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Causales de extinción de la responsabilidad penal

Sergio Politoff Lifschitz; Jean Pierre Matus Acuña; María Cecilia Ramirez G. - Profesor de
Derecho Penal. Universidad de Talca/Profesor Asociado de Derecho Penal.Universidad de
Talca/Profesora de Derecho Penal. Universidad Católica del Norte

Autor: Sergio Politoff Lifschitz; Jean Pierre Matus Acuña; María Cecilia Ramirez G.

Cargo del Autor: Profesor de Derecho Penal. Universidad de Talca/Profesor Asociado de


Derecho Penal.Universidad de Talca/Profesora de Derecho Penal. Universidad Católica del
Norte

Páginas: 571-587

Id. vLex: VLEX-69051323

Link: http://vlex.com/vid/causales-extinci-n-responsabilidad-69051323

Resumen

§ 1. Generalidades. § 2. Las causales de extinción de la responsabilidad penal en particular. A.


La muerte del responsable. B. El cumplimiento de la condena. C. Amnistía. D. Indulto. a. Indulto
y penas privativas de derechos. a.1. Requisitos para que el condenado indultado pueda
reingresar a la Administración, conforme al Estatuto Administrativo. E. El perdón del ofendido. a.
En delitos de acción privada. b. En delitos de acción pública (acuerdos reparatorios). F. El
perdón oficial. a. El principio de oportunidad. b. La suspensión condicional del procedimiento. c.
La suspensión de la imposición de la pena. G. La prescripción. a. La prescripción de la acción
penal. a.1. Tiempo de la prescripción. a.1.1. Forma de contar el tiempo. a.1.2. Momento en que
comienza a correr la prescripción en casos especiales. a.1.3. Suspensión e interrupción de la
prescripción. b. Prescripción de la pena. b.1. Tiempo de la prescripción. b.1.1. Forma de contar
el tiempo. b.1.2. Interrupción de la prescripción de la pena. c. Disposiciones comunes a ambas
clases de prescripción. d. La llamada media prescripción. Remisión.

Texto

Contenidos
§ 1. Generalidades
§ 2. Las causales de extinción de la responsabilidad penal en particular
A. La muerte del responsable
B. El cumplimiento de la condena
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C. Amnistía
D. Indulto
a. Indulto y penas privativas de derechos
E. El perdón del ofendido
a. En delitos de acción privada
b. En delitos de acción pública (acuerdos reparatorios)
F. El perdón oficial
a. El principio de oportunidad
b. La suspensión condicional del procedimiento
c. La suspensión de la imposición de la pena
G. La prescripción
a. La prescripción de la acción penal
b. Prescripción de la pena
c. Disposiciones comunes a ambas clases de prescripción
d. La llamada media prescripción. Remisión

Page 571

§1
Generalidades
En las anteriores partes de esta obra hemos visto cuáles son los requisitos que un hecho debe
cumplir para considerarse punible y las reglas a que se somete la determinación de la pena
correspondiente, o en otras palabras, cuáles son las condiciones y la medida de la
responsabilidad penal por el hecho realizado.

Sin embargo, una vez nacida dicha responsabilidad, es posible que la pretensión punitiva del
Estado decaiga –conforme disponen el art. 93 Cp y ciertas disposiciones del Cpp (2000)–,
porque se hace imposible de exigir (como en el caso de la muerte del imputado); se ha exigido
en forma (cumplimiento de la pena); la comunidad estima que ya no debiera exigirse para esa
clase de hechos o respecto de una persona en particular (amnistía e indulto); se concede a la
víctima del delito, al Ministerio Público o al Juez, la posibilidad de perdonar al autor (perdón del
ofendido, acuerdos reparatorios, principio de oportunidad, y suspensión condicional del
procedimiento o de la imposición de condena); o se entiende que el lapso transcurrido entre el
hecho realizado y la imposición de la condena vuelve a ésta inútil (prescripción de la acción
penal y de la pena). Estas son las llamadas causales de extinción de la responsabilidad penal.1

Page 572

Estas causales de extinción de la responsabilidad penal se encuentran enumeradas en el art. 93


Cp y en los arts. 170, 240, 242 y 398 Cpp (2000), y se diferencian de las eximentes del delito y
de las excusas legales absolutorias, en que mientras éstas excluyen el nacimiento de la
responsabilidad penal, por faltar las condiciones para considerar punible un determinado hecho,
las causales de extinción de la responsabilidad penal operan siempre después que ha sido
posible exigir esa responsabilidad, y son, por tanto, no sólo posteriores a la realización de un
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hecho que debe considerarse punible, “sino que de, ordinario, al proceso o a la condena”.2

§2
Las causales de extinción de la responsabilidad penal en
particular

A
La muerte del responsable
Conforme dispone el Nº 1º del art. 93, la responsabilidad penal se extingue “por la muerte del
responsable”, esto es, su muerte en sentido natural y absoluto. Por tanto, no alcanzan a extinguir
la responsabilidad penal la muerte presunta del CC ni la llamada muerte clínica, aceptada
únicamente para propósitos de transplante de órganos por la Ley 19.451.

