Enciclopedia Latinoamericana

de Sociocultura y Comunicación

ORALIDAD Y PODER
HERRAMIENTAS
METODOLÓGICAS

Víctor Vich
y Virginia Zavala

GRUPO
C P ITO RI A L

norma
Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Caracas, Guatemala,
Lima, México, Panamá, Quito, San José, San Juan,
San Salvador, Santiago de Chile, Santo Domingo
www.norma.com
Vich, Víctor Tabla de contenidos
Oralidad y poder : herramientas metodológicas /
Víctor Vich y Virginia Zavala. — Bogotá : Grupo Editorial
Norma, 2004.
136 p. ; 18 cm. -- (Enciclopedia latinoamericana de
sociocultura y comunicación)
ISBN 958-04-8128-8
1. Comunicación 2. Comunicación no verbal
3. Comunicación oral 4. Poder - Aspectos sociales Presentación 9
1. Tít. II. Serie
302.2242 cd 20 ed.
AHX2678 Capítulo 1. La oralidad como performance 11

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango Capítulo 2. El debate oralidad / literacidad 21

Capítulo 3. El análisis del discurso 45

Capítulo 4. La tradición oral, las literaturas

populares y el problema del canon 73

©2004. Víctor Vich y Virginia Zavala Capítulo 5. La historia oral 87

©2004. De esta edición:
Grupo Editorial Norma
Capítulo 6. Intelectuales locales y voz
Apartado aéreo 53550, Bogotá
subalterna 99
Diseño de tapa: Ariana Jenik y Eduardo Rey
Fotografía de tapa: Eduardo Rey
Diagramación: Daniela Coduto Capítulo 7. El testimonio 109
Impreso por Cargraphics S.A. - Red de Impresión Digital
Impreso en Colombia Bibliografía 121
Printed in Colombia

Primera edición: julio de 2004

CC: 24839
ISBN: 958-04-8128-8
Prohibida la reproducción total o parcial por
cualquier medio sin permiso escrito de la editorial
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
un continuum unidimensional sino que se manifiestan de
formas complejas y multidimensionales. Además del fac-
tor de formalidad, factores culturales de otro tipo (como
las relaciones de género, el valor de lo sagrado, la forma
de percibir la comunicación cara a cara, etc.) inciden no
sólo en múltiples usos de lo oral y lo letrado sino también
en múltiples tipos de relaciones entre ambos.
Estas discusiones sobre las relaciones entre la ora-
lidad y la literacidad no son sólo de interés académico
sino que inciden en el sentido común más aceptado y
también en políticas educativas concretas. Por ejemplo,
el hecho de que en el Perú los analfabetos no hayan teni-
do derecho a votar sino hasta 1979 esconde la creencia de
que sólo con la escritura el hombre puede tener capaci-
dad de opinión política y que, por ende, un analfabeto no
tiene absolutamente nada que decir en el contexto de la
nación. En efecto, muchas de las reflexiones provenientes
de la "gran división" son el sustento de influyentes mitos
que se derivan de los postulados sobre supuestas diferen-
cias cognitivas y psicológicas entre poblaciones letradas e
iletradas y sobre el impacto que esto debería tener en el
desarrollo económico y social de los pueblos.
Consideramos finalmente que concebir la pluralidad
de lo letrado como histórica y culturalmente construida y,
por lo tanto, como inserta en relaciones de poder es sus-
tancial para dilucidar las maneras en que sólo algunas for-
mas de lenguaje escrito y oral conllevan autoridad en
contextos institucionales y proveen mayor acceso a recur-
sos y a oportunidades. Queda claro que lo oral y lo escri-
to están entretejidos en las ideologías sociales y que en
sus usos entran enjuego las relaciones de poder y las ine-
quidades de la vida social.
44
CAPÍTULO 3
EL ANÁLISIS DEL DISCURSO
En este capítulo vamos a argumentar que los distin-
tos enfoques del análisis del discurso tienen como base
paradigmas lingüísticos diversos que proveen asuncio-
nes diferentes sobre la naturaleza general del lenguaje
y, más específicamente, sobre la relación entre el lengua-
je y el contexto social (Schiffrin, 1994). A continuación
reseñaremos las características más importantes de los
dos grandes paradigmas de la lingüística contemporá-
nea y explicaremos la influencia que ha tenido cada
uno de ellos en las diferentes perspectivas del análisis
del discurso.
El paradigma más antiguo es el formalista, que
concibe el lenguaje como un fenómeno mental y como
un sistema autónomo, homogéneo y uniforme que ca-
si se reduce sólo al aspecto gramatical del mismo. Es-
te paradigma se concentra en el código y argumenta
que las funciones sociales del lenguaje no influyen en
la organización interna de la gramática. La perspectiva
que representa esta postura es aquella de la gramática
generativa propuesta por Noam Chomsky.
Por otro lado, el paradigma funcionalista prioriza la
estructura del habla y, por tanto, se encarga de estudiar
45
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
lo que se denomina "formas de hablar". En lugar de
poner énfasis en lo universal que comparten todas las
lenguas, este paradigma concibe al lenguaje como un
fenómeno social cuyas funciones externas a él sí influ-
yen en la organización interna del sistema lingüístico.
A diferencia de la opción formalista, que no discute
conceptos como el de acto de habla, función lingüística o
comunidad de habla, el paradigma funcionalista asume
estos conceptos como problemáticos y postula que ne-
cesitan ser investigados.
Dentro del paradigma formalista, el discurso se conci-
be como una unidad estructural que se encuentra por
encima del nivel de la oración. En ese sentido, el análisis
del discurso se concentra en encontrar constituyentes
(palabras, frases u oraciones) y en estudiar de qué ma-
nera estas unidades funcionan entre ellas sin considerar
las relaciones funcionales con el contexto del que forman
parte. Aunque este tipo de análisis del discurso opta por
analizar textos extensos y no simples oraciones, esto se
hace desde una metodología que se deriva de los mé-
todos estructurales del análisis lingüístico.
Pero este tipo de enfoque presenta una serie de
problemas que se vinculan con el hecho de afirmar
que la oración es la unidad (o el constituyente) que
compone al discurso (Schiffrin, 1994). En efecto, el
lenguaje hablado se produce a partir de unidades que
están completas desde el punto de vista entonacional
o semántico y no necesariamente sintáctico, y no es
posible contrastar constituyentes bien y mal formados
de la misma manera como ocurre con los constituyentes
sintácticos. A diferencia del nivel de la sintaxis, los ana-
listas del discurso se ocupan, por ejemplo, de estructuras
46
Oralidad y poder
de acción, estructuras de cambio de turno, o estructuras
temáticas. Este tipo de unidades no sólo son muy dife-
rentes entre sí sino que no forman el tipo de estructu-
ra jerárquica que caracteriza a otros niveles de análisis.
De hecho, están más relacionadas con la interacción
entre el hablante y el oyente.
En ese sentido, dentro del paradigma funcionalista,
el análisis del discurso implica necesariamente el aná-
lisis del uso lingüístico y no la descripción de formas
lingüísticas independientes de los propósitos o funcio-
nes que estas formas están designadas a cumplir en la
vida de las personas. El discurso se concibe aquí como
las diferentes maneras de hablar a través de las cuales
se realizan funciones en contextos particulares. Como se
asume una interrelación entre el lenguaje y el contex-
to, los seguidores de esta corriente no están preocupa-
dos por la forma en que la gente usa el lenguaje para
transmitir significados referenciales o preposicionales
sino, más bien, por los significados expresivos, socia-
les y culturales que se derivan de cómo los enunciados
están situados en determinados contextos. Desde este
punto de vista, ya no se estudian las oraciones o unida-
des descontextualizadas de estructura lingüística sino
más bien los enunciados o las unidades inherentemen-
te contextualizadas de lenguaje en uso.
Sin embargo, luego de presentar las características
de estos dos paradigmas como excluyentes, es impor-
tante sostener que las diferentes perspectivas de análi-
sis de discurso no calzan todas por igual ya sea en el
paradigma formalista o en el funcionalista. Por eso, y
desde otro punto de vista, puede decirse que estos dos
paradigmas también conforman un continuum donde
47
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA Oralidad y poder

