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CUADERNILLO

DE FORMACIÓN
EN GÉNEROS

TENDENCIA
ESTUDIANTIL
REVOLUCIONARIA
Año

2013
Esto dijo Engels: "La primera división del trabajo es la
que se hizo entre el hombre y la mujer para la
procreación de hijos". Y hoy puedo añadir: el primer
antagonismo de clases que apareció en la historia
coincide con el desarrollo del antagonismo entre el
hombre y la mujer en la monogamia; y la primera
opresión de clases, con la del sexo femenino por el
masculino.
Fidel Castro

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Indice:
1) El patriarcado como construcción
2) ¿De qué hablamos cuando hablamos de “géneros”?
3) Feminismo, y tipos de feminismos: la mujer en la Historia
4) El contrato sexual
5) Identidad de Géneros y la Heterosexualidad normativa
6) Diversidad Sexual: Lesbianas, Gays, Intersexuales, Transexuales
7) Teoría Queer
8) Roles sexuales
9) Violencia de género y Femicidio
10) División Sexual del Trabajo
11) Prostitución y trata de personas
12) Derechos sexuales y Reproductivos
13) Aborto legal, seguro y gratuito
14) La cuestión de géneros desde las leyes

El patriarcado como construcción


En su sentido literal PATRIARCADO significa “gobierno de los padres”. Históricamente ha
sido utilizado para designar a un tipo de organización social en el que la autoridad la
ejerce el varón jefe de la familia, dueño del patrimonio, del que formaban parte los hijos,
la esposa y los bienes. La familia es entonces, una de las instituciones básicas en este
orden social. El poder en el patriarcado puede tener origen divino, familiar, o fundarse en
el acuerdo de voluntades, pero en todos estos modelos el dominio de los varones se
mantiene.
La mayoría de los/as autores señalan como estructuras fundamentales del patriarcado las
relaciones sociales de parentesco y dos instituciones muy importantes para la vida de las
mujeres: la heterosexualidad obligatoria y el contrato sexual (desarrollados en los
apartados 4 y 5).
El patriarcado entonces, es el gobierno de los hombres sobre las mujeres, pero como
sujetos sociales complejos que somos debemos profundizar más en esta definición: ¿Qué
relación tiene el Patriarcado y el capitalismo?
Es necesario para comenzar esta discusión aclarar que en términos históricos el
patriarcado antecede al capitalismo, prácticamente a los inicios de las civilizaciones
mismas, pero el Patriarcado ha encontrado en el capitalismo a un compañero ideal que lo
complementa.
Heidi Hartman (1979) avanza hacia una definición de patriarcado con las siguientes
consideraciones: “es un conjunto de relaciones sociales que tiene una base material y en la
cual hay relaciones jerárquicas entre los hombres y solidaridad entre ellos, lo que les
permite dominar a las mujeres. La base material del patriarcado es el control de los
hombres sobre las mujeres, en la esfera de la producción, negando el acceso a las mujeres

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a los recursos productivos económicamente necesarios y restringiendo su sexualidad”. La
autora va a analizar la relación patriarcado y capitalismo en el contexto del proceso de
desarrollo capitalista y la industrialización en el Siglo XIX planteando las tensiones que se
producen entre hombres y capitalistas acerca del empleo de la fuerza de trabajo de la
mujer.

¿Si el patriarcado quiere a las mujeres en casa, pero el capitalismo quiere obreras
trabajando, como pueden complementarse?

“Una forma en que este conflicto podría manifestarse” – va a decir Hartmann – es que “la
mayoría de los hombres desearían que sus mujeres permanecieran en el hogar y los
sirvieran personalmente (subordinación sexual = patriarcado) mientras que un menor
número de hombres que son capitalistas, quisieran que la mayor parte de las mujeres (no
las suyas) se incorporen al mercado laboral”. Esto lleva a la relación de mutua
legitimación/desligitimación entre el capital y el patriarcado (el lugar de la familia, la
autonomía de las mujeres, la competencia en el mercado laboral). Lo cierto es que tanto
el capital como el patriarcado son lo suficientemente “flexibles” como para ir
adaptándose a los cambios que uno y otro sistema van sufriendo. La relación entre
capitalismo y patriarcado hace que sea imposible hablar de un capitalismo puro o de un
patriarcado puro, ya que los dos deben coexistir necesariamente. El ejemplo histórico
que la autora va a desarrollar es el caso del llamado “salario familiar” durante el siglo XIX,
por medio del cual el trabajador retenía los servicios de la esposa en el hogar, lo que
resultaba en una provechosa alianza entre capitalismo y patriarcado; la mujer ganaba un
salario más bajo que el varón y perpetuaba así las ventajas materiales del hombre sobre la
mujer, al tiempo que ésta seguía ocupándose de las tareas domésticas que beneficiaban
directamente al hombre. El trabajo doméstico, por consiguiente, no sólo procura
beneficios para el sistema capitalista, sino también a los hombres. Ello mostraría cómo el
patriarcado se adapta al capitalismo. De allí la enorme “flexibilidad” entre ambos: el
patriarcado, al establecer y legitimar una jerarquía entre los varones, refuerza el control
capitalista, y los valores capitalistas configuran la definición de utilidad patriarcal. Por ellos
ambos se favorecen de la alianza, lo que permite explicar la opresión de las mujeres en
tanto trabajadoras y en tanto que mujeres.