Sin embargo, la obvia conclusión de la ley sólo alcanza a “las penas personales” (las no
pecuniarias), añadiendo que “respecto de las pecuniarias”, ellas se extinguen “sólo cuando a su
fallecimiento no hubiere recaído sentencia ejecutoria”, excepción de dudosa constitucionalidad
al contradecir el principio según el cual la responsabilidad penal ha de ser siempre personal y
no puede extenderse a terceros inocentes del delito, como en este caso serían los herederos del
responsable difunto.3

Page 573

B
El cumplimiento de la condena
Es la causal 2ª del art. 93, y a pesar de su igualmente obvia apariencia, se diferencia de la
anterior en que sólo es aplicable una vez que el responsable ha sido condenado judicialmente
por sentencia firme, que pueda, por tanto, cumplirse.

Por cumplimiento de la condena debe entenderse no sólo el pago completo y total de las penas
pecuniarias y el servicio del tiempo decretado respecto de las personales,4 sino también:

a) El cumplimiento de la pena a través del beneficio de la libertad condicional (DL 521);

b) El cumplimiento íntegro y no revocado de la pena sustitutiva de reclusión nocturna (art. 28 Ley


18.216);

c) El transcurso del lapso de tiempo fijado para el cumplimiento de las condiciones impuestas en
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las medidas de remisión condicional de la pena y libertad vigilada, sin que éstas hayan sido
revocadas (art. 28 Ley 18.216).

Sin embargo, el sólo cumplimiento de la pena no es suficiente para una reintegración plena del
condenado a la sociedad, pues la existencia del certificado de antecedentes personales, que da
cuenta de dicha condena aunque cumplida, la dificulta mucho. Con todo, el DL Nº 409 sobre
Regeneración y Reintegración del Penado a la Sociedad, permite que, cumplidas ciertas
condiciones, el penado pueda ser considerado como si nunca lo fue para “todos los efectos
legales y administrativos”, y especialmente en lo referente al otorgamiento del certificado de
antecedentes respectivo.

C
Amnistía
Conforme al Nº 3º del art. 93 Cp, la amnistía “extingue por completo la pena y todos sus efectos”.

La amnistía corresponde a la forma más amplia de ejercicio del derecho de gracia, el que la
comunidad se otorga a sí misma, a tra-Page 574vés de sus representantes en el Congreso
Nacional.4-A Se denomina propia cuando se dirige a hechos no enjuiciados todavía, impidiendo
la condena por los mismos,5 e impropia, cuando sólo afecta penas ya impuestas. En este caso,
se extiende a todas las impuestas, incluso las accesorias,6 pero no a la responsabilidad civil
derivada del delito y así declarada por sentencia firme.7

Como manifestación de la soberanía nacional, sólo puede ser ejercida por ley, en la forma y con
las limitaciones contempladas en la Constitución.

Aunque, lamentablemente, no se han incorporado a ésta las limitaciones provenientes del


fundamento político de las institución (“facilitar la pacificación de una comunidad cuya vida
hubiese atravesado un período de grave turbulencia política y social”),8 tanto directa como
indirectamente se incorporan a ella importantes límites: directamente se exige que toda ley de
amnistía se apruebe con el requisito de quórum calificado, el que se aumenta tratándose de
amnistías referidas a delitos terroristas (arts. 16, 60 y 61 CPR); e indirectamente, por aplicación
de lo dispuesto en el art. 5º inc. 2º CPR, que limita la soberanía de la nación en razón de los
tratados de derechos humanos vigentes; puede sostenerse que es contraria a la Constitución
una amnistía que abarque delitos atentatorios contra dichos derechos y que hayan sido
declarados no amnistiables por los tratados respecti-Page 575vos, lo que sucede
particularmente (aunque no de manera explícita), tratándose de los delitos de genocidio, torturas
y desaparición forzada de personas, hechos contemplados en las respectivas Convenciones de
Ginebra de 1948, de la ONU de 1984 (y OEA de 1998) y OEA de 1994. No obstante, esta
limitación se expresa en el texto del art. 250 inc. final Cpp (2000), que prohíbe sobreseer
definitivamente una causa cuando los delitos investigados, “conforme a los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”, “no puedan ser
amnistiados”.9

Una vez promulgada la ley de amnistía, ella se extiende a todos los hechos punibles a que hace
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Una vez promulgada la ley de amnistía, ella se extiende a todos los hechos punibles a que hace
referencia, realizados con anterioridad a su promulgación, durante el tiempo que en ella se
indica. Abarca, luego, tanto delitos consumados como frustrados y tentados, y las diferentes
formas de participación en ellos. La dificultad surge respecto a los delitos cuya consumación se
prolonga en el tiempo, con posterioridad a la promulgación de la ley de amnistía: puesto que una
amnistía preventiva es inadmisible (se trataría más bien de una derogación), habrá que concluir
que todo hecho punible que traspasa el tiempo de lo perdonado no goza de dicho perdón, y así
sucede con los delitos permanentes, y la parte no amnistiada de los continuados, habituales y
de emprendimiento.

