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ARGENTINA DE ENTREGUERRAS

Texto de cátedra

Introducción

El título al que hace referencia el presente texto no pretende encerrar un tiempo histórico
determinado entre dos fechas, dado que es imprescindible tener en cuenta un largo período
que incluye el fin del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, período signado por profundos
cambios a nivel mundial que desencadenaron una diversidad de hechos y problemáticas
entre los cuales podemos destacar nada menos que la Crisis del ’30 y la Segunda Guerra
Mundial. Lo que más nos interesa aquí es mostrar el entramado ideológico que va
construyendo el pensamiento argentino de la época y cómo el contexto mundial afecta al
desarrollo del país. Quizá lo más contundente de este período sea el desenvolvimiento de
las ideologías totalitarias que influyeron para siempre el mundo occidental. A las crisis de la
primera postguerra le siguieron mejoras económicas de la mano de la intervención
estadounidense, que directamente se ligaron a una fuerte consolidación del capitalismo en
oposición al mundo socialista o comunista generado con la revolución rusa. Sin embargo,
no toda la sociedad recibió los albores de una economía grata para el sistema imperante,
buena parte de la población mundial no salía de la pobreza, la falta de educación, en fin, de
la marginalidad y la violencia política a la que eran sometidos por los países más poderosos
o por sus propios gobiernos.
Los movimientos sociales se agitaron en todo el mundo al calor del desarrollo del
socialismo y el anarquismo en sus diversas variantes. Los proletarios del mundo parecían
unirse tal y como rezaba el Manifiesto Comunista 1. Gracias a la lucha y a la muerte de
miles de trabajadores en el mundo, muchos de sus reclamos tomaron el formato de ley, no
siendo esto la solución a los problemas del mundo capitalista. Los trabajadores con estas
ideas que migraban a Latinoamérica constituyeron una fuerza social concreta y muy
importante entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, particularmente en Argentina
hasta entrados los años treinta, con las continuidades y bifurcaciones que se fueron
produciendo.
En el mundo, como explica Béjar, “a lo largo del siglo XIX, las tres principales familias
políticas fueron el liberalismo, el conservadurismo y el socialismo, pero en las dos últimas
décadas surgió una nueva derecha intensamente nacionalista y antisemita que fue capaz de
movilizar y ganar la adhesión de diferentes grupos sociales (…)”2. El fascismo negaba a
través de la violencia, la primacía de la razón sostenida por el liberalismo y por el
socialismo. Las ideologías totalitarias supieron captar las necesidades de la clase
trabajadora y explotar al máximo su potencial propagandístico y discursivo con el fin de
apropiarse de las masas, sus ideas y sus construcciones históricas. “Si bien los fascistas
suprimieron los sindicatos independientes y los partidos socialistas, su política apuntó a la
1
Escrito por Marx y Engels a pedido del Partido Comunista inglés en 1848.
2
Béjar, María Dolores (2013): Historia del siglo XX. Bs.As. Siglo XXI editores. Pág. 109.
integración material y cultural de la clase obrera. Mientras subordinaba políticamente a
los trabajadores y los disciplinaba socialmente, el fascismo promovía la idea de igualdad y
la disolución de las jerarquías: el plato único nacional, la fuerza con alegría, el
Volskwagen para todos, etc. La contribución más importante del nazismo en el plano social
fue el restablecimiento del pleno empleo antes de fines de 1935, mediante la ruptura
radical con la ortodoxia económica radical.
El hecho de identificar al fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán como las
expresiones más logradas del fenómeno fascista no implica desconocer los importantes
contrastes que hubo entre ambos: el peso decisivo del antisemitismo genocida en el
régimen nazi, más tardío y menos radical en Italia; la más plena conquista del estado y la
sociedad por parte del nazismo; la mayor autonomía de Hitler respecto de los grupos de
poder; la política exterior orientada hacia el imperialismo tradicional en el caso de
Mussolini, y hacia la imposición del predominio de la raza aria en el de Hitler”.3
A los efectos de analizar el período argentino es muy importante tener en cuenta el
desarrollo de las ideologías mencionadas, sus repercusiones posteriores e incluso, sus
repercusiones actuales.

El radicalismo en el poder. Características generales y transformaciones sociales de la


