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Desde el siglo XIX en que nacen a la vida republicana los nuevos Estados de Latinoamérica, sus
clases dirigentes trataron de reproducir las instituciones republicanas europeas que
reemplazarían a las que durante trescientos años había edificado y consolidado la monarquía
española. De esta manera surgieron los primeros instrumentos jurídico-políticos que se
conocen como Constituciones; estos mecanismos reguladores de la conducta de las personas,
los grupos y las instituciones se fueron implementando y perfeccionando en el tiempo en toda
la región Latinoamericana.
Con relación a los temas de Seguridad y Defensa, en el caso peruano, esta preocupación está
presente desde la primera Constitución que data de 1823; desde aquel momento el Perú ha
contado hasta la fecha con doce Constituciones y en todas ellas ha existido -así como existe en
la Constitución vigente de 1993- un capítulo dedicado a la seguridad y defensa nacional. Ello
quiere decir, que el Perú desde sus orígenes republicanos ha tenido que enfrentar riesgos y
amenazas que provenían del exterior por la definición de sus fronteras, así como aquella de
naturaleza extra continental de 1866 conducida por España, la que a través de una cubierta
científica, tenía la misión de recuperar las colonias perdidas de América.
También durante este lapso republicano, el Perú tuvo que hacer frente a sublevaciones en el
interior del territorio conducidas por caudillos civiles y militares, y a partir de 1962
continuando con el poder arbitral que ejercían los caudillos militares del siglo XIX, las Fuerzas
Armadas protagonizan golpes de Estado de carácter institucional, actuando como una
corporación que argumenta defender la democracia frente al supuesto fraude electoral de
1962. En 1968 vuelve a interrumpir la democracia con un proyecto político propio que condujo
durante doce años, y finalmente en la década de 1990 la institución militar respaldará a un
gobierno civil de naturaleza autoritaria.
En las diez primeras Constituciones que corresponden a los años: 1823, 1826, 1828, 1834,
1839, 1856, 1860, 1867, 1920 y 1933 era notorio el carácter militar y la asignación a las fuerzas
armadas de un poder arbitral que convirtió a esta institución en una corporación que llegado el
caso asumía roles políticos y cuestionaba y descalificaba la gestión de los partidos políticos. La
Constitución de 1933 en su art. 213 es la que mejor expresaba ese poder arbitral de las fuerzas
armadas al señalar que: “La finalidad de la fuerza armada es asegurar los derechos de la
República, el cumplimiento de la Constitución y de las leyes y la conservación del orden
público”. Es importante hacer notar que esta responsabilidad asignada a la fuerza armada
constituye una actividad eminentemente política que va más allá de la responsabilidad técnica
de la seguridad militar. De hecho las Constituciones convirtieron a la fuerza armada en el
garante del sistema político nacional. Ello facilitó que durante el siglo XIX y gran parte del XX,
los golpes de Estado dejaran de lado la actividad de los partidos y asociaciones políticas; estos
actos de facto en unos casos fueron conducidos por caudillos
Cabe destacar que el contenido del artículo 213 de la Constitución de 1933 tuvo una vigencia
de 46 años sin considerar que la figura del tutelaje y el poder arbitral se definieron desde la
Constitución de 1823 . Este poder arbitral de las Fuerzas Armadas sobre la sociedad y los
partidos políticos, aparentemente concluyó con la Constitución de 1979 y se ratificó en la
Constitución vigente de 1993. Sin embargo, este tutelaje de las Fuerzas Armadas se eliminó
sólo formalmente en los textos constitucionales porque el poder político de las Fuerzas
Armadas se mantuvo intacto hasta su colapso durante la crisis política del año 2000. En todo
este tiempo en el que el poder arbitral de las Fuerzas Armadas se hizo evidente en los hechos,
específicamente en los últimos tramos del siglo XX, la institución militar logró imponer un
lenguaje que se acostumbró repetir sin el menor análisis al considerársele como “la reserva
moral” y la “institución tutelar de la Patria”. Los notorios actos de corrupción descubiertos el
año 2000 así como los que continuaron y comprometieron a las diversas instituciones militares
y policiales, han determinado que se cuestione que sigan siendo la reserva moral del país. En
todo caso, la reserva moral existe en cada grupo humano y son estos grupos los que son
vigilantes de la moralidad pública nacional y donde las investigaciones sociales de todo tipo y
el periodismo, han jugado un rol esclarecedor y fiscalizador. Como un dato adicional hay que
considerar que durante la segunda mitad del siglo XX se acumularon 28 años de gobiernos
autoritarios frente a 24 años de democracia.
