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DISEÑANDO​ ​LA​ ​METAMORFOSIS

Grupos​ ​sociales​ ​y​ ​representaciones​ ​en​ ​la​ ​construcción


de​ ​tecnologías​ ​administrativas:
el​ ​caso​ ​de​ ​la​ ​planeación​ ​económica​ ​de​ ​Colombia
en​ ​los​ ​años​ ​cincuenta

MAURICIO​ ​JOSE​ ​LOPEZ​ ​CAICEDO

UNIVERSIDAD​ ​NACIONAL​ ​DE​ ​COLOMBIA


FACULTAD​ ​DE​ ​CIENCIAS​ ​HUMANAS
MAESTRIA​ ​EN​ ​SOCIOLOGIA

2005
DISEÑANDO​ ​LA​ ​METAMORFOSIS
Grupos​ ​sociales​ ​y​ ​representaciones​ ​en​ ​la​ ​construcción
de​ ​tecnologías​ ​administrativas:
el​ ​caso​ ​de​ ​la​ ​planeación​ ​económica​ ​de​ ​Colombia
en​ ​los​ ​años​ ​cincuenta

MAURICIO​ ​JOSE​ ​LOPEZ​ ​CAICEDO

Dirección:

Profesora​ ​CLEMENCIA​ ​TEJEIRO

UNIVERSIDAD​ ​NACIONAL​ ​DE​ ​COLOMBIA


FACULTAD​ ​DE​ ​CIENCIAS​ ​HUMANAS
MAESTRIA​ ​EN​ ​SOCIOLOGIA
2005
TABLA DE CONTENIDO

1. SOCIOLOGIA DEL PROYECTO Y LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL


CONOCIMIENTO 1

1.1 Programas, proyectos y trayectos 2


1.2 Trayectos del constructivismo social de la sociología de la ciencia y de
la tecnología y la construcción del proyecto 6
1.3 Complejidades de la historia narrada o elección de trayectos 16
1.4 Construyendo varios constructivismos 21
1.5 La construcción del proyecto como móvil inmutable y combinable 28

2. DISEÑANDO LA METAMORFOSIS: REPRESEBTACIONES Y


METAFORAS EN EL DISCURSO DE LA PLANEACION ECONOMICA
DE LA DECADA DE LOS CINCUENTA EN COLOMBIA 44

2.1 Redes representacionales 45


2.2 La representación y la metáfora en el discurso científico y tecnológico 46
2.3 La metáfora ontológica de los dos mundos 60
2.4 La representación de la cartografía económica 63
2.5 El desarrollo o la metáfora de la metamorfosis 66
2.6 Metáfora del diseño de la metamorfosis 68
2.7 Galimatías, el salvaje y al representaciones ontológicas en las
misiones internacionales 70
2.8 Metáfora de la jaula de hierro y la racionalidad 78
2.9 La burocracia y el funcionario público 84
2.10 La metáfora de la organización máquina 88
2.11 Metáfora del cierre 90

3. CONFIGURANDO REALIDADES SOCIALES A PARTIR DE LA


PLANEACION ECONOMICA EN COLOMBIA 92

3.1 Trayecto I. Construcción de representaciones colectivas y tránsitos


a la institucionalización 93
3.2 Trayecto II. Intervención de redes 97
3.3 Trayecto III. Enrolamiento e institucionalización 103
3.4 Trayecto IV. La planificación económica en la organización máquina 108
3.5 Trayecto V. El discurso neoinstitucional y el pragmatismo 110
3.6 Trayecto VI. Redes desde América Latina 114
3.7 Trayecto VII. La preparación académica del planificador 119

4. CONCLUSIONES 122

BIBLIOGRAFIA GENERAL 126


INTRODUCCION

El presente trabajo pretende describir y analizar un caso de tecnología social desde las
perspectivas constructivistas de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología: la
emergencia de la planeación económica de los años cincuenta en Colombia, con todas
las representaciones y metáforas que difundió, y la posterior institucionalización de sus
instrumentos tecnológicos como fueron la obligación de planear a nivel
macroeconómico y organizacional a partir del ejercicio de elaboración de programas y
proyectos. Este último es objeto de análisis en el presente trabajo. Se sugiere la idea de
una sociología del Proyecto o, incluso para investigaciones posteriores, estudios
antropológicos y etnográficos de las prácticas sociales del ejercicio cotidiano de los
Proyectos. Nuestra sociedad tiene una doble fenomenología: de una parte la
construcción de procesos teleológicos a partir de documentos escritos con metas,
objetivos e indicadores de medición y control, pero, a su vez, una cotidianidad que se
resiste a las jaulas de hierro weberianas. Es la coexistencia del orden burocrático y el
desorden social.

Este trabajo no pretendió realizar ejercicios etnográficos en detalle pero tampoco se ha


querido dejar a un lado algunas de las experiencias cotidianas del autor en procesos de
planeación, por lo menos en lo que concierne a proponer una sociología o antropología
del Proyecto. Para ello han servido algunas lecturas de la sociología de la ciencia y la
tecnología. Se pueden mencionar a Thomas P. Hughes (1987/1990), Arturo Escobar
(1996), François Ewald (1991) y Whitley (1994). Thomas P. Hughes argumenta que la
tecnología no solamente tiene que ver con artefactos, aparatos y máquinas, sino que ésta
forma parte de toda la organización social: “Quienes hacen o estructuran la luz eléctrica
y sistemas energéticos inventan y desarrollan no solamente generadores y líneas de
transmisión sino también formas organizacionales”. La tecnología es parte de una red
que moviliza la economía, las instituciones, la educación, las normas jurídicas, el
mercado, los hábitos sociales, entre otros. De otra parte, la lectura de Francois Ewald,
referente a la aseguración y el riesgo, vista como tecnología social, me sugirió el
presente trabajo. Si, como afirma Ewald, "la aseguración es la práctica de un tipo de
racionalidad potencialmente capaz de transformar la vida de individuos y el de una
población" (Ewald: 1996: 198), parecía indicar que otras nociones podrían tener el
mismo efecto. Razón tiene Arturo Escobar cuando cita el enfoque deconstructivista de
Sachs en el que conceptos claves como el de mercado, planeación, población y medio
ambiente son sometidos a la idea del peligro que representa su uso arbitrario para el
tercer mundo y, en cierta manera, su poder organizador de la realidad social. Pensé que
estas categorías podían ser consideradas como una práctica social que genera cambios en
la organización social; así, la categoría de Proyecto, tan utilizada en todas las
organizaciones, podría ser considerada como tecnología o sistema tecnológico ya que un
primer examen muestra que es susceptible de ser estudiado a la luz de las redes que
conforman el sistema.

Otra fuente de lectura se me sumó a lo anterior: el análisis de los compromisos


ontológicos, epistemológicos y sociales procedentes de la adopción de un ideal en una
disciplina configurada (Phyllis Colvin: 1994). Pensé que la planeación económica y el
uso de proyectos también podrían tener compromisos ontológicos, epistemológicos y
sociales. En efecto, la planeación económica sugiere mundos, lógicas de racionalidad y
transformaciones sociales. Como sostiene acertadamente Escobar (1996), la planeación
económica presenta doble naturaleza: un ideal racionalizante, técnico, formalizante y
predictivo, pero, a la vez, la planeación se presenta como un ideal cognoscitivo para la
economía y las ciencias sociales en general, principalmente desde que la Nueva Política
Económica establecida por Lenin en la Unión Soviética, y asumida y reestructurada por
las economías capitalistas de los años treinta, asumió el control de la economía. Ya en
1944 Karl Mannheim vislumbraba que “todos estamos moviéndonos en la misma
dirección hacia una especie de sociedad planificada... y la cuestión está en saber a qué
especie pertenece esa planificación, si a la buena o a la mala...” (Medina Echavarría:
1974).
El caso colombiano es un ejemplo de cómo la introducción institucional de la planeación
económica implicó estrategias retóricas, metafóricas y sociales. Los investigadores,
como Alejo Vargas, encuentran varias etapas de la planeación en Colombia: gestación
en los años 1921 a 1958, legitimación por parte del Estado Colombiano de los años
1958 a 1968, auge de la planeación centralizada de 1968 a 1980; y aparición y
desarrollo de la planeación regional y participativa desde 1981 hasta la constitución de
1991. Sin embargo, las investigaciones históricas encontradas son incompletas o
soslayan con frecuencia la configuración de la planeación como disciplina, su
profesionalización e institucionalización de sus instrumentos tecnológicos de
operacionalización. La planificación económica y su extensión en la vida cotidiana se
convierten en prácticas sociales capaces de configurar organizacionalmente la sociedad.
La planificación, como disciplina discursiva, construida histórica y socialmente, fue
capaz de cambiar los hábitos organizacionales de la vida cotidiana de nuestros países.
Jesús Antonio Bejarano en su ensayo titulado La Profesionalización de la Economía
(Bejarano: 1999) analiza en parte este factor: la profesionalización de la economía se
unió a la creciente demanda de planificadores.

Una cuestión que puede descubrirse es cómo la construcción disciplinar implicó el


apoyo decidido de algunos grupos económicos y sociales: la tecnología social no es
neutra. Tiene intencionalidades.

La organización del trabajo es la siguiente: en el primer capítulo se tratan algunos


aspectos de la planeación como disciplina y su relación con la problemática de la
construcción de conocimiento y la institucionalización de algunas prácticas sociales. En
el segundo capítulo se estudia el problema de la representación en la ciencia y su
relación con las metáforas. La planeación para el desarrollo tiene sus propias metáforas
como la del diseño de la metamorfosis: la posibilidad de diseñar la transformación social
proveniente de la alianza de algunos sectores de la sociedad colombiana y las llamadas
agencias del “primer mundo”. En el tercer capítulo se analiza la cuestión del Efecto
Foucault: las implicaciones sociales de poner en movimiento una serie de
representaciones sobre la planeación. Y en el cuarto capítulo se cierra con la cuestión del
Proyecto, visto como problemática tecnológica heredada de la institucionalización de la
planeación. La mayor consecuencia social fue justamente la interiorización del Proyecto
como modalidad de racionalización instrumental en nuestras vidas cotidianas.

1. CONSTRUCCION SOCIAL DE UNA DISCIPLINA

La economía dominante, como ciencia, se volvió


el ejemplo más dramático de una disciplina que, teniendo en su origen
fuertes vínculos con las ciencias políticas y sociales, cortó
esos vínculos con la supuesta pretensión de parecerse a la física mecánica,
y así perdió todo rigor. El premio que recibió por su automutilación
vino precisamente de aquellas fuerzas que,
al ver los verdaderos efectos que los “modelos neoclásicos”
tenían en el aumento de intereses y utilidades, declararon que sus autores
eran unos “científicos” rigurosos, modernos, “excelentes”, dignos de ser tenidos como
ejemplo por las comunidades académicas del mundo.

Pablo González Casanova


Las Nuevas Ciencias y las Humanidades
De la Academia a la Política
Antropos, 2004

A mediados del siglo XX J. R. Hicks, y con él muchos investigadores (…)


comprobaron, sin lugar a dudas, que las
planeaciones de los gobiernos democráticos o las planeaciones gerenciales
de las grandes corporaciones y complejos militares-industriales dependen
de la correlación de fuerzas en que operan. Con las matemáticas
demostraron que la economía es una ciencia política a la que
las matemáticas pueden servir bajo ciertos límites:
los del poder y las metas de quienes tienen el poder. Si se quiere
cambiar un modelo de desarrollo se tiene
que cambiar el poder que lo sustenta.

Pablo González Casanova


Las Nuevas Ciencias y las Humanidades
De la Academia a la Política
Antropos, 2004

1.1 El efecto mariposa del discurso de la planeación

En el término de veinte años (1950-1970) el discurso de la planeación se transformó en


una disciplina sólida, con un cuerpo teórico propio, perteneciente a la economía del
desarrollo, ya institucionalizada hoy día en nuestros medios académicos y en nuestras
organizaciones financieras, económicas y públicas; pero además, a nivel cotidiano de las
organizaciones, el proceso continuó hasta transformase en una práctica interiorizada.
Como podría afirmar Ronald L. Jepperson (1999), la planeación no requiere demasiada
acción, pues como sostiene con insistencia, hay un contraste entre la institucionalización
y la acción. Son dos formas diferentes de reproducción. “Un patrón social se reproduce
por medio de la acción si las personas, en forma reiterativa (re) movilizan y (re)
intervienen en el proceso histórico para asegurar su persistencia” (Jepperson: 1999:
200). Diferentes ejemplos, que serán mencionados más adelante, ilustran esta tendencia
para el caso de la planeación económica. El proceso de institucionalización, el cual
puede ser equiparado con un proceso de construcción social, como se pretende expresar
en este trabajo, ha sido llevado a cabo, principalmente, desde los años de la segunda
posguerra hasta el presente; sin embargo, las décadas importantes en esa consolidación
fueron las de los cincuenta y los sesenta. Dos décadas en los que la disciplina teórica de
la planeación se construyó al mismo tiempo que se construían con fuerza las estructuras
de una sociedad teleológica; de hecho, la planeación es una disciplina que coincidió con
los valores de algunos grupos sociales: los propulsores del capitalismo. Se constata,
como puede afirmarlo Weber, una pérdida de libertad. “capitalismo mecánico’, ya que
éste funciona como un nuevo producto de adaptación, ya que el capitalismo victorioso
no necesita ya del ‘manto sutil’ del ascetismo protestántico, puesto que, descansa en
fundamentos mecánicos, instrumentales, estratégicos…, ya no es posible hablar de una
‘afinidad electiva’ entre el comportamiento crematístico del ‘espíritu’ capitalista y una
determinada ‘concepción unitaria del mundo’. Esta despotenciación del mensaje
emancipador de la Ilustración supone el triunfo del ‘utilitarismo’, como despliegue de la
racionalidad instrumental-teleológica autonomizada del universo simbólico religioso (el
ascetismo puritano) (Beriain: 1990: 29). Pocas disciplinas teóricas, y sobre todo a nivel
de las Ciencias Sociales, se han dado el lujo de recibir un apoyo tan decidido.

¿Significa lo anterior que las teorías y modelos de planeación, y el conocimiento


avanzado existente sobre la metodología para la elaboración de proyectos, tan
importante para la toma de decisiones y tan necesaria en las ciencias administrativas y
económicas, representa el esfuerzo de la humanidad de los últimos cien años para
descubrir o lograr un conocimiento social acorde a nuestros propósitos de desarrollo
social y económico? Si bien es cierto que las sociedades complejas deben hacer frente a
un diseño de complejidad social –en la forma de política económica, política, política
exterior, etc.- a través de una determinada coordinación funcional que afecte a todos los
ámbitos de la sociedad, como menciona Josetxo Beriain (1990), también es cierto que
los procesos de coordinación y sus técnicas administrativas son utilizadas por grupos
sociales en particular.

¿Quiénes coadyuvaron a consolidar esta realidad planeada y conocimiento sobre la


planeación? Las evidencias históricas muestran que el impulso provino de los sectores
empresarial, industrial, militar y estatal de la mano de las agencias internacionales. Pero,
la planeación como discurso teórico de las ciencias sociales y administrativas, y la
filosofía del proyecto como eje de ejecución (tecnología administrativa) ¿corresponden a
conocimientos neutrales utilizados para beneficio propio por algunos grupos
económicos? O ¿La misma disciplina teórica de la planeación y la tecnología del
Proyecto son construcciones teóricas/sociales en sí mismas? Este trabajo apunta a
responder positivamente a esta última pregunta: la Planeación y su tecnología de
proyectos son una construcción social realizada por algunas redes económicas y políticas
del mundo occidental. Lo que empezó como una difusión de representaciones a nivel
planetario, como una especie de globalización ideológica originada principalmente
desde algunos centros políticos de occidente –países industrializados- pero también
desde la Unión Soviética, terminó consolidando una disciplina del conocimiento. De ahí
que, como afirma el proverbio chino del aleteo de una mariposa que puede ser percibido
al otro lado del mundo, una disciplina del conocimiento, que aplica fórmulas de
rentabilidad, matemáticas, estadística, economía y otros conocimientos de las ciencias
sociales, y consolidada a nivel mundial, empezó con unas pocas representaciones
sugerentes sobre la necesidad del desarrollo, y más precisamente, sobre la necesidad de
una metamorfosis social. Cincuenta años después, la transformación se ha llevado a
cabo, aunque no como se esperaba, y la intuición de Edward Lorenz, uno de los
creadores de la teoría del caos y uno de los propulsores de la metáfora del efecto
mariposa, bien podría mostrar que todo empezó con unas pocas ideas surgidas en algún
lugar del planeta: el diseño de la metamorfosis en algunos “centros de cálculo”, por
utilizar términos latourianos.

El caso colombiano confirma esa idea: en el año de 1949 llega la Misión Currie, un año
después se crea el Consejo de Planificación Nacional; en la década de los cincuenta
llegan otras misiones, como las de la CEPAL, Harvard y Lebret. Mientras tanto en
América Latina se fundan revistas y se realizan seminarios internacionales. Salen
decretos en varios países, como Colombia, y se publican manuales para la elaboración
de proyectos. En nuestro país, en el año de 1958 se crea y organiza el Departamento
Nacional de Planeación (DNP), tres años después se intenta llevar a cabo, sin éxito, el
primer Plan de Desarrollo y luego se organizan cursos y posgrados: hay demanda de
planificadores. En 1970 se crea el Consejo Nacional de Política Económica y Social, y
en el mismo año, en el período presidencial de Misael Pastrana Borrero, se formula el
primer Plan de Desarrollo para Colombia: Las Cuatro Estrategias. A continuación todas
las organizaciones estatales crean sus oficinas de planeación y poco a poco homogenizan
tiempos y objetivos para todo el país. Resultado: Colombia acelera determinados tipos
de desarrollo y, de paso, institucionaliza instrumentos de racionalidad instrumental.

Todo proceso de institucionalización de una ciencia, una tecnología o una disciplina


teórica es posible porque hay actores gestores interesados. La literatura ha dado cuenta
de este hecho. Léase el siguiente texto De la construcción de la muralla china, del
escritor checo Franz Kafka:

“La muralla debía convertirse en protección por los siglos; la ejecución


más minuciosa, la aplicación de la sabiduría arquitectónica de todas las
épocas y pueblos conocidos, el permanente sentido de responsabilidad
de los constructores, eran ineludibles condiciones previas al trabajo. Si
bien para las tareas inferiores podían utilizarse ignorantes jornaleros
del pueblo, hombres, mujeres, niños, cualquiera que se ofreciera por
buena paga, ya para la dirección de cuatro jornaleros se necesitaba un
hombre inteligente, versado en el arte de la construcción, capaz de
sentir en la profundidad de su corazón de qué se trataba. Y cuanto más
elevada la misión, mayores las exigencias. Tales hombres se hallaban
realmente disponibles, quizás no en la cantidad que se hubiera podido
emplear en esta obra, pero de todos modos en gran número.

El trabajo no había sido abordado con ligereza. Cincuenta años antes


de su iniciación, en toda la China, que debía ser amurallada, la
arquitectura, y en especial la albañilería, se declaró ciencia
principalísima, y todo lo demás se reconoció sólo en cuanto se
vinculara con ella” (Kafka: De la construcción de la muralla china).
La planeación económica y la práctica del desarrollo de proyectos, desde ciertas lógicas
empresariales y liberales, y parafraseando a Kafka, se declaró ‘ciencia principalísima, y
todo lo demás se reconoció sólo en cuanto se vinculara con ella’. La economía, la
econometría, la estadística, se tornan tan importantes que requieren organizaciones
completas para tal fin. Ya Michel Foucault nos había hablado de la gubernamentalidad.
“Una expresión importante del siglo XVIII caracteriza todavía con precisión todo lo
dicho: Quesnay habla de un buen gobierno como de un ‘gobierno económico’. Y esta
noción de gobierno económico se ha convertido en tautológica, puesto que el arte de
gobernar es el arte de ejercer el poder en la forma y según el modelo de la economía”
(Foucault: 14-15). La construcción de la muralla china es una metáfora de construcción.
Una construcción implica diseñadores (que son unos pocos), obreros (lo más) y
argumentos justificatorios; en esto último siempre hay esfuerzos. Léase otro fragmento
del mismo cuento:

“¿De quiénes debía protegernos la gran muralla? De los pueblos del


Norte. Soy de la China sudoriental. Ningún pueblo del Norte puede
amenazarnos aquí. Leemos acerca de ellos en los libros de los
antiguos; y bajo nuestras plácidas glorietas los horrores que cometen
nos hacen gemir. En los cuadros de los artistas, fieles a la realidad,
vemos estos rostros de maldición, desmesuradamente abiertas las
fauces, los dientes prontos a desgarrar y a triturar; los ojos ya
bizqueando hacia el botín. Si los niños se portan mal, les mostramos
estas figuras; llorosos se nos arrojan al cuello. Pero eso es todo cuanto
sabemos de los nórdicos. Nunca los hemos visto y si permanecemos en
nuestra aldea no les veremos jamás, por más que fustiguen sus salvajes
caballos y corran a nuestro encuentro… El país es demasiado extenso
y no los dejaría llegar… Por más que corran se perderán en el aire. Y si
es así, ¿por qué abandonamos el terruño, el río y los puentes, mi padre
y a la madre; a la mujer que llora y al niño que hay que educar, y nos
alejamos para aprender en la ciudad distante, y nuestros pensamientos
están más al Norte aún, junto a la muralla? ¿Por qué?” (Kafka: De la
construcción de la muralla china).

Entre mayor sea el enrolamiento, mayor es la posibilidad de instituciona-lización. Todo


proceso de institucionalización requiere símbolos, metáforas, imágenes, argumentos y
estrategias, y los más comunes son los relacionados con los miedos: en el estudio de
François Ewald acerca del aseguramiento, el miedo está centrado en el riesgo. “En
lenguaje cotidiano, el término ‘riesgo’ se comprende como un sinónimo para peligro, o
amenaza; para un evento desafortunado que podría ocurrirle a alguien. Designa una
amenaza objetiva. (…) Nada está en riesgo en si mismo, no hay riesgo en realidad.
Pero, por otra parte, todo podría ser un riesgo. Todo depende de cómo analizamos el
peligro, de cómo consideramos los eventos. Como Kant pudo haberlo puesto, la
categoría de riesgo es una categoría de comprensión”1 (Ewald: 1995: 198). En la
institucionalización de la planeación y la tecnología de los proyectos, también hay una
muralla china y unos miedos de invasión. La muralla china es el control del destino y el
miedo corresponde a la incertidumbre, la pobreza y el subdesarrollo. Así como Ewald
sostiene que el aseguramiento es la práctica de un tipo de raciocinio potencialmente
capaz de transformar la vida de los individuos y de una población, el tipo de raciocinio
correspondiente a la planeación transformó el mundo occidental de la segunda
postguerra. No obstante, si se admite que la planeación y los proyectos son
construcciones teórica/sociales cabe preguntarse lo siguiente: ¿Es posible un mundo
social, económico y político sin la disciplina de la planeación, el ejercicio de los
programas y la elaboración de proyectos? O, ¿Es posible pensar epistemológica y
ontológicamente una planeación, unos programas y unos proyectos de una forma
diferente a como se han institucionalizado? Para intentar responder, de una forma
exploratoria, se quiere acudir a los estudios epistemológicos y sociológicos
provenientes del constructivismo y construccionismo.

1 Traducción mía.
1.2 Trayectos del constructivismo social de la sociología de la ciencia y de la tecnología

No es posible comprender las discusiones epistemológicas y los sucesivos desarrollos de


la sociología de la ciencia, en sus diferentes vertientes teóricas, al margen de las
concepciones constructivistas. Estas han jugado un papel muy importante en la
consolidación de nuevas interpretaciones sobre la ciencia y la tecnología: la ciencia, los
hechos científicos que describe y estudia, la realidad y el conjunto mismo de las teorías,
son sometidos a un discurso filosófico construccionista que involucra sujetos
constructores y realidades construidas. Pero también a un discurso sociológico y
antropológico que revela prácticas sociales y lingüísticas configurantes de realidad,
tecnología y artefactos diseñados con fines políticos, hechos científicos construidos
histórica y culturalmente; y por medio de una cirugía etnográfica de las experiencias
cotidianas en los laboratorios llega a un punto polémico: afirmar que el conocimiento
científico es producto de múltiples trayectos de fabricación e “invención” más que del
“descubrimiento” de una naturaleza existente en forma independiente de los individuos
y de la sociedad. La construcción del conocimiento científico y tecnológico involucra
complejas redes intersubjetivas y sociales, con intereses económicos y políticos de por
medio, además de un empleo sucesivo de metáforas, de ideas de diversa índole y fuente,
con gran afluencia de imágenes construidas en diferentes escenarios, y aspectos
lingüísticos y culturales configurando los hechos científicos y hasta el diseño y la
realización de artefactos tecnológicos. Con los nuevos desarrollos teóricos y
metodológicos de las ciencias sociales, en especial los originarios de la antropología
(como la etnografía), la sociología, la lingüística, y la ciencia política, se enfrentan a
posturas epistemológicas positivistas (sean del orden ortodoxo o de los lógicos ingleses
y alemanes), racionalistas, idealistas, incluso filosóficas (en todo el sentido general de la
palabra), concepciones lineales de la historia y del pensamiento científico, y de los
estudios de la tecnología que conciben la invención como producto de un individuo
genial. La interpretación constructivista de la ciencia y de la tecnología es una postura
política que intenta develar las prácticas ocultas del poder donde pareciera no haber
siquiera una mínima intención, y la encontramos en pensadores sociales como Karin D.
Knorr-Cetina, H. M. Collins, Trevor Pinch, Wiebe Bijker, Donald Mackenzie, Steve
Woolgar, Bruno Latour, Michel Callon, Thomas Hughes y John Law, entre otros.

Se podría afirmar que muchas de estas ideas son resultantes de investigaciones


precedentes y de varias disciplinas, incluso de algunas teorías filosóficas. Cabe el
concepto de emergencia de Michel Foucault: la entrada en escena de las fuerzas, la
irrupción, el movimiento de golpe por el que saltan de las bambalinas al teatro, cada una
con el vigor y la juventud que le es propia. Emergencia es diferente a procedencia. La
procedencia designa la cualidad de un instinto, su grado de debilidad, y la marca que
éste deja en el cuerpo, la emergencia designa un lugar de enfrentamiento (Foucault:
1991: 15). La emergencia de las ideas constructivistas es el espacio de debate, de
encuentro, de varios trayectos históricos. Un trayecto corresponde a la formación de los
filósofos en la líneas del pensamiento hermenéutico alemán y las corrientes
postempiricistas, quienes han de recordar la famosa frase de Nietzsche, de hace más de
un siglo: “Contra el positivismo que se detiene ante el fenómeno sólo hay hechos, yo
diría: no, justamente no hay hechos, sólo interpretaciones”2, apreciación que
consideramos pertinente a las concepciones constructivistas. Pero los sociólogos de la
ciencia y de la tecnología han dado un paso importante al entrar a investigar en los
archivos y el mundo social directamente, allí, donde grupos sociales construyen la
historia y el conocimiento. No obstante, las investigaciones están en proceso y no podría
decirse que hay un consenso completo y terminado; incluso, hay investigadores no
satisfechos, como el caso de Langdom Winner quien afirma que todavía hay muchas
cajas negras vacías en los discursos constructivistas de la ciencia y la tecnología, y acusa
a sus promulgadores de imperialistas conscientes en la esperanza de imponer su enfoque.
Es obvio, afirma, “que desearían hacer del constructivismo social la estrategia de
investigación y la agenda intelectual dominante en los estudios de la ciencia y la
tecnología de los próximos años” (Winner: 1995: 307). Aún así, la crítica no es radical:
solamente manifiesta, y más precisamente con respecto a la tecnología, que hay espacios

2Cita extraída del libro No hay hechos, sólo interpretaciones, editado por Carlos B. Gutiérrez,
Bogotá: Universidad de los Andes, 2004.
de investigación sin asumir; por ejemplo, el problema de la elección técnica y sus
consecuencias sociales. Efectivamente, los estudios muestran que cualquier tecnología
es una estabilización entre varias negociaciones, alternativas técnicas, diversos diseños,
pero poco se puntualiza sobre los impactos de los artefactos en la conciencia de la gente.
“De un modo peculiar, pues, esta es una sociología de la tecnología que se interesa poco
por cómo transforman las tecnologías la experiencia personal y las relaciones sociales.
Su objeto de fascinación es la construcción social de los artefactos y procesos técnicos.
Pero la importancia de esas innovaciones en un contexto más amplio ya no tienen mayor
interés” (Winner: 1995: 311). No obstante, también se puede afirmar que los ejercicios
que enfocan la atención en la institucionalización de las ideas científicas, llegan a
analizar parte de estos procesos. En tecnología se pueden mencionar los trabajos
recopilados en The Foucault Effect (Burchell: 1995). En el último capítulo se hará
alusión.

Un punto de partida para esbozar las ideas principales del constructivismo social, de tal
manera que permita abordar el presente trabajo, es la discusión de la década de los
setenta de sociólogos y filósofos acerca del conocimiento. Barry Barnes, representante
de la Escuela de Edimburgo, concibe el conocimiento de dos formas posibles, que se
exponen a continuación, no tanto para enfrentar las corrientes positivistas y
constructivistas (que podría ser una intensión explícita), como para enfrentar la filosofía
de la ciencia y la sociología de la ciencia. Esto es, la filosofía concibe el conocimiento
como producto de la contemplación y la sociología como producto de la acción social.
Mientras en la primera se percibe el sujeto como un receptor, en la segunda se presenta
como un constructor. La explicación contemplativa describe el conocimiento como el
producto de individuos aislados y supone que los individuos tienen una participación
mínima entre la realidad y su representación. Hay una aprehensión pasiva. La realidad se
manifiesta por sí misma y su percepción se presenta como si fuera independiente de
intereses, expectativas o experiencias previas. En la concepción referente a la
producción social se parte de la idea de que el conocimiento se transmite de generación
en generación, y como algo que se desarrolla y modifica activamente en respuesta a
contingencias prácticas (Barnes, 1994).
Barry Barnes plantea una perspectiva esencialmente constructivista social; y se dice
social, porque también habría una perspectiva constructivista filosófica. Esto es, si la
pugna es entre filósofos y sociólogos de la ciencia, un Gastón Bachelard es un ejemplo
de filósofo y Barnes de sociólogo; y ambos constructivistas. Para Barry Barnes, lo que
son los diagramas, los mapas
y los dibujos que sirven de
vehículos representacio-nales
son construcciones activas
por parte de la humanidad.
Un ejemplo que Barnes
incluye (Barnes: 1994) es la
gráfica correspondiente a un
músculo. “La figura 1.3 está
tomada de un libro de
anatomía, y describe algunos
de los músculos del brazo.
Está diseñada para facilitar el
reconocimiento y
nombramiento dentro del
contexto de una actividad
esotérica. Por tanto, no se trata de la presentación de un brazo particular. Pese a que
aparentemente es realista, se trata intencionalmente de un esquema. No se puede tomar
como un intento de imitar pasivamente la realidad. Ciertamente, su efecto es el de
modificar la percepción de manera que los estudiantes puedan percibir los brazos en
términos de su esquema de representación. Como ayuda para ver y nombrar, se subraya
su carácter esquemático a expensas de sus posibilidades en tanto que una presentación
de las apariencias. No existe un brazo particular al cual se relacione en tanto que
representación; se trata de una tipificación construida a partir de los símbolos
disponibles. (El que de hecho esté construido a partir de los símbolos sólo puede escapar
a nuestra atención si olvidamos que los símbolos participan en la percepción así como en
la representación.) Como todas las representaciones científicas, la figura 1.3 se puede
aplicar con confianza sólo para ayudar a tipos particulares de procedimientos. En este
caso, los procedimientos, junto con los intereses instrumentales directamente asociados,
están encarnados en el papel del anatomista y su público estudiantil. Aquellos que dan
un uso práctico a tales representaciones están generalmente bien conscientes de que su
aplicabilidad y confiabilidad están restringidas; esta conciencia se genera
automáticamente cuando se aprende a usar las representaciones. Otros intereses
instrumentales y otras actividades, localizadas en otros papeles científicos, engendran
otros tipos de representación” (Barnes, 1994: 60-61). De esta manera, para Barnes, el
conocimiento es construcción social, incluyendo formas representacionales como las
gráficas científicas y las mismas fotografías. Una primera conclusión: el conocimiento
no surge como un espejo sino como un producto fabricado socialmente. Aún así, no hay
que olvidar que el mismo constructivismo en la medida que utiliza el término “construir”
se presenta como una metáfora, igual que el espejo, como sinónimo de reflejo, o el taller
de fabricación, como sinónimo de creación artificial. Son metáforas en la medida que
reemplazan significados.

