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CENTRO DE FORMACION CATEQUISTICA Pbro. Marcelo


“MAGNIFICAT” Araya
PEDAGOGIA CATEQUISTICA

La Pedagogía de Dios, fuente y modelo de la pedagogía de la fe

1- PEDAGOGÍA- DIDÁCTICA – METODOLOGÍA: Definición y distinción

Pedagogía: Etimológicamente: La palabra proviene del griego παιδαγωγέω (paidagōgeō); en el


cual παῖς (gen. παιδός paidós) significa "niño" y άγω (ágō) significa "guía", o sea "dirigir al niño". En
la antigua Grecia el pedagogo era el esclavo encargado de acompañar al niño hasta la palestra o
didaskaleía.
De la palabra griega παιδαγωγέω, luego latinizada como pedagogo, posteriormente surge la actual
palabra castellana pedante con el significado de aquel con algunos pocos o fementidos
conocimientos, que suele charlatanear o ser intelectualoide (es decir alguien o algo que aparenta
ser intelectual) y que suele fascinar a los ignaros y a las personas pueriles (por ejemplo, pasar por
"sapiente" ante las personas cuya mentalidad es de παιδός, paidos o pueriles), por tal motivo es
importante distinguir la palabra pedagogo de su derivada peyorativamente pedante.
A- Definición de Diccionarios: Tanto el Diccionario de la lengua española de la Real
Academia Española,1​ como el Diccionario Salamanca de la lengua española2​, definen la pedagogía
como la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza. Tiene como objetivo proporcionar
guías para planificar, ejecutar y evaluar procesos de enseñanza y aprendizaje, aprovechando las
aportaciones e influencias de diversas ciencias, como la psicología (del desarrollo, personalidad,
superdotación, educativa, social), la sociología, la antropología, la filosofía, la historia y la medicina,
entre otras. Por lo tanto, el pedagogo es el profesional que ayuda a organizar mejores sistemas y
programas educativos, con el objeto de favorecer al máximo el desarrollo de las personas y las
sociedades. Estudia la educación en todas sus vertientes: escolar, familiar, laboral, social y cultural.
En resumen, podría decirse que la pedagogía es la ciencia cuyo objeto de estudio es la formación
de la personalidad de la persona. Las tendencias actuales pretenden que esta educación sea
integral, es decir, en todas las dimensiones de la persona. La formación es el proceso de
preparación de la persona para la vida. Por eso algunos autores consideran que la formación y la
educación son sinónimos. No obstante, otros indican que una leve diferencia está en que la
formación hace énfasis en el objeto y la educación en la aspiración que se desea alcanzar.

Didáctica: La didáctica (del adj. didáctico, del griego διδακτικός [didaktikós])1​2​ es la disciplina
científico-pedagógica que tiene como objeto de estudio los procesos y elementos existentes en
la enseñanza y el aprendizaje. La didáctica se encarga de articular un proyecto pedagógico (objetivos
sociales de la educación) con los desarrollos en las técnicas y métodos de enseñanza (que se
fundamentan en una teoría general del aprendizaje).3​
Díaz Barriga la define como: una disciplina teórica, histórica y política. Tiene su propio carácter
teórico porque responde a concepciones sobre la educación, la sociedad, el sujeto, el saber y la
ciencia; es histórica, ya que sus propuestas responden a momentos históricos específicos y es
política porque su propuesta está dentro de un proyecto social (Díaz Barriga, 1992:23). Cabe
destacar que esta disciplina es la encargada de articular la teoría con la práctica. .
Díaz Barriga5​ menciona que los nuevos procesos en la construcción del conocimiento y en el
aprendizaje están generando una nueva didáctica, es decir, "un movimiento en desarrollo, con
distintas vertientes, que busca no excluir el sentido del saber, del trabajo docente, a la vez que
recupera la importancia del trabajo, el deseo y la construcción de un proyecto personal por parte
del alumno. Tiene acercamientos al constructivismo, pero se fundamenta en una profunda tradición
didáctica.
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PEDAGOGIA CATEQUISTICA

Antonio Medina en su libro Didáctica general, define este término como: "es una disciplina de
naturaleza pedagógica, orientada por las finalidades educativas y comprometida con el logro de la
mejora de todos los seres humanos, mediante la comprensión y transformación de los procesos
sociocomunicativos, y la adaptación y el desarrollo apropiado del proceso de enseñanza-
aprendizaje".
Para Domingo Contreras en su libro Enseñanza, curriculun y profesorado, "la Didáctica es la
disciplina que explica los procesos de enseñanza-aprendizaje para proponer su realización
consecuente con las finalidades educativas".
A- Modelos
Muy esquemáticamente se describen tres modelos de referencia:

 El modelo llamado «normativo», «reproductivo» o «pasivo» (centrado en el contenido).


Donde la enseñanza consiste en transmitir un saber a los alumnos. Por lo que, la pedagogía
es, entonces, el arte de comunicar, de «hacer pasar un saber».
 El maestro muestra las nociones, las introduce, provee los ejemplos.
 El alumno, en primer lugar, aprende, escucha, debe estar atento; luego imita, se entrena,
se ejercita y al final, aplica.
 El saber ya está acabado, ya está construido.
 El modelo llamado «incitativo» o «germinal» (centrado en el alumno).

 El maestro escucha al alumno, suscita su curiosidad, le ayuda a utilizar fuentes de


información, responde a sus demandas, busca una mejor motivación
 El alumno busca, organiza, luego estudia, aprende (a menudo de manera próxima a lo que
es la enseñanza programada).
 El saber está ligado a las necesidades de la vida, del entorno (la estructura propia de ese
saber pasa a un segundo plano).
 El modelo llamado «aproximativo» o «constructivo» (centrado en la construcción del
saber por el alumno). Se propone partir de modelos, de concepciones existentes en el
alumno y ponerlas a prueba para mejorarlas, modificarlas, o construir unas nuevas.
 El maestro propone y organiza una serie de situaciones con distintos obstáculos (variables
didácticas dentro de estas situaciones), organiza las diferentes fases (acción, formulación,
validación, institucionalización), organiza la comunicación de la clase, propone en el
momento adecuado los elementos convencionales del saber (notaciones, terminología).
 El alumno ensaya, busca, propone soluciones, las confronta con las de sus compañeros,
las defiende o las discute.
 El saber es considerado en lógica propia.
B- Componentes
Hay seis componentes importantes que conforman el acto didáctico:

 El docente o profesor(a)/maestro(a). Persona que promueve y orienta el aprendizaje,


 El discente o estudiante. Persona a quien se dirige la enseñanza.
 Los objetivos de aprendizaje. Metas educativas que reflejan los logros de aprendizaje
que se esperan en los discentes.
 Materia. Contenidos que han de ser enseñados y aprendidos. Formalmente están
plasmados en el currículo.
 Los métodos de enseñanza. Procedimientos seguidos para promover el aprendizaje.
Responden a la pregunta de cómo enseñar.
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 El contexto del aprendizaje. Escenario donde se lleva a cabo el proceso enseñanza-


aprendizaje; incluye el entorno social, cultural y geográfico.

Metodología: La metodología (del griego μέθοδος de μετά metá 'más allá, después, con',
οδως odós 'camino' y λογος logos 'razón, estudio'), ​ hace referencia al conjunto de procedimientos
racionales utilizados para alcanzar el objetivo o la gama de objetivos que rige una investigación
científica, una exposición doctrinal2​ o tareas que requieran habilidades, conocimientos o cuidados
específicos. Con frecuencia puede definirse la metodología como el estudio o elección de un
método pertinente o adecuadamente aplicable a determinado objeto.

PEDAGOGÍA DE DIOS. PEDAGOGÍA


CATEQUÉTICA1
NDC

SUMARIO: I. La pedagogía catequética. II. La pedagogía de Dios inspira la pedagogía


catequética: 1. La pedagogía de Dios en la Biblia; 2. La pedagogía de Jesús; 3. Su continuación
en la Iglesia; 4. La pedagogía de Dios en la catequesis. III. Modelos pedagógicos para la
catequesis: 1. Las tres funciones pedagógicas; 2. El servicio que pueden dar a la catequesis. IV.
Dos cualidades de la pedagogía catequética: 1. Una pedagogía integradora; 2. Una pedagogía
diferenciadora.

El término pedagogía catequética puede suscitar la expectativa de encontrarnos ante un elenco de


recetas prácticas con que llevar a cabo la educación de la fe a través de la acción catequética. De
hecho, a menudo sucede así, y no es de extrañar, dada la contraposición entre una concepción
tradicional de catequesis a la que estábamos acostumbrados en el pasado y que consideraba
fundamentalmente el contenido, y algunos desarrollos más recientes que han privilegiado el
método por encima de todo.

Pedagogía ha sido identificada, en no pocas ocasiones y ambientes, con recursos metodológicos,


despojando así a este concepto de sus acepciones más genuinas. Método y pedagogía son dos
conceptos con diferentes significados, aunque a menudo en el uso común se utilicen
indistintamente. Hablar de pedagogía en el ámbito de la catequesis es algo más que referirnos a
una cuestión de método o de técnicas. Para comprender el perfil pedagógico de la catequesis
debemos buscar en la misma concepción que de ella tenemos. Según el Directorio general para la
catequesis de 1997, «la concepción que se tenga de la catequesis condiciona profundamente la
selección y organización de sus contenidos (cognoscitivos, experienciales,
comportamentales), precisa sus destinatarios y define la pedagogía que se requiere para la
consecución de sus objetivos» (DGC 35).