época

Entre 1916 y 1930 se sucedieron tres gobiernos radicales. El radicalismo surgió como un
movimiento revolucionario de oposición al régimen conservador. Se dice que fue
revolucionario en sus inicios porque a través de una oleada de revoluciones intentaron
derrocar al bastión del poder conservador, Juárez Celman y a todo el régimen oligárquico.
No obstante el desarrollo posterior se constituyó como un partido alternativo sí al
conservadurismo pero reformista, no revolucionario tendiente a la incorporación de la clase
media al poder político y de los inmigrantes. Su programa político consistió en terminar
con los excesos que habían cometido los sucesivos gobiernos de Régimen, como se llamó al
período conservador. Bajo el programa que Yrigoyen denominaba de “reparación
nacional”, empeñó su esfuerzo en terminar con la corrupción, renovar las costumbres y la
clase dirigente, y reorganizar las instituciones políticas de la nación mediante la efectiva
aplicación del sufragio libre.
Caracteriza a la época que los hijos de inmigrantes habían crecido recibiendo los
beneficios de la ley de educación común ―que les había permitido ir al colegio y a la
universidad― se comienzan a integrar a los cargos públicos, cubriendo tanto los electivos
como los de la administración.
La tarea que se había impuesto Irigoyen se vio dificultada principalmente por no
contar con mayoría en el Congreso Nacional para implementar sus reformas, y además por
encontrarse las provincias gobernadas por funcionarios conservadores. Esta última
3
Béjar. Op. Cit. Pp. 112-113.
situación llevó a Yrigoyen a ordenar intervenciones en varias provincias -las
llamaba intervenciones reparadoras- con la finalidad de llamar a elecciones limpias para
concluir los mandatos de gobernadores conservadores que habían sido elegidos en comicios
fraudulentos. Si bien durante su gobierno hubo una actitud conciliadora y comprensiva de
las justas aspiraciones obreras, grupos anarquistas y comunistas agitaban el ánimo de los
obreros produciéndose huelgas con sorprendente violencia como los ocurridos en la
llamada “Semana Trágica”, en la Patagonia y en La Forestal, con centenares de muertos.
La Primera Guerra Mundial, ante la cual nuestro país mantuvo una posición neutral,
provocó la valorizaron de los productos agrícolas, cereales, carne, necesitados por los
países en guerra, pero también acarreó una disminución de la importaciones, intentándose
sustituirlas con fabricación local, lo cual dio la perspectiva de creación de una industria
nacional. En política exterior, el Presidente no solo mantuvo la neutralidad de nuestro país a
pesar de las presiones de los intelectuales, los universitarios, y hasta del Congreso Nacional
-que se opusieron- sino que también convocó a las naciones hispanas a un congreso para
debatir problemas comunes, que fracasó por injerencia de los Estados Unidos.
En 1922 termina su mandato, sucediéndolo en la presidencia otro radical: don
Marcelo T. de Alvear. Su gobierno transcurrió entre la finalización de la Gran Guerra y la
crisis económica mundial que estallaría hacia 1929. La Europa de posguerra, necesitada de
alimentos, llevó a que nuestro país incrementara mucho las exportaciones de trigo, maíz y
harina. La admiración ante tal abastecimiento de alimentos generó el comentario de que
Argentina era “el granero del mundo”. La provechosa situación permitió una gran
reactivación económica del país, que aparejó una moderada prosperidad, permitiendo la
elevación de la calidad de vida de la clase obrera y el afianzamiento de las clases medias.
Se abrían para el país expectativas inmejorables. La bonanza económica llevó al gobierno a
retomar el desarrollo de la obra pública, que se plasmó en la ampliación de la red
ferroviaria, la construcción de la Refinería de YPF y del puerto de Mar de Plata. En materia
social, hay que destacar de este período la creación de la Caja de Previsión Social y la
reglamentación legal del trabajo de las mujeres y los niños.
Hacia 1924 el radicalismo se dividía en antipersonalistas e yrigoyenistas. Los
antipersonalistas, seguidores de Marcelo Alvear, se manifestaban en contra de la política
personal del caudillo. Los personalistas o yrigoyenistas se autodefinían como los
verdaderos intérpretes del carácter popular, revolucionario, transformador y americanista
del radicalismo, y acusaban a los primeros de ser una forma encubierta del
conservadorismo. El enfrentamiento entre ambas facciones se agudizó al terminar el
mandato de Alvear, y van por separado a las siguientes elecciones de 1928, en las que el
viejo caudillo Irigoyen obtiene una victoria arrasadora sobre los otros candidatos. A estos
comicios se los llamó el plebiscito porque Irigoyen logró acumular el doble de los votos
que todos los demás partidos reunidos. Tal apoyo popular que pareció instalarse
definitivamente, fue cediendo prontamente ante el descontento generalizado que provocó la
funesta repercusión que tuvo en nuestro país el inesperado crack de la Bolsa de Nueva York
en 1929 y sus extendidas consecuencias.
Los efectos de la crisis mundial se hicieron notar en el país: se desvalorizó la moneda,
los precios de nuestros productos agropecuarios cayeron notablemente, ello acarreó el
aumento del desempleo y un deterioro considerable en la calidad de vida de la población.
La acción obstinada en el Congreso, tanto de conservadores como de los antipersonalistas,
de poner obstáculos a la tarea del gobierno, se juntó a la precaria salud del presidente, lo
cual agravó la situación. Azorada la oposición al ver que sería muy difícil el
desplazamiento del radicalismo en elecciones libres, con actitudes antidemocráticas,
mediante una campaña feroz en los diarios, seguida de intensas agitaciones en las calle,
terminaron por socavar la figura presidencial y provocó el descreimiento del sistema
republicano. Los hombres que rodeaban al presidente Irigoyen se mantuvieron demasiados
confiados en la mayoría que habían obtenido y no llegaron a comprender el escenario que
se avecinaba. Las advertencias sobre una conspiración tramada para derrocarlo fueron
desoídas por el presidente, que rodeado de su círculo intimo, se encontraba aislado,
careciendo de comunicación, inclusive con sus propios funcionarios. Al deteriorarse
considerablemente la salud del presidente, se vio obligado a delegar el mando en su
vicepresidente, quien inmediatamente decretó el estado de sitio, pero ya era demasiado
tarde para encaminar la situación. Al amanecer del 6 de septiembre de 1930, una columna
del Colegio Militar, al mando del general José Félix Uriburu, se dirigió a la Casa de
Gobierno para exigir la renuncia del Vicepresidente, no hallando resistencia alguna. Al
enterarse, Irigoyen se dirigió a la ciudad de La Plata para, desde allí, intentar recuperar
Buenos Aires, pero el ejército no respondió a su mando. Al día siguiente presento su
renuncia, e inmediatamente fue detenido y conducido a la isla Martín García donde quedó
recluido.

