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LA EXTRAVAGANTE HIPOTESIS* {a extravagante hipétesis? Se trata de la hipétesis que pro- pone Emmanuel Lévinas acerca del origen del Estado o, en cier tos textos, dela sociedad. En esta expresién, «extravagante> no se refiere tanto al razonamiento de Lévinas, del que podriamos decir que es exageracién 0 exceso, cuanto al fenémeno del que parte. En Paix et Proximité, designa el elemento sobre el que se Sustenta como «la extravagante generosidad para-con-cl otro». Esta extravagante generosidad para con el otro, este paso de tun epensamiento de [...]a un pensamiento para», suscita la bis ‘queda de una paz distinta ala paz politica conforme a la idea del Uno, la paz ética, la de la proximidad que se alimenta de la res- ponsabilidad del yo para con el otro." ‘La extravagante hipétesis es, pues, la proposicién de Emima- ‘uel Lévinas acerca del origen del Estado y adquiere su carécter extraordinario, su poder de errar, de apartarse de los caminos trillados,en la extravagancia misma del ehecho ético»: «La rela cién en la que el Yo Ue) encuentra al Ti (Zs), el encuentro en el {que «el otro cuenta por encima de todo»; que, segtin Lévinas, Constituyen «el lugar y la circunstancia originales del adveni- miento ético».? “Bat carte apareci en a evista Rae Descartes, 19, dedicdo a Emmanuel nas Pars, PUP. 1998. 1 Levinas, «Pax et Proximits n Les Cahiers de la mut surveil, 1988, PP 3396 "2 aidlogo en E. Lévinas, De Dios que view al dea, Madrid, Capac Bsitores 1-237 (ed orginal francesa, De Diu gut ie ide, arts Vin, 1982), mm 1 Entre las numerosas formulaciones de esta hip6 le esta hip6tesis, centra- rremos nuestra atencién en dos: En Etica e infinito (1982), libro de entrevistas, Lévinas de- | clara, a propésito de Toralité et Infini y su intento de mostrar una sociabilidad diferente de la sociedad total y adicional: «Tan s6lo intento deducir la necesidad de lo social racional a partir de las exigencias mismas ¢e lo intersubjetivo tal como yo lo describo. Es extremadamente importante saber sila sociedad, en el senti- do corriente del término, es el resultado de una limitacién del Principio que dice que el hombre es un lobo paract hombre, os Por el contrario, resulta de la limitaci6n del principio segtin el ual el hombre es para el hombre. Lo social, con sus institucion nes, sus formas universales, sus leyes, ¢proviene de que se han limitado las consecuencias de la guerra enre ls hombres, ode que se ha limitado loinfinito que se abre en el seno de la relaci ética de hombre a hombre?». A _ ‘Seabre la alternativa entre un social que procede de un prin- cipio animal, el de Hobbes, segsin el cual, el hombre es un lobo. para el hombre, y un social que resulta, no del principio de Spi nova, para quien el hombre es un dios para el hombre; sino de un principio humano, més exactamente, de la vinulacién ex cepcional que se manifiesta en la relacin del hombre para cot otro hombre. eg cA.qué acontecimiento hemos de poner Iimites? La guerrao el infinito de la relacién ética? —Al final del texto Paix et Proximité , no resulta ni mucho menos intrascendente —pi la experiencia europea del siglo xx— si el Estado igualitario y justo en el que el europeo se realiza —y que se trata de instaurar y, sobre todo, de preservar— procede de una guerra de todos Contra todos —o de la responsabilidad irreducible de uno por el otro, si puede ignorarla unicidad del rostro y del amor. No resul- ta baladf saberlo; pues, de esta forma, la guerra no se convierte 3. Bevis, Etcainfnit, Madd, Vor p76 (ed original races, Es Inf, Pars, Fay, 1982) ee 278 cn instauracién de una guerra con buena conciencia en nombre de necesidades hist6ricas».