1.3 Construcción de varios constructivismos

Hay un desplazamiento teórico desde la epistemología a la sociología de la ciencia, de


los análisis lógicos y normativos de la ciencia al estudio empírico a partir de
investigaciones etnográficas y etnometodológicas (caso Bruno Latour, por ejemplo).
Tanto en la epistemología como en la sociología de la ciencia encontramos líneas
constructivistas, algunas de enfoque representacional. Se puede mencionar en ese paso al
francés Gastón Bachelard y al polaco Ludwik Fleck. Aunque Bachelard contextualiza su
idea a partir de la ruptura entre conocimiento sensible y el conocimiento científico,
cuestión que lo acerca al análisis epistemológico de sujeto-objeto y lo aleja del
sociológico, su importancia ha radicado en su ataque reiterativo a la noción de
objetividad en la ciencia y, sobre todo, a la construcción individual: “En nuestra opinión,
hay que aceptar para la epistemología el siguiente postulado: el objeto no puede
designarse de inmediato como ‘objetivo’; en otros términos, una marcha hacia el objeto
no es inicialmente objetiva” (Bachelard: 1985). En esa relación sujeto-objeto, el objeto
lo construye la comunidad científica. Frente a la tradición racionalista de René
Descartes, la objetividad se construye en el tiempo y de forma intersubjetiva. La
objetividad tiene su control social, y desde la perspectiva bachelardiana no hay un
instante en el tiempo que se pueda afirmar que se está siendo objetivo; la concibe desde
la construcción que realiza el cogitamus en lugar del cogito cartesiano. Para comprender
el Cogitamus bachelardiano es indispensable tener en cuenta, con anterioridad, su
concepción del sujeto, mirado en relación con el objeto. Para Bachelard el objeto no
existe objetivamente, esto es, que no existe una sustancia independiente del investigador
y que su forma sea percibida por una sustancia subjetiva. Ni el objeto ni el sujeto son
sustancias. Para Bachelard el objeto es una construcción, más específicamente es el
“tema de un problema”; el sujeto es la conciencia del problema. El sujeto, en su
individualidad, es una estructura3 de ideas que está regulada por las otras conciencias de
la “ciudad física”, esto es, de los científicos que investigan polemizando. El objeto,
considerado como tema de un problema, polariza la conciencia. La inteligencia social se
moviliza según sea el problema. Es decir, el tema de la problemática científica construye
espacios de encuentro para las inteligencias y éstas se van regulando unas a otras,
construyendo así la objetividad y la verdad. Una cita textual de Bachelard nos ilustra su
concepción sobre la objetividad construida: “Basta con que hablemos de un objeto para
que nos creamos objetivos. Pero en nuestra primera elección, el objeto nos elige más a
nosotros que nosotros a él y lo que tomamos por pensamientos fundamentales sobre el
mundo a menudo confidencias sobre la juventud de nuestro espíritu. A veces nos
maravillamos ante un objeto elegido; acumulamos las hipótesis y los sueños; formamos
así convicciones que tienen la apariencia de saber. Sin embargo la fuente inicial es
impura: la evidencia primera no es una verdad fundamental. De hecho, la objetividad
científica sólo es posible si antes se ha roto con el objeto inmediato, si se ha rehusado la

3 Gaston Bachelard tiene grandes influencias del estructuralismo francés.


seducción de la primera elección, si se han detenido y contradicho los pensamientos que
nacen de la primera observación. Toda objetividad debidamente verificada, desmiente el
primer contacto con el objeto” (Bachelard, 1985: 282). La objetividad es una
construcción intersubjetiva realizada en el tiempo. Ninguna objetividad racional es
instantánea, toda construcción requiere intersubjetividad y tiempo.

En la misma década, en la que se publica La Lógica de la investigación científica (1934)


de Popper, más exactamente por el año de 1935, Fleck publica su libro La Génesis y el
desarrollo de un hecho científico. Introducción a la teoría del estilo de pensamiento y
del colectivo de pensamiento. Es el gran paso a la construcción social de los hechos
científicos. Allí Fleck se pregunta por cuál es la naturaleza de un hecho científico y
encuentra que el proceso de construcción no es tanto de naturaleza lógica sino social. Y
como médico y filósofo asume la investigación del concepto de sífilis. “¿Qué es un
hecho? Se considera hecho lo fijo, lo permanente y lo independiente de la opinión
subjetiva del investigador, lo contrapuesto a la transitoriedad de las teorías. Es la meta
de todas las ciencias. La crítica de los métodos para establecerlos constituye el objeto de
la teoría del conocimiento. La mayor parte de las veces, la teoría del conocimiento
comete un fallo fundamental: toma en consideración, casi exclusivamente, hechos
comunes de la vida cotidiana o de la física clásica como los únicos seguros y dignos de
investigación” (Fleck: 1986). Los hechos científicos tienen génesis y desarrollo. El
concepto de sífilis nace a finales del siglo XV y se va estructurando con la ayuda de la
astrología, los médicos empiristas, el saber terapéutico, entre otros. Y Fleck le encuentra
el valor epistemológico, ya que la biología le ha enseñado que todo fenómeno de la vida
tiene una historia. Es posible preguntar lo siguiente: ¿Es posible separar la historia del
objeto de la historia de la disciplina y de la misma sociedad? Fleck responde con la
siguiente apreciación metafórica: “La biología me enseñó a investigar siempre histórica-
evolutivamente todo campo en desarrollo. ¿Quién hace hoy anatomía sin embriología?
Pues, de la misma forma, toda teoría del conocimiento que no haga investigaciones
históricas y comparativas se queda en un juego de palabras, en una epistemología
imaginada” (Fleck: 1986: 68). El libro va a mostrar la construcción del concepto de
sífilis a partir de la historia social y disciplinar.

Ahora: ¿Hay varios constructivismos? Si, como afirma León Olivé, pocos filósofos y
casi ningún sociólogo disputarían hoy día la verdad de que el conocimiento es de
carácter social (Olivé: 1994), no todos se consideran constructivistas; y los que se
consideran constructivistas, no todos tienen la misma concepción. La pregunta de cuáles
son los tipos de reflexiones sobre el conocimiento que deben considerar su carácter
social, y cuáles los que pueden hacer caso omiso de ello, corresponde a la primera
cuestión. En cambio, la segunda discusión le permite a Olivé diferenciar tres tipos de
constructivismo. Se podría decir que es un parámetro ontológico, referido a la relación
con la realidad, pero en el que incluye la problemática de la representación: entre una
actitud moderada y una extrema. La extrema le corresponde al constructivismo
devastador (refiriéndose a Bruno Latour y Steve Woolgar) (Olivé: 2000), quienes
comprenden la realidad como una construcción social, en todo el sentido de la palabra, y
desde una mirada lingüística, como una superposición de textos de diferente naturaleza y
de diversos actores y actantes. Pero, por supuesto, hay constructivismos moderados,
según Olivé. En este punto, las discusiones constructivistas están referidas a la posible
configuración de la acción de los individuos sobre el mundo real y empírico (el que
podría existir en forma independiente del individuo) o a la configuración de la realidad
sobre la representación, esto es, qué tanto aporta el individuo (colectivo) a la
representación del mundo y qué tanto le corresponde a la realidad: problema ontológico
desde la filosofía. Para el caso de T. S. Kuhn, su constructivismo es de corte
neokantiano: la realidad es determinante para el contenido de las teorías científicas pero
también es determinante el esquema conceptual, los presupuestos epistemológicos y
metafísicos de los métodos y las teorías, actividades y prácticas, esto es, el paradigma.
Igualmente, se encuentran constructivismos diversos en todas las disciplinas. Se puede
mencionar en Alemania a Paul Lorenzen, en los años sesenta. El estructuralismo de Jean
Piaget, las obras de Gregory Bateson, Ernst Von Glasersfeld y de Paul Watzlawick, en la
psicología; la biología de Humberto Maturana y Francisco Varela. También el
neurofisiólogo Warren McCulloch y los físicos Erwin Schodinger y Heinz von Foerster.
Por los lados de la sociología, se pueden nombrar, entre varios, a Peter L. Berger y
Thomas Luckmann. En educación, se menciona a Novak, David Ausubel y Gowin,
quienes diseñan técnicas de enseñanza aplicables desde el constructivismo como sucede
con los mapas conceptuales y la V heurística.

El constructivismo ha implicado también una dimensión cognitiva social: el proceso de


construcción de la verdad y de la objetividad. Bien sea ontológica, epistemológica o
socialmente, las preguntas que surgen podrían ser delineadas a partir de los siguientes
interrogantes: ¿Hasta qué punto configura la realidad la construcción del conocimiento?
¿Es de forma radical y total? ¿Es parcial? ¿Qué significa la construcción social? Ahora,
dando por aceptado que el conocimiento se construye, según los casos de estudio, a
partir de consensos y a partir de intereses (para quienes conciben los intereses como
determinantes, como el mismo Marx y Barry Barnes), ¿Cómo se construye socialmente
(competencia de grupos sociales) la realidad? ¿Cómo se construye socialmente la ciencia
y la tecnología? Esto es: ¿Cómo juegan los intereses (modelo Barnes)? ¿Cómo y por qué
se toman las decisiones en los trayectos constructores? La problemática se diversifica
aún más: “Los problemas de las condiciones en las cuales algo puede calificarse de
conocimiento, los problemas de justificación y validez, el análisis de conceptos
epistémicos como verdad, validez, racionalidad, todo esto pertenece al campo
propiamente filosófico de la teoría del conocimiento en donde el origen y el carácter
social del conocimiento, si acaso relevantes, son secundarios. Pero se reconoce también
que los problemas de génesis, de causas, de efectos y resultados del conocimiento deben
pertenecer al campo de estudio de ciencias empíricas, como la psicología y la
sociología” (Olivé, 1994: 7).

Knorr-Cetina, por su parte, nos habla de un enfoque genético y otro del nivel
microscópico, los cuales se pueden mencionar como métodos de investigación de los
hechos científicos, practicados por los mismos sociólogos mencionados anteriormente.
El primero, muy relacionado con el de Harry M. Collins (Empirical Programme of
Relativism), se centra en las controversias científicas para estudiar la formación de
consensos: “de los mecanismos por los que las propuestas cognitivas resultan aceptadas
como verdaderas” (Knorr-Cetina: 1995: 307). El segundo corresponde a los estudios
etnográficos, en los que la misma Knorr-Cetina se incluye y se pueden incluir a Latour,
Fabbri, Woolgar, Law y Williams, Lynch, Garfinkel, entre otros. Temas como la
bioquímica, microbiología y tecnología de proteínas vegetales, investigación del sistema
endocrino cerebral, neurotransmisores, ecología de la reproducción de los mamíferos,
biología celular y la química de coloides de los líquidos inmiscibles, son investigados
por este método etnográfico. Específicamente en tecnología, encontramos a autores
como Trevor J. Pinch, Thomas P. Hughes, Wiebe E. Bijker, Thomas P. Hughes, Michell
Callon, John Law, Donald Mackenzie y Ruth Schwartz Cowan, entre otros. Los estudios
van desde la bicicleta, donde muestran cómo se va configurando el concepto a partir de
los deseos de los diferentes grupos sociales –velocidad, seguridad, comodidad- y donde
cada deseo o necesidad se expresa en un problema técnico, hasta investigaciones sobre
el desarrollo de la baquelita, los sistemas de guía de los misiles, los coches eléctricos, los
sistemas expertos en cibernética, las redes de generación y distribución de electricidad,
entre otros estudios. El libro The Construction of Technological Systems, y editado por
Bijker, Hughes y Pinch, es una buena compilación de estas investigaciones. Los estudios
de la tecnología han tenido alimentación teórica desde los estudios sociológicos de la
ciencia, por un lado, donde se puede incluir además de los ya mencionados, toda la línea
de trabajo española de Manuel Medina, Miguel Ángel Quintanilla y José Sanmartín, y,
de otro, toda la historia del pensamiento filosófico sobre la tecnología, que se puede
estudiar en los trabajos de Carl Mitcham. Una buena preocupación se descubre, en la
actualidad, por la redefinición de la cultura en los sistemas tecnológicos. El mito de la
teoría y de las divisiones clásicas entre ciencia, tecnología y cultura, postuladas por
varios siglos desde la antigua Grecia, ha dado origen a trabajos de reconocimiento
deconstructivista, desde donde se han construido senderos para abordar los estudios
culturales de la ciencia y tecnología. Sin embargo, si cada una de estas categorías, es de
por sí ya compleja, la conceptualización de cultura ha sido problemática desde todas las
ciencias sociales. Como sostiene Andrew Pickering, y citado por Manuel Medina
(Medina: 2003), estos estudios, dirigen su atención a las prácticas científicas, a lo que
realmente hacen los científicos en sus laboratorios. La etnografía es un buen recurso
metodológico para capturar esas prácticas. No obstante, y por supuesto, esa comprensión
del concepto de cultura no satisface, pues la cultura comprende multitud de aspectos,
tales como capacidades, actividades y realizaciones de carácter simbólico
(representaciones e interpretaciones simbólicas, discursivas y artísticas), técnicas y
artefactos materiales, formas organizativas de interacción social, económica y política y
prácticas y realizaciones biotécnicas, relacionadas con los seres vivos y el entorno
biótico.

Las ideas constructivistas pueden ser acercadas a la problemática tratada desde E.


Durkheim en la sociología: la institucionalización de representaciones colectivas. En las
sociedades complejas se construyen múltiples realidades, disciplinas y técnicas en una
pluralidad de tiempos, mientras que a la vez se van instituyendo prácticas sociales
comunes. La planeación no escapa a esa característica. Impulsada por grupos
económicos internacionales –construida para ciertos fines- ha logrado construir nuevos
conexiones en el conocimiento e institucionalizar prácticas cognitivas. Nociones como
futuro, objetivos, metas, misión, visión, nos posibilitan estudios sociológicos
constructivistas. Así como una sociología del concepto de futuro es coherente con una
sociología del concepto de proyecto, la institucionalización del proyecto y la
construcción social del tiempo están íntimamente ligadas. “La invención del reloj y la
tentación progresiva de dominar el tiempo a partir de su medición, llevo a la adopción de
un tiempo mundial y a un esfuerzo tecnológico extremo para una medición sumamente
precisa del tiempo. Estas han sido condiciones esenciales para el desencadenamiento de
la revolución industrial y la imposición de una nueva relación de la sociedad con el
tiempo” (Hiernaux: 2000: 102).

Los conceptos de planeación, programa, futuro y proyecto han pasado a ser conceptos
interdisciplinarios, comunes en el pensamiento contemporáneo. Incluso, interiorizados
en la argumentación de algunos autores. Veamos unos ejemplos. Juanjo Gabiña nos
habla de “Prospectiva y planificación territorial. Hacia un proyecto de futuro” (Gabiña:
1999). Esto es, los territorios, los municipios, los países, han de construir su proyecto de
futuro. Esta idea ha calado a fondo en los planificadores del presente. H.R. Fischer, A.
Retzer y J. Schweizer nos hablan de “El final de los grandes proyectos” (1997), y
afirman que “las fantasías omnipotentes de la ciencia moderna han llegado a su fin, y en
su lugar está surgiendo una asombrosa multiplicidad de paradigmas simultáneos que
guían proyectos e iniciativas científicos más modestos aunque no menos rigurosos”.
Postula el final de los grandes proyectos pero, por supuesto, no del Proyecto. Thomas A.
Stewart, por su parte, nos expresa que “el consultor William Bridges dice en su libro
JobShift que el ‘puesto de trabajo’ en el sentido de una tarea cotidiana más o menos
determinada desaparece a medida que se automatiza el trabajo rutinario de la oficina y la
fábrica. En lugar de puestos, hay proyectos. Un proyecto es una tarea que tiene un
comienzo, un alcance determinado y un final: diseñar las alas de un nuevo jet de
pasajeros, lanzar un producto, preparar un juicio, reestructurar el departamento contable,
limpiar un depósito de residuos tóxicos. (Bueno, digamos que se supone que cada
proyecto tiene un fin) Debido a estos límites, dirigir un proyecto es distinto de, por
ejemplo, supervisar una cadena de producción y preparar un recuento semanal de
insumos consumidos y piezas producidas hoy como ayer y para siempre jamás”
(Stewart: 2000: 293). Hay que estar construyendo proyectos para sobrevivir en el
sistema económico actual, según se desprende de la lectura de Stewart. Por su parte,
David Bloor nos habla del programa fuerte en sociología del conocimiento; y el
programa tiene objetivos y metas, como lo expresa en “Conocimiento e imaginario
social”. Emmanuel Lizcano y Rubén Blanco, en la presentación del libro, nos dice: “el
objetivo del programa fuerte en sociología del conocimiento que aquí propone David
Bloor no es otro que el de interrumpir en ese ámbito, tocar lo intocable para la razón
moderna con los dedos de la razón misma, mostrar el camino/método por el que la
investigación racional –y no la mera reacción intuitiva- puede dar cuenta de las
condiciones sociales e históricas que dan forma a los contenidos mismos de ese saber
puro que permanecía como tabú de la modernidad ilustrada. A su empeño no escapará
siquiera el saber matemático, el bastión que se suponía más irreductible a los avatares de
la historia y a las variaciones culturales” (Bloor: 1998, 13-14). Jürgen Habermas nos
habla del proyecto de la modernidad. “La idea de la modernidad está íntimamente ligada
al desarrollo del arte europeo; pero lo que llamo ‘el proyecto de la modernidad’ sólo
centra nuestra atención cuando prescindimos de la usual concentración en el arte (…) El
proyecto de modernidad formulado en el siglo XVIII por los filósofos de la ilustración
consistía en sus esfuerzos por desarrollar la ciencia objetiva, la moralidad y la ley
universales, y el arte autónomo, de acuerdo con su lógica interna. Al mismo tiempo este
proyecto pretendía liberar los potenciales cognitivos de cada uno de estos dominios para
emanciparlos de sus formas esotéricas. Los filósofos de la Ilustración quisieron utilizar
esta acumulación de cultura especializada para el enriquecimiento de la vida cotidiana,
es decir, para la organización racional de la vida social de cada día” (Viviescas: 1991,
23-24). Léase el siguiente fragmento de un libro que versa sobre los métodos de la
ontología:

“Si el Tractatus de Wittgenstein, Ser y Tiempo de Heidegger, las


Meditaciones Cartesianas de Husserl, El Ser y la Nada de sastre y por
supuesto la ontología de Hartmann conservan, aun transformando
radicalmente la idea de fundamentación –especialmente en Heidegger y
Wittgenstein-, el aire de un proyecto ontológico en su plenitud, tal
ambiente desaparece después casi por completo en lo que tiene de
programa, de elaboración de un proyecto capaz de definir una posición
fundamental desde la que proporcionar algo así como un sentido primario,
un primer acceso conceptual a los diversos campos en que se articula la
experiencia del mundo. La pérdida de tales programas clásicos es
justamente uno de los signos en que se manifestaría el “final de la
metafísica” en la época de la sociedad tecnologizada. Pero la ausencia de
proyectos explícitos de esa envergadura, para los que probablemente
carecemos de conocimientos, pero, sobre todo, para los que no recibimos
(¿aún?) el suficiente apremio de la realidad, que es lo único que engendra
la convicción y la fuerza necesarias, nada quita, ni de hecho ha quitado, al
trasfondo ontológico del pensamiento, que se muestra en la vigencia de
cuestiones ontológicas en casi todas las corrientes filosóficas actuales.
Quizá no haya llegado aún la hora de elaborar la “ontología del presente”,
para utilizar la expresión de Foucault, pero sí la del acarreo de materiales
y, muy especialmente, de formas y estilos de pensamiento, entre los que
hay que optar y por los que hay que transitar y ejercer su disciplina, si no
queremos que la filosofía se diluya en el vano gesto fugaz del animador de
programas culturales”4 (Rodríguez: 2002: 10-11).

Planes, programas y proyectos son parte del lenguaje de las disciplinas, incluyendo los
proyectos ontológicos en la filosofía, y la misma vida cotidiana. Se habla de la falta de
proyectos de vida para los “desubicados existencialmente”, para los que no se
encuentran a sí mismos. La vida académica está configurada de proyectos, los cuales
requieren recursos; de hecho, por eso existe la planeación educativa. Los maestros tienen
que entregar el programa de sus asignaturas a comienzo de cada semestre; y una oficina
de planeación se encarga de unificar los formatos y los procedimientos. En la vida
laboral, cada mínima empresa requiere un plan de trabajo, el cual es discutido con el jefe
o con un comité; y no se puede proponer nada si no está inscrito en un programa general
de la empresa, el cual fue realizado, normalmente, por un grupo de directivos. Para eso
hay una oficina de Organización & Métodos, programación o planeación. También hay
proyectos de inversión, proyectos de desarrollo, proyectos de investigación, entre otros.
Un proyecto de investigación forma parte de un programa de facultad o de un centro de
investigaciones y éste a su vez está sumergido en un plan de desarrollo universitario o
empresarial. Por lo menos hay unos documentos con matrices, cifras y tiempos que
muestran que la cuestión es así; y unas normas jurídicas que obligan a presentar los
proyectos y programas en determinados tiempos, y para determinados fines. El término
proyecto, según se desprende del anterior trayecto de ejemplos, es explícito, en algunos
casos, cuando se quiere hablar de planeación, pero en otros, el proyecto, el programa y el

4 Los subrayados son míos.


plan de un grupo de actores que propone algo, es una tecnología literaria que incide en la
configuración de los hechos, pero que pasa desapercibida para una mayoría de lectores.
¿Hay relación de ambos casos? ¿La utilización de esta terminología es una expresión de
la institucionalización de la lógica del proyecto? ¿Qué implicaciones comporta pensar en
un proyecto de modernidad, no en términos de modernidad sino en términos de
proyecto? ¿Es una metáfora? Un proyecto convoca problemas políticos, administrativos,
económicos, científicos (de diversa índole) y tecnológicos. Un proyecto es un móvil
inmutable y combinable, en términos latourianos; y, a la vez, es un instrumento
tecnológico-red, un instrumento socio-tecnológico producto de procesos complejos de
construcción de representaciones y metáforas, así como de trayectos de
institucionalización en una sociedad. Esta idea será ampliada en otro capítulo.

1.4 La disciplina de la planeación y la tecnología administrativa del proyecto

Hay que decir finalmente, que el estudio exploratorio de la historia de esta disciplina nos
conduce también a encontrarla en alianzas diferentes. En los años cincuenta, cuando
parecía una novedad la alianza con la economía, en la que más de un economista, aún en
la actualidad, no duda en afirmar que la modernidad en Colombia empezó cuando surgió
la planeación económica en los años cincuenta, estudios bibliográficos muestran cómo la
prevención pública, la planeación y la idea del proyecto han formado parte de las
discusiones de alianzas disciplinares, geografías y tiempos diferentes. La historia de la
planeación, como cualquier historia narrada y pensada por actores, oculta
acontecimientos y destaca otros. Antes que la alianza directa con la economía ya había
empezado la alianza con la ingeniería industrial y la administración de empresas. Taylor
antes que Keynes. Sin embargo, los estudios del pensamiento administrativo público
muestran las discusiones de las corrientes cameralistas y de las ciencias de la policía
(Polizeiwissenschaft) en el Estado Absolutista de Europa, en los siglos XVI y XVII, en
la que los estudios sobre el Estado hacían necesario emplear elementos de planeación e
intervención por parte del Estado. Quizás si no a nivel empresarial o industrial pero el
pensamiento administrativo público refleja varios antecedentes. El mismo Michel
Foucault destaca algunos de estos estudios en su ensayo Omnes et Singulatim: hacia una
Crítica de la Razón Política (1995).

Beneyto relaciona lo que uno podría llamar información y planeación en el Estado


Absolutista: afirma que “el primer Borbón insiste cerca de la sala de gobierno del
Consejo para que se informe de los corregidores, justicias y personas de su mayor
satisfacción y prudencia de cuanto puede influir al mejor gobierno del territorio,
inquiriendo el estado de sus cosechas y frutos, el que tienen los pósitos de las ciudades y
pueblos, la administración de propios y arbitrios, el arreglo de puentes y caminos, la
conservación de los montes y plantíos, el cuidado de la cría de yeguas y caballos, y el
que debe observarse para impedir su extracción a otros reinos y provincias, y sobre todo,
y con mayor especialidad, a la investigación de los escándalos y desórdenes públicos,
para que, informado el Consejo por tan seguro medio de cuanto fuese digno de proveerse
y corregirse, “aplique sus oportunas providencias a hacer que florezcan la paz, la justicia
y la abundancia en todos mis reinos”. Esta preocupación de dirigir desde la corte toda la
Administración es reiterada por Fernando VI en 1747: “Pues así -dice- se conocen las
cosas y pueden remediarse”. El Consejo trata del tema en 1767, y Carlos IV insiste en
1804. Pero el problema se ofrece con las tornas cambiadas. Los corregidores vuelven a
ser elemento exclusivo de información: hablan de la jurisdicción y de los excesos de
gastos, de las cofradías y de los montes, del arca de tres llaves para los caudales públicos
y de los religiosos que no viven en clausura o que administran pleitos y haciendas”
(Beneyto: 1958: 459). También se puede mencionar a un teórico de suma importancia en
la historia del pensamiento administrativo público: Juan Enrique Gottlobs de Justi, quien
en el año de 1784 publicó los Elementos Generales de Policía. Afirma que “Muchos
autores que han escrito sobre la policía, han confundido sus principios con los de
hacienda, dejando muy mal cumplidos sus empresas. Yo convengo en que estas dos
ciencias tienen mucha relación entre sí. La policía es el fundamento y la base de la
Ciencia de la Hacienda, y a ella le toca ver hasta que punto pueda aumentarla sin
vejación del público; más no impide esto, que estas dos ciencias tengan cada una sus
límites. La policía trabaja a conservar y a aumentar las rentas del Estado por la sabiduría
de sus reglamentos; y el que está encargado de la hacienda se ocupa de descubrir medios
para emplearlas del modo más ventajoso, para poder en tiempo de necesidad, o en la
oportuna ocasión, subvenir a los gastos que está obligado a hacer” (Justi: 1996: 14).

Lo anterior quiere indicar que la planeación no siempre ha sido parte de la economía


pero tampoco la pretensión es nueva. Las alianzas disciplinares son históricas
dependiendo de la primacía en un momento dado. En los últimos cincuenta años la
economía ha jugado un papel importante en la formulación de los planes de desarrollo.
Pero también se descubren ejercicios de planeación en Colombia, antes de la década de
los cincuenta, y no solamente en Bogotá sino en algunas regiones del país, como
también en el Nuevo Reino de Granada o en los comienzos de la República. La historia
de la planeación contada actualmente muestra una prehistoria antes de los años
cincuenta y una entrada triunfal a la modernidad de nuestro país desde que el desarrollo
fue comprometido por los sectores industrial, empresarial y comercial con el
conocimiento metodológico de los países occidentales de EE.UU y Europa.

2. DISEÑANDO LA METAMORFOSIS: REPRESENTACIONES Y


METAFORAS EN EL DISCURSO DE LA PLANEACION ECONOMICA DE LA
DECADA DE LOS CINCUENTA EN COLOMBIA

Cuando meditamos sobre la Edad Moderna nos preguntamos

por la moderna imagen del mundo. La caracterizamos mediante

luna distinción frente a la imagen del mundo medieval o antigua. Pero ¿por qué nos preguntamos por

la imagen del mundo a la hora de interpretar

una época histórica?

¿Acaso cada época de la historia tiene su propia imagen

del mundo de una manera tal que incluso se preocupa ya por alcanzar dicha imagen?
¿O esto de preguntar por la imagen del mundo
sólo responde a un modo moderno de representación de las cosas?

Martín Heidegger, Caminos de Bosque

Los planificadores asumen que su práctica es una descripción

verdadera de la realidad, y que no está influida por su propia relación con la misma.

Los planificadores no consideran la idea de que la caracterización del

‘sistema de alimentación y nutrición’ en términos de tres esferas (oferta, demanda y


utilización biológica) pueda ser una representación específica del mundo que tenga
consecuencias políticas, sociales y culturales.

Sin embargo, en la práctica, “las políticas construyen como problemas

sólo aquello que pueden manejar. Luego especifican dichos problemas en forma
particulares.

Por ejemplo, se refiere a la gente como categorías de grupos objetivo

a los cuales pueden entregarse

ciertos servicios” (Shaffer, 1985: 375)

Arturo Escobar, La Invención del Tercer Mundo, 1996

2.2 La representación y la metáfora en el discurso científico y tecnológico

La problematización de la representación en la ciencia ha atravesado las polémicas


filosóficas y epistemológicas más importantes del siglo XX pero con gran énfasis en las
últimas décadas cuando los discursos de la sociología de la ciencia se han ido
consolidando en el panorama discursivo de la ciencia, pero igualmente desde la
revolución cognitiva de los sesenta. Hay que ver, de todas maneras, la presencia de
críticos provenientes de la filosofía como el filósofo pragmatista norteamericano
Richard Rorty (quien se ha denominado como un antirrepresentacionalista) del concepto
de representación, cuando investiga filosóficamente la mente y critica la metáfora del
espejo que refleja la realidad. Pero, desde este punto de vista, no hay aporte alguno. Es
una metáfora que ha sido blanco de críticas durante varios decenios. Autores, como
Jonattan Potter en libro reciente, enfrentan la metáfora del espejo con la metáfora del
taller de construcción. La representación nos conduce a pensar en la fabricación
cotidiana de hechos, fenómenos y acontecimientos, a partir de las redes lingüísticas. La
vida cotidiana es un taller de construcción. De otra parte, y desde la sociología simétrica,
Callón y Latour también prefieren señalar las limitaciones del concepto de
representación y acuden al de traducción. Latour llama traducción a la interpretación que
los constructores de hechos hacen de sus intereses y de los intereses de la gente que
reclutan. “Conocer no es representar, conocer es traducir. La traducción opera en todos
los niveles en los que desarrolla la práctica del conocimiento. La traducción se ejerce en
las relaciones, entre los objetos, las sustancias, las técnicas, los intereses, los problemas,
los sentimientos, los sueños… Callon y Latour entienden por traducción todas las
negociaciones, intrigas, actos de persuasión o violencia, gracias a los cuales un actor
consigue la adhesión de otros actores, es decir, procesos por la cuales un actor teje una
red” (Doménech: 1998: 27-28). Aún así, pareciera que la representación que atacan es la
correspondiente a la metáfora del espejo.

