La ocupación israelí

de Palestina
Uno de los procesos de construcción de un Estado y
del levantamiento de sus fronteras más complejos,
ríspidos y violentos es el de Israel. En este texto, el autor
hace una breve caracterización de esa historia, en la
que hay múltiples demostraciones de una política de
abusos y segregación que busca ganar territorio y una
ampliación de sus fronteras.

NAIEF YEHYA*
FRONTERAS E HISTORIA

C
uando se piensa en la compleja situación de las
fronteras del Estado de Israel es inevitable evocar
que el primer ministro Ben Gurion siempre defendió
la idea de establecer fronteras “elásticas”, las cuales
siempre podrían cambiarse. En su célebre discusión
con el juez Pinhas Rozen al respecto de que la declaración
de Independencia debía determinar las fronteras del nuevo
Estado, Ben Gurion argumentó: “Cualquier cosa es posible.
Si decidimos que no haya mención de las fronteras entonces
no las mencionaremos. Nada es a priori” (T. Segev, 1949: The
First Israelis, Owl Books, 1998).
Desde su fundación, el Estado de Israel se ha debatido
entre la necesidad de respetar acuerdos internacionales y una
variedad de fantasías expansionistas; las más extremas de ellas
inspiradas en la noción bíblica del Gran Israel o Eretz Yisrael
Hashlemah, que se extiende desde el Nilo hasta la península
arábiga y desde Siria hasta el río Eúfrates. Sin embargo, el
término ha pasado a significar un Israel que incorpora los
*Escritor y periodista. ahora ocupados territorios palestinos.
Vivir al filo: fracturas, fisuras, fronteras 75
DOSSIER V I V I R AL F I L O
Tres factores han determi-
nado los límites geográficos
actuales del Estado de Israel: el
mandato británico de Palestina,
el resultado de la guerra israelí
de independencia de 1948
y de la Guerra de los Seis Días
de 1967. En 1906 Lord Cromer,
el administrador británico de
Egipto, negoció con el gobierno
turco el establecimiento de una
frontera en el Sinaí. Esta línea,
que iba desde Rafah hasta Taba,
eventualmente se convirtió en
la frontera entre Egipto y Pales-
tina. Durante la Primera Guerra
Mundial, ingleses y franceses
firmaron el Tratado Sykes-Pi-
cot con el que se dividieron el
Oriente Próximo. Francia se
quedaba con Siria y Líbano, In-
glaterra con Palestina, Jordania
e Irak. Estas potencias europeas
determinaron al término de la
guerra la frontera norte de Pa-
lestina. La frontera al este, con
Transjordania (la actual Jorda-
nia), fue establecida a mitad del
río Jordán.
La historia de la frontera con
Cisjordania, la orilla occidental
del río Jordán, es bastante más
compleja y tormentosa. El 29 de
noviembre de 1947, la Asamblea
General de las Naciones Unidas
aprobó la Resolución 181, que
dictaba la partición de Palesti-
na en dos Estados, uno árabe y
uno judío, con Jerusalén como
ciudad internacional. Los pa-
lestinos y los países árabes re-
chazaron la imposición. El 15
de mayo de 1948 Israel declaró
su independencia. Los Estados
vecinos a Palestina: Líbano,
Transjordania, Siria y Egipto,
además de Irak, lanzaron un
ataque militar pobremente
sincronizado en contra del
Estado sionista, con lo que
el conflicto pasó de ser una
confrontación entre la comu-
76 marzo-abril 2007 Metapolítica núm. 52
nidad judía y la árabe de Pa-
lestina a una guerra regional.
Israel derrotó a los ejércitos
árabes y en 1949 esos países
aceptaron el cese al fuego y
firmaron acuerdos fronterizos
interinos que dieron lugar a la
Línea del Armisticio o Línea
verde, que separaba a Israel
de Cisjordania. Estos acuerdos
estipulaban en su inciso 5-2:
en ningún sentido las líneas
de cese al fuego deben ser
interpretadas como fronteras
políticas o territoriales y su
delineamiento no afecta de
ninguna manera los derechos,
exigencias o posiciones de
ninguna de las partes de los
acuerdos del cese al fuego
concerniente a la disposición
final de la cuestión palesti-
na. El punto 5-3 del mismo
documento, firmado en Ro-
das, señalaba que la función
fundamental de las líneas era
demarcar la posición de las
fuerzas armadas de cada una
de las partes.
