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consolidación del modelo democrático adoptado y sostenido por nuestro país desde 1983.
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1. INTRODUCCIÓN A LA CIUDADANÍA UNIVERSITARIA
Las acciones de la Universidad siempre han estado relacionadas con el ser humano, la
ciencia y la sociedad. El propio término universidad se asocia a lo universal en dos sentidos;
por un lado se entiende como centro de enseñanza superior que agrupa diferentes ciencias y
disciplinas y por otro lado porque los conocimientos obtenidos tienen validez universal.
La universidad es una institución social porque son centros del saber, de trasmisión de
conocimientos y de formación cultural que tiene sus normas, valores, organización y
estructura que responden al escenario socioeconómico y político social donde descansa su
actividad.
En ese momento histórico, Argentina contaba con tres Universidades Nacionales –las de
Córdoba, la de Buenos Aires y la de La Plata– y dos provinciales –las de Tucumán y el Litoral.
La más antigua era la de Córdoba, creada por la comunidad Jesuita en el siglo XVII, y
convertida en Universidad Nacional en 1856. Desde principios del siglo XX habían
comenzado a formarse organizaciones estudiantiles que reclamaban participar en las
decisiones del gobierno de las diferentes universidades. Pero para que la participación de los
estudiantes fuera posible, era necesario modificar los estatutos universitarios.
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A partir de esto, surge la necesidad de transformar la enseñanza y la función de la
Universidad Pública abierta al más amplio sentido social de la educación.
Objetivos:
-Generar una fuerte interacción entre la Universidad y la sociedad donde están insertas;
-Satisfacer, a través del trabajo en conjunto, las necesidades más urgentes de la comunidad.
Hoy, casi nadie duda que la Universidad posee entre sus misiones primordiales la de
comprometerse en la compleja trama social contribuyendo, decididamente, a la solución de
sus problemas y a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y respetuosa de los
derechos humanos. Risieri Fondizi, hace ya varias décadas lo ha planteado al expresar que
“esta es, sin duda, la misión más descuidada entre nosotros, aunque una de las más
importantes”. (Frondizi, 2005) Pero “...no es suficiente abrir las puertas de la universidad
pública al medio, para ofrecer lo que sabemos hacer, ni con hacer lo que nos solicitan; hoy la
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Universidad debe hacer lo que es necesario”. (Frondizi, 2005) Es necesario abrirse a la
comunidad y formar parte de ella. El desafío es escuchar, integrar a la Universidad con la
Sociedad e involucrarse para elaborar una respuesta útil y comprometida, no sólo con el
futuro, sino con el presente.
El mismo Frondizi entendía que “si la Universidad no desempeña su misión social, las tres
misiones anteriores [cultural, científica y formación de profesionales] pierden buena parte
de su valor y sentido”. (Frondizi, 2005)
Esta necesidad de compromiso urgente con los problemas concretos que hoy tiene la
sociedad latinoamericana, debe llevar a la Universidad a interactuar con una profunda
actitud ética, reformulando las diferentes modalidades de acción comunitaria, observando
los resultados en los distintos escenarios de intervención y el impacto en la formación de
profesionales con compromiso social.
