Vous êtes sur la page 1sur 27

¿Cómo Podemos Educar para el Liberalismo?

Por Rafael Scaramouche

Introducción

El problema que nosotros los liberales debemos resolver es el siguiente: Tenemos

excelentes datos empíricos que demuestran que la sociedad liberal logra proteger

las libertades, aumentar la riqueza y fomentar relaciones sociales de mutuo

beneficio, pero nosotros los liberales somos una minoría entre el público en general

e incluso una minoría aún más pequeña entre los intelectuales. ¿Por qué? ¿Y qué

debemos hacer para cambiar eso?

Consideremos primero los datos impresionantes que los científicos sociales han

compilado durante la última generación:

§ Tanto los datos de la Libertad Económica del Mundo (Fraser Institute,

Canadá) como el Índice de Libertad Económica (The Wall Street Journal /

Heritage Foundation, Estados Unidos) muestran correlaciones casi perfectas

entre las libertades económicas y la prosperidad.

§ Los rankings de la página DoingBusiness (World Bank Group, Francia)

muestran que las naciones más ricas del mundo son aquellas en las que es

relativamente fácil realizar negocios.

§ Our World in Data (Oxford, Inglaterra) muestra que las naciones con políticas

económicas más liberales tienen las tasas de pobreza más bajas.


§ El Índice de Calidad Institucional (Profesor Martín Krause, Argentina)

demuestra una marcada correlación entre las libertades políticas y la

gobernabilidad estable.

§ Y el Índice de Percepción de la Corrupción (Transparency International,

Alemania) muestra que las naciones más liberales han hecho el mejor trabajo

para reducir la corrupción.

Tomemos en cuenta también las poderosas teorías liberales que integran y aplican

esos datos: los ganadores del Premio Nobel Milton Friedman y Friedrich Hayek en la

economía política. Otro ganador del Premio Nobel, James Buchanan, sobre Public

Choice (Elección Pública) y el constitucionalismo. Los aportes a la filosofía y teoría

de valores de la intelectual y novelista con récord de ventas, Ayn Rand. Todos ellos

también han sido capaces de aprovechar y extender la larga tradición del

pensamiento liberal con sus raíces en Adam Smith, James Madison, David Ricardo,

John Stuart Mill, y otros.

También sabemos ahora cómo es una sociedad verdaderamente liberal: dinámica,

innovadora y próspera. Y comprendemos cuáles son las instituciones necesarias

para sostenerla: imperio de la ley (rule of law), gobierno limitado, y separación de

poderes (checks and balances).

Sin embargo, estamos lejos de tener éxito en la batalla cultural. Varias formas de

populismo y autoritarismo prevalecen en muchas partes del mundo, especialmente

en América Latina, y tanto el populismo como el autoritarismo están creciendo

incluso en las naciones tradicionalmente más liberales del mundo.


El argumento de este ensayo es que, si bien los datos de los científicos sociales y

los principios de los teóricos son ambos esenciales, más esencial al liberalismo son

los contenidos y métodos para educar en él, especialmente a los jóvenes.

Tomemos en cuenta que una sociedad liberal pone una gran demanda de auto-

responsabilidad sobre los individuos en todas las áreas de la vida, es decir, en los

negocios, la política, la familia, la religión, las artes y el ocio. En la sociedad liberal,

uno es incentivado a tomar sus propias decisiones en todas esas áreas. El

liberalismo también espera que los individuos sean emprendedores para ganarse la

vida y adaptarse a la innovación y a las cambiantes condiciones del mercado. No da

trabajo a la gente ni garantiza que nada cambiará o amenazará sus medios de

subsistencia. El liberalismo, además, impone una gran exigencia a los individuos

para que comprendan y respeten los principios abstractos de derechos, tolerancia y

libre comercio. Espera que los individuos sean capaces de pensar acerca de sí

mismos y en sus culturas locales en un contexto más amplio de relaciones

mutuamente beneficiosas, y no caer en un fácil antagonismo de mi grupo versus tu

grupo.

Las sociedades liberales, entonces, dependen de los adultos que cuando fueron

niños y estudiantes aprendieron independencia, cuestionamiento, fortaleza mental y

coraje moral.

Se deduce, también, que los jóvenes que crecen dependientes, temerosos y con

modesta capacidad cognitiva tendrán menos posibilidades de entender el

liberalismo. Incluso tendrán miedo de él. Como resultado, tales individuos aceptarán

y se sentirán atraídos por la política y por los políticos no-liberales, por autoritarios
que les digan qué hacer y los alivie de tener que pensar y decidir por sí mismos, por

populistas que les prometan proveerlos de bienes y servicios, liberándolos de la

responsabilidad de tener que ganárselos por ellos mismos.

Tanto los regímenes autoritarios como los populistas que proveen educación, no

tienen ningún incentivo ni interés en enseñar a los estudiantes el valor de la

independencia, del cuestionamiento, de la fortaleza mental ni del coraje moral. Así

como una sociedad liberal necesita que la mayoría de sus ciudadanos tengan esos

rasgos, las sociedades no-liberales verán esos rasgos como amenazas.