es posible situar diferentes perspectivas que toman en 1. La pragmática y la teoría de los actos de habla
cuenta la relación entre el aspecto estructural y el fun-
Aunque la pragmática constituye una perspectiva
cional de las lenguas de maneras distintas. El acceso a
de análisis lingüístico que se dedica a estudiar múlti-
estas dos diferentes perspectivas y a la gama de opcio-
ples fenómenos, sobre todo se la reconoce por la teoría de
nes que esto implica es responsable de la existencia de
los Actos de Habla. Esta teoría fue propuesta inicial-
formas distintas de concebir el análisis del discurso.
mente por John Austin en 1962 y fue incorporada más
En lo que sigue, presentaremos cinco perspectivas
adelante dentro de la teoría lingüística por John Searle
funcionales del análisis del discurso que difieren en-
(1969). El principio básico que la sustenta es que el
tre ellas por la forma en que asumen la relación entre
lenguaje se utiliza para desarrollar acciones.
el lenguaje y el contexto: la Pragmática, la Etnografía
A diferencia de lo que postulaba la filosofía del len-
de la Comunicación, el Análisis de la Conversación,
guaje del momento, para Austin no era suficiente con
la Sociolingüística Interaccional y el Análisis Crítico
caracterizar un enunciado desde su supuesta "verdad"
del Discurso. Tomando en cuenta un criterio crono-
o "falsedad" sino que también era necesario evaluar su
lógico, comenzaremos por perspectivas que se apo-
grado de adecuación a las circunstancias en que se
yan más en lo estructural (como la Pragmática) y ter-
emitía. Esta propuesta -que resultó novedosa para la
minaremos con aquéllas que asumen una postura
época- abrió la puerta al estudio de toda una serie de
más radical en cuanto al plano funcional (como el
variables situacionales e involucró la revalorización del
Análisis Crítico del Discurso). Todas ellas proveen
lenguaje de uso cotidiano.
herramientas teóricas para investigar el lenguaje en
Lo que Austin percibió fue que el lenguaje no es ex-
uso y se concentran, sobre todo, en el análisis de dis-
clusivamente descriptivo ni declarativo sino que puede
cursos orales.
desempeñar muchas otras funciones. Dentro de esta lí-
Para analizar discursos orales, este capítulo propo-
nea, uno de sus conceptos fue el de enunciado perfor-
ne adoptar el amplio marco que provee el análisis crí-
mativo o rea/ilativo, por medio del cual el hablante no
tico del discurso con relación al vínculo teórico entre
sólo describe una acción sino que realiza la acción
lenguaje y sociedad, y al mismo tiempo opta por to-
misma. Este es el caso de enunciados como el de "te
mar en cuenta herramientas teóricas y metodológicas
prometo que no lo vuelvo a hacer" o "te bautizo en el
provenientes de otras aproximaciones que puedan
nombre del padre, del hijo y del espíritu santo", que no
servir para el nivel más micro de análisis lingüístico.
pueden ser calificados como verdaderos o falsos sino,
Sobre la base de esta postura, todas las perspectivas
más bien, como adecuados o inadecuados de acuerdo
presentadas tienen algo que aportar y resultan útiles
a ciertos criterios contextúales.
para el analista.
A pesar de que en un primer momento Austin redujo
la característica de acción sólo a los llamados enunciados
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 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
performatívos -o a aquéllos que realizan acciones en el
mismo momento en que son declarados— luego se dio
cuenta que, en realidad, todos los enunciados del len-
guaje son performativos y realizan actos de habla que
están compuestos por un acto locativo, un acto ilocutivo
y un acto perlocutivo. El acto locativo consiste en la emi-
sión de una expresión con cierto significado, vale de-
cir, hace referencia al acto de decir algo. Por su parte,
el acto ilocutivo representa el acto logrado en decir la
locución o, en otras palabras, lo que se realiza al decir
algo.10 Finalmente, el acto perlocutivo se refiere a los
efectos producidos en el interlocutor, o lo que se logra
al decir algo. Así por ejemplo, mientras que un enun-
ciado como "ese vestido te queda bien", "dice" algo
desde el plano locutivo, puede estar "aconsejando" a
alguien desde el ilocutivo y "convenciendo" sobre algo
desde el perlocutivo.
John Searle retomó el trabajo de John Austin y traba-
jó con la teoría de los actos de habla matizándola en tres
puntos. En primer lugar, propuso una clasificación o
inventario de los actos de habla, que los ordena de
acuerdo a ciertas características: asertivos, directivos,
compromisivos, expresivos y declarativos. En segundo
lugar, postuló que la gente comparte reglas que explican
el significado de los actos de habla y que éstas son parte
de la competencia comunicativa de las personas. En ter-
cer lugar, Searle planteó el concepto de actos de habla
10 Asi por ejemplo, si una persona quiere que otra abra la venta-
na y dice "aquí hace mucho calor" el acto locutivo es una declaración
pero el ilocutivo es un pedido. A través de lo que dice (el acto locuti-
vo), la persona, en realidad, está pidiendo algo (el acto ilocutivo).
50
Oralidad y poder
indirectos, por medio de los cuales el hablante intenta de-
cir algo ligeramente distinto de lo que realmente expresa.
Las personas hacen uso de estos actos constantemente ya
que no todas las oraciones interrogativas se usan para
preguntar ni todas las declarativas para afirmar algo.
En sus orígenes, la pragmática -o el análisis de la
relación entre enunciados y acciones- no estuvo pen-
sada para ser aplicada al análisis del discurso pues se
realizó sobre la base de oraciones aisladas que se seg-
mentaban en unidades con funciones comunicativas
identificables y nombrables. En realidad, la pragmática
clásica realiza un análisis bastante formal donde el acto
de habla coincide casi siempre con oraciones donde se
toman en cuenta interacciones de máximo dos personas
(como los casos de preguntas y respuestas) y donde el
elemento contextual más importante a considerarse es
la intención de los hablantes.
Como veremos más adelante, las perspectivas de aná-
lisis del discurso retoman la teoría de los actos de habla y
reorientan el análisis originalmente propuesto por la
pragmática tradicional. Analizar actos de habla dentro
de la interacción implica investigar vínculos entre actos
diferentes y percibir que éstos ya no se realizan por sí
solos, que siempre responden a otros y que, por ende,
sus identidades dependen de la realización de actos que
los preceden y los anteceden. En efecto, los actos espe-
cifican qué tipo de respuesta se espera y crean opcio-
nes para un próximo enunciado, asegurando de este
modo la base secuencial del discurso.
Realizar un análisis del discurso desde el punto de
vista de la teoría de los actos de habla nos permite co-
nocer un poco más las diferentes maneras en que los
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 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA Oralidad y poder