 El movimiento obrero
Las fluctuaciones y crisis económicas generaron una influencia importante en el
desenvolvimiento del movimiento obrero en este período. Pero también las
condiciones creadas a partir de la instauración del radicalismo en el poder, y las
corrientes ideológicas que movilizaron a las élites dirigentes obreras en diferentes
direcciones políticas, imprimieron un sello distintivo a todo el proceso social.
El movimiento obrero refleja íntimamente la coyuntura económica: la crisis y la
depresión que acompañaron los comienzos del gobierno de Yrigoyen muestran una
caída notable de la capacidad económica general. Los movimientos huelguísticos
registrados a través del período no sólo están dirigidos a obtener mejoras salariales,
sino también a reducir la jornada laboral, a mejorar las condiciones sanitarias, al
reconocimiento de los organismos gremiales y a otros objetivos de orden político.
“El radicalismo auspiciará algunos proyectos legislativos que, si bien no
transformaban totalmente la situación general, por lo menos contribuyeron a
mejorarla”4.
Con las corrientes migratorias europeas llegaron a la Argentina corrientes político-
ideológicas propias del movimiento obrero europeo. A partir de las actividades
obreras en nuestro país se crearon las condiciones para establecer organizaciones sin
las cuales toda la lucha para mejorar las condiciones generales era imposible. Todas
las ideologías coincidían en un punto estratégico: reivindicar al proletariado a través
de la modificación total de las estructuras socioeconómicas y políticas capitalistas,
para lograr una sociedad sin clases y sin un Estado al servicio de las clases
privilegiadas. A partir de estos objetivos estratégicos se fijaban medios, etapas y
formas de lucha que variaban según la doctrina, pero tenían como finalidad crear en
4
Cantón y otros. (1998): Historia Argentina 3. Bs.As. Paidós. Pág. 290.
el proletariado una conciencia de su destino histórico. “En nuestro país estas
corrientes prendieron principalmente en las zonas urbanas y se extendieron muy
lentamente en el resto del territorio. En el período radical la corriente que logra
establecerse y arraigar con más firmeza es la reformista en sus versiones
sindicalista y socialista.”5
Más allá de las reivindicaciones que fueron escuchadas y de los movimientos obreros que
marcaban fuertemente el rumbo social a pesar del sistema imperante, el radicalismo
yrigoyenista se fue convirtiendo en un populismo, típico de Latinoamérica en aquel tiempo,
que inauguró en nuestras tierras esta forma de gobierno capaz de contener los sectores más
empobrecidos o populares bajo el liderazgo carismático de un caudillo. Atentos a las
reflexiones de Sebreli para poner en el juego del análisis estas cuestiones podemos explicar
que: “el populismo yrigoyenista, con sus fidelidades personales, favoritismo y clientelismo,
tenía todas las características del populismo paternalista conservador. (…) el proletariado
rural más arcaico, o lo pobres de la ciudad, no los obreros sindicalizados que reclamaban
sus derechos, constituían la visión que Yrigoyen tenía –y quería tener- de las clases
populares. El yrigoyenismo, al igual que los conservadores, alternaba el paternalismo con
los pobres y la represión a la clase obrera sindicalizada”.6
Las huelgas y la represión a los obreros estaba signada por un clima de fervor por las
ideologías nacionalistas de derecha. Entre otras, la Liga Patriótica Argentina, antisemita
ultranacionalista no fue perseguida por el gobierno y muchos de sus adeptos eran fieles
yrigoyenistas. “Los hechos de la semana trágica se iniciaron con la huelga de los obreros
de los Talleres Metalúrgicos Vasena a raíz de un pedido de mejoras. Tiroteos entre policías
y bomberos con grupos de obreros armados producen la muerte ocasional de vecinos del
lugar y de algunos de los obreros. (…) Las centrales obreras declaran la huelga general y
se paraliza casi todo el país; los obreros pasan así a ser los protagonistas del drama” 7. El
falso descubrimiento por parte de la policía de un plan comunista para tomar el poder en
nombre de los obreros, dio lugar a que grupos armados de la Liga Patriótica y de la
Asociación del Trabajo llevaran a cabo verdaderas razzias contra rusos y judíos
(considerados comunistas) y catalanes (considerados anarquistas). Como explica
Finchelstein, los nacionalistas de las décadas del veinte y del treinta eran la variante local
del fascismo trasnacional. “Lo que distinguió a la Argentina fue su particular proceso en la
formación del Estado y la singularidad de los sentimientos, de las identidades compartidas
y de las ideas a partir de las que fue creado. (…) Intelectuales del siglo XIX como
Sarmiento, Alberdi y Mitre dieron un significado nacional a los sentimientos colectivos de
pertenecer a un territorio específico. (…) Una historia común modeló el sentimiento de
pertenencia y con el tiempo, creó mitos y reconstrucciones históricas. (…) Los primeros
relatos del país la concibieron como una lucha entre héroes y villanos, una historia que es
repetida constantemente por los intelectuales y los políticos latinoamericanos. (…)
La relación entre el nacionalismo inclusivo y abierto del siglo XIX y el exclusivo y
totalitario del siglo XX fue una de acuerdos y colaboración, de lazos afectivos y afinidades
electivas. Aunque durante el siglo XX muchos siguieron las dimensiones más democráticas
de las ideas de la razón del siglo XIX, otros prefirieron explorar sus elementos más
destructivos. En este sentido, la Argentina no difiere de la Alemania nazi o de los

5
Cantón. Op. Cit. Pág. 292.
6
Sebreli, Juan J. (2003): Crítica de las ideas políticas argentinas. Bs. As. Ed. Sudamericana. Pág. 135.
7
Cantón. Op. Cit. Pág. 297.
genocidios europeos y la barbarie colonial”.8 Desde este punto es que podemos citar por
caso la llamada “conquista del desierto” que, además de constituir lo que ya se conoce, fue
una limpieza étnica. Pero el ideal nacionalista que se desarrolla entrado el siglo XX tiene
como consecuencias las represiones a los movimientos y manifestaciones obreras,
persecuciones políticas, censuras culturales, etc.
Pese a todo durante el radicalismo de este período se introdujeron leyes obreras de aspectos
innovadores. Hasta ese momento el sistema federal permitía a las provincias dictar algunas
leyes laborales. Sin que esta situación se quiebre totalmente, aparecen leyes nacionales que
serán la base de una superestructura jurídica laboral que se completará en etapas sucesivas.
Se dictaron entonces: la ley que reglamentaba el trabajo a domicilio; la ley de
indemnizaciones por accidente de trabajo; la ley de condiciones de contrato de trabajo para
los menores; la prohibitiva del trabajo nocturno en las panaderías; la ley que establece la
forma de pago del salario y toma previsiones contra el sistema de trueque y la ley que
limita a ocho horas la duración de la jornada laboral.

La cultura y la política

En el período que se extiende desde el fin de la Primera Guerra Mundial hasta 1930, varios
acontecimientos agitaron el panorama cultural argentino. El impacto de la guerra y el de la
Revolución Rusa, la Reforma Universitaria, la aparición de una nueva generación de
intelectuales y artistas que no dejó de intervenir en los asuntos colectivos, junto a una
industria cultural que se afirmaba y que luego por muchos investigadores sería llamada
“cultura de masas”.

Aunque en el umbral del siglo XX la influencia de la Universidad se extendía en múltiples


ámbitos, fue a partir de 1918 cuando su carácter rector adquirió una fuerza inusitada.
En consonancia con los acontecimientos que vivían el país y el mundo, en junio de 1918 la
juventud universitaria de Córdoba inició un movimiento por la genuina democratización de
la enseñanza, que cosechó rápidamente la adhesión de todo el continente.
Esta gesta, conocida como Reforma Universitaria, es uno de los mitos de origen de la
Córdoba del siglo XX, y uno de los puntos de partida de su entrada en la modernidad. La
utopía universitaria del '18 se anticipó medio siglo al "Mayo Francés" y extendió su
influencia a todas las universidades argentinas y latinoamericanas.
Las reivindicaciones reformistas bregaban por la renovación de las estructuras y objetivos
de las universidades, la implementación de nuevas metodologías de estudio y enseñanza, el
razonamiento científico frente al dogmatismo, la libre expresión del pensamiento, el
compromiso con la realidad social y la participación del claustro estudiantil en el gobierno
universitario.
Las bases programáticas que estableció la Reforma fueron:
 Cogobierno estudiantil
 Autonomía universitaria
 Docencia libre

8
Finchelstein, F. (2016): Orígenes ideológicos de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo y dictadura en la
Argentina del siglo XX. Bs.As. Ed. Sudamericana. Pp. 39-40.
 Libertad de cátedra
 Concursos con jurados con participación estudiantil
 Investigación como función de la universidad
 Extensión universitaria y compromiso con la sociedad