* Lévinas responde a esta cuestiGn sin rodeos; elige la segunda hipétesis —Ia de la responsabilidad— para describir las bases del Estado y las de la paz, aun cuando su propésito va més allé de la simple descripci6n. De igual manera, sittia el papel de la filosofia en la constitucién del Estado en cuanto orden razonable y en la construccién de la paz, bajo el signo de la mesura. «A la extrava- ¢gante generosidad del para-c-otro se superpone un orden razona- ble, pedestre o angélico, de la justiciaa través del saber; yl filoso- fia es aqui una medida que se da al infinito del ser para-cl-otro de la paz y de la proximidad y como la sabiduria del amor»? Lacconomia de este pensamiento rechaza, sin ninguna duda, la hipétesis de Hobbes sobre el origen del Estado y Ia existencia de una sociedad razonable. «No es seguro que la guerra fuese al principio, Antes dela guerra estaban los altares».* Rechazo esen- cial, pues permite a Lévinas apartarse de las vias comuunes, per fectamente conocidas, perfectamente explicitadas; como si su extravagancia procediera, efectivamente, de una lectura enfati cca de los adversarios de Hobbes, los partidarios de la sociabil dad natural (Pufendorf). Esta lectura se hace bajo el signo del ‘exceso, puesto que, para él, no se trata de permanecer en el mis- mo terreno de Hobbes, eligiendo en el interior de este espacio, de este mundo, una posicién contraria —hacer jugar ala socia- bilidad contra la guerra, al altruismo contra el egofsmo—; sino de cambiar radicalmente de terreno, de evadirse del mundo, abriendo vias inéditas, insospechadas, pasando, gracias a la pérbole, de la sociabilidad a la responsabilidad para con el otro. Salto superlativo por el que Lévinas se asegura el acceso «a todo tun paisaje de horizontes que han sido olvidadosm; en este caso, a estelado dela identidad, a este «[..]"mAsaca” anterior ala intri- gadel egofsmo tejido.en el conatus del ser»? Lejos de los andlisis psicol6gicos, sociolégicos o antropol6gicos, Lévinas rechaza la prioridad de la guerra yla relacién con el ser que ésta implica; de “4. Levins, Paix proxi, op. cit, p46 5 th (Levinas, Lenguaje yproximidads en Descubrendaexstenciacon Hussey Heidegger Madr, Snes, p31 (ed ginal Frances, En dcuaand existence vee ‘Hussret Heidegger, Pars, Vein 1987) "LE: Levinas De tro modo gus opt p.1SS. 219 esta manera, con su pretensi6n de explicar el Estado, descubre tuna intriga distinta de la de la limitacin de la violencia y, al soslayar la perspectiva ontolégica, conjetura, més allé del seq, una limitacién del infinito de la relacién ética. En definitiva, al volver nuestra atencién sobre lo humano, «que no es simple: mente lo que habita en el mundo», sobre nuestras relacionés con los hombres, «ese campo de investigacién apenas entrevise to» —segtin Totalidad e Infinito—, Levinas se aparta de la hipéte- sis comin de la guerra original, la evidente, la que parece seri, que desciende la pendiente de nuestras evidencias al tiempo que ‘muestra cierto eansancio de la raz6n. La separacién de Lévinas encuentra su origen en la propos ci6n que afirma que las relaciones humanas, en cuanto huma« nas, proceden del desinterés. Lo humano, en el sentido levinae siano del término, comienza més allé del conatus. Esta ruptura con la doxa posee tanto més valor cuanto no emana de una cone Ciencia irénica que ignoraria los acontecimientos del siglo XX sms all, los emilenarios fratricidas». Como podria olvidarla violencia de la historia una conciencia judfa? :No recuerda Léve nas, en Paix et proximité, que la vision de la historia que prome | tiala lustracion —Ia paciflcacion gracias a un saber universal ha sido cruelmente desmentida en nuestros dias? Ni cerrazén, ni optimismo. Una posicién compleja en la que la ironfa vendria a mezclarse con la utopia, y la utopfa, con su fuerza de evasiGn, con el estimulo. La travesfa del desierto que hemos conocida cexige de