En el Perú siempre se suele mencionar que las Fuerzas Armadas constituyen “instituciones
tutelares” de la nación. Esta visión del tutelaje militar en las actividades políticas de los civiles y
específicamente sobre los partidos políticos, es precisamente la expresión gráfica de lo que
señalaba la Constitución de 1933, que reconocía que “La finalidad de la fuerza armada es
asegurar los derechos de la República, el cumplimiento de la Constitución y las leyes…”. Esta
facultad resultó negativa para el perfeccionamiento y afianzamiento político del país, puesto
que los militares se convirtieron en juez supremo de los problemas nacionales, con libertad y
facultad para discernir lo que era bueno o malo para la nación. Este sobre dimensionamiento
de sus facultades militares les otorgó un poder arbitral que rebasó su función técnico-
profesional. Por ejemplo, en el mensaje a la Nación del General Velasco con motivo de la toma
de la Brea y Pariñas el 9 de octubre de 1968 en una parte del discurso afirmaba: “El Gobierno
Revolucionario después de declarar la nulidad de la indigna “Acta de Talara” y del lesivo
contrato celebrado por el régimen que la Fuerza Armada ha depuesto, en cumplimiento de la
misión de cautelar los derechos de la 1 República que le impone el artículo 213 de la
Constitución del Estado
Cabe señalar que este poder arbitral hoy es responsabilidad del Tribunal Constitucional en
cuestiones constitucionales y lo que se ha dado en denominar estado de derecho, mas no en
cuestiones de orden político o social.
La eliminación real del tutelaje militar en el Perú llegó a su fin con la crisis política del año
2000, cuando los altos mandos de las fuerzas armadas que apoyaron al gobierno autoritario
desde el autogolpe del año 1992 al 2000fueron encarcelados por flagrantes actos de
corrupción. A partir de ese momento histórico se ha iniciado un esfuerzo político por
establecer controles democráticos a las Fuerzas Armadas y a los aparatos de Inteligencia del
Estado
Esta indiferencia de la universidad y de los civiles por abordar los complejos temas de la
seguridad y defensa nacional interna y externa, facilitó que sean las Fuerzas Armadas las que
desarrollaran su propia doctrina, sus propias escuelas y siempre fueran el único referente
cuando había que hablar sobre seguridad y defensa nacional. Los procesos electorales de los
años 2001 y 2006 demuestran que los partidos políticos al no contar con profesionales civiles
especializados en temas de seguridad, defensa e inteligencia, encargaron a generales,
almirantes y coroneles del ejército, la marina, la fuerza aérea y la policía en retiro para que
elaboraran propuestas políticopartidarias sobre estos asuntos.
Otro hecho significativo que demuestra la seria desconfianza de los militares frente a los
civiles, se pudo observar durante la vigencia de la Secretaría de Defensa Nacional. Este órgano
técnico del Estado tenía como responsabilidad legal encargarse del Planeamiento Estratégico
de la Defensa Nacional en los campos no militares, vale decir de los campos político,
económico y sicosocial. Sin embargo en sus veintiséis años de vigencia que comprendió entre
1975 y el año 2001 todos los Secretarios de Defensa fueron almirantes de la marina de guerra
y generales del ejército o la aviación; incluso nunca ni por asomo el segundo del titular fue
encargado a un profesional de las ciencias sociales o las ingenierías . Resultó una primavera
que entre el 2004 y el 2005 tres civiles asumieran la conducción de la Dirección General de
Política y Estrategia del Ministerio de Defensa, porque después se retornó a la gestión militar.