El interés planteado en las últimas décadas sobre cómo la Universidad debe relacionarse con
la sociedad, nos conduce a reflexionar que, como dice François Vallaeys, “si hay mucho
interés en la Responsabilidad Social, es que la Universidad está en crisis” (Vallaeys, 2006). Es
por esta razón, que intentamos profundizar en la reflexión “...de lo que significa, y debería
significar y podría significar una real Responsabilidad Social Universitaria, que vaya más allá
del ya conocido tercer pilar de la Universidad latinoamericana, que la reforma de Córdoba
llamó la “misión social” de la Universidad (al lado de la formación académica y la
investigación)”. (Vallaeys, 2006)
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En un encuadre más específico, aspiramos a contribuir a un esclarecimiento conceptual
sobre los alcances de las diferentes denominaciones asignadas a las actividades de la
Universidad en relación con su función social, en sus distintas modalidades de vinculación
con el entorno, implementadas en las instituciones de educación superior argentinas y de la
región; analizaremos las características de buenas prácticas de interacción Universidad-
Sociedad; examinaremos las posibles relaciones curriculares con las problemáticas
emergentes de las crisis socioculturales y, por último, mencionaremos algunas metodologías
de intervención comunitaria que, entendemos, pueden contribuir a una formación
pertinente de los participantes. Acordamos con la CONADU que “... es preciso asumir que
todas las actividades que se desarrollan en el nivel superior de la educación deben formar
parte de una política de Estado. La enseñanza universitaria, la investigación y los desarrollos
científico-tecnológicos que las Universidades promueven no pueden constituir, de ninguna
manera -y contra una creencia bastante extendida- el coto cerrado en el que algunos
privilegiados llevan a cabo su tarea independientemente de cualquier forma de
condicionamiento externo”. (IEC - CONADU, 2007)
En estos últimos años, aun cuando hay múltiples intentos de acercamiento de la Universidad
a la Sociedad, continúa permaneciendo muy distante y, muchas veces, en disputa con ella;
por ello, creemos que todavía debe transitar un largo camino para convertirse en verdadero
vehículo que impulse la superación de las profundas desigualdades por las que atraviesan los
países que integran la región. Por lo expresado, presentamos este trabajo como una
herramienta política que contribuya a reflexionar sobre la posibilidad de transformación de
la Universidad y de la Sociedad.
Una segunda función es “...la preservación y enriquecimiento de la cultura, que tiene que ver
con formar profesionales que sepan, disfruten y recreen su saber, lo que implica aprender a
pensar, a analizar...”. Expresa Frondizi que no hay que olvidar este aspecto cultural, “...
porque los países, como las personas, tienen necesidades culturales”. (Imen, 2007)
Una tercera función, se vincula con el desarrollo de la investigación, tanto en ciencia básica o
pura, cuanto en ciencia aplicada o tecnológica.
Para Frondizi, la ausencia de estas temáticas dentro del ámbito universitario, no se debe
tanto a cuestiones académicas sino a “...la incapacidad de trabajar en equipo con personas
que cultiven otras disciplinas, hablen otro lenguaje y se muevan con otros valores”.
(Frondizi, 2005)
La Universidad Nacional de Cuyo, en los últimos años ha podido palpar aquel proceso
desarrollado en Córdoba durante la Reforma del Estatuto que hoy permite a las personas
que son parte de la comunidad elegir sus autoridades a través de la elección directa, fruto
del debate y la participación cuatripartita de los claustros universitarios.
Hoy, comienza un nuevo desafío, que es el de profundizar aquella noción de comunidad. Las
instituciones educativas, son ámbitos donde la incidencia de las actividades administrativas,
académicas y estudiantiles, da a lugar a relaciones de muy variada índole que se llevan a
cabo en el marco de un sistema de reglas, principios, procedimientos y formas contenidos en
la llamada normativa universitaria.
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Los cuales son expresión de diversos derechos y deberes humanos que tienen incidencia en
las instituciones de educación superior, como el derecho a la igualdad, a la no
discriminación, la proscripción de la violencia, la igualdad de género o el derecho a
procedimientos regulares y justos, en las diversas actividades y relaciones que ocurren en
ellas. Y son las instituciones pertenecientes a la universidad, las que tienen el deber de velar
por el cumplimiento de la normativa.
Partiendo del término «ciudadano/a», que puede ser entendido como el nombre dado a la
persona que por haber nacido o residir en una ciudad, es miembro de la comunidad
organizada que le reconoce la cualidad para ser titular de los derechos y deberes propios de
la ciudadanía, quedando obligado, como ciudadano/a, a hacer que se cumplan. En el ámbito
universitario, puede replicarse el mismo concepto, debiendo ser enfocado desde una
construcción colectiva y no en el despliegue individual o la autorrealización personal.
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Buscar la ciudadanía universitaria requiere el involucramiento constante de las personas, ya
sea desde la lucha, el protagonismo y la participación. Poner en valor la ciudadanía en
términos colectivos, para superar las diferencias sectoriales.