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E. Xavier Morell i Rom
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PEDAGOGIA CATEQUISTICA
La catequesis es fundamentalmente una pedagogía, pero no una pedagogía genérica, sin
apellidos, sino una pedagogía para la educación de la fe. Esta pedagogía se fundamenta, por una
parte, en la doctrina de la Iglesia y sus fuentes, tales como la Escritura, la tradición viva, el
magisterio, la liturgia y el testimonio del obrar cristiano. Y por otra parte, deberá ser una auténtica
pedagogía, fundamentándose sobre la base de las ciencias humanas del comportamiento y sobre
la antropología, y haciendo uso de teorías pedagógicas válidas y puestas al día. Sin olvidar nunca
que sus metas educativas deberán proyectarse en función de la finalidad superior, que es la
perfección o santidad cristiana, a la cual se llega sólo a través de una auténtica maduración
humana.

Desde un punto de vista amplio, la pedagogía es la disciplina que se ocupa de la educación. Pero
actualmente está en discusión la comprensión del aspecto disciplinar de la pedagogía, desde su
consideración como disciplina específica y unitaria hasta su concepción dentro de un ámbito
científico multidisciplinar. A nosotros nos bastará su consideración como disciplina científica de la
organización del saber y de la intervención educativa. Una disciplina que reorganiza y sistematiza
todos los saberes que proceden de las ciencias humanas sobre la educación, con el fin de
ponerlos en marcha y orientarlos en función de la intervención educativa.

Muy significativa es la definición de pedagogía a partir de su estudio etimológico. Su origen está


en dos palabras griegas, paidós y agogía, que significan respectivamente niño y conducción, y
equivale por tanto a conducción del niño. El pedagogo (paidagogos), en sus orígenes, era el
esclavo o liberto que cuidaba a los niños y los acompañaba a la escuela, a la presencia del
maestro, y más tarde el encargado de la educación de los jóvenes aristocráticos. Poco a poco el
término pasó a indicar, en sentido figurado, la actividad misma de la educación. Actualmente este
significado a partir de su etimología está completamente abandonado. Se ha superado la
referencia exclusiva al niño, ya que todas las etapas de la vida son susceptibles de educación; y
por otra parte, el carácter práctico de la acción de conducir lo ha asumido más bien el concepto de
educación.

No obstante, la catequesis puede incorporar esta acepción más antigua del término pedagogía,
hasta el punto de que resulta muy sugerente establecer una analogía, tomando las distancias
oportunas, entre la función del pedagogo primitivo y la función actual del catequista y de la
comunidad. Aquel tenía el encargo de acompañar al niño desde su casa hasta el encuentro con el
maestro, para luego desaparecer. El catequista, que es agente directo del acto catequético y
actuante en nombre de la comunidad cristiana, tiene la función de acompañar por un camino de fe
que lleve al catequizando hasta su verdadero

Maestro, para desaparecer en el momento oportuno y dejar que el encuentro se realice en el


terreno de la fe. Porque catequizar es conducir a uno a escrutar el misterio de Cristo hasta que
establezca con él una auténtica comunión, capaz de conducirlo al amor del Padre en el Espíritu (cf
CT 5). «En la escuela de Jesús Maestro, el catequista une estrechamente su acción de persona
responsable con la acción misteriosa de la gracia de Dios» (DGC 138; cf IC 18).

I. La pedagogía catequética
Hablar de pedagogía catequética no es hablar de uno de tantos elementos que forman parte de
esta acción fundamental de la Iglesia que es la catequesis, sino de la esencia misma de la
catequesis. Porque catequesis es pedagogía. La catequesis no es sólo método, pero tampoco es
solamente contenido; no se identifica exclusivamente con la Biblia ni con la tradición ni con el
magisterio. La catequesis tampoco mira unilateralmente al hombre, al creyente, al catecúmeno. La
catequesis es la pedagogía necesaria para que el mensaje de la Revelación, conocido y
transmitido por la tradición de la Iglesia, llegue al hombre y sea para él fuente de salvación.
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En los últimos tiempos la reflexión sobre la catequesis ha llevado a acentuar su dimensión
pedagógica. En ello han influido también los progresos de las ciencias de la educación. «Entre las
numerosas y prestigiosas ciencias del hombre que han progresado enormemente en nuestros
días, la pedagogía es ciertamente una de las más importantes» (CT 58). De hecho la catequética,
como disciplina que se encarga de la reflexión sistemática sobre la catequesis, siempre ha estado
fuertemente ligada a la pedagogía, y dominada en cierto sentido por una doble raíz: la teológica,
que determina sobre todo los contenidos y las finalidades últimas, y la pedagógica, que busca la
determinación de los objetivos, procesos y metodologías (cf IC 43).

Quizás gracias a una acentuación progresiva de su carácter educativo integral, la catequesis se ha


ido concibiendo como una forma eminente de educación de la fe, a veces incluso llegando a una
identificación de términos. Es lo que hace, por ejemplo, Catechesi tradendae. Porque su finalidad
apunta a la iniciación en la plenitud de la vida cristiana, la catequesis puede ser considerada
globalmente como una educación de la fe de los niños, de los jóvenes y adultos (cf CT 18; IC 16).
Educación de la fe es aquí una expresión equivalente a catequesis porque quiere subrayar su
misión y su naturaleza.

De alguna manera la expresión «educación de la fe» resume el paso del catecismo a la


catequesis, de la tradicional instrucción religiosa a una acción catequética más atenta al contenido
existencial del mensaje cristiano y de la correspondiente respuesta del creyente. Dicha expresión
debe entenderse correctamente desde el momento en que no es posible influir desde el exterior en
una realidad tan indisponible como es la fe, que teológicamente remite a la gratuidad del don
divino y a lo imprevisible de la respuesta humana libre. ¿Se trata de un modo de decir sólo
analógico, o al contrario, la catequesis posee una dimensión realmente educativa como para poder
hablar de educabilidad de la fe?

El misterio de la encarnación nos ha recordado que la palabra de Dios asume una visibilidad
humana para hacerse conocer, para volverse cercana y accesible al hombre con vistas a la fe.
Hay, por tanto, un aspecto de la Revelación inseparable del trascendente, que está en relación
con la capacidad de aprendizaje humano. Aunque queda excluida cualquier forma de intervención
directa sobre la fe misma, es posible hablar de educación de la fe en referencia a las mediaciones
humanas que pueden facilitar, ayudar y apartar obstáculos en el proceso de maduración religiosa.
La catequesis, siendo pedagogía en acto de la fe, «no confunde la acción salvífica de Dios, que es
pura gracia, con la acción pedagógica del hombre, pero tampoco las contrapone y separa» (DGC
144).

Al lado de esta casi identificación, en nuestro contexto eclesial se ha querido establecer una
distinción entre catequesis y educación de la fe para indicar una acción educativa más amplia,
dentro de la cual la catequesis tendría como función específica la de ser un proceso de
aprendizaje bien determinado. La Catequesis de la comunidad concibe la educación de la fe como
una vasta tarea que abarca prácticamente todo lo que hace la Iglesia. «La Iglesia educa en la fe
no sólo por su predicación y catequesis, sino también por sus celebraciones litúrgicas, por la
acción caritativa y el testimonio de sus miembros e incluso por su misma configuración. Todo su
ser y su vivir tiene una dimensión educativa» (CC 57).

Así entendida, esta acción tomaría múltiples formas, desarrollándose en ámbitos y cauces muy
diversos, «por ejemplo, mediante la predicación, la homilía, la enseñanza religiosa escolar, la
educación cristiana en la familia, la educación escolar de inspiración cristiana, la formación dentro
de los movimientos apostólicos, el anuncio del mensaje a través de los medios de comunicación,
la enseñanza de la teología, los ejercicios espirituales, retiros, cursillos y jornadas de reflexión»
(CC 58; cf IC 33ss).

Esta distinción, lejos de querer limitar el significado del término catequesis, debe ayudar a
considerarla desde el punto de vista de la intencionalidad y la sistematicidad, para así poder
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construir a su alrededor una estructura pedagógica y dotarla de una adecuada tecnología
didáctica, que sería un tanto dispersa si debiera tener presentes todos los momentos de
catequesis ocasional, su carácter permanente, o la dimensión catequética de múltiples acciones
de la pastoral de la Iglesia. La intencionalidad quiere subrayar el hecho de que el proceso
catequético debe tender a las finalidades educativas y de maduración de la fe clara y
conscientemente buscadas, organizando un itinerario sobre la base de determinados objetivos a
alcanzar. La sistematicidad supone la pretensión de hacerlo de manera ordenada y guiada. Indica
que no se confía el aprendizaje solamente a los ritmos y a los tiempos de la vida familiar, eclesial y
social, sino a unos planes y secuencias organizadas con vistas a adquirir conocimientos,
habilidades y actitudes precisas.

La necesidad de una sistematicidad en la catequesis, aun considerando la importancia de


múltiples ocasiones catequéticas relacionadas con la vida personal, familiar, social o eclesial, la
apuntaba Pablo VI en su discurso de clausura de la IV asamblea general del sínodo de obispos de
1977 con estas palabras recogidas después por Juan Pablo II en Catechesi tradendae: «[Me
felicito] al advertir que todos han señalado la gran necesidad de una catequesis orgánica y bien
ordenada, ya que esta reflexión vital sobre el misterio de Cristo es lo que principalmente distingue
a la catequesis de todas las demás formas de presentar la palabra de Dios» (CT 21).

