Vous êtes sur la page 1sur 6

La participación de las familias

Autor: Francisco Molero del Rosal

1- INTRODUCCIÓN

Los centros educativos reciben de las familias la misión de educar, guiar a los
hijos e hijas en la aproximación a los conocimientos y competencias que la vida y la
inserción social les requiere.

A partir del ingreso a la escuela, los niños y las niñas deben moverse en una
organización que tiene diferencias con el mundo familiar, en el que, si bien hay reglas,
predominan los vínculos afectivos y adaptados al tiempo individual. Aún en los
colegios de enseñanza más personalizada, tendrán que adaptarse a normas, horarios,
reglas de convivencia, diferencias jerárquicas, códigos, permisos y prohibiciones que
toda organización tiene. Se les requiere que se vayan incorporando gradualmente a
una cultura del trabajo y el esfuerzo sin la cual no podría existir aprendizaje. Esto es
válido para todas las edades, ya que cada etapa tiene dificultades y expectativas de
logro diferentes.

Afortunadamente, muchos colegios han comprendido la importancia de crear


un clima de convivencia y estímulo en que se busca un crecimiento social y afectivo
que estimule la seguridad personal. Los chicos tienen hoy, como nunca, posibilidades
de enriquecer en la escuela sus posibilidades creativas. Pero, para que el aprendizaje
sea posible se necesita tiempo de trabajo, concentración, continuidad en el esfuerzo,
horas de estudio… Aquí es donde los colegios necesitan recibir de las familias el
apoyo necesario para poder cumplir la tarea que ellos mismos y la sociedad les
encomendaron. Debiendo tomar conciencia las familias de que lo que más va a actuar
sobre sus hijos e hijas en su etapa educativa, va a ser la percepción de que a sus
padres les interesa lo que se enseña en el colegio, lo valoran y apoyan a los que
toman decisiones, esto es, a profesores y profesoras.

2- TIPOS DE FAMILIAS

2.1- Familias con problemas

Algunas familias, generalmente aquellas que viven con niveles de pobreza o


casi-pobreza, están muy presionadas por las demandas de la vida diaria y relegadas
por instituciones sociales como la escuela. Con frecuencia, las habilidades parentales
son muy limitadas, carecen de contactos sociales, y tienen acceso a pocos modelos
en los que puedan observar prácticas de crianza adecuada. En ocasiones pueden
sentirse intimidadas por el profesorado y perciben el centro escolar como un portador
de malas noticias. Suelen percibir que son objeto de discriminación.

1
Para implicar a padres y madres de estas familias con problemas, los centros
escolares primero tienen que eliminar en ellos los temores y resentimientos que
guardan hacia la institución escolar. Precisan programas de formación de padres que
les muestren cómo relacionarse con sus hijos e hijas; pero primero necesitan
evidencias personales y genuinas de buena voluntad por parte del personal del centro
y de otros padres y madres. Necesitan que se les proporcionen algunas experiencias
positivas con el centro y con la gente del centro. Deben ser implicados primero en un
contexto social que no les provoque temor, que sea positivo y de apoyo, a menudo
proporcionado por otras familias más que por el personal del centro.

2.2- Familias centradas en los niños

Las familias “centradas en los niños” entienden la escolarización como un


medio para mejorar la situación económica de niños y niñas. Estas familias suelen
desconfiar con frecuencia del centro escolar, y sienten que no atienden
adecuadamente a sus hijos. Están frustradas por lo que perciben como influencias
sociales negativas, de las que suelen responsabilizar a otros padres y madres, a
quienes consideran permisivos y despreocupados.

Por otra parte, estos padres se sienten dispuestos a trabajar por el centro
escolar de sus hijos, a actuar como líderes de otros padres, y como segundos padres
de niños desatendidos. Participan mejor cuando se les asignan roles constructivos en
el centro y oportunidades para trabajar con otros padres y madres. Sus metas y las del
centro escolar son convergentes, están dispuestos a cumplir con su responsabilidad
en la crianza de sus hijos e hijas y a velar por su educación. Pero estos padres
representan un problema porque son poco numerosos, se sitúan fuera de lo corriente
a nivel cultural, y tienden a sentirse frustrados cuando sus demandas de desempeñar
un papel mayor en la educación de sus hijos son vistas como una molestia por el
personal del centro.

El desafío para el centro es canalizar los esfuerzos de estos padres hacia


actividades que beneficien el desarrollo académico y personal de sus propios hijos y
de otros niños y niñas. Estos padres resultan estupendos líderes en los programas de
formación de padres y madres.

2.3- Familias centradas en los padres

La tercera categoría de familias es aquella de padres profesionales muy


ocupados que valoran la escolarización, pero que están tan absorbidos por sus
intereses profesionales y personales que pueden desconectarse de la implicación
directa y diaria en la vida de sus hijos e hijas. Para compensarlo, les envían a los
mejores centros, confiándolos de esta manera a quienes ven como profesionales
competentes contratados. También hacen lo mismo en otros aspectos de la vida de
sus hijos e hijas, proporcionándoles experiencias por medio de programas y servicios
que contratan.

