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1.1TatoPavlovsky, en su memoria
Eduardo “Tato” Pavlovsky –nombre esencial en el psicoanálisis y el psicodrama, figura emblemática de
la cultura argentina– colaboró en esta sección, que hoy, al rescatar su impresionante texto sobre el
trabajo con grupos durante la dictadura, le rinde homenaje.
En otro párrafo, Anzieu también se refiere al surgimiento en el staff o equipo terapéutico, durante los
seminarios, de una posición autoritaria que surgió como necesidad del equipo de estructurar un orden
durante un momento de gran caos y anarquía entre los integrantes del grupo de seminarios, que
amenazaba la evolución normal del mismo. El propio staff se extrañó de la posición autoritaria que tuvo
que tomar frente a la anarquía reinante. El intercambio de opiniones puso en evidencia dos cosas. Por una
parte, la fantasmática de una organización jerarquizada del saber y del poder (tipo de organización tan
combatida en mayo) fue reconocida como fantasmática común del equipo terapéutico, por identificación
con este tipo de fantasmática social. Se debatió en el seminario la relación entre la dinámica del grupo del
seminario y la evolución inconsciente social en 1968 en Francia. Según Anzieu, el equipo terapéutico se
identificó con esta estructura del poder y del saber tan combatida en mayo, y actuó en el grupo ejerciendo
el poder sobre los integrantes del seminario. Después de la “actuación”, el equipo terapéutico reunido pudo
“metabolizar, elaborar y modificar” esta identificación regresiva.
En un trabajo que realizamos con Armando Bauleo en 1976 y que titulamos “Psicoterapia en situaciones
excepcionales” intentábamos caracterizar algunos fenómenos clínicos y de dinámica grupal que habíamos
observado en nuestros grupos durante el lapso 1976-77, período caracterizado por la represión política por
todos conocida. En dicho trabajo nos formulábamos los siguientes interrogantes. ¿Cómo eran las sesiones
de psicoterapia de grupo durante ese lapso? ¿Qué efecto tenían, en el específico campo de la producción
imaginaria de la sesión, los acontecimientos sociopolíticos de ese período? ¿Qué fenómenos singulares
observábamos en la transferencia, en la dinámica de grupo, en las fantasías inconscientes grupales, en el
cuadro sintomático de los integrantes y en las condiciones de seguridad del grupo? ¿Existía alguna
singularidad específica del proceso inconsciente grupal y su relación con el inconsciente social?
En alguno de nosotros existe hoy una cierta necesidad de intentar describir el clima imperante en las
sesiones durante ese período, a riesgo de sortear o eludir la fractura o solución de continuidad que sufrió el
proceso de la psicoterapia de grupo en ese lapso. Porque hubo perturbaciones serias en el desarrollo de la
psicoterapia de
grupo en esos años. Desde allanamientos policiales en plena sesión de grupo, con la consecuencia de
terapeutas desaparecidos, hasta sesiones en instituciones que se realizaron con policías dentro de la
sesión.
Se nos ocurre que no queremos ni debemos perder la memoria de esa época, precisamente porque
trabajamos en la clínica con el recuerdo para evitar la repetición.
Algunos de nosotros tenemos la necesidad de recuperar nuestra memoria para evitar fragmentar nuestra
propia identidad profesional.
Pensamos que somos el testimonio clínico de una época que no debe volver a repetirse. Nuestro
testimonio es también la psicoprofilaxis de toda forma de autoritarismo y fascismo futuro.
Theodor Adorno sugiere que, para que no ocurra otro Auschwitz, no debe tratar de olvidárselo.
Si no recuerdo, repito.
Si repito actúo.
“La interiorización de las prohibiciones y prescripciones es tal, que la opresión constituye para los
oprimidos la condición de posibilidades del goce” (P. Legendre, El amor del censor, Ed. Anagrama, 1979).
El inconsciente social, mediatizado en momentos de excepción social por el grupo, selecciona los temas
sobre los que podemos pronunciarnos. Hay palabras y temas censurados. Silencios recortados que hablan
de censura.
El discurso del grupo se recorta sobre una zona prohibida. Pero nadie prohíbe nada. No es necesario.
Prohibir es de alguna manera nombrar lo innombrable por contraste.
Cualquier discurso que superase el límite previsible de lo pactado por la norma interiorizada será regulado
por el grupo mismo, o el portavoz de la violación será callado por el coro de otras voces. El grupo funciona
como un censor de las individualidades más transgresoras de la norma social interiorizada.
Entrenamiento de la regulación grupal en momentos excepcionales del acontecer social. Misión especial.
La autorregulación es la expresión de la mediatización represiva del grupo y cumple la función de
preservación dentro del grupo.
El grupo atempera. Adapta el lenguaje que subvierte. Corrige. Aminora imperceptiblemente. Todo individuo
dentro del grupo que se animara a transgredir la prohibición, podría ser discriminado.
Un síndrome general de adaptación. La frase que amenaza es apoderada por un discurso. Otro, que
asegura la sobrevivencia y disminuye el ribete trágico del gran violador del PACTO. El PACTO es clave. No
se puede nombrar lo innombrable. Algo se torna innombrable. Algo ha de ser evitado de nombrar.
Reflejo del inconsciente social. Registro asociativo de palabras nombradas y muerte. El inconsciente social
desborda los límites del grupo.
Cada integrante “actúa” de acuerdo a su physique du rol el personaje de una obra que habla de asesinatos,
allanamientos y desaparecidos. Cada inconsciente individual sigue sus leyes propias y recorta la
singularidad de cada actuación.
El grupo es hablado por el argumento del drama del inconsciente social y su trama argumental. Cada
integrante actúa un personaje principal de esta trama. Lo habla su inconsciente individual, pero al servicio
de una trama argumental que alude o sugiere una fantasmática social. Inconsciente social que se introduce
en la intimidad-interioridad del grupo, de acuerdo con la excepcionalidad de las circunstancias sociales.
Con esto nos referimos a que los grupos estructuran luego de su agrupamiento una configuración,
organizada a partir de un entrecruzamiento de proyecciones de los integrantes, en la que se entrecruzan
elementos representativos sociales de una manera tal que en esa configuración se escenifica la obra
teatral, a la cual no sólo han aportado los integrantes, sino que la sociedad ha suministrado el clima
imperante. (Bauleo)
Se tiene en el grupo terapéutico la impresión de que el enemigo acecha al grupo. No afuera. Sino dentro
del grupo. Espera al acecho la palabra para el asesinato.
Se sabe que no pero aun así, como diría Mannoni, se actúa como si acechara.