La mayoría de los países
árabes no reconocieron a
Israel y le impusieron un
boicot general mientras abo-
gaban por la destrucción de
ese Estado. Estas condiciones
eventualmente prepararon el
camino a la guerra de 1967.
En esa ocasión tropas israelíes
derrotaron al ejército egipcio
en dos días y llegaron a la
orilla occidental del canal
de Suez. También derrotaron
a Jordania y le arrebataron
Cisjordania y Jerusalén. Por
último, vencieron a Siria y
tomaron las alturas del Golán.
En cuestión de seis días, Israel
sacudió al mundo árabe al de-
mostrar su superioridad mili-
tar y astucia política. De golpe,
Israel incrementó su territorio
con conquistas territoriales
o “hechos en el terreno” que
inicialmente se consideraban
cambios temporales. Pero si
bien el gobierno israelí sabía
que tenía que eventualmente
regresar el Sinaí y el Golán, se
reservó la decisión al respecto
de Cisjordania. De entrada el
gobierno israelí borró la línea
verde de sus mapas y atlas (la
cual fue reintroducida en los
libros de texto por el ministe-
rio de la educación en 2006).
No obstante, la línea siguió
existiendo como una frontera
administrativa interna que se-
para a los palestinos apátridas,
sujetos a leyes militares, de
los ciudadanos israelíes que
viven bajo las leyes civiles del
Estado.
La situación fronteriza no
cambió sino hasta la firma de
los acuerdos de paz con Egipto
en 1979, que culminaron con
el retorno del Sinaí en 1982.
Ese mismo año Israel invadió
Líbano y mantuvo militar-
mente ocupada una franja en
el sur de ese país hasta junio
del 2000, cuando después de
perder a más de 900 solda-
dos y tras provocar la muerte
de decenas de millares de
libaneses, las tropas israelíes
salieron de ese país, aunque
permanecieron ocupando la
denominada Granja Shabba.
Esta ocupación se mantuvo
con el pretexto de ser un
asunto de seguridad nacio-
nal pero basta considerar las
ambiciones de Ben Gurion
para intuir que seguía el espíri-
tu expansionista que anhelaba
extender la frontera norte has-
ta el río Litani.
El Golán sigue ocupado y
recientes revelaciones (amplia-
mente confirmadas)1 indican
que el general Moshe Dayan
condujo la ocupación de esa
 LA O C U PAC I Ó N I SR AE LÍ D E PALE STI NA
tierra no para defenderse de los sirios como
se ha afirmado, ya que para el cuarto día de la
guerra de 1967 estaban derrotados, sino para
apoderarse de las tierras fértiles sirias para los
kibutz.
LA PAZ QUE NUNCA FUE
E
l 13 de septiembre de 1993 Yitzhak Rabin
y Yasser Arafat firmaron el acuerdo de
paz que había comenzado a negociarse
años antes en secreto en Oslo. El acuerdo
especificaba una serie de logros que debían
alcanzarse en fechas precisas para avanzar ha-
cia el establecimiento de un Estado palestino
y de fronteras seguras entre ambas entidades.
El 13 de diciembre de 1998 sería el día en que el
acuerdo permanente debería entrar en vigor.
