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Bioética: Experimentación en Seres Humanos 1

Bioética:

Experimentación en Seres Humanos

Daniela Alcaraz

Dalma Di Giovanni

Alejandro Sosa

Instituto Superior Profesorado Nº 4 “Ángel Cárcano”


Bioética: Experimentación en Seres Humanos 2

Índice

1. Introducción

2. Ética, Ética profesional y el surgimiento de la Bioética

A. Código de Núremberg

3. Casos

A. Tuskegee

B. Los niños de la Talidomida

C. Willowbrook

4. Principios Bioéticos

A. Autonomía y libertad

B. Beneficencia

C. Justicia

D. No maleficencia

5. Conclusión ¿Cómo se vulnera la ética profesional en cada caso?


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Introducción

En el siguiente trabajo haremos un análisis profundo sobre la ética de la experimentación humana. Para tal fin

desarrollaremos los conceptos de Bioética y Ética profesional, sus genealogías y la importancia legítima que representan

ante los distintos dilemas y paradigmas sociales y médicos que han surgido a través de la historia de las sociedades y la

humanidad. Particularmente apuntaremos a los principios, reglas y controles morales que involucra la experimentación

médica sobre humanos. Por último, en base a lo desarrollado extraeremos una conclusión final.

Ética, Ética profesional y el surgimiento de la Bioética

La Bioética como ciencia o como una rama de la Ética en sí misma nace en respuesta a los perplejos desafíos a las

ciencias de la vida, como la medicina y la biología principalmente, que han surgido a lo largo de la historia para analizar y

regular las relaciones de los hombres con los restantes seres vivos. Van Rensselaer Potter II fue el pionero y proyectaba

la creación de un puente entre dos culturas: la de las ciencias y la de las humanidades, centrada en la supervivencia

humana y el cuidado del medio ambiente, a su vez combinado con los valores humanos, que pueda brindar a las

personas el “conocimiento de cómo usar el conocimiento” para mejorar la calidad de vida. El concepto de “bioética”

surgió con el fin de recalcar el conocimiento biológico (bios) y los valores humanos (éthos). A su vez la bioética puede

ser biomoral, es decir, se enfoca en las relaciones entre los hombres, así como también, su relación con los animales y

con la naturaleza en general.

Podemos situar a la bioética en el fin del siglo XIX, principalmente gracias a la teoría eugenésica de Francis Galton. Su

principio primordial se basa en que la humanidad se puede organizar en diferentes estirpes o ascendencias, por ejemplo,

trabajadores, miserables, entre otros. Años posteriores a su muerte, sus ideales se divulgaron rápidamente, y se

planeaba mejorar la raza humana (precisamente en Europa y Estados Unidos) mediante el uso de leyes que impulsaban

la práctica de la eutanasia de un modo imprevisto e inhumano gracias al programa creado en 1939 llamado Aktion T4

por Hitler para la mejora de la raza. Es así como aparecen los campos de exterminio, también denominados “centros de

eutanasia” que ayudó a la realización de todo tipo de experimentos sin control con las personas que se encontraban en

esos lugares.

Con el aumento de experimentos humanos, en los que se respetaban al mínimo o inclusive nulamente los derechos

humanos, y la causa de los continuos avances científicos tanto como tecnológicos en medicina, las nuevas prácticas y

las posibilidades han abiertos nuevos interrogantes y despertado retos de valoración ética.

Codigo de Nuremberg

Es así como nace el Código Nuremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de reunir principios que

tienen que ver con la experimentación con seres humanos y con el fin de conservar ciertas normas básicas para poder

satisfacer conceptos morales, éticos y legales. A su vez, el Código de Nuremberg fue el resultado de la discusión de los
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Juicios de Nuremberg - conjunto de procesos jurisdiccionales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas

vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial- he aquí su nombre.