Hay que cuidarse. Hay una escena que lo hace posible. El mismo personaje que pregunta puede ser el
asesino. El asesino sin gajes. CLIMA DE TRAICION.
Se sabe que no lo está, pero se actúa como si estuviera. Pluridimensional de las ansiedades confusionales.
Pregunta: ¿quién nos aterroriza? ¿Invención?
El miedo no es imaginería. Vivencia del terror que nos asfixia. Sabemos que el torturador es invención. Allí
en el grupo lo inventamos, que no está, certeza de convocatoria. Recreación nuestra. Lo siniestro del
inconsciente social que nos posee, lo circulamos. Lo patentizamos.
Circulamos el terror de la convivencia con el monstruo. Lo recreamos entre nosotros para exorcizarlo.
Recreación previa a todo EXORCISMO. Pero para exorcizarlo tenemos que creer que esta allí, adentro, en
el grupo, al acecho, esperando la palabra innombrable para caer sobre nosotros. El grupo sabe de qué se
trata este asesinato. Sabe del improviso. De la trampa. De irrupciones. De la magia del no aparecer mas.
Está enterado. Nada es tan mágico como hacer desaparecer. Se corre el riesgo de no volver más.
Recreamos entonces el drama del inconsciente social. Lo reinventamos. Lo exorcizamos. Traemos los
peores fantasmas del drama.
Convocamos a los protagonistas centrales y los encarnamos; pero como buenos actores tenemos que creer
en lo que hacemos. Como buenos actores del método Stanislavsky.
Tenemos que creer que nuestro enemigo esta allí entre nosotros en el grupo, dispuesto a hacernos
desaparecer. Insisto en la creencia. Si EL lo dispusiera somos hombres muertos o desaparecidos. Tenemos
la referencia de que, en aquel mismo mundo que se llama realidad, se desaparece todos los días. La
fantasía de desaparecer para siempre, no como muerte sino como pasaje a otro estado, a otro nivel, es una
ansiedad terrorífica posible cuando la gente es secuestrada y no se sabe cómo, ni dónde, ni cuándo.
Alguna vez nuestras fantasías agresivas vaticinaron la desaparición de nuestros padres, y por rebote la
nuestra. Cero al infinito.
Jugamos a que sea así, de lo contrario no vale el EXORCISMO. Para que haya exorcismo hay que creer en
la obra teatral del inconsciente social y sus terrores. Lo inventamos en el grupo, dentro del grupo.
Siempre hay un sospechoso dentro del grupo, un elegido por el rol de la sospecha. Algún rasgo bizarro del
sospechoso es aprovechado para invitarlo al escenario. Physique du rol. Nuestro mago de turno. Tiene
poderes inventados.
Pero lo creemos. El peligro es grande. La sospecha circula. El sospechoso se siente investido por el rol.
Sabemos que es un buen compañero. Lo reconocemos. Pero el efecto de la proyección lo transforma de
golpe en sospechoso. Sabiduría grupal. Lo necesitamos para aterrorizarnos.
Ojo, inventamos al sospechoso, le ponemos carga de torturador, de asesino a sueldo. Pero EL también
tiene que inventar. Si no inventa no vale. Le exigimos su monto de creación personal. La magia del
physique du rol y las proyecciones se produce. Una suerte de fascinación y encantamiento. El sospechado
asume su Rol con la magnificencia que corresponde al asesino.
El secreto goce de producir miedo. El misterioso goce de aterrorizar con el terror del asesino. El íntimo
goce de sentirse poderoso en este juego diabólico de imaginería. Y entonces ocurre el milagro: el
sospechado, el elegido por la imaginería del grupo para el Exorcismo, dice de pronto las palabras justas
que confirman la sospecha. Toma EL LIBRETO DE OTRO. Un libreto encima de otro libreto. Dos caras que
se funden. Proyección sobreimpresa en otra proyección; y como el gran Actor, utiliza el titubeo, la duda y la
pausa que conforman la sospecha.
Con Poder de la Magia suministrada por nosotros, el sospechoso responde con la interiorización de los
gestos del OTRO. Insisto: lo miramos sobreimpreso.
Reinventó la proyección a su gusto. Patentizó lo siniestro de sentirse mirado con la carga ajena.
Si me miran ahora como LADRON, ENTONCES JODANSE, LES VOY A ROBAR.
Pero voy a inventar mi manera de ROBAR. ESE ES MI DERECHO Y SERA MI SALVACION. Nadie
proteste, dice Genet: Yo soy invención vuestra, pero los dejaré con los bolsillos vacíos.
* Texto publicado en Lo Grupal, Nº 1, abril de 1983, bajo el título “Lo fantasmático social y lo imaginario
grupal
Pichon define la “Técnica de los grupos operativos” diciendo que “el grupo operativo es
un grupo centrado en la tarea”, que es una técnica que se orienta a que los grupos se
centren en su tarea.
Y aclara que, bajo la tarea explícita, específica de un grupo “subyace” la tarea implícita
de elaborar los obstáculos a la tarea explícita, que puede consistir en elaborar las
emociones que obstaculizan el acceso a la tarea, aclarar malentendidos, construir el
grupo para poder trabajar juntos, ir ajustando la mutua representación interna, etc.
¿Diremos que la Técnica de Taller consiste en la utilización, por parte del Equipo de
Coordinación, de técnicas interactivas y corporales (juegos, ejercicios, psicodrama,
etc.) para que el grupo aprenda algo o elabore algo a través de esas prácticas?
Una Técnica que incluye técnicas corresponde más al concepto más abarcador de
Dispositivo, concepto incorporado a nuestra terminología con posterioridad a los
escritos de Pichon.
Tanto el Taller como el Grupo Operativo pueden ser definidos como Dispositivos.
¿Qué es un Dispositivo?
A partir de desarrollos de Foucault y Lapassade, llamaremos dispositivo a un sistema,
conjunto organizado de elementos teóricos y técnicos que una organización o un
equipo elabora para ofrecer a los usuarios que soliciten determinado servicio en busca
de determinado objetivo.
Podríamos decir que, del mismo modo, el dispositivo prevé el aprovechamiento para la
tarea grupal de todos lo facilitadores epistemológicos y epistemofílicos, que son los
elementos teóricos preexistentes en los integrantes del grupo, así como las
disposiciones emocionales que, desde las experiencias de sus vidas, los disponen
positivamente para la tarea.
Pienso que cualquier tarea grupal que encara un psicólogo social desde la definición
pichoniana de la Psicología Social como ciencia de las interacciones orientada al cambio
social planificado, analizando la relación dialéctica, expresada en los vínculos a partir de
la necesidad, entre las fantasías inconscientes y la estructura social, se verá
inevitablemente abocada a elaborar este juego de las estructuras psíquicas con la
estructura social, que se manifiesta en grupos, organizaciones y comunidades.
