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Infancia es destino

Ramírez S. (2003). Infancia es destino. En Infancia es destino (pp.11-20). México:


Siglo XXI

Espacio de
Formación
Multimodal
INFANCIA ES DESTINO

Desde sus prime1·as publicaciones, Freud enfatizó la


importancia de las experiencias previas en el deter-
mini.s1no de las neurosis; señaló que vivencias preña-
das de afecto, eran capaces de actt1alizarse y teftirse
con matices calcados ele la l1istoria i11dividual; 1 en
virtucl de la toma ele conciencia de este hecho ta11
significativo, la rect1peración lle recuerdos se trans-
formé) en un motivo principal y central er1 los primeros
años de la ltlstoria del psicoanálisis; sigue siendo un
pilote básico y u11 hl1en í11dice del progreso y marcl1a
del 11·atamiento psicoa11alítico. En este tema todo el
edificio 1netodológico del psicoanálisis J1a sido conse-
cuente con lo apt1ntado clesde sus comienzos. En otras
áreas ha l1abido cambios, i·ectificacio11es, dive1·gencias
de enfoque, etcéte1·a; el edificio ha sido inconmovi-
ble en la importáncia que se cla al i·ecuerdo en el
dete1·minismo de la psicopatología actual.
En el afio de 1914, se sintetizan gran parte de las
observaciones al respecto en un trabajo de extraor-
dinario valor en el curso del pensamiento de Freud.
Efectivamente en Rect1er-do, repetirít)11 y elabora-
ción,2 apunta ideas que mucl1os años después se siguen
manejando y estructurando de1111·0 de nuevos marcos,
ángulos y particularidades. De este artículo voy a
extrae1· algunas ideas para dar al lector una imagen
de su in1portancia.
Los años infantiles se l1an olvidado; a pesar de ello
nos quedan. como en las ciudades perdidas, restos
que 11os sirven para reconstruir su arquitectura. Los
recuerdos encubridores son una representación con-
densada, sintética y a menudo simbólica de los años
[11]
12 EL UNIVF.JlSO FAMILIAR

infantiles olvidados. Hace tiempo, siguiendo las ideas


de Freud, vengo señalando el valor de estos recuer-
dos, no por la importancia que en lo particular y
circunstancial puedan tener, sino porque son preci·
pitados de experiencias ulteriormente condensadas
en un recuerdo único y concreto. La experiencia
concreta carece de importancia por sí, pero está plena
<le ella en tanto que es sig11ificativa, expresiva y
demostradora, no de lo individual concreto, sino de
lo global genérico. Una experiencia aisJada no m<r
tiva conducta ulterior normal o patológica, de la
misma manera que una golondrina no hace verano;
sin emba1·go, la golondrina puede ser usada simbó-
licamente para connotar una característica migrato·
1·ia de las aves.
Freud señala que el analizado no recuerda nada
de lo olvidado o reprimido, sino que lo vive de
nuevo. No lo reproduce como recuerdo sino como
acto. Siguiendo las ideas apuntadas puedo decir que
los recuerdos encubriclores y los hechos actuales son
importantes y significativos cuando se corresponden
entre sí. U no y otro se darán validación recf proca.
No se tarda en advertir que la última experiencia
de la persona en terapia, la terapia misma, está so-
metida a las leyes apuntadas. La transferencia no es
por sí misma, sino una repetición del pasado olvida-
do. En virtud de lo anterior, la enfermedad del ana-
lizado se debe tratar tanto como un hecho histórico,
cuanto como una potencia actual.
En línea con lo que tratamos, Menninger a seiiala:
''defino insight, como el reconocimiento por parte
(}el paciente de: 1] qt1e este o aquel aspecto de sus
sentimientos y actitudes, esta o aquella técnica de
comportamiento, este o aquel papel que le asigna
a las demás personas pertenece a una pauta; 2] esta
pauta, como la huella de un oso que ha perdido al-
gunos dedos en la trampa, se originó hace mucho
INFANCIA ES DESTINO