D
Indulto
Como bien lo declara el Nº 4º del art. 93, es el indulto también una gracia, pero que se diferencia
de la amnistía por la menor amplitud de su alcance y sus efectos. Desde luego, sólo procede
respecto de personas condenadas por sentencia ejecutoriada y, como señala el numeral citado,
“sólo remite o conmuta la pena; pero no quita al favore-Page 576cido el carácter de condenado
para los efectos de la reincidencia o nuevo delinquimiento y demás que determinan las leyes”.

El indulto es general, cuando se dicta por ley de quórum calificado aplicable a todos quienes se
encuentren en sus supuestos; y particular, cuando se produce por decreto supremo del
Presidente de la República. En este último caso, la gracia se encuentra limitada por las normas
de la Ley Nº 18.050 y su Reglamento, que impiden en todo caso su otorgamiento a quienes
estuviesen condenados por un delito calificado de terrorista, según la Ley Nº 18.314.

Aunque es discutible el fundamento del ejercicio de esta gracia por el representante únicamente
del Poder Ejecutivo, lo cierto es que parece un buen remedio práctico “en tanto subsistan penas
perpetuas y otras dotadas de un rigor o una duración incompatibles con la sensibilidad
valorativa de nuestro tiempo”,10 y obligatorio –según el art. 4º de la Convención Americana de
Derechos Humanos–, en tanto permanezca en nuestro ordenamiento la pena de muerte.

a
Indulto y penas privativas de derechos
Los arts. 43 y 44 Cp regulan los efectos del indulto en relación a las inhabilitaciones. Según
estas disposiciones, el indultado es repuesto en el ejercicio de las profesiones titulares, y en la
capacidad para ejercer cargos públicos, pero no tiene el derecho a ser repuesto en los cargos,
empleos u oficios de que fue privado, lo que es coincidente con lo dispuesto en el art. 119 c) del
Estatuto Administrativo, que obliga a la destitución del funcionario “condenado por crimen o
simple delito”. Cuando la inhabilitación es pena accesoria, el indulto de la principal no la
comprende, a menos que se extienda expresamente a ella (art. 43).

En todo caso, el indulto particular nunca puede alcanzar la rehabilitación para el ejercicio de los
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derechos políticos derivados de la calidad de ciudadano, facultad privativa del Senado mediante
la acción constitucional respectiva (art. 17 inc. 2º CPR).

Por otra parte, se debe tener en cuenta lo dispuesto en el art. 1º del DL 409, DO 12.08.1932, que
establece el indulto de las penasPage 577 accesorias para quienes cumplan con los requisitos
que el art. 2º de dicho DL señala: muy buena conducta en prisión, conocer un arte u oficio,
conocer los contenidos de 4º año de educación básica, haber permanecido por dos años o cinco
en contacto con el Patronato de Reos, según si se trata o no de la primera condena, y no haber
vuelto a delinquir durante ese período. En este caso, el decreto supremo confidencial que en
mérito de lo dispuesto en el art. 1º de dicho DL considere al condenado “como si nunca hubiese
delinquido para todos los efectos legales y administrativos”. Además, el decreto supremo
dictado en virtud del art. 1º del DL 409 le servirá también al condenado de recomendación
suficiente del Presidente de la República al Senado para rehabilitar al indultado en su calidad
de ciudadano.11

a
1. Requisitos para que el condenado indultado pueda
reingresar a la Administración, conforme al Estatuto
Administrativo
El indultado, para poder reingresar a la Administración Pública necesita cumplir los requisitos
del art. 11 letras e) y f) y del art. 38 f) de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la
República. Estos son:

i) no haber sido condenado por crimen o simple delito (art. 11 f) Estatuto Administrativo);
conforme a lo dicho Supra Nº 1, este requisito ha de entenderse cumplido con la omisión de las
anotaciones prontuariales del condenado, obtenida mediante el decreto supremo a que hace
referencia el art. 1º del DL 409, de 1932, pues este requisito se verifica por comunicación del
Servicio de Registro Civil (art. 12 inc. 5º Estatuto Administrativo);

ii) haber transcurrido más de cinco años desde la destitución subsecuente a la condena por
crimen o simple delito (arts. 11 e) y 119 c) Estatuto Administrativo), y

Page 578

iii) estar en posesión de un decreto supremo de rehabilitación, conforme a lo dispuesto en el art.