Pero esa fecha pasó y lo único que dejó fue la
sensación de frustración e impotencia en los
palestinos. Muy pocos esperaban milagros del
acuerdo de Oslo, pero tampoco se esperaba que
prácticamente ninguna de las fechas estipuladas
El segundo gran impedimento para la paz es la absoluta negativa israelí de respetar
el derecho de retorno de los 3.7 millones de palestinos que viven en el exilio desde
1948 (principalmente en campamentos para refugiados en Líbano, Siria, Jordania,
Cisjordania y la franja de Gaza) y que la ONU respaldó con su resolución 194. El
argumento es que de hacerlo el Estado perdería su naturaleza judía.
para los retiros de tropas, desmantelamiento
de asentamientos y transferencias de poder
sucesivos fuera respetada. Más grave aún, la
construcción ilegal de asentamientos en tierra
palestina no se detuvo, sino que por el con-
trario, el número de colonos aumentó y los
palestinos perdieron más tierra entre 1993 y el
2000 que en toda la década anterior.
El proceso de paz está supuestamente fun-
damentado en la Resolución 242 del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas, la cual
estipula sin la menor ambigüedad que Israel
debe retirarse de los territorios capturados tras
la guerra de 1967, incluyendo Jerusalén este. En
ese sentido el conflicto árabe israelí es de una
gran simpleza: la ley internacional no reconoce
la legitimidad de las tierras que son conquis-
tadas por medio de guerras o invasiones. Sin
1
Dayan se lo dijo al periodista Rami Tal, quien era su confidente y
guardó el secreto por 21 años. La historia ha sido confirmada por la hija
del general, Yael Dayan, y numerosos historiadores.
DOSSIER
embargo, Israel no desea volver a las fronteras
de 1967, ya que afirma que la línea verde no
fue nunca una frontera internacionalmente
reconocida y es una línea ajena a la realidad
demográfica contemporánea.
Uno de los principales impedimentos para
la paz son los asentamientos israelíes creados
en tierra palestina que comenzaron a proliferar
tras la guerra de los Seis Días, con el apoyo de
Ariel Sharon entre otras figuras que deseaban
imponer una presencia israelí definitiva. Buena
parte de los 205 asentamientos actuales están
ocupados por judíos ortodoxos y fanáticos mís-
ticos que creen estar haciendo una labor divina.
Muchos de los más de 200 mil colonos (en
1998 eran 161 mil) son extremistas dispuestos
a morir antes que dejar la tierra que ellos de-
nominan Judea y Samaria, como los seguidores
del movimiento mesiánico Gush Emunim, uno
de los más violentos y radicales. La mayoría de
los demás colonos simplemente viven ahí para
aprovechar los beneficios fiscales, los subsidios
y demás incentivos que el gobierno israelí sigue
ofreciendo a los colonos para atraerlos a estas
tierras. Aunque esta política en teoría no viola
el acuerdo de congelar la creación de nuevos
asentamientos, ya que simplemente se están
expandiendo los existentes, es claro que ha sido
una obvia violación de la lógica de la paz y ha
provocado un enorme resentimiento.
El segundo gran impedimento para la paz
es la absoluta negativa israelí de respetar el
derecho de retorno de los 3.7 millones de
palestinos que viven en el exilio desde 1948
(principalmente en campamentos para refugia-
dos en Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania y la
franja de Gaza) y que la ONU respaldó con su
resolución 194. El argumento es que de hacerlo
el Estado perdería su naturaleza judía. Resulta
paradójico y revelador que el gobierno israelí
vea a los palestinos como una influencia negati-
va en su cultura y en cambio tolere y fomente la
inmigración rusa y de otros países del ex bloque
comunista, así como a los trabajadores “hués-
Vivir al filo: fracturas, fisuras, fronteras 77
DOSSIER V I V I R AL F I L O

pedes” africanos, tailandeses, tonces Sharon, quien actual-
filipinos y demás que son mente se encuentra en estado
importados para reemplazar a vegetativo, argumentaba que
los palestinos como mano de cualquier retiro de más del 6
obra barata y no conflictiva. por ciento sería “doloroso” y
Entre los cientos de miles de más del 9 por ciento “causaría
nuevos inmigrantes un gran un peligro muy grande para
porcentaje no son judíos ni Israel”. Sharon nunca ocultó
sionistas. Pero el punto más su certeza de que “Jordania
importante es que los millo- es Palestina”, un viejo dogma
nes de palestinos expulsados de la extrema derecha que
no podrían regresar a Israel considera que la solución del
aunque quisieran y pudieran, problema radica en la expul-
ya que sus propiedades fueron sión de todos los palestinos
confiscadas por el Estado y no y la anexión de los territorios
existe ni la más remota espe- ocupados. Incluso, cuando
ranza de que las recuperen o se el gobierno israelí estaba
les indemnice. Además, mien- negociando con los palesti-
Hasta antes de la segunda intifada
el discurso político palestino y la
opinión pública, aún bajo
la brutal ocupación militar (que
implica que Israel controla su
libertad de movimiento, su acceso
al agua y su derecho a la tierra, entre
otras cosas), aceptaba la existencia
del Estado de Israel.