Varios estudios han sido publicados recientemente. Justamente, se menciona el libro de


Jonathan Potter: La representación de la realidad. Discurso, retórica y construcción
social. Los españoles Andoni Ibarra y Thomas Mormann tienen dos libros sobre el tema:
Variedades de la representación en la ciencia y la filosofía (2000), y Representaciones
en la ciencia (1997). No son las únicas publicaciones del tema. Las mismas obras
constructivistas de la ciencia y la tecnología discuten la problemática en sus páginas,
como son el caso de Woolgar y Bruno Latour. Andoni Ibarra manifiesta en su ensayo La
naturaleza vicarial de las representaciones (Ibarra: 2000), y siguiendo a R. Giere, que
es diferente hablar, en lengua inglesa, de representar y representación. Cuando se
afirma que un artista produce una representación de algo y cuando alguien representa a
otro en un asunto. Giere afirma que los sociólogos de la ciencia, como Latour,
confunden las dos significaciones y que realmente deberían referirse a la primera noción.
Pero Ibarra hace otra distinción: por semejanza y por sustitución. Esta última es su
propuesta, esto es, la naturaleza vicarial de la representación es la que ha prevalecido
históricamente, aunque con diferencia de matices. Incluso la representación constructiva
de Latour caería en esa categoría de representación por sustitución y no como
semejanza. Estos autores, aunque analizan varias agendas, como la naturalista de Quine,
no obstante, no analizan el papel de la representación en la tecnología.

El problema de la representación evoca una dualidad: la distinción entre la imagen y el


objeto. “La representación es el medio por el que generamos imágenes (reflejos,
representaciones, informes) de un objeto situado “ahí fuera”. La representación resulta
axiomática, no sólo para la ciencia, sino también para todos aquellas prácticas basadas
en una epistemología objetivista o, en resumen, para todas aquellas actividades que
pretendan captar una característica situada más allá de la propia actividad” (Woolgar,
1991:46). En esta percepción positivista del conocimiento se presenta la ruptura entre el
sujeto cognoscente y el objeto a conocer, y de esta forma, el conocimiento se presenta
como un reflejo o una representación fiel del objeto estudiado. Woolgar muestra varios
ejemplos comunes: fotografía de la escena fotografiada, lectura del voltaje a partir de la
lectura del voltímetro, la medición de la actitud del encuestado por medio de las
respuestas a un cuestionario, e igualmente el conocimiento de los hechos. Todos estos
ejemplos evocan un universo dualista compuesto por alguien que observa, mide,
describe y explica el funcionamiento el mundo fáctico y la conformación de una
representación o un conocimiento.

Esta dualidad, que va a ser punto de disputas por las diferentes corrientes de la
sociología de la ciencia y las líneas constructivistas del conocimiento científico, la
encontramos en la “concepción heredada” tal como fue presentada por el Círculo de
Viena. La concepción heredada concebía las teorías “como teorías axiomáticas
formuladas en una lógica matemática L” (Suppe, 1979:35) con las siguientes
condiciones:

(I) La teoría se formula en una lógica matemática de primer orden con identidad, L.
(II) Los términos no lógicos o constantes de L se dividen en tres clases disjuntas
llamadas vocabularios:
a) El vocabulario lógico que consta de constantes lógicas (incluidos términos
matemáticos).
b) El vocabulario observacional Vo que contiene términos observacionales.
c) El vocabulario Vt, que contiene términos teóricos
(III) Los términos de Vo se interpretan como referidos a objetos físicos o a
características de los objetos físicos, directamente observables.

Aunque el Círculo de Viena formuló dos postulados más y luego los fue modificando en
la medida que sus integrantes ahondaron en la polémica del conocimiento científico, no
obstante, no escapan a este dualismo: proposiciones teóricas y proposiciones
observacionales. En una primera instancia, diferenciar lo observacional de lo teórico los
va a conducir a una discusión y diferenciación de lo sintáctico y lo semántico (a partir de
Godel y Tarsky) y a separar las proposiciones a partir de la distinción clásica kantiana de
lo analítico y lo sintético. Justamente, como afirma Suppe, uno de los ataques
principales a la concepción heredada fue la de intentar demostrar que la distinción
analítico-sintético es insostenible y que la distinción teórico-observacional no puede
establecerse en los lenguajes científicos. La implicación principal va a estar en la
concepción de lo verdadero y lo falso. Carnap, uno de los principales representantes del
Positivismo Lógico del Círculo de Viena, formula lo verdadero y lo falso según el tipo
de proposición. Los enunciados analíticos son verdaderos en virtud de su forma lógica y
del significado de los términos lógicos y descriptivos que aparecen en ellos. Luego
Suppe cita a Carnap: “La verdad o falsedad de un enunciado sintético no viene
determinada por el significado de sus términos, sino por la información fáctica sobre el
mundo físico” (Suppe, 1979: 94). Así, se puede afirmar que la concepción de la verdad
depende de la representación realizada a partir de la observación del mundo físico.

Los sociólogos de la ciencia atacan la concepción heredada. “La concepción heredada es


consistente con algunas posturas filosóficas (a las que nos referiremos como
“racionalismo”) para las que la generación del conocimiento verdadero y correcto no
requiere ninguna explicación sociológica. Desde la perspectiva del racionalismo, el
conocimiento verdadero y correcto puede explicarse en función de sus métodos
racionales: el conocimiento es una verdad en la que se cree por razones correctas”
(Woolgar, 1991:63). Los sociólogos consideran que la verdad y el error son susceptibles
de ser analizados sociológicamente. Es más: la verdad y el error son construcciones
sociales de la realidad. ¿Cuál ha sido la idea que se ha transmitido desde las corrientes
filosóficas de la ciencia acerca de la relación racional-social de la verdad? Como expone
Woolgar, se ha supuesto que la verdad científica depende del método racional aplicado y
de las proposiciones lógicas deducidas del acumulado de la ciencia. En esa perspectiva,
lo psicológico y lo social son perturbaciones de una representación pura del objeto de
estudio. El conocimiento erróneo y falso fue causado bien por las perturbaciones
psicológicas del investigador o bien por causas de orden social, que a la postre pueden
ser consideradas de orden extrateórico. Será David Bloor quien se enfrente a esta
tradición proponiendo el Programa Fuerte en Sociología del Conocimiento. Los cuatro
principios metodológicos de causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad pretenden
permitir la investigación sociológica de la ciencia, implicando que lo social forma parte
del objeto estudiado. Es decir que de la interferencia en el proceso racional de la
configuración de la verdad, lo social pasa a ser factor decisivo en la configuración del
objeto de estudio. Así, el papel de la representación cambia de nivel problemático.
“El sociólogo se ocupa del conocimiento, incluso del conocimiento científico, como de
un fenómeno natural, por lo que su definición del conocimiento será bastante diferente
tanto de la del hombre común como de la del filósofo. En lugar de definirlo como una
creencia verdadera, o quizá como una creencia justificadamente verdadera, para el
sociólogo el conocimiento es cualquier cosa que la gente tome como conocimiento. Son
aquellas creencias que la gente sostiene confiadamente y mediante las cuales viven. En
particular, el sociólogo se ocupará de las creencias que se dan por sentadas o están
institucionalizadas, o de aquéllas a las que ciertos grupos humanos han dotado de
autoridad”, afirma David Bloor en Conocimiento e Imaginario Social. Así, el problema
de la representación cambió de nivel discursivo al contemplar este giro de David Bloor:
de las representaciones verdaderas se pasa a analizar cómo se han formado socialmente.
Justamente, el principio de imparcialidad busca mirar cómo la determinación de lo
verdadero y lo falso depende de un proceso social, el cual forma parte del fenómeno de
estudio. El principio de simetría coloca en el mismo nivel de importancia la falsedad y el
acierto. Esto implica superar la relación racional y social, postulada por una mayoría de
filósofos de la ciencia: “una vez elegidos los casos de conocimiento científico que van a
ser estudiados, el sociólogo debería utilizar los mismos tipos de causas para explicarlos,
independientemente de que hayan sido clasificados como falsos o verdaderos, etc. En
concreto, Bloor afirma que el sociólogo no debería apelar a, digamos, causas
sociológicas para explicar creencias “falsas” y recurrir a causas psicológicas (o, aún
peor, racionalistas) para explicar las ‘verdaderas’” (Woolgar, 1991:64,65). Lo social no
es la desviación de la verdad sino que ésta está configurada por lo social, cultural e
histórico. De ahí que la representación tenga una doble forma de presentación: como una
imagen racional que emerge de las cosas y hechos del mundo y como una imagen-
práctica social que le da sentido a los hechos y cosas. Esta última es la que concibe la
sociología de la ciencia de corte constructivista.

Olga Restrepo Forero y José Antonio Amaya, en la presentación del libro Ciencia y
Representación, a su vez, se identifican dos sistemas de análisis de las representaciones
en la ciencia: de una parte, los estudios sobre los medios que emplean los científicos
para producir los efectos de realismo y verdad en la producción científica (no se puede
olvidar que para un constructivista como Steve Woolgar la ciencia es una composición
de proposiciones con estatus fáctico que se logra por medio de construcciones sociales);
y de otra, los estudios sobre la representación de la ciencia y de los científicos. “La
atención se dirige a analizar cómo los científicos se presentan a sí mismos en sus textos,
cómo analizan y discuten el trabajo de otros y cómo ponen en circulación
representaciones visuales y literarias de la ciencia, sus métodos, los ideales y valores que
de acuerdo con ellos caracterizan el trabajo de los científicos” (Restrepo Forero y
Amaya, 1999:8). Así, se vislumbraría una categoría de dispositivos que la práctica
científica haría circular (los cuales no necesariamente son de orden físico sino que
también son de orden gráfico e intangible) en sus investigaciones y otra de las
representaciones e imágenes que proyectarían hacia el exterior, hacia los usuarios de la
ciencia, incluso hacia quienes no son usuarios. Sin embargo, en uno u otro caso, la
representación da sentido a los eventos, situaciones, mecanismos, discursos. La ciencia
se presenta como una práctica social que moviliza prácticas representacionales; sus
discursos son parte de una retórica y un juego de imágenes y metáforas.

La sociología de la ciencia buscaría analizar y rastrear ese juego de representaciones. Sin


embargo en esta pretensión surgen como área problemática dos de los principios básicos
del programa fuerte de sociología del conocimiento científico planteados por David
Bloor: reflexividad y simetría. El principio de Reflexividad que discute Woolgar
(trayendo a colación el enfrentamiento entre Larry Laudan y David Bloor) (Woolgar,
1991:1991:67,68) es problemático en cuanto para algunos es un principio innecesario.
Olga Restrepo y José Antonio Amaya muestran el principio como un principio que
permite la deconstrucción. Precisamente, quien analiza estas representaciones también
pone a circular imágenes que “pretenden unificar los múltiples sentidos y las múltiples
lecturas que podrían hacerse de las diversas representaciones de la ciencia” (Restrepo y
Amaya, 1999:8). Estos últimos análisis se transforman en meta-análisis lo que de forma
inmediata determina pensar en la reflexividad entre analizados y analista. Como afirman
los autores, “puede parecer que éste observa las prácticas de representación de otros
desde su segura meta-atalaya: después de todo el analista, no los científicos, sabe bien
cómo éstos producen sus resultados” (ídem). No obstante, los autores plantean la
posibilidad de abandonar ese punto privilegiado de observación y, por lo tanto, permitir
que el meta-análisis produzca reflexivamente una deconstrucción de nuestras propias
representaciones de análisis. De igual forma, el principio de simetría expuesto por Bloor
también juega un papel importante cuanto que las representaciones de analistas y
analizados tendrían una misma valoración. Desplazando el concepto al utilizado por
Bruno Latour en su teoría del actor-red, los hilos conectores de la red involucrarían en
una simetría, los actores (científicos) observados y los observadores (científicos sociales,
etnógrafos y etnómetodologos). De ahí que simetría y reflexividad sean dos conceptos
complementarios pero también problemáticos: ¿cómo se construye el discurso
científico? O, ¿cómo es el proceso de construcción de las representaciones científicas a
partir de esa relación problemática entre la reflexividad y la simetría? ¿La investigación
de las representaciones consiste en reflexivamente re-construir o deconstruir el proceso
que condujo al “juego” de representaciones (por utilizar los términos de Wittgenstein)?
El análisis de Steve Woolgar, conducido por la etnometodología de Garfinkel, considera
que no hay reflexividad en el sentido que implique una relación entre una representación
y su objeto descriptor. Para los defensores, se da una relación bidireccional: la
representación cambia para adecuarse a la realidad subyacente y, simultáneamente, la
realidad cambia para adaptarse a la representación. Justamente, en este punto es donde
los constructivistas encuentran el origen de su tesis según la cual el conocimiento no es
acumulativo ni es un descubrimiento; Piaget, en su Epistemología Genética, hablaba de
procesos de asimilación (del objeto por el sujeto) y acomodación (del sujeto al objeto).
Esto es, la construcción de un concepto depende del saber previo pero, a la vez,
reconfigura ese saber previo. No obstante, Steve Woolgar no comparte esa
bidireccionalidad y reflexividad, y propone dos principios nuevos: inversión y
retroalimentación. La primera idea lo conduce a formular que no hay dos elementos
distintos y que tampoco uno antecede al otro. Es decir, no hay una realidad
independiente y anterior a la representación. La retroalimentación hace énfasis en la
relación existente entre la ciencia y hacer un estudio de la ciencia.
Etnometodológicamente, no habría diferencia entre la ciencia, o su práctica, y las
propias prácticas de escritura. No hay posibilidad de ruptura entre las prácticas
representativas y la construcción de una ciencia independiente. Es más, la tesis
constructivista de Woolgar va más allá: “propusimos una inversión de la relación entre
los objetos del mundo y su representación. Se sugirió que las prácticas representativas
constituyen los objetos del mundo, en vez de ser un reflejo que proviene de ellos”
(Woolgar, 1991:103). Se podría afirmar que los objetos del mundo, de la ciencia en sus
diferentes eventos y leyes, son configuraciones de unas prácticas representativas que, a
su vez, son colectivas, sociales. En esta perspectiva no se estaría lejos al afirmar que las
metáforas e imágenes sociales son las que finalmente hacen la ciencia y ésta, a su vez,
no escapa de esas configuraciones económicas, sociales, políticas y literarias.

Bruno Latour y Steve Woolgar (1995) en su análisis sobre la construcción de hechos


científicos muestran el proceso por el cual la conformación social del predicado
observacional se transforma en un conocimiento universal y objetivo. En efecto,
muestran “cómo el enunciado se convierte en una entidad dividida. Por un lado, es un
conjunto de palabras que representa un enunciado sobre un objeto. Por otro, corresponde
a un objeto en sí que toma vida por si mismo. Es como si el enunciado original hubiera
proyectado una imagen virtual de si mismo que existe fuera del enunciado” (Latour y
Woolgar, 1995). El proceso en su forma sintética sería el siguiente: proceso de discusión
que involucra una serie de modificaciones constantes de la proposición, estabilización
del enunciado y conversión del enunciado en el objeto. Al respecto Latour y Woolgar
sostienen que poco a poco se va atribuyendo más realidad al objeto y cada vez menos al
enunciado sobre el objeto. Después se pierde la huella de su producción, y queda
únicamente la imagen del cosmos. Pero ésta en si no revela directamente el proceso de
negociación. “Cada período histórico de estabilidad científica no es sino un equilibrio
entre compromisos teóricos a distintos niveles”, afirma con razón Carlos Solís. Y
comenta cómo “los grandes episodios de la historia de la ciencia no consisten tanto en la
conquista de la verdad cuanto en la consecución de esos equilibrios entre compromisos
que producen estabilidad” (Solís, 1994:29).

La imagen sigue siendo una imagen con la cual convivimos cotidianamente y no con el
objeto en sí. Parece un acierto de los investigadores modernos hablar de la construcción
de lo real a partir de imágenes. Bruno Latour tiene en cuenta la tensión existente entre
adquisición (descubrimiento) y construcción de la realidad, siendo esta última la opción
más contundente. A través de las cabezas visibles de la historia podemos encontrar la
evolución de la cosmovisión del hombre. Arthur Koestler, el autor de Los Sonámbulos,
también habla de imágenes: “si consideramos que el universo de Aristóteles era como
cebolla, podríamos llamar al de Ptolomeo el universo de la gran rueda de un parque de
diversiones” (Koestler, 1963). Separar la historia de la ciencia de las representaciones
resulta tan difícil como separar observación y teoría. Como afirma la filósofa Mary
Hesse, ningún predicado, ni siquiera los del lenguaje observacional, pueden funcionar
únicamente por medio de asociaciones empíricas directas. El historiador de la ciencia
Norwood Rusell Hanson diría: “en cierto sentido, entonces, la visión es una acción que
lleva ‘carga teórica’” (Rusell Hanson, 1978). De ahí que Kepler y Tycho vean cosas
diferentes y, no obstante, vean la misma cosa. Los elementos de sus experiencias son
idénticos; pero su organización intelectual es muy diferente, reafirma Rusell Hanson al
recordar las observaciones de estos astrónomos, quienes, aunque tenían los mismos
datos empíricos –datos de la órbita de Marte-, su conclusión teórica era diferente.

Así, según lo anterior, una representación se convierte en objetiva y racional a través de


un proceso social que le da el status ontológico de real en un momento dado del proceso,
olvidando las etapas que condujeron al establecimiento de éste. El olvido de las etapas
ha sido recalcado especialmente por Steve Woolgar y Bruno Latour en varios análisis.
Tanto en La vida en el laboratorio (1995) como en Ciencia: abriendo la caja negra, se
enfatiza en el olvido de los procesos que dan lugar a crear status ontológico a los objetos
científicos. El olvido tiene, sin embargo un papel importante en estas obras: la
construcción de una ilusión. Es la imagen que deja de ser imagen para el científico que
la imagina. Es la imagen que pasa por no ser imagen.

Aunque la discusión ha conducido a mirar esa probable bipolaridad en la ciencia, entre


sus objetos y su representación, la cual intenta ser superada (por Woolgar afirmando que
son una sola configuración y por otros autores acudiendo a los juegos del lenguaje del
filósofo Ludwig Wittgenstein), y a suponer que la representación es un juego de
imágenes, se puede afirmar con Martín Heidegger que la época de la imagen del mundo,
esto es, concebir la posibilidad de que el mundo sea una imagen, es propio de la edad
moderna. Según Heidegger, cada época genera una manera de comprender lo existente y
de concebir la verdad, y que si en la antigüedad clásica “lo ente es aquello que surge y se
abre y que, en tanto que aquello presente, viene al hombre como aquel que está presente,
esto es, viene a aquel que se abre él mismo a lo presente desde el momento en que lo
percibe” (Heidegger, 1995:89), en la edad moderna el sujeto va a la construcción del
mundo. En un principio, el ser de lo ente se abría para ser comprendido por el ser
humano; en la modernidad, el hombre va camino al encuentro del ser de lo ente. “La
forma de ser de lo ente se entiende, cada vez con más fuerza, como su posibilidad de ser
sometido a la recreación conceptual, a la modelización, al cálculo; en una palabra, a la
representación. Es claro que en este uso de la palabra representación se supera un
significado elemental que entiende el término como copia o transcripción más o menos
fiel de lo dado. Representar es crear de nuevo lo ente, en el ámbito del concepto, en pos
de transformarlo en una realidad analizable, predecible en sus cambios y sus
transformaciones, disponible, en fin, para la razón y la acción humana” (José Granés y
otros, 1999:16). Aunque la modernidad, según Heidegger, ha dado ese giro de
comprensión del ser de lo ente, podría afirmarse que el giro es también de la
representación. En un principio, cuando el ente se abría al hombre, éste recogía una
representación que intentaba ser fiel al ente, mientras que la representación
contemporánea modela el ser de lo ente. No estaba lejos Gastón Bachelard al afirmar
que “poco a poco se advierte la necesidad de trabajar debajo del espacio, por así decir,
en el nivel de las relaciones esenciales que sostienen los fenómenos y el espacio. El
pensamiento científico es entonces arrastrado hacia ‘construcciones’ más metafóricas
que reales, hacia ‘espacios de configuración’ de los que el espacio sensible, en
definitiva, no es sino un mísero ejemplo. El papel de las matemáticas en la física
contemporánea sobrepasa pues notablemente la simple descripción geométrica. El
matematismo no es ya descriptivo, sino formativo” (Bachelard, 1985:8). La
representación actual es construida.

Hay una última característica que se quiere resaltar: las representaciones forman parte de
sistemas y redes de representación. La realidad como retórica se acerca bastante a la idea
de que ésta no existe por fuera de un juego de representaciones que le dan vida. Woolgar
tiene razón al intentar superar la bidireccionalidad epistemológica y afirmar que el
mundo no es posible “por fuera” de la representación. Pero esta representación hace
parte de miles de formas retóricas, superpuestas, que hablan de lo real. Razón tienen
José Granés, Luz Marina Caicedo y Magdalena Morales al concebir la representación
como un juego de lenguaje wittgensteiniano (1999). ¿Qué significado tiene para
Wittgenstein la concepción de ‘juegos de lenguaje’? En las Investigaciones Filosóficas,
Wittgenstein sugiere la naturaleza del lenguaje –aunque estrictamente es un
contrasentido hablar de naturaleza del lenguaje en este autor, por el matiz absoluto que
tiene el término- como un proceso colectivo en el uso de las palabras en el que varios
aspectos pueden caracterizarse: que el lenguaje referido es el primitivo y que el uso
cotidiano de éste conlleva un entretejido de palabras aprendidas en el uso colectivo de
una comunidad. El entretejido del cual habla Wittgenstein cuando afirma que los ‘juegos
del lenguaje’ también son el todo formado por el lenguaje y las acciones con las que está
entretejido, puede mostrar la concepción de significado de una palabra y la manera como
ha sido aprendida por el hablante. La palabra tiene sentido solo frente a otras: hablar
forma parte de una actividad o de una forma de vida. De ahí que pueda afirmarse que se
manifiesta un claro enfrentamiento con la tradición filosófica de definir algo a partir de
su noción absoluta y metafísica como lo expresa en el ejemplo de las ‘cinco manzanas
rojas’, cuando afirma Wittgenstein que “no se habla aquí en absoluto de tal cosa. Sólo de
cómo se usa la palabra cinco”. El uso de una palabra, según lo expresado anteriormente,
genera una circunscripción delimitada para un solo ‘juego’, lo que puede afirmarse que
una noción no tiene un significado total. Fuera del ‘juego’ pierde sentido como el
ejemplo expuesto en el parágrafo 6 de las Investigaciones Filosóficas, con la expresión
“al conectar la barra con la palanca puse el freno". Wittgenstein explica que la palanca
de freno sólo tiene sentido en ese uso, y separada de su soporte no es siquiera una
palanca, sino que puede ser cualquier cosa o nada. El lenguaje se aprende dentro el juego
social al representar el entorno vivencial de la comunidad. Para los aprendices de estos
juegos del lenguaje, el proceso es un adiestramiento de acciones, palabras y, por
supuesto, hasta las reacciones que se toman ante las palabras. Quizá la noción más
acertada en la imagen wittgensteinniana sobre el lenguaje y la comprensión de
problemas sea la de red. Fuera de esa red el uso y la comprensión varía de tal manera
que el hablante se circunscribe a ella.

Así, finalmente, la sociología de la ciencia, en sus diferentes variantes, ha convertido el


problema de la representación en uno de sus principales puntos de discusión. La
representación se ha ido desprendiendo, en las discusiones del siglo XX, de la búsqueda
de objetividad y racionalidad (semejanza) para convertirse en una metáfora que hace
parte de otras, de variantes imaginativas y discursos colectivos construidos en prácticas
sociales por milenios, que construyen y crean realidades, y que posibilitan órdenes de
poder. La ciencia misma, desde la matemática, la física y las sociales, utiliza metáforas y
retórica para llegar a algunos usuarios, retórica construida a partir de los intereses de sus
participantes creadores y divulgadores. La representación es el dispositivo por el cual se
rastrean esas múltiples realidades. No obstante, no se puede relegar la idea de que la
constitución de la sociedad se desarrolla a partir de la institucionalización de
significados, como lo afirma Durkheim, para hablarnos de las representaciones
colectivas. Esto es, estos significados construyen las conductas colectivas, las reglas, las
normas, los ideales y la moral. De ahí que una representación metafórica, ontológica,
epistemológica, gráfica o fotográfica no puede evitar la idea de la construcción.
Finalmente, ¿Qué se puede comprender por metáfora? Es un tipo particular de
representación. En términos de Martín Juez: “Metáfora significa llevar más allá
(trasladar, transportar), y en ese sentido utilizo el término. La metáfora es una
representación adherida al área de pautas que nos lleva, más allá del objeto mismo, hacia
una idea u otro objeto, con el fin de sugerir un vínculo entre ambos” (Martín Juez: 2002:
90). Las metáforas utilizan palabras, imágenes o coreografías corporales para hablar de
un objeto como si se tratara de otra cosa. Por su parte, Jonathan Potter (1998) manifiesta
que en ese sentido es difícil separar lo metafórico de lo que no es, ya que en últimas, una
metáfora consiste en utilizar términos que proceden de un campo y utilizarlos en otro.
Jhon Soyland (1994) considera que el problema fundamental consiste en que los intentos
mismos de distinguir el discurso metafórico del literal dependen de metáforas. Una
explicación científica y tecnológica no escapa a las metáforas. Solamente el uso de
palabras como complejidad, profundo, confuso, comprensión, ya son en sí metáforas. Un
objeto en su lógica de uso puede tener diferentes metáforas; de ahí que se afirme que el
objeto referido construye su historia a partir del uso de las metáforas utilizadas. Por
supuesto, la tecnología no escapa a esta idea y menos la tecnología de uso social y
administrativa. Un ejemplo y caso de estudio es el computador como metáfora de
identidad y control, investigado por Javier Bustamante Donas5.

2.2 Redes representacionales

5Investigación publicada en el libro Sociología de la Ciencia y la Tecnología y coordinado por J.


Manuel Iranzo, y otros.
El presente capítulo explora la siguiente red representacional y
metafórica:

METAFORA DE
LOS DOS
MUNDOS
REPRESENTACIO REPRESENTACION
N DE LA DEL FUNCIONARIO
CARTOGRAFÍA NEUTRAL
ECONOMICA

REPRESENTACION
DEL
METAFORA DE LA EL PROYECTO
JAULA DE COMO
LA INSTRUMENTO
HIERRO
PLANEACION EN TECNOLOGICO
Y LA EMPRESARIAL
COLOMBIA AÑOS
RACIONALIDAD
CINCUENTA

EL DESARROLLO
REPRESENTACIO ECONOMICO
N DEL O LA
GALIMATÍAS Y EL METAFORA
SALVAJE DE LA
METAMORFOSIS

METAFORA METAFORA
DE LA DEL DISEÑO DE
ORGANIZACIÓN LA
MAQUINA METAMORFOSIS
2.3 La metáfora ontológica de los dos mundos

El 10 de julio de 1949 llegaron a Colombia los primeros miembros de la misión del


Banco Mundial, encabezada por Lauchlin Currie, y terminando la administración de
Ospina Pérez (1946-1950). Los resultados fueron dados a conocer al país el 13 de julio
de 1950 con el título Bases de un programa de fomento para Colombia. El documento
constituyó el plan de desarrollo del gobierno entrante, la administración, también
conservadora como la anterior, de Laureano Gómez. Como afirma Cesar Giraldo
Giraldo (1994), la misión hacía parte de la búsqueda de amigos que Laureano Gómez
insistía en territorios extranjeros. “Había dos razones que en ese momento impulsaban a
Laureano Gómez a estrechar las relaciones con EE.UU.: compartía en forma auténtica el
discurso anticomunista de esa administración y necesitaba un soporte externo que le
ayudara a mantener la deteriorada legitimidad de su régimen. Una forma de lograr dicho
soporte consistía en adherir a las recomendaciones de los organismos financieros
internacionales que en ese momento reflejaban la política de EE.UU. Su apego a las
recetas de tales organismos, que aparecían como entes teóri-cos especializa-dos en el
manejo económico, le per-mitía desde el punto de vista Interno presentar las políticas
gubernamentales
como producto de la
razón, y defensoras
del bien común y de
los intereses de la
nación. De ahí que
el programa
económico de su
administración fuera
presentado por la
misión del Banco
Mundial dirigida por
Lauchlin Currie”
(Giraldo Giraldo, 1994: 145). Se sabe que la administración de Laureano Gómez iba
hasta el año de 1954 pero, por razones de salud, le transfirió el poder a su ministro de
Guerra, Roberto Urdaneta Arbelaez, el 5 de noviembre de 1951. El 13 de junio de 1953
subió al poder el teniente general Gustavo Rojas Pinilla. A pesar de estos cambios
políticos, la década de los cincuenta en Colombia marca la consolidación del capitalismo
moderno: profundización de la estructura industrial, acelerado desarrollo de la apertura
capitalista y, simultáneamente, el surgimiento de nuevos problemas sociales y políticos.
Es la década que más organismos se crean: INRAVISION, ESAP, DNP, DANE, entre
otros. El proceso llevaba dos décadas; según Jesús Antonio Bejarano (1984) es a partir
de 1930 que el país abandona el carácter esencialmente agrario para pasar a
industrializarse en las capas urbanas de las ciudades principales de Colombia. En los
años cincuenta llegan los discursos del desarrollismo y la planeación económica: el
capitalismo internacional entra en escena difundiendo la idea del desarrollo nacional. El
mundo se subdivide: primero en dos mundos y luego en tres, cuando se incluyen los
países socialistas.

El mismo año que la misión del Banco Mundial llegaba a Colombia, 1949, el presidente
norteamericano Harry Truman manifestaba en su discurso de posesión que los Estados
Unidos se comprometían a ayudar a que los países menos desarrollados alcanzaran una
vida mejor. Afirmaba que “más de la mitad de la población del mundo vive en
condiciones cercanas a la miseria. Su alimentación es inadecuada, es víctima de la
enfermedad. Su vida económica es primitiva y está estancada. Su pobreza constituye un
obstáculo y una amenaza tanto para ellos como para las áreas más prósperas” (Escobar,
1996:19). Gustavo Esteva, en la definición del Diccionario del Desarrollo (una guía del
conocimiento como poder), y justamente contextualizando el concepto de desarrollo,
considera que el subdesarrollo comenzó ese 20 de enero de 1949, el día del discurso de
Truman. El mundo se dividió en dos: los desarrollados y los subdesarrollados. La
clasificación fue sin embargo de origen unilateral. Esta clasificación implicó el
surgimiento, consolidación y difusión de una representación con status ontológico y con
un doble poder: permite diagnosticar y percibir la realidad de un determinado modo, y,
simultáneamente, permitía organizar en acción la realidad diagnosticada. El lenguaje
organizó la realidad para sucesivas interpretaciones. El conocido libro de Arturo Escobar
La invención del tercer mundo analiza el problema del desarrollo como un problema de
representación. En el prefacio afirma que “el enfoque del libro es postestructuralista, en
el sentido de que parte del reconocimiento de la importancia de las dinámicas del
discurso y poder en la creación de la realidad social y en todo estudio de la cultura. El
desarrollo, arguye el estudio, debe ser visto como un régimen de representación, como
una ‘invención’ que resultó de la historia de la posguerra y que, desde sus inicios,
moldeó ineluctablemente toda posible concepción de la realidad y la acción social de los
países que desde entonces se conocen como subdesarrollados” (Escobar, 1996:14). Así,
y con razón, Gustavo Esteva considera que el concepto de desarrollo coloniza aún a
aquellos que buscan alternativas propias e independientes como las propuestas de
Nyerere concibiendo el desarrollo como una movilización política para alcanzar sus
propios objetivos, la del etnodesarrollo de Rodolfo Stavenhagen, la de Jimoh Omo-
Fadaka, quien propone un desarrollo de abajo hacia arriba, o la de Fals Borda, Anisur
Rahman o la de Jun Nishikawa en el Japón. Pensar en el desarrollo requiere percibirse
como subdesarrollado, afirma categóricamente. El desarrollo se presenta como una
trampa representativa: “convierte la participación en un truco manipulatorio para
involucrar la gente en la lucha para obtener lo que los poderosos quieren imponerle, que
era precisamente lo que Fals Borda y Rahman trataban de evitar” (Esteva, 1996:52).

