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Esta mañana suena a sarcasmo la frase que May ha enfatizado cada día durante
50 jornadas de precampaña y campaña electoral: “Un liderazgo fuerte y estable para
desarrollar el Brexit”. Las negociaciones empiezan dentro de tan solo once días
y el Reino Unido puede afrontar en una posición vulnerable el reto más serio
que tiene sobre la mesa en 43 años: la salida de la UE, que ya empieza a acusar la
economía. Además el país sigue partido en dos, la fractura que abrió la consulta
europea no se ha cerrado.
En su primera intervención tras entrevistarse con la Reina, la conservadora anunció
que no modificará el calendario de las negociaciones formales con la UE, que
empezarán dentro de diez días, como estaba previsto. La alocución fue muy breve,
pero le dio tiempo a repetir alguno de los eslóganes de su fallida campaña electoral,
como “construiremos un país en el que nadie se quede atrás”. No hubo ningún
atisbo de autocrítica, ni de que vaya a suavizar su concepción del Brexit tras
el toque de atención de las urnas.
Pero May ya no tendrá vía libre para negociar porque deberá escuchar al DUP y a
la facción de su partido que no apuesta por un Brexit duro. Una falta de acuerdo con
la UE podría asustar a los mercados financieros, empañar la reputación de Londres
como uno de los dos principales centros financieros del mundo y sembrar el caos
en las economías europeas.
Reacciones en Bruselas
El negociador jefe del a Unión Europea (UE) para el "brexit" ha señalado tras las
elecciones que las negociaciones de salida deben empezar «cuando el Reino Unido
esté listo» y recordó que «el calendario y las posiciones» de Bruselas «están
claros».
El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, confía a su vez
que el resultado no tenga impacto en las negociaciones. «Nosotros podemos abrir
las negociaciones mañana a las 09.30 de la mañana. Esperamos una visita de
Londres, esperamos no experimentar retrasos adicionales en la conclusión de las
negociaciones», agregó el jefe del Ejecutivo comunitario.
Más tajante ha sido el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dejando claro
que aunque se retrase el inicio de la negociación del brexit no habrá ninguna
prórroga. El plazo de dos años, por tanto, sigue corriendo y la incertidumbre es
mayor que nunca.