Diremos también que las emociones que despiertan las técnicas interactivas que se
usan en los Talleres, incluirán en el Dispositivo Taller algunas características que lo
diferencian del Grupo Operativo puramente verbal, como una mayor duración (se habla
de un mínimo de tres horas, mientras el grupo operativo suele durar alrededor de una
hora y media) y elementos como ropa cómoda para poder interactuar corporalmente
con mayor comodidad, posiblemente almohadones en lugar de sillas y trabajo en lo que
Oscar Bricchetto llama la zona uno en que las personas están en el suelo y la zona tres
en que están paradas y no sólo en la zona dos en la que las personas conversan
sentados en sillas.
En esta propuesta entonces, desde la Psicología Social, diremos que el Grupo Operativo
de elaboración verbal y el Taller Operativo con perspectiva psicosocial, coinciden en la
promoción del centramiento en la tarea explícita y la apertura a las tareas psicosociales
implícitas necesarias y se diferencian en la utilización habitual o no de técnicas
interactivas corporales.
Nuestra Psicología Social, decía Pichon, no es académica sino direccional y todo vale si
se orienta al cambio social planificado para promover la satisfacción interactiva de las
necesidades de las personas, desde nuestra perspectiva específica de trabajar sobre el
“implacable juego entre el hombre y el mundo”, entre nuestros adentros y los sistemas
sociales en los que interactuamos.
Etimología.
El término francés de grupo es reciente. Viene del italiano groppo o grupo , término
técnico de las bellas artes, que designa a varios individuos, pintados o esculpidos,
formando un tema. Son los artistas franceses, como Mansart, los que lo han importado
hacia mediados del siglo XVII, después de sus estancias en Italia. La primera aparición
escrita de grupo se encuentra en la traducción (1668), de R.Piles, del De arte
graphica de Du Fresnoy: es un término de taller. La primera aparición literaria de la
palabra se debe a Moliere, en un texto poco conocido, el Poéme du Val-de-Gráce
(1669), donde el autor cómico defiende a su amigo el arquitecto Mansart describiendo
el fresco de la cúpula del pintor Mignard que pone su pundonor en utilizar las nociones
técnicas:
Solamente hacia mediados del siglo XVIII, es cuando grupodesigna una reunión de
personas. Otros dos textos de Marmontel y de Mme. Genlis, citados por Litré, serían
sus primeras manifestaciones escritas. Simultáneamente, las palabras análogas se
imponen en alemán y en inglés (gruppe, group). Hay que poner de relieve que
las lenguas antiguas no disponen de ningún término para designar una asociación de
personas cuyo número es restringido y que persiguen fines comunes. Los
hombres piensan fácilmente según la oposición individuo-sociedad; no piensan
naturalmente en términos de grupo, mientras que su vida y sus actividades se
desarrollan frecuentemente en el seno de aglomeraciones restringidas. ¿Qué es lo que
nos puede aclarar el origen de la palabra sobre las significaciones latentes de la misma?
El primer sentido del italiano Gruppo era «nudo» antes de convertirse en «reunión»,
«conjunto». Los lingüistas lo relacionan con el antiguo provenzal grop nudo, y suponen
que deriva del germano occidental kruppa = masa redondeada. Por otra parte, parece
que grupo y grupa tienen como origen común la idea de algo redondo.
La etimología nos proporciona así dos líneas de fuerza que encontramos a lo largo de
toda la reflexión sobre los grupos, el nudo y lo redondo. El primer sentido de nudo se
ha convertido, poco a poco en grupo hasta poner de relieve el grado de cohesión entre
los miembros. En cuanto a redondo, desde muy pronto designó, en el francés moderno,
una reunión (esta última palabra, más tardía, apareció en el siglo XVI) de personas, o,
para conservar la misma imagen, un círculo de gente. E. Rostand, en Cirano de
Bergerac, ha yuxtapuesto hábilmente los dos términos:
La idea de fuerza aquí es la del grupo de iguales. Habría que hacer un estudio sobre su
camino histórico y su valor simbólico: se trataría de una tradición celta (los caballeros
de la tabla redonda),recogida por la orden de los Templarios (el ara de sus iglesias
tenía una forma circular, para que los caballeros estuvieran todos en primera fila
durante la misa, y todos a la misma distancia de Dios). Otra investigación debería
realizarse sobre la palabra grupo fuera de las lenguas occidentales.
Otro aspecto de esta resistencia surge de la dificultad general, en todo ser humano, de
descentrarse. El grupo es útil, es decir, necesario, declaran las personas sobre las
que se ha realizado la encuesta: se es más eficaz juntos que aisladamente; el grupo es
un intermediario entre el individuo y la sociedad. Pero en otro plano, dicen las mismas
personas, el grupo es una alienación para la personalidad, para su autonomía; corre el
peligro de provocar una «violación» de la personalidad. Las relaciones humanas en
los grupos solamente pueden ser las relaciones de manipulador a manipulado, es decir,
según un modelo sadomasoquista.
A Freud le gustaba decir que el narcisismo del ser humano eleva el obstáculo
más sólido al progreso de los conocimientos: la astronomía, la biología, el psicoanálisis
solamente han podido constituirse como ciencia después de haber superado las
creencias espontáneas según las cuales la tierra es el centro del universo; el hombre, el
rey del reino animal; el yo consciente, el centro de la personalidad. El antropocentrismo
es natural al ser humano. Expulsado de las ciencias de la naturaleza, se ha refugiado en
las ciencias sociales. El psicoanálisis lo ha desalojado de la vida psíquica. La dinámica
de los grupos se bate con el amor propio humano para expulsarlo de este nuevo
terreno.
Ahí se articula una nueva resistencia epistemológica que se desprende del totalitarismo
grupal: un grupo está hecho para ser vivido totalmente, no está hecho para que se le
estudie, es decir, para que uno de sus miembros tome una distancia en relación con él
o para que un extraño se introduzca por pura curiosidad.
