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REENCUENTRO CON EL ARGONAUTA

Malinowski y los desafíos de la antropología contemporánea

ALEJANDRO VÁZQUEZ ESTRADA


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO
Facultad de Filosofía

Dr. Gilberto Herrera Ruíz


Rector

Dr. Irineo Torres Pacheco


Secretario Académico

Q.B. Magali E. Aguilar Ortiz


Secretaria de Extensión Universitaria

Dra. Ma. Margarita Espinosa Blas


Directora de la Facultad de Filosofía

LLME. Verónica Núñez Perusquía


Directora de la Facultad de Lenguas y Letras

Tec. Prof. Ricardo Saavedra Chávez


Coordinador de Publicaciones

Lic. Jorge Alberto Rodríguez Olvera


Publicaciones Facultad de Filodofía

Diseño editorial y formación:


Selene Paz Vega

REENCUENTRO CON EL ARGONAUTA. Malinowski y los desafíos de la antropología contemporánea


D.R. © Universidad Autónoma de Querétaro, Centro Universitario, Cerro de las Campanas s/n,
Código Postal 76010, Querétaro, Qro., México
ISBN: 978-607-513-302-7
ISBN digital: 978-607-513-303-4

Este libro se publicó gracias a la aportación de fondos del programa PIFI (2015)

Advertencia: Ninguna parte del contenido de este ejemplar puede reproducirse o almacenarse o
transmitirse de ninguna forma, ni por ningún medio, sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de
grabación o de fotocopia ya sea para su uso personal o de lucro, sin la previa autorización por escrito de
los editores.
Esta investigación arbitrada por pares académicos se privilegia con el aval de la institución editora.

Primera edición, agosto 2017


Hecho en México
Made in Mexico
ÍNDICE

Introducción........................................................................................................................5
I. Un contexto para un texto...........................................................................................11
II. Los inicios de un nuevo siglo en la pujante antropología ...............................21
III. Malinowski y el trabajo de campo (1914- 1940).............................................33
IV. Malinowski y su estancia por Oaxaca ................................................................45
V. Muerte y resurrección de Malinowski. 1942-1967...........................................55
VI. Cómo leer a Malinowski desde la antropología contemporánea...............67
Bibliografía.........................................................................................................................95
-5-

INTRODUCCIÓN

P ODEMOS admitir que en antropología existen caminos muy diversos y


destinos muy comunes. Sin lugar a dudas, muchos de estos rumbos están
trazados a partir de los distintos conceptos y preocupaciones generadas por
autores relacionados con la comprensión profunda y científica de la cultura.
B. K. Malinowski es para algunos un camino y para otros un destino. Su obra
ha trascendido las fronteras del espacio y el tiempo, desde su mítico trabajo
de campo en el archipiélago del pacífico occidental en 1915. Después de ese
momento en que el antropólogo de origen polaco ve partir de la playa aquella
barca que lo ha dejado en la arena de aquella isla, la antropología en el mundo
jamás volvió a ser la misma.
El objetivo de este libro es introducir a Malinowski como un pensador que
ha generado distintos debates al interior de las ciencias sociales y en sus
confines disciplinarios. De la teoría a la metodología, desde su contexto
académico de finales del siglo XIX, hasta sus grandes momentos antes de
llegar su apresurada muerte en 1942. A partir de su corta vida y fructífera
carrera, no solamente observaremos al antropólogo sino también a la
antropología, ambos como productos culturales que son fieles reflejos del
espíritu del tiempo.
Hoy en día, pocos profesionales de la antropología se atreverían a
autoadscribirse como funcionalistas, pero muchos (por no decir todos)
guardamos en nuestra identidad antropológica el nombre de Malinowski
para guiar o desviar nuestras preguntas al momento de hacer trabajo de
campo u ordenar y sistematizar el conocimiento producido desde dicha
experiencia que conforma la piedra angular de la antropología.
El año 2017 es un momento importante y paradójico para hablar de
Malinowski. Por un lado, se celebra el centenario de su segundo viaje a las
Islas Trobriand, viaje por demás mítico y paradigmático en la antropología
puesto que como lo han afirmado sus distintos biógrafos, críticos y analistas,
en esta experiencia sofisticó y consolidó lo que en su primer viaje (dos años
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antes) padeció y sufrió por vez primera. El producto de este segundo viaje
fue un antropólogo consolidado, amante del trabajo de campo y en búsqueda
persistente por lograr un análisis científico de la cultura, lo cual sugería
establecer las reglas del método etnográfico y los modos en los cuales su
objetividad quedaba explicita.
Después de este acontecimiento, la antropología no volvió a ser la misma
y en 1922 con la publicación de Los Argonautas del pacífico occidental, la
comunidad antropológica fue testigo de ello, dejando en claro un nuevo
momento en nuestra disciplina, donde las palabras objetividad, método,
ciencia y teoría se convirtieron en las alegorías más frecuentes para describirla.
Pero hemos dicho que 2017 es un momento paradójico para hablar del
Malinowski. En este año se cumple el 75 aniversario de la muerte del
insigne antropólogo nacido en Polonia. Su fallecimiento impactó de
manera frontal a la antropología inglesa y de modo colateral a la corriente
culturalista norteamericana, provocando así distintas corrientes teóricas y
metodológicas que transformaron con diversas intensidades las costas de las
antropologías nacionales florecidas en distintas partes del mundo.
Malinowski en vida produjo tantos debates como después de su muerte.
En 1957 sus descendientes de la escuela británica hicieron una reflexión
profunda sobre su obra, hablando de su legado y sus aportaciones al
pensamiento antropológico. Raymond Firth fue el antropólogo que editó
dicha obra, la cual a modo de capítulos contó con varias manos prodigiosas de
las ciencias sociales y la antropología. Y al pasar de los años, 10 años después
y en conmemoración al 25 aniversario de la muerte del antropólogo polaco,
el mismo Firth, alentado por la segunda esposa de Malinowski, escribe la
introducción de uno de los libros más controvertidos en la antropología,
Los diarios de campo en Melanesia, con lo cual lejos de anunciar la caída de
uno de los grandes ídolos, pregona una nueva edad dentro de la disciplina
a la que se le suman múltiples escuelas de pensamiento antropológico las
cuales convocadas por la revisión aguda del método, la teoría y la escritura,
resurgen con una nueva vitalidad los análisis vinculados con el pensamiento
malinowskiano y la nueva búsqueda del rigor cientificista. En este 2017 se
cumplen los primeros 50 años de la publicación de Los diarios de campo en
Melanesia, texto que catapulta nuevamente a Malinowski en la antropología
generando debates apasionados y encontrados, amores y odios, solidaridades
y enconos. Estos diarios y su publicación muestran un nuevo momento en el
mundo de finales de la década de los sesenta, caracterizado por crecimiento
demográfico consagrado a la asimetría, desigualdades y pluralidad cultural.
Las antropologías de aquellos tiempos, todas ellas en constante crisis
respecto a su función social, sus teorías y sus metodologías eran un reflejo de
la mundialización desbocada que se devenía en cada rincón del planeta.
-7-

En múltiples sesiones como alumno y profesor de antropología al momento


de revisar los distintos aspectos teóricos y metodológicos, siempre galoparon
puntuales las dudas y preguntas sobre la pertinencia, necesidad o necedad
de seguir leyendo a Malinowski, seguir leyendo teoría antropológica en sus
distintos períodos y continuar estudiando diversas posturas metodologías.
para todos aquellos incrédulos, iluminados por el escepticismo, a los
dudosos de la teoría y a los escépticos del trabajo de campo está dedicado
el presente libro creado como un modo de introducir este gran autor a las
nuevas generaciones de estudiantes en Antropología en México, lugar donde
realizó su último trabajo de campo y encontró nuevas claves etnográficas
para re pensar sus grandes certezas científicas respecto a la cultura.
Con la publicación de este libro, pretendemos animar a los estudiantes a
no dejar de leer los clásicos como textos enigmáticos llenos de hallazgos y
misterios. Una de las grandes bondades de la etnografía tiene que ver con sus
modos inagotables de actualización y reflexión y sobre todo de ser textos que
muestran los contextos, intenciones e intereses de determinados momentos
dentro de la antropología.
Como ya lo hemos señalado anteriormente, la antropología y los antropólogos
son productos culturales de los contextos donde emergen y de los escenarios
sociales con los que se vinculan. Al igual que los sistemas de mercados,
los sistemas de formación de profesionales de la antropología pueden ser
analizados desde sus características históricas particulares, hasta sus modos
regionales, nacionales e internacionales en los cuales interactúan. En la figura
de Malinowski podemos guiar nuestra mirada y reflexión sobre los modos
en los cuales se ha constituido nuestra identidad disciplinaria. Esta obra no
pretende ser una revisión sobre los paradigmas en la antropología, como ya
otros con una gran elocuencia y brillo lo han hecho. Tampoco intenta hacer
una revisión sobre la obra del antropólogo polaco, llenando de citas textuales
de sus libros las páginas del texto, poniendo en evidencia su precariedad o
generosidad teórica y metodológica, esto también lo han realizado muchos
de modo excelso.
Lo que anima este libro es la discusión de la antropología y antropólogos
desde sus distintas dimensiones. Sus trayectorias, sus contextos e
intencionalidades. Traerlos a colación del tiempo, llevarlos de ida y vuelta
por los distintos momentos y distintos paisajes. Articularlos con aquellos
que fueron sus amigos y con sus antagonistas. La antropología es un
buen espacio para entender a los humanos y hablo en particular no de las
sociedades que estudian sino ellos mismos, nosotros mismos como reflejo de
nuestra especie.
Obviamente no he podido renunciar a colocar un conjunto de citas
ilustrativas de la obra de Malinowski, tampoco he dejado de lado los trabajos
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imprescindibles del análisis de la teoría antropológica, desde los biógrafos


adoradores del autor, hasta sus antagonistas encarnecidos. A veces este
libro parece ser de Malinowski, pero otras tantas es de tantos antropólogos y
antropólogas que han hecho las antropologías en plural. A veces este libro es
dedicado a Tylor, a Morgan, a Frazer o a Spencer. Otras dedica sus mejores
palabras a Boas y sus alumnos, a la escuela de Chicago y a los expedicionarios
del estrecho de Torres comandados por Haddon.
La antropología es un viaje que tiene muchos destinos, miles de mapas de
trayectos y aventuras, paisajes imposibles para describir desde lo conocido.
Los hombres y mujeres que han atravesado la piel de la disciplina, avalan a
la antropología como una plataforma intercultural que conecta distancias,
articula tiempos y espacios y escribe la experiencia humana desde su
pluralidad y dinamismo.
Por estas páginas también pasaron Radcliffe-Brown, Max Gluckman, Evans
Pritchard, Geertz, entre otros. Cuando las fronteras se convirtieron en
horizontes, aquella antropología clásica de fines del siglo veinte se extendió
más allá de Europa. En sus andares por el mundo adhirieron elementos
que aprendieron de culturas extraordinarias, sus teorías y metodologías
crecieron al mismo tiempo que aumentaba el mapa de lo conocido.
Cuando Malinowski conoció México y los pueblos zapotecas distribuidos
en Oaxaca, conoció el maíz, el frijol y el chile, departió con Manuel Gamio,
Moisés Sáenz y demás figuras insignes de una antropología ilustrada y
animada por el triunfo de la Revolución y el espíritu pujante de la forja de una
nación. Aquí comprendió que el papel de la antropología era fundamental
para generar “una fuerza vital para estructurar y mejorar la política nacional,
social y económica. Los indígenas son el factor decisivo y determinante
en la vida de la República, de su prosperidad y desarrollo educativo, de su
cohesión nacional y capacidad para emprender y controlar asuntos privados
y públicos, depende el futuro del país en su conjunto” (Malinoski, 1941).
A lo largo de seis fragmentos donde se describen elementos vinculados con
Malinowski y la antropología, he decidido iluminar posibles respuestas del
porqué sigue siendo el antropólogo polaco un camino transversal que ha
definido en mucho las distintas preguntas que a diario nos hacemos aquellos
que amamos nuestra disciplina.
En un primer momento colocamos un breve paisaje de los precursores
directos de Malinowski en Inglaterra, sus hallazgos y discusiones, y sus modos
en los cuales hacían la antropología. En este apartado se incluyen breves
anotaciones de lo que sucedía a mediados del siglo XIX con la antropología
en Estados Unidos y sus posibles consecuencias en la conformación de la
antropología mexicana. Aquí argumentamos las maneras en las cuales el
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pensamiento evolucionista vinculado con las ciencias naturales tuvo sus


