La situación actual está marcada por el agotamiento de la materia desde la
postura mecanicista de la ciencia. Tal agotamiento ha sido mortal para el campo del lenguaje, también para los valores universales y la ciencia metafísica. Si no se produce una seria comprensión de la trascendencia de la materia se llegará a una mera verdad relativa y unilateral de las cosas. Este agotamiento de la materia se ha determinado en la filosofía contemporánea en su afán de crear un lenguaje científico. Esto ha dejado su repercusión sobre la ciencia Metafísica occidental, de modo específico en el tema de los valores absolutos y en el campo del lenguaje. Sin embargo, no se puede pasar por alto la influencia de pensamiento que ha ejercido la filosofía occidental en el campo de la materia. Pues esta arroja luces que exigen una crítica sobre las posturas erradas. No es más que la invitación a entender una perspectiva sobre la materia de un modo nuevo aunque sin despojar la verdad de sus orígenes.
La positivización del lenguaje en la filosofía contemporánea no solo es producto
de la tecnología moderna para dominar la materia ni de las ciencias de la naturaleza. Más bien se fundamenta en la propiedad trascendente e intrínseca del significante. Existe un contenido inteligible en el significante por encima de la materia.
La inteligencia y voluntad expresan facultades superiores a cualquier otro ser
creado. Por ello, estas son ordenadas por deseo de dominio de la materia. Parece que es la cualidad por la que se asemejan al creador, el afán de poder co-crear la materia. Ser co-creador no es lo mismo que Creador. El prefijo ‘co’ designa, subordinación y dependencia. Está dotado de un poder de gobierno o dominio participado. Por eso, en su afán su superioridad de entre la creación deviene su carácter de poder o de dominio.
La metafísica es afectada por la ciencia contemporánea. ¿Cómo se podrá
entender la metamorfosis de las posturas y métodos que conducen a una muerte de los valores universales a una inteligibilidad futura que asegure la subsistencia común entre el significante y el significado? En este campo se formulan las cuestiones que atentan contra la Metafísica respecto a la materia. Una nueva perspectiva de la materialización del significante tendrá que dar una respuesta. ¿Cómo habrá de concebir y estructurar los conceptos metafísicos en la materialización del significante para que deje de ser un problema la visión de la materia y se convierta en una potencia generadora de reconciliación con la naturaleza, fin al que no se debe renunciar?
La filosofía se ha esforzado por entender la materialización del significado
como significante. Con ello se ha procurado entenderla según las reglas del lenguaje descubiertas por la gramática. Hoy en día, sin embargo, se busca entender como materialización del significado ese significante cognoscible tecnificado y manipulable. Es preciso incluir tal realidad limitada al que se llama ‘significante’ dentro de la totalidad de lenguaje, que es la materialización del significado. ¿Qué consecuencia puede acarrear para el ámbito científico esta metamorfosis de pensamiento? ¿Qué significaría la liberación del significante de la positividad del lenguaje? ¿Qué importancia tiene para el lenguaje positivo que trascienda su antinatural manipulación y sea inteligido en una reciprocidad con su origen originante inteligible e inmanipulable? Una perspectiva de la materialización del significado que quiera estar a la altura de la contemporaneidad no debe pasar por alto la tradición ni su influencia en el transcurso de la historia. Sólo de esta manera se podrá dialogar con las ciencias de la naturaleza y con la filosofía de la naturaleza. El simple hecho de colocar el punto de inicio de la concepción de la materialización del significante en clave de situación contemporánea no significa que se quiera defender ni salvar la Metafísica. Tampoco se quiere someterla a las concepciones y perspectivas de los pensamientos contemporáneos. Es preciso, someterla más bien a la crítica contemporánea para llegar a la claridad de una verdad originaria. La concepción sobre la doctrina de la materialización del significado posee sus propias posturas y visiones, formula sus cuestiones propias. Esta reflexión sólo es entendible desde la concepción contemporánea sobre el lenguaje.
