Vous êtes sur la page 1sur 63

› AUTORITARISMO Y GRUPOS

1.1TatoPavlovsky, en su memoria
Eduardo “Tato” Pavlovsky –nombre esencial en el psicoanálisis y el psicodrama, figura emblemática de
la cultura argentina– colaboró en esta sección, que hoy, al rescatar su impresionante texto sobre el
trabajo con grupos durante la dictadura, le rinde homenaje.

Por Eduardo Pavlovsky *


En 1968, durante los seminarios de entrenamiento de dinámica de grupo que Didi Anzieu realizaba
anualmente en París, ocurrían simultáneamente los acontecimientos políticos sociales por todos conocidos.
Esta simultaneidad de situaciones, la realización de los seminarios de dinámica de grupo en el mismo
momento del acontecer social, le permitió a Anzieu realizar algunas reflexiones y observaciones de las
cuales rescataré las más importantes. Dice Anzieu: “El desarrollo del seminario, considerado en su
totalidad, me ha parecido una reproducción abreviada, en miniatura, del inconsciente social en Francia en
abril y julio de 1968”. Y se pregunta más adelante: “Un seminario que reposa exclusivamente en los
llamados métodos de grupo, ¿no es acaso un sondeo de las capas más profundas del psiquismo
colectivo?”.

En otro párrafo, Anzieu también se refiere al surgimiento en el staff o equipo terapéutico, durante los
seminarios, de una posición autoritaria que surgió como necesidad del equipo de estructurar un orden
durante un momento de gran caos y anarquía entre los integrantes del grupo de seminarios, que
amenazaba la evolución normal del mismo. El propio staff se extrañó de la posición autoritaria que tuvo
que tomar frente a la anarquía reinante. El intercambio de opiniones puso en evidencia dos cosas. Por una
parte, la fantasmática de una organización jerarquizada del saber y del poder (tipo de organización tan
combatida en mayo) fue reconocida como fantasmática común del equipo terapéutico, por identificación
con este tipo de fantasmática social. Se debatió en el seminario la relación entre la dinámica del grupo del
seminario y la evolución inconsciente social en 1968 en Francia. Según Anzieu, el equipo terapéutico se
identificó con esta estructura del poder y del saber tan combatida en mayo, y actuó en el grupo ejerciendo
el poder sobre los integrantes del seminario. Después de la “actuación”, el equipo terapéutico reunido pudo
“metabolizar, elaborar y modificar” esta identificación regresiva.

En un trabajo que realizamos con Armando Bauleo en 1976 y que titulamos “Psicoterapia en situaciones
excepcionales” intentábamos caracterizar algunos fenómenos clínicos y de dinámica grupal que habíamos
observado en nuestros grupos durante el lapso 1976-77, período caracterizado por la represión política por
todos conocida. En dicho trabajo nos formulábamos los siguientes interrogantes. ¿Cómo eran las sesiones
de psicoterapia de grupo durante ese lapso? ¿Qué efecto tenían, en el específico campo de la producción
imaginaria de la sesión, los acontecimientos sociopolíticos de ese período? ¿Qué fenómenos singulares
observábamos en la transferencia, en la dinámica de grupo, en las fantasías inconscientes grupales, en el
cuadro sintomático de los integrantes y en las condiciones de seguridad del grupo? ¿Existía alguna
singularidad específica del proceso inconsciente grupal y su relación con el inconsciente social?

En alguno de nosotros existe hoy una cierta necesidad de intentar describir el clima imperante en las
sesiones durante ese período, a riesgo de sortear o eludir la fractura o solución de continuidad que sufrió el
proceso de la psicoterapia de grupo en ese lapso. Porque hubo perturbaciones serias en el desarrollo de la
psicoterapia de

grupo en esos años. Desde allanamientos policiales en plena sesión de grupo, con la consecuencia de
terapeutas desaparecidos, hasta sesiones en instituciones que se realizaron con policías dentro de la
sesión.

Se nos ocurre que no queremos ni debemos perder la memoria de esa época, precisamente porque
trabajamos en la clínica con el recuerdo para evitar la repetición.

Algunos de nosotros tenemos la necesidad de recuperar nuestra memoria para evitar fragmentar nuestra
propia identidad profesional.
Pensamos que somos el testimonio clínico de una época que no debe volver a repetirse. Nuestro
testimonio es también la psicoprofilaxis de toda forma de autoritarismo y fascismo futuro.

Theodor Adorno sugiere que, para que no ocurra otro Auschwitz, no debe tratar de olvidárselo.

La curación es recordar para no repetir.

Si no recuerdo, repito.

Si repito actúo.

“La interiorización de las prohibiciones y prescripciones es tal, que la opresión constituye para los
oprimidos la condición de posibilidades del goce” (P. Legendre, El amor del censor, Ed. Anagrama, 1979).
El inconsciente social, mediatizado en momentos de excepción social por el grupo, selecciona los temas
sobre los que podemos pronunciarnos. Hay palabras y temas censurados. Silencios recortados que hablan
de censura.

Autocensura. Palabras mudas. Ausentes. La interiorización de la violencia se ha instalado en el grupo como


obvia, como natural.

El discurso del grupo se recorta sobre una zona prohibida. Pero nadie prohíbe nada. No es necesario.
Prohibir es de alguna manera nombrar lo innombrable por contraste.

La dialéctica de la persecución social se ha interiorizado.

No hay explicitación del movimiento totalizador.

Cualquier discurso que superase el límite previsible de lo pactado por la norma interiorizada será regulado
por el grupo mismo, o el portavoz de la violación será callado por el coro de otras voces. El grupo funciona
como un censor de las individualidades más transgresoras de la norma social interiorizada.

Entrenamiento de la regulación grupal en momentos excepcionales del acontecer social. Misión especial.
La autorregulación es la expresión de la mediatización represiva del grupo y cumple la función de
preservación dentro del grupo.

El grupo atempera. Adapta el lenguaje que subvierte. Corrige. Aminora imperceptiblemente. Todo individuo
dentro del grupo que se animara a transgredir la prohibición, podría ser discriminado.

Un síndrome general de adaptación. La frase que amenaza es apoderada por un discurso. Otro, que
asegura la sobrevivencia y disminuye el ribete trágico del gran violador del PACTO. El PACTO es clave. No
se puede nombrar lo innombrable. Algo se torna innombrable. Algo ha de ser evitado de nombrar.

La verdadera incertidumbre es no saber exactamente la palabra que no se debe nombrar.

La verdadera incertidumbre es no saber exactamente la palabra innombrable.

Reflejo del inconsciente social. Registro asociativo de palabras nombradas y muerte. El inconsciente social
desborda los límites del grupo.
Cada integrante “actúa” de acuerdo a su physique du rol el personaje de una obra que habla de asesinatos,
allanamientos y desaparecidos. Cada inconsciente individual sigue sus leyes propias y recorta la
singularidad de cada actuación.

El grupo es hablado por el argumento del drama del inconsciente social y su trama argumental. Cada
integrante actúa un personaje principal de esta trama. Lo habla su inconsciente individual, pero al servicio
de una trama argumental que alude o sugiere una fantasmática social. Inconsciente social que se introduce
en la intimidad-interioridad del grupo, de acuerdo con la excepcionalidad de las circunstancias sociales.

“Psicoterapia de grupo en situaciones excepcionales”, decía Bauleo.

Descentramiento de la propia fantasmática grupal.

¿Descentramiento de los mitos familiares durante las guerras?

Con esto nos referimos a que los grupos estructuran luego de su agrupamiento una configuración,
organizada a partir de un entrecruzamiento de proyecciones de los integrantes, en la que se entrecruzan
elementos representativos sociales de una manera tal que en esa configuración se escenifica la obra
teatral, a la cual no sólo han aportado los integrantes, sino que la sociedad ha suministrado el clima
imperante. (Bauleo)

CLIMA GRUPAL de intemperancias.

Se tiene en el grupo terapéutico la impresión de que el enemigo acecha al grupo. No afuera. Sino dentro
del grupo. Espera al acecho la palabra para el asesinato.

Se sabe que no pero aun así, como diría Mannoni, se actúa como si acechara.

Hay que cuidarse. Hay una escena que lo hace posible. El mismo personaje que pregunta puede ser el
asesino. El asesino sin gajes. CLIMA DE TRAICION.

Insisto: El violador, el asesino, el torturador, está allí presente en el grupo.

Se sabe que no lo está, pero se actúa como si estuviera. Pluridimensional de las ansiedades confusionales.
Pregunta: ¿quién nos aterroriza? ¿Invención?

¿Recreación? Fabrica de miedos del gran EXORCISMO.

El miedo no es imaginería. Vivencia del terror que nos asfixia. Sabemos que el torturador es invención. Allí
en el grupo lo inventamos, que no está, certeza de convocatoria. Recreación nuestra. Lo siniestro del
inconsciente social que nos posee, lo circulamos. Lo patentizamos.

Circulamos el terror de la convivencia con el monstruo. Lo recreamos entre nosotros para exorcizarlo.
Recreación previa a todo EXORCISMO. Pero para exorcizarlo tenemos que creer que esta allí, adentro, en
el grupo, al acecho, esperando la palabra innombrable para caer sobre nosotros. El grupo sabe de qué se
trata este asesinato. Sabe del improviso. De la trampa. De irrupciones. De la magia del no aparecer mas.
Está enterado. Nada es tan mágico como hacer desaparecer. Se corre el riesgo de no volver más.
Recreamos entonces el drama del inconsciente social. Lo reinventamos. Lo exorcizamos. Traemos los
peores fantasmas del drama.

Convocamos a los protagonistas centrales y los encarnamos; pero como buenos actores tenemos que creer
en lo que hacemos. Como buenos actores del método Stanislavsky.

Tenemos que creer que nuestro enemigo esta allí entre nosotros en el grupo, dispuesto a hacernos
desaparecer. Insisto en la creencia. Si EL lo dispusiera somos hombres muertos o desaparecidos. Tenemos
la referencia de que, en aquel mismo mundo que se llama realidad, se desaparece todos los días. La
fantasía de desaparecer para siempre, no como muerte sino como pasaje a otro estado, a otro nivel, es una
ansiedad terrorífica posible cuando la gente es secuestrada y no se sabe cómo, ni dónde, ni cuándo.

Alguna vez nuestras fantasías agresivas vaticinaron la desaparición de nuestros padres, y por rebote la
nuestra. Cero al infinito.

Jugamos a que sea así, de lo contrario no vale el EXORCISMO. Para que haya exorcismo hay que creer en
la obra teatral del inconsciente social y sus terrores. Lo inventamos en el grupo, dentro del grupo.

Siempre hay un sospechoso dentro del grupo, un elegido por el rol de la sospecha. Algún rasgo bizarro del
sospechoso es aprovechado para invitarlo al escenario. Physique du rol. Nuestro mago de turno. Tiene
poderes inventados.

Pero lo creemos. El peligro es grande. La sospecha circula. El sospechoso se siente investido por el rol.
Sabemos que es un buen compañero. Lo reconocemos. Pero el efecto de la proyección lo transforma de
golpe en sospechoso. Sabiduría grupal. Lo necesitamos para aterrorizarnos.

Es nuestro candidato para el EXORCISMO.

Ojo, inventamos al sospechoso, le ponemos carga de torturador, de asesino a sueldo. Pero EL también
tiene que inventar. Si no inventa no vale. Le exigimos su monto de creación personal. La magia del
physique du rol y las proyecciones se produce. Una suerte de fascinación y encantamiento. El sospechado
asume su Rol con la magnificencia que corresponde al asesino.

El secreto goce de producir miedo. El misterioso goce de aterrorizar con el terror del asesino. El íntimo
goce de sentirse poderoso en este juego diabólico de imaginería. Y entonces ocurre el milagro: el
sospechado, el elegido por la imaginería del grupo para el Exorcismo, dice de pronto las palabras justas
que confirman la sospecha. Toma EL LIBRETO DE OTRO. Un libreto encima de otro libreto. Dos caras que
se funden. Proyección sobreimpresa en otra proyección; y como el gran Actor, utiliza el titubeo, la duda y la
pausa que conforman la sospecha.

Responde con discurso de sospechado. Nadie se asombra de la Metamorfosis.

Con Poder de la Magia suministrada por nosotros, el sospechoso responde con la interiorización de los
gestos del OTRO. Insisto: lo miramos sobreimpreso.

Inventamos con nuestra imaginería un SOSPECHOSO, de un compañero de grupo, y el compañero se


hace sospechoso. Actúa como sospechoso, y como sospechoso tiene poderes mágicos. Puede hacernos
desaparecer. Como decía Sartre de Genet: Una mirada lo clavó como ladrón y él se hizo ladrón.

Reinventó la proyección a su gusto. Patentizó lo siniestro de sentirse mirado con la carga ajena.
Si me miran ahora como LADRON, ENTONCES JODANSE, LES VOY A ROBAR.

Pero voy a inventar mi manera de ROBAR. ESE ES MI DERECHO Y SERA MI SALVACION. Nadie
proteste, dice Genet: Yo soy invención vuestra, pero los dejaré con los bolsillos vacíos.

Ahora el sospechoso hace lo mismo. Nosotros reinventamos el Terror.

* Texto publicado en Lo Grupal, Nº 1, abril de 1983, bajo el título “Lo fantasmático social y lo imaginario
grupal

2Taller y Grupo Operativo / Alejandro Simonetti.

Silent reflection, George Underwood.


¿Cuál es la diferencia entre la Técnica de Taller y la Técnica de Grupo Operativo?

Pichon define la “Técnica de los grupos operativos” diciendo que “el grupo operativo es
un grupo centrado en la tarea”, que es una técnica que se orienta a que los grupos se
centren en su tarea.

Y aclara que, bajo la tarea explícita, específica de un grupo “subyace” la tarea implícita
de elaborar los obstáculos a la tarea explícita, que puede consistir en elaborar las
emociones que obstaculizan el acceso a la tarea, aclarar malentendidos, construir el
grupo para poder trabajar juntos, ir ajustando la mutua representación interna, etc.

Necesitamos una definición de la Técnica de Taller desde la Psicología Social, ya que es


una técnica que nació en las Ciencias Sociales fuera de nuestra disciplina y por lo tanto
sus definiciones no se articulan con la red conceptual de esquemas a la que llamamos
ECRO.

¿Diremos que la Técnica de Taller consiste en la utilización, por parte del Equipo de
Coordinación, de técnicas interactivas y corporales (juegos, ejercicios, psicodrama,
etc.) para que el grupo aprenda algo o elabore algo a través de esas prácticas?

Una Técnica que incluye técnicas corresponde más al concepto más abarcador de
Dispositivo, concepto incorporado a nuestra terminología con posterioridad a los
escritos de Pichon.

Tanto el Taller como el Grupo Operativo pueden ser definidos como Dispositivos.

¿Qué es un Dispositivo?
A partir de desarrollos de Foucault y Lapassade, llamaremos dispositivo a un sistema,
conjunto organizado de elementos teóricos y técnicos que una organización o un
equipo elabora para ofrecer a los usuarios que soliciten determinado servicio en busca
de determinado objetivo.

Utilizando ese término, diremos que el Grupo Operativo es un dispositivo en el que el


Equipo de Coordinación, desde un ECRO abierto a las pluralidades de estructuras
psíquicas, productos de las diferentes policausalidades de los integrantes, orienta a los
integrantes del grupo a centrarse en su tarea explícita, teniendo en cuenta que para
lograrlo, necesitan pasar por múltiples tareas implícitas necesarias para poder abordar
la tarea explícita. Esas tareas se refieren tanto a la construcción de la pertenencia
grupal necesaria para trabajar juntos en orden al objetivo social que se proponen como
a la elaboración de los obstáculos epistemológicos, referidos a los diferentes sistemas
de signos que se utilizarán en la tarea y obstáculos epistemofílicos, que consistente en
la elaboración de los sentimientos desproporcionados que la tarea produce a partir de
escenas infantiles reprimidas y olvidadas que se despiertan en las interacciones
grupales.

Podríamos decir que, del mismo modo, el dispositivo prevé el aprovechamiento para la
tarea grupal de todos lo facilitadores epistemológicos y epistemofílicos, que son los
elementos teóricos preexistentes en los integrantes del grupo, así como las
disposiciones emocionales que, desde las experiencias de sus vidas, los disponen
positivamente para la tarea.

Pienso que cualquier tarea grupal que encara un psicólogo social desde la definición
pichoniana de la Psicología Social como ciencia de las interacciones orientada al cambio
social planificado, analizando la relación dialéctica, expresada en los vínculos a partir de
la necesidad, entre las fantasías inconscientes y la estructura social, se verá
inevitablemente abocada a elaborar este juego de las estructuras psíquicas con la
estructura social, que se manifiesta en grupos, organizaciones y comunidades.