efectos en las ciencias sociales estableciendo las bases para la comprensión
de la evolución de las civilizaciones.
En un segundo instante acudimos a los paradigmas contextuales en la
antropología a inicios del siglo XX, sus debates, sus reflexiones analíticas y
los modos en los cuales se define la labor de la antropología y también del
antropólogo. Aquí desarrollamos, a detalle, el surgimiento de la antropología
culturalista en Norteamérica representada por Boas y por otro lado, el
pensamiento de la antropología social encabezada por Haddon y sus
expedicionarios, bendecidos por el gran Tylor.
El tercer momento lo inscribimos en 1915 con la realización del trabajo de
campo fundante de la herencia científica y mítica de las Trobriand, sus métodos,
sus retos y los modos en los cuales fue desarrollado dicho trabajo de campo y
sus implicaciones en la formación académica de las siguientes generaciones.
El cuarto momento sucede en 1941 cuando Malinowski viene a México a
la realización de su trabajo de campo acompañado por su segunda esposa
Valetta Swann y por el antropólogo mexicano Julio de la Fuente con los
cuales visitó y etnografió distintos mercados en el estado de Oaxaca y con
esta experiencia refrescó sus viejas certezas conceptuales a la sazón de las
culturas amerindias.
El quinto momento surge en 1942 cuando de un súbito ataque cardiaco
Malinowski fenece a la temprana edad de 58 años. A partir de su
fallecimiento acontece un fenómeno que únicamente le sucede a los
grandes pensadores que con sus obras generan huellas. En 1957 Raymond
Firth encabezó una reflexión sobre la vida y obra en Malinowski junto con
grandes antropólogos anglosajones.
En 1967 a 25 años de la muerte de Malinowski se publican Los diarios
de campo en Melanesia con la introducción redactada del puño y letra,
nuevamente de Raymond Firth. Con este evento se abre una caja de pandora
que apunta a una reflexión profunda en la metodología y la epistemología
como se ha construido la antropología. Los analistas y revisores de ello
son los antropólogos vinculados con el movimiento de Writing Culture,
representados a modo de insignia por Clifford Geertz, James Clifford y
George Marcuse.
Sin embargo, el movimiento autocritico de la etnografía y la antropología
que tuvieron su culmen entre los 80 y 90 dejando para el nuevo milenio
grandes pendientes en cuanto a un nuevo análisis respecto a la pertinencia
y modos de realizar el trabajo de campo en las sociedades complejas del
mundo contemporáneo.
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Ahí es cuando sucede el sexto momento del libro, el cual mira a Malinowski
desde las postrimerías de la segunda década del tercer milenio, observándolo
como un antropólogo que deja un legado diverso de ideas teóricas, de
compromisos metodológicos y de aventuras etnográficas, que siguen
sucediendo entre los apasionados de la investigación cultural.
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I
UN CONTExTO pARA UN TExTO

“Nadie osaría presentar una aportación


experimental en el campo de la física o de la
química sin especificar al detalle todas las
condiciones del experimento; una descripción
exacta de los aparatos utilizados; la manera en que
fueron encauzadas las observaciones; su número;
el lapso de tiempo que le ha sido dedicado y el grado
de aproximación con que se hizo cada medida”.

(MALINOWSKI, 1922)

E UROPA a mediados del siglo XIX estaba en una constante euforia.


Los avances logrados a partir del método científico concretados
en la tecnología, la expansión de los procesos de industrialización y el
cambio de la mentalidad rural colectiva a la individualidad urbana,
establecieron grandes posibilidades para las ciencias sociales y
humanidades de la época.
Los eruditos de aquellos momentos acudían a la transformación
cultural de individuos y sociedades, de modos de pensamiento y formas
de comportamiento. El enigma de comprender a lo humano como ser
social, racional y colectivo apareció como un aliento para sofisticar la
metodología y pulir los conceptos y teorías para lograr su comprensión.
En Inglaterra y Estados Unidos, la corriente del pensamiento evolucionista
iluminaba las pasarelas teóricas de la sociología, la psicología, el estudio
del derecho y la antropología. Hablar de las sociedades distintas a
occidente como salvajes o primitivas era un modo políticamente correcto
de explicar la diversidad cultural abarcada fuera de los bordes de Europa
y su progresiva industrialización.
El entendimiento de que las sociedades logran transformarse gracias a
los empeños de sus miembros expresado en sus condiciones materiales,
religiosas e institucionales, fue el camino para explicar la diversidad
y justificar el colonialismo y la expansión de Europa sobre el resto del
mundo conocido.
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De ahí que la obra de Herbert Spencer, pensador erudito quien a mediados


del siglo XIX estaba sumamente interesado por la transformación social y
sus posibles paralelismos con el resto de los organismos vivos “en 1852 siete
años antes de la publicación de Origin of species, de Darwin, defendiendo la
teoría de la evolución orgánica” (Bohannan y Glazer, 2007:5).
Con dichas indagatorias Spencer se fue acercando hacia la construcción
de su obra más importante llamada Principles of sociology (1877) la
cual se convertiría en un revolucionario documento donde se plasman
intereses metodológicos para comprender la sociedad desde el paradigma
evolucionista. Dicha obra se volvió el motor conceptual que aceleró ideas
vinculadas con la comparación de las sociedades y la necesidad de generar
leyes y principios esenciales o fundamentales para el entendimiento del
individuo y su vida en conjunto.
Simultáneamente al pensamiento de Spencer y sus principios relacionados
con la transformación de las sociedades, los planteamientos de Darwin
demostraron con creces las posibilidades que tiene la ciencia para la
explicación de la realidad, a partir de la utilización de un método científico
fundamentado en evidencias y cristalizado en leyes para la explicación y
comprensión de la realidad.
El pensamiento de Darwin y el de Spencer eran el telón de fondo en el cual
se desvelaban los pasillos de la academia europea especialmente la inglesa,
“las mismas fuerzas que hicieron que la atención de Spencer y de Darwin se
sintiera atraída por los temas del progreso, la raza, la lucha, fueron también
las responsables del aumento que experimentaron la autoridad y el prestigio
de la ciencia” (Harris, 2012:93). El evolucionismo como explicación del
origen de la vida tuvo un gran impacto en las ciencias sociales, las cuales
animadas por una definición tan contundente, edificaron los principios
paralelos para entender el modo en el cual evolucionaban las sociedades.
Edward Burnet Tylor (tan solo dos años más joven que Spencer) era un
pensador autodidacta interesado en los desvelos explicativos de la historia
de la humanidad. El Tylor de mediados del siglo XIX estaba interesado
en la historia cultural de las sociedades para poder iluminar y explicar el
presente. Su libro sobre el valle del Anáhuac (Anáhuac or México and the
Mexicans, Ancient and modern) aparecido en 1861 “pertenece todavía a la
vieja tradición de las narraciones de viajes por tierras extrañas” (Palerm,
2010:18) en los cuales describían los elementos exóticos de las culturas
como fundamentos para comprender su pensamiento primitivo.
El viaje por América enseñó profundamente a Tylor ya que tuvo contacto con
distintas culturas y pensadores que le posibilitarían evolucionar sus propias
teorías respecto a la labor del antropólogo y sus métodos. Tylor comprendió
- 13 -

rápidamente que la piel de la antropología británica estaba cambiando al


mismo tiempo que la sociedad, que la había creado.
Como podemos advertir, el paradigma del cambio social estaba presente en
estas búsquedas de explicaciones universalistas de la transformación de la
cultura. Empero el espíritu del tiempo, el acontecer de lo social y lo político
tomó como punta de lanza ideológica estos elementos teóricos y científicos
como modos posibles de explicar la hegemonía del proyecto civilizatorio que
traía consigo la colonialidad y la modernidad euro centrista.
En 1871 publica una obra fundamental para la antropología titulada:
Primitive culture. Researches into the development of mythology, philosophy,
religion, art and custom donde a partir del método comparativo explica los
distintos modos en los cuales se plasma y vive el fenómeno de la vida sagrada.
Tylor propone la comprensión de la diversidad religiosa a partir de tres
momentos por los cuales los colectivos atraviesan en su conformación social:
animismo, politeísmo y monoteísmo. Dichos estadios supondrían ejercicios
sofisticados de estructura y manifestaciones culturales que interpretados en
clave social, política, económica e intelectual supondrían el origen y destino
de las civilizaciones.
A finales del siglo XIX Tylor consolida a la antropología en Europa,
especialmente en Inglaterra, como una disciplina científica del ser humano,
tomando como unidad de análisis a la cultura en sus distintos procesos y
manifestaciones.
Tylor poco a poco comenzó a inquietarse al respecto al fundamento
etnográfico de sus teorías, las cuales venían de elementos registrados
por otros y comparados por él. A partir de esa reflexión se comenzó a
visualizar, con mayor detalle, el proceso de construcción del conocimiento
antropológico el cual en aquel entonces estaba caracterizado por un
momento donde el experto compilaba/analizaba conocimientos escritos y
otro tendría que ver con la posibilidad de verificarlos de modo directo. Para
muchos autores, entre ellos Palerm Tylor estableció la posibilidad de generar
las bases para el tránsito de la antropología a la antropología profesional.
Su andar por la disciplina nos cuenta, de modo elocuente, preocupaciones
de las ciencias sociales, especialmente de la sociología, la psicología y la
economía, todas ellas ciencias edificadas con la premisa de construir leyes
generales para la explicación de distintas dimensiones humanas. Fue
formador de grandes antropólogos y forjó las bases para la consolidación
de la instrucción de la antropología de su época, “terminó como el primer
catedrático de antropología de la Universidad de Oxford y también de
la Gran Bretaña. Además, fue el maestro reconocido de una abundante
generación que incluyó a Frazer, Lang y Marret” (Palerm, 2010:17).
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Todo pensador de aquella época tenía entre sus aspiraciones profesionales