tras los israelíes pueden entrar nos, Sharon nunca cambió su
y salir a su gusto de Gaza y postura de que Cisjordania era
Cisjordania, los palestinos israelí y que en ningún caso
que viven en los territorios deberían entregar el valle del
ocupados no pueden estable- Jordán, el desierto de Judea,
que sirvan como campos de
concentración y que provean
mano de obra barata a Israel.
Sería cómico de no ser trágico,
que una nación con el poten-
cial bélico para derrotar a cual-
quier ejército de la región y el
arsenal atómico para borrar
de un solo golpe la mayoría de
las capitales del mundo islá-
mico, desde Mauritania hasta
Afganistán (algunos aseguran
que podría disparar 60 ojivas
nucleares en un primer golpe),
asegure que su supervivencia
está en juego por la amenaza
de un pueblo pauperizado y
armado con fusiles AK-47, co-
hetes rudimentarios, morteros
de fabricación casera, viejos
rifles y, eso sí, toneladas de
piedras. Pero mientras Israel
no está en peligro alguno de
desaparecer, las represalias en
contra de los palestinos están
devastando día a día, con
misiles, tanques, bulldozers,
obuses y bombas de todo tipo,
la modesta infraestructura
que construyeron los palesti-
nos en siete años, desde cuarte-
les de la policía hasta estaciones
de radio, pasando por escue-
las, fábricas, plantas de luz,
comercios y hospitales.
LAS INTIFADAS

cerse legalmente en Israel ni
en los asentamientos, ni si-
quiera si estos fueron construi-
dos sobre tierras expropiadas
a sus familias.
CONDICIONES INACEPTABLES
los alrededores del aeropuerto
Ben Gurion, los principales
recursos acuíferos, las rutas
Este-Oeste en Cisjordania y
todas la carreteras de seguri-
dad a los asentamientos. Estas
extraordinarias exigencias
H
asta antes de la segun-
da intifada el discurso
político palestino y la
opinión pública, aún bajo
la brutal ocupación militar
(que implica que Israel contro-
la su libertad de movimiento,

E
n 1998, durante el go-
bierno de Binyamin Ne-
tanyahu, quien tomó
el poder después de que un
fanático que se oponía a la paz
asesinó a Rabin, Israel debía
retirarse del 13 por ciento de
los territorios ocupados. En-
hacen imposible la existencia
de un Estado palestino viable
y confirman la acusación de
que Israel está determinada a
crear una serie de bantustanes
aislados, o “220 pequeños
ghettos” (como los llamó el
desaparecido Edward Said)
su acceso al agua y su derecho
a la tierra, entre otras cosas),
aceptaba la existencia del Esta-
do de Israel. Incluso la mayo-
ría de la gente se conformaba
con que su futuro Estado tan
sólo ocuparía el 22 por ciento
del territorio que legalmente

78 marzo-abril 2007 Metapolítica núm. 52


le corresponde tras la parti-
ción de Palestina hecha por
las Naciones Unidas en 1947.
