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En los tiempos que vivimos, tiempos de tanta exigencia laboral y vértigo, la fecha de la

pascua, para muchas familias, vino a ser un sinónimo de tiempo de descanso, de mini
vacaciones. Mucho más este año ya que a los días típicos de esta fecha se le agrega el
lunes 24 día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia que para nuestro país es
también feriado.

Pero esta festividad, que reúne a dos de las más grandes y antiguas tradiciones religiosas
que existen, la cristiana y la judía, tiene un significado altamente pedagógico.

Sabemos que la pascua judía recuerda la salida del pueblo de Israel de la cautividad en
Egipto a la tierra de libertad que Yahweh le proveía. De ahí el nombre “pascua” ya que
este término significa “paso”, para esta tradición significa el paso de la esclavitud a la
libertad. Y en la tradición cristiana recordamos la pasión muerte y resurrección de Jesús
de Nazaret, lo que significa también el “paso” de la muerte a la vida, de la cruz a la
esperanza de la tumba vacía.

Ahora bien ¿por qué decimos entonces que la pascua se asemeja a un acto pedagógico?

En la tradición judía la pascua se celebra con una comida, de la que forman parte todos
los integrantes de esa familia y donde cada elemento que está servido en la mesa evoca
algo de aquella liberación. Desde la bebida hasta cada bocado tiene algún tipo de
relación con el tiempo de esclavitud y también con el tiempo de liberación…
En la tradición cristiana, de la misma manera, también hay mesa, y una comida sobre
ella, el pan y el vino que nos recuerdan el cuerpo y la sangre de nuestro Salvador, quien
también nos libera de la esclavitud…

Sabemos que no hay acción pedagógica sin la convicción de que un cambio es posible,
el docente que sabe que hay un futuro que no esta determinado, y que su esfuerzo
influye en lo que viene, no sólo transmitirá conocimientos intelectuales, también será
capaz de resucitar lo muerto.

Es justamente la pascua la que nos desafía a creer que en medio de la esclavitud


podemos vislumbrar libertad, y que en medio de la muerte podemos celebrar la vida.
Esta vida que tarde o temprano se impone sobre la muerte, esta libertad, que aunque la
vemos venir desde lejos, es la que nos impulsará a animarnos a nuevas cosas en el
presente, a esperar lo inesperado, a avanzar a pesar de todo y de todos… Como
escribiría Paulo Freire, en Pedagogía de la Esperanza: “No soy esperanzado por pura
terquedad, sino por imperativo existencial e histórico”1

La festividad de la pascua busca enseñarnos una manera de vivir particular y de esta


forma nos arroja un desafío. Un vivir que dice que Dios no esta de acuerdo con la
muerte y la esclavitud y que aquellos que las promueven no tienen jamás la última
palabra. Que este Dios esta del lado de la vida y la libertad y desde ahí nos invita a
participar en la construcción de esta vida y de esta libertad para todos y todas.

Quiera Dios que nos dejemos enseñar por esta pascua y que podamos, en medio del
descanso merecido, pensar en estas cosas, y por fin decidir por este estilo de vida
esperanzado y comprometido con el Dios de Jesús de Nazaret que libera y da vida a lo
que ya no la tiene!!!!
1
Freire Paulo. Pedagogía de la esperanza. Buenos Aires: Ed. Siglo XXI. , 2002. p.8
Pablo Bordenave.
Capellán.
E-mail: pbordenave@ward.edu.ar

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