Como sucede con los juegos del lenguaje wittgensteiniano, se hace necesario analizar
una red de percepciones que van unidas a la imagen del mundo de mediados de siglo. Lo
primero que se puede observar en la literatura económica de la década es la explosión de
investigaciones acerca del mundo subdesarrollado: se busca conocer la estructura de una
economía subdesarrollada. Aparece multitud de estudios e investigaciones. Un ejemplo
corresponde al de Oskar Lange, vicepresidente del Consejo de Estado de la República
Popular de Polonia, en ensayos sobre planeación económica en 1955 y 1956, donde
escribía acerca de los problemas relacionados con la planeación económica de los países
subdesarrollados. Una representación de la realidad dio lugar al surgimiento de un área
disciplinar.

El discurso se consolida en términos de mundos. Al tiempo que surge la clasificación


desarrollista, surge y se consolida la metáfora del primer mundo, el mundo
paradigmático, como imagen, para los habitantes del planeta; esto es, hay un mundo a
seguir y es el capitalista, consumista y con un ‘alto nivel de vida’.

2.4 La representación de la cartografía económica

La economía es la seleccionada para alimentar la planificación. Autores como Pablo


González Casanova (2004) critican el papel que asumió la economía como paradigma de
investigación en las ciencias sociales y humanas. El mismo Joseph Schumpeter,
economista de renombre, criticó la posición abierta de apolítica. “A la economía política
se le quitó el carácter de ciencia política en una reinterpretación del concepto medieval
de la Ley de la Naturaleza. Así también se mistificaron otras ciencias de la vida, la
materia y la sociedad. (…) A mediados del siglo XX J. R. Hicks, y con él muchos
investigadores realmente serios demostraron que la propia modelación matemática había
comprobado, con toda claridad, que la asignación óptima de recursos, más que un
problema matemático, es un problema político. Concluyeron, con base en ecuaciones
diferenciales lineales y no lineales que, de hecho, las posibilidades de lograr una opción
óptima de recursos depende, más que los modelos matemáticos, de las opciones políticas
y de los objetivos básicos a los que sirve una economía, ya sean los públicos y sociales”
(González Casanova: 2004: 25).

La economía fue utilizada para crear categorizaciones de la realidad de estos países de


América Latina. Si Michel Foucault consideraba que “en cada cultura existen sin duda
una serie coherente de líneas divisorias: la prohibición del incesto, la delimitación de la
locura, y posiblemente algunas exclusiones religiosas, no son más que casos concretos.
La función de estos actos de demarcación es ambigua en el sentido estricto del término:
desde el momento en el que señalan los límites, abren el espacio a una transgresión
siempre posible” (Foucault, 1990:13), en la delimitación establecida en los años
cincuenta, entre pobres y ricos, desarrollados y subdesarrollados, la transgresión es
posible pensarla de tres formas: dentro de los términos del desarrollismo, en el que la
transgresión se realiza dialécticamente: el subdesarrollo es gracias al desarrollo y el
desarrollo es gracias a la representación del subdesarrollo. Si alguien es rico es porque
hay pobres. La otra forma es intentando crear espacios de pensamiento más allá del
desarrollismo, que es la posibilidad que buscan los post-desarrollistas. La tercera forma
es midiendo un mundo a partir del otro: los países desarrollados, y gracias a la
macroeconomía, homogenizan los indicadores empíricos: baja renta ‘per capita’,
recursos insuficientes, equipo capital insuficiente, atraso tecnológico, subempleo
estructural, endeudamiento con el exterior, para la población subdesarrollada, según
Kenneth K. Kurihara (1966). Por supuesto, el desarrollo está determinado por población
activa, progreso tecnológico y algunos determinantes macroeconómicos. Los analistas
sugieren con frecuencia los mismos indicadores para medir ambas civilizaciones: “la
programación del desarrollo necesita, en primer lugar y primordialmente, un término
central de referencia, esto es, algún índice ideal de progreso económico que sirva de
base de referencia general” (Kurihara, 1966:31). Los indicadores asumen un poder
transgresor al organizar la realidad en unos items y códigos; los indicadores, convertidos
en los dispositivos foucaultnianos, producen objetos visibles. “El dispositivo instaura los
objetos de un saber posible, las modalidades que posibilitan saber algo acerca de dichos
objetos, los procedimientos que permiten enlazar esos objetos y saberes y las posibles
líneas de fuga que posibilitan que, en múltiples ocasiones, un dispositivo dé paso a otro
dispositivo distinto” (Sánchez Godoy, 1995: 143). Los indicadores macroeconómicos
que dividen el desarrollo de la pobreza tercermundista (para algunos de los grados
registrados luego de una medición) proponen puntos de fuga y abren nuevos espacios de
análisis. De hecho, los investigadores tienen líneas de profundización por cada
indicador, colonizando lo real y transformándola en aprehensible, comprensible y, en
últimas, controlable. Pero, simultáneamente, también excluyen posibles visibilidades.
No se puede olvidar que para Foucault (1980) los procedimientos de exclusión son parte
de los procedimientos de control y de selección.

La literatura económica de los años cincuenta es una mezcla de diagnosticar los ‘males’
de la sociedad (y siempre con metáforas), proponer fórmulas macroeconómicas de
crecimiento y una gran esperanza de la capacidad manipuladora del manejo de las
variables. Klein hablaba en 1952 del paro como uno de los mayores males sociales que
plagaron el mundo de entre las dos guerras. A su vez, Raúl Prebisch, en su Introducción
a Keynes, en el año de 1947, también afirmaba: “El estado totalitario ha resuelto el
problema de la desocupación a expensas de la eficiencia y la libertad. Curemos el mal
sin perderlas. El mal está en la desocupación, en el intolerable escándalo público del
despilfarro de recursos. Pero no en la forma en que se emplean los recursos ocupados”
(128). A partir de este panorama, la teoría económica keynesiana se presenta como
salvadora: la política del pleno empleo (aunque años después Currie va a descubrir que
el problema del empleo en Colombia era diferente al europeo). No obstante, la discusión
es amplia: keynesianos (Hansen, Samuelson, Masak, Smithies, Metzler, Hagen, Lertner
y Lange), marxistas (Paul Sweezy), entre otros. Tanto por los lados de la Unión
Soviética (los ensayos de Oskar Lange son un buen ejemplo) como por los lados de los
países occidentales, asumiendo principios keynesianos, la economía asume como
dispositivo de acción, la regulación del Estado. En América Latina, la CEPAL, con Raúl
Prebisch, Celso Furtado, y otros, fue la encargada de adaptar el keynesianismo a las
condiciones continentales, como afirma Kalmanovitz (1983). No obstante, en los análisis
de la filosofía social, en los marcos del keynesianismo, estos autores encontraron la
posibilidad de un desarrollo planeado.

Igual se puede hablar en este punto acerca de la percepción del economista del
desarrollo; si éste es diferente al ciudadano corriente, se puede afirmar que la nueva
percepción de la realidad, ordenadora de un discurso acerca del mundo, comenzó en
pequeños círculos. Incluso, si se analizan los discursos presidenciales de la época, esta
nueva imagen invoca una nueva representación sobre la historia. La historia se va
configurando, poco a poco, como un proceso ordenador de la realidad, y si es desde el
conocimiento, será desde la mirada económica.

2.5 El desarrollo o la metáfora de la metamorfosis

La metáfora del desarrollo,


expresada oficialmente en el
año de 1949, provenía
históricamente de la biología,
de los organismos vivos que, a
través de un proceso, disponen
de una potencialidad que se
despliega hasta llegar a una

S forma óptima. Es conocido el


parentesco con la noción de evolución de Charles Darwin. Y en el siglo XVIII, Justus
Moser, envió la analogía al cambio social para aludir a un cambio gradual. En 1774,
según Gustavo Esteva (1966:55), Herder interpretaba la historia universal como una
evolución de etapas progresivas. En 1800, entwicklung, término que evoca desarrollo,
pasa a ser autodesarrollo: Marx lo muestra como un proceso histórico similar al
funcionamiento de la naturaleza. “Es ahora un simple algoritmo, cuyo significado
depende del contexto en que se emplea. Puede aludir a un proyecto de vivienda, a la
secuencia lógica del pensamiento, al despertar de la mente de un niño, a la parte media
de una partida de ajedrez o a la explosión de los pechos de una quinceañera. Sin
embargo, aunque carece, por sí mismo, de toda denotación precisa, se encuentra
firmemente asentado en la percepción popular e intelectual. Y siempre aparece como la
evocación de una red de significados en que la persona que lo emplea está
inmediatamente atrapada”
(Esteva, 1996:57). Sin
embargo, el punto crítico
está en el poder de su
representación, el cual está también ligado al de mundo. “Nadie se da cuenta que es un
adjetivo comparativo cuya base de sustentación es el supuesto, muy occidental pero
inaceptable e indemostrable, de la unidad, homogeneidad y evolución lineal del mundo”
(ídem). En el mismo término se incluye la India, África, China, EE.UU., Colombia y
Centro-América. Culturas diversas y concepciones económicas diferentes articuladas a
la imagen construida en una latitud del mundo. De ahí que la denuncia de Wolfgang
Sachs sea similar: si en la actualidad se hablan aproximadamente 5.100 lenguas en el
mundo, de los cuales apenas el 1 por ciento tiene origen en Europa, “muchos indicadores
sugieren que, dentro de una generación o dos, sobrevivirán no más de 100 de estas
lenguas” (Sachs, 1996:377). Miles de culturas están desapareciendo con sus historias,
lenguas, visiones. El desarrollo occidental las está evaporando. Los miles de mundos se
están convirtiendo en uno solo: “La unidad del mundo se realiza mediante su
occidentalización. A mediados del siglo XX el término ‘subdesarrollo’ ha tomado el
lugar de ‘salvaje’” (ídem: 380). El mismo Heidegger sostenía que Europa moderna fue
la primera sociedad en producir una imagen estructura de sí misma y del mundo. En
Caminos del Bosque, Heidegger se pregunta ¿Qué es eso de una imagen del mundo? “El
mundo es aquí el nombre que se le da a lo ente en su totalidad. No se reduce al cosmos,
a la naturaleza. Pero hasta la naturaleza y la historia forma parte del mundo” (Heidegger,
87). No obstante, la humanidad estaría arrastrando la imagen occidental de mundo.

2.6 Metáfora del diseño de la metamorfosis

El discurso afirma: el atraso latinoamericano y el rezago de un mundo amerita una


metamorfosis, y la metamorfosis puede ser diseñada. El diseño le corresponde hacerlo a
los que ya pasaron por la vía del subdesarrollo y ahora se encuentran en la cúspide. Esto
es, la idea central de los años cincuenta es: un mundo se encargará de diseñar la
metamorfosis del otro. Y la cuestión del diseño amerita una sociología o una
antropología. Léase el siguiente párrafo de Fernando Martín Juez, de su libro
Contribuciones para una antropología del diseño:
“Diseño procede de la palabra italiana disegnare, que significa
“dibujar”. Es cierto, los diseñadores dibujan para representar sus
proyectos, para dejarles saber o reproducir a otros sus ideas. (…) La
palabra italiana disegnare se deriva, a su vez, de la latina designare,
que significa “marcar”. Marcar, en su primera acepción, es actuar
sobre alguien o algo imponiéndole carácter o dejándole huella. Y esto
es precisamente lo que hace el diseño: establece límites y genera
percepciones, desarrolla potencias y define comportamientos, maneras
de uso, modos de vinculación entre los miembros de las comunidades
y de éstos con la naturaleza. Al crear objetos, al diseñar, se destaca la
impronta de un orden nuevo, de una pauta que afectará de alguna
manera a otros. Diseño y designio (intención, propósito, plan, fin) son
conceptos en mucho equivalentes”. (Martín Juez: 2002: 67).

El discurso vuelve a decir: toda metamorfosis tiene tiempos, etapas, y las conocen
quienes ya han pasado por ahí. Así, la metáfora del desarrollo sugiere que éste recorre
determinadas fases, períodos, etapas –que son las que han recorrido los países
desarrollados-. El modelo de W. W. Rostow que saldrá años después refleja la
representación del tránsito que va del desorden al orden. Por supuesto, la metáfora de W.
W. Rostow en Las etapas del crecimiento económico, en las que propone un desarrollo y
crecimiento en cinco etapas (la sociedad tradicional, las precondiciones para el
despegue, el despegue, la conducción a la madurez y la era de un alto consumo masivo),
evoca una meta que corresponde a la situación actual de los países denominados del
primer mundo. El máximo nivel: alto consumo masivo.

El diseño de la metamorfosis marca espacios y territorios y finalidades. Tiene además


una representación del tiempo: lineal. Esto es, no hay otras posibilidades sino seguir el
sendero de los grandes, con la ayuda de ellos, y en trayectos iguales. De ahí el
optimismo de los dirigentes. Alberto Lleras Camargo, al promulgar el Programa General
de desarrollo el 20 de diciembre de 1961 afirmaba esa convicción mesiánica: “Hay
todavía quienes piensan entre nosotros que los esfuerzos de planeación del propósito
nacional, son caprichos y novelería. Que lo mismo que los jóvenes economistas de los
órganos de planeación señalan unas metas, habrían podido escoger otros. Que el país no
necesita de orientaciones y propósitos ya que el viento de la adversidad o la falla en los
términos de cualquier hipótesis, los pueden presentar y aún los han exhibido ya como
equivocados. Que no debe atribuirse a este esfuerzo metódico más importancia que la
deleznable y efímera que tuvieron, en el pasado, centenares de proposiciones políticas
para encauzar la nación hacia una u otra ruta. Lo que el gobierno quiere decirles a los
colombianos hoy, es que hay suficientes elementos de juicio para pensar que el tiempo
de la aventura se ha extinguido, que es el ‘antiguo régimen’ de la formidable revolución
en que estamos viviendo”.

2.7 Galimatías, el salvaje y las representaciones ontológicas en las misiones


internacionales

IMAGEN DEL PROGRESO EN UN LIBRO DE SOCIALES DE LOS AÑOS SESENTA

En Colombia, durante los años cincuenta, encontramos documentos clave que registran
las representaciones ontológicas de la realidad, del mundo. Para efectos de este análisis
se tienen en cuenta, principalmente, sin ser los únicos, Bases de un programa de fomento
para Colombia, informe de la misión dirigida por Lauchlin Currie, auspiciada por el
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, Banco de la República, 1951, y,
Estudio sobre las condiciones del desarrollo de Colombia, septiembre de 1958, dirigida
por R.P.Louis Joseph Lebret. La mayoría de investigadores de la época, y posteriores,
coinciden en afirmar que fueron los dos diagnósticos más importantes de la década. El
informe de las Naciones Unidas del 21 de diciembre de 1962, realizado por Aryeh Attir,
se apoya explícitamente en esos dos documentos. Igual Guillermo Perry en su
Introducción al estudio de los planes de desarrollo en Colombia. No obstante, también
se quiere tener en cuenta el libro de Lauchlin Currie, Ensayos sobre Planeación. En
términos de análisis de discurso, hay dos posibilidades: analizar el proceso social de
construcción o rastrear cualitativamente las representaciones que tienen poder
organizador de espacios de realidad. Autores como Woolgar, Bruno Latour y la
socióloga canadiense Dorothy Smith, hablan de la construcción social de las categorías
discursivas que hablan de la realidad. Por supuesto, los modalizadores y diferentes
mecanismos de análisis que utiliza Steve Woolgar conducen a mostrar cómo los
científicos utilizan dispositivos para convencer. Aún así, se intenta cruzar las dos líneas
de análisis: construcción social de discursos sociales y búsqueda de lo que se piensa
acerca de la realidad. Si los documentos en cuestión son documentos oficiales,
institucionales, como es bien sabido, las apreciaciones de Dorothy Smith son
pertinentes. Como afirma Arturo Escobar, esta socióloga proporciona análisis de
discurso de documentos institucionales donde construyen socialmente las categorías para
nombrar y actuar sobre el objeto del documento. Es el isomorfismo entre la organización
textual y el fenómeno textual del cual habla Steve Woolgar en Ciencia: abriendo la caja
negra. “Nuestra relación con los otros en la sociedad y fuera de ella está mediatizada por
la organización social de su manejo. Nuestro ‘conocimiento’ es por tanto ideológico en
el sentido de que la organización social preserva los conceptos y medios de descripción
que representan el mundo tal como es para quienes lo dirigen, y no como es para quienes
son dirigidos” (Escobar, 1996:208 citando a Dorothy Smith). Así, en Bases de un
programa de fomento para Colombia, se observan tres particularidades: selección de los
indicadores a analizar (nivel de vida, ingreso y producto nacional, capital, agricultura,
industria y combustibles, transportes, higiene y previsión social, entre otros), definición
y determinación de algunos conceptos clave, como el de nivel de vida, y, finalmente una
ruptura entre problema (y su diagnóstico correspondiente) y programa propuesto. Es
decir, la organización temática del documento corresponde isomórficamente a una
organización de la realidad que corresponde directamente a una percepción económica
de la realidad. Son las categorías (como el nivel de vida) que modelan y abstraen
cantidades de particularidades propias de los habitantes del país. ¿Qué se consideraba
calidad de vida? A nivel particular, “podemos sentirnos seguros al considerar que los
elementos esenciales de un nivel de vida son: el consumo adecuado de comida para
propósitos de nutrición; el goce de una salud suficientemente buena como para permitir
una sensación de bienestar físico: la posesión de vivienda y ropa adecuadas, y la
oportunidad para algún esparcimiento y descanso” (Currie, 1951:14); y a nivel
macroeconómico, Currie manifiesta que “el bienestar económico de cualquier pueblo
depende de: a) la productividad per cápita, b) la distribución de la producción de bienes
y servicios, entre los bienes de consumo y bienes de capital, y c) la distribución de la
renta y el consumo entre la población” (ídem:15). De la misma manera, permite
generalizar al afirmar que “el relativamente bajo nivel de vida de la mayoría del pueblo
colombiano, se ilustra aún más con las cifras correspondientes al consumo per capita de
artículos como textiles de algodón, de energía eléctrica y otros elementos que influyen
en el nivel de vida” (ídem: 11). Es decir, la categoría de calidad de vida se presenta con
unos indicadores, los cuales al ser “observados” se dirá que hay x nivel de vida. Hay una
similitud con la idea constructivista de Gaston Bachelard: “Se ve la temperatura en un
termómetro, pero no se la siente. Sin teoría no sabríamos jamás si lo que se ve y lo que
se siente corresponden al mismo fenómeno”. Así, razón se tiene al evocar la mirada
etnometodológica de los textos de análisis. Los textos no son registros objetivos de la
realidad externa, sino “que deben ser entendidos con referencia a los usos y metas
organizacionales y en el contexto de su producción o interpretación” (Escobar, 1996:
209). El Estudio sobre las condiciones del desarrollo de Colombia, dirigido por el padre
Louis Joseph Lebret, presenta una estructura temática diferente. Se diría que la
construcción del objeto del desarrollo es diferente por lo que se transforma en un objeto
diferente. Este documento de 1958, publicado siete años después del informe de
Lauchlin Currie, ya no habla de la necesidad del programa sino que en su configuración
metafórica describe las potencialidades para el desarrollo. La segunda parte del informe
está titulado como Las potencialidades y las posibilidades físicas de Colombia, en
relación con las necesidades. La tercera parte habla de Las potencialidades y
posibilidades financieras. Como la analogía de los organismos vivos, el desarrollo es
posible porque hay potencialidades sin desarrollar. Un buen diagnóstico debe
detectarlas, identificarlas, para que por medio de la teoría económica y la planeación,
puedan ser impulsadas. Los dos informes, aunque no describen la teoría económica que
les sirve para diagnosticar (se cree comúnmente que es posible identificar un problema
sin estructura teórica para luego si proponer alternativas), si abren puntos de fuga
perceptual. A partir de los documentos institucionales, de origen internacional, la
retórica irá transformando espacios vitales. El informe Currie proponía fortalecer o crear
una institución planificadora. El informe Lebret ya cuenta con el apoyo del Comité
Nacional de Planeación. En la introducción, Louis Joseph Lebret afirmaba: “Siempre es
doloroso para un equipo de trabajo dislocarse en el momento en que la percepción de las
estructuras, de los problemas y de las orientaciones deseables se torna más clara. Los
investigadores saben que sólo han abierto las pistas sobre las cuales quisieran seguir
avanzando. No obstante, su tarea no es sustituir a quienes tienen a su cargo la
responsabilidad de una región o de una nación. Ella se reduce a enfocar desde un punto
de vista nuevo las realidades que viven, construyen o deterioran los pueblos que están
engendrando su historia” (Lebret, 1958:9). Desde el punto de vista etnometodológico,
“las pistas sobre las cuales quisiera seguir avanzando” son los espacios de fuga que se
convierten en categorías. Es la colonización del lenguaje. Normalmente, y siguiendo el
hilo de los análisis de Bruno Latour y Steve Woolgar, estos puntos de fuga, categorías,
surgieron en algún momento de superposición de textos y luego, al final, tomaron un
status ontológico que los hace aparecer como si ‘estuvieran ahí fuera’ y como si
‘siempre hubieran estado ahí’, bien se trate del concepto de higiene, desarrollo,
planeación o el sector agrario. Si “todo texto trata de convencer” (Latour, 1977:27) y “el
texto científico alcanza ese efecto presentando capas de textos que corresponden y que
sirven de referencia las unas a las otras” (ídem), los documentos Currie y Lebret intentan
convencer con la utilización de anáforas (Latour) y el uso de hipertextos. Cada página es
una superposición de otros textos y documentos. El capítulo primero, la población de
Colombia, del informe Lebret, muestra un cuadro sobre la población, según el censo de
1951, organizado por departamentos, extractada del Departamento Administrativo
Nacional de Estadística, tres notas de píe de página, y páginas adelante va a traer a
colación fuentes de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), Contraloría
General de la República, etc. Igual basta mirar el caso de la encuesta utilizada para la
investigación: “Para la elaboración del cuestionario se partió de instrumentos análogos
ya establecidos, experimentados y utilizados por ‘Economía y Humanismo’. El
cuestionario rural está basado en el cuestionario elaborado por ‘Economía y
Humanismo’ para los países europeos bajo el nombre de ‘Diagnóstico rápido de una
localidad rural’. El primer trabajo de adaptación del instrumento rural francés a los
países tropicales fue realizado por el equipo ‘Economía y Humanismo’ del Brasil para
un estudio de los niveles de vida en los Estados de Sao Paulo y de Paraná”. (Lebret,
1958:52). A su vez, Lauchlin Currie comenta que “algunos apéndices técnicos, en su
mayor parte relativos a la metodología y que contienen mayor cantidad de detalle, y de
interés tan sólo para los especialistas, no se han impreso, pero pueden solicitarse al
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Estos se enumeran en el índice del
informe para referencia inmediata” (1951: XV). Así, se sugiere la utilización de un
mecanismo de credibilidad científica y, al tiempo, la idea de que el texto es un discurso
retórico que se construyó a partir de la superposición de otros. No obstante, el nuevo
documento, reconstruido socialmente, crea y construye, siempre socialmente, realidades
nuevas.

¿Qué sistema de creencias encontramos en estos documentos? Por supuesto, hay un


grupo de creencias económicas, tales como la necesidad del desarrollo, el supuesto de
que la calidad de vida se mide por el consumo y que el Estado juega un papel inversor
muy importante. Sin embargo, hay otro sistema de creencias que corresponden a la
percepción social de los consultores. Como se puede deducir, el uso de indicadores da
una imagen de orden o desorden: Arturo Escobar (1996) considera que Lauchlin Currie
encontró desorden, oscuridad y caos en Colombia, cuando llegó, porque la imagen del
país no se acomodaba a las ideas de un país desarrollado. Galimatías. Y por su parte, en
el informe Lebret encontramos, a nivel de ejemplo, dos casos: el nivel espiritual de la
población colombiana y la educación integral del mundo rural. En la medición del nivel
espiritual de la población colombiana encontramos que el indicador empírico más
importante seleccionado fue el de los ‘factores de descristianización’. “Los elementos
que habían sido escogidos para el cuestionario son aquellos que en todos los casos y en
todas partes descristianizan a las poblaciones. Existen otros que obran aquí y los cuales
habría sido necesario tener en cuenta: una gran miseria, una ignorancia general muy
grande, el alcoholismo y algunas veces la libertad sexual. Estos factores actúan, si no
para descristianizar, al menos como obstáculos mayores para un cristianismo vigoroso”
(Lebret, 1958:85). Más adelante afirma: “Es verdad que, en su mayoría, las clases
populares no pueden disponer de los recursos necesarios para que sus hijos alcancen el
sacerdocio. Empero hay pocas vocaciones en las clases burguesas demasiado
materializadas y, con excepción de algunos departamentos como Antioquia y Boyacá, el
conjunto del país carece del número de sacerdotes que sería indispensable para ayudar a
la elevación humana integral de la población. Algunos aspectos especiales merecen ser
anotados:

- El materialismo práctico existe principalmente en la costa por razones económicas y


sexuales

- En ciertos casos hay escándalos provenientes del hecho de que personas prominentes
viven mal;

- La superstición, aunque señalada como débil en la encuesta, existe sin embargo por
una desviación del culto de los santos y algunas veces por adhesión a ritos mágicos y
horóscopos;
- El protestantismo, o más exactamente las múltiples sectas que pretenden o no estar
atadas al protestantismo, merecería un estudio aparte. Es bastante virulento y muy
hábil en sus insinuaciones anticlericales. Puede presentar peligro desde un punto de
vista cívico y nacional; en efecto, cuando se le mira de cerca, uno está, si no
sorprendido, al menos admirado de ver que con frecuencia está ligado a la influencia
económica norteamericana, y de hecho se incluye entre los factores del
neocolonialismo. Por supuesto que esto no pone en tela de juicio el valor personal de
tal o cual pastor ni su buena fe”. (Ídem: 85).

El numeral en mención termina con la siguiente frase: “su principal deber es primero la
educación religiosa del pueblo y después la educación humana”. De igual manera,
cuando propone dos tipos de educación, una rural y una urbana, manifiesta que “la
situación difiere profundamente en los países menos desarrollados. Generalmente en
ellos domina el mundo rural, que comprende en promedio el 60 y 80% de la población.
Su economía es en gran parte autárquica, pues consume la mayor parte de lo que
produce, construye su habitación con lo que encuentra a mano, se contenta con las
herramientas fabricadas en el lugar, algunas veces teje sus vestidos y reduce lo más
posible sus intercambios comerciales. Su cultura permanece estrechamente ‘terrígena’,
en el sentido de que su espíritu extrae su alimento más bien de tradiciones ancestrales y
de las observaciones directas que de la enseñanza de profesores que poco frecuenta, o de
libros que no lee. Permanece muy marcado por el ambiente de la naturaleza, por el ritmo
astral, por las leyes biológicas, y permanece rebelde a las innovaciones de la técnica. Se
contenta con un nivel de vida muy bajo, aceptándolo con fatalismo, y sin tratar de
mejorarlo porque así han vivido sus antepasados y así conviene vivir” (ídem: 352).
¿Cuál es la creencia, imagen totalizadora que da sentido a un conjunto de
representaciones, del habitante del denominado ‘tercer mundo’?. El subdesarrollado es
alguien, desde la percepción europea, atado a la naturaleza misma y que en conciencia
no ha evolucionado. Más adelante afirmará que los campesinos son pobres y poco
evolucionados: necesitan un impulso para ‘evolucionar’. Así, y regresando a Dorothy
Smith, con sus análisis etnometodológicos, la organización social se presenta como una
institución que preserva sus conceptos y medios de descripción que representan el
mundo tal como es para quienes lo dirigen. De hecho, se cree que hay que dirigirlos
porque no saben para dónde van y qué quieren hacer. En el caso de la misión Lebret, de
las doce personas que la componían, entre ellas secretarias y dibujantes, los únicos tres
que son sacerdotes son el director, el sociólogo director de la encuesta y el especialista
en pedagogía, en lo que parece ser, las consideraciones sobre la descristianización y la
educación rural, son los responsables.

Los informes de las misiones internacionales de los años cincuenta en Colombia,


muestran el mundo organizado en divisiones del mal y el bien, y, conforme sea desde las
teorías económicas o religiosas, los diagnósticos de la realidad del país llevan el sistema
de representaciones de los mundos ontológicos que perciben los consultores. El mundo
descristianizado, caótico, improductivo, pobre, poco evolucionado, surge fácilmente ante
las variables, y sus indicadores empíricos, seleccionados apriorísticamente y
unilateralmente. Y así como Dorothy Smith afirma que las formas de conciencia social
surgen más como propiedad de las organizaciones que del encuentro entre individuos en
ambientes históricos, la conciencia social del atraso lo crean los consultores y las altas
dirigencias del Estado colombiano.

2.8 Metáfora de la jaula de hierro y la racionalidad

Los documentos y manuales de la planificación de los años cincuenta de las Naciones


Unidas, los textos del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social
(ILPES) de los años sesenta (ILPES: 1976), y que recogen los productos teóricos de los
años cincuenta, como también los que se producen en el país, presentan la planificación
como una disciplina del saber para la racionalización de la economía de la sociedad. La
planificación tiene una doble naturaleza: esfuerzo de maximización de la racionalidad
formal y herramienta para aumentar la racionalidad material o sustantiva. La
planificación significa la optimización de las relaciones entre medios y fines dados. La
representación del razonamiento planificador es de carácter formal: la cuantificación y el
rigor de las técnicas instrumentales permiten sugerir formas alternativas de lograr más
rápidamente y con menor costo los fines perseguidos (teoría de la elección racional).
“Un esfuerzo de este tipo procura ser neutro en cuanto a las metas de largo plazo. No
caen en los horizontes intrínsecos del proceso formal de racionalización las preguntas
sobre el por qué, el para qué y el para quién de la planificación” (ILPES: 1976: 28). Es
una herramienta que va más allá de los intereses grupales e individuales. De igual
manera, se afirma que se consideró ideológica pero con el paso del tiempo se transformó
entonces en un instrumento útil para todo el mundo. Pedro Pablo Morcillo (2002) afirma
que:

“Este temor por el término “planeación” fue generalizado en su


tiempo. El movimiento peronista de Argentina (1946-1955) lo utilizó
ampliamente, de tal manera que cuando se fundó la CEPAL por las
Naciones Unidas, con sede en Santiago de Chile, dirigida por un
economista argentino, y este organismo empezó a publicar sus estudios
se cuidó de usarlo y lo sustituyó por el de programación, que era lo
mismo. Poco a poco el término fue perdiendo su alcance de regulación
socialista entre nosotros, a lo cual contribuyó el uso que se hizo del
mismo en los países europeos, especialmente en Francia con la
promulgación de los planes nacionales de desarrollo, de economía
concertada, que empezaron a expedirse en los años cuarenta. Al llegar
la Alianza para el Progreso (1960) patrocinada por los Estados Unidos,
de economía capitalista, con la orden de elaborar planes de desarrollo
para poder recibir su ayuda financiera, el término perdió todo carácter
ideológico y se convirtió en un mero instrumento de gobierno. La
controversia sobre el carácter ideológico de la planeación es una
cuestión superada y no se pone en duda que es un instrumento
apolítico, que puede ser empleado por los gobiernos y las empresas de
cualquier sistema político y económico” (Morcillo: 2002: 60-61).
Según se desprende e infiere, la planificación económica es apolítica, neutral y racional
sólo desde que el sistema capitalista lo adoptó. Antes era un instrumento ideológico de
intervención centralista que actuaba sobre la diversidad de los grupos sociales. Las
discusiones de estas décadas son amplias. Pero, como se sabe, la construcción de las
representaciones se hace en el tiempo bajo diversos trayectos; y la de racionalidad no
escapa a ese designio. Esto es, la estabilidad (consenso) de los años cincuenta resulta ser
un equilibrio entre compromisos teóricos a distintos niveles. La racionalidad representó
en un momento dado un discurso apropiado para una época de optimismo y un país que
se había debatido en la irracionalidad de varios lustros. La racionalidad implica construir
un nuevo mundo y unas nuevas instituciones. Pero para los historiadores del país,
especialmente para los participantes de los procesos de la planeación, la racionalidad
tiene actores constructores.

