Intelectuales y ciudad
en América Latina
Adrian
La ciudad letrada presenta a tos intelectua-
les y la ciudad en América Latina entrelaza-
dos en un sistema de doble relacién. Entre
ellos, larelaci6n es la analogfa, ya que la ciu-
dad ha sido creada (y va seguir funcionando
alo largo del tiempo) con la misma légica de
la raz6n moderna europea que los intelectua-
les portan y ambos se encargaran de imponer
en América, alimenténdose mutuamente en
esa tarea. Desde ellos, la relacién es la domi-
naci6n: Ia de la ciudad sobre las regiones in-
teriores y la de los intelectuales sobre tas cul
turas orales de los pueblos natives (y, luego,
de los sectores populares). Me propongo aqui
poner en contraste esa posiciGn con la que apa-
rece en otro trabajo del propio Rama, La trans-
culturacién narrativa en América Latina, pata
presentar luego una tipologfa mds abierta de
las relaciones entre intelectuales y ciudad en
‘América Latina,
Son varios los autores que han sefalado
que La ciudad letrada da una versién abis-
torica y univoca de los intelectuales y de ta
‘ciudad: porque en la figura del letrado se uni-
formizan quinientos afios de historia social,
politica y cultural de los intelectuales, porque
‘ese letrado aparece exclusivamente como
realizacin y agente del poder que impone el
orden de la racionalidad europea sobre la
Prism
Gorelik
Universidad Nacional de Quilmes / CONICET
experiencia sensible del continente america-
no, y la ciudad, como la encamacién material
de ese orden, lugar de produccién y reproduc-
ign del poder.' Partiendo de esas criticas, en
sta primera parte enfocaré dos cuestiones
desde el punto de vista de las relaciones entre
intelectuales y ciudad: el modo en que La ciu-
dad letrada radicaliza una serie de posiciones,
antiintelectuales y antiurbanas que si bien tic
nen antecedentes en ta obra de Rama, Megan
en este libro a un paroxismo dificil de expli
car a través de ellos; y el modo en que se ubi-
ca exactamente en la rompiente entre dos épo-
cas en rolacién con el lugar que la reflexién
sobre Ia ciudad latinoamericana ocupa en la
cultura
La ciudad letrada ha sido lefda, por lo ge-
neral, en continuidad con la trayectoria ideo-
logica ¢ intelectual de Rama. Por ejemplo,
Mabel Moratia ha colocado en un mismo plano
"Las principales enticas han sido desarrolladas, entre
otros, por Julio Ramos, Desencuentros de Ja modern
dad en América Latina, Mexico, FCE, 1989: Carlos
‘Alonso, “Rama y us etofios: Figuring the ninetennth
century in Spanish America”, Revista de Estudios
Hispdnicos 28, 1994; y Mabel Moraia, "De La ciu-
dd letrada al imaginario nacionalista’ contribucio-
fet de Angel Rama a la iavencién de América en B.
Gonzalez Stephan, J, Lasarte, G. Montaldo y M. J
roqui (comps.), Esplendores ymiserias det sigto x
Cultura y sociedad en América Larina, Caracas, Monte
Avila, 199.
Revista de historia intelectual, N* 10, 2008, pp. 163-172La ciudad letrada y Transculturacién narra-
tiva en América Latina, mostrando e6mo com-
parten una visi6n del dualismo campo / ciudad
que repropone las tesis depenidentistas del “co-
loniatismo intemo”, filiadas en una versién de
largufsima duracién en América Latina, que
‘dealiza lo rural como reducto resistente de lo
popular y de To genuinamente nacional im-
pugna lo urbano como centro de dominio e irra-
iacién de proyectos civilizadores fordneos.?
La teorfa de la transculturacion estarfa infor-
‘mada, asf, por una perspectiva nacional-po-
pullista que La ciudad letrada vendria a coro-
nar, dedicdndose cada uno de los libros al
andlisis de una de las dos caras de la ecuacién
campo (regién) / ciudad.