Por lo tanto, cuando un trabajador de la Psicología Social utiliza el dispositivo de Taller,


que incluye el uso de técnicas interactivas y corporales, se encontrará continuamente
con situaciones en que las emociones ante las interacciones interpersonales en la tarea
deberán ser elaboradas para que los integrantes del taller puedan acceder a los
objetivos de aprendizajes conceptuales o formación de actitudes y capacidades a los
que el Taller se dirige.
Podremos decir entonces que un Taller coordinado por un trabajador de la Psicología
Social será un tipo especial de Grupo Operativo, que se centra en la Tarea Explícita
abordando para ello las Tareas Implícitas necesarias.

Si queremos diferenciarlo del Grupo Operativo en que se utiliza solamente la


verbalización, podríamos llamarlo Taller Operativo, para diferenciarlo de los Talleres
coordinados por profesionales de otras ciencias sociales que no encaran las relaciones
desde la relación dialéctica entre las fantasías inconscientes y la estructura social.

Diremos también que las emociones que despiertan las técnicas interactivas que se
usan en los Talleres, incluirán en el Dispositivo Taller algunas características que lo
diferencian del Grupo Operativo puramente verbal, como una mayor duración (se habla
de un mínimo de tres horas, mientras el grupo operativo suele durar alrededor de una
hora y media) y elementos como ropa cómoda para poder interactuar corporalmente
con mayor comodidad, posiblemente almohadones en lugar de sillas y trabajo en lo que
Oscar Bricchetto llama la zona uno en que las personas están en el suelo y la zona tres
en que están paradas y no sólo en la zona dos en la que las personas conversan
sentados en sillas.

En esta propuesta entonces, desde la Psicología Social, diremos que el Grupo Operativo
de elaboración verbal y el Taller Operativo con perspectiva psicosocial, coinciden en la
promoción del centramiento en la tarea explícita y la apertura a las tareas psicosociales
implícitas necesarias y se diferencian en la utilización habitual o no de técnicas
interactivas corporales.

Lo cual no impide a un coordinador de Grupo Operativo la utilización eventual, en este


dispositivo, de las técnicas interactivas y corporales que se utilizan en los Talleres, ya
que nuestras definiciones terminológicas no agotan nunca la infinita variedad de
nuestro tablero de herramientas, abierto siempre a los requerimientos de la situación
grupal existente.

Nuestra Psicología Social, decía Pichon, no es académica sino direccional y todo vale si
se orienta al cambio social planificado para promover la satisfacción interactiva de las
necesidades de las personas, desde nuestra perspectiva específica de trabajar sobre el
“implacable juego entre el hombre y el mundo”, entre nuestros adentros y los sistemas
sociales en los que interactuamos.

3Contextualización / Alejandro Simonetti.

Al hablar de la capacidad de contextualización como una de las


capacidades que forman parte del aprendizaje psicosocial, que
incluye incorporación de conocimientos, desarrollo de capacidades
y formación de actitudes, definimos la capacidad de
contextualización como “la capacidad de significar lo que el otro
dice en el contexto de su gestualidad y su conducta,
comprendiendo sus signos dentro del código de su cultura y las
influencias del contexto social de su organización, su institución,
su ciudad, su provincia, su país y el mundo, en el momento
histórico en que se produce la situación que se analiza”.

Esta capacidad forma parte del Posicionamiento o Actitud


Psicosocial, junto con las actitudes de proximidad emocional,
distancia operativa, rigor científico, auto-registro, renuncia
narcisista, renuncia ideológica y las capacidades de
acompasamiento, textualidad, desciframiento grupal y disciplina
operativa.

El concepto de capacidad de contextualización es una aplicación


metodológica de la noción de Enrique Pichon Rivière del “hombre
en situación”, de acuerdo a la cual el ser humano no puede ser
comprendido si no se conoce su concreta situación histórico social,
como un texto es ininteligible fuera de su contexto.

Por lo cual, la frase y la conducta de una persona adquiere su


significado completo en el contexto de su gestualidad, que puede
modificar el sentido de sus palabras, como cuando alguien dice
“hemos progresado”, pero contextúa la palabra “progresado” con
un doble movimiento paralelo de sus dedos índices hacia abajo,
con lo cual alude al signo gráfico de las comillas, que ponen en
duda el significado de una palabra, expresando que se trata de un
falso progreso, sentido que no surge del texto mismo sino de su
contexto gestual.

Del mismo modo, la conducta general de una persona contextúa


el sentido de sus afirmaciones, de modo que la frase “lo prometo”,
proveniente de alguien de quien sus interlocutores conocen sus
reiterados incumplimientos de promesas anteriores, tiene un
sentido distinto a la misma frase dicha por alguien que siempre ha
cumplido sus promesas.

También contextúan y modifican el sentido de las frases que se


intercambian los códigos lingüísticos de sector social o regional de
las personas que las dicen.

Si un mexicano, por ejemplo, dice “hasta las ocho se atiende al


público”, un argentino entenderá que si llega después de las ocho
no será atendido.
Cuando llega a las siete y se encuentra con que todavía no se
está atendiendo al público, el argentino creerá que los empleados
no están cumpliendo su horario y tal vez criticará la negligencia de
los empleados mexicanos, sin saber que, en el código lingüístico
del habla mexicana, aún hablando el mismo idioma castellano, la
frase quiere decir que se atiende al público a partir de las ocho,
malentendido que ha causado muchos problemas a los argentinos
en los aeropuertos y estaciones de micro mexicanas.

Los mismos malentendidos puede traer el no contextuar lo que


dice dentro de los códigos culturales del interlocutor.

Contaba una persona que vivió mucho tiempo en la India que,


cuando un propietario solicita a un trabajador que realice
determinado trabajo en su casa, el trabajador contestará siempre
afirmativamente, lo que no quiere decir que esté aceptando el
trabajo, sino que responde con cortesía a un ofrecimiento de
trabajo, sin tomar por ello ningún compromiso. El propietario
podrá esperar indefinidamente la llegada del trabajador, si no se
ha ocupado de confirmar, por otros medios comunicacionales, que
éste ha aceptado realmente realizar el trabajo.

En México, nuevamente, se estila ofrecer la propia casa, “su casa


de usted” a la persona que se conoce, lo que no implica un
verdadero ofrecimiento de recibirlo sino una cortesía puramente
simbólica.

Una vez conocido el contexto de esos códigos culturales, la frase


del interlocutor encontrará su verdadero significado.

Del mismo modo, contextuará el sentido de todo lo que se dice la


influencia del contexto social de la organización, institución, su
ciudad, su provincia, su país y el mundo, en el momento histórico
en que se produce la comunicación que se analiza.

En determinada organización empresaria en que se considera


parte de la cultura institucional la adhesión acrítica de los
empleados a todos los principios del ideario organizacional, la
frase de un empleado que afirma uno de estos principios no puede
interpretarse como la expresión de sus íntimas convicciones sino
sólo como el cumplimiento de una norma organizacional, debiendo
deducirse lo que piensa de ciertas grietas de la comunicación
donde lo que cada uno piensa se filtra por debajo de las
prescripciones.

En una visita de un equipo de observadores de una Escuela de


Psicología Social a una fábrica, el supervisor que guiaba al equipo
en el recorrido por las dependencias de la fábrica, cuya tarea
consistía en el señalamiento de las bondades del dispositivo
organizacional, calzaba unos pesados botines industriales con
defensas de acero, por lo que una de las observadoras le
preguntó si no le resultaba incómodo caminar con zapatos tan
pesados. El supervisor contestó que, por el contrario, esos
zapatos le resultaban comodísimos y los seguía usando en su casa
una vez finalizadas sus tareas laborales. Muchas horas después, al
finalizar el recorrido, una de las observadoras manifestó que tenía
la mano cansada de tanto escribir, a lo que el supervisor contestó
“y yo ni le cuento, con estos zapatos que me tienen los pies a la
miseria”. La primera frase sobre la comodidad de los zapatos
debía interpretarse en el contexto de su tarea empresarial de
mostrar lo perfecto de todo lo que se usaba en la fábrica y la
segunda, dicha en un momento en que el final del trabajo le
permitió bajar sus defensas, comunicaba sus verdaderos
sentimientos.

Las Instituciones, estructuras de valores, objetivos, esquemas


conceptuales, métodos y procedimientos que regulan las
actividades en determinada área de la comunidad (Institución
Escuela, Institución Empresa, Institución Salud, Institución
Fuerzas de Seguridad, Institución Estado, etc.) también
contextúan las comunicaciones y una frase dicha por una
Directora de Escuela deberá interpretarse en el contexto de lo que
la Institución Escuela espera de lo que puede decir o no decir una
Directora, más allá de las características de su Escuela o los
rasgos de su personalidad.

En la línea de esa noción freudiana, Enrique Pichon Rivière definió


a la fantasía inconsciente de cada persona como la novela
inconsciente acerca de nosotros mismos, los lugares imaginarios
que, sin darnos cuenta, asumimos en las estructuras vinculares
de las que formamos parte y los que, a través de nuestra manera
de tratarlos, adjudicamos inconscientemente a los otros,
condicionando así, de alguna manera, la forma en que nos tratan
y nuestro destino.
Del mismo modo, podríamos someter a la prueba de la
confrontación con la realidad la hipótesis de que cada uno de
nosotros tiene una “novela”, más o menos consciente, acerca de
la historia de nuestra ciudad, provincia o país.

Un relato, más simple cuanto menos nos ocupemos


conscientemente del tema, acerca de los orígenes de los
problemas de nuestra ciudad, provincia o país, de quiénes
ocupan, en nuestra historia, los papeles de los próceres, los
villanos y las víctimas y... la forma en que se solucionarían, fácil y
simplemente, todos nuestros problemas.

Estas “novelas de ciudad, provincia o país” serían habitualmente


inconscientes en su formación, que suele irse dando por
introyección de las opiniones de personas significativas de nuestro
pasado, en interacción con hechos de nuestra vida que
generalizamos, no siempre con buena lógica.

“Este país anda mal porque los criollos no quieren trabajar. Mi


padre vino de Italia con una mano atrás y otra adelante, trabajó
como un burro y me dejó la casa en la que vivo y otras dos casas
que alquilaba. Y me enseñó a trabajar y no meterme en nada.
Después vino un gobierno que les daba a los negros lo que
querían y congeló los alquileres y tuve que vender las dos casas.
Acá lo que hace falta es un gobierno de mano dura, que meta en
la cárcel a los chorros y a los vagos y van a ver cómo los que
trabajamos vamos a estar mejor”.

A esta “novela de país”, que se nutriría de las opiniones,


fantasías, deseos y miedos predominantes en el sector social en el
cual cada uno ha sido educado, al que llegó a pertenecer o al que
adscribe por elección, corresponde una manera de pensar acerca
de los temas sociales y una connotación positiva o negativa acerca
de los distintos actores de la estructura social.

A esta “novela de país”, que se nutriría de las opiniones,


fantasías, deseos y miedos predominantes en el sector social en el
cual cada uno ha sido educado, al que llegó a pertenecer o al que
adscribe por elección, corresponde una manera de pensar acerca
de los temas sociales y una connotación positiva o negativa acerca
de los distintos actores de la estructura social.
De este modo, los estancieros serán “personas honestas y
emprendedoras que hicieron su fortuna administrando
correctamente la tierra heredada de sus padres y abuelos” o
“chupasangres que despojaron de sus tierras a viudas de
sargentos de la genocida conquista del desierto y se enriquecieron
pagando miserablemente a sus peones”, los militares serán “los
que restablecieron el orden cada vez que los políticos llevaron al
país al borde de la ruina” o “agentes de los intereses
transnacionales que instalaron sus dictaduras para reprimir los
reclamos y hundir al ...país en una deuda externa impagable” y
los sindicalistas serían “los representantes de los reclamos de los
trabajadores” o “los traidores que se alían con los patrones para
mantener dominados a los que les pagan sus lujos con los
descuentos de sus sueldos”.

En la definición de “ideología” que utiliza Pichon en su


conceptualización, que no coincide con otras definiciones según
las cuales la ideología es sólo una manera de pensar,
fundamentada o no, sobre la política y la economía, el elemento
clave sería la “falta de fundamentación empírica”, que
diferenciaría a las posiciones ideológicas de las posiciones teóricas
sobre lo social.

Las posiciones ideológicas serían certezas subjetivas útiles para


orientarnos en la vida cotidiana, en la que habitualmente hay que
tomar posición sin esperar la resolución de exhaustivos análisis
científicos acerca de lo que está pasando en el país.

Las posiciones teóricas serían certezas crecientemente objetivas,


con todas las limitaciones de la objetividad posible en las ciencias
sociales, construidas socialmente a partir de datos fehacientes de
la realidad.

Serían resultantes de una continua construcción teórica que


conceptualiza los datos observables de la realidad social y los
organiza entre sí en una red de esquemas conceptuales a los que
podamos referirnos para operar (ECRO).

La obligación ética del operador psicosocial, para poder


contextualizar adecuadamente las interacciones sobre las que
trabaja, consistiría en una continua transformación de su novela
de país, ideológica y poco fundamentada, en una hipótesis de país
crecientemente objetiva que, al permitirle descifrar mejor las
interacciones grupales y organizacionales en su contexto social,
haga posible una operación más adecuada a la realidad y por lo
tanto más eficaz.

La obligación ética del operador psicosocial, para poder


contextualizar adecuadamente las interacciones sobre las que
trabaja, consistiría en una continua transformación de su novela
de país, ideológica y poco fundamentada, en una hipótesis de país
crecientemente objetiva que, al permitirle descifrar mejor las
interacciones grupales y organizacionales en su contexto social,
haga posible una operación más adecuada a la realidad y por lo
tanto más eficaz.

Las tareas correspondientes a esta obligación ética serían el


estudio de la historia y la estructura de clases sociales del país en
que vive, la construcción de una hipótesis de país que de una
explicación a este proceso y la continua actualización de esta
hipótesis, a través de la observación de la vida cotidiana que lo
circunda y de los testimonios de los medios de comunicación y
centros de investigación acerca de dicha realidad
-------------------------------------------------------------------------------------------------
4La dinámica de los grupos pequeños. / Didier Anzieu.
CAPÍTULO PRIMERO: EL
CONCEPTO DE GRUPO.

Etimología.

El término francés de grupo es reciente. Viene del italiano groppo o grupo , término
técnico de las bellas artes, que designa a varios individuos, pintados o esculpidos,
formando un tema. Son los artistas franceses, como Mansart, los que lo han importado
hacia mediados del siglo XVII, después de sus estancias en Italia. La primera aparición
escrita de grupo se encuentra en la traducción (1668), de R.Piles, del De arte
graphica de Du Fresnoy: es un término de taller. La primera aparición literaria de la
palabra se debe a Moliere, en un texto poco conocido, el Poéme du Val-de-Gráce
(1669), donde el autor cómico defiende a su amigo el arquitecto Mansart describiendo
el fresco de la cúpula del pintor Mignard que pone su pundonor en utilizar las nociones
técnicas:

Los grupos dispuestos en una noble disposición


Que del campo del cuadro comparta con justeza...
Pero dónde, sin prisa, el grupo se reúne,
En forma de un dulce concierto, que haga un bello conjunto de todos reunidos.

La palabra se extiende rápidamente en el lenguaje corriente y designa una reunión de


elementos, una categoría de seres o de objetos.

Solamente hacia mediados del siglo XVIII, es cuando grupodesigna una reunión de
personas. Otros dos textos de Marmontel y de Mme. Genlis, citados por Litré, serían
sus primeras manifestaciones escritas. Simultáneamente, las palabras análogas se
imponen en alemán y en inglés (gruppe, group). Hay que poner de relieve que
las lenguas antiguas no disponen de ningún término para designar una asociación de
personas cuyo número es restringido y que persiguen fines comunes. Los
hombres piensan fácilmente según la oposición individuo-sociedad; no piensan
naturalmente en términos de grupo, mientras que su vida y sus actividades se
desarrollan frecuentemente en el seno de aglomeraciones restringidas. ¿Qué es lo que
nos puede aclarar el origen de la palabra sobre las significaciones latentes de la misma?
El primer sentido del italiano Gruppo era «nudo» antes de convertirse en «reunión»,
«conjunto». Los lingüistas lo relacionan con el antiguo provenzal grop nudo, y suponen
que deriva del germano occidental kruppa = masa redondeada. Por otra parte, parece
que grupo y grupa tienen como origen común la idea de algo redondo.