¿Qué representa o qué simboliza la racionalidad? La racionalidad es sinónimo de


modernidad, tanto a nivel científico (Galileo Galilei), filosófico (Descartes), como a
nivel económico (superación de estructuras feudales); ha representado imparcialidad y
superación de la irracionalidad religiosa y cultural (que se asocia con la mentalidad de la
Edad Media), e independencia de los factores políticos influyentes en los procesos
organizacionales. Hay una extensa tradición en occidente. Habermas afirma que el tema
fundamental de la filosofía es justamente la razón; pero ha sido un tema debatido en
todas las ciencias sociales, incluyendo la administración. Max Weber relaciona la
racionalidad con las organizaciones burocráticas del mundo moderno, el desarrollo del
capitalismo y del Estado. De la coalición del Estado nacional con el capital surge la
burguesía. El Estado le proporciona al capitalismo las oportunidades de subsistir, afirma
Weber. La burocracia es el símbolo de la despersonalización: carácter legal de las
normas y reglamentos, carácter formal de las comunicaciones, carácter racional y
división del trabajo, impersonalidad en las relaciones, jerarquías bien definidas de
autoridad, rutinas y procedimientos estandarizados, competencia técnica y meritocrática,
especialización de la administración separada de la propiedad, profesionalización de los
participantes y completa previsibilidad del funcionamiento. “El progreso hacia lo
burocrático, hacia el Estado que juzga y administra asimismo conforme a un derecho
estatuido y a reglamentos concebidos racionalmente, está en la conexión más íntima con
el desarrollo capitalista moderno. La empresa capitalista moderna descansa internamente
ante todo en el cálculo. Necesita para su existencia una justicia y una administración
cuyo funcionamiento pueda calcularse racionalmente” (Weber: 1977: 1061-1062).
Siguiendo a Arnold Gehlen (Medina: 1974), hay varias formas de racionalidad. La
primera, la capacidad y disposición para conducirse frente a las cosas y situaciones. La
segunda, se relaciona con los medios y fines. Es la acción técnica por excelencia, la
acción con arreglo a fines y constituye la racionalidad subyacente en la experiencia
científica, que redondean y completan más tarde la sistematización y la organización
racional de las actividades en ella implicadas. La tercera corresponde al esfuerzo por
traducir en conceptos significaciones previamente captadas en forma pre-lógicas.

A nivel histórico, la entrada de la modernidad implica la entrada de procesos de


racionalización y racionalidad en el pensar y actuar. ¿Cuándo empieza la modernidad en
Colombia? Léase el siguiente comentario de un consultor de la planeación económica en
Colombia:

“Fueron el entonces presidente Alberto Lleras y su consejero, el


expresidente Carlos Lleras Restrepo, quienes percibieron, por primera
vez en Colombia, que un país moderno requería planificar su economía
y, además, que el nuevo experimento del frente nacional necesitaba,
como complemento indispensable de los acuerdos políticos, reformas
económicas basadas en la planificación. En esto acertaron con una
clarividencia y lucidez exepcionales pues el país apenas comenzaba a
salir trabajosamente de un régimen semifeudal heredado de la larga
colonización española. Tan importante fue la iniciativa que podría
afirmarse que, en materias económicas, Colombia ingresó al siglo XX
en 1958 cuando fue creado el Departamento Nacional de Planeación y
Servicios Técnicos. Por otro lado, se buscaba una mejor relación entre
la política y la técnica pues la primera predominaba peligrosamente en
un país que ya tenía que afrontar una serie de problemas de orden
técnico que como en cualquier otro estado moderno, eran insolubles
con enfoques exclusivamente políticos” (Franco: 1983: 12).

Del anterior texto se pueden destacar tres ideas: 1. la planeación es sinónimo de


modernidad, 2. La creación y organización del Departamento Nacional de Planeación,
ocurrido en 1958, representa la entrada al siglo XX, y 3. hay una oposición entre técnica
y política. No obstante, los sociólogos de los años cincuenta y sesenta ya diferenciaban
la racionalidad técnica (expedient) y la racionalidad política (sanctioned). La primera
relacionada con la racionalidad de procedimientos, burocracia, aplicación de normas,
racionalidad de fines; la segunda, con la toma de decisiones.

Phyllis Colvin parte de la idea, como una significativa cantidad de sociólogos de la


ciencia, de que el ejercicio de la ciencia conlleva compromisos ontológicos,
epistemológicos (Colvin: 1994) y sociales. El concepto de compromiso consiste en la
adhesión a sistemas metafísicos o extracientíficos de la ciencia. Así, al preguntarse por
las formas que adoptan los productos científicos, afirma que “alternativamente, se les
puede distinguir de acuerdo con el grado en que reflejan detallados compromisos
técnicos, elaborados con precisión, en la teoría, el experimento o el análisis, a diferencia
de compromisos más metafísicos que implican adhesiones a sistemas de racionalidad,
visiones del mundo, o normas de “verdad”, pero muy poco más, dentro del mismo
dominio” (Colvin: 1994: 268). Podría decirse que los compromisos técnicos y
metafísicos son parte esencial de la ciencia y la tecnología. Para nuestro caso, la
racionalidad instrumental, al ser difundida, enseñada y postulada en manuales de
organización y métodos (O&M), se transforma en una racionalidad política.

¿Qué usos tiene el concepto de racionalidad?


Artículo 1. La reorganización de la administración pública, de acuerdo
con las normas de la presente ley, tiene por objeto asegurar mejor la
coordinación y la continuidad de la acción oficial, conforme a planes
de desarrollo progresivo establecidos o que se establezcan por la ley; la
estabilidad y preparación técnica de los funcionarios y empleados; el
ordenamiento racional de los servicios públicos y la descentralización
de aquellos que puedan funcionar más eficazmente bajo la dirección de
las autoridades locales; la simplificación y economía en los trámites y
procedimientos; evitar la duplicidad de labores o funciones paralelas, y
propiciar el ejercicio de un adecuado control administrativo” (Ley 19
de 1958).
Desde esta perspectiva, la planeación es una disciplina de las ciencias sociales, en
especial de la economía y en muchos casos de la ingeniería civil, que busca desarrollar
la sociedad, pero que para ello requiere diferenciarse y separarse de: a. los intereses de la
política, b. superar la economía de mercado, y c. un compromiso racionalista de
planificadores y sociedad planificada. La representación de los expertos economistas,
medios de comunicación y “opinión pública”, de todas estas décadas, parece compartir
la idea de que no es que no se haya logrado la racionalidad de la planificación (porque
ya de por sí la planeación es racional) sino que ha sido manipulada por compromisos
políticos. Esto es, hay unos instrumentos técnicos, neutrales, matemáticos, que han
funcionado para desarrollar sociedades pero que en estos países no han sido bien
utilizados, incluso requieren educación para ello.

Max Weber advirtió en The Protestan Ethic and the Spirit of Capitalism, que el espíritu
racionalista que introdujo el ascetismo había logrado un impulso propio y que, en el
capitalismo, el orden racionalista se había convertido en una jaula de hierro en que la
humanidad estaba presa. Todo está reglamentado. Todo tiene procedimientos, rutinas,
tiempos. La planeación de la sociedad es su símbolo máximo. La planeación económica
tiene una faz de presentación: un ideal racionalizante, técnico, formalizante y predictivo.
Arturo Escobar afirma al respecto, no obstante, que "la deconstrucción de la planeación
nos lleva a concluir que solo mediante la problematización de estas prácticas ocultas, es
decir, poniendo de manifiesto la arbitrariedad de las políticas reales, de los hábitos
profesionales y de la interpretación de los datos, y mediante la proposición de posibles
lecturas y resultados alternativos, puede hacerse explícito el juego del poder en el
despliegue aparentemente neutral del desarrollo" (Escobar: 1998: 237). El análisis de
esta representación conduce a Arturo Escobar a afirmar que la planeación, la tecnología
y la ciencia posaban como “herramientas neutrales, deseables y universalmente
aplicables” (Escobar: 1998: 237).
2. 9 La burocracia y el funcionario público

La burocracia es una expresión de la racionalidad de la sociedad moderna, según Max


Weber. El sociólogo Niklas Luhmann descubre que todos los problemas que acoge y
enfrenta la burocracia los complejiza porque ésta es limitada para comprender
racionalidades diferentes a la administrativa. Mientras tanto, el Estado planificador
difundió la idea de un funcionario público neutral cuya única misión es seguir las
políticas que se le impongan. Con razón la socióloga alemana Renate Mayntz se
pregunta si “no es extraño que se haya planteado siempre la pregunta de si el tipo clásico
de funcionario, educado para la neutralidad y el cumplimiento objetivo de su deber,
entrenado en la aplicación de la ley y regido por la juridicidad como norma suprema de
la actuación administrativa, es capaz de satisfacer los requisitos de la nueva
administración planificadora” (Mayntz: 1985). Luhmann presenta la burocracia en dos
direcciones: como un aparato de la sociedad moderna en constante crecimiento y como
un sistema organizativo, diferente del sistema social, que pretende sin embargo resolver
problemáticas de ese sistema social. Estas dos características muestran lo infructuoso de
la burocracia. Luhmann propone la idea de que la burocracia aumenta por los impulsos
del mismo sistema social, en la que intenta solucionar la problemática del sistema social,
pero que en la medida que aumentan sus esfuerzos organizacionales aumenta ella misma
la complejidad de los problemas que intenta resolver, debido, principalmente, a la
diferencia del ejercicio de la racionalidad que implica el sistema social y el sistema
organizativo. Esta hipótesis implica dos fases: una, descubrirse como productor de
realidades y, luego, descubrir que el ejercicio social tiene una lógica diferente a la lógica
organizativa. Pero no olvida que la burocracia se concibió en un Estado Social como un
instrumento de racionalización de la administración. Mas en el Estado de Bienestar la
burocracia parece transformarse en un sistema autopoiético, productor de sus propias
realidades. Luhmann manifesta justamente que “la actuación política en el Estado de
Bienestar debe partir del hecho de que las circunstancias sobre las que dirige sus
esfuerzos se trastornan de modo imprevisible por esos mismos esfuerzos. La política se
encuentra ya en una situación en la que debe ocuparse continuamente de realidades
autoproducidas. Las necesidades, las situaciones molestas, los problemas casi
irresolubles a los que se enfrenta son en parte su propia obra. Justamente, una
característica de la sociedad moderna es que se ha agudizado la diferencia entre el
sistema social y el sistema organizativo. Pareciera que obedecerían a lógicas y
racionalidades diferentes. La nueva administración pública, expresada en su burocracia,
intenta ocultar esta incapacidad para incluir las pretensiones del sistema político y social.

¿Qué papel juegan los funcionarios públicos? Se podría afirmar sin riesgo de
equivocación, y pensando en la acción social del funcionario público, que el Estado no
es ya un ente claro de delimitación ni es de carácter uniforme, sino que son los miles de
individuos que actúan en nombre de un ente ficticio y real a la vez, y que intentan
presentar el imaginario colectivo de neutralidad estatal: su misión es recibir la política
trazada desde la cúpula del poder legislativo o ejecutivo y ejecutarla fiel y neutralmente.
Sin embargo, en la cotidianidad del funcionario público se descubre un Estado múltiple,
disperso y con una realidad diferente al imaginario difundido: la práctica social se
desborda más allá de lo imaginado. Las historias de vida ilustran una vitalidad
desestructurante de cualquier armazón teórico.

Dos tipos de problema, interrelacionados entre sí, pueden llegar a ser interesantes para el
sociólogo. De una parte, preguntarse cuál es la percepción social e histórica que se tiene
sobre el funcionario público; y de otra, cuál es la construcción social de percepción de la
realidad que realiza éste. En ambas direcciones encontramos una representación
interesante de auscultar. El primero llevaría, metodológicamente, a un rastreo histórico,
desde la mirada de varios actores; el segundo podría rastrearse en la cotidianidad de sus
espacios simbólicos, en la percepción de Bourdieu.

La percepción social del funcionario público se encuentra histórica, y quizás


peyorativamente, asociado con el concepto de Burocracia. Según Martín Krygier, el
primer análisis académico del concepto de burocracia lo hizo Roberto Von Mohl en el
año de 1846, quien, a juzgar por sus escritos, se podría afirmar que habría estudiado la
percepción del funcionario desde diferentes grupos sociales. Los nobles los veían como
desconsiderados; los industriales se quejaban "por una parte acerca de la indolencia y la
apatía, y por la otra acerca del excesivo gobierno que resultaba innecesario y
perjudicial"; los artesanos veían el papeleo inútil; los académicos encontraban la
ignorancia de los burócratas6; etc. Von Mohl encuentra un "organismo numeroso de
funcionarios profesionales integrado en parte por miembros mediocres, satisfechos con
una conducta puramente formal y capaces de gran incivilidad personal" (Kamenka:
1981: 55).

Para algunos autores, entre éstos el mismo Krygier, la real importancia de esta categoría
como tal está en la percepción y sugerencia de que los funcionarios públicos son una
clase independiente que podría gobernar un estado por aparte. La socióloga alemana
Renate Mayntz (Mayntz: 1985) estudia con acierto la auto-percepción y las actitudes del
de la Función Pública y, después de haberse planteado la posibilidad de la existencia de
un "ethos funcionarial", donde tendría su propio sistema de normas grupales, "que no
sólo determinan el comportamiento de los miembros del grupo, sino que también son
importantes para su identificación social y, por tanto, para la cohesión del grupo"
(Mayntz: 1985: 185), se pregunta hasta qué punto estas presunciones de comportamiento
son aceptados y afirmados por los mismos funcionarios. Para el rastreo, la socióloga
recurre a lo que tradicionalmente se conoce como los principios clásicos del funcionario,

6 También tiene en cuenta otros actores como la percepción de la iglesia.


entre los cuales evoca la neutralidad del funcionario, la lealtad absoluta y la reserva de
información frente al público.

Es la concepción teórica y percepción cotidiana más difundida y más solicitada al


funcionario público. Al respecto afirma Mayntz: "se ubica aquí la norma de neutralidad
y apartidismo políticos, que prohíbe al servidor del Estado participar activamente en la
lucha política. En lo que respecta a su relación con el ciudadano o cliente, el servidor
leal del Estado se guía por normas, tan íntimamente relacionadas, de la juridicidad de su
acción, de la igualdad de trato a todos los ciudadanos y de la neutralidad emocional en
sus relaciones con el público" (Mayntz: 1985: 186).

Sin embargo, este ethos tiende a ser modificado, por lo menos desde la auto percepción
del funcionario que analiza Mayntz. Ha habido un desplazamiento conceptual de un
servidor del Estado a un abogado del ciudadano demandante. El público empieza a ser
importante en esta nueva dirección, lo que conlleva a que "la creciente orientación hacia
el público significa también un distanciamiento de la arrogancia de la autoridad que sabe
lo que conviene al pueblo y le sirve sin preguntar demasiado" (Mayntz: 1985: 188). Es la
dirección marcada como tendencia actual en la administración de occidente.

La neutralidad de la acción administrativa se puede presentar como un cúmulo de


relaciones que oculta otra red de relaciones simbólicas en la cual hay interés de unos
actores de presentarla como indicador de acción del funcionario público: hay un interés
marcado en presentarse como neutral. Pero podría también encontrarse que la imagen
social de la neutralidad del funcionario público ha correspondido históricamente a una
concepción de la ciencia social y de presupuestos políticos y culturales. Al cambiar de
dirección las Ciencias Sociales, con la desconfianza a la objetividad y la tarea de
descubrir las redes de relaciones sociales que se ocultan en la construcción de
conocimiento, puede ir cambiando la percepción social del funcionario público como su
propia autopercepción.
En los estados de la planificación económica, los planificadores ingresaron como
asesores de la presidencia, sin mucho poder real, teniendo inconvenientes con las
burocracias estatales de sus países. En ese momento se presentaban tres lógicas
diferentes: sociedad, administración pública y planificación. Cada racionalidad con sus
propias percepciones e intereses. Desde la mirada de Luhmann, se podría afirmar que
con el tiempo, al formar parte los planificadores de las burocracias nacionales, las
lógicas se disminuyeron a dos pero, a la vez, se complejizaron mucho más.

2.10 La metáfora de la organización máquina

Uno de los primeros teóricos de la administración, Frederick W. Taylor (1856-1915) en


The Principles of Scientific Management, 1911, postuló la racionalización del trabajo
operacional en la industria para enfrentar los males que, según Taylor, se reducían a la
holgazanería sistemática de los operarios, desconocimiento de las rutinas de trabajo y del
tiempo necesario para su realización, y la falta de uniformidad de las técnicas o métodos
de trabajo. Taylor propone la aplicación de varios elementos científicos, entre los que se
pueden mencionar el estudio de tiempos y movimientos, la división del trabajo y la
especialización del operario, la estandarización de los métodos y procesos de trabajo,
estandarización de las máquinas y equipos, herramientas e instrumentos de trabajo,
materias primas y componentes. A su vez, asegura que la gerencia ha adquirido la
responsabilidad de cumplir con cuatro principios, denominados como los principales de
la adminis-tración científica, defendidos principalmente por sus seguidores Gantt, Frank
B. Gilbreth, y Henry Ford, que consistían en el planeamiento, preparación, control y
ejecución. El francés Henry Fayol (1841-1925), los denomina proceso administrativo:
prever, organizar, comandar, coordinar y controlar. En ambos casos el primer principio y
fundamental es el de la planeación. Para Fayol, involucra la evaluación del futuro y el
aprovisionamiento en función de él. Unidad, continuidad, flexibilidad y precisión son los
aspectos principales de un buen plan de acción. Más sintéticamente, se refiere a la
planeación como la posibilidad de visualizar el futuro y trazar el programa de acción.
Para algunos teóricos contemporáneos, como el caso de Gareth Morgan, en su libro
Imágenes de la Organización, no se puede dudar que se trata de una metáfora e imagen
de la organización. En este caso, la imagen corresponde a la organización como
máquina: la mecanización toma el mando. Estas ideas vienen de algunos siglos atrás.
Recuérdese los procesos de la Revolución Industrial y la rutinización de la vida en
general. Se sabe de la división del trabajo desde la exposición de Adam Smith en su
famoso libro The Wealth of Nations (1776), la cual incrementó la especialización en la
fabricación de artefactos y, a la vez, se incluyeron nuevos procedi-mientos y técnicas
para introducir la disciplina entre los trabajadores. Igualmente, Federico el Grande de
Prusia llegó a tener un prototipo de organización mecánica. “Federico de Prusia (quien
reinó de 1740 a 1786) heredó un ejército compuesto, en su mayor parte, por criminales,
mendigos, mercenarios, extranjeros y forzados a reclutarse, es decir, una turba
ingobernable. Determinó cambiar
este estado de cosas y reformar una
serie de cuestiones. Tomó prestadas
muchas de las prácticas de las
legiones romanas, reformando los
ejércitos de la Europa del siglo
XVIII, aunque también introdujo
muchas innovaciones creadas por él
mismo inspiradas en los inventos
mecánicos de su tiempo. En
especial, Federico de Prusia estuvo
fascinado por los trabajos
realizados en los juguetes y
muñecos automatizados, en
particular, los de figuras humanas
y se propuso transformar el ejército en un instrumento fiable y eficiente. Introdujo
muchas reformas que servían realmente para reducir sus soldados a autómatas. Entre
estas reformas estaba la introducción de rangos y uniformes, la ampliación y
normalización de ordenanzas, aumentar la especialización de las tareas, el uso de equipo
estándar, la creación de un lenguaje de órdenes y una sistemática instrucción en los
ejercicios militares” (Morgan: 1998: 13). Es la metáfora de la organización como
máquina, donde el diseño organizacional se parece al trabajo que realiza un ingeniero
cuando diseña una máquina. En esa perspectiva, la planeación, la cual tiene que ver con
la formulación de objetivos, también es de corte mecánico, sobre todo por las técnicas
utilizadas. “MBO está actualmente siendo muy utilizado para imponer un sistema
mecanizado de objetivos en una organización. Se emplean para controlar la dirección en
la que los directivos y empleados pueden llevar la organización, es decir, a través de los
objetivos realizados sean consistentes con los objetivos previstos” (Morgan: 1998: 17).

Se podría decir que la metáfora de la organización como máquina, surgida de la


Revolución Industrial, es trasladada a cualquier tipo de empresa, incluyendo la
concepción de un país como empresa. Y es la que permite la planificación económica.

2.11 Metáfora del cierre

En contra de la idea Heideggeriana de la imagen del mundo, de las miles de


representaciones que sugerían las 5.100 lenguas del mundo, se descubre que hay miles
de imágenes occidentales que se van superponiendo, como en los hipertextos, y van
desplazando otras. Metáforas y representaciones de todo tipo, epistemológicas y
ontológicas, van configurando los discursos científicos y tecnológicos. Con la ayuda de
las maniobras del poder, los mundos se van transformando en el mundo, como una
matriz ontológica fija de desarrollo racional, y con la creación de una conciencia social
hacia esta idea, una conciencia que con los años permea todas las actividades cotidianas
del ser humano y, como en el proceso de inversión woolgariano, poco a poco se irán
olvidando que fue una invención histórica que configuró lo social, no sólo de los años
cincuenta para nuestro caso, sino de toda la posteridad. Únicamente los procesos de
participación de los años ochenta y noventa modificarán, en parte, el panorama
ontológico de las teorías socio-económicas de los años cincuenta y, en especial, de la
planeación.

3. CONFIGURACION DE REALIDADES SOCIALES I:


INTERVENCION DE REDES

Si seguimos la trayectoria de la teoría


del actor-red, hemos de concluir que no hay tema
ni área de indagación ni objeto que pueda escapar
al hecho de ser re-descrito o asimilado por aquella. En otras
palabras, la teoría del actor-red es tan liberal y
tan democrática que no tiene
Otro -parafraseando a Rorty (1989), se ha
convertido en un
vocabulario final "final".

Nick Lee y Steve Brown


La alteridad y el actor-red. El continente
No descubierto. En
Sociología Simétrica
Miquel Domènech y Francisco
Javier Tirado (compiladores)

La principal dificultad para integrar la tecnología


en la teoría social es la carencia de recurso narrativo. Sabemos
cómo describir las relaciones humanas, sabemos cómo describir los mecanismos,
frecuentemente intentamos alterar
entre contexto y contenido para hablar acerca de la influencia
que ejerce la tecnología en la sociedad o viceversa, pero todavía no somos expertos en
tejer
los dos recursos descriptivos en un
todo integrado. Y es algo lamentable, puesto que,
siempre descubrimos una relación social estable, es la introducción de algunos no-
humanos lo que puede explicar esta duración relativa.

Bruno Latour
La tecnología es la sociedad hecha
Para que dure
Sociología Simétrica
Miquel Domènech y Francisco
Javier Tirado (compiladores)
Gedisa, 1998.

3.1 Trayecto I. Construcción de representaciones colectivas y tránsitos a la


institucionalización

El principal mito que contribuye a la legitimación de las sociedades modernas es la idea


de un proceso de “modernización-sin-fin”. Las representaciones colectivas, o estructuras
intersubjetivas de conciencia que conforman el mundo instituido de significado de una
sociedad, según, Castoriadis, conforman el “sistema cultural” de una sociedad o su
estructura simbólica en torno a la cual una sociedad organiza su producción del sentido.

Este capítulo se refiere a la construcción de un nuevo mundo en los años cincuenta en


Colombia a partir de las representaciones colectivas en acción. Con las recomendaciones
de la Misión Currie, el economista Antonio García afirma que, y según cita Sáenz
Rovner, “ …la Misión no se hado cuenta de que los ‘supuestos’ del Plan exigen nada
menos que un cambio de espíritu y de conducta, tanto en la administración pública como
en los diversos sectores del capitalismo privado” (Sáenz Rovner: 2002: 87). La
modernización es la puesta en marcha de un juego de representaciones que resultaron
expresadas en instituciones, prácticas sociales, creencias, organizaciones, programas
académicos, reformas jurídicas, libros, manuales, medios de comunicación. Y hubo
impulsores: redes de actores y grupos sociales que se encuentran vinculados con
sistemas económicos, países, teorías administrativas, estructuras de Estado, disciplinas
teóricas del conocimiento, ciencias, posturas filosóficas, empresarios, políticos, teorías
políticas, teorías jurídicas, etc. Nuestro actual país es producto de la imposición-
construcción-institucionalización de racionalidades-representacio-nes de varias décadas,
pero con un papel importante de consolidación la década de los cincuenta. La década es
una emergencia, en términos de Michel Foucault, por cuanto lo que se observa es la
entrada en escena de varias fuerzas.

Se proponen las siguientes tres hipótesis:

• La institucionalización de una disciplina del saber, como es el caso de la


planificación económica y administrativa, y de una tecnología administrativa y
económica como es el caso del proyecto, requiere una estrategia de redes. La
existencia de la planeación y el éxito de los proyectos sólo son posibles si
pertenecen a redes sólidas impulsadas por grupos sociales que salen
beneficiados. Los procesos de institucionalización de una disciplina del saber, de
una ciencia o de una tecnología no hay que buscarlas en la relación hombre-
naturaleza sino en la dependencia hombre-sociedad: siempre hay razones
políticas.

• La cuestión compleja de la anterior estrategia consiste en el enrolamiento. El


enrolamiento no es un proceso unilateral de imposición sino que implica tanto la
‘captura’ del otro como su ‘sometimiento’. Es un proceso multilateral. Para
Latour, el poder no es una posesión, sino una disposición de asentimientos; “El
método que utiliza una entidad para dar un papel a las otras, desde lo
macrosociológico a lo subatómico, se llama ‘traducción’. En el proceso, el
traductor se erige a sí mismo en portavoz de estas otras entidades. Si se quiere
que estas entidades tomen cuerpo, entonces es necesario inventar una geografía
de ‘puntos de paso obligado’: para aquellos elementos y entidades que desean
continuar existiendo y desarrollándose, y a los cuales la entidad enroladora
pretende alistar, estos puntos constituyen conductos inevitables –cuellos de
botella narrativos- a través de los cuales deben pasar para articular tanto su
identidad como su ‘raison d’être’” (Singleton y Michael: 1998: 174).

• Las redes implican múltiples lógicas y racionalidades. Una red y su racionalidad


no logra imponerse ni enrolar completamente a las demás redes; parte de la
problemática es la coexistencia y pugna de múltiples racionalidades. Una
racionalidad empresarial puede imponer lógicas pero no eliminar las demás.

3. 2 Trayecto II. Intervención de redes

La idea de la planeación de los años cincuenta no puede dar la impresión de que sólo
hasta ahora se logra intervenir la economía de un país y por ende fuera posible
planificar. Todos los últimos siglos, a pesar del desarrollo del capitalismo, se había
avanzado en políticas regulatorias. Y en el siglo XX se había avanzado en
organizaciones económicas. El análisis de los años cincuenta es una conexión con varios
trayectos. “En el Occidente, una política económica planeada pudo desarrollarse hasta el
siglo XIV sólo en la medida en que para ello entraban en consideración las ciudades.
(…) Sin duda, hubo inicios de una política económica de los príncipes. En la época de
los Carolingios encontramos tasas de los precios y una política de prosperidad en
diversas direcciones; pero en su mayoría quedaron como letra muerta y, con excepción
de la reforma monetaria y de los sistemas de pesas y medidas en la época de
Carlomagno, todo había desaparecido ya sin dejar traza en la época siguiente. La política
comercial con el Oriente, que le hubiera gustado emprender, resultó imposible debido a
la falta de una flota adecuada” (Weber: 1977: 1051-1052). Ahora, en el siglo XX, la
consolidación se realiza gracias a procesos de enrolamiento y a estrategias de red; pero,
sobre todo, muchas veces los historiadores comprometidos con las mismas redes,
tienden a visibilizar sólo algunos trayectos. Aún así, más importante que estos puntos,
hay tres ideas que se pueden enlazar para obtener una explicación más contundente: las
hipótesis de Edwald acerca de los procesos de institucionalización, el constructivismo
social y las investigaciones de Josetxo Beriain acerca de las representaciones colectivas.
La jaula de hierro de Max Weber se puede incluir. En una primera aproximación se
podría decir que la planeación elimina la incertidumbre, pero no es la idea de Edwald.
Edwald sugiere una idea con respecto al aseguramiento: “El aseguramiento no elimina la
causalidad, como se ha dicho erróneamente, sino que fija su espectro. No acaba con al
perdida, sino que asegura esa perdida que al ser compartida no se siente” (Edwald: 1995:
207). Es una idea muy cercana a las ideas del constructivismo social: crear las
condiciones para que una categoría social, una institución social, funcione. Por su parte,
Beriain, inspirándose en Horkheimer y Adorno, afirma:

“El hombre fue una vez ignorante, mientras la naturaleza era poderosa
y misteriosa. El hombre aprendió a dominar la naturaleza pero sólo
imitando sus aspectos más rígidos y rutinizados. Haciéndolo, la razón
se confina a sí misma a una tarea simple: aprender a predecir y
controlar las fuerzas naturales (M. Heidegger, “The Question
Concerning Technology”, 1976). La razón lentamente aprende a
dominar la naturaleza pero al coste de la renuncia. El hombre debe
sujetarse a sí mismo a la terrible disciplina, en la cual debe negar
aquellos aspectos de su propia naturaleza que son incompatibles con
los controles del experimento científico, así como con el control y la
regularidad impuesta por la institución –fábrica, escuela, hospital,
ejército, etc.-; no sólo debe renunciar a la paz y a la autonomía, sino
que debe renunciar a todo el potencial de la razón. Una razón bastante
poderosa para asegurar la supervivencia y el confort humanos en un
mundo circundante hostil, que es comprada al precio de la ‘razón’
misma. La razón deviene poderosa por su conversión en un
instrumento, una herramienta” (Beriain: 1990: 143).

La jaula de hierro de Max Weber es una construcción histórica; pero las percepciones de
Edwald y de Beriain dan un paso más allá y brindan la idea de que la planeación es sólo
posible si hay condiciones construidas previamente. En un espectro construido. En esa
medida sólo es predecible y controlable lo construido previamente. En otros términos,
sólo es posible construyendo una red: y siempre hay un lugar desde donde se construye
la red; la estrategia es buscar el mayor enrolamiento posible.

En la Sociología de la ciencia y la tecnología, es la Escuela de París la que mayor


énfasis ha hecho sobre las redes y la perspectiva del actor-red. “La perspectiva del actor-
red descansa sobre tres principios: agnosticismo generalizado –imparcialidad analítica
respecto a qué actores están involucrados en una controversia; simetría generalizada- el
uso de un vocabulario abstracto y neutral para comprender los puntos de vista
conflictivos de los actores; y libre asociación –el rechazo a distinciones apriorísticas
entre lo social y lo natural o lo tecnológico. En este marco metateórico, los científicos no
son tratados simplemente como científicos, sino como empresarios multifacéticos”
(Singleton y Michael: 1998: 173).