Dada una cierta aprensión, por parte de algunos, ante la posibilidad de que el recurso a una
ciencia no estrictamente teológica pudiera limitar la densidad de una acción eclesial tan importante
como la transmisión de la fe, hay que decir que la pedagogía profana y la pedagogía catequética
no son dos mundos diferentes y mucho menos opuestos. De hecho, no existe una pedagogía
profana frente a la catequética, sino unas ciencias pedagógicas que se adaptan para cada
finalidad educativa. Así la educación catequética, cuya pedagogía debe tener presentes los
adelantos recientes de las ciencias pedagógicas, en el momento de hacer uso de ellas no debe
perder de vista la originalidad de la educación de la fe. Garantizando la fidelidad de la catequesis a
su identidad eclesial de praxis pastoral para la educación de la fe, no hay que olvidar la
importancia de los criterios y elementos necesarios para responder a las exigencias propias de
todo proceso educativo. El punto de equilibrio es equidistante de los fanáticos del contenido, para
quienes la pedagogía es solamente cuestión de recetas y de aportaciones de segunda clase, y los
fanáticos de la pedagogía, que querrían privar al mensaje de su carácter cuestionante y
modelador.

II. La pedagogía de Dios inspira la pedagogía catequética


La pedagogía de Dios en la Biblia es fuente de inspiración para la pedagogía catequética. La
salvación de la persona, que es el fin de la Revelación, se manifiesta como fruto de una original y
eficaz pedagogía de Dios. «Dios mismo, a lo largo de la historia sagrada y principalmente en el
evangelio, se sirvió de una pedagogía que debe seguir siendo el modelo de la pedagogía de la fe»
(CT 58). El magisterio reciente y la legislación catequética actual que de él se ha derivado han
relacionado estrechamente la catequesis, como pedagogía de la fe, con la misma pedagogía de
Dios, de la cual se habla ya en la Escritura y en los Padres de la Iglesia, sobre todo en Ireneo y
Clemente de Alejandría. Lo expresaban diciendo que «la Biblia se refiere a nosotros», nos
reconocemos en el pueblo de Israel que esperaba a Cristo, y nos preparamos para encontrarlo
también nosotros. «La Sagrada Escritura nos presenta a Dios como un padre misericordioso, un
maestro, un sabio que toma a su cargo a la persona individuo y comunidad en las condiciones en
que se encuentra, la libera de los vínculos del mal, la atrae hacia sí con lazos de amor, la hace
crecer progresiva y pacientemente hacia la madurez del hijo libre, fiel y obediente a su palabra»
(DGC 139).
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1. LA PEDAGOGÍA DE Dios EN LA BIBLIA. La Escritura describe concretamente el
camino vivido por un pueblo, cuya historia es paradigmática de toda historia religiosa, y en
consecuencia de todo camino de descubrimiento de Dios. El mismo impulsa el crecimiento de
Israel en la tribulación para hacerlo santo y disponible a la misericordia que salva. La Escritura
muestra la pedagogía de Dios en el desplegarse de la Revelación que prepara sabiamente la
plenitud de los tiempos. En ella Dios conduce de la mano a su pueblo hacia la realización de la
promesa. Llama pedagogía divina a «la manera con la que Dios ha conducido a Israel hacia Cristo
salvador, y al modo con el que el propio Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, vivió la voluntad del
Padre y comunicó e hizo realidad entre los hombres el evangelio del reino de Dios» (CAd 255).

Consiste esencialmente en hacer caminar al hombre a través del tiempo, entroncarlo con una
historia de muerte y resurrección, creadora de realidad espiritual de amor. Esta historia tiene su
punto culminante en Jesucristo. Abriéndose con fe hacia el futuro previsto por la promesa, el
hombre llega poco a poco a conocer, es decir, a encontrarse con Dios. «En realidad, favorecer el
encuentro de una persona con Dios, que es tarea del catequista, significa poner en el centro y
hacer propia la relación que Dios tiene con la persona y dejarse guiar por él» (DGC 139). La
pedagogía catequética, inspirada y modelada según la pedagogía de Dios, consiste esencialmente
en conectar al hombre a este camino de la historia del pueblo de Dios y, en este sentido, educarlo
en el seguimiento de Jesús.

El valor pedagógico del Antiguo Testamento se descubre en el hecho de que Dios se ha formado
un pueblo y lo ha conducido a Cristo educándolo oportunamente. Esta educación se reconstruye a
partir de lo que el Antiguo Testamento dice de Dios y del hombre, en la forma con que maduran
progresivamente las relaciones de conocimiento y amor que, al mismo tiempo, cada hombre
deberá vivir personalmente. Dios aparece, no como una idea, sino como una Persona, un ser que
se hace encontradizo, que nos ama y nos habla, que está en la base de todo. La pedagogía divina
pone el acento en el hecho de que la revelación de Dios al hombre se desarrolla de forma
progresiva. Por tanto, una evolución en la Revelación, con progresos graduales y rectificaciones
sucesivas de algunas representaciones divinas deficientes por parte del hombre, que Dios poco a
poco va corrigiendo. Un proceso similar será necesario en la catequesis desde el punto de vista
pedagógico. La larga preparación divina que va disponiendo a su pueblo para recibir la plenitud de
la salvación en Cristo se repite en la vida de cada hombre. En cada creyente se esconde un
miembro del pueblo de la antigua alianza que vive la experiencia de la infidelidad y del culto
idolátrico. Por tanto la pedagogía de Dios en el Antiguo Testamento tendrá un valor de signo que
indica el camino que debe seguir para encontrar a Cristo.

2. LA PEDAGOGÍA DE JESÚS. En su manera de revelarse, Jesús practica una


pedagogía que debe orientar a la desarrollada para anunciar a Cristo. Retoma estas
características y revela una intensa capacidad de comunicación a través de sus gestos y de sus
palabras. La relación entre la palabra y la vida ofrece el ejemplo de coherencia que permanece
como modelo e ideal para cualquier acción catequética. La vida entera de Cristo es una auténtica
enseñanza.

Como en el Antiguo Testamento, también en los Evangelios aparece la progresión pedagógica y el


desarrollo gradual en la formación de los discípulos: la acogida del otro, en especial del pobre, del
pequeño, del pecador, como persona amada y buscada por Dios; el anuncio genuino del reino de
Dios como buena noticia de la verdad y de la misericordia del Padre; un estilo de amor tierno y
fuerte que libera del mal y promueve la vida; la invitación apremiante a un modo de vivir sostenido
por la fe en Dios, la esperanza en el Reino y la caridad hacia el prójimo; el empleo de todos los
recursos propios de la comunicación interpersonal, como la palabra, el silencio, la metáfora, la
imagen, el ejemplo, y otros tantos signos, como era habitual en los profetas bíblicos» (DGC 140).
Jesús ha realizado con su vida, muerte y resurrección, la salvación prometida a los profetas.
Solamente a la luz de la historia de Jesús todas las promesas del Antiguo Testamento adquieren
su significado preciso.
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También la catequesis apostólica se sitúa en esta dinámica, con su capacidad de concentrarse en
el misterio de Cristo, la referencia asidua a la Escritura y a las palabras del Maestro, el testimonio
vivo de los apóstoles y de la primitiva comunidad cristiana, la seriedad de una enseñanza profunda
y duradera en el tiempo (He 2,42; 11,26; 18,1-11; 19,10).

3. Su CONTINUACIÓN EN LA IGLESIA. La Iglesia, continuando la misión de


enseñar de los apóstoles y de sus primeros colaboradores, ha generado también a lo largo de su
historia «una variedad de vías y formas originales de comunicación religiosa, como el
catecumenado, los catecismos y los itinerarios de vida cristiana; un valioso tesoro de enseñanzas
catequéticas, de expresiones culturales de la fe, de instituciones y servicios de la catequesis»
(DGC 141). Es edificante recordar que los obispos y pastores de mayor prestigio, sobre todo en
los siglos tercero y cuarto, consideran como una parte importante de su ministerio episcopal
enseñar de palabra y escribir tratados catequéticos (cf CT 12).

4. LA PEDAGOGÍA DE DIOS EN LA CATEQUESIS. Al aplicar el


concepto pedagogía de Dios a la catequesis debemos tener presente que no significa
primariamente la inspiración que la acción educativa de Dios ha dado a las ciencias humanas de la
educación. La pedagogía de Dios es ciertamente intervención educativa divina, pero según
su misterio de salvación, por tanto no transferible de manera inmediata a pensamientos y sistemas
humanos. El desarrollo del tema de la pedagogía de Dios hay que situarlo en su significado
soteriológico y sobrenatural, y no tanto como la posibilidad de disponer de un arsenal de objetivos,
contenidos o métodos ya prefijados. El aspecto de formación, de educación de un pueblo tiene un
significado permanente en el sentido de que todo hombre y grupo humano recorre su propio
camino de conocimiento de Dios.

A nivel de catequesis, comportará como consecuencia el hecho de pensar, de entender y de


realizar la acción catequética como participación en esa pedagogía de Dios, expuesta por tanto al
influjo de su gracia y con fidelidad a las exigencias reveladas, evitando reducir el alcance
educativo de la catequesis a modalidades simplemente humanas. «Cuando se habla de
pedagogía de la fe, no se trata de transmitir un saber humano, aun el más elevado; se trata de
comunicar en su integridad la revelación de Dios» (CT 58).

Convendrá asumir críticamente las indicaciones pedagógicas de la Biblia, intentando llegar a las
motivaciones de fondo que las inspiran, pero no como si fuesen preceptos inmutables, aunque se
trate de la manera de hacer o de enseñar de Jesús. La finalidad del recurso a la pedagogía de
Dios no es vaciar nuestra responsabilidad humana, sino sostenerla e indicarle los fines últimos y
las razones sobrenaturales de actuar. El Nuevo Testamento subraya que la misión de Jesús
consiste en anunciar la buena noticia del reino de Dios, constituyéndose en auténtico y absoluto
Maestro. En el fondo, Jesús es el primer catequista, pero es arriesgado derivar de su acción
indicaciones pedagógicas precisas. Más que un modelo a imitar es un ejemplo a seguir.

