Vous êtes sur la page 1sur 26

É

()¡xrrrii.rrrk rst' llorrl¡lrrrlrrlt. ¡ l¡ lrr.lr,r,rklar lr


c«lrtf itci.rrr,ts t r lno ltrrrrl¡llt,lll¡i rll
t r h Hlritrlirl
Éulrlrrtl,. r+r lttrttt [, :l
lM ! I.ur Fei Zi
alltor urrivt.ls,rl lrrl}isl¡ ( illllil ltdIld tlr, ilrlfitsr*¿iitt]ttlil
f|ü{ }t}
Itl()nir(J\; lr,rt lr,lrrhr ililr lrrl¡rlrnr 1ilil t{rrl*t*l*fr, Égtffkil*l
sc ('rl uiln rlirt't,.irilr rlll.rrrrtr ,l., lr ,1,, tlI larf lt s d¡ Hll

3l *lrlr rlc la política


*ff
Zi c irrrrrr¡xrr',rrrrlt¡ trh,¡s ptr¡l4r,ll lr l¡¡+¡Ela d€ te¡ ltffn§
el pt'nsarrrit.nto rh, ll¡lr lr.l ¡¡ ruu lrt-ll¡ttrleala
F*+*f ||tf, §
mar()s <lt. r, rrrrr.rr.r; r¡rrr lrlerr ll rr¡¡*. le ll*i*h | #
empcrador ¡lrsolrrlo rlr rur¡ r'l¡trr¿ rllvlrhrla FstrrlH¡t
ros«rs Estarlrs y ¡rrlrrll¡rarlor en I r lttlllulF lr* lrf f
¡
{ l,ur lr¡ u n bres y la l.y)
cuentcs rcvr¡t.lt¡s srx,iaL.¡ lil trl¡¿rlrr rla ll*t Fci fl,
y aglutinarrrkr cl rlr utru¡ pt.rrr¡rlrrrr,r legl*sn a§Hfiffi I
(como
\LUrI() rr¡('r¡ llrrlr.ti y ¡n¡ilg
Shot r1r¡il,It Slutrg lrrrr n lr FllF
lllill,), ilrilt arle fr!+
f
¡r+ t*$fllñ f,l !l t
FLfltñ Il;t
historia dc la lih rsoli,r r lrlrr¡ ¡ l¡ rrl¡r rle I Ft el
ir*pd dÉm f
sólo de p«rrrcr orrlt.rr r'¡r l¡s un r¡r rlel !rtt¡rrllr, dñH
*h -
poner claridad t.rr l,rs r r'xllgor rlr r nrrrlrtr tr rle kr h{üh

N
a
FE{

d
t¿i
Colección
Clásicos del Pensamiento

fundada porAntonio Truyol Y Serra Han Fei Zi

Director;
Eloy García El arte de la política
(Los hombres y la ley)

Estudio prelirninar de
PEDRO SAN GINES AGUILAR

Traducción de
YAO NING Y GABRIEL GARCÍA.NOBLEJAS

sEGtrNDAnorclóN
@i

' i:. vr,l]

REINOS COMBATIENTES ii irfi d


ZHANGUO Fi¡:rg#¿l
I- . i.i,
;;¡ trXl:'
(475-221a.n.e.)

CAPITULO I
(Primeros párrafos)

EL PRIMER ENCUENTRO
CON EL MONARCA DE QIN

Dice este Su servidor: que insensatos son los que


hablan sin saber y desleales son los que callan
sabiendo. Por eso, y aun constándome que todo
ministro hallado desleal en sus acciones e insensato
en sus palabras tiene por castigo la pena capital, me
atreveré a decir todo lo que pienso aqui, esperando
que Su Majestad se digné a jvgar si es apropiado o
impropio lo que exponga en mi discurso.
Dice este Su servidor: que el Imperio está hoy
dividido así: al norte está el Estado de Yan y al sur, el
de Wei; que el estado de Jin está formando alianzas,
el de Qi está estableciendo pactos y el de Han está
trabando coaliciones; que dichos Estados quieren una
aliattzt vertical, de norte a sur, y así atacar Su Esta-
do, Qin, que está al este de todos ellos. Y digo tam-
bién que me parece ridículo lo que están haciendo,
pues ese modo de obrar contiene lut-"f.ts§_gggglgg*

t5l
poLlruc.t
6 u.lt't ru zt EL ARTE DE LA 7

Ileyan a todo Estado a su propia perdigión. Y dichas fuego, muriendo muchos. Ahora pfegunto: ¿qué les
{ causñ soni- qüé Estados *ai 'góUe-áObr ataquen mueve a entregar sus vidas, siendo la vida tan obvia-
I
Estados bien gobernados, que Estados cuyos minis-' mente preferible a la muerte? La gloria, la gran gloria
1

tros sean desleales ataquen Estados cuyos ministros que es en Su Estado el morir luchando. Y un soldado
son leales y que Estados que van contra el curso dispuesto a morir puede enfrentarse a diez y diez a
natural de las cosas ataquen Estados que siguen el cien y cien a mil y mil a diez mil y, con diez mil, es
curso natural de las cosas. posible vencer a todos los Estados del Imperio. De
Actualmente, todos los Estados del Imperio, salvo hecho, es así como el Suyo, compensando algunas
el Suyo, están desgobernados: tan sólo se ocupan de esquinas pequeñas con zonas grandes para mejor cal-
reclutar al pueblo, dejando sin llenar sus arcas cularlo, ha llegado a tener una extensión de varios
exhaustas y sin repletar sus graneros vacíos. Y aun- miles de /i; un ejército de varios millones de excelen-
que sus ejércitos, es verdad, cuentan con varios tes soldados; unas leyes que distinguen claramente a
millones de soldados y el número de generales que quién se debe premiar y a quién castigar, y una loca-
con cascos de guerra tocados de plumas se postran lización geográfica enormemente favorable. No
solemnemente y juran morir sobrepasa los mil, no habiendo nación que le aventaje en todas estas cosas,
hay uno solo que, llegado el momento de las espadas facilísimo le habría sido derrotar todos los Estados
desnudas en vanguardia y los tambores de guerra en del Imperio, dominarlo y expandirse varios miles de
retaguardia, no huya de la muerte. ¿Por qué? Cierta- /i, obteniendo así uno de sus más grandes logros. Sin
mente, no porque el pueblo y los soldados no puedan embargo, sus lanzas están hoy día embotadas; su
¡morir por sus Estados, sino porque esos monarcas ejército y su pueblo, fatigados; exhaustas se ven sus
son incapaces de lograr que entreguen sus vidas por arcas, baldíos sus sembrados, vacíos sus graneros y
ellos. ¿Por qué? Poique ni les dañ los premios que perdido el sometimiento de los soberanos de los--
i- prometen ni les infligen los castigos con que amena- Estados secundarios colindantes. ¿Por qué Qin no ha I
zan, de suerte que los soldados acaban descreyendo conseguido doblegar a todos los demás Estados y I
de premios y castigos y, en consecuencia, no arries- hacerse cabeza del Imperio? Por falta de lealtad en I
gando su vida en la batalla. sus consejeros y ministros. -i
,; Pero no bastaría con esto. Ved, si no, que hoy día Este Su servidor se tomará ahora la libertad de
en Su mismo Estado no sólo hay un sistema legal agregar unas palabras: en la antigüedad, el Estado de
sobre cuya base se decide qué premios y qué castigos Qi venció a los Estados de Jing y de Song, que tenía
ha de darse, sino también sobre cuya base se decide a[ sur y al este, respectivamente; conquistó los de Qin
quién merece premio y quién castigo. Ved también y Yan, al oeste y al norte; desde el centro, además,
que, gracias a ello, a los hombres de su Estado les regía los Estados de Han y Wei. Su territorio fue
basta oír la palabra guerra, palabra que acaso jamás vasto y su ejército fue fuerte. Venció siempre y todo
habían escuchado antes, para desafiar a pecho descu- Estado en el Imperio se sometía a su mandato. Sus
bierto las lanzas enemigas y cruzar descalzos todo terrenos eran tan vastos que el límpido río Ji y el tur-
,
Éh*c
-r¡
8 ntupttzt
ffi¡r'
bio río Amarillo funcionaban como sus líneas defen-
sivas, y la Gran Muralla y la ciudadela occidental de
Jufang funcionaban como sus baluartes protectores.
En efecto, el Estado de Qi venció en muchísimas
ffi$
batallas..., pero fue derrotado una vez y estuvo al
borde de la destrucción total. Ved, pues, la importan-
cia decisoria de la guerra para la permanencia o per-
dición de los Estados. [...]
CAPITULO 5

