Vous êtes sur la page 1sur 19

DE HISTORIA E HISTORIADORES

HOMENAJE
A JOSÉ LUIS ROMERO
04-029-044 - Argentina I "B" (Gelman) - 19 copias

SERGIO BAGÚ * GREGORIO WEINBERG * LEOPOLDO ZEA


RAFAEL GUTIÉRREZ GIRARDOT * LUIS GONZÁLEZ
TULIO HALPERÍN DONGHI * ARTURO ARDAO • MALCOLM DEAS
JUAN MARICHAL «ALBERTO TENENTI * JORGE E. HARDOY
RICHARD M. MORSE * NICOLÁS SÁNCHEZ-ALBORNOZ
JUAN A. ODDONE * JOHN LYNCH * ROBERTO CORTÉS CONDE
JAMES R. SCOBIE * EZEQUIEL GALLO * ALBERTO CIRIA
LEANDRO H. GUTIÉRREZ

1/19
ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES
JOHN LYNCH

Juan Manuel de Rosas, hacendado, caudillo rural, gobernador


de Buenos Aires desde 1829 hasta 1852, dividía a la sociedad
entre los que mandan y los que obedecen. El orden lo obse-
sionaba, y la virtud que más admiraba en las personas era la
subordinación. Su visión de la historia argentina reflejaba
esas simples ideas. Creía que el régimen colonial había impues-
to instituciones básicas y gubernamentales fuertes; la revolu-
ción de mayo de 1810 había sido un mal necesario: dio inde-
pendencia a la Argentina pero dejó un vacío en que el desor-
den prevalecía y la violencia reinaba, y él personalmente se
adelantó en 1829 a rescatar al país del caos y restablecer la
debida distinción entre gobernante y súbditos. El estanciero que
había dado detalladas instrucciones a sus capataces y hecho es-
taquear al sol a sus peones se convirtió en el gobernador que
espoleaba a sus jueces de paz y llenaba las cárceles hasta el
tope. En lugar de una constitución exigió la soberanía total,
y en 1835 justificó la posesión de "un poder sin límites" afir-
mando que era esencial para evitar la anarquía: "he cuidado
de no hacer otro uso que el muy preciso con relación al orden
y tranquilidad general del país".1 Más tarde, en el exilio, de-
claró que había tomado a su cargo un país anárquico, dividi-
do, inestable y en bancarrota, "un infierno en miniatura", y
lo había convertido en un lugar adecuado para vivir. "Para mí,
el ideal de gobierno feliz sería el autócrata paternal, inteligen-
te, desinteresado e infatigable [...] he admirado siempre a los
dictadores autócratas que han sido los primeros servidores de
sus pueblos." 2
1
Rosas a López, 23 de enero de 1836, en Enrique M. Barba, Correspon-
dencia entre Rosas, Quiroga y López, Buenos Aires, 1958, p. 310.
2
Entrevista de Vicente G. y Ernesto Quesada con Rosas, Southampton,
1873, en Arturo Enrique Sampay, Las ideas políticas de Juan Manuel de
2/19
Rosas, Buenos Aires, 1972, pp. 215, 218-219.

[311]
312 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 313
Si había algo que Rosas detestara más que la democracia era nosotros éramos demócratas o federales que para él todo es lo
el liberalismo. La razón por la que odiaba a los unitarios no mismo desde los españoles".8
era que quisieran una Argentina unida sino que eran libera- Las contradicciones son evidentes. En un contexto condena-
les que creían en valores seculares de humanismo y progreso. ba a la democracia, en otro la favorecía. Eso era retórica polí-
Los identificaba con francmasones e intelectuales, "hombres tica: en la Argentina no había democracia y el pueblo no go-
de las luces y de los principios", subversivos que socavaban el bernaba. ¿Cuáles eran entonces sus relaciones con los sectores
orden y la tradición y a quienes consideraba los responsables populares? No es una pregunta nueva.
últimos de los asesinatos políticos que atormentaron la vida El régimen social de Rosas ha ocupado a historiadores de
pública argentina de 1828 a 1935.3 Las doctrinas constitucio- muchas generaciones, y un estudio ulterior del tema podría
nales de unitarios y federalistas no le interesaban y nunca fue parecer superfluo. ¿No es Rosas evidente de por sí? ¿No lo
un federalista auténtico. En 1829 negó pertenecer al partido conocemos ya? Sarmiento no tenía duda: "Rosas y todo su
federal o cualquiera otro, y expresó su desprecio por Dorrego.4 sistema fue aborto de la estancia: él tenía doscientas leguas de
Pensó y gobernó como un centralista y defendió la hegemonía territorio suyo, y sus hermanos, fautores y generales, reunie-
de Buenos Aires. Explicaba las divisiones políticas en térmi- ron más de mil." 9 Mitre lo identificó inconfundiblemente
nos de estructura social, e interpretó el conflicto de 1828-1829 como un estanciero, el representante de los terratenientes, que
y sus consecuencias como una guerra entre las clases más po- por medio del control absoluto del gobierno y la mano de obra
bres y la aristocracia mercantil. "La cuestión es entonces en- determinó el desarrollo económico y social de Buenos Aires du-
tre una minoría aristocrática y una mayoría republicana."5 rante medio siglo. Según él, Rosas era "representante de los in-
"A la masa federal la componen sólo la gente de campaña y el tereses de los grandes hacendados y jefe militar de los campe-
vulgo de la ciudad, que no son los que dirigen la política del sinos".10
gabinete." 6 Y ocasionalmente confesaba su federalismo faute Hay motivos, sin embargo, para volver a examinar el tema.
de mieux: "Estoy persuadido de que la Federación es la forma En primer lugar, todavía falta ubicar con precisión la base so-
de gobierno más conforme con los principios democráticos cial del rosismo. ¿Tenía Rosas el apoyo de toda la clase terrate-
con que fuimos educados en el estado colonial sin ser cono- niente? Si era así ¿cuál fue la razón de la revolución de 1839
cidos los vínculos y títulos de la aristocracia como en Chile y en el sur, y de las deserciones de su causa en 1852? Otro pro-
Lima [...] pero aun así siendo federal por íntimo convenci- blema, el tema del presente estudio, se refiere a sus relaciones
miento me subordinara a ser unitario, si el voto de los pue- con los sectores populares. ¿Tenía Rosas una masa adicta en-
blos fuese por la Unidad." 7 La unidad, solía decir, era más tre los gauchos? Si era así ¿cuál fue su respuesta a su dura
apropiada para una aristocracia, y el federalismo para una política agraria? ¿Y no había otro grupo popular, un incipiente
democracia. En abril de 1839 sermoneaba a sus allegados al sector medio de Buenos Aires, artesanos y personal de servicio,
atardecer bajo los ombúes de Palermo, y su secretario el cons- cuya relación con Rosas todavía está por establecerse?
pirador Enrique Lafuente registra que alguna vez argüyó "que En segundo lugar, la historiografía argentina, o parte de ella,
ha intrepretado ya a Rosas como un demócrata. Esto estaba im-
3
Rosas a un capataz, 3 de marzo de 1835, en Adolfo Saldías, Papeles de plícito en el primer estudio revisionista de Rosas, el de Ernes-
Rosas, 2 vols., La Plata, 1904-1907, pp. 1, 134.
4 to Quesada, quien describió el conflicto entre unitarios y fede-
"Nota confidencial de Santiago Vázquez", 9 de diciembre de 1829, en
Sampay, Las ideas políticas cit., pp. 129-136. rales como un conflicto entre la propiedad y la pobreza, la aris-
5
Rosas a López, 17 de mayo de 1832, en Enrique M. Barba, Correspon- 8
Lafuente a Frías, 18 de abril de 1839, en Gregorio F. Rodríguez, Con-
dencia cit., p. 158. tribución histórica y documental, 3 vols., Buenos Aires 1921-1922, pp. II,
6
Rosas a López, 1 de octubre de 1835, ibid. p. 267. 468-469.
7
Rosas a Quiroga, 28 de febrero de 1832, en Enrique M. Barba, "El pri- 9
"Situación social", en El Nacional, 1 de junio de 1857, en Obras de
mer gobierno de Rosas", Academia Nacional de la Historia, Historia de la D. F. Sarmiento, vol. 24, Buenos Aires, 1899, p. 27.
Nación Argentina, ed. por Ricardo Levene, Buenos Aires, - 1950, t. VII, 10
Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la independencia argen-
pp. II, 5. 3/19
tina, 6a. ed., 4 vols., Buenos Aires, 1927, iv, pp. 183-184.
314 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 315
tocracia y la democracia, el conservadurismo y la revolución. quía.14 Miron Burgin insiste en la cuestión del atractivo popu-
"Fomentó las clases populares: su base eran los gauchos y los lar: "Aun cuando fundamentalmente representantes de los inte-
orilleros, a los que unió los negros [...] Demócrata por tempe- reses y las aspiraciones de la industria ganadera, los federales
ramento, las masas populares fueron su baluarte." 11 La historio- se dirigían al mismo tiempo a las clases bajas, tanto en los dis-
grafía seguía discutiendo a Rosas en términos de esos marcados tritos rurales como en la ciudad. En los distritos rurales el es-
contrastes, del bien contra el mal, y la mitología seguía acumu- tanciero era el dispensador de empleo y la garantía de la seguri-
lándose. Eventualmente preocupaciones ideológicas se adueña- dad económica. Hablaba el lenguaje del gaucho y del peón,
ron del tema, y buena parte de la moderna literatura sobre conocía íntimamente sus hábitos y costumbres y compartía su
Rosas nos dice más sobre la historia intelectual de la Argenti- tradicional desconfianza de la ciudad".15 Según Tulio Halperín,
na que sobre el propio Rosas. Hay nuevos mitos, de la derecha la politización de las masas rurales después de 1810 y la movi-
y de la izquierda. José María Rosa ve a Rosas como el ejemplo de lización popular contra los unitarios en 1829 convencieron a
Rosas de que sólo era posible gobernar a Buenos Aires "popu-
Dios y de los gauchos, el azote de la Inglaterra imperialista.12
larmente". Aunque Rosas estaba lejos de ser un demócrata,
Desde el otro extremo del espectro, las opiniones de Eduardo B.
decidió que el nuevo equilibrio era irreversible, y se puso a la
Astesano no difieren básicamente de ésas. A la vez que recono- cabeza del peligroso sector popular a fin de controlarlo y utili-
ce los verdaderos orígenes socioeconómicos de Rosas como es- zarlo. Hizo de las masas rurales a la vez su clientela y la base
tanciero y saladerista, lo presenta sin embargo como un diri- de su poder.16
gente popular cuyo nacionalismo abarcaba no sólo objetivos
económicos y políticos sino también una profunda conciencia
social. En esta interpretación los unitarios eran una aristocracia
urbana y mercantil, mientras que los federales representaban 2
a "las masas", "los sectores populares". Veinte años después de
la caída de Rosas en 1852, un viajero inglés vio a un gaucho en Rosas el estanciero, ése es el punto de partida. Rosas era el es-
una pulpería rural levantar el puño cerrado gritando "¡Viva tanciero arquetípico. Se anticipó varios años a la expansión de
Juan Manuel de Rosas!" Astesano comenta que el viajero esta- la economía ganadera en la década de 1820, y desempeñó un
ba siendo testigo de la memoria popular de la revolución popu- papel importante en la transformación de Buenos Aires de ca-
lar, la revolución social iniciada por Rosas cuando llegó vio- pital virreinal en centro exportador. La estructura económica
lentamente al poder en 1829 como "defensor del orden y de la de Buenos Aires tal como emergió del régimen colonial estaba
legalidad, representando la masas, los gauchos, la pampa". A dominada por el comercio, no por la agricultura. Los comer-
continuación amplió su base; según Astesano: "El rosismo, ciantes del puerto hacían sus beneficios no exportando los pro-
como movimiento popular, como expresión de la revolución ductos del país sino importando productos manufacturados
popular, avanza ahora de las campañas al poblado, ganando para un mercado consumidor que se extendía de Buenos Aires
hasta los mismos negros." 13 a Potosí y Santiago, a cambio de metales preciosos que en la
Historiadores profesionales han interpretado a Rosas desde un época de la independencia representaban el 80% del total de
punto de vista menos comprometido. El profesor Ferns lo ex- las exportaciones de Buenos Aires. Hasta alrededor de 1815, por
plica en términos pragmáticos como un defensor de la inde- lo tanto, el sector terrateniente era limitado, tanto en el nú-
pendencia nacional y una inescapable alternativa a la anar- mero de propietarios como en la extensión de sus propiedades.
14
H. S. Ferns, Britain and Argentina in the Nineteenth Century Oxford
11
Ernesto Quesada, La época de Rosas, Buenos Aires, 1923, p. 64. 1960, pp. 211-217.
12 15
José María Rosa, Defensa y pérdida de nuestra independencia econó- Miron Burgin, The economic aspects of Argentine federalism 1820-1852
mica, 3a. ed., Buenos Aires, 1962; Estudios revisionistas, Buenos Aires 1967. Cambridge, Mass., 1946, p. 109.
13 16
Eduardo B. Astesano, Rosas: bases del nacionalismo popular, Buenos Tulio Halperín Donghi, Argentina: de la revolución de independencia
Aires, 1960, pp. 64-69. a la confederación rosista, Buenos Aires, 1972, pp. 301-303.
4/19
316 ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 317
JOHN LYNCH