participantes de una conversación negocian significados Uno de los conceptos claves introducidos por es-
implícitos. Sin embargo, como veremos en lo que sigue, ta corriente es el de competencia comunicativa. Frente
esta teoría no es suficiente para revelar todo lo que está al concepto de competencia lingüística propuesto por
involucrado en el complejo universo de las negociaciones Chomsky, Hymes sostiene que las personas no sólo tie-
verbales. Para eso, es necesario complementar esta teoría nen un conocimiento de la gramática sino también
con herramientas teóricas que han sido introducidas uno que gobierna el uso apropiado de la misma en si-
desde otras perspectivas. tuaciones concretas de la vida cotidiana. Así, entonces,
la competencia comunicativa consiste en el conocimien-
2. La etnografía de la comunicación to social y cultural que tienen los hablantes para poder
usar e interpretar determinadas formas lingüísticas, y no
Hymes (1966, 1972) retoma la teoría de los actos
sólo involucra conocer el código lingüístico sino también
de habla y ofrece un nuevo marco para el análisis del
saber qué decirle a quién y cómo decirlo apropiada-
uso lingüístico, que se sitúa en mayor medida dentro
mente en alguna situación. Por ejemplo, la competen-
del paradigma funcional. Partiendo del reconocimien-
cia comunicativa implica la habilidad de los hablantes
to de la diversidad de prácticas comunicativas en las
para involucrarse en múltiples actividades: conversar,
culturas, el interés de la etnografía de la comunicación
comprar en una tienda, rezar, bromear y hasta estar en
se centró en estudiar los patrones de comunicación co-
silencio. Los seguidores de la etnografía de la comuni-
mo parte integral de lo que hacemos como miembros
cación rechazan la idea de que la gramática de una len-
de una cultura particular. Desde la lingüística, Hymes
gua es necesariamente ordenada y que los patrones de
observó que al estudiar el lenguaje los antropólogos ig-
comunicación oral son caóticos. De hecho, lo que la
noraban que éste constituye un sistema de uso cuyas
investigación empírica ha demostrado es que éstos úl-
reglas y normas forman parte del sistema de conocimien-
timos tienen su propia sistematicidad.
to y conducta de toda cultura. Así, por ejemplo, en mu-
Este concepto ha llevado a los estudiosos a abordar
chas comunidades preguntarle a alguien si tiene cigarros
el tema de la adquisición de la competencia comunicati-
es reconocido como un pedido y no corno una simple
va. Mientras que en los años sesenta y setenta las teorías
pregunta de información. Si alguien contesta "sí gracias"
de la adquisición de primeras lenguas se concentraban
sin ofrecer un cigarro, se puede pensar que está bromean-
en enfatizar únicamente los factores biológicos e inna-
do, que es descortés o que es miembro de otra comu-
tos del proceso, gracias a los aportes de la etnografía de
nidad de habla. Por lo tanto, por medio del análisis de
la comunicación ahora se estudia el aprendizaje de la
las regularidades del uso lingüístico, la etnografía de la
lengua como un proceso social que ocurre dentro del
comunicación busca averiguar lo que un individuo ne-
contexto de la interacción. Así por ejemplo, los niños
cesita saber sobre la comunicación para ser un miembro
se vuelven sensibles al contexto interaccional a una
funcional de una determinada comunidad.