ASÍ DEBEN HACER LOS MONARCAS

Dado que el dao es el principio de todo, dado que


el dao es el criterio de todo, los monarcas, si tuviesen
claras las ideas, aprehenderían dicho principio y
entenderían así el origen de todo, escrutarían dicho
criterio y entenderían así las causas de todo. Y desde
un yo vacío y quieto dejarían que las cosas se norn-
brasen por sí mismas y que los hechos ocurriesen por
sí solos, porque desde el vacío se entiende la verdad
de los hechos y desde la quietu( lo acertado de las
acciones.
Segun esto, dejarlan a sus ministros hablar y obrar,
y comprobarían después si cumplen lo que diieron, si
sus palabras concuerdan con srui obras, mas sin inter-
venir en nada sino dejando que los hechos, por sí
solos, mostrasen su verdad. Por eso digo: que ni
muestren sus deseos, o los ministros fingirán los
suyos en concordancia, ni muestren sus intenciones,
o los ministros simularán las suyas en consecuencia.
Y digo también: que no muestren ni lo que aprueban

tel
r
IO HAN FEI ZI
ELARTE DE I-,1 poüruce I I
ni lo que reprueban, o sus ministros aparentarán ser
lo que no son, y que no muestren ni de qué tienen aquí, pues, algo fundamental para los monarcas: que
ideas preconcebidas ni qué conocen bién, o sus sean ellos quienes cosechen los éxitos de los trabajos t
ministros les trataÉn con reserva. que sus ministros
^
pasen. i

a Serán sabios pero no idearán proyectos desde su La clave de esie sistema está en ser invisible. II en
I sabiduría, sino que dejarán que las cosas encuentren usáió ii,
que nádie consiga saber cómo, ¿ésóubri-en, j
dó á§íIitsAéTectos de [ó§ miiri§triis de§tté lo oculto de I
io
I por sí solas su lugar; serán rectos pero no se les verá
j obrar con rectitud, sino que observarián a sus minis- un-vo qué rio iñtérffére y-Estáén qui-eüd, E3tá*en üei
+-¡+É4 +r.a-*¡#Ñql¡.-l"s¡ry
pareclenoo que no, en olr pareclenco que no y en
i tros para saber si es la rectitud o la maldad lo que les
saber pareciendo que no. En no modificar las propo.
I mueve a obrar, y serán valerosos pero no lo ostenta-
siciones de los ministros en un punto pero siempre
' :ár,_sino que dejarán a los ministros desplegar toda
lsu fuerza. Y, al no usar su sabiduría, seriín precavi- mirar si las llevan a cabo, y cómo de bien. En evitar
\ dos; al no usar su propia rectitud, lograrán sui propó- que los subordinados tengan visiones claras y globa.
\ sitos y al no usar su valor, serán fuertes. Pero sí res- les de las cosas, limitando a cadauno a sus asuntos y*
manteniéndolos incomunicados entre sí. En ser como
fponsabilizarán a los ministros de lo que hagan, les
r

un dios inescrutable e incomprensible para los minis- \


\ darán a todos los oficiales una ley que obedecer y tros. En no dejar huellas de uno mismo y ocultar las l
I Rondnán a los hombres en aquellos cargos y trabajos ideas propias. En no usar ni el poder dé que se dis-J
[que desempeñen con mayor eficacia. De un monarca
- que asi ponga ni la sabidurla que se tenga. En, sin desvelar -l
biqi_eta se diría que ha aplicado ef sisléiiil
lggal,,. _Y digo :' qué- eri'Virtüd -ile: este sistemá,' Ió§ intenciones, comprobar si las de los ministros coinci-
móiiáücas, silenciosos, estarían como sin estar; infi- den con las propias. En empuñar el cetro primero con
nitos, nadie sabría dónde están. Estarían arriba, sin cautela para, luego, aferrarlo. En eliminar acechan-
obrar, con los ministros abajo temblando de temor. zas y destruir conspiraciones ministeriales imposibi-
" He aquí, pues, cómo harían los monarcas si fuesen litando que un solo ministro codicie el poder.
inteligentes: harían que sus.hombres más sabios se Y -t-o.§p esfo h"a"'de hacerse con precauc-i§p*"¡efor-
entregasen a la reflexión, usarían sus*juicios y conse- zandóbláiaséntra<ü§"i;ríñ¿ipálé§;Hr#*"Éie"xy
¡ guirían así una sabiduría inagotablel inducirían a sus -c.gp.**ieJd.psg-p,ou.eautela,tapando6iénlascosas-'S
i hombres de más talento a ejercitar su genio, usarían surgirán traidores; c-qando digo tigres me estoy refi-
.:.*s:!.., ..ryiladi4y +hrqÁú,.it

i sus ideas y conseguirían así un talento inagotable, de riendo á-tó§ ministros regicidas, usurpadores de tro-
I suerte que cuando sus ministros acertasenierían ioa- nos que ganan por el terror el apoyo del pueblo y
cuando ügo traidores, a los ministros que urden regi-
idos los monarcas y, cuando errasen, culpados los
iministros..., y conseguirían así una buena fama tam- cidios, aprovechadores de su cercanía con los monar-
cas p¿lm espiar sus puntos flacos. Que los monarcas,
.!ién inagotable. De este modo, aunque los monarcas
no fueran rectos-podrían rggir hombres rectos y aun- en consecuencia, desintegren dichas camarillas, eli-
que no fueran sabios, dirigir hombres sabios. He minen a sus familiares, condenen las puertas de sus
casas y exterminen a sus cómplices, y así no habrá en
F
12 nAN FEI zI EL ARTE ot r¿ porlruc.t 13

el Estado un solo tigre. Y que comprueben si los trg§r.las tomarán gomp s-i,fueran la mitad de un 4¡1i¡ 1l

ministros cumplen su palabra, que examinen si se Ilñ;.:iistii§Jd"§I""e-§üliados.,los to¡"nanín ómo. si tueraf ' \\
ciñen a las leyes y que ejecuten a los que no, y así no ¡.átramlLq* y";ónúl"bar¿n iiamuas r.iiá¿.r-áo¿u- 'l .t\¡
habrá en el Estado un solo traidor. Tan grandes que j-gr."J--passto-.sc-.basarán para otorgar- los.pre. mios e |
serán inmensurables, tan profundos que serán inson- impp¿e¡ tqq castigos de la ley. Es decir, escuchaiáh I
dables: así se volverán los monarcas que sigan este las propuestas de cada ministro para, según ellas, i
método. encomendarles un trabajo u otro de cuyos resultados "l
les hanán responsables,'de suerte que premiariín a los
-Psr-939_cug¡-den-qgq--{gg.rrig-o--{ormas_le§-gfigaña¡L
sus*miñistros: cuando Iél tarlan iá nérdad-de las cosas ministros que hayan cumplido lo que propusieron y
¿ñjárid;iér ffi;e les engañan; cuando controlan las cuyos trabajos hayan dado buenos resultados para la
riquezas del Estado, les engañan; cuando emiten nación, y castiganin a aquellos que no hayan cumpli-
órdenes libremente,les engañan; cuando favorecen en do lo que propusieron y cuyos trabajos no hayan
secreto a algunos, les engañan y cuando apoyan cons- dado buenos resultados para la nación. De ahí se
piraciones, también les engañan. Porque, cuando los deduce que ningún monarca, si fuera inteligente, per-
ministros tapan la verdad de las cosas dejándoles mitiría a sus ministros hacer propuestas borrosas.
fuera, la autoridad de los monarcas pierde eficacia; Que, si bien los premios de los monarcas prudentes
cuando controlan las riquezas de los Estados, los han de bajar sobre el pueblo como cálida lluvia a
monarcas pierden el modo de mostrarse magniinimos; tiempo, sus castigos han de desplomarse como rayos
cuando emiten leyes arbitrariamente, los monarcas y truenos que ningún dios pudiese detener.
pierden el control de la nación; cuando favorecen en Así pues, ningúg mglarca inte_ligg¡¡te premiaría ni 1
secreto a algunos, los monarcas pierden su buena remitiría librem'ente, sino que se ceñiríá á lá léy. ¿:Por i ,
-1o
fama y, finalmente, cuando urden conspiraciones, los quárFrorqiiél- rü S inóñá;Cál"c óñc «tié"§e ri premi o s I u
monarcas pierden a sus colaboradores. Que solamente inmerecidos, los buenos ministros dejarían de traba- I

los monarcas tengan potestad sobre estai cinco cosas, jar afanosamente para conseguirlos y, si remitiesen -f
que sean inalcanzables para todos los demás. castigos libremente, los malos ministros verían que -i
Los monarcas han de estim.ar "la"guiett¡dJda-r€§or- es posible hacer el mal impunemente. Así que, quü-l
va ñiñó-átiáñb..Dé ahí que ñó-iteUan hacenlqss- ningún hombre que haya trabajado por el bien de la
'
por sl mlsmos srn o sólo saber si sus ministros son nación y merezca premio, aunque distante al monar- I
i

j0 r

1ómé§rlldfffiifr63 al hacerlas; de ahí que no deban ca y de condición plebeya, deje de ser premiado, y I
hacer planes ellos mismos sino sólo saber si foq Oye que ningún hombre de mal, aunque allegado al I
hacen.sus minishos serían provechosos o perjudicia- monarca y apreciado por é1, deje de ser castigado; y, ¿
les para la nación. Que no pregunten, pues sin pre- así, ni los distantes al monarca y de condición plebe-
guntar obtendr¡án buenas respuestas, y que no obren, ya dejarán de afanarse por la nación en sus trabajos
pues sin obrar obtendrán buenos resultados. -Así ni los allegados al monarca y apreciados por él se
i á.¡ir tra"er; esguchadas p19p*e.3hqlggg$:-
l* ensoberbecerán.
\,
r::-l --;-
.
'! l't