Estos padres y madres, inteligentes y bien relacionados, cuentan con recursos


económicos, educación, contactos sociales, y habilidades profesionales. Han de ser
re-enganchados a sus hijos por medio de una vía emocional. Su conversión se realiza
a través de los afectos. Cuando se les orienta hacia una relación cercana con sus hijos
e hijas, pueden comprender la satisfacción que se están negando a sí mismos al
delegar en otros su responsabilidad de educarlos. Se les puede animar a que
compartan sus habilidades con la comunidad escolar y puedan sentir así la
satisfacción personal de darse a otros.

2
3- NIVEL CULTURAL DE LAS FAMILIAS

Existen estudios que afirman que el nivel cultural que tiene la familia incide
directamente en el rendimiento escolar de sus hijos e hijas. Así, cuando el nivel de
formación de los progenitores está determinado por una escolarización incipiente o
rozando el analfabetismo, es más fácil que los hijos no tengan un rendimiento escolar
satisfactorio, y, por el contrario, en aquellos progenitores con un nivel de formación
medio o alto es más probable encontrar un rendimiento bueno. Esto se explica porque
la cultura de la escuela es la cultura de la sociedad, por lo que los niños y las niñas
que pertenecen a una familia con un status cultural medio o alto tienen ya ventaja en la
Escuela sobre aquellos otros que pertenecen a un status cultural bajo.

El nivel económico de la familia sólo es determinante en el rendimiento escolar


cuando es muy bajo, cuando puede colocar al individuo en una situación de carencia,
lo que ocurre es que esto normalmente lleva asociado un bajo nivel cultural, elevado
número de hijos e hijas, carencia de expectativas y falta de interés. Así, lo
exclusivamente económico no tiene por qué ser determinante en el rendimiento
escolar.

Por otra parte, el número de hijos e hijas, salvo cuando este número es elevado
y que generalmente lleva consigo otros condicionantes, no influye determinantemente
en el rendimiento. Pero la realidad nos dice que esas "superfamilias" lo son por una
falta de planificación, de metas y de objetivos a todos los niveles, y por tanto no se les
puede pedir que los tengan respecto a la educación escolar de sus hijos e hijas.

Sabemos también que cuando en la familia hay problemas, el niño o la niña los
viven y esto, necesariamente, influye en su conducta y en su rendimiento. En esto, los
niños y las niñas no son diferentes a los adultos y en ellos se puede agudizar porque
la familia es casi todo su universo.

Así, podemos asegurar que cuando la familia demuestra interés por la


educación de los hijos e hijas, se preocupa por su marcha en el colegio, están en
sintonía con el profesor o la profesora, el rendimiento es más positivo pues hay una
conexión casa-escuela que el niño o niña percibe y que llega a repercutir en su trabajo
académico.

Este interés de la familia se demuestra valorando lo que se hace en el colegio


y, en cierta medida, está vinculado a las expectativas que los progenitores tienen
puestas en el futuro de sus hijos e hijas. Cuando esas expectativas cuentan con la
institución escolar: estudiar una carrera, tener la suficiente formación, ser alguien en la
vida, etc., el interés de la familia por la escuela es sin duda mayor que el de aquellas
otras que consideran la escuela como una mera espera para llegar al mundo del
trabajo, porque la ley impide trabajar hasta cierta edad.

4- MODOS DE IMPLICACIÓN DE LAS FAMILIAS EN LA ESCUELA

En lo concerniente a la implicación de las familias en la escuela en ocasiones


ha habido experiencias no del todo positivas, por no haber delimitado los respectivos
ámbitos de responsabilidad y decisión. Por esto, es preciso superar recelos mutuos,
en unas nuevas percepciones y miradas, para organizar espacios y tiempos de
relación y asesoramiento. Cuando hay quejas de que los padres no colaboran
suficientemente o que les falta interés; también hay que preguntarse si desde los

3
propios centros se hace todo lo posible en esta dirección. Que padres y madres se
impliquen más o menos depende también de los propios centros escolares.

Los centros escolares pueden dar pasos para incrementar el papel de los
padres y madres y su sentido de eficacia para ayudar al aprendizaje de sus hijos e
hijas; mostrar formas prácticas de implicarlos en el apoyo a las escuelas, profesores y
alumnos; y adaptar las maneras de implicación a los requerimientos de la vida
profesional y familiar.

Centros escolares que inicialmente rompieron la barrera apostando por un


incremento de relaciones con las familias, han descubierto la importancia para su
propia labor (apoyo de las familias, mejora del aprendizaje del alumnado, mejora de la
moral del profesorado y de la reputación de la escuela en la comunidad). En último
extremo, conseguir sintonía y colaboración no es algo dado, tiene que ser construido y
conquistado, con sus propios momentos de ilusión y crisis, que tienen que ser
remontados.

