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HUIZINGA1: Más que comenzar con definiciones positivas, con un tema tan
complejo vale la pena partir de definir qué se ha creído erróneamente que el juego
era. ¿Me permiten?
HUIZINGA: Digamos que son explicaciones que tienen en común el hecho de que,
en ellas, el juego obedece a “otro” móvil que sirve a una finalidad biológica. Se
preguntan porqué y para qué se juega. Y las preguntas en modo alguno se
excluyen, pero poner lado a lado todas las respuestas que de ellas surgen, sólo
conduce a una penosa confusión conceptual, que n o define al juego.
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Este texto fue confeccionado por Daniel Brailovsky – producción de Antes de Ayer /
www.infanciaenred.org.ar/antesdeayer – y propone un diálogo literario entre tres figuras destacadas del
pensamiento filosófico y educativo acerca del juego. Aunque en rigor los textos no son estrictamente
transcripciones textuales de las obras referidas en las notas, pues se han modificado expresiones y giros
lingüísticos a los efectos de dar al diálogo literario fluidez y coherencia, se respeta siempre el sentido
original de las afirmaciones. No obstante, el objetivo del texto no es el de constituir una recopilación de
referencias bibliográficas sino el de acercar al lector a algunos problemas centrales de la categoría
“juego” a partir de la introducción de tres de sus más destacados referentes.
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¿Es decir que es la “intensidad” lo que define al juego como cosa propia de
lo humano?
SCHEINES2: ¿Puedo agregar algo? Creo que Johannes acierta al afirmar que se ha
definido mal al juego, y e ntre las preconcepciones erróneas que del juego se han
construido pueden agregarse algunas más. Las connotaciones “no serias” del juego,
por ejemplo, o el juego como “cosa de niños” o como cosa no útil, o como
perdedero de tiempo, así como su carácter non sancto desde la óptica de la moral
cristiana que gira en torno al esfuerzo y al valor redentor del sufrimiento, le
negaron por mucho tiempo el privilegio de ser objeto de un pensamiento
responsable y sistemático. Y yo creo que su obra Homo Ludens, colega Huizinga, ha
contribuido en ese sentido.
HUIZINGA: ¡Me anima su elogio! Y ya que estamos aquí… cuénteme cómo fue
recibida mi obra por las décadas posteriores, ya que mi muerte me impidió conocer
cabalmente su difusión .
SCHEINES: ¡Qué pedido insólito y poco habitual! Bueno, lo voy a intentar. Homo
Ludens es, al menos en mi opinión, un conglome rado de más de 300 páginas
apretadas de datos históricos, citas eruditas e información antropológica, a partir
de una premisa que usted inaugura en la primera página: el juego es más viejo que
la cultura.
SCHEINES: Para usted, la cultura brota del juego, es juego y se desarrolla jugando.
Su libro, debe usted saberlo, causó furor en los años 50’ a los 70’. Fue leído en
todos los idiomas. Aunque quizás presenta la falencia – si no le ofende la crítica,
que hago con todo respeto - de que reduce todos los juegos a un tipo de juego (el
de competición), y que recae en definiciones excesivamente largas y poco
esclarecedoras, tiene el valor de que inaugura una nueva temática en el ámbito
filosófico abriendo por añadidura nuevos ámbitos a la especulación.
No es poca cosa…
SCHEINES: Roger Caillois 3 escribe Teoría de los juegos en el año 58’. Es un libro
breve, preciso y ordenado que señala desajustes en Homo Ludens y clarifica
conceptos.
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SCHEINES: No tanto. Usted percibe que la cultura se va haciendo cada vez más
seria, un complicado sistema de ideas, doctrinas, normas, conocimientos y
costumbres que crecen y se multiplican sobre el suelo de la cultura alejándola cada
vez más de la fuerza vitalizadota del juego. En Homo Ludens se percibe su avezada
mirada de filósofo para ver las pequeñas grietas apenas insinuadas en la corteza ya
endurecida del orden establecido. Pero usted, Johannes, asume una actitud
alarmada y sermoneante propia de la generación de intelectuales de posguerra a la
que perteneció.
HUIZINGA: ¿Y con eso qué me quiere decir? Soy un hijo de mi época , eso no puedo
evitarlo.
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actitudes para la vida. No debe ser mirado el juego como cosa frívola, sino como
cosa profundamente significativa.