CAPÍTULO 7

LOS DOS PODERES

Dos poderes bastarían a los monarcas inteligentes


para controlar a sus ministros: el de castigarles y el
de recompensarles. ¿A qué nos referimos con c¿slí-
gar y recompensar? Por castigar nos referimos a dar
estema y muerte; por recompens¿u, a conceder hono-
res y riqueza. Usándolos bien, los ministros siempre
estarán temerosos de los castigos y ansiosos de las
recompensas.
Pero no son así las cosas hoy. Hoy, los monarcas
han perdido el control sobre los castigos y las recom-
pensas: movidos por venganzas o favores personales,
resulta que son los ministros qüenes persuaden a los
monarcas de que castiguen a aquél y recompensen a
éste. De que los monarcas castiguen y recompensen a
quienes digan los ministros se sigue esto: el pueblo
ya no tiene respeto a los monarcas sino a los minis-
tros, ya no obedece a aquéllos sino a éstos. He ahí lo
que sucede cuando los monarcas pierden el control
sobre las penas y las recompensas.

t25I
26 HAN FEI ZI EL ARTE DE tÁ poünc,t 27

Si los tigres cediesen a los perros sus garras y col- hechos concuerdan, es decir: de si los ministros cum-
millos, que es con lo que pueden vencerles, serían los plen lo que propusieron. Para ello, lo mejor es que
perros quienes vencerían sobre los tigres fácilmente; dejen a los ministros exponer sus propuestas y que,
igual ocurre con los monarcas: que si cediesen a sus después, les asignen las tareas que ellos misrnos pro-
ministros sus dos poderes, que es con lo que pueden pusieron, exigiéndoles rigurosamente su cumpli-
controlarles, serían los ministros quienes acabarian miento. Y que premien a quienes hayan cumplido lo
controlando a los monarcas. Ved, si no, a Tien Chang. prometido y castiguen a.quienes no, que premien a
Tien Chang, favoreciendo a otros ministros con la aquellos cuyas palabras ioncuerden con sui hechos y
cesión de emolumentos y títulos que su monarca, el castiguen a aquellos cuyas palabras no. Así pues,
duque Jian, le había otorgado, y favoreciendo tam- deberían castigar a todo ministro que hubiese hecho
bién al pueblo usando un almudelio mayor del debi- grandes promesas pero hubiese cosechado pequeños
do, se hizo con ese poder de dispensar favores que logros, mas no porque sus logros fueran pequeños,
pertenecía al monarca, quien, al cabo de cierto tiem- sino por no haber cumplido lo prometido; y deberían
po y como es sabido, fue asesinado. Y ved también a castigar igualmente a todo ministro que hubiese
Zi Han. Zi Han le dijo al monarca de Song: <<sea Su hecho una pequeña promesa pero cosechado un gran
Majestad quien conceda premios y favores, pues es logro, mas no porque les desagradase su gran logro,
lo que agrada al pueblo; pero permítame que sea yo sino por considerar más grave el haber faltado a la
quien le imponga en su lugar penas capitales y casti correlación entre promesas y logros, palabras y
gos, pues, de lo contrario, el pueblo le detestaría». El hechos, que el haber cosechado una gran victoria.
monarca de Song cedió su poder de castigar a Zi Unavez, el monarca Chao del Estado de Han, tras
Han, y fue asesinado al poco tiempo. En suma: en haberse embriagado, se quedó dormido; viendo el
cuanto los ministros se hicieron con uno de los dos almotacén de la corona que hacía frío, le tapó con
poderes (Tien Chang con el de recompensar y ZiHan una capa; cuando se despertó, preguntó agradecido a
con el de castigar), sus monarcas fueron asesinados. sus almotacenes: «¿quién me tapó ayer con esta
Pero es que aún mayor sería el peligro que correrí- capa?>» «El almotacén de la corona», respondieron. Y

an los monarcas de hoy si les concediesen poder a los el monarca castigó tanto al almotacén de la corona
ministros actuales, mayor que el que corrieron el como al almotacén de la capa: castigó al primero por
duque de Jian y el monarca de Song, porque el que incumplimiento de su deber y al segundo por sobre-
los monarcas cedieran a sus ministros los poderes de pasar los límites del suyo. No es que no le fastidiase
castigar y favorecer no sólo les llevaría a acabar el frío: es que consideró más grave el que un oficial
embaídos y asesinados, sin los dos poderes y contro- traspasara los límites de su deber entrometiéndose en
lados por sus propios ministros, sino que también lle- los de otro que el pasar un poco de frío.
varia a sus naciones a la perdición total. De ahí que todo monarca inteligente impediría que
Los monarcas que deseen librarse de este mal sus ministros sobrepasaran los límites de su deber
deberían cuidarse mucho de si las palabras y los para hacer méritos (condenando a muerte a todo el
28 HAN FEr zr
EL ARTE DE L¿ poLlnc,t 29

que así hiciera) y que prometieran cosas que no crrn- rado como se apoderó Zi del poder de su monarca,
plen (castigando sin falta a todo el que así hiciera). que acaM asesinado en las reweltas sociales en que
De este modo, logrando que los ministros no traspa- se sumió su Estado?, ¿y que fue aparentando quáer
sarur los límites de su deber y se ciñeran al cumpli- lo mismo que su monarcatomo Zhou yyi le róa.on
miento de sus propias promesas, evitarían también la el poder al suyo, c¡yo cadáver permaneció insepulto
fonnación de camarillas y que los ministros busquen tanto tiempo que los gusanos salían por las pui.tas
el provecho individual. de la cámara donde se hallaba?
En dos calamidades podrían caer los monarcas: Es obvio, pues, qué'dste tipo de calamidades no se
que, por haber mostrado preferencia por los hombres deben sino a que los monarcas dejan que sus subordi-
honrados, sus ministros finjan serlo y, ganada su con- nados conozcan sus deseos. y es qué los monarcas
fratza,les traicionen; y que, por promover arbitraria- no han.de olvidar que sus ministros-no les sirven por
mente a los hombres, desconozcai su verdadera amor sino por interés material y que, por tanto, ion
valla. Si así hicieran, los ministros fingirían la honra- capaces de hacerse con sus prerrogativas y derechos
dez que saben que sus monareas quieren, ocultríndo- en cuanto vean la ocasión, es decir: en cuanto descu-
les cómo son en verdad y, en consecuencia, impi- bran cuáles son sus sentimientos y sus planes, tal
diéndoles distinguir a los buenos ministros de los como les ocurrió a los mencionadoi monárcas de Zi
malos. Ve{ si no, al monarca de Yue: porque aprecia- y de Zhou. De ahí que diga: «ni lo que denigran ni lo
ba el valor en los hombres todos sus súbditos se reían que aprecian, y sabrán cómo son ius ministros en
de la muerte; y al monarca de Chu: porque le gusta- verdad».1 sabiéndolo, nunca senin embaídos.
ban las mujeres delgadas en su Estado abundaron las
anémicas; y al de Huan: porque le placían sus concu-
binas pero era celoso, su subordinado Shu se hizo
castrar para poder estar al cargo de su harén sin darle
celos, y porque le atraían los sabores nuevos su
subordinado Yi hizo cocinar para él la cabeza de su
propio hrjo; y al monarca de Yan: porque veneraba a
los hombres virtuosos su subordinado Zi le mostró
que nunca aceptaría el trono que le ofrecla. Es decin
si los monarcas mostrasen lo que aborrecen, sus
ministros sabrían qué tipo de cosas habrían de ocul-
tarles y, si mostrasen lo que aprecian, sus ministros
sabrían qué cualidades habrían de fingir ante ellos. Si
llegasen a conocer los deseos de sus monarcas, los
ministros sabrían qué postura les convendría más
adoptar. ¿O es que no veis que fue fingiéndose hon-
44 HAN FEI ZI

Ved, por un lado, que, tan pronto como se abando-


nó en Chu la política del consejero Wu Qi, brotaron
revueltas populares y sufrió invasiones; por otro, que,
tan pronto como se aplicó en el de Qin la política de
Shang, floreció agrícolamente y se fortaleció militar-
mente. Entonces, si tanto Wu Qi como Shang defen-
dían pollticas apropiadas, ¿por qué el uno fue des-
,, :.,
cuartizado por su propio pueblo miembro a miembro
y el otro descuartizado por dos carros? Porque los CAPÍTULO 16
grandes ministros detestaban sus leyes y el pueblo
odiaba su gobierno y su orden. Pues bien, los minis-
TRES PRINCIPIOS
tros y los pueblos de la actualidad son ministros con
muchas más ansias de poder y pueblos mucho más
dados a los desórdenes que aquéllos. En una socie-
Hay tres principios que todo monarca debe obser-
dad tal, ¿quién estaría dispuesto a correr la suerte de
var, pues traerán seguridad a su nación y dignidad a
Wu Qi y Shang a cambio de exponer sus ldeas de la
su figura si los observa por completo, pero también
ley y la teoría del uso ante monarcas que no admiten peiigro a su nación y a su propia vida si no. ¿Curáles
consejos apropiados? Naüe. Por eso estiá el Imperio
son estos tres principios? Primero: nunca compartir
sumido hoy en el desorden y sin un buen dictador.
con esos aduladores y otros allegados de su plena
confianza la información que algunos veraces y hon-
rados ministros le den acerca de los fracasos, los
errores políticos y las trazas ocultas de grandes
ministros; porque, si supieran que la información que
dan podría llegar a oídos de.lo^s allegados a los
monarcas, no se arriesganan a informar más que de
aquello que supiesen que no iba a enfadar a dichos
allegados, pues en sus manos esüá el lograrles audien-
cia con los monarcas. ¿Y qué resultaría de todo ello?
Que los monarcas quedarían aislados de sus minis-
tros fieles y de buena fe.
Segundo: los monarcas siempre han de premiar o
castigar cuando piensen que deben hacerlo, sin nece-

