Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1. El edificio
1.1. Funciones esperadas de un edificio
1.2. Construcción de un edificio
1.3. Problemas de construcción de edificios
2. Objetivos de construir edificios
2.1. Cuestiones a resolver
2.2. Fases de la construcción
3. Constructividad
3.1. Conocimiento de constructividad
3.2. Integración del conocimiento de constructividad en el diseño
3.3. Principios de la constructividad
4. Secciones de un edificio
1. El edificio
Los refugios artificiales empiezan por plantar un árbol para que de sombra o
arbustos para atenuar el viento. Una simple pared de piedras que se soporte sola
puede generar una zona fresca sombreada en verano o expuesta al sol y
protegida del viento en invierno. Un piso de piedra o madera brindará una
condición seca al usuario, y una cubierta inclinada protegerá de la lluvia o nieve.
Un fuego a la entrada durante la noche calentará a los ocupantes, tanto en forma
directa como acumulando en los muros aún después que el mismo se apague.
Podemos imaginar las mejoras sucesivas: una estructura o pieles para cerrar los
lados abiertos en la noche o días nublados, trasladar el fuego al interior con una
chimenea, etc.
Por supuesto que los edificios modernos son mucho más complicados; cada
mejora que se incorporaba como novedad en un determinado momento, se
convertía luego en una práctica normalizada, pasando a ser un mínimo aceptable
ante posteriores innovaciones. De este modo, un refugio considerado el colmo
de la comodidad y practicidad para una generación puede estar bajo la norma
para la siguiente. En la actualidad le exigimos otras funciones que ya no son
estrictamente la de refugio, como el suministro de agua, la eliminación de
residuos, el aprovisionamiento de energía para su uso en instrumentos
mecánicos; en definitiva, nuestros edificios se van convirtiendo en mecanismos
abarcativos de apoyo a la vida.
Funciones que antes se esperaban de algunos muebles, como depósitos para
artículos caseros, ahora son componentes del edificio, así como han pasado a ser
fijos lavatorios, bañeras, hornos y piletas; la iluminación de los espacios es
proporcionada por instalaciones que forman parte de este y que transmiten
directamente a ellas la energía eléctrica.
El origen etimológico de edificio (del latín aedificĭum) está relacionado con “hacer
fuego”, ya que las primeras construcciones tenían como objetivo la protección
del mismo para evitar que fuera apagado por el viento o la lluvia; actualmente
refiere a una construcción fija utilizada ya sea como vivienda humana o para la
realización de distintas actividades. Nuestro concepto abarca más que la
definición que da el diccionario: es, fundamentalmente, lo que esperamos de él.
Para los proyectos de edificios más grandes se requieren arreglos más complicados.
Participarán un gran número de individuos y organizaciones: no solamente el
propietario y el inspector de obras, sino que también el profesional, especialistas en
diseño (en campos como las estructuras, fundaciones, calefacción, instalaciones,
acústica), un contratista principal, varios subcontratistas y proveedores de
materiales, además de quienes financian las obras, aseguradoras y abogados.
Con tantos individuos involucrados, tanto dinero que circula entre ellos, y los
constantes riesgos de accidentes, vandalismo, cuestiones climáticas, problemas
laborales, inflación y faltantes de materiales, es necesario establecer una empresa y
acuerdos por escrito entre varios de los individuos detallando quién es responsable
de qué, sobre todo en el caso de que algo no funcione bien; como base de estos
acuerdos se debe definir, con precisión, qué se va a construir y cómo: estos son los
objetivos de las especificaciones, cómputos y pliegos de condiciones. Estos
documentos son el medio exclusivo para trasladar la idea de diseño del propietario
y el profesional a un edificio real. En base a éstos se concede el financiamiento de la
obra, se tramitan los permisos legales, se contratan los seguros, se realizan las
estimaciones y ofertas de precio, así como los contratos y subcontratos y compras
de materiales.
1.3. Problemas de construcción de edificios
Los obreros suelen contar con sus propios pequeños instrumentos de construcción,
perteneciendo el resto de las herramientas al contratista general o a los
subcontratistas; puede que, para no disponer de un gran inventario de equipos,
dicho contratista alquile los que son muy grandes o altamente especializados a
empresas dedicadas a tal fin. Cada partida de material que ingresa en la obra debe
ser verificada para comprobar que se corresponda con las especificaciones
correspondientes. Las chapas de madera o el acero vienen con una identificación
que certifica lo referente a su composición y calidad, así como otros materiales de
construcción que vienen estampados y certificados de fábrica, indicando origen y
calidad.
