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ESTUDIO BÍBLICO DE LA CARTA A LOS
ROMANOS
Una falsa seguridad de salvación (Romanos 2:17-29)
INTRODUCCIÓN

“Sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en


letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”
(Romano 2:29)

Pablo comenzó su enseñanza sobre la posición espiritual de los judíos ante el Señor con un estilo
de diatriba, haciendo que los cristianos romanos “alcanzaran a oír” el desafío que plantea a un
hipotético, pero representativo judío (2:1–5). Los verbos en segunda persona del singular a lo
largo de 2:17–29 revelan que en este pasaje el apóstol retoma este estilo. En el texto anterior,
Pablo no menciona explícitamente al judío como su objetivo. Para conseguir un efecto retórico,
dejó a sus lectores deducir la identidad de su hipotético interlocutor. Sin embargo, ahora se
expresa abiertamente: “Ahora bien, tú que llevas el nombre de judío…” (v.17). Esta sección se
divide en dos unidades, la primera, que trata de la Ley (vv. 17–24) y la segunda, que se centra en
la circuncisión (vv. 25–29).

LA FALSA SEGURIDAD DE SALVACIÓN POR LA LEY

En una serie de cláusulas, Pablo comienza enumerando muchos de los privilegios que disfrutan
los judíos (vv. 17–20). El problema no es que los judíos se jacten de manera ilegítima de lo que
realmente no les pertenece. La cuestión es, más bien, que no están viviendo a la altura de lo que
afirman.

En los versículos 17–20 Pablo enumera nueve privilegios que disfrutan los judíos:
TEMA ESPECIAL: GLORIARSE O JACTARSE

Aquí, por primera vez en Romanos, el apóstol usa el verbo jactarse o alardear (gloriarse).
A veces este verbo se usa en un sentido favorable; por ejemplo: “… lejos esté gloriarme, sino en
la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gá. 6:14). Hay algo así como gloriarse en el Señor (2 Co.
10:17), o en Cristo Jesús (Fil.3:3). El apóstol hasta llega a gloriarse en su debilidad, porque
cuando él es débil, entonces (en el Señor) él es fuerte (2 Co. 12:9-10).
Pero el uso frecuente de este verbo es en un sentido desfavorable. Por ejemplo, los corintios se
jactaban o se gloriaban con referencia a hombres, casi como si le debiesen a estos su salvación
(1 Co. 1:12, 29). De modo que Pablo les diga: “¡Basta de gloriarse en los hombres!” (1 Co. 3:21;
cf. 4:7). “El que se gloría, gloríese en el Señor” (2 Co. 10:17) Pero aunque el gloriarse o exultarse
en el Señor sea maravilloso, jactarse de la propia relación estrecha con Dios, como si tenerla
fuese un logro humano, es algo muy pecaminoso. Y esto es lo que hacían los judíos que Pablo
tenía en mente.

Estudio desarrollado por el departamento de Formación Cristiana


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