La catequesis, en cuanto comunicación de la revelación divina, es una pedagogía que se inserta y


sirve al diálogo de la salvación entre Dios y la persona; acepta el carácter progresivo de la
Revelación, de la trascendencia y de la palabra de Dios, así como su adaptación a las diversas
personas y culturas; reconoce la centralidad de Jesucristo, palabra de Dios hecha hombre, que
determina la catequesis como pedagogía de la encarnación, por la cual el evangelio se ha de
proponer siempre para la vida y en la vida de las personas; reconoce el valor de la experiencia
comunitaria de la fe; se enraíza en la relación interpersonal y hace suyo el proceso del diálogo; se
hace pedagogía de signos, en la que se entrecruzan hechos y palabras, enseñanza y experiencia;
encuentra tanto su fuerza de verdad como su compromiso permanente de dar testimonio en el
inagotable amor divino, que es el Espíritu Santo (cf DGC 143).

Por otra parte, el hecho de que la acción catequética sea una participación en la pedagogía divina,
más que una justificación de su importancia o de su prestigio, da a la catequesis una gran
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responsabilidad ya que, inspirada por la fe, debe estudiar y practicar con competencia las
aportaciones de las ciencias de la educación sobre esta tarea nunca concluida de ayudar al
crecimiento del cristiano.

III. Modelos pedagógicos para la catequesis


Se ha hecho común distinguir la función de tres términos ya clásicos en pedagogía, que darán
lugar a tres modelos pedagógicos diversos. Este triángulo pedagógico está constituido por el
enseñante, el educando y el saber. A partir de esta estructura de base podemos referirnos a tres
funciones pedagógicas diferentes, designadas como «enseñar, animar y aprender» (A. Fossion,
1990).

1. LAS TRES FUNCIONES PEDAGÓGICAS. Ya de entrada y con mucha


simplificación, podríamos ver en el primado de la enseñanza aquella concepción de la educación
en la cual el educando no posee nada y todo debe llegarle desde el exterior; contrariamente, una
exclusiva acentuación de la animación exageraría que el educando posee prácticamente todas las
potencialidades de manera que la educación sólo debe crear las condiciones para que estas
afloren. El aprendizaje sería un intento de equilibrio entre estos dos modelos anteriores.

a) Enseñar. El modo de funcionar caracterizado por la enseñanza magisterial se encuentra


completamente centrado sobre el saber del educador; este es quien sabe y quien transmite todo
un cúmulo de saber a los educandos, los cuales no tienen más que aprenderlo y asimilarlo.
Aunque el maestro sea el actor principal, eso no significa que el alumno sea completamente
inactivo; su actividad consiste precisamente en apropiarse del saber tal como es definido,
organizado y presentado por parte del maestro.

El riesgo de este estilo de trabajar es que, además de generar una relación de dominador y
dominado que puede llegar a ser insoportable, transmite conocimientos sueltos y superficiales, ya
que el alumno no llega nunca a una verdadera integración de los mismos con un trabajo de
apropiación. Tiene, sin embargo, sus virtudes, en la medida en que el maestro ejerce su función
de enseñante con la habilidad de ponerse en el lugar de su auditorio, superando el mero hecho de
anunciar saberes ya establecidos y reestructurándolos en función de sus alumnos. Se ofrece un
solo modelo, pero se ofrece como ejemplo entre varios posibles, invitando a cada uno a hacer su
propio proceso.

b) Animar. En el modelo caracterizado por la animación, el formador (o animador, en este


caso) renuncia a comunicar un saber determinado. Su función se limita a menudo a facilitar la
organización y a estar atento a la autoorganización de las personas y de los grupos en formación.
El contenido toma la forma de un dispositivo de expresión, de organización, de trabajo y de
creación de conocimientos, según los intereses espontáneos de los mismos individuos en proceso
de formación y a partir de sus propias adquisiciones, experiencias y observaciones. En este
modelo, el saber se refiere ante todo a aquello que haya podido ser adquirido a través de la
experiencia subjetiva, virtualmente ya presente, y que ahora va a pasar por una etapa de
elaboración. La pedagogía de la animación será principalmente una pedagogía de la expresión.

En esta modalidad, la pedagogía de grupo juega un papel preponderante. El proceso de formación


está constituido fundamentalmente por los intercambios en el interior del grupo. El animador no
9
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interviene en la definición de los contenidos, facilita su expresión y estructuración sugiriendo
métodos de trabajo o de intercambio. Las personas y los grupos no son
aquí objetos, sino sujetos de la formación. Se valora su autonomía, su iniciativa, sus motivaciones.

c) Aprender. Finalmente el modelo basado en el aprendizaje sitúa al educando frente a un


saber o a una competencia (un saber-hacer) que, al menos como punto de partida, el educando
todavía desconoce y del cual va a apropiarse de forma activa; el aprendizaje se centra en las
operaciones que el sujeto en formación deberá efectuar en el campo de un saber dado, con el
objetivo de asumirlo y usarlo de manera creativa. Lo que caracteriza el aprendizaje es un itinerario
de apropiación activa de los saberes o competencias del sujeto en formación. Así la conciencia de
un aprendizaje asumido por parte del alumno va a influenciarlo realmente.

La situación creada por el modelo basado en el aprendizaje comporta una triple característica.

En primer lugar, la motivación, es decir, la responsabilidad de la propia formación y la aceptación


de un conjunto de tareas a realizar. La realización de un proyecto personal será el punto de
referencia de los conocimientos que deberán adquirirse. La acción didáctica consistirá en
organizar la interacción entre un conjunto de documentos u objetos y una tarea a cumplir.

En segundo lugar, la instrumentación. Esta representa precisamente el conjunto de los medios que
uno adopta para realizar un proyecto (informaciones, materiales, métodos). Desde este punto de
vista lo que caracteriza la situación de aprendizaje, es que el educando se coloca a distancia de
un objeto que debe llegar a alcanzar, pero teniendo a su alcance los medios para recorrer esta
distancia y apropiarse así activamente de ese objeto. El educador no renuncia a intervenir en el
terreno de los saberes o de las competencias a adquirir, ya que es él mismo quien aporta las
informaciones y al mismo tiempo los métodos para adquirirlas. Así el educador más competente
no será ni el más sabio ni el que más trabaje, sino aquel que haga trabajar mejor a los alumnos,
de la forma más inteligente, más estimulante y más eficaz.

En tercer lugar el aprendizaje se caracteriza también por la creación de conocimientos por parte
del mismo alumno. Su actividad no parte de la nada; a partir de lo que le viene dado
(informaciones, métodos, etc.), el educando realiza un conjunto de operaciones mediante las
cuales hace una obra de apropiación. Existe por un lado la transmisión de conocimientos estables,
y por otro el desarrollo de una aptitud para trabajar con estas informaciones y con la práctica de
esos métodos, en definitiva para elaborar metódicamente posteriores conocimientos. En el
funcionamiento concreto de esta pedagogía se privilegian más los instrumentos de conocimiento
que las mismas informaciones científicas. El educando es considerado como el agente de su
propia formación, al mismo tiempo que es llamado a convertirse en actor responsable dentro de la
sociedad.

2. EL SERVICIO QUE PUEDEN DAR A LA CATEQUESIS. a) Enseñanza. La


catequesis debe necesariamente recurrir de forma parcial a determinadas formas
de enseñanza, sobre todo por motivos que atañen a la naturaleza de la propia Revelación y a la
comunicación de la fe. Como iniciación a la fe también por el ejercicio de la razón, la catequesis
requiere necesariamente una enseñanza, una exposición, una explicación de la fe, de tal manera
que sea recibida y vivida en la Iglesia bajo la autoridad del magisterio que la interpreta y la
autentifica. En un contexto sociocultural como el actual, esta modalidad de trabajo pedagógico
podría salir al paso de la necesidad de informaciones claras y de explicaciones autorizadas sobre
las afirmaciones de la fe y sobre los componentes de la vida cristiana. Por otra parte, la situación
presente de secularización y de pluralismo es propicia al desarrollo de catequesis que recurran
deliberadamente a una lógica de exposición, con el peligro de quedarse a medio camino en la
finalidad que realmente pretende la Iglesia con la acción catequética.
9
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Valorar convenientemente esta dimensión de enseñanza exige, sin embargo, encontrar las
maneras adecuadas de proceder que puedan responder a las expectativas y los valores de las
personas. Deben darse una serie de condiciones que hagan catequéticamente eficaz y
culturalmente oportuna esta pedagogía magisterial. Ante todo, la catequesis debe distinguir entre
la lógica de la exposición y la lógica de la imposición, haciendo honor a la inteligencia del auditorio
y a su capacidad de juicio, promoviendo al mismo tiempo el ejercicio de la libertad religiosa en un
contexto pluralista. Debe tener en cuenta la articulación entre las diferentes afirmaciones
fundamentales de la fe, así como entre los diferentes componentes de la vida cristiana. Debe
anunciar no solamente los conocimientos bien estructurados, sino la manera como estos saberes
se construyen, se justifican y pueden ser personalizados, y a qué consecuencias para la acción
deben conducir y a través de qué métodos.

b) Animación. El modelo basado en la animación puede incluso justificarse teológicamente


apelando a la igualdad de las personas en dignidad, a la riqueza de las experiencias de vida, e
incluso a la presencia del Espíritu Santo actuante en cada persona. El trabajo catequético de
animación consiste en llegar a expresar todo aquello que ya está virtualmente presente en la
experiencia de vida y en la experiencia de fe de los catequizandos, como individuos y como grupo.
Esto no suprime la dimensión de alteridad de la Revelación. Se considera que el encuentro de la
Revelación, la escucha de la Palabra y la presencia del Espíritu están ya incluidos en la
experiencia; son una dimensión constitutiva de la experiencia que precisamente busca expresarse.
Se parte de la base de que existe ya un cúmulo de adquisiciones recibidas por gracia. En este
proceso, el catequista-animador, siempre al servicio de la expresión y del trabajo de las personas
y los grupos, puede intervenir en el terreno del contenido, no como el maestro que
autorizadamente dicta el saber, sino en cuanto facilitador del proceso y también en cuanto testigo.
Es aquel que ayuda a un grupo de creyentes a discernir poco a poco la Palabra contenida
germinalmente en la existencia de cada uno.