¿Cómo oprime a hombres y mujeres esta relación entre el capitalismo y el patriarcado?

El patriarcado nos oprime por nuestro género y el capitalismo nos explota por nuestra
clase, complementándose.
Si bien, este sistema como mandato imponer a los hombres sobre las mujeres nos oprime
a todos y a todas de una manera u otra. Los hombres tienen un estereotipo que cumplir,
según los mandatos sociales no pueden llorar, no pueden usar el color rosa, (etc.) Las
mujeres por su parte deben ser buenas amas de casa, fieles amantes de sus esposos,
están destinadas a tener muchos hijos –e hijas- y a obedecer a sus maridos en sus
hogares. Si pertenecen a una familia de la clase trabajadora, ambos a su vez deben vender
su fuerza de trabajo. Es fundamental que ambos sean heterosexuales, para poder

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producir más hijos e hijas que serán nueva mano de obra, justamente el término
proletario alude a que las familias de esta clase solo tienen eso “prole” o hijos/as para que
sean trabajadores/as.

¿Y los demás géneros?

La heterosexualidad obligatoria es necesaria para la continuidad del patriarcado, y la


homosexualidad no está bien vista por el mismo (en el apartado de heterosexualidad
normativa se desarrollar. De todas maneras, como el patriarcado convive con el
capitalismo, ha encontrado trabajos y “roles” para cada sexualidad, obviamente según la
clase a la que se pertenece: el gay de clase alta ha encontrado dentro del estereotipo que
debe cumplir profesiones que el mercado le ofrece: diseñador de modas, peluquero,
decorador de ambientes, etc. El gay de clase trabajadora se expone a la violencia diaria, a
la prostitución, a los asesinatos, etc. Las lesbianas de clase alta –aunque menos
visibilizadas- suelen ser profesionales en diversas áreas, mientras que las lesbianas de
clase trabajadora son asesinadas como Natalia Gaitán. Los travestis –prácticamente en su
mayoría- pertenecen a la clase trabajadora, y su única salida, suele ser la prostitución ya
que las puertas de la educación, la salud (etc.) aún –pese a las nuevas leyes- permanecen
cerradas.
Es necesario que pensemos para esta nueva sociedad que queremos construir nuevas
relaciones sociales en donde no hayan oprimidos ni oprimidas, ni explotadas ni
explotados.

¿De qué hablamos


cuando hablamos
de géneros?
La categoría género es una herramienta cuyos
antecedentes se encuentran en Simone de Beauvoir
quien, en El Segundo Sexo plantea que las
características humanas consideradas “femeninas” son
adquiridas por las mujeres mediante un complejo
proceso individual y social, en vez de derivarse
“naturalmente” de su sexo. Así, la afirmación realizada
en 1949: “Una no nace mujer, sino que se hace mujer”,
es entendida por muchas feministas como la primera
declaración célebre sobre el género.
Alrededor de la década del 70, las feministas
académicas anglosajonas comenzaron a sistematizar la
intuición intelectual de De Beauvoir acuñando el
término “género” para referirse a la construcción
cultural y social de los comportamientos, actitudes y
sentimientos de hombres y mujeres.

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El concepto género pretendía ponerle fin a las explicaciones derivadas de las determinaciones
biológicas y poner el eje en la construcción cultural de la diferencia entre los sexos. Por ello, la
teoría feminista va a llevar a cabo una primera distinción entre sexo y género, dicotomía que
remitía a la ya desarrollada entre naturaleza y cultura. Género se transformó, entonces, en un
instrumento fundamental de la teoría y la práctica feminista, dado que ponía en discusión las
teorías esencialistas. Se entiende por sexo las diferencias anatómicas y fisiológicas, en tanto
género se reservó para la elaboración cultural acerca de lo femenino y lo masculino.
Hablar de géneros nos lleva entonces, a hablar de la construcción de la sexualidad, como no
“nacemos hombres heterosexuales” o “mujeres heterosexuales” sino que nos construimos como
mujeres y hombres sea cual sea la sexualidad o el género que hemos podido construir.