La naturaleza del sistema educativo determina la mentalidad y el carácter de los

ciudadanos que crecen en él, y la mentalidad y el carácter de los ciudadanos

determina el grado en el que entienden y aceptan los principios liberales. Una cultura

compuesta por individuos incapaces de captar el liberalismo o mal equipados para

manejar las demandas de vivir de manera responsable e independiente, será

fácilmente controlada por políticos no liberales, e incluso los encontrará atractivos.

Otra manera de poner esta tesis es: La cultura se come a la política para el

desayuno. Y la cultura de cada generación es un producto de su educación.

Por lo tanto, la creación y el mantenimiento de una sociedad libre significan que

debemos saber responder a tres preguntas:

1. ¿Cuáles son los principios correctos de una sociedad libre?

2. ¿Qué tipo de personas son capaces de vivir libremente?

3. ¿Cómo, como padres y educadores, criamos hijos capaces de vivir

libremente?
Visitantes japoneses a escuelas americanas

Me gustaría abordar la cuestión indirectamente, centrándome primero en el espíritu

empresarial y el emprendedurismo. Una característica destacada de las sociedades

liberales es su alto grado de actividad emprendedora, pues existe una relación

simbiótica entre el liberalismo y el emprendimiento: las instituciones liberales

protegen y fomentan las libertades necesarias para que la actividad empresarial

florezca, y, a cambio, los resultados exitosos de los emprendimientos vuelven

atractiva la mentalidad y la personalidad necesaria para el liberalismo.

Así que en primera instancia podemos aprender mirando a las naciones donde el

liberalismo y el emprendedurismo han sido culturalmente prominentes.

Por ejemplo, recientemente un equipo de investigadores japoneses fue a los

Estados Unidos para estudiar su sistema escolar. Japón es una nación exitosa: es

próspera y dinámica en muchas áreas. Pero el equipo de investigadores tenía una

pregunta: ¿Por qué nuestro país tiene tan pocos innovadores?

Ellos vieron la gran cantidad de centros de innovación que tienen los Estados

Unidos: la Tecnología de Silicon Valley, las películas de Hollywood, las finanzas de

Nueva York, el teatro de Broadway, y otros. En el mundo de los negocios,

destacaron a muchos emprendedores como Steve Jobs, Bill Gates, Andy Grove,

Oprah Winfrey, y Mark Zuckerberg.


Así que los investigadores japoneses tenían una pregunta: ¿Qué están haciendo tan

bien las escuelas americanas para generar tantos empresarios innovadores? ¿Cuál

es su "ingrediente secreto"?

La pregunta es importante porque las culturas también difieren ampliamente en sus

actitudes y habilidades para vivir en sociedades genuinamente libres. Europa del

Este se está recuperando de varias generaciones bajo el comunismo, tiempo en el

cual el emprendedurismo fue suprimido, y ahora está tratando de volver—con

dificultad—a aprender esos rasgos culturales empresariales liberales, con diversos

grados de éxito. En muchas partes de América Latina, los estudiantes y los adultos

han aprendido a pensar que el libre mercado es una herramienta de explotación, y a

depositar una confianza casi ciega en las autoridades. Por ello, sus recursos

psicológicos para manejar la auto-responsabilidad que requiere una sociedad libre

son muy variables.

La pregunta de los investigadores japoneses también es importante porque vivimos

en una época que, por primera vez en la historia, se está tomando el

emprendedurismo en serio.

Por ejemplo, el ambiente de trabajo en los Estados Unidos es diferente ahora en el

siglo XXI. El profesor de negocios Steven Rogers ha señalado: "En la década de

1960, 1 de cada 4 personas en los Estados Unidos trabajó para una empresa

Fortune 500. Hoy en día, sólo 1 de cada 14 personas trabaja para estas empresas.

El empleo en las empresas Fortune 500 alcanzó un máximo de 16,5 millones de

personas en 1979 y ha disminuido constantemente cada año hasta

aproximadamente 10,5 millones de personas en la actualidad" (Rogers 2002, p. 42).


El mercado laboral se ha desplazado de un número relativamente pequeño de

grandes empresas hacia muchas empresas más pequeñas.

A lo largo de la última generación, la literatura económica se ha transformado en lo

que los economistas Arnold Kling y Nick Schulz (2011) llaman “Economía 2.0”.

Durante muchas generaciones, la economía ignoró o minimizó al emprendedor

impredecible e idiosincrático y se centró en modelos abstractos e impersonales.

Detractores como Joseph Schumpeter (1950) e Israel Kirzner (1973) argumentaron

sobre la importancia del emprendedurismo, pero fueron voces solitarias en la

economía durante la mayor parte del siglo XX. Sólo en los últimos veinte años, la

economía dominante ha iniciado su reformulación sobre la base del

emprendedurismo.