Quien se dedica a la tarea de la catequización no debe olvidar que, para la gran mayoría de los
jóvenes, la promoción de la libertad de expresión y la práctica de procesos de intercambio son en
nuestro tiempo imperativos categóricos. Por lo tanto, la animación en la catequesis es una forma
de trabajo culturalmente indiscutible, aunque no sea la única. Pero al mismo tiempo muestran las
encuestas que el estilo de animación, incluso allí donde es deseado, engendra a menudo
insatisfacción y frustración en un segundo momento. Muchos grupos de catequesis, a la larga,
acusan cansancio por el hecho de centrarse exclusivamente sobre la expresión y el compartir
cuestiones y experiencias inmediatas. En el cambio cultural actual, caracterizado por un desgaste
evidente del cristianismo, la pedagogía de la animación, contra sus propias intenciones, corre el
riesgo de recurrir incansablemente a las expresiones disponibles de la fe, es decir, a aquellas que
precisamente están amenazadas culturalmente por dicho desgaste.

c) Aprendizaje. La lógica del aprendizaje puede presentarse particularmente oportuna para la


catequesis, ya que favorece un encuentro riguroso con los datos de la tradición, al mismo tiempo
que estimula su adecuada fructificación en el sujeto que la recibe. Hace posible una articulación
dinámica entre algo dado (traditio) y algo recibido (reditio), entre la iniciativa de la palabra de Dios
y la respuesta del pueblo de Dios, en cuyo contexto esta se actualiza, entre el don de la
Revelación y su apropiación activa por parte del sujeto que lo recibe con vistas a ser transformado
y hacerlo fructificar en su propia palabra, en su obrar, en sus proyectos, bajo el impulso del
Espíritu. «La participación activa de los catequizandos en su proceso formativo está en plena
conformidad, no sólo con la comunicación humana verdadera, sino especialmente con la
economía de la revelación y la salvación» (DGC 157).

Culturalmente, la lógica del aprendizaje en el campo de la catequesis Permite respetar el derecho


de las personas que son «alérgicas» a los discursos ya confeccionados y desean verificar sus
fundamentos para avanzar hacia convicciones personales. Por otra parte, en un tiempo de cambio
cultural en el cual parece que las antiguas representaciones religiosas sean inadecuadas, es
9
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decisivo para el futuro de la fe favorecer procesos de aprendizaje, en los cuales los sujetos
pongan a trabajar sus representaciones religiosas ya superadas, confrontándolas de nuevo, con
rigor y método, con los datos de la tradición cristiana.

d) Su empleo interactivo. No hay que olvidar que, en la práctica, estos tres modelos no se
emplean solos, sino en combinación e interacción. Pero parece razonable que en la acción
catequética domine el modelo de aprendizaje, conservando en su interior un lugar para la
enseñanza y la animación. La reflexión sobre la continuidad del proceso educativo desarrollada en
estos últimos años ha hecho emerger el significado primario del aprendizaje respecto de
la enseñanza, y la valencia del sujeto o referente de la educación más que la del objeto
o destinatario de la acción educativa. No se trata de una simple corrección terminológica, sino de
una auténtica inversión de marcha. La catequesis, como pedagogía de la fe, es un proceso
educativo que tiende a desarrollar la comprensión del misterio de Cristo a la luz de la Palabra,
para que el hombre entero quede impregnado. La catequesis «quiere conducir a los cristianos a la
unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios y a formar al hombre perfecto, maduro, que
realice la plenitud de Cristo (Ef 4,13); también quiere que estén dispuestos a dar razón de su
esperanza a todos los que les pidan una explicación» (CT 25). La centralidad del hombre como
sujeto de la catequesis conduce a un determinado enfoque acerca de los modelos de esta
pedagogía de la fe.

IV. Dos cualidades de la pedagogía catequética

1. UNA PEDAGOGÍA INTEGRADORA. Actualmente la reflexión catequética insiste


en el hecho de que la catequesis debe actuar en función de la realización total del hombre. En
cuanto transmisión de la palabra liberadora de Dios, no debe restringirse a un sector religioso de la
existencia, sino que debe alcanzar la totalidad del proyecto humano de vida, configurándose así
como «ayuda a la vida a través de la ayuda a la fe» y teniendo como cometido de fondo ayudar al
hombre a la realización de su propia existencia. El hombre fragmentado es una expresión hoy en
uso. Se trata de un hombre bombardeado por una constelación diversificada de informaciones
inconexas.

La catequesis, en su intento integrador, deberá considerar al hombre como una unidad indivisible y
una totalidad concreta, para alcanzar al hombre entero en toda su profundidad (cf CT 20 y 52). La
acción catequética se concibe como un proceso educativo en función del desarrollo integral de las
personas y los grupos, teniendo como punto de referencia no el hombre abstracto, sino el hombre
real, concreto e histórico. Entre sus objetivos deberán estar presentes los grandes horizontes de
toda educación humana: el desarrollo de la personalidad, la apertura a la socialización, la madurez
psicológica y afectiva, el sentido crítico, la capacidad de participación y corresponsabilidad.
Concebir la catequesis como educación integral, y no como mera enseñanza, exige una
pedagogía integradora compleja, rica y vital (cf CAd 263). Inserta en el proceso educativo del
cristiano, la catequesis deberá cuidar la integración necesaria de los diversos componentes
educativos, de manera que salvaguarde y lleve a su madurez la unidad interior de la persona.

a) Integradora en sus diversas dimensiones. La catequesis es una iniciación


cristiana integral abierta a todas las esferas de la vida cristiana, y a la vez a la totalidad
desbordante del misterio de Cristo. Por eso, siguiendo el documento La catequesis de la
comunidad (nn. 85-91), sus dimensiones propias deberán ser: la iniciación orgánica en el
conocimiento del misterio de Cristo y del designio salvador de Dios «no aislado de la vida ni
yuxtapuesto artificialmente a ella» (CT 22); una iniciación en la vida evangélica, un estilo de vida
en el mundo según las bienaventuranzas, con actitudes específicamente cristianas que hagan
transparentes las «con-secuencias sociales de las exigencias evangélicas» (CT 29); una iniciación
en la experiencia religiosa genuina, en la oración y en la vida litúrgica, que eduque para una
9
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activa, consciente y auténtica participación a la celebración sacramental; y una iniciación al
compromiso apostólico y misionero de la Iglesia, para despertar en los cristianos el interés en «dar
testimonio de su fe..., transmitirla a sus hijos..., hacerla conocer a otros..., servir de todos los
modos a la comunidad humana» (CT 24).

La pedagogía catequética integra, por lo tanto, una dimensión de enseñanza y conocimiento,


hecha de nociones, valores y acontecimientos; una dimensión vital como exigencia correlativa de
la salvación que se anuncia; una dimensión contemplativa y celebrativa, en sus aspectos
comunitario y personal debidamente equilibrados, y una dimensión de testimonio que sea impulso
para una presencia cristiana en la sociedad (cf IC 42-43).

b) Integradora de dos fidelidades: fidelidad a Dios y a la persona. El criterio


fundamental del anuncio evangélico que realiza la catequesis es la fidelidad tanto a Dios y a su
mensaje revelado como al destinatario a quien debe anunciarse. Es decir, fidelidad al pasado, a lo
que según la fe Dios ha querido manifestar de sí mismo y de su proyecto de salvación a la
humanidad, y fidelidad al presente, a aquellos que deben o pueden acoger esta revelación.

De Jesucristo recibe la pedagogía de la fe esta ley fundamental para toda la vida de la Iglesia y,
por tanto, para la catequesis: «la fidelidad a Dios y al hombre en una misma actitud de amor» (CT
55). La fidelidad a Dios y a su palabra, a lo que dice y a cómo lo dice, y la fidelidad al hombre y a
su existencia, no son dos momentos distintos, y menos aún dos preocupaciones diversas. No
podemos hablar de Dios sin hablar del hombre, ni hablar del hombre sin una visión de Dios. La
Revelación es una teología para el hombre: revela Dios al hombre; pero al mismo tiempo es
también una antropología: descubre lo que el hombre es a los ojos de Dios. La pedagogía
catequética ayuda a percibir la acción de Dios a lo largo de todo el camino educativo y propicia la
respuesta libre de las personas, promoviendo la participación activa de los catequizandos.

Esta ley fundamental nos ayuda a evitar tanto el espiritualismo desencarnado como el
antropocentrismo reduccionista. Una conjunción armónica de esas dos fidelidades debe ayudar a
evitar que los más sensibles a los aspectos existenciales lleguen a trivializar la originalidad de la fe
en su afán de fidelidad al hombre, y que los más preocupados por la verdad objetiva en su afán de
fidelidad a Dios hagan consistir la fe en su plasmación en fórmulas lejanas a la vida.