Dentro de los principios más importantes, cabe recalcar que el consentimiento voluntario del sujeto humano es

fundamental, ya que la persona comprometida debe poseer capacidad legal para dar consentimiento, al mismo tiempo

que el conocimiento suficiente para poder decidir razonablemente. Además, debe conocer la finalidad del experimento a

realizar, la naturaleza y los medios del mismo. Otro principio primordial implica al experimento como un beneficio para la

sociedad, así como también se intenta evitar todo tipo de daño físico y mental insignificante. Por último, el experimento

debe ser llevado a cabo por expertos en el campo de la ciencia, de lo contrario, puede causar daño, discapacidad, o en

el peor de los casos, la muerte de los humanos que se sometan a dichos experimentos.

De aquí, también, surge un nuevo término que forma parte de la ética general, y estudia los deberes y derechos de los

profesionistas llamado ética profesional. Dentro de ella podemos mencionar dos perspectivas. La primera es

especulativa y tiende a analizar los principios esenciales de la moral en el ámbito individual o social. La segunda,

denominada “práctica”, define e instaura reglas y normas de comportamiento que sirven para el bien de la sociedad.

Además, podemos encontrar los códigos de ética profesional que ayudan especialmente a los nuevos profesionistas a

adaptarse a distintos ámbitos de trabajo y son una guía para la acción moral.

Los profesionistas tienen un compromiso moral con la sociedad, y dicho compromiso conlleva a crear valores y

cualidades con la finalidad de garantizar las necesidades sociales, al mismo tiempo que las de su gremio y de la

corporación para la cual trabajan. Estos gremios en los cuales los profesionistas se reúnen, cumplen la función de

mantener e incrementar la moral y el intelecto de la comunidad, utilizando normas y criterios para fijar deberes y

derechos. Cortina y Conill señalan, entre otros aspectos, la importancia de los profesionistas de desempeñar su actividad

con vocación junto con los conocimientos, habilidades y capacidades, las licencias y credenciales necesarias para llevar

a cabo sus actividades.

Casos

Tuskegee

El el periodo comprendido entre los años 1932 y 1972, en la locación sureña de Tuskegee, Alabama, Estados Unidos, se

llevó a cabo un experimento médico que utilizó a modo de conejillos de india a 600 personas afroamericanas de la

misma población a fin de observar el desarrollo de la sífilis desde su etapa inicial hasta el fallecimiento del paciente. En

el punto final de la investigación, 28 participantes habían perecido a causa de la enfermedad y otros 100 fallecieron de

complicaciones causadas por la enfermedad. Asimismo, 40 mujeres sufrieron contagio directo por los participantes del

experimento y 19 niños, hijos de las mencionadas mujeres nacieron con la enfermedad.

El experimento se llevó a cabo con 339 varones afroamericanos y 201 sanos, a fin de servir como grupo de control. Los

enfermos fueron diagnosticados con “SANGRE MALA”, término genérico utilizado para hacer referencia a diversas

enfermedades y luego se les ofreció alimento, hospedaje y seguro de deceso a los participantes sin costo alguno. El
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momento mas critico del proyecto acontece en 1947, con la difusión de la penicilina como tratamiento oficial contra la

sífilis y la Ley Handerson se promulga ordenando su tratamiento obligatorio. No obstante, esto no detuvo el experimento.

Por el contrario, el mismo prosiguió ignorando la mencionada ley. De esta manera, los responsables del proyecto se

rehusaron a que los pacientes participaran de las campañas nacionales para la erradicación de la enfermedad y en

cambio, continuaron proporcionándoles placebos, a modo de tratamiento.