Feminismo, y tipos de feminismos: la


mujer en la Historia
Vamos a comenzar erradicando uno de los mitos más
viejos de las cuestiones de géneros: EL FEMINISMO
NO ES LA ANTÍTESIS DEL MACHISMO, AUNQUE SI –
OBVIAMENTE- SE OPONE A ÉL. El feminismo busca la
emancipación de la mujer –y de las sexualidades
oprimidas- para que estén en iguales condiciones a las
de los hombres. El machismo por su parte supone la
inferioridad de la mujer y de las diversas identidades
sexuales estando muy ligado a la homofobia. El
feminismo entonces, promueve la igualdad de
géneros.

Tras una definición


“El feminismo es el concepto por el que se designan
posiciones ideológicas y políticas que reivindican la emancipación de las mujeres y el
acceso a los derechos igualitarios con los varones” (Barrancos, Diccionario de Estudios de
géneros y feminismos).
El término fue acuñado en Francia a fines del siglo XIX por Hubertine Auclert en 1880.
Si bien mujeres que lucharon existieron a lo largo de toda la historia, el feminismo como
movimiento se proyectó en la última fase del Siglo XIX como un sistema de ideas y de
acciones para transformar el orden patriarcal, conculcando el dominio de los varones. Se
conocen “dos grandes oleadas de géneros” en cuanto a las teorías: las que surgieron a
fines del siglo XIX, cuyas demandas eran más sufragistas y en muchos aspectos machistas
(primer oleada), y las que surgieron a partir de 1960 en donde el debate comenzó a girar
en torno a la identidad, la diversidad en materia de sexualidad, la reivindicación del
género como una función analítica para estudiar la historia social, la diferenciación de las
mujeres según etnias y clases, etc. Hay autores que adhieren a la idea de una “tercera ola”
en cuanto a teoría feminista iniciada en los 90 en donde se destaca el post-
estructuralismo y el postmodernismo.

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El feminismo es entonces, un movimiento que propugna un cambio en las relaciones
sociales que conduzca a la liberación de la mujer a través de eliminar jerarquías y
desigualdades en los sexos.

Los feminismos

Existen diversos feminismos atravesados por diversas ideologías y corrientes, desde el


feminismo socialista hasta el feminismo negro (o afrodescendiente) por lo cual es
imposible encasillar al movimiento feminista en una sola ideología.
Desarrollaremos solo algunos, para comprender diferencias grosso modo.
Feminismo radical: sostiene que la mayor contradicción social se produce en
función del sexo y propugna una confrontación. Las mujeres estarían oprimidas
por las instituciones patriarcales que tienen el control sobre ellas y
fundamentalmente sobre su reproducción. Según este feminismo “las mujeres
constituyen una clase social”. Esta línea promueve la unidad de las mujeres entre
clases sociales, sin entender que no es bajo ningún aspecto la misma opresión la
que recibe una mujer de clase trabajadora que una mujer de clase alta. Otro rasgo
principal es la independencia total de los partidos políticos y sindicatos.
Feminismo de la igualdad: se contrapone al feminismo anterior, y se caracteriza
por haber comenzado como un feminismo sufragista. Niegan la existencia de
valores femeninos y señalan que lo que se encuentra dominando nuestra sociedad
no son “machos o hembras” sino construcciones sociales que son hombres y
mujeres” (Delphy, 1980).
Feminismo Liberal: (con un peso especial en EEUU) considera al capitalismo como
el sistema que ofrece mayores posibilidades de lograr la igualdad de géneros. Cree
que la causa principal de la opresión está dada por la cultura tradicional que no
favorece la emancipación de la mujer. Este es el único feminismo
que resulta realmente peligroso, porque nos quiere hacer
creer que es posible tener libertades dentro de este sistema
opresor y explotador.
Feminismo Socialista: Denuncia al patriarcado y al capitalismo
como únicos culpables de la opresión de géneros y la explotación
de clases. Entiende que los cambios en la estructura económica no
son suficientes para eliminar la opresión de género. En América
Latina esta corriente se destaca por no ser solo anti-patriarcado
y anti-capitalismo, sino también por ser antiimperialista.