En la literatura sobre Psicología y Ética, vemos un movimiento enfocado en

comprender la importancia del emprendimiento como vehículo para una vida

floreciente. No sólo en la vida laboral, sino también en la vida en general, más

psicólogos están enfatizando la autonomía, la autodirección y la exploración creativa

como ingredientes fundamentales positivos para una vida saludable (Seligman,

2012). Y los filósofos morales están logrando cada vez más vincular los rasgos de

personalidad emprendedora y las virtudes morales, en el contexto de hacer de la

propia carrera una parte integral de una vida fructífera (Hicks 2009).

Así que en este nuevo siglo emprendedor, la pregunta para nosotros como

educadores es: ¿Cómo ayudamos a los estudiantes a prepararse para una

economía emprendedora y una vida emprendedora?


Desafortunadamente, por muy importante que sea, la pregunta de los investigadores

japoneses, está mal enfocada. El “ingrediente secreto” del emprendedurismo no está

en las escuelas. Gran parte de la educación formal de los Estados Unidos se basa

en la escuela estatal, y la mayoría de las escuelas públicas no son buenas

enseñando emprendedurismo. Algunas escuelas en barrios prósperos son sólidas

en este sentido, pero la mayoría de las escuelas son débiles, algunas de ellas son

regulares y otras, directamente, son terribles.

Tomemos en cuenta el fenómeno común entre los niños que empiezan la escuela

cuando tienen cinco años de edad—están llenos de energía, curiosidad y

entusiasmo—pero después de algunos años les llega a disgustar o incluso llegan a

odiar la escuela. Están aburridos. No les gusta la ciencia y ni siquiera les gusta el

arte. Si les preguntas, como hacen los padres, cuál es su clase favorita, dirán que es

el almuerzo y el recreo, que es cuando se les permite salir y jugar. Y durante varias

décadas hemos visto una disminución en las calificaciones de las pruebas de nivel

básico y un aumento de los estudiantes que se gradúan con capacidad de lectura y

matemática limitadas, un conocimiento científico e histórico mínimo, y así

sucesivamente.

Sin embargo, los Estados Unidos producen un gran número de individuos dinámicos,

creativos y con mentes liberales. ¿Cómo es esto posible?

Lo que la cultura americana hace bien es lo que hace fuera de la escuela formal.

Después de la escuela, los jóvenes están ocupados con actividades

extracurriculares como teatro, clubes de ajedrez, equipos de deporte, equipos de

debate (Petrelli, 2012). La cultura estadounidense, como en algunas otras culturas,


se caracteriza también por el involucramiento significativo de los padres en las

clases de música, visitas a museos y galerías, ligas deportivas, campamentos de

verano y viajes. Y, por supuesto, la cultura americana es próspera, lo que significa

que tiene mucha riqueza para apoyar todas estas oportunidades de aprendizaje

informal.

La educación musical es un buen ejemplo. Todo el mundo ama la música y la cultura

moderna tiene mucha creatividad y mucha libertad expresada por conjuntos

musicales de rock, clubes de jazz, teatro musical de Broadway, sinfonías en la

mayoría de las ciudades, etc. Pero esa actividad musical no salió de la educación

musical ofrecida por las escuelas. Los niños naturalmente aman la música, pero

típicamente no les gusta sus clases de música en las escuelas. Cuando son

optativas, la mayoría de los estudiantes optan por no tomarlas. En su lugar, los que

se convierten en músicos y entusiastas de la música se inspiran en la cultura

popular, aprendiendo de sus amigos y familiares, o en clases extracurriculares

financiadas por sus padres.

Steve Jobs como estudiante y educador

Steve Jobs es otro ejemplo. De niño, Steve Jobs odiaba la escuela. Muchos de

nosotros podemos relacionarnos con él, incluso si no somos brillantes innovadores

de negocios. La escuela aburría intensamente al joven Jobs, quien reaccionaba

siendo desobediente y desafiante. “Me sentía muy aburrido en la escuela,” recuerda,

“y me convertí en un pequeño terror.” Como resultado, fue expulsado del tercer

grado. Más tarde, detestó su escuela secundaria y un día simplemente se negó a


volver. De adolescente Jobs era tan inflexible que sus padres se trasladaron a otra

ciudad de California con la esperanza de que se ajustara mejor a él.

De adulto, Jobs se convirtió en uno de los emprendedores más sobresalientes de su

generación. Pero sus experiencias en la escuela plantean una pregunta: ¿Steve

Jobs fracasó en adaptarse al sistema, o el sistema escolar fracasó en adaptarse a

Steve Jobs?

La experiencia de Jobs resuena en muchos de nosotros cuando consideramos

nuestras propias experiencias en colegios secundarios. Si observamos o

recordamos un aula en una escuela tradicional o actual, ¿qué vemos? No vemos

mucha singularidad, actividad o experimentalismo. En su lugar, los estudiantes se

sientan en filas rectas colmadas de escritorios. Los estudiantes hacen lo que dice el

profesor y el libro de turno. Todos los estudiantes hacen lo mismo, al mismo tiempo,

de la misma manera y toman los mismos exámenes estandarizados. Es decir,

vemos uniformidad, obediencia, pasividad y aprendizaje repetitivo. A menudo este

estereotipo se suaviza en la práctica, pero ha sido el modelo establecido para los

profesores, con clases de treinta estudiantes, con un programa escolar

estandarizado, organizado por el Estado. Y aunque hay información y conocimiento

útil en el plan de estudios, las lecciones de fondo que los estudiantes también

aprenden son: Haz lo que dicen las autoridades, Haz lo que todos los demás están

haciendo, y Las respuestas correctas están preestablecidas y ya son conocidas. (Y a

veces nos preguntamos por qué tenemos tantos estudiantes desmotivados,

dependientes y tímidos, o estudiantes que, por puro aburrimiento y la caótica

necesidad de ser ellos mismos, se rebelan de manera destructiva).