Profundizar el cambio que necesitamos para construir y sostener una universidad de calidad,
participativa, inclusiva y promotora del bienestar de todos/as, es parte de la construcción
ciudadana diaria.
Si uno realiza un análisis acerca de las relaciones de poder, podríamos aseverar que si bien
las y los estudiantes componen el fundamento de la existencia de la Universidad, son dentro
de la comunidad el agente más vulnerado en cuanto a reconocimiento de derechos o
inclusive de sus propias responsabilidades, por lo que resulta fundamental generar en el
estudiantado la aprehensión del concepto de ciudadanía universitaria, para que puedan
reconocerse como miembros de una comunidad que los hace sujetos de derechos
reconocidos por la Constitución y su réplica en el ESTATUTO y en las diversas normativas.
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1.5 EL COGOBIERNO UNIVERSITARIO
“Yo ni voy a ir a votar, es perder el tiempo”; “No tengo ni idea quién se presenta así que me
da lo mismo”. Muchas veces escuchamos estas frases en el ámbito universitario sin tomar en
consideración lo que verdaderamente significa esto.
ASAMBLEA UNIVERSITARIA
CONSEJO SUPERIOR
RECTOR/A
VICERECTOR/A
CONSEJO DIRECTIVO
DECANO/A
VICEDECANO/A
La Universidad Nacional de Cuyo funciona como una República dentro de una República,
donde los miembros que la componen son ciudadanas y ciudadanos que garantizan que ese
sistema funciones; las y los que a partir de 1918 conciben y defienden la idea de la
democracia participativa universitaria.
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Los CONSEJOS DIRECTIVOS de cada Unidad Académica donde también somos representados
como comunidad universitaria, como copartícipes de la vida universitaria y entre sus
funciones se destacan la de proponer al C.S la designación de profesoras/es, honorarios,
eméritos y consultos; crear, suprimir o modificar áreas, departamentos o institutos de la
Unidad Académica, con ratificación del C.S.
Todas las personas de la comunidad universitaria que cumplamos los siguientes requisitos:
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1.6.2 CARGOS QUE SE VOTAN
Rector/a y Vicerrector/a
Consejeras/os Superiores
por las y los docentes Duran cuatro años en sus funciones
Consejeras/os Superiores y pueden ser reelectos en el cargo
por las y los docentes auxiliares por una vez.
Consejeras/os Superiores
por las y los estudiantes
Consejeras/os Superiores
Duran dos años en su mandato
por las y los egresados
y pueden ser reelectos por una vez.
Consejeras/os Superiores
por el personal de apoyo académico
Consejeras/os Directivos
por las y los estudiantes
Consejeras/os Directivos Duran dos años en su mandato
por las y los egresados y pueden ser reelectos por una vez.
Consejeras/os Directivos
por el personal de apoyo académico
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1.5 NORMATIVA VIGENTE
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Protocolo de Violencia Sexista – Ord. Nº 682/2017 C.S.
Los derechos que aquí se mencionan, se encuentran destinados a garantizar las condiciones
mínimas que requiere una persona para ser considerada/o estudiante de la UNCUYO.
En este apartado, se pueden observar todos aquellos destinados a garantizar el acceso a una
educación de excelencia y asegurar las condiciones necesarias para garantizarla.
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teniendo en cuenta especialmente a los estudiantes que pertenecen a los sectores más
vulnerables de la sociedad.
Luego de desarrollar todos los derechos mencionados, se establece la obligación de todas las
dependencias académicas y administrativas de la Universidad Nacional de Cuyo a reconocer
la identidad de género adoptada y autopercibida de cualquier persona a su sólo
requerimiento.
Esta herramienta tiene como objetivo actuar ante cualquier situación denunciada donde los
derechos de las y los estudiantes se encuentren vulnerados, en su cursado, exámenes o en el
ámbito edilicio de la Universidad, con el propósito final de generar el empoderamiento
necesario que lleve a las y los estudiantes a mayores niveles de autonomía e igualdad de
oportunidades que les permita convertirse en profesionales comprometidos con la
sociedad.
