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Quizá, los mitos más perjudiciales en la historia son los límites de las épocas históricas. Con los más
nobles fines didácticos y académicos, atiborramos de tantos marbetes el paso del tiempo que resulta
fácil olvidar que este no se detiene ante los lindes infranqueables de la nominación. Como sucede
entendimiento de los procesos históricos. La Edad Media ha sido vilipendiada durante mucho tiempo
por este tipo de juicios. Su nombre mismo representa el prejuicio mediante el cual se ha inferiorizado
su papel histórico en contraste con sus etapas hermanas. Es absurdo pensar que la rica herencia de los
clásícos fue olvidada de pronto y callada durante diez siglos o que el primer día del año 1492 la tierra
fue poblada de hombres cultos y humanitarios. Debe entenderse que el cambio de una época histórica a
otra no depende solamente de una simple fecha, sino de un cambio de pensamiento que se origina en el
manifiesto en él una serie de valores atribuidos a una tradición humanista que, según una lectura
simplista, tardaría dos siglos en aparecer. Nació el día 23 de noviembre del año 1221 en una Toledo
precozmente humanista, donde desde el siglo XII fungió como centro de traducción de escritos árabes 1.
Se cree que su infancia transcurrió entre Burgos y Galicia, lo cual explica el gallego vernáculo en que
mayo de 12522 coronándose rey de Castilla, Toledo, León, Galicia, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén y de
Algarve. Durante su vida -y aún durante el curso de la historia- fue acusado de débil, insuficiente y
pecador, a causa de la falta de autoridad que caracterizó a su reinado, sus múltiples aficiones científicas
Junto con un séquito de sabios judíos, italianos y —por supuesto— españoles, compuso una
antología que fue parteaguas de la herencia romance. Por esto, Alfonso es figura primigenia del ulterior
clerical en el siglo XIII permitió el desarrollo escrito de la cultura en las lenguas romances. Claro
ejemplo de esto es Berceo con sus poemas clericales o el Libro de Alexandre y el Libro de Apolonio.
Sin embargo, al ser el Sabio quien tradujo en español y en gallego vernáculo los textos que resguardaba
religioso, el uso de las "lenguas vulgares" tenía motivos propagandísticos, Alfonso introdujo el
castellano en la historiografía de España con la traducción la Primera crónica general (1270) y así,
De entre las obras más notables que trabajó, El Lapidario es tal vez la más curiosa; una
pormenorización casi mágica de piedras con naturaleza mística. Se cree que fue un sabio musulmán
llamado Abolays quien tradujo en arábigo esta enciclopedia escrita originalmente en lenguaje caldeo.
Luego de mucho tiempo perdida, Alfonso encontró esta obra en Toledo y, con ayuda de un ilustrado
judío llamado Yhuda Mosca, inició su traducción en el año 1250. Actualmente, sólo se conservan
cuatro quinceavas del compendio total. Como este, casi todos los textos científicos o pseudocientíficos
Es curioso cómo se entrelazan en un sólo texto el bagaje tradicional clásico con el sentido
científico árabe. Desde el principio del texto se advierte un intento de conciliación entre ambas culturas
cuando se parafrasea a Aristóteles, acaso con el objetivo de justificar desde el punto de vista occidental,
la influencia de los astros en las piedras que allí se refieren: "Aristotil [..], dixo que todas las cosas que
son so los velos se mueven e se enderezan por el movimiento delos cuerpos celestiales, por la vertud
Otro rasgo distinguible de la obra es la aclaración que se hace sobre el carácter funcional de la
obra. Se dirige a los posible lectores, explicando el correcto uso del texto y los requisitos necesarios
para entenderlo. Pues, más que un simple trabajo taxonómico sobre minerales, este escrito transcurre
En lo particular, El Lapidario llamó mi atención por su índole peculiar. Pensar que un rey
cristiano como lo era Alfonso X, heredó a la cultura este texto que bien podría ser considerado herético,
me parece fascinante. Sin duda, el Sabio, no es ni será recordado por sus proezas políticas o militares,
Bibliografía