Los materiales como el H° o el mortero, que se colocan húmedos, no pueden tener
su calidad comprobada al momento de su colocación, ya que no hay ningún modo
seguro de saber cuál será su robustez después de endurecido. Usualmente se
proyectan pequeñas muestras de material en cada lote en moldes especiales; se los
ubica junto a los emplazamientos del edificio y se dejan un período normal de
endurecimiento. En ese momento se los lleva al laboratorio donde se ensayan y se
verifica si su resistencia está por encima de la especificada; de no ser así, habrá que
rehacer el trabajo hecho con este material.
Si bien con los instrumentos de medición actuales los edificios se construyen con un
alto grado de precisión, hay que dar por sentado que aún los mejores elementos —
a causa de su gran tamaño— pueden haber sufrido (ya sea durante la entrega, a
causa del agua absorbida o por cambios de temperatura) variaciones que hagan que
dejen de ser alineados, aplomados o exactos en el momento de su instalación en el
edificio. A su vez, un obrero puede que no mida o coloque siempre exactamente una
pieza como tendría que serlo, especialmente el trabajo con H° y el encofrado de
madera. Para el acero existe una norma que especifica los máximos de
deformaciones e inexactitudes de manera acotada, pero para muchos elementos es
esperable una tolerancia mucho mayor, a veces de centímetros. Las aberturas en
espera de puertas y ventanas deberán ser más grandes que éstas, nivelando y
colocando cuñas en su perímetro cubriendo con elementos específicos la diferencia
existente.
Se deberá tener en cuenta que los materiales que deban presentar una buena
apariencia se instalen lo más tarde posible dentro del proceso y protegidos de todo
daño hasta que el último obrero haya dejado el edificio. También se deberá
determinar con cuidado qué se dejará expuesto, ya que los materiales de
construcción presentan, además de sus propias imperfecciones, las marcas del
proceso constructivo; de pretenderlo, se requerirán otros que serán seleccionados
—y más costosos— y mano de obra de calidad superior y un mayor tiempo de
colocación. Normalmente es más barato seguir el camino corriente dejar a los
gremios su tarea habitual y luego terminar con sucesivas capas de revoques y
pintura.
Resumiendo, un edificio —para estar bien construido— debe cumplir con los
siguientes objetivos:
Los puntos primero y tercero se estudiaron en la materia Edificios I; los tres restantes
los analizaremos a lo largo de este curso.
Los valores de las exigencias generalmente los fijan las normativas de cumplimento
obligatorio en cada país. En casos específicos, como el aislamiento acústico de aulas
de un conservatorio de música, deberemos acudir a libros de la especialidad o a la
experiencia de casos similares que nos orienten sobre los valores a aplicar.
Una de las mayores dificultades de construir bien es que no existe una respuesta
única a cada exigencia sino múltiples posibilidades y que, además, cada elemento
constructivo tiene que dar respuesta simultánea a varias exigencias, muchas veces
contradictorias entre sí. Las soluciones concretas normalmente dan satisfacción sólo
a unas exigencias y a otras no. En el ejemplo anterior, ampliamente se satisface la
exigencia con paredes de ladrillo común o tabiques dobles de placas de yeso; pero
mientras el ladrillo o el hormigón pueden ser portantes, no lo serán dichos tabiques,
que sin embargo podrán ser movibles y pesan mucho menos.
Como no hay dos edificios iguales, las soluciones son genéricas y es necesario
adaptarlas a cada edificio; pero el éxito final sólo se alcanza si, además de
adaptarlas con acierto en la fase de proyecto, luego se materializan
correctamente en la fase de obra.
El proceso de construir una obra pasa necesariamente por una fase previa donde
el profesional (o grupo de ellos) imagina y plasma su idea en documentos gráficos
y escritos —el proyecto— para que luego pueda ser materializado por un
conjunto numeroso de personas; esta fase de denomina proceso de diseño.
Para concretar dicha idea se precisa del concurso de materiales, herramientas y
operarios hábiles que hagan realidad lo imaginado previamente. Para cumplir los
objetivos, los materiales finales deberán ser los adecuados y las formas
elaboradas coincidir con exactitud con las propuestas. Los diferentes conjuntos
de transformaciones, agregaciones, etc., de los materiales de la naturaleza que
permiten el paso de lo imaginado a lo real, se denominan proceso de producción.
3. Constructividad
Diseños más simples son aquellos que consideran los recursos y condiciones de
construcción y que especifican características que se ajustan a ello. Por lo tanto,
no existen reglas universales para definir cuáles son: lo que es un diseño simple
en un proyecto definido, puede ser una solución de alta dificultad en otro
proyecto, debido a que la mano de obra, el terreno o las condiciones climáticas,
por ejemplo, no son las mismas.