Pero nadie estaba de acuerdo
en seguirse sometiendo a la
rutinaria humillación de las
fronteras artificiales y de los
puestos de chequeo que siguen
multiplicándose por todos los
territorios ocupados, ni a las
continuas expropiaciones de
tierras para construir asenta-
mientos o carreteras para el uso
exclusivo de los colonos, ni a
los demás métodos de repre-
sión, discriminación y castigo
colectivo (demolición de casas,
cercos a poblaciones comple-
tas, destrucción de tuberías,
cultivos e infraestructura) apli-
cados por los israelíes en contra
de la población palestina.
Desde septiembre del año
2000, tres millones de pales-
tinos en los territorios ocupa-
dos viven en la miseria (casi la
mitad de la población vive con
LA O C U PAC I Ó N I SR AE LÍ D E PALE STI NA
menos de 2 dólares al día, lo
cual los sitúa entre los pueblos
más pobres del mundo), con
limitado acceso a la educa-
ción y los servicios médicos,
con un altísimo desempleo
(48 por ciento), aislados del
mundo y oprimidos por un
estado de sitio permanente.
Cuando la violencia estalló,
Arafat culminó sus días con-
finado y virtualmente preso
en las ruinas de su palacio de
gobierno en Ramalah, rodeado
por tanques. El viejo líder de la
OLP fue sacrificado como el chivo
expiatorio de un proceso fracasa-
do y, dependiendo de las necesi-
dades de los gobiernos israelí y
estadounidense se le acusaba de
ser responsable de la violencia o
bien de ser irrelevante.
FRONTERAS INTERNAS
L
a ocupación militar pro-
longada de un pueblo tan
sólo es posible mediante
DOSSIER
la brutalidad y la continua
competencia entre el ocupa-
do y el agresor para mostrar
quien es capaz de infligir más
daño y tolerar más horrores.
La ocupación en principio
no se trata del exterminio del
ocupado, sino de someterlo
por el miedo y la humillación.
La ocupación israelí ha utili-
FOTOGRAFÍAS: JORGE CLARO.
zado el concepto de frontera
como arma de sometimiento
al extenderlo más allá de los
límites entre las naciones. Por
lo que Israel ha trazado líneas
caprichosas en los territorios
que funcionan como virtuales
fronteras internas: barreras as-
fixiantes de hormigón, alambre
de púas, montañas de tierra y
zanjas de 2 metros de profun-
didad impuestas para doblegar,
desmoralizar y fragmentar no
sólo la tierra sino también el
espíritu. Israel ha convertido
las zonas árabes en las tierras
ocupadas en un absurdo labe-
Vivir al filo: fracturas, fisuras, fronteras 79
DOSSIER V I V I R AL F I L O
rinto de frontera internas, una zona de espera
permanente y un área hiper-vigilada en la que
cualquier movimiento en falso puede costar
la vida.
La cuesta abajo de las relaciones palestino-
israelíes comenzó el 28 de septiembre de 2000
con la visita del entonces ministro de la defensa
israelí, líder derechista y ex primer ministro,
Ariel Sharon, rodeado por un millar de sol-
dados, guardaespaldas, legisladores israelíes y
agentes de seguridad, al templo de Haram al
Sharif, el complejo donde se levanta, desde el
séptimo siglo, la mezquita erigida alrededor de
la roca desde la que supuestamente Mahoma
despegó para viajar al cielo. Esta demostración
de poder, más que un simple ejercicio para
probar que “cualquier persona, cualquier judío
debe poder moverse libremente en Jerusalén”,
fue una provocación calculada que tuvo el
resultado que Sharon esperaba: arrancarle la
candidatura para el puesto de primer ministro
a Binyamin Netanyahu, precipitar las elecciones
y ganarlas.