La etimología nos proporciona así dos líneas de fuerza que encontramos a lo largo de
toda la reflexión sobre los grupos, el nudo y lo redondo. El primer sentido de nudo se
ha convertido, poco a poco en grupo hasta poner de relieve el grado de cohesión entre
los miembros. En cuanto a redondo, desde muy pronto designó, en el francés moderno,
una reunión (esta última palabra, más tardía, apareció en el siglo XVI) de personas, o,
para conservar la misma imagen, un círculo de gente. E. Rostand, en Cirano de
Bergerac, ha yuxtapuesto hábilmente los dos términos:

Yo hago, atravesando los grupos y los redondeles


Sonar las palabras como las espuelas.

La idea de fuerza aquí es la del grupo de iguales. Habría que hacer un estudio sobre su
camino histórico y su valor simbólico: se trataría de una tradición celta (los caballeros
de la tabla redonda),recogida por la orden de los Templarios (el ara de sus iglesias
tenía una forma circular, para que los caballeros estuvieran todos en primera fila
durante la misa, y todos a la misma distancia de Dios). Otra investigación debería
realizarse sobre la palabra grupo fuera de las lenguas occidentales.

Resistencias epistemológicas al concepto de


grupo.
La palabra grupo es una de las más confusas de la lengua francesa; en inglés y alemán
no se encuentran en mejor situación. Acabamos de ver que es reciente en la historia de
las lenguas. Es decir, que el concepto objetivo de grupo, fundamento de la ciencia de
las asociaciones, de los comités y de los equipos, ha emergido lentamente durante la
historia del pensamiento. Este trabajo de objetivación está dificultado por los prejuicios
individuales y colectivos. Conviene esclarecer primero. Algunos de estos prejuicios son
de orden psicológico y psicoanalítico.

Una encuesta de la Association française pour l’ Acroissement de la


productivité (1961), sobre las representaciones colectivas del grupo los pone en el
camino: «La noción de grupo es inexistente para la mayor parte de sujetos. El grupo es
efímero, dominado por la suerte. Solamente existen las relaciones interindividuales.»
Las relaciones psicológicas espontáneas entre personas, que se instauran en el marco
de la vida profesional y social, los interesados las viven como la resultante resultante
esencialmente del carácter, bueno o malo, de los individuos. Los fenómenos de grupo
son desconocidos en lo que tienen de específico: todo se reduce a los temas de las
personas. Las relaciones interindividuales son además percibidas de forma estática.
La solución, que generalmente se dirige a los problemas que surgen en estas
relaciones, es que haría falta que los demás las modifiquen. No se trata en absoluto de
transformarse a sí mismo, ni de analizar la situación total de la que los protagonistas
forman parte, ni de actuar sobre las variables de esta situación. El temor de repensar
su propia situación en un nuevo marco de referencia, y de ser así puesto en tela
de juicio, constituye uno de los aspectos de la resistencia epistemológica a la noción de
grupo.

Otro aspecto de esta resistencia surge de la dificultad general, en todo ser humano, de
descentrarse. El grupo es útil, es decir, necesario, declaran las personas sobre las
que se ha realizado la encuesta: se es más eficaz juntos que aisladamente; el grupo es
un intermediario entre el individuo y la sociedad. Pero en otro plano, dicen las mismas
personas, el grupo es una alienación para la personalidad, para su autonomía; corre el
peligro de provocar una «violación» de la personalidad. Las relaciones humanas en
los grupos solamente pueden ser las relaciones de manipulador a manipulado, es decir,
según un modelo sadomasoquista.

A Freud le gustaba decir que el narcisismo del ser humano eleva el obstáculo
más sólido al progreso de los conocimientos: la astronomía, la biología, el psicoanálisis
solamente han podido constituirse como ciencia después de haber superado las
creencias espontáneas según las cuales la tierra es el centro del universo; el hombre, el
rey del reino animal; el yo consciente, el centro de la personalidad. El antropocentrismo
es natural al ser humano. Expulsado de las ciencias de la naturaleza, se ha refugiado en
las ciencias sociales. El psicoanálisis lo ha desalojado de la vida psíquica. La dinámica
de los grupos se bate con el amor propio humano para expulsarlo de este nuevo
terreno.

La resistencia epistemológica al concepto de grupo procede de la resistencia del


hombre contemporáneo a la vida en grupo. La encuesta de la AFAP llegó a una
conclusión análoga: «Es posible clasificar los diferentes tipos de grupos en un mismo
continuum cuyos grados serían los siguientes: los individuos, el grupo de amigos, el
equipo de trabajo, las instituciones, la sociedad. Las hipótesis que se han realizado
sobre este tema son: un individuo acepta los grados que preceden a aquél en el que
está situado y rechaza los que le siguen» (por ejemplo acepta amigablemente al grupo
de amigos, pero sufre como una coacción al equipo de trabajo). «Considera a su jefe
como el que protege al grupo de las influencias del grado siguiente, evitando la
contaminación.» Pero es lástima que los autores de esta encuesta no hayan pensado en
la hipótesis freudiana, que se impone aquí: el grupo parece a cada uno de los
miembros como un obstáculo para la realización de una relación privilegiada de dos con
el líder o con otro miembro, es decir, como un obstáculo a la realización de deseos
incestuosos edípicos. Evoquemos además las angustias primitivas (angustia
perseguidora, angustia depresiva, angustia de fraccionamiento del cuerpo, angustia
ante el deseo de una fusión simbiótica en el grupo, aniquilamiento para la personalidad
individual) que el estudio psicoanalítico de los grupos ha puesto en evidencia.

Otros prejuicios son de orden sociológico. Se particularizan según la forma de


la civilización en laque los grupos viven.

Algunas formas de la vida en grupo no despiertan, en los participantes, ninguna


conciencia diferenciadora de lo que es un grupo: ésta se vive en el grupo como
anticipación, como natural, inevitable, permanente, como anterior y superior
al individuo; el grupo es un hecho global en el que el individuo es una parte interna,
bastante indistinta; la parte tiende a la fusión en el todo; el individuo no se plantea
preguntas sobre el grupo, vive en, para y por el grupo. Son los grupos en los que se
entra por nacimiento, en los que no existen otras perspectivas que la cohabitación, el
trabajo en común, las distracciones en común, la investigación o la producción en
común las subsistencias y la defensa del territorio (familia, clan, tribu, aldea); el
individuo aislado del grupo por accidente o por castigo no sabe sobrevivir y muere. Las
reglas sociales indiscutibles establecen las diferenciaciones de funciones: jefes,
investidos de autoridad, ancianos aptos para aconsejar a los jefes, chamanes, curas y
adivinos llamados para resolver los dramas individuales y colectivos. Fijan también el
reparto de las tareas económicas y sociales: caza, guerra, agricultura, educación de
los niños, etc. Semejantes grupos están más o menos cerrados sobre ellos mismos, y
en estado de guerra latente o abierta con los grupos vecinos rivales. Las reglas de
intercambio fijan el reparto de las mujeres y de las mercancías en el interior del grupo
y bosquejan diversos tipos de alianza, subordinación y reciprocidad entre los grupos.

Ahí se articula una nueva resistencia epistemológica que se desprende del totalitarismo
grupal: un grupo está hecho para ser vivido totalmente, no está hecho para que se le
estudie, es decir, para que uno de sus miembros tome una distancia en relación con él
o para que un extraño se introduzca por pura curiosidad.

Otra resistencia está vinculada con la actitud de las grandes organizaciones colectivas
(Imperios, Estados, Armadas, Órdenes religiosas) hacia los grupos pequeños. Estas se
apoyan en múltiples grupos, que les proporcionan los bienes y los hombres; ellas los
favorecen, velando para minimizar los particularismos locales, las aspiraciones de
independencia y las querellas intestinas entre esos grupos próximos; tan pronto
acentúan su carácter sedentario, fijándolos a las regiones de cultivo, ganadería, caza,
pesca, es decir, a una forma de vida rural; cómo organizan sus migraciones masivas,
de las que conocemos ahora que, incluso en épocas llamadas las grandes invasiones,
son desplazamientos lentos. Cuando una civilización en expansión coloniza a otras,
implanta en los territorios conquistados grupos de este tipo: veteranos de la armada a
quienes se les dan tierras y que se casan allí; familias de condición pequeña,
aventureros, fuera de la ley, minoritarios y disidentes que parten para roturar nuevas
tierras; comerciantes, navegantes y misioneros que instalan sus establecimientos
locales. Al mismo tiempo, el Estado vencedor favorece pasivamente o desencadena
activamente el debilitamiento o la dispersión de los grupos de la civilización vencida:
restricción de los derechos y de las actividades, mestizaje; desplazamientos de
población; fragmentación de los grupos por la diseminación de los individuos exiliados o
reducidos a esclavitud. Inversamente, en la medida en la que los grupos de la
civilización vencida se mantienen numerosos y vivaces es cuando una renovación
nacional puede producirse a continuación y desencadenar una lucha eventualmente
victoriosa por la independencia. Cuando una sociedad rechaza de su interior a una
minoría racial, religiosa, socioeconómica, ideológica, éstas olamente llega a sobrevivir
haciendo que estos grupos nazcan en otra parte.
Para la sociedad global, el grupo pequeño es una fuerza a su servicio, pero que puede
volverse contra ella. De aquí la desconfianza que la mayor parte de las civilizaciones
han dado testimonio a los grupos pequeños espontáneos, la desconfianza de las iglesias
en relación a las sectas, de las armadas en relación con las bandas de franco tiradores,
de los partidos políticos en relación con las reuniones fraccionarias, de los gobernantes
o de los administradores en relación con la autogestión, de los profesores en relación
con el trabajo en equipo: todo grupo que se aísla es un grupo que conspira, o que
puede conspirar. El Estado se presenta al individuo como que es el verdadero Bien y le
presenta la vida en grupo autónomo como un peligro virtual.

Estas diversas resistencias epistemológicas a un estudio objetivo de los grupos


surgirían de una evolución de la que Bachelard demostró en otra parte su fecundidad:
una comprensión psicoanalítica de las representaciones pre-científicas del grupo. Las
representaciones espontáneas que cada individuo tiene del grupo en general o de un
grupo en particular son representaciones imaginarias, es decir, que no están fundadas
en un análisis racional de la realidad. En general, el individuo no tiene consciencia de
sus representaciones; se adhiere a ellas como a una creencia; necesita experiencias
muy específicas, como el grupo de diagnóstico, para hacerlas aparecer. Su
reconocimiento se paga con un precio psicológicamente costoso: enfrentamientos y
tensiones entre los individuos en el seno de una reunión o de un grupo,
desgarramientos interiores en el interesado para llegar a destruir sus ídolos. Por
imaginarias que sean estas representaciones, no son menos eficaces: en función de
ellas, mucho más que de la situación real en la que el grupo se encuentra en un
momento dado, es cómo reaccionan los miembros de ese grupo.

Las representaciones sociales del grupo.

Tanto como para el inconsciente individual, el grupo es una superficie proyectiva para
el inconsciente social. Es un espejo con dos caras, como el Yo al cual Freud atribuye
una doble superficie, externa e interna, que constituye una membrana sensible para la
realidad material y para la realidad psíquica a la vez. Desde 1955, fecha en la que se
desarrollaron los métodos de grupo en Francia para la formación de adultos, los
facultativos de éstos pudieron, escuchando lo que se decía espontáneamente en las
sesiones, presentir mejor que por sondeos de opinión, las líneas de fuerza que iban
a determinarla evolución de las ideas y de las costumbres de nuestro país: oposición
a la pena de muerte, hostilidad creciente a la prosecución de la guerra de Argelia,
afirmaciones del derecho de las mujeres a la contracepción y al aborto, reivindicación
de la autogestión y después de la ecología, finalmente, exigencia de tener en
consideración al cuerpo como residencia de la subjetividad y como primer instrumento
del contacto y del intercambio con los demás.

Algunas representaciones del grupo, vehiculadas por el folklore, la literatura, la religión,


o inspiradas en ciertas ciencias o técnicas, se han convertido en hechos psíquicos
colectivos, que impregnan el pensamiento, orientan la acción y mantienen la
ensoñación sobre los grupos. Los análisis de contenido de los documentos en los que
se encuentran, en estado implícito, esas representaciones sociales imaginarias, han
sido realizadas por R. Kaés (1974 b, 1974 c, 1974 c 1976). También hemos dado
indicaciones en este sentido (Anzieu, 1964) [1981]. Anotemos de paso algunos de esos
temas que compondrían la prehistoria de la ciencia grupal: la horda, la aldea,
la comuna, la celebración, la sociedad secreta, la conspiración, la secta, la corporación
masónica, el baile de las brujas o la caza de éstas, la noche de San Bartolomé, el
Terror, la torre de Babel, el albergue español, el navío de los locos, la corte de
los Milagros, la balsa de la Medusa, la expedición de los Argonautas, el paraíso de
Haschischins, etc. A través de los años y de los países, siempre se ha hablado
del grupo, pero por metáforas. Y cuando se bosqueja una teoría científica de
los grupos, se imponen dos metáforas, que aún tienen mucha importancia, una
biológica, la otra mecánica: el grupo como organismo vivo, donde la moral colectiva se
piensa como analogía con la interdependencia de los tejidos y de los órganos, y el
grupo como máquina esclavizante, donde la autogestión social está representada en
analogía con el feedback cibernético. Estas metáforas no están vacías de sentido. Pero
no se funda una ciencia sobre simples comparaciones.

A menudo, los conceptos de las ciencias sociales corresponden a intentos de solución


a las crisis que sobrevienen en las sociedades y en sus culturas. Éste es el caso de la
dinámica de grupo . No es por azar que se inventara en 1944, en plena Guerra Mundial,
por Kurt Lewin, un psicólogo experimentalista alemán emigrado después de vivir quince
años en América. Para su autor, era la revisión de un postulado individualista: las
conductas humanas se declaran como la resultante del campo no solamente de las
fuerzas psicológicas individuales —hipótesis sobre la que Lewin trabajó hasta la llegada
de Hitler al poder— sino de las fuerzas propias del grupo al cual el individuo pertenece.
Para la democracia americana, en lucha por su supervivencia frente a los imperalismos
alemán y japonés, se trataba de comprender cómo los fenómenos como el fascismo y
el nazismo fueron psicológicamente posibles y cómo prevenir su retorno. La primera
investigación en laboratorio, sobre los grupos pequeños creados artificialmente,
realizada por Lewin y sus dos colaboradores, Lippitt y White, demostró
experimentalmente, a partir de1939, la superioridad de la conducta democrática sobre
la conducta autocrática o sobre la conducta laisser-faire , tanto desde el punto de vista
de la eficacia del trabajo como la de la satisfacción de los participantes para trabajar
juntos. Repetida en otros países y otras épocas, este tipo de experimentación ha
producido resultados variables. El éxito o el fracaso de algunas experiencias de grupo
se debe, efectivamente, a su buena o mala inserción en una mitología social a menudo
inconsciente. Los trabajos de investigación o de aplicaciones, experimentales o clínicos,
llevados a cabo sobre los grupos pequeños, les aíslan arbitrariamente del tejido social
con el cual se anastomosan y descuidan las tradiciones culturales de los que participan
en estos grupos, que les observan o les animan, se constituyen inconscientemente los
representantes activos. El entusiasmo americano por el grupo pequeño une un tema
sociológico (el grupo aparece como antídoto a la masificación social) a un tema
religioso heredado de los primeros colonos cuáqueros (la apropiación de la verdad es
un tema colectivo).

Durante este mismo período, la URSS y los países comunistas han permanecido muy
reservados en relación con la dinámica de los grupos, sospechosa de ser tanto una
ciencia capitalista como un arma en manos de los partidarios de una liberalización
imprudente del régimen comunista. Estas críticas doctrinales se enraízan en un viejo
fondo de desconfianza perseguidora estática en relación con los clanes y las facciones.

La Iglesia católica, pasada la época heroica de las primeras comunidades cristianas


después de los primeros monasterios benedictinos, dio, ejemplo de una sospecha
análoga en relación con las sectas, a las que el protestantismo, por el contrario, se
mostró más favorable. La ausencia de interés científico y práctico por el grupo pequeño
caracteriza igualmente a los países musulmanes.