Todo esto representa a un desafío para los liberales interesados en una reforma

educativa formal. La escolarización se caracteriza actualmente por dos problemas:

(1) desperdicia gran parte del tiempo de los estudiantes, según lo determinado por

los informes de los propios estudiantes acerca de lo aburridos y desvinculados que

se sienten de la escuela; y (2) pierde la oportunidad de utilizar sus considerables

recursos para desarrollar adultos jóvenes preparados para una carrera y una vida

emprendedora en una sociedad liberal.

Los estudiantes terminan pensando en la escuela como un deber, que se vuelve un

tormento. En la escuela no aprenden la lección de vida fundamental que Jobs

formuló de esta manera:

“Tu trabajo va a ocupar una gran parte de tu vida, y la única manera de estar

verdaderamente satisfecho es hacer lo que crees que es un gran trabajo. Y la

única manera de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Si todavía no lo

has encontrado, sigue buscando. No te conformes. Como con todos los

asuntos del corazón, sabrás cuando lo encuentres. Y, al igual que cualquier

gran relación, se pone mejor y mejor a medida que pasan los años. Así que

sigue buscando hasta que lo encuentres. No te conformes.” (Jobs, 2005)

Entonces, ¿cómo podemos volver a centrar las escuelas existentes o crear nuevas

escuelas que capaciten a los estudiantes para asumir ese gran reto en la vida?
El proceso emprendedor

Comencemos por expresar claramente la naturaleza del emprendedurismo.

Consideremos el estereotipo del proceso emprendedor.

El proceso de un emprendedor comienza con una idea informada y creativa para un

nuevo producto o servicio. El emprendedor es ambicioso y valiente y toma la

iniciativa de desarrollar la idea en una nueva empresa. A través de mucha

perseverancia y práctica (ensayo y error), el emprendedor produce algo de valor. Él

o ella toma un papel de liderazgo al mostrar a los consumidores el valor del nuevo

producto y enseñando a nuevos empleados cómo hacerlo. El emprendedor comercia

con esos clientes y empleados para obtener resultados beneficiosos para ambas

partes. Él o ella logra así el éxito y luego disfruta de los frutos de su logro.

Para expandir sobre cada elemento en cursiva en la descripción anterior:

Los empresarios generan ideas de negocios y deciden cuáles valen la pena. En el

proceso para llegar a ideas creativas, los emprendedores investigan previamente,

“piensan más allá de lo establecido,” demuestran visión, imaginación, actividad

mental y “momentos de inspiración.” Habiendo generado ideas, deben ejercitar el

juicio: ¿Qué ideas son realmente buenas? ¿Se puede desarrollar el producto o

servicio técnicamente? ¿Se venderá? ¿Qué demuestra la investigación de mercado?

Los emprendedores exhiben un compromiso con el logro cognitivo—diversión

intelectual, investigación, experimentación, análisis, y discernimiento. Como dijo un

capitalista de riesgo, “El dinero no hace que fluyan las ideas. Son las ideas las que

hacen que fluya el dinero.”


La ambición es el impulso para lograr los objetivos, de ser exitoso, de mejorarse a

uno mismo, de ser lo mejor que uno puede ser. A menudo los emprendedores

sienten más que ese deseo abstracto y pasivo que mucha gente experimenta—“¿No

sería bueno ser rico e independiente?” Los individuos ambiciosos sienten

fuertemente la necesidad de alcanzar sus metas.

El emprendimiento requiere iniciativa. Una cosa es tener un buen plan de negocios;

otra es convertir el plan en realidad. Los emprendedores tienen motor propio y se

comprometen a llevar sus buenas ideas a la existencia.

Sin embargo, una nueva empresa implica aventurarse en lo desconocido, la voluntad

de asumir obstáculos—incluyendo la posibilidad de desaprobación y burla—y la

posibilidad de fracaso. En consecuencia, la actividad emprendedora requiere coraje:

la voluntad de tomar riesgos calculados, estar consciente de posibles desventajas

sin dejar que el miedo al fracaso o la desaprobación dominen la toma de decisiones.

El éxito enprendedor casi nunca es fácil ni ocurre de la noche a la mañana, por lo

que requiere apegarse a él a largo plazo, a pesar de las dificultades. Es decir, la

perseverancia es esencial. Los emprendedores deben perseverar a través de los

obstáculos técnicos en el desarrollo del producto, enfrentando a los detractores que

dicen que no se puede hacer, e incluso enfrentando sus propias dudas. Los

emprendedores deben ser disciplinados a corto plazo y mantener sus motivaciones

de largo plazo presentes en su pensamiento.

