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Guión:
Introducción:
Durante las últimas décadas, la enseñanza de la lengua ha experimentado un giro importante desde teorías
lingüísticas formales (Saussure, Chomsky) a teorías más funcionales y basadas en el uso (Grice, Van Dijk,
Halliday). Esto tiene sus consecuencias en el aula, pues ya no se trata de que los alumnos reflexionen sobre
el código, sino sobre el uso del código lingüístico para resolver diferentes situaciones comunicativas,
atendiendo a las intenciones y las situaciones. De ahí la relevancia de dominar la teoría comunicativa y
considerar las implicaciones que tiene en los usos lingüísticos de los hablantes, pues los enunciados no se
dan en el vacío, sino que están insertos en una situación y circunstancia concretas. Dominar esas claves y
transferirlas a la comprensión y producción de textos, tanto orales como escritos, contribuirá a una mayor
–y mejor- asunción de la competencia comunicativa de los alumnos.
En la década de los cincuenta, surge la preocupación por una teoría de la comunicación, resultado del
estudio de los mass media y las telecomunicaciones. Para Arsenio Sánchez, la comunicación es el conjunto
de actos mediante los cuales los individuos de una sociedad establecen contacto entre sí para transmitirse
informaciones.
En cuanto a las intenciones, Roman Jakobson las clasificó de la siguiente manera: metalingüística,
emotiva, fática, poética, conativa y referencial. La emotiva (también llamada expresiva) se centra en el
emisor, que exterioriza sus sentimientos. La referencial sirve para indicar el objeto (concreto o abstracto)
de realidad a la que el signo se refiere. La fática sirve para tomar contacto con el receptor. La poética se
centra en el mensaje mismo, llamando la atención sobre su forma. La metalingüística se centra en el
código, el lenguaje es entonces metalenguaje. La conativa se centra en el destinatario para que este haga
algo.
El acto de comunicación puede generar otro, de forma que el emisor se convierte en receptor de forma
alterna. Por eso, el proceso de codificación (omonasiológico) y descodificación (semasiológico) también se
produce de forma alterna. El primero, el onomasiológico, parte de la realidad referente y la relaciona con
un contenido de la estructura profunda, lo hace pasar por el nivel semántico, de este al sintáctico, de este
al morfológico, de este al fonológico, de este al fonético –aparato fonatorio- y emisión del mismo. El
semasiológico parte de la recepción de las ondas sonoras hasta la decodificación fonológica, siguiendo el
camino inverso del proceso onomasiológico. Sin embargo, no hay que pensar que se trata de un proceso
lineal: más bien, todos los niveles, a medida que el mensaje es emitido y recibido, se ponen en
funcionamiento para retroalimentarse de forma dinámica.
Hay que establecer una diferencia entre información y significación: se puede recibir mucha información,
pero si el receptor es incapaz de entenderla, carecerá de significación para él.
Por otro lado, la cantidad de información que puede transmitir un mensaje puede ser medida en “bites”.
Un “bit” es una unidad de significación. La respuesta afirmativa a una pregunta es un “bit”, por ejemplo.
Esta forma de cuantificar de manera matemática la información es lo que ha hecho evolucionar la ciencia
informática en nuestros días.
La teoría de la actividad sitúa en otra dimensión el acto comunicativo. Hay elementos extralingüísticos a
los que ahora se les da el papel que realmente tienen en el proceso comunicativo. En cualquier actividad
humana se dan los siguientes aspectos:
2.2. La Pragmática
La pragmática estudia los mecanismos y los factores no lingüísticos que permiten la comunicación en sus
aspectos de producción e interpretación, sobre todo cuando estos no son suficientes o están incompletos
para comprender todo el proceso que ha tenido lugar. El contexto extra-lingüístico es el factor
determinante. Por ello es tan importante explicarlo para dar con la interpretación correcta del mensaje.
Este contexto está conformado por las circunstancias psicológicas, físicas y socioculturales que están
presentes en el acto de comunicación.
A este pertenecen:
La intención comunicativa.
El tipo concreto de emisor y de receptor (edad, sexo, estatus social).
Datos físicos (objetos presentes, el lugar, el tiempo).
El conocimiento compartido.
a) La intención:
Es el propósito comunicativo, la finalidad por la que se realizan los enunciados (informar, explicar,
persuadir, prescribir, predecir, cuestionar, divertir, expresarse…). Cada una de estas intenciones tiene
un discurso o texto propio.
c) El emisor:
El emisor deja trazas que ofrecen datos de su persona en el mensaje. El uso de las fórmulas de
tratamiento, por ejemplo, proporcionan indicaciones del emisor: una persona mayor tratará de “tú” a
un joven, por ejemplo. En los elementos paralingüísticos también: la entonación puede ser señal de
un estado de ánimo concreto.
e) El tiempo:
Siempre hay marcadores temporales que sitúan el discurso, como las formas verbales y los adverbios
de tiempo. Por ejemplo, un presente intemporal universaliza el mensaje en el tiempo.
f) El conocimiento compartido:
Un mensaje puede adquirir un sentido u otro para el receptor en función del conocimiento del mundo
que tenga y de que este conocimiento coincida con el del emisor.
A) En el aspecto de la producción.
Además:
B) En el aspecto de la comprensión:
3.1. Características:
Se pueden clasificar por datos no físicos (conocimiento de los hablantes); datos físicos (aportados por
el entorno, personajes, atuendo…); datos cenestésicos (comunicación no verbal y paralingüística).
Hablar es un acto global: cualquier mensaje constituye un todo formado por las palabras y por la
situación, de tal manera que fuera de la referencia a la situación no existe significado. A mayor
distanciamiento entre el locutor y la situación comunicativa, mayor necesidad de elementos
lingüísticos para aclarar el mensaje. La situación comunicativa además es dinámica, muchas veces
evoluciona sin necesidad de hablar.
CONCLUSIÓN
Los elementos lingüísticos configuran el texto verbal, oral o escrito, mientras que los elementos
extralingüísticos son factores tan heterogéneos como el emisor y el receptor y los componentes
psicológicos, temporales, espaciales, materiales, culturales… Esto significa que hay que tener una
mirada amplia y lo menos reduccionista posible para entender el acto comunicativo en su globalidad,
pues la codificación y descodificación de los mensajes se ven influidas por estos elementos.