Veamos el ejemplo de comparar la dificultad de ejecución de dos soluciones
constructivas para los tabiques divisorios interiores en un edificio de hormigón
armado, una constituida por placas de yeso y estructura de metal galvanizado y
otra de bloques de hormigón celular (asumiendo que las características de
desempeño final que responden a los requerimientos de uso y costo son
prácticamente equivalentes, para centrar el análisis estrictamente en la dificultad
de construcción de ambos diseños). Para ello, primero se procede a identificar
cuáles son las tareas de construcción necesarias requeridas para la realización de
cada una de las soluciones, tanto aquellas particulares de cada una
(dimensionado y corte de perfiles, ensamblado y fijaciones, colocación de
aislación y de revestimientos, para el caso de la tabiquería; o preparación de
mezcla adhesiva, tendido de hiladas, colocación de conectores metálicos y relleno
de espacios de encuentro con elementos estructurales para el caso del hormigón
celular) como las que son comunes a ambas soluciones (transporte y
almacenamiento de material, trazado, terminación final, colocación de
instalaciones, etc). A continuación, se debe identificar en cada tarea los
componentes básicos y determinar cuáles son los indicadores de dificultad
relevantes para cada uno. Es aquí donde las condiciones particulares de trabajo
comienzan a definir el resultado: por ejemplo, para el componente mano de obra,
es más difícil encontrar operarios especializados en albañilería de hormigón
celular que para la tabiquería de yeso; si el proyecto está en una zona de
limitación de personal, esta variable es relevante para la ponderación de
dificultad.
A partir de esto, se asume que las decisiones específicas en estas materias son,
por definición, mejores cuando son tomadas por los constructores. Por su propia
naturaleza, los constructores privilegiarán el mejor y eficiente desarrollo de la
obra, anteponiendo estas preocupaciones por sobre otras, como por ejemplo la
calidad arquitectónica de un edificio; por supuesto, es imposible asegurar que
esto sea así en todos los casos, pero se presume que es el criterio general. Basado
en esta presunción, el principio de flexibilidad de elección privilegia aquellas
características de diseño que, salvaguardando el mismo resultado final —y esto
es clave— permiten que la elección de tareas de construcción necesarias sea
tomada por el constructor.
Sin embargo, como es obvio, no siempre es posible. En muchos casos los equipos
diseñadores deben desarrollar los proyectos en forma aislada o con muy baja
participación de profesionales de obra; es precisamente en este contexto menos
favorable, cuando el principio de flexibilidad se hace aún más crítico. La tendencia
general entre los diseñadores enfrentados a estos encargos es la definición
absoluta de todos y cada uno de los más mínimos detalles de proyecto,
incluyendo la definición de tareas de construcción. No obstante, el precio que ello
implica es la renuncia a la optimización potencial debido a la falta del
conocimiento experto de construcción.
x Exterior
x Estructura
x Compartimentación
x Instalaciones
x Envolvente
La estructura y las instalaciones son campos del conocimiento que cuentan con
ingenieros especialistas; en tanto, la envolvente y la compartimentación, cuya
complejidad es creciente con el desarrollo de la tecnología edificatoria, cuentan
con especialistas en una solución concreta y dependientes comercialmente de la
empresa que produce la solución, pero no existen profesionales cuya experiencia
domine de manera amplia e independiente tanto problemas como soluciones.
El objetivo final será dar criterios de elección y adaptación, entre las soluciones
existentes, de la más conveniente al problema planteado. Previamente, entonces
será menester saber plantear correctamente los problemas (es decir, en cada
caso particular, definir y cuantificar todas las exigencias derivadas de los objetivos
enunciados); y luego, en relación con las soluciones genéricas existentes
(definidas por sus formas, materiales y prestaciones) saber evaluarlas, escoger la
más adecuada y –finalmente- adaptarla a cada caso concreto.
Una manera de evaluar el peso relativo de cada una de las partes en estudio es
vincularlas con las patologías ocurridas en edificios, para lo que podemos acudir
a las cifras que nos brindan las compañías aseguradoras respecto a su origen:
Pero tanto los intentos de prefabricación, que no han logrado sustituir a los
métodos tradicionales, como las tendencias opuestas de la arquitectura moderna
—desde las que proponen la racionalidad constructiva y funcional a las que casi
postulan la inmaterialidad de los edificios— nos brindan actualmente un
panorama confuso y que no admite respuestas simples.