A pesar de los cambios significativos en términos médicos y científicos ocurridos a finales de los años 40, el doctor John

Heller, director de la División de Enfermedades Venéreas del Servicio Público de Salud, tomó la decisión de continuar el

experimento en el correr de los años. Justificándose años más tarde, detrás de la afirmación de que los colaboradores,

siendo estos los médicos como el personal civil se habían limitado a cumplir con las normativas recibidas. Pese a que la

Organización Mundial de la Salud en 1964 había demandado la obligación a que todos los experimentos que se llevarán

a cabo con seres humanos contasen con el consentimiento escrito y expreso de los participantes, el criterio con el que

se llevó a cabo el Experimento Tuskegee no se revisó. Años después, Peter Buxton, investigador de enfermedades

venéreas del Servicio Público de Salud denunció la situación al Centro de Control de Enfermedades, aunque este último

descartó cualquier intervención en el experimento hasta el fallecimiento de todos los participantes, momento culmine en

el que finalmente se podrían alcanzar los datos tan anhelados por los investigadores. Habiendo pasado años, Buxton

recurre como última medida a la prensa, ante la pasividad de las autoridades sanitarias oficiales a las cuales había

acudido previamente. Es entonces cuando, el Washington Star y el New York Times publicaron en sus portadas la

polémica noticia a finales de julio de 1972 y, en apenas un día, el escándalo generado tomó tal magnitud que el proyecto

fue clausurado inmediatamente (Barnés, 2015).

Los niños de la talidomida

A finales de los cincuentas, la empresa alemana Chemie Grünenthal lanzó al mercado un medicamento que se recetó

con el nombre de somnífero Contergan. La misma fue aprobada en el tratamiento de ansiedad, insomnio, náuseas y

vómitos matutinos en mujeres embarazadas en Europa, África, Japón, Australia y Canadá (Chávez Viamontes, Quiñones

Hernández & Bernárdez Hernández, 2009).

Las mujeres que durante el embarazo consumieron este nuevo medicamento dieron a luz a niños con extremidades

incompletas. Gracias a la alerta manifestada por este pediatra alemán Lenz en 1961, se evitó que miles de niños

nacieran con malformaciones, sin embargo e incluso después de ser prohibida y retirada del mercado en 1962, los

efectos de la talidomida fueron pandémicos (Chávez Viamontes, Quiñones Hernández & Bernárdez Hernández, 2009).

Sin embargo, Estados Unidos no sucumbió ante esta epidemia global. El país norteamericano no solo contaba con

normativas de registros de fármacos muy rigurosas, sino que también fue sustancial la incorruptible ética de Frances

Kelsey (Funcionaria de la Asociación de Comida y Drogas). Pese a la presión ejercida por parte del comerciante de la

talidomida, Kelsey se mostró en disconformidad con los resultados de las pruebas practicadas antes de la

comercialización de la droga, y aunque había sido aprobada en varios países no aprobó la venta en su país y pidió
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argumentos que documentaran más resultados por seguridad. Después de ser confirmado que la responsabilidad por las

malformaciones era la droga en cuestión, Estados Unidos “aprobó reformas que incluyeron el establecimiento de límites

estrictos para la verificación y distribución de los fármacos y se hicieron enmiendas en las que por primera vez se

reconoció que la efectividad debe ser requerida y establecida antes de la comercialización” (Chávez Viamontes,

Quiñones Hernández & Bernárdez Hernández, 2009).

La postura del gobierno Alemán como estado indemnizador es éticamente cuestionable incluso hoy en día, ya que si

bien ha entregado compensaciones, sólo lo hizo a víctimas de origen germano olvidándose que fueron 46 países los

afectados por la droga producida por la compañía alemana. Claramente los valores morales, los principios legales,

científicos y éticos de los productores de la talidomida se vieron opacados por el ánimo de lucro (Chávez Viamontes,

Quiñones Hernández & Bernárdez Hernández, 2009).

Willowbrooke

El Estudio de Willowbrook, una investigación realizada a partir del año 1950 la cual tenía como objeto de estudio

determinar el curso natural - sin tratamiento - de la hepatitis en un grupo de niños con retraso mental en la Escuela

Estatal de Willowbrook en Nueva York. Dicha escuela, cuya incidencia de la enfermedad antes mencionada era alta,

matriculaba niños portadores de Hepatitis que además presentaban algún retraso mental, además niños entre 3 y 11

años que recién ingresaban al colegio eran inoculados con “hebras del virus aisladas de las deposiciones de enfermos

con hepatitis de la misma escuela”. Para poder llevar a cabo la investigación, el consentimiento de los padres era un

requisito primordial para la admisión a la institución que tenía cupos limitados (Abajo Iglesias, 2012).