generar una base científica para el análisis de la cultura, iniciativa que
en las ciencias sociales, se estaban gestando a partir de la creación de
teorías y principios generales y formas metodológicas de construcción de
conocimiento. En antropología, esta proeza se comenzó a esculpir a partir de
la reflexión de la utilización de dos tipos de métodos: el método comparativo
y el método introspectivo. Ejemplificaremos lo anterior con el desempeño de
tres personajes expertos en dichas faenas científicas.
En medio de una familia de nobles ingleses, nace en 1827 Pitt Rivers un joven
brillante de formación ilustrada en la carrera armamentista. Emplazado
en distintos ejercicios militares de campo, Rivers comenzó a tener ideas
e inquietudes relacionadas con vestigios de antiguas civilizaciones que
quedaban destruidos al paso de las guerras, el crecimiento y la expansión de
la industrialización y sus ciudades. Sus inquietudes lo llevaron a generar un
método vinculado con el estudio de la arqueología intentando, por un lado,
rescatar la cultura material a partir de edificaciones y objetos y por otro,
construyendo una explicación contextual de los tiempos pasados.
Rivers es reconocido hoy en día como uno de los padres de la arqueología
moderna. A partir de sus labores de campo para el rescate y colección de
objetos y restos arquitectónicos pudo establecer a partir de comparaciones
y ordenamientos materiales, líneas del tiempo con correspondencia al
florecimiento de las antiguas razas. Desde ese paradigma, los horizontes
temporales de la arqueología ofrecieron posibilidades de articular las
manifestaciones objetivas de las culturas (piedras, edificios, monumentos,
espacios construidos y objetos) con los elementos que ofrecían la evidencia
tangible para sostener hipótesis sobre el desarrollo histórico de las culturas a
partir de su difusión y evolución.
La lógica estratigráfica de la sobre posición de etapas históricas se convirtió
en un modelo físico de evidencia material de la cultura. La premisa de a
mayor profundidad mayor antigüedad, daba a la Europa de la segunda
mitad del siglo XIX un horizonte explicativo de sus orígenes históricos y en
simultaneo se convirtió en una argumentación política y social de evolución
civilizatoria para lograr fundir la idea de la superioridad de las razas y los
pueblos elegidos.
En este periodo Inglaterra se fascinó con la generación de colecciones
arqueológicas de las antiguas civilizaciones dentro y fuera de Europa. En
arqueología los rescates de objetos y espacios edificados se convirtieron en
los impulsos para la generación de grandes colecciones museográficas y la
necesidad progresiva de conservar, para futuras generaciones, los legados
materiales de las culturas.
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A Rivers se le asocia frecuentemente con sus ideas relacionadas con el rescate


y la conservación de elementos culturales. Sus conceptos se convirtieron
en sustento para las ideas contemporáneas vinculadas con la noción de
patrimonio1. Sin lugar a dudas este personaje genera un gran avance en la
construcción de métodos para el estudio de las antiguas civilizaciones donde
la comparación y la estratigrafía daban horizontes de comprensión a la
difusión y evolución de las culturas.
Veintisiete años después del nacimiento de Rivers, nace en 1854 James
George Frazer al interior de una familia de un pastor presbiteriano
Escocés. La formación humanista de Frazer poco a poco lo fue acercando
al estudio comparativo de las sociedades primitivas y fue a partir del tema
de la religión donde encontró el camino para averiguar los mecanismos
y estrategias simbólicas a partir de las cuales funcionan los mitos y los
rituales dentro de las sociedades, “el método comparativo combinado
con el enfoque evolucionistas, implica ciertas premisas generales. Los
hombres son substancialmente similares. Se perfeccionan gradualmente
desde un primitivo nivel y pasan a través de varios grados de evolución. La
unidad de medida para sus acciones y pensamientos puede descubrirse
inductivamente, basándose en el detenido examen de los datos recogidos”
(Malinowski, 1976: 216).
A partir de estas premisas, la mirada penetrante de Frazer se ubicó sobre
el estudio de los mitos, la magia, la diversidad y profundidad de rituales
y creencias que iban más allá de la joven religión católica. Para el mundo
de la antropología, Frazer es conocido por su excelsa obra llamada:
La rama dorada, investigación que le toma algo así como treinta años.
Señala en la introducción de dicha obra, (editada de modo inicial en doce
volúmenes) que su aspiración primaria era explicar la ley que regulaba
la sucesión en el sacerdocio de Diana de Aricia. Este era un tema
vinculado con la mitología europea que estaba colmado de misterio y de
hipótesis oblicuas, un conjunto de interpretaciones diversas y modos de
comprensión dispares entre los distintos sujetos, lugares e instituciones.
Dice Frazer en la introducción de dicha aparecida en 1980: “Cuando
me propuse resolver el problema, hace más de treinta años, supuse
que podría presentar con brevedad la solución, mas pronto encontré
que para interpretarla como probable y hasta inteligible era necesario
discutir otras varias cuestiones generales, de las cuales algunas apenas
si habían sido explicadas antes”.

1. Hoy en día el legado de Rivers se encuentra en Inglaterra en el museo que lleva su nombre y
representa una de las colecciones antropológicas y arqueológicas mas importantes de Europa.
En 1884, 16 años antes de la muerte de Rivers, dona su colección a la Universidad de Oxford.
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Esas otras varias cuestiones generales se tornaron en una búsqueda


de información de modo extenso y profundo. Extenso en términos
comparativos, consultando textos de viajeros, misioneros, comerciantes
y hasta informantes clave (occidentales ilustrados, entrenados y formados
por el mismo Frazer para aplicar cuestionarios). Profundo en términos
históricos con los cronistas y epopeyas de las grandes mitologías europeas,
que aparecían como interlocutores suficientes para brindar pistas posibles
para generar nuevas hipótesis.
Lo que el mito de la sucesión del sacerdocio de Diana de Aricia le ofreció
a Frazer fue la posibilidad de desarrollar un método comparativo, capaz
de generar principios universales respecto al comportamiento mitológico
de distintas sociedades no occidentales. El rigor de sus comparaciones, el
análisis artesanal de los datos y la capacidad reflexiva y comprensiva de
una diversidad mundial de información hizo que la búsqueda de Frazer se
convirtiera en una aventura colosal de conocimiento desbordante, que
trascendió más allá del tema de su obra y se convirtió en punta de lanza para
la antropología y su método comparativo.
Frazer desbordó la antropología de su época, ya que fue uno de los primeros
etnólogos, indispensables en la formación de la disciplina y se convirtió en un
pensador influyente en otras disciplinas paralelas al estudio de lo humano.
En la biografía que redacta Malinowski, el cual fue uno de los destacados
alumnos de Frazer señala:
“la labor etnográfica de esta última media centuria o poco
menos, ha estado bajo el hechizo de las sugestiones de Frazer.
La obra de Fison y Howitt, así como la de Spencer y Guillen en
Australia; la famosa expedición al estrecho de Torres conducida
por Haddon… las investigaciones en África de Junod, Roscoe,
Smith y Dale, Torday y Rattray… la obra de Freud quien,
volviéndose hacia testimonios antropológicos, los tomó de
Frazer. Las primeras y recientes contribuciones de la escuela
francesa, dirigida por la figura sobresaliente y dominadora de
Durkheim y llevadas a cabo por Hubert y Mauss, Lévy-Bruhl,
Bouglé y Van Gennep no podrían concebirse sin la inspiración
y conquista de Frazer. En Alemania, Wundt, Thurnwald, K.T.
Preuss y muchos otros han construido sobre los cimientos de
Frazer” (M ALINOWSKI , 1976: 212).
Al otro lado del atlántico la antropología que iba emergiendo para
mediados del siglo XIX tenía un exponente que brindarían un gran legado
teórico y metodológico a la disciplina vinculada con el estudio del humano
a partir de su cultura.
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En 1818 nació Lewis Henry Morgan en medio de una familia constituida


por 12 hermanos. Morgan fue formado en el estudio de las leyes, donde
encontró un enorme interés por las poblaciones nativas norteamericanas
al investigar sus formas de organización social y territorial. Morgan, al igual
que el resto de la sociedad estadounidense de la época de mediados del siglo
XIX, fue testigo de la conformación política de la nación norteamericana y
sus diferentes luchas por consolidar la idea de orden y progreso a partir de
la integración de la diversidad de territorios y naciones nativas al dominio
pleno de los Estados Unidos.
Como abogado, Morgan consideraba que estudiar de primera mano a las
sociedades nativas le brindaría la posibilidad de generar un argumento
legislativo en defensa de sus identidades y territorios. El modo en el cual
Morgan tenía que realizar dicha proeza fue por medio de la compilación
de una gran parte de los escritos existentes de la sociedades nativas de
Norteamérica, especialmente de la nación iroquesa.
Después de muchos años de construir una gran biblioteca donde organizaba
los relatos de misioneros, viajeros, militares y comerciantes, Morgan
invitado por jefes de las tribus iroquesas emprendió la aventura de asistir a
la búsqueda de datos etnográficos al interior de su país y lo realizó durante
varios años, con distintas tácticas y estrategias de registro de información
como lo eran el uso de interpretes e intelectuales nativos, la aplicación
de entrevistas y encuestas y la realización de vastas genealogías que le
permitieron conocer a detalle los elementos culturales presentes y pasados
de dichos pueblos.
Después de varios años de trabajo de campo y estudio de la bibliografía
existente, publica, en 1877, The Ancient society2 obra en la cual detallaba
los modos en los cuales se estructura la sociedad desde un paradigma de la
evolución de las culturas, “tres aspectos del trabajo de Morgan aún viven: 1)
su descubrimiento del sistema clasificatorio del parentesco; 2) su distinción
analítica entre familia y casa, especialmente su cuidadoso análisis de la
manera en que las dos encajan en la sociedad india norteamericana y 3)
sus contribuciones a una teoría antropológicas más amplia” (Bohannan y
Glazer, 2012:31).
El libro de Morgan fue una obra fundante no solamente para el trabajo
antropológico junto con sociedades no occidentales, sino que también
permitió entender el carácter procesual de las sociedades observando desde
sus expresiones culturales contemporáneas, explicaciones y posibilidades
para entender sus formas en tiempos antiguos. Según Bohannan y Glazer

2. Seis años después de Primitive culture de Taylor.


- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

(2012) el libro de Morgan detonó ideas estructurantes para el pensamiento


social posterior, especialmente en la obra de Engels relacionada con La
familia, la propiedad privada y el Estado así como en la obra de Marx, los
cuales comprendieron que las sociedades cambian a lo largo del tiempo y
estas transformaciones son el reflejo de las relaciones de los individuos y
sus colectividades.
Es importante señalar que para finales del siglo XIX la antropología en
Inglaterra y en Estados Unidos comenzó a generar nuevas preguntas en
relación a los distintos momentos que caracterizaban la producción de
conocimiento académico. Como ya lo hemos apuntado, el análisis y la
generación de teorías a partir de la reflexión de evidencias fue el paradigma
motor que posicionaba a la disciplina como una ciencia.
Desde los acercamientos de Morgan con los iroqueses hasta el viaje de Tylor
a México, formaron una nueva dimensión en la labor etnográfica, sobre todo
que podían investigar en el terreno aquellas dudas que las narrativas siempre
dejaban. Las implicaciones que tuvieron los acercamientos al trabajo de
campo in situ de la cultura, apuntan hacia distintas discusiones que estarán
presentes en la antropología del siglo XX de las cuales podemos señalar:
a) Considerar que el análisis comparativo de culturas distintas
no es indispensable para la reflexión teórica y la explicación
conceptual de las sociedades.
b) Entender que la diversidad cultural más allá de occidente no
puede medirse únicamente desde los parámetros culturales de
occidente.
c) Percibir que el antropólogo tiene en la realización de trabajo de
campo in situ una posibilidad de trascender mas allá de la historia,
la sociología y la psicología.
En 1886, año en cual nace Bronislaw Malinowski, el libro más leído desde
la antropología británica era Primitive culture, el cual había sido publicado
por Tylor en 1881. Con este libro se abrirían, para nuestra disciplina,
nuevos paradigmas en cuanto a la comprensión cultural de la humanidad, el
entendimiento de su diversidad y sobre todo se reflexionaría respecto a los
posibles caminos de las teorías antropológicas.
Es de todos sabido que el acelerado crecimiento de la población en Europa
y en Norteamérica, la integración de un frenético nacionalismo identitario
soportado por la idea de raza y el crecimiento acelerado de la industrialización
generaron el contexto necesario para que el evolucionismo floreciera
“autores como Tylor, Morgan y Spencer, en otras palabras, simplemente
encontraron en la historia de la humanidad los patrones y cambios que sus
- 19 -

teorías les demandaron descubrir. Fue perfectamente conveniente con


sus tiempo, por lo menos en un sentido político” (Velasco, 2007:35) ya
que con el discurso de la superioridad cultural de Europa y las naciones
modernas se forjaba la justificación para los procesos de colonialismo en
el resto del mundo.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -
- 21 -