[45]
46 HAN FEI zt EL ARTE »c t,t poilnc.t 47

t sidad de esperar a que dichos allegados exalten a bién los subsecretarios y escasos, en definitiva, los
l
quien pensaban premiar o acusen a quien pensaban auténticos servidores del monarca? A esta situación
t.i castigar; de lo contrario, estarían concediendo denla- de un Estado cuyos ministros son corruptos, maqui-
\,',i
siado poder a las decisiones de sus allegados y, por nadores y no buscan el bien de la nación sino el suyo
consiguiente, perdiendo el suyo. propio denomino de usurpación pública.
Tercero: nunca han de permitir, llevados por detes- La usurpación por lo político se da cuando son
tar los trabajos del gobierno, que esos radios de una ciertos ministros, que alardean ante todos de ser los
rueda que son los ministros se conviertan en el eje favoritos del monarca;,{uienes dominan la nación,
del carro, nunca han de permitir que e§a autoridad controlan la política interior aliándose secretamente
I
absoluta suya sobre la vida y la muerte de sus súbdi- con mandatarios extranjeros y exageran lo bueno o lo
tos, sobre si premiarles o castigarles, sobre si darles o malo según se acomode a lo que el monarca quiere o
quitarles, acábe en manos de sus ministros, pues les aborrece, con lo que logran que el engañado monar-
ciusaría gran perjuicio. Éstos son los tres principios ca, escuchadas sus propuestas, las apoye y financie
que han cumplir punlualmente; no hacerlo, no les aun acabando en menoscabo de su propia posición y
augura otra cosa que peligro de usurpación y muerte. en perjuicio de su propia nación; son ministros que,
- Huy tres tipos de usurpación: pública, de lo políti- de ese modo, consiguen que la culpa de los errores
co y áe la ley. La usurpación pública y manifiesta se del gobierno recaiga sobre los monarcas y que los
da cuando hay ministros que llegan a hacerse con un aciertos sean atribuidos a ellos mismos. Pues bien, es
poder tal que pueden controlar la nación desde fuera a esta situación en la que no es el monarca sino tales
del Gobierno, sobornar a otros ministros y hacerse ministros quienes consiguen tanto el apoyo unánime
indispensables para la resolución de cualquier asun- de muchos políticos como el firme crédito del pueblo
to, tanto intragubeinamental como extragubernamen- ante cualquiera que los acusase, a la que denomino
tal, de modo que nadie en el Gobierno, aunque estu- usurpaciónpor medios políticos.
viese forrnado por hombres honrados y rectos, se Finalmente, la usurpación por la ley se da cuando
enfrentaría a ellos, porque siempre perdería, sino que ni las cárieles ni la ley ni la dictaminación de penas
muchos les apoyarían, porque siempre ganarían; en están controladas por el monarca sino por los gran-
consecuencia, ninguno de los ministros honrados y des ministros. ---t
fieles a sus monarcas, e intranquilos por su país, se Si un monarca no observa exhaustivamente aque- I

atrevería a rebelarse y a luchar por el bien de su l+


i
llos tres principios citados al comienzo, perderá sus
nación. Y cualquier nación donde el monarca no poderes de estas tres formas; mas, si los respeta t \,r

pueda decidir libremente y sus grandes ministros no exhaustivamente, los conservará. Y solamente si los I
t
ie atrevan a serle fieles está llamada a la destrucción' conserva llegará a ser Emperador.
_)
I

De hecho, de una nación tal digo que carece de


auténticos ministros; y, si una nación carece de
auténticos ministros, ¿cómo no iban a ser pocos tam-
tit¡i. rlii:f'f üli
[;l:'lrr;t*a!
- il --'-.. -r

CAPÍTULO 48

LOS OCHO PRINCIPIOS

I. LAS TENDENCIAS DE LOS HOMBRES


I
I

Se ha de gobernar conforme a las tendencias de i


I

los hornbres. ¿Cuáles son? Buscar y evitar, querer y


I

aborrecer. De ahí que el sistema legal de premiar con t,


ia
lo que quieren y castigar con lo que aborrecen sea un i
I
conveniente fundamento de la ley; y, habiendo ley, el l
{,

gobierno será perfecto.


Para que los mandatos de los monarcas sean cum-
plidos y acatadas sus prohibiciones, han de tener
poder y autoridad: pqdg¡-gbsoluto para emitir y no
emitir penas de muerte yáüió?ítlád para someter al
pueblo. ¿Y qué han de hacer para no desacreditar tal
poder y para no perder tal autoridad? Primero: nunca
han de instaurar ni abolir leyes, según las que se
decida si premiar o castigar, arbitrariamente, sino que
han de seguir un solo criterio füo y claro; segundo:
nunca han de permitir que sus ministros castiguen ni
premien a nadie, o su autoridad quedaría dispersada.

tl r7l
I l8 HAN FEr zr ETARTE ot nq poilruc,q I 19

Por ello, si los monarcas tuvieran claras las ideas, sigan un método tal que los premios dados y los cas- t
I

escucharían las propuestas de sus ministros libres de tigos infligidos estén siempre bajo su solo control, y l"t
!
preferencias personales y, después, trazarian planes su gobierno será perfecto.
de gobierno libres de sus propios gustos. Verificarían
exhaustivamente si lo que dicen sus ministros es ver-
dad o mentira, porque podrían ser engañados por los 2. EL MONARCA PERFECTO
malos ministros y, consiguientemente, perder parte
de su poder. Actuarían ante sus ministros mostrando Siendo mayor la fuetüáie -uchos que la de uno I vú,n, ,, ou
/l,' *it' ," , .-,
suma cautela y sabiduría porque, de lo contrario, su y
solo excediendo la sabiduría de todos la de uno, ' ," tr§,& l
Plft'
autoridad podría verse amenazada. Serían justos resultaría mejor a los monarcas usar toda una nación , -n,
*r'b ll
como el Cielo al premiar y castigar, misteriosos
i

en lugar de usar un hombre solo, pues así aventaja- 4¡¿t


'u
como fantasmas al aplicar la teoría del uso, pues así rían en fuerza a todo un pueblo y en sabiduría a ;

se volverían tan incensurables como el Cielo y tan todos. Mejor sería esto que dejarlo todo a cargo de un
indemnes como fantasmas. Ejercerían su autoridad solo hombre, que no cosecharía sino fatigas y res-
con rigor, y así nadie, ni siquiera sus ministros con- ponsabilidades: las fatigas de los trabajos logrados y
trarios, osaría oponérseles; y se ceñirían a la ley fija- las responsabilidades de los intentos fracasados. A la
dapara jtzgar a los hombres, y así nadie los reproba- lluz de lo dicho se distingue tres tipos de monarcas:
ría. Premiarian a los honrados y castigarían a los los que gobiernan usando solamente sus dotes indivi-
ímprobos, pues es el mejor método para incitar al duales o monarcas inferiores; los que gobiernan
bien, no siendo el de premiar a los ímprobos y casti- usando la fuerza de los demás o mon¿lrcas medianos,
gar a los honrados sino una incitación al mal; es y los que gobiernan usando la sabiduría de los otros o
decir, premiarían a quienes obrasen como ellos quie- monarcas superiores.
ren que se obre y castigarían a quienes no obrasen De ahí se deduce que, antes de tomar una resolu-
como ellos quieren que se obre. Y cuando premiasen, ción, los monarcas deberían concentrar primero en sí
lo harían generosamente, para que el pueblo viese la sabiduría de los otros: que escuchen primero las
que en verdad tiene bienes que obtener; y, cuando soluciones de sus consejeros uno a uno y, después,
alabasen, lo harían grandemente, para que el pueblo dejen que las discutan en asamblea. Conviene que
viese que en verdad hay honra por recibir; y, cuando primero les escuchen uno a uno porque, así, se evita
castigasen, lo harían severamente, para que el pueblo que los últimos consejeros en hablar en la asamblea
se sintiese atemorizado y, cuando reprendiesen, lo puedan desechar sus soluciones para adoptar las
harían rigurosamente, para que el pueblo se sintiese acaso mejores de sus precedentes y, en consecuencia,
{ afrentado. En suma, establecerían una sola e invaria- se consigue que los monarcas sepan qué ministros
I ble ley y prohibirían a sus ministros aplicar los casti- son en verdad inteligentes y qué ministros, necios. Y
\,j-t gos de dicha ley libremente; de lo contrario, el siste- conviene también que las escuchen en asamblea por-
I ma legal de premios y castigos se derrumbaría. Que que así, con todos discutiendo todas las soluciones,
i

