 8 8 16
autoridades ...................................... . 13 25 12 8
Acude a mítines políticos ............................................. 8 8 7 12
Actuar a través del sindicato o grupo
profesional al que se pertenezca ..... . 20 3 22 3
* Las cifras son porcentajes de quienes llevan a cabo «con frecuencía» y «a veces» cada una de esas actividades.
Participar en huelgas, manifestaciones, .* Las cifras son proporciones medias de Holanda, el Reino Unido, la República Federal de Alemania y
sentadas, etc. 8 45 11 5 Austria.
Desarrollar algún tipo de acción vio- Fuentes: Para España, Banco de Datos del CIS; para los países europeos, Bornes, Kaase, et al. (1979,
lenta ................................................. . * -1:
2 42 págs. 541-542).
No sabe, no contesta 11 11 29 29
(5.439) (3.371)

* No se preguntó en 1979. timientos de desconfianza e ineficacia políticos y justifica la escasa disposición


Fuentes: Para 1979, Encuesta DATA 1979; para 1989, Banco de Datos del CIS. participativa. Y con respecto al propio sistema político dificulta su capacidad de
respuesta e impide una articulación efectiva de los intereses. Ambos aspectos pue-
den continuar coexistiendo con un cierto potencial de movilización en la pobla-
el 30 Y el 40 por 100, mientras que la media de los doce países europeos se en- ción, pero a base de que su compromiso político siga siendo muy reducido: en
cuentra entre el 60 y el 70 por 100 (Schmitt, 1989). cuanto actividad momentánea, impulsiva, a corto plazo y de objetivos limitados,
Finalmente, la participación de los españoles en la política se realiza, como la movilización carece de los logros y de las recompensas de la participación po-
cabía esperar, en niveles inferiores a los de otras sociedades democráticas. La par- lítica continuada (Orizo, 1983, pág. 232). En el fondo, la pasividad política de
ticipación electoral media de las cinco elecciones legislativas celebradas hasta los españoles no incide sólo, aunque sea negativamente, en el ámbito colectivo
1989 se encuentra entre las más bajas de Europa (Montero, 1984 y 1990b)_ Una de las decisiones políticas y en el individual de los sentimientos de eficacia po-
comparación de algunas actividades de participación de los españoles y los de lítica. Además, afecta a la propia «calidad» del sistema democrático: por inde-
una selección de países europeos muestra tanto las diferencias entre ambos como terminado que sea el concepto, parece evidente que está ligado a la indiferencia
la continuidad básica en el comportamiento participativo de los primeros (cua- crítica, pero inarticulada de los españoles ante numerosas cuestiones públicas, lo
dro 19). Las diferencias son considerables en las actividades de información y co- que a su vez se proyecta en muchas dimensiones de la vida política, partidista y
municación políticas, que se vinculan con los también distintos niveles de efica- parlamentaria. La apatía, la indiferencia, la in solidaridad y la ineficacia para la
cia política y de competencia política subjetiva. y aunque disminuyen en las ac- acción colectiva resultan incompatibles con una participación efectiva que insti-
tividades que requieren mayor iniciativa y dificultad, siguen siendo, pese a ello, tucionalice un auténtico pluralismo dinámico (Linz, 1990, págs. 664 y 669). Como
importantes. Como ya se señaló en 1980, las formas masivas de participación si- concluye el propio Linz (1990, pág. 664), «corremos el riesgo de convertirnos en
guen separando a España de otros países democráticos, mientras que en las más una sociedad básicamente pasiva, más o menos satisfecha a nivel individual, sin
selectivas esas diferencias se reducen un tanto (Maravall, 1984, pág. 117). Y tam- grandes ambiciones colectivas e incluso individuales aparte del bienestar, una so-
bién sigue produciéndose una estrecha asociación entre la desigualdad política, ciedad un tanto gris».
implícita en los mecanismos de participación, y la desigualdad social. Es cierto
que ambas dimensiones suelen aparecer conjuntamente en los sistemas democrá-
ticos; pero en España lo hacen de forma llamativa, puesto que la desigualdad su- REFERENCIAS BIBLIOGRAFlCAS
peraba en 1980 la relación de 1 a 2 (Maravall, 1984, pág. 118). Barnes, S. H., y Kaase, M., et al. (1979): Political action. Mass participation in five wes-
La restricción básica de la actividad política a los grupos sociales de status tern-democracies. Beverly Hills, Sage.

l
superiores provoca una serie de consecuencias importantes. Con respecto a la Barnes, S. H.; McDonough, P., y López Pina, A. (1986): «VoIatile parties and stabIe vo-
configuración de las actitudes políticas, refuerza los ya de por sí extendidos sen- ters in Spain», en Government and Opposition, 21, págs. 56-75.

