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Seminario metodológico N°1

Ética, 2018

En los siguientes párrafos se intentará contextualizar, resumir y analizar de manera detallada y


crítica el fragmento de la República que va desde 443.e.10 hasta 444.a.3, en el cual Sócrates
esboza una definición de la justicia y expone la forma en que los seres humanos pueden llegar a
ser justos, para, finalmente, relacionarlo con el Estado Ideal de Platón.

Lo primero a tener en cuenta es que el fragmento está inserto en el libro IV de la República de


Platón, la cual cuenta con un total de diez libros. Es decir, corresponde a un cuarto momento
dentro de la escena propuesta por el filósofo, en la que usualmente se ha dicho que es la obra más
importante de su bibliografía, debido a la amplia gama de temas que en ella se tratan1. No
obstante, de entre esta multitud de temas, la investigación acerca de la justicia, a la cual está
dedicado todo el libro I2, se yergue como una de las cuestiones más importantes y recurrentes en
la obra. En efecto, el fragmento que se ha de analizar corresponde a una suerte de conclusión del
libro IV en la cual se intenta definir la justicia en referencia al hombre.

Cabe señalar que de acuerdo a Eggers, comentador del texto platónico, el tema que está siendo
tratado en el contexto del fragmento corresponde a las funciones de las partes del alma3. Sin
embargo, el tema central de dicho fragmento no corresponde tanto a las funciones de cada parte
del alma, sino más bien a la justicia en relación al hombre, puesto que los asuntos abordados son:
primero, la definición de la justicia respecto del quehacer interno del hombre; segundo, la
rigurosidad con la que las partes del alma deberían cumplir sus funciones a fin de conseguir una
armonía entre ellas; y tercero, la preservación y consecución de la armonía del alma como criterio
de distinción entre las acciones justas e injustas.

En un análisis a nivel general, podríamos distinguir dos aspectos del fragmento platónico, a
saber: uno ontológico, puesto que se intenta definir qué es la justicia; y otro deontológico o
normativo, puesto que se establece qué se debe hacer para ser justo. No obstante, estos aspectos
no se encuentran separados en la filosofía platónica.

Ahora bien, antes de continuar con el análisis del fragmento, es preciso explicar el, así llamado,
principio de recursividad estructural que hallamos en Platón, dado que éste será uno de los

1
Cf. Conrado Eggers, Introducción, p. 9, en Diálogos IV: República de Platón, trad. Conrado Eggers (Madrid:
Editorial Gredos, S. A., 1988). pp. 9-55.
2
Ibid., pp. 11-12.
3
Ibid., p. 26.
elementos claves de la argumentación platónica. De acuerdo a dicho principio, todo lo que sucede
en los individuos, habitantes de un Estado, sucede también en el conjunto de individuos, el
Estado, y viceversa4. De esta manera, lo que sea la justicia para uno lo será también, de forma
análoga, para el otro. Allende de esto, apoyado en la recursividad, el filósofo podrá afirmar otro
principio fundamental en su argumentación acerca de la justicia, a saber: que la estructura
triestamental del gobierno se corresponde con la estructura tripartita del alma5.

Pues bien, previo a determinar en qué consiste la justicia para los hombres en el fragmento que
analizamos, Platón había establecido que el Estado es justo cuando cada una de las clases que
existen en él cumplen cada una con su función propia, de manera que la justicia depende de la
armonía que haya entre ellos6. Análogamente, entonces, los hombres serán justos cuando las
especies que habitan su alma hagan cada una lo suyo; es decir, cuando cumplan su función
propia7.

Sin embargo, en el párrafo anterior al del fragmento en cuestión, Platón acude a otra concepción
de justicia a la que habían llegado previamente en el diálogo, según la cual ser justo es fruto de la
realización de la función propia de cada individuo. Así, por ejemplo, el zapatero sería justo
cuando fabrica zapatos8. Pero, según el filósofo ateniense, habría otro tipo de quehacer opuesto al
quehacer externo (que es accidental, podríamos decir) y este es el quehacer interno, «que es el
que verdaderamente concierne a sí mismo y a lo suyo»9 y que consiste en gobernar las tres partes
que conforman el alma, sin que intervengan unas en las tareas de otras, de manera que haya
armonía entre ellas. Por lo tanto, sólo aquel que sea capaz de autogobernarse y mantener la
armonía entre las especies de su alma podría ser considerado justo.

Finalmente, con todos estos elementos en nuestro haber, podríamos especular, valiéndonos del
principio de recursividad estructural, acerca de cuál sería, entonces, el Estado ideal platónico.
Según lo anterior, éste tendría que estar ordenado de manera tal que no haya movilidad social. Es
decir, los gobernantes y los guardianes y los plebeyos no tendrían la posibilidad de salir de la
clase a la que pertenecen. Por otro lado, una de las clases gobernaría a la demás, tal como la parte
intelectual del alma gobierna sobre la irascible y la concupiscible.

4
Cf. Rep. 435e-436a4.
5
Cf. Rep. 441c6-8.
6
Cf. Rep. 434d8-13.
7
Cf. Rep. 441d10-e2.
8
Cf. Rep. 443c3-8.
9
Cf. Rep. 443d2-4.
Bibliografía

 Platón, República, trad. Conrado Eggers (Madrid: Editorial Gredos, S. A., 1988).

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