tiempo y se estampa en cada paso del viaje de su


vida; que está presente en sus situaciones de realidad
contemporánea y que también lo está en sus relaci~
nes analíticas; S] que esta pauta se originó por una
razón que fue válida entonces y que ha persistido
a pesar de los cambios de algtanas ele las circunstan-
cias que la determinaron; 4] que esta pauta contiene
elementos que son ofensi\'OS y perj u<liciales para otros
y también que so11 costosos y molestos para el
paciente'·.
Lowenstein' expresa: ''aunque a veces errónea-
mente se piense que el interés del análisis se enfoca
en el pasado, el hecho es que se ocupa también de las
interrelaciones entre el pasado y el presente. El papel
primordial que el análisis de la transferencia desem-
peña en la técnica psicoanalítica se basa en esta espe-
cial intercomunicación que encontramos entre el pa-
sado y el presente de la vida l1t1mana''.
Kardiner 5 al referirse a la lección que nos ha brin-
dado la psicodinámica. señala: ''los tipos ele reacción
más comunes, no representan idiosincrasias y por lo
tanto no pueden atribuirse a diferencias genéticas,
sino a las diferencias del proc:eso integrativo o de
construcción que caracteriza a la personalidad huma-
na; estos tipos están determinados por variaciones
en las características específicas de los padres, por los
usos y las costu1nbres y por las condiciones a las que
el individuo debe adaptarse desde el nacimie11to l1asta
la edad adulta''.
En otra ocasión he señalado6 que ''uno de 1os ha-
llazgos sobresalientes de la psicología contemporánea
es la postulación de unos cuar1tos enunciados básicos:
l. La conducta se encuentra motivada, consciente o
• •
1nconsc1entemen te.
2. Los motivos generadores de conducta son funda-
mentalmente infantiles y se encuentran anclados en el
pasado.
S. En el curso de la vida infantil se estructuran
14 D.. UNIVERSO F.,~llLIA.R

n1oclelos, los cuales constit11yen fó1mulas transactivas,


¡1a1·tict1la1·1nente f u11cionales en st1 época, operativas
v
, .
eco11un11cas.
" 4.. F:n el c11rso de la C\'olución se estructuran sis-
temas clefensivos que con frecuencia tratan de encu-
brir el moclelo fundamental, el cual, sin en1bargo,
eme1·ge1·á ante cualquier sitl1ación de peligro que pon-
ga en n1ovimiento el modelo más estable y primitivo''.
De la n1isma 1nanera qlte t1n sujeto elige tinos cuan-
tos recuerclos J>ara poner encima de ellos toda la
te1náticét de stt l1istoria infantil, asimismo solamente
elegir·á algtanos fragmentos de la realidad actt1al, mos-
tranclo una in~ttención selectiva. para todo aqttello
que no le permita la repetición sistemática. econó-
111ica y aútomática de Sll modelo. Ejemplifiquemos:
t111 st1jeto rect1erda t1n episodio, en él ve a su padre
violento e iracundo señalándole que debe ser limpio.
El ntodelo con el cttal el sujeto manej6 la emergen-
cia ante el paclre autoritario, fue la de someterse
sumisa1nente y evadir sus reacciones de protesta y
l1ostiliclad. Este mismo sujeto, al que por otra parte
le unían para con su padre sentimientos tiernos y de
dependencia positiva, va a elegir aquellas personas
que le pe1·mitan repetir la pauta aprendida: de las
111 úl ti ples caracterfsticas de los seres con los cuales
entre en contacto, solamente elegirá aquellas que le
permitan repetir el modelo. Todas las que se le opon-
gan serán omitidas o simplemente no las percibirá.
Esto es lo que quiero decir cuando señalo que el sujeto
tan sólo ha aprehendido un fragmento de la reali-
clad. podría decir un precipitado de la misma. que Je
es afín, sintónica y significativa.
En ocasiones el manejo de las situaciones infantiles
le permite al sujeto repetir su pauta o modelo, no
simplemente a manera de calca sino encubriéndola
y revistiénclola en una forma por lo demás particular.
Por ejemplo, el negro en los Estados Unidos en for-
111a sistemática sufre una profunda lesión en su auto·
INFANCIA ES DESTINO 15