Otra resistencia está vinculada con la actitud de las grandes organizaciones colectivas
(Imperios, Estados, Armadas, Órdenes religiosas) hacia los grupos pequeños. Estas se
apoyan en múltiples grupos, que les proporcionan los bienes y los hombres; ellas los
favorecen, velando para minimizar los particularismos locales, las aspiraciones de
independencia y las querellas intestinas entre esos grupos próximos; tan pronto
acentúan su carácter sedentario, fijándolos a las regiones de cultivo, ganadería, caza,
pesca, es decir, a una forma de vida rural; cómo organizan sus migraciones masivas,
de las que conocemos ahora que, incluso en épocas llamadas las grandes invasiones,
son desplazamientos lentos. Cuando una civilización en expansión coloniza a otras,
implanta en los territorios conquistados grupos de este tipo: veteranos de la armada a
quienes se les dan tierras y que se casan allí; familias de condición pequeña,
aventureros, fuera de la ley, minoritarios y disidentes que parten para roturar nuevas
tierras; comerciantes, navegantes y misioneros que instalan sus establecimientos
locales. Al mismo tiempo, el Estado vencedor favorece pasivamente o desencadena
activamente el debilitamiento o la dispersión de los grupos de la civilización vencida:
restricción de los derechos y de las actividades, mestizaje; desplazamientos de
población; fragmentación de los grupos por la diseminación de los individuos exiliados o
reducidos a esclavitud. Inversamente, en la medida en la que los grupos de la
civilización vencida se mantienen numerosos y vivaces es cuando una renovación
nacional puede producirse a continuación y desencadenar una lucha eventualmente
victoriosa por la independencia. Cuando una sociedad rechaza de su interior a una
minoría racial, religiosa, socioeconómica, ideológica, éstas olamente llega a sobrevivir
haciendo que estos grupos nazcan en otra parte.
Para la sociedad global, el grupo pequeño es una fuerza a su servicio, pero que puede
volverse contra ella. De aquí la desconfianza que la mayor parte de las civilizaciones
han dado testimonio a los grupos pequeños espontáneos, la desconfianza de las iglesias
en relación a las sectas, de las armadas en relación con las bandas de franco tiradores,
de los partidos políticos en relación con las reuniones fraccionarias, de los gobernantes
o de los administradores en relación con la autogestión, de los profesores en relación
con el trabajo en equipo: todo grupo que se aísla es un grupo que conspira, o que
puede conspirar. El Estado se presenta al individuo como que es el verdadero Bien y le
presenta la vida en grupo autónomo como un peligro virtual.
Tanto como para el inconsciente individual, el grupo es una superficie proyectiva para
el inconsciente social. Es un espejo con dos caras, como el Yo al cual Freud atribuye
una doble superficie, externa e interna, que constituye una membrana sensible para la
realidad material y para la realidad psíquica a la vez. Desde 1955, fecha en la que se
desarrollaron los métodos de grupo en Francia para la formación de adultos, los
facultativos de éstos pudieron, escuchando lo que se decía espontáneamente en las
sesiones, presentir mejor que por sondeos de opinión, las líneas de fuerza que iban
a determinarla evolución de las ideas y de las costumbres de nuestro país: oposición
a la pena de muerte, hostilidad creciente a la prosecución de la guerra de Argelia,
afirmaciones del derecho de las mujeres a la contracepción y al aborto, reivindicación
de la autogestión y después de la ecología, finalmente, exigencia de tener en
consideración al cuerpo como residencia de la subjetividad y como primer instrumento
del contacto y del intercambio con los demás.
Durante este mismo período, la URSS y los países comunistas han permanecido muy
reservados en relación con la dinámica de los grupos, sospechosa de ser tanto una
ciencia capitalista como un arma en manos de los partidarios de una liberalización
imprudente del régimen comunista. Estas críticas doctrinales se enraízan en un viejo
fondo de desconfianza perseguidora estática en relación con los clanes y las facciones.
Otra gran representación social del grupo se inscribe en la tradición anarquista a la que
los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia han vuelto a tener vigor. El grupo se
concibe como autorregulándose y autogenerándose. Todos los miembros son iguales,
igualmente aptos para todas las tareas y tienen tanto peso unos como otros. El grupo,
o más bien el «colectivo» es el medio para realizar los deseos sobre los que los
miembros se han puesto de acuerdo. Las delegaciones, que concede a uno de sus
miembros para realizar determinadas funciones, son provisionales. El experto
(el maestro si se trata de una clase) está al servicio de la colectividad, elegido por ella
y revocable. Semejante funcionamiento de los grupos surge tanto de la democracia
directa, como de la utopía societaria. La introducción de grupos auto-administrados en
las organizaciones sociales puede ejercer un efecto de choque susceptible de
quebrantarlos hasta hacerlos disgregarse: punto de vista del que G. Lapassade se ha
constituido en Francia en el propagador. El grupo pequeño ya no es una técnica
de cambio controlado sino un explosivo revolucionario. Desde 1960, en la Critique de la
raison dialéctica , Sartre, analizando las jornadas dej ulio de 1789, demostraba cómo
los hombres del pueblo, realizando, en el seno de los agrupamientos espontáneos, la
experiencia concreta de la libertad, de la igualdad, y de la fraternidad, supieron
improvisar un motín triunfante. Aquí nos encontramos con otra tradición cultural, laica
y ya no cristiana, celtogermánica y no grecolatina, en la que lo Galeses en la
Antigüedad, los caballeros de Tabla Redonda en la Edad Media y los jacobinos en el
linde de la época contemporánea representan los hitos.
Una última representación colectiva importante del grupo es la de una comunidad unida
en torno a un jefe, impuesto y «elegido» a la vez. Es el Bundy el líder carismático que
le gusta a la sociología alemana. Es Freud, hombre también de cultura germánica, el
que demuestra, en 1921, en Psicología de las masas y análisis del Yo , el mecanismo de
la doble identificación, en la Armada, o la Iglesia, de los miembros entre ellos y con el
jefe como Ideal del yo común: versión laica de la alianza del pueblo con su Dios,
modelo interior con el cual el judío Freud se ha debatido hasta el final de su vida y que
con toda naturalidad introdujo en la organización del movimiento psicoanalítico —¡al
precio de cuánta agitación!
Por otra parte, las acciones de grupo son diferentes de las acciones sociales en las
que la pluralidad de los individuos es, en el primer caso, una pluralidad de individuos
que están presentes juntos (o que lo han estado y lo recuerdan o que saben que lo
estarán). La copresencia lleva consigo efectos específicos. La ambigüedad del término
de grupo es, por otra parte, molesta, ya que los sociólogos hablan de grupos sociales
para designar por ejemplo las .clases sociales o las categorías socio-económicas. Sería
deseable reservar el uso científico del vocablo grupo para los conjuntos de personas
reunidas o que pueden y quieren reunirse.