El contrato Sexual

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Para arrojar una definición de contrato sexual, me resulto interesante la de Riveras
Garretas (1994:74,75) “he dicho que los sistemas de parentesco en cuanto tales no tienen
por qué ser causa de subordinación. Lo son cuando se fundan en el contrato sexual. El
contrato sexual sería, según Carole Pateman, el pacto entre hombres –o entre algunos
hombres- sobre el cuerpo de las mujeres. Un pacto desigual y, seguramente, no pacífico,
porque no sería un acuerdo libre entre mujeres y hombres. Un pacto siempre implícito,
que es esencial para entender el patriarcado, el género, la subordinación social y el
desorden simbólico en que vivimos las mujeres en cualquier época histórica de
predominio masculino. El contrato sexual es, pues, previo al contrato social en las
formaciones patriarcales. Es, por tanto, previo a la aparición de las desigualdades en las
relaciones de producción que determinan la pertenencia de clase de las personas; lo cual
supone, para las mujeres, la incorporación a una clase social en condiciones marcadas
siempre por la subordinación, una subordinación que ahora describimos con la obscura
frase: “en razón de su sexo”. El contrato sexual comporta, para las mujeres, una pérdida
muy importante de soberanía sobre sí y sobre el mundo. Una soberanía que se refiere a
las funciones que su cuerpo tiene capacidad de desempeñar en la sociedad y también a las
codificaciones simbólicas que definen lo que el sexo femenino es en la cultura de que se
trate”.
Es interesante pensar al contrato sexual, como una medida en donde las mujeres dejan de
ser dueñas de su propio cuerpo, para pasar a ser dueñas de los hombres o de instituciones
como la iglesia o el Estado. Las mujeres debemos ser libres de ser y hacer con nuestros
cuerpos, peleando por la soberanía de los mismos.

Para pensar un poco, dejo el poema más bonito de Roque Dalton, un revolucionario de
El Salvador que se llama “Para un mejor amor”

Nadie discute que el sexo basta mencionar la prostitución, son fabricados por la misma empresa
es una categoría en el mundo de la las modas, que fabrica el napalm,
pareja: las secciones de los diarios que sólo saber que las labores propias del
de ahí la ternura y sus ramas salvajes. son para ella hogar
o sólo son para él. son las labores propias de la clase
Nadie discute que el sexo social a que pertenece ese hogar,
es una categoría familiar: Donde empiezan los lios que la diferencia de sexos
de ahí los hijos, es a partir de que una mujer dice brilla mucho mejor en la profunda
las noches en común que el sexo es una categoría política. noche amorosa
y los días divididos cuando se conocen todos esos
(él, buscando el pan ella calle, Porque cuando una mujer dice secretos
en las oficinas o en las fábricas; que el sexo es una categoría política que nos mantenían enmascarados y
ella, en la retaguardia de los oficios puede comenzar a dejar de ser mujer ajen
domésticos, en sí
en la estrategia y la táctica de la para convertirse en mujer para sí,
cocina constituir a la mujer en mujer
que permitan sobrevivir en la batalla a partir de su humanidad
común y no del sexo,
siquiera hasta el final del mes). saber que el desodorante mágico con
sabor a limón
Nadie discute que el sexo y jabón que acaricia voluptuosamente
es una categoría económica: su piel

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Identidad de Géneros y la
Heterosexualidad normativa
La heterosexualidad como mandato

El análisis de la Heterosexualidad como institución es bastante reciente dentro de la


teoría feminista y confronta diferentes niveles de aceptación y rechazo.
Sostenemos por nuestra parte, que la heterosexualidad es una de las instituciones
clave del patriarcado.
Nuevamente mencionaremos a Riveras Garretas en este apartado, quien nos arroja una
definición de heterosexualidad normativa más que interesante: “íntimamente relacionadas
con la institución del contrato sexual están la práctica y la institución de la heterosexualidad
obligatoria. Se trata de una institución necesaria para la
continuidad del patriarcado. Es una institución que
afecta a hombres y a mujeres mediante el recurso a la
definición y, por tanto, a la limitación de los contenidos
de su sexualidad. La heterosexualidad normativa como
eje de las relaciones de parentesco expresa la
obligatoriedad de la convivencia entre hombres y
mujeres en condiciones de la tasa de masculinidad /
feminidad numéricamente equilibrada. La práctica y la
institución “heterosexualidad obligatoria” expresan
asimismo la imposición sobre las mujeres del modelo de
sexualidad reproductiva como único modelo que ella
deben conocer y practicar: que ellas deben, pues, hacer
propio. Este modelo comporta la definición del cuerpo
femenino –nunca del cuerpo masculino- como un cuerpo violable, un cuerpo idealmente
siempre accesible para los hombres.”
Esta concepción se opone a la naturalización de las relaciones entre mujeres y hombres cuya
base solo se sostiene por una visión reproductivista.