En 1979 después de casi doce años de gobierno militar, la fuerza armada institucionalmente
en el poder, convoca a una Asamblea Constituyente con la finalidad de elaborar una nueva
Constitución que reemplace a la de 1933 que había tenido una duración de cuarenta y seis
años. En la Constitución aprobada, la misma que entró en vigencia en 1980 se aprecia un
cambio cualitativo importante en el capítulo XIII titulado De la Defensa Nacional y el Orden
Interno, este cambio se traduce en lo siguiente:
·Precisa así mismo que las fuerzas armadas y fuerzas policiales participan en el desarrollo
económico y social del país, y en la defensa civil.
La Constitución de 1979 por primera vez, señala a su vez, que la Defensa Nacional no es de
exclusiva responsabilidad de los militares sino que toda persona natural o jurídica está en la
obligación de involucrarse y participar en toda su problemática y solución. La Constitución de
1979, normativamente cuando menos, señalaba que la Defensa Nacional ya no seguiría siendo
un campo privativo y exclusivo de los militares. Para complementar esta voluntad el mismo
año se aprobó el Decreto Ley 22653 titulado Ley del Sistema de Defensa Nacional, lo que
significó:
En 1993 el gobierno autoritario del presidente Alberto Fujimori convoca a otra Asamblea
Constituyente, la misma que aprueba la Constitución actualmente vigente. Este instrumento
jurídico-normativo ratificó y concentró en tres artículos los aspectos referidos a la Defensa
Nacional dados en 1979:
·Artículo 163º: “El Estado garantiza la seguridad de la Nación mediante el Sistema de Defensa
Nacional. La Defensa Nacional es integral y permanente. Se desarrolla en los ámbitos interno y
externo. Toda persona natural o jurídica, está obligada a participar en la Defensa Nacional”.
. Hay que destacar que si bien las Constituciones de 1979 y 1993 representan cambios
significativos en la concepción de la seguridad y defensa nacional al reconocer que se
establecerá un Sistema de Defensa Nacional que será dirigido por el Presidente de la República
y contará con la participación de la población en general en estos temas; sin embargo ello
siguió siendo una expresión de buenos deseos, porque en la práctica, la conducción del sector
y la doctrina existente, siguió en manos de militares, los profesionales civiles desarrollaban una
actividad marginal o de complemento. A su vez durante este lapso a pesar que la ley disponía
la obligatoriedad de la enseñanza de la Defensa Nacional en todo el sistema educativo, la
universidad peruana pública y privada permaneció al margen de la teorización y la
investigación de los temas de seguridad y defensa nacional.
F ROL DE LOS CIVILES Y EL SISTEMA UNIVERSITARIO EN LA SEGURIDAD Y DEFENSA NACIONAL
Esta relación con la universidad peruana permitió demostrar por primera vez que ya no
predominaba la visión militar de la seguridad sino que había una nueva visión que admitía que
la seguridad tenía un carácter multidimensional que comprendía aspectos políticos,
económicos, sociales, medioambientales y militares. Esta nueva argumentación explicada por
civiles facilitó lo que hoy se ha hecho común en el Perú, la enseñanza de la Defensa Nacional
en la casi totalidad de universidades del país.
Se pudo demostrar que existen aspectos de la heredad nacional que no se pueden defender
militarmente ya que ni tanques, cañones ni aviones pueden hacer una defensa de los
innumerables recursos que existen en la biodiversidad peruana y que algunos países vecinos u
otros extra continentales pretenden apropiarse. La defensa no militar del pisco, el suspiro
limeño, la lúcuma, o la chirimoya sólo se puede defender desde la universidad con argumentos
académicos, con investigación genética, con investigación de mercado y con patentes de
propiedad. Hay pues toda una abundante línea de trabajo para cada especialidad y profesión
universitaria que está en la responsabilidad de profundizar y proponer su mejor defensa; sobre
todo en la sociedad del conocimiento donde lo más importante radica en conocer las
propiedades que en su interior posee cada producto ya para servir a la medicina, la industria o
las otras aplicaciones que realiza la actividad empresarial para atender las necesidades
humanas
Este rol de los civiles en tareas inherentes a la Defensa Nacional ha sido resaltado inclusive por
el Tribunal Constitucional en la sentencia del 16 de marzo de 2004, recaída en el expediente
0017-2003-AI, en cuyo fundamento 31 expresamente señala lo siguiente: “Por los ámbitos
[interno y externo] en los cuales se desarrolla la Defensa Nacional, en ella participan todos los
miembros de la Nación, entre ellos las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Sin embargo, esta
participación de los profesionales de las armas no significa que dicho sistema se circunscriba a
las decisiones estatales relacionadas con prácticas militares, de tipo castrense o policial. En
efecto, si la defensa nacional involucra un conjunto de medidas y previsiones que adopta el
Estado con el fin de garantizar la seguridad de la Nación en todos los ámbitos, es evidente
entonces que el aspecto militar o policial no puede entenderse sino como sólo una de esas
áreas.” Queda claro entonces que la Defensa Nacional, por ser integral y abarcar diversos
campos como el social, económico, militar, cultural y tecnológico, conforme lo señala el
artículo 163º de la Constitución, es una responsabilidad que atañe a la sociedad en su conjunto
y no sólo a militares y policías.