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1.8 COMPROMISO SOCIAL UNIVERSITARIO
Las acciones de Compromiso Social Universitario forman parte de las políticas educativas de
la Universidad Nacional de Cuyo, que buscan fortalecer y profundizar la función social de la
Universidad, a través del trabajo voluntario de los ciudadanos universitarios, y sus objetivos
son:
La UNESCO ha reiterado como uno de sus principios centrales el promover una “educación
de calidad igual para todos”. Entendemos que ésta es la base del compromiso social de
todas las universidades.
Asimismo, Rojas Mix agrega que “...más allá del compromiso nacional, la universidad tiene
un compromiso continental que puede llegar hasta la integración, especialmente en un
continente desunido por la economía y la política y unido por la cultura” (Rojas Mix, 2007).
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Por otra parte Silvina Andrea Sturniolo, en su ponencia presentada en el V Encuentro
Nacional y II Latinoamericano, cuya temática fue “La universidad como objeto de
investigación”, incluye el concepto de “territorialidad”, como alternativa posible para pensar
la relación Universidad-sociedad y la define “como un compromiso social y crítico”.
(Sturniolo, 2007) Dicho concepto de “territorialidad” supera lo geográfico, en tanto incluye
las relaciones políticas, sociales, culturales y económicas que permiten experiencias de
intercambio, diálogo y aprendizaje colectivo donde confluyen los intereses de los diversos
actores de la sociedad “...Universidad, Estado, Empresas locales, Movimientos sociales, la
calle”.
La autora cita a Boaventura de Souza Santos que en su libro La Universidad en el siglo XXI,
entiende a la Universidad como una entidad con un fuerte componente territorial al ser
permeable a las demandas sociales, especialmente aquellas originadas en grupos sociales
que no tienen el poder de imponerlas (Santos, 2005). Por esa razón, la universidad,
haciendo uso de su libertad académica y autonomía puede garantizar una respuesta
pertinente y creativa frente a los desafíos del compromiso social.
Ante estas expresiones, Jorge A. Huergo se pregunta: “¿Hasta dónde y en qué sentidos la
Universidad está reforzando sociopolíticamente una posición de aislamiento institucional, o -
en cambio- contribuye, desde el compromiso con movimientos y fuerzas sociales, con la
construcción de una articulación política global?” (Huergo, 2006). Hay que tener mucho
cuidado en “... no confundir este compromiso con una constelación de acciones vinculadas
con zonas emergentes del mercado” (Huergo, 2006). Al mismo tiempo, frente a modalidades
de “responsabilidad fuertemente declamatorias o marcadamente academicistas, que
señalan permanentemente el “deber ser” de la Universidad, hay un tipo de compromiso que
se fragua en las prácticas institucionales y subjetivas, y en ellas se juega el sentido del
compromiso social de la Universidad”. (Huergo, 2006)
Desde nuestra experiencia, coincidimos con el autor, ya que, desde diferentes declaraciones
de política educativa, en nuestro país se ha reiterado la necesidad de articularse con los
otros estamentos de la sociedad pero, sin embargo, las acciones que se han implementado,
han sido aisladas, esporádicas, intermitentes y sólo han respondido a la buena voluntad de
los que las han llevado a cabo. Algunas acciones, referidas a propuestas de participación de
sectores específicos como el de los barrios y sus sociedades de fomento; otras, a las
personas de la tercera edad, los jóvenes y el deporte, la salud y la educación, y algunas otras
del mismo tenor. Éstas, si bien han constituido un avance en materia de involucramiento de
la Universidad, éste no alcanza para definir un nuevo rol de la misma. La Universidad
necesita construir compromiso relacionando la producción de conocimientos y prácticas, con
la producción de conocimientos y prácticas que se producen en los espacios y organizaciones
populares, porque es en éstas donde la identidad y la finalidad tienen su expresión.