‘Sin embargo, aun coincidiendo en que los
dos libros de Rama comparten una filiacién
ideol6gica general, es posible encontrar en
Transculturacién narrativa,.. una versién ma-
tizada de los intelectuales latinoamericanos y
del conflicto modernizador que anida en la
relacién campo / ciudad. En primer lugar, por-
que en Transculturacién narrativa... el escri-
tor aparece ya no exclusivamente como parte
de una clase letrada que ejercita y posibilita
el dominio sobre su sociedad, sino también
como un “genial tejedor en el vasto taller his-
2 Mabel Moraiia,“Ideologia de la ranscalturacién”, en
M, Morafta (ed), Angel Rama y lar studios lativioa-
‘mericanos, Serie Critica, ittburgh, Institoto
Internacional de Literatura Iberoamericana, 1997, En
el mismo libro puede verse otro anaisis que también
ppone ambos textos de Rama como estaciones de un
‘mismo marco intespretativo: Frangoise Pers, "A pro-
sito de las propuesus historiogrifias de Ange! Rama
‘Como se sabe, aunque Transcultraetén narrative. y
La ciudad letrada tuvieron una publicacién casi siml-
nea (en 1982 y 1984 espoctivamente, et segundo des-
pués de la trégiea muerte de Rama), mientras el pri-
‘mero reine trabajos que recorren cas toda a década de
1970, las primeras versiones del segundo fueron elabo-
radas a partir de 1980; véanse Angel Rama,
‘Agradecimiento",en La ciudad letrada, Montevideo
‘Arca, 1995, y "La ciudad letrada", en Richard Morse y
Jorge Enrique Hardoy (comps), Cultura urbana lat
noamericana, Buenos Aites, CLACSO, 1985),
‘rico de la sociedad americana”? ¥ aun si esto
‘quisiera interpretarse como una definicién ex-
cluyente de los escritores regionalistas, que en
el contexto de ta cita no lo es, Rama se preo-
cupa por aclarar mas adelante que la propia po-
sibilidad de las operaciones transculturadoras
del regionalismo “fueron ampliamente facil
tadas por la existencia de formaciones cultu-
rales propias a que habia legado el continente
‘mediante largos acriollamientos de mensajes",
em especial, la existencia de un sistema litera-
rio comtin hispanoamericano construido du-
rante el petiodo de modemizacién (1870-1920)
que permitié “el dislogo entre el regionalista
y el modemista”+ En segundo lugar, més im-
Portante aun, porque la riqueza de! panorama
trazado en Transculturacién narrativa... des-
ccansa en que la nocién de transculturacién,
{al cual la formula Rama, permite en {misma
‘una comprensi6n dialéctica, de doble mano,
de todo contacto cultural (también del que sub-
tiende la relaci6n de los escritores urbanos con
Jas culturas metropolitans), que supone una
ruptura radical con las visiones maniqueas del
conflicto cultural t{picas del dependentismo.
A diferencia del enfrentamiento sin res-
quicios entre ¢1 mundo letrado y el mundo
“real” presentado en La ciudad letrada,
Transculturacién narrativa... puede sostener
una visi6n critica del rol de la ciudad frente a
laregiGn, pero ofrecer al mismo tiempo el pa-
‘norama mucho mas complejo de una cadena
discontinua de conflictos, que en cada una de
sus estaciones permite asomar la densidad
de las diversas instancias del proceso transcul-
turador, esa serie dinémica y creativa de pér-
didas, selecciones, incorporaciones y redes-
cubrimientos desde y sobre las culturas que
entran en contacto, De tal modo, mientras
Transculturacién narrativa... puede leerse
como una pieza central de los intentos més apu-
3 Angel Ramo, Transeulturacién narvativa en América
Latina, México, Siglo XX1, 1982, p19
164dos de los afios setenta por refinar los andlisis
de la produccién cultural latinoamericana sin
eliminar sus dimensiones sociales y politicas
“250s intentos ente los que habria que com-
putar 1a obra de Antonio Candido y el debate
brasilefio sobre “el lugar de las ideas”-,° La
ciudad letrada supuso un retroceso a posicio-
nes mas rudimentarias sobre los conflictos cul-
turales del continente.