38 f) de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República, organismo que mantiene el
registro general de personas incapacitadas para ingresar a la Administración. La rehabilitación
por decreto supremo es una facultad discrecional del Presidente de la República, tendiente a
acreditar la idoneidad moral del postulante a un cargo público, no susceptible de revisión por
autoridad alguna, según jurisprudencia constante del órgano contralor.12

E
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El perdón del ofendido

a
En delitos de acción privada
El perdón del ofendido, en la forma que lo recoge el Nº 5 del art. 93, sólo opera respecto de
penas impuestas, por delitos de acción privada, restándole aparentemente valor a una
declaración previa al proceso en ese sentido o durante el mismo.

De este modo, la ley pareciera prevenir un eventual derecho del querellado en esta clase de
delitos de obtener una sentencia absolutoria, tal como lo establecería el art. 401 Cpp (2000), al
permitirle rechazar el desistimiento del querellante. Sin embargo, esta disposición es, en todo
caso, irrelevante en la práctica, pues el art. 402 del mismo cuerpo legal deja entregada a la
voluntad del querellante la decisión de abandonar la acción penal, abandono que produce
exactamente el mismo efecto que el desistimiento: sobreseimiento definitivo, pero sin que el
querellado pueda oponerse.

En todo caso, el limitado número de delitos de acción privada deja a esta causal un también
limitado ámbito de aplicación práctica: delitos de acción privada son, según el art. Cpp (2000),
únicamente los delitos y faltas de injurias, la calumnia, la provocación al duelo y la denostación
pública por no haberlo aceptado, y la celebración por menores de un matrimonio sin el
consentimiento de sus representantes legales.

Page 579

b
En delitos de acción pública (acuerdos reparatorios)
Conforme dispone el art. 241 Cpp (2000), tratándose de los delitos de acción pública que allí se
señalan (y habría que pensar también en los de acción pública previa instancia particular, si
corresponde), el Juez de Garantía debe aprobar un acuerdo reparatorio celebrado entre la
víctima y el imputado, siempre que se haya convenido libremente entre ellos y con pleno
conocimiento de sus derechos. En este caso, “se extinguirá, total o parcialmente, la
responsabilidad penal del imputado que lo hubiera celebrado” (art. 242 Cpp (2000)).

Los delitos a los cuales puede referirse un acuerdo reparatorio son aquellos “que afectaren
bienes jurídicos disponibles de carácter patrimonial, consistieren en lesiones menos graves o
constituyeren delitos culposos”. Salvo los casos mencionados en el art. 489 del Cp, en que la
ley concede una excusa legal a los parientes por hechos que no parecen ir más allá de lo
estrictamente patrimonial (hurtos, defraudaciones o daños), es discutible lo que haya de
entenderse por delitos que afecten “bienes jurídicos disponibles de carácter patrimonial”, lo que,
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seguramente, irá asentándose en la práctica de los nuevos tribunales de garantía.13

Además, excepcionalmente, la ley permite al Juez rechazar un acuerdo reparatorio cuando


exista un “interés público prevalente en la persecución penal”, fórmula amplia y carente de
contenido, si se piensa que a todo delito de acción pública, precisamente se le da ese carácter
por el interés público en su persecución, con independencia de la voluntad del ofendido.14

Page 580

F
El perdón oficial

a
El principio de oportunidad
Conforme dispone el art. 170 Cpp (2000), transcurridos los plazos que allí se establecen y sin
que el Juez de Garantía o el Fiscal Regional, en su caso, revoquen la decisión del Fiscal del
Ministerio Público correspondiente, el ejercicio del principio de oportunidad extingue la “acción
penal” respecto del hecho de que se trate.15

Las limitaciones que impone la ley para el ejercicio de esta especie de perdón oficial son las
siguientes:

a) La pena del delito debe contemplar en su marco inferior una igual o inferior a presidio o
reclusión menor en su grado mínimo;

b) No puede tratarse de un delito cometido por un funcionario público en ejercicio de sus


funciones (§ 4 Tít. III y Tít. IV L. II Cp);

c) No debe “comprometer gravemente el interés público”. Nuevamente ha dejado aquí el


legislador abierta la puerta a una disputa doctrinal y a decisiones jurisprudenciales
contradictorias sobre qué ha de entenderse por comprometer gravemente el interés público.16

b
La suspensión condicional del procedimiento
La suspensión condicional del procedimiento consiste en un acuerdo entre el Fiscal del
Ministerio Público y el imputado, aprobado por el Juez de Garantía, en los casos que la ley lo
señala, y conforme al cual el Juez debe imponer al suspenso alguna de las condiciones que la
propia ley le indica, por un plazo no inferior a un año ni superior a tres. Según dispone el art. 240
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propia ley le indica, por un plazo no inferior a un año ni superior a tres. Según dispone el art. 240
Cpp (2000), transcurrido el plazo por el cual se suspendió condicionalmente el procedimiento,
sin que éste hubiere sido revocado, se extin-Page 581gue la responsabilidad penal, debiendo
decretarse el sobreseimiento definitivo.