70 71/"
I '"
,
T"

JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL LA CULTURA POUnCA DE LOS ESPAÑOLES

Benedicto, J. (1989): «Sistemas de valores y pautas de cultura política predominantes en Crisis y cambio: electores y partidos en la España de los años ochenta. Madrid, Centro
la sociedad española (1976-1985)>>, págs. 645-678, en J. F. Tezanos, R Cotarelo y de Estudios Constitucionales.
A. de BIas (eds.), La transición democrática española. Madrid, Sistema. (1987): «Innovative leadership in the transition to democracy and a new democracy:
Benedicto, J., y Requena, M. (1988): Relaciones interpersonales: actitudes y valores en la the case of Spain». Ponencia presentada en la conferencia sobre Innovative leadership
España de los ochenta. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas. and international politics, Jersusalén (Israel).
Botella, J. (1990): «La cultura política en la España democrática», en R Cotarelo (ed.), (1989a): «Legitimacy of democracy and the socioeconomic orden>, págs. 65-112, en
Transición y democracia en España: política. Madrid, Centro de Investigaciones So- M. Dogan (ed.), Comparing pluralist democracies. Boulder, Co., Westwiew.
ciológicas, de próxima publicación. (1989b): «11 rapporto tra leggitimazione ed efficacia di governO», en Mondoperaio, 3,
Cazorla, J. (1990): «La cultura política en España», págs. 259-283, en S. Giner (ed.), Es- págs. 111-116.
paña: sociedad y política. Madrid, Espasa Calpe. (1990): «Reflexiones sobre la sociedad española», págs. 657-687, en S. Giner (ed.), Es-
Condomines, J., y Barroso, J. D. (1984): «La dimension gauche-droite et la compétition paña: sociedad y política. Madrid, Espasa Calpe.
entre les partis politiques en Europe du sud (Portugal, Espagne, Grece)>>, en Il Po- Linz, J. J., y Montero, J. R, eds. (1986): Crisis y cambio: electores y partidos en la España
litico, 49, págs. 405-438. de los años ochenta. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
De Miguel, A.; Gómez-Reino, M., y Orizo, F. A. (1966): Informe sociológico sobre la si- Linz, J. J., y Stephan, A. (1990): «Democratic transition and consolidation in Southern
tuación social de España, 1966, Madrid, Fundación FOESSA. Europe». Ponencia presentada a la conferencia sobre Problems of democratic consoli-
De Miguel, A., et al. (1970): Informe sociológico sobre la situación social de España, 1970. dation in Southern Europe, Madrid.
Madrid, Fundación FOESSA. Linz, J. J.; Gómez-Reino, M.; Orizo, F. A., Y Vila, D. (1981): Informe sociológico sobre
Del Aguila, R (1990): «La dinámica de la legitimidad en el discurso político de la tran- el cambio político en España, 1975-1981. Madrid, Euramérica.
sición», en R Cotarelo (ed.), Transición y democracia en España: política. Madrid, Cen- _ (1986): Conflicto en Euskadi. Madrid, Espasa Calpe.
tro de Investigaciones Sociológicas, de próxima publicación. Lipset, S. M. (1987): El hombre político. Las bases sociales de la política. Madrid, Tecnos.
Díez Nicolás, J. (1986): «La transición política y la opinión pública española ante los pro- López Pina, A., y Aranguren, E. (1976): La cultura política en la España de Franco. Ma-
blemas de Defensa y hacia las Fuerzas Armadas», en Revista Española de Investiga- drid, Taurus.
ciones Sociológicas, 36, págs. 13-34. López Pintor, R (1982): La opinión pública española delfranquismo a la democracia. Ma-
Di Palma, G. (1984): «Government performance: an issue and three cases in search of drid, Centro de Investigaciones Sociológicas.
theory», págs. 172-187, en G. Pridham (ed.), The new mediterranean democracies: re- (1987): «El impacto del autoritarismo en la cultura política. La experiencia española
gime transition in Spain, Greece and Portugal. Londres, Frank Cass. en una perspectiva comparada», págs. 1063-1072, en Política y sociedad. Homenaje a