nosotros tuna atencién que va més allé de a transforma cién de la mirada. Con el nombre de lo humano, se entrelazan varios hilos que habré que intentar desanudar; puesto que, a decir verdad, en este nudo tiene su origen la extravagante hipétesis: «La idea de que lo humano adquiere su sentido en la relacion del hombre con los demés, ges optimista o pesimista? Es, sobre toda, tuna propuesta irénica tras los horrores de 1939-1945. O es ut6: | pica. Este término no me asusta. Pienso que lo humano propi ‘mente dicho ne hace més que despertarse en “el hombre tal coma ¢s"».* La utopfa no asusta a Lévinas, pues él mismo invita areene contrar lo humano, no en «lo real donde se hunde y se hace hiss toria politica del mundo»; sino en las rupturas de esa historia los actos de resistencia, como si en esas brechas emergieran sig: 18S Mala, ire Levinas, Parse. du Cf 1988, p. 108. 280 nificados olvidados que permitieran a lo humano manifestarse ‘en oposici6n de evidencias anti-ut6picas. Posicién valiosa también, ya que esta evocacién no es sélo des- cripcién; sino, mas audazmente, apertura de otro espacio de pen- samiento, de sensibilidad més que de percepcién, més allé del saber, apertura de otra orientaciOn. Incluso cuando se trata de instituir el Estado o de preservarlo cuando ya existe, Lévinas en ningiin momento hace de él un horizonte insuperable. Con esta rafz, gel Estado no reconoce estar atravesado por un movimiento inesistible que lo leva més allé de sf mismo, segrin el titulo de una nueva lectura talmudica, Au-dela de Etat dans Etat? Mi razonamiento se realizaré en dos tiempos. —En primer lugar, antes de la extravagante hip6tesis, en busca del gesto filosofico que la ha hecho concebible. —Posteriormente, una modificacién que pretende apreciar los efectos multiples que esta hipotesis hace, a su vez, posibles. De qué ‘manera permite subrayar la pluralidad de tradiciones y formas estatales;iluminar de manera distinta las relaciones deo politico y de la ética; por tkimo, abrir el camino més alla del Estado. 0 Cudl es el gesto principal que ha hecho posible, que ha pro- ducido, esta extrafia conjetura? Esta hipotesis ha visto la luz, ha podido ver la luzen el senode Jo que Lévinas, en su texto de 1935, De févasion, llama, precisa mente, una filosofia de la evasién que pone en el ndcleo de su aventura «esta categoria de salida, no asimilable ni a la renova- ci6n, ni a la creaciéns. Lévinas practica una transfiguracién y tuna radicalizacién filoséfica de orientacién literaria que tiene por tema la evasién. Més alld de estos motivos, se esfuerza por recupe- rarun tema ms profundo, més esencial, que toca a la rafz mis- ‘ma. Lévinas profundiza, enfiticamente, en el extrafiamiento: «Por 9.8, Levinas, Newnes lectures tbrdiues, Pars, Mint, 1996, pp. 43-76, 10. E Lévinns, De la evasion, introduecion y tas de Jacques Ral, Madi ‘Avert Libros, 195, . 2 (ed oignal ances, De asion, Montpelir, Fata Monga a 1982), 281 «que [los motivos] todavia no ponen el ser en tela de juicio, y obe- decen a una necesidad de trascender los limites del ser finito. Tra- ducen el horror de cierta definicién de nuestro ser y no del ser ‘como tal" La evasin, tal como la concibe Lévinas, pone en jue- 0 el horror del ser mismo. La sensibilidad moderna conoce una situacién paradéjica: parece dividida entre el renacimiento de la ontologia y su contrario, como si el sentimiento del ser, que esta- ria en el origen de este regreso de la ontologi, hiciera nacer, al mismo tiempo, «una condena, la més radical, de la filosofia del ser [de nuestra generacién]>.” Bajo la emovilizaciGn» que amena- za —en el sentido de una influencia de orden universal—la sensi- lad moderna percibe en el ser «tna tara mas profunda>. En la meditacion de 1935 se mantiene la oposici6n siempre retomada, revisada, de