i
120 HAN FEr zt EL ARTE or L.¿ poünc,e l2l
pueden escuchar muchos puntos de vista y decidir centrar en sí toda lafuetza y toda la sabiduría de sus
más facilmente qué resolución tomar.
En todo caso, y para eludir que algunos ministros
subordinados se libran de ser usados por ellos. Y en
eso estriba ser un monarca perfecto.
/t
t
les engañen, han de ser los monarcas mismos quie-
nes, tras haber elegido una y tomándole la palabra al
ministro proponente, le obliguen implacablemente a 3. EL ORIGEN DEL DESORDEN
cumplirla (de ahí que deban hacer apuntar y conser-
var lo dicho por los ministros). Y, después, han de Para llegar a ser Ealperador, todo monarca ha de
examinar si la propuesta aceptada dio los resultados tener presente que los privilegios de ser monarca y
prometidos, por un lado, y si los esfuerzos de quienes los de ser ministro son diferentes. Creer que coinci-
ejecutaron fisicamente la solución adoptada fueron den sería una debilidad que aprovecharían sus minis-
eficientes de verdad o no, por otro, y otorgar premios tros para compelerle. Que nunca les permitan, pues,
e imponer castigos en consecuencia y a quien corres- premiar y castigar, o sus malos minisfios bien podrían
ponda. De este modo, si se ha logrado el trabajo, el asesinarle. Un monarca inteligente nunca se engaña-
monarca se cubrirá de honra; si todo queda en un ría en esto y comprendería claramente cuáles son sus
intento fracasado, las culpas recaerán sobre sus poderes y hasta dónde llegan los de sus ministros,
ministros. qué podría perjudicarle y qué no.
Que los monarcas, pues, nunca se ocupen ellos El origen del desorden en las naciones es séxtuple:
mismos de ejecutar nada, ni los asuntos más simples; las madres de los monarcas; sus mujeres; sus hijos;
y, si ni siquiera habrían de ocuparse de minucias sus hermanos; sus grandes ministros y esos (ryenera- I
I
como comprobar la autenticidad de las credenciales bles» hombres que, con dilatada fama de honrados, el
I
de bambú de sus generales, ¡cuánto menos de los pueblo considera Grandes.
asuntos que requieran esfuerzos fisicos! Y, si tampo- Pero, son controlables: para mitigar la posible
co habrían de ocuparse de asuntos que requieran influencia de sus madres en sus decisiones, basta gon
esfuerzos mentales, ¡cuánto menos de aquellos de que decidan qué personas ocuparán qué cargos sólo
dificil juicio y resolución! Que se ocupen, sin embar= según sus méritos por el bien de la nación, y nunca
go, en usar a los ministros cuyas sugerencias no sean par lo que ellas recomienden; paru que no haya dis-
t como las de los otros y en descargar su cólera impla-
cable sobre aquellos cuyas sugerencias copien las de
putas entre sus concubinas y sus esposas en cuanto a
la posición de cada una, basta con aplicar unos ritos
1- Ílos otros. Y que se ocupen también en usarlos de una claros con que dirimir; para evitar las luchas de suce-
tmanera misteriosa e incomprensible, como un semi- sión y poder entre los hijos de sus concubinas y los
jdiós, pues sólo siéndoles misteriosos e incomprensi- de sus esposas, basta con que confieran su autoridad
lbles estarán en posición de obtener y usar para sí a uno solo; para evitar que sus hermanos se hagan
itoda la fuerza y toda la sabiduría de sus subórdina- con derechos propios del monarca, basta con que
:dos. Y es que sólo aquellos monarcas que logran con- establezcan firmemente cuál es su autoridad y cuáles
122 HAN FEr zr EL ARTE DE t,E POilTIC,I I23

sus poderes; para precaverse de ser embaídos por sus monarca hubiera de castigar a ambos, pues cargos y
ministros más poderososo basta con que impidan que pagas han de concederse sólo a quien por sus buenas
tengan excesivo mando sobre otros ministros meno-" obras por la nación lo merezca, y así no habría minis-
res o sobre el pueblo, y, finalmente, para que esos tro ni funcionario que osase violar las normas y bus-
hombres «venerables», con dilatada fama de «honra- car los favores de los allegados a los monarcas). De
dos» pero que en realidad defienden ideas contrarias este modo, impidiendo tanto el apoyo de las poten-
a la ley no osen ir contra ella, basta con exigirles cias extranjeras como la,,ayuda de los allegados, se
también a ellos que cumplan con el sistema de pre- impide el paso a este tipó de malos ministros.
mios y castigos, que no hagan lo que éste proñíba De ahí que lo sensato sea que los monarcas vayan
hacer y que hagan lo que éste estatuya. promoviendo a sus funcionarios paulatinamente hasta
Hay dos cosas, que podemos calificar de exterior hacerlos llegar a cargos importantes y, una uez ahí,
la una y de interior la otra; que los grandes ministros los conffolen según lqs_tr$ métadgs siguientes; el de
pueden usar en beneficio personal y, por tanto; en loqtúlg$91-dcts-pre_mi-osy-.eldp.lasinve-gligeicio-
perjuicio de los monarcas: los mandatarios extranje-
-nei. El-método de los rehenes consiste en mantener a
ros y los allegados a los monaroasrs. Conocedores los lós familiares de dichos ministros en una condición I
malos ministros de que los monarcas tienden a com- extremadamente regalada pero bajo secreto arresto N

placer a aquellos mandatarios extranjeros a los que


a.

domiciliario, de manera que puedan ser utilizados


temen, y de que creen ciegamente a sus adorados
\,:":

como rehenes cuando haga falta; el de los premios


allegados, de ambas cosas se aprovechan para violar estriba en otorgar sin falta a dichos funcionarios gene- I
la ley en beneficio personal, ¿Cómo? Confabulándo- "i!
rosas pagas y elevados puestos, según las cantidades y
se subrepticiamente cori mandatarios extranjeros (de grados que estén estipulados y, finalmente, el de las
ahí que los monarcas debieran investigar a sus fun- investigaciones se funda, en que los monarcas verifi-
cionarios y castigar a aquellos cuya relación con quen si los ministros hacen lo que dijeron que harían
mandatarios extranjeros fuera estrecha y estuvieran y en exigirles rigurosamente que así lo cumplan" Son
siendo pagados por ellos, y así no habría ministro ni tres métodos de control eficaces porque tener de rehe-
funcionario que osase apoyar a potencias extranjeras nes a los, familiares de cualquier hombre honrado
en contra de su nación) y logrando los favores de los basta para que obedezca, y conceder grandes regalos
allegados a los monarcas (de ahí que si algún allega- a cualqüer hombre materialista basta para que deten-
do les pidiese un cargo o más paga para otro, el ga sus maquinaciones, e investigar a cualquier hom-
bre malo basta para descubrir sus ardides. En suma,
que los monarcas no sean tolerantes con los hombres
t8 Por allegados ha de entenderse
aquí personas de trato intimo
malos o éstos se harán con su poder; que corten lo
y cercanas a los monarcas, lo que abarca tanto sus almotacenes malo de raí2, antes de que ctezca, y que no duden un i
!
como sus secretarios, tanto sus concubinas y esposa como minis- punto en emitir penas de muerte, rsiempre que los I

tros de especial confianza. delitos las merezcan.Y, en el caso de hombres cuya l


r
124 HAN FEr zr EL ARrE nt t¿ poLlruc.t 125

existencia les fuera perjudicial mas cuya pena de porque, viendo aquéllos, gentes irreflexivas, que Ia
muerte humillaría la buena reputación del monarca cólera de los monarcas debería caer sobre ellos mas
que la impusiese, c-o_nviene que apliquen lo que podría no cae, podrían aprovecharse de ello y levantarse en
I lamarse wa e I im i n a c lé n ii C íl ó §a dd1 su contra. La cluarta, a la que podría calificarse de
!!""ffi td; es:ffiCtr,
iffiftiséñvéirenen o que los destinen allí donde vayan <qtg!ro&-gt!-oheg!e, consiste en que los monarcas
a ser muertos por cualquier otro enemigo. tengan simultáneamdnte dos grandes ministros de
Embaír a los monarcas consiste en trazar estrata- semejante autoridad y,poder; es peligrosa porque
gemas, y trazar estratagemas no es sino cambiar. podrían confabularsé'I asesinarlo. Y la quinta, a la
Pero tanto las estratagemas como los cambios de los que puede calificarse de¡lesprestigio, consiste en que
malos ministros son evitables: si los ministros ven los monarcas, por actuar-ctescuitHañénte, dejen de
que los monarcas premian a quienes sirven bien a la ser misteriosos e imprevisibles; es peligrosa porque
nación y castigan a quienes delinquen, no osarán alguna de sus mujeles podría aprovecharse de ello
delinquir, y si ven que los monarcas nunca desvelan para envenenarles. Estas son las cinco calamidades
sus juicios sobre lo que les gusta y disgusta y siem- que pueden traer consigo la muerte de los monarcas.
pre callan para sí lo que cada ministro les transmite, Así pues, sólo siendo los propios monarcas (y no
no se atreverán a cambiar de opinión sólo para que los mandatarios extranjeros) quienes diputen a sus
coincidan con las que, ya desveladas, sabrían que oficiales se librarán sus naciones de revueltas y
satisfarían a los monarcas, sino que dirían las que en desórdenes. De ahí se deduce que los monarcas, si
verdad favorecieran a éstos. fuesen precavidos, se cuidarían no sólo de tener unos
I Hay cinco calamidades que pueden traer la muerte buenos oficiales y una buena política interna sino
! a ló6ñó¡iarcas qtie las desóonózcan. La primera, ala
'"qué
también de beneficiarse de las potencias extranjeras,
i püeifé califi carse de yiajq de desvéntura, consiste pues así no sólo estabilizarían sus naciones sino que
I en que sus familiares más importdntes y los hombres también desestabilizarían las naciones enemigas. En
I mejor dotados de su nación emigren a tierras enemi- suma: lo que desestabiliza a las naciones es que los
1i gu.; es peligrosa porque esta huida fortalece a sus ministros que hayan sido aborrecidos por sus monar-
enemigos. La segunda, ala que puede calificarse de cas bpsquen el apoyo de potencias extranjeras, lo
i i mprpp ip c eyg.qpjq . c p u .dsline.q1:qnÍgs_, consiste en que cual es tan peligroso para éstos como un mareo, y
;. el monarca mantenga una reláóión indebidameñte que sus favoritos puedan hacerles cuanto daño quie-
ir estrecha con hombres que hayan sido castigados por ran, lo cual es tan peligroso como el veneno.
r' él; es peligrosa porque el odio y la vergüenza que
r'"' ij te. La tercera, a la que puede calificarse de
llena el corazón de dichos hombres estalla fácilmen-
4. LA INVESTIGACIÓN DE LOS MINISTROS
confusión, consiste en que los monarcas hayan de
ééüftai"§ü'ird'interior y en que, conocidos los delitos Así se ha de investigar a los ministros: consiguien-
de sus ministros, deban sujetar su cólera; es peligrosa do información de todo tipo acerca de ellos, o nr¡nca
126 HAN FEr zt
EL ARTE DE L,t poLlnc,c 127

