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Colombia hacia un nuevo despertar

Jaime Alexander Calvo Hernández

Andrés Alberto Arias Pineda

Universidad Tecnológica de Pereira


Facultad de tecnologías
Tecnología Industrial
Pereira-Risaralda
2018
Colombia hacia un nuevo despertar

“...A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres o mujeres

podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos

parece bueno, es decir conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e

inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que,

a los conejos, las abejas y las hormigas no suele pasarles. De modo que parece prudente

fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita

acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética...” (Savater,

1991)

Dice Fernando Savater que la ética consiste en "saber vivir" y su fin último es la felicidad.

En el lado opuesto podemos encontrar la Violencia, es su antónimo; si no podemos vivir

felices, entonces, no tenemos la ética; Vivimos en una cultura de "dinero fácil", a una "cultura

del ilícito", que tampoco es lo que debería ser para guiar nuestros actos ajustados a valores y

a normas. Sin duda, el reto mayor que enfrentamos los que buscamos comprender nuestro

país, es entender, y si es posible explicar, el porqué de nuestro modo de ser violento, una

tendencia a ser corruptos, la ilegalidad de nuestros actos, aludir la norma, o la dificultad para

obedecerla y/o para respetar a las autoridades, optando por ejercer la justicia de propia mano;

la inclinación a la venganza como forma de “cobrar las deudas” o el “desquite” como

reparación de las ofensas. Esto, sin desconocer que la pobreza, la desigualdad, los

desequilibrios de todo género, con todo y ser muy importantes y muy graves, no son sin

embargo suficientes para explicar los dichos modos de actuar. Muchos países como el
nuestro, con peores condiciones incluso, no han llegado a estos mismos estados de sumisión

o han sabido superarlos.

“La ética es como sabemos, la parte de la filosofía que reflexiona sobre los fundamentos y

los principios racionales de la conducta humana, aportándole un carácter universal a la

moral, circunscrita generalmente a unas situaciones particulares que condicionan la

valoración de los comportamientos como adecuados, si ajustados a lo que la cultura define

como bueno, útil o beneficioso, o inadecuados si la misma cultura rechaza como

inconveniente o malo…” (Castillo, 2015). Desde el punto de vista cultural, son evidentes los

actos que son juzgados morales y buenos para una sociedad, mientras que el mismo acto o

conducta es condenado por otra cultura como malo o indeseable: la prostitución, la

homosexualidad, la pena de muerte, el aborto, son prácticas polifacéticas a la luz de diversas

culturas, pero que la ética no hace énfasis en la importancia de cada uno de estos sino que

remite a su valor universal: el respeto a la dignidad humana, el cuidado de sí mismo, el

respeto de sí, la defensa de la vida, el no daño al otro etc.

Kant firma de que la ética es “el imperativo de que cada uno obre de tal manera que su

actuar pueda ser ley para todos los demás” (Kant, 1785). Pero cuando la ética no está

presente, como en el caso nuestro, para iluminar la moral, se confunden preocupantemente

la legalidad de los actos humanos, al no poder ver con la claridad debida, lo correcto de lo

incorrecto, lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo verdadero de lo falso.

Pero creer que existen seres humanos “desechables”, que la “limpieza social” es justa y

necesaria, que la violencia contra la violencia es “guerra justa”, que no existe crimen si se

asesina a nombre de las “causas nobles” (los intentos de linchamiento ciudadano, por
ejemplo) y demás cosas de esta misma naturaleza, no pueden ser sino lamentables

confusiones entre lo que es ético y lo que es moral.

Para llamarnos personas con ética y aportarle algo de ella a nuestro país no podemos

quedarnos en el pasado cometiendo los mismo errores, basta con que las instituciones

sociales, políticas, religiosas y educativas y sobre todo la Familia, se dediquen a unir

esfuerzos para acompañar la formación humana en un proceso donde la única y verdadero

sentido de educar, ocupe la función educativa mas allá de la mera instrucción: la educación

en valores y evitar los falsos valores que se van apoderando de nosotros los jóvenes y luego

adultos, a través del consumismo y el materialismo; y con la importante ayuda de los medios

tecnológicos, que no estamos sabiendo usar en nuestro provecho, dejando más bien que ellos

se apoderen de nosotros, alterando la necesaria comunicación y contacto cara a cara que

debemos tener como personas libres y humanas.

Es lo que le puede aportar la ética a nuestro país un ideal humano (Personas libres,

democráticos, críticos, participativos, incluyentes y responsables) donde la educación sea

uno de los pilares para generar personas éticas.

En nuestras manos está en cambiar el futuro de nuestro país, un país donde haya una libertad

de expresión, donde una persona pueda expresar sus pensamientos políticos sin que la

asesinen solo por pensar diferente.

Colombia despierta!!!

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