Otra ventaja secundaria, pero nada despreciable, puede derivarse de la aplicación de este
principio. En efecto, «el principio de la fidelidad a Dios y fidelidad al hombre lleva a evitar toda
contraposición, separación artificial o presunta neutralidad entre método y contenido, afirmando
más bien su necesaria correlación e interacción. El catequista reconoce que el método está al
servicio de la revelación y de la conversión, y por eso ha de servirse de él; y por otra parte sabe
que el contenido de la catequesis no es indiferente a cualquier método» (DGC 149).

c) Una pedagogía que da lugar a un acto catequético integrador. La


concepción dinámica de la pedagogía catequética y las relaciones interpersonales que se
establecen nos llevan a pensar que cada acto catequético tiene un ritmo propio y variable, pero
como denominador común debe ser integrador de tres elementos fundamentales: la experiencia, la
palabra de Dios y la expresión de la fe.

Superada una concepción superficial, según la cual la experiencia se identifica con un cúmulo de
tiempo y situaciones vividas o de cosas vistas, nos referimos a aquella experiencia de fe que hace
posible la comunicación y la educación de la fe. Experiencia hecha de relaciones, proyectos,
acontecimientos y valores, pero también, y sobre todo, de una capacidad de reflexión e
interpretación de los mismos. Porque «las experiencias de mayor importancia del hombre, cuando
son profundizadas, le ponen al descubierto los interrogantes más acuciantes de su existencia»
(CC 223).
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El hombre es radicalmente capaz de dialogar con Dios. Las experiencias cotidianas son un punto
de partida necesario para comprender la palabra de Dios. Dios nos revela algo de sí y nos habla
de su proyecto de amor y de salvación, utilizando palabras y experiencias de nuestra existencia
cotidiana. La palabra de Dios no puede presentarse al hombre sin hacerse al mismo tiempo
palabra sobre el hombre y palabra del hombre. Si Dios se comunica al hombre a través de
experiencias humanas, sólo en el interior de nuevas experiencias humanas similares a aquellas
originales que han mediado la Revelación es posible comprender el mensaje de Dios como buena
noticia para nosotros. Por eso no hay que oponer «una catequesis que arranque de la vida a una
catequesis tradicional, doctrinal y sistemática» (CT 22).

La experiencia humana en la catequesis ejerce diversas funciones: hace que nazcan en el hombre
intereses, interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones y juicios, que confluyen en un cierto
deseo de transformar la existencia; ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano siendo mediación
necesaria para explorar y asimilar las verdades que constituyen el contenido objetivo de la
Revelación; viene a ser, en cierto modo, ámbito en el que se manifiesta y realiza la salvación en la
que Dios, de acuerdo con la pedagogía de la encarnación, se acerca al hombre con su gracia y lo
salva. La iluminación y la interpretación de la experiencia a la luz de la fe se convierte en una tarea
permanente de la pedagogía catequética, que hace posible una correcta aplicación de la
correlación o interacción entre las experiencias humanas profundas y el mensaje revelado (cf DGC
152-153).

Por otra parte, la catequesis extrae su contenido de la palabra de Dios. Esta ilumina todo el acto
catequético y es el elemento que da conexión a todos los demás. El catequizando, al entrar en
contacto con la Biblia, lo hace dentro de un marco más amplio que es la fe de la Iglesia. Conviene
respetar esa contextualidad. «La catequesis es enseñar a leer la Escritura con el corazón de la
Iglesia» (CC 228), porque es una forma del ministerio de la palabra de Dios; siembra esta palabra
en el terreno de la experiencia humana para que los catequizandos entren en contacto con ella y
se dejen interpelar, para conocerla en profundidad y para orientar desde ella su experiencia (cf
CAd 266). La palabra de Dios anunciada en la catequesis no tendrá sentido para el hombre de
hoy, si no se presenta como una palabra cargada de significado, como palabra dirigida al hombre.
La catequesis introduce a una justa comprensión de la Biblia y a una lectura que permita descubrir
la verdad divina que contiene, y que reclama una respuesta al mensaje que Dios dirige a la
humanidad. La Palabra debe aparecer como dirigida a cada cristiano. Su presentación debe
provocar un encuentro con el Señor. Finalmente, la catequesis conducirá a la expresión de la
experiencia de fe. Si esta no se produjera, sería signo de que la persona no se ha visto afectada
en su interioridad. No puede decirse que la educación de la fe cumpla su cometido si no lleva a los
catequizandos a expresar la renovación que se está operando en sus vidas. Por eso la fe que
transforma la totalidad de la personalidad del creyente se expresa mediante la profesión de fe
proclamada en la comunidad, la celebración y el compromiso cristiano (cf CC 234).

2. UNA PEDAGOGÍA DIFERENCIADORA. La naturaleza de la catequesis requiere


una pedagogía que no pierda de vista la originalidad de la educación de la fe y sea fiel a un estilo
evangélico de educar. Pero no existe una pedagogía catequética en estado puro, que pueda
proponerse con independencia de un determinado contexto cultural marcado por prácticas
pedagógicas concretas.

a) La diversidad de métodos. En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un


modelo metodológico propio ni único, sino que discierne los métodos de cada época y cultura,
asume con libertad de espíritu «lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable,
de buena fama, de virtuoso, de laudable» (Flp 4,8).

b) La diversidad en gradualidad. La catequesis está llamada a acompañar una vida


cristiana que se configura como un camino de crecimiento y conversión continua. Este crecimiento
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debe apoyarse sobre la ley de la gradualidad, porque la fe no es conocimiento intelectual de la
verdad sobre Dios, sino su lento descubrimiento, y porque Revelación y fe están ellas mismas en
continuo devenir. La Revelación supone que el proceso de acercamiento que el hombre recorre
hacia el misterio divino sea gradual. La ley de la gradualidad se refiere al mismo tiempo al aspecto
de conocimiento, al aspecto afectivo y a la coherencia de la respuesta en la actuación del
catequizando. Independientemente de la edad del catequizando, una correcta pedagogía
catequética será capaz de descender al nivel en que este se encuentre, movilizar sus propias
energías y ayudarlo a avanzar en su vida de fe.

c) Diversidad de destinatarios e itinerarios. La atención a las múltiples y diferentes


situaciones de la vida de las personas hace necesario que la catequesis recorra numerosos
caminos para alcanzar a la totalidad de sus posibles destinatarios y hacer que el mensaje cristiano
y la pedagogía catequética respondan a las diversas exigencias. Deberán desarrollarse itinerarios
catequéticos diversos y complementarios, según las edades y las situaciones vitales particulares,
prestando atención a todos los elementos que entran en juego, tanto a los antropológico-evolutivos
como a los teológico-pastorales, utilizando los progresos ofrecidos por las ciencias humanas y
pedagógicas relativos a toda edad y condición. Baste señalar las indicaciones que el DGC
presenta, con sus correspondientes números: Catequesis por edades: adultos (172-176), infancia
y niñez (177-180), jóvenes (181-185), ancianos (186-188). Catequesis para situaciones
diversas: discapacitados e inadaptados (189), personas marginadas (190), grupos diferenciados
(191), según ambientes (192). Catequesis según el contexto socio-religioso: en situación de
pluralismo y de complejidad (193-194), en relación a la religiosidad popular (195-196), en un
contexto ecuménico (197-198), en relación con el hebraísmo (199), en el contexto de otras
religiones (200), en relación con los «nuevos movimientos religiosos» (201). Catequesis según el
contexto socio-cultural: en relación con la cultura contemporánea y la inculturación de la fe (202-
214).

BIBL.: I. Documentos de la Iglesia católica: COMISIÓN EPISCOPAL DE


ENSEÑANZA Y CATEQUESIS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
ESPAÑOLA, La catequesis de la comunidad, Edice, Madrid 1983; Catequesis de
adultos, Edice, Madrid 1991; CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La
iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, Edice, Madrid 1999;
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio general para la
catequesis, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1997; JUAN PABLO
II, Exhortación apostólica Catechesi tradendae, San Pablo, Madrid 1995. II.
Sobre la pedagogía catequética en general: ADLER G., La pédagogie
catéchétique. Quelle historire!, Catéchése 122 (1991) 7-17; ADLER G.-
VOGELEISEN G., Un siécle de catéchése en France 1893-1990. Histoire-
déplacements-enjeux, Beauchesne, París 1981; ALBERICH E., La catequesis en
la Iglesia, CCS, Madrid 1991; APARISI A., Invitación a la fe. Constantes para una
pedagogía catequética, ICCE, Madrid 1972; ERDOZAIN L., La catequesis hoy: de
Nimega y Eichstcitt a Medellín, Sinite 11 (1970) 267-296; FOSSION A., La
catéchése dans le champ de la communication. Ses enjeux pour I'inculturation
de la foi, Cerf, París 1990; MAYMI P., Pedagogía religiosa, San Pío X, Madrid
1980; MARLÉ R., Qui est le pédagogue?, Catéchése 122 (1991) 27-
32; RODRÍGUEZ MEDINA J. J., Pedagogía de la Bruño-Sígueme, Madrid-
Salamanca 1972.