El proceso de desarrollo es casi siempre un proceso de ensayo y error, que requiere

que el emprendedor haga ajustes basados en la experiencia. Los emprendedores

exitosos se ajustan a la respuesta que obtienen del mundo real, lo que significa ser
capaces de admitir errores e incorporar nuevos descubrimientos, en lugar de ignorar

obstinadamente cualquier cosa que sea una amenaza para sus ideas

preconcebidas.

Productividad: Idealmente el proceso de desarrollo termina con un producto que

funciona. Si es así, el emprendedor ha agregado valor al mundo al crear un nuevo

bien o servicio, haciendo que funcione de manera consistente, produciéndolo en

grandes cantidades, y continuando con la constante mejoría de su calidad.

Aquellos que negocian con el emprendedor, ya sea como clientes o como

empleados, intercambian valor por valor, logrando ambas partes un beneficio.

Socialmente, el comercio es un proceso donde se trata con otros de manera

pacífica, según el mérito productivo. Requiere proteger los propios intereses y

respetar que la otra parte haga lo mismo, ejerciendo las propias habilidades de

negociación, diplomacia y, cuando es necesario, firmeza para lograr un resultado

mutuamente beneficioso.

Los emprendedores también agregan valor al traer liderazgo al comercio. Los

emprendedores están creando algo nuevo, por lo que son los primeros en ir por un

nuevo camino. Aquellos que van primero son un ejemplo para que otros lo sigan y,

especialmente en el caso de un nuevo producto o servicio, deben mostrar a los

nuevos clientes su valor y deben enseñar a los nuevos empleados cómo producirlo.

En consecuencia, los emprendedores deben exhibir liderazgo en mostrar a otros el

camino, alentándolos a través del proceso de aprendizaje, y en la comercialización

de lo nuevo. Parte de la transacción, entonces, es que al cliente o al empleado se le


muestra una nueva oportunidad y se lo capacita para aprovecharla, y, a cambio, el

emprendedor recibe una compensación por hacerlo.

Por último, el emprendedor experimenta el éxito y el placer del mismo. El éxito

produce tanto recompensas materiales como psíquicas, tanto los bienes que el éxito

financiero puede aportar como la experiencia de la independencia financiera y la

seguridad que lo acompañan. Y, por supuesto, está la recompensa psicológica del

logro: experimentar un aumento en el respeto por uno mismo y el sentido de

realización por lo que uno ha creado.

Si ponemos esos rasgos en una tabla, obtendremos lo siguiente:

Rasgos de Éxito Emprendedor

Conocimiento y creatividad

Ambición

Valentía

Iniciativa

Perseverancia

Experimentalismo, ensayo y error

Productividad

Intercambio de valor por valor

Liderazgo

Experimentar y disfrutar el éxito


Implicaciones para la Educación

Ahora volvamos a la educación. Si el emprendimiento implica el ejercicio exitoso de

ciertos rasgos, ¿de dónde provienen esos rasgos en primer lugar? ¿Cómo puede la

educación formal inculcar, desarrollar o al menos mejorar esas características en los

estudiantes más jóvenes? Si tomamos el emprendimiento como foco para la

educación, entonces ¿podemos enseñar exploración creativa, coraje, iniciativa, y así

sucesivamente?

Tengo cuatro sugerencias en este sentido.

1. Desarrollar ejercicios formales, acorde a la edad, para el desarrollo de

rasgos de personalidad emprendedora

Como educadores, podemos llenar el siguiente cuadro con ejercicios adecuados

para niños de distintas edades.

Rasgos de Éxito Emprendedor Ejercicios educativos

Conocimiento y creatividad

Ambición

Coraje

Iniciativa

Perseverancia

Ensayo y error
Productividad

Cambiar valor por valor

Liderazgo

Experimento y disfrutar el éxito

Ese es un proyecto grande, pero para dar una indicación sobre la dirección,

permítanme desarrollar un ejemplo más adelante y centrarme ahora en el coraje.

El coraje es la virtud de actuar de acuerdo al juicio personal, a pesar del miedo. El

miedo viene en muchas formas: el miedo al dolor, el miedo a la desaprobación, el

miedo a sentirse como un fracaso, el miedo a perder el amor, el dinero, etc. La vida

implica muchos riesgos, y el riesgo es potencial de fracaso, por lo que tener los

rasgos de personalidad adecuados para poder manejar el riesgo es una parte

importante del éxito en la vida. Una conexión directa con el emprendedurismo es la

cantidad de personas que ni intentan emprender debido al miedo.

Así que un paso a dar dentro de la educación emprendedora es desarrollar ejercicios

formales que encarnen el riesgo y ayuden al niño a aprender a manejarlo.

Por ejemplo, los niños más pequeños aprenden habilidades que implican riesgos

físicos: bajar por un tobogán, saltar a una piscina, aprender a andar en bicicleta.