Una reunión o un grupo de individuos puede tomar muchas formas y nombres. Entre
estas formas, las distinciones son difíciles de establecer, en razón de sus
superposiciones, del movimiento de los aglomerantes humanos y de la imprecisión de
los útiles científicos en este terreno. No obstante, parece que se desprende una
convergencia entre los trabajos más diversos, por la observación de las sociedades
animales hasta el análisis filosófico-político del grupo humano según Sartre (1960). Nos
parece que ésta nos impone las cinco distinciones fundamentales que siguen.
La multitud.
d) estimulación latente producida por la presencia masiva de los demás, y que puede
estallar en forma de acciones colectivas pasajeras y paroxísticas, marcadas con el sello
de la violencia o del entusiasmo, o que puede inducir, a la inversa, a una apatía
colectiva impermeable a todas las intervenciones.
Nuestra definición de la multitud excluye las manifestaciones preparadas previamente,
que reúnen a los adeptos, encuadrados por un servicio de orden. Aquí, en efecto, el
proyecto de reunirse pasa al primer plano. En los participantes y sobre todo en los
organizadores, está presente la intención de provocar y explotar los fenómenos de
multitud en provecho de objetivos que son los de un grupo secundario. Es éste un
ejemplo de interferencias entre las diversas categorías grupales sobre las que nos
esforzamos en distinguir.
La pandilla.
La agrupación.
Cuando las personas se reúnen, ya sea en número pequeño, medio o elevado (varias
decenas o centenas, raramente varios millares), con una frecuencia de reuniones más
o menos grande, con una permanencia relativa de los objetivos en el intervalo entre las
reuniones, el nombre que conviene es el de agrupación. Los fines de la agrupación
responden a un interés común a sus miembros. Éstos son específicamente conscientes,
pero la responsabilización de este interés no se efectúa activamente en la mayor parte;
se las ceden a sus representantes, a sus dirigentes, incluso a los acontecimientos.
Fuera de la realización de los fines que surgen de este interés, los miembros no tienen
ningún vínculo ni contactos. Se podría decir que este interés les es común, pero ellos
solamente lo tienen en común por su propia cuenta; no se los han apropiado. La mayor
parte de las asociaciones, en el sentido de la ley de 1901, son de este tipo. De forma
no limitativa, se pueden enumerar otros ejemplos: asambleas, coaliciones, colectividad,
cámara, colonia (de vacaciones), compañía, confraternidad, fracción, harén, legión,
tropa, unidad. Según su ámbito de actividad, las agrupaciones adoptan nombres
específicos:
- relaciones afectivas entre los miembros que puedan hacerse intensas (simpatías,
antipatías, etc.) y constituir subgrupos de afinidades;
c) del sector de la realidad física o social en el cual el grupo ha elegido sus fines. El
predominio del primer tipo de conducta caracteriza la reunión mundana o los grupos
conmemorativos. Los grupos de acción privilegian el segundo tipo de conducta, sin
poder, no obstante, pasar del primero.
Las características del grupo pequeño o primario, que nosotros retenemos, incitan
muchas discusiones. Según los autores, se pone el acento en tal o cual
de ellas. Kurt Lewin define al grupo por una doble interdependencia, entre los
miembros y entre las variables del campo; Catell, por la satisfacción que aporta a las
necesidades de sus miembros; Moreno, por las afinidades entre éstos; Homans y Bales,
por las comunicaciones en el interior del grupo y la interacción, que de ello resulta,
encada uno de los miembros. He aquí dos definiciones tomadas de esta escuela
«interaccionista»:
- «Un grupo pequeño consiste en cierto número de personas que se comunican entre
ellas durante cierto período, y bastante poco numerosas para que cada uno pueda
comunicarse con todos los demás, no por medio de una persona interpuesta, sino cara
a cara» [Homans,1950].
- «Un grupo pequeño se define como un número de personas en interacción con cada
uno de los demás, en una reunión o una serie de reuniones cara a cara, reunión
durante la cual cada miembro recibe una impresión o percepción de cada uno de los
miembros considerados como suficientemente distinto de los demás en la medida que
eso es posible, ya sea en el mismo momento, ya sea informándose a continuación, y
durante la cual emite alguna reacción hacia cada uno de los demás, considerado como
una persona individual, con la condición, por lo menos, de recordar que la otra persona
estaba presente» [Bales 1950,página 33].
- «Por grupos primarios, entiendo a los caracterizados por una asociación y una
cooperación íntimas y cara a cara... El resultado de esta asociación íntima es, desde el
punto de vista psicológico, una cierta fusión de las individualidades en un todo
común, de forma que la vida común y la finalidad del grupo se convierten en la vida y
la finalidad de cada uno... La forma más simple quizá para describir esta totalidad es
decir que es un nosotros ; esto implica la especie de simpatía y de identificación mutua
de la que nosotros es la expresión natural. Cada uno vive con el sentimiento de ese
todo y encuentra en ese sentimiento los fines principales que se fija su voluntad... Los
grupos primarios son primarios en el sentido que aportan al individuo su experiencia
más primitiva y la más completa de la unidad social; lo son también en que no son
cambiantes en el mismo grado en el que lo son las relaciones más elaboradas, sino que
forman una fuente relativamente permanente de donde el resto mana siempre... Así,
esos grupos son las fuentes de vida no solamente para el individuo sino para las
instituciones sociales».
Por los intercambios afectivos intensos que se anudan entre sus miembros, la familia es
el ejemplo mismo del grupo primario. Pero por las instituciones sociales que la rigen, es
también un grupo secundario. En razón de su finalidad, procreación y educación de los
hijos, por la naturaleza de los vínculos (alianza y consanguinidad) entre los individuos
que la componen, la familia constituye un aglomerado humano particular, que
sólo podremos estudiar brevemente en el marco de la presente obra.
Clasificación general.
El CUADRO I resume los rasgos propios de cada una de las cinco categorías.
Semejante clasificación sistemática tiene, sobre todo, un enfoque eurístico. El cuadro
hace que aparezcan las hipótesis, que pertenecerían a la observación cuantitativa y a la
experimentación para verificar:
-el número de los miembros del grupo es máximo en dos extremos (muchedumbre y
grupo secundario).
El CUADRO 2 propone un esquema de clasificación de los grupos según su tamaño; las
investigaciones experimentales sobre esta variable han dado los resultados siguientes:
«Cuando el tamaño del grupo aumenta, los recursos del grupo tienden también
a aumentar, pero su máximo potencial solamente es utilizable para la resolución
de problemas a menos que no se produzca un aumento correspondiente en ciertos
tipos de interacción —especialmente en la forma de las comunicaciones que, ya sea que
propongan soluciones, o que evalúen las proporciones ya formuladas. Las demandas de
partida tienen también tendencia a aumentar con el tamaño del grupo, lo que
habitualmente lleva consigo una caída del nivel de satisfacción de los miembros ya que
la participación por parte de algunos miembros impide la de los demás. Los efectos del
tamaño del grupo —sobre la búsqueda de buenas soluciones y sobre la satisfacción de
los miembros— juegan pues a través de los tipos y la cantidad de interacción que el
tamaño del grupo les facilitan» (Newcomb, Turner, Converse, 1970,págs. 479-480).
