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El carisma es un don que proviene de Dios y es dado a la Iglesia para el mundo. Puesto
que a veces el don se refiere a una Orden Religiosa, se dice que tal don ha sido dado por
Dios a un individuo o a un grupo, para una nueva familia religiosa en la Iglesia. Este
regalo se transmite por los siglos y se enriquece por cuantos son llamados a vivirlo. El
carisma de cada familia religiosa es el modo particular con el cual sus miembros son
llamados a seguir a Cristo. Ya que todos los cristianos siguen a Cristo, los carismas
tienen muchos elementos comunes, pero el modo con el que se presentan más relevante
da a cada grupo religioso su impronta particular. La Iglesia ha invitado a todas las
familias religiosas a redescubrir el propio carisma originario y de hacerlo vivo en
cualquier cultura y en cualquier tiempo.
El carisma de la Orden del Carmen es el regalo de Dios dado a los primeros ermitaños
reunidos junto a la fuente del Profeta Elías en el Monte Carmelo, al final del siglo XIII.
La Orden del Carmen no conoce un fundador, pero ha nacido del deseo de aquellos
primeros eremitas de vivir en obsequio de Jesucristo con corazón puro y recta
conciencia. Ellos pidieron a San Alberto, Patriarca de Jerusalén, que les escribiera para
ellos una fórmula de vida (c. 1206 - 1214) en conformidad con su ideal.
La Regla de San Alberto y la experiencia vivida por los Carmelitas, mientras han
buscado ser coherentes con ella en varias ocasiones, ha dado una forma definitiva al
carisma. Podemos decir que el carisma carmelita se compone de varios elementos. El
primero, y el más importante, es el seguimiento de Cristo con dedicación total. Los
Carmelitas alcanzan este ideal con la formación de comunidades contemplativas al
servicio del pueblo de Dios en medio del cual viven. Por tanto, para todos los
Carmelitas la fraternidad, el servicio y la contemplación son los valores esenciales de
sus vidas.
La Fraternidad
Los Carmelitas tratan de formar comunidades donde cada uno se sienta aceptado y
valorizado no por lo que pudiera ser, sino simplemente por lo que es. Este tipo de
comunidad es en sí mismo un testimonio de que el amor de Cristo puede romper las
barreras construídas por los hombres y permitir a personas de varias nacionalidades y
culturas el vivir juntos en la paz y en la armonía. Los Carmelitas son también
conscientes de formar una fraternidad internacional, presente en diversos países del
mundo.
El servicio
La Contemplación
Dado que el carisma se da para provecho del mundo entero, para los Carmelitas la
oración y la contemplación no son cuestiones privadas entre el hombre y Dios, sino
dones que se deben compartir con el mundo. Por este motivo en la Orden existe una
cierta propensión por el ministerio de la oración y de la dirección espiritual. El
Carmelita es consciente de que la transformación del corazón humano por parte de Dios
puede estar escondida a los ojos de los hombres, pero el resultado final es muy
importante para nuestro mundo. El camino de la oración es misterioso y va más allá de
la razón humana. La oración nos introduce en el Misterio Ultimo.