Otra gran representación social del grupo se inscribe en la tradición anarquista a la que
los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia han vuelto a tener vigor. El grupo se
concibe como autorregulándose y autogenerándose. Todos los miembros son iguales,
igualmente aptos para todas las tareas y tienen tanto peso unos como otros. El grupo,
o más bien el «colectivo» es el medio para realizar los deseos sobre los que los
miembros se han puesto de acuerdo. Las delegaciones, que concede a uno de sus
miembros para realizar determinadas funciones, son provisionales. El experto
(el maestro si se trata de una clase) está al servicio de la colectividad, elegido por ella
y revocable. Semejante funcionamiento de los grupos surge tanto de la democracia
directa, como de la utopía societaria. La introducción de grupos auto-administrados en
las organizaciones sociales puede ejercer un efecto de choque susceptible de
quebrantarlos hasta hacerlos disgregarse: punto de vista del que G. Lapassade se ha
constituido en Francia en el propagador. El grupo pequeño ya no es una técnica
de cambio controlado sino un explosivo revolucionario. Desde 1960, en la Critique de la
raison dialéctica , Sartre, analizando las jornadas dej ulio de 1789, demostraba cómo
los hombres del pueblo, realizando, en el seno de los agrupamientos espontáneos, la
experiencia concreta de la libertad, de la igualdad, y de la fraternidad, supieron
improvisar un motín triunfante. Aquí nos encontramos con otra tradición cultural, laica
y ya no cristiana, celtogermánica y no grecolatina, en la que lo Galeses en la
Antigüedad, los caballeros de Tabla Redonda en la Edad Media y los jacobinos en el
linde de la época contemporánea representan los hitos.

Una última representación colectiva importante del grupo es la de una comunidad unida
en torno a un jefe, impuesto y «elegido» a la vez. Es el Bundy el líder carismático que
le gusta a la sociología alemana. Es Freud, hombre también de cultura germánica, el
que demuestra, en 1921, en Psicología de las masas y análisis del Yo , el mecanismo de
la doble identificación, en la Armada, o la Iglesia, de los miembros entre ellos y con el
jefe como Ideal del yo común: versión laica de la alianza del pueblo con su Dios,
modelo interior con el cual el judío Freud se ha debatido hasta el final de su vida y que
con toda naturalidad introdujo en la organización del movimiento psicoanalítico —¡al
precio de cuánta agitación!

Distinción de las cinco categorías


fundamentales.

Las acciones de grupo se distinguen de las acciones psíquicas individuales porque se


corresponden con una pluralidad o con un conglomerado de individuos. Se necesitan
dos individuos para constituir una pareja y por lo menos tres para componer un grupo.
De hecho, no existe ninguna personalidad normal que permanezca psicológicamente
aislada de las demás, y el estudio de las relaciones con el otro es un capítulo necesario
de la psicología individual. El grupo empieza con la presencia de un tercero en una
pareja y con los fenómenos consecutivos de coalición, de rechazo, de mayoría,
de minoría. Los fenómenos de grupo sólo se manifiestan plenamente a partir de cuatro
miembros. Cifra a partir de la cual el número de relaciones posibles de dos en dos,
supera el número de miembros (entre tres personas A, B, C, hay tres relaciones
posibles: AB, AC, BC; entre cuatro personas, A, B, C, D, existen seis relaciones
posibles: AB, AC, AD, BC, BD, CD).

Por otra parte, las acciones de grupo son diferentes de las acciones sociales en las
que la pluralidad de los individuos es, en el primer caso, una pluralidad de individuos
que están presentes juntos (o que lo han estado y lo recuerdan o que saben que lo
estarán). La copresencia lleva consigo efectos específicos. La ambigüedad del término
de grupo es, por otra parte, molesta, ya que los sociólogos hablan de grupos sociales
para designar por ejemplo las .clases sociales o las categorías socio-económicas. Sería
deseable reservar el uso científico del vocablo grupo para los conjuntos de personas
reunidas o que pueden y quieren reunirse.

Una reunión o un grupo de individuos puede tomar muchas formas y nombres. Entre
estas formas, las distinciones son difíciles de establecer, en razón de sus
superposiciones, del movimiento de los aglomerantes humanos y de la imprecisión de
los útiles científicos en este terreno. No obstante, parece que se desprende una
convergencia entre los trabajos más diversos, por la observación de las sociedades
animales hasta el análisis filosófico-político del grupo humano según Sartre (1960). Nos
parece que ésta nos impone las cinco distinciones fundamentales que siguen.

La multitud.

Cuando se reúnen un gran número de individuos (varias centenas o varios millares) en


el mismo lugar, sin haber buscado explícitamente reunirse, se encuentra uno con
los fenómenos de multitud. Cada uno pretende satisfacer al mismo tiempo una
misma motivación individual. De esta simultaneidad a gran escala se desprenden
fenómenos específicos. Se busca el sol, el agua, la seguridad, la venganza, las buenas
palabras, etc., por su propia cuenta, y uno se encuentra con otros veraneantes en la
misma playa, con otros creyentes en el mismo lugar santo, con otras amas de casa en
el mercado, con otros viajeros esperando en un muelle de la estación, con
otros ciudadanos en una reunión electoral, con otros curiosos en un acontecimiento
excitante, con otros espectadores en una representación con otros hombres furiosos
que linchan a un hombre cuya piel es de diferente color. Se habla de aglomeración, de
corte, de aglomerado, de concentración, de concierto, de concurso, de horda, de
peregrinaje, de tumulto. Las motivaciones pueden ser igualmente negativas: todos
esos hombres se reúnen ahí por la misma coacción. Tan pronto se trata de coacciones
sociales: contingente de reclutas en el patio del cuartel, colonia de prisioneros, campo
de personas sospechosas o desplazadas, jaleo de estudiantes de un curso obligatorio,
hornada o carretas de condenados, multitud de esclavos. Como las coacciones se
deben a los acontecimientos: manojos de sobrevivientes de una catástrofe, caravanas
de fugitivos, oleadas de gente cercadas por un incendio o una inundación,
embotellamientos, bullicios, tumultos espontáneos. La situación de multitud desarrolla
un estado psicológico propio:

a) pasividad de la gente reunida hacia todo lo que no es satisfacción inmediata de


su motivación individual;

b) ausencia o bajo nivel de contactos sociales y de relaciones interhumanas;

c) contagio de las emociones y propagación rápida, al conjunto, de una agitación


nacida en un punto;

d) estimulación latente producida por la presencia masiva de los demás, y que puede
estallar en forma de acciones colectivas pasajeras y paroxísticas, marcadas con el sello
de la violencia o del entusiasmo, o que puede inducir, a la inversa, a una apatía
colectiva impermeable a todas las intervenciones.
Nuestra definición de la multitud excluye las manifestaciones preparadas previamente,
que reúnen a los adeptos, encuadrados por un servicio de orden. Aquí, en efecto, el
proyecto de reunirse pasa al primer plano. En los participantes y sobre todo en los
organizadores, está presente la intención de provocar y explotar los fenómenos de
multitud en provecho de objetivos que son los de un grupo secundario. Es éste un
ejemplo de interferencias entre las diversas categorías grupales sobre las que nos
esforzamos en distinguir.

La organización de las multitudes es un problema familiar de los dirigentes de


movimientos políticos y sociales, de los teóricos de la acción psicológica, y de los
responsables de las fuerzas de policía y de seguridad.

W. A. Wesley distinguió, al lado de esas multitudes organizadas, las multitudes


convencionales que se reúnen a una hora y en un lugar fijos o conocido (auditorios y
asistencias; público de una reunión, de una representación, de una manifestación,
pelotones de corredores, bañistas en una piscina; bailarines en un baile público), y
las multitudes espontáneas, reunidas por un incidente, con reacciones imprevisibles y
fácilmente peligrosas, y donde no hay, en principio, ni dirigentes, ni organización, ni
reglas.

Los fenómenos de multitud no deben separarse de los fenómenos de masa.


Ciertamente, la presencia masiva de otros seres humanos es una de las causas
esenciales de algunos comportamiento scomprobados en las multitudes. Pero sería
deseable emplear el término de multitud para toda reunión espontánea o convencional
de gran número de personas y reservar la expresión de masa para todos los fenómenos
de psicología colectiva que se refieren a un número aún más grande de personas, las
cuales no están físicamente reunidas, ni incluso reunibles: la moda, la opinión pública,
los rumores, las corrientes de ideas, las obstrucciones, los lectores de un periódico, los
auditores de una emisión radiofónica, los admiradores y admiradoras de una vedette,
los trabajadores de cierta categoría, losj óvenes entre trece y veinte años, los
aficionados a la música o al bricolaje constituyen semejantes masas. De ahí incluso,
el esfuerzo para organizar esas masas en agrupamientos y para reunirlas en multitudes
que es familiar para los especialistas de la acción política, sindical, comercial
o publicitaria.

La pandilla.

La multitud se define por la psicología de la simultaneidad. Una multitud tiene la


soledad en común. La pandilla , por el contrario, tiene la similitud en común. Cuando
los individuos se reúnen voluntariamente, por el placer de estar juntos, como búsqueda
de lo parecido, se trata de una pandilla. Este fenómeno se ha descrito en los animales
con el nombre de interatracción. En los seres humanos, consiste en buscar en los
«congéneres» los mismos modos de pensar y de sentir que los de sí mismo y de lo cual
no se es necesariamente consciente.

Las pandillas de niños y de adolescentes, normales o delincuentes, son las más


conocidas. El placer de estar en pandilla procede de lo que se suprime o suspende la
exigencia de adaptarse, al precio de una tensión psíquica penosa, a un universo adulto
o social ya sus reglas de pensamiento y de conducta; la copresencia de
otras personalidades homólogas a sí mismo —incluso, por ejemplo, por su sincretismo
mental y afectivo, su débil nivel intelectual, su sentimiento de ser incomprendido por
los padres o los mayores, su asociabilidad, sus tendencias perversas— permite
abandonarse a ser sí mismo sin coacción ni remordimientos y justifica ser como se es.
Además, la pandilla aporta a sus miembros, de lo que por otra parte están privados, la
seguridad y el sostén afectivos, es decir, un sustituto del amor. Los niños
desamparados o abandonados, las personalidades inafectivas o débiles o amorales
(niños y adultos), los individuos separados de los vínculos sentimentales y familiares,
los que salen de comunidades con una fuerte disciplina en las cuales sus necesidades
afectivas no son satisfechas (pensionistas, soldados, marinos), constituyen
naturalmente las pandillas. En el adulto socialmente adaptado, la pandilla —pandillas de
compañeros, de felices jaraneros, de juerguistas, reuniones prohibidas, andanadas—
autoriza actividades que están en el límite de las reglas morales y sociales: el juego, la
bebida, el flirteo, la licencia erótica, el escándalo en la vía pública, el envilecimiento, la
destrucción de objetos, el mancillamiento de algunos valores (patrióticos,religiosos,
etc.). No obstante, las actividades realizadas en común no aparecen como un fin
esencial de la pandilla: el fin es el de estar juntos porque se es parecido. Hacer algo
juntos no es más que una ocasión, más que un medio de experimentar intensamente
que se está juntos: por otra parte, esto puede consistir en escuchar discos,
contar historias, incluso en callarse.

La pandilla es muy diferente de la multitud, por el número limitado de sus miembros


(algunas unidades o algunas decenas), por la atadura de éstos a su colectividad, por
su mayor duración. No obstante, la pandilla es bastante efímera. O bien se duerme y se
reconstituye para reuniones episódicas, o bien la evolución psicológica individual de sus
miembros la desagrega: algunos maduran, salen de la adolescencia, se casan,
progresan, y el bello parecido entre todos se destruye. Si se trata de delincuentes no
reincidentes, el arresto de los menores es suficiente en general para dispersarlos.

La pandilla se hace duradera si se transforma en un grupo primario, pero cambia


entonces de características: afirma los valores comunes (por ejemplo antisociales),
privilegia la lealtad y la solidaridad de sus miembros, diferencia sus funciones, fija sus
fines distintos de la complacencia colectiva con sí mismo. La pandilla de gamberros se
convierte en una pandilla de malhechores; la pandilla de chicos, unos brutales otros
afeminados, se convierte en una comunidad de homosexuales ; la pandilla de
compañeros de escuela o de regimiento se convierte en una sociedad anónima de
responsabilidad limitada.
En los animales, la interatracción reúne a un gran número de individuos de la misma
especie (por el contrario, las muchedumbres comprenden a los representantes
de varias especies): bancos de pescados, colonias de insectos, hordas y manadas
de mamíferos, nubes o nubarrones de langostas o de mariposas, vuelos o revoloteos de
los pájaros. La actividad de estas pandillas se reduce en general al desplazamiento en
común, fundamentalmente a las migraciones.
Los zoopsicólogos se han sorprendido por el hecho de que un animal de una especie
dada, al menos los insectos (langostas, saltamontes), presentaban caracteres físicos y
psicológicos diferentes, según se viviera aislado o en pandilla y han llamado efecto de
grupo al hecho de que en el animal aislado que se aglutina en una pandilla se producen
cambios de tamaño, de color y de forma de algunos órganos, cambios que le conducen
a parecerse más a sus congéneres. Un efecto análogo se ha descrito a menudo a
propósito de las pandillas humanas: los miembros tienden a multiplicar los signos
exteriores de parecido en la postura (por ejemplo el desaliño), el vestido (cazadoras
negras), el arreglo personal(peinado), el lenguaje (argot), los objetos que se exhiben
(cadenas de bicicleta, coches deportivos,etc.).

El fenómeno de la pandilla ha sido ilustrado en la célebre novela humorística de Jules


Romains, Lecopains [1913]. Siete jóvenes despliegan la gama de sus actividades
propias de una pandilla normal:juegos de sociedad, borracheras, novatadas. Estas, en
conformidad con las teorías unanimistas del autor, están destinadas a crear, después a
disolver, los grandes sentimientos colectivos: maniobra militar nocturna improvisada;
sermón festivo en la catedral, inauguración de una pseudo estatua de Vercingétorix.
Los compañeros celebran sus pintorescas aventuras en un picnic terminal: «Estaban
contentos de ser siete buenos compañeros marchando en hilera, llevando en la espalda
o en el costado, bebidas y comida... Estaban contentos por ser siete buenos
compañeros, solos, perdidos al atardecer en una inmensidad humana, a miles de pasos
del primer hombre... Estaban contentos por haber actuado juntos y de estar juntos en
un mismo lugar de la tierra para recordarlo.» Uno de ellos alza su copa en grupo y
describe sus características: poder constructivo y destructivo, acto puro, libertad pura.
«Pero no he terminado de enumerar vuestros atributos. Poseéis todavía, a partir de
esta noche, la Unidad suprema. Se ha constituido lentamente. Yo he seguido su
gestación. Esta noche, vosotros sois un dios único en siete personas...»

La agrupación.

Cuando las personas se reúnen, ya sea en número pequeño, medio o elevado (varias
decenas o centenas, raramente varios millares), con una frecuencia de reuniones más
o menos grande, con una permanencia relativa de los objetivos en el intervalo entre las
reuniones, el nombre que conviene es el de agrupación. Los fines de la agrupación
responden a un interés común a sus miembros. Éstos son específicamente conscientes,
pero la responsabilización de este interés no se efectúa activamente en la mayor parte;
se las ceden a sus representantes, a sus dirigentes, incluso a los acontecimientos.
Fuera de la realización de los fines que surgen de este interés, los miembros no tienen
ningún vínculo ni contactos. Se podría decir que este interés les es común, pero ellos
solamente lo tienen en común por su propia cuenta; no se los han apropiado. La mayor
parte de las asociaciones, en el sentido de la ley de 1901, son de este tipo. De forma
no limitativa, se pueden enumerar otros ejemplos: asambleas, coaliciones, colectividad,
cámara, colonia (de vacaciones), compañía, confraternidad, fracción, harén, legión,
tropa, unidad. Según su ámbito de actividad, las agrupaciones adoptan nombres
específicos:

- Ámbito intelectual y artístico: academia, capilla, círculo, club, escuela.

-Ámbito religioso: capítulo, concilio, cónclave, confraternidad, congregación,


consistorio,convento, orden, parroquia, patronato, sodalidad, sinagoga, sinaxis
(asamblea de los primeros cristianos), sínodo.

-Ámbito político, social y corporativo: alianza, sociedad, asociación, despacho, bloque,


cámara, célula, clase, comicios, cooperativa, corporación, estados generales, facción,
federación, fraternidad y hermandad, frente, liga, milicia, partido, sección senado,
sociedad sóviet, sinarquía, sindicato, unión.

Según el caso, esos tipos de agrupación se acercan ya sea a la muchedumbre, ya sea al


grupo secundario; pueden también estar creados o animados por un grupo primario.

La noción de reunión, opuesta por Jean-Paul Sartre, en la es de cursiva (1960) a la de


grupo, recubre tanto la muchedumbre, como la agrupación. No obstante, las
características descritas por el filósofo se aplican muy bien, a la agrupación: serialidad
de los individuos, sub-humanidad de sus relaciones, pasividad en la realización práctica
de los fines (el práctico-inerte), explicación por los directores o por las
agrupaciones defendiendo un interés antagonista.