Cuanto mejor se asuman los conocimientos e intenciones sobre el problema del
lenguaje tanto más claramente será posible la concepción sobre la materialización del significado. Por eso no se elige el atajo de la filosofía analítica, que pretende dar respuesta al cientificismo moderno mediante el afianzamiento de un lenguaje perfecto y científico. De lo contrario se aceptaría la concepción de la materialización del significado de cara al pasado sin poderla entender en la contemporaneidad desde su primer origen real y verdadero. Por otro lado, tampoco se puede seguir a aquellos filósofos que recogen teorías cientificistas para convertirla como el fundamento de su propio lenguaje positivo. Esto significaría una escisión de materia y el campo inteligible. Se debe tratar en medir el alcance del agotamiento de la materia. Se puede considerar como un dominio del significante desde un enfoque material y se preguntará por la aportación del positivismo lógico, la filosofía analítica y de la metafísica ante tal dominio. Se debe elaborar críticamente la respectividad entre el campo inteligible y la materia en vistas a una inteligibilidad de lo material que es necesario precisar. Por último, se debe tratar de hallar en una filosofía del lenguaje conceptos que procuren la eliminación del signo alienado y permitir una relación de lo inteligible con el mundo material.
El dominio y centralización del significante obliga a ser conscientes de que la
filosofía como las ciencias positivas han emprendido una dirección común. La expresión ‘dominio’ puede ofrecer una concepción insuficiente sobre la tradición occidental. En realidad, se trata todo un sistema de dominio del significante que comienza con la búsqueda de la verdad exacta mediante el lenguaje científico-simbólico. Se trata de un dominio por la materia que la filosofía del lenguaje ha considerado para sí y que ha sido arrastrada por su entorno cultural.
El tecnicismo del lenguaje se ha querido apoderar de la verdad aunque de forma
unilateral y relativa. La ciencia del lenguaje lógico está implicada en las ciencias positivas lingüísticas desde el punto de vista de un lenguaje limitado, considerando que los límites del mundo son los mismos límites del lenguaje, escapando los juicios de valor absolutos como la existencia de los valores en sí.
Un dominio del lenguaje ha sido el interés que ha movido el desarrollo de la
reflexión sobre el lenguaje. Por eso, cuando se habla del dominio del significante se debe pensar en la totalidad del sistema y no sólo debe referirse al ámbito occidental o a la metafísica tradicional. Dentro del sistema también está incluido el pensamiento oriental y otras formas de pensamiento. Pues no se puede concebir un lenguaje humano aislado de su horizonte propio de comprensión. Pues aquellos que critican a la tradición occidental, el lenguaje, la verdad, las determinaciones con las que se expresan los conceptos que trascienden el mundo, tienen su origen y proceso de pensamiento dentro del mismo horizonte lingüístico e histórico. Para cambiar el dominio del significante habrá que cambiar las circunstancias del horizonte social. Las distintas corrientes filosóficas en torno al lenguaje científico tienen como fin el desarrollo de un lenguaje exacto y hallar en ello la verdad.
Las influencias y tendencias que ordenan el contexto de su pensamiento
dimanan de su horizonte. Son marcados por la influencia que configura social y lingüísticamente el pensamiento. La jerarquía de valores y la estructura de pensamiento han enraizado en la conciencia del hombre en el transcurso de la historia. El cambio de una tradición y estructura social resultaría traumático. Este modo de pensar contemporáneo en ámbito del lenguaje amoldado al modo de reflexionar de la ciencia. Sería incapaz de profundizar en la importancia de los valores o de ir más allá de los límites del mundo con el fin de ir a la par del conocimiento científico. Pueden enfocarse a su ámbito trascendental y, por consiguiente, no podría poner fin a la relatividad y unilateralidad que originan en el ámbito del lenguaje. La destrucción del lenguaje enfocado a la referencialidad mundanal repercute violentamente sobre lo universal y trascendente provocando pérdida del sentido de la vida y de los valores absolutos.
El dominio del lenguaje pretende crecer de modo proporcional al de la ciencia
y la técnica. Grandes pensadores contemporáneos han interpretado el lenguaje científico produciendo trastornos en el ámbito moral e inestabilizando las certezas de la vida. Se duda acerca de lo sobrenatural y lo trascendente. El dominio sobre el lenguaje, no entendido desde la postura logofonocéntrica, sino desde un enfoque positivo del mismo, ha traído repercusión sobre las escalas de valores, el sentido de la vida. Aunque para algunos filósofos de corte agnóstica tal reacción parezca tener sentido.