El legado colonial fue alterado por tres procesos. Primero, los por terratenientes. Si bien la enfiteusis facilitó la explotación
comerciantes de Buenos Aires fueron desalojados de su papel de la tierra, también estimuló su excesiva concentración. En-
por los ingleses. Con sus recursos de capital superiores y sus tre 1822 y 1830 un pequeño grupo de hombres se adueñó de
contactos en Europa, los ingleses se apoderaron de la función toda la provincia; en efecto, 538 individuos recibieron 3 206
empresarial ejercida previamente por los españoles y obligaron leguas cuadradas (casi 8 millones de hectáreas). A medida que
a los porteños a buscar inversiones alternativas. Incapaz de la importancia de la ganadería fue aumentando y las propieda-
competir en un comercio dominado por los ingleses, el grupo des ganaderas adquirieron un nuevo valor, los estancieros empe-
dirigente local encontró salida en otro sector en expansión, zaron a querer la propiedad sin límite de tiempo, condiciones
la ganadería. Segundo, Buenos Aires se beneficiaba ahora de la ai rentas. Para obtener términos convenientes, controlar todo
ausencia de competencia en la exportación ganadera. Desde el proceso de producción desde la estancia hasta el puerto, y ase-
1813 Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, cuya capacidad econó- gurar el suministro de ganado para la exportación, el sector ru-
mica era similar a la de Buenos Aires, fueron devastadas por sus ral necesitaba aumentar su peso político.
guerras de secesión, mientras que la otra zona ganadera rica, la Rosas representó el ascenso al poder de un nuevo grupo social.
Banda Oriental, resultó perjudicada por la revolución y la El movimiento independentista de 1810 había creado un tipo
invasión desde el Brasil. La capital porteña se apresuró a apro- de político burócrata y soldado profesionales que hicieron una
vechar las nuevas oportunidades. Los campos de pastoreo empe- carrera de la revolución y del nuevo estado producido por la
zaron a extenderse a expensas de la agricultura, y la provincia revolución.18 Estaban aliados a los comerciantes urbanos, pero
llegó a depender de la importación de granos. Tercero, el co- éstos, o parte de ellos, habían empezado a desplazarse hacia la
mercio de Buenos Aires con el interior había dependido de la tierra. A medida que el sector rural extendía sus propiedades
capacidad del interior de obtener beneficios de la venta de sus y desarrollaba sus estancias, fue adquiriendo también fuerza
productos, especialmente de sus actividades agrarias y sus in- militar, pues había que autorizar a los estancieros a mantener
dustrias artesanales. Pero la creciente penetración británica tra- unidades armadas para la seguridad del campo y la defensa de la
jo una seria competencia a esas industrias, en un momento en frontera. A mediados de la década de 1820, por lo tanto, pueden
que la guerra y la secesión estaban eliminando también los tra- identificarse dos grupos socioeconómicos: los revolucionarios de
dicionales mercados de Chile y el Alto Perú. carrera aliados a la clase comerciante tradicional y la nueva clase
La combinación de la competencia inglesa y la declinación del terrateniente, algunos de cuyos miembros procedían del comercio
interior hizo que Buenos Aires llegara a ser económicamente y todavía tenían una base en él. El primer grupo miraba hacia
incapaz de sostener a la élite comercial local, y ésta empezó a el extranjero tanto ideológica como económicamente, buscando
buscar otras salidas para sus capitales. La política agraria del ideas liberales, capital extranjero y comercio ultramarino. El
gobierno estimulaba la inversión en tierra, ganado y saladeros. segundo grupo se volvió hacia el interior para abrir tierras y
Desde 1822 Bernardino Rivadavia introdujo el sistema de enfi- desarrollar rebaños y saladeros, mejorando así su inversión al
teusis, permitiendo que las tierras públicas fueran arrendadas comercializar la industria ganadera para la exportación. Ade-
por veinte años con renta fija.17 Si bien no era una política de más buscaron un poder político acorde con su fuerza econó-
reforma agraria, en otros aspectos tenía sentido, pues al mismo mica. Eso causó la crisis del régimen de Rivadavia, que tenía
tiempo ponía la tierra en uso productivo, incluyendo nuevas poder político pero carecía de una fuerte base económica. Su
tierras en el sur y suroeste de la provincia, y satisfacía el ham- ideología liberal, sus intentos de diversificar la economía, su
bre de tierra de los grupos dominantes. No había límite para estímulo a la inmigración, todo eso resultaba profundamente
las tierras que podía arrendar un propietario, y las comisiones sospechoso para los intereses terratenientes, mientras que la
agrarias que administraban la distribución estaban dominadas amenaza de "nacionalizar" los ingresos de Buenos Aires y dis-
tribuirlos entre las demás provincias en interés de una Argen-
17
Emilio A. Coni, La verdad sobre la enfiteusis de Rivadavia, Buenos 18
Aires, 1927, pp. 171-175; Jacinto Oddone, La burguesía terrateniente argen- Tulio Halperín Donghi, Politics, economics and society in Argentina
tina, 3a. ed., Buenos Aires, 1967, pp. 75-91. 5/19 in the revolutionary period, Cambridge, 1975, p. 205.
318 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 319
tina mayor era vista como la última paja, pues sólo podía "amigos" estaban mejor armados y bajo control más firme que
conducir al aumento de los impuestos provinciales. Los estan- los de cualquiera de sus rivales.
cieros, por lo tanto, ejercieron fuerte presión sobre Rivadavia Rosas era de puro origen patricio. Sus antepasados consti-
y con la caída de éste su triunfo fue prácticamente completo. tuían una antigua familia colonial de terratenientes y funcio-
El control político coincidía ahora con el poder económico, y narios. Su padre era terrateniente y oficial. El propio Rosas era
eso era algo considerable. En 1830 la provincia de Buenos Aires un gran terrateniente y comandante militar, mientras que su
tenía 5 516 leguas cuadradas de tierra ocupada, que estaban en esposa provenía de la clase alta porteña y había nacido en la
poder de 980 personas; de éstas, 60 individuos poseían casi riqueza. En otras palabras, por muchas generaciones la familia
4 000 leguas cuadradas, o el 76% del total.19 Rosas había estado en la cima de la escala económica y social
El ascenso al poder del grupo comerciante-estanciero, su in- en una sociedad donde la movilidad social era escasa. Tuvo muy
versión en tierras y su resolución de controlar la política, tales poca educación académica, pero fue preparado para su papel
fueron las circunstancias que crearon a Rosas. "En tal sentido y fue en la estancia que aprendió lo que necesitaba saber. Dejó
—como señaló su sobrino Lucio V. Mansilla— Rosas no se hizo, la estancia de sus padres para trabajar por cuenta propia, pri-
lo hicieron los sucesos, lo hicieron otros, algunos ricachones mero como saladerista y luego concentrándose en la acumula-
egoístas, burgueses con ínfulas señoriales, especie de aristocra- ción de tierra. Compró la gran estancia de Los Cerrillos, su
cia territorial [...] tras de él, estarían ellos, gobernando." 20 propiedad más importante, en la Guardia del Norte sobre el
Pero había algo más que eso en Rosas: estaba específicamente ca- Salado, junto a la frontera de los indios, y siguió acumulando
lificado para dirigir a los estancieros. Como estanciero pionero tierra para sí mismo y para sus asociados, los Anchorena. Ge-
entendía la economía rural desde adentro; como señor de mu- neralmente actuaba como consejero y comprador para los An-
chos peones ejemplificaba la hegemonía social de los terrate- chorena, que eran primos suyos, porque él era el máximo ex-
nientes; como hombre de la frontera sabía entenderse con los perto en el valor de la tierra como inversión para el mercado
indios. Además, en el reclutamiento de tropas, el adiestramiento de exportaciones, y él apreció mejor que nadie la nueva coyun-
y control de milicias y el despliegue de unidades no sólo en la tura más favorable a las estancias que al comercio y el despla-
frontera sino en operaciones urbanas, no tenía igual. Fue la di- zamiento del equilibrio político.
mensión militar de la primera parte de la carrera de Rosas lo Es evidente que el grupo Rosas-Anchorena no adquiría es-
que le dio ventaja sobre sus rivales. Esa dimensión militar cul- tancias como símbolos de estatus, por su tamaño únicamente,
minó en su papel durante la guerra de guerrillas de 1829 con- o para dejarlas vacantes. Todas estaban situadas en zonas abun-
tra los rebeldes unitarios, cuando Rosas reclutó, dirigió y enca- dantes en agua, cuidadosamente escogidas por su productividad
bezó a las anárquicas fuerzas populares en el ejército irregular y acceso a las rutas de exportación; y todas eran modelo de in-
que derrotó a los profesionales de Lavalle. Rosas era un cau- dustria y rendimiento, produciendo hasta sus límites. ¿Cuál era
dillo antes de ser elegido gobernador. No importaba que no el tamaño final de esas grandes posesiones? El grupo Anchorena
fuera el mayor terrateniente de la provincia; en el grupo de era el terrateniente más grande de toda la provincia, poseyen-
alrededor de diecisiete estancieros con propiedades de más de do en 1830 tan sólo a nombre de Juan José y Nicolás alrededor
50 leguas cuadradas (algo más de 12 000 hectáreas), Rosas ocu- de 134 leguas cuadradas, y 200 leguas cuadradas en nombre de
paba el décimo lugar con 70 leguas cuadradas (algo más de todo el grupo; esas propiedades habían aumentado a 306 leguas
17 000 hectáreas). 21 Pero sus peones, sus milicias y sus indios cuadradas (casi 75 000 hectáreas) para la década de 1840.22
19 No es tan fácil determinar la extensión total de las propiedades
Andrés M. Carretero, ''Contribución al conocimiento de la propiedad
rural en la provincia de Buenos Aires para 1830", en Boletín del Instituto de Rosas. En su testamento específico ciertas reclamaciones que
de Historia Argentina "Doctor Emilio Ravignani" t. XIII, 2a. serie núm.
22-23 (1970), pp. 246-292, especialmente 251-252. Nota: una legua cuadra- Aires" cit., pp. 273-292; sus primos, los Anchorena, eran los primeros con
da equivalía casi a 2 500 hectáreas. 134 leguas cuadradas.
20 22
Lucio V. Mansilla, Rozas, ensayo histórico-psicológico, París 1913, p. 145. Andrés M. Carretero, La propiedad de la tierra en la época de Rosas,
21
Andrés M. Carretero, "La propiedad rural en la provincia de Buenos6/19 Buenos Aires, 1972, p. 14.
320 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 321