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HUIZINGA: El juego es una acción y ocupación libre que se desa rrolla dentro de
unos límites temporales y espaciales determinados según reglas absolutamente
obligatorias, aunque libremente aceptadas. Es una a cción que tiene un fin en sí
misma y que va acompañada de un sentimiento de tensión y de la conciencia de
“ser de otro modo” al de la vida corriente. Y agregaría, como bien decía antes
Graciela en relación a la cultura y también solidarizándome con la parte espiritual
que aportó Fröebel, que la categoría juego puede ser considerada como uno de los
elementos espirituales más fundamentales de la vida.
Creo que fue una definición bastante concisa, en efecto. ¿Graciela? ¿Quiere
hacer la suya?
SCHEINES: Si el trato cotidiano con las cosas, por un lado, se parece a una
sucesión de circuitos cerrados en los que la pregunta se cierra con la respuesta,
cada objeto es un vector que orienta la acción por los carriles adecuados, o una
herramienta que corrige un desajuste, o una solución a un problema…, jugar es en
cambio establecer una relación abierta con un mundo abierto e ilimitado.
SCHEINES: Claro. El mejor ejemplo de la relación abierta que funda el juego con el
mundo se percibe especialmente nítida en el binomio chico-juguete.
No, justamente u n juguete es cualquier cosa: una silla, una escoba, un piolín, todos
esos objetos pueden devenir juguetes si se los vacía de las determinaciones
convencionales (utilidad, valor, uso y relaciones con los demás objetos).
Una silla, por ejemplo, sirve para sentarse y habitualmente se la apoya sobre las
cuatro patas. El chico que convierte la silla en juguete la convertirá de mil maneras
distintas: invertirá su posición sobre el piso, usará el respaldo con varillas para
jugar al cajero automático del banco, la trasformará en auto o barricada. El niño ve
la silla, y no el esquema de silla, presta atención a todos sus detalles: color,
adornos, una pata floja, y los usará en beneficio del juego, transformará
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Adelante.
SCHEINES: Yo creo que sí. No hay juego sin reglas. El juego más simple, como el
que improvisamos con las baldosas de la vereda mientras caminamos
solitariamente ya presenta la presencia de una ley al menos: pierdo si piso la raya,
o pierdo si no la piso.
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HUIZINGA: Estoy de acuerdo. El juego es ante todo una actividad libre. El juego por
mandato no es juego, todo lo más una réplica por encargo de un juego.
HUIZINGA: Entonces podríamos decir que cada juego tiene sus reglas propias que
determinan lo que habrá de valer dentro del mundo provisional creado, y que las
reglas del juego – de cada juego – son obligatorias y no permiten duda alguna.
FRÖEBEL: Pero ustedes habían traído la cuestión de las reglas como una
preocupación por la dimensión social del juego ¿no?. En ese sentido, yo pienso que
e l niño posee por naturaleza una inclinación hacia todo lo que es bueno, es decir
que tiene una voluntad inquebrantable por el bien, pero sin aún haberse
desarrollado ni manifestado tales disposiciones. He ahí porqué toda educación, toda
enseñanza, deben ser en un principio indulgentes, flexibles, blandas, deben
limitarse a proteger y a vigilar sin propósito previo ni sistema preconcebido. Y allí el
juego cumple una función esencial.
SCHEINES: La comparto, aunque con las reservas que imponen los años que nos
separan. Cualquier auténtico juego es modelo de convivencia social. Aún los juegos
competitivos de componentes violentos que alarman tanto a algunos pedagogos y
docentes, funcionan también como fuerte paradigma cargados de fuerza formativa.
Desde que el mundo es mundo, los niños de todas las culturas han jugado a la
guerra imaginándose que son samurais, indios, gladiadores o soldados,
manipulando palos que remedan espadas, lanzas o fusiles, a través de los que los
jugadores descargan agresividad, pero no generan místicos de la violencia ni
despiertan instintos criminales, siempre que cumplan con las condiciones que son
propias del juego: la so beranía de las reglas del juego limitadoras de la violencia y
el respeto por el contrincante considerado un par o igual.
HUIZINGA: Ademá s, respecto de estos juegos “violentos”, hay que decir que desde
que existen palabras para designar la lucha y para designar el juego, fácilmente se
ha designado “juego” a la lucha. Incluso más allá de toda metáfora: muchas veces
estos conceptos parecen co nfundirse. Cualquier lucha vinculada a reglas limitadoras
tiende a reproducir los rasgos esenciales del juego.