La desafiante visita de Sharon a uno de
los sitios más sagrados para los musulmanes,
en un tiempo en que la inconformidad y la
frustración por el estancamiento del proceso
de paz habían alcanzado niveles extremada-
mente peligrosos, fue la chispa que encendió
los ánimos del mundo árabe y en particular
de los palestinos, quienes tan sólo han visto su
situación deteriorarse en los últimos años. Esta
visita provocó la segunda intifada palestina. La
primera intifada, en 1987, se caracterizó por
la valentía, determinación y coraje de los jó-
venes y niños palestinos que rebasaron a sus
líderes al enfrentar, armados únicamente con
piedras, a uno de los ejércitos más poderosos
del planeta. El costo final fue de mil 200 pa-
lestinos muertos por 30 israelíes. En la segunda
intifada también participaron niños y adoles-
centes, pero esa vez se usaron también armas de
fuego, desde pistolas hasta morteros, en contra
de las fuerzas de ocupación, los colonos israe-
líes y la gente en las calles de Israel. Comenzó
entonces la era del uso de los atentados suicidas
como estrategia.2 La respuesta israelí fue bru-
tal, desde entonces se emplean regularmente
aviones F-16, tanques, lanzagranadas, helicóp-
teros de combate, misiles antitanques y buena
parte de su inmenso arsenal para suprimir la re-
vuelta y para llevar a cabo asesinatos “dirigidos”.
80 marzo-abril 2007 Metapolítica núm. 52
No hay duda de que la violencia empujó al
electorado a votar por el propio Sharon para el
puesto de primer ministro, algo que hubiera
parecido aberrante a cualquier persona sensata
años atrás. Asimismo, la situación empujó a
la sociedad israelí a un renovado patriotismo
nacionalista paranoico, a un regreso al sionismo
más recalcitrante y a la intolerancia instigada
por la histérica campaña propagandística que
trata de asustar a la población con la amenaza
de la supuesta destrucción del Estado judío.
LA PROPUESTA INACEPTABLE
D
e acuerdo con los israelíes y los estado-
unidenses, la culpa de las condiciones
de sufrimiento de los palestinos recae
en Arafat por su negativa a aceptar la propuesta
que Ehud Barak le ofreció en las negociaciones
de Campo David. Pero el ofrecimiento, que ha
sido señalado como “el más generoso que Israel
hiciera jamás”, era más bien un ultimátum que
consistía en crear tres cantones sin contigüidad
territorial, rodeados por territorios bajo el con-
trol israelí, sin control del agua, ni el espacio
aéreo. Se concedía a los palestinos autoridad
sobre algunos barrios árabes de Jerusalén y la
custodia de las mezquitas de Haram al Sharif,
las cuales quedarían bajo la soberanía israelí.
Para reinstalar a los colonos desplazados,
Israel anexaría el 9 por ciento de Cisjordania y a
cambio se le daría a Palestina una novena parte
de ese territorio en el actual Israel. Aparte, los
palestinos debían aceptar un nuevo mapa de la
ciudad que incluía numerosos asentamientos
israelíes nuevos. Además, se exigía como con-
dición renunciar al derecho de retorno. Firmar
semejante acuerdo hubiera sido un suicidio
político y una inevitable catástrofe.
EL MURO
L
a más reciente fase de la tragedia palestina
se encuentra materializada por la cons-
trucción de la “barrera de separación”
que Israel comenzó a erigir en julio de 2002
para aislar a los palestinos de Cisjordania bajo
el pretexto de ser un método de seguridad. La
2
El primer atentado suicida con bomba registrado tiene lugar en
Hadera, el 13 de abril de 1994. El primer atentado de la nueva oleada
fue llevado a cabo en noviembre de 2000 y esta estrategia comienza
a volverse epidémica a partir de marzo del 2001 (véase http://www.
johnstonsarchive.net/terrorism/terrisrael.html).

barrera es una red de muros
(algunos de hasta ocho metros
de altura), torres de vigilan-
cia, paredes virtuales, rejas
normales y eléctricas, zanjas
y barreras móviles rodeadas
en algunas partes por áreas de
exclusión de 60 metros, que
sigue aproximadamente las
líneas del armisticio de 1949
pero en muchas partes se in-
terna en territorio palestino
con lo que en realidad es un
artificio de apropiación de
tierra. Una barrera semejante
ha transformado desde 1994 a
la franja de Gaza en el campo
de concentración más grande
y densamente poblado del
planeta.
