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Sin embargo, Martínez (2015) rescata una diferencia entre retorno y deportación.
El retorno puede ser voluntario o no. Cuando es en contra de la voluntad de la
persona, esto constituye la deportación, definición que plasma la realidad de los
migrantes salvadoreños que regresan al país, en tanto la inmensa mayoría son
obligados por disposiciones legales del país expulsor a regresar a su lugar de
origen.
En esta misma línea, Gaborit (2016) expone que las autoridades migratorias de
aquellos países emplean ciertos términos legales u oficiales que pueden ser
considerados como eufemismos o giros discursivos, pues pretenden suavizar la
realidad complicada que experimentan las personas migrantes. Por ejemplo, la
semántica oficial estadounidense denomina aseguramiento al proceso de
detención que realizan las autoridades migratorias. Esta crítica concluye que el
tinte eufemístico impide la comprensión profunda de la migración irregular desde
la perspectiva de la persona migrante o descalifica esa perspectiva (Gaborit, 2016,
p. 27). Bajo estos enfoques, el término deportación es el que mejor se adapta a la
realidad de las personas en estado migratorio irregular que son obligadas a
retornar. La Ley Especial para la Protección y Desarrollo de la Persona Migrante y
su Familia, vigente desde 2011 en El Salvador, define al retornado como la
persona que voluntariamente o en cumplimiento de una decisión administrativa o
judicial de un tercer Estado, regresa a su país de origen (Art. 4). El artículo expone
que dentro de esta definición se entenderá incluida a la persona deportada.
Ante este contexto, los principales países de destino de las personas migrantes
(Estados Unidos y México) han establecido medidas cada vez más estrictas en las
fronteras, a fin de regular y controlar el ingreso de personas indocumentadas o
migrantes en condición irregular. En los últimos años, las medidas recientes
implementadas para controlar el flujo migratorio no han obtenido los resultados
esperados, e incluso pueden ser catalogadas como extremas y crueles (EMM,
2015; Guerrero y Jaramillo, 2015).
Las deportaciones a El Salvador, principalmente desde México y Estados Unidos,
alcanzaron a inicios de octubre su punto más bajo en el 2017 al registrar un
descenso del 44,9 %, respecto al 2016.
La fuente detalló que estas 20.910 deportaciones representan una disminución del
44,9 %, poco más de 17.000 retornados menos que en el año 2016, sin dar
explicaciones sobre las circunstancias que han desencadenado la marcada baja.
Una aproximación a las políticas de atención a los deportados en los países del Triángulo
Norte de Centroamérica - El Salvador. (Revista Fundaungo)