Actividad para profundizar

1- Leer en el Directorio Catequístico General los nº 139 al 147


2- Leer, y hacer resumen: “ La Pedagogía de Dios” (material de la Universidad de Fasta)
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3- Buscar dos (2) del Nuevo Testamento, donde creas que encuentran elementos de la
Pedagogía de Dios, explicar y fundamentar la elección ( Enviar el trabajo por email:
juanmarceloar gmail.com

17 METODOLOGÍA CATEQUETICA

Queremos una catequesis para el hombre de hoy, de talante misionero, creativa y que aporte
su levadura a esta Iglesia que quiere ser samaritana y al mismo tiempo tiene que fraterna y
evangelizadora.

Para llevar a efecto este proceso catequético del mejor modo posible, es decir, de manera
formativa y animadora, es preciso realizar las actividades oportunas y utilizar los instrumentos que
mejor pueden ayudar a la tarea de la educación de la fe incipiente de los catequizandos.

Los medios y herramientas que se van a usar, el modo y el momento de hacerlo, reflejan un
estilo de catequesis, de Iglesia y pedagogía de la fe. Con una buena metodología, las dificultades
se vencen y las posibilidades formativas aumentan. Hasta el lenguaje se puede poner con eficacia
al servicio del mensaje.

1. OPERACIONES DIDÁCTICAS y CATEQUESIS


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Algunos criterios generales deben presidir toda reflexión que se oriente a clarificaí aspectos
metodológicos. Entre ellos citamos:

- La catequesis es acción. Es necesaria la actividad de los catequizandos


- No se debe reproducir en la catequesis:

- Ni el modelo de la homilía, el sermón o la exhortación,

- Ni los modos académicos de la clase de religión.

- Los instrumentos tienen que ponerse al servicio de la Palabra y no viceversa.

"Se han hecho estudios sobre el método a seguir en catequesis; se ha indicado el papel de los
métodos activos en la transmisión de la fe; se ha elaborado una metodología diferencial, por
edades, condiciones sociales y grado de madurez psíquica de los catequizandos.., pero ningún
método exime al catequista del trabajo personal... Unas buenas cualidades humanas y cristianas
producirán mejores resultado que los métodos mejores". (Directorio de Past. Cat. Ne. 70-71)

La labor de la catequesis debe regirse de una forma práctica por las tres acciones pedagógicas
que implica toda transmisión.

 Programar de manera minuciosa

Implica la ordenación previa a la labor de la catequesis, con el fin de ordenar todos los recursos
en función de objetivos, ordenar los contenidos con miras a la progresión y a la eficacia, armonizar
los instrumentos y los estímulos para que se consiga una buena formación global y general.

La metodología relacionada con la programación es sobre todo intelectual y dinámica, ya que


con esta operación se trata de ordenar lógicamente toda la labor, y supone la puesta en juego de la
inteligencia y de la prudencia pedagógica.

* Transferir o comunicar
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Llamamos a esta acción comunicación, enseñanza, explicación, exposición. Implica la relación


mental, afectiva y moral con el receptor. Implica una emisión y un emisor y también una recepción
y un receptor.

La metodología de la comunicación supone ante todo relación. Saldrá bien mal, mejor o peor,
pero tiene que actuarse con seguridad y firmeza en la conexión.

* Evaluar o apreciar los resultados

La evaluación o valoración de los resultados no debe centrarse sólo en los conocimientos


conseguidos, sino que debe abarcar las actitudes, disposiciones y sentimientos adquiridos. Así
mismo tiene que abarcar a la acción del catequista y a las circunstancias que se ponen en juego.

Y la evaluación debe abarcar tanto al progreso de cada persona como a las disposiciones de los
grupos, de los animadores y a las circunstancias del entorno humano en el que se actúa.

Consignas específicas de la catequesis pueden ser:

a) Tener en cuenta la vinculación de los catequizandos a la Iglesia, porque puede ser de


diversos grados:

* psicológica, que necesita una acción evangelizadora.

* de fe personalizada: que necesita de la catequesis.

* También hay que tener en cuenta que la catequesis pretende la formación integral del
catequizando, desde un proceso que le va preparando a vivir su fe con plenitud y libertad. Por tanto
debe atender a diversos procesos que son evaluables:

Tendremos que tener también en cuenta que la catequesis es un proceso de maduración


personal de la fe y de vinculación a la Comunidad Eclesial; es decir, como respuesta profunda del
SER cristiano y no solo del HACER como persona libre y activa. Ello requiere una evaluación
pastoral que ayude a realizar el acompañamiento.
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Abanico de metodologías propias en la catequesis

Acción Características Nivel de implicación Ejemplos.Ejercici


os

Grupal colaboración con experiencia diálogo/contraste,


otros escucha y hablar.
y social aportación/recepción de relación

generosidad

intelectual ideas, inteligencia, lenguajes y pensar, asumir,


valores criterios, pensamiento reflexionar,
datos comprometer el
propio don aceptar, juzgar.

capacidad total, emociones, afectos, visión del mundo


actitudes, capacidades
globalizante vínculos reacciones, varias.
disposiciones
asociaciones

receptividad, sensorialidad, vivir,


experimentar
estática habilidades observación, intuiciones
actitud de acogida capacidad intuitiva del entorno
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Compromisos y expresividad actividades
búsqueda personal-social plásticas,
dinámica discernimiento, lenguaje total y dinámicas,
curiosidad. ambiental selecciones.

asimilativa esquemas, actitudes de observación,


expresiones critica, acogida elecciones de
sugerencias interpretación modelos
múltiples.
de la vida

creativa fantasía. Juego de flexibilidad, inventos, agilidad


recursos promoción diversidad, mental ejercicios
de recursos apertura, novedosos
multiplicidad

individual pensamiento y reflexión, lecturas, escritura


asociación de datos, comprensión ejercicios
memorización. enjuiciamiento, gráficos
análisis.

2. FORMACIÓN METODOLÓGICA DEL CATEQUISTA


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El catequista necesita saber manejar muchas metodologías y ser hábil en muchos recursos:
dibujo, esquemas, pizarra, audiovisuales, músicas, tecnologías nuevas, retroproyector,
audiovisuales, técnicas de grupo, dinámicas de la palabras... Debe tener la conciencia que en los
tiempos actuales, cuantos más instrumentos sepa seleccionar, graduar en su uso, adaptar y
oportunamente emplear, cuenta con más recursos.

Criterios. El catequista tiene que ser hombre hábil y erudito

Tal vez para ello necesita mucha formación y desde luego gran interés. Se debe preferir la
calidad a la cantidad, bajo peligro de dispersión.

Modos. Los métodos y los instrumentos se van dominando con el tiempo: Se han de evitar
polarizaciones o reducciones innecesarias. Se deben buscar mil recursos que hagan posible la
relación ágil y suelta.

Momentos y formas. Depende mucho del contenido que debe ser transmitido. Pero también
depende en gran medida del nivel de los receptores, del contexto cultural, del ambiente en que se
mueve la catequesis.

¿QUE MÉTODO PREFERENTE SEGUIR?

No existe ningún método preferente ni aconsejable, ya que las circunstancias, las materias, los
sujetos, los hábitos, los tiempos, etc, pueden variar. Más que aprender métodos es muy
conveniente centrarse en preferencias metodológicas, en criterios, en tacto comunicativo.

Lo importante es que cada catequística se compenetre con un método y saque el mejor partido
de él. Debe huir del riesgo de un sistema monótono y repetitivo; pero debe evitar el pasar de uno a
otro sin reflexión y de forma impulsiva.
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Por exponer y proponer algunos criterios metodológicos podemos señalar: * En catequesis hay que
seguir un método activo, que tiene dos variantes:

a) Desde el punto de vista de la persona:

- Actividades personales: clima de silencio. Búsqueda

- Actividades grupales: carisma de comunicación

b) Desde el punto de vista de su finalidad

- Actividades de comprensión y asimilación.

- Actividades de investigación: encuestas, entrevista...

- Actividades de interiorización y contemplación:

(memorizar o más bien saborear un texto, guardar en el corazón).

- Actividades de expresión y proyección:

Manifestar lo que llevamos dentro: dibujo, gesto...

c) Desde el punto de vista de los sentidos y facultades que entran en juego:

* intelectuales: fichas, preguntas, consultas...

* Emotivas y afectivas: audiovisuales...

* Imaginativas: Expresión libre, Happening...

* Verbales: monólogo, diálogo, narración, poesía, crucigrama,

eslogan, plegaria, frases incompletas...

* Corporales: interviene el cuerpo, tanto para recibir como para dar,

por ejemplo con gestos, mimo, representaciones, experiencias.

* Totales; entran en juego múltiples sentidos.

d) Desde el punto de vista del grupo que las realiza:

- de grupos pequeños (3 a 5 personas):

- de grupos medios: (6 a 12 personas): estudio de casos,

torbellino de ideas, rol-playíng, etc.

- de grandes grupos: asamblea, puesta en común, cuchicheo,


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phillis 6-6., mesas redondas, debates...

e) Desde el punto de vista de los instrumentos:

- La imagen fija: el cartel, el póster, el mural, la foto.

- El dibujo: el humor gráfico, el cómic, la historieta.

- El sonido: el canto, la música, el disco-forum.

- El audiovisual: el montaje audiovisual, el video.

- Los medios de comunicación de masas: La prensa, el cine, TV.