Identidad de géneros
Es fundamental para discutir, no confundir ni usar como sinónimo las nociones de “sexo” y
“géneros”. Géneros es una extrapolación que proviene de la gramática que diferencia los
vocablos en masculino, femenino y neutro. Cuando utilizamos el concepto de Identidad de
géneros, estamos entendiendo a la misma como una construcción atravesada por factores
sociales, psicológicos y culturales (entre otros) marcando la diferencia con el sexo que describe
la pertenencia biológica y genética de los individuos de la especie en macho y hembra.
Por lo tanto pese a que biológicamente nacemos con un sexo, la construcción de nuestra
identidad nos puede llevar a ser –o estar- en un género diferente.

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Diversidad Sexual: Lesbianas, Gays,
Intersexuales, Transexuales, Travestis,
Transgéneros
En el apartado anterior explicábamos como las identidades son construcciones, y la
verdad es que por la ambigüedad de las mismas, resulta muy difícil encasillar a las
personas dentro de un género. La mayoría de las personas ha tenido/deseado una
experiencia con personas del mismo sexo, eso no nos convierte en otra cosa que en
personas. Las identidades sexuales son infinitas, si bien intentaré describir las más
conocidas, como construcciones que son las mismas se hacen/deshacen y cambian.
La homosexualidad estuvo hasta el 17 de mayo 1990 en la lista de enfermedades, su
lugar lo tomó el de la homofobia. No me voy a detener a explicar el lesbianismo, la
bisexualidad y el movimiento gay, quizás son los más visibles dentro de la lucha
LGTTTBI (Lesbianas, Gays, Travestis, Transexuales, Transgéneros, Bisexuales e
Intersexuales), si pasaré a desarrollar brevemente estos últimos, ya que suelen ser
conceptos que normalmente se utilizan mal.
Travestis, Transexuales y Transgéneros: para empezar, no son sinónimos. Los/as
travestis son aquellas personas que está conforme con su sexo de nacimiento, pero
que decide vestirse con la vestimenta que normalmente caracteriza al “sexo opuesto”.
Los/as transexuales son aquellas personas que han nacido con los caracteres de un
sexo, pero se siente parte de un género que no condice según los mandatos sociales
con el de su gentialidad. Una persona Transgénero es alguien que ya vive con el género
que siente que realmente le pertenece, en su mayoría acompañan este pase con
tratamientos hormonales y operaciones.
Intersexuales: (también llamados/as intersex, o intersexuados/as) se le llama de esa
manera a las personas que poseen una anatomía que difiere en mayor o menor grado
a los estándares masculinos o femeninos. Suelen llamarlos “hermafroditas” lo que no
corresponde, ya que este es un concepto proveniente de las ciencias naturales que no
se puede aplicar en personas que se reconocen como portadoras de los dos sexos, y
con una identidad distinta de ambos a su vez.

TEORÍA QUEER
La Teoría Queer es una hipótesis sobre el género que afirma que la orientación sexual y la
identidad sexual o de género de las personas son el resultado de una construcción social y que,
por lo tanto, no existen papeles sexuales esenciales o biológicamente inscritos en la naturaleza
humana, sino formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales.
De acuerdo con ello, la Teoría Queer rechaza la clasificación de los individuos en categorías
universales como "homosexual", "heterosexual", "hombre" o "mujer", sosteniendo que éstas
esconden un número enorme de variaciones culturales, ninguna de las cuales sería más
fundamental o natural que las otras. Contra el concepto clásico de género, que distinguía lo
"heterosexual" socialmente aceptado (en inglés straight) de lo "anómalo" (queer), la Teoría
Queer afirma que todas las identidades sociales son igualmente anómalas.

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La Teoría Queer critica las clasificaciones sociales tradicionales, basadas habitualmente
en el uso de un solo patrón de segmentación —sea la clase social, el sexo, la raza o
cualquier otra— y sostiene que las identidades sociales se elaboran de manera más
compleja como intersección de múltiples grupos, corrientes y criterios.
Gracias a esa naturaleza efímera, la identidad queer, pese a su insistencia sobre la
sexualidad y el género,
podría aplicarse a todas
las personas que
alguna vez se han
sentido fuera de lugar
ante las restricciones
de la heterosexualidad
y de los papeles de
género. Así, si una
mujer se interesa en el
deporte o un hombre
en las labores
domésticas, pueden ser
calificados como
queers. Por este
motivo la mayor parte
de los teóricos queer
insiste en la
autodesignación de la
identidad.

ROLES SEXUALES
Las identidades genéricas y los roles asignados responden a la jerarquización social y
son producto de la confluencia de factores biológicos, socioculturales e histórico-
políticos, en permanente movimiento y cambio. Los mandatos del “deber ser” de las
mujeres y los varones obedecen a la ideología prevaleciente y van construyendo sus
deseos y proyectos de vida; mas no son estáticos, ni permanentes, ni homogéneos;
siempre producen fisuras que facilitan los procesos de cambio. Emergen entonces,
nuevas representaciones de la femeneidad-masculinidad que conviven, en forma
muchas veces conflictiva con antiguos modelos.