CUADRO 2
- El estilo de las acciones del grupo, salvo para el grupo secundario, está vinculada con
la conciencia de los fines.
Anzieu, Didier : “La dinámica de los grupos pequeños”. Biblioteca Nueva, Madrid, 2004.
Págs. 13-31.
SEP
9
5"EL GRUPO OPERATIVO EN LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES" [1] / Pilar Errázuriz
Vidal /Revista Huellas, nro.2, Madrid, 2011.
Por los campos sembrados de posibles objetos de investigación -en especial los grupos
vulnerables- , pululamos investigadores e investigadoras en Ciencias Sociales y
Humanas con una cierta dosis de ingenuidad y, por cierto, una gran dosis de buena fe.
Pero corremos el riesgo de tropezar con la omnipotencia: creernos sujetos legitimados
por el saber académico cuya curiosidad está justificada por el aporte que realizamos a
nuestra disciplina, a nuestro país, en fin, a la humanidad entera. Acuñamos hipótesis,
construimos imaginarios y sofisticadas técnicas que atrapan las respuestas de los
sujetos como si fueran mariposas en una red. Luego, disponemos nuestros hallazgos
bajo una ceñuda objetividad, clasificamos por colores, por morfología y perfil,
convencidos y convencidas que estamos tocando con un dedo mágico la "Verdad
Social". A continuación, registramos rigurosamente nuestras abstracciones en informes
adornados por cifras, gráficos, crónicas anunciadas y otros ingredientes, habiendo
cumplido una misión de búsqueda y rescate de retazos de vida de nuestros objetos de
investigación como en una serie sartriana. Objetos intercambiables, caras difuminadas,
nombres y propósitos que pueblan de fantasmas nuestras aulas.
En esta rotunda crítica dos perspectivas nos animan, aquella heredada de la psicología
social de Pichon Rivière, de sus conceptos dialécticos y vinculares, así como aquella de
la epistemología feminista que considera la relatividad de toda investigación porque
reconoce -al igual que la física cuántica- la influencia de los y las investigadores/as en
el encuentro con los sujetos y en los resultados del proceso. Ambas escuelas proponen
interactuar con los sujetos en pequeños grupos, Grupos de Autoconciencia en el caso
del feminismo, Grupos Operativos en psicología social. Ni una ni otra aproximación al
trabajo en pequeños grupos es neutra o inocente. La intención es generar espacios
para el desarrollo de la subjetividad política de los participantes, es la oferta de un lugar
de palabra y representación lo más "a salvo" posible de las influencias depredadoras,
tanto internas como externas. Efectivamente, si escuchamos con atención nuestro
mundo interno, advertimos un murmullo generado por el grupo que nos habita y nos
constituye.
El guión de nuestro grupo interno vacila entre los propósitos más feroces de los
depredadores y los más auspiciosos de nuestros hados y hadas madrinas. Pero, no solo
de mundo interno vive el sujeto sino también de mandatos de las instituciones de lo
simbólico, de coyunturas políticas, de imaginarios sociales que interactúan con los
depredadores internos más a menudo que con los hados y hadas madrinas.
Depredadores internos y depredadores externos constituyen un club al que hay que
recurrir a diario para transar pensamientos, palabras y obras. Si no son los unos que
censuran, son los otros. El contubernio a veces es flagrante y reconocemos en lo
externo lo interno o quizás proyectemos los fantasmas que se enroscan en alguna
norma o en algún mandato coercitivo.
Nada fácil nuestro devenir, nada fácil nuestra andadura cotidiana, nada fácil navegar
desde el alfa al omega del día. Y es este devenir de los sujetos, incluyendo nuestra
emulsión particular, al que accedemos investigadores e investigadoras, aquel que
observamos, rescatamos, coleccionamos. Por lo tanto estamos frente a un panorama
que es fuerte y frágil a la vez. Es fuerte porque carga conflictos, contradicciones y
ambivalencias, y es frágil porque está atravesado por aprensiones, presagios e
inquietud.
Cuánto riesgo corremos, a pesar de nuestra buena fe, a pesar de la ética que nos
anima, a pesar de una legitimidad que nos justifica. Corremos el riesgo de ejercer una
iatrogenia con la intrusión en la vida de los participantes en la investigación. Agitamos
las representaciones de los y las sujetos sujetados a nuestro interés por sus
respuestas, los colocamos bajo el foco de atención académica que halaga su
narcisismo, y luego los dejamos en un terreno de nadie elaborando y rememorando la
peculiar experiencia. Todo ello ¿A cambio de qué? ¿Solo a cambio de prestarnos como
receptores de una catarsis individual o colectiva? Pensamos que no es suficiente ofertar
solo un espacio catártico. Planteamos un trueque a modo de beneficio para los sujetos
de la investigación: a cambio de la intrusión en sus vidas y de los fragmentos que nos
regalan, ofrecemos un proyecto de construcción y reconstrucción de espacios
ciudadanos poniendo nuestros instrumentos a su disposición.
Ahora bien ¿Qué entendemos por subjetividad política? Complejo definirlo en dos
palabras. Sugiero que nos representemos una subjetividad que puede divisar aquellos
resquicios no cooptados por las triquiñuelas del sistema, aquello de nuestra identidad
que no se identifica totalmente con lo que se dice que somos o que debemos ser.
Imaginemos un ejercicio de deconstrucción y cuestionamiento de los destinos precarios
que -en cuanto pueden- nos atrapan simbólica y materialmente en jaulas de
subordinación y marginación. Explorar los márgenes de lo reprimido más allá de la
sujeción de la biopolítica y del panóptico de las instituciones hegemónicas es uno de los
ejercicios para la construcción de la subjetividad política. Las estrategias de dominio no
desaparecerán por estos procedimientos, pero facilitar un espacio para ensayar
liderazgos y representarse los cambios sociales es una condición necesaria para iniciar
un proceso de generar grupos de autogestión. Un ejemplo consiste en el trabajo que
nuestro Proyecto Anillo ha iniciado en la VI región para la reconstrucción del terremoto.