52 53
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
edad temprana y fenómenos como la alternancia de
códigos o el sistema de cambios de turno están influidos
por factores culturales.
La etnografía de la comunicación también trabaja
el concepto de comunidad de habla. Se afirma que com-
partir el conocimiento de una lengua no garantiza saber
las normas de interpretación y las reglas de interacción
social. Por ello, los etnógrafos de la comunicación in-
troducen dicho concepto para hacer referencia a este
tipo de conocimiento que alude, más bien, al significado
contextual." Así, la comunidad de habla constituye el
contexto más amplio de la interacción verbal, en el cual
las personas comparten las reglas para interpretar el uso
de una lengua o una variedad lingüística.
Además de estos dos conceptos, Hymes plantea la
necesidad de trabajar con tres unidades de análisis pa-
ra apoyar su propuesta: situación comunicativa, evento
comunicativo y acto de habla. Por situación comunicativa
se entiende el contexto o el escenario social dentro del
cual ocurre la comunicación, como por ejemplo un ser-
vicio religioso, un juicio en una corte, una subasta, un
viaje de tren o una clase en la escuela. Mientras que la si-
tuación provee el marco general para el análisis, el evento
comunicativo constituye la unidad básica para propósitos
descriptivos ya que se refiere a toda actividad que está di-
rectamente gobernada por reglas o normas de uso del ha-
bla. Así, por ejemplo, una situación comunicativa como
un servicio religioso podría estar constituida por diversos
11 Por ejemplo, hablantes de castellano de Texas y hablantes de
castellano de Argentina serian miembros de comunidades de habla
diferentes.
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Oralidad y poder
eventos: la lectura de la Biblia, el llamado a la adoración,
el sermón, los anuncios, el rezo, etc. El evento consti-
tuye el enlace entre la situación y el acto y, como tal, tiene
la ventaja de proporcionar información sobre el sis-
tema social como un todo y permitir al investigador
acceder a los detalles de las conductas personales.
Finalmente, la unidad más pequeña sería el acto de
habla, aquella que fue propuesta por la pragmática tradi-
cional. Si bien la etnografía de la comunicación incorpo-
ra esta noción en su marco teórico, esto no significa que
admita los fundamentos epistemológicos o la ideología
que subyace a la teoría de los actos de habla, como en
el caso de la prioridad que se le da a las intenciones de los
hablantes a la hora de determinar el significado de un
enunciado. Y es que dentro de la etnografía de la co-
municación los actos de habla siempre están insertos
en el discurso y sólo adquieren sentido dentro de even-
tos sociales. Esto implica que no sólo los eventos so-
ciales son moldeados por la interacción verbal sino
que el habla también desempeña un papel importante
en la constitución de estos eventos.12
Uno de los grandes aportes de Hymes es la clasifica-
ción que ofrece sobre los componentes de los eventos
comunicativos. Así, un análisis de cualquier evento co-
menzaría con una descripción de sus componentes más
resaltantes, que pueden recordarse gracias al acrónimo
SPEAKING: s (situación: circunstancias físicas y escena);
12 Para ejemplificar estas tres unidades de análisis se puede
pensar en una fiesta como una situación comunicativa, una conver-
sación en esta fiesta como un evento comunicativo y una broma du-
rante la conversación como un acío comumcaíivo.
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 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
p (participantes: hablante/emisor, remitente, oyente/recep-
tor/audiencia, destinatario); E (fines: resultados, pro-
pósitos); A (secuencias del acto comunicativo: forma y
contenido del mensaje); K (tono); i (instrumentos: ca-
nal y forma de habla); N (normas: normas de interac-
ción y de interpretación) y G (géneros).13 Esta lista
funciona como una metodología para delimitarlos ya
que un solo evento se definiría como un conjunto
unificado de componentes.14
El evento comunicativo se ha convertido en un instru-
mento útil para conocer el uso lingüístico en distintas so-
ciedades. De hecho, descubrir lo que constituye un even-
to comunicativo y qué clases de eventos son reconocidos
por una comunidad de habla es uno de los objetivos más
importantes de la etnografía de la comunicación. Ésta se
preocupa por cómo las situaciones y los eventos comu-
nicativos se organizan y por cómo los patrones de la co-
municación se interrelacionan de una manera sistemática
y derivan significados de otros aspectos de la cultura.
Aunque algunos de estos eventos pueden ser inferidos
del hecho de que reciben "etiquetas" o nombres en las
lenguas, no ocurre lo mismo con otros eventos.15
13 SPEAKING = Situation, Participants, Ends, Act sequences, Key,
Instrumentalitics, Norms y Gcnres.
14 Sin embargo, es importante precisar que esta clasificación
de rasgos no ejemplifica ningún principio universal de la relación
entre el habla y el contexto social, ya que las relaciones entre los
distintos componentes del modelo se revelan en el seno de cada so-
ciedad concreta y en los análisis que cada investigador realiza.
15 Un ejemplo de evento que recibe una "etiqueta" -y que ha
sido muy estudiado- constituye el ritual de insulto a la madre que
es desarrollado por la cultura afroamericana de los Estados Unidos.
A éste se le denomina signifying.
56
Oralidad y poder
A diferencia de la pragmática tradicional, la etno-
grafía de la comunicación se concentra en estudiar el
uso de los códigos lingüísticos en el desarrollo de la vida
social. Así, lo que normalmente distingue a la aproxima-
ción etnográfica del análisis pragmático es su mayor
preocupación por el contexto sociocultural en el que
se enmarca el uso del lenguaje y por las relaciones que se
establecen entre el lenguaje y los sistemas locales de
conocimiento y orden social. Aunque ni la pragmática
ni la etnografía de la comunicación reducen la comple-
jidad del lenguaje a unos principios independientes y
abstractos, esta corriente -a diferencia de la pragmáti-
ca- asume dicha complejidad como una praxis social
y la enmarca en un concepto de comunicación mucho
más amplio.
3. El análisis de la conversación y la
sociolingüística interaccional
El análisis de la conversación y la sociolingüística
interaccional tienen como preocupación más impor-
tante estudiar la naturaleza interactiva de la conversa-
ción. Sin embargo, la principal diferencia entre ambas es
que la primera intenta construir un modelo estructural
de la conversación y la segunda tiene como objetivo
investigar cómo se negocian las identidades y las rela-
