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FORMA DE RENUNCIA: (extraordinario)

Zárate del Pino expresa que el distinto tratamiento en cuando a la forma obedece a que la
aceptación no modifica el status del heredero ni el orden de la sucesión sino que más bien lo
confirma, mientras que la renuncia altera la posición del llamado, modifica el orden de la
sucesión, apartando al repudiante como si nunca hubiera sido heredero.

La renuncia vendría a ser lo extraordinario, se le rodea de formalidades de obligatorio


cumplimiento. El artículo 675 del Código Civil señala que la renuncia requiere instrumento
público o acta otorgada ante el juez al que corresponde conocer la sucesión, debiendo estar
obligatoriamente protocolizada, si no se cumple con estas formalidades el acto viene a ser nulo.
En lo que es al acta le corresponde conocer la causa al Juez en asuntos de sucesiones; tal como
lo señala el artículo 663 del código civil corresponde al juez del lugar donde el causante tuvo su
último domicilio en el país, esta competencia es improrrogable. Un ejemplo podría ser el caso
de un proceso no contencioso en el que se ha solicitado la declaratoria de herederos, y uno de
ellos puede solicitar al juez que levante el acta de renuncia a la herencia, que luego se
protocolizará y con ello se consumará la renuncia.

Es importante señalar que no hay renuncia tácita, sino que esta tiene que ser expresa y guardar
las formas obligatorias. Asimismo, Augusto Ferrero indica que la renuncia no puede ser tácita, y
menos inferida por el silencio; debe ser necesariamente expresa, y además, solemne.

PLAZO PARA RENUNCIAR:

El plazo lo determina el artículo 673 del Código Civil, es de tres meses si el heredero está en la
República y de seis meses si está en el extranjero, no interrumpiéndose por causa alguna. Se
entiende que se computa desde la apertura de la sucesión, o sea al momento del fallecimiento
del causante, aunque el Código no lo dice.

Empero no todos los herederos están en efectiva capacidad de tomar conocimiento del hecho
de la muerte del causante. Ya que el escenario es diferente cuando estamos ante una sucesión
testada, en la que pueden existir herederos voluntarios y legatarios ajenos a todo parentesco
con el causante, por lo que la muerte de este no necesariamente tiene que ser conocida por
estos sucesores voluntarios. Por ello, en el caso de sucesiones testadas los términos deberían
comenzar a computarse no desde la muerte del causante, sino desde que los sucesores toman
conocimiento de su designación.

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