Deficiencias jurídicas, dificultades burocráticas, poca disponibilidad del Estado
mantienen a una gran parte de la población en condiciones de desprotección. Solo las
agrupaciones de pobladores, la creación de colectivos, el empoderamiento de los
actores sociales pueden debatir con los obstáculos. Esta proyección necesita gimnasia y
ejercicio representacional para la participación ciudadana.
…..........................................................................................................................
INTRODUCCIÓN.
Me parece que no podemos evaluar nada si no sabemos cómo y desde dónde partimos.
Todo inicio debe explicitar las reglas del juego, que se convertirán en las coordenadas
que organicen el partido que se inicia en ese momento que llamamos de “fundación” o
“apertura”; lo hacemos marcando el encuadre de trabajo, los dispositivos a ser
utilizados. Pero creo que no terminamos de significar la importancia clave que tienen
las reglas. No sólo se trata de las convenciones sociales que enmarcan el trabajo, a
esto le llamamos el encuadre.
Se dice muchas veces que “lo que bien inicia, bien acaba”. El grupo operativo aplicado
al aprendizaje se constituye sobre la base de un bien organizado sistema de reglas,
pero no de roles y funciones, de ahí que lo valoremos no como una didáctica más, sino
una forma alternativa para lograr experiencias de aprendizaje formativas, esas que
facilitan la incorporación efectiva de esquemas de pensamiento asimilados y procesados
como renovados modelos de acción y que permiten realizar transformaciones en la
realidad de una manera crítica y racional. La escuela sólo instruye, e instruye mal. La
educación... ¿puede ser pensada como el aprendizaje de reglas, de leyes que rigen la
naturaleza y la sociedad?
Las Reglas.
¿A qué reglas nos referimos entonces? Son reglas que trasvasamos y derivamos en un
primer momento de la disciplina psicoanalítica, del psicoanálisis individual, luego las
identificamos en una adecuación a los grupos de terapia analítica y más tarde de los
grupos operativos de Pichon Riviere y del modelo francés del trabajo con grupos.
Formulada de esta forma, la regla implica un nivel de registro que determina una
metodología que se encarga de escuchar todo lo que se dice, ateniéndose al decir a
través del discurso de cada uno. Las reglas constituyen el dispositivo y el grupo es
grupo en función de las reglas a las que cada uno se atiene, empezando por el
coordinador o monitor del seminario (o curso).
La regla complementaria para el coordinador del curso podría formularse así: “Yo
coordinaré el trabajo del grupo, escuchándolos y sólo intervendré cuando lo considere
necesario”. En un inicio, las reglas “se olvidan”, se evaden, se reprimen, parece
realidad el dicho: “las reglas son para romperse”; sin embargo, se denuncia en ello la
referencia a una ley, que debe crear y recrear una legalidad en las relaciones y en los
intercambios entre los miembros de una colectividad. La regla, así definida, según
Bejarano (véase bibliografía) se constituye “como soporte fundamental y necesario
para la instauración de relaciones sociales simbólicas”.
En todo caso, no se trata de eliminar toda regla, ya que no hay ser humano como tal,
que no se atenga a alguna, la ley de la cultura difiere de las reglas sociales emanadas
de relaciones de dominación, de opresión, de alienación y aún de represión política y
social. Estas tendencias han existido y existen aún en forma enmascarada en gran
parte de la cultura educativa moderna y postmoderna.
Pero no todo proceso que intenta modificar las reglas que rigen las relaciones en el aula
deberían ser tildados de reformistas, es importante entender los procesos sociales
como aspectos de una complejidad que no se agota nunca en esquemas de
pensamiento que han derivado en dogmas y en enfoques mecanicistas, se puede
colaborar desde la práctica educativa en los procesos de cambio social, que aporten en
los procesos de desalienación a los educandos y a los educadores, apelando a ellos
como sujetos sociales capaces de transformar las formas reglamentadas de fondo, que
se mantienen encubiertas como estrategias que intentan eludir la crítica, para evitar ser
cuestionadas desde una radicalidad que en los tiempos que corren, es la más requerida.
Igual que las reglas formuladas para todo tipo de experiencias grupales (t groups,
grupos de terapia, grupos de diagnóstico o de formación), las reglas para el grupo
operativo de aprendizaje, envían al registro o el orden simbólico, al aceptar los límites
en los que los participantes del grupo tendrán sus grados de libertad reconocen una ley
a la que todo mundo se sujeta, comenzando por los coordinadores del grupo.
Acerca de los roles y funciones. Identificamos de entrada tres tipos de roles bien
demarcados, son roles formales que marca el encuadre para la organización del trabajo
grupal; tenemos el rol de participante, el rol de coordinador y el rol de observador.
Cada rol cumple una función específica y delimitada.
Rol de líder, rol de seguidor (o liderado); rol de Saboteador; Rol de cómplice (del
saboteador); Rol de chivo; Rol de chivador (o depositario); rol de portavoz; rol de
disidente. Para complejizar las cosas, afortunadamente, debemos pensar también que a
cada rol corresponde un contra-rol, esto permitiría por ejemplo, poder diferenciar no
sólo a un líder de su seguidor, sino también a un líder de tarea, de un líder saboteador
de la misma. El interés del aporte de Klein reside en ligar los diferentes roles a tres
distintos ejes de tensión (ejes que permiten una ubicación determinada de todos ellos)
y a las relaciones dilemáticas o dialécticas que se detectan para poder instrumentarse
técnicamente desde la labor de la coordinación.
Por otro lado, hay una infinidad de roles que pueden ser jugados por los integrantes de
un grupo, algunos ejemplos son: rol de líder intelectual, rol de líder social, rol de
cooperador, rol del que no comprende nada. El rol de payaso o bromista, el serio, el
callado, el parlanchín, el que secuestra la palabra, el autoritario, el portavoz del grupo,
el quejumbroso, el rebelde, el apacible, el conciliador, el miedoso, el reflexivo, el
apuntador, el astuto, el agresivo, el “duro”, el de tercero excluido, el de en medio, etc..
Al utilizar los grupos operativos como didáctica grupal, para colaborar en los procesos
de cambio y aprendizaje de los participantes, estos cambios deberían ayudar al grupo a
pensar, reflexionar y trabajar los obstáculos que impiden el abordaje de las tareas;
también a mostrar a través de la retroalimentación las lagunas, los olvidos, las
contradicciones y las dificultades que impiden procesar de forma integral y creadora el
tratamiento de la información.
La actividad en el aula exige el trabajo previo de lectura del material según el programa
temático ya calendarizado. Cuando esto está resuelto, es el trabajo previo del docente,
el entrenamiento y la supervisión de las aplicaciones, lo que constituye la primera
dificultad en la labor de corrimiento que experimenta la nueva función docente, que va
de la exposición tradicional hasta el trabajo de transformarse en un facilitador, en un
coordinador del trabajo grupal, de ser ahora un co-pensor con los alumnos y no pensar
por los alumnos. Renuncia a la omnipotencia.