estima; es victima, tanto de parte del blanco como


de su propio g1·t1po (en la 1ne<lida en qt1e Slt gru¡>o
se somete a la mo1·al <lel blanco), tle t111a se1·ie de
este1·eotipos: ''st1cio, apestoso, inap1·opiado, etcé1e1·a''.
Estos estereotipos menoscaba11tes de la atttoestima
tienen a poco plazo un efecto ¡>artict1la1·, a saber la
compulsión al baño, al vesticlo oste11toso y lla1na-
tivo. etcétera. Tales fo1·111as de conducta son resulta-
do 1·eactivo a ap1·e<:iacio11es que la ct1ltt11·a }' el am-
bie11te tuvo pa1·a co11 las 11ecesiclacles del niño 11egro.
Quiero l1acer ttso ele algt111os casos tomatlos al azar
para hacer ilustrativa la co1nt111icació11 qlte expo11go.
A. P. es tan stajeto ele treinta é11ios. hijo de tina
familia destruida poi· el alcoholismo del pad1·e; ta11
sólo vivió en compañía de la madre. i::Ila t1Mabajaba
duramente para obtener lo 11ecesario ¡t la S\1bsistencÍ(l.
Cuando salía a trabajar lo dejaba e11 casa, amar1·ado
en la cama. Rect1er<.la que ante la at1se11cia de s11
madre, objeto anl1elacJo y ttecesitado, ent¡>ezaba a
llora1·. Al poco tiempo de l1acerlo y a11te el ft·acaso
propositivo de stt llanto, el grito se empezaba a
hacer n1ás i·ítmico, adquiriendo las ca1·acterísticas y la
tonalidad n1elóclica del ar1·ullo, paulati11ame11te las
lágritnas ce·s aban y una <le ellas se que<.laba adherida
a su párpa<.lo..Jt1guetea11llo con lcl lág1·i111a y los <le-
dos, el pacie11te empieza a hace1· <1ue la luz. al refle-
ja1·se e11 la esfe1·a ct·istalina de st.l llanto, t1·a11sfor1ne
y dé Jlolicron1ia a los objetos de al1·elledor. l ..a i111a-
gen visual log1·ada, al unirse con el ca1nbio lle 1no-
dulaci<>n de la voz, de ¡>1·onto J1ace11 que el niño se
tra11quilice. La voz ¡Joco ¿1 poco cleja lle se1· la s11ya
y, al ser percibida como de sí mis1110, sus tonalidades
se mimetiza11 con el canto que l111biera <leseatlo que la
madre ttsara pa1·a dormirle. Las imáge11es fragmenta-
das ele múltiples colo1·es se condensan en tina sola,
la del objeto ar1helado y a11sente. Este rcuerdo en-
cubridor, es pantalla de toda la temática de una in-
fa11cia solitaria, en que la privación y ausencia <.le
16 EL UNIVEkSO FAMILIAR

la madre es uno de los hechos caracterfsticos. Tam-


bién en este recuerdo el paciente nos muestra cuál
es la modalidad con la que se acerca a su trauma
y qué patitas y normas usó para elaborarlo. Efectiva-
1nente e11 la eda<I adulta sus relaciones con los demás
siempre estuvieron precedidas de una lejanía y de
tan tipo ele elección narcisista, que bien hubiera
podido traducirse en la siguiente frase: ''no necesito
ele los demás, por mí mismo soy capaz de recrear a la
persona que me tranquilice y calme, tanto en la pri-
' 'acic)n como en la ausencia. Tampoco necesito de
ustecl ni de la terapia, es inútil que se esfuerce, hace
tiempo que aprendí a pasármela solo''. Es más, este
su jeto va a elegir, con una atención bien dirigida,
todas aquellas de mis características y las de la situa-
ción terapéutica. que le permitan justificar su mode-
lo; a la vez va a prescindir selectivamente, de cual-
quiera de mis cualidades susceptibles de rectificar
la vieja pauta''.
Z. M. es hija de una madre violenta, dominante,
poco cercana a los hijos y particularmente restric·
tiva; el padre es una figura débil que actúa tan sólo
como proveedor pero que no erige los modos, pautas
y ,·a lores del hogar. La madre particularmente teme-
rosa de la sexualidad de sus 11ijas vive sistemática-
n1ente amenazándolas con los peligros de la misma.
Por otra parte, una y otra vez pone como ejemplo
su deterioro físico para hacer notar los inconvenien-
tes de la vida marital. Esta atmósfera tan particular-
mente lesiva, cotidiana y constante, se va a precipitar
en el siguiente rec\1erdo encubridor:
''Mi hermano y yo estábamos jugando sexualmente
en la azotea, oímos ruido y nos asustamos, al bajar
las escaleras de caracol sin fijarme me tomé de uno
ele los alambres de la luz, me di un toque terrible''.
El recuerdo anterior es en rigor dos cosas: una expe-
rier1cia concreta, pero al mismo tiempo, y ello es lo
más importante, un precipitado simbólico de toda
INFANCIA ES DESTINO 17