sus herederos debían hacer contra el gobierno de Buenos Aires lar. Éste es el contexto en que debe leerse el texto frecuente-
por una compensación justa. Se refirió a "116 reses, 40 000 ove- mente citado de su entrevista con el enviado oriental Santiago
jas", que había suministrado al gobierno de Buenos Aires; ade- Vázquez. En esa ocasión, en diciembre de 1829, apenas al comien-
más "60 000 cabezas de ganado entre vacas, novillos y terneros, zo de su gobernatura, afirmó que a diferencia de su predece-
1000 bueyes gordos, 3 000 caballos buenos, 100000 ovejas, cien sor él había cultivado a la gente "de las clases bajas" y se había
mil yeguarizos y demás de mi propiedad", que el gobierno se agauchado él mismo con el fin de controlarlas. Los gobiernos
había apropiado desde el 2 de febrero de 1852. Harían falta anteriores, alegó, "se conducían muy bien para la gente ilus-
grandes estancias para mantener a todo ese ganado; la estima- trada, que es lo que yo llamo moral, pero despreciaban lo
ción oficial fue 136 leguas cuadradas (cerca de 35 000 hectá- físico, pues, los hombres de las clases bajas, los de la campaña,
reas) . 23 que son la gente de acción [...] me pareció que en los lances
La visión de Rosas de las clases populares estaba condicionada de la revolución, los mismos partidos habían de dar lugar a que
por sus intereses económicos y su posición social. Era una visión esa clase se sobrepusiese y causase los mayores males, porque
Vd. sabe la disposición que hay siempre en el que no tiene
predeciblemente conservadora y autoritaria, basada sin embar-
contra los ricos y superiores: me pareció, pues, desde entonces,
go no en una actitud de crueldad o desprecio sino al principio
muy importante conseguir una influencia grande sobre esa
en la aprensión. Poco después de tomar posesión de su estancia clase para contenerla o para dirigirla; y me propuse adquirir
Los Cerrillos, escribió a las autoridades de Buenos Aires que- esa influencia a toda costa; para esto me fue preciso trabajar
jándose de la temible inseguridad causada por las hordas de con mucha constancia, con muchos sacrificios de comodidades,
vagabundos y delincuentes que no respetaban personas ni pro- y de dinero, hacerme gaucho como ellos, hablar como ellos y
piedades sino que, sin empleo, recorrían la campaña causando hacer cuanto ellos hacían; protegerlos, hacerme su apoderado,
problemas: cuidar sus intereses, en fin, no ahorrar trabajo ni medios para
"Apenas es cumplido un mes que fui acometido en mi estan- adquirir más su concepto".25
cia; porque traté de impedir en ella corridas de avestruces que Identificarse con la cultura gaucha, desde luego, no significa-
se hacían por decenares de hombres, que con tal pretexto co- ba necesariamente representar o elevar al gaucho. Muchos his-
rrían mis ganados, usaban de ellos, no los dejaban pastar, y me toriadores rosistas han dado la impresión de que los gauchos se
los alzaban. Mi vida se salvó de entre los puñales; y desde en- levantaron espontáneamente por Rosas. Una serie de observa-
tonces sólo pende mi existencia de un golpe seguro con que la dores contemporáneos, es cierto, dijeron lo mismo. Los minis-
asesten los ociosos y mal ocupados." 24 tros británicos informaban invariablemente que las clases bajas
El gaucho como delincuente, esa interpretación había de de la ciudad y la campaña apoyaban a Rosas, y sus despachos
volverse familiar. La reacción de Rosas fue decisiva. Su intensa dejan la impresión de hordas de gauchos galopando hacia la
conciencia de la incipiente anarquía de la campaña hizo nacer capital por la causa de su salvador. Philip Yorke Gore informó:
en él la resolución de conquistarla, primero en su propio am- "Los gauchos, o habitantes de los distritos rurales, son ardientes
biente y luego en el mundo político. Hubo un periodo en que partidarios del general Rosas, a quien contemplan desde hace
parece haber temido realmente un movimiento autónomo de mucho con una devoción increíble, como a su jefe y benefactor
protesta desde abajo, movimiento que trató de captar y contro- reconocido." 26 El propio Rosas explicó a John Henry Mande-
ville que en su país no había aristocracia para sostener a un
23
Antonio Dellepiane, El testamento de Rosas, Buenos Aires, 1957, p. 96; gobierno, y gobernaban la opinión pública y las masas.27 Henry
Ricardo Levene, La anarquía de 1820 y la iniciación de la vida pública de
25
Rosas, en Academia Nacional de la Historia, Obras de Ricardo Levene, "Nota confidencial de Santiago Vázquez", 9 de diciembre de 1829, en
t. iv, Buenos Aires, 1972, pp. 176-181; Ernesto J. Fitte, El proceso a Rosas Arturo Enrique Sampay, Las ideas políticas cit., pp. 131-132.
y la confiscación de sus bienes, Buenos Aires, 1973, pp. 123-135. 26
Gore a Palmerston, 21 dé octubre de 1833, Public Record Office, Lon-
24
Rosas al gobierno provincial, 1817, en Alfredo J. Montoya, Historia de dres, FO 6/37.
los saladeros argentinos, Buenos Aires, 1956, p. 41. 7/19 27
Mandeville a Aberdeen, 7 de julio de 1842, PRO, FO 6/84.
322 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 323
Southern creía que "el secreto de su poder es que él le enseñó tación políticos, porque la rígida estructura de la estancia fue
al gaucho de las pampas que él era el verdadero amo de las trasladada a la milicia, donde los estancieros eran comandantes,
ciudades. Fue sobre la base de sus propios peones ganaderos, sus capataces los oficiales y sus peones la tropa. Esas tropas no
carreteros y domadores que estableció primero su autoridad, entraban en relación directa con Rosas; eran movilizadas por
que ha mantenido hasta hoy mediante un uso astuto y diestro el patrón, lo que significaba que Rosas recibía el apoyo no de
de la misma arma".28 hordas de gauchos libres sino de estancieros que llevaban a
Pero éstas son impresiones distorsionadas, o por lo menos abier- sus peones como conscriptos. El propio Rosas era el estanciero
tas a interpretaciones erróneas. En primer lugar, el núcleo de más poderoso y su peonada la más numerosa y mejor equipada.
las fuerzas de Rosas eran sus propios peones y dependientes Pero eso no hacía de él un demócrata.
que estaban obligados a seguirlo en la guerra igual que a tra- Incluso el uso del término "gaucho" era ambiguo en la ter-
bajar para él en la paz. Entre ellos había gauchos, antes nó- minología rosista. Tenía dos significados, según la situación.
madas pero ahora atados a la estancia; indios "amigos" que vi- En público era utilizado como un término de elogio y estima,
vían en o cerca de las propiedades de Rosas; fugitivos de la y perpetuaba la idea de que los intereses de los estancieros y
justicia y delincuentes que habían encontrado en sus tierras los de los gauchos eran idénticos. En las palabras de una can-
refugio a cambio de servicios. En segundo lugar, esos levanta- ción popular:
mientos de la población rural se produjeron en momentos de
crisis excepcional, rebelión o guerra, como los de 1829, 1833 y El hacendado es de plebe
1839. En 1828-1829 Rosas levantó deliberadamente fuerzas po- Y un tendero hombre decente
pulares a fin de enfrentar la rebelión unitaria. No "se levan-
taron" espontáneamente ni estaban "politizados". Rosas mandó Rosas, además, ayudó a propagar el mito de que el estanciero
a sus capataces y agentes a movilizarlos como milicia rural, y comprendía al gaucho y sólo estaba interesado en su bienestar.
para la ocasión se les sumaron indios amigos, momentáneamente En privado, sin embargo, especialmente en su uso político, la
aliados. Lejos de ser empujado a una posición popular por un palabra gaucho significaba "vago y mal entretenido", es decir
levantamiento rural, lejos de representar a las masas rurales, delincuente. El primer uso representaba propaganda política.
Rosas manipuló fuerzas gauchas en la guerra contra Lavalle, El sentido peyorativo expresaba distinción de clase, prejuicios
y una vez en control del estado prácticamente las descartó.29 sociales y actitudes económicas; era usado por el hacendado,
Como señaló Sarmiento, las fuerzas gauchas duraron sólo mien. escaso de mano de obra, frente al campesino, que quería perma-
tras Rosas las necesitó. Una vez que Rosas controló la burocra- necer libre. Según el observador inglés William MacCann, "El
cia, la policía, la mazorca y, sobre todo, el ejército regular, ya término 'gaucho' es ofensivo para la masa del pueblo, y se en-
no necesitó ni quiso a las fuerzas populares del campo y éstas tiende que designa a una persona que no tiene domicilio fijo
tuvieron que volverse a sus estancias.80 En tercer lugar, las mi- sino que lleva una vida nómada; por lo tanto al hablar de las
licias gauchas sólo eran fuerzas "populares" en el sentido de clases pobres evitaré ese término." 31
que estaban formadas por peones rurales. El hecho de perte- Las clases pobres, naturalmente, eran un grupo heterogéneo,
necer a una organización militar no les dio poder ni represen- no una clase unificada. Eran peones de estancia, dependientes
28
sometidos a un patrón, trabajadores libres, agricultores y arren-
Southern a Palmerston, 22 de noviembre de 1848, Historical Manuscript datarios, pequeños ganaderos y la población marginal, compues-
Commission, Londres, Palmerston Papers, cc/so/241, por autorización
de los fideicomisarios de los Archivos Broadlands.
ta de montoneros casi profesionales. Semibárbaros, analfabetos,
29 ignorantes de los problemas políticos, esos grupos no podían
Tulio Halperín Donghi (De la revolución de independencia a la con-
federación rosista cit., pp. 301-303, 356) habla de "la politización de los participar ni en el proceso político más rudimentario; eran
rurales", "la movilización popular de 1829",y "la implantación de un poder incapaces de acción autónoma, de organizarse a sí mismos o de
popular" por Rosas, pero esos conceptos parecen ir más allá de la evi-
31
dencia. William MacCann, Two thousand miles' ride throukh the Argentine
30 8/19
Domingo F. Sarmiento, Facundo, La Plata, 1938, p. 287. provinces, 2 vols., Londres, 1853, t. I, p. 154.
ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 325
324 JOHN LYNCH
enfiteusis podían comprar su tierra, aunque no estaban obliga-
responder a una dirección política. Pero todo esto no responde dos a ello; pero una ley posterior del 16 de enero de 1838 orde-
a la pregunta de si Rosas desempeñó un papel popular. La nó la venta de las tierras enfitéuticas cuya renta no hubiera sido
historia está repleta de ejemplos de líderes que ofrecen bene-
pagada, y la ley del 25 de agosto de 1838 ordenó la duplicación
ficios a masas apolíticas sin necesariamente incorporarlas al
de las rentas. No hubo ninguna corrida para adquirir tierras:
proceso político o modificar básicamente la estructura social.
el bloqueo francés deprimía la agricultura comercial al cerrar
¿Hizo Rosas eso? ¿Dio beneficios económicos y sociales a la po-
salidas de exportación, de modo que el gobierno permitió la
blación rural?
compra de tierras mediante un sistema de cuotas y con fre-
cuencia pasó por alto el incumplimiento de la ley por quienes
todavía arrendaban tierras en enfiteusis por menos de la renta
legal o sin pagar renta alguna. El gobierno resolvió también
3
regalar tierra, y el propio Rosas fue uno de los principales bene-
ficiarios de esa prodigiosa política. La ley del 6 de junio de 1834
La concentración de la tierra y el dominio de la economía por
le concedió la propiedad de la isla de Choele-Choel, para no
las estancias continuaron bajo Rosas. En 1830, 5 516 leguas cua-
dradas de tierra ocupada en la provincia de Buenos Aires per- hablar de otras concesiones menos espectaculares. Se le autorizó
tenecían a 980 propietarios. En el periodo 1830-1852, 6 100 le- a cambiar Choele-Choel por 60 leguas cuadradas de tierras pú-
guas cuadradas estaban en poder de 782 propietarios. En 1830, blicas donde quisiera, como propiedad para él y sus herederos.
60 personas poseían el 76% de esa extensión: en 1830-1852, También la lealtad recibía recompensa. La ley del 30 de sep-
200 personas, o el 28%, tenían el 60% de las propiedades de más tiembre de 1834 hizo concesiones de tierras hasta un máximo
de 10 leguas cuadradas. Había 74 propiedades de más de 15 de 50 leguas cuadradas en total a oficiales que habían partici-
leguas, y 42 de más de 20. Mientras tanto las pequeñas propie- pado en la Campaña del Desierto contra los indios, mientras
dades representaban apenas el 1% de la tierra utilizada, aunque que una ley del 25 de abril de 1835 concedió tierras hasta 16
es cierto que existió una tendencia a la subdivisión y difusión leguas cuadradas a soldados de la División de los Andes de la
de la tierra hacia mediados del siglo, con el aumento del va- misma campaña. Los militares que tomaron parte en el aplas-
lor de la tierra y el desarrollo de la ganadería ovina.32 En el tamiento de la Rebelión del Sur en 1839 fueron recompensados
periodo de Rosas lo que contaba por encima de todo era el ta- por la ley del 9 de noviembre de 1839; los generales recibieron
maño de las entancias y su número de animales. Esto estaba 6 leguas cuadradas, los coroneles, 5, los oficiales sin comisión
de acuerdo con las realidades económicas de la ganadería va- media legua y los soldados un cuarto de legua. También civiles
cuna: la tecnología era primitiva y estaba prácticamente estan- fueron recompensados por su lealtad. Además, todos esos benefi-
cada; lo que importaba era la cantidad de ganado, no su cali- ciarios estaban autorizados a vender sus propiedades, y los arren-
dad: no había selección, cuidado ni mejoramiento sino sólo datarios de tierra en enfiteusis estaban en libertad de com-
producción masiva de cueros, sebo, grasa, cuernos y tasajo. prarlas.
Había tres métodos de distribución de la tierra: la venta, el Los "boletos de premios en tierras", o certificados de propie-
arrendamiento y la donación.33 La ley del 10 de mayo de 1836 dad de tierra como recompensa por servicios militares, fueron
uno de los principales instrumentos de distribución de la tie-
autorizaba la venta de 1 500 leguas cuadradas de tierras enfi-
rra y en ese periodo se extendieron alrededor de 8 500. Una
téuticas y desocupadas. Los ocupantes efectivos de tierras en de las razones para recompensar en esa forma a militares y ci-
32
Sobre la difusión de la tenencia de la tierra véase Jonathan C. Brown,
viles leales era la falta de fondos gubernamentales con qué cu-
A socioeconomic history of Argentina, 1776-1860, Cambridge, 1979, pp. brir salarios, pensiones y demás. Obviamente también había un
158-160. elemento político operante, porque la tierra era la máxima
33
Miguel A. Cárcano, Evolución histórica del régimen de la tierra pú-9/19 fuente de patronazgo existente, un arma para Rosas y un sis-
blica 1810-1916, 3a. ed., Buenos Aires, 1972, pp. 62-63; Andrés M. Carre- tema de patrocinio de sus partidarios. Rosas era el gran patrón
tero, La propiedad de la tierra en la época de Rosas, pp. 20-25.
326 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 327
y los estancieros eran su clientela. En ese sentido el rosismo era presión combinada de los enemigos franceses y unitarios acrecía
menos una ideología que un grupo de interés, un vasto sistema el sentimiento de peligro, que autorizaba la confiscación de toda
de ayuda a los terratenientes. En realidad quienes menos se propiedad perteneciente a unitarios en compensación por los
beneficiaron con las recompensas fueron precisamente los que daños causados por el general Lavalle y su ejército invasor.
estaban en servicio activo en el frente, porque siendo los más La medida estaba orientada a despojar al sector estanciero
alejados de la capital no tenían los contactos necesarios para opositor de su base económica. Hubiera sido posible encarcelar
conseguir el pronto despacho de papeles ni podían presentarse o exiliar a los opositores, como se hizo con muchos, sin dañar
personalmente en Buenos Aires a reclamar su recompensa. Por a sus familias y herederos, pero el golpe económico era más
lo tanto, sólo unos pocos soldados recibieron efectivamente su efectivo. Viudas y madres se quejaron amargamente a Rosas de
premio. Además, prácticamente no había ningún sector social las penalidades impuestas a sus familias. Una queja típica fue
fuera de los grupos superiores que estuviera equipado para uti- la de una viuda que solicitaba la devolución de una estancia
lizar las concesiones. La estructura social rural era rígida, como confiscada por el juez de paz en el Partido de Lobos. Afirmaba
señalaba MacCann: "Todavía no hay clase media; los propie- que su marido jamás había sido unitario, pero "acabó sus días
tarios de tierras que alimentan a rebaños inmensos forman una el 20 de agosto de 1840, siendo degollado y mutilado su cuerpo
clase, sus pastores forman otra." 34 Certificados de menos de una en las cercanías de Cañuelas [...] su muerte fue a manos de
legua eran prácticamente inútiles en manos de soldados o buró-
hombres violentos, federales en el nombre, y efectivamente
cratas menores, cuando la estructura agraria existente tenía un
enemigos de Vd. y el Santo Sistema Federal, que mi esposo
promedio de ocho leguas por estancia. Pero en manos de perso-
nas que ya tenían estancias o disponían del capital suficiente cordialmente profesaba".37 Otras mujeres escribieron a Rosas:
para comprarlas baratas, eran un poderoso instrumento para la una esposa pidiendo la devolución de una estancia de la que
acumulación de tierras. Más del 90% de los certificados de tie- dependía la subsistencia de su familia, una madre afirmando
rras otorgados a soldados y civiles terminaron en manos de que su marido había sido atrapado en Montevideo por el blo-
estancieros o de quienes estaban llegando a serlo.35 Las gentes queo, no estaba exiliado, su hijo nunca había sido unitario y
menos adineradas, que no poseían capital para poblar una es- la familia necesitaba su legítima propiedad. Muchos solicitan-
tancia, vendían sus certificados a quienes lo tenían. En otros tes alegaban que sus propiedades habían sido confiscadas por
casos, hombres poderosos recibían los certificados de sus clien- jueces bajo la falsa acusación de ser unitarios, mientras que
tes y dependientes, o los recogían en nombre de sus seguidores eran "notoriamente federales".88 Otros pedían que se obligara
militares. Todo trabajaba, con la cooperación de una adminis- a los jueces a declarar los resultados de las ventas de bienes con-
tración complaciente, por la extensión de las propiedades exis- fiscados. Las confiscaciones, por lo tanto, golpeaban donde más
tentes. En el periodo 1830-1852 las tierras incorporadas como dolía; al mismo tiempo recortaban los recursos de la oposición
resultado de la Campaña del Desierto y la política de mejorar para combatir y los medios de reclutar peones. Eran un instru-
las relaciones con los indios aumentaron en un 42%. Ese aumen- mento de terror. Además dieron al gobierno otra fuente de
to de la tierra fue superior al aumento del número de estancias, recompensas para sus seguidores. Años después, en Southamp-
28%, y del número de propietarios, 17%.36 La tendencia del ton, se pidió a Rosas que explicara las razones de ese decreto, y
régimen de Rosas fue hacia una mayor concentración de la pro- replicó:
piedad en manos de un pequeño grupo.
"Si he podido gobernar treinta años aquel país turbulento, a
El reverso de la concesión de tierras era la confiscación de
tierras. La ley fundamental de expropiación fue el decreto del cuyo frente me puse en plena anarquía y al que dejé en orden
16 de septiembre de 1840, emitido en un momento en que la perfecto, fue porque observé invariablemente esta regla de
34 37
William MacCann, op. cit., t. i, p. 158. Antonina Villamayor a Rosas, 12 de enero de 1841( Archivo General de
35 la Nación, Buenos Aires, Sala 10, 17-3-2, Gobierno, Solicitudes, Embargos.
Andrés M. Carretero, La propiedad de la tierra cit., pp. 25-30. 38
36 AGN, Sala 10, 17-3-2, Gobierno, Solicitudes, Embargos.
Ibid., p. 31. 10/19
328 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 329