El grupo primario o grupo pequeño.

Presenta las características siguientes:


- numero restringido de miembros, de tal forma que cada uno pueda tener una
percepción individualizada de cada uno de los otros, ser percibido recíprocamente por él
y que puedan tener lugar numerosos intercambios individuales;

- prosecución en común y de forma activa de los mismos fines, dotados de cierta


permanencia, asumidos como fines del grupo, que respondan a diversos Intereses de
los miembros, y que sean valorados;

- relaciones afectivas entre los miembros que puedan hacerse intensas (simpatías,
antipatías, etc.) y constituir subgrupos de afinidades;

- intensa interdependencia de los miembros y sentimientos de solidaridad; unión moral


de los miembros del grupo fuera de las reuniones y de las actuaciones en común;

- diferenciación de las funciones entre los miembros;

- constitución de normas, de creencias, de señales y de ritos propios al grupo (lenguaje


y código del grupo).

Todas estas características no están necesariamente presentes a la vez en el mismo


grupo. El vocabulario es especialmente rico en términos que entran en esta categoría:
antena, areópago, bando, brigada, cartel, casta, cenáculo, clan, colega, comité,
comando, comisión y subcomisión, comunidad, común, consorcio, cuerpo, camarilla,
corte, directorio, equipo, grupúsculo, jurado, patrulla, falange, fratría, pléyade, núcleo,
secta, tribu.

En un grupo definido así se desarrollan conductas de mantenimiento, que pretenden la


conservación del grupo como realidad física y como imagen ideal, y conductas de
progresión, que llevan a la transformación:

a) de las relaciones entre los miembros;


b) de la organización interna;

c) del sector de la realidad física o social en el cual el grupo ha elegido sus fines. El
predominio del primer tipo de conducta caracteriza la reunión mundana o los grupos
conmemorativos. Los grupos de acción privilegian el segundo tipo de conducta, sin
poder, no obstante, pasar del primero.

En cuanto a la actividad del grupo o de la agrupación, tomada en los sentidos


precedentes, consiste únicamente en una reunión con debates, el término apropiado es
el de reunión-discusión. Ahí, todavía, la terminología es abundante: audiencia, tribuna,
coloquio, comicios, conciliábulo, conferencia, congreso, consejo, convención,
entrevista, discusión, encuentro, seminario, simposio, así como palabras tomadas del
inglés: meeting, staff-meeting, brain-trust.

Las características del grupo pequeño o primario, que nosotros retenemos, incitan
muchas discusiones. Según los autores, se pone el acento en tal o cual

de ellas. Kurt Lewin define al grupo por una doble interdependencia, entre los
miembros y entre las variables del campo; Catell, por la satisfacción que aporta a las
necesidades de sus miembros; Moreno, por las afinidades entre éstos; Homans y Bales,
por las comunicaciones en el interior del grupo y la interacción, que de ello resulta,
encada uno de los miembros. He aquí dos definiciones tomadas de esta escuela
«interaccionista»:

- «Un grupo pequeño consiste en cierto número de personas que se comunican entre
ellas durante cierto período, y bastante poco numerosas para que cada uno pueda
comunicarse con todos los demás, no por medio de una persona interpuesta, sino cara
a cara» [Homans,1950].

- «Un grupo pequeño se define como un número de personas en interacción con cada
uno de los demás, en una reunión o una serie de reuniones cara a cara, reunión
durante la cual cada miembro recibe una impresión o percepción de cada uno de los
miembros considerados como suficientemente distinto de los demás en la medida que
eso es posible, ya sea en el mismo momento, ya sea informándose a continuación, y
durante la cual emite alguna reacción hacia cada uno de los demás, considerado como
una persona individual, con la condición, por lo menos, de recordar que la otra persona
estaba presente» [Bales 1950,página 33].

La distinción entre el grupo primario y el grupo secundario es del sociólogo americano


C.H.Cooley:

- «Por grupos primarios, entiendo a los caracterizados por una asociación y una
cooperación íntimas y cara a cara... El resultado de esta asociación íntima es, desde el
punto de vista psicológico, una cierta fusión de las individualidades en un todo
común, de forma que la vida común y la finalidad del grupo se convierten en la vida y
la finalidad de cada uno... La forma más simple quizá para describir esta totalidad es
decir que es un nosotros ; esto implica la especie de simpatía y de identificación mutua
de la que nosotros es la expresión natural. Cada uno vive con el sentimiento de ese
todo y encuentra en ese sentimiento los fines principales que se fija su voluntad... Los
grupos primarios son primarios en el sentido que aportan al individuo su experiencia
más primitiva y la más completa de la unidad social; lo son también en que no son
cambiantes en el mismo grado en el que lo son las relaciones más elaboradas, sino que
forman una fuente relativamente permanente de donde el resto mana siempre... Así,
esos grupos son las fuentes de vida no solamente para el individuo sino para las
instituciones sociales».

El grupo primario se caracteriza por los vínculos personales íntimos, calurosos,


cargados de emoción entre todos los miembros; la solidaridad y la obtención de las
ventajas mutuas allí son espontáneas, no calculadas. Por el contrario, en el grupo
secundario, las relaciones entre los miembros son frías, impersonales, racionales,
contractuales, formales; las comunicaciones por escrito pueden más que los
intercambios hablados. Esta distinción de los grupos primarios y secundarios está
bastante próxima de la distinción, cronológicamente más tardía, efectuada por el
sociólogo alemán Tönies, entre Gemeinschaft y Gesellchaft . Desde un punto de
vista sociológico, esta distinción reflejaría el contraste, vivido en los países
industrialmente desarrollados al principio del siglo XX, entre la vida campesina
tradicional y comunitaria y la vida moderna urbana e impersonal.

Por los intercambios afectivos intensos que se anudan entre sus miembros, la familia es
el ejemplo mismo del grupo primario. Pero por las instituciones sociales que la rigen, es
también un grupo secundario. En razón de su finalidad, procreación y educación de los
hijos, por la naturaleza de los vínculos (alianza y consanguinidad) entre los individuos
que la componen, la familia constituye un aglomerado humano particular, que
sólo podremos estudiar brevemente en el marco de la presente obra.

¿Se puede identificar grupo primario y grupo pequeño?

El grupo primario en general es pequeño, a excepción de las vastas comunidades


religiosas o tribales. El grupo pequeño favorece, sin desarrollarlas necesariamente, las
relaciones afectivas intensas en su interior: los grupos de resolución de problemas
intelectuales, tal como se han multiplicado en los laboratorios de psicología social,
manifiestan generalmente una gran cortesía, pero no el sentimiento de pertenencia ni
la solidaridad típicas del grupo primario. Hablando de grupo pequeño , se pone el
acento en una dimensión numérica del grupo que permite a cada miembro percibir a
cada miembro, reaccionara él, ser percibido por él, sin prejuzgar la cualidad afectiva de
sus relaciones. Una cuestión es saber en qué condiciones un grupo pequeño se
convierte en un grupo primario. No obstante, a nivel de definiciones generales, y por
oposición a la muchedumbre o al grupo secundario, grupo pequeño y grupo primario
pueden reunirse en una misma categoría.

El grupo secundario. El grupo secundario u organización es un


sistema social que funciona según las instituciones (jurídicas, económicas, políticas,
etc.), en el interior de un segmento particular de la realidad social (mercado,
administración, deportes, investigación científica, etc.). Una empresa industrial, un
hospital, una escuela, un partido político, un movimiento filantrópico
son organizaciones. La organización es a la vez:

a) un conjunto de personas que persiguen lenes determinados, idénticos o


complementarios; en derecho administrativo, es tina «asociación» si los fines no son
lucrativos, una «sociedad», en el caso contrario; desde este punto de vista, se
encuentra una mezcla, más o menos compleja, de fenómenos de muchedumbre, de
agrupación, de grupo primario;

y b) un conjunto de estructuras de funcionamiento que regulan las relaciones de


las partes que lo componen entre ellas(servicios, despachos, talleres, comités, etc.), y
que determinan más o menos las funciones de las personas. En el grupo secundario,
las relaciones entre los individuos a menudo son más formales, frías, impersonales
(burocracia, por ejemplo).

Un caso particular: el grupo amplio. Añadamos algunos


datos que se refieren a una dimensión grupal intermediaria entre el grupo primario y la
agrupación y que ha empezado a estudiarse sobre todo en una perspectiva
psicoanalítica. El grupo amplio es una reunión de 25 a 50 personas invitadas a hablar
libremente en torno a un tema o a un problema común. La imposibilidad de identificar a
cada uno, el hecho de ser el objeto de miradas y de escuchar los discursos sin poder
controlar esas miradas y esos discursos llevan consigo las amenazas para la identidad
personal y una búsqueda de vínculos con los compañeros, por ejemplo
el establecimiento de una «piel» común con su vecino (Turquet, 1974). El espacio del
grupo amplio es vivido como una imagen del interior del cuerpo de la madre (Kaés,
1974). Frente a la angustia del lactante que ha perdido la protección materna, angustia
a la que regresan los participantes, el monitor tiene que manifestar una presencia-
sostén que permite enganchar los fenómenos transicionales en el sentido winnicottiano
(Anzieu, 1974). Bejarano (1971, 1974) realizó la hipótesis de que el grupo amplio
favorece la proyección de la transferencia negativa escindida sobre él, pero también el
que moviliza una imago fraterna o societal.

Clasificación general.

Si la ciencia de los grupos debe desconfiar de la abundancia y de la confusión de los


términos, conviene, por el contrario, completar los conceptos fundamentales que
venimos de precisar, por dos neologismos:grupal , para calificar los fenómenos propios
del grupo, fundamentalmente para distinguir las relaciones entre los individuos en el
interior del grupo, de las simples relaciones interpersonales y de las relaciones sociales
en general; grupalidad , para designar el conjunto de características internas
esenciales del grupo.

La distinción de las cinco categorías, muchedumbre, pandilla, agrupación, grupo


primario, grupo secundario, no debe esconder la existencia de fenómenos grupales
comunes. Por lo menos tres de entre ellos se establecen de forma segura y ya antigua:
la emergencia de líderes; la identificación de los miembros unos con otros en diversos
grados; la adhesión inconsciente a las representaciones sociales imaginarias, de los
clichés, de los estereotipos.

El CUADRO I resume los rasgos propios de cada una de las cinco categorías.
Semejante clasificación sistemática tiene, sobre todo, un enfoque eurístico. El cuadro
hace que aparezcan las hipótesis, que pertenecerían a la observación cuantitativa y a la
experimentación para verificar:

-la duración de un grupo y su grado de organización interna varían en el mismo


sentido;

-el número de los miembros del grupo es máximo en dos extremos (muchedumbre y
grupo secundario).
El CUADRO 2 propone un esquema de clasificación de los grupos según su tamaño; las
investigaciones experimentales sobre esta variable han dado los resultados siguientes:

«Cuando el tamaño del grupo aumenta, los recursos del grupo tienden también
a aumentar, pero su máximo potencial solamente es utilizable para la resolución
de problemas a menos que no se produzca un aumento correspondiente en ciertos
tipos de interacción —especialmente en la forma de las comunicaciones que, ya sea que
propongan soluciones, o que evalúen las proporciones ya formuladas. Las demandas de
partida tienen también tendencia a aumentar con el tamaño del grupo, lo que
habitualmente lleva consigo una caída del nivel de satisfacción de los miembros ya que
la participación por parte de algunos miembros impide la de los demás. Los efectos del
tamaño del grupo —sobre la búsqueda de buenas soluciones y sobre la satisfacción de
los miembros— juegan pues a través de los tipos y la cantidad de interacción que el
tamaño del grupo les facilitan» (Newcomb, Turner, Converse, 1970,págs. 479-480).

CUADRO 2

ESQUEMA DE CLASIFICACIÓN DE LOS GRUPOS POR SU TAMAÑO.

Un grupo implica por lo menos 3 personas , condición necesaria para que


se constituyan las coaliciones más o menos duraderas.

De 3 a 5 personas, se habla de grupos pequeños , generalmente no


estructurados, y en los que las actividades frecuentemente son espontáneas e
informales, por ejemplo del tipo «conversación».
De 6 a 13 personas, existe una constitución de grupos pequeños ,
provistos generalmente de un objetivo y que permiten a los participantes relaciones
explícitas entre ellos y percepciones recíprocas; están total o parcialmente consagradas
a la reunión- discusión.

De 14 a 24 personas, nos encontramos con los grupos extendidos tales


como las comisiones de trabajo, los grupos pedagógicos que practican los métodos
activos; son difíciles de conducir, por su tendencia a la subdivisión.

De 25 a 50 personas, se encuentra uno en presencia de grupos amplios ,


que generalmente pretenden la transmisión de los conocimientos (clases escolares),
la negociación social (convenciones colectivas, acuerdos de empresa), la información
recíproca; se puede institucionalizar la tendencia a la subdivisión por las técnicas como
Phillips 66 o Panel modificado.

Más allá de 50 personas, se trata de asambleas , que necesitan una


estructura permanente (Oficinas, Comisiones) y el empleo de procedimientos
determinados por una reglamentación interior.

- El estilo de relaciones interindividuales en el grupo varía con la forma en la que el


grupo maneja las representaciones colectivas imaginarias subyacentes con sus
creencias y con sus normas, o se deja manejar por los clichés y los estereotipos;

- El estilo de las acciones del grupo, salvo para el grupo secundario, está vinculada con
la conciencia de los fines.

Anzieu, Didier : “La dinámica de los grupos pequeños”. Biblioteca Nueva, Madrid, 2004.
Págs. 13-31.

SEP

9
5"EL GRUPO OPERATIVO EN LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES" [1] / Pilar Errázuriz
Vidal /Revista Huellas, nro.2, Madrid, 2011.

Por los campos sembrados de posibles objetos de investigación -en especial los grupos
vulnerables- , pululamos investigadores e investigadoras en Ciencias Sociales y
Humanas con una cierta dosis de ingenuidad y, por cierto, una gran dosis de buena fe.
Pero corremos el riesgo de tropezar con la omnipotencia: creernos sujetos legitimados
por el saber académico cuya curiosidad está justificada por el aporte que realizamos a
nuestra disciplina, a nuestro país, en fin, a la humanidad entera. Acuñamos hipótesis,
construimos imaginarios y sofisticadas técnicas que atrapan las respuestas de los
sujetos como si fueran mariposas en una red. Luego, disponemos nuestros hallazgos
bajo una ceñuda objetividad, clasificamos por colores, por morfología y perfil,
convencidos y convencidas que estamos tocando con un dedo mágico la "Verdad
Social". A continuación, registramos rigurosamente nuestras abstracciones en informes
adornados por cifras, gráficos, crónicas anunciadas y otros ingredientes, habiendo
cumplido una misión de búsqueda y rescate de retazos de vida de nuestros objetos de
investigación como en una serie sartriana. Objetos intercambiables, caras difuminadas,
nombres y propósitos que pueblan de fantasmas nuestras aulas.

Es esta la perspectiva de investigación que la Epistemología Feminista critica. Desde los


Estudios de Género hemos renunciado a la noción de objetividad, tan falaz como
ilusoria, cuando se trata de encuentro entre sujetos; o en general, cuando se trata de
la percepción de lo que suponemos la realidad. Asimismo, hemos archivado el término
de objetos de la investigación para intentar una participación protagónica de los sujetos
que colaboran en nuestro quehacer. Sin embargo, esto también es ilusorio. Sabemos
que se genera una relación de poder entre sujetos que investigan y objetos que son
investigados aunque les pongamos otro nombre. Nosotros y nosotras que nos
preparamos para ir a terreno a explorar las subjetividades contamos con muchas
ventajas: la mayor de todas es la inspiración de la profecía cumplida que llamamos
elegantemente 'comprobación de la hipótesis'. La segunda es que no participamos de
manera simétrica en la recolección de hilos y tejidos de relatos: desembarcamos con
efecto sorpresa, pisando fuerte y en nombre de la tan augusta ciencia que debe acallar
cualquier resistencia. Interrogamos; suavemente, claro está; anotamos o grabamos;
respetuosamente, claro está; luego nos despedimos amablemente y partimos con
nuestro tesoro debajo de la toga de nuestra disciplina como cazadores furtivos.
Impecable procedimiento, ético sin duda, pero no vinculante. Interrogamos,
suponemos, opinamos, pero permanecemos ajenos/ajenas. Yo, sujeto neutro, como si
no fuera mortal, como si no sufriera de nada, como si los mandatos de género y clase
no me condicionaran en el encuentro con los demás; yo, investigadora en ciencias
sociales y humanas sobrevuelo las realidades, construyo catastros y documentaciones
desde un cuerpo glorioso, inasible, imperturbable. Por último, para nuestra
tranquilidad, nos espera una oficina que nos habla de libros, papeles y tradiciones
académicas que desdibujarán la experiencia vivida por intensa que haya sido. El canon
nos indica que lo que no podemos olvidar, porque es lo que importa, son los informes,
las cifras, las frases textuales y, por sobre todo, sentir que estamos participando en un
quehacer social. Esto es lo que el sistema nos exige, en especial los tan codiciados
proyectos concursables que se ocupan más de la rendición de cuentas, de las cifras y
porcentajes que de los sutiles contenidos de la investigación.