G. ROL DE LOS MILITARES
Cuando las Fuerzas Armadas asumieron roles políticos de modo directo, ejecutando golpes de
Estado, o apoyando institucionalmente a gobiernos civiles autoritarios, simplemente
distorsionaron sus funciones y generaron el debilitamiento de la institución militar y de modo
expreso afectaron la seguridad del país. Los problemas complejos de la seguridad militar y las
estrategias requieren una alta especialización sobre todo cuando se trata de armas modernas
y sofisticadas
El predominio de la visión militar dejó de ser tal, cuando en la región como consecuencia de
los cambios políticos ocurridos en Europa con la caída del Muro de Berlín (1989) y la
desintegración de la ex Unión Soviética (1991), se produjo en el mundo académico y político
una revisión de los conceptos de seguridad que fue recogida tanto en la Declaración de
Bridgetwon (2002) y en la Conferencia Especial sobre Seguridad en México (2003) que daba
paso a reconocer que la seguridad ya no podía seguir viéndose únicamente con un alcance
militar sino que había que admitir que los nuevos acontecimientos ligados a la seguridad que
se empezaron a manifestar en gran parte del mundo después del fin de la guerra fría, tenían
orígenes en campos que antes eran soslayados, vale decir el campo político, social, económico
y medioambiental, porque sólo primaba el criterio militar. Por otro lado, la discusión
académica y política que se suscitó entre 1990 y el año 2000 en América Latina, cuestionando
la operatividad del Tratado Interamericano de Asistencia Pacífica, las dificultades de la OEA
para contribuir en la solución de los problemas de seguridad de la región y los resultados de la
guerra de las Malvinas, así como los conflictos de Centroamérica, permitieron establecer que
la visión militar no era suficiente sino que había que admitir que estaban surgiendo conflictos,
riesgos y amenazas que tenían un origen social y que luego devenían en problemas de
seguridad que no se limitaban o concentraban en el propio país sino que se podían
internacionalizar afectando a otros países y regiones. Este hecho ponía en evidencia el carácter
multidimensional de los temas de seguridad y que la relación entre los Estados sobre estos
asuntos no podía seguir siendo competitiva sino cooperativa.
CAPÍTULO DOS
La ley 28478 del 23 de marzo del 2005 aprobada por un gobierno democrático, crea el Sistema
de Seguridad y Defensa Nacional y tiene por objeto regular la naturaleza, finalidad, funciones y
estructura del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional. Define los órganos que lo componen
además de los organismos públicos, personas naturales y jurídicas de nacionalidad peruana.
También precisa que las personas naturales y jurídicas extranjeras domiciliadas en el país
deberán cumplir con las disposiciones que de ella se deriven.
Nacional ·El Sistema Nacional de Defensa Civil ·Los Ministerios, Organismos Públicos y
Gobiernos Regionales
Las Oficinas de Defensa mantienen relación técnica con la Dirección General de Política
y Estrategia del Ministerio de Defensa.
De este conjunto de instituciones, el Ministerio de Defensa es el órgano principal de
ejecución del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional, encargado de formular,
coordinar, implementar, ejecutar y supervisar la política de defensa nacional en el
campo militar, así como de diseñar, planificar y coordinar dicha política en los campos
no militares: político, económico y sicosocial.