II

LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO EN LA pUJANTE


ANTROpOLOGÍA

“Desde este punto de vista, la cultura no nos parecerá


una taracea de harapos y retazos como ha sido
descrita hace muy poco por uno o dos competentes
antropólogos”

(MALINOWSKI, 1944)

E XISTEN múltiples caminos por los cuales emprender un destino. En


el caso de la antropología han sido grandes voces de antropólogos
eruditos y concienzudos que han trazados los distintos momentos de la
teoría antropológica en general3. En este trabajo escapa de nuestras manos
la posibilidad de brindar detalles asombrosos y hallazgos relevantes sobre
dichos andares y destinos. Sin embargo, queremos resaltar un par de
momentos importantes que sucedieron a finales del siglo XIX y a inicios del
XX, los cuales desde nuestra comprensión tuvieron grandes implicaciones
en los modos en que se vivía la experiencia etnográfica.
El primero sucedió en 1886 (dos años después del natalicio de Malinowski)
y el otro aconteció en 1898. Se trata de un par de expediciones científicas
realizadas por distintos especialistas vinculados con disciplinas forasteras a
la antropología. Ambas fueron orientadas en el espíritu íntimo y asombroso
de la ciencia el cual consiste en localizar hallazgos que puedan contribuir a
resolver los enigmas de conocimiento para poner en duda viejas certezas y
proponer nuevas certidumbres.
Así mismo, las expediciones científicas de finales del siglo XIX tenían
como fundamento la realización de viajes a contextos lejanos. La ciencia

3. Es indispensable no dejar de ver al menos tres obras clave respecto a la teoría antropológica:
Marvin Harris, El desarrollo de la teoría antropológica y Una historia de las teorías de la cultura.
Paul Bohannan y Mark Glazer, Antropología. Y el enorme y bien cuidado trabajo de Ángel
Palerm, Historia de la etnología y Teoría etnológica.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

en Europa y en Estados Unidos de América entendía que en dichos


paisajes se necesitaba de la mirada profunda y racional del científico para
revelar y descubrir los misterios que los habitantes de estos lugares no
podrían explicar.
En esta etapa histórica los financiamientos para la realización de
investigaciones estaban orientadas al estudio de aquellos territorios
vinculados con procesos de colonización. Para Inglaterra se trataba de
África y Australia y para los Estados Unidos era Canadá y los territorios
gélidos del norte.
En 1886 se realizó la expedición científica hacia al norte de Vancouver en
Canadá donde participó Franz Boas un geógrafo y físico de origen alemán,
y en 1898 se realizó en los confines de ultramar la expedición al estrecho de
Torres ubicado en Nueva Guinea Australia dirigida por Haddon y su grupo
de expertos. A continuación describimos a detalle los sucesos acontecidos
en dichos viajes.

EL VIAJE DE LA GEOGRAFÍA A LA ANTROPOLOGÍA. FRANZ BOAS


Para mediados de siglo XIX al interior de una familia judía nació Franz
Boas en la ciudad alemana de Minden. En este país fue estudiante de
física y geografía, y fue a partir de sus saberes vinculados con el tema de la
hidrología, que llegó en 1886 a Canadá para investigar las expresiones del
agua en la superficie y los deshielos.
Según Lowie y Harris, Boas estuvo influenciado por dos grandes
pensadores de su tiempo provenientes cada uno de ellos de formas teóricas
y metodológicas distintas. Uno de ellos era el geógrafo y ecólogo Fredrich
Ratzel desarrolló un conjunto de ideas respecto a la geografía humana,
donde los conceptos propios de las ciencias naturales fueron aplicados a
las ciencias sociales. A partir de estos principios Ratzel al igual que sus
contemporáneos embestidos por el espíritu del tiempo positivista, generó
leyes para la explicación de la diversidad cultural de los pueblos a partir de
los postulados orientados mas que a la evolución de las culturas a su difusión
en áreas culturales.
Sin embargo, al paso del tiempo sus certezas relacionadas con el difusionismo
de centros y periferias, fue sustituido por el principio de los intercambios
culturales los cuales eran considerados por él como el modo en el cual la
cultura cambia y progresa.
Ratzel, al igual que otros científicos de su tiempo estuvo influenciado por
el espíritu positivista de Darwin, el cual demostraba a partir de su método
- 23 -

experimental las teorías a través de las cuales se explicaban los modos en


los que las especies transitaban y se diversificaban de un lugar a otro. Esta
premisa fue importante para la geografía humana y su búsqueda en un método
que evidenciara las transformaciones culturales y Ratzel comprendió que
desde la dinámica del espacio esto podría ser justificado. Hoy en día estas
ideas son el fundamento de la geopolítica, de los estudios socio ambientales,
paisajes culturales y/o regiones culturales las cuales enfatizan la relación
intrínseca entre la cultura y ecología a partir del espacio.
El otro de los pensador que influyó en la formación inquieta de Boas, fue Adolf
Bastían, un pensador alemán de la segunda década del siglo XIX, reconocido
por sus distintas contribuciones a la etnografía y a la antropología en
Alemania. Bastían (1826) contemporáneo de Morgan (1818), Rivers (1827) y
Tylor (1832) tenía una comprensión distinta en cuanto al papel de las ciencias
y su rol en cuanto a la explicación y comprensión de la experiencia humana.
A diferencia de sus contemporáneos en Alemania, Inglaterra y Estados
Unidos, Bastían expresaba sin reparos sus rechazo a la ciencia en tanto esta
funcionara únicamente a partir de la especulación filosófica, la generación
de teorías explicativas y la definición de comportamientos y procesos.
Sostenía que dicha fijación teórica obscurecía la necesidad de construir
conocimientos desde las observaciones detalladas y escrupulosas de la
experiencia empírica.
Bastían, antes de llegar a la etnografía, se forma en distintos espacios
educativos prestigiosos en Alemania y es en 1850 cuando se gradúa en
medicina. Según sus distintos biógrafos, Adolf Bastían emprende en barco
un viaje de ocho años alrededor del mundo siendo el médico responsable
de abordo. Ese viaje le dio enormes experiencias de contacto con distintas
sociedades a lo largo de tierras y océanos y sobre todo, le llevó a reflexionar
sobre la enorme importancia del acercamiento in situ para la comprensión
del pensamiento de las distintas sociedades.
Al regresar de dicho viaje comienza la tarea de escritura etnográfica
organizando la información recabada de primera mano y sistematizándola
en un plano cronológico de la historia sin caer en la reconstrucción lineal
planteada por Rivers ni tampoco la estructuración de una historia evolutiva
construida por el método comparativo al estilo de Tylor.
Como podemos advertir el joven geógrafo Boas tenía en estos dos personajes los
horizontes para forjar una idea particular sobre la geografía, la cual se concretó
y se desarrolló de manera prolija a lo largo de sus distintas expediciones al
norte de Vancouver donde conoció a las distintas sociedades esquimales con
las cuales emprendió un viaje al interior de su cultura interesado sobre aquellas
formas de caracterización, uso y comprensión del entorno hídrico.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

En 1886 año en el cual realizan la expedición geográfica en Canadá, lo


que encuentra Boas en el contexto de las distintas tribus esquimales no
únicamente fueron procesos de adaptación y transformación del entorno
visibles a partir de la cultura material de estos pueblos. También encontró un
conjunto de saberes, prácticas y creencias que le trasladaron inmediatamente
a otro tipo de campos de observación como la lengua (a partir de sus múltiples
formas de nombrar el entorno por ejemplo el color blanco del hielo), la vida
ritual (desde sus conjuntos de mitos relacionados con lo no humano donde la
diosa Sedna asechaba en todo momento desde los mundos infraterrenales),
la organización social (y sus modos en los cuales el sujeto se relacionaba con
el pueblo en cuanto actividades económicas y políticas) y otros aspectos
muy diversos que le hacían cuestionarse la teoría del evolucionismo y el
difusionismo. Monk (1964) quien escribe el texto introductorio de la versión
al español del libro: The mind of primitive man,4 señala:

“En el estrecho de Davis halló esquimales que jamás habían


visto a un europeo. Le acogieron con efusivas canciones y danzas
y con el tiempo le iniciaron inclusive en las artes secretas del
chamanismo… Boas comprendió allí que la cultura es en efecto,
un proceso de creación orgánica y viva y no una adaptación
mecánica” (MONK, 1964: 9).

Después de dicho encuentro, Boas decide quedarse en América y comenzar


su estudio en las sociedades Kwakiutl de manera sistemática. Su tradición
geográfica le llevó a realizar exhaustivas caracterizaciones biofísicas de
los entornos, entendiendo como importantes las condiciones climáticas
a lo largo del año y los modos en los cuales los pueblos se adaptan y sacan
provecho de ello. Su formación como geógrafo y seguidor del empirismo
le llevó a la necesidad de construir y desarrollar un método para el registro
exhaustivo de la realidad investigada en el trabajo de campo.
Por ello, Boas es considerado por sus colegas y alumnos5 como el padre
de la metodología del trabajo de campo. Su labor de observación directa,
la realización de entrevistas, el uso de interpretes nativos, el registro de
prolongados episodios de la vida cotidiana en diarios de campo y cartas, la
vinculación con artistas, el uso de la fotografía para ilustrar los episodios de

4. Traducido al español como: Cuestiones fundamentales de antropología cultural.


5. Entre los alumnos del pasar de Boas por la Universidad de Columbia destacan: Robert
Lowie, Alfred Kroeber, Melville Herkovits, Ruth Benedict, Margaret Mead, Fay-Cooper Cole,
Edward Sapir y Manuel Gamio.
- 25 -

sus descripciones, la reconstrucción de la historia a partir de la tradición


oral, la necesidad de aprender la lengua nativa y sus modos estructurales
para su registro, le hicieron ganarse a pulso este apelativo.
Boas, puso especial énfasis en la realización del análisis histórico en
complementariedad con el espacio. La creación de un proyecto metodológico
para la realización in situ de la etnografía le permitió abrir un nuevo
panorama sobre la comprensión de las culturas nativas más allá del esquema
del difusionismo y el evolucionismo imperante en aquel entonces.
A diferencia de Morgan y su trabajo con los iroqueses, Boas se interesa
por las relaciones entre la geografía y la cultura, lo cual lo lleva a partir de
sus estudios semánticos, rituales y cosmogónicos a plantear sus premisas
vinculantes con el estudio de las razas y el particularismo histórico también
conocido como relativismo cultural. Para Boas el lugar tiene repercusiones
dialécticas en la cultura la cual comprende como:

“La totalidad de las reacciones y actividades mentales y físicas


que caracterizan la conducta de los individuos componentes de un
grupo social, colectiva e individualmente, en relación a su ambiente
natural, a otros grupos, a miembros del mismo grupo y de cada
individuo hacia sí mismo, también incluye los productos de estas
actividades y su función en la vida de los grupos” (BOAS, 1964:67).