Cronología de hechos
- En marzo, los estudiantes todavía continuaban con sus protestas. Se organiza el Comité
Pro - Reforma presidido por Ernesto Garzón, Horacio Valdéz y Gumersindo Sayago. Tras
decretar una huelga en apoyo a sus proyectos, el Consejo Superior decide "no tomar en
cuenta ninguna solicitud estudiantil". el Rector cerró las puertas de la Universidad.
- El 11 de abril se conforma la Federación Universitaria Argentina (FUA), presidida por
Osvaldo Loudet. Ante la gravedad de los sucesos que se producían en Córdoba, y luego de
recibir a los dirigentes estudiantiles, el presidente Irigoyen decreta la intervención de la
Universidad y designa al Dr. Nicolás Matienzo para ejercerla. Casi inmediatamente después
de asumir, redactó e hizo aprobar el estatuto que reemplazaría al de 1893, al que calificó de
restrictivo por que excluía a los profesores y dejaba el gobierno en manos de cuerpos
vitalicios. Matienzo democratizó, de esta manera, el gobierno universitario. La lucha
estudiantil estaba legitimada por el apoyo del ex gobernador de la Provincia, Ramón J.
Cárcano, y algunas personalidades como Deodoro Roca, Enrique Martínez Paz, Arturo
Orgaz, Joaquín V. González.
- La nueva Asamblea Universitaria constituida por la totalidad de profesores titulares y
suplentes fue convocada para el 31 de mayo. Durante ese mes se eligieron
democráticamente los decanos de las tres facultades que entonces existían (Derecho,
Medicina y Ciencias Exactas). Triunfan de forma avasalladora los partidos de la Reforma.
Belisario Caraffa fue proclamado vicerrector y se trasladó para el 15 de junio la elección
del rector. Estos antecedentes indicaban que ese día el Dr. Enrique María Paz, abanderado
de la reforma, sería consagrado rector. Sorpresivamente y olvidando el compromiso
adquirido ante los estudiantes, la Asamblea de Consejeros elige rector al Dr. Antonio Nores,
candidato de la asociación clerical "Corda Frates" , congregación de caballeros católicos,
muy unidos por lazos de amistad y parentesco. Los estudiantes, envueltos por un
sentimiento de traición, irrumpieron en el salón, lo desalojaron e impidieron la
consumación del acto. Sobre el mismo pupitre rectoral redactaron la declaración de una
nueva huelga. Surgieron entonces dos entidades de programas opuestos: la Federación
Universitaria presidida por Enrique Barros, y el Comité Pro Defensa encabezado por Carlos
Artaza Rodríguez.
- El 17 de junio, Nores asume el rectorado. Se registran otros hechos de violencia. La FUC
reclama su renuncia al tiempo que difunde el Manifiesto a los Hombres Libres de Sud
América, redactado por Deodoro Roca, al que suscriben varios reformistas. Los estudiantes
de todo el país y los obreros se pliegan a la huelga.
- El 21 de junio es proclamado el Manifiesto Liminar. Redactado por Deodoro Roca y
adoptado como documento programático por la Federación Universitaria de Córdoba.
Constituyó la base de la reforma universitaria argentina. Su difusión e influencia se
extendió rápidamente el resto de Latinoamérica constituyendo la base de todos los
movimientos reformistas posteriores.
- El 6 de julio, el Obispo de Córdoba, Fray Zenón Bustos, acusa a los estudiantes de
incurrir en "prevaricato franco y sacrilegio". El día 11 el Consejo Superior clausura la
Universidad.
- El Primer Congreso Nacional de Estudiantes, convocado por la FUA, inicia el 21 de julio
sus sesiones en Córdoba proclamando la necesidad de autonomía, gobierno tripartito
paritario, asistencia libre, régimen de concursos y periodicidad de la cátedra, entre otras
demandas. Ante la ingobernable situación, Nores renuncia al rectorado acompañado por
numerosos profesores. Se suceden las manifestaciones estudiantiles. El Ejecutivo,
haciéndose eco de las protestas estudiantiles, designa como interventor de la Universidad
de Córdoba a Dr. José Salinas, se reforman los estatutos y se da lugar a muchas
aspiraciones estudiantiles. Aceptó la renuncia a sus cátedras a numerosos profesores.
Muchos reformistas ingresaron a la docencia, entre ellos Arturo Capdevilla, Deodoro Roca,
Arturo y Raúl Orgaz.
- Se reforman los estatutos de la UBA y se declara la libre asistencia a clases y la
representación de los estudiantes al Consejo.

El clima de renovación cultural se agitó en los años de postguerra de la mano de los


movimientos sociales y políticos, pero también de artistas y grupos culturales variados. La
imagen, la prensa y las editoriales fueron un arma indispensable para las expresiones
políticas, como es el caso del periódico socialista “La Vanguardia”. Pero otras
manifestaciones fueron surgiendo en esta época. Intelectuales jóvenes se inclinaban a la
denuncia social, asumiendo y reclamando el compromiso del intelectual con la causa de los
desposeídos, que para ellos era la causa de la humanidad. El movimiento de renovación del
universo literario y estético contó con varios frentes.
“Ese movimiento renovador se expresó en la fundación de revistas. “Proa”, “Inicial”,
“Martín Fierro” fueron algunas de las que se crearon en Buenos Aires, mientras que en La
Plata se fundaron “Valoraciones” y “Sagitario” 9. Es también la época de las expresiones
literarias de Florida y de Boedo.

FLORIDA Y BOEDO: LA VANGUARDIA ARGENTINA

La década de 1920 es una de las más interesantes en Buenos Aires, una década de vertiginosas transformaciones
sociales, de nuevos hábitos, de novedades en la cultura. En muy poco tiempo la ciudad cambió por completo y pasó
a ser un espacio moderno. Las calles se vieron pobladas de nuevos sujetos ya que hubo una gran oleada
inmigratoria, producto de la primera guerra mundial, principalmente españoles e italianos, y esto revolucionó la
sociedad argentina, principalmente Buenos Aires. La ciudad se encontró de pronto con obras monumentales que
mostraron las nuevas tendencias modernistas, como el cine Gran Rex o el edificio Kavanagh. También se
multiplicaron y extendieron sus redes los medios de transporte, cosa que permitió que los barrios periféricos
pudieran acercarse al centro.

En el campo de la lengua, quienes se andaban por Buenos Aires encontraba tantas lenguas como grupos sociales,
producto de la inmigración. EL idioma se vio modificado por los distintos aportes, esto preocupó a los intelectuales.
La educación pública logró la integración, por lo pronto de los hijos de quienes habían llegado desde el extranjero.