El análisis, que fue aprobado por el Departamento de Salud Mental de Nueva York y apoyado por el área de

Epidemiológicas de las Fuerzas Armadas, fue liderado por el Dr. Saul Krugman quien caracterizó a la investigación

como beneficiosa debido a la ayuda médica gratuita que recibían los niños, además de los nuevos conocimientos

aportados a la humanidad como consecuencia de la misma; como ser, la existencia de dos tipos de Hepatitis y el uso de

Gammaglobulina como desarrollador de inmunidad pasiva. Krugman insistió en el beneficio que poseían los niños ya que

se encontraban bajo condiciones controladas de investigación y supervisión (Abajo Iglesias, 2012).

Principios Bioéticos

El principio de autonomía o de libertad de decisión podría definirse como la potestad humana de decidir sobre la propia

vida en base a su capacidad de racionalidad y conciencia para distinguir entre el bien y el mal, y así orientar sus

acciones a fin de poder conseguir lo que desea, lo que supone el derecho a equivocarse igualmente. En otras palabras

representa la obligación de respetar los valores y principios individuales de cada persona. De aquí se deriva el

consentimiento libre e informado de la ética médica actual.

El principio de beneficencia enuncia la obligatoriedad del profesional o del investigador de promover siempre y en todo

momento el bien del paciente, sin imponer su propia manera de hacer de bien. Siendo la beneficencia un ideal moral y
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no una obligación en sentido estricto. De esta manera, la experimentación en organismos vivos y su ambiente sólo

deberá realizarse legítimamente para mejorar la calidad de vida de los sujetos de estudio y de la sociedad presente y

futura. Asimismo, en la investigación clínica, el propósito debe ser mejorar los procedimientos diagnósticos, terapéuticos

y preventivos de la enfermedad.

El principio de justicia representa la igual consideración y respeto de todos los seres humanos, de tal modo que no se

presenten situaciones de discriminación, segregación o marginación bajo criterios económicos, sociales, raciales o

religiosos. En otras palabras un reparto equitativo de las cargas y beneficios de los recursos sanitarios por ejemplo.

Asimismo este principio impone límites sobre el principio de autonomía, con la pretensión de que esta no atente contra la

vida, libertad y derechos de un otro. Ello conlleva a la imparcialidad en sentido comunitario, evitando el sacrificio de la

dignidad. Siendo esta una extensión de la integridad física y psicológica del ser y cuyo respeto trasciende los fines de la

investigación. La cual involucra el consentimiento previo y libre de una persona, bajo información suficiente y veraz.

El principio no-maleficencia se refiere a la obligación de no hacer daño al paciente. Respetar la integridad física de la

vida humana. No exponer el paciente a riesgos que no puedan ser asumidos a la luz de conocimiento existente,

manteniendo una prudente proporción entre los beneficios y los riesgos, es decir, que el investigador no utilice sus

conocimientos o situación de privilegio respecto al sujeto para infringir daño.

Conclusión

Para concluir, en el primer caso cabe mencionar que el principio que no se respetó principalmente, fue el principio de

justicia y autonomía, ya que los pacientes afroamericanos fueron sometidos como “conejillos de indias” a un experimento

llevado a cabo sin el consentimiento de dichos pacientes e indirectamente se atentó a la discriminación por el simple

hecho de ser afroamericanos y ser una población vulnerada por muchas necesidades. A pesar de que tiempo después

se les entregó alimentos, hospedaje y seguro de deceso, este experimento continuó y alcanzó su punto crítico con la Ley

Handerson cuando se impuso el tratamiento obligatorio con penicilina. Al mismo tiempo que la dicha ley fue promulgada,

se puede decir que el principio de no-maleficencia y el de beneficencia fueron violados, ya que los que estaban a cargo

del proyecto no permitieron que los pacientes accedan al tratamiento para combatir la enfermedad. Como consecuencia,

esto los llevó a la muerte injustamente, e inclusive al contagio de la infección por omisión e ignorancia de los mismos

infectados, siendo de igual manera no respetado el principio de justicia.