llegaran a saber cómo son y qué hacen en verdad, y


En suma, los monarcas sabrán si sus ministros les
ponderando cada hecho turbio, o nunca descubrirán
son honrados o no al escrutar lo que dicen y propo-
qué ministro es responsable de qué infracción. Es
nen, y sabrán lo que en verdad hacen al analizar
decir, que los monarcas deberían diseccionar todo lo
información de todo tipo acerca de ellos; y así,
que hacen y dicen sus ministros y reprender rigurosa-
sabiendo tanto sobre los ministros, podrán detectar
mente a los hallados oulpables do infiacciones. ¿Qué
fácilmente cualquier conducta irregular suya.
les podría ocurrir de no seguir este rnétodo? Por un
Los rnonarcas han, $e'aplicar un método tal que
lado, e,l'ver sus obras y palabras libres de disección
mantenga a sus ministros cercanos limitados exclusi-
llevaria a los malos rninistros a perderles al punto
vamente a lo propio del cargo de cada uno y han de
todo respeto; por otro, el ver sus faltas libres :de
controlar a sus ministros lejanos'emitiendo ince-
reprensión y castigo les movería a maquinar en su
santemente unas prohibiciones tales que los manten-
contra sin temor. Siguiendo este sistema de disección
gan aternorizados. Han de conocer bien a sus minis-
meticulosa de 1o que dicen y hacen sus ministros, sin
tros: su pasado, para lo cual han de listar minuciosa-
embargo, los monarcas obtendrían pruebas manifies.
mente todas sus obras pretéritas; sus pensamientos,
tas de si cumplen, y cómo de bien, su deber de servir
para lo cual han de mantenerlos cerca de sí, y sus
a la nación. Y en cuanto a la reprensión de los culpa-
procederes, para lo cual han de encargarles trabajos
bles, conviene anotar que los rnonarcas que tengan
diversos no tan cerca de sí; y, si algo les quedara aún
intención de llevarla a cabo deberían mantenerla
oscuro sobre ellos, habrán de deducirlo de lo que ya
secreta hasta el momento misrno de ejecutarla.
tengan por claro.
De ahí se deduce que si, al observar lo que hacen y
Deberían los monarcas actuar siempre arteramente
escuchar lo que dicen y proponen, descubriesen los
para que nunca les perdieran los ministros el respeto.
monarcas indicios de que sus ministros andan en
Deberían despejar sus dudas sobre cualquier asunto
maquinaciones, correspondería que premiasen a los
diciéndoles lo contrario de lo que pensaran al respec-
que no hayan tomado parte en la maquinación y que
to y utilizar métodos igualmente inversos e incom-
castigasen con igual rigor tanto a los malos maquina-
prensibles para saber si están maquinando en su con-'
dores como al resto de los ministros que, conocién-
tra. Deberían sujetar la prepotencia de,sus grandes
dola, no la hubiesen delatado.
ministros por medio de consejeros informadores.
Para no caer en las engañosas propuestas de los
Deberían rectificar a sus malos ministros recriminán-
maquinadores, deberían considerar en ellas estos
doles por sus malas obras y vigilando si se corrigen
cuatro aspectos antes de aceptarlas: si convienen o no
después. Deberían evitar toda posible infracción de la
desde un punto de vista territorial; si se oponen o no
ley por parte de srrs ministros explicáttdosela muy
al Cielo y si son factibles dada la situación material,
claramente de antemano. Para saber qué ministros les
por un lado, y humana, por otro, de la nación. Y,
son lisonjeros y qué ministros, sinceros, deberían tra-
viendo si concuerdan o no los cuatro resultados,
tarles sin altivez. Deberían averiguar totalmente
sabrían si las propuestas eran buenas o malas.
aquellas cosas semiocultas que pudiesen perjudicar-
128 HAN FEr zr EL ARTE ot t,t poürtc,q 129

les divulgando lo que ya sepan sobre ellas. eue 5. ELPODERDOBLE


desurdan confabulaciones malquistando a los corüa-
bulados. Para descubrir la verdad sobre cualquier Lo que más estimarían los monarcas, si fueran
caso, que atemoricen al pueblo. Que frustren cual- inteligentes, sería el conducirse en todo con extrema-
quier mal propósito manifestando adrede indicios de da cautela. Se cuidarían mucho de ser reservados con
cómo piensan malograrlo. Que examinen todo asunto sus sentimientos de predilección y aborrecimiento
oscuro y sospechoso hasta bien esclarecer su reali- hacia otros, porque si sus ¡ninistros notasen por quién
dad. Al reprobar a un ministro, que enumeren prime- sienten predilección o aborrecimiento, serían ellos
ro sus faltas y digan después su defecto fundamental. quienes dispensarían favores al predilecto o impon-
Que borren toda prepotencia en sus ministros casti- drían castigos al aborrecido, arrogándose, en cual-
gándoles por sus faltas. Que comprueben si sus quier caso, bien la magnanimidad bien la autoridad
ministros cercanos y sus oficiales lejanos les son que no les corresponde. De ahí que los monarcas, si
leales' por medio de espias. Que disgreguen las fueran inteligentes, se expresarían con una cautela
maquinaciones de sus ministros destituyéndóles pro- tan extremada que nada desvelarían ni mostrarían
gresivamente. acerca de sí.
Y que instauren un sistema de información, que Hay dos modos de descubrir las maquinaciones:
considero sensato, según el cual se pongan de acu-er- uno descendente y otro ascendente. El primero con-
do con los ministros para que les lnformen de sus siste en hacer que un hombre investigue a diez que
superiores; con los grandes ministros para que les estén por debajo de él; el segundo, en hacer que diez
informen del primer ministro; con los §ubmiñistros hombres investiguen a uno que esté por encima de
para que les informen de los grandes ministros; con ellos. Los monarcas precavidos usarían ambos y, así,
los soldados para que les informen de los cuadros; ninguna maquinación se les escaparía. Conseguirían
con las embajadas para que les informen de los también que las cuatro divisiones políticas de la
embajadores; con los funcionarios para que les nación (es decir, las de casas agrupadas en unidades
informen de los gobernadores; con loi subs-ecreta- de cinco, las agrupadas en unidades de veinte, las
rios para que les informen de los secretarios perso- cornarcas y las provincias) fuesen como cuatro veci-
nales de los monarcas y, finalmente, con las sirvien- nos que se vigilan mutuamente, vecinos a los que
tas de palacio para que les informen de sus primeras premiarían cuando delatasen a otros vecinos culpa-
mujeres y concubinas. Y que nunca divulguen ni bles y a los que castigarían cuando no. Con las dela-
cómo ni por quién fueron informados, ni qué medi- ciones yendo tanto de arriba a abajo corno de abajo a
das se dispusieran a adoptar en cada caso, o inefecti- arriba, los monarcas lograrían también que los de
va sería la teoría del uso. arriba temiesen a los de abajo y que los de abajo
temiesen a los de arriba y que, en consecuencia,
todos vigilasen mutuamente quién trabaja por el bien
común y quién no, nadie osando infringir la ley.
130 HAN FEt zt EL ARnE oe L,q poünct l3l