La Metafísica puede resurgir o profundizar sus contenidos. Es bueno
fundamentar su identidad. En la medida que se conocen nuevas perspectivas de pensamiento se pueden solidificar la raíz propia. Pero esto sólo puede durar de modo temporal, pues aun así no deja de dañar la postura contraria con su diseminación doctrinal. Por eso, lo que atenta contra lo trascendente no deja de perjudicar el actual sistema. De forma que la positivización del lenguaje se propaga y profundiza el dominio. Es el drama del dominio con consecuencias nocivas en la ausencia de la expresión de valores universales. Se ha pretendido poner una irreflexiva solución técnica en lo que se refiere al problema del lenguaje. Este drama reprime lo sobrenatural por el necesario arrojo al sistema social. Es entonces cuando incrementa la angustia de la nada y el sinsentido ante la eliminación de lo trascendente. La voluntad de vivir se ofusca cuando se limita al hombre como un ser para la muerte aunque todo es consecuencia de la enajenación en la materia de todo un sistema. De ello renace la esperanza de un conocimiento que alce la mirada hacia lo superior. Pues así como el significado está dispuesto a cualquier afección con el fin de trascender y procurar el conocimiento, así también el mismo sistema actual, después de experimentar la afección del puro inmanentismo material, será afectado por la angustia limitante y su ser espiritual buscará nuevos horizontes para eliminar el estado enajenante del mundo material. Buscará un conocimiento de lo absoluto, estará en la disposición de transformación de los valores seguida de una renovación espiritual. Se debe estudiar la reciprocidad entre las ciencias del espíritu y las ciencias de la naturaleza. Solo así se podrá evidenciar la respectividad que existe entre la Metafísica y la Ciencia. No se trata de hacer una relación meramente teórica, sino mediante el empleo del dominio material en el campo del significante. Por ello se tratará de indagar no tanto los conceptos que utilizan ambas ciencias sino en sus estructuras de dominio en el campo del lenguaje.
La perspectiva del lenguaje, considerado desde un marco científico, ve en el la
ciencia lógica una convicción progresista en el en vistas verdad evidencial y manipulable. Tal conocimiento tiene un fin utilitarista sobre el lenguaje. El lenguaje positivo se ha apropiado de la verdad, parece que el científico es sinónimo de quien posee la absoluta verdad de manera desinteresada. El científico lingüista, en su afán de poseer la verdad, parece hallar refugio en la ciencia para asegurar una verdad fundada en la evidencia. Cuando la ciencia se asienta sobre el campo del lenguaje sus proyectos serán considerados con un enfoque lingüístico. Si el lingüista positivo se aferra a cientifizar el lenguaje entonces tendrá que responsabilizarse de los resultados y consecuencias de su labor. Pues el contexto lingüístico determinado por la ciencia tarde o temprano se orientará a una praxis social. Los valores relativos, propios de la ciencia será aquello que tenga su predominancia y su vigencia. Por el contrario, lo juicios de valor absoluto serán eliminados o mermará su importancia. Si se comparan las ciencias del lenguaje actual con las filosofías del lenguaje precedente existe un mayor crecimiento del dominio del lenguaje aunque prescindiendo de lo trascendente. En cambio, en la antigüedad, se había profundizado mucho en el campo del lenguaje pero había una búsqueda mayor de lo absoluto. Hoy en día, parece que la búsqueda de lo supraterreno era un estadio que se habría de superar por medio de la ciencia. La filosofía primitiva sobre el lenguaje fue subdesarrollada, sin embargo lo propio de ella era la armonía con la naturaleza y el Absoluto. La filosofía del lenguaje actual parece estar en un afán de dominio positivo. El logro de la certeza, evidencia, experiencia y comprobación es el valor de la verdad para la filosofía actual del lenguaje. Desde Francis Bacon existe la justificación de dominar la naturaleza como un mandato del Creador. Se afianza el hombre en la tradición bíblica de considerar el hombre como imagen de Dios sobre el mundo con un afán de dominio o poder. Parece que el hombre mismo, en su afán de dominar, quisiera trascender con el fin de ser semejante a lo divino. Como si en el deseo de conocer la verdad del lenguaje estuviera también el deseo de dominarlo, pues el conocimiento es poder, entonces poseerlo en sumo grado sería necesario para conocer su contenido.