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En nuestro medio prevalecen los valores “masculinos” de la racionalidad, el éxito y la
competitividad. Al mismo tiempo, en cuanto a la mujer, prevalece la exaltación de la
maternidad y la “pureza” a semejanza de la Virgen maría (figura que la historia
cristiana reivindica por haber sido madre –algo que está bien por ser mujer- sin haber
tenido sexo –algo que está mal por ser mujer-).
El orden simbólico en esta sociedad se organizado sobre una base de binomios en la
que se significan recíprocamente categorías antagónicas como bueno/malo,
blanco/negro o femenino/masculino. A través de esta división sexual de roles se
establecen funciones y responsabilidades que se enlazan con el resto de los sistemas
jerárquicos y discriminatorios: clase, etnia, edad y otros. En conjunto, avalan y
fortalecen las diferentes formas de subordinación y exclusión, constituyendo un
instrumento eficaz para el mantenimiento y la supervivencia de las estructuras sociales
instauradas.

VIOLENCIA DE GÉNEROS Y FEMICIDIOS


La violencia de géneros es todo aquel tipo de violencia (física, psicológica, etc.) que
reciba una persona por ser de determinado género. Antiguamente se utilizaba el
concepto de “violencia doméstica” pero reducía la problemática a una realidad “de
entre casa” cuando la verdad es que la violencia la sufrimos no solo en las casas sino
también desde las instituciones, desde las religiones, desde el Estado (etc.).
La violencia psicológica y la violencia simbólica son las que menos se denuncian, pero
son a las que más estamos acostumbrados/as. Son el tipo de violencia que nos
disparan desde los medios de comunicación ofreciéndonos productos de limpieza a las
mujeres para esperar a los hombres con la casa limpia, aquella que nos expone como
objetos sexuales en programas de entretenimiento “Aptos para todo público”, aquella
que se legitima con frases como “No entiende porque es mujer”, “los hombres no
lloran”, “ese es puto, esa es torta”.
La violencia de géneros nos toca a todos y a todas, pero la realidad nos dice que
cuando hablamos de violencia física, son las mujeres las que más la padecen. En
nuestro país una mujer muere por día en manos de su esposo, pareja, novio, padre,
amante (etc.)
La muerte de una mujer en manos de un hombre, es una muerte producto de la
violencia de géneros. Esa muerte es producto de una sociedad que le dice a los
hombres que pueden pegarle a las mujeres, que pueden sentirse dueños de las
mismas, que pueden disponer de sus cuerpos incluso matándolas. Es realmente irónico
que a estas muertes se las llame muchas veces “crímenes pasionales”, es igual de
irónico que a las muertes de las mujeres se las catalogue como homicidios, justamente
con el prefijo “homo” que hace referencia al género que las mata.
Surge de esta manera el concepto de femicidio, acuñado por primera vez por Mary
Orlock a inicios de la década de los 70 en Inglaterra -traducido también como
feminicidio, aunque ninguna de las dos acepciones ha sido admitida por la Real
Academia Española-. Entendemos a este concepto como el asesinato misógino de
mujeres cometido por varones, y al hacer referencia a esto entendemos que la muerte
de mujeres y niñas a mano de varones no son el producto de situaciones inexplicables

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sino de que estas muertes de mujeres son el producto de un sistema estructural de
opresión.

División Sexual del Trabajo


La división sexual del trabajo es un fenómeno fácilmente observable, que se expresa
en la concentración de las mujeres en las tareas de la reproducción en el ámbito
doméstico y también en determinados ámbitos de trabajo, y que produce diferencias
salariales en detrimento de ellas.
El concepto refiere a la presencia de las sociedades de una inserción diferenciada de
varones y mujeres en la división del trabajo existente, en los espacios de la
reproducción y en los de la producción social. Merecen destacarse la segregación de
las mujeres al trabajo doméstico no remunerado, su menor tasa de actividad laboral, la
distribución diferente de varones y mujeres por ramas y sectores de actividad, por tipo
y tamaño de las empresas y, dentro de ellas, por determinados procesos de trabajo,
por secciones, puestos, y calificaciones laborales.
La división sexual del trabajo es algo para lo que se nos prepara de niños y de niñas.
Cuando somos niños pequeños se nos dan palitas de juguete, o elementos pesados
para que aprendamos a “ser fuertes”. Cuando somos niñas suelen darnos para jugar
tazas de té muy pequeñas que nuestras torpes manos infantiles apenas pueden
manejar. Esto se repite por ejemplo en las fábricas en donde los hombres suelen estar
a cargo de trabajar con maquinaria pesada, mientras las mujeres se encargan de tareas
que requieren mucha precisión como grabar el nombre de las marcas, etc.

