Tiene cinco años que lo conozco y te juro, que de esos cinco años jamás
me había sentido atraída hacia él.
Me escribió en la semana y llegado el sábado me insistió en pasar a verlo. Tenía que ir a un evento, se me hacia tarde y al ver la dirección, me di cuenta de que me había equivocado de rumbo. Estaba cerca de su casa, así que decidí pasar a saludarlo. Estuvimos platicando largo rato, cuando de pronto, al momento de mostrarme algo, su mejilla y la mía se encontraron. Fue ahí cuando todo se detuvo y sin siquiera pensarlo, me sentí atraída hacia él. No sabía realmente lo que estaba pasando. Una pregunta aterrizó el asunto, me quedé muda, vi su anillo de casado y reí de nervios. No supe que decir. Poco después el ambiente se volvió extraño y seductor, ambos empezamos a coquetear. Nos besamos. Empezaba a oscurecer. Mis manos oprimían su torso contra el mío, las caricias y los movimientos avanzaban. De pronto, recordé un nombre. No pude seguir. Le di su camisa y me acompañó a la entrada. Ambos queríamos que esto siguiera pero no me atreví a mencionar el nombre de mi compañera, su alumna y su esposa.