Bruno Latour piensa las redes en su libro Ciencia en Acción. ¿A qué se refiere Latour
cuando menciona el concepto de redes? ¿Se pueden determinar algunas características
importantes de las redes? ¿Las redes son de carácter social, administrativo o científico?
Justamente, el trayecto del capitán Lapérouse, enviado por el rey al Pacífico este para
determinar la precisión geográfica de lo que denominaban Sakhalin, consistirá en
mostrar cómo se van construyendo esas redes: la imagen de la red permitirá encontrar
conexiones donde aparentemente no parece haberlas. Existe la sospecha de que la misión
de la red es la de unir las distancias espaciales entre puntos dispersos en una geografía
imaginaria. Pero no es sólo una dimensión espacial. La red tiene varias dimensiones y
ésta sería inabordable sin los elementos que llega a conectar: los papeles –móviles
inmutables y combinables-. Que mejor ejemplo que un proyecto. Quizás no es que la red
conecte cosas sino que son éstas las que permiten pensar la red. Efectivamente, y como
sucede con un paquete de hojas denominado Proyecto X, éste lleva en sí el proceso de
construcción histórica (sus diversos trayectos y recorridos, la gran mayoría de la veces
por senderos escogidos previamente), de formalización; el tiempo, el espacio, las huellas
de los actores. La red conecta lo que aparece ante la vivencia y percepción del
investigador como un proceso separado, analítico.

¿Cómo surge la concepción de red como un instrumento de análisis? La respuesta de


Latour es que la red aparece sólo cuando se concibe el conocimiento como un proceso
social e histórico. De hecho, afirma que “lo que se llama ‘conocimiento’ no puede
definirse sin comprender antes lo que significa adquirir conocimiento. En otras palabras:
el ‘conocimiento’ no es algo que pueda describirse por sí mismo o por oposición a
‘ignorancia’ o a ‘creencia’, sino únicamente considerando el ciclo entero de
acumulación” (Latour: 1990: 210). El conocimiento científico no se puede concebir por
fuera de la red que involucra todo el orden social, económico y político. Un proyecto
tiene vida según la red que la configura. El éxito o fracaso de la práctica científica hay
que buscarlos en las redes y no en un referente empírico interno que une la verdad con la
falsedad. Las redes bien cuidadas conducen a una buena práctica científica, afirma el
pensador francés.

Una red realiza conexiones, esencialmente, permite flujos de información y construye


senderos nuevos, pasos obligados. ¿Qué tipo de conexiones? En primer lugar, la red
permite realizar conexiones entre disciplinas sociales y no sociales. Sería difícil definir
el tipo de disciplina de donde se originaría una pregunta científica. ¿Qué relación hay
entre física y economía?, y Latour responderá que “ninguna, si se examina el laboratorio
de Joule por un lado, y la maquinaria física por otro”. Pero ambas están conectadas por
el tipo de interés que mueve al inventor: los costos (economía) son un elemento esencial
y restrictivo del tipo de electricidad (física) que se ha de sacar al consumidor final.
Ambas forman un ‘tejido sin costuras’. La red conduce la pregunta por las ecuaciones
matemáticas que han de estar adecuadas a los costos del cobre. El mejor ejemplo de esto
es el proyecto, visto como categoría sociotécnica, donde lo financiero llega a determinar
la existencia y el tipo de existencia de un proyecto médico. La red provoca otras
relaciones: entre agentes humanos y no-humanos (funcionarios, papeles, compases,
astrónomos, mar, etc.); entre espacios y distancias: centro y periferia (“¿cómo actuar a
distancia sobre hechos, lugares y personas que no nos son familiares? Respuesta:
trayendo a casa de alguna forma esos hechos, lugares y personas”, afirma Latour). Así,
desde esta perspectiva, la red sirve para explicar la dinámica no únicamente de los
proyectos sino de todo el sistema de planeación.

Espacio, tiempo, actores y conocimiento se encuentran entrelazados. La red permite


conectar la relación entre conocimiento construido en el tiempo y la construcción en una
geografía determinada; el proceso de construcción de unos indicadores y de una ciencia
por el mismo centro; y, sobre todo, la mirada multidisciplinar de la realidad.

En esta imagen de la red, ¿la red también se construye? ¿Qué se considera construcción?
¿Qué papel juega la administración en ese proceso? ¿Hay alguna relación entre la
administración y la construcción de conocimiento? ¿Podemos hablar de otros tipos de
construcción? Resulta necesario volver a mencionar que la pregunta de Latour no es la
definir qué se llama conocimiento sino responder la pregunta de cómo se adquiere
conocimiento o lo que es lo mismo: describir el ciclo entero de acumulación de
conocimiento. De igual manera, el proceso indica una temporalidad, por una parte, y de
otra, construcción de naipes. Y cada naipe es una superposición de otras cartas que
intenta hacer visible en una sola todas las demás: “en lugar de que la mente de los
científicos dependa de las cosas, explica Kant, se logra que las cosas dependan de la
mente, y, por lo tanto, tiene lugar una revolución tan radical como la que se dice que
Copérnico desencadenó”. Así, cada superposición en el tiempo logra construir síntesis
de redes más amplias y complejas. De ahí que los principios rectores en la construcción,
o superposición de naipes, es la de que siempre se preferirá todo aquello que provoque
movilidad, estabilidad y combinabilidad de los elementos. Eso no descarta el hecho de
que el conocimiento es una construcción en el tiempo: “la primera vez que nos
encontramos con un hecho, no lo conocemos; empezamos a saber algo la segunda vez,
como mínimo, que damos con él, o sea, cuando cualquier cosa que ocurre es, para él, un
caso especial de otros hechos ya conocidos, un miembro de la misma familia” (Latour:
1990: 211). ¿Se podría afirmar que cada paso de estos, cada superposición de los naipes,
es un acto administrativo? ¿La administración se construye también con estos pasos? Al
respecto, afirma Latour en sus últimas páginas: “es a través de la burocracia y los
archivos que los resultados de la ciencia llegan más lejos. Por ejemplo, los registros
tomados por los ingenieros de Schlumberger en las plataformas petrolíferas pasan a
formar parte de un archivo en un banco de Wall Street, en el que se mezclan geología,
economía, estrategia y derecho. Todos estos dominios inconexos se entrelazan al
convertirse en hojas del más despreciado de los objetos, el archivo, el polvoriento
archivo” (Latour: 1990: 242). La red, en su esencia más íntima, es de carácter
administrativo, donde se moviliza el poder.

3.3 Trayecto III. Enrolamiento e institucionalización

Una pregunta fundamental inspirada en los discursos neoinstitucionalistas: si la


construcción de la red se desarrolla enrolando actores, actantes, espacios y tiempos,
¿Bastará con enrolamientos sutiles y cuidadosos? O se puede plantear la pregunta de otra
forma: ¿Qué ganan los enrolados en la red? La pregunta desde la perspectiva de Marcur
Olson podrá ser la siguiente: ¿Una identificación o ‘construcción’ de intereses basta para
que se organice la red? La respuesta de Olson, inspirador de los neoinstitucionalistas,
será que no. La problemática organizacional, planteada a partir de una teoría económica
de los grupos sociales, como es la pretensión de Olson, se puede formular en una
dicotomía expresada en una frase: identificación de interés grupal o de clase –caso
Marx- no implica interés de acción organizativa. La acción organizativa como sinónimo
de sacrificio y sobre todo, de costo. Esto es, los grupos grandes o latentes, según la
clasificación de Olson, en la que se refieren a aquellos que no tienen incentivos para
actuar con el fin de obtener un bien colectivo, pueden generar una identificación de
intereses pero no un voluntario sacrificio para ayudar a su grupo a alcanzar sus objetivos
políticos. Olson afirma que se olvida con frecuencia esa realidad. Los pluralistas
analíticos “han supuesto que, si un grupo tiene alguna razón o incentivo para organizarse
con el fin de favorecer su interés, las personas racionales que lo componen tendrán
también una razón o un incentivo para apoyar a la organización que trabaja por su
interés mutuo” (Olson: 1992: 62). Ya en el primer capítulo de su famoso libro The Logic
of Collective Action, Olson postulaba esta dicotomía cuando analizaba la teoría
tradicional de los grupos y descubría, apoyando una idea del sociólogo alemán George
Simmel de relacionar el número de personas asociadas a los grupos con la forma de vida
social, que las explicaciones sobre grupos debían ser diferentes para los grandes de los
pequeños. La realidad que exponía Olson consistía en mostrar cómo los grupos
conformados por individuos racionales buscaban obtener un beneficio colectivo pero en
el que cada uno no tenía interés por pagar los costos de obtención de ese bien colectivo.
¿Qué motiva al individuo a pasar de la identificación de unos intereses a la acción
organizativa? El individuo y el grupo conforman una tensión permanente, como se
anotaba anteriormente. De hecho, el libro completo de Olson, La Lógica de la Acción
Colectiva, puede tener un debate completo sobre el significado del ser humano o del
individuo. ¿Es un individuo económico? Para Olson, por lo menos, el individuo tiene
intereses pero, sobre todo, tiene motivos para la acción. Como sucede con la discusión
entre las éticas de móviles y las éticas de fines, en la que se discute por los móviles que
determinan fácticamente la conducta humana o los fines que busca alcanzar, Olson
considera que el individuo actúa siguiendo un interés, pero no de cualquier tipo. ¿Qué se
entiende por interés? Siguiendo las primeras páginas, donde cita a Aristóteles, León
Festinger y Harold Laski, el interés se puede traducir en términos de buscar ventajas
particulares, lograr algo por pertenecer a una grupo (Festinger) y satisfacer algunos
propósitos. Sin embargo, como Olson muestra más adelante, no siempre se puede hablar
de intereses económicos. Pero la dinámica del sistema económico determina su egoísmo
y racionalidad, como lo reafirmaría Marx, que lo conduce a no brindar apoyo real a un
grupo, a un cuando sabe que defiende sus intereses: su lógica es la de que si no obtiene
un beneficio directo, no actúa. De ahí dos tesis centrales de Olson. La primera, referente
a los incentivos y la segura a la necesidad de imponer la organización, por lo menos en
grupos latentes. Incentivos más imposiciones parece ser la fórmula de Olson. Con
referencia a lo primero, afirma que “sólo un incentivo por separado y ‘selectivo’
estimulará a la persona racional que forma parte de un grupo latente a actuar en forma
orientada hacia el grupo. En tales circunstancias, la acción de grupo sólo se puede lograr
mediante un incentivo que influya no indiscrimidamente, como el bien colectivo, sobre
el grupo en conjunto, sino selectivamente sobre las personas que lo constituyen. El
incentivo debe ser ‘selectivo’, de manera que quienes no se han unido a la organización
que trabaja por los intereses del grupo o contribuye en alguna otra forma a la
satisfacción de esos intereses, pueden ser tratados en forma diferente de cómo se trata a
los que sí lo hacen” (Olson: 1992: 60). Pero de igual manera, viene la imposición
organizacional, y en el caso del Estado el pago de impuestos, y la tensión entre la
compulsión y la libertad.

Olson discute con Marx el concepto que puede analizar la tensión existente entre el
individuo y el grupo e incluso la organización social. El concepto es el de la acción de
clase. Y también se puede hablar de la acción consciente de clase, refiriéndose a ese
esfuerzo conciente para alcanzar las metas colectivas de un grupo latente grande. Olson
identifica la clase social con un grupo grande y latente. ¿Es posible asimilar la teoría de
clase social de Marx a la de grupo social? Olson afirma categóricamente que si. La clase
social, y de paso sus individuos, están determinados por las relaciones de propiedad y la
posesión de los bienes productivos de la sociedad, y de paso se puede afirmar que la
conciencia de clase y la disposición a utilizar los medios políticos colectivos con el fin
de favorecer los interese propios, es una cuestión mediada por lo económico. En este
caso, la conciencia de clase está asociada a la posesión de los bienes productivos. Aquí
Olson expone nuevamente la tensión entre lo individual y lo grupal: un favorecimiento a
la clase social sin un favorecimiento individual no ofrece incentivos a las personas para
emprender una acción consciente de clase. Es más, afirma que la motivación es de orden
económico. El individuo es racional, calculador y egoísta. De ahí que la conciencia de
clase, encauzada a un esfuerzo grupal, sea una cuestión difícil de abordar. Olson sugiere
que la organización de estos grupos también se impone. Prueba de ello es que las
revoluciones marxistas las han hecho pequeñas élites conspiradoras.

Se puede exponer la siguiente hipótesis: entre mayor sea el estímulo e incentivo para la
acción unilateral e individual, para obtener el bien público colectivo, menor esfuerzo
organizacional se requerirá, que se traduce en una nulidad de imposiciones y cero costos
de organización. Si el incentivo individual se pierde, como ocurre en los grupos grandes
y latentes, mayores son los esfuerzos organizacionales que se traducen en costos, dinero
e imposiciones. Esto es, desde la mirada de Olson, la naturaleza económica del
individuo determina lo organizacional colectivo y el grado de eficiencia depende de dos
caminos simétricos: incentivos selectivos y compulsión.

¿Se aplica esta idea en los procesos de institucionalización de la planeación y la lógica


del proyecto en Colombia? Claro que si. Incentivos y compulsión. Están los decretos de
los años cincuenta, Decreto 0389 de 1952 donde se crea el Consejo Nacional de
Planificación, Decreto 0999 de 1953 donde se autorizan nuevas funciones, de mayor
alcance, como la de celebrar contratos de prestación de servicios; luego el Decreto 3278
de 1953, donde se crea la Dirección Nacional de Planeación Económica y Fiscal, el
Decreto 3103 de 1954, donde se crea un Comité Nacional de Planeación. Todas estas
creaciones de corte consultor. La cuestión se modifica con la Ley 19 de 1958, donde
pasa a tener atribuciones dentro de la administración pública. Es la ley más importante
con respecto a la planificación económica en Colombia, donde se reorganiza la
Administración Pública. Esta ley tiene que ver con dos tipos de planeación: económica y
administrativa; se crea el Departamento Nacional de Planeación (DNP) con varios
organismos de planificación, y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP)
con la misión de formar en lo referente a la administración pública. Esta ley expresa los
esfuerzos gubernamentales, apoyados por empresarios, para crear y organizar entidades
planificadoras y las que se consideraban necesarias para que la planificación funcione.
Se crearon instrumentos fiscales, monetarios, de comercio exterior, crediticio y social.
Reformas constitucionales de intervención, creación de estructuras administrativas y
organizativas. La parte compulsiva se encuentra en las funciones del nuevo DNP:

d) Programar, determinar e implantar las técnicas para la formación y


reajuste del plan general de desarrollo económico y de los planes
parciales;

e) Impartir instrucciones a los Ministerios, Departamentos


Administrativos, institutos y otras entidades semipúblicas, lo mismo
que a los Departamentos y a los Municipios, para la organización de
las oficinas encargadas de la planeación de los distintos aspectos de las
inversiones públicas, y prescribir las normas técnicas que deban
seguirse para la preparación de cada proyecto en particular, conforme a
la naturaleza de la respectiva inversión (Ley19 de 1958).

Estas imposiciones obligaban a fortalecerse organizacionalmente la red, desde las


apreciaciones de Olson. Pero también coadyuvo el hecho de que muchas
representaciones podían ser defendidas ideológicamente por algunos grupos sociales,
aunque, de hecho, eso no obsta para descuidar las imposiciones organizativas. Entre la
imposición y la ideología se puede encontrar el pragmatismo. Entre la razón y la
racionalidad limitada de los neoinstitucionalistas también se puede encontrar el
pragmatismo. Aquí se observa una doble imposición: de EE.UU a Colombia para el uso
de la planificación económica, con las metodologías impuestas por ellos, y de Bogotá al
resto del país. La ley 19 de 1958 lo demuestra. Pero no se puede desconocer que hubo
una respuesta pragmática. De hecho, todos los expertos en planificación provienen del
sector privado y se han formado académicamente en EE. UU, en su gran mayoría: hay
un apoyo rápido a la planeación y al uso de proyectos desde la rentabilidad. El
enrolamiento ya se ha hecho desde antes. Incluso llega hasta los mismos historiadores de
la planeación: invisibilizan los discursos regionales de la planeación y los esfuerzos
anteriores a la formulación de la ley 19 de 1958. En las historias quedan ocultos los
esfuerzos constitucionales de intervención de décadas atrás y las diferentes ponencias,
artículos y proyectos de ley que venían desde comienzos de siglo. Sólo se narra la
emergencia de los años cincuenta, auspiciada por EE.UU., impulsada por el sector
empresarial e ideologizada desde el discurso de la modernización del país. Para la
década de los cincuenta la red se ha organizado.

La organización de la red y su representación no es una categoría de poca importancia.


La representación más adecuada para efectos de difusión, es la metáfora apolítica de la
máquina. Se podría decir que la metáfora de la organización como máquina, surgida de
la Revolución Industrial, es trasladada a cualquier tipo de empresa, incluyendo la
concepción de un país como empresa. La metáfora se adhiere a otra metáfora: el
desarrollo. Y el debate se construye en torno al desarrollo industrial o el desarrollo
social. Paradójicamente, la concepción de desarrollo, estilo industrial, se consolidará con
los socialistas, es decir con los herederos ideológicos de quienes atacaron los efectos
negativos de la Revolución Industrial: socialistas utópicos, Carlos Marx y Engels. Como
se sabe, Marx, conocedor, observador e investigador de la economía inglesa, atacó la
economía clásica que propugnaba por el libre mercado y formuló una economía
planificada.

3.4 Trayecto IV. La planificación económica en la organización máquina

Los soviéticos siguiendo ideológicamente las teorías marxistas instituyeron en el siglo


XX la planificación económica. En los años veinte empieza el proceso. En el mes de
marzo de 1921, Lenin proclamó la nueva política económica, NPE, donde proclama la
responsabilidad del Estado de la totalidad de la producción y del reparto de los
productos. El Estado mantiene bajo control la gran industria, la banca, los ferrocarriles y
el comercio exterior. En 1922 se conformó la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, URSS, que fue una federación formada por Rusia, Ucrania y Bielorrusia, a la
cual se agregaron otras regiones. A finales de 1928 fue puesto en vigor el I Plan
Quinquenal, el cual se cumplió el 31 de diciembre de 1932. Industrialización acelerada,
grandes instalaciones industriales, grandes presas, centrales eléctricas, hidráulicas y
explotaciones mineras, se aumentó el número de escuelas técnicas de 91 a 600 en menos
de cuatro años. También se estableció el Instituto General para la Investigación
Científica del Trabajo Humano, o el taylorismo ruso, para mejorar el rendimiento de los
obreros en las fábricas. De otra parte, EE.UU. entra a intervenir la economía. El 1933 se
posesiona Franklin Delano Roosevelt. El inglés Keynes asesora al gobierno. Se crea la
National Recovery Administration (NRA), que le da facultades al gobierno para obligar
a la industria a reorganizarse, fijar precios, asignar cuotas de producción y otras
prescripciones por el estilo; la creación de la Agricultural Adjustmen Administration
(AAA), con facultades para controlar la producción de cada agricultor y fijar los precios
de sus mercancías; la creación de la Reconstruction Finance Corporation (RFC), con
facultades para ordenar políticas de inversiones de los bancos, fijar los dividendos que
podrían distribuir entre sus acciones y hasta determinar sus plantas de personal y los
montos de los salarios que podían pagar a sus empleados; la reforma, para ampliarlo, del
Federal Administrative Service y del American Civil Service, con el fin de ponerlos en
capacidad de administrar una burocracia que había crecido considerablemente por las
medidas adoptadas de intervención del gobierno, entre varias medidas intervencionistas.
Después de la segunda guerra mundial, se hicieron varios estudios de previsión teniendo
en cuenta el desarrollo nacional. Estudios de la Oficina de Estadísticas laborales y el
Consejo de Asesores Económicos de la Presidencia. “En 1954 el Joint Comité on the
Economic Report del Congreso, publica un documento sobre el crecimiento potencial de
los EE.UU. en los próximos diez años, lo mismo que hacen grupos privados, sindicatos
y empresas. La ley de pleno empleo de 1945 crea un nuevo organismo, la Oficina de
consejeros económicos, encargada de informarle al Presidente sobre la situación y
sugerir las medidas que necesita el desarrollo previsto de la economía norteamericana,
una tentativa de coordinación de la política a largo plazo extraña en un país
profundamente liberal” (Morcillo: 2002: 31). En Francia nace el primer Plan 1946-1952,
que se llama Plan de modernización y equipamiento. Es concertado a partir de
comisiones de trabajo integradas por reunión de sindicalistas, industriales, agricultores,
expertos y administradores. El Plan tenía como énfasis la industria pesada: acero,
cemento, equipo de transporte: tractores, petróleo y energía, similar a los dos primeros
planes quinquenales soviéticos. En el Reino Unido, en julio de 1961 se crea el Consejo
nacional de desarrollo económico (National Economic Development Council) compuesto
de 20 a 25 miembros, en cuyo seno estarían representados los empresarios, los
sindicatos, el Tesoro y la Junta de Comercio. Alemania, por su parte, pasa de un Estado
totalitario, hasta la segunda guerra mundial, a una economía social de mercado,
planificada. En el Japón, después de la segunda guerra mundial, dentro de la nueva
estructura administrativa del Estado, se establece la Agencia de Planificación Económica
(Economic Planning Agency). La planificación deterministica de los economistas
encuentra en el desarrollo industrial su espacio de desarrollo. En adelante la categoría de
Proyecto será sinónimo de rentabilidad y racionalidad económica.

3.5 Trayecto V. El discurso neoinstitucional y el pragmatismo

Año tras año, la red va institucionalizando algunas prácticas económicas, antecediendo


las instituciones necesarias para la planificación, y de paso algunas lógicas y
racionalidades necesarias. Es una planificación económica acorde a la organización
máquina y a la imagen de racionalidad instrumental. De ahí se desprende la idea de que
los institucionalismos no vienen solos; la acción social es una dinámica con varios
trayectos de procesos institucionales. En la actualidad, y frente a teorías
organizacionales limitadas, han resurgido con fuerza las teorías neoinstitucionales. El
problema detrás de las organizaciones serían las instituciones. Todo el conjunto de las
disciplinas de las ciencias sociales discuten el nuevo institucionalismo, un discurso que
intenta explicar la vida social, económica y política, a partir de la crítica a viejos
presupuestos teóricos. La visión del comportamiento político de los actores se modifica,
incluso para enfrentar la teoría de la decisión racional, que hubo de utilizar Marcur
Olson.

Las investigaciones iniciales provienen de Karl Polanyi, Thorstein Veblen, Max Weber,
el mismo Durkheim cuando llegó a denominar la sociología como la ciencia de las
instituciones, y más recientemente, con teóricos como Reinhard Bendix y Harry
Eckstein. Y en cambio las nuevas discusiones se han centrado en los textos de
Katzeinstein, Skoopol y Hall por los lados de la sociológica histórica, Douglass C. North
en la historia económica (ganador del premio Nobel de economía, año 1993), March y
Olsen, y Walter W. Powell y Paúl J. Dimaggio en la sociología de las organizaciones. La
revolución conductista en la ciencia política de los años cincuenta y los primeros años de
la década de los sesenta, ya reaccionaban frente a las explicaciones del comportamiento
político real a partir de las leyes formales, reglas y estructuras administrativas.
Encontraban como importante la distribución informal del poder y el comportamiento
político. Sin embargo, a decir de Thelen y Steinmo, los conductistas no explicaban las
diferencias de país en país a organizaciones similares: “Las teorías de los grupos de
interés que se centraban en las características y preferencias de los grupos de presión no
podían contar por qué grupos de interés con características organizativas similares
(incluidas las mediciones de fortaleza) y con preferencias similares no siempre podían
influir en las políticas de la misma manera o con la misma extensión en diferentes
contextos nacionales. Para explicar esas diferencias era necesaria mayor atención en el
paisaje institucional en el que estos grupos de interés buscaban influir”. Esas diferencias
serán explicadas por los neoinstitucionalistas.

Douglass C. North, en su libro Instituciones, cambio institucional y desempeño


económico, define las instituciones como “las reglas del juego en una sociedad o, más
formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción
humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea
político, social o económico. El cambio institucional conforma el modo en que las
sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave para entender el
cambio histórico”. Esas limitaciones sociales y conformación de las reglas del juego
posibilitan la interacción humana y comprensión de la acción social. En términos de
Douglass C. North, las instituciones proporcionan una estructura de la vida diaria y, por
lo tanto, permiten reducir la incertidumbre. “En el lenguaje de los economistas, las
instituciones definen y limitan el conjunto de elecciones de los individuos”, lo cual no
significa que comparta la teoría de la elección racional en su relación con las
instituciones. Para ello, North analiza la motivación humana y el desciframiento del
medio. Ambas cuestiones son complejas, como lo ratifican los sociobiólogos. Las
instituciones juegan un papel fundamental en las ideas, ideologías y dogmas de los
individuos. “El procesamiento subjetivo e incompleto de la información juega un papel
sustantivo en la toma de decisiones, lo mismo que la ideología, concebida como las
percepciones subjetivas (modelos, teorías) que toda la gente posee para explicar el
mundo que la rodea”. Es el enfrentamiento con la economía neoclásica que concibe la
elección racional de los actores, imaginando una racionalidad sin restricciones y sin
costos de transacción. Los neoinstitucionalistas afirman que la racionalidad de los
actores es limitada. De igual manera, la información es compleja, incompleta. “La teoría
neoclásica supone que los cálculos y la información no cuestan; no existen costos de
transacción. North, en cambio, al estudiar la historia económica, fija la atención en el
estudio de las instituciones como mecanismos desarrollados para reducir los costos de
transacción implícitos en todo intercambio”. Aunque frecuentemente se les acusa que
tanto North como Tsebelis no abandonan completamente la teoría del actor racional,
pareciera que al concebirse una información y racionalidad limitada para las acciones de
los actores, lo que queda es el pragmatismo. Para la Colombia de los cincuenta, cuando
definitivamente es enrolada en las redes planificadoras del mundo, y que va a significar
un nudo de centralización en la misma Colombia a partir de Bogotá, y cuando se afirma
que empieza la modernización del país, entonces, se ha escogido el camino del
pragmatismo. Aún así todo pragmatismo tiene algo de racionalidad: no sentir que los
intereses se han visto agredidos. Eduardo Saénz Rovner, justamente, ubica a Laureano
Gómez entre la ideología y el pragmatismo. Los ataques de Gómez, en el senado, a los
EE.UU. eran conocidos. “Manifestó que para él no había puntos en común entre
América Latina y los Estados Unidos (a excepción de la proximidad geográfica) y
describió a los dos subcontinentes como ‘culturas opuestas’, afirmando que
Norteamérica “estaba siempre vigilante para asestar el golpe” a la América Latina”
(Saénz Rovner: 2002: 35). Pero ya en el poder, Gómez se vuelve pragmático y busca el
apoyo de senadores norteamericanos. “La apertura de Gómez hacia los Estados Unidos
en términos diplomáticos, políticos y militares, obedeció a una estrategia de
pragmatismo, casi de supervivencia política, y no a simples motivaciones ideológicas; el
acercamiento entre el gobierno norteamericano y Gómez. El otrora furibundo
antiyanqui, se había consumado” (Saénz Rovner: 2002: 47-48). Gómez apoyó la guerra
de Corea enviando soldados. Hubo respuesta de los EE.UU principalmente en lo
económico: asesoría y préstamos; la misión Currie es un ejemplo de ello. “Durante
1950, el Export-Import Bank autorizó créditos a Colombia por un total de seis millones
de dólares y a su vez, en los meses finales de 1950, el Banco Mundial autorizó dos
préstamos que sumaban 6,1 millones de dólares” (Sáenz Rovner: 2002: 87). El
pragmatismo debería ser considerado una razón fundamental para la institucionalización
de prácticas sociales.

3.6 Trayecto VI. Redes desde América Latina

Las discusiones sobre la planeación fortalecieron la disciplina en América Latina


durante los años cincuenta y sesenta; pero no fue sólo a nivel discursivo sino que se
implantó. Se funda el ILPES. El Instituto Latinoamericano de Planificación Económica
y Social es un organismo autónomo creado bajo la égida de la Comisión Económica para
América Latina (CEPAL) y establecido el 1 de julio de 1962 en Santiago de Chile como
proyecto del Fondo Especial de las
Naciones Unidas con amplio apoyo
de los países de la región y de
diversos organismos
internacionales y privados. Entre
los cincuenta y sesenta se fortalecen
instituciones planificadoras en toda
América Latina que se expresan en
universidades, revistas, libros,
manuales. De hecho, como lo
afirman los mismos especialistas
del ILPES7 en el tema, de esta última década, Ricardo Cibotti y Óscar Julián Bardeci
(ILPES: 1972), los organismos de planificación de doce países latinoamericanos se
instalaron entre 1950 y 1963. Prácticamente, esta institución se formalizó en esta década
con la ayuda de factores diversos como la difusión de conocimiento proveniente de
Europa y los EE.UU. La institucionaliza-ción relativamente rápida de estas técnicas
implicó la consolidación de redes complejas de carácter político, económico y social que
relaciona disciplinas, enseñanza, publicaciones, leyes jurídicas, entre otros elementos. Es
un hecho que en el lapso de una década ya se han formalizado los sistemas de
planificación, se han creado y puesto en vigencia organizaciones internacionales que
exigen la formulación de planes como requisito previo para atender determinadas
demandas de los países y, en general, la academia latinoamericana le ha concedido a la
planificación en universidades y centros de investigación, una preferencia notoria.
Aparecen revistas de planificación en América latina. Aún así, la institucionalización no
fue tan lineal como pareciera. Hubo polémicas, discusiones. Ni en América Latina ni en
la misma Europa. Basta recordar al economista vienes Friedrich A. Hayek con su libro
Camino de servidumbre, y publicado en Europa en el año de 1944, traducido a doce
idiomas. Atacaba la planificación identificándola, en parte, con las políticas económicas
soviéticas. Consideraba que la planificación debía su popularidad al hecho de que todo
el mundo deseaba tratar los problemas comunes tan racionalmente como fuera posible y
que al hacerlo así se obraría con toda la previsión posible. “En este sentido, todo el que
no sea fatalista completo es un partidario de la planificación; todo acto político es (o
debe ser) un acto de planeamiento, y, en consecuencia, sólo puede haber diferencias
entre buena y mala, entre prudente y previsora y loca y miope planificación. (…) Lo que
nuestros planificadores demandan es la dirección centralizada de toda actividad
económica según un plan único, que determine la ‘dirección explícita’ de los recursos de
la sociedad para servir a particulares fines por una vía determinada” (Hayek: 1976: 63).
Llega a poner en duda el uso de la planificación centralizada para lograr el progreso.
Hay quienes consideran que la planificación será un obstáculo a la libre empresa.

7ILPES (Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social) perteneciente a las


Naciones Unidas
3.6 Trayecto VI. La burocracia planificadora

¿Qué se puede decir acerca del Estado? Es una época de transformación a nivel interno
del Estado, donde incluso desde la disciplina de la administración pública ya no se podía
comprender desde un punto de vista de las constituciones políticas ni desde el derecho
administrativo, ni desde los procesos administrativos, sino que se pasó a concebir una
acción estatal más compleja en la que empezaba a resquebrajarse la oposición clásica,
expuesta por Woodrow Wilson, y enseñada a los funcionarios públicos, de
administración pública y política (se da por sentado que la burocracia es un ente racional
al servicio de la política nacional). Es el comienzo de la visibilidad de actores nuevos en
las esferas públicas de América Latina, además de serios intentos por influir en las
decisiones gubernamentales, pero también no reconocidos por varios años, por lo que
algunos analistas hablan de la aparición de redes sociales pero también administrativas.