Tratéindose de un critico tan agudo, no deja
de ser curioso que Rama haya hecho ese mo-
vimiento de retroceso con la gua de Foucault,
anticipando un fenémeno que seria muy comiin
en los Cultural Studies norteamericanos: fa uti-
lizacién de teorfas sofisticadas para reflotar po-
siciones convencionales. Rama hace un uso
muy peculiar de Foucault en La ciudad letrada,
produciendo un doble forzamiento te6rico: la
conversién del andlisis de la episteme modema
en una erftica politica de su utilizacién como
{nstrumento de dominacién de clase; y, espe-
cialmente, la confianza en la existencia, en el
rtevés deesa episteme, de un universo resistente
ella, la“ciudad real”, que Rama postula yano
como horizonte utépico, sino como antitesis,
efectiva de la ciudad letrada ~antitesis dificil
de encontrar en Foucault, excepto que se trate
de la ciudad de 1os nifios 0 10s locos.
Oscar Terdn explicé el sentido que tuvo la
“estacién Foucault” para un grupo de intelec-
tuales de izquierda que, a fines de la década de
1970, debia procesar la crisis de! marxismo y
$ ibid. pp. $5 $6.
5 Soe nec etre Candido y Rema véasee exce-
Jeri raj de Gonzalo Agua, "Angel Rama Asano
Candido aida del modernisma”en Ral Anco (e),
Antonio Candido y os estudion tatiroamereanas, Sere
Citas, Ptaburgh, isto Intemaciona de atratra
Ieeroumericana, 200. Sob cl debate basil searea
dle"el garde las ideas, vease a edici6n en castetlano
‘ealzada por lorena Garam y Adana Amante en
Absurdo Bras. Polénicas en ta cultura braiena,
Buenos Aires, Bibles, 2000, donde reproduce fst
tos ya eldscos de Raberto Schwarts, “Las ideas fuera
de lugar" (1973), y Silvio Santiago, “El entielugat
4 discuss atincamericano" (97D.
de a politica ereyendo, en primera instaneis,
‘que podia integrar a Foucault a sus propias tra-
iciones eriticas sin demasiados conflictos.®
No serfa dificil incorporar al iltimo Rama a
ese contingente, Aunque para entender la pe-
culiar versién antiintelectual y antiurbana de
su propia “estacién Foucault”, quizds serfa més
preciso analizar a Rama dentro de un contin-
gente aun mds restringido: el de los intelec~
‘tales uruguayos que, perteneciendo a la cul~
tura letrada posiblemente més asentada del
ccontinente y que mas éxitos sociales podta ex-
hilbir desde el batllismo hasta los afios sesenta,
‘comienzan en la década de 1980 a reivindicar
1 suelo “barbaro” sobre cuya represién aque-
Ja cultura se habria edificado, en una erftica
masiva a la modemidad y sus logros. Me re-
fiero, por ejemplo, a José Pedro Barrén en su
Historia de la sensibilidad en el Uruguay,
Ja defensa tardfa del populismo radical de
Richard Morse que ilevaron adelante Felipe
Arocena y Eduardo de Leén en la edicién mon-
tevideana de los debates brasilefios sobre E!
espejo de Préspero.?