la atmósfera infantilmente vivida. Como recuerclo


aislado, no l1ace verano; como experiencia que fo1·111a
parte de un todo, simboliza una estación particular-
mente cálida. Esta paciente se acercó al tratamiento
con fuertes edemas angionettróticos que la afeaban
y estigmatizaban, los que habían emergiclo a raíz de
una experiencia sexual con un compañero· particular-
mente traumatizante. De todos los posibles objetos
actt1ales, habfa elegido a aq t1el que 1nás podía aco-
plarse a su infancia, dándole por lo tanto más validez
a su destino. En su última experiencia, la analítica,
sólo detectaba, cuando emergían en ella impulsos
sexuales, los aspectos derogatorios, sucios y poco
placenteros ele mi persona. Toda stt \'ida estaba llena
ele alambradas eléctricas que amenazaban la emer-
gencia de sus impulsos, cualquiera que fuese el nivel
de integración y adaptación en que emergiesen.
El material ele A. F. me es bri11dado como caso
de supervisión por el doctor Gustavo Lutterotl1;'1
son conjuntas las observaciones al caso. A. F. es 11ija
de tina familia clesintegrada, el padre intelectual y
diplomático, ave de paso, casa con la madre de la
paciente, mujer rica, arraigacla y conservadora; rápi-
damente las l1ostilidades se rompen y la niña, ansio-
samente, es vectora e instrumento de la inminente
ruptura de los padres. En ocasiones, sigue al padre
por diferentes países en el ct1rso de su vida diplo-
mática, en otras, la acapara la maclre, la retiene y
la l1ace su aliada. Frerate a los dos paclres, la paciente
se sintió partida y en verdadero conflicto con los
problemas (le lealtad. Sus primeros rect1erdos la Ita·
cen verse como una niña solitaria y abanclonada.
Recuerda estar con su padre en una ocasión clur-
miendo la siesta; él, sedt1ctoramente, cletiene y retiene
su mano, la nifia se siente ansiosa, quisiera irse, pero
el padre la retiene: también quisiera q11edarse, más
cerca aún, pero también el padre, y el recuerdo ele la
madre lo impiden. Cuando asiste a tratamiento siente
18 EL UNIVERSO FA~llLIAR

que no se liga a las cosas, que es ave de paso, tanto


de intereses como de objetos. Tocias las caracterís-
ticas de relación de objeto, como señala Lutteroth,
se modelan sobre una misma temática ''que es la de
aproximación a sus objetos con técnicas destinadas a
preservar una distancia económicamente placentera en
la que evita Ja posesión y la pérdida simultánea-
mente. Dichas técnicas las lleva a cabo mediante el
pago adelantado de un precio ante el disfrute, al tra-
vés de la fuga ''voluntaria'' frente a la posibilidad
de encuentro con el objeto valorado, o más frecuente-
mente en la elección simultá~ea de varios objetos,
con cuyo manejo alternante mantiene un equilibrio
equidistante de todos. El núcleo conflictivo sigue apa·
reciendo y está representado en el recue1~cto encubrí·
dor de la siesta del padre con todos sus elementos: la
madre ausente, el padre dormido, pero al mismo tiem-
po impidiendo cualquier intento de separación y ella
propendiendo a objetos diferentes. En toda su historia
existe, como destino, la desgraciada 11nión con el
hombre extraño, o pasajero, cosmopolita o enc11mbrado
que hace posible la permanencia.
Los cortes psicoclinámicos aparecen definidos por
stacesivas situaciones ejemplares:
1. A los cuatro años de eda(l se recuerda junto a
su madre en la borda de 11n barco, al intentar abra-
zarla, recibe una mirada airada de aquélla.
2. A los ocl10 años duerme la siesta junto a su pa-
dre y asida por su mano, infructuosamente intenta
desprenderse de él para salir a jugar.
S. A los catorce besa a un joven frente a la casa de
su padre y éste la increpa llamándola ''ave de paso''.
4. Cuanclo tenía 23 años despide a su amado que
parte a la guerra y un mes más ta.r de entrega su vir-
ginidad a un clesconocido.
5. Teniendo 25, se siente obligada a abandonar a
un l1on1bre que ama e11 Europa, para seguir a stt
padre solitario a uná misión diplomática.
INf' ANCIA ES DESTINO 19