Dado que lo connatural a los hombres del pueblo He aquí cómo proceden los monarcas que saben
es anhelar tanto numerosos bienes como buena fama, gobernar: primero, escuchan las propuestas de sus
serán los monarcas que satisfagan en esto a sus pue- ministros; segundo, analizan su utilidad; tercero,
blos los que pasen a la posteridad como buenos comprueban qué resultados han dado y, cuarto, con-
monarcas. Para lograrlo bastaría con que agregaran ceden premios a los ministros cuyas propuestas los
una cosa a la propia buena fama de monarcas sabios hubieran dado buenos e impondrían castigos a aque-
y honrados: el poder, doble, de premiar y castigar. llos cuyas propuestas no; y así, siguiendo este méto-
Así lo lograrían. do, no quedaría en sus cüftes un solo elocuente inútil.
Que los monarcas, pues, destituyan a todo oficial
cuya inteligencia sea insuficiente; que, ante exagera-
6, INVESTIGAR LO ESCUCHADO dores y prometedores de grandes cosas, investiguen
por qué hablan así y, si descubriesen que malos
Que los monarcas analicen bien cuanto propongan designios los mueven, los reprendan rigurosamente;
sus ministros, o nunca podrán hacerles responsables que consideren delincuentes, y como tales traten, a
de sus palabras, y que examinen la verdadera utilidad cualquier ministro cuyas palabras no se correspondan
de sus propuestas, o acabarán embaídos por ellos. Tal con sus obras, pues engañdfi, y, finalmente, que
embaimiento se debe a que la verosimilitud de un siempre comprueben si sus ministros dicen la verdad
discurso viene de dos cosas: de que muchos lo repi- y examinen siempre si los resultados de sus propues-
tan, de modo que palmarias falsedades, repetidas por tas han sido buenos, y ninguna noticia de maquina-
diez hombres, comienzan a parecer verdad y, repeti- ciones llegará más a sus oídos.
das por mil, se tornan cosas de cuya verdad o false- En suma, al escuchar las propuestas de sr¡s minis-
dad no se está ya seguro; y d_e Cue se diga con elo- tros, los monarcas han de mirar dos cosas: si hay
cuencia, pues creemos lo dicho con alta elocuencia alguna que sea parte de alguna confabulación trama-
pero descreemos de lo dicho con palabra torpe. Es da en su contra, y qué propuesta es la mejor; para
por ello por lo que los ministros que quieren engañar saber lo primero, que les obliguen a decir la verdad;
a sus monarcas procuran la ayuda de los muchos y para saber lo segundo, que les hagan discutir extendi-
de la elocuencia en el hablar, de suerte que lo dicho damente todas sus propuestas. Que los monarcas se
les sirve para ocultar que sus propuestas son tan per- cuiden de saber ambas cosas, o los traidores se apro-
judiciales para la nación como beneficiosas para vecharán de su ignorancia.
ellos. Si un monarca descubriera que así es como le De esto se deduce que los monarcas, si fueran
presentan proposiciones sus ministros, que les inteligentes, examinarían la falsedad o verdad tanto
reprenda al instante descargando gran ira sobre ellos de las propuestas que les entusiasmasen como de
(lo contrario, es decir, esperar a conocer los resulta- aquellas que les irritasen, decidiéndose sólo urna yez
dos de sus investigaciones, sería como hacerles un templado su ánimo, que es cuando mejor se distingue
gran favor). si eran buenas o malas, en beneficio de la nación o
132 HAN FEr zr EL,IRTE oE L,t poünct 133

en provecho personal del proponente. permitirían una poder, y que los ministros tengan poder es el origen
sola y clara propuesta por ministro o, de lo contrario, de la perdición.
cada uno haría varias y vagas y, con artificios, todos De ahí se deduce que los monarcas, si tuviesen
lograrían que fuesen los monarcas quienes acabasen claras las ideas, darían cargos sólo a quienes estuvie-
proponiendo y adoptando una, rehuyendo de este sen en verdad capacitados para ellos, honrarían sólo
modo la responsabilidad de sus palabras y los corres- a quienes hubiesen cumplido con su deber y premia-
pondientes posibles castigos. Así pues, que no se les rían sólo a quienes hubiesen servido a la nación. Por
permita expresar una opinión acerca de un asunto y eso, si recibiesen unaprtlpuesta de promocionar a
después añadir otra distinta, afirmando que es tan hombres de dichas características, favorecerían satis-
buena como la anterior, sino que meramente miren fechos tanto a los grandes ministros proponentes
si sus propuestas dan los resultados prometidos y como a los propuestos; mas, si no fuese así y los pro-
su_s palabras concuerdan con sus hecños, y que en puestos no tuviesen tales características, escarmenta-
ello se basen parajuzgar si lo escuchado eran enga- rían encolerizados tanto a los proponentes como a los
ños o verdades. propuestos y así, en adelante, ningún ministro se
. En suma, si los monarcas fueran inteligentes
impedirían ggg*§^us ministros se expresasen varia y
atrevería a proponer a sus amigos, sino sólo a aque-
llos que estuvieran en verdad capacitados para los
vagamente-a_ certglde un asunto, consintiendo una cargos, aunque fuesen enemigos personales suyos.
sola idea por péi§ona; les exigirían que se ciñeran a En cuanto a los subordinados, si por un lado los
las leyes al obrar y les irnpondrían qué sus propuestas monarcas habrían de conferirles autoridad suficiente
dieran los resultados prometidos, y así ningün mal para que pudieran hacer cumplir la ley y, así, todo
ministro sería capaz de lograr sus malos propósitos. estuviera en orden, y también paga suficiente para
que no abusaran de su cargo y, así, aunque bajo duras
condiciones de trabajo, no aumentasen los impuestos
7. EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY y al pueblo le resultasen intolerables, por otro habrí-
an de impedir dos cosas: que dicha autoridad fuera
Si los oficiales llegan a ser poderosos es porque no excesiva, restringiéndosela a la que da el rango, y
-
lay un sistema legal en uso; si lo hubiera,-perb ine- que usasen sus cargos en beneficio privado, limitán-
fectivo, sería por la ineptitud de los monarcas; y, si doselo a lo que da la paga. Haciendo así conseguirían
los monarcas fuesen ineptos y en sus Estadoj no que las ventajas de ser ministros les viniesen de su
hubiese un sistema legal en uso, nada controlaría a rango y su paga exclusivamente, y de ninguna otra
los oficiales; sin nada controlando a los oficiales, cosa más.
podrían añadirse cuanto sueldo quisieran; y, pudien- Y es que rango y paga, esos premios que los
do añadirse cuanto sueldo quisiéran, habría-de for- monarcas conceden a sus ministros y al pueblo, son
zarse el recaudo popular y así, a costa del recaudo, fundamentales para el buen gobierno. ¿En qué senti-
acabarían volviéndose ricos; de tal riqueza derivarían do? En el de que si los ministros y el pueblo despre-
134 HAN FEr zr EL ARnE ot t,¿ poLirtc.t 135

ciasen el ser premiados con rango y paga, no habría que crean en la piedad y en la benevolencia, como
orden social. Y no lo habría porque si los ministros
no se tomasen en serio los premios de rango y paga
sería porque habrían visto que los premios estarían
quieren los confucianos, sólo lleva a la destrucción
del sistema legal de su propia nación.
En cuanto a lo primero, es precisamente gracias a
l-
siendo concedidos a quienes no los merecen, que la que gobiernan según un sistema legal, y no según
ley para decidir a quién premiar y castigar estaría dichos valores individualistas, por lo que los minis-
siendo aplicada arbitrariamente y que estarían siendo tros temen y se sometep;.pues, si no fuera así y los
otorgados tanto premios sin honores como honores monarcas disminuyeseir su autoridad y tratasen con
sin premios, es decir, tres cosas que, en definitiva, les extrema humildad a sus ministros, la reacción de
inducirían a desconfiar del sistema. éstos no sería otra que, despreciando al monarca y su
Y es que de ningún modo se puede estar instando magnanimidad, desobedecer las leyes sin temor algu-
al pueblo a esforzarse por el bien de la nación, por un no, con lo que su autoridad quedaría disuelta,
lado, y, por otro, estar premiando a quienes merecen En cuanto a lo segundo, es precisamente gracias a
reprensión; ni se puede estar prohibiendo actos con- que gobiernan según un sistema legal, y no según
tra la nación, por un lado, y, por otro, estar castigan- dichas ideas de piedad y benevolencia, por lo que les
do a quienes merecen elogio. De ahí se deduce que es dificil a los ministros ffansgredir y desobedecer; si
los monarcas, si fueran inteligentes, seguirían el no fuera así y los monarcas gobernaran según sus
método de conceder premios materiales sólo a quie- ideas de piedad y benevolencia, al ver que son cosas
nes se esforzaran por el bien de la nación y el de óon- en contradicción con las leyes, sus ministros las
ceder honores sólo a quienes sirvieran en el ejército; desobedecerían y buscarían los favores de sus supe-
y nunca concederían premios sin honores y nunca riores e inferiores, siguiendo una política comrpta
infligirían castigos sin afrentas. Y así, agregando a basada en los sobornos, con lo que el sistema legal se
los severos castigos igualmente graves afrentas, man- derrumbaría. Y tal derrumbamiento no engendraría
tendrlan atemorizados a todos sus subordinados. sino una nación donde la admiración por los minis-
En suma, para gobernar es conveniente usar de tros delincuentes; la disolución de la autoridad de los
{ castigos, pues sólo ante los castigos sienten los hom- monarcas; la comrpción imperante; la debilidad de la
!,,[
bres ese temor que induce a acatar las prohibiciones ley; la connivencia de los monarcas y sus consiguien-
I y a detenerse antes de violar la ley. tes contradicciones legales y los vituperios que reci-
I birían al tratar de mejorar la situación serían causa
del menoscabo de su autoridad y lo que yo llamo una
8. LA AUTORIDAD DEL MONARCA nación sin ley.
Por todo ello, si los monarcas tuvieran claras las
Que los monarcas favorezcan valores morales
I
ideas, aplicarían este otro sistema sobre cuya base
'.t
i individualistas, como está ocurriendo actualmente, negarían honra y premios materiales a los ministros
H sólo conduce al menoscabo de su propia autoridad, y que actuasen según valores morales individualistas y
136 HAN FEt zt