conducta: proteger a todo trance a mis amigos, hundir por Rosas gozaban de seguridad y privilegios comparables. Los
cualquier medio a mis enemigos." 39 propios Anchorena eran el mejor ejemplo. En 1846 Tomás
Sin embargo la política de confiscación introdujo un elemen- de Anchorena agradeció a Rosas por eximir a su hijo del ser-
to de inseguridad en el régimen agrario que, unido a la práctica vicio militar, que lo hubiera puesto en contacto con la plebe:
del gobierno de reclutar peones de las estancias y exigirles con- "El verlo rozándose en el cuartel con gente oscura, sin ninguna
tribuciones en caballos, ganado y dinero, disuadieron a mucha educación y cargada de vicios, sería una fatalidad que sin
gente de invertir más en tierras. Y esas contribuciones de gue- duda alguna abreviaría los días de mi vida." El propio Rosas
rra, naturalmente, eran exigidas, tanto a los partidarios del ré- admitió posteriormente haber eximido específicamente a las
gimen como a sus enemigos. La política resultó ventajosa para estancias de los Anchorena de las demandas estatales de peo-
los extranjeros, que eran eximidos de esas penas y obligaciones nes y ganado, "distinción y privilegio que era en esos tiempos
nacionales, porque Rosas era escrupulosamente correcto en su de muchísimo valor para ellos, en sus estancias, y en todos
tratamiento de los extranjeros residentes en la provincia, y éstos sus negocios en el campo y en la ciudad".42
eran prácticamente el único grupo que disfrutaba de la plena Los estancieros dominaban las instituciones del estado ro-
protección de la ley. Seguros en ese conocimiento, los extranje- sista. Entre las alrededor de ochenta personas que fueron
ros invertían con más confianza que los argentinos. En esa for- miembros de la Cámara de Representantes entre 1835 y 1852,
ma Rosas, en otros aspectos aclamado por su conspicuo nacio- el 60% eran estancieros o tenían ocupaciones relacionadas
con la tierra. Ésa fue la asamblea que votó a Rosas para el
nalismo, favoreció indirectamente la penetración extranjera en
poder y continuó votando por él. Hasta cierto punto podían
la economía argentina. El proceso fue observado por un terra-
ejercer un control negativo sobre la creación de la política:
teniente inglés, Wilfrid Latham: insistentemente negaron a Rosas autorización para elevar la
"La protección que sus tratados aseguraban a los extranjeros contribución directa, un impuesto sobre capital y propieda-
los colocaba, en tales circunstancias, en posición ventajosa con des, y durante todo su régimen le impidieron aumentar in-
respecto a los nativos, en la medida en que los primeros estaban greso alguno a expensas de los estancieros. En 1850, cuando el
absolutamente exentos del servicio militar y las contribuciones total de ingresos se elevó a 62 millones de pesos, procedentes
forzosas, a excepción de los caballos, que eran considerados en su mayor parte de la aduana, la contribución directa apor-
como artículos de guerra; y cualquier daño a sus propiedades, tó apenas un 3% del total, y aun así la mayor parte de esa
o la apropiación de sus ganados en guerras intestinas, consti- cantidad fue pagada por el comercio, no por la tierra.43 Tam-
tuían motivo de compensación bajo los tratados existentes. bién la administración estaba dominada por los estancieros.
Inducidos por el bajo precio de la tierra y la mayor seguridad El más cercano asesor político de Rosas, Nicolás Anchorena,
de que disfrutaban, muchos extranjeros, especialmente ingle- era el mayor terrateniente de la provincia, propietario de al-
ses, compraron abundantes tierras de las ofrecidas en venta." 40 rededor de 306 leguas cuadradas. Juan N. Terrero, asesor
Como señaló Lucio V. Mansilla, "se tuvo suerte si se era in- económico de Rosas, poseía 42 leguas cuadradas y dejó una
glés en aquel entonces". Y Tomás Anchorena se quejó amar- fortuna de 53 millones de pesos. Ángel Pacheco, general de
gamente a Rosas del favor que mostraba a los extranjeros: Rosas, poseía 75 leguas cuadradas. Felipe Arana, ministro de
"Las excesivas generosidades que está Vd. dispensando a los Relaciones Exteriores, tenía 42 leguas cuadradas. Hasta Vi-
gringos me tienen de muy mal humor." 41 cente López, poeta, diputado y presidente de la Alta Corte, era
Lo cierto es que los estrechos adherentes y colaboradores de dueño de 12 leguas cuadradas.44 Éstos son sólo algunos ejem-
plos. Rosas era el centro de un gran grupo de parentesco basado
40
Ernesto Quesada, La época de Rosas cit., pp. 78-79.
10 42
Wilfrid Latham, The state of the River Plate, 2a. ed., Londres, 1868, Rosas a Terrero, Southampton, 21 de noviembre de 1863, en Adolfo
pp. 316-317. Saldías, Papeles de Rozas, cit., t. n, pp. 353-354.
11/19
41 43
Juan José Sebreli, Apogeo y ocaso de los Anchorena, Buenos Aires, Miron Burgin, Economic aspects cit., p. 196.
44
1972, p. 167. Andrés M. Carretero, La propiedad de la tierra cit., pp. 38-39.
330 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 331
en la tierra, y estaba rodeado por una estrecha red económica mente no trabajaban. El vago se volvió un delincuente por defi-
y política que unía a diputados, funcionarios de justicia, nición, y no trabajar era un delito.45 Los gauchos, otrora libres
funcionarios estatales y militares que eran a la vez estancieros y nómadas, fueron gradualmente sometidos a cada vez más
y estaban emparentados entre sí o con Rosas. Los Anchorena limitaciones destinadas a empujarlos a las estancias y mante-
eran sus primos; los Ezcurra eran parientes cercanos; Felipe nerlos allí. Los castigos corporales, el encarcelamiento, el re-
Arana era un pariente lejano; Lucio V. Mansilla era su cu- clutamiento para la guerra contra los indios y otras sanciones
ñado; mientras que Gervasio y Prudencio Rosas eran sus her- fueron utilizadas para domar a la población rural. La estan-
manos. Rosas usó su patrocinio para estrechar más aún los cia tenía sus ventajas, pues proporcionaba seguridad bajo un
vínculos dentro del grupo. En una carta admirablemente es- patrón poderoso que así como defendía su ganado contra las
crita en el exilio para hacer reclamaciones contra los Ancho-
incursiones de los indios también protegía a sus peones contra
rena, señaló que como gobernador "los serví con notoria pre-
las incursiones del enemigo o del sargento de reclutamiento;
ferencia, en todo cuanto me pidieron, y en todo cuando nece-
sitaron. Esas tierras que tienen en tan grande escala por mí el peón perdía su anonimato y su libertad social a cambio de
se hicieron de ellas, comprándolas a precios muy moderados". un salario, comida, ropa y protección. Pero si la estancia era
un santuario, también era una prisión; si el patrón era el
protector de sus peones, también era prácticamente su dueño,
imponiendo su autoridad por su riqueza, su posición social y
sus talentos. Así un patrón reunía una peonada que lo segui-
4 ría ciegamente en la guerra y en la política.
Mientras el sector terrateniente gozaba de gran estabilidad y ¿Tuvo Rosas una política social para los peones? Los asala-
continuidad familiar, las masas rurales, ya fueran gauchos li- riados rurales, ¿eran hombres libres, respetados y defendidos?
bres o peones, eran mucho más débiles institucionalmente. ¿Cómo trató a los sectores más bajos? No hay evidencia de
Esto era en parte una división urbano-rural entre dos cultu- que haya cuestionado jamás la estructura social y agraria exis-
ras, pero también era una característica de la estructura so- tente. Es un hecho que Rosas era propietario de esclavos. A
cial. Ya sea que se interprete en términos de ciudad y cam- pesar de la revolución de mayo, las declaraciones de 1810 y la
paña, civilización y barbarie o terrateniente y asalariado, esa subsiguiente esperanza de emancipación social y política, la
diferencia en el grado de estabilidad familiar fue una carac- esclavitud sobrevivía en la Argentina, alimentada por un trá-
terística fundamental de la sociedad argentina. Entre los gau- fico negrero ilegal que hasta fines de la década de 1830 el
chos y los peones las relaciones entre los sexos eran con fre- gobierno toleraba abiertamente. Por un decreto del 15 de oc-
cuencia transitorias y las familias resultantes estaban muy tubre de 1831 se autorizó oficialmente el tráfico de esclavos
tenuemente unidas. El matrimonio era la excepción en las hacia el país, aunque limitado, para contrarrestar la escasez
pampas, y era la madre soltera la que constituía el núcleo de de mano de obra o, como explicaba el decreto, "para hacer
la familia rural, puesto que era el único progenitor permanen- sentir a los desgraciados hijos de África los beneficios de la
te. A menudo sucedía que el padre carecía de los recursos eco- civilización". Rosas poseía varios esclavos, al igual que otras
nómicos necesarios para quedarse y mantener a un grupo fami- familias distinguidas, que los valoraban como símbolo de es-
liar: tenía que vender su trabajo donde le fuera posible, o era tatus además de servidores. En el periodo 1816-1822 Rosas ad-
reclutado por algún ejército o montonera. quirió tres esclavos en Santa Fe. En 1823 compró ocho, y en
Los gauchos y peones, además, eran víctimas de un régimen 1828 hizo otras compras. En las estancias Los Cerrillos y San
tradicionalmente duro impuesto por los estancieros quienes los Martín solamente, tenía treinta y cuatro esclavos. Y creía en
veían como "vagos y mal entretenidos", ociosos que se senta- la disciplina. En una carta fechada en marzo de 1833 ordena-
ban en grupos a jugar o a cantar acompañándose con la guita-
45
rra, tomando mate o alguna bebida alcohólica, y que general-12/19 Gastón Gori, Vagos y mal entretenidos, 2a. ed., Santa Fe, 1965, p. 18.
332 JOHN LYNCH
ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AlRES 333
ba dar trescientos azotes a un esclavo de Nicolás Anchorena.46
Aparentemente la apelación a Rosas de Thorndike fue en
Rosas tenía muchos negros empleados y muchos más a su ser-
vano, y éste perdió así una esclava que le había costado 1 200
vicio políticamente. No los elevó socialmente, pero tampoco
pesos. Y no es éste un caso aislado. Los esclavos podían obtener
los discriminaba racialmente. Tenían un lugar aceptado en su
de Rosas su libertad mediante el método tradicional de alis-
casa, y fuera de su círculo inmediato el elemento de color le
tarse en el ejército. Un francés propietario de una fábrica
proporcionó un apoyo útil en las calles y formó parte de su
solicitó a Rosas la devolución de uno de sus esclavos, que le
respaldo "popular". Los negros miraban a Rosas como a un
había costado 800 pesos:
protector, y los esclavos también. Algunos esclavos considera-
ban a Rosas una vía de escape, un medio de emancipación, lo "Uno de nuestros esclavos llamado Lorenzo Sarratea de edad
que demuestra la estima que le tenían. Hubo casos de esclavos de 46 años abandonó nuestra casa, sin que hasta ahora haya-
escapados de barcos brasileños que se abrían paso hasta Rosas mos podido alcanzar el motivo de su fuga, porque por nuestra
para pedirle su libertad. Los propietarios extranjeros de es- parte ningún mal tratamiento la puede justificar; al contrario
clavos en Buenos Aires estaban particularmente expuestos a siempre lo hemos considerado al igual de las demás personas
perder sus esclavos. Un ciudadano norteamericano, Andrew empleadas en nuestra fábrica de sombreros." 48
Thorndike, solicitó a Rosas la devolución de una esclava li- El esclavo efectivamente había llegado a Santos Lugares y se
berada: había alistado en el ejército, y el propietario no obtuvo ni su
" devolución ni una compensación monetaria. Sin embargo, en
E1 16 de noviembre se ha ido al campamento de los Santos último análisis Rosas no abolió la esclavitud y su demagogia
Lugares de Rosas la criada Candelaria Rodríguez de mi pro- entre negros y mulatos no hizo nada por modificar la situación
piedad, sin mi licencia y autorización, y el 25 del mismo se me de éstos en la sociedad que los rodeaba.
ha presentado con un pase cuyo tenor es como sigue: Habién-