En esta rotunda crítica dos perspectivas nos animan, aquella heredada de la psicología
social de Pichon Rivière, de sus conceptos dialécticos y vinculares, así como aquella de
la epistemología feminista que considera la relatividad de toda investigación porque
reconoce -al igual que la física cuántica- la influencia de los y las investigadores/as en
el encuentro con los sujetos y en los resultados del proceso. Ambas escuelas proponen
interactuar con los sujetos en pequeños grupos, Grupos de Autoconciencia en el caso
del feminismo, Grupos Operativos en psicología social. Ni una ni otra aproximación al
trabajo en pequeños grupos es neutra o inocente. La intención es generar espacios
para el desarrollo de la subjetividad política de los participantes, es la oferta de un lugar
de palabra y representación lo más "a salvo" posible de las influencias depredadoras,
tanto internas como externas. Efectivamente, si escuchamos con atención nuestro
mundo interno, advertimos un murmullo generado por el grupo que nos habita y nos
constituye.

El guión de nuestro grupo interno vacila entre los propósitos más feroces de los
depredadores y los más auspiciosos de nuestros hados y hadas madrinas. Pero, no solo
de mundo interno vive el sujeto sino también de mandatos de las instituciones de lo
simbólico, de coyunturas políticas, de imaginarios sociales que interactúan con los
depredadores internos más a menudo que con los hados y hadas madrinas.
Depredadores internos y depredadores externos constituyen un club al que hay que
recurrir a diario para transar pensamientos, palabras y obras. Si no son los unos que
censuran, son los otros. El contubernio a veces es flagrante y reconocemos en lo
externo lo interno o quizás proyectemos los fantasmas que se enroscan en alguna
norma o en algún mandato coercitivo.

Nada fácil nuestro devenir, nada fácil nuestra andadura cotidiana, nada fácil navegar
desde el alfa al omega del día. Y es este devenir de los sujetos, incluyendo nuestra
emulsión particular, al que accedemos investigadores e investigadoras, aquel que
observamos, rescatamos, coleccionamos. Por lo tanto estamos frente a un panorama
que es fuerte y frágil a la vez. Es fuerte porque carga conflictos, contradicciones y
ambivalencias, y es frágil porque está atravesado por aprensiones, presagios e
inquietud.

Cuánto riesgo corremos, a pesar de nuestra buena fe, a pesar de la ética que nos
anima, a pesar de una legitimidad que nos justifica. Corremos el riesgo de ejercer una
iatrogenia con la intrusión en la vida de los participantes en la investigación. Agitamos
las representaciones de los y las sujetos sujetados a nuestro interés por sus
respuestas, los colocamos bajo el foco de atención académica que halaga su
narcisismo, y luego los dejamos en un terreno de nadie elaborando y rememorando la
peculiar experiencia. Todo ello ¿A cambio de qué? ¿Solo a cambio de prestarnos como
receptores de una catarsis individual o colectiva? Pensamos que no es suficiente ofertar
solo un espacio catártico. Planteamos un trueque a modo de beneficio para los sujetos
de la investigación: a cambio de la intrusión en sus vidas y de los fragmentos que nos
regalan, ofrecemos un proyecto de construcción y reconstrucción de espacios
ciudadanos poniendo nuestros instrumentos a su disposición.

De la epistemología feminista nos inspiramos en el concepto de objetividad dinámica


que supone considerar nuestra propia subjetividad en el campo interactivo de la
investigación. Asimismo tenemos en cuenta el stand point de los y las
investigadores/as, es decir desde donde intervenimos, desde donde hablamos,
portadores de un cuerpo, de un sexo, de una determinada apariencia que corresponde
a nuestra performance del género, de la clase, de la raza y de la opción sexual. Por una
parte sospechamos que solo podremos escuchar a los sujetos de la investigación desde
lo que somos y desde donde estamos y hasta donde hemos llegado en nuestro proceso
subjetivo. Por otra, no podemos escamotear el hecho de que se establece una relación
de poder con los sujetos investigados. La estructura de una investigación desde su
inicio ha situado al "objeto" de investigación en el lugar "otro", el "otro" del sujeto que
conduce la maniobra. Se instituye la asimetría en tanto irremediable. Cómo, entonces,
al menos, mitigarla. Desde nuestro punto de vista una forma sería la oferta de un
espacio para la voz y la palabra de los sujetos sin condicionamientos previos explícitos
o manifiestos, sin la direccionalidad obsesiva de buscar la profecía anunciada.

Establecer un diálogo vinculante entre investigadores e investigados y una devolución


sistemática de los hallazgos puede dar cuenta de mayor horizontalidad. En cierta
medida situarse con esta perspectiva frente a los sujetos puede compensar el vínculo
jerarquizado, cualquiera sea la disciplina que nos anima y la técnica que empleemos.

En psicología social privilegiamos la técnica de Grupo Operativo de Pichon Rivière que


se sitúa en una perspectiva vinculante. Se oferta un espacio para desarrollar un co-
pensamiento entre los sujetos que participan en una investigación y el coordinador o
coordinadora solo establece su presencia en calidad de guardián de la tarea. Y ¿Cuál es
esta tarea? La primera tarea que propone la perspectiva psicoanalítica en los Grupos
Operativos no es menor: se trata de la pretensión de desenmarañar los contenidos
latentes e inconscientes de los propósitos que emergen durante la multiplicación
narcisística y el intercambio de ideas en el trabajo grupal. Sutil y difícil tarea, que se
propone construir para los sujetos una burbuja para la deconstrucción de las creencias,
prejuicios, estereotipos y mandatos de género y clase, así como desenmascarar en
todo ello la violencia simbólica. La segunda tarea consiste en la contención de las
ansiedades y de los miedos que van asociados al material emergente. Por último, una
tercera tarea es la de construir un modelo dialéctico de participación en un espacio en
que el secreto grupal, la mutua representación interna y la multiplicación narcisista
sirvan de referente para el desarrollo de la subjetividad política. La tarea, como un
todo, consiste en generar un espacio para estar-hacer-pensar con otros, como bien lo
expresa la psicoanalista Ana Fernández, ofreciendo una experiencia de horizontalidad y
de democracia directa en plenarios que completen las dinámicas de pequeños grupos o
en Grupo Operativo amplio.

Ahora bien ¿Qué entendemos por subjetividad política? Complejo definirlo en dos
palabras. Sugiero que nos representemos una subjetividad que puede divisar aquellos
resquicios no cooptados por las triquiñuelas del sistema, aquello de nuestra identidad
que no se identifica totalmente con lo que se dice que somos o que debemos ser.
Imaginemos un ejercicio de deconstrucción y cuestionamiento de los destinos precarios
que -en cuanto pueden- nos atrapan simbólica y materialmente en jaulas de
subordinación y marginación. Explorar los márgenes de lo reprimido más allá de la
sujeción de la biopolítica y del panóptico de las instituciones hegemónicas es uno de los
ejercicios para la construcción de la subjetividad política. Las estrategias de dominio no
desaparecerán por estos procedimientos, pero facilitar un espacio para ensayar
liderazgos y representarse los cambios sociales es una condición necesaria para iniciar
un proceso de generar grupos de autogestión. Un ejemplo consiste en el trabajo que
nuestro Proyecto Anillo ha iniciado en la VI región para la reconstrucción del terremoto.
Deficiencias jurídicas, dificultades burocráticas, poca disponibilidad del Estado
mantienen a una gran parte de la población en condiciones de desprotección. Solo las
agrupaciones de pobladores, la creación de colectivos, el empoderamiento de los
actores sociales pueden debatir con los obstáculos. Esta proyección necesita gimnasia y
ejercicio representacional para la participación ciudadana.

Nuestra propuesta es entretejer la psicología social con la práctica ciudadana, es


explorar las subjetividades con la consiguiente apropiación identitaria, en fin, generar
un espacio que estimule la creación de colectivos y refuerce el tejido comunitario. Solo
así habremos roto el círculo de poder y asimetría que suele caracterizar a las
investigaciones en ciencias sociales y humanas.

[1] Conferencia leída en I JORNADA INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN PSICO-


CIUDADANA EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES del PROYECTO ANILLO DE
ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS DE GÉNERO Y CULTURA, SOC 21, FACULTAD DE
FILOSOFÍA Y HUMANIDADES, UNIVERSIDAD DE CHILE, el 24 de agosto 2010.

…..........................................................................................................................

6Introducción al tema del Encuadre en la Situación Grupal /


Francisco Mora Larch. / Proceso Grupal.

Max Morise, Max Ernst, Simone Breton, Paul


Eluard, Joseph Delteil,
Gala Eluard,
Robert Desnos y André Breton, 1924
EL GRUPO OPERATIVO: UN SISTEMA (DES) ORGANIZADO DE REGLAS, ROLES Y
FUNCIONES.

INTRODUCCIÓN.

Me parece que no podemos evaluar nada si no sabemos cómo y desde dónde partimos.
Todo inicio debe explicitar las reglas del juego, que se convertirán en las coordenadas
que organicen el partido que se inicia en ese momento que llamamos de “fundación” o
“apertura”; lo hacemos marcando el encuadre de trabajo, los dispositivos a ser
utilizados. Pero creo que no terminamos de significar la importancia clave que tienen
las reglas. No sólo se trata de las convenciones sociales que enmarcan el trabajo, a
esto le llamamos el encuadre.

En el límite, la asunción de las reglas produce en los participantes efectos de


subjetivación, ya que facilitan y promueven la participación social en el registro
simbólico de los intercambios humanos, por lo que la precipitación de la diversidad
vivencial del imaginario colectivo se verá reducido a niveles que permitan su
metabolización y su uso, como recurso, en la vida humana.

Se dice muchas veces que “lo que bien inicia, bien acaba”. El grupo operativo aplicado
al aprendizaje se constituye sobre la base de un bien organizado sistema de reglas,
pero no de roles y funciones, de ahí que lo valoremos no como una didáctica más, sino
una forma alternativa para lograr experiencias de aprendizaje formativas, esas que
facilitan la incorporación efectiva de esquemas de pensamiento asimilados y procesados
como renovados modelos de acción y que permiten realizar transformaciones en la
realidad de una manera crítica y racional. La escuela sólo instruye, e instruye mal. La
educación... ¿puede ser pensada como el aprendizaje de reglas, de leyes que rigen la
naturaleza y la sociedad?

Las Reglas.

¿A qué reglas nos referimos entonces? Son reglas que trasvasamos y derivamos en un
primer momento de la disciplina psicoanalítica, del psicoanálisis individual, luego las
identificamos en una adecuación a los grupos de terapia analítica y más tarde de los
grupos operativos de Pichon Riviere y del modelo francés del trabajo con grupos.

Dado un encuadre temporo-espacial y especificando frecuencia y duración, un formato


de reglas mínimas es lo que sustenta la labor de aprendizaje, la regla para el inicio del
proceso se puede formular de esta manera: “A partir de este momento, son libres de
realizar los intercambios verbales que deseen, siempre en relación al tema objeto de
estudio”. Esta primera regla, se puede complementar con la siguiente: “En el
transcurso de los intercambios pueden surgir otras ideas, recuerdos, historias,
anécdotas, lecturas, etc.; la regla complementaria, será de no omisión y decir lo que
pensamos y/o sentimos con respecto a lo que acontece aquí y ahora con nosotros y
con el grupo”.

Formulada de esta forma, la regla implica un nivel de registro que determina una
metodología que se encarga de escuchar todo lo que se dice, ateniéndose al decir a
través del discurso de cada uno. Las reglas constituyen el dispositivo y el grupo es
grupo en función de las reglas a las que cada uno se atiene, empezando por el
coordinador o monitor del seminario (o curso).

La regla complementaria para el coordinador del curso podría formularse así: “Yo
coordinaré el trabajo del grupo, escuchándolos y sólo intervendré cuando lo considere
necesario”. En un inicio, las reglas “se olvidan”, se evaden, se reprimen, parece
realidad el dicho: “las reglas son para romperse”; sin embargo, se denuncia en ello la
referencia a una ley, que debe crear y recrear una legalidad en las relaciones y en los
intercambios entre los miembros de una colectividad. La regla, así definida, según
Bejarano (véase bibliografía) se constituye “como soporte fundamental y necesario
para la instauración de relaciones sociales simbólicas”.

Cualquier sistema de reglas, como las reglas de convivencia humana, remiten a un


orden, una estructura que ordena y hace partícipes a los sujetos de atenerse a una
regulación que los trasciende, por lo que cualquier relación social establecida tendrá
como referente universal a ese orden constitutivo de la cultura en que se nace y se
vive. La relación pedagógica o educativa, como uno de tantos aspectos de las
relaciones sociales se mantiene y se atiene a la legalidad emanada de la estructura
simbólica referida a la ley que rige los intercambios humanos.

Las normas educativas, pedagógicas y de enseñanza-aprendizaje derivan de las


relaciones sociales más amplias, y de hecho trasuntan en su establecimiento y en su
función los modelos sociales y culturales más amplios. El sistema de reglas en la
educación tradicional, por ejemplo, nos permite observar y detectar las concepciones
del niño o adolescente como humano y como sujeto social, y cómo son derivadas de
una estructura social que promueve y fomenta la alienación del sujeto, ellas aportan
con altos grados de eficacia a la alienación social.

Gran parte de las concepciones educativas de vanguardia (desde Freinet, Montessori, A.


S. Neil, etc), no han tenido otro fin que ocultar o tratar de contrarrestar los efectos
perniciosos y enajenantes de muchas de las reglas que regulan las relaciones en el aula
y en general en todo el ámbito de la institución escolar. Podemos hablar también de
intentos más críticos y radicales que buscan hacer de la educación una práctica de la
libertad y de rebelión social ante la opresión.

En todo caso, no se trata de eliminar toda regla, ya que no hay ser humano como tal,
que no se atenga a alguna, la ley de la cultura difiere de las reglas sociales emanadas
de relaciones de dominación, de opresión, de alienación y aún de represión política y
social. Estas tendencias han existido y existen aún en forma enmascarada en gran
parte de la cultura educativa moderna y postmoderna.

Pero no todo proceso que intenta modificar las reglas que rigen las relaciones en el aula
deberían ser tildados de reformistas, es importante entender los procesos sociales
como aspectos de una complejidad que no se agota nunca en esquemas de
pensamiento que han derivado en dogmas y en enfoques mecanicistas, se puede
colaborar desde la práctica educativa en los procesos de cambio social, que aporten en
los procesos de desalienación a los educandos y a los educadores, apelando a ellos
como sujetos sociales capaces de transformar las formas reglamentadas de fondo, que
se mantienen encubiertas como estrategias que intentan eludir la crítica, para evitar ser
cuestionadas desde una radicalidad que en los tiempos que corren, es la más requerida.

Igual que las reglas formuladas para todo tipo de experiencias grupales (t groups,
grupos de terapia, grupos de diagnóstico o de formación), las reglas para el grupo
operativo de aprendizaje, envían al registro o el orden simbólico, al aceptar los límites
en los que los participantes del grupo tendrán sus grados de libertad reconocen una ley
a la que todo mundo se sujeta, comenzando por los coordinadores del grupo.

Los Diferentes Roles y Funciones.

Acerca de los roles y funciones. Identificamos de entrada tres tipos de roles bien
demarcados, son roles formales que marca el encuadre para la organización del trabajo
grupal; tenemos el rol de participante, el rol de coordinador y el rol de observador.
Cada rol cumple una función específica y delimitada.

Rol de Participante. Su función es hacerse cargo de la tarea, de “trabajar el material”,


analizarlo y contribuir a su procesamiento en el espacio grupal. En el contexto de
participante, se pueden clasificar someramente a los participantes en dos tipos de
roles: a) rol de participante a favor de la tarea y el cambio; b) rol en contra de la tarea,
rol de saboteador de los procesos de cambio. En una enumeración de los roles a nivel
de los participantes, R. Klein describe ocho roles distintos:

Rol de líder, rol de seguidor (o liderado); rol de Saboteador; Rol de cómplice (del
saboteador); Rol de chivo; Rol de chivador (o depositario); rol de portavoz; rol de
disidente. Para complejizar las cosas, afortunadamente, debemos pensar también que a
cada rol corresponde un contra-rol, esto permitiría por ejemplo, poder diferenciar no
sólo a un líder de su seguidor, sino también a un líder de tarea, de un líder saboteador
de la misma. El interés del aporte de Klein reside en ligar los diferentes roles a tres
distintos ejes de tensión (ejes que permiten una ubicación determinada de todos ellos)
y a las relaciones dilemáticas o dialécticas que se detectan para poder instrumentarse
técnicamente desde la labor de la coordinación.