Los casos en los cuales procede son aquellos en que la pena probable a imponer por el delito
investigado, considerando circunstancias atenuantes y agravantes concurrentes, sea inferior a 3
años de presidio o reclusión, y siempre que el suspenso no haya sido condenado con
anterioridad por otro crimen o simple delito (art. 237 Cpp (2000)). Las condiciones que se
pueden imponer al suspenso son las mismas que se fijan para el que se encuentra en remisión
condicional de la pena y, por ello, si se toman en cuenta sus requisitos, parece la suspensión
condicional del procedimiento un adelantamiento sin condena de dicha medida alternativa al
cumplimiento de las penas privativas de libertad.17

c
La suspensión de la imposición de la pena
Este último mecanismo de perdón oficial, se encuentra entregado exclusivamente al resorte del
Juez de Garantía, en supuestos de condena por delitos respecto a los cuales el Fiscal del
Ministerio Público solicita una pena inferior a 541 días de presidio o reclusión y cuyo
juzgamiento se hace conforme al procedimiento simplificado de los arts. 388 y sigts. Cpp
(2000).17-A

Consiste, según el art. 398 de dicho cuerpo legal, en dictar una sentencia condenatoria, pero
suspendiendo la imposición de la pena y todos sus efectos durante seis meses, si “concurrieren
antecedentes favorables que no hicieren aconsejable la imposición de la pena al imputado”.
Transcurrido el plazo de seis meses sin que el condenado hubiese sido requerido por otro
delito, “el tribunal dejará sin efecto la sentencia, y en su reemplazo, dictará el sobreseimiento
definitivo de la causa”. Se extingue de este modo la responsabilidad penal, pero, como en la
mayor parte de las instituciones procesales antes vistas, subsiste la civil.

Page 582

Nuevamente la ley ha entregado al desarrollo jurisprudencial la determinación de la clase de


antecedentes requeridos para disponer esta suspensión, pero parece ser, por el tenor de la
disposición, que ellos se refieren únicamente a consideraciones preventivas especiales, dando
entrada, otra vez, a criterios peligrosistas para decidir la imposición o no de una pena.18

G
La prescripción
Los números 6º y 7º del art. 93 establecen la prescripción como causal de extinción de acción
penal y de la pena, que consiste en la cesación de la pretensión punitiva del Estado por el
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transcurso del tiempo, sin que el delito haya sido perseguido o sin que pudiese ejecutarse la
condena, respectivamente, siempre que durante ese lapso no se cometa por el responsable un
nuevo crimen o simple delito.

Aunque la doctrina mayoritaria comparte la idea de que el fundamento de esta institución radica
en el principio de la seguridad jurídica,19 similar acuerdo no existe en cuanto a su naturaleza y
alcance.

En efecto, mientras al fuego de la discusión acerca de su carácter penal o puramente procesal


penal –que tendría efectos en su apreciación con o sin efecto retroactivo–20 parece agregar
combustible el nuevo Cpp (2000) –que contiene una regulación acerca de la prescripción antes
desconocida en el ordenamiento procesal (arts. 233, letra a); 248, inc. final y 250, inc. final)–,
este mismo cuerpo normativo lo apaga definitivamente, al menos en lo que toca a sus efectos
prácticos, al establecer que, en todo caso, las leyes pro-Page 583cesales tampoco tienen efecto
retroactivo, salvo que sean más favorables al reo (art. 11).

Por lo que respecta a su alcance, la doctrina que hacía prescriptibles toda clase de delitos, debe
reducirse hoy en día únicamente a los delitos comunes, pues conforme dispone el art. 250 inc.
final Cpp (2000), no se puede sobreseer definitivamente una causa cuando los delitos
investigados “sean imprescriptibles”, “conforme a los tratados internacionales ratificados por
Chile y que se encuentren vigentes”. Estos delitos, que corresponden generalmente a los de
lesa humanidad (crímenes de guerra, genocidio, torturas, etc.), también comparten el carácter de
no ser amnistiables, como acabamos de ver.21

a
La prescripción de la acción penal

a
1. Tiempo de la prescripción
Conforme al art. 94 Cp, la acción penal prescribe:

– Respecto de los crímenes a que la ley impone pena de presidio, reclusión o relegación
perpetuos, en quince años.

– Respecto de los demás crímenes, en diez años.

– Respecto de los simples delitos, en cinco años.

– Respecto de las faltas, en seis meses.

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a
1.1. Forma de contar el tiempo
Según el citado art. 94, cuando la pena señalada al delito sea compuesta, se estará a la
privativa de libertad, para la aplicación de las reglas comprendidas en los tres primeros acápites
de este artículo; si no se impusieren penas privativas de libertad, se estará a la mayor.

El tiempo se cuenta desde el momento de la comisión del delito, pero si el delincuente se


ausenta del territorio nacional, el tiempo de la prescripción se duplica durante el lapso de su
ausencia (se cuenta un solo día por cada dos de ausencia, art. 100).