una parte, por una experiencia de los I mites del ser que concerniria solamente a su naturaleza 0 a sus propiedades (perfecto 0 imperfecto,finito o infinito) y, de otra, por una experiencia de distinta amplitud que es experiencia del ser mismo, del hecho de que exista el ser. A la primera forma de experiencia corresponde el deseo de ir més allé de los limites del ser, de trascenderlos; ala segunda, un nuevo deseo que ambicio- hraria, no trascender esos limites; sino Iberarse del ser, de su ppesade7; en definitiva, salir Deseo de evasiGn para el que Lévi- has acuta un neologismo —el deseo de excendencia, con el fin de subrayar mejor la originalidad irreducible. El contraste entre las dos formas de experiencia cobra todo su sentido en la medida en que es la expresién de la diferencia ‘ontol6gica, de la distinci6n entre existente y existencia —entre Jo que existe y la existencia misma. La tara més profunda que la sensibilidad moderna ha sabido percibir concierne a la existen- cia misma, el ser de lo que es y no lo que es. ‘Lévinas, en oposicién apenas encubierta a Heidegger, reconoce al deseo de evasion la fuerza de legar al nicleo dela filosofia y de ‘poser un alcance crftico capaz.de ejercerse en miltipls direccio- nes. Primero, conduce a una critica dela flosofia tradicional. Des- puss, eva auna critica de la nueva filosofiaalernana yde su maestro ‘mis prestigiso. «Esti [el ser] en el fondo y en el lmite de nuestras ‘preocupaciones tal comolo pretenden certs ilésofos modernos?s." 1. bd, p80 12 Ibid p78 13 bed p84 282 Contestar de esta forma a la universalidad del problema del ser implica la subordinacién de este pensamiento del ser a una civilizaci6n que, so cobertura de universalidad, resulta ser his {éricamente determinada. «Noes el ser], por el contrario, nada mas que la marca de cierta civilizacién, instalada en el hecho ‘consumado del ser e incapaz de salir de él2».'" Cuando conside- rala revuelta anti-ontologica y sus resultados —el deseo de eva- si6n, la excendencia— Lévinas se pregunta por el ideal de feli- cidad y de dignidad humana que prometen. De la declaracion dde Lévinas, la originalidad de la evasién es tal que se encuentra en disposicién—ésas son las thtimas palabras de la meditacién de 1935— «de salir del ser por una nueva via corriendo el ries- go de invertir algunas nociones que al sentido comin y a la Sabidurfa de las nacioness.'S En el vuelco de estas evidencias ‘comunes encontramos, exactamente, la extravagante hipétesis. Siesta hipétesis se desmarca de las via trazadas por la sabidu- ria de las naciones —si extra-vaga—, si posee la fuerza de esca- par de las vias marcadas, evidentes 0 tenidas por tales, ¢s por Que es el fruto de esa teorfa de la evasién, de la puesta en pric- tica de la categoria de salida. La filosoffa es capaz de concebir tuna hipotesis que, contrariando la sabiduria de las naciones, dejaria de situar la guerra como prioridad, pues ella misma es evasi6n, salida del ser y, por ello, rompe o se esfuerza por rom- per con una filosofia del saber, del ser y de lo Mismo. Que la influencia del ser desaparezca y el torno de la guerra se destru- yaa continuacién, La guerra est vinculada substancialmente al ser, ala perseverancia en el ser, al conatus essendi o al Dasein por el cual en su ser se trata de su ser mismo."* Enel prefacio de Totalidad e infinito, consagrado a la escato- logfa de la paz (—xel extraordinario fenémeno de la escatologia profética»— que, lejos de reducirse a una evidencia filos6fica, ‘como si revelara el Telos del ser, se refiere mas bien a «un afiadi- do siempre exterior ala totalidad»), Lévinas asigna la guerraala ontologia, la sita del lado del ser que se fija en el concepto de totalidad; ordenando, a la ver, la filosofia y la politica occidenta- 14. bad 15 bid, pp. 6-117. Te, Sobre ai plpe que hace homélogos el conaus y el Dasein, Bde Fenenay enaupértion de Pini, en Enmanel Levins, Chie deere, 198%. 