Tales actividades y docenas más pueden ser formalmente identificadas e

introducidas en las escuelas como ejercicios. También pueden ir aumentando en

dificultad a medida que los niños crecen y maduran tanto en sus capacidades como

en su personalidad. Eventualmente, serán capaces de manejar mezclas químicas,


escalar muros, hacer bungee-jumping (saltar desde alturas atado a una cuerda

elástica) y conducir automóviles.

Otros riesgos son más psicológicos. Para los niños más pequeños, puede incluir

saludar y conversar con nuevos adultos a quienes los padres han invitado a cenar,

levantar la mano para hacer una pregunta al profesor en la clase, o expresar una

opinión que difiere a la de sus compañeros de clase. Una vez más, estos ejercicios

pueden ser introducidos en las escuelas y aumentar a medida que los niños

maduran para que, eventualmente, puedan manejar cómodamente dar un discurso

ante una gran audiencia, invitar a alguien a salir para una cita y debatir

civilizadamente con sus maestros sobre temas políticos y religiosos.

Cursos de actuación y oratoria son ideales para algunos de los ejercicios de

desarrollo de coraje psicológico, al igual que los cursos de educación física son

espacios ideales para desarrollar el coraje físico. Es un buen punto de partida

construir conscientemente y sistemáticamente actividades ya presentes en esos

cursos y extenderlos a través del plan de estudios.

En cuanto a los otros rasgos emprendedores, lo que vale para desarrollar el coraje

también es válido para desarrollar la iniciativa, el experimentalismo, la perseverancia

y el resto de los rasgos de éxito.

2. Aprender del Método Montessori

Mi segunda sugerencia es, si uno no lo conoce todavía, explorar el acercamiento

Montessori a la educación. María Montessori abrió su primera escuela en Roma en


1907, y durante más de un siglo su método se ha extendido como un fenómeno en

todo el mundo.

La literatura académica está comenzando a estudiar los resultados de Montessori

sistemáticamente y a hablar positivamente de ellos (por ejemplo, Rathunde y

Csikszentmihalyi 2005 y Lillard 2007), pero por ahora permítanme dar dos

indicadores.

Anecdóticamente, los defensores de Montessori señalan que cuatro de los

principales emprendedores de nuestra generación—Larry Page y Sergey Brin de

Google, Jeff Bezos de Amazon, y Jimmy Wales de Wikipedia—fueron educados por

el sistema Montessori (Brin y Page 2004).

Más formalmente, Hal Gregersen informa una sorprendente estadística sobre el

número proporcionalmente grande de empresarios innovadores que fueron

educados por el sistema Montessori. Después de entrevistar a un gran número de

emprendedores, identificando sus características comunes e investigando cómo se

hicieron innovadores, Gregersen señala: “Es fascinante al entrevistar a estos

famosos emprendedores, darse cuenta de que ellos crecieron en mundos donde los

adultos prestaron atención a estas habilidades de innovación. En la mayoría de los

casos, estos adultos eran padres y abuelos, pero en casi un tercio de los casos eran

maestros de escuelas Montessori o del estilo Montessori” (Gregersen, 2011).


3. Emular la Red para Enseñar Emprendedurismo (NFTE) y Junior

Achievement

Una tercera opción es incorporar métodos de programas educativos actualmente

suplementarios que vinculan explícitamente la educación con la preparación para el

emprendimiento. Dos ejemplos son la Red para la Enseñanza del Emprendimiento

(NFTE) o Junior Achievement (JA), ambos tienen ramas en los Estados Unidos y en

muchos otros países.

Los métodos que utilizan pueden aplicarse a todos los niños, pero con frecuencia

NFTE y JA trabajan con estudiantes en escuelas que fallan, tal vez porque los

directores de tales escuelas están más desesperados y más dispuestos a

experimentar.

Steve Mariotti (2009), fundador de NFTE, comenzó su carrera docente en una de las

peores escuelas públicas de la ciudad de Nueva York. Comenzó usando métodos

tradicionales, pero descubrió que no enseñaban nada a los estudiantes. Entonces se

dio cuenta de que los niños, especialmente los niños pobres, a menudo están

fascinados con el dinero, pero no saben nada sobre él o cómo producirlo. Así,

basándose en su propia experiencia empresarial, Mariotti cambió sus métodos y

explícitamente comenzó a enseñar a sus estudiantes cómo iniciar sus propios

negocios. La actitud de los estudiantes hacia él y su educación se alteraron

dramáticamente. Su motivación de lucro se despertó, y comenzaron a ver un

potencial realista para lograr la independencia y una vida mejor. Pensar en los

negocios los llevó a ver la necesidad de desarrollar otras destrezas—la lectura, la

escritura, la matemática y habilidades organizativas y sociales—y también se


motivaron a aprender de los libros que exigía la escuela y de sus otros maestros de

matemática, escritura e informática. Los estudiantes en los programas de Junior

Achievement han logrado resultados similares (vea, por ejemplo, Marty 2011 en su

establecimiento de JA en seis naciones latinoamericanas).

4. Adoptar tecnología nueva e instituciones de aprendizaje alternativas

Las tecnologías—especialmente las desarrolladas en las naciones más liberales y

empresariales—están aumentando dramáticamente el acceso a la información y

reduciendo sus costos.