La planificación económica se va estructurando en el diseño de un Estado


intervencionista (Estado omnipresente para R. Laufer y Enrique Cabrero Mendoza), de
filosofía keynesiana, que implicó un crecimiento burocrático. “La alta complejidad en la
que se veían inmersas las estructuras gubernamentales generaba, como reflejo
automático, la necesidad de crecer en tamaño para intentar de esta manera enfrentar
dicha complejidad. Crecen las dependencias existentes y surgen otras nuevas; la lógica
de la acción gubernamental se hace, por tanto, difusa y confusa. (…) El monolítico
estatal se fragmenta. La lógica de la acción gubernamental se diversifica en varias
lógicas. Las dependencias gubernamentales se bifurcan, se contraponen y se disputan los
espacios y los recursos, los cuales, por cierto, comienzan a ser más escasos dados los
altos niveles de déficit público a los que se llega en el escenario de una excesiva
intervención estatal” (Bozeman: 1998: 20-21). No resultará extraña la búsqueda de
coordinación, entre los mismos procesos de la planificación, para enfrentar un posible
desorden y una incertidumbre que se veía llegar. Será la batalla de las ciencias sociales,
la planeación y la administración pública contra la incertidumbre y el desorden.
Justamente, un proceso de institucionalización es un proceso para desafiar esa
incertidumbre. La respuesta de los años cincuenta será la creación de organismos
estatales y el aumento en la burocracia.

La ciencia será entendida como uno de los elementos claves para poder planificar pero la
misma ciencia entrará al discurso de la planificación. La ciencia será intervenida desde
las oficinas de planificación gubernamentales. Hebe M. C. Vessuri en su análisis sobre
el proceso de institucionalización, de la ciencia, esto es, según él, en “el proceso de
transplantar la ciencia occidental a los países en desarrollo, las instituciones científicas
de las naciones más avanzadas se convirtieron en los “modelos” por seguir”. La
presencia de instituciones científicas al estilo occidental en el mundo en desarrollo se
aceptó como indicador de modernidad. La transferencia de las prácticas científicas de la
metrópolis a la periferia se hizo más intensa. Al hablar de las políticas científicas
gubernamentales, se difunde la representación de la importancia del papel de la
planeación estatal de la ciencia en los países en desarrollo. “En distintas épocas desde
los años treinta, aunque de manera más sistemática desde los cincuenta, la mayoría de
los países establecen consejos nacionales de ciencia y tecnología o unidades
especializadas dentro de sus departamentos de planeación” (Vessuri: 1996: 222). El
número de centros de investigación se amplió y acentuó la fragmentación de las
actividades científicas y tecnológicas, se crearon nuevas instituciones públicas dedicadas
a la promoción y a la realización de actividades científicas y tecnológicas, así como
unidades gubernamentales para regular la importación de tecnología y ofrecer servicio a
la industria, a la minería y a la agricultura. La rápida industrialización de los países
latinoamericanos de mayor tamaño produjo una demanda de egresados de ciencias e
ingeniería para manejar los problemas operativos y de servicio de las nuevas industrias
de ensamble. “Las nuevas exigencias forzaron el surgimiento de intermediarios a modo
de administradores de investigación, gerentes de proyectos y negociadores en los
organismos encargados de los fondos, lo que originó una formalización cada vez mayor
de las actividades de investigación. Los mecanismos y los criterios adoptados no
siempre resultaron compatibles con las experiencias y tradiciones que hasta entonces se
habían acumulado mediante los esfuerzos de grupos aislados y pequeños. El cabildeo de
grupos de tecnócratas e intelectuales lograron primero convencer a los encargados de
elaborar las políticas y después crear el aparato burocrático y los instrumentos
financieros que permitieran que prosperara la idea de un desarrollo científico y
tecnológico autónomo” (Vessuri: 1996: 222). Sin embargo, ha de anotarse que el
reconocimiento del papel de la planeación gubernamental de la ciencia en los países en
desarrollo no debe dar la impresión de que se lograron resultados. De hecho, las
experiencias nacionales se han visto sujetas a fuertes críticas en varios aspectos. “Como
resultado de una rigorosa promoción de la “planeación de la ciencia” por parte de la
UNESCO en los años sesenta y setenta, muchos países africanos crearon también
organismos científicos nacionales, pero la mayor parte de sus objetivos no se han
alcanzado (Davis, 1983). Varios de estos organismos han sido eliminados en años
recientes” (Vessuri: 1996: 222).

Fue la burocratización de la ciencia pero, al mismo tiempo, de los mismos organismos


de planificación. Fue un proceso paralelo: la demanda creada generó la necesidad de
más organismos de planificación que se encargarían de proveer técnicas y metodologías.
Sin embargo, en un comienzo, los planificadores veían dos racionalidades diferentes: la
de la administración pública y la de la planificación. “La racionalidad de la
administración pública no tiene por qué coincidir con la de la planificación, pues ésta
propone, en último término, cambios en los objetivos de la política y de la acción
pública y concibe la eficiencia en función de esos nuevos objetivos” (ILPES: 1972:
115). Las oficinas centrales de planificación se instalaron junto a la presidencia de la
república y las oficinas sectoriales cerca de los ministros o altos ejecutivos de las
corporaciones públicas. La percepción del momento era la de equipos técnicos
superpuestos a la administración pública. “No es extraño entonces que de todo ello
resultase un enfrentamiento entre la planificación y la burocracia, que adquirió diversas
formas, muchas de las cuales subsisten todavía y entorpecen la eficiencia de los
mecanismos de planificación y la ejecución de los planes” (ILPES: 1972: 115), afirman
Cibotti y Bardeci, en el año de 1970. Además, agregan estos especialistas, “los
planificadores adoptaron una posición de suficiencia basada en la supuesta superioridad
que les daba el manejo de ciertos instrumentos técnicos. Hubo falta de modestia en los
planificadores, lo que dificultó el diálogo y entorpeció la posibilidad de acelerar una
transformación del sistema de la administración pública. Este problema se va superando
en muchos países como resultado de la continuidad de los trabajos de planificación, que
van vinculando cada vez más a los planificadores con los funcionarios públicos”
(ILPES: 1972: 115). Años después, como el caso colombiano, los organismos asesores
pasan a ser organismos administrativos. Formaran parte de la administración pública y
como tal empieza a crecer y a entrar en la lógica burocrática. La reflexión de Niklas
Luhmann es valedera: la burocracia se presenta en dos direcciones: como un aparato de
la sociedad moderna en constante crecimiento y como un sistema organizativo, diferente
del sistema social, que pretende sin embargo resolver problemáticas de ese sistema
social. Estas dos características muestran lo infructuoso de la burocracia. Luhmann
propone como hipótesis central que la burocracia aumenta por los impulsos del mismo
sistema social, en la que intenta solucionar la problemática del sistema social, pero que
en la medida que aumentan sus esfuerzos organizacionales aumenta ella misma la
complejidad de los problemas que intenta resolver, debido, principalmente, a la
diferencia del ejercicio de la racionalidad que implica el sistema social y el sistema
organizativo. Hoy día hay oficinas de planeación en todas las dependencias
gubernamentales, municipios, departamentos, empresas. En cualquier oficina de éstas
encontramos funciones relacionadas con presupuesto, finanzas públicas,
reestructuraciones, arquitectura e ingeniería. Paquetes informáticos. En el Departamento
Nacional de Planeación hay oficinas para servicios públicos, descentralización,
desarrollo territorial, ciencia y tecnología, bancos de proyectos, diseño de metodologías,
desarrollo institucional, entre otros. Hoy día, la burocracia planificadora es grande. Las
oficinas y los funcionarios se han multiplicado.

3.7 Trayecto VII. La preparación académica del planificador


El último trayecto que se puede mencionar es el de la enseñanza de la planificación en el
mundo y en América Latina. Ya para 1960 hay manuales para la formulación de
proyectos como el de las Naciones Unidas y las instituciones internacionales hacen
estudios sobre la educación de la planificación en América Latina. La Sociedad
Interamericana de Planificación realiza un estudio técnico en diez países al finalizar la
década de los cincuenta. Analizan los programas académicos, el personal docente, los
recursos económicos, la organización de la universidad. Visitan Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Venezuela y Puerto Rico. En Colombia
visitan tres facultades de economía, cuatro de arquitectura, una de planificación. En
Colombia ya se habían implementado materias de planeación económica en algunos
programas. A nivel de post-grado en 1961 en la Universidad del Valle y en la Escuela
Superior de Administración pública (ESAP). Los primeros cursos fueron dictados en
facultades de arquitectura e
ingeniería. Sin embargo, con el
apogeo dado a la economía como
disciplina básica para la
planificación, ésta se va a
desarrollar conjuntamente con la
profesionalización del economista
en Colombia. Aunque la historia de
esta profesionalización tiene varios
trayectos durante el siglo XX,
estudiados y analizados por
investigadores como Lauchlin
Currie, Salomón Kalmanovitz, Jesús
Antonio Bejarano, Alberto Mayor
Mora y Clemencia Tejeiro, donde se
ilustran las relaciones con el
derecho, la administración y la
ingeniería, y creación de algunas facultades desde los treinta (Escuela Normal Superior)
y cuarenta (Escuela de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia), es en los
cincuenta que se encuentra la formación del planificador relacionada con la formación
rigurosa del economista. Ya para entonces, se puede afirmar que la red se ha organizado
y en adelante el conocimiento planificador se irá complejizando al tiempo que se irán
uniendo los aliados a este discurso.

4. CONFIGURACION DE REALIDADES SOCIALES II: EMPODERAMIENTO


DE TECNOLOGIAS ADMINISTRATIVAS

La especificidad cultural del laboratorio


no reside en la mitología que tienen los participantes.
Después de todo, en otros laboratorios hay mitologías semejantes.
Lo específico de este laboratorio son las configuraciones concretas
del aparato que hemos denominado instrumento de inscripción.
La importancia fundamental de esta disposición material
es que ninguno de los fenómenos “sobre los que” hablan
los participantes podría existir sin ella.
Por ejemplo, sin un bioensayo no se podría
decir que existe una sustancia. El bioensayo no es simplemente
un medio de obtener una entidad independientemente dada;
el bioensayo constituye la construcción de la sustancia.
De modo similar, no se puede decir que exista una sustancia sin las
columnas fraccionadoras, ya que una fracción sólo existe
en virtud del proceso de discriminación. Del mismo modo, el espectro producido por el
espectrómetro de resonancia magnética nuclear (RMN) no
existiría sino en virtud del espectrómetro.
No se trata sólo de que los fenómenos dependen de ciertos
instrumentos materiales, sino que el escenario material del laboratorio
constituye completamente los fenómenos.
La realidad artificial, que los participantes describen
en término de una realidad objetiva, ha sido de hecho construida
utilizando instrumentos de inscripción. Semejante realidad,
que Bachelard (1953) denomina la “fenomenotécnica”, adquiere la apariencia
de un fenómeno en virtud de su construcción mediante
técnicas materiales.

Bruno Latour y Steve Woolgar


La Vida en el Laboratorio
La Construcción de los hechos Científicos
Alianza Editorial, 1995

1.1 El proyecto

Hasta ahora se ha hablado de la


planeación como disciplina
teórica. Aquí se va a hablar del
proyecto, visto como tecnología
administrativa que permite darle
vida a la planeación. “Todo plan
requiere proyectos”, se afirma con
frecuencia. El proyecto (del latín
projectus) también es una
herramienta construida
socialmente y, a la vez, es constructora de realidades. Socialmente implica que no es la
única herramienta tecnológica para planificar, aunque normalmente se piensa lo
contrario, e igualmente es una metáfora que representa, en este caso, perspectiva y
diseño preliminar de algo. Los proyectos también utilizan representaciones gráficas
como cronogramas, diagramas de planteamiento de problemas, diagramas de procesos
(ver gráfica adyacente).

Se ha dicho que la revolución de la conciencia que dio lugar a la ciencia moderna en el


siglo XVII no fue la ciencia experimental sino el arte. Filippo Brunelleschi, el inventor
del dibujo en perspectiva sugiere la idea del punto de vista. En algunos casos, para los
diseñadores, es sinónimo de libertad y en otros, para quienes siguen una metodología, es
un instrumento de poder.
Se pueden explorar las dos ideas. La primera puede hacer alusión a Otl Aicher (1991) en
su libro El mundo como proyecto. Léase los siguientes renglones:

“Solo el hacer creador es verdadero trabajo y verdadero desarrollo de


la persona. El proyecto es el signo de la creatividad; sólo a través de él
se tornan humanos el activismo y el empleo. Un mundo humano
presupone un trabajo y un hacer identificados por el proyecto, porque
el motivo de la persona aparece en el proyecto.

Para Hegel, toda historia es historia de una idea, toda evolución la de


una razón, la razón universal, y todo despliegue el despliegue de un
principio. Esta filosofía, una filosofía peligrosa, sigue estando hoy
asentada en nuestras cabezas. Nos abandonamos al curso de las cosas,
y la palabra la tiene quien se concibe como espíritu universal.

Los proyectos confieren autonomía, y los proyectadores son


peligrosos, peligrosos para toda autoridad superior. (…) En una cultura
de proyectos se origina un proceso que podría llamarse de
descentralización de la verdad. La razón universal se entregaría a la
razón individual, a la intuición y la capacidad de juzgar cada uno”
(Aicher: 1991: 176).

La segunda hace alusión a la imposición de metodologías y a diseños seleccionados


previamente por alguien. Se puede crear lo que otros quieren que se crea. La creación es
construcción. La construcción de proyectos, como proceso de construcción, genera
hipótesis dignas de ser tenidas en cuenta. Cuando se habla de construcción no es sólo
que por medio del proyecto se logre diseñar y fabricar un avión que no existía aún a
nivel tecnológico, un puente que no había sido posible (quizás uniendo una isla con el
continente), un viaje que no se había realizado antes (por ejemplo a la luna), el
“descubrimiento” de una vacuna, de unas leyes, de la realización de un mundo no
posible aún. No es sólo de ese tipo de construcción; y tampoco es solamente la
posibilidad de una construcción en la percepción del mundo, en el sentido de que el
desarrollo de un proyecto permite la reunión de grupos humanos, los cuales tienen sus
propias representaciones e intereses frente a las problemáticas. Es sobre todo, cómo la
tecnología, como el caso del proyecto, construye e impone lógicas, conduce trayectos de
pensamiento, ordenes de prioridad en el mundo, articula disciplinas teóricas, donde unas
atribuyen sus racionalidades. Un proyecto puede unir la medicina y la economía pero
imponer la lógica de esta última. El diseño metodológico de los proyectos consolida
percepciones culturales. El tipo de proyecto que se consolidó en los años cincuenta fue
el tecno-económico. Pero no siempre se ha considerado proyecto lo que entendemos hoy
día por ello, y menos el futuro como se percibe hoy día en el mundo occidental. Razón
tiene Hugo Barti, autor de la caricatura de El Clubman. El 23 de diciembre de 2001 sale
publicado en El Tiempo, la siguiente conversación:

• “Maestro George Steiner… el idioma único…


• Steiner: “Cuando un idioma es reducido a la inutilidad por el idioma del planeta
tiene lugar una disminución en el tejido de la creatividad humana. No hay
ninguna lengua pequeña. Algunas lenguas del desierto de Kalahari tienen más
matices sobre el concepto de futuro que de los que dispuso Aristóteles”.

No siempre la noción de proyecto ha tenido la connotación de costo-beneficio. Los


artistas, pintores, diseñadores, hablan de sus proyectos, pero no siempre están
enmarcados por la temporalidad del dios cronos. La escritura como proyecto tiene sus
propios tiempos. El mismo Gilles Deleuze oponía las dos lecturas sobre el tiempo, la de
Cronos y la de Aión. Cronos es el movimiento reglado de los presentes vastos y
profundos. El presente en Cronos es corporal. En el Aión el pasado y el futuro insisten y
subsisten en el tiempo, afirma Deleuze. “La palabra proyecto es un barbarismo porque el
futuro se acaba antes de empezar, desde el presente; la velocidad ya rebasó al futuro”
(Fernández Christlieb: 2000: 160). Italo Calvino, en Seis propuestas para el próximo
milenio, en su ensayo sobre rapidez, afirmaba que “El trabajo del escritor debe tener en
cuenta tiempos diferentes: el tiempo de Mercurio y el tiempo de Vulcano, un mensaje de
inmediatez obtenido a fuerza de ajustes pacientes y meticulosos; una intuición
instantánea que, apenas formulada, asume la definitividad de lo que no podía ser de otra
manera; pero también el tiempo que corre sin otra intención que la de dejar que los
sentimientos y los pensamientos se sedimenten, maduren, se aparten de toda impaciencia
y de toda contingencia efímera. Empecé esta conferencia contando un cuento;
permitidme que la termine con otro. Es un cuento chino. Entre sus muchas virtudes,
Chuang Tzu tenía la de ser diestro en el dibujo. El rey le pidió que dibujara un cangrejo.
Chuang Tzu respondió que necesitaba cinco años y una casa con doce servidores.
Pasaron cinco años y el dibujo aún no estaba empezado. “Necesito otros cinco años”,
dijo Chuang Tzu. El rey se los concedió. Transcurridos los diez años, Chuang Tzu tomó
el pincel y en un instante, con un solo gesto, dibujó un cangrejo, el cangrejo más
perfecto que jamás se hubiera visto” (Calvino: 1989: 67).

El Manual de Proyectos de Desarrollo Económico de las Naciones Unidas, del año


1958, define proyecto “como el conjunto de antecedentes que permite estimar las
ventajas y desventajas económicas que se derivan de asignar ciertos recursos de un país
para la producción de determinados bienes o servicios. Las explicaciones de lo que se
entiende por ‘ventajas y desventajas económicas’, de cuáles son los antecedentes que
sirven para determinarlas y de las técnicas necesarias para obtener y organizar esos
antecedentes, constituyen la materia de este estudio” (Naciones Unidas: 1958: 3). Un
proyecto, considerado como herramienta tecnológica, tiene varios trayectos de
construcción. Una de ellas tiene que ver con sus metodologías y procedimientos: hay
una institucionalización al respecto. Bancos, empresas, el Estado y las universidades
tienen sus oficinas de planeación e imponen lógicas. Es una fase importante. Cuando se
diseña una metodología, a la luz de unas hipótesis futuras, se selecciona el tipo de
conocimiento requerido para dar vida al proyecto y la lógica requerida para llevarlo a
cabo.

No todo proyecto puede ser financiado. No todo proyecto de investigación le es


asignado recursos. Los actores que desean llevarlo a cabo se someten a los
requerimientos, a sus racionalidades –y traducen cognitivamente esas racionalidades-; y
eso se concreta en los diligenciamientos y seguimientos de requisitos. Los objetivos
planteados son cruciales. Dos renglones son de amplia discusión: ¿Qué se quiere lograr?
¿Es impactante? La justificación es importante: ¿Para qué sirve el proyecto? ¿Qué
utilidad va a tener? Y hay otra fase en los procesos de evaluación, estudio y selección de
proyectos a ser ejecutados. Allí también hay decisiones, de carácter político y público,
principalmente.

El proyecto es un artefacto-red. ¿Cuántos instrumentos tecnológicos, por ejemplo de


corte financiero, hacen posible un proyecto? ¿Cuántas redes hacen posible la existencia
del proyecto? ¿Cuántos trayectos han conducido hasta dar la forma que tiene? (ver el
siguiente mapa con algunas ramificaciones de instrumentos asociados).
Estudio de
mercado

Objetivos Estudio
técnico
El proyecto de
desarrollo
económico

Evaluación Estudio
económica financiero

1. 2 Complejidades de la historia narrada o elección de trayectos

La fabricación social del conocimiento tiene sus propias complejidades. La primera


podría hacer referencia a la complejidad ontológica y epistemológica. Ontológicamente,
la realidad que percibe, describe e interviene el científico o el inventor es una realidad
artificial; como reafirman los sociólogos de la ciencia Bruno Latour y Steve Woolgar:
construida a partir de instrumentos de inscripción8. El reloj le da vida al tiempo y el
termómetro a la temperatura. Latour y Woolgar, inspirándose en la fenomenotécnica de
Gaston Bachelard, consideran que el espectro producido por el espectrómetro de

8
Un aparato de inscripción es una agrupación de máquinas, procedimientos, saberes y
habilidades incorporados por especialistas, sistemas de reglas, disposiciones espaciales y
equipamientos colectivos que, mediante la producción de una escritura, posibilitan dar cuenta
de un fenómeno.
resonancia magnética nuclear (RMN) no existiría sino en virtud del espectrómetro. “No
se trata sólo de que los fenómenos dependen de ciertos instrumentos materiales, sino que
el escenario material del laboratorio constituye completamente los fenómenos. La
realidad artificial, que los participantes describen en término de una entidad objetiva, ha
sido de hecho construida utilizando instrumentos de inscripción” (Latour y Woolgar:
1986: 77). Pero también, y pensando en el proyecto, éste existe gracias a teorías
económicas y administrativas y a diversas técnicas como la elaboración de cronogramas
(los hay de varios modelos como el PERT –Program Evaluation and Review Technique,
es decir, Técnica de evaluación y revisión de programa-), los diferentes tipos de
coordinación, los sistemas de planeación y de control.

El proyecto adquiere la apariencia de realidad en virtud de su construcción mediante


técnicas materiales y sociales; incluso, se puede dar un paso más allá: las mismas
prácticas sociales, extendidas culturalmente, configuran la realidad del proyecto. Pero
las prácticas que le dan vida configuran la realidad. Un proyecto es una selección de
múltiples alternativas. Y esas alternativas generan realidad. Pero no es una causalidad
lineal; muchas veces se olvida la diferencia del modelo tayloriano, de comienzos del
siglo XX con el enfoque de sistemas de los años sesenta: la metáfora de los sistemas
abiertos exige pensar en una causalidad diferente. El concepto de equifinalidad sugiere
la idea de “que un estado final puede alcanzarse por varios caminos y a partir de
condiciones iniciales muy distintas. En esencia, es una noción de causalidad, pero una
que difiere radicalmente de la formulada, por ejemplo, en las obras de Frederick Taylor.
Para él, como vimos, el concepto de causalidad era muy estrecho. Estaba representado
en el enunciado de que ‘en ciertas condiciones, cuando A ocurre sigue B’. Con esta idea
directa y lineal de causalidad, la predicción se consideraba posible y realizable; todo lo
que se requería era determinar la primera mitad del enunciado, y la segunda se
interferiría. La equifinalidad socava tal concepto. En la medida en que está presente en
un sistema significa que no hay una posibilidad real de deducir B de A en forma lineal.
Para la corriente de sistemas ‘la mejor manera’ no existe” (Harmon y Mayer: 1999:
204)9. En ese sentido, el proyecto utilizado en los años cincuenta y sesenta es de
contextura tayloriana.

Hay un elemento subyacente importante en la tecnología: el lenguaje. Como afirman las


corrientes postestructuralistas, el discurso crea mundos. En otras palabras, la tecnología
literaria coadyuva en los hechos científicos, en la creación de tecnología administrativa y
en la elaboración de tecnología física. De hecho, desde el pensamiento de Ludwig
Wittgenstein, los científicos sociales se han inspirado para comprender el lenguaje, igual
que la matemática y la lógica, como una práctica social. Práctica social significa que el
lenguaje se aprehende dentro el juego social al representar el entorno vivencial de la
comunidad. Para los aprendices de estos juegos del lenguaje, el proceso es un
adiestramiento de acciones, palabras y, por supuesto, hasta las reacciones que se toman
ante las palabras. Comprender un lenguaje significa dominar una técnica, “donde por
dominar una técnica se entiende ser capaz de producir y reproducir una determinada
práctica lingüística” (Medina: 2003: 39). Por supuesto, la objetividad y la racionalidad,
tan defendidas por algunos científicos y filósofos de la ciencia, pierden sentido en ese
panorama. Las líneas divisoras entre el hombre, la sociedad y la naturaleza se
desvanecen. La siguiente representación gráfica expresa algunas redes sujetas al
proyecto:

9
No obstante, Harmon y Mayer hacen la aclaración de que aún la racionalidad instrumental
sigue siendo crucial para que la teoría de sistemas juzgue si una actividad es adecuada para
lograr un fin.
RED CONSTRUCTORA DE UN PROYECTO

ARTEFACTO TECNICAS
PROYECTADO DE DISEÑO
ESTETICO

TRAYECTOS SOCIO- ESTABILIZACION DE


TECNICOS TEORIAS Y CONOCIMIENTOS
DE DESARROLLO, TECNICOS REFERENTES AL
COORDINACION Y ARTEFACTO DISEÑADO: SALUD,
CIENCIA, EDUCACION, ETC.
GERENCIA.

TECNICAS DE PROCESOS Y DILIGENCIAMIENTO


DECISION PROCEDIMIENTOS DE FORMATOS
POLITICA ADMINISTRATIVOS

TEORIAS ESTABILIDAD DE
POLITICAS ALGUNAS
COMO LA TEORIAS
DEMOCRACIA ADMINISTRATIVAS
DISEÑO DE ESTUDIO
TECNICO
METODOLOGIAS
DE PLANEACION
ESTABILIDAD FINANZAS
DE ALGUNAS
TEORIAS
SOCIALES. ECONOMIA ESTUDIO DE
EJEMPLO: MERCADOS
TEORIA DEL
TEORIAS ACTOR PSICOLOGIA TEORIA DE
DEL RACIONAL CRONOGRAMAS
CONOCIMIENTO

ESTADISTICA
REDES PRACTICAS
LINGUISTICAS SOCIALES
La segunda complejidad corresponde a afirmar que la construcción de conocimiento no
se percibe fácilmente en esa relación ontológica y epistemológica entre sociedad y
naturaleza, sino entre sociedad-historia-poder y naturaleza-historia-poder. La
construcción es un proceso en el tiempo. El conocimiento científico y tecnológico tiene
una naturaleza social y cultural (donde un concepto hace parte de una red de imágenes,
metáforas y creencias), y una dinámica de transformación permanente, configurándose
históricamente en hecho científico. Esto es, no hay un objeto o hecho científico fijo y
estable (como lo afirma Ludwik Fleck), sino que, como nos los recuerda Carlos Solís en
Razones e Intereses, "está claro que lo que se tiene en cada periodo histórico de
estabilidad científica no es sino un equilibrio entre compromisos teóricos a distintos
niveles que, por el momento, cierra la disputabilidad de los aparatos y experimentos y
produce la impresión de que la naturaleza habla directamente a través de ellos. De
manera que se podría decir que los grandes episodios de la historia de la ciencia no
consisten tanto en la conquista de la verdad cuanto en la consecución de esos equilibrios
entre compromisos que producen estabilidad, y lejos de mi proceder con ello rebajar el
mérito de los autores o minimizar la importancia de la ciencia" (Solís: 1999: 29). No en
vano, la entrada del análisis histórico y político en la construcción de los hechos
científicos va a influir y fortalecer las concepciones relativista y constructivista.

La tecnología del proyecto también tiene una historia compleja. Los diversos trayectos le
dan la forma actual. Un trayecto importante es el correspondiente al análisis costo-
beneficio que se encuentra en el famoso artículo del francés Jules Dupuit del año de
1844 sobre la medición de la utilidad de las obras públicas, de acuerdo con la interesante
revisión de literatura de Prest y Turvey (1965). El inicio de la definición de criterios para
el gasto público y la determinación de precios del sector público se observa desde la
obra de Dupuit. Según Camilo Rubio Pardo, funcionario del Departamento Nacional de
Planeación (1997), quien escribe el documento titulado La cultura de proyectos y el
banco de proyectos de inversión nacional en Colombia, es a partir de 1902, con el
“River and Harbor Act”, que Estados Unidos comienza una etapa importante en el
desarrollo de técnicas para medir costos y beneficios asociados a un proyecto. Este
“Acto”, requería de la evaluación, por parte de un grupo de ingenieros dedicados a tal
fin, del beneficio del comercio generado y sus costos, atribuibles a proyectos portuarios
y de navegación fluvial de la Armada. Posteriormente, en los años 30 durante la época
del New Deal, la idea de una justificación social mas amplia para la aprobación de
proyectos se desarrolló a través del “Flood Control Act” de 1936. El propósito de este
nuevo auge fue el de establecer no solamente la justificación adecuada de proyectos sino
de contribuir a la decisión de quién debería pagar. Hacia finales de la segunda guerra
mundial las agencias de los Estados Unidos habían introducido en el análisis dos temas
importantes: i) los beneficios y costos indirectos y ii) los intangibles. En 1950, un grupo
compuesto por varias agencias publica el “Green Book” – Libro Verde -, intento
importante por plasmar los principios generales. Según Prest y Turvey, “fue la
incorporación del lenguaje de la economía del bienestar” al análisis costo-beneficio.
Hacia los años sesenta, se observa la preocupación de un número cada vez mayor de
economistas por estos temas debido a varias razones: la aparición de grandes proyectos
de inversión, el crecimiento del gobierno central tanto en el Reino Unido como en
EEUU desde los años treinta y la aparición de técnicas como la investigación
operacional y los análisis de sistemas, entre otros. Esta es la lógica de proyecto que se
impone.

1.3 La construcción del proyecto como móvil inmutable y combinable

Para este punto exploratorio sobre el proyecto, se quiere acudir al constructivismo


latouriano, llamado por Olivé (2000) como constructivismo devastador por comprender
la realidad como una construcción social desde una mirada lingüística: superposición de
textos de diferente naturaleza y de diversos actores y actantes. El proyecto puede ser
considerado un actante, un Actor-Network Theory; esto es, el proyecto es un actor-red
que rompe las fronteras entre lo administrativo, lo social, la ingeniería y lo natural. Cada
problema tecnológico dentro del proyecto es un problema socio-administrativo-
tecnológico-científico, y para demostrarlo se puede acudir a la literatura existente pero
también a las prácticas cotidianas de nuestras organizaciones.
Para aproximarme a una sociología constructivista del proyecto, con énfasis en la
inspiración latouriana del móvil inmutable y combinable, me quiero referir a tres casos:
uno virtual, en términos de Michel Serres, y dos presenciales. El virtual se refiere a un
estudio de caso inglés. Serres se pregunta “¿enseñó alguna vez el cuerpo docente algo
que no fuera virtual, nombres y mundos del más allá? ¿Entramos en una nueva disputa
entre los Antiguos y los Modernos o mezclaremos el viejo mundo con el nuevo?”
(Serres: 1994: 13). La idea es asomarnos a experiencias contemporáneas sobre el
proyecto desde una lectura de su significado como lenguaje y, por lo tanto, posibilitar la
lectura de tecnología administrativa desde el constructivismo.