ciones sociales en este tipo de intercambios verbales.
El análisis de la conversación tuvo como principal
influencia la corriente etnometodológica y su interés
por descubrir los métodos a través de los cuales los
miembros de la sociedad proyectan una manera de en-
tender el orden social. La premisa es que el sentido de
orden social se proyecta a través de las actividades de la
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 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
vida diaria y que con el análisis detallado y formal de
estas actividades se puede descubrir el conocimien-
to que las personas tienen sobre sus asuntos cotidia-
nos (Heritage, 1984). Sobre la base de estos supuestos,
el análisis de la conversación asume que -de forma pa-
ralela a otro tipo de actividades sociales— la conversa-
ción exhibe su propio orden y manifiesta su propio
sentido de estructura. Así, se aboca a averiguar los
detalles específicos que ocurren dentro de ella para
descubrir su organización local y la manera como los
protagonistas la llevan a cabo.
Los máximos representantes de esta corriente son
Sacks, Schegloff yjefferson (1974), quienes -luego de
notar que los turnos en la conversación proceden de
una manera ordenada- intentaron descubrir cuál era el
sistema que estaba detrás de esta práctica y presentaron
el clásico modelo sobre intercambio de tumos en la con-
versación. En ese sentido, afirmaron que los turnos siem-
pre están formados por unidades sintácticas y postularon
tres reglas que se actualizan al término de estas unida-
des: la técnica que involucra seleccionar a otro y la téc-
nica de autoselección. Según estos autores, estas reglas
se reactivan al término de los turnos, conformando así
todo un sistema organizado dentro del cual ocurren
los intercambios verbales durante las conversaciones.
Sin embargo, este modelo fue visto por algunos estu-
diosos como demasiado estructural. Así por ejemplo,
Tannen (1984) afirma que da la impresión de que
cuando varios participantes hablan simultáneamente
violan la sistematicidad de su modelo. Ella sostiene,
por ejemplo, que los turnos no están constituidos por
unidades sintácticas claramente delimitadas y que para
58
Oralidad y poder
muchos hablantes el habla simultánea es altamente va-
lorada. De hecho, estrategias conversacionales como
completar un enunciado dicho por otra persona o pe-
dir una verificación mientras que otro tiene el turno
constituyen casos en que los hablantes proyectan una
conducta discursiva con relación a objetivos interactivos
y contextos culturales.
De esta manera, el análisis de la conversación descri-
be reglas explícitas para el manejo de problemas conver-
sacionales, como las alternancias de turno, la forma en
que los discursos empiezan y terminan (Schegloff,
1972) y las enmiendas o estrategias para "corregir" lo
dicho anteriormente (Schegloff, Jefferson y Sacks,
1977). El análisis de la conversación se ocupa de los
detalles diminutos por los que paso a paso la conver-
sación se va construyendo pero no toma en cuenta in-
formación sobre los participantes, sobre la relación
que existe entre ellos y sobre el conocimiento que
ellos traen a la situación comunicativa. En otras pala-
bras, se concentra en el hecho de que un evento es-
tructurado está desarrollándose y trata a la gente in-
volucrada en la conversación como algo secundario.
En efecto, para esta corriente el contexto se reduce
únicamente al contexto textual y a la relevancia que
tienen los enunciados entre ellos. Así, con respecto a
los elementos contextúales a tomarse en cuenta, este
tipo de perspectiva es aún más conservadora que la
teoría de los actos de habla.
Como veremos en seguida, la sociolingüística in-
teraccional retoma lo propuesto por el análisis de la
conversación y la nutre de la información que traen
los participantes a la interacción. Para esta corriente lo
59
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
sustancial es que el discurso no sólo funciona para
intercambiar información sino además para dar forma
a relaciones interpersonales e intergrupales.
En ese sentido, la sociolingüística interaccional se
constituye como el estudio de la construcción social y
lingüística de la interacción. Aquí se provee un marco
dentro del cual es posible analizar el contexto social e
incorporar el entendimiento de dicho contexto por
parte de los propios participantes para poder captar la
inferencia de los significados implícitos en la conver-
sación. En lugar de asumir la conversación como una
empresa estructural, la sociolingüística interaccional
sostiene que la contextualización social de un enuncia-
do motiva y explica su uso, vale decir, que el contexto
provee inferencias situadas sobre el signiíicado de un
movimiento interaccional.
Los estudiosos que han influido más en esta corrien-
te son Erving Goffman y John Gumperz. Goffman (1981,
1967) estudia la interacción cara a cara para entender
cómo el lenguaje está situado en circunstancias parti-
culares de la vida social y cómo refleja y añade signifi-
cado y estructura a esas circunstancias. La metáfora
que domina esta propuesta es la del "teatro". De acuer-
do con Goffman, el habla constituye una performance
y los hablantes y oyentes son actores sociales que se-
leccionan caras para proyectar ciertas imágenes y efectos
en el escenario. Por eso, se afirma que todo discurso se
logra como parte de actuaciones estratégicas de los in-
volucrados.
En un nivel de análisis micro, es decir, en un nivel
de encuentros e interacciones en las que rutinariamen-
te nos comprometemos, Goffman establece la relación
60
Oralidad y poder
entre el yo y la sociedad a través de la noción de cara.
Utilizada intencional o inconscientemente, la cara es
parte de la actuación del individuo y constituye una
construcción social que corresponde al valor social po-
sitivo que una persona se atribuye a sí misma. En otras
palabras, la cara constituye una imagen del yo delineada
en términos de atributos sociales aprobados y define la
situación con respecto a aquéllos que la observan. Se-
gún Goffman, las personas proyectan una cara a través
de la actuación de una línea, vale decir, un patrón de
actos verbales y no verbales por medio de los cuales
éstas expresan su punto de vista de la situación y su
evaluación de los participantes y de ellas mismas. Asi-
mismo, la línea se modifica con los alineamientos que las
personas introducen en las interacciones o con aque-
llos dispositivos que transmiten cambios en el marco
participativo a partir de la diversidad de posiciona-
mientos que los individuos toman con relación a un
enunciado (1981).16
La idea que está detrás de la noción de cara es