a los que buscan su propio bien en lugar del de la


nación, y concederían honra y premios materiales a
los que, según la ley, lo mereciesen; y nunca alentarí-
an a los que, aun habiendo logrado arduos empeños,
lo hubieran hecho ilegalmente, y nunca premiarían a
ningún ministro que hubiese óbrado en provecho
individual y no en bien de la nación.
Conviene, pues, que los monarcas instauren un sis-
tema legal para que el pueblo piense y actue homogé-
neamente; un sistema de premios y castigos, dados e
infligidos sin falta, para que los ministros se entre-
\guen por completo a la natión, y un sistema de hon-
I lras y afrentas, basado en un criterio claro para todos,
[ ,\para incitar al bien y obstruir el mal. Y es que dichos
.' l\sistemas, el de la honra y la afrenk, el de los premios
\' liy los castigos y el de la ley y sus normas, combina-
ipos al gobernar, pueden conseguir que en una nación
ifos logros de los grandes ministros consistan en res-
lpetar siempre a sus monarcas y los del pueblo llano,
fen beneficiarles; es decir, que en una nación haya
iorden y ley.
I
|; ,.!,1f'.
,¡,..,r1i¡"¡'1

CAPÍTULO 54

LOS HOMBRESY LA LEY

I
Ningún gran hombre fundaría su gobierno en el I

principio de satisfacer los deseos de los hombres, I

i,
I
pues los hombres sólo buscan su provecho material,
sino en la ley, con sus premios y sus castigos. Y í I;
gobernaría aplicándoles castigos extremadamente [.
rigurosos, mas no por odio sino por amor, porque es ! ":
I
gracias al rigor de los castigos que nadie osaría violar I
f
la ley y las naciones y los pueblos vivirían, así, en I
paz.
Por ello, para que las naciones üvan en paz es fun-
damental imponer rigurosos castigos, pues si sólo se
concediera premios muchos osarían violar la ley. Y
dado que lo connafiral en el hombre es tender a vio-
lar la ley en lugar de tender a observarla, los monar- i'i
cas, si fueran inteligentes, entregarían siempre y en la \.ti

cantidad prometida los premios, o el pueblo dejaría


de entregarse en el ejército por ganarlos, e infligirían
siempre y con el rigor estipulado los castigos, o el
pueblo dejaría de observar la ley. Y así, con el pueblo

llTsl
176 HAN FEr zr EL ARTE DE L¿ poLfrtcrt 177

entregándose al ejército por el bien de la nación, la principios de gobierno son diversos. ¿Cuáles serían
nación se volvería indesestablilizable, y entregándose los principios de los monarcas inteligentes? Estos:
a la observancia de la ley quedaría exenta de toda controlar ellos todo el poder, y así el pueblo les res- 't1
petaría, y seguir solamente la ley, y así habría orden
¡ violación, pues ni llegaría a ocurrir.
én su nación. De ahl que digamos que quien aplica la
{ Dr ahí que conseguir evitar que se cometan viola-
.\ ciones de la ley y conseguir que todo el pueblo esté ley podría llegar a ser Emperador y que el origen de
bi dispuesto a luchar por la nación antes de que llegue los castigos sea el amor al pueblo.
\ la batalla sean dos cosas absolutamente fundamenta- Por otra parte, ocurre qué lo connatural al hombre
\ les para que una nación esté gobernada y en orden. Y es evitar los trabajos y buscar las comodidades. Pero
'es que para que una nación esté gobernada y en si sólo buscase comodidades, las tierras quedarían
orden hay que impedir que en ella se infrinja laley,y baldías; y si las tierras estuvieran baldias, la carestía
para que tenga las victorias militares aseguradas, su haría al pueblo dificil de controlar; y si fuera dificil
pueblo ha de estar dispuesto a luchar por ella. Y de controlar, se rebelaría produciendo desórdenes
gobernando asl es como conseguirían los grandes sociales. Y sin un sistema legal de premios y castigos I

hombres una nación fuerte e invencible. aplicable en todo el territorio nacional, ninguna t.
. nación podrá ser fuerte, pues para fortalecer a una
-Para que un1 -ga,_c-i,-o¡,¡ea fu*e_6p_ -9-"igyencible,.pü.esr
\ cua*ó cosalson neg-eqg{p$-rpre el pueblo observe la nación se requiere la colaboración del pueblo (que la
:i Í
téi añov¿-et bjérilfó'óóii'uiranimidad totat; que el
pueblo aprecie Io que es bueno para la nación entera
ley asegura) además de que los viejos u§o§ §ean sus-
tituidos por una ley moderna, único modo de conse-
, y desprecie lo que sea bueno sólo para algunos; que guir rmasociedad estable y en paz.Para llegar a lie¡
gobernar, pues, no hay más que un camino: el de
l- todo el pueblo sea delato¡ con lo que nadie osaría
\l violar Ia ley, y que la ley sea clara e impida todo ábandonar la aplicación de normas inmutables y f

, dÜ\
I
I
\,.i desorden social. Sólo cuando una nación haya logra- seguir una ley que dé estabilidad a la nación, sip¡do 1t
': ifv
do estas cuatro cosas será fuerte, y decaení si no las una levoue da estabilidad aquella que cambia con los I
, logra. tiemÉ#.'Dá estasüéile, paá qüe ei !óüienio dé bue-
: ¿Cómo llega una nación, pues, a ser fuerte? Sien- nó§ iezultados ha de emplear medidas arnoldadas a
do regida con los métodos acertados. Y los monarcas cada situación social copcreta: mientras que para
¿cómo llegan a ser respetados por el pueblo? Tenien- dominar a un pueblo corriente, por ejemplo, bastaría
do poder. De ahí que los monarcas de ideas claras con deshonrar u honrar verbalmente a sus hombres
tendrían ambas cosas, métodos acertados y poder. sin ser necesaria la ley, para dominar un pueblo astu-
Pero dichos métodos y dicho poder no están sólo en to convendrla otorgarle premios e infligirle castigos.
manos de los monarcas precavidos, sino que hay Actualmente, dado que todo ha cambiado, se han
monarcas imprudentes que tambien los tienen. Si los de adaptar los métodos de gobierno a los tiempos, o
tienen, ¿por qué los resultados de las políticas de los deJórdenes sociales senin inevitables, y se han de
aquéllos y de éstos son muy diferentes? Porque sus reemplazar las antiguas amenazas verbales por leyes
178 HAN FEI zI ELARTEDELApoüruc¿ 179

que sometan a los hombres astutos actuales, como cierto que se aprecianay respetaría el rango, de suer-
los confucianos, o la decadencia de las naciones será te que los monarcas serían respetados y, con tal res-
inevitable. De ahí que los grandes hombres goberna- peto, podrían hacer de su nación la cabeza del Impe-
rían aplicando una ley conforme con los tiempos y rio. Pero en naciones donde lo importante no fuese la
modificando la ley según los pueblos fuesen astutos agricultura ni el ejército sino los confucianos, el : r,r:
i!!
'
o no. rango sería menospreciado, de suerte que los monar-
Es un hecho que las naciones que despliegan al cas serían menospreciados y menoscabados y, en tal
máximo su fuerza en la explotación agrícola llegan a menoscabo, sus naeidnes no podrían sino decaer,
ser ricas y que las que se entregan por completo en la nunca llegando a ser poderosas.
guerra llegan a ser fuertes; de ahí se sigue que llegará De lo dicho se deduce que la manera de hacer
a ser cabeza del Imperio la que alcance a desarrollar poderosa a una nación y mejor usar a un pueblo con-
sistiría en: primero, impedir que otros Estados deses-
tanto su fuetza militar como su riqueza agrícola evi-
tando, alavez, toda obstrucción extranjera. Dicho de tabilizasen al propio; segundo, en excluir de él a I)
I
otro modo: la primera clave para hacerse con el trono todos los confucianos y, tercero, en lograr los objeti- "D

del Imperio está en qué se despliega y qué se obstru- vos sin ayuda de otras naciones. Y haciendo así, el
ye, en que si se logra obstruir lo que pueda perjudi- trono del Imperio seria suyo.
carla, a todas vencerá.
Hacerse con el trono del Imperio, por tanto, no
consiste en esperar que los demás Estados no deses-
tabilicen el nuestro, sino en impedir de antemano que
pueda ser desestabilizado. De hecho, mientras que
gobernar esperando que los demás Estados no deses-
tabilicen el propio sólo lo debilitaría, gobernar apli.
cando la ley, e impidiendo así que pudiera ser deses-
tabilizado,lo fortalecería. De ahí que si los mejores
monarcas llegaran a gobernar en ptz sería por sus
esfuerzos expresos en impedir que otros Estados y
principados pudieran desestabilizar los suyos.
La segunda clave es el rango. Es común que los
hombres aprecien el rango; de tal aprecio se deriva el
poder de los monarcas, poder que permite premiar
con promociones a quienes trabajan bien por la
nación y también eliminar a los que pudieran perjudi-
carla. Pero no siempre ocurre así. En las naciones
donde lo impofiante es la agricultura y el ejército, es

Vous aimerez peut-être aussi