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En este sentido, Huergo propone “...abrir microespacios de compromiso social universitario,
a través de la selección de trayectorias formativas (docentes, de investigación y de
extensión), e inscribir microprácticas que hagan efectiva la construcción de ese
compromiso... [lo cual] contribuye a desplazar el compromiso social de la Universidad desde
posiciones meramente discursivas, hacia construcciones prácticas relacionadas con esa línea
de formación del compromiso social, tanto institucional como del universitario (sea desde su
actividad académica o profesional)... [y posibilitan]...la conexión de las aulas con la sociedad
y sus sujetos”. (Huergo, 2006) Considera que, “...por más que creamos que la cultura es una
posesión de ciertas élites, o un conjunto de productos y obras de arte, o el buen gusto y las
buenas costumbres, indudablemente la cultura es el mar donde se mueve la vida de los
hombres y las mujeres. Es la condición natural de los seres humanos, y no una propiedad de
algunos mientras que los otros son in-cultos o poseedores de una cultura baja...”. (Huergo,
2006)
El mismo autor expresa que lo importante es “...el reconocimiento del mundo cultural, los
cruzamientos en la vida cotidiana de la gran historia con las pequeñas biografías y de las
grandes estrategias geopolíticas con las pequeñas tácticas del hábitat, las identidades
operantes y los polos o espacios de identificación, los sentidos que se producen en las
prácticas y los discursos, los modos de formación de sujetos y subjetividades, las formas que
adquiere la socialidad y las maneras en que se expresa la sensibilidad... Se trata de algo más
complejo: de reconocer que el otro, desde su cultura, puede jugar el mismo juego que
nosotros, por así decirlo, sin necesidad de adoptar nuestra cultura para jugarlo; es decir,
asumir como postulado la reciprocidad”. (Huergo, 2006)
Es interesante destacar, además, que Huergo (2004), en este análisis respecto a la cultura,
recupera dos tradiciones del pensamiento latinoamericano: las de Saúl Taborda y Paulo
Freire. Del primero, rescata los conceptos de la creación, la imaginación y la autonomía, pero
sobre un “campo poblado” de sentidos, y no sobre una ‘desertificación sociocultural’ (como
pretendía Sarmiento)”. Menciona el concepto de “cultura comunal” y, para conceptualizarla,
se vale de ideas filosóficas que reflexionan sobre lo particular, lo concreto, y le otorgan un
sentido político. Taborda -según Huergo- “...propone reconectar lo que la ideología
dominante ha segregado: la cultura y lo político, como formas ligadas ya en lo popular”.
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educa a nadie. Nadie se educa solo. Nos educamos en comunidad, mediatizados por el
mundo” (Freire, 1973). Este lema implica que no hay docentes fijos: el educador se educa y
el educando es educador, incluyendo también los espacios sociales como formativos. Huergo
subraya que una de las contribuciones más significativas de Freire es el concepto de
“mediación” del mundo. “Esa mediación habla de la necesidad de reconocer la cultura, la
ideología, los valores, los lenguajes, las prácticas, el ‘aquí y ahora’ de los sujetos
interlocutores (es decir, de hacer un proceso de reconocimiento del universo vocabular)”.
(Freire, 1969)
Otro aspecto significativo que destaca Huergo, es el sentido del diálogo en las acciones
estratégicas marcado por Freire, sobre todo en su sentido político. Destaca el trabajo con los
otros y no para ellos y la vinculación del diálogo con la transformación del mundo, donde
pronunciar la palabra adquiere pleno sentido al transformar la realidad de dominación. Y, lo
más importante en este contexto, es que el diálogo es praxis, es acción más reflexión, “y
posee un alcance político indiscutible en la formación de sujetos en dos sentidos: uno
relacionado con la democratización de los espacios sociales y los trabajos culturales y, el
otro, vinculado con la intervención transformadora en el mundo social y cultural. El diálogo
culmina en la praxis que, a su vez, lo alimenta a través de la problematización. Es un
encuentro entre hombres ´mediatizados´ por el mundo. Esto quiere decir que el mundo es el
articulador del encuentro en tanto los hombres son seres en y con el mundo”. (Freire, 1969)
Enfatiza Huergo que este enfoque de Freire contribuye a entender el compromiso social
como una forma de comunicación, esto es, como un diálogo y, al mismo tiempo, “...como un
encuentro de saberes y prácticas que tienden a enriquecer y ampliar las lecturas y las
escrituras de la vida, la experiencia y el mundo”. (Huergo, 2006)
Este enfoque que rescata los aportes de Taborda y de Freire, permiten concebir el
compromiso social de la Universidad, como “un modo de leer el mundo cultural, y significa
un modo de ´escribirlo´, donde esa escritura -aunque surja de lecturas y escrituras previas,
nunca aisladas ni individuales- es un acto creativo; un acto que no se ciñe a un cierre
prematuro de los sentidos de la experiencia, la vida y el mundo, sino que inscribe la apertura
de otros mundos y experiencias posibles construidos en la relación Universidad-Sociedad”.
