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1- INTRODUCCIÓN
Los centros educativos reciben de las familias la misión de educar, guiar a los
hijos e hijas en la aproximación a los conocimientos y competencias que la vida y la
inserción social les requiere.
A partir del ingreso a la escuela, los niños y las niñas deben moverse en una
organización que tiene diferencias con el mundo familiar, en el que, si bien hay reglas,
predominan los vínculos afectivos y adaptados al tiempo individual. Aún en los
colegios de enseñanza más personalizada, tendrán que adaptarse a normas, horarios,
reglas de convivencia, diferencias jerárquicas, códigos, permisos y prohibiciones que
toda organización tiene. Se les requiere que se vayan incorporando gradualmente a
una cultura del trabajo y el esfuerzo sin la cual no podría existir aprendizaje. Esto es
válido para todas las edades, ya que cada etapa tiene dificultades y expectativas de
logro diferentes.
2- TIPOS DE FAMILIAS
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Para implicar a padres y madres de estas familias con problemas, los centros
escolares primero tienen que eliminar en ellos los temores y resentimientos que
guardan hacia la institución escolar. Precisan programas de formación de padres que
les muestren cómo relacionarse con sus hijos e hijas; pero primero necesitan
evidencias personales y genuinas de buena voluntad por parte del personal del centro
y de otros padres y madres. Necesitan que se les proporcionen algunas experiencias
positivas con el centro y con la gente del centro. Deben ser implicados primero en un
contexto social que no les provoque temor, que sea positivo y de apoyo, a menudo
proporcionado por otras familias más que por el personal del centro.
Por otra parte, estos padres se sienten dispuestos a trabajar por el centro
escolar de sus hijos, a actuar como líderes de otros padres, y como segundos padres
de niños desatendidos. Participan mejor cuando se les asignan roles constructivos en
el centro y oportunidades para trabajar con otros padres y madres. Sus metas y las del
centro escolar son convergentes, están dispuestos a cumplir con su responsabilidad
en la crianza de sus hijos e hijas y a velar por su educación. Pero estos padres
representan un problema porque son poco numerosos, se sitúan fuera de lo corriente
a nivel cultural, y tienden a sentirse frustrados cuando sus demandas de desempeñar
un papel mayor en la educación de sus hijos son vistas como una molestia por el
personal del centro.
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3- NIVEL CULTURAL DE LAS FAMILIAS
Existen estudios que afirman que el nivel cultural que tiene la familia incide
directamente en el rendimiento escolar de sus hijos e hijas. Así, cuando el nivel de
formación de los progenitores está determinado por una escolarización incipiente o
rozando el analfabetismo, es más fácil que los hijos no tengan un rendimiento escolar
satisfactorio, y, por el contrario, en aquellos progenitores con un nivel de formación
medio o alto es más probable encontrar un rendimiento bueno. Esto se explica porque
la cultura de la escuela es la cultura de la sociedad, por lo que los niños y las niñas
que pertenecen a una familia con un status cultural medio o alto tienen ya ventaja en la
Escuela sobre aquellos otros que pertenecen a un status cultural bajo.
Por otra parte, el número de hijos e hijas, salvo cuando este número es elevado
y que generalmente lleva consigo otros condicionantes, no influye determinantemente
en el rendimiento. Pero la realidad nos dice que esas "superfamilias" lo son por una
falta de planificación, de metas y de objetivos a todos los niveles, y por tanto no se les
puede pedir que los tengan respecto a la educación escolar de sus hijos e hijas.
Sabemos también que cuando en la familia hay problemas, el niño o la niña los
viven y esto, necesariamente, influye en su conducta y en su rendimiento. En esto, los
niños y las niñas no son diferentes a los adultos y en ellos se puede agudizar porque
la familia es casi todo su universo.
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propios centros se hace todo lo posible en esta dirección. Que padres y madres se
impliquen más o menos depende también de los propios centros escolares.
Los centros escolares pueden dar pasos para incrementar el papel de los
padres y madres y su sentido de eficacia para ayudar al aprendizaje de sus hijos e
hijas; mostrar formas prácticas de implicarlos en el apoyo a las escuelas, profesores y
alumnos; y adaptar las maneras de implicación a los requerimientos de la vida
profesional y familiar.
Mantener una información fluida y frecuente de los centros y tutores y tutoras con
padres y madres sobre los trabajos, objetivos y progresos de los alumnos y
alumnas, suele ser una condición necesaria para una acción educativa exitosa.
Hay diversos tipos de «escuelas de padres y madres», reuniones, sesiones de
orientación, entrevistas, etc., que deben servir para establecer la deseable relación
y contacto, buscar una coincidencia en objetivos, formas de actuación e
intercambiar información sobre criterios educativos, normas y responsabilidades.
En otros casos, sin carácter periódico, se pueden organizar momentos para esta
relación, ya sean formales o informales: jornada de puertas abiertas, talleres con
participación, asistencia a exposiciones o actuaciones del alumnado, periódico o
revista escolar, colaboración en actividades extraescolares, etc.
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ser expresión de esta colaboración. En congruencia con los valores determinados
en las Finalidades Educativas, el Reglamento de Organización y Funcionamiento
es el contexto institucional para establecer de forma consensuada las normas que
se pretende configuren los hábitos deseados.
Pero no todas las escuelas tienen el estilo institucional para iniciar esta tarea,
se adhieren a esta propuesta aquellas instituciones escolares que:
6- BIBLIOGRAFÍA
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Guardia Romero, R. M. de la (2002). Variables que mediatizan la participación
educativa de las familias. Tesis doctoral. Universidad de la Laguna