9
Cataruzza, A. (2009): Historia de la Argentina. 1916-1955. Bs.As. Siglo XXI editores. Pág. 74.
Por otro lado, la ciudad se vio también sorprendida por la aparición de los primeros medios masivos de
comunicación, como de la radiofonía, el cine, la publicidad, diarios y revistas. También apareció un público lector,
producto de la educación pública, ya que un gran sector de la sociedad había sido alfabetizado. Se crearon nuevas
instituciones como bibliotecas, clubes, sociedades de fomento, editoriales.

Los jóvenes se convirtieron en el motor de la sociedad porteña, ya que estaban totalmente abocados a los cambios,
al progreso, a la transformación, el futuro. Uno de los hechos más significante llevado adelante por estos jóvenes de
la década del 1920 fue la Reforma universitaria en Córdoba.

Como ya dijimos, el público lector había crecido en número y, por otro lado, la figura del escritor también era
distinta de la de años anteriores. Escritores como Leopoldo Lugones y Ricardo Güiraldes ya habían impuesto su
presencia en la literatura nacional, pero no eran profesionales, provenían de clases sociales altas y escribían libres
de toda presión económica. En cambio, en estos tiempos, aparecen escritores de clases sociales más modestas,
quienes profesionalizaron la profesión del escritor, entre ellos Roberto Arlt.

En este contexto nacieron dos movimientos literarios: el grupo Boedo y el de Florida; y junto a ellos las revistas que
difundieron a los nuevos escritores. Las más conocidas “Martín Fierro” y “Proa” del grupo Florida y “Los
Pensadores” y “Claridad” del grupo Boedo. Así, las nuevas ideas circularon a través de estas publicaciones. Las
primeras que se enfocaban en la renovación estética y, las segundas, centradas en el compromiso político y social.

Los escritores argentinos de principios del siglo XX compartieron el espíritu de una época más que la adscripción a
una corriente estética. Los cambios producidos en la sociedad a partir del desarrollo de las ciudades y la tecnología
influyeron en ellos. La modernización de las comunicaciones y en los medios de transporte facilitaron los viajes a
Europa y, de esta manera, los artistas americanos entraron en contacto con el espíritu de las vanguardias europeas.

Fue así como el Ultraísmo, movimiento español introducido por Borges, influyó en la producción literaria de
nuestro país. El Ultraísmo pretendía comunicar estados y sensaciones, privilegiaba la metáfora y las formas libres y
asonantes. La poesía fue su forma natural de expresión.

Por otra parte, se desarrolló también una poesía de mayor contenido social, que reflejaba las voces de la gente
común. Así, ambas corrientes, la que recibió la influencia del Ultraísmo y la que se inclinó por expresar las
problemáticas sociales, estuvieron representadas por los grupos Florida y Boedo.

GRUPO FLORIDA

El grupo fue llamado así ya que sus miembros se reunían en la editorial de la revista “Martín Fierro”, que se
encontraba a metros de la calle Forida, calle del ocio de las clases altas. Sus aportes fundamentales a la literatura
fue la poesía, a través de la pluma de sus integrantes más representativos: Oliverio Girondo, Raúl Gonzalez Tuñón,
Leopoldo Marechal y Jorge Luis Borges, por citar algunos. Sus miembros tomaron elementos del Surrealismo, el
Dadaísmo y el Ultraísmo. Se lo considera como la primera vanguardia argentina. Proponían una poesía que se
desentendiese de las normativas, tanto en la métrica como en la rima, y vieron que la metáfora debía ser audaz y
provocativa. Sus integrantes estaban interesados en un proyecto de identidad nacional y por eso eligieron para su
revista el nombre del protagonista del poema gauchesco más popular. En cuanto a lo literario, se preocuparon
fundamentalmente por la renovación formal de la literatura, introdujeron en la lengua características del Criollismo
(nacionalismo lingüístico e imágenes del arrabal) y como toda vanguardia rechazó lo impuesto por el mercado por
eso produjeron una ruptura con el Simbolismo y el Modernismo. Los poetas de Florida estaban al tanto de lo que
ocurría en la literatura contemporánea del otro lado del mundo.

GRUPO BOEDO

El grupo recibió este nombre porque sus miembros solían encontrarse en el barrio porteño de Boedo, que en ese
momento era un suburbio obrero. El lugar de reunión era la sede de la editorial Claridad, ubicada en la calle Boedo.
Este grupo estaba integrado, entre otros, por Nicolás Olivari, Elías Castelnuovo, Alvaro Yunque, Roberto Mariani y
Leónidas Barletta. Muchas veces suele incluirse en sus filas al narrador, periodista y dramaturgo Roberto Arlt. Los
escritores de Boedo vivían una realidad muy distinta de sus colegas de Florida. Mucho más modestos en fortuna y
en capital cultural, no recibieron la influencia de las vanguardias europeas. Más bien, estaban preocupados por una
literatura realista que mostrara los numerosos conflictos sociales. Proponían una literatura comprometida, atenta a
los conflictos de los sectores sociales más desventajados y postergados. Se manifestaron principalmente en la prosa
narrativa y el ensayo. El signo ideológico de este movimiento era el del disconformismo ante las injusticias sociales
y el afán revolucionario, por lo cual sus narraciones por lo general transcurrían en ámbitos laborales y ponían sus
esperanzas en los sectores obreros. Sus publicaciones periódicas eran de orden político más que estético. Se
orientaban a la edición de obras clásicas traducidas al español a bajo precio, para una clase social en ascenso
producto de la inmigración y a la edición de textos de difusión de ideas de izquierda: socialistas, anarquistas, etc.
Concebían la literatura como instrumento revolucionario y se enfrentaban a la literatura romántica y vacía de
contenido social. Sus textos incluían aportes del lunfardo y del cocoliche. Los escritores de Boedo expresaron su
postura por medio de afiches que pegaban en las calles o notas editoriales. Como se desprende de este fragmento,
para los escritores de Boedo la literatura no era un entretenimiento pasajero ni un elemento decorativo; era un
medio para transmitir las ideas revolucionarias; debía utilizarse para transformar la realidad en la que están
inmersos, al mismo tiempo que mostraba las injusticias y los sufrimientos de los sectores más pobres. Su
preocupación residía en cómo hacer más efectiva a la literatura.