Observamos que a diferencia de Tylor, la cultura no es un referente derivado


de conceptos como la civilización y/o la evolución de los grupos sociales. El
pensamiento boasiano apunta hacia la reflexión particular de cada una de
las sociedades. Boas observa en la comparación de datos etnográficos un
gran riesgo para la antropología ya que no cuestiona la consistencia de la
información recopilada y la intención política con la cual fue elaborada.
Este es el lado empirista de Boas, el cual sugiere que la labor de la
antropología antes de desarrollar teorías y modelos que sirven para pulir
y ordenar las realidades diversas, debe ser la de animar sus pasos hacia la
construcción de la experiencia etnográfica en las culturas que analiza sin
establecer comparaciones que justifiquen modos políticos e ideológicos
para el sometimiento y la colonización.
Uno de los principales conceptos que desarrolla Boas en su antropología,
tiene que ver con el concepto de raza, pieza clave para la comprensión
particular histórica, geográfica y etnográfica de las culturas, al respecto
señala que:
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

“Desde esa época los etnólogos, en sus estudios de la cultura, han


concentrado su atención en las diferencias de estado cultural
haciendo caso omiso de los elementos raciales. La semejanza de
las costumbres y creencias fundamentales en el mundo entero,
prescindiendo de raza y medio ambiente, es tan general que la
raza les pareció desprovista de importancia. Las obras de Herbert
Spencer, E. B. Tylor, Adolf Bastían, Lewis Morgan, Sir James
George Frazer, y entre las más recientes, las de Durkheim, Levy-
Bruhl, para mencionar sólo algunas, no obstante sus diferencias
materiales de punto de vista, reflejan esta actitud. No encontramos
en sus trabajos mención alguna de diferencias raciales. Por
el contrario, es sólo pertinente la diferencia entre hombre
culturalmente primitivo y hombre civilizado.” (BOAS, 1964:47).

Para Boas, la teoría de la evolución social no era un acto de enunciación


analítica y reflexiva de los conceptos, sino también tenia que ver con sus
dimensiones sociales, éticas y políticas. Pensar en la idea de evolución donde
el humano civilizado era el de occidente, fue una idea que refutaría una y otra
vez desde distintos argumentos. Con mucha claridad nos podemos imaginar
que se hacía una y otra vez la pregunta: ¿Cómo es posible que la antropología
sustente con sus comparaciones occidentales la evolución social, sin tomar
en cuenta las particularidades básicas de las culturas las cuales son la raza, la
geografía y la historia? En su libro: The mind of primitive man señala:

“Las investigaciones de Tylor, Bachofen, Morgan y Spencer


fijaron la atención sobre los datos antropológicos como
ilustrativos del gradual desarrollo y avance de la civilización.
El progreso de este aspecto de la antropología fue estimado por
la labor de Darwin y sus sucesores, y las ideas fundamentales
pueden entenderse solamente como una aplicación de la teoría
de la evolución biológica a los fenómenos mentales. El concepto
de que las manifestaciones de la vida étnica representan una
serie cronológica, que de comienzos simples progresó en una
única línea hasta el complejo tipo de civilización actual fue el
pensamiento básico de este aspecto de la ciencia antropológica
(BOAS, 1964:183).

Para Boas, hablar de pensamiento primitivo no era una referencia asimétrica


o despectiva de las culturas. Todo lo contrario, posiciona la idea de lo
- 27 -

primitivo como un punto de reflexión necesario para la labor comprensiva


de la antropología y su responsabilidad en las sociedades de la cual emerge
y aquellas que investiga. Hasta este momento la antropología comenzó a
animarse hacia un giro diferente en cuanto a su producción del conocimiento
y la posible función que debería tener en la sociedad.
Es por ello que Boas puso un gran énfasis en la realización del trabajo de
campo para los antropólogos ya que a partir de su experiencia etnográfica
podría advertir la gran cantidad de elementos y expresiones que conforman
las culturas de los pueblos al mismo tiempo de entender y poder mediar en
sus asimetrías sociales y raciales.

DE LA ZOOLOGÍA Y LA MEDICINA A LA ANTROPOLOGÍA. HADDON Y SELIGMAN


ALFRED Cort Haddon fue un especialista en anatomía y zoología apasionado
por las formas, las figuras y las funciones de los arrecifes de coral y la vida
submarina. Convirtió sus investigaciones ligadas con el mundo marino
en uno de los caminos que lo llevaría a la antropología y su interés sobre
el estudio de lo humano. Haddon, apasionado de la vida en los océanos
progresivamente fue interesándose sobre las culturas que vivían en los
contextos coralinos especialmente cuando se trataba de buscar guías con los
cuales poder comunicarse para encontrar zonas de investigación.
Como todo científico forjado en la necesidad de recolectar evidencias para
sustentar un principio conceptual o una teoría, Haddon fue un entusiasta del
trabajo de campo marítimo, realizando actividades vinculadas con la colecta,
la taxonomía y la anotación de las características contextuales tanto en los
ambientes acuáticos como sus usos sociales.
Fue así que sus inquietudes le acercaron a la investigación social en contextos
acuáticos y a su vinculación con especialistas en etnología y estudios
sociales, especialmente con algunos miembros de la “Ethnological Society
of London existente entre 1843-1871” (Santana, 1999:5). En el año 1874 y
con el aval de la Royal Anthropological Institute, publicó Notes and queries
on anthropology for the use of the travelers and residents in uncivilized
lands, documento que se convirtió en el manual de averiguación básica
para investigadores y exploradores occidentales en sociedades nativas
(entendidas en ese momento como no civilizadas) “el cual ha llegando a
tener un impacto considerable sobre el estándar de cuestionario etnográfico
hasta 1914” (Santana, 1999:5).
El Notes and queries es un cuestionario sobre preguntas básicas para el
conocimiento contextual de la cultura, donde se hace hincapié en la importancia
de comprender la lengua como un modo de comunicación, pero también como
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

un modo de aprendizaje de ciertos conocimientos nativos indispensables para


los expedicionarios. Según Stocking (1983) en las versiones iniciales se hace
énfasis en la realización del “estudio intensivo de áreas limitadas” lo cual sugería
la realización de lo que Haddon introduciría “field-work” como denominación
del “método en la antropología británica” (Stocking, 1983).
Uno de los primeros revisores del Notes fue Tylor, quien animado por la
posibilidad de orientar el trabajo de campo de los jóvenes investigadores
vio con buenos ojos hacer una guía para la observación etnográfica. Esta
guía fue un documento activo en la antropología británica y varios grandes
pensadores entre ellos Haddon, revisaron y acrecentaron la guía con la
finalidad de sugerir caminos inevitables al momento de surcar con la
experiencia in situ del registro etnográfico.
La experiencia de Haddon y sus expediciones de corte científico naturalista le
llevaron a ser reconocido como una autoridad en el tema del trabajo de campo
y por tal motivo se le consignó la organización de una expedición científica
al estrecho de Torres, lugar localizado en Papua Nueva Guinea, en Australia.
Para la realización de dicha expedición financiada por distintas instancias,
reunió un equipo de investigadores que le acompañaría en aquellos distantes
lugares de Inglaterra. El grupo estaba integrado por McDougall, Myers,
Ray, Rivers, y un médico de nombre C.G. Seligman6; estos dos personajes
indispensables para formación posterior de antropólogos en Inglaterra,
teniendo entre sus alumnos destacados a Malinowski y Radcliffe-Brown.
La misión de la expedición a Torres, era lograr una colecta no solamente
de especies acuáticas de los arrecifes de coral, sino también un trabajo de
campo intenso con los nativos con los cuales se tenía que interactuar a partir
de la aplicación de cuestionarios y entrevistas de corte psicológico para dar
parte de las características intelectuales de aquellas poblaciones que estaban
desapareciendo frente a los procesos de colonización inglesa.
Cada uno de los participantes en dicha misión tenían objetivos y funciones
específicas relacionadas con sus campos de conocimiento. McDougall y
Myers provenían de las filas de la psicología, este ultimo era “discípulo y
colaborador de Rivers, psicólogo y místico, y más tarde director del primer
Instituto de Psicología Industrial; Ray un gran conocedor de las lenguas
melanesias, profesor de enseñanza ” (Palerm, 1980:104) y era el encargado
de establecer diálogos con los nativos, interpretar y comunicarse con los
locales respecto a las actividades de la expedición.

6. Existen distintas versiones sobre un miembro más de la expedición. Según Palerm (1980)
se trata de Wilkin, un joven fotógrafo londinense al cual se le acreditan los primeros registros
de las imágenes en melanesia. Sin embargo, esta opinión no es compartida por miembros del
gremio antropológico los cuales desconocen la participación de Wilkin en la expedición.
- 29 -

En un magnifico texto publicado por el antropólogo Leif Korsvek (2014)


relacionado con la vida y obra de William Halse Rivers señala detalles
importantes en cuanto su formación en la psiquiatría y sus distintas
actividades vinculadas con la antropología especialmente su papel en cuanto a
la transformación del trabajo de campo en la escuela británica. Según Korsvek:

“Con Rivers nos encontramos al filo de la revolución que haría a un


lado la antropología tradicional para dar lugar a una antropología
moderna. Uno de los elementos cruciales en esta revolución fue la
sustitución del viejo uso de los informantes de segunda mano –
misioneros, oficiales de las colonias, administradores coloniales y
todo tipo de viajeros y, un poco más adelante, científicos naturales
en el campo– que les proporcionaron a los antropólogos de
gabinete los datos empíricos que les permitieron elaborar sus
grandiosos esquemas de evolución universal, por un método de
trabajo de campo que permitiría a la antropología concentrar en
una sola persona los papeles de trabajador de campo y analista de
gabinete” (KORSVEK, 2014:15)

H. Rivers fue un psicólogo de tradición difusionista “reconoció que tal


información constituía la base para la comprensión de la vida social de los
nativos y que lo que se llamó método genealógico era un medio por el que los
antropólogos podían estudiar los problemas abstractos a través de hechos
concretos, como si sólo con los estudios del parentesco se clarificara el
entramado social” (Santana, 1999:8).
Por lo tanto, la presencia de Rivers en la expedición a Torres fue fundamental
para el desarrollo de la antropología social ya que “dirigió el interés de los
etnólogos hacia el tema concreto de la organización social de los llamados
primitivos” (Palerm, 1980:143).
Por otro lado, Charles Gabriel Seligman nacido en 1873 en Inglaterra estudió
medicina y al terminar su formación como médico, aceptó la invitación
de Haddon para ir a la expedición a Melanesia. Además de brindar sus
servicios como médico a abordo, Seligman comenzó a interesarse por los
modos nativos de curación que las sociedades isleñas tenían frente a sus
enfermedades. Tal decisión cambiaría de manera estructural sus intereses
profesionales y se volcaría con todo entusiasmo al estudio de la antropología
en los temas relacionados con la raza y los modos culturales diferenciales.
Seligman comprendió la importancia de los trabajos de campo para la
antropología, ya que a partir de los estudios intensivos situados en los
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

contextos, el antropólogo podía explorar el mundo cultural de las sociedades


teniendo con ello mayores evidencias para soportar las teorías vinculadas con
la reflexión y análisis de los pueblos. “Para 1903 realizó una nueva expedición,
esta vez de un carácter completamente etnológico. Resultado de ella fue
el volumen The melanesia of british New Guinea (1910) que constituye un
antecedente valioso de los trabajos de Malinowski en Melanesia. Entre otras
cosas, Seligman y sus colaboradores descubrieron y describieron un sistema
semejante al Kula” (Palerm, 1980:134).
En la primer década del siglo XX Seligman se convirtió en profesor de
Etnología de la London School of Economics, por aquellos años publicó
importantes trabajos sobre los Melanesios de Nueva Guinea británica
y sobre las razas en África, y posteriormente sería un especialista en los
estudios vinculados con el Sudán Anglo egipcio.
Como podemos observar en las distintas historias trazadas en este
apartado, el trabajo de campo de los naturalistas brindó a la antropología
un gran salto en cuanto a sus paradigmas teóricos y formas metodológicas.
La aparición de dichos sabios en la ciencia de la cultura estableció la
importancia del trabajo in situ como un modo de conocimiento empírico
necesario de ser articulado con las reflexiones históricas y etnológicas de
las culturas. Desde la zoología, la geografía y la biología, la experiencia
en el lugar, tenía una vasta trayectoria y un papel inseparable a la
conceptualización y la reflexión teórica. En la antropología esto trajo como
uno de sus principales efectos el contacto con el otro desde un punto de
vista académico y humano.
Es así que desde las expediciones científicas en el norte gélido de América
hasta las playas de la lontananza en el estrecho de Torres, la antropología se
sintió maravillada por el enorme reto de estudiar las culturas nativas en su
propio medio, la posibilidad de desplazarse hacia lejanas tierras, la necesidad
de comunicación temática en las experiencias y por supuesto la generación
de un posible diálogo con aquellos de los cuales antes únicamente se había
escuchado desde los documentos y relatos de bibliotecas y gabinetes
etnológicos. Justo en este momento los antropólogos y la antropología
estaban cambiando de piel.
Tal y como lo señala Palerm (1980) y Korsvek (2014) la antropología como
una ciencia del conocimiento documental, de la compilación exhaustiva
de las fuentes, del método comparativo y de las pretensiones teóricas
universalistas, fue encontrado en la historia particular de las culturas y en
la comprensión funcional de sus instituciones, modos diferentes de trazar
su propio destino, diferenciándose inmediatamente de otras ciencias
sociales y mostrando su identidad desde la lógica de su destino empírico.
- 31 -