Por otro lado, hay una infinidad de roles que pueden ser jugados por los integrantes de
un grupo, algunos ejemplos son: rol de líder intelectual, rol de líder social, rol de
cooperador, rol del que no comprende nada. El rol de payaso o bromista, el serio, el
callado, el parlanchín, el que secuestra la palabra, el autoritario, el portavoz del grupo,
el quejumbroso, el rebelde, el apacible, el conciliador, el miedoso, el reflexivo, el
apuntador, el astuto, el agresivo, el “duro”, el de tercero excluido, el de en medio, etc..

¿Cómo trabajar de manera integral la docencia, cómo conocer a los alumnos o


estudiantes cuando no permitimos que jueguen y practiquen ciertos roles, que guardan
lo atesorado por el sujeto, asumiendo y rechazando alternativas y tentativas que
cuando se producen, descubren una subjetividad alienada en la censura de un superyó
sádico o de un narcisismo encerrante productor de un delirio casi paranoico?, ¿Cómo
organizar algo cuando no hay un des-orden o una des-organización, que sea a la vez
fuente de aprendizaje de una experiencia de socialización al experimentar una vivencia,
reasegurada por la presencia de un profesor-monitor que se define por sujetarse a una
ética de la relación entre la ley y el deseo?

Desde la técnica, identificamos los roles consabidos.

Rol de coordinador (profesor-monitor de grupo). Coordina el trabajo grupal, su papel es


de ser un “co-pensor”, aquel que acompaña en el pensar, el que piensa con uno
aunque no piense lo mismo que uno; estimula el pensar, por lo que gran parte de su
función es interrogadora; busca que la conciencia sea consciente de sí misma, en la
medida que funge como un “yo” auxiliar que “retroalimenta” de ciertas formas el
proceder de unos u otros. Cumple también la función de ser un escucha activo,
desarrollando un carácter sensible y crítico, pero receptivo, de la información que
intercambia con los otros, procesándola en un nivel diferente a como lo hace el grupo.

A partir de lo que se da en el proceso, interviene con algunas técnicas que buscan


operar transformaciones en el nivel en que el coordinador trabaja: la relación grupo-
tarea. Ahí, busca favorecer el esclarecimiento de dos tareas: una, referida a los
aprendizajes intelectuales, sobre los cuales interviene de manera esporádica; y otra,
referida a los aprendizajes de los fenómenos psico-sociales y socio-dinámicos que
afectan el contexto del grupo. El coordinador pregunta, señala, administra información
y en ocasiones formula hipótesis (interpreta) acerca de lo que sucede en un momento
determinado, tratando de facilitar que los participantes piensen y procesen los
aprendizajes y las vivencias experimentadas.

Rol de Observador. El observador hace un registro por escrito de lo que observa en el


grupo, de lo que ocurre en cada sesión de trabajo; centra su registro (recopilación de
información) mucho más en el discurso de los participantes antes que en el nivel del
lenguaje corporal o preverbal. En todo caso, el lenguaje no verbal que pueda ser
registrado se subordina en su procesamiento al registro de los intercambios verbales
que matizan la situación que se vive en el momento; de esta forma, lo no-dicho
(relaciones particulares, actos sintomáticos) cobra sentido en los usos del lenguaje que
integra el nivel discursivo de los intercambios, el momento en que acto o palabra, gesto
o movimiento, silencio o afecto acceden a una legalidad signada por el registro
simbólico, específicamente humano.

Al final de la sesión, el observador acostumbra a hacer una devolución de información


sintetizada al grupo, como una forma de brindar retroalimentación de la sesión que
acaba de concluir y sobre la cual se brinda un lapso de tiempo para su análisis y
procesamiento. En otra modalidad, la devolución de la información, se ubica al inicio de
cada nueva sesión, con el fin de que el grupo vaya tomando conciencia de su propio
proceso de desarrollo.

Organizar una experiencia de aprendizaje suele remitir al diseño de los contenidos


programáticos de la materia en cuestión, con los factores clave llamados “objetivos de
aprendizaje” y las diferentes metodologías y técnicas al uso acordes con el tipo de
materia a trabajar; luego, en el “terreno” se entrega el programa del curso y se lo
comenta con los alumnos, se habla de las convenciones sociales que rigen el proceso:
exámenes parciales, promedios, trabajos, participaciones y exámenes finales. Lo cierto
es que en toda actividad estamos administrando la organización de nuestro trabajo,
pero cuando el trabajo es con otros, estamos a la vez administrando las actividades y el
trabajo de los demás.

La Organización del Trabajo en la Concepción Operativa de Grupo.

La experiencia grupal y en particular en los grupos de formación a los que asiste el


interesado en aprender la técnica de grupos operativos, se presenta como un modelo
particular de aprendizaje, como un paradigma en que se vive, se experimenta y se es
participe de un proceso de cambio social.

El aprendizaje en los grupos de formación se despliega sobre una planificación. Se


planifica porque el aprendizaje significa cambio, que incide en los efectos negativos de
lo que vivimos todos los días en la familia, la escuela, el club, la iglesia. El proceso
educativo visto desde esta óptica, consiste en indagar con la ayuda del docente los
esquemas estereotipados con los que actuamos cotidianamente, esquemas que son
utilizados y que se ponen a prueba en el estudio de cualquier contenido curricular.

De entrada, y desde la teoría, el grupo operativo se explicita como una técnica de


cambio social, que planifica la forma de contrarrestar las expresiones y efectos
alienantes que producen las prácticas y actividades convencionales en educación,
relaciones humanas, aprendizaje, enseñanza, instrucción, etc..
El proceso parece seguir las vías indicadas por Pichón Riviere desde los años 60s y 70s:
indagar con el apoyo del docente, en una nueva función de coordinador o co-pensor del
grupo, el “material o la materia prima”, con la que se va a trabajar, por ejemplo: los
contenidos programáticos del curso y de ahí posibilitar su revisión y modificación, más
o menos superficial o más o menos profunda con vistas a lograr los cambios deseados,
pensados, e incluso permitir que esos cambios nos puedan sorprender, siendo vividos
espontáneamente, más que por voluntad consciente. ¿Existiría una forma de
organización para lograr esto? La concepción operativa de grupo, por la forma en que
se organiza, apunta hacia tal posibilidad.

La concepción operativa organiza el trabajo de otro modo. El docente cumple ahora


otra función. No se hace cargo de los contenidos, ayuda al grupo a pensar, reflexionar
y abordar los obstáculos que impiden o dificultan la tarea, que es aprender. Muestra en
feed back los “olvidos”, las lagunas, las contradicciones; confronta, señala, administra
la información. No se hace cargo de la tarea manifiesta, aunque no la deja de lado.

Al utilizar los grupos operativos como didáctica grupal, para colaborar en los procesos
de cambio y aprendizaje de los participantes, estos cambios deberían ayudar al grupo a
pensar, reflexionar y trabajar los obstáculos que impiden el abordaje de las tareas;
también a mostrar a través de la retroalimentación las lagunas, los olvidos, las
contradicciones y las dificultades que impiden procesar de forma integral y creadora el
tratamiento de la información.

Es decir, si los grupos operativos se proponen inducir cambios definidos y definibles en


los participantes, las nuevas tareas en el aula podrían facilitar los procesos que se
inician, y en parte se resuelven cuando cambia y se transforma la función docente. En
términos formales, la organización del trabajo usando la técnica operativa es bastante
sencilla. Diseñado el Programa, lo que debe preverse es que el estudiante este en
posesión del material que se requiere para cubrir el programa curricular, y que pueda
realizar el trabajo de desmenuzamiento de los temas a revisar en cada sesión de clase.

La actividad en el aula exige el trabajo previo de lectura del material según el programa
temático ya calendarizado. Cuando esto está resuelto, es el trabajo previo del docente,
el entrenamiento y la supervisión de las aplicaciones, lo que constituye la primera
dificultad en la labor de corrimiento que experimenta la nueva función docente, que va
de la exposición tradicional hasta el trabajo de transformarse en un facilitador, en un
coordinador del trabajo grupal, de ser ahora un co-pensor con los alumnos y no pensar
por los alumnos. Renuncia a la omnipotencia.

Si tomamos el modelo convencional, el docente diseña su programa, con los contenidos


y las actividades a realizar en el semestre. Serán “las formas” de trabajar o funcionar
las que se verán afectadas de inicio, ya que el grupo de enseñanza es un grupo que
opera y práctica el aprendizaje, no se le enseña al alumno a aprender, el estudiante se
ve “obligado” a estudiar y cooperar desde sus propios recursos a la vez que observa la
co-operación de los otros, y si esto hace, hay otro factor: se puede aprender y utilizar
los recursos de otros, se aprende de ellos disintiendo o ratificando los propios puntos
de vista acerca de lo que se investiga, de lo que se consulta y de lo que se piensa.

Pero estos intercambios están de entrada regulados por una serie de reglas, así
podemos indicar que la técnica operativa está organizada desde un inicio con:

a) un encuadre, que es el marco formal y convencional, es decir el espacio temporal


para trabajar (aula o lugar, horarios y frecuencias de reunión).

b) Luego están las reglas a las que todos se ven sujetos para el trabajo, empezando
por el coordinador o docente de la materia; las reglas regulan los intercambios, se
empiezan a identificar como “dispositivos” o mecanismos que facilitan y organizan el
trabajo de otra forma.

c) tercero, la especificación de los roles que serán asumidos y jugados por el grupo en
su conjunto para allanar el camino del aprendizaje.

La cuestión del aprendizaje o del cambio y la instrumentación operativa eficaz del


Docente.

Quisiera abordar la cuestión y poner énfasis en este aspecto del aprendizaje o


entrenamiento efectivo, la técnica se propone como una opción de aprendizaje
formativo, más que informativo, donde el estudiante, sale distinto de esta experiencia
didáctica, formado, por un entrenamiento que lo hace ponerse a prueba en su
capacidad para las relaciones, para co-operar social e intelectualmente, para convivir y
establecer vínculos más allá de lo meramente superficial y convencional; por ende,
desarrolla un nivel de sensibilización que le permite instrumentar las técnicas que a
nivel teórico se están revisando intelectualmente y las que están siendo instrumentadas
por él y los otros en la experiencia concreta.

Lograr esto supone una forma organizativa que facilite integrar procesos antes que
verlos por separado: por ejemplo, primero la teoría, luego la práctica; esta
organización parece dominar en mucho la didáctica que se ejerce en la Universidad, con
lo que se promueve una disociación flagrante que impide la síntesis entre conceptos
teóricos y operativos.
En el transcurso mismo de una experiencia formativa, en el aprendizaje de la entrevista
psicológica y motivados por las lecturas del material teórico y por la vivencia de
experimentar una “nueva forma de aprender”, el docente involucrado en un proceso de
formación apuntó sin proponérselo, a que se cuestionarán y se replantearán no sólo
sus metodologías de enseñanza aprendizaje, sino sus actitudes personales, sus
esquemas de pensamiento, la forma en cómo, sin darse cuenta, ha funcionado como
modelo social, transmitiendo con ello, más allá de los contenidos curriculares,
ideologías y valores, costumbres y formas de ser y hacer, de relacionarse e implicarse,
de aburrirse, decepcionarse o de actuar con buenas intenciones; intuyendo que esto
resulta muchas veces poco eficaz, pero con la inquietud de querer y desear
instrumentarse en algo olvidado, en la forma en cómo iniciamos, establecemos,
organizamos, desarrollamos y luego mantenemos o perdemos vínculos humanos.

Sin desearlo, y de entrada, el coordinador de un grupo operativo, estando claro en su


función transmite de manera inevitable un modelo no sólo de aprendizaje, sino sobre
todo unos modos de relación con la tarea y los participantes que privilegian el
escuchar, antes que el hablar, observa sin el prejuicio objetivista de cosificar o
etiquetar a un sujeto, o una acción o un intercambio entre humanos; cuando
interviene, lo hace tratando de que esto sea en función del aprendizaje y de ayudar a
esclarecer en otros lo que dicen, cómo lo dicen, desde dónde, y como repercute ese
mensaje en los que lo reciben, señalando condensados de significación y/ o
deslizamientos de significado.

El profesor-monitor, dejando libre a la función adaptativa del alumno, “estimula” la


presencia del sujeto social; la subjetividad, desactivada por los mecanismos
disociativos de la formación escolar se reactiva como el ave que vislumbra la jaula
abierta, produciendo entonces reacciones encontradas en los sujetos: ¿de qué se trata
esto?, ¿trabajar, esforzarse? No. Entonces: inhibir toda iniciativa, o actuar con toda la
angustia de acercarse a la abertura-aventura que se ofrece como ocasión de liberar la
imaginación. Esta podría ser una forma de describir el inicio de toda experiencia grupal
no directiva.

Un esquema conceptual en acción.

Todo la descripción no es más que una forma de cómo en la base de nuestro trabajo
hay toda una concepción organizativa de la academia donde se discriminan de entrada
funciones particulares y especificas para cada rol estipulado desde las reglas que rigen
el trabajo de aprendizaje.

Hay un desarrollo temático “libre”, a veces parece inconexo, “falta estructura” ya que
se ha abandonado la función de autoridad por el saber y el ejercicio de poder que la
asunción de esto supone, por lo menos a nivel funcional, por lo que no hay pautas que
provengan de esta para organizar el trabajo, las pautas aparecen difusas, están dadas
por las inquietudes individuales o subgrupales: el grupo recrea en su nivel el tema y las
formas de abordarlo. Se trata de que no haya límites a la espontaneidad, se trata de
organizar un desorden, de ordenar una desorganización, por lo que no hay de pronto
un solo centro de interés, sino múltiples niveles de abordaje de la temática.

La idea es si uno puede tolerar la ansiedad despertada por la renuncia al rol conocido, y
aventurarse a lo desconocido, en busca de lo que no se sabe. El coordinador de un
grupo ha desarrollado un esquema conceptual referencial y operativo (ECRO, le llama
Pichón Riviere), instrumento de su praxis, vía el estudio, la experiencia y la práctica de
compartir, de organizar, de hacer y convivir con grupos. Pero esto no reasegura ni
garantiza que los miedos y temores se hayan exorcizado y no aparezcan en cada nueva
experiencia.

El ecro es una estructura estructurante, expresa la subjetividad particular que funciona


como “el comando” con el cual cada uno de los seres humanos opera en el mundo
externo y en relación consigo mismo, constituye al sujeto como ente social, más que
psíquico; al igual que el aparato psíquico en Freud, el ecro no es asimilable al cerebro y
no tiene una localización anatómica, si bien tiene una superestructura y una
infraestructura, esta última expresión del desarrollo socio-afectivo del sujeto, índice del
grado de “madurez emocional” o si se quiere del grado de estructuración de la
personalidad; la primera, como estructura subjetiva, contiene las ideas y
pensamientos, portadora de la ideología y de las concepciones del mundo y de la idea
que se tiene de sí mismo.

Así, el coordinador de un grupo participa de la dinámica grupal desplegada por el actuar


sobre la temática, desde un ECRO, desde una subjetividad más o menos explícita
(sobre todo para sí mismo), cuya función consiste en ayudar a otros a auto observarse
y lograr un mayor nivel de auto-conocimiento en el proceso de aprendizaje grupal. Su
actitud es más receptiva que “activa”, por lo menos desde la apariencia. Pero creo que
sobre todo, la actitud fundamental que transmite es la de estar, por lo menos en lo que
dura cada sesión, disponible a un cien por ciento para el grupo, en ese momento no
hay ningún otro interés que lo perturbe o lo descentre de su función.

Los estudiantes, van internalizando vía los procesos identificatorios, un modo de operar
introducido por la presencia de los otros y por la función particular que cumple el
coordinador del grupo operativo. Así, deducimos que sin saber bien a bien, el
estudiante va interiorizando unos modos de operar en función de su aprendizaje, cuya
forma de relación introyectada va asumiendo algunas de las características del grupo
de pares y del modelo de acción de un coordinador e incluso un observador de la
dinámica grupal.

¿Algunas de estas características? Se atiende no sólo al qué sino también al cómo.