(Huergo, 2006)
Huergo pregunta “... ¿hasta dónde puede incidir la Universidad, a través de su compromiso,
en la construcción de procesos globales de transformación?”
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2. VIDA UNIVERSITARIA: SECRETARÍA DE BIENESTAR UNIVERSITARIO
Atención básica
primaria y gratuita,
prevención y
SALUD Universidad Saludable
Federados, No
federados y DEPORTES
actividades
recreativas
Menú común y
COMEDOR opciones vegetariana
y celíaca. Desayunos,
meriendas y viandas.
Paquetes turísticos
accesibles para toda la TURISMO
comunidad
universitaria
Se abordan
necesidades socio –
BECAS económicas para
generar igualdad de
oportunidadaes
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3. ROL DEL PROMOTOR/A DE DERECHOS UNIVERSITARIOS
Para la Real Academia Española, promover (del latín promovére), significa 1.- iniciar o
impulsar una cosa o un proceso, procurando su logro; 2.- levantar o elevar a alguien a una
dignidad o empleo superior al que tenía; 3.- tomar la iniciativa para la realización o el logro
de algo.
-crear y recrear las condiciones en los espacios universitarios en los que se desarrollen que
permitan el intercambio de experiencias y el debate de las problemáticas en materia de
Derechos Universitarios.
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Promover los derechos estudiantiles, implica además, construir la ciudadanía universitaria
de manera proactiva y consiente; significa intervenir positivamente, sobre los factores que
condicionan la vida universitaria.
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ANEXO
COMPROMISOS del CIUDADANO/A UNIVERSITARIO
Defender y promover los Derechos Humanos. Pone en valor el respeto a las personas y a los
bienes primarios sin los cuales no es posible la realización de una vida digna (el derecho a la
vida, la integridad física, la autonomía moral, la libertad de expresión y movimiento y el
desarrollo personal).
Reconocer al otro como interlocutor válido. Exige la aceptación de que el diálogo tiene
carácter vinculante; compromete tanto al individuo que dialoga como a quienes legalmente
representa.
Cumplir los compromisos con la sociedad. Conlleva que la Universidad realice de forma
permanente e ininterrumpida sus funciones misionales: investigación, docencia y extensión,
para contribuir al desarrollo regional y nacional.
Construir una cultura de paz. Exige compromiso con una pedagogía de la paz y con la
búsqueda de la resolución de los conflictos a través de la argumentación y la consolidación
de un escenario de convivencia pacífica en donde el cierre de la Universidad, la obstrucción
del ejercicio de las funciones académicas y laborales, las prácticas violentas e intimidatorias,
el vandalismo y las conductas delincuenciales, vinieren de donde vinieren, no tienen cabida.
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Practicar como modelo de acción política de los universitarios la participación democrática
pluralista. Implica que la ciudad universitaria se construye y se renueva gracias al concurso
de las propuestas y acciones de todos y cada uno de los miembros de su comunidad.
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BIBLIOGRAFÍA Y LINKS DE INTERÉS
-COGOBIERNO UNIVERSITARIO
http://gobierno.uncu.edu.ar/sitio/
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