Page 584

a
1.2. Momento en que comienza a correr la prescripción en
casos especiales
La ley sólo señala que la prescripción correrá desde el momento de la ejecución del delito, que
normalmente coincide con el de su consumación.

Cuando el delito queda en grado de tentativa o frustración, la prescripción correrá desde el


momento en que cese la actividad del delincuente. Esta prescripción corre para todos los
partícipes por igual, incluyendo el autor mediato, salvo para el encubridor, cuya actuación
posterior al delito fija para él solo el momento en que comienza a correr su prescripción.

Para los casos en que el delito sea permanente, la prescripción empieza a correr sólo desde el
término del estado antijurídico;22 lo mismo que si se trata de un delito habitual, donde la
prescripción corre desde el último acto independientemente punible. Pero tratándose de delitos
continuados o de emprendimiento, puesto que su reunión en una sola figura delictiva resulta de
una ficción doctrinal o legal que beneficia al reo, debe considerarse la prescripción de cada
delito que los constituyen por separado. En cambio, en los delitos instantáneos de efectos
permanentes, no ha de considerarse la duración del efecto cuya modificación o alteración no
depende del autor, sino sólo ha de estarse al momento en que se realizó el delito.

a
1.3. Suspensión e interrupción de la prescripción
Conforme al art. 96 Cp, la prescripción de la acción penal se suspende “desde que el
procedimiento se dirige contra él; pero si se paraliza su prosecución por tres años o se termina
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sin condenarle, continúa la prescripción como si no se hubiere interrumpido”.

Por su parte, el art. 233 letra a) Cpp (2000) especifica esta idea, señalando que la formalización
de la investigación “suspenderá el curso de la prescripción”. Lamentablemente, el nuevo cuerpo
procedimiental no corrigió el evidente error del punitivo, y al regular los efectos de la decisión
del Ministerio Público en orden a no perseverar en la investigación, reitera en su art. 248 la
impropiedad de declarar que, en tal caso (que se corresponde al de la paralización del
procedimiento, pero con efecto inmediato, esto es, sin espe-Page 585rar los tres años del
sistema procesal antiguo), “la prescripción de la acción penal continúa corriendo como si nunca
se hubiese interrumpido”, cuando, en verdad, debiera decir “como si nunca se hubiese
suspendido”.

En definitiva, cuando se suspende la prescripción, por iniciarse formalmente la persecución


penal del que aparece como responsable del delito, éste puede recuperar el tiempo en que
dicha prescripción se suspendió, si el Ministerio Público, después de cerrada su investigación,
decide no perseverar en la acción penal.

En cambio, cuando la prescripción se interrumpe, el tiempo ganado hasta ese momento se


pierde irremisiblemente, volviéndose a contar a partir del hecho que la interrumpió que, según el
art. 96 Cp, sólo es la comisión de un crimen o simple delito.23

b
Prescripción de la pena

b
1. Tiempo de la prescripción
Mientras la medida del tiempo de prescripción de la acción penal ha de hacerse con relación a
la pena señalada en abstracto por la ley al delito, tratándose de la prescripción de la pena, ésta
se refiere únicamente a las “impuestas por sentencia ejecutoria”, y prescriben, según su art. 97:

“La de presidio, reclusión y relegación perpetuos, en quince años.

Las demás penas de crímenes, en diez años.

Las penas de simples delitos, en cinco años.

Las de faltas, en seis meses.”

La forma mecánica en que la ley ha reiterado el tiempo de la prescripción de la acción penal en


la de las penas impuestas, puede llevar a la absurda situación de que una pena impuesta a un
partícipe del delito pueda prescribir antes que la acción penal con relación a otro; y viceversa:
que la acción penal prescriba antes que el cumplimiento efectivo de una pena impuesta (la
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llamada pena del torpe).24

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b
1.1. Forma de contar el tiempo
El tiempo de la prescripción comenzará a correr desde la fecha de la sentencia de término o
desde el quebrantamiento de la condena, si hubiere ésta principiado a cumplirse, declara el
art. 98 Cp.

Por lo mismo, no se presentan en este caso problemas especiales con relación a la naturaleza
del delito cometido, sino sólo respecto de cuándo una sentencia es de término, cuestión
suficientemente resuelta entre nosotros: es “la que no admite recurso legal capaz de revocarla o
modificarla”, con independencia de su notificación.25

Tratándose de un quebrantamiento de condena, la fecha se cuenta desde el día en que éste se


produce, pero para determinar el tiempo de la prescripción se ha de descontar de la condena
impuesta el tiempo servido antes del quebrantamiento.

En todo caso, también se aplica aquí el aumento del tiempo en caso de ausencia del país del
condenado.

b
1.2. Interrupción de la prescripción de la pena
Por su propia naturaleza, la prescripción de la pena sólo se interrumpe, por la misma razón que
lo hace la de la acción penal, esto es, “cuando el condenado, durante ella, cometiere
nuevamente crimen o simple delito, sin perjuicio de que comience a correr otra vez” (art. 99 Cp).

c
Disposiciones comunes a ambas clases de prescripción
Como señalan los arts. 101 y 102 Cp, tanto la prescripción de la acción penal como la de la
pena corren a favor y en contra de toda clase de personas, y será declarada de oficio por el
tribunal aun cuando el reo no la alegue, con tal que se halle presente en el juicio.