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HUIZINGA: Digo que hay una forma de juego especialmente enérgica, intensa y
muy clara. Los perritos y los niños luchan para divertirse según reglas que limitan
el empleo de la violencia, y sin embargo los límites de lo permitido en el juego no
se pueden determinar ni por el derramamiento de la sangre, ni siquie ra por el golpe
mortal. El torneo medieval era un combate paródico, un juego, pero en su forma
primitiva poseyó cualidades sangrientas y se combatía hasta morir.
Además, se hace la guerra para obtener, tras la prueba de ganarla o perderla, una
evidencia de valor sagrado. En lugar de la contienda judicial de los dados, o el
oráculo por suerte (que pueden manifestar de igual modo la voluntad de los dioses)
se escoge el poder de las armas.
¿Y qué hay con esta idea, más o menos obvia para Fröebel tanto como p ara
Scheines, de que los juegos “enseñan”, o de que a través de los juegos “se
aprende”? Para usted, Huizinga, no parece tan evidente.
Si, tuve el agrado de leerlo, pero allí ni siquiera esboza la idea de un “juego
instructivo”…
NOTAS
1
La voz de Johannes Huizinga estará representada en este diálogo por fragmentos de su
obra: [HUIZINGA, J.: Homo Ludens , Madrid: Alianza Editorial, 1972]. Johan Huizinga (1872 -
1945) se dedicó siempre a repensar las nociones centrales del pensamiento de su época, la
historia y la cultura fueron su escenario intelectual.
2
Graciela Scheines, Licenciada en Letras por la Universidad Nacional del Sur y doctora en
Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires, fue docente en ambas casas de altos
estudios e investigadora del Instituto de Literatura Argentina de la universidad capitalina. Es
autora de Juguetes y jugadores -premio de Ensayo Coca Cola, 1981-, Los juegos de la vida
cotidiana y El viaje y la otra realidad. En www.efdeportes.com/efd14/juegos.htm puede
leerse el texto de una Conferencia pronunciada por la autora en la Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires. La voz de Graciela Scheines estará representada en
este diálogo por fragmentos de su obra: [SCHEINES, G. “Los juegos de la vida cotidiana”,
Buenos Aires: Eudeba, 1985]
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Se refiere a Roger Caillois, autor de Teoría de los juegos (Barcelona: Seoix Barral, 1958).
En este trabajo el autor hace una clasificación de los Juegos desde su origen, basada en el
tipo de canalización que exige el impulso lúdico. Según Yanez, la clasificación de Caillois
puede describirse así:
- Nos habla de competencia , en estos tipos de juego se enfrentan siempre dos o más
oponentes, en pugna por obtener la meta antes o mejor que el rival, ejemplo de estos
son el ajedrez, el fútbol, el atletismo, entre otros.
- Juegos de Azar, en estos el o los participantes se libran a la suerte, a la dependencia
de un factor externo a los jugadores; puede o no existir enfrentamientos, ejemplo son
la ruleta, los solitarios con cartas.
- Juegos de simulacro , en estos cada participante actúa, de acuerdo a la instancia
elegida, simulando acciones o roles de otro contexto (la vida real, un cuento, una
película, etc ). Ejemplo de esto son las dramatizaciones del ámbito escolar, de
superhéroes, etc.
- Juegos de vértigo, en estos últimos, los participantes juegan provocando en sí
mismos estados orgánicos de confusión y estupor. Ejemplo de estos son el tobogán, la
montaña rusa, etc.
Tomado de: Yanez, F.: EN LOS JUEGOS DE HOY: ¿Nuestros niños son participantes
activos o pasivos?, en Centro de Documentación Virtual en Recreación, Tiempo
Libre y Ocio, disponible en http://www.redcreacion.org/relareti/documentos.html.
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Fröebel, clásico precursor de la educación infantil, representa aquí al temprano siglo XIX.
En http://www.infanciaenred.org.ar/antesdeayer/cv/froebel.asp puede leerse una nota
biográfica. La voz de Federico Fröebel estará representada en este diálogo por fragmentos de
su obra: [FROBEL, F.: La educación del hombre, New Cork: Appetlon, 1912]