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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


MAESTRÍA EN LITERATURA
CURSO MONOGRÁFICO CIUDAD Y LITERATURA LATINOAMERICANAS
MARIO ALBERTO DOMÍNGUEZ TORRES
COMENTARIO “LA VIRGEN DE LOS SICARIOS”

Por: Zulma Rocio Rincón Díaz

CIUDAD GONORREA

“Es que Colombia cambia pero sigue igual, son nuevas caras de un viejo desastre. ¿Es
que estos cerdos del gobierno no son capaces de asfaltar una carretera tan esencial, que
corta por en medio mi vida? ¡Gonorreas! (Gonorrea es el insulto máximo en las
barriadas de las comunas, y comunas después explico qué son)”
(p. 12)

La Virgen de los Sicarios de Fernando Vallejo es una novela provocadora, indiscreta


y abiertamente crítica de esta sociedad, que deja al lector varias sensaciones, entre ellas dos
básicas, querer morir para no ver más este mundo o matar a todo el mundo para no verlos
más, que ataca con la misma agresividad que el país nos ataca a nosotros. Los problemas
sociales que se presentan en Colombia no son por generación espontánea, o como se burlaría
Vallejo, por obra y gracia del espíritu santo, cada una de las situaciones que plantea Vallejo
en Medellín tienen nombre y apellido: el Gobierno de turno o como lo menciona él mismo,
“Los cerdos del gobierno”, que no sólo no hacen nada para disminuir el problema sino que
lo aumentan; por eso es que Colombia cambia pero sigue igual, cambian los nombres,
cambian los edificios, cambian las calles, supuestamente cambian los gobernantes, pero
realmente, cambia la forma pero no en contenido, porque entre otras cosas lo que no cambia
es que no hay un control de natalidad (que tanto fastidia y critica el narrador-personaje), que
no hay un manejo real de la economía, que no hay una verdadera ayuda para la gente más
pobre y no tienen otra opción que robar o ser sicarios para comer, que no hay educación ni
verdaderos servicios de salud gratuitos y accesibles. Estas son los resultados de las leyes y
recortes presupuestales hechos anteriormente por otros gobernantes, consecuencias que
estamos sufriendo hoy en día, y que nadie ha sido capaz de controlar ni de cambiar.
El desastre sigue siendo el mismo, ni siquiera algo tan básico como asfaltar una
carretera, que entre otras cosas, no solamente está hablando del hecho literal de no poder
transitar tranquilamente por una vía principal sino que también habla de cómo el gobierno
no ha sido capaz de cubrir las fallas administrativas de sus antecesores, y algo tan sencillo
como una carretera se transforma en el aumento de la pobreza, en la falta de atención en un
centro de salud, en el no acceso a la educación, en el deseo de tener un arma y no un lápiz y
un cuaderno, en la violencia constante, en el ruido que se adormece por la costumbre a
escucharlo, pero que está ahí y de a pocos nos deja sordos, nos quita la capacidad de oír lo
que es tan obvio, y se nos vuelve costumbre, pan de cada día.
Una carretera o una situación que corta “por en medio de mi vida”, de nuestras vidas,
por en medio de aquello que más nos duele: la cultura, esa cultura del robo, del miedo, del
sicario, del muerto, o muñeco en cada esquina, del irrespeto a la naturaleza, del mendigo, del
drogadicto, de la limosna, de la corrupción, del narcotráfico, de la misma religión que
adormece y hasta celebra la muerte, en fin, esa cultura colombiana que tanto escondemos
pero que llevamos tan dentro como un tumor que crece sin remedio, lenta y silenciosamente.
Con total y justa razón exclama Fernando ¡GONORREAS!, son una enfermedad
andante, bacterias que muchas veces no provocan síntomas, son casi imperceptibles,
únicamente causan leves dolores que con la acumulación del tiempo pueden hacernos
estallar. No se sabe que es peor, si la muerte de Alexis y Wílmar, instantánea y por arma de
fuego, que como lo dice Fernando, son niños nacidos para matar y morir infinitamente, o la
muerte lenta, llena de nostalgia que extraña el pasado tranquilo, lánguido y “feliz”, que nos
obliga a ver como poco a poco matan cada pedazo de nuestra existencia.
La Virgen de los Sicarios es, en conclusión, una corta pero sustanciosa denuncia que
por medio de paréntesis explica lo inexplicable, lo que no tiene sentido en este país del
sagrado corazón y el divino niño, es el retrato de una ciudad, que perfectamente puede ser
cualquiera de Colombia (guardando las distancias) una ciudad bacteria, ciudad grosería,
ciudad que estamos condenados a vivir por los siglos de los siglos; una oda a la muerte, a los
muertos muertos, y a los muertos vivos que transitan por las calles sin escapatoria,
estancados, que caminan con un solo rumbo: la muerte, la gonorrea muerte que no nos deja
vivir.

BIBLIOGRAFÍA
Vallejo, F. (1994). La virgen de los sicarios. Bogotá: Alfaguara.

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