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EL PLACER DE LEER, EL PLACER DE ESCRIBIR

En el contexto actual lo gráfico supera al texto en cantidad, aunque no necesariamente en


calidad. El ritmo acelerado de la vida hoy en día y su superficialidad nos obligan observar
imágenes y a evita textos largos. Los “tuits”, los chats, los “estados” de Facebook, los
“Wathsapazos” han reducido al pensamiento y a la escritura a un remedo del uno y de la otra.
Todo lleva a lo fácil y a lo cómodo y lo escrito es todo lo contrario. No escribir largo es una
orden.

Este mundo tan rápido en el que vivimos, nos da la percepción de carecer tiempo para
reflexionar y darnos cuenta de todo lo que nos pasa por la mente. Poseemos un sinfín de
pensamientos acumulados y a la vez la incapacidad de concentrarnos, de ser críticos y
reflexivos y a absorber como plena verdad todo lo que el internet nos entrega. Si al
experimentar eso, tenemos la necesidad de “hacer algo diferente“. Ese algo diferente puede
ser Vivir la experiencia personal e intrínseca que sólo da el placer de Leer y Escribir.

Entonces ¿por qué escribir? La declaración más común de los escritores es “si no escribo,
muero”. Esto no solo debe ser falso en general, sino que tampoco ha producido las mejores
obras. Es cierto que muchos autores han exorcizado, siempre a medias, sus peores demonios
cuando han volcado sus sombras en la escritura. En nuestra época, el autor que se desnuda en
la escritura, y solo habla de sí mismo, es el más aburrido del planeta.

También están los periodistas, que en sus textos filtran subrepticiamente la defensa de los que
son sus clientes en el manejo de imagen. Se podría suponer que no son escritores, sino
negociantes. Esto es previsible desde que los medios de comunicación pasaron de ser nichos
de intelectuales a ser empresas comerciales. Burdos son los columnistas que usan sus críticas,
por ejemplo, a un miembro de la rama judicial para evitar que le abran procesos sobre delitos
propios o ajenos en los que están involucrados.

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