FLORIDA vs BOEDO

La historia de la literatura muchas veces presenta a estos grupos como antagónicos y a sus integrantes en constante
confrontación. Sin embargo, si bien existieron intensas polémicas, el intercambio de lecturas y de textos fue
constante y los límites entre ambos grupos nunca estuvieron claramente definidos. Por ejemplo, el escritor Raúl
González Tuñón, quien se consideró siempre parte del grupo de Florida, fue colocado por la crítica en el grupo de
Boedo debido a que sus trabajos retomaban temas de corte socialista y proletario. Por otro lado, en las páginas de
sus publicaciones se podían leer burlas en forma de epitafios o críticas despiadadas a los autores del otro grupo. Sin
embargo, esta rivalidad no fue tal. Muchos de los escritores vinculados políticamente con Boedo frecuentaban las
tertulias del grupo de Florida o publicaban en la revista “Martín Fierro”

La cuestión política
El radicalismo alcanzaba una dimensión de moderno partido nacional y de masas. Quizá la
mayor expresión de su modernidad fue su capacidad para suministrar una identidad política
nacional, la primera y la más arraigada, en un país cuyos signos identificadores eran todavía
escasos10. Esa modernidad se asentaba en elementos tradicionales – como sostiene Sebreli-
relacionados al caudillismo y el liderazgo carismático.
El Partido Socialista también tenía una organización formal y orgánica, tenía un programa
pero carecía de dimensión nacional. El Partido Demócrata Progresista se asentaba en Santa
Fe y Córdoba pero no en el resto del país. Por otra parte el Partido Conservador siguió
teniendo en Buenos Aires una presencia firme.
Luego del intermezzo de Alvear, la derecha conservadora estaba totalmente volcada a
impedir el retorno de Yrigoyen, en quien veía encarnados los peores vicios de la
democracia. Para ellos el caudillo radical era un agitador social. Tal imagen era presentada
por el diario La Prensa o por La Nación, y para un público más popular en Crítica, sumada
a la imagen del “peludo” y a las tantas caricaturas y humor gráfico de la época. La derecha
estaba segura de sus objetivos y del apoyo de la clase propietaria para enfrentar a Yrigoyen.
Revisemos la explicación de Luis Alberto Romero: “Desde ‘La Nueva República’ fundada
en 1927, los jóvenes nacionalistas como los hermanos Irazusta o Ernesto Palacio,
descargaban contra el sufragio universal o la democracia oscura, que debía ser

10
Romero, L. (2008): Breve Historia Contemporánea de la Argentina. Bs.As. FCE.
reemplazada por la segura dirección de un jefe, rodeado de una élite legitimado
plebiscitariamente. La Liga Republicana, que formaron salió a la calle pero los ojos se
volvieron hacia las Fuerzas Armadas, a las que Leopoldo Lugones ya había apelado en
1924. La adhesión manifiesta del general José F. Uriburu, que acababa de pasar a retiro,
permitía alentar un golpe militar, y esa era la oferta que desde grupos nacionalistas se
hacía a una élite todavía indecisa entre el liberalismo y las promesas de una nueva
república nacionalista.
(…) Si las Fuerzas armadas experimentaron malestares durante el primer gobierno
radical, todo se solucionó en el período siguiente. (…). Las Fuerzas y particularmente el
Ejército, estaban ocupando un lugar cada vez más importante en el Estado, y en la medida
en que definían intereses propios, se convertían en un actor político de consideración”11.

El golpe de 1930

En octubre de 1929 se produjo una grave crisis económica que afectó a todo el sistema
capitalista mundial. Sus repercusiones en la Argentina se notaron de inmediato. Los
ingresos de la aduana disminuyeron debido a la contracción del comercio internacional. Se
sucedieron numerosas quiebras de empresas y comercios. El peso nacional perdió valor,
disminuyeron las exportaciones y las importaciones, y eso fue acompañado por una
disminución de los salarios y por una elevada desocupación.
Los problemas económicos y financieros que originó la crisis y la política de
endeudamiento externo que inició el gobierno para asegurar su posición enfrentaron al
gobierno con todos los grupos sociales que lo habían apoyado. Las principales entidades
que agrupaban a los terratenientes y exportadores se aliaron contra Yrigoyen y buscaron el
apoyo de grupos descontentos del ejército.
El 6 de septiembre de 1930, un golpe militar encabezado por los generales Agustín P.
Justos y José F. Uriburu puso fin a la segundo presidencia de Yrigoyen. La oligarquía
terrateniente retomó el control y la administración del Estado. La fractura de la continuidad
de las instituciones democráticas a través de un golpe de Estado fue la solución que la
oligarquía encontró frente a las profundas contradicciones que generó la ampliación de la
democracia en un contexto de profunda depresión económica.

La Crisis económica y el quiebre institucional

Los grupos descontentos dentro del ejército tuvieron campo libre para actuar contra el
gobierno constitucional de Yrigoyen con apoyo de la clase media y los sectores populares
que retiraban se adhesión al radicalismo.
En las elecciones de 1930, los radicales perdieron 70.000 votos respecto de las elecciones
de 1928 y la Capital Federal pasó a manos del Partido Socialista Independiente.

Un grupo de oficiales declarados en disponibilidad iniciaron una campaña contra el


gobierno que se desarrolló desde la prensa.
El golpe del 1930 se dio a partir de la coincidencia de 2 proyectos:

11
Romero, L. Op. Cit. Pp. 60-61.
-Por una parte: La decisión de derrotar al presidente Yrigoyen por parte del generales
Uriburu.
-Por otra parte: La iniciativa de revolución que provenía de un frente cívico-militar, creado
en torno del ex ministro Justo.

Dos proyectos de cambio se cernían, uno era el plan de Justo, que pretendía la disposición
del presidente y el pronto retorno a la normalidad por medio de elecciones. Y el otro
proyecto giraba alrededor de la figura de Uriburu, planteaba la realización de reformas
institucionales globales: su fin era suprimir el sistema que había dado pie a un gobierno
como Yrigoyen. Su proyecto era antiliberal y corporativista, al estilo del fascismo
italiano. Es decir, promovía un sistema de representación con voto calificado y basado en la
división de la sociedad de acuerdo con las funciones económicas de cada habitante, que
suplantaría así el régimen parlamentario de sufragio universal.
El golpe de 30 inauguraría un largo periodo de inestabilidad política en el país, cuyas
últimas estribaciones llegaron a los años 80. Terminaría con el experimento político abierto
con la ley Sáenz Peña e interrumpiría el aprendizaje de los mecanismos democráticos que la
población Argentina llevaba adelante. En este sentido, había podido advertirse, en los 14
años que duró la experiencia radical, un acostumbramientos a los actos electorales y una
creciente participación popular. Sin embargo el radicalismo se mostró incapaz de asegurar
el fortalecimiento institucional de la democracia, reproduciendo prácticas políticas del
periodo previo.