que nuestro uso de estilos y conductas (tanto verbales
como no verbales) no sólo es una forma por medio
de la cual construimos y mantenemos interacciones
sociales sino también formas de expresar nuestra
imagen acerca del sentido sobre quiénes somos y
quiénes son las personas con las que interactuamos.
16 Goffman coloca al yo dentro de un marco de participación
y ofrece un conjunto de posiciones que los individuos toman con
relación a un enunciado: animador (el que produce el habla), autor
(el que crea el habla), figura (el que es presentado a través del ha-
bla) y principal (el que es responsable del habla).
61
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
Por eso, lo que somos (o creemos que somos) es un
efecto no sólo de la cultura y las instituciones socia-
les (como la familia, la escuela o el trabajo) sino tam-
bién de procesos lingüísticos que están inmersos en
las situaciones, ocasiones, encuentros y rituales de la
vida cotidiana. Las conductas cotidianas que mante-
nemos con otros juegan un rol crucial en crear los
roles y los estatus que ocupamos (nuestras identida-
des sociales) y las personalidades que sentimos que
tenemos (nuestras identidades diferenciadas). Preci-
samente la noción de cara es útil para entender có-
mo la posición y la integridad de las personas son
manejadas en la interacción diaria, cómo éstas están
atentas a su propia cara y a la de otros, y cómo ma-
nejan situaciones que amenazan la autoestima y la
credibilidad.17
Por su parte, John Gumperz (1981, 1982) ayuda
a entender cómo la gente puede compartir el conoci-
miento gramatical de una lengua pero contextualizar
de forma diferente lo que dice. Uno de sus conceptos
claves es el de señal de contextualización, que se define
como aquellos aspectos lingüísticos y conductuales
que relacionan lo que se ha dicho con presuposicio-
nes del contexto y que permiten deducir inferencias
sobre lo que el interlocutor intenta transmitir. Así por
ejemplo, el tipo de entonación, el énfasis que se le da a
alguna parte del enunciado, las convenciones retóricas
17 Brown y Levinson expanden lo que dice Goffman en su pro-
puesta sobre la cortesía, para la cual investigan cómo diferentes de-
seos de cara son reflejados y negociados en la forma lingüística y en
estrategias comunicativas (1987).
62
Oralidad y poder
(o la organización de la información) y la forma de
alternar los códigos pueden afectar el significado
básico del mensaje.
Según Gumperz, las presuposiciones contextúales
que se rescatan a partir de las señales de contextuali-
zación permiten inferir significados a dos niveles. El
primer nivel se refiere al tipo de actividad comunicati-
va y permite saber, por ejemplo, si uno está bromean-
do, conversando, dando una charla, etc. El segundo
nivel se refiere al acto ilocutivo particular que el ha-
blante quiere transmitir. Con la ayuda de las señales de
contextualización y el conocimiento del tipo de even-
to que se está desarrollando se puede interpretar lo
que el hablante realiza -o intenta realizar- al declarar
su enunciado. Así, es posible saber si el hablante está
afirmando, sugiriendo, pidiendo, ordenando o agrade-
ciendo algo.
En los últimos años, la sociolingüística interaccio-
nal no sólo se ha dedicado a analizar conversaciones
informales sino también lo que se ha denominado diá-
logos institucionales. Nuevas corrientes derivadas de la
sociolingüística interaccional se han abocado, por
ejemplo, al estudio del discurso en el contexto de las
cortes judiciales, la medicina, la prensa, la escuela o
las agencias que ofrecen trabajo. Este tipo de estudios
buscan investigar cómo la orientación y el compro-
miso que la gente tiene hacia sus roles e identidades
institucionales se manifiestan en estrategias discursi-
vas y en usos lingüísticos particulares. Entonces, la
forma en que las personas enseñan, describen sínto-
mas, entrevistan o hacen preguntas siempre está influi-
da por sus objetivos institucionales y por la manera en
63
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
que las identidades de diversas instituciones se nego-
cian y se logran en la interacción social.18
Como veremos, esta última aproximación se acerca
más a la postura teórica que reseñaremos a continua-
ción, ya que en lugar de concebir la interacción como
una simple negociación de identidades personales,
asume que las identidades adoptadas en la interacción
pertenecen a instituciones sociales que ayudan a cons-
truir el significado. Sin embargo, es sólo a partir del
análisis crítico del discurso que este punto cobra fuerza y
se logra enmarcar en una teoría social del lenguaje. Mien-
tras que el análisis de la conversación provee un modelo
estructural de la organización del discurso y la socio-
lingüística interaccional analiza estrategias discursivas
en el marco de objetivos puramente descriptivos, el
análisis crítico del discurso asume una perspectiva crí-
tica sobre el lenguaje en uso y ofrece un marco donde
el poder y la inequidad cobran un papel central.
4. Análisis crítico del discurso
El análisis crítico del discurso se difundió con mucha
fuerza en los años noventa luego de que sus seguidores
sintieran que las otras perspectivas no aportaban una só-
lida teoría social del lenguaje (Fairclough, 1992, 1995;
Van Dijk, 1990, 1997; Fairclough y Wodak, 1997; Gee,
1996). Aunque los investigadores de esta perspectiva re-
toman la mayoría de herramientas teóricas provenientes
18 Las investigaciones sobre "discurso y medicina", "discurso y
leyes", "discurso de aula", "discurso de los medios" (entre otras) han
ido creciendo en los últimos años y se han constituido en campos
bastante autónomos.
64
Oralidad y poder
de las otras corrientes reseñadas, todo se enmarca en una
nueva propuesta que trata de vincular teóricamente el
uso del lenguaje con la sociedad."
Lo que diferencia al análisis crítico del discurso de
las otras corrientes es que, en lugar de investigar cual-
quier conversación informal con propósitos descripti-
vos, estudia fenómenos lingüísticos que delatan la pre-
sencia de hondos problemas sociales con el objetivo de
intervenir en el status quo. Su principal interés radica
en desnaturalizar ideologías a través del estudio de las
prácticas discursivas que producen una aparente obje-
tividad y neutralidad. Y es que para esta corriente el
uso lingüístico constituye un instrumento de la cons-
trucción social de la realidad y, como tal, un arma que
no sólo suele reproducir relaciones de poder sino
que también puede reflejar formas de resistencia a
ideologías dominantes.
De esta manera, la categoría de discurso (o uso lin-
güístico) propuesta por esta perspectiva pone en juego
