Vous êtes sur la page 1sur 3

La decisión de Migrar es un acto voluntario…

Por Godofredo Echeverría

Hace un par de años me encontré a un amigo a quien tenía varios años de no


ver. “Me voy a los estados” -me dijo-. “Tengo una deuda con el banco que se
vence dentro de unos meses y no tengo trabajo para pagarla, me comuniqué
con mis primos que viven en California y me dijeron que me consiguen trabajo
de pintar casas”.

Mi amigo tiene un título universitario, varios postgrados y mucha experiencia en


su especialidad, además tiene visa para entrar legalmente a Estados Unidos.
Entonces, él tomó su decisión de forma voluntaria. ¿Pero, es voluntario decir
que debo hacer algo porque sino, me meten preso?

Una decisión como esta indudablemente que no es voluntaria, es una decisión


forzada, por que no existe otra solución. Las posibilidades de obtener un empleo
aún contando con buen nivel de formación, con bastante experiencia, no
estaban al alcance. No hay trabajo. Pero los recibos llegan puntualmente, la luz,
el agua, el Internet y cualquier otro servicio adicional.

Con los escasos datos demográficos sobre migraciones con que cuenta El
Salvador, se habla de que alrededor de dos millones de compatriotas viven fuera
de las fronteras nacionales. ¿Cuántos de ellos o de ellas tomaron la decisión de
emigrar voluntariamente y no se vieron obligados por las condiciones de
precariedad? ¿Cuántos o cuántas habrán dicho: “me voy para darle a mi familia
lo que no puedo obtener aquí”?

Quienes tomaron una decisión en esas condiciones no tomaron una decisión


voluntaria, se vieron forzados a migrar, para poder solucionar problemas que no
encontraban otra manera de solucionar.

En términos oficiales, es decir, en el lenguaje de los organismos internacionales


y de muchos gobiernos, se habla de migraciones forzadas cuando se trata de
casos de guerra donde la vida está en peligro y por ello los que huyen tratando
de poner la vida a salvo, muchas veces deben atravesar las fronteras nacionales
para instalarse en campos de refugiados o solicitar asilo.

Las condiciones del empleo, de acuerdo a la Encuesta de Hogar de Propósitos


Múltiples 2009 del MINEC. Indica que el 7.1% de la población económicamente
activa se encuentra desempleada (187,088) y 34% subempleada, que de
acuerdo a la definición que proporciona la encuesta significa que no alcanzan a
trabajar una cantidad de horas semanales para completar una jornada normal o
no alcanzan el nivel de ingreso del salario mínimo. Significa que alrededor de un
millón doscientos seis mil seiscientas sesenta y ocho personas no alcanzan a
percibir el salario mínimo, aunque trabajen. Al sumar la cantidad de
desempleados con subempleados obtenemos: 1,393,756 de potenciales
migrantes durante 2009. ¿Esta cifra millonaria estaría emigrando de forma
voluntaria?

El Informe Remesas Internacionales en El Salvador, de FOMIN, BID y CEMLA,


2009 dice (p. 6): “El Salvador es el único país de la región centroamericana con
caída del salario real durante el período 2000-2006 y el que presenta el menor
salario real en valor absoluto. Asimismo, para la totalidad de la región
latinoamericana, sólo en República Dominicana y en El Salvador se han
registrado disminuciones del salario mínimo real en el tercer trimestre del 2006
(inflación no compensada con incrementos del salario mínimo).

Además de los escasos ingresos de la actividad laboral, en las comunidades


rurales los jornaleros no tienen derecho al Seguro Social, los servicios básicos
son deficientes y algunos inexistentes, como el alcantarillado o la recolección de
desechos sólidos.

En las ciudades pasa algo parecido, pues las migraciones del campo a la ciudad
en busca de condiciones que les permitan sobrevivir, llevan a grandes
cantidades de población a constituir asentamientos urbanos desprovistos de la
mayor parte de servicios. También los lleva a vivir de vender cualquier cosa en
las calles –ahora ni eso, porque al alcalde le parece que afean la ciudad. Esas
poblaciones que llegan a ser muy numerosas, toman la decisión de emigrar. ¿Es
una decisión o se ven forzados a tomarla?

Es difícil, a veces, no caer en la trampa de lo dicho, de lo expresado


abiertamente y con claridad, pues muchas veces esconde lo no dicho, lo que se
encuentra oculto. Para que la decisión de migrar pueda ser tomada
voluntariamente, se hace necesario que exista, también la posibilidad de no
migrar. ¿Cómo se puede no migrar?

Tal vez no sea difícil encontrar la respuesta. El artículo 1 de la Constitución


Política de la República de El Salvador dice: El Salvador reconoce a la persona
humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado
para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común. En
consecuencia, es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la
República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar económico y la
justicia social. Al hacer efectivo este artículo se podría hablar de que existe el
derecho a no migrar.

El amigo con el que empecé el relato no tenía deseo de emigrar, no quería dejar
a sus dos hijas mayores y a su pequeño, tampoco a su querida esposa, pero
¿qué opción tenía después de haber buscado trabajo durante muchos meses?
¿tenía el derecho de no migrar? ¿Tenía las condiciones para no hacerlo?
Cuando escucho hablar sobre el carácter voluntario de las migraciones cuando
no se trata de refugiados o de personas solicitando asilo, me pregunto: ¿migrar
es voluntario?

11/9/2010

Vous aimerez peut-être aussi