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Olegario González de Cardedal, El quehacer de la teología, vol. 177 (Salamanca: Sígueme, 2008), 22.
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Ibid., 117:32.
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Ibid., 117:33.
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Ibid., 117:34.
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González de Cardedal, El quehacer de la teología, 177:34.
teólogo considere que es “quien piensa, habla, expone a Dios delante de Dios y para la gloria de
Dios”6.
Queda claro que no existe teología sin teólogos, pero a la vez la teología es un saber previo
y esto lo notamos a través de la historia remitiéndonos a la biografía de los grandes teólogos, ya
que en ellos descubrimos la lógica, los hechos de su existencia, pensamiento, vida, reflexión
interna y externa, ver los avances de sus afirmaciones y también los limites que todo hombre
presenta. “La razón tiene su historia y razón teológica también tiene la propia. El ser humano
creyente comparte esa historicidad” 7.
La edad media trae consigo la apertura de universidades y surgen los primeros movimientos
laicales dentro de ella se estudia la teología con una lógica de la fe y la formalidad del estudio de
las ciencias, de tal modo que la teología se acredita como ciencia formal; en este tiempo resalta la
figura de San Buenaventura que se confronta con el pensamiento de Santo Tomas de Aquino.
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Ibid., 117:34.
7
Ibid., 117:611.
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Anotaciones hechas de la clase del profesor Joaquín Silva el día 19 de marzo.
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González de Cardedal, El quehacer de la teología, 177:617.
movimientos los cuales promueven una mirada histórica, filosófica de la Biblia en un esfuerzo por
reinterpretar la fe de los primeros cristianos, específicamente en San Pablo. Se revalora el
pensamiento de Santo Tomas como respuesta al protestantismo español.
En transición del siglo XVII al XVIII nace la línea de espiritualidad católica que Suarez
encabeza con la profundización a la metafísica; por otro lado, en España el teatro y la literatura se
ponen al servicio para interpretar los misterios cristianos. Aparecen en Francia las grandes figuras
de Descartes, Pascal y Bérulle los cuales cuestionan los principios teológicos. En este tiempo no
hay mayor evolución de la teología.
El siglo XIX está fuertemente marcado por el idealismo; Kant reinterpreta la figura de un
Dios autoritario, Hegel desarrolla este idealismo. El siglo XX estará marcado por el acontecimiento
de las guerras mundiales, el silencio después del inacabado Concilio Vaticano I y el surgimiento de
movimientos litúrgicos que recuperan el valor de la Eucaristía y los sacramentos como lugares
concretos de la presencia activa de los misterios de Cristo; se comienza a interpretar la escritura a
la luz de sus cuatro sentidos: alegórico o histórico, espiritual, moral y anagógico, esto motiva a
reforzar el estudio de las Sagradas Escrituras.
– Nos queda claro que el primer presupuesto para hacer teología es la duda motivada por
la fe como punto de partida.
– Definitivamente la teología no es una disciplina que avanza sola, sino que dialoga con
otras ciencias para lograr una mejor reflexión (filosofía, sociología, psicología, entre otras).
– La teología al igual que otras ciencias evolucionan, no en cuanto a sus fundamentos, sino
en cuanto a la reinterpretación que se hace a partir de estas.
– La teología puede llegar a ser muy buena en cuanto a su estructuración, reflexión, pero
totalmente irrelevante para quien no tiene interés de profundizar su fe.
– La teología nos debe llevar a poder escuchar la revelación a través del tiempo y de la
historicidad.
Bibliografía:
González de Cardedal, Olegario. El quehacer de la teología. Vol. 177. Salamanca: Sígueme, 2008.
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Olegario Gonzalo de Cardedal, El quehacer de la teología, Sígume, vol. 177 (Salamanca, 2008), 663.