I. Caso de la multinacional XEROX: proyectos tecnológicos

Un primer estudio de caso oportuno es el de los proyectos de investigación de la


multinacional XEROX en Inglaterra, descrito y analizado por Graham Button y Wes
Sharrock y presentado en su ensayo titulado la Responsabilidad Orgánica del trabajo
Tecnológico (Button: 1998: 73-102). Es sugestivo hacerle una lectura desde la categoría
de proyecto y lo que representa para el presente trabajo. El objetivo tecnológico del
proyecto consiste en desarrollar innovación en las fotocopiadoras XEROX. Cualquier
proyecto por pequeño que sea adopta una forma organizacional para llevarlo a cabo.
Incide la organización, la cual representa los conflictos y la interacción social, en los
resultados. Pero no en la eficiencia de los resultados sino en el diseño de la innovación.
¿Hay una dicotomía entre la administración orgánica y el objetivo perseguido? ¿Es
independiente un problema de electricidad estática en un experimento tecnológico de las
decisiones administrativas tomadas al respecto? ¿Las soluciones de software son
independientes de los intereses de los individuos? En una universidad ¿Son
independientes los problemas administrativos de los académicos? ¿Hay una verdadera
ruptura entre disciplinas tales como la economía y la administración con la física?
El estudio de las redes y de la acción social que se desarrolla en el proceso práctico de la
coordinación del proyecto permite develar que lo social y administrativo influyen en los
resultados de la innovación. Más específicamente en qué. La respuesta es: la
coordinación es lenguaje, sin importar el tipo de proyecto. Puede ser un etnográfico
como un electrónico. Justamente esos dos tipos de proyecto se cruzan en el caso de las
fotocopiadoras. El análisis de un proyecto tecnológico es, en realidad, otro proyecto
tecnológico: un proyecto tecnológico-etnográfico puede analizar la coordinación de un
proyecto tecnológico-electrónico. El proyecto es diseño y seguimiento de objetivos,
utilización de recursos, coordinación de tiempos, ideas de varios actores, entre otros
aspectos. Desde esa conexión entre observador y observado, se puede afirmar que hay
una coincidencia de representación en la idea de proyecto. Hay diversos intereses: la
producción de productos digitales, la calidad del producto final en los tiempos y costos
programados para éste (preocupados por la eficiencia y eficacia); y los etnógrafos por
develar el isomorfismo entre la configuración técnica del producto y la configuración
social.

Reflexiva y simétricamente, la etnografía de Button y Sharrock, investigación dirigida a


la investigación tecnológica de las fotocopiadoras XEROX en Inglaterra, sirve para
buscar los sentidos de la acción social en la coordinación de esos proyectos
tecnológicos. El etnometodólogo Harold Garfinkel (Studies in Ethnomethodology)
subraya que el orden social consiste en la idea de que las personas organizan sus
acciones haciéndolas reconocibles recíprocamente. Garfinkel convierte el problema del
orden social en una preocupación por encontrar cómo las personas organizan acciones
sociales para que otros puedan tener sentido de ellas. El sentido de la coordinación de
individuos dentro de un grupo es tratado por los sociólogos como un problema de orden
social, acción e interacción o, incluso, de acción convenido; por ejemplo, en la teoría
parsoniana, en las reglas y normas, los actores logran la coordinación de sus actividades.
En el proyecto tecnológico industrial de la XEROX, los cientos de ingenieros
investigadores organizan su trabajo de tal manera que sea reconocible para la gerencia
del proyecto y la organización misma del trabajo; esto es, forzando la tesis se podría
afirmar que la complejidad de la coordinación del proyecto no consiste en la
problemática con el objeto sino con los demás sujetos. Mi acción tiene que ser
reconocida por el otro. La verdad, el diseño, el descubrimiento, se transforman en un
problema de intersujetividad mucho más que de objetividad.

La coordinación es definida por James A. F. Stoner y R. Edward Freeman (1994: 346),


en la teoría administrativa, como el proceso de integrar los objetivos y actividades de
unidades independientes (departamentos o áreas funcionales) de una organización, a fin
de conseguir eficientemente las metas organizacionales. Consiste, en últimas, en
construir coherencia y dirección a todas las actividades dispersas. El ejercicio del
lenguaje consiste en la búsqueda por tener un lenguaje común: la coordinación consiste
en la construcción un código común.

Etnógrafos, ingenieros y administradores comparten la idea de homogenizar el lenguaje.


Los etnógrafos se apresuran a afirmar que "nosotros aprendimos cuanto pudimos sobre
sus idiomas de programación". Y a la vez, los ingenieros se encuentran con la necesidad
de ensamblar en un solo código toda la información individual/colectiva del proyecto.
Cada uno tiene su propio código y cada problema técnico se presenta con más de una
posibilidad de solución. Como táctica metodológica, los ingenieros diseñan un módulo
de software que les permita unificar el lenguaje. Lo óptimo está suscrito en términos de
negociación de la parte directiva del proyecto tecnológico. El software elegido será un
diseño social en la medida que llega el momento que alguien debe tomar la decisión del
modelo a seguir entre varios posibles. Este diseño obligará a los demás a codificar de esa
X manera. La finalidad de construir módulos (técnica utilizada en estos proyectos para
agrupar diseños de funciones similares los cuales fueron realizados para superar las
dimensiones significativas del disperso conocimiento tecnológico) con el propósito de
nivelar los códigos técnicos, tendrá como resultado la de facilitar la manipulación de los
objetos de investigación: el problema del lenguaje se convierte así en un problema
logístico. El móvil inmutable y combinable, por utilizar términos del pensador francés
Bruno Latour, surgido de un problema logístico, coadyuva en la coordinación de los
proyectos.

Los actores de un proyecto diluyen la dicotomía entre lo técnico, lo orgánico y lo social.


La complejidad hace su aparición y la teoría del conocimiento más cercana para
comprender la investigación tecnológica se acerca más a la producción social que a la
contemplación defendida por algunas escuelas epistemológicas. Lenguaje, tiempo y
presupuesto realizan el papel complejo de transformar un problema o una solución en un
factor socio-técnico: el actor-red involucra indisolublemente lo orgánico, lo social y lo
tecnológico.

II. Caso de construcción de un proyecto en una oficina local de planeación en Bogotá

Los trayectos de la redes son conducidos por los políticos locales, los funcionarios –
algunos planificadores provenientes de la economía, arquitectura, administración
pública, administración de empresas, principalmente-, veedores y ciudadanos en general.
Un día cualquiera del mes de mayo del año en curso llega a la oficina de planeación de
la localidad de Kennedy un listado de proyectos que habían sido seleccionados por el
Fondo de Inversión Social -FIS- para ser cofinanciados. La administración local debía
colocar 10% y el FIS un 90%. Tales dineros que aparecían para financiar estos proyectos
habían sido parte de un proceso de negociaciones de carácter político entre el concejo y
la nación. Al llegar el listado a las localidades los funcionarios de planeación local poco
saben por qué determinados proyectos. Esto es, hay unos ya determinados. La
apropiación figuraba así: Adquisición y dotación Colegio oficial Patio Bonito, Localidad
8 de Bogotá y Adquisición y dotación Escuela oficial distrital Patio Bonito, Localidad 8
de Bogotá. En la localidad hay varios con esa denominación. Tiempo después se
descubre que la plata está pero los proyectos no, y tampoco se pueden ejecutar nada si
no hay proyecto. El dinero fue asignado sin formulaciones expresas y sin estar
contenidas en el Plan de Desarrollo Local. Una vez que estaba asignada la partida
presupuestal era necesario formalizar y estructurar los proyectos. Sólo que en un sentido
estricto ya no es un proyecto: hay que redactar un documento que justifique la cuantía
asignada y con fecha anterior a la llegada del dinero. Esto implica varios trámites
retrospectivos. Planeación nacional ya tiene unas metodologías que deben ser usadas
para estos casos. La administración local encarga la misión a dos funcionarios de
contrato de la oficina de planeación para presentar el documento. Los dos funcionarios
acuden al Departamento Nacional de Planeación y a Planeación Distrital. Estos deciden
dividirse el trabajo dividiendo los sectores a los cuales pertenecen las apropiaciones:
salud, educación, parques, cultura, etc. Los urgentes son los de educación. El
funcionario busca los colegios y las escuelas del Barrio Patio Bonito. Son varios, no hay
vehículo, y se ha de adjudicar un dinero y, además, diligenciar los formatos y realizarles
unos trámites. Hay varios pero sólo se puede adjudicar 50 millones a la escuela y 100
millones a un colegio. ¿Cuáles? Planeación Distrital empieza a presionar por la entrega
de los formatos. El funcionario decide ir al barrio a hacer el recorrido de emergencia
para tomar una ‘decisión técnica’: los más necesitados. Algunos establecimientos
quedan muy lejos. Una mañana va y empieza a buscar los rectores de estos
establecimientos y a algunos les pide información para registrarla. Nada se comprueba.
El funcionario no alcanza a visitar todos los establecimientos y pide información a los
pocos rectores que entrevista; algunos le manifiestan: “X colegio ya recibió partidas
presupuestales y actualmente está construyendo. En cambio aquí no hay nada”. Regresa
a la alcaldía a estudiar la información recolectada y va a otras instituciones públicas
como el CADEL, donde a pesar de ser la institución que maneja la educación en la
localidad, no maneja buena información. Las oficinas del CADEL se ven atestadas de
gente, profesores, padres de familia, se escucha hablar acerca de traslados, cupos
escolares, los funcionarios se les ve siempre con papeles en la mano y la directora
atiende muy rápidamente, y con desconocimiento de algunos asuntos. Finalmente, la
directora recomienda asignar el dinero a X y Y instituciones. ¿Razones? Ninguna. Dos
días después llaman de Planeación Distrital: no hay más plazo. Hoy se cierran las
recepciones de documentos. Pero la funcionaria de Planeación Distrital es amiga del
funcionario de la localidad y le permite tomarse un día más. Ese día llegaron unas
evaluaciones de costos a la alcaldía dirigidas al funcionario encargado de los proyectos
educativos. Provenían de algunos colegios que no se visitaron. Hay otro mensaje que
para “negociar” la adjudicación. El funcionario se reúne con la alcaldía y deciden dar el
dinero de quien se tenga más información y de quien se pueda recolectar fácilmente los
datos faltantes, porque la cuestión está en diligenciar los formatos y no hay más tiempo
para visitas. En adelante mucha información que irá registrada en el proyecto será de
origen telefónico.

Los formularios tienen opciones en sus programas y poco a poco el proyecto se irá
adecuando a las necesidades no sólo de la institución educativa sino de una serie de
alternativas de los formatos. Se tendrá cuidado en las fechas, los plazos, los costos, el
diagnóstico de la situación del colegio, la justificación (la cual tiene que ser
argumentativa y convincente). Después irán a un aval técnico: el funcionario no
corroborará la información sino su consistencia lógica de unos datos con otros. Y que se
cumplan ciertos requisitos. Es el control metodológico. Después será autorizada la
ejecución; pero deberán pasar varios meses, mientras los documentos entran a la
maquinaria estatal y se pierden por un buen tiempo en los trayectos burocráticos de la
administración pública. Muchos filtros habrán de pasar. En algún momento este
proyecto será parte de un programa y un plan de desarrollo. Cuando se autorice
finalmente la ejecución, se habrá creado la imagen de que su construcción fue un
proceso técnico y riguroso en todo el sentido de la palabra, perdiéndose en la imagen
final el recorrido social y político. Se pensará en una racionalidad instrumental y para
nada en una racionalidad intersubjetiva o comunicativa.

III. Caso de la construcción de un proyecto de municipio

Los trayectos sobre ejercicios de construcción de proyectos nos conducen a un


municipio del departamento de Cundinamarca, con cerca de cien mil habitantes. El
objetivo del ejercicio de planeación es construir un proyecto de futuro para el municipio.
La construcción del proyecto implica una serie de contactos, invitaciones, unos actores
más que otros. La idea es entregar al alcalde, el concejo municipal y la ciudadanía del
municipio un estudio ‘técnico’ que permita construir un proyecto de futuro. ¿Qué
significa técnico? Un estudio ‘serio’, que muestre cifras y datos, proyecciones, y que
sirva para la toma de decisiones. En las esferas burocráticas de la administración
pública, un estudio que no tenga algunos grados de formalización no tiene credibilidad.
Para la información es indispensable realizar talleres con estos actores; pero más que
información, es la captura de los deseos. Participan funcionarios de la alcaldía, ediles,
concejales, funcionarios de otras entidades como el SENA, algunos docentes, miembros
de la policía nacional, y uno que otro ciudadano.

El director del ejercicio de planeación municipal, busca aplicar algunas teorías que sólo
él las ve. Entonces piensa en la construcción de redes sociales. Piensa que el éxito del
ejercicio prospectivo y estratégico se encuentra en la construcción de redes sociales. La
sociedad contemporánea es una sociedad de redes, piensa. La estructura social y
económica en forma de redes ha llevado, según Messner, a que el Estado haya perdido
su poder centralizador y control político. “Los conceptos de redes convergen en un
punto importante, a saber, la coordinación entre actores políticos, sociales y económicos
y las formas de solucionar problemas que éste genera –“gobierno a través de redes”
(Messner: 1999: 94). Esto implica un tipo de gestión diferente. Es más, si nos atenemos
a la concepción de los teóricos de la gestión, como Barry Bozeman, ésta implica
relaciones interorganizacionales más que intraorganizacionales: búsqueda estratégica de
la comunicación con otros actores. La coordinación horizontal y la negociación entre
actores proporcionan la mejor gestión autoregulativa. De esta manera, se puede afirmar
que el ejercicio prospectivo, al realizarse entre varios actores del municipio,
representantes de diversos grupos sociales, coadyuva a la construcción colectiva de
visiones de futuro. De esta manera, la construcción del norte y de las estrategias a partir
de redes sociales le permite al municipio enfrentar las incertidumbres del futuro.

A su vez, se hace otro tipo de investigación: el estado actual del municipio y sus
respectivas proyecciones. Las fuentes fueron la Mesa de Planificación Regional Bogotá-
Cundinamarca, el Plan de Desarrollo, el POT (Plan de Ordenamiento Territorial),
información del DANE, Planeación Departamental, entre otros. Aquí el proyecto
encierra información-teoría-red desconocida por sus habitantes. El proyecto empieza a
recoger fragmentos sueltos, y según su finalidad, los utilizará para proyectar
determinados futuros. De varios, el proyecto seleccionará ciertos caminos. La
sistematización técnica, con la ayuda de aplicación de un software prospectivo, presenta
los siguientes resultados:

ANALISIS ESTRUCTURAL DE LOS FACTORES SELECCIONADOS

Número de factores = 13

Ponderación de los trece factores seleccionados

1111
1234567890123

1 : planeación sistémica : FFFFFFFFFFFF


2 : generación de empleo : D FFMDDDDDMF
3 : generación de ingresos : DM MMMDMDDMMD
4 : impulso a la productivida : DFF MFMFMDMMD
5 : explotación de la capacid : DFFM MMDDDMDD
6 : industrialización : DFFFF MFMFMFF
7 : articulación interinstitu : FFFFFF FFFFFF
8 : impulso sistémico a la in : FFFFFFF FFFFF
9 : desarrollo sostenible : FMMMMFFF FFMF
10 : potencial ambiental : FDDDMFFFF FDF
11 : cultura ciudadana : FDDDMDFFFD FD
12 : orden publico y seguridad : FFFFFFFMMDF F
13 : ubicación geoestratégica : MFFFFFMMDFDF

Correspondencias

N ---> 0
D ---> 1
M ---> 3
F ---> 5
P ---> 4

Valoración Numérica de los factores seleccionados

Matriz inicial
1111
1234567890123

1 : planeación sistémica : 0555555555555


2 : generación de empleo : 1055311111350
3 : generación de ingresos : 1303331311331
4 : impulso a la productivida : 1550353531331
5 : explotación de la capacid : 1553033111311
6 : industrialización : 1555503535355
7 : articulación interinstitu : 5555550555555
8 : impulso sistémico a la in : 5555555055555
9 : desarrollo sostenible : 5333355505535
10 : potencial ambiental : 5111355550515
11 : cultura ciudadana : 5111315551051
12 : orden publico y seguridad : 5555555331505
13 : ubicación geoestrategica : 3555553315150

Resultados de motricidad y dependencia directa

Motric. Depend.
% ran % ran

1 v01 10.47 11 6.63 2 planeación sistémica


2 v02 4.71 2 8.38 10 generación de empleo
3 v03 4.54 1 8.73 13 generación de ingresos
4 v04 6.63 5 8.03 6 impulso a la productividad
5 v05 4.89 3 8.38 10 explotación de la capacidad
6 v06 8.73 8 8.38 10 industrializació
7 v07 10.47 11 7.68 5 articulación interinstitucional
8 v08 10.47 11 8.03 6 impulso sistémico a la in
9 v09 8.73 8 6.63 2 desarrollo sostenible
10 v10 7.33 6 6.28 1 potencial ambiental
11 v11 5.93 4 8.03 6 cultura ciudadana
12 v12 9.08 10 8.03 6 orden publico y seguridad
13 v13 8.03 7 6.81 4 ubicación geoestrategica

Resultados de motricidad y dependencia indirecta (MICMAC)

Motric. Depend.
% ran % ran
1 v01 10.33 11 6.57 2 planeación sistémica
2 v02 4.39 1 8.51 12 generación de empleo
3 v03 4.50 2 8.88 13 generación de ingresos
4 v04 6.52 4 8.16 9 impulso a la productividad
5 v05 4.50 3 8.41 11 explotación de la capacidad
6 v06 8.39 8 8.25 10 industrialización_
7 v07 10.33 11 7.59 5 articulación interinstitucional
8 v08 10.33 11 7.95 6 impulso sistémico a la in
9 v09 9.14 10 6.63 3 desarrollo sostenible
10 v10 8.13 7 6.18 1 potencial ambiental
11 v11 6.86 5 8.03 7 cultura ciudadana
12 v12 8.85 9 8.14 8 orden publico y seguridad
13 v13 7.72 6 6.68 4 ubicación geoestrategica

MOTRICIDAD DEPENDENCIA INDIRECTA


ESTUDIO FUSAGASUGA 2020

( N=0 D=1 M=3 F=5 P=4)

Motricidad...
0---------2---------4---------6---------8---------10--------12--
| | | | | | |
12-..............................................................- 12
-. .-
-. .-
-. .-
-. v01 v07 v08 .-
10-. . - 10
-. .-
-. v09 .-
-. v12 .-
-. v06 .-
8-. v10 .- 8
-. v13 * .-
-. .-
-. v11 .-
-. v04 .-
6-. .- 6
-. .-
-. .-
-. .-
-. v05 v03 .-
4-. v02 .- 4
-. .-
-. .-
-. .-
-. .-
2-. .- 2
-. .-
-. .-
-. .-
-. .-
0-..............................................................- 0
| | | | | | |
0---------2---------4---------6---------8---------10--------12--

Dependencia...
Variables:

1. Planeación sistémica
2. Industrialización
3. Articulación interinstitucional
4. Impulso a la investigación
5. Orden público y seguridad
6. Desarrollo sostenible

La gráfica del plano cartesiano correspondiente a la aplicación del software, muestra el


nivel de motricidad y dependencia de las variables. En este caso, las que se encuentran
en el plano de la motricidad a nivel estratégico son:

V01 Planeación sistémica


V08 Impulso sistémico a la investigación
V09 Desarrollo sostenible
V07 Articulación interinstitucional

Lo cual implica que a nivel municipal estas variables constituyen el eje para la
formulación de posibles escenarios para la mejor opción de proyecto futuro.

PROYECCION SOBRE LA DIAGONAL

v08 impulso sistémico a la in : ( 7.95,10.33) --> ( 9.14, 9.14)


v07 articulación interinstitu : ( 7.59,10.33) --> ( 8.96, 8.96)
v12 orden publico y seguridad : ( 8.14, 8.85) --> ( 8.49, 8.49)
v01 planeacion sistémica : ( 6.57,10.33) --> ( 8.45, 8.45)
v06 industrialización : ( 8.25, 8.39) --> ( 8.32, 8.32)
v09 desarrollo sostenible : ( 6.63, 9.14) --> ( 7.88, 7.88)
v11 cultura ciudadana : ( 8.03, 6.86) --> ( 7.44, 7.44)
v04 impulso a la product : ( 8.16, 6.52) --> ( 7.34, 7.34)
v13 ubicación geoestratégica : ( 6.68, 7.72) --> ( 7.20, 7.20)
v10 potencial ambiental : ( 6.18, 8.13) --> ( 7.15, 7.15)
v03 generación de ingres : ( 8.88, 4.50) --> ( 6.69, 6.69)
v05 explotación de la ca : ( 8.41, 4.50) --> ( 6.45, 6.45)
v02 generación de empleo : ( 8.51, 4.39) --> ( 6.45, 6.45)

Este proyecto de futuro tiene sus propios recorridos; sus propios trayectos. La
información recolectada proviene de varias entidades gubernamentales, pero
funcionarios de planeación municipal, ediles y concejales, le viven recordando que esos
datos son del DANE (Departamento Administrativo Nacional de de Estadística), por
ejemplo. Eso significa que las cifras no tienen credibilidad aunque sus informes
oficiales, como el Plan de Desarrollo, las viven citando. Planeación municipal desarrolla
algunos proyectos y casi todos relacionados con información geográfica, industrial,
económica. Se vive en un sitio pero no se conoce en dónde se vive sino se tienen
cuadros con información cuantitativa. Planeación municipal repite las mismas rutas que
Planeación Nacional: requerimientos de información, necesidad de un diagnóstico, y
para estudios sectoriales, como conocer algunos indicadores de desempleo, se acuden a
metodologías nacionales. No solamente se siguen formatos nacionales, sino sus
procedimientos, cronogramas, técnicas y costos. Sea en la Guajira o en Cundinamarca;
según reza en los manuales de procedimiento de la administración pública. De igual
manera, las categorías que direccionan y que funcionan como actractores de
información, por ejemplo salud, educación, son categorías fijadas a nivel nacional e
históricamente. La planeación requiere categorías para interpretar la realidad y éstas
fueron configuradas muchos años atrás, por múltiples actores, donde cada categoría de
estas está reforzada por otros nodos burocráticos de la administración pública. La salud
del cuerpo o la salud mental, la educación primaria o secundaria tienen categorías
defendidas por gremios de médicos o profesores, y respaldadas por miles de
funcionarios que trabajan laboralmente en función de ellas. En ese sentido
descentralización significa metafóricamente desplazamiento de centros de poder pero
con la existencia de más centros de poder. La información se dispersa en múltiples
actores. Una oficina de planeación es una oficina-red donde sus conexiones son
conducidas por oficinas nacionales, departamentales y sectoriales. A veces manifiestan
el deseo de intentar hacer su propio censo; pero los costos son la barrera. En los grandes
laboratorios experimentales de medicina, física o química, los sociólogos observan cómo
la realidad se construye allí y una simple replicación o confirmación sólo la pueden
realizar laboratorios que tengan los mismos equipos y fondos financieros. En las ciencias
sociales, en este ejemplo, la corroboración de un dato cuesta mucho dinero y
normalmente nadie se enfrenta a un ejercicio replicatorio. La realidad de donde se vive
depende de quienes administran a distancia, de los centros de cálculo latourianos.

Los talleres realizados en el municipio implicaron la selección de modelos de discusión,


formas de presentación de la información y organización de los grupos. Hubo
discusiones con los funcionarios de planeación municipal. Para efectos de la
información requerida, hipotéticamente, según se organizaran los grupos la información
resultante era diferente. No es lo mismo grupos conformados heterogéneamente que
grupos seleccionados de concejales, miembros de la policía, funcionarios y ciudadanos.
La experiencia demostró que al definir variables los resultados eran diferentes. Un punto
álgido fue precisamente la definición de variables; variables como orden público, medio
ambiente, planeación, son percibidas de forma diferente por los grupos sociales que
discuten el proyecto de futuro municipal. La selección de las variables, su definición y la
percepción frente a éstas trajo muchas discusiones y acuerdos logrados por cansancio de
los participantes y por la proximidad del final de los talleres. Después de ese proceso, se
sistematizo la información, lo cual significa pasar de perfil cualitativo a cuantitativo, un
software ayudó a presentarlo en un plano cartesiano, y finalmente se presentan
porcentajes. En ese momento, al presentar los resultados en un auditorio, meses después,
se han olvidado las fases previas, las discusiones, las inconformidades, las exclusiones e
inclusiones. A partir de ese momento la gráfica y las cifras tomas un status ontológico
real. En ese momento el proyecto de futuro se ha estabilizado.

Tres puntos se pueden destacar:

• Las discusiones en el proceso del diseño del proyecto implican claramente


“hipótesis interpretativas sobre el contexto funcional en donde se insertará el
objeto tecnológico administrativo. Esta actividad implica desplegar un conjunto
de estrategias de diversa naturaleza con el objetivo de construir un orden:
movilización de portavoces de los posibles utilizadores mediante la elaboración
de encuestas, entrevistas, estudios de comportamiento; y construcción de grafías,
cuadros y documentos mediante diversos aparatos de inscripción, con la finalidad
de encontrar lo relevante y central que permita leer la tendencia, el
comportamiento, la regularidad, el ciclo y la variación, permanente esfuerzo por
aislar el ruido” (Lozano: 1998: 21).

• El proceso de construcción que implicó el “olvido” de la dimensión histórica del


artefacto.

• La aplicación del artefacto tecnológico sólo es posible mediante el concurso de


una red extensa de otros artefactos. Afirma el profesor Lozano con respecto a la
investigación sobre los Fondos de Desarrollo Local del distrito capital,
investigación realizada a propósito de tecnologías administrativas, que “sin la
existencia de figuras jurídicas en el ordenamiento legal que autoricen la
delegación de tareas de un funcionario a otro –tecnologías jurídicas-, o el
desarrollo de ciertos instrumentos para presupuestar que admitan asignar
recursos de una manera determinada –tecnologías presupuestales-, no
contaríamos con herramientas para diseñar y utilizar los Fondos. Es igualmente
determinante la presencia de un clima social que dé lugar a la movilización de
grupos e individuos, con probabilidad de acceso a instancias en donde se puedan
fermentar las ideas innovadoras o promover procesos de estabilización del
objeto-proyecto” (Lozano: 1998: 20).

5. CONCLUSIONES

Este trabajo sobre el discurso de la planificación económica de los años cincuenta,


analizado desde el constructivismo de la sociología de la ciencia y la tecnología,
encuentra que el lenguaje es un discurso de poder que se infiltra en los conceptos
considerados neutrales y que la ciencia y la tecnología han utilizado para describir y
explicar el mundo. El discurso, conformado de representaciones y metáforas, crea
espacios, territorios, mundos; construye racionalidades. La mejor metáfora que encontré
para este estudio es la del diseño de la metamorfosis. El discurso modernizante de los
años cincuenta insiste en que este mundo subdesarrollado requiere una metamorfosis y
que el diseño se puede hacer con conocimiento científico y tecnológico, esto es, desde la
economía y la lógica de proyectos. La idea es que un mundo diseña la metamorfosis del
otro. Fernando Martín Juez, de su libro Contribuciones para una antropología del
diseño, manifiesta que diseño procede de la palabra italiana disegnare, que significa
“dibujar”, y ésta a su vez proviene de la palabra latina designare, que significa “marcar”.
Marcar, dice, en su primera acepción, es actuar sobre alguien o algo imponiéndole
carácter o dejándole huella. Y esto es precisamente lo que hace el diseño: establece
límites y genera percepciones, desarrolla potencias y define comportamientos, maneras
de uso, modos de vinculación entre los miembros de las comunidades y de éstos con la
naturaleza. Al crear objetos, al diseñar, se destaca la impronta de un orden nuevo. El
diseño, que parece representa la actividad de ingeniería, es una impronta política. No
hay diseño neutral, que no tenga una finalidad, una hipótesis que el diseñador pensó. Si
la planificación económica es una especie de diseño del futuro, no se puede dejar de
pensar que el diseñador piensa unos resultados a obtener. Muy creativo. Para quienes
reciben el paradigma es obtener una limitación, un control a partir de representaciones
creadas por otros. Se aprende a pensar y representar el mundo, la cultura, como el
diseñador pensó. La tecnología utilizada por la planificación económica es el proyecto
(lo denominan: la unidad operativa del desarrollo). Pero el proyecto también está atado,
ligado, a disciplinas, lógicas, racionalidades, tipos de organización, sistemas
económicos, prácticas de vida. Sin embargo, la planificación, el ejercicio de los
proyectos y los procedimientos anexos, pasan por ser neutrales, precisos y apolíticos.
Sólo una reconstrucción revela lo oculto. Si la planificación económica y el proyecto
han tenido éxito en el siglo XX en el mundo occidental, América Latina y Colombia,
específicamente, es porque ha habido una estrategia del sistema económico: la estrategia
de las redes. Los procesos de institucionalización de una disciplina del saber, de una
ciencia o de una tecnología no hay que buscarlas en la relación hombre-naturaleza sino
en la dependencia hombre-sociedad: siempre hay razones políticas.

Y las redes requieren enrolamiento porque el sistema tiene múltiples lógicas y


racionalidades. El enrolamiento no es un proceso unilateral de imposición sino que
implica tanto la ‘captura’ del otro como su ‘sometimiento’. Es un proceso multilateral;
pero una red y su racionalidad no logra imponerse ni enrolar completamente a las demás
redes; parte de la problemática es la coexistencia y pugna de múltiples racionalidades.
Una racionalidad empresarial puede imponer lógicas pero no eliminar las demás.

Las redes tienen virtudes: unen tiempos, espacios, disciplinas, sistemas económicos,
ciencias y tecnologías. Se construyen trayectos enrolando actores. Hay relaciones entre
los procesos de institucionalización, la construcción social de la realidad y el
conocimiento, el efecto Foucault (construcción de subjetividades) y el efecto mariposa
de la teoría del caos. Son procesos, a veces imperceptibles, que van capturando
racionalidades, actores, lógicas. Construir un proyecto cualquiera implica acudir o
conectar conocimientos de muchas disciplinas. Implica repetir representaciones de
teorías del conocimiento, de las finanzas, de las ciencias sociales, de la democracia, del
tiempo, entre muchos otros conceptos. La realidad está conectada o construida a partir
de hipertextos. De ahí la importancia del lenguaje. La realidad de los años cincuenta está
estructurada a partir de metáforas descritas en el trabajo: ellas forman un rompecabezas
más o menos claro que beneficia a grupos sociales y económicos. El rompecabezas hace
que coincidan representaciones organizacionales con técnicas administrativas, y con
imágenes de progreso de la ciencia y la humanidad.

Un sistema de enrolamiento importante es la creación de burocracia. La reflexión de


Niklas Luhmann es valedera: la burocracia se presenta en dos direcciones: como un
aparato de la sociedad moderna en constante crecimiento y como un sistema
organizativo, diferente del sistema social, que pretende sin embargo resolver
problemáticas de ese sistema social. Estas dos características muestran lo infructuoso de
la burocracia. Luhmann propone como hipótesis central que la burocracia aumenta por
los impulsos del mismo sistema social, en la que intenta solucionar la problemática del
sistema social, pero que en la medida que aumentan sus esfuerzos organizacionales
aumenta ella misma la complejidad de los problemas que intenta resolver, debido,
principalmente, a la diferencia del ejercicio de la racionalidad que implica el sistema
social y el sistema organizativo. Hoy día hay oficinas de planeación en todas las
dependencias gubernamentales, municipios, departamentos, empresas. En cualquier
oficina de éstas encontramos funciones relacionadas con presupuesto, finanzas públicas,
reestructuraciones, arquitectura e ingeniería. Paquetes informáticos. En el Departamento
Nacional de Planeación hay oficinas para servicios públicos, descentralización,
desarrollo territorial, ciencia y tecnología, bancos de proyectos, diseño de metodologías,
desarrollo institucional, entre otros. Hoy día, la burocracia planificadora es grande. Las
oficinas y los funcionarios se han multiplicado. La burocracia dentro de la red es una
magnifico aliado.

Finalmente, sólo resta afirmar que el lenguaje es importante en las interpretaciones


constructivistas de la ciencia y de la tecnología; por medio del lenguaje y las prácticas
lingüísticas se intenta develar las prácticas ocultas del poder donde pareciera no haber
siquiera una mínima intención. La literatura de la sociología de la ciencia y de la
tecnología es amplia; encontramos a pensadores sociales como Karin D. Knorr-Cetina,
H. M. Collins, Trevor Pinch, Wiebe Bijker, Donald Mackenzie, Steve Woolgar, Bruno
Latour, Michel Callon, Thomas Hughes y Ojón Law, entre otros. De ahí su necesidad
para enfrentar la construcción histórica de las disciplinas.

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