Será entonces la finalidad de la ciencia. Hacer del hombre el poseedor de la
materia. En efecto, el método de la ciencia hará del lenguaje sólo un instrumento técnico para explicar y referir a la materia natural. La filosofía analítica pretende la objetivación del lenguaje, el mismo método desconstructivo para hacer alusión a la sentencia Romana: divide y vencerás. Derrida en su afán de hallar la diferencia entre los elementos binarios, entra la conciencia como un ser opuesto a la realidad natural, es consciente de su realidad pneumatológica. Aunque no lo quiera se pone frente a ella como un dominador que somete la naturaleza descontruyendo los elementos binarios de las cosas. De modo que no se identifica con la naturaleza sino como parte de la realidad divina, pues a la conciencia le llama ‘la voz de Dios’. Sin embargo, esta autodiferenciación implica una subjetivación de sí y, al mismo tiempo, una objetivación del lenguaje, o bien, un dominio lingüística. La distinción entre materia y espíritu es tan peligrosa como para enemistar el hombre y el lenguaje. Es como la aversión al cuerpo, considerado este como cárcel del alma. Lo inteligible como el punto directriz y sometedor de la relativa materia. Desfragmentar la armonía entre la materia y lo inteligible es tan peligroso como hablar de la ausencia del significado en el significante. Desde este enfoque, es un error alejar al significado del significante para dominarlo sin límite alguno. Así la objetivación de la ciencia sobre la el lenguaje será sinónimo de dominio. Hoy en día para la ciencia del lenguaje, la verdad comprobada en hechos de cosas es una verdad, y la verdad que no es comprobable cabe sólo dentro de la verosimilitud nada más. Dominio es la verdadera idea del lenguaje positivo.
Aunque Derrida alude el dominio a toda la tradición occidental, se debe
distinguir qué clase de este. La relatividad de la verdad, la ausencia de los valores absolutos y trascendentes propuestos por la metafísica tradicional no son acordes como lo son con el lenguaje positivista. El dominio o posesión de la verdad por parte de la Metafísica y del positivismo lingüístico son diferentes. Tanto en el alcance la verdad como en el deterioro que se produce por la ausencia de los valores absolutos. Para el significante, la ciencia parece ser lo más amenazante a su esencia. La diseminación de la técnica se ha alcanzado a todos los ámbitos que abarcan al hombre. Para Habermas, la palabra ‘progreso’ es un peligro. Es un sinónimo utilitarismo. De esta manera se percibe al lenguaje cuando se quiere entender desde una perspectiva cientificista. El lenguaje se reduce a una mera técnica de comunicación. Es un fenómeno al que toda la dimensión del hombre esta enajenada. Con el fin de la búsqueda de una comunicación perfecta se pretende satisfacer la necesidad de la un lenguaje absoluto. La búsqueda de la verdad es el motor de la manipulación del lenguaje. Pero no basta la intención de buscar un lenguaje perfecto y el estado satisfactorio de poseerla. Pues con elementos limitados por la materialidad del significante no se puede realizar un conocimiento absoluto y perfecto. La potencialidad relativa de la materia no puede conllevar la satisfacción de una verdad absoluta, en el caso de que el hombre pudiera empeñarse en el ideal de Derrida; es decir, en la búsqueda de un lenguaje ausente de toda determinación espaciotemporal, puro e irreductible, trascendental.
Sin embargo, esto llevaría a una frustración si se conserva en este fin
irrealizable. Derrida vio en el significante el origen de la muerte. Y es que el cientificismo aplicado en el lenguaje no sirve para la vida sino en cuanto ‘progreso’, de esta manera es muerte. Se puede interrogar al positivismo del lenguaje ¿acaso el significante no es otra cosa que signo relativo del que el hombre pueda darle la significación que se quiera?
La manipulación del lenguaje afecta a la Metafísica occidental como al mismo
cientificismo. Ciertamente, algunas ciencias lógicas han surgido de la Metafísica tradicional. La filosofía occidental dio forma a la estructura axiológica de tales regiones. Aunque las concepciones del ateísmo teórico atacan a la región cristiana, sin embargo, no dejan de poseer sus mismas determinaciones conceptuales y estructurales de manera crítica. Aun así, el sentido progresista de Francis Bacon considera el sentido bíblico del libro del Génesis para justificar su dominio sobre la creación. ¿Se puede considerar tal ordenamiento como la justificación del poder absoluto del hombre sobre la materia? ¿El positivismo es el último estadio para la plena realización del hombre, según Bacon? ¿No se estará teniendo una falsa interpretación bíblica? El término de ‘dominio’ refiere al dominum. El señorío de Dios lo comparte con el hombre para conservar la materia, no para su explotación. El mandato encomendado para el hombre es el de juzgar mediante el empleo de nombres sobre las creaturas. El hecho de poner nombres no significa dominarlas, sino simplemente referirlas. El dominio de la creación poco tiene que ver con la Metafísica. La tradición occidental tendrá que responder a las acusaciones del filósofo argelino, al llamarla ‘logofonocentrismo’. En todo caso, así sería llamada no sólo la filosofía occidental-cristiana, sino también la filosofía judía. Pues el desencadenamiento del progreso yace desde la fe bíblica fundada en el relato de la creación.