El País (1987): Anuario 1987. Madrid, Ediciones El País. Francisco Murillo Ferrol. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas/Centro de
El País (1990): Anuario 1990. Madrid, Ediciones El País. Estudios Constitucionales.
Gómez-Reino, M. (1985): «Juventud y sistema económico», págs. 289-324, en F. A. Ori- López Pintor, R, y Buceta, R (1975): Los españoles de los años setenta: una versión so-
zo et al., Juventud española 1984. Madrid, Ediciones SM. ciológica. Madrid, Tecnos.
Gómez-Reino, M.; Orizo, F. A., YVila, D. (1976): «Sociología política», págs. 1145-1319, Llera Ramo, F. (1986): Postfranquismo y fuerzas políticas en Euskadi. Sociología electoral
en Fundación FOESSA, Estudios sociológicos sobre la situación social de España, 1975. del País Vasco. Bilbao, Universidad del País Vasco.
Madrid, Euramérica. Maravall, J. M. (1978): Dictadura y disentimiento político. Obreros y estudiantes bajo el
Gunther, R (1986): «El hundimiento de la UCD», págs. 433-492, enJ. J. Linz y J. R Mon- franquismo. Madrid, Alfaguara.
tero (eds.), Crisis y cambio: electores y partidos en la España de los años ochenta. Ma- _ (1984): La política de la transición, Madrid, Taurus, 2.' ed.
drid, Centro de Estudios Constitucionales. Maravall, J. M., Y Santamaría, J. (1989): «Transición política y consolidación de la demo-
- (1988): Politics and culture in Spain. Ann Arbor, Center for Political Studies. cracia en España», págs. 183-249, en J. F. Tezanos, R Cotarelo y A. de Bias (eds.),
- (1990): «Spain: the very model of the modern elite settlement». Multicopiado. La transición democrática española. Madrid, Sistema.
Gunther, R; Sani, G., y Shabad, G. (1986): El sistema de partidos políticos en España. McDonough, P.; Barnes, S. H., y López Pina, A. (1986): «The growth of democratic le-
Génesis y evolución. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas. gitimacy in Spain», American PoliticalScience Review, 80, págs. 735-760.
Huneeus, C. (1985): La Unión de Centro Democrático y la transición a la democracia en Montero, J. R. (1981): «Partidos y participación política», en Revista de Estudios Políti-
España. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas/Siglo XXI. cos, 25, págs. 33-72.
Inglehart, R, y Klingemann, H. D. (1976): «Party identification, ideological preference (1984): «Niveles, fluctuaciones y tendencias del abstencionismo electoral en España y
and the left-right dimension among western mass publics», págs. 243-273, en I. Bud- Europa», en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 28, págs. 223-242.
ge, 1. Crewe y D. Farlie (eds.), Party zdentification and beyond. Representations of vo- (1988): «Elecciones y ciclos electorales en España», en Revista de Derecho Político,
ting and party competition. Londres, John Wiley and Sonso 25, págs. 11-34.
Linz, J. J. (1978): The breakdown of democratic regimes. Baltimore, The Johns Hopkins (1989): «Los fracasos políticos y electorales de la derecha española: Alianza Popular,
University Press. 1976-1987», págs. 495-542, en J. F. Tezanos, R. Cotarelo y A. de BIas (eds.), La tran-
- (1980): «The new spanish party system», págs. 101-189, en R Rose (ed.), Electoral par- sición democrática española, Madrid, Sistema.
ticipation. A comparative analysis. Londres, Sage. (1990a): «La legitimidad y los significados de la democracia en España». Ponencia pre-
- (1984): «La sociedad española. Presente, pasado y futuro», págs. 59-95, en J.]. Linz sentada al III Congreso de Sociología, San Sebastián.
(ed.), España: un presente para el futuro. La sociedad. Madrid, Instituto de Estudios (1990b): «Las elecciones legislativas, 1977-1989», en R. Cotarelo (ed.), Transición y
Económicos. democracia en España: política. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, de
- (1986): «Consideraciones finales», págs. 645-664, en J.]. Linz y]. R. Montero (eds.), próxima publicación.