Para inicios del siglo XX la llamada ciencia de Tylor en Inglaterra fue


construyendo un gran bagaje de estudios vinculados con la metodología
del trabajo de campo, muchos de ellos se convirtieron en documentos guía
para futuras expediciones etnográficas y sobre todo generaron las bases
para la realización del trabajo de campo.
Desde Boas con el estudio del paisaje, la memoria histórica de los eventos
culturales y los modos de vincular la lengua y la cultura, hasta los estudios
de Haddon y los expedicionarios de Torres, vinculados con la conducta,
comportamiento, la religión y la organización social y el parentesco,
se comenzaron a sofisticar los instrumentos de registro de la realidad
siendo indispensable para las escaramuzas etnográficas la realización
de la escritura a partir de un diario de campo organizado en temáticas
específicas, en ocasiones acompañado de magníficos croquis, genealogías
o dibujos etnográficos.
A lo largo de esta historia observamos cómo a la par de que crecen y se
dimensionan las experiencias en el quehacer de la antropología se van
fortaleciendo y consolidando los espacios académicos y de investigación.
Tanto en Londres como en Estados Unidos a finales del siglo XIX se
cuentan con claustros para la instrucción antropológica, y es precisamente
en estos dos países donde la enseñanza de antropólogos comienza a
despuntar (dejando de lado a las academias francesas y alemanas) a partir
de la inclusión de la experiencia in situ para el desarrollo y concreción
de investigaciones de corte antropológico. En Inglaterra mediante la
antropología social y en Estados Unidos a partir de la escuela culturalista,
ambas corrientes serían determinantes para la consolidación de las
antropologías del resto del mundo.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -
- 33 -

III

Malinowski y el trabajo de caMpo (1914- 1940)

“La recogida de datos concretos sobre una amplia


gama de hechos es uno de los puntos esenciales del
método empírico. No se trata solamente de enumerar
unos cuantos ejemplos, sino que es necesario agotar
lo más posible la totalidad de los casos disponibles;
y en esta búsqueda de casos, cuanto más claro tenga el
investigador su plan mental mayor será su éxito”.

(MALINOWSKI,1922)

C OMO lo hemos apuntado, la experiencia del trabajo etnográfico in situ,


la realización de viajes y expediciones y la posibilidad de encuentro
cultural directo entre los antropólogos y los habitantes de distintos lugares,
revolucionó a la antropología.
En Norteamérica, Boas se fue convirtiendo en una referencia indispensable
para la formación de grandes antropólogos y antropólogas. A partir de
sus enseñanzas vinculadas con el particularismo histórico y la necesidad
profunda de la realización de un trabajo de campo meticuloso, exhaustivo
y cercano a las poblaciones, Boas conformó un grupo de estudiosos de
antropología que multiplicaron los centros de formación de la disciplina en
Estados Unidos y otras partes del mundo. Uno de los alumnos destacados de
Boas fue Manuel Gamio, quien en 1911 invitaría a su maestro a visitar México
para dar un ciclo de conferencias que establecen parte del mito fundacional
de lo que a la postre sería una de las instituciones más importantes en la
formación e investigación antropológica de este país, el Instituto Nacional
de Antropología e Historia.
En el caso de la antropología británica, se consolidan distintas escuelas en
las cuales la herencia de Tylor y Frazer va pasando a las manos de Haddon,
Seligman, Westermarck y Rivers quienes fueron la punta de lanza para la
formación de jóvenes aventureros y apasionados por el momento novo de la
antropología.
Uno de ellos fue Bronislaw Kaspar Malinowski nacido en el seno de una
buena familia en Cracovia (Polonia) en 1884. Según cuenta la leyenda, este
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

joven polaco de buena familia, estudió en la Universidad de Cracovia e hizo un


doctorado en matemáticas y física para antes que terminara la primer década
del siglo XX. Algunas voces señalan que debido a sus malas condiciones
pulmonares, su carrera como profesor de matemáticas y física fue truncada,
y durante un periodo de convalecencia y recuperación llegó a sus manos la
legendaria obra The Golden Bought publicada en 1890 por James George
Frazer. Como podríamos imaginar, la lectura de decenas y centenas de notas
etnográficas comparadas que hablaban sobre, magia, religión y mitología de
los pueblos en el mundo, provocó un viraje en la vida de Bronislaw, lo cual lo
llevó a dejar su tierra, cambiar su residencia a Londres a cursar sus estudios.
La distancia entre Cracovia y Londres es de 1635 kilómetros. Para inicios del
siglo XX el viaje se realizaba por medio de tren en una ruta que circundaba
por la frontera de la República Checa, atravesando Alemania hasta llegar a
Bélgica y de ahí saltar a Inglaterra. En los varios días que duró el viaje, la
compañía de libros (podríamos imaginar perfectamente la mezcla literaria
de Frazer y Conrad) y conversaciones con extraños acompañaron a
Malinowski en ese viraje de timón en su vida que significaría un nuevo
momento en el destino de la antropología.
Aquella época de la Inglaterra palpitante estaba habitada con personalidades
como Edward Burnett Tylor (profesor de antropología en Oxford desde
1896) James Frazer el cual tenía para 1907 la cátedra de antropología social
en la Universidad de Liverpool. Charles Gabriel Seligman (profesor de
Etnología de la London School of Economics). En esta misma universidad
pero en la cátedra de sociología estaba el profesor Edward Westermarck7,
antropólogo, sociólogo y filosofo finlandés escrupuloso seguidor del estudio
del matrimonio en las sociedades.
Tanto para Seligman y Westermarck el trabajo de campo in situ se tornó
una pieza invaluable e inevitable para la antropología, encontrando en
esta actividad una nueva dimensión de los temas clásicos de la etnología
llevados directamente a su construcción y comprobación directa con los
involucrados. Ahora matriculado en Londres, Malinowski se instala en
1910 en Gran Bretaña donde asiste con un gran interés a los seminarios de
Seligman el cual ha ido formando nuevos conceptos y teorías producto de
sus viajes por Melanesia.

7. Westermarck realizó trabajo de campo en Marruecos, el cual le permitió conocer a detalle


los complejos mecanismos matrimoniales y comenzar a refutar la teoría del evolucionismo
unilineal y coquetear con ideas de corte psicológico que en veces generaban interesantes
polémicas con Freud y sus seguidores. En esta área de pensamiento, ligada a la conducta,
se le reconoce como el edificador del “efecto Westermarck” el cual describe las reglas del
matrimonio entre las familias.
- 35 -

A lo largo de este periodo de formación, Malinowski fue llevado bajo la batuta


de Seligman para explorar los horizontes temáticos de la antropología, habló
con él sobre sus andanzas en el estrecho de Torres y sus acercamientos a una
institución nativa que regulaba la circulación de conchas y bienes suntuosos
entre los nativos. A lo largo de los años Malinowski aprendió teorías y relatos
sobre el viaje vinculado con el trabajo de campo, lo cual encendió un enorme
apetito de vivir en carne propia dicha escaramuza.
Al pasar de los años y pendiente a las noticias de un conflicto de talla mundial,
Seligman convoca a Malinowski para retomar con él un tema que había sido
comentado desde hacía un par de años: el trabajo de campo.
Seligman con la seriedad y el entusiasmo que según sus colegas lo
caracterizaba, comienza a plantear el reto metodológico a Bronislaw,
señalándole que el tiempo había llegado, después de años de lectura y
estudio de las obras antropológicas de Tylor y Frazer, era el momento de
embarcarse y cruzar los océanos para llegar a Nueva Guinea, lugar al cual el
maestro Seligman había encontrado un conjunto de expresiones culturales
asombrosas a su entender8.
La Primera Guerra Mundial estaba por comenzar y Malinowski con
pasaporte polaco podría ser llamado a formar parte de las filas del ejército
austro-húngaro. Entonces en 1914 emprende su primer viaje a Nueva
Guinea en la Nueva Melanesia y en este primer encuentro con los territorios
etnográficos de su maestro se instala entre los pobladores de Mailu. En este
periodo, Malinowski comienza sus trabajos etnográficos acompañado de
guías locales que habían tenido contacto con el mundo de la colonización
inglesa y poco a poco fue observando, el guía le impedía una comunicación
estrecha y directa con los nativos, por lo tanto, comprendió la importancia de
entender y aprender la lengua.
Para 1915 se traslada al archipiélago de las Trobriand y comienza su
trabajo mítico en las distintas aldeas que formaban un sistema social de
intercambios, el cual a la postre todos los estudiantes de antropología
conocerían como Kula.
A partir de esta estancia en Omarakana y diversas aldeas de la isla
Kiriwina, Malinowski planteó llegar a distintos hemisferios de la cultura
nativa, pensando primero en sus formas organizativas, sus instituciones
culturales, la comunicación, el comercio, los aspectos psicológicos de la
comunidad, la mitología, el folklore y el papel de la magia dentro de la vida
cotidiana de los habitantes.

8. Ver: Seligman, 1910 The Melanesians of British Guinea, Cambridge University.


- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

La experiencia intercultural con los nativos fue tremenda, el profesor


Malinowski empleó a lo largo de su estancia todo el conjunto de herramientas
y argumentos aprendido en la escuela. En la realización de sus anotaciones
al mismo tiempo que repasaba el estudio de la lengua, organizaba la
información y apuntaba sus primeros esbozos analíticos y correlaciónales. El
tiempo en campo le hizo pensar una y mil veces que gracias a la antropología
él podía estar en un lugar tan lejano, que ninguna otra ciencia social de aquel
entonces le daría esa oportunidad. Fue así que la experiencia en trabajo
de campo solitario, acompañado del estudio de los libros, cajas de papel y
lápices sirvió para que durante tres expediciones distribuidas en dos años
(1914,1916 y 1917) realizara un gran trabajo empírico, el cual fue organizando
y redactando a lo largo de los días y los meses, generando un estilo narrativo
particular y estableciendo sus reflexiones teóricas acompañadas de los
elementos etnográficos observados.
Al momento de estar redactando el documento integrador de su experiencia
por las islas de la Melanesia Malinowski encuentra las tres grandes tareas
que cualquier estudioso de antropología debe enfrentar al momento de
hacer una misión etnográfica: “avanzar en manera profusa en la reflexión de
la metodología; superar los trabajos anteriores en cuestión de conceptos y
mostrar los resultados de la investigación de manera que no sea aburrida”
(Malinowski, 1922:15).
Desde estas tres cosas describiremos las principales contribuciones de
Malinowski derivadas de su experiencia en la Melanesia y plasmadas
posteriormente como libro temático en 1922 con la aparición de Argonauts
of the western pacific, libro con el cual concreta su ascensión en la historia de
la antropología mundial.
En cuanto a su reflexión y contribución a la metodología Malinowski genera
una transformación importante al interior de la antropología impulsando
el método científico para el estudio de la cultura. Como ya lo había hecho
Boas para la antropología norteamericana, Malinowski también propone
y describe su método etnográfico para el registro, la sistematización y el
análisis de los distintos elementos culturales provenientes de la experiencia
empírica. Tal y como lo señala Frazer en el prólogo que hace de Los
Argonautas del Pacífico.