Uriburu y el proyecto autoritario (1930-1932)

El gabinete de Uriburu estuvo integrado mayoritariamente por civiles, representantas del


conservadurismo más tradicional.
La presencia de militar se manifestaba en los asesores inmediatos del presidente, en quienes
primara una ideología de nacionalismo extremo. Su aspiración era la de construir una
república liberal: pretendían reinstalar una sociedad jerárquica, cuyo modelo era la sociedad
colonial.
A diferencia del fascismo italiano, el sector nacionalista de Uriburu no contaba con la
movilización de las masas, al contrario, un grupo de dimensiones reducidas. Necesitaba de
las otras fuerzas que intervinieron en el golpe.
La decisión presidencial de llevar adelante las reformas constitucionales previstas en su
proyecto corporativista inició un proceso de rápida erosión del poder de Uriburu, perdió el
apoyo de los partidos antiyrigoyenistas.
El retorno a la normalización se proyecto en etapas, de modo que primero se llamaría a
elecciones provinciales escalonadas y, luego, a elecciones provinciales legislativas
nacionales. Una vez formado el nuevo Poder Legislativo se llamaría a una Convención
Constituyente, y recién después de lo reforma constitucional se convocaría a elecciones
presidenciales.
Las elecciones fueron anuladas y se suspendió el cronograma electoral. Los comicios de
abril de 1931 firmaron la defunción del proyecto de Uriburu quien, como respuesta a la
nueva situación política, debió ceder ante el grupo de Justo y reorganizar su gabinete.
Justo asumió la presidencia en febrero de 1932, procurando en todo momento destacar
aspecto civil de su gobierno y eliminando todo impresión de continuidad respecto de su
antecesor.

Una mirada periodística actual:

Cultura
HISTORIA ARGENTINA
El golpe del ’30: la primera dictadura del siglo XX
Se cumplen 85 años de la primera dictadura militar. Un breve análisis de sus causas y consecuencias.
Nadia Petrovskaia

Al amanecer del 6 de septiembre de 1930, la sirena de la base aérea de El Palomar sonó dando inicio a la
asonada. Un avión partió para arrojar panfletos con la “proclama revolucionaria” sobre Buenos Aires.

Desde el Colegio Militar, Uriburu pidió la renuncia al vicepresidente Enrique Santamaría (el presidente
Hipólito Yrigoyen ya había renunciado) e inició su marcha sobre la Capital Federal con algunos escuadrones
de caballería, cadetes y civiles que no sumaron más de 1500 hombres. Aunque se estima que unos diez mil
hombres del Ejército permanecieron leales al gobierno constitucional –sin ir más lejos, la propia guarnición
de Campo de Mayo no se unió a la sublevación–, nunca se impartieron órdenes de reprimir, aparentemente
por instrucciones de Yrigoyen, para evitar “un derramamiento de sangre”. Un tiroteo en las inmediaciones de
la Confitería El Molino frente al Congreso Nacional fue el enfrentamiento más importante de la jornada.

Así se dio cita el golpe militar de 1930, dando lugar a la primera dictadura argentina –que abrirá un periodo
conocido como la “Década Infame” que puso fin a los gobiernos radicales iniciados en 1916. Este quiebre de
la legalidad democrática- burguesa en el país fue un gran intento de restauración conservadora y oligárquica.

Debemos recordar que la “Década Infame” se produjo en el mundo de entreguerras, marcado por las disputas
frente a la hegemonía mundial imperialista, la gran depresión del ´29 y un importante ascenso revolucionario
de la clase obrera. La quiebra de la bolsa de Nueva York en 1929, repercutió directamente en nuestras tierras
con la caída de los precios de materias primas en el mercado internacional. Los ´30 abrirán así una crisis
política en Argentina, entre los sectores de clase dominantes, por cómo responder a las nuevas necesidades
económicas para mantener las ganancias y por las relaciones que debían sostenerse con las distintas fracciones
del capital extranjero: Estados Unidos y Gran Bretaña.
Mujeres de la burguesía apoyando a Uriburu

El fin del radicalismo, la llegada de los militares

La UCR era, por aquellos años, el partido burgués más popular, con una base social y electoral muy
heterogénea (trabajadores, pequeños productores urbanos y rurales, comerciantes, profesionales y estudiantes)
pero era un claro representante de los sectores de la clase dominante, la oligarquía terrateniente y la incipiente
burguesía industrial. La UCR se pudo mantener por cerca de 15 años en el gobierno, protegiendo la gran
propiedad agraria y arbitrando en los conflictos obreros pero también recurriendo a feroces represiones como
en la Semana Trágica en 1919 y en la Patagonia Rebelde de 1920-1922. Los ´30 acabaron con este equilibrio:
Yrigoyen no supo cómo responder a las demandas de los diversos sectores al llegar la Gran Depresión.

Desde la Semana Trágica de 1919, se habían comenzado a conformar grupos fascistas cívico-militares como
la Liga Patriótica, descontentos con la táctica de los radicales (ganar apoyo de las masas a través de algunas
concesiones).

El grupo de opositores que derribaron a Yrigoyen se hallaban divididos en su interior, aunque compartían el
objetivo de terminar con la inestabilidad del gobierno yrigoyenista y colocar un representante directo de la
clase dominante y para terminar con el movimiento obrero organizado. Los opositores se dividían entre
“nacionalistas oligárquicos” a los que adhería José Félix Uriburu, influenciados por el ascenso del fascismo
en Europa. Sus ideas eran una transformación radical del sistema político a través de la abolición de la Ley
Saenz Peña, la suspensión de la Constitución y suprimir elecciones y partidos políticos. Por otro lado, se
encontraban los “liberales” cuya intención era no salirse demasiado de los carriles institucionales. A esta
tendencia pertenecía el General Agustin P. Justo.

El proyecto de Uriburu fue el primero en aplicarse y fracasó. Desde 1932 comenzó a regir el proyecto liberal
con Agustin P. Justo. Luego comenzaron a desfilar, amparados en el fraude electoral cada vez más
escandaloso, Roberto M. Ortiz (1938-1941) y Ramón S. Castillo (1941-1943), todos ellos representantes
directos de la oligarquía terrateniente y encargados de profundizar la subordinación de Argentina como
semicolonia británica, cuyo emblema es la firma del pacto Roca- Runciman. Una de las medidas más
importantes de este pacto fue que Gran Bretaña siguiera comprando carne enfriada (chilled) y Argentina, a
cambio, le otorgó la concesión/monopolio del transporte de Buenos Aires.