72 73
~
JOSE RAMON MONTERO y MARIANO TORCAL

Montero, J. R., Y Torcal, M. (1990): «Autonomías y Comunidades Autónomas en Espa-


ña». Multicopiado. Condiciones previas para el desarrollo económico:
Monzón, C. (1988): «La transformación de la cultura política de los españoles», en Do- el caso soviético
cumentación Social, 73, págs. 103-122.
Morlino, L., y Montero, J. R. (1990): «Confidence and democracy in Southern Europe».
Ponencia presentada a la conferencia sobre Problems o/ democratic consolldation in Luciano Pellicani
Southern Europe, Madrid.
Muñoz Alonso, A., et al. (1984): Las elecciones del cambio. Barcelona, Argos-Vergara.
Orizo, F. A. (1983): España entre la apatía y el cambio. Madrid, Mapfre.
Pérez Díaz, V. (1990): The emergen ce o/ democratic Spain and the «invention» o/ a demo-
cratic tradition. Madrid, Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales.
Rodríguez Aguilera, C. (1988): «Balance y transformaciones del sistema de partidos en
España», en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 42, págs. 137-153.
Sani, G., y Montero, J. R. (1986): «El espectro político: izquierda, derecha y centro»,
págs. 155-200, en J. J. Linz y J. R. Montero (eds.), Crisis y cambio: electores y partidos
en la España de los años ochenta. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
Sani, G., y Shabad, G. (1986): «¿Adversarios o competidores?: La polarización del elec-
torado», págs. 525-624, en J. J. Linz y J. R. Montero (eds.), Crisis y cambio: electores
y partidos en la España de los años ochenta. Madrid, Centro de Estudios Cons-
titucionales. 1. El 27 de mayo de 1990, Mijail Gorbachov lanzó por televisión un men-
Santamaría, ]., ed. (1982): Transición a la democracia en el sur de Europa y en América saje a los ciudadanos soviéticos, que, adaptando una frase célebre de Martin Hei-
Latina. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas. degger, podría resumirse del siguiente modo: «Sólo el mercado podrá salvar-
Schmitt, H. (1989): «On party attachment in western Europe and the utility of Euroba- nos.» En efecto, en esa ocasión, el Secretario del PCUS dijo: «Necesitamos al
rometer data», Western European Politics, 12, págs. 122-139.
Stoetzel, J. (1983): c·Qué pensamos los europeos? Madrid, Mapfre. mercado para restablecer radicalmente nuestra economía, para dejar el camino
Tezanos, J. F.; Cotarelo, R., y De Bias, A., eds. (1989): La transición democrática españo- abierto a las iniciativas, a la independencia económica de los colectivos obreros
la. Madrid, Sistema. y de cada trabajador, de cada uno de los ciudadanos de las repúblicas y de las
Valles, J. M. (1987a): «A la busca de un sistema: los partidos políticos en España», en regiones. La introducción del mercado debe crear las condiciones para que pue-
Razón y Fe, 1060, págs. 143-153. dan ganar aquellos que trabajan bien y con provecho. El mercado debe ayudar
(1987b): «Quante Spagne elettorali? Dimensioni territoriali del fenomeno elettorale a resolver los problemas en que nos venimos debatiendo desde hace décadas, es
nella Spagna odierna», págs. 97-127, en M. Caciagli y P. Corbetta (eds.), Elezioni re- decir, que debe estimular el trabajo creador, productivo y eficaz y castigar con
gionali e sistema politico nazionale. Italia, Spagna e Repubblica Federale T edesca. Bo- un salario menor a los trabajadores negligentes» l.
lonia, 11 Mulino.
Sentada esta premisa, Gorbachov -haciendo uso de un recurso retórico-
Van Deth, J. W. (1990): «Interest in politics», págs. 275-312, en M. K. Jennings, J. W.
ha formulado la siguiente pregunta: ¿por qué el gobierno soviético ha esperado
van Deth et al., Continuities in political action. A longitudinal study o/ political orien-
tations in three western democracies. Berlín, Walter de Gruyter. tanto tiempo para declarar apertis verbis que sólo restaurando el mercado la
Vila, D., y Gómez-Reino, M. (1980): «El proceso de cambio político en el electorado Unión Soviética podrá salir del estancamiento científico, tecnológico yeconómi-
(1973-1980»>. Ponencia presentada al seminario sobre Encuestas y Comportamiento co? A lo que ha respondido de inmediato: hoy podemos invocar la vía del mer-
Electoral, Madrid. cado porque hemos creado por fin las «premisas jurídicas» de la economía ba-
sada en la iniciativa privada, la competencia y la ganancia. Estas premisas jurí-
dicas son «las leres fundamentales sobre la propiedad, sobre el arrendamiento y
sobre la tierra» . Gracias a ellas, se podrá poner por fin en movimiento la ma-
quinaria de la perestroika.
¿Qué significa todo esto?
Antes que nada, renunciar públicamente, sin el menor reconocimiento, a la
idea fundamental sobre la que Marx y Lenin construyeron la alternativa comu-
nista; es decir, la idea de que el «plan único» de producción y distribución -li-
berando la vida económica de la «anarquía del mercado>>- habría de hacer po-
sible el desarrollo armonioso de las fuerzas productivas. Gorbachov ni siquiera

1 M. Gorbachov, «Rivoluzione di mercato», en L'Espresso, 1990, núm. 23, pág. 74.


2 Ibíd., pág. 75.
74
75

Vous aimerez peut-être aussi