En cuanto a las inhabilidades legales provenientes de crimen o simple delito, el art. 105 Cp
señala que ellas sólo durarán el tiempo requerido para prescribir la pena, computado de la
manera que se dispone en los artículos 98, 99 y 100, con excepción de las inhabilidades para el
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ejercicio de los derechos políticos.

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La llamada media prescripción. Remisión
Al igual que con la prescripción de la reincidencia, este problema no tiene que ver con la
extinción de la responsabilidad penal, sino con el efecto de ciertas circunstancias agravantes,
que hemos visto con anterioridad.26

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[1] Sobre las discusiones acerca de la denominación, clasificación, naturaleza y diferencia con
otras instituciones, cfr. GUZMÁN DÁLBORA, José Luis, “Comentario a los arts. 93 ss. Cp”, en
Texto y Comentario, 434 ss., donde se encontrará, además, un detallado estudio de las causales
de extinción comprendidas en el art. 93 Cp. Bajo el título “otros modos de extinción”, reúne
VARGAS V., Juan Enrique, La extinción de la responsabilidad penal, 2ª ed., Santiago, 1994, pp.
205-217, los siguientes: “el pago del capital, intereses y costas en el giro doloso de cheques”, “la
oblación voluntaria”, “la rehabilitación” y “el perdón judicial” instituciones que no tienen ante
nuestra legislación el alcance que les daba VARGAS, salvo lo que se dirá más adelante acerca
del “perdón judicial”.

[2] LABATUT / ZENTENO I, 296.

[3] Parece más o menos evidente que cuando el art. 19 Nº 3 CPR asegura a todas las personas
que “ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que sanciona esté expresamente
descrita en ella”, se refiere a las conductas propias, y no de terceros, por causantes civiles que
sean. Véanse además las acertadas críticas de la doctrina nacional a esta disposición –que
asimila la responsabilidad penal a la civil, desde luego transmisible a los herederos– en
GUZMÁN DÁLBORA, Comentario, 442 s.

[4] Y aquí ha de tomarse en cuenta tanto el tiempo efectivamente impuesto en la sentencia,


como las reducciones o conmutaciones de penas que se impongan con posterioridad por
indultos generales o particulares, o las que resulten de aplicar lo dispuesto en la Ley Nº 19.856.

[4-A] Un listado de las amnistías dictadas desde la Independencia hasta el año 1990, puede
verse en ORTIZ DE FILIPPI, Hugo, De la extinción de la responsabilidad penal, Santiago, 1990,
pp. 121-137.

[5] La discusión acerca de los efectos procesales de la amnistía puede verse en GUZMÁN
DÁLBORA, Comentario, 448 s.

[6] Lo que, según la doctrina dominante, haría innecesario el decreto de rehabilitación del
Senado para el ejercicio de los derechos ciudadanos (cfr. GUZMÁN DÁLBORA, Comentario,
450).
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[7] SCS 7.12.1966, en RDJ t. LXIII, p. 359.

[8] GUZMÁN DÁLBORA, Comentario, 445. De lo que concluye el autor, con razón, que no son
políticamente admisibles aquellas normas destinadas a precaver la sanción penal de quienes
dan inicio a dichas turbulencias, como las decretadas por Hitler en la Ordenanza de 31 de marzo
de 1933, respecto a todos los actos delictivos perpetrados “en la lucha por la instauración del
nacionalsocialismo”, o en nuestro criollo Decreto Ley Nº 2.191 de 19.4.1978, para beneficiar a
“todos las personas que en calidad de autores, cómplices o encubridores, hayan incurrido en
hechos delictuosos, durante la vigencia de la situación de Estado de Sitio, comprendida entre el
11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978, siempre que no se encuentren actualmente
sometidos a proceso o condenados”.

[9] En todo caso, para los delitos cuya persecución se somete al Cpp (1906), esta limitación ya
ha sido jurisprudencialmente reconocida entre nosotros, aunque fundamentándola todavía
exclusivamente en el derecho internacional, por los fallos de la Corte Suprema de 11.3.1998 y
9.9.1998 (en GJ Nº 213, p. 155 y Nº 219, p. 122, respectivamente). La evolución de nuestra
jurisprudencia al respecto se encuentra reseñada en GUZMÁN DÁLBORA, Comentario, 451 ss.
Criticando un fallo anterior a los reseñados, en que se aplicaba la amnistía a un supuesto
contrario al derecho de guerra de la Convención de Ginebra, puede verse el texto de ZÚÑIGA
U., Francisco, “Amnistía ante la jurisprudencia (derechos humanos como límite al ejercicio de la
soberanía)”, en Ius et Praxis, año 2, Nº 2 (1997), pp. 167-214.