Si bien los datos muestran que la escolarización formal se ha vuelto más costosa (en

gran parte debido a los requisitos administrativos y al aumento de la burocracia), en

la última generación los siguientes recursos educativos están ahora disponibles

gratuitamente en línea:

§ Khan Academy para aprender matemáticas.

§ Louvre Online para experimentar y estudiar la historia del arte.

§ Google Translate para aprender decenas de idiomas.

§ Wikipedia para consultar sobre casi cualquier tema.

§ Massive Open Online Courses (Cursos Masivos Abiertos En Línea) cursos

dictados por miles de profesores de primera.

§ La colección de libros clásicos del proyecto Project Gutenberg.

Como el acceso a Internet se ha extendido y el costo de los dispositivos electrónicos

ha disminuido, el costo de la información también ha disminuido drásticamente.


Con frecuencia nos taladran con la idea de que educación significa escolarización.

Pero mientras que la educación puede ocurrir en una escuela, la educación siempre

es algo que hacemos por nosotros mismos, ya sea en la escuela o no. Por lo tanto,

las nuevas tecnologías abren muchas posibilidades de educación no escolarizada o,

por lo menos, no tradicional.

Los innovadores de la educación tales como Sugata Mitra y sus experimentos en la

educación auto impulsada por los propios niños (“Child-driven Education”) son un

ejemplo importante y un indicador de enfoques futuros. En varios pueblos pobres de

la India y Camboya, Mitra instaló una computadora con acceso a internet en una

pared—y se alejó. Los niños eventualmente descubrieron la computadora y

comenzaron a jugar con ella, a pesar de no tener conocimientos informáticos o

conocimientos de idiomas extranjeros. Los resultados del “Hole in the Wall” (Agujero

en la Pared) sin supervisión fueron y siguen siendo impresionantes. Un maestro

emprendedor, Sergio Juárez Correa en Matamoros, México, por ejemplo, siguió el

método de Mitra y logró mejoras dramáticas en las habilidades matemáticas de sus

estudiantes (Davis, 2013).

Consideremos un sistema de aprendizaje popular, pero a menudo calumniado, el

videojuego. ¿Por qué la mayoría de los jóvenes (y adultos) pasan horas absorbidos

en los videojuegos? En parte es por la variedad de mundos que logramos explorar.

En parte porque podemos elegir qué juego jugar y qué objetivos perseguir. En parte,

por la sensación que logramos al ir mejorando—cuando memorizamos los

personajes y sus habilidades, resolvemos los problemas, superamos los obstáculos,

exploramos, experimentamos, manejamos el fracaso y la frustración, y mejoramos la


coordinación ojo-cerebro, ojo-mano y oído-mano. En parte porque sentimos que

tenemos el control y podemos repetir un paso tantas veces como sea necesario para

tener éxito. Y cuando tenemos éxito, obtenemos la gratificante sensación de

dominio.

Así que el costo real de la educación es el esfuerzo emprendedor que cada individuo

invierte en ella. Ese esfuerzo es natural para los niños, ya que nacen curiosos,

exploradores y experimentales. Y a medida que se desarrollan, los niños se

entusiasman por los nuevos poderes y habilidades que sus cuerpos y mentes

jóvenes adquieren, y esta emoción refuerza su compromiso natural con la

educación.

Por lo tanto, los emprendedores liberales enfocados en la educación pueden seguir

aplicando las nuevas tecnologías a la educación, ya sea reformando los sistemas

escolares existentes o, más fácilmente, desarrollando alternativas experimentales de

bajo costo.

Anécdota para cerrar: bicicleta todoterreno y padres

En los comentarios anteriores, me he centrado en la educación formal y defiendo un

mayor lugar para el emprendimiento dentro de dicha educación. Sin embargo,

quisiera concluir haciendo hincapié en el importante rol que desempeñan los padres

en la educación de sus hijos, ofreciendo un ejemplo inspirador ocurrido en mi propio

barrio. Es una anécdota que creo que capta la esencia de la educación liberal.

En el camino a mi casa desde el trabajo, pasaba regularmente por algunos terrenos

baldíos en los cuales los niños habían creado caminos y montañas de tierra para
saltar con sus bicicletas. Con el tiempo, los esfuerzos de los niños se habían vuelto

más elaborados. Construyeron algunas rampas con madera (probablemente

robadas de las obras de construcción cercanas), cavaron pozos poco profundos y

dejaron que se llenaran de agua, y extendieron la red entrecruzada de caminos para

recorrer. Confieso haber sentido una cierta envidia ante la visión de tanta diversión,

queriendo, por un instante, ser nuevamente un niño rodando mi bicicleta por las

rampas y saltando los charcos.

Pero lo que realmente me llamó la atención fue una noche cuando de repente hubo

mucha más actividad en el sitio. Los padres se habían involucrado. Así que me

detuve, salí de mi camioneta y fui a ver qué ocurría. Las rampas eran ahora más

resistentes y más seguras, y la actividad estaba organizada. Los niños con sus

bicicletas estaban alineados al final de un camino largo, y cada uno montaba su

bicicleta y volaba por el aire sobre la rampa lo más lejos posible.