6. A los 29 se embaraza de un funcionario y tiene


que casarse co11 un amigo protector encubridor del
problema.
7. Cuando empieza a acercarse afectivamente al
terapettta, cita amigos ocasio11ales a la salida de la
hora analítica.
Cuando uno se ve abrumado por la repetida, reite-
rada y sistemática inundación de la infancia de un
pasado en el presente terapéutico, es lógico q11e pen-
semos, en gran parte movidos por la obra de Silver·
berg,s que la infancia sí es el destino de la vida ele

un su1eto.
La labor terapéutica implica modificar el destino,
cambiar el pasado por 11n destino menos traumático
y más operante; en ese sentido toda interpretación
es un desafío o un preparar el terreno para ulteriores
intervenciones que l1abrán ele serlo. En ocasiones es
preciso no interpretar en tal o cual sentido, porque
la estructura desafiante ele la interpretación traerfa
aparejado el incremento de defensas, ya en niveles
sintotnáticos, ya en niveles caracterológicos.
En el pasado todo su jeto estrt1cturó una distancia,
con respecto a stas objetos; ésa, precisamen·t e ésa, será
la que repita en la relación terapéutica. La labor
operativa <le la terapia es disminuir el espacio que
media entre el paciente y sus objetos.
Una interpretación es exacta cuanclo lo qt1e se dice
es exacto (contenido de la interpretación) en la for·
ma adecuada (cómo) y en el tiempo debido (timing).
Hay ocasiones en que ttna interpretación lleva el
contenido exacto pero es inadecuadamente expresa(la,
tanto afectiva como intelectualmente, y a t1n tiem-
po inapropiado. Será tanto más cercana a la dimen-
sión terapéutica si llena cabalmente su función: mo-
düicar el pasado y demostrar que a la postre lo más
adecuado no es precisamente hace1· de la infancia ttn
destino inevitable.
20 EL UNIVERSO FAMILIAR

REFERENCIAS:

l. Freud, Sigmund, Estudios 5obre la histeria, en Obras


completas, colecció11 Biblioteca Nueva, tomo 1, l\.fadrid,
Espaiia.
2. Freud., Sigmund, Recuerdo, repetición y elaboración, en
Obras completas, colección Biblioteca Nueva~ tomo 11,
Madrid, España.
S. Menninger, Karl, Teorla de la técnica psicoanalítica,
Editorial Paz.México, 1962.
4. Lowenstein, Rudolph M., Some remarks on defen5es,
autonomous ego and psychoanalytic technique, en ln-
temational /. Psycho·Analytic, 35: 188-193, 1954.
5. Kardiner, Abraham, La marca de la opresión, U ni\•er·
sidad Veracruzana, México, 1962.
6. RamJrez, Santiago, Factore.f psiquicos en la valoración
del riesgo quirúrgico, en Revista 4,\tlédica, Secretaría de
Marina, volumen v11, núm. 29, 1962 (cap. de este
libro).
7. Lutteroth, Gtastavo, (Comunicación personal.)
8. Silverberg~ \Villiam~ Childhood experience and person-
al destiny, Springer PubJishing Company Inc., Nueva
York, 1952.

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