Pero estos intercambios están de entrada regulados por una serie de reglas, así
podemos indicar que la técnica operativa está organizada desde un inicio con:
b) Luego están las reglas a las que todos se ven sujetos para el trabajo, empezando
por el coordinador o docente de la materia; las reglas regulan los intercambios, se
empiezan a identificar como “dispositivos” o mecanismos que facilitan y organizan el
trabajo de otra forma.
c) tercero, la especificación de los roles que serán asumidos y jugados por el grupo en
su conjunto para allanar el camino del aprendizaje.
Lograr esto supone una forma organizativa que facilite integrar procesos antes que
verlos por separado: por ejemplo, primero la teoría, luego la práctica; esta
organización parece dominar en mucho la didáctica que se ejerce en la Universidad, con
lo que se promueve una disociación flagrante que impide la síntesis entre conceptos
teóricos y operativos.
En el transcurso mismo de una experiencia formativa, en el aprendizaje de la entrevista
psicológica y motivados por las lecturas del material teórico y por la vivencia de
experimentar una “nueva forma de aprender”, el docente involucrado en un proceso de
formación apuntó sin proponérselo, a que se cuestionarán y se replantearán no sólo
sus metodologías de enseñanza aprendizaje, sino sus actitudes personales, sus
esquemas de pensamiento, la forma en cómo, sin darse cuenta, ha funcionado como
modelo social, transmitiendo con ello, más allá de los contenidos curriculares,
ideologías y valores, costumbres y formas de ser y hacer, de relacionarse e implicarse,
de aburrirse, decepcionarse o de actuar con buenas intenciones; intuyendo que esto
resulta muchas veces poco eficaz, pero con la inquietud de querer y desear
instrumentarse en algo olvidado, en la forma en cómo iniciamos, establecemos,
organizamos, desarrollamos y luego mantenemos o perdemos vínculos humanos.
Todo la descripción no es más que una forma de cómo en la base de nuestro trabajo
hay toda una concepción organizativa de la academia donde se discriminan de entrada
funciones particulares y especificas para cada rol estipulado desde las reglas que rigen
el trabajo de aprendizaje.
Hay un desarrollo temático “libre”, a veces parece inconexo, “falta estructura” ya que
se ha abandonado la función de autoridad por el saber y el ejercicio de poder que la
asunción de esto supone, por lo menos a nivel funcional, por lo que no hay pautas que
provengan de esta para organizar el trabajo, las pautas aparecen difusas, están dadas
por las inquietudes individuales o subgrupales: el grupo recrea en su nivel el tema y las
formas de abordarlo. Se trata de que no haya límites a la espontaneidad, se trata de
organizar un desorden, de ordenar una desorganización, por lo que no hay de pronto
un solo centro de interés, sino múltiples niveles de abordaje de la temática.
La idea es si uno puede tolerar la ansiedad despertada por la renuncia al rol conocido, y
aventurarse a lo desconocido, en busca de lo que no se sabe. El coordinador de un
grupo ha desarrollado un esquema conceptual referencial y operativo (ECRO, le llama
Pichón Riviere), instrumento de su praxis, vía el estudio, la experiencia y la práctica de
compartir, de organizar, de hacer y convivir con grupos. Pero esto no reasegura ni
garantiza que los miedos y temores se hayan exorcizado y no aparezcan en cada nueva
experiencia.
Los estudiantes, van internalizando vía los procesos identificatorios, un modo de operar
introducido por la presencia de los otros y por la función particular que cumple el
coordinador del grupo operativo. Así, deducimos que sin saber bien a bien, el
estudiante va interiorizando unos modos de operar en función de su aprendizaje, cuya
forma de relación introyectada va asumiendo algunas de las características del grupo
de pares y del modelo de acción de un coordinador e incluso un observador de la
dinámica grupal.
Recapitulación.
Cuando se trabaja en y con grupos, debemos ser muy conscientes de los fenómenos
psicosociales que se activan y repercuten sobre la experiencia de aprendizaje; si el
docente se plantea un cambio en su didáctica y desea utilizar las potencialidades de los
aprendizajes ya en posesión de los alumnos, será necesario organizar el trabajo en
función de:
2. Poner por centro la tarea, el tema manifiesto y explícito que en cada clase nos
reúne; a la vez, que
3. Discriminar e identificar los diferentes roles que se jugarán para el logro de la tarea.
7. Entender que todo problema que surja en el proceso, concierne a todos y poder
visualizarlo desde una óptica que permita entender las dificultades en el proceso de
cambio. El problema surge como expresión de la resistencia al cambio y deberá ser
tomado como objeto y a la vez herramienta para resolver y superarla, clarificando la
función de reaseguramiento de la misma.
8. No ceder, ante las resistencias al aprendizaje, sean francas o abiertas y las larvadas;
y la única forma de hacerlo es no cediendo a la demanda sino analizándola en
situación, aquí y ahora.
Si la función es pensar con el grupo y no por el grupo, facilitar por su nuevo rol que el
grupo mismo piense el problema o el obstáculo como una oportunidad para el logro de
la tarea a alcanzar; todo problema que se enfrente con la nueva forma de organización,
será a la vez, fuente de aprendizajes permanentes.
Proceso Grupal.
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Pichón Riviere, E. (1971) Del Psicoanálisis a la Psicología Social. 2 Tomos. Galerna Bs. As.
MAY
11
7Psicoanálisis sin diván (Introducción a la Concepción
Operativa de Grupo) / Parte 4 / El concepto de emergente /
Emilio Irazábal.
EL CONCEPTO DE EMERGENTE.
Es un asunto muy complejo esta cuestión del emergente. Como guía para
observar y coordinar un grupo concreto resulta muy útil (indispensable para
el grupo operativo). Pero como situación clínica, la cosa no resulta tan fácil.
La noción de emergente y portavoz nos coloca a cada uno de nosotros como
sujetos, formando parte de un grupo, ya sea más interno que externo, o
viceversa. Nuestros conflictos, nuestros pensamientos, nuestra personalidad
tienen mucho que ver con nuestra relación (interna y externa) con los
otros. A su vez, estos otros (internos/externos) influyen en nosotros. Mucho
de lo que somos, y cómo somos, está producido por las experiencias vitales
con otros. Somos únicos pero también muy parecidos. Nuestros cambios
terapéuticos se hacen visibles y se consolidan en los vínculos y en los
nuevos roles.
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