Lo interesante en la metodología es seguir siempre y en cierto sentido las líneas básicas de la


"pedagogía divina"

"Y llamamos "pedagogía divina" a la manera con la que Dios ha conducido a Israel hacia Cristo
salvador, y al modo con el que Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, vivió la voluntad del Padre y
comunicó e hizo realidad entre los hombres el Evangelio del Reino de Dios. Esta pedagogía divina
está compenetrada por la condescendencia de Dios hacia los hombres, por la que su inefable
amor, santidad e infinitud ha sabido acomodarse a la condición humilde y pecadora de los
hombres." (Com. Episc. de Enseñanza y Cal. La Catequesis de adultos, n. 255

3. METODOS ESPECIFICOS CATEQUISTICOS


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Si la catequesis es algo más que instrucción religiosa, hay que preferir siempre métodos que
asuman dinámicas más vitales y espirituales que el simple aprendizaje de la doctrina cristiana.
Campos y actitudes expresadas con palabras como oración, fe, caridad, humildad, misterio,
palabra de Dios o perdón de los enemigos deben ser tenidos en cuenta y asumidos por la
metodología que se emplea en la tarea catequizandos.

Evidentemente eso es más difícil que la simple comprensión de las formulas del catecismo y la
interpretación del significado de las palabras y de las frases en la que se expresa el misterio.

Es cierto que no se debe olvidar el valor de las facultades humanas en el discernimiento del
misterio de Dios. Decía Pablo VI en la Evangelio Nuntiandi: Un medio que no se puede descuidar es la
enseñanza catequética. La inteligencia, sobre todo tratándose de niños y adolescentes, necesita aprender
mediante una enseñanza religiosa sistemática los datos fundamentales, el contenido vivo de la verdad
que Dios ha querido transmitirnos y que la Iglesia ha procurado expresar de manera cada vez más
perfecta a lo largo de la historia. Los métodos deberán ser adaptados a la edad, a la cultura, a la capacidad
de las personas, tratando de fijar siempre en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades
esenciales que deberán impregnar la vida entera". (Evangelii Nuntiandi n. 44, Pablo VI)

Los cambios actuales reclaman una serena y profunda renovación en las metodologías de la
comunicación. Debe afectar a todos los campos, también al relacionado con la cultura religiosa. El
educador sabe que una misma cosa se puede enseñar de diversas maneras. Si nos interesa dar a
conocer la Palabra de Dios, hemos de la forma más conveniente.

También lo rercordaba Juan Pablo II "La edad y el desarrollo intelectual de los cristianos, su
grado de madurez eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias personales postulan que la
catequesis adopte métodos muy diversos para alcanzar su finalidad específica; la educación en la
fe" (Catechesi Tradendae n. 51 Juan Pablo II)
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En la transmisión de la fe no hay método propio ni único. Todos los métodos pueden valiosos si
son eficaces y sirven para conseguir los mejores objetivos, con son siempre la instrucción y la
educación espiritual de las personas.

En la formación religiosa, al igual que en las demás materias o actividades humanastodos los
métodos son aceptables. Por que el método es el conjunto de mecanismos que ayudan a obtener
un fin. Los métodos catequísticos son también instrumentos y caminos que nos señalan el modo
de lograr por el creyente una mejor madurez en la fe.

Un catequista hacía en una asamblea esta reflexión. “Pero siempre hay que recordar que el
método no es lo importante. Lo importante es la meta, el fin, lo que se consigue. Un método que no
lleva a la meta deseada, no es un buen método. Puede haber muchos métodos buenos y útiles. El
método catequístico debe hacer llegar el mensaje, la enseñanza de fe, a la persona total:
entendimiento, memoria, voluntad y corazón, para que la fe llegue a transformar la vida personal,
familiar y social.

Un buen método en catequesis no sólo transmite bien la doctrina, sino que además fomenta la
aceptación de la fe en el corazón de quien recibe el mensaje de Cristo. El catequista es el factor
principal para el éxito de un método, es decir, los métodos y técnicas no funcionan por sí solos. La
catequesis es, ante todo, un testimonio. Y los aparatos o los mecanismos no pueden dar
testimonio. Sólo las personas son testigos.”

Iluminar la realidad o hecho de vida, a la luz de la Palabra de Dios, de la fe, de las enseñanzas de
Cristo y de la Iglesia es el ideal de todo método catequístico. Es el contenido de la catequesis, la
explicación de la materia o del misterio que se va a exponer. Y para ello hay muchos métodos. Y
hay varios criterios que permiten descubrir cuál método es aconsejable para cada situación y cuál
no lo es. Por esto, el catequista debe buscar y elegir no sólo el método que va de acuerdo con su
forma de ser, sino también cuál método debe elegir según los cambios de destinatarios, de los
temas o de los objetivos a lograr.

- Unas veces será preferible el método lógico y deductivo que parte de las verdades y principios
más generales para aterrizar en las aplicaciones más inmediatas. Éste método es más expositivo.

- Otras veces será preferible el método inductivo o experiencial: Parte de los hechos y de los
datos concretos e inmediatos para llegar a conclusiones generales o más teóricas. Este método
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aplica el principio catequético de que la mejor catequesis es la que relaciona el contenido de la fe
con la experiencia del destinatario.

- A veces se habla del método activo, que promueve un proceso de descubrimiento, al o la largo
del cual el destinatario de la enseñanza religiosa busca la solución con la ayuda del catequista. En
este método, el catequista dedica su mayor esfuerzo en hacer trabajar a los destinatarios. Se
plantean cuestiones básicas y se buscan documentos que ayuden a ofrecer respuéstas válidas.

- En ocasiones se alude al método participativo, cooperativos, mutuo, intentando establecer entre


los catequizandos cauces para una intercomunicación primordial y provechos.

Y no pocas veces se alude en catequesis al método interrogativos, que históricamente ha estado


vinculado con la forma literaria de preguntas y respuestas, tan usada desde los catecismos
luteranos del siglo XVI, imitados por los católicos de las apostas tridentinas.

- Y son muchas veces las que se relaciona la formación religiosa con otros conceptos: método
audiovisual, método vivencial, método emergente, método constructivista, método evangélico,
método dinámico, método escultista, método catecumenal, etc. Son multitud de alusiones a las
formas de realizar la comunicación religiosa a partir de critrios válidos par toda comunicación
didáctica y cultural.

Los métodos son caminos. La doctrina, los misterios, las verdades religiosas no están
condicionadas por los métodos. Pero la facilidad o dificultad para su conocimiento, comprensión y
asimilación si está relacionada con ellos. En esto radica la importancia decisiva de la metodología
en la comunicación de la verdad religiosa y la educación de la fe del creyente.
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Actividad para profundizar

Temas e ideas para reflexionar

La planificación es un concepto general y bastante difuso. Hay que completarlo con otros
términos más operativos: programación, realización, metodología, instrumentación,
temporalización, etc.

La planificación representa un concepto muy general y ambiguo y alude todo acto de previsión
en referencia a un fin que se propone alguien. Y en catequesis la planificación representa la forma
de ordenar los medios de que se dispone para conseguir el objetivo que se propone.

VOCABULARIO FUNDAMENTAL

Método: Camino que se se sigue para conseguir un objetivo o conjunto de acciones sistemáticas
y graduadas que se desarrollan para conseguir una realidad deseada. En catequesis es el modo
preferente y sistemático de ordenar las actividades comunicativas y que, en catequesis, asegura
resultad buenos.
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Didáctica: Ciencia pedagógica o rama de la Pedagogía que estudia las formas y leyes de la
comunicación y es aplicable a la Catequesis, como lo es a toda tarea educadora o comunicativa.

Transferencia. Modo o circuito por el que se hace la comunicación

de algo a alguien, como acontece en la Catequesis o como en forma más natural continuamente
esta haciendo todos los seres humanos

Instrumentos: el recurso o el conjunto de objetos, medios, elementos o formas que emplea el


promotor de un método concreto para sacar provecho de ellos

Sistema: plan o forma preferente con que su integra un métodos y sus instrumentos
comunicativos para conseguir la buena comunicación.

Evaluación: forma de calcular o medir los resultados objetivos en un proceso

de aprendizaje, de formación o de comunicación.

Flexibilidad: criterio contrario a la rigidez en el seguimiento de los métodos,

de los recursos y de los sistemas empleados

Procuremos tomar en nuestras notas metodológicas con claridad y pensando en lo que hemos
de hacer en nuestro trabajo de catequistas
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PISTAS PARA EL DIALOGO DE GRUPO

1. Será bueno sintetizar y ordenar las actividades que se pueden realizar con frecuencia en
catequesis que animas y con los catequizandos:

- exponerlas ante los compañeros, diciendo las dos o tres que mejor resultado han dado.

- y decir las que ordinariamente han supuesto alguna dificultad.

2. ¿Qué dificultades encuentran más frecuentemente los compañeros ú la acción catequística y por
qué suelen encontrar esas dificultades?

- qué se puede aconsejar a un catequista que tiene dificultades.

- qué se le puede decir a uno que nunca encuentra dificultades.

3. ¿Creemos que en nuestra parroquia, o en nuestra catequesis, tenemos los suficientes medios,
instrumentos, recursos, para hacer bien la catequesis'

- Cuáles son las cosas buenas con las que contamos...

las que más satisfacción nos dan.

- Qué cosas pondríamos a disposición de los catequistas,


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si estuviera en nuestras manos?

* De estas frases: cuáles asumes del todo, cuáles rechazas del todo, cuáles te dejan indiferente.

- "Hay que hablar con el corazón, los medios y recursos son secundarios".

- "Hay comunicación intencionada y comunicación ocasional y natural". "La catequesis tiene


que apoyarse en /asegunda con preferencia".

- "Las técnicas deben animar la comunicación total. Son imprescindibles".

- "Hay que recuperar el lenguaje intuitivo y emocional;

es preferente al lenguaje cerebral, conceptual, doctrinal... *

- "Con niños, los lenguajes deben ser lúdicos y activos siempre".

- "Hay que buscar lo más adecuado; y para ello hay que prepararlo".

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