dose presentado la esclava Candelaria Rodríguez para obtener Rosas heredó del régimen colonial y de los primeros gobier-
3a libertad de Vuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, queda nos republicanos una legislación social discriminatoria y un
anotada en este Cuartel Gral, y pasa a la Capital de Buenos sistema político diseñado para excluir la participación. La
Ayres a casa de su amo en busca de su ropa, con licencia por ley electoral del 14 de agosto de 1821, que se mantuvo en vigor
ocho días. Encargo a las autoridades civiles y militares no la durante todo el gobierno de Rosas y más allá, establecía elec-
pongan impedimento alguno a su tránsito y regreso sin justa ciones directas y sufragio universal masculino; todos los hom-
causa. Firmado Pedro Burgos. bres libres tenían derecho a votar desde los veinte años, y no
había condiciones de alfabetismo o propiedad para los votan-
"Y como no haya llegado a mí noticia que esté decretada tes. Pero en la práctica los gauchos no podían ejercer libre-
por el gobierno del país la libertad de todos los esclavos, sien- mente el derecho de voto; para ellos el sistema era un fraude:
do esta criada una propiedad exclusivamente mía, habiéndose el gobierno enviaba una lista de candidatos oficiales, y corres-
ausentado de mi casa después de celebrada la paz con la Na- pondía a los jueces de paz asegurarse de que fueran elegidos.
ción Francesa, siendo la voluntad del Gobierno que se respeten El voto verbal y público, el derecho de los jueces a excluir a
las propiedades de los ciudadanos y extranjeros, y no habiendo los votantes o candidatos que no les parecieran suficientemen-
querido yo venderla, sin que nadie tampoco haya tratado de te calificados, la intimidación de oposición, ésas y muchas
abonarme su importe, a V. E. suplico se sirva dar las órdenes otras malas prácticas reducían las elecciones a una farsa. Las
necesarias a fin de que me sea devuelta la criada Candelaria listas de Rosas eran en realidad una orden absoluta, y los gau-
Rodríguez pues que esta gracia espera merecer de su justi- chos y peones que acudían a las urnas lo hacían como rebaño
ficación." 47 electoral.
46
Rosas a Morillo, Monte, 8 de marzo de 1833, en Andrés M. Carretero, Mientras se encontraba políticamente indefenso, el gaucho
La propiedad de la tierra cit., p. 50. era atacado por todas partes por una legislación laboral dura.
47
13/19
Thorndike a Rosas, 11 de diciembre de 1840, AGN, Sala 10, 17-3-2, Go- 48
Manigot y Meslin a Rosas, 24 de febrero de 1841, AGN, Sala 10, 17-3-2,
bierno, Solicitudes, Embargos.
Gobierno, Solicitudes, Embargos.
334 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 335
Las leyes sobre la vagancia de 1821-1823 clasificaban como miento forzado. No hay mayor evidencia, por lo tanto, de que
vago a todo el que no tuviera un empleo u ocupación cono- los peones hayan recibido algún beneficio del régimen de Ro-
cido, respaldado por un patrón. En base al mero testimonio sas, excepto quizás empleo, que no todos querían.
verbal de un juez de paz un hombre podía ser sentenciado al Buenos Aires y su provincia, sin embargo, aunque estaban
servicio militar por vago. A los trabajadores les estaba prohi- dominadas por las estancias, contenían además personas que
bido abandonar las estancias sin un permiso escrito. Para des- no eran ni terratenientes ni peones. Agricultores arrenda-
plazarse por el territorio de la provincia o salir de ella un tarios y unidades familiares independientes podían hallar-
hombre debía tener pasaporte, y si alguno carecía de él era se en una serie de lugares, especialmente cerca de la capi-
considerado vago, arrestado y enviado al ejército. Como lo tal, y había oportunidades para otros en las industrias, el
expresó Hernández, "a palos en lo civil, y a sable en lo mili- transporte y el comercio rurales.51 Estaban apareciendo nue-
tar". En esta forma los hombres libres eran denunciados como vas ciudades y pueblos que albergaban a una variedad de ti-
vagos y mal entretenidos, los gauchos perdieron sus derechos pos sociales, al tiempo que la propia ciudad de Buenos Aires
civiles y se transformaron en peones completamente dependien- crecía en tamaño y población, de 55 416 habitantes en 1822 a
tes de la voluntad de un patrón.49 90 076 en 1855; en el mismo periodo la campaña aumentó
La severidad de esas sanciones reflejaba la desolación de las de 63 230 a 183 861.52 A pesar de la polarización entre estan-
pampas, la gran escasez de población y la crítica falta de mano cieros y peones ¿no había otro sector social? ¿No había otra
de obra en un periodo de expansión de las estancias. Por esta fuente de apoyo para Rosas?
razón no cabía esperar que Rosas modificara básicamente la
legislación discriminatoria que había heredado, y él no hizo
más que formularla con mayor detalle, estableciendo con ma-
yor precisión el delito y la pena, y aplicando todo el rigor de 5
la ley contra vagos, ladrones, desertores y otros delincuentes
rurales, que desde luego carecían de todo medio de defensa Es posible identificar un sector casi medio formado por pe-
legal. En todo caso la aplicación de la ley se hizo más eficaz, queños agricultores y ganaderos, arrendatarios agrícolas, ca-
pues bajo Rosas se tendió a acortar y acelerar los procedimien- pataces, tenderos y pequeños comerciantes, trabajadores del
tos judiciales, y a trasladar al ejecutivo muchas de las atribu- transporte y sus patrones, todos de un modo u otro dependien-
ciones del poder judicial. En el trato con sus propios mayor- tes de los grandes propietarios rurales pero de posición supe-
domos y estancias Rosas era "el patrón" y las cosas se hacían rior a la de los peones, carentes de toda propiedad. A éstos
"por orden del patrón". Se tomaba un interés personal por la pueden sumarse los chacareros suburbanos y los trabajadores
disciplina de las estancias: "el peón que se le fugó Ramón de los mataderos. Finalmente estaban los artesanos urbanos,
Gualpa luego que llegó lo puso preso en Zepo Calderón; y propietarios o empleados de talleres, fabricantes de artículos
ahora lo a mandado traer para acá, al Zepo de acá, para que manufacturados para el mercado local que bregaban por una
lo tengan diariamente tres horas de cabeza, y el resto del día política proteccionista. Todos estos tipos, desde luego, dife-
y de la noche de diez está seguro hasta que se le conste estar rían ampliamente entre ellos en cuanto a ingresos e intereses,
bien arrepentido de su delito." 50 pero podían tener una característica común en su rivalidad
Rosas gobernó el estado como gobernaba sus propias estan- con las grandes empresas comerciales y en su demanda de la
cias, y no había escape para el peón. El látigo y la tortura protección de Rosas. Es verdad que muchos grupos sociales y
eran utilizados para la delincuencia rural, además del recluta- muchas actividades urbanas eran simplemente una prolonga-
49 51
Richard W. Slatta, "Rural criminality and social conflict in Nine- Jonathan C. Brown, A. socioeconomic history of Argentina cit., pp. 151,
teenth-Century Buenos Aires Province", en Hispanic American Historical 155-160.
52
Review, 60, 3 (1980), pp. 450-472. Ernesto J. A. Maeder, Evolución demográfica argentina de 1810-1869,
50 14/19 Buenos Aires, 1969, pp. 33-34.
Rosas a Laureano Ramirez, 11 de marzo de 1845, AGN, Sala 10, 43-2-8.
ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 337
336
JOHN LYNCH
les o privadas son defectuosas y a menudo no distinguen en-
ción de la campaña; así ocurría incluso en el sector comercial tre establecimientos industriales y comerciales. Un censo ofi-
que vendía o exportaba los productos de una economía exclu- cial de 1836 registra un total de 121 "fábricas", entre ellas
sivamente ganadera, y en el sector manufacturero, o la parte fábricas de sombreros, de sillas y de velas para la navegación;
de él que procesaba los productos agropecuarios en los sala- también incluye a una serie de "artesanos", entre ellos carpin-
deros. También en otros aspectos Buenos Aires albergaba a teros, herreros, sastres, talabarteros, hojalateros, plateros y to-
una población "ruralizada". En los suburbios había chaca- neleros.55 Diecisiete años después, en 1853, un censo de es-
reros y asalariados agrícolas; los mataderos empleaban esen- tablecimientos registraba un total de 106 "fábricas"; aparte
cialmente trabajadores rurales. Además había una considera- de molinos de trigo y saladeros, había 44 establecimientos de
ble población de peones, carreteros, "vagos y mal entreteni- tipo manufacturero, aunque muchos de ellos eran plantas de
dos" y otros tipos marginales que estaban directa o indirecta- procesamiento de alimentos. Ninguna de estas estadísticas in-
mente sometidos a los propietarios rurales o eran buscados por cluye armadores, aunque Buenos Aires Contaba con una pe-
éstos, que con frecuencia residían en la ciudad y operaban en queña industria de construcción y reparación de barcos, espe-
el comercio. Según un historiador, en 1856 18 000 porteños cializada en embarcaciones fluviales. Es probable que estuvie-
estaban registrados como "peones de campo" y más de 2 000 ran empezando a emerger métodos fabriles incipientes y que
estaban clasificados como "vagos", aunque el número real de algunos sectores de la industria manufacturera como la som-
éstos era mucho más elevado, según Sarmiento porque todos brerería, la fabricación de velas de barco, jabón, muebles y
preferían disimular tal condición.53 algunos más emplearan a determinado número de trabajado-
Pero si bien Buenos Aires era así en muchos aspectos una res en un lugar con cierta especialización y empleo de maqui-
sociedad más rural que urbana, también contenía las tradicio- naria. 56 Para 1853 había probablemente seis u ocho motores
nales industrias artesanales, cuyos propietarios y trabajadores de vapor funcionando en Buenos Aires, algunos en molinos de
eran parte integrante de la estructura urbana. Constituían un trigo y otros en fábricas de jabón. Pero esos procesos no pue-
sector relativamente pequeño de la sociedad argentina, incluso den disimular la ausencia de cambios fundamentales en el nú-
en el ramo textil, que era la industria más importante. El his- mero y tipo de los establecimientos. En tiempos de Rosas Bue-
toriador buscará en vano evidencia de modificaciones indus- nos Aires tenía una industria artesanal tradicional, nada más.
triales básicas o transformación de un modo de producción La producción estaba limitada por las dimensiones del mer-
a otro. La calidad de los productos era generalmente baja, el cado, y cualquier demanda extraordinaria era un beneficio
mercado limitado, la tecnología primitiva y la fuerza de tra- inesperado. La política militar de Rosas, por lo tanto, con-
taba con el apoyo incondicional del sector industrial, pues la
bajo, además de ser reducida, estaba diseminada en las pro-
guerra era lo que mantenía activas a muchas de esas empre-
vincias interiores en unidades aisladas en el campo antes que
sas a través de la demanda de armas, equipo, uniformes y di-
agrupada en fábricas o talleres. En Buenos Aires, sin embar-
versos artículos. Los gastos de la defensa no sólo estimulaban
go, la escala de operaciones era mayor y también el número
a fundiciones y talleres de armas, sino que dieron gran im-
de empleados. Había numerosos establecimientos urbanos para pulso a otras manufacturas. Los ejércitos de Rosas necesitaban
la manufactura de ropa, uniformes, talabartería, zapatos, som- millares de ponchos, chaquetas de colores, espadas, lanzas y
breros, artículos de plata, vehículos, muebles y materiales de otros equipos de cuero, tela y metal. Los artesanos urbanos eran
construcción, así como para el procesamiento de alimentos y por lo tanto suficientemente numerosos para tener cierto peso
bebidas.54 No es posible cuantificar adecuadamente la magni- político y, sin constituir un grupo de presión de los más fuer-
tud o el crecimiento de la industria. Las estimaciones oficía- tes, para merecer consideración. Aparte de todo lo demás, era
53
Gastón Gori, Vagos y mal entretenidos cit., p. 32.
54 55

