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ANALISIS SEMIOTICO DE LOS TEXTOS:

El análisis de un texto, consiste principalmente en el análisis del contenido del mismo y parte del
principio de que examinando textos es posible conocer no sólo su significado, sino información al
respecto de su modo de producción.

El análisis semiótico entonces, trata los textos no sólo como signos dotados de un significado
conocido por su emisor, sino como indicios que dicen sobre ese mismo emisor, o generalizando,
indicios sobre el modo de producción de un texto.

Podríamos decir también, en base a los conceptos descritos anteriormente que


el proyecto de la semiótica consiste en describir el sentido de un texto. Los textos son
manifestaciones de sentido y han sido hechos para ser leídos.

Me parece entonces que para conseguir un análisis adecuado de un texto, es indispensable antes,
leer (y releer) el texto. La primera lectura buscaría obtener una percepción global del texto y de su
contenido.

Existe, para el análisis de la semiótica de un texto, una tensión entre el saber común y lo que el texto
dice efectivamente, es decir, encontrar el sentido o significado que el autor ha tenido realmente al
escribir el texto.

La definición de signo nos indica que signo es aquello que evoca o representa la idea de otra cosa,
por tanto es convencionalizado por el hombre y tiene un carácter abierto e ilimitado porque siempre
se pueden crear nuevos signos o códigos. En un texto podríamos decir que el signo que esperamos
encontrar es de tipo lingüístico, pues es este el punto de partida del código literario, que sería el que
nos interesaría para este estudio y el que nos serviría para lograr analizar satisfactoriamente
cualquier texto de nuestro interés.

Poniendo ya en orden todas las ideas, podemos concluir que “El Análisis Semiótico de los Textos”,
consiste entonces en detectar los signos que están implícitos en el texto, identificar el sentido que
dichos signos tienen dentro del contexto del contenido y luego unir el sentido de cada signo que se
detecte para poder entonces, realizar el análisis del texto y percibir adecuadamente lo que el autor
pretendió al crear su obra.
En sentido general, en el discurso lo que le llega al lector es el significante y él le coloca los significados que
produce a partir de su cosmovisión o universo del saber; de este modo es un producto del lector,
precisamente, la apertura está en la significancia, pero el sistema de referencia es particular. Roland Barthes
concibe el texto como “liberación del significante”: “cualquier lectura es posible”, esto se contrapone con las
precisiones de Humberto Eco, quien establece una diferenciación entre interpretación y uso: el que escribe, lo
hace par un lector modelo y éste debe saber interpretar, pueden ocurrir algunos desvíos, pues hay
connotación; pero, a pesar de eso, existen “marcas, pautas que ha dejado el emisor.”
En resumen, esta segunda tendencia estima el texto “como producción de escritura, basada en el placer del
significante”, es decir, en la medida en que voy leyendo, le coloco significados al texto, o lo voy escribiendo y
por tanto, la lectura se convierte en una escritura. Su base radica en la trascendencia.
Mientras que en la primera tendencia el objetivo era describir la estructura de una obra, en ésta es producir
una estructuración móvil del texto que se desplaza de lector a lector; –al decir de Alfonso Reyes «No sé si
puedo saber si mi Quijote es exactamente igual al tuyo, ni si uno y otro se ajustan al
que Cervantes sentía (...) cada ente literario tiene una vida eterna, siempre nueva y creciente»– le
interesa saber “cómo estalla el texto y cómo se dispersa”.

· ¿Qué nos propone el Modelo de Análisis textual barthesiano?


Propone leer un texto tratando de registrar y clasificar los códigos de acuerdo con los cuales los sentidos son
posibles. Su objetivo es registrar las avenidas de sentido, concebir, imaginar lo plural del texto.
Este modelo está estructurado en 4 pasos fundamentales:
1ro.- División del texto en segmentos contiguos o lexías y enumeración de cada una de las lexías.
2do.- Disposición operatoria: anotar los sentidos que susciten cada segmento.
3ro.- Análisis progresivo del texto, en orden lineal, recorriendo toda su extensión.
4to.- Desembocar el texto en otros textos, en otros códigos, en otros signos, es decir, qué hace el texto
intertextual.
Después de disfrutar tanto desmenuzando este singular relato, tratando de descubrir las avenidas de sentido
que nos ha provocado, corresponde enfrascarnos en su análisis progresivo.
A nuestro modo de ver, y tratando de recomponer el argumento del cuento, podemos expresar ─a partir
de las pautas que nos ofrece el autor─ que estos dos personajes de extracción social muy humilde, al
parecer labradores, procedentes de una pequeña aldea, un día, al regreso de su diaria labor, o después de
mucho caminar (al atardecer) se encontraban descansando a la orilla de un camino, contemplan el paisaje y
es ahí que comienza la contraposición de puntos de vista entre el padre y su hijo ante un objeto: el molino; si
hiciéramos una percepción ingenua del texto podríamos pensar que tal vez el padre estaría medio loco, pero
¿qué sentido tendría que un escritor escribiese esto así? Si partimos del presupuesto de que el que escribe lo
hace para un lector modelo, entonces, este último debe estar en disposición de desentrañar el sentido del
texto y evidentemente nos trasmite un mensaje, expresado tácitamente o entre líneas. Por tanto, enfocándolo
desde este presupuesto, podemos pensar que el padre (que como todos los padres quería lo mejor para su
hijo) y cansado de esa vida de miseria y pobreza, carente de ilusiones; quería darle un consejo o una
enseñanza y para ello acude a este recurso de transformar imaginativamente el entorno, por aquello de
que «no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos» (Antoine de Saint
Exupéry, 2001. p. 92
Tal vez el propósito del escritor haya sido, al plantearnos este debate entre los personajes, hacernos
reflexionar en torno a una problemática universal, tratada por diversos escritores: la contraposición dialéctica
entre realidad y fantasía, o las dos hambres que tiene el ser humano; como refleja nuestro “Cuentero Mayor”
Onelio Jorge Cardoso, en El caballo de coral o en El cuentero; quizás por esta misma razón u otra semejante,
este cuento a pesar de haber sido escrito en la primera mitad del siglo XX_ nos hace evocar el capítulo VIII de
la inmortal novela de Cervantes El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha ( creada cinco siglos antes).
Lo anterior nos permite afirmar que:
El cuento apreciamos la intertextualidad porque nos posibilita darle salida hacia otros textos, otros signos; la
paratextualidad por la estrecha correspondencia que advertimos entre el título y el contenido; la
architextualidad: a pesar de ser un cuento está estructurado como si fuera una pieza dramática, se reitera en
toda su extensión el nombre de los personajes en cada parlamento y aparecen acotaciones entre paréntesis
que indican el tono de voz o la postura que deben asumir.
Si partimos de un estudio comparado podemos comprobar el conjunto de relaciones que vinculan a este texto
con el de Cervantes, así como la concurrencia desde distintos parámetros.
La contraposición filosófica: realidad – fantasía tratamos de explicarla en el siguiente esquema:

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