La implicación y colaboración de padres y madres va en una línea continua,


desde preocuparse en casa por el trabajo escolar de sus hijos e hijas a, en el otro
extremo, implicarse como socios en toda la actividad educativa del centro. De aquí que
se puedan proponer líneas de actuación como las siguientes:

 Mejorar la articulación de la educación entre escuela y familia.

Mantener una información fluida y frecuente de los centros y tutores y tutoras con
padres y madres sobre los trabajos, objetivos y progresos de los alumnos y
alumnas, suele ser una condición necesaria para una acción educativa exitosa.
Hay diversos tipos de «escuelas de padres y madres», reuniones, sesiones de
orientación, entrevistas, etc., que deben servir para establecer la deseable relación
y contacto, buscar una coincidencia en objetivos, formas de actuación e
intercambiar información sobre criterios educativos, normas y responsabilidades.

Las «escuelas de padres y madres», suelen ser medios privilegiados para


cohesionar la familia y el centro. Pueden tener diferentes formatos: ciclos de
charlas formativas con diálogo, mesas redondas, sesiones informativas, programas
de educación familiar. En cualquier caso conviene subrayar la dimensión educativa
de estas «escuelas» (Escuelas de padres y madres), que no son sólo «para» las
familias, sino que ellas mismas participan y contribuyen a su desarrollo.

En otros casos, sin carácter periódico, se pueden organizar momentos para esta
relación, ya sean formales o informales: jornada de puertas abiertas, talleres con
participación, asistencia a exposiciones o actuaciones del alumnado, periódico o
revista escolar, colaboración en actividades extraescolares, etc.

 Participación en la configuración del centro educativo.

Las reformas educativas de las últimas décadas han ampliado, de hecho, la


capacidad de iniciativa de los padres y madres. Así, el Proyecto Educativo de
Centro, en su elaboración y difusión, puede ser un punto de encuentro para una
acción compartida. Debiera darse una congruencia o línea educativa común entre
las familias y la acción educativa de Instituto o Centro de Primaria correspondiente,
en un proceso que se debe ir construyendo.

Ante problemas crecientes de conductas antisociales, la «Comisión de


Convivencia», dentro del Consejo Escolar, con participación de las familias, deberá

4
ser expresión de esta colaboración. En congruencia con los valores determinados
en las Finalidades Educativas, el Reglamento de Organización y Funcionamiento
es el contexto institucional para establecer de forma consensuada las normas que
se pretende configuren los hábitos deseados.

Así, el proceso de determinar la participación, las normas de funcionamiento de


la actividad escolar o de convivencia y disciplina debe ser una ocasión propia para
implicar colegiadamente al profesorado, padres y madres y alumnado en la
configuración de las normas que desean dotarse.
5- ¿QUÉ PUEDE HACER LA ESCUELA?

Los centros educativos que quieran aumentar la participación de las familias


deberían plantearse poner en funcionamiento:

 Sensibilizar a los padres acerca de las necesidades psico-sociales de los


integrantes de la familia en los diversos momentos del desarrollo y la incidencia
de los comportamientos familiares en la promoción de conocimientos en sus
hijos.

 Construir un espacio de reflexión para padres y madres en torno a su papel en


la familia a partir de las diversas características que ésta tenga.

 Trabajar a partir de casos reales, las diferentes problemáticas que afectan


actualmente a las familias y a su propio hijo en particular.

 Desarrollar diversas estrategias para brindar a los integrantes de la familia la


información necesaria.

 Promover y fortalecer relaciones más sanas y positivas tanto en el interior de la


familia como con su entorno social.

 Generar un espacio para el análisis de las relaciones familiares a partir de los


vínculos existentes entre los mismos

Pero no todas las escuelas tienen el estilo institucional para iniciar esta tarea,
se adhieren a esta propuesta aquellas instituciones escolares que:

 Están convencidas de la necesidad de una alianza familia - escuela.

 Buscan involucrar a padres y madres en todo lo relacionado con la educación


de sus hijos e hijas.

 Tienen muy en cuenta la opinión y el parecer de padres y madres frente a sus


cambios y transformaciones.

 Establecen comunicaciones cálidas y organizadas, donde la escuela comunica


la situación de hijos e hijas en forma integral y con la intención de compartir un
trabajo conjunto.

6- BIBLIOGRAFÍA

Bolívar, A. (2006). Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común.


Revista de Educación, 399, pp. 119-146.

5
Guardia Romero, R. M. de la (2002). Variables que mediatizan la participación
educativa de las familias. Tesis doctoral. Universidad de la Laguna

Sánchez Liarte, C. (2006). Participación de las familias en la vida escolar: acciones y


estrategias. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

Santos Guerra, M. A. (1997). El crisol de la participación. Investigación sobre la


participación en Consejos Escolares de centros. Archidona: Aljibe.

Vous aimerez peut-être aussi