ed., 3 vols., Buenos Aires, 1927, t. i, pp. 182-183, 227-240; Juan Carlos Ni- 15/19
José María Ramos Mejía, Obras completas. 1-3. Rosas y su tiempo. 3a. Juan Carlos Nicolau, Industria argentina y aduana 1835-1854, Buenos
Aires, 1975, pp. 52-56.
56
colau, Antecedentes para la historia de la industria argentina, BuenosAires, Ibid., pp. 56-64.
1968, pp. 71-117.
338 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 339
entre esos grupos que Rosas reclutaba su milicia urbana. El vincia y la industria del calzado de Buenos Aires, sobre la base
primer tercio cívico estaba formado por tenderos y pequeños de que la protección elevaría los precios para la masa de con-
comerciantes; el segundo tercio se reclutaba entre la juventud sumidores y desviaría hacia la industria a jornaleros que esta-
del sector medio, artesanos, empleados, carreteros, poseedores rían mejor empleados en el sector agrario. Sin embargo, la preo-
de pequeñas propiedades; algunos de éstos eran quizá miem- cupación por la balanza de pagos adversa, si no por la mano
bros de la mazorca, aunque la dirigencia de esta organización de obra industrial, era suficiente para dar a la camarilla protec
terrorista semioficial estaba formada por ex oficiales de mili- cionista la esperanza de que el gobierno pudiera cambiar de
cias y otros miembros de la élite política. La tercera brigada opinión.
se componía de negros y mulatos, la llamada "negrada fede- En 1829, a importaciones por valor de 36 836 601 pesos co-
ral" de uniforme rojo. Tales milicias no eran muy impresio- rrespondieron exportaciones por sólo 25 561 940 pesos; el país
nantes militarmente, pero eran una fuerza social para Rosas, estaba gastando más de lo que ganaba y había que cubrir la
que parece haber cultivado a los morenos en particular. diferencia con exportaciones de dinero. Las cifras de mayo y
El nacionalismo económico era una poderosa fuerza políti- junio de 1832 muestran un considerable desequilibrio en favor
ca en Buenos Aires, y tendía a cortar perpendicularmente las de las importaciones, y nuevamente salía dinero del país.57 La
líneas partidarias. Como regla general, los unitarios apoyaban inflación y la caída del valor de la moneda erosionaron la escasa
una posición de libre comercio, y los federales una proteccio- protección que antes se había otorgado, y en esas circunstancias
nista, pero los estancieros no eran por cierto proteccionistas el grupo industrial tenía una oportunidad de hacerse oír. La
incondicionales, pues querían importaciones baratas y bue- industria sombrerera y la creciente industria manufacturera del
nas oportunidades de exportación. La penetración extranjera, cuero, entre otras, alzaron la voz en demanda de protección con-
y principalmente inglesa, en Buenos Aires, aunque fue bien tra el flujo de importaciones, y en algunos casos contra la com-
recibida por algunos, provocó una amarga oposición en otros, petencia por las materias primas.58 Otros hablaron por los arte-
que alegaban que equivalía al control extranjero del comer- sanos del país contra la presencia de personal extranjero. Un
cio, competía con la industria local, creaba desocupación e artesano escribía en 1832 alegando que los establecimientos ma-
impedía el desarrollo de una marina mercante nacional. Para nufactureros extranjeros en Buenos Aires se veían favorecidos
promover las manufacturas nacionales algunos comerciantes por su exención del servicio militar: "Mientras un hijo del
locales propusieron una política fiscal que iba de los impuestos país tiene que servir personalmente o pagar personero por sí
elevados a la prohibición abierta, y su opinión fue secundada y por sus dependientes, un extrangero y los suyos (que general-
por los artesanos de Buenos Aires que durante toda la década mente son de su nación) trabajan sin ser interrumpidos en sus
de 1820 continuaron presionando por la intervención estatal, tareas." 59
exigiendo la importación libre de las materias primas necesarias
Rosas favoreció a los estancieros contra los pequeños artesa-
para la manufactura y la protección de los artículos procesados
nos, mantuvo bajos los impuestos a la importación y se resistió
con materias primas locales, Por su parte los estancieros, inclu-
por mucho tiempo a las solicitudes de intervención. A su debi-
yendo a Rosas y Jos Anchorena, preferían el libre comercio a
do tiempo, sin embargo, prestó atención a los defensores del
la protección en base a intereses económicos y en favor del sec-
proteccionismo y en la Ley de Aduana del 18 de diciembre de
tor ganadero orientado hacia la exportación, y contaban con el
1835 introdujo impuestos mayores. La tarifa se elevaba a par-
apoyo de quienes se oponían a la intervención estatal por prin-
tir de un 17% de impuesto básico a las importaciones, dando
cipio y argumentaban que la industria sólo florecería cuando
estuviera calificada para hacerlo y que las manufacturas nacio- 57
La Gaceta Mercantil, núm. 2542, 3 de agosto de 1832.
nales que no pudieran competir con las extranjeras en precio y 58
José María Mariluz Urquijo, "La industria sombrerera porteña y el
calidad no merecían protección. Pedro de Angelis, uno de los problema de las materias primas (1810-1835)", en Trabajos y Comunica-
portavoces más esclarecidos del régimen de Rosas, atacó enérgi- ciones, 12 (1964), pp. 139-161.
59
camente la idea de proteger la industria vitivinícola de la pro- Diario de la tarde, 4 de enero de 1832, en José María Mariluz Urquijo,
16/19 Estado e industria 1810-1862, Buenos Aires, 1969, pp. 85-87.
340 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 341