Con respecto al caso “los niños de la Talidomida”, el principio de beneficencia es violado debido a que la

experimentación por parte de la empresa alemana no fue testeado previamente en condiciones legales, lo que

desencadenó en una pandemia en más de 46 países; al mismo tiempo que este producto fue destinado a mujeres

embarazadas con el fin de tratar asuntos de síntomas de embarazo. Esto a su vez, produjo que dicha droga genere

malformaciones durante la gestación de los niños. Por consiguiente, el principio de no-maleficencia también no se
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cumple, ya que esto provocó daños tanto en las madres como en los niños sin tener el conocimiento previo de lo que

este producto suponía tratar.

En el caso de Willowbrook se violó el principio de Autonomía, siendo que los niños por su propia condición de

discapacidad no podían tomar sus propias decisiones, también porque no eran conscientes de su enfermedad y además

por ser niños. Por consiguiente la decisión pasó a ser de sus padres, a quienes tampoco se les permitió tomar una

decisión autónoma y libre de coerción o influencias indebidas, no se respetó su autonomía de poder decidir libremente,

ya que fueron coaccionados para que sus hijos participen de este estudio, de otra manera no hubiesen sido recibidos en

la institución; no se les informó adecuadamente de los riesgos a los que sus hijos se enfrentarían, el consentimiento no

fue voluntario por estas causas. Se atentó contra el principio de Beneficencia ya que estos niños fueron contagiados

con el virus de la hepatitis de manera intencionada, poniendo a esos niños con retraso mental en un estado de

vulnerabilidad aún mayor considerando su condición mental. Siendo niños que sólo merecían los mejores cuidados y

tratamiento, fueron disminuidos aún más para ser usados como conejillos de indias. En cuanto al principio de Justicia, el

experimento no fue justo, no se les brindo el mejor tratamiento disponible, sino por el contrario se antepusieron los

intereses científicos e investigativos a los intereses de las personas involucradas, no se deben anteponer los intereses

de la sociedad a los de una persona. Además el descubrimiento debe valer lo suficiente para sobrepasar los riesgos. En

este caso tampoco fue así ya que los riesgos eran más grandes e inclusive impredecibles que los beneficios que

obtenían los niños. Tampoco se respetó el principio de No-maleficencia, como se ha mencionado estos niños fueron

dañados y no solo fueron contagiados con el virus de la hepatitis sino que fueron tratados con drogas que eran usadas

por primera vez en ellos, de las cuales no eran conocidos los efectos colaterales que podrían causar más sufrimiento a

estos niños que se encuentran en una situación de desventaja contra los demás que dependen de otros para su

existencia.
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Referencias

Abajo Iglesias, Francisco J. de (2012). Un caso histórico: los estudios de hepatitis de la escuela estatal de

Willowbrook. Fundación Instituto Roche. Recuperado de

<http://contenidos.institutoroche.es/pdf/2012/libro_pediatria/anexos_capt4.pdf>

Barnés, H. G. (2015). “Experimento Tuskegee, la investigación médica más inmoral de EEUU”. El Confidencial.

Recuperado de <https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-06-24/experimento-tuskegee-la-

investigacion-medica-mas-inmoral-de-eeuu_899587/>

Chávez Viamontes J. A., Quiñones Hernández J & Bernárdez Hernández O. (2009). Talidomida, contextos históricos

y éticos. Humanidades Medicas. Recuperado de <http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1727-

81202009000300007>

Colaboradores de Wikipedia (2017). Código de Núremberg. Wikipedia, La enciclopedia libre. 29 Sept. 2017.

<https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3digo_de_N%C3%BAremberg>

Mainetti, J.A. (1989), Ética médica, Quirón, La Plata, Argentina. Recuperado de

<http://www.bioeticanet.info/documentos/Nuremberg.pdf>

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