PROSTITUCIÓN Y TRATA DE PERSONAS


Comenzaremos hablando de la trata de personas, que es un tema menos polémico a la
hora de oponerse, adelantando ya mi postura con respecto a la prostitución.
Trata de Personas
Cualquier definición de Trata de Personas debe ser lo suficientemente amplia como
para abarcar la realidad de lo que sucede con las personas cuando son transladadas a
través de fronteras, con o sin su consentimiento, para ser explotadas en condiciones
de esclavitud. Los reclutadores y traficantes suelen ser connacionales de las víctimas y
suelen estar a cargo de las redes de trata instituciones o personas prestigiosas que
poseen poder y por lo tanto impunidad.
Factores estructurales promotores de la trata:
a-La demanda de los varones: el llamado cliente, consumidor o prostituyente es el
siempre invisibilizado factor promotor de la prostitución y la trata. Los mitos acerca de
la sexualidad masculina cuya necesidad de placer es “impostergable” justifican una
cultura consumista del sexo como una prerrogativa masculina.
b- Las políticas económicas: Las instituciones internacionales como el Banco Mundial o
el FMI han obligado a aplicar a los países “en desarrollo” ajustes estructurales que
tienen como consecuencia la expulsión de las mujeres al exterior en busca de trabajo.
Esto las convierte en vulnerables al tráfico o al turismo sexual.
c-La industria pornográfica

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d- La presencia militar: Anteriormente se conocía a la trata de personas o de mujeres,
como trata de blancas. Precisamente en Europa en época de las Grandes guerras
mundiales se acuñó a este concepto debido al tráfico de mujeres blancas como “motin
de guerra”.
La trata de personas es una práctica encubierta por grandes funcionarios del Estado, y
por la Policia. Cuando una red cae, siempre se ven involucradas comisarías enteras en
las causas.

Prostitución, hacia una definición y un posicionamiento

Un debate que aún nos queda por saldar es el de la prostitución. El término


“prostitución” proviene del latín “prostituere” que significa “exhibir para la venta”.
Justamente compañeros/as de eso hablamos cuando hablamos de prostitución, de
mujeres que son concebidas como mercancía, cuyos cuerpos son cosificados a tal
punto que empiezan a tener precio. La prostitución es una institución estructural del
patriarcado que históricamente consagra la desigualdad entre varones y mujeres. Es
una práctica constitutiva de la política sexual patriarcal.
Los sistemas de dominación utilizan la violencia para controlar cuerpos y
subjetividades, y la prostitución es uno de estos mecanismos del patriarcado para la
apropiación del cuerpo de mujeres y su puesta al servicio de los varones y de las
instituciones.
La pobreza estructural de las mujeres refuerza las desigualdades económicas, sociales
y culturales con el hombre. Es la prostitución sin lugar a dudas un problema de género
y de clase.
Entonces… ¿Legalización o no?

En varios países han reglamentado la prostitución como trabajo, como es el caso de


Alemania en donde la prostitución ha aumentado un 25% en los últimos años y la
mayoría de las mujeres traficadas son de América Latina, Asia, África, y la Ex -Unión
Soviética. En España el 98% de las mujeres prostituidas son extranjeras y de países
pobres.
La legalización no hace más que darle un marco de legalidad a una forma de opresión.
No podemos estar a favor de una práctica como la prostitución, pero no debemos caer
por eso en una persecución hacia la prostituta, ni negarles la capacidad de
organización. Hoy la CTA la considera un trabajo. Nosotros/as no podemos ver a la
prostitución como un trabajo ya que incluso en una sociedad en donde no existen
relaciones de producción capitalistas, la mujer sigue viéndose alienada.
Quizás la línea más innovadora en esto la tiene AMMAR (el sindicato de prostitutas)
Capital, ellas rompen con el sindicato a nivel nacional denunciando a la prostitución
como práctica patriarcal pero acompañando a las prostitutas para que puedan
mientras tanto conseguir mejores condiciones de vida.

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Derechos sexuales y Reproductivos
Los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos, fundamentales e intrínsecos a
todas las personas. Sin embargo, dos elementos se interponen a la hora de ejercer estos
derechos: poder y los recursos. Poder para tomar decisiones informadas acerca de la propia
fecundidad, de la crianza de los/as hijos/as, de la maternidad –o no-, y de la sexualidad en
general. Recursos para llevar adelante estas decisiones en condiciones seguras y efectivas.
Nos referimos entonces a poseer y ejercer el derecho a abortos seguros, métodos
anticonceptivos seguros y eficaces, embarazo y parto seguros, prevención y tratamiento de
ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) y SIDA, de infertilidad y cáncer génito-mamario,
servicios de salud integrales y de calidad, liberad de elecciones sexuales y reproductivas.
Los derechos sexuales y reproductivos son fundamentales para realmente decidir sobre
nuestros cuerpos, teniendo autonomía y poder sobre los mismos.

ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO


El aborto legal seguro y gratuito es la gran deuda que el Estado tiene con las mujeres.
En la Argentina se practican más de 500.000 abortos cada año. Muere más de una mujer pobre
por día por la clandestinidad del aborto y su realización en pésimas condiciones sanitarias,
siendo el reclamo por el Aborto legal un reclamo netamente clasista ya que las mujeres con
poder adquisitivos se realizan abortos en clínicas privadas mientras las mujeres de nuestra
clase mueren por infecciones y hemorragias debidas a abortos caseros hechos con tallos de
apio, agujas de tejer, utensilios de cocina, etc.
Según la Organización Mundial de la Salud, América Latina es la región del mundo donde se
realizan más abortos. Y es el último reducto que le queda a la Iglesia Católica para seguir
imponiendo sus concepciones ideológicas (en la mayoría de los estados Europeos el aborto es
legal, siendo Francia el último país en sumarse el año pasado).
En los países en donde el aborto ha sido legalizado –y se ha acompañado la despenalización
del mismo de mayores políticas de Educación Sexual) se ha reducido la tasa de abortos hasta
un 50% y se ha reducido en un porcentaje mucho mayor la muerte de mujeres.
El debate por el aborto legal, nos lleva necesariamente a exigir la separación de la iglesia del
Estado, ya que no son argumentos sobre la salud de las mujeres los que esgrimen los grupos
“pro-vida” (opositores al aborto), sino religiosos.
La pelea por el aborto legal, es una pelea estricta por la autonomía de nuestros cuerpos,
permite que las mujeres puedan decidir por su maternidad –o no- y sobre su sexualidad toda.
ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR, ABORTO LEGAL PARA NO MORIR.

La cuestión de géneros desde las


leyes
Ley de “Matrimonio” Igualitario –unión civil-, Ley de Identidad de
géneros

Si bien ambas leyes tienen muchas deficiencias en cuanto a conceptos y aplicaciones, son los
avances más grandes que se han dado en cuanto a leyes en materia de géneros en nuestro
país siendo el primero en legalizar estas cuestiones en todo Latinoamérica.
UNIÓN CIVIL PARA PERSONAS DEL MISMO SEXO
Unas 1.300 parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio durante los primeros 6 meses de
vigencia de la ley y unas 2.697 parejas en el primer año. Hasta diciembre de 2012 se han

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realizado 5.839 uniones. El concepto de “Matrimonio” no es el concepto correcto para usar
(pese a que es el más utilizado) ya que hace referencia a la “matris” (madre) como figura
fundamental de esta unión, siendo la mujer obligadamente madre y posesión del marido.
Cuando esta ley se sancionó los partidos dieron libertad a sus legisladores para votar
Los partidos votaron de la siguiente manera: de la Coalición Cívica un 73% dijo que sí aunque
su líder Elisa Carrió se abstuvo (fundamentando su abstención con su religión). Del Frente para
la Victoria un 63% de los diputados votaron por el sí (pese a que el gobierno se atribuye la Ley,
no todos los diputados K votaron por el sí).
El No fue mayoritario fue del PJ federal y la UCR (ambos partidos hacían alusión a la
homosexualidad como una cuestión aberrante y anti-natura).
Quiénes sí tuvieron posiciones unánimes a favor fueron Proyecto Sur y aliados, Partido
Socialista, Generación para un Encuentro Nacional y Nuevo Encuentro.
LEY DE IDENTIDAD DE GÉNEROS
Hasta antes de esta Ley, las personas transexuales, travestis o transgéneros no podían tener en
su DNI la identidad con la que se sentían plenas, sino la que se les había atribuido al nacer.
Además del obvio problema de identidad que tenían les generaba otro tipo de problemas: las
personas trans quedaban excluidas de derechos fundamentales como la Salud, la educación,
hasta del sufragio. Se negaban a ir a instituciones públicas que no respetaban su verdadera
identidad, por vergüenza, cansados/as de sufrir discriminación. Esto –sumado a la falta de
políticas públicas para las personas trans- hizo que el promedio de vida de esta población sea
de 36 años.
Esta Ley, y sobre todo leyes anexas que acompañan su implementación, son un gran avance
para que la comunidad trans comience a tener mejores condiciones laborales –la gran
mayoría de las mujeres trans encontraban en la prostitución la única fuente de trabajo- y de
vida.

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