mayor protección a productos más vulnerables, hasta llegar al Sin embargo la Ley de Aduana no puede ser juzgada exclusi-
punto de prohibir la importación de gran número de artículos vamente en términos de los sectores populares, pues sus moti-
como los textiles, de ferretería y, en ciertas condiciones, el tri- vos no eran exclusivamente sociales ni se aplicaba sólo a Buenos
go. La tarifa de diciembre de 1835 fue antes una extensión que Aires. Como explicó el propio Rosas, la ley tenía un fuerte con-
una inversión de la política anterior. Desde 1810 sucesivos go- tenido interprovincial: estaba destinada a hacer creíble la po-
biernos habían intentado combinar los principios del libre co- lítica federalista proporcionando protección a las provincias
mercio con cierta medida de protección a la industria, y en tanto como a Buenos Aires. En consecuencia Rosas tuvo que
todo caso la mayor parte de los ingresos gubernamentales siem- justificar el impuesto del 20% a la importación de cigarros, que
pre había provenido de la aduana. Pero la política de 1835 era perjudicaba al comercio de cigarros de Corrientes hacia Buenos
nueva en cuanto buscaba dar asistencia positiva a la agricultura Aires. Le escribió al gobernador de Corrientes: "Por lo que
de arado y las industrias manufactureras. hace a los cigarros tuve la fuerte consideración de que en esta
¿Por qué hizo eso Rosas? ¿Creía realmente que la Argentina provincia hay muchas mujeres pobres que viven de esta clase
podía llegar a ser más autosuficiente en cuanto a industrias? de industria." Pero continuaba argumentando que había fac-
¿Estaba convencido de que su régimen podía reducir su depen- tores compensatorios en otras partes de la ley, que favorecían a
dencia de las importaciones, resistir la competencia extranjera las provincias en contra de Buenos Aires; un ejemplo de ello
y soportar los costos de vida más altos? ¿O lo impulsaba la era la prohibición de la importación de ponchos extranjeros,
preocupación por lo que Miron Burgin ha llamado "el bienes- qué resultaban notoriamente más baratos para el consumidor
tar de las clases medias"? ¿Hubiera sido "políticamente peligro- porteño que el artículo protegido, más caro, producido en las
so" resistir a esos intereses? Según esta interpretación, el parti- provincias.62 Posteriormente, después que las tarifas fueron
do federal estaba perdiendo terreno a mediados de la década modificadas hacia arriba, Rosas afirmó en su Mensaje de enero
de 1830 y necesitaba ampliar su base social. "El partido fede- de 1837: "Las modificaciones hechas en la Ley de Aduana a
ral necesitaba una vez más apoyo popular y estaba dispuesto a favor de la agricultura y de la industria han empezado a hacer
pagar el precio. Reconoció que el libre comercio debía ser sa- sentir su benéfica influencia [...] Los talleres de artesanos se
crificado en el altar de la conveniencia política." 60 han poblado de jóvenes, y debe esperarse que el bienestar de
La ley misma carecía de texto explicativo, pero Rosas dio estas clases aumente." 63 Nuevamente explicaba que su inten-
algún indicio de sus motivos en su Mensaje a la Cámara de ción era proteger no sólo a Buenos Aires sino a las provincias.
Representantes de diciembre de 1835: "Largo tiempo hacía que Las consecuencias de las tarifas proteccionistas de 1835 han
la agricultura y la naciente industria fabril del país se resen- sido muy discutidas. Algunos críticos del sector industrial afir-
tían de la falta de protección y que la clase media de nuestra maron inmediatamente que la protección otorgada no era sufi-
población, que por la cortedad de sus capitales no puede entrar ciente. Los zapateros, que eran de los artesanos más numerosos
en empresas de ganadería, carecía de gran estímulo al trabajo de Buenos Aires, declararon en 1836 que el impuesto del 35%
que producen las fundadas esperanzas de adquirir con él me- a las importaciones establecido por la nueva ley no era sufi-
dios de descanso en la ancianidad y de fomento a sus hijos. El ciente para darles una protección adecuada y que necesitaban
gobierno ha tomado este asunto en consideración [...] notando la prohibición total de la importación de artículos extranjeros
que la agricultura e industria extranjera impiden estas útiles para sobrevivir; sólo la prohibición total podía detener la ere-
esperanzas sin que por ello reportemos ventajas en las formas dente pérdida de capitales, el trabajo por jornadas cortas, los
o calidad." 61 cierres y el desempleo.64 Es probable que los zapateros exage-
60 62
Miron Burgin, Economic aspects cit., pp. 237-240. Rosas a Rafael Atienza, 20 de junio de 1836, Historia de la Nación Ar-
61
Juan Manuel de Rosas, Mensaje, 31 de diciembre de 1835, Archivo His- gentina cit., t. vii, pp. II, 147.
63
tórico de la Provincia de Buenos Aires, "Ricardo Levene", Mensaje de los Juan Manuel de Rosas, Mensaje, lo. de enero de 1837, Mensajes de los
17/19
gobernadores de la provincia de Buenos Aires, 1822-1849, 2 vols., La Plata, gobernadores de la provincia de Buenos Aires cit., t, i, p. 113.
64
1976, t. i, p. 95. José María Mariluz Urquijo, Estado e industria cit., pp. 123-124; Miron
342 JOHN LYNCH ROSAS Y LAS CLASES POPULARES EN BUENOS AIRES 343
rasen; si bien es cierto que la competencia extranjera era severa dor para una industria nacional. El sector industrial, por lo tan-
en la parte más alta del mercado, en realidad Buenos Aires to, no era suficientemente importante ni numeroso como para
exportaba calzado hacia otras provincias. Los argumentos del constituir una base de poder, y Rosas no tenía necesidad de
sector industrial no impresionaron al gobierno. Rosas tenía du- apaciguarlo ni de cultivarlo. Si lo hizo, transitoriamente, pare-
das con respecto a todo el problema de la protección. En 1838 ce haber sido por seguir una política social preferida de asistir
los impuestos a la importación fueron reducidos en un tercio a los que la economía prevaleciente había dejado atrás y de
para minimizar los efectos del bloqueo francés. Más tarde, ale- tomar en cuenta las excepciones a la regla general, la hegemo-
gando la necesidad de procurar nuevos ingresos y señalando la nía de la estancia.
escasez de ciertos artículos, Rosas decidió (el 31 de diciembre Rosas pertenecía a los intereses terratenientes y era su porta-
de 1841) permitir la entrada de una larga lista de mercancías voz leal. Manipuló los sectores más bajos, como hemos visto,
antes prohibidas. La argumentación en favor del libre comer- pero no los representó ni los privilegió. Sentía horror por la
cio, en otras palabras, había demostrado ser correcta: la pro- revolución social y cultivó a las clases populares no para darles
ducción nacional no había respondido a la protección, los im- poder o propiedades sino para apartarlas de la insubordinación
puestos no habían causado sino escasez y aumento de los pre- y la violencia. Creía que tenía una lección que enseñar a otros
cios, y las principales víctimas eran los consumidores y la te- gobernantes. La revolución de 1848 en Francia fue objeto de
sorería. su enérgica desaprobación: la veía como un conflicto entre
El propio Rosas parece haber perdido la fe en la protec- quienes no tenían nada que perder y los sensatos propietarios;
ción, y por sólidos motivos. La protección significaba en reali- y la culpa era del propio gobierno francés por no prestar aten-
dad dar respiración artificial al sector más débil de la econo- ción a las clases bajas.66 Lo que él propugnaba, desde luego, no
mía y a la vez estrangular al más fuerte. Muy pocas personas era la reforma social sino la propaganda y las restricciones. Ro-
se lo habrían agradecido. En el debate sobre la Ley de Aduana sas poseía un seguro instinto para la manipulación del descon-
de 1853 es evidente que el proteccionismo estaba ya a la de- tento de las masas y para volverlas contra sus propios enemigos
fensiva. Hasta un ex rosista como Lorenzo Torres criticó el pro- de manera que no afectaran la estructura básica de la sociedad.
teccionismo anterior por inútil y costoso, afirmando que no Mediante una mezcla de demagogia y nacionalismo lograba
había hecho nada por promover la industria: "No hay fábricas hábilmente dar una ilusión de participación popular y de cier-
en nuestro país, sólo talleres, y aún éstos no han progresado." ta comunidad de intereses entre patrón y peón. Pero no modi-
Cuando Charles Mansfield visitó el Río de la Plata en 1852- ficó el equilibrio del poder en la sociedad, y su política tenía
1853 viajaba como un anuncio ambulante de mercaderías ingle- escaso contenido reformista.
sas: su blanco poncho de algodón, comprado en Corrientes, ha- En 1871, horrorizado por el avance de la democracia y la re-
bía sido fabricado en Manchester; sus espuelas plateadas eléc- volución en el mundo que lo rodeaba, Rosas escribió desde
tricamente, compradas en Buenos Aires, provenían de Birmin- Southampton: "Cuando hasta en las clases vulgares desapare-
gham.65 cen cada día más el respeto al orden, a las leyes y el temor a las
Había muchos obstáculos para el crecimiento industrial en penas eternas, solamente los poderes extraordinarios son los
la Argentina, y la política de Rosas era sólo una parte de la únicos capaces de hacer respetar los mandamientos de Dios, las
situación económica de la época. La tendencia a una economía leyes, el capital, y a sus poseedores." 67
ganadera orientada hacia la exportación reflejaba la estructu- Indudablemente son ésas opiniones de la conservadora vejez,
ra social tanto como las condiciones económicas. Los grupos condicionadas tanto por la revolución en Europa como por el
superiores preferían las manufacturas importadas, y el resto cambio en América, pero también son las opiniones de alguien
de la población no alcanzaba a constituir un mercado consumí- 66
Rosas a San Martín, marzo de 1849, 15 de agosto de 1850, en Adolfo
Burgin, Economic aspects cit., p. 263. Saldías, Papeles de Rozas cit., t. i, p. 303, t. n, p. 57.
65 67
Charles Blackford Mansfield, Paraguay, Brazil and the Plate. Letter Rosas a Josefa Gómez, 24 de septiembre de 1871, en Cartas del exilio,
written in 1852-53, Cambridge, 1856, pp. 289-290. 1853-1875, ed. de José Raed, Buenos Aires, 1974, pp. 166-167.
18/19
344 JOHN LYNCH

que había visto en la Argentina el espectro de la anarquía y ha-


bía tratado de disiparlo. Y son exactamente las mismas opinio-
nes que había sostenido cincuenta años antes.

19/19

Vous aimerez peut-être aussi