una nueva visión del lenguaje. Lejos de asumirlo como
un transparente vehículo de comunicación (o como una
manera de representar el mundo), el lenguaje es visto
como un sistema que refleja y determina la forma en
que los grupos sociales piensan, se expresan y actúan.
Influidos por la teoría crítica contemporánea, los se-
guidores del análisis crítico del discurso afirman que la
realidad no habla por sí sola sino que los sujetos la hacen
hablar con sus prácticas cotidianas y que el lenguaje
19 A diferencia de las corrientes anteriores el análisis critico
del discurso no sólo analiza el plano oral del lenguaje sino también
el escrito.
65
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
aparece entre el sujeto y la realidad como un agente
cargado de una suma de intereses que no puede dejar
de eludir.20 A partir de la consideración de que el lengua-
je es una práctica que no sólo refleja la realidad sino que
tiene efectos concretos en ella, los seguidores de esta
perspectiva postulan la diferenciación entre discurso (con
d minúscula) y Discurso (con D mayúscula).21
Se define al discurso como el lenguaje en uso o como
enunciados que guardan sentido a través de historias,
conversaciones, argumentos, ensayos, etc. Al mismo
tiempo, se propone el término Discurso para hacer refe-
rencia a las diferentes maneras de estructurar áreas de
conocimiento o prácticas sociales. En ese sentido, pue-
de decirse que los Discursos son inherentemente ideo-
lógicos ya que involucran un conjunto de creencias y
puntos de vista sobre las relaciones sociales y sobre la
distribución y el acceso a los bienes en la sociedad. Por
eso, están necesariamente ligados al tema del poder y
a la estructura jerárquica de la misma.
La propuesta central de esta corriente es que existe
una relación dialéctica y bidireccional en la que discur-
so y Discurso se constituyen mutuamente, y que cual-
quier cambio en el discurso podría generar un cambio
en el Discurso y viceversa. Así, por un lado, las relacio-
nes de poder constitutivas del Discurso se impregnan
20 Autores como Bakhtin, Derrida, Foucault, Bordieu, entre
otros, han influido en el análisis critico del discurso.
21 Para una explicación más extensa de esta diferenciación, ver
Gee (1996). También se puede consultar su libro más reciente, que
constituye una introducción al análisis del discurso desde esta pers-
pectiva (1999).
66
Oralidad y poder
en el lenguaje y, por otro, el lenguaje contribuye a estruc-
turar a la cultura, vale decir, al Discurso. Esto quiere
decir que no sólo se enfatiza la naturaleza lingüística y
discursiva de las relaciones de poder sino que se afir-
ma que cada instancia de uso lingüístico aporta, aun-
que sea mínimamente, a reproducir y/o transformar la
sociedad. Es precisamente gracias a esta última idea
que es posible hablar del poder del discurso.
Esta perspectiva postula tres grandes dominios de
la vida social que están constituidos discursivamente,
vale decir, que se pueden reflejar en el lenguaje en uso: 1)
representaciones del mundo, 2) relaciones spciales, y 3)
identidades personales y sociales. La idea es que todos los
textos (orales u escritos) están simultáneamente constitu-
yendo representaciones, relaciones e identidades.
Para el análisis crítico del discurso, las nociones de
poder, acción y contexto ayudan a establecer el vinculo
teórico entre discurso y sociedad (Van Dijk, 1997).
Asumiendo que casi siempre el poder no es coercitivo
sino productivo, esta corriente postula que una de las
maneras cruciales para influir en la mente de una per-
sona para que ésta actúe como queremos es a través
del uso oral o escrito del lenguaje. De ahí que se bus-
ca describir y explicar de qué manera los textos mani-
pulan a la gente para que se realice lo que prefiere el
grupo de poder. Esta manipulación se suele realizar a
través de todo el aparato educativo o de los medios de
comunicación. Así, por ejemplo, los gobiernos "infor-
man" parcialmente a los ciudadanos sobre las conse-
cuencias económicas de realizar una privatización y
estas ideas ciertamente influyen en la creación de un
imaginario determinado.
67
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
Con respecto a la categoría de acción, sus seguidores
sostienen que un discurso puede estar constituido por
una jerarquía compleja de diferentes acciones en dis-
tintos niveles de abstracción y generalidad. A partir de
la teoría de los actos de habla, es posible afirmar que
cuando hablamos o escribimos desarrollamos las ac-
ciones de hablar y escribir pero a partir de ahí también
desarrollamos un conjunto de actos como los de afir-
mar, acusar, responder a preguntas, o involucrarnos en
estrategias para presentarnos positivamente ante otros.
Esto constituiría un primer nivel de análisis.
Sin embargo, es muy importante tomar en cuenta
que los usuarios del lenguaje se comprometen en el
habla no sólo como oyentes o lectores sino también co-
mo miembros de instituciones y grupos sociales. Este
segundo nivel de análisis permite percibir que la gente in-
teractúa como mujeres y hombres, negros y blancos,
viejos y jóvenes, pobres y ricos, doctores y pacientes,
maestros y estudiantes, chinos y peruanos, etc. Más
aún, por lo general las interacciones ocurren dentro de
combinaciones complejas de estos roles e identidades
sociales y culturales. Así, entonces, al producir discurso
en determinadas situaciones, los usuarios del lenguaje
no sólo producen actos de habla sino que construyen
y proyectan estos roles e identidades sociales.
Pero el análisis crítico del discurso va un poco más
allá al introducir la noción de práctica social como una
dimensión del discurso más amplia que los actos que
se desarrollan en interacciones personales. Un deba-
te parlamentario, un juicio, y una interacción entre un
doctor y un paciente o entre un maestro y un estudiante
no son sólo formas complejas de diálogo institucional
68
Oralidad y poder
sino además partes inherentes de las prácticas sociales
de la legislación, de hacer justicia, de la provisión de
cuidado médico y de la enseñanza respectivamente.
Más aún, hasta conversaciones fuera de ámbitos insti-
tucionales son parte también de prácticas sociales. Asi,
por ejemplo, una conversación informal y cotidiana
sobre las empleadas domésticas en el Perú es, al mismo
tiempo, parte de una práctica social que reproduce es-
tereotipos étnicos y que evade las leyes laborales, vale
decir, que contribuye a la naturalización de un sistema
social racista y desigual. Es así que asumir el discurso
como una práctica social implica analizar este tipo de
acciones desde un nivel ideológico, que intenta decons-
truir sentidos comunes para aportar al cambio social.