El doctor Malinowski ha vivido durante muchos meses como un


indígena entre los indígenas, observándolos diariamente en sus
trabajos y diversiones, conversando con ellos en su propia lengua y
deduciendo todas las informaciones de las fuentes más seguras: la
observación personal y los relatos directamente escuchados de los
- 37 -

nativos, en su propio idioma y sin mediación de intérprete. De este


modo ha acumulado una gran cantidad de material, de alto valor
científico, sobre la vida social, religiosa y económica o industrial
de los habitantes de las Trobriand.

No es gratuito el reconocimiento que le hace Frazer a Malinowski, ya que


mediante el trabajo de campo, logró cambiar el status a la antropología frente
a disciplinas reconocidas en aquella época como la filosofía, la sociología, la
historia o la psicología. Con el trabajo de campo se constituye el modo de
mostrar evidencias reales sobre las interpretaciones de los comportamientos
diversos y también brindar un sin número de detalles observados de manera
consecutiva y profunda en el lugar donde están sucediendo, registrados
desde el ojo experto y validando el testimonio nativo.
Según Palerm, el trabajo de Malinowski dio posibilidad a los antropólogos
de salir de los claustros, bibliotecas y gabinetes. Si bien Tylor fue
comprendiendo la necesidad de salir al campo y construir manuales para la
realización académica de esta labor, en Bronislaw se fusiona la encarnación
de un espíritu viajero riguroso en la escritura, con un afilado carácter para
enfrentar las críticas, y un gran ingenio en la organización de ideas sobre la
realización de las labores etnográficas.
Malinowski coloca en su obra una atención especial en mostrar al lector
los modos en los cuales ha realizado su trabajo de campo, las actividades
cotidianas de registro de conocimiento y las formas en las que realiza la
sistematización de dicha información. Así mismo, muestra cómo un dato
registrado va madurando y va produciendo premisas y argumentos para
sustentar conceptos.
Una de sus primeras afirmaciones la constituye la relación entre el
antropólogo y el nativo en la construcción del conocimiento:

Considero que una fuente etnográfica tiene valor científico


incuestionable siempre que podamos hacer una clara distinción
entre, por una parte, lo que son los resultados de la observación
directa y las exposiciones e interpretaciones del indígena y, por
otra parte, las deducciones del autor basadas en su sentido común
y capacidad de penetración psicológica (Malinowski, 1922:21).

Hoy a la distancia las afirmaciones de Malinowski parecerían ser evidentes,


ingenuas y hasta obvias, sin embargo, en el momento que las ha construido
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

son sugerentes, escandalosas y sobre todo provocadoras hacia nuevas


formas de comprensión del pensamiento nativo. No debemos de olvidar que
las premisas vinculadas con la etnología y la antropología que antecede el
trabajo de campo, están en su mayor parte desvinculadas con la observación
directa, interpretación indígena o dicha capacidad de penetración psicología.
Hoy en día, al momento de hacer etnografía, para muchos es difícil distinguir
los momentos del registro de conocimientos y es muy común asumir que
los tres tipos de fuente etnográfica son iguales. Malinowski hace hincapié
en saber distinguirlos ya que ello servirá para generar una etnografía que se
posiciona en dimensiones autorales diversas, asunto que fue llevado a otro
nivel central en discusiones posteriores sostenidas por autores como Geertz
y Turner en cuanto a la interpretación de las culturas y a la generación de
una exegesis diferenciada, respectivamente.
Estas reflexiones son las que le dieron cabida a la antropología norteamericana
en su corriente vinculada con la escritura etnográfica representada por
Geertz, Marcuse y Fisher y a la tercer y cuarta generación de antropólogos
ingleses que desde Gregory Batersson (especialmente en Naven)
discutieron el papel del antropólogo como autor, interprete y explorador del
conocimiento local, etnográfico, nativo y primitivo. Hoy en día las etnografías
más experimentales y contemporáneas, vinculan de manera directa con estas
reflexiones que, hoy a la vuelta de la historia, son centenarias y provienen de
la antropología de las primeras décadas del nuevo siglo.
Para Bohannan y Glazer “los ideales que Malinowski estableció para el
trabajo de campo, sobrepasan con mucho los de Boas. Malinowski aprendió
a hablar el lenguaje de los trobriands, a los que estudiaba, vivió con ellos y
apuntó la mayoría de sus datos en su lenguaje. La descripción de la propia
experiencia en las islas Trobriand es la fuente de mayor influencia en las
décadas posteriores, que establece unos modelos que todavía no han sido
realizados por la mayoría de los etnógrafos”(Bohannan y Glazer, 2007:283).
Según Malinowski “el trabajador de campo tiene que recopilar textos,
afirmaciones y opiniones, junto con la observación de la conducta y el estudio
de la cultura material”(Malinowski, 1922:28).
Lo anterior es una afirmación clara en cuanto al interés por caracterizar la
cultura material, los objetos, el espacio edificado, los modos performativos
y su contraparte simbólica, normativa y conductual a partir de los cuales se
le da movimiento mediante las descripciones a las distintas posiciones que
tienen los sujetos en tanto seres colectivos.
En cuanto al segundo punto relacionado con la superación de trabajos
anteriores, en cuanto a su reflexión teórica y conceptual, Malinowski
- 39 -

estableció una gran distancia entre el pensamiento de finales del siglo XIX
y la primer década del XX, el cual consistía (para el caso de la antropología
inglesa) en las reflexiones generadas a partir del modelo evolucionista para
la comprensión de fenómenos de la cultura y por el lado de la antropología
norteamericana la escuela de Boas defendiendo el particularismo histórico
como un modo no solo de comprender la antropología cultural sino también
para discutir contra la rama política y social del evolucionismo, el cual era el
fascismo y sus modos vinculados a la discriminación racial.
La distancia que marca Malinowski entre dichas tradiciones teóricas, es a
partir del enfoque funcionalista. A Malinowski junto con Radcliffe-Brown
se les considera como los fundadores de la corriente funcionalista en
antropología. Las ideas vinculadas al funcionalismo tienen que ver con la
estructura biopsicosocial de los colectivos y sus modos en los cuales a partir
de instituciones resuelven sus necesidades culturales.
Los seres humanos tienen como característica inalienable la vida en
sociedad y por lo tanto la relación entre sujeto y estructuras colectivas es
un punto de reflexión altamente desarrollado por Malinowski. En su obra de
Los argonautas anota con fecundidad la importancia de observar la función
de las instituciones sociales en cuanto a la satisfacción de las necesidades
(nutrición, reproducción, comodidades, seguridad, relajación, movimiento
y crecimiento) a partir de una lógica vinculante de respuestas, necesidades
instrumentales, respuestas a las necesidades instrumentales, necesidades
simbólicas e integrales y sistemas de pensamientos y fe.
Todo este aparato conceptual considera a la cultura como un sistema
que juega, equilibra y negocia los roles del individuo frente al colectivo
y viceversa. Es por ello que es necesaria la descripción de cada uno de los
componentes de la vida en colectivo para posteriormente articularla con
formas simbólicas y valores compartidos así como prácticas en las cuales
se satisfacen dichas necesidades. Con este planteamiento, Malinowski
posiciona a la antropología como una disciplina científica que tiene un
potencial más versátil que la psicología o la sociología empírica ya que
puede generar principios generales para la comprensión de la conducta
humana desde repositorios etnográficos donde la vida cotidiana de los
nativos aparece como el escenario de observación, generación de hipótesis,
experimentación validación y argumentación sobre normas sociales.
De este modo, los esquemas relacionados con el pensamiento evolucionista no
fueron tomados en cuenta por los estudios de Malinowski. Sus investigaciones
estuvieron centradas en discusiones relativas a la vida colectiva, la magia, los
mitos, la cultura material y los sistemas económicos vistos todos ellos desde
su función social, su carácter psicológico desde los individuos y su modo en el
cual aparecen a modo de instituciones en la sociedad.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

El trabajo de campo en las Trobriand, le dio a Malinowski un enorme


compendio de conocimiento sobre aquellos pueblos, mismo que podía ser
ordenado en múltiples escalas vinculando a los individuos, a las familias, las
ladeas y los sistemas sociales más amplios al interior del archipiélago.
Pudo registrar a detalle elementos de la cultura material de los individuos,
por ejemplo los objetos y enceres para la realización de la pesca, los
principios mágicos para el tratamiento de los materiales con que se
fabricaban, los modos en los cuales se sucedían, las formas en las cuales los
sujetos encontraba la inspiración para la elaboración de dichos objetos y los
mecanismos en los cuales se distribuyen en la vida colectiva.
Como se había señalado anteriormente, en uno de los viajes de Seligman,
junto con sus expedicionarios localizaron un sistema de intercambios el cual
Malinowski ubicó y lo comenzó a caracterizar y analizar. El Kula entonces
apareció como un modo de intercambios económicos, simbólicos, sociales y
culturales que movilizan a individuos y colectivos a lo largo de un complejo
territorial extenso, donde magia y función social van de la mano en tanto a
la distribución y circulación de conchas consideradas indispensables para la
vida simbólica de los habitantes.
Para el mes de marzo de 1916 Malinowski da por concluida su expedición
a las Trobriand y va de regreso a Londres para obtener su doctorado.
Para este año continúa con un arduo trabajo de sistematización, análisis y
conceptualización de información. Quienes hemos realizado trabajo de
campo entendemos que esta tarea se puede prolongar por horas, días,
semanas, meses y hasta años. Es el momento en el que los registros de
campo encuentran una nueva vida. Su sentido y significado toman una giro
novedoso al articularse con premisas conceptuales para mostrarnos una
versión teórica de la experiencia cultural.
Como podemos imaginar, el trabajo de Malinowski, según él mismo, no
estaba completo y en 1917 vuelve nuevamente a las Trobriand buscando la
profundidad de nuevas dudas surgidas desde su despacho en Londres. Fue
así que después de este viaje Malinowski llegó a la década de los veinte del
naciente siglo XX con un compendio basto y profundo de etnografía, el cual
lo fue organizando a partir de elementos temáticos que le dieran guía a sus
distintos registros de la vida en Melanesia.
En 1919 Malinowski regresa a Inglaterra con Elsie Rosaline Masson, una
joven escritora, la cual había publicado su primer novela respecto a la
sociedad australiana. Elsie era hija de un honorable profesor de química a
quien se le ha atribuido los avances científicos relacionados con el manejo
del TNT, elemento indispensable para los tiempos de guerra.
- 41 -