Entender el significante como materialización del significado no significa
considerarlo como significante del lenguaje ni dominarlo. Si el significado ha sido materializado por el significado, continua perteneciendo a lo inteligible. No para manipularlo sólo de modo positivo. El lenguaje no puede apoderarse del significante. El lenguaje lo toma como anticipo inteligible y se hará todo lo posible por interpretarlo con fidelidad. El significante deberá ser comprendido según las leyes del ámbito inteligible, no de acuerdo a la escala axiológica que rige el juego de lenguaje espacio-temporal. El lenguaje es el medio y coronación de la comunicación, pero tiene su origen desde una causa inteligible y sensible. El significado se sirve del significante temporal para darse a conocer y para su propia inteligibilidad. En realidad el fin no es el lenguaje, sino la En efecto, el lenguaje en cuanto imagen del significado, ocupa un lugar muy importante en la comunicación, pero el lenguaje, junto con las otras formas de comunicación, deben tender a la verdadera inteligibilidad del significado. intelección de la verdad. Deleitarse en una correcta interpretación semejante a la posesión de la verdad. Incluso sin el lenguaje la inteligibilidad del significado se complace en el autocomprehenderse. La metafísica tradicional es la que puede liberar a los signos en la materialización del significado del positivismo lógico del lenguaje, si se quiere restablecer la armonía con la naturaleza. Por último, la Metafísica ha tomado una distancia al campo sobrenatural dejando a la naturaleza bajo el estudio de las ciencias. La hermenéutica se ha inclinado hacia el estudio de la historia buscando interpretar los distintos horizontes. La hermenéutica vincula el lenguaje del hombre con la historia. No se pude entender la historia del hombre con el lenguaje como una parte de la historia del lenguaje, sino que se entiende el lenguaje como una parte de la historia del hombre. Si se niegan del lenguaje los elementos espacio-temporales, trascendencia y comprensión de la historia, tarde o temprano se reclamarían en la interpretación para historia del hombre. Faltaría percibir materia del significante, escenario del lenguaje. La materialización (significante) pervive y trasciende espacial y temporalmente a la historia del hombre. ¿No existe una delimitación material del lenguaje espacio-temporal de los hombres? ¿No existe un conocimiento del significante del significado que comprende el lenguaje humano? ¿Qué es lo que significa lo inteligible en la materialización del significado? Mientras el conocimiento Metafísico busque sólo un diálogo con el conocimiento positivo del lenguaje, a lo sumo se podrá apreciar lo inteligible en lo sensible, pero se seguirá careciendo de una noción precisa de la materialización del significado en el trato con el lenguaje. ¿Cuál es el modo de comprender el lenguaje como materialización del significado? Si la ciencia apunta al logro de la manipulación, entonces es un conocimiento de dominio. El conocimiento es dominio. El conocimiento de la ciencia define, determina e identifica. Sin embargo, el conocimiento del significante solo es mediante el uso de contenidos formales que propician el médium para acceder a la aprehensión y comprehensión. Se conoce en la medida que se comprehende. Esta forma de conocer no se apropia de la verdad, sino simplemente se comprehende lo que ya era, sólo dejamos que informe su esencia en el entendimiento. La intención de la Metafísica no es el dominio por el conocimiento. Sino el dejarse informar por lo que ya es. Se desea conocer para informarse de las formas que ya son. Este tipo de conocimiento crea respectividad. Puede ser llamado un conocimiento respectivo. Respeta la esencia de las cosas, mientras que la ciencia las manipula. Parece ser que la Metafísica sigue siendo la ciencia de la sabiduría, un saber abre la esperanza a la civilización del lenguaje de cara al mundo positivista.