El muro de separación,
como lo ha definido el Tribu-
nal Internacional de Justicia,
no separa tanto a árabes y
judíos como a los árabes entre
ellos: separa pueblos, familias,
escuelas, hospitales, tierras de
cultivo, trabajos, panteones
y servicios de sus comunida-
des. Ahora hay palestinos de
ambos lados de la barrera,
separados en condición de
rehenes de una política racis-
ta y criminal. De culminarse
la barrera como se propone
ahora, más de 400 mil pales-
tinos quedarán en el limbo
entre Israel y el muro, con un
acceso mínimo a sus pueblos
del otro lado de la barrera. De
acuerdo con la organización
Gush Shalom (http://gush-
shalom.org/thewall/), los pa-
lestinos perderán el 25 por
ciento de su tierra, pero éstas
representan el 80 por ciento de
sus tierras fértiles de cultivo y
65 por ciento de sus recursos
acuíferos. La intención de se-
mejante construcción es prin-
cipalmente impedir que los
palestinos puedan tener una
LA O C U PAC I Ó N I SR AE LÍ D E PALE STI NA DOSSIER
vida normal y mucho menos traducirá en nuevos ataques y
un Estado funcional. El muro más destrucción. El muro se
transformará a Cisjordania está construyendo a un costo
en una prisión, un espantoso de 2 millones de dólares por
ghetto rodeado de opulentas kilómetro, por lo que es obvio
colonias israelíes. que la intención es crear una
Contrariamente a lo que separación unilateral perma-
se ha querido presentar como nente. No hay duda de que
una guerra entre religiones o en el futuro veremos esta
entre pueblos, este es un con- construcción con asco y ver-
flicto por la tierra y una lucha güenza, como un aberrante
por fronteras. Inicialmente el monumento al fracaso de la
muro tuvo un efecto positivo tolerancia y al triunfo de los
al limitar y prácticamente sectores más reaccionarios,
eliminar los ataques suicidas voraces y retrógradas de una
palestinos dentro de territorio sociedad poderosa que pre-
israelí; sin embargo, es obvio sume de ser la más moderna,
que el repudio y desespera- democrática y culta del Orien-
ción que está engendrando se te Próximo.
FRACTURAS, FISURAS, FRONTERAS/POSICIONES
ALESSANDRO PIZZORNO*
“GENERALMENTE, UNA CARACTERÍSTICA DE LA
DESIGUALDAD social es la condición gravosa y
humillante para quién la sufre por encontrarse
en posiciones de inferioridad y, naturalmente, hará nacer el deseo
de contrastarla como pueda. Sin embargo, es un deseo que surge
sólo en situaciones de confrontación. Es decir, cuando los que se
encuentran en condiciones de potencial inferioridad se dan cuenta o
llega a su conocimiento la existencia de posiciones de superioridad
y, además, tienen los instrumentos culturales para confrontarlas con
los suyos y, por consiguiente, imaginar estrategias reales que sean
llevadas a cabo para anular o reducir la diferencia. Son varias las
técnicas para evitar que se formen tales situaciones de confronta-
ción y potencial conflicto. Existe, por ejemplo, el uso de la fuerza
o su amenaza. Existen además formas de movilización social, por
competición o cooptación, las cuales permiten nutrir la esperan-
za de poner en acción estrategias individuales de superación de
las posiciones de desigualdad. Un efecto análogo pueden tener las
formas de aislamiento, residencial u organizativo, que hacen que
la distancia espacial aparte la confrontación, haga menos directa la
información y menos agudos estos sentimientos de injusticia, humi-
llación o envidia que tienden a suscitar la reacción. Naturalmente,
estas técnicas pueden coexistir y reforzarse mutuamente”.
* Tomado de “La naturaleza de la desigualdad: poder político y poder privado en la sociedad
en vías de globalización”, Estudios de política y sociedad, año 2, vol. 2, núm. 1, enero-marzo
de 2006, pp. 77-78.
Vivir al filo: fracturas, fisuras, fronteras 81