21 283 les, «[.1]]a guerra se presenta como la experiencia pura del ser puro». Se trata de un cacontecimiento ontolégico».”” Asignacin dela guerra al ser que se repite, con mayor insisten- . El encuentro con el rostro del otro, aventura excepcional, verdadera conmocién, despierta al ode su suetto dogmatico, de st soberania replegada sobre sf en ura quictud satisfecha. Salida del suefio que introduce ala vigilia, no como estado; sino como vigilancia, como insomnio. Despertar especifico a partir del otro; pues al tiempo que ¢ fision del sujeto —«desplazamiento de o Mismo por el Otro»— csdesilusién continua, sin descanso, de tal forma que lo Mismo es excedido, Mas alld de a experiencia que pertenece al mundo —la proximidad al otro desborda la experiencia del otro—, el reencuen- tro con el Otro es el acontecimiento propio de la trascendencia, la experiencia de la trascendencia en relacién con otro hombre. 26.E. Lévinas, ciones de hecho, el curso de! mundo, que parecen otorgar la raza a Hobbes y a sus discfpulos, para quienes la guerra es lo primero, A propésito de la vulnerabilidad —el sujeto como pasividad-—, precisa: «Si no se plantea esto, de inmediato tno se encuentra en un mundo de revancha, de guerra, dela afirmacién prioritaria del yo. Nodiscuto que de hecho siempre estemos eneste mundo, perv sun mundo de revancha, de guerra, de la afirmacién prioritaria, del yo. No discuto que de hecho siempre estemos en este mundo, pero es un mundo en el que estamos alterados. La vulnerabilidad esel poder de decirle adiés a este mundo...» «Un mundoen el que estamos alterados», donde las relaciones humanas, en su hit manidad misma, cambian a peor, son degradadas, peor, falsifica- das, por desconocidas; abandonadas completamente a la acci6nt violenta, a la guerra, a los choques de los yos imperialistas, «en ausencia de una relacion con el Otros. Choques entre libertades, pero libertades salvajes, animales, «libertades sin rostro», «Lo que caracteriza a la accién violenta —escribe Lévinas en Liberté et commandement—, lo que caracteriza a la tirania, es el hecho de no mirar de frente a lo que se aplica la accién [...] el hecho de no encontrarle de frente, de ver la otra libertad como fuerza, como salvaje, de identificar lo absoluto del otro con su fuerza». Este mundoal estilo de Hobbes es un mundo que, en su unilateralidad, ignora la quiebra descubierta por Emmanuel Lévinas, la escisién centre cel existir en st conatus essendi atraido por su ser... ¥ la 32 Bed, 213 BLE Livinas, De dios qu viene. op. itp 44 ME Levinas, bert commandaoent pet p39. 290 idad humana, pura eventualidad, claro, pero, en seguida, raat consagrarse alot o present yes devo 8 spaldas o pese a la obstinacién del conatus».* Pi deft, un mundo anterior lareduccon se podria dec encerrado en la evidencia natural del egofsmo, dela perseveran ‘Gia en el ser, dela guerra como resultado necesario e inevitable de to egotsmes. Un mando que, bajo Ie nea los usureos juctores y reproductores de la tiranta, se niega a tomar cut aa iran an dan, ano gna dl taturalea que invalda a autoridad de la guerra y de la astucia ‘que se niega a despertar Ia intenciones ocultas capaces de reabrir horizontes desconocidos. Un mundo anterior ala reduccién inter- subjtiva, que ignorael finde la prioridad de yo que, al contacto conel Ovo, past un hugar secundario; cerrado vigilancia, despertar que selevanta en el despertar» que, sin reprimirla liber tad a suscita deforma distin, bacindola sug como respon, lotro; cerrado a una desilusiGn capaz de una sett a donidad cerrado, fnalmente, al salto de la r- zn del saber hacia esta otra fuente de lucdez distin la prox ‘midad del