Eso no era todo. Uno de los padres tenía una pistola de radar de velocidad que

medía la velocidad de la bicicleta de cada niño cuando llegaba a la rampa. Otro

padre medía la distancia de cada salto y lo registraba en un cuaderno. Ahora los

niños llevaban cascos. Todos querían saber hasta dónde habían saltado, cómo

mejorar su distancia, y mientras esperaban sus turnos, hablaban sobre cuál era la

mejor presión de aire para los neumáticos, sobre las velocidades y engranajes de

sus bicicletas y sobre los ángulos de las rampas.

El punto aquí para la educación emprendedora es que los niños primero mostraron

iniciativa y persiguieron sus intereses. Los adultos se involucraron y, entre ambos,

alentaron esa iniciativa y facilitaron una actividad más estructurada. Los niños
estaban aprendiendo matemática e ingeniería, cooperación y competencia, siendo

creativos y haciendo ejercicio—mientras se divertían entre ellos y con sus papás.

Esa es sólo una anécdota, aunque señala el camino que deben seguir los

educadores liberales que buscan educar emprendedores. Lo que algunos niños y

sus papás pueden hacer con un terreno vacío y algo de creatividad, nosotros, los

educadores profesionales, con nuestra capacitación y recursos, debemos ser

capaces de hacerlo aún mejor.

Una sociedad libre es una sociedad emprendedora. Es decir, es una sociedad en la

cual los negocios, la política, las artes, el romance, la vida familiar y las actividades

de ocio son llevadas a cabo por individuos con iniciativa y responsabilidad sobre sí

mismos.

El desafío al que nos enfrentamos como liberales es que la política liberal está

debilitada por una cultura que está compuesta por personas que han recibido una

mala educación y, por lo tanto, se han vuelto opuestas al emprendedurismo.

Pero nuestra oportunidad es ésta: desarrollar un sistema educativo—o una

diversidad de sistemas educativos—que desarrolle los rasgos del pensamiento

creativo, la iniciativa, el experimentalismo, el coraje, el comercio de mutuo beneficio

y las habilidades de liderazgo. Los estudiantes que emerjan de tal educación, como

adultos maduros e independientes, encontrarán desagradables y rechazarán a los

políticos autoritarios y populistas, y abrazarán y defenderán vigorosamente su

derecho a vivir libremente.


Bibliografía

Brin, Sergei and Page, Larry. 2004. “Google Founders Talk Montessori.”

https://www.youtube.com/watch?v=0C_DQxpX-Kw.

Davis, Joshua. 2013. “How a Radical New Teaching Method Could Unleash a

Generation of Geniuses.” Wired, 15 de octubre.

https://www.wired.com/business/2013/10/free-thinkers/all/.

Gregersen, Hal. 2011. The Innovator's DNA. Harvard Business Review Press.

Hicks, Stephen. 2009. “What Business Ethics Can Learn from Entrepreneurship.”

Journal of Private Enterprise, 24(2), 49-57.

https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1432804.

Jobs, Steve. 2005. “Commencement Address.” Stanford University.

http://news.stanford.edu/news/2005/june15/jobs-061505.html.

Kirzner, Israel. 1973. Competition and Entrepreneurship. Chicago: University of

Chicago Press.

Kling, Arnold, and Schulz, Nick. 2011. Invisible Wealth: The Hidden Story of How

Markets Work. Encounter Books.

Lillard, Angeline. 2007. Montessori: The Science behind the Genius. Oxford

University Press.

Marty, Eduardo. 2011. “Entrepreneurship in Argentina.” Kaizen 15.

http://www.ethicsandentrepreneurship.org/20110221/interview-with-eduardo-marty/.
Mariotti, Steve. 2009. “Entrepreneurship and Education.” Kaizen 9.

http://www.ethicsandentrepreneurship.org/20091005/interview-with-steve-mariotti/.

Mitra, Sugata. 2016. “Hole in the Wall.” http://www.hole-in-the-wall.com/.

Petrelli, Michael J. 2012 (February 23). “Memo to the world: America’s secret sauce

isn’t made in our classrooms.” http://edexcellence.net/commentary/education-gadfly-

daily/flypaper/2012/memo-to-the-world-americas-secret-sauce-isnt-made-in-our-

classroom.html.

Rathunde, Kevin and Csikszentmihalyi, Mihaly. 2005 (May). “Middle School Students’

Motivation and Quality of Experience: A Comparison of Montessori and Traditional

School Environments.” American Journal of Education 111, 341-371.

Rogers, Steven. 2002. The Entrepreneur's Guide to Finance and Business. McGraw

Hill.

Schumpeter, Joseph. 1950. Capitalism, Socialism and Democracy. 3rd ed. New York:

Harper & Brothers. See especially Chapter VII.

Seligman, Martin E. P. 2012. Flourish: A Visionary New Understanding of Happiness

and Well-being. Atria Books.

***

Vous aimerez peut-être aussi