Es claro que la dltima obra de Rama se es-
taba escribiendo todavia en el clima opresivo
de la frustracién politica en que deriv6 la ra-
dicalizacién setentista, ante la evidencia trs-
ica de las dictaduras, ¥ desgraciadamente, es
imposible saber cémo hubiera avanzado su
pensamiento, 6mo hubiera pasado esa primera
“estacién Foucault” si hubiese tenido que
afrontarel nuevo momento de las transiciones
democraticas que se abria en la regi6n, con su
nueva agenda cultural e ideol6gica. Pero lo
cierto es que la bisqueda de Rama de una "'sa-
lida del modemismo” -en los términos pues-
Oscar Tern, “Lacstacion Foucault", en Punto de Vista,
1N°45, Buenos Aires, abril de 1983,
7 Veanse Jose Peto Barcin, Hesoria de la sensibilidad
en el Uruguay (gos tomos, Montevideo, Ediciones de
{a Banda Orienial, 1989-1999; y Felipe Aroeena y
Eduardo de Leén (eds.), £1 complejo de Prdspero
Ensayos sobre cultura, modernidad y modernizacion en
‘América Latina, Montevideo, Vinién Editor, 1993,
165tos por Aguilar-, radicalizada de tal modo en
La ciudad letrada, pudo leerse en los afios
‘ochenta como un diagnéstico pesimista res-
pecto de las posibilidades de Ia democracia.®
Y este funcionamiento desanclado de su
suelo setentista, en el momento tan diverso que
se abri6 en los afios ochenta, nos permite ver
el modo en que La ciudad letrada se ubica en
Ja rompiente entre dos épocas en relacién con
cl lugar que la reflexién sobre la ciudad lati-
noamericana ocupa en la cultura, También
desde el punto de vista del pensamiento urbano
el libro se afirma en el suelo de ideas seten-
tista: ese proceso de experimentacion y debate
que Mev6 a la cultura urbana latinoamericana
de la confianza plena en la modernidad de los
afios cincuenta y sesenta, a su completo re-
cchazo. En este sentido, las relaciones entre La
‘ciudad letrada y ta obra de Morse son muy in-
tensas, ya que Morse habfa producido con co-
hherencia y originalidad el doble giro que formé
ese suelo setentista del pensamiento urbano:
el giro popatista, que llev6 la ruptura con la te-
ria de la modemizacién a las ditimas conse
cuencias América Latina no serial lugar del
cambio sino un refugio de los valores que el
‘mundo occidental habria perdido o bien no ha-
bria tenido nunca-, y el giro cultural, que en
pleno dominio de la planificacién criticé la tec-
nificacién del pensamiento urbano y reivin-
icé la literatura y el ensayo como fuentes més
confiables para comprender la ciudad.
Pero el clima cultural antiurbano que acom-
pa el proceso de radicalizacién politica en
‘Sudamérica desde fines de la década de 1960,
yaa modificarse sustancialmente en los ochen-
ta, Por eso termina siendo més “contempord-
Gonzalo Aguilar, “Angel Rama y Antonio Candide: sa-
lidas del modernismo", op.
° He snalizado estos temas en “A produgdo da ‘cad la-
‘inoamericana™. Tempo Social. Revista de sociologta da
(se, vol. 17, N* 1, San Pablo, junio de 005: y"La “ei
‘ad latincamericana* como idea", Punto de Visia, N°73,
unos Aires, agosto de 2002
neo” un libro como Latinoamérica: las ciu-
dades y las ideas de Romero, escrito también
alo largo de las décadas de 1960 y 1970 en
didlogo con esa novisima perspectiva de his-
toria cultural urbana que abrié Morse, pero
en posiciones antag6nicas: mientras Morse, y
uego con é1 Rama, denuncian en esa moder-
niidad urbana el sometimiento de los estratos
‘esenciales de las culturas populares, Romero
sume la imposicién modernizadora de la ciu-
‘dad en América como la base a partir de la cual
imaginar toda transformacién progresista.!°
Los nuevos paradigmas del pensamiento ur-
‘bano latinoamericano en los afios ochenta van
a recuperar ese “optimismo urbano”, déndole
tuna nueva vigencia al giro cultural de Morse,
pero no al populista, y menos aun en su acep-
in antiurbana.
Autores como Julio Ramos, Beatriz Sarlo,
Carlos Monsivais, Néstor Garcfa Canclini,
Nicolau Sevcenko, desde la critica literaria 0
la critica cultural, evidencian en los afios
‘ochenta el retorno del interés por Ia ciudad
como clave de la peculiar modernidad latino-
americana, instalando la cultura urbana mo-
dema en el ntcleo de todo pensamiento sobre
Jaregi6n,en ef mismo momento en que las ciu-