projimo. En contra de este mundo en el que la subjeti- ‘had ets atrincherada y enaimismada que e piensa como ota ventura qu va ttazar gracias esta proximidad una iim londe salir del ser y de su afirmacién. "2 Pipaducionycvsin? Forzada abuse sera una simple jdentificaci6n de una y otra. Serfa mds justo considerar que la reduccién fenomenoldgica produce efectos de evasién, al preci- {ar que estos efectos, no s6lo no son secundarios; sino que regre- san, en cierta forma, hacia la Epokhé, le dan color y tonalidad, coma sila evasién fuera la Stimmumng de la reduccién, ‘En la obra de Lévinas, muchas, obsesivas, son las metaforas de lasalida, del extraftamiento, de la retirada, del més all, que perte- rnecen al registro dela evasi6n, en el sentido del ensayo de 1935. 2El hecho ético no es, por excelencia, salida del mundo? La original dad del encuentro con el otro esté en el rostro del otro, que perma- nece tracendente,«rompe con el mundo que puede semos co, tn» > En Toalidad e Infinit, eseribe sobre el oso que abe ddiscurso original que «no pertenece al mundo».” Lo propio del 35. B Lévinas,Autrement que savoir op. ci, p33 36.8 Levins, Pldad. ope. 208 30. p22 énfasis o de la hipérbole, a diferencia del método trascendental, en bbusca de un fundamento—un término que esté construido para un mundo que habitamos—, no es partir de lo humano, es decir, elo Jhumano «que no es simplemente algo que habita el mundo, sino ue envejece en el mundo, que no se retia de él por oposiciéns?™ El despertar que procede de la no-indiferencia, dela responsabili- dad para con el otro, en la medida misma en que, como desilusién, romps con la persevrancaen elses efectia mds alt de lacnto logia. Tal es la originalidad de la proximidad que evitara la recuy racin heeliana, el regreso del coma yalconans La pron dad no es un estado, un reposo; sino que es precisamente ingui tud, no-Iugar fuera del lugar del reposo que perturba la calma dela no-localizacién del ser que se toma reposo en un lugar».® Si la proximidad del rostro da lugar aun significado mas allé del ser, gn0 ve, asf, lahizel tema inimitable de salida; o mejor, no es la salida la ue intenta abrir una salida més alla de la tematizaci6n? Aqui vemos a encontrar la extravagante hipétesis, que supera de lejos la exftica de Hoblas: porque resrgecon una mac ntenatdads pace toque se cuestiona su vinculacién con un pensamiento ms alld del set En el whtimo capitulo de De otro modo que ser 0 mas allé de la . El tropis- ‘mo hacia lo universal vacia el lenguaje de todo significado so- cial, por cuanto allt la relacion frente-a-frente desaparece para dejar lugar a una multiplicidad que se reabsorbe en la negacién de las particularidades. A esta concepcién Lévinas opone «la ex- periencia patética de la humanidad que el idealismo hegeliano 0 S6-E Levinas, Talia efit opt p23. 303 spinozista relegan a lo subjetivo o a lo imaginario».* Contra lo {que funciona como una universalizacién neutralizante, hace va- ler la experiencia sensible del rostro del otro que, por Su poten- cia de afectar, no se eleva tanto contra el Estado cuanto profun- diza en este lado, para dejar aparecer, segtin los términas de Li- berté et commandement, «un discurso ante el discurso», «esta idea de relacién de particular con particular con la institucién de la ley racional», mejor, «una racionalidad anterior a toda constituciéns.