[10] GUZMÁN DÁLBORA, Comentario, 453.

[11] A este respecto, y con relación a similares efectos que se disponen para el cumplimiento de
las medidas alternativas a las penas privativas de libertad, la Contraloría ha señalado que la
omisión de antecedentes prontuariales “alcanza a las penas accesorias de inhabilitación
absoluta o temporal para cargos u oficios públicos a que se refieren los arts. 27, 28 y 29 del
Código Penal” (Dictamen 31.609 de 1990; Cfr. PANTOJA BAUZÁ, R., op. cit., p. 118).

[12] Dictámenes 68.693 de 1969, 254 y 30.081 de 1990 y 2.444 de 1993, entre otros. Cfr.
PANTOJA BAUZÁ, R., op. cit., pp. 110 y sigts.

[13] Cfr. algunos comentarios al respecto en MATUS, J. P., “La justicia penal consensuada en el
nuevo Proceso Penal”, en Rev. Crea Nº1 (1999). Por su parte, el Fiscal Nacional ha dictado un
Instructivo (Nº 34), en que se detallan los supuestos en los cuales dicha autoridad estima deben
favorecerse o no los acuerdos reparatorios.

[14] Es más, lo que se considera de pleno derecho como dicho interés (que “el imputado hubiera
incurrido reiteradamente en hechos como los que se investigaren en el caso particular”) no tiene
relación con la naturaleza del delito investigado, sino con una curiosa y rocambolesca
reintroducción de la peligrosidad como criterio de decisión en materias penales, aunque el
hecho no sea grave y aunque con ello el ofendido pierda la oportunidad de una efectiva
reparación del mal causado, a quien poco le podría importar la vida anterior de quien sólo le ha
causado un cuasidelito de lesiones, por poner un ejemplo. En todo caso, el Fiscal Nacional del
Ministerio Público ha establecido, en el Instructivo Nº 34 citado en la nota anterior, los supuestos
en que el interés público es relevante para dicha institución.

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[15] Aunque la mención a la acción penal y no a la responsabilidad penal podría ofrecer dudas
en cuanto a su efecto, lo cierto es que ello no es así: extinguida la acción penal, se extingue
consecuentemente la responsabilidad de ese carácter. Lo único que impone el art. 170 es, por
tanto, la transformación del ilícito penal en un mero ilícito civil, dejando subsistente las acciones
de ese carácter, que naturalmente se regirán por las disposiciones generales de la
responsabilidad civil.

[16] El Instructivo Nº 35 del Fiscal Nacional establece los casos en que los Fiscales del
Ministerio Público podrán ejercer esta facultad.

[17] Al respecto, también se ha dictado un Instructivo General (el Nº 36) del Fiscal Nacional,
pero mucho menos detallado que los anteriormente citados.

[17-A] Cfr., con detalles, sobre su historia legislativa y requisitos de aplicación, SÁEZ M., Jorge,
“La suspensión de la imposición de la pena”, en Rev. Procesal Penal Nº 14 (2003), pp. 11-22.

[18] Las discusiones que se suscitaron en torno a la aplicación estricta de este precepto en los
delitos relativos al manejo en estado de ebriedad, que provocaban la irrisoria situación de
resultar más grave ese hecho que la simple falta gubernativa de manejo bajo la influencia del
alcohol (en el caso del delito no se purgaba pena, ni se pagaba multa ni se suspendía el
derecho a conducir por tiempo alguno), llevaron a la modificación legal del art. 121 de la Ley de
Alcoholes, hoy 196-E Ley de Tránsito, que ahora dispone la suspensión del carnet como medida
gubernativa, aplicable por el Juez de Garantía, aun cuando se suspenda el cumplimiento de la
pena corporal o pecuniaria que corresponda, en conformidad a este art. 398 Cpp (2000).

[19] Cfr. CURY II, 35 ss.

[20] Véase los detalles de la misma en GUZMÁN DÁLBORA, op. cit., p. 462; y en YUSSEF S.,
Gonzalo, La prescripción penal, 2ª ed., Santiago, 1995, pp. 45-52.

[21] Todavía sosteniendo la prescriptibilidad de estos delitos, puede verse al citado GUZMÁN
DÁLBORA, op. cit., p. 464. Una distinción entre prescripción de la pena y del delito, para admitir
únicamente esta última, propone VÁSQUEZ, Guillermo, La prescripción, Santiago, 1995, p. 211.

[22] SCS 9.9.1998, en GJ 219:122.

[23] La comisión de faltas, por tanto, no interrumpe la prescripción, cfr. YUSSEF, op. cit., p. 86.

[24] Ver, con detalles, GUZMÁN DÁLBORA, op. cit., p. 477 s.

[25] DEL RÍO, op. cit., p. 385.

[26] Cfr. Cap. 18, § 3, B, a.3.

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