En cuanto a la noción de contexto, los seguidores
de esta perspectiva postulan que éste juega un rol fun-
damental en la descripción y explicación del uso lin-
güístico. Ya hemos mencionado que con la pragmática
el contexto se reduce a los marcos de conocimiento
compartido; con la etnografía de la comunicación a las
construcciones culturales; con el análisis de la conver-
sación a las estructuras textuales y a los patrones con-
versacionales; y con la sociolingüística interaccional a las
situaciones sociales y a las identidades de los hablantes
y de los oyentes.
El análisis crítico del discurso busca expandir la no-
ción de contexto y propone que éste consiste en la estruc-
tura de todas las propiedades de la situación social que
son relevantes para la producción o la recepción del
discurso. De esta manera, sus seguidores diferencian
las estructuras locales de las estructuras globales del
contexto. Por un lado, las estructuras locales estarían
69
 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
compuestas por: 1) el ambiente (el tiempo, el lugar,
las circunstancias), 2) los participantes y sus roles co-
municativos y sociales (el de hablante u oyente pero
también el de amigo o subordinado), y 3) las inten-
ciones, propósitos y fines perseguidos por estos par-
ticipantes.
Por otro lado, las estructuras globales -asociadas al
análisis de tipo ideológico- se vuelven relevantes cuando
identificamos el discurso u otras acciones como consti-
tutivas de las acciones y procedimientos instituciona-
les y cuando los participantes se involucran en la inte-
racción como miembros de categorías sociales, grupos
o instituciones. Aquí es importante precisar que no
son sólo los aspectos contextúales los que influyen en
el discurso sino que el discurso también puede definir
o cambiar las características contextúales.22
La propuesta de esta corriente es que tanto el as-
pecto más local del discurso como el más global están
involucrados en el desarrollo de prácticas sociales. En
efecto, hasta las acciones más detalladas de prácticas
sociales complejas son actos sociales a través de los
cuales las prácticas sociales del más alto nivel se desarro-
llan. Es por esto que esta perspectiva no sólo se abo-
ca al análisis de contenidos sino que se concentra en
estudiar las interrelaciones entre las propiedades lo-
cales (o lingüísticas) y globales del discurso. Así,
por ejemplo, la manera en que un hombre le hace una
pregunta a su mujer (o viceversa) puede estar repro-
duciendo un sistema patriarcal y el tipo de formas
22 Puede consultarse el capítulo 1 para una critica al concepto
positivista de contexto.
70
Oralidad y poder
de tratamiento que un supervisor utiliza con su subal-
terno puede estar reflejando actitudes racistas.23
Como se puede apreciar, el análisis crítico del dis-
curso no niega las anteriores perspectivas reseñadas sino
que incorpora en ellas una reflexión más abarcadura
sobre las categorías de poder, acción y contexto y por
eso tiene un mayor alcance para el análisis crítico. No
se trata, entonces, de una perspectiva que se interesa
solamente por describir el lenguaje en uso sino que
aborda la manera en que el lenguaje contribuye a per-
petuar -pero también a resistir- inequidades sociales.
Esta corriente reconceptualiza la noción de lenguaje
como un medio clave para la construcción de conoci-
miento y por eso lo sitúa en un lugar central para que
muchas disciplinas vean la necesidad de tomarlo en
cuenta para el análisis. En efecto, si bien examinar el
uso del lenguaje implica investigar Discursos, también
debería ocurrir a la inversa. Esto quiere decir que exami-
nar Discursos también debería implicar tener que inves-
tigar el lenguaje o los textos orales o escritos producidos
por la sociedad. Por eso -al decir de Gee (1996)- no
sólo un lingüista no puede dejar de estudiar Discursos
sino que los científicos sociales no pueden tampoco
dejar de analizar discursos.
En conclusión, notamos que si bien las distintas pers-
pectivas de análisis del discurso presentadas se alejan
de una tradición lingüística que sólo busca proveer
buenas descripciones gramaticales, ellas se interesan
23 Las formas de tratamiento son las palabras que utilizamos
para dirigirnos a otros (Ejemplo: compadre, hijito, Sr. López, jefe,
María, etc.)
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 VÍCTOR VICH - VIRGINIA ZAVALA
por estudiar el lenguaje en uso de distintas formas y con-
ceptualizan la relación entre el lenguaje, el significado
y la sociedad desde puntos de vista distintos. Más aún,
aunque todas estudian la relación entre lenguaje y con-
texto, esta relación revela asunciones diferentes sobre la
manera en que uno influye en el otro, sobre la prece-
dencia de uno con relación al otro y sobre la relativa
autonomía de cada uno. Sin embargo, no se trata de
optar por una u otra comente presentada sino de asumir
el marco teórico más amplio e incorporar en él todas
las herramientas conceptuales y metodológicas intro-
ducidas por las distintas corrientes. Si hacemos esto, el
lenguaje nos abrirá las puertas para la investigación
crítica de la vida social y nos permitirá estudiar aspectos
tan importantes como la influencia de los fenómenos
culturales, el manejo de las relaciones sociales, la cons-
titución de las instituciones políticas y la reproducción
del poder en nuestras desiguales sociedades.
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CAPÍTULO 4
LA TRADICIÓN ORAL,
LAS LITERATURAS POPULARES
Y EL PROBLEMA DEL CANON
La recopilación y análisis de cuentos populares y
tradiciones orales han estado guiados por el afán de
llegar a una especie de inconsciente social que permi-
ta reconstruir las raíces simbólicas de una comunidad.
En efecto, por tradición oral se ha hecho referencia al
universo mítico o imaginario de cualquier grupo huma-
no y el interés en ella ha tenido que ver con la pregunta
por el conjunto de representaciones que constituyen el
"ser colectivo". Se ha asumido que el lenguaje es la ins-
tancia que revela mejor la identidad de un pueblo -el
lugar donde se cifra y constituye la identidad- y, por
tanto, el estudio de las tradiciones orales ha sido en-
tendido como la mejor vía de acceso a la supuesta
"esencia" de una cultura.
La filología moderna nació a partir de este impulso,
vale decir, del intento por recuperar las raíces textuales
de una comunidad y con ellas las características funda-
mentales de su identidad. Así, los textos orales fueron
asumidos como una especie de "alma natural" que siem-
pre permanece latente resguardando la "esencia" de los
pueblos. Fue el momento del romanticismo europeo y
en ese contexto un conjunto de intelectuales (como
73