** Ahora bien, como subraya Lévinas en el prefa- cio a Utopie et socialisme de Buber, éste remite, sencillamente, a lo politico del lado de la dominacién —més préxima en ello a la de M. Hess que a la de Marx—con el propésito de reestructurar lo social destruido por el capitalismo y el Estado. O bien, apode- Findose de las categorias de la filosofia del derecho de Hegel, invierte la economfa y hace jugar, en la gica de un pensamiento del derecho social, la sociedad civil contra el Estado, si preferi- ‘mos, el polo positivo de lo social como Bien —el estar juntos de los hombres— contra el polo negativo, la malignidad deo polfti- co. «A partir de Ia idea de dominacién, de la coercién—o, como dirfamos hoy, de la represién—, Buber piensa la relacin politi- ca entre los hombres». Ni Buber, ni Hobbes, dos figuras in- vertidas —uno valora las relaciones de fuerza; el otro, las recha- za—, no para volver a Hegel, cuyos vinculos con el pensamiento de Hobbes son evidentes; sino para reafirmar la extrema impor- tancia de la estructura politica como forma de institucién razo- nable de la coexistencia humana, aunque plantea la prioridad de la responsabilidad para-con-cl-otro y acepta, con ella, someterse su juicio, esforz4ndose por pensar de forma distinta el Estado, En relacién con Buber, la insistencia de Lévinas en lo politico ofrece una doble vertiente critica: reintroduce en la dfada de Bu ber el binomio YoTi, la presencia del tercero, de la que proce- den la medida y la justicia; subraya el cardcter irreducible de lo politico que, al valorar la asimetria del encuentro, con el fin de medir mejor las distancias respecto a la antropologia de Buber, impregnada de reversibilidad y de un social pensado bajo la for. 57 tid, p23, SEE Livinas, bert et commandement, opt pp. 3637 59. Prefacio de Emmanuel Levinas 1 M. Buber Uap scialsme, Pars, Aubie. 304 ma de un Nosotros reconciliado, que se cierra sobre abraza a s{ mismo. #1 descentramiento del Estado en el que trabaja Lévinas al in- vocarla relacién étca autoriza a detectar en su obra un regreso alo teolbgico-politico, una voluntad de permanecer de este lado de la des relacn de lo religioso y de lo politico caracteristico de la de- mocracia moderna? Sin tener en cuenta esta cuestién en su totai- dad, especialmente la acusacién del «giro teol6gicos, nos basta re- cordar que la trascendencia descubierta en larelacin con elrostro del Otro no tiene nada de teol6gico, como Lévinas indica en distin- tas ocasiones;* por afiadidura, podemos sostener la acusacién de regreso alo teol6gico-politico, pues, en ningtin momento, Lévinas intentatraducir este descentramiento del Estado por la construc- cin de un complejo de institucionesreligiosas y politicas. En cierto sentido, Lévinas, pensador modemo,estarfa de acuerdo con Marx ala hora de rechazar el Estado cristiano, o cualquier otra forma de Estado religioso, que intentaria subordinar la politica de los hom- bres alos imperativos del cielo y que, en nombre de estos imperat- vos, procurarfa afectar a la libertad de pensar y actuar: Resuelta- ‘mente moderna, pero no ajena alo que Catherine Chalier denomi- na.eel anacronismo judio», Lévinas pone en guard ala moderidad contra ella misma, con su soberbia y su suficiencia, capaces de en- ‘afar, a su vez, una verdadera dialéctica dela emancipacién. Esta forma de critica préxima a la de la Escuela de Frankfurt aparece claramente en Humanism del ot hombre cuando, al recurrir de- liberadamente a los términos hegelianos y marxianos, Lévinas se pregunta por «el contra-sentido de las grandes empresas fracasa- das —donde politica y técnica alcanzana la negacién de os proyec- tos que los llevan», desafia ala conciencia trasoendental. La angus- tia de hoy nace del fracaso de la emancipacién. «Proviene de la ‘experiencia delas revoluciones que se hunden en la burocracia yen la represién: de la experiencia de las violencias totalitarias que se hacen pasar porrevoluciones. Porque, en ells, salina ladesaiena in misma * En presencia de este desastre, el descentramiento del Estado es alegato a favor de un regreso a una forma de vida pre- f, que se 60. neste pronase texto esencil de Guy Petndemange,

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