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El movimiento feminista tras mayo del 68: Horizontes y contradicciones.

Partiendo de los acontecimientos sucedidos en el año 68, esta propuesta se articulará en


torno a tres momentos históricos del feminismo durante los que se despliegan tres
variantes teóricas o formas de comprender la relación género-clase-raza. En primer
lugar, la ruptura postsesentaiochista de las reivindicaciones de mujeres con el resto de
movimientos contestatarios; en segundo lugar, la explosión del feminismo como
catalizador de una serie de movimientos identitarios a lo largo de la década del 80 y el
subsiguiente olvido del eje de clase; y tercero, la consolidación del feminismo
neoliberal ya entrado el siglo XXI.
Si bien, como ha señalado Cinzia Arruzza (2015), el impulso que tomaron las
luchas de las mujeres y su elaboración teórica no habría sido posible sin el contexto de
agitación creado por el 68 y los movimientos que lo sucedieron (61), es precisamente a
partir de la experiencia del 68 que se produce una escisión entre el movimiento
estudiantil, el obrero y los colectivos de feministas. Durante mayo del 68 se llega a un
impasse tanto en la cuestión de la representación como en la de las temáticas a
reivindicar. Entre otros ejemplos, el trabajo de la socióloga Jean Bèrard (2014) ha
mostrado la contradicción que se vivió en este momento entre la necesidad de tipificar
penalmente violencias sexuales tan graves como la violación, y el movimiento de
liberación de las prisiones o la creación de una justicia popular, como se reivindicaba
desde los círculos maoistas y troskistas. Incluso, tras un momento de revueltas en las
prisiones, varios movimientos feministas consideraron "las normas y las disposiciones
jurídicas los pilares de las instituciones patriarcales a combatir" (71). Es decir, durante
este periodo tuvo lugar una crítica radical de una serie de sistemas institucionales, como
el sistema penal que, por otro lado, precisaba ser abordado con urgencia desde una
perspectiva feminista.
Por otra parte, este impasse se reflejó en otra contradicción que dio inicio a la
segunda ola del feminismo, la reivindicación de la vida privada de las mujeres en el
espacio político y revolucionario y la consiguiente introducción de las políticas de
identidad. La centralidad que la segunda ola dio a la identidad y el olvido del eje de
clase entorpeció y ralentizó la llegada de un feminismo interseccional, puesto que las
condiciones materiales que causan las tan reivindicadas 'identidades', quedaron
relegadas. El imperio de la identidad dejó de lado líneas de trabajo como la iniciada a
mediados de la década del 70 por la alemana Maria Mies y su grupo de trabajo, acerca
de la íntima relación entre la gratuidad del trabajo femenino, la acumulación originaria,
la división sexual e internacional del trabajo y las formas de violencia ejercida contra
las mujeres. Esta larga línea de trabajo se materializó a mediados de los 80 en
Patriarchy and accumulation on a world schale, women in the international division of
labour (1986), obra fundamental de la que Silvia Federici se ha declarado deudora en
numerosas ocasiones.
Por último, mostraremos cómo la inspiración en los movimientos afroamericanos,
de los que la segunda ola del feminismo extrajo el descubrimiento de la diferencia como
proceso de afirmación y de diferenciación de la propia identidad, en cambio, indujo al
abandono del componente interseccional entre clase y raza, principal herramienta que
utilizaron movimientos como el Black Panther Party. Este olvido, a mi modo de ver, ha
desembocado actualmente en fenómenos como el espectáculo de la Super Bowl en
2016, donde Beyoncé se apropió –en el peor sentido del término– de los símbolos de los
Panthers para reivindicar un sujeto negro neoliberal plenamente implicado en los
modelos de consumo capitalista, y despojado ya de cualquier conciencia de clase, algo
que asimismo se le ha venido achacando al movimiento reformista Black Lives Matter
(Illescas, 2016).

Palabras clave: Feminismo, materialismo, identidad, interseccionalidad,


contradicción.

Bibliografía.
Arruzza, Cinzia. Las sin parte. Matrimonios y divorcios entre feminismo y marxismo.
Barcelona: Sylone, 2015.
Berard, Jean. «Dénoncer et (ne pas) punir les violences sexuelles ?». Politix, 27. 107
(2014), pp. 61-84.
Garí, Manuel; Pastor, Jaime; Romero Miguel (eds.). 1968. El mundo pudo cambiar de
base. Madrid: Catarata, 2008.
Illescas, Jon E. «¿Es Beyoncé una militante del Black Power?». El viejo topo (24
febrero 2016). En línea: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/beyonce/
Mies, Maria. Patriarchy and Accumulation on a World Scale. Women in the
International Division of Labour. Londres: Zen Books, 2014.

Notas
Marcos de guerra.
55-. El multiculturalismo tiende a presuponer unas comunidades ya constituidas, unos
sujetos ya establecidos, cuando lo que está en juego es la existencia de unas
comunidades no del todo reconocidas como tales, de unos sujetos que estando vivos no
son considerados como «vidas». Además, no se trata simplemente de un problema de
coexistencia, sino de que la política de la formación del sujeto diferencial, dentro de los
mapas de poder contemporáneos, intenta a) movilizar a los progresistas sexuales contra
los nuevos inmigrantes en nombre de una concepción espuria de la libertad, b)
desplegar a unas minorías de género y sexuales en la racionalización de las guerras
recientes y de las que están en curso.
[...] habría que insistir menos en la política identitaria, o en el tipo de intereses y
creencias formulados sobre la base de pretensiones identitarias, y más en la precariedad
y en sus distribuciones diferenciales, con la esperanza de que puedan formarse nuevas
coaliciones capaces de superar los tipos de impasse liberales arriba mencionados.
Esta precariedad atraviesa tanto las categorías identitarias como los mapas
multiculturales, creando así la base para una alianza centrada en la oposición a la
violencia estatal y su capacidad para producir, explotar y distribuir precaridad para su
propio beneficio y para la defensa territorial.

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