Se está en la temática a la vez que se toma distancia de ella, se es receptivo a las


intervenciones y al tipo de intervenciones, indaga los supuestos de una intervención o
una argumentación (el gran preguntón, dice Foladori), confronta sin agredir, está
abierto a las nuevas ideas, libera su imaginación, recurre a metáforas, analogías,
cuentos, historias, dichos y refranes; asocia libremente o flota atentamente sobre el
magma de significaciones grupal, busca conexiones impensables, ilógicas, no se toma
tan en serio, atiende a los lugares comunes, no teme a la crítica, se permitir jugar y
disfrutar la experiencia, provoca (con respeto o sin él), busca condensaciones de
sentido, deslizamiento de significantes, hace, como diría Braunstein N., una “lectura
sintomal” de los discursos, de los lapsus, de los errores, de los olvidos, busca agujerear
y hacer porosa la membrana de la lógica formal que nos envuelve paralizando la mente
y la imaginación, ya que esta lógica envilece la capacidad receptiva de los estímulos
externos e internos; uno de sus privilegios es el de estar siempre atento al registro
emocional y a la dimensión afectiva que se activa en todo acercamiento a la realidad
social y humana, en todos los intercambios sociales en los que nos movemos y en los
que nos vemos incluidos.

Recapitulación.

Cuando se trabaja en y con grupos, debemos ser muy conscientes de los fenómenos
psicosociales que se activan y repercuten sobre la experiencia de aprendizaje; si el
docente se plantea un cambio en su didáctica y desea utilizar las potencialidades de los
aprendizajes ya en posesión de los alumnos, será necesario organizar el trabajo en
función de:

1. Establecer un encuadre claro, referido a tiempo, lugar, frecuencia y duración.

2. Poner por centro la tarea, el tema manifiesto y explícito que en cada clase nos
reúne; a la vez, que

3. Discriminar e identificar los diferentes roles que se jugarán para el logro de la tarea.

4. Realizar un corrimiento en relación a la función docente; no se será más el poseedor


de un saber, sino el facilitador de los procesos de aprender, organizará el trabajo de los
estudiantes, pero no hará el trabajo por ellos.
5. Establecer clara y explícitamente las reglas del juego, roles que se jugarán, tipo de
asistencia, responsabilidades, compromisos, evaluaciones, etc.

6. Hacer una devolución continua y paulatina de las dependencias emocionales e


intelectuales que generan y mantienen los estereotipos culturales e institucionales.

7. Entender que todo problema que surja en el proceso, concierne a todos y poder
visualizarlo desde una óptica que permita entender las dificultades en el proceso de
cambio. El problema surge como expresión de la resistencia al cambio y deberá ser
tomado como objeto y a la vez herramienta para resolver y superarla, clarificando la
función de reaseguramiento de la misma.

8. No ceder, ante las resistencias al aprendizaje, sean francas o abiertas y las larvadas;
y la única forma de hacerlo es no cediendo a la demanda sino analizándola en
situación, aquí y ahora.

Si la función es pensar con el grupo y no por el grupo, facilitar por su nuevo rol que el
grupo mismo piense el problema o el obstáculo como una oportunidad para el logro de
la tarea a alcanzar; todo problema que se enfrente con la nueva forma de organización,
será a la vez, fuente de aprendizajes permanentes.

Proceso Grupal.

Bibliografía.

Adamson, Gladys. (s/f) Acerca del Grupo operativo. En www.psicosocialdelsur.com.ar


recuperado en 2008

Anzieu, Didier. (1980) El Grupo y el Inconsciente. Biblioteca Nueva, Madrid.

Cirigliano; Villaverde (1987) Dinámica de Grupos y Educación. Ed. El Ateneo. México.

Díaz Barriga, A. (1991) La Entrevista a Profundidad. Rev. Tramas. No3. pp 161-178.


U.A.M. Xochimilco, México.
Devereaux, George (1980) De la Ansiedad al Método en las Ciencias del Comportamiento.
Siglo XXI edits. México.

Gear, M. y Liendo, E. (1977) Psicoterapia Estructural de la Pareja y del Grupo Familiar. Ed.
Nueva Visión. Bs. As.

Foladori, Horacio. (1984) Grupo Operativo: el Modelo Didáctico. En Rev. La Nave de los
Locos, No. 8 UAMSNH., Morelia.

Foladori. Horacio. (2002) El Grupo De-Formación, ed. de la Universidad Bolivariana,


Santiago.

Klein, Ricardo. (2004) El Trabajo Grupal. Editorial Lugar, Buenos Aires.

Mora Larch, F. (2010) Grupos operativos en educación y salud. Monterrey, Focim.

Mora Larch, F. (1992) Pensar lo Grupal. En Internet :


www.geomundos.com/salud/psicosocial recuperado en 2005

Pichón Riviere, E. (1971) Del Psicoanálisis a la Psicología Social. 2 Tomos. Galerna Bs. As.

Rolla, Edgardo (1962) Psicoterapia Individual y Grupal. Ediciones 3. Buenos Aires.

Rolla, Edgardo H. (1981) La Entrevista en Psiquiatría. Ed. Galerna Bs.

Monterrey, Octubre del 2005.


…...................................................................................................

MAY

11
7Psicoanálisis sin diván (Introducción a la Concepción
Operativa de Grupo) / Parte 4 / El concepto de emergente /
Emilio Irazábal.
EL CONCEPTO DE EMERGENTE.

El segundo concepto en importancia en la Concepción Operativa es, a mi


parecer, el concepto de emergente.

Es un concepto que orienta al observador, al terapeuta y que lo pone en el


camino de la indagación. Nos alumbra sobre la existencia del conflicto, de la
tensión subyacente.

Tiene muchas similitudes con la visión psicoanalítica de lo que es el


síntoma, pero resulta más abarcativo, como bien lo expresa P. Cazau: El
emergente puede ser considerado genéricamente como el nuevo producto
que resulta de una situación previa, denominada existente. Ejemplos: a) lo
que resulta luego de una interpretación es el emergente de lo observado en
el transcurso de una sesión de análisis; b) un delirio psicótico es el
emergente que resulta de la pérdida de la estabilidad grupal… Cuando se
colocan juntos paciente y analista en un campo de trabajo, lo que resulta es
una Gestalt de los dos, que es el emergente de ambos, porque lo que
aparece en ese momento en el paciente está condicionado también por la
actitud del analista, por su modo de ser, por la habitación donde trabaja,
por su interpretación anterior…

Pichon-Rivière utiliza también la idea de emergente como parte del intento


por explicar la enfermedad mental. Cuando a causa de un determinado
factor, generalmente la pérdida del prestigio del líder familiar, “se pierde la
estabilidad grupal, se condiciona la aparición de la psicosis en uno de sus
miembros, la que aparece como emergente nuevo y original, lo que hace
que dicho psicótico se transforme poco a poco en el líder familiar” y se haga
cargo de la enfermedad mental de todo el grupo…

Para mejor entender este concepto, conviene apoyarse en otras nociones


como son la depositación, el depositario y lo depositado.

Dice Cazau: La depositación es un proceso por el cual un grupo proyecta


sobre uno de sus integrantes las tensiones y conflictos grupales, haciéndose
este integrante cargo de los aspectos patológicos de la situación. En el
proceso de depositación intervienen tres elementos: los depositantes, el
depositario y lo depositado. Más genéricamente, la depositación designa
cualquier proceso de proyección de vínculos y objetos … El estereotipo se
configura cuando la proyección de aspectos patológicos es masiva… Los
procesos de depositación no se refieren solamente a situaciones patológicas
… sino a cualquier situación, tanto normal como patológica… Estos vínculos
u objetos pueden ser depositados en cualquiera de las tres áreas de
manifestación fenoménica de la conducta: la mente, el cuerpo o el mundo
externo.
También Bauleo incide en parecidos comentarios: Lo que se ha expresado
por emergente es todo elemento a partir del cual adquiere cierto sentido la
situación. Es como un hito, un indicador de lo que sucede. Es por esto que
puede denominarse emergente un síntoma, un individuo, una situación, un
grupo, etc.

El desarrollo de este concepto de emergente y su aplicación a situaciones


no patológicas, lo convierte en una guía de observación básica para el
coordinador del grupo.

El grupo, a través de sus portavoces, va a ir produciendo emergentes que,


con la ayuda del coordinador, serán señalados y convertidos en situaciones
de avance y nuevos aprendizajes.

Un concepto lleva a otro y este a su vez a otro… Respecto al portavoz, dice


Pichon-Rivière: El portavoz es aquel que en un grupo, en un determinado
momento dice algo, enuncia algo, y ese algo es el signo de un proceso
grupal que hasta ese momento ha permanecido latente o implícito, como
escondido dentro de la totalidad del grupo. Como signo, lo que denuncia el
portavoz debe ser decodificado por el grupo –particularmente por el
coordinador- que señala la significación de ese aspecto.

El portavoz no tiene conciencia de enunciar algo de significación grupal que


tiene en ese momento, sino que enuncia o hace algo que vive como propio.

El portavoz denuncia su problemática, pero puede denunciarla porque es en


cierta medida y en ese momento, quien vive, siente en mayor o menor
grado, con mayor intensidad esta problemática que los otros integrantes del
grupo.

Portavoz de un grupo es el miembro que en un momento denuncia el


acontecer grupal, las fantasías que lo mueven, las ansiedades y
necesidades de la totalidad del grupo. Pero el portavoz no habla sólo por sí
sino por todos, en él se conjuga lo que llamamos verticalidad y
horizontalidad grupal.

El emergente, como concepto así expresado, es apoyo necesario para el


pasaje de la psicología individual a la psicología grupal. Es concepto básico,
instrumento necesario, para un psicoanálisis sin diván.

Añade Pichon-Rivière: El contraste que más sorprende al psicoanalista en el


ejercicio de su tarea consiste en descubrir que no nos encontramos con
cada paciente frente a un hombre aislado, sino ante el emisario;
comprender que el individuo como tal no es sólo el actor principal de un
drama que busca esclarecimiento a través del análisis, sino también el
portavoz de una situación protagonizada por los miembros de un grupo
social (su familia), con los que está comprometido desde siempre y a los
que ha incorporado a su mundo interior a partir de los primeros instantes de
su vida.

Es un asunto muy complejo esta cuestión del emergente. Como guía para
observar y coordinar un grupo concreto resulta muy útil (indispensable para
el grupo operativo). Pero como situación clínica, la cosa no resulta tan fácil.
La noción de emergente y portavoz nos coloca a cada uno de nosotros como
sujetos, formando parte de un grupo, ya sea más interno que externo, o
viceversa. Nuestros conflictos, nuestros pensamientos, nuestra personalidad
tienen mucho que ver con nuestra relación (interna y externa) con los
otros. A su vez, estos otros (internos/externos) influyen en nosotros. Mucho
de lo que somos, y cómo somos, está producido por las experiencias vitales
con otros. Somos únicos pero también muy parecidos. Nuestros cambios
terapéuticos se hacen visibles y se consolidan en los vínculos y en los
nuevos roles.

El paciente que lleva unos meses en un grupo, aprende esta noción de


emergente, aprende lo que es ser portavoz, aprende sobre su rol y los de
los demás. De alguna manera, realiza importantes aperturas en su
pensamiento. Al paciente en sesión individual le resulta muy difícil entender
esta noción, esta vinculación con el otro. Puede intelectualizarla, pero no es
lo mismo que vivirla y poder corregirla.

Decía que era un asunto complejo. También es difícil. No se trata de


posicionarse entre la terapia individual y la grupal. Hoy día no debiera de
establecerse como dilema, sino más bien como un problema. Creo que un
paciente necesitado de verdad de psicoterapia, necesitado de cuidados y
atención profesional para poder seguir (en) la vida, tendría que transitar
entre lo individual y lo grupal. La forma, graduación y articulación de ambos
dispositivos estará muy en relación con nuestro esquema referencial y con
nuestros recursos. Nuestra disponibilidad y capacidad terapéutica no puede
ser la misma si trabajamos aisladamente o con otros.

Puede que la psicoterapia psicoanalítica esté entrando en una nueva época.

BIBLIOGRAFIA.

ANZIEU, D.; BÉJARANO, A.; KAËS, R.; MISSENARD, A. y PONTALIS, J-B. El trabajo
psicoanalítico en los grupos. (1972). Siglo XXI editores. México. 1978
BAULEO, A. (1970). Ideología, grupo y familia. Folios Ediciones. México, 1982
BAULEO, A. (compilador). (1973) Vicisitudes de una relación. Ayer y hoy: un espectro
de posiciones marxistas ante el psicoanálisis. Granica. Buenos Aires. 1973
BION, W.R. Experiencias en grupos. (1943-1952) Paidos. Buenos Aires. 1979
BLEGER, J. (1961). Temas de psicología (Entrevista y grupos). Nueva Visión. Buenos Aires
(1980)
CASTILLA DEL PINO, C. Casa Del Olivo (2004).Tusquets. Barcelona, 2004
CAZAU, P. Diccionario de términos de psicología social. Documento electrónico. 1998-2004
DURO, J.C. Psicología y Salud Comunitaria durante la Transición Democrática. Revista
Clínica y Salud. Vol. 12. Nª extraordinario. COP. Madrid. 2001
EQUIPO CUBO. L’esperienza di un grupo di psicologi di Madrid. Revista Aggiornamenti di
psicoterapia e psicología clínica. Nª 2-3. Centri Studi di Psicoterapie e Psicología Clínica.
Genova. 1978
FOULKES, S.H. Psicoterapia Grupo Analítica. Método y principios. (1975). Gedisa.
Barcelona. 1981
FREUD, S. Psicología de las masas y análisis del yo. (1921). Obras Completas. Tomo VII.
Biblioteca Nueva. Madrid. 1974
GARCIA LUCIO, J. Una experiencia de psicología en un barrio de Madrid. Boletín de
Estudios y Documentación de Servicios Sociales. Nº 1, enero-marzo 1980. Instituto
Nacional de Servicios Sociales (INSERSO)
HORNSTEIN, G.A. Salvar a una persona es salvar al mundo. La historia de Frieda Fromm-
Reichmann, una mujer que desafió a su época. Andrés Bello. Barcelona. 2001
KADIS, A.L.; KRASNER, J.D.; WINICK, CH. Y FOULKES, S.H. Manual de Psicoterapia de
Grupo. (1963). FCE. México.1982
LANGER, M. (Compiladora) (1971-1973). Cuestionamos 1 y 2. Granica. Buenos Aires,
1972-1973.
MANNONI, M. La educación imposible. (1973) Siglo Veintiuno editores. México. 1979
MOREAU RICARD, M. Michael Balint. El nuevo comienzo de la Escuela de Budapest.
Síntesis. Madrid. 2003
NUNBERG, H. y FEDERN, E. (compiladores) (1967-1974). Las reuniones de los miércoles.
Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Nueva Visión. Buenos Aires. 1979
PICHON-RIVIÈRE, E.; BAULEO, A. La noción de tarea en psiquiatría. En PICHON-RIVIÈRE,
E.: El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social. Tomo 1. Nueva Visión.
Buenos Aires. 1977
PICHON-RIVIÈRE, E. Estructura de una escuela destinada a psicólogos sociales. En
PICHON-RIVIÈRE, E.: El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social. Tomo
1. Nueva Visión. Buenos Aires. 1977
PICHON-RIVIÈRE, E., PAMPLIEGA, A. (1970). Psicología de la vida cotidiana. Buenos Aires:
Nueva Visión. (1985)
PICHON-RIVIÈRE, E.(1970). El concepto de portavoz. Revista Temas de psicología Social.
Primera Escuela Privada de Psicología Social. Nº 6. Octubre 198
PICHON-RIVIÈRE, E. Teoría del vínculo. Nueva Visión. Buenos Aires. 1980
REICH, W., SCHMIDT, V. Psicoanálisis y educación. Anagrama. Barcelona. 1973
SEARLES, H. Escritos sobre esquizofrenia. Gedisa. Barcelona. 1980
TOSQUELLES, F. Estructura y reeducación terapéutica. (1965-1966). Fundamentos.
Madrid. 1973
VV.AA. Grupos de Trabajo de Psicología Crítica y Cuadernos de Psicología. Universidad de
Madrid. Circulación interna. 1970-1974
WINNICOTT, D.W. Conozca a su niño. (1940-1950). Paidos. Buenos Aires. 1970
WINNICOTT, D.W. Deprivación y delincuencia. Paidos. Buenos Aires. 1990

[1] Artículo publicado en Revista de Psicoterapia Psicoanalítica, nº 18, septiembre 2015,


editada por la Asociación Madrileña de Psicoterapia Psicoanalítica y publicado en Área
3 con permiso del editor.
[2] Emilio Irazábal es psicólogo. Madrid.

Vous aimerez peut-être aussi