La ofensiva económica militar y el movimiento obrero

Inmediatamente después del golpe del 6 de septiembre, el gobierno militar se puso a disposición de los
patrones: deportó obreros, encarceló activistas y sumó, a su triste haber, los primeros desaparecidos de la
historia argentina moderna. El movimiento obrero venia de una fragmentación en sus filas, que se expresaba
en la existencia de tres centrales sindicales de diferentes orientaciones ideológicas: la Confederación Obrera
Argentina (COA), socialista; la Unión Sindical Argentina (USA), sindicalista; y la Federación Obrera
Regional Argentina (FORA), anarquista. El movimiento obrero entró en retroceso. El 27 de septiembre de
1930 se unificaron la COA y la USA en la Confederación General del Trabajo, sin embargo esta unidad no
produjo una orientación para enfrentar el golpe, más bien desaconsejaron huelgas y llamaron a confiar en el
nuevo gobierno, se consolidó la tendencia a establecer acuerdos con los gobiernos burgueses. También se
redujeron salarios de empleados públicos, aumentó drásticamente la desocupación y la explotación de los
obreros ocupados mediante largas y penosas jornadas de trabajo.

Todas las corrientes y agrupaciones políticas mantuvieron la pasividad frente al golpe militar. Los
sindicalistas llamaron a mantener la “prescindencia política”, ya que no era de la incumbencia de los
trabajadores. Los anarquistas también tuvieron una posición ambigua y pasiva, aunque el periódico La
Protesta animó a resistir el golpe. El Partido Comunista (PC), que tuvo influencia desde mediados de los ’20
en las incipientes industrias y su poderoso proletariado, con su política sectaria, se negó a todo frente único
con las demás organizaciones obreras para enfrentar el golpe.

Podemos decir que el movimiento obrero llegó al golpe militar desorganizado y sin una dirección
revolucionaria. Estó generó, a su vez, el declive del anarquismo como organización dentro de la clase
trabajadora.

Sin embargo a pesar de los intentos gubernamentales de terminar con la organización de los trabajadores, la
década del ’30 expresó una convulsiva etapa que mostró la potencialidad de la clase. En 1932 se reanimó la
conflictividad obrera llegando ese año a producirse 105 huelgas. Las más importantes fueron las huelgas de
calzado, textiles y tranviarios en Chaco y Formosa pero las más importantes fueron dos grandes huelgas: la
del gremio de la madera (que en 1934 se agruparon bajo una misma federación) y la de la construcción,
dirigida por el PC.

La “década infame” que travesó los ’30 comenzó a erosionarse en los primeros años de la década del ’40
llegando a producirse un nuevo golpe de Estado el 4 de junio de 1943. Años después el peronismo comenzará
a asomarse conteniendo y cooptando a gran parte del movimiento obrero.

Fuente: La Izquierda diario (2015). En: https://www.laizquierdadiario.com/El-golpe-del-30-la-primera-


dictadura-del-Siglo-XX
05/09/2016 - 16:49
Haciendo historia

El primer golpe de Estado del siglo XX en la Argentina

El 6 de septiembre de 1930 irrumpía en la Argentina el poder militar. Un golpe de Estado ponía fin al segundo
gobierno de Hipólito Yrigoyen, que había llegado a la Rosada dos años antes con el 57% de los votos.

El 6 de septiembre de 1930 irrumpía en la Argentina el poder militar. Un golpe de Estado ponía fin al segundo
gobierno de Hipólito Yrigoyen, que había llegado a la Casa Rosada dos años antes con el 57% de los votos.
La crisis económica mundial le complicó las cosas al viejo caudillo, que parecía no reaccionar ante los
embates cada vez más evidentes de los golpistas de uniforme y de civil. Desde hacía años se venían
escuchando los llamados al golpe, los elogios a las dictaduras y los denuestos a la democracia. Los adoradores
de la cruz y la espada fueron logrando, con gran habilidad y la complicidad de algunos que no tardarían en
arrepentirse, identificar la crisis, la miseria y la desocupación con el gobierno. Y a la falta de reacción y los
errores graves del gobierno radical con el sistema democrático en sí mismo. Según ellos no era solo el
gobierno radical el incapaz para encontrar soluciones, sino que lo era la democracia, a la que se la acusaba de
caduca. La campaña llegó al extremo de hacerle creer a parte del pueblo que no estaba capacitado para elegir,
para ejercer sus derechos, que era mejor delegarlos en gente “preparada”, en manos de los “salvadores de la
Patria”. Y mucha gente confió en que la dictadura podía ser más expeditiva, más “moderna” y apropiada para
una época de crisis.

Al general José Félix Uriburu sus amigos lo llamaban Von Pepe por su admiración por los militares alemanes.
Era un militar cuartelero que se fue metiendo de a poco en la política. El general presidente que había
pisoteado la Constitución y las leyes en nombre de la patria, sentó las bases de lo que serían los futuros golpes
militares del siglo XX en la Argentina: cerró el Congreso, intervino las provincias y las universidades con un
argumento que haría escuela: “Las casas de estudios dejan de ser establecimientos destinados exclusivamente
al cultivo de las disciplinas científicas cuando se da cabida en ellas a doctrinas filosóficas, ya sean el
materialismo histórico, el romanticismo rousseauniano o el comunismo ruso”.1 El gobierno militar decretó la
pena de muerte, estableció el Estado de Sitio, censuró a la prensa, prohibió la actividad partidaria e instaló una
feroz persecución sobre la oposición con detenciones arbitrarias y torturas.

La revista El Hogar recibía complacida al golpe militar: “El jefe de la revolución, teniente general Uriburu,
avanza entre el clamoreo de la multitud que lo aclama como salvador de la patria.”2 El golpe también recibió
desde el exterior el aliento del dirigente radical y ex presidente Marcelo T. de Alvear: “Tenía que ser así.
Yrigoyen, con una ignorancia absoluta de toda práctica de gobierno democrático, parece que se hubiera
complacido en menoscabar las instituciones. Gobernar no es payar. Para él, no existían ni la opinión pública,
ni los cargos, ni los hombres. Humilló a sus ministros y desvalorizó las investiduras. Quien siembra vientos,
recoge tempestades”.

Un protagonista de los hechos, Juan Domingo Perón, recordará años más tarde: “Nosotros sobrellevamos el
peso de un error tremendo. Nosotros contribuimos a reabrir, en 1930, en el país, la era de los cuartelazos
victoriosos. En 1930, para salvar al país del desorden y del desgobierno, no necesitamos sacar las tropas a los
cuarteles y enseñar al Ejército el peligroso camino de los golpes de Estado. Pudimos, dentro de la ley, resolver
la crisis. No lo hicimos, apartándonos de las grandes enseñanzas de los próceres, por precipitación, por olvido
de la experiencia histórica, por sensualidad de poder. Y ahora está sufriendo el país las consecuencias de aquel
precedente funesto.”

Felipe Pigna
Fuente: revista Viva, Clarín (2016). En: https://www.clarin.com/viva/primer-golpe-siglo-XX-
Argentina_0_HJxM2Soi.html

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