Después de iniciado el matrimonio Malinowski junto con Elsie realizan una


serie de viajes por distintos espacios insulares de Gran Bretaña, Australia
e Islas Canarias, siendo Tenerife un lugar donde encontró el momento
suficiente para la redacción de la última versión de su trabajo cardinal que
aparecería en 1922 con el nombre de Argonauts of the Western Pacific
(Los argonautas del pacífico occidental) obra mayormente conocida por los
estudiantes y profesores de antropología en buena parte del mundo y que
trascendería a lo largo de las distintas generaciones de antropólogos como
un ejemplo en cuanto a la elaboración de un método etnográfico para la
comprensión científica de la cultura.
Podemos decir que la década de los años veinte fue una época dorada para
Malinowski en cuanto a su obra, ya que de manera escalonada y sistemática
aparecen en orden cronológico sus siguientes obras. En 1926, Myth in the
primitive psicology y Crime and custom in savage society; 1927, The Father in
Primitive Psychology, y Sex and Repression in Savage Society; para 1929, The
Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia.
Con toda seguridad podemos afirmar que cada una de las obras mencionadas
se convirtió en piezas indispensables para distintos campos temáticos
al interior de la antropología así como otras ciencias sociales. Las obras
publicadas en 1926 se convirtieron en piezas clave para las discusiones
teóricas sobre la religión, la mitología y los sistemas simbólicos de sociedades
nativas. En esta obra Malinowski desata sus reflexiones hacia conceptos y
argumentaciones de antropólogos como Tylor y Frazer en torno a la magia
y vida religiosa. En Crimen y castigo en la sociedad salvaje discute los
sistemas normativos, las sanciones y las formas de regulación cultural en el
sistema jurídico de los isleños. El autor resuelve que la ley y la reciprocidad
son elementos clave para la vida equilibrada de las sociedades. Esta obra
se convierte en una de las piezas fundadoras de la antropología jurídica,
para quienes analizan las relaciones entre los sistemas normativos nativos
y los sistemas jurídicos instrumentados por las sociedades y sistemas
considerados como occidentales. Esta es una obra indispensable para
aquellos interesados en los temas de justicia vistos por la antropología.
En sus obras publicadas en 1927 discute con plenitud las distintas ideas
planteadas por sus maestros Seligman y Westermarck en cuanto al
matrimonio, el incesto y la familia. En estas obras Malinowski estudia
nuevamente desde su plano analítico a las instituciones a partir de las cuales
se organiza la cultura, especialmente en lo relacionado con la familia, los roles,
las jerarquías y las normas en las cuales se orienta la conducta de los nativos.
Así mismo reta a distintos psicólogos y sus teorías del comportamiento
evolutivo a comprender de modos colectivos y vinculantes las estructuras
de pensamiento y las formas en los cuales se expresa la conducta sexual
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

de los individuos, que es para Malinowski, un modo regulado por las


instancias morales y míticas de la colectividad. Para aquellos estudiosos
en el comportamiento sexual, los temas vinculados con biopolitica, la
construcción social de los roles de género y los modos en los cuales se
comprende la violencia en las sociedades, estos libros son indispensables
para comprender etnográficamente la forma en que la sociedad modela a sus
individuos y viceversa.
Su obra de 1929 es la continuidad de discusiones planteadas en los libros del
26, pero ahora con una interesante reflexión acontecida en 1928 relacionada
con la publicación de: Adolescencia, sexo y cultura en Samoa de Margaret
Mead, estudiante norteamericana formada por Franz Boas.
Este libro encendió la antropología estadounidense y tuvo eco en el resto del
mundo, especialmente porque confrontaba la visión biologicista y médica de
la sexualidad y le daba un giro culturalista a la construcción de las edades, los
comportamientos individuales y los roles al interior de los grupos sociales.
Malinowski en su obra de 1929 desplegó un sinnúmero de elementos
etnográficos, vinculados con formas y raíces semánticas, estableció la relación
entre las instancias familiares y los modos en los cuales el individuo encuentra
su posición dentro del equilibrio colectivo. Todas estas afirmaciones eran
argumentos para refutar la obra de Margaret Mead, ya que ella no hablaba
la lengua, el trabajo en Samoa lo realizó en un periodo de nueve meses con
muchas dudas en cuanto a la aplicación del método etnográfico.
Como podríamos esperarnos el avance masivo y extenso de la obra
de Malinowski fue formando toda una generación de antropólogos y
antropólogas, entre sus alumnos podemos encontrar: E. E. Evans Pritchard,
Raymond Firth, Meyer Fortes, Ian Hobgbin, Phyllis Kaberry, Hilda Kuper,
Hortense Powdermaker, Audriey Richards e Issac Schapera.
Para la década de los años treinta, Malinowski gozaba de una gran reputación
y poder dentro de la antropología inglesa. Su fama pudo atravesar el Océano
Atlántico y debido a la consonancia del idioma inglés, varios de los alumnos
más destacados de Boas comenzaron a interesarse para la reflexión y crítica
de su obra.
A la par de los avances de los alumnos de Boas, la dimensión metodológica
del trabajo de campo de Malinowski presentaba múltiples adelantos en
cuanto a modos de registrar y ordenar la información, sin embargo, para los
ojos de la antropología culturalista norteamericana, estos avances no eran
del todo nuevos y atractivos para sus trabajos de campo ya que los alumnos
de Boas consideraban que la tradición norteamericana era la verdadera
fundadora del método etnográfico, sin embargo, lo que les apareció como un
- 43 -

elemento sugestivo fue su desarrollo teórico alrededor del funcionalismo,


su modo conceptual de comprender las instituciones sociales y el orden y
detalle para lograr una teoría general. Esto último era el talón de Aquiles
del particularismo histórico y argumento confiable para las fuertes críticas
al maestro Boas quien fascinado por la exquisitez del detalle etnográfico no
había logrado una producción teórica y conceptual consistente.
Sin embargo, sus pujantes alumnos como Benedict, Lowie, Kroeber, Mead
o Sapir se encargaron de hacerlo siempre en clave cultural. Para ojos de
los antropólogos norteamericanos, la antropología británica de aquellos
tiempos gozaba de una reputación dudosa expresamente por su identidad
académica basada en lo social, expresada a partir de estudios de parentesco,
dimensiones sociales y relaciones entre individuo y colectividad, en lugar de
centrarse en la cultura como el origen y destino de los distintos pliegues de la
existencia humana.
A partir de la década de los años 30 el profesor Malinowski amplió sus
horizontes para la divulgación de las ideas, la realización de trabajos de
campo e interés por las poblaciones nativas a nivel mundial. A finales de
1929 realizó un viaje a la isla de cuba donde conoció a Fernando Ortiz un
intelectual isleño con el cual dialogó y aprendió de las culturas insulares
en la franja caribeña del planeta. En 1933 llegó a los Estados Unidos para
impartir distintas conferencias y cursos que lo llevarían a diferentes zonas
de este país, mostrando gran interés por las culturas nativas, trabajo que
tendría frutos en 1938 cuando regresa para estudiar las culturas originarias
en el estado de Arizona. En 1936 la Universidad de Harvard le nombra
doctor honorario y comienza sus vínculos con la universidad de Yale con la
cual establece relaciones para la ejecución de una estancia académica para
inicios de la década de los cuarenta cuando Malinowski cambia su residencia
a Estados Unidos de Norteamérica llevado por la efervescencia de un mundo
que se colisionaba entre guerras.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -
- 45 -

IV

MALINOwSkI y SU ESTANCIA pOR OAxACA

“Me agradaría decir que en ningún otro trabajo


de campo, sea en Nueva Guinea, en Melanesia, en
el África bantú, entre las tribus de Norteamérica,
he encontrado la técnica etnográfica actual más
placentera, fácil y másfructuosa que entre los
zapotecas del valle de Oaxaca”

(MALINOWSKI, 1941)

EL CONTEXTO PARA UN TEXTO

D ESPUÉS de iniciada la Segunda Guerra Mundial Malinowski cambia


su residencia a Norteamérica y comienza sus planes de investigación
vinculados con las poblaciones originarias del continente, especialmente
las tribus nativas en Estados Unidos.
Como lo hemos señalado anteriormente, en la obra de 1922 Los argonautas
del pacífico occidental, Malinowski revela las relaciones sociales, políticas,
económicas y religiosas entre un vasto horizonte de población organizados
a partir de un sistema de intercambios llamado Kula. A diferencia de sus
otras temáticas que fue madurando a lo largo de la década de los veinte,
los sistemas económicos de las sociedades nativas fue un tópico que se
mantuvo permanente dentro de sus reflexiones pero que ocuparía un
espacio oblicuo en sus producciones.
Para 1941, Malinowski decide regresar a su tema primigenio vinculado
con la antropología económica y junto con un joven antropólogo mexicano
llamado Julio de la Fuente se propone realizar un estudio sobre los
mercados étnicos en el estado de Oaxaca “Malinowski tenía 56 años y se
hallaba en la cima de la fama cuando llegó a México, mientras que Julio de
la Fuente, de 35 años, iniciaba apenas su carrera de antropólogo (Drucker-
Brown,1989:18).
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

En dicha expedición contaría con la compañía de su segunda esposa (con


la cual había contraído nupcias dos años antes9) la pintora Valetta Swann
“quien estaría a cargo de realizar los dibujos e imágenes que acompañarían al
estudio” (Malinowski, 1941).
Dicha experiencia fue descrita a detalle en un informe preliminar fechado en
mayo de 1941, en el cual narra sus distintos emprendimientos etnográficos
por distintas regiones de Oaxaca, desde los preparativos institucionales,
hasta aquellos elementos culturales visualizados en trabajo de campo
comentados, reflexionados y discutidos en colaboración con De la Fuente.
En la primera parte de dicho documento hace el pase de lista de las
instituciones y personajes que permitieron el buen desempeño de dicha
misión etnográfica. En México, fue el Instituto Nacional de Antropología e
Historia en aquel entonces dirigido por Alfonso Caso. El Dr. Manuel Gamio,
alumno de Boas, era jefe del Departamento de Demografía de la Secretaría
de Gobernación; el profesor Luis Chávez Orozco jefe del Departamento
de asuntos indígenas y el profesor Moisés Sáenz, director del Instituto
Nacional Indigenista.
Todos ellos grandes especialistas en asuntos indígenas de nuestro país.
Justo en la década de los cuarenta, estas eran las instancias del gobierno
mexicano donde había mayor presencia de antropólogos y de antropología
y que fueron ellos y su vinculación con el Estado, los que hicieron posible
que la antropología mexicana se nutriera de experiencias y trayectorias de
antropólogos provenientes de otras partes del mundo.
La presencia de Malinowski en nuestro país generó una gran expectativa
y elevó el ánimo reflexivo dentro de la comunidad académica de aquellos
tiempos. En este momento, la institucionalización de la antropología en
México tenía sus principales intereses en la práctica del indigenismo y en
forjar la idea de nación a partir de la integración de su diversidad. Para
autores como Medina (2001) y De la Peña (2008) el fundamento teórico del
indigenismo era la teoría funcionalista ya que buscaba desde las instituciones
sociales de los grupos originarios utilizar los horizontes culturales como
un modo de lograr un cambio cultural a favor de los pueblos indígenas y su
relación con el Estado.
En aquel entonces la antropología mexicana estaba caracterizada por
su conformación en distintos afluentes de la antropología anglosajona,
especialmente por la norteamericana devenida de Boas y sus brillantes
alumnos. Uno de ellos fue el mexicano Manuel Gamio quien había sido

9. En 1935 muere su primera esposa debido a complicaciones de salud y en 1940 se vuelve a


casar con la artista Valetta Swann.
- 47 -

alumno de Boas en la Universidad de Columbia. La relación de Gamio con su


maestro fue muy enriquecedora para la antropología mexicana ya que amplió
los horizontes de la disciplina hacia los planos geográficos e históricos en los
debates vinculados a las expresiones culturales de la sociedad indígena y
sus dilemas respecto a la raza, la discriminación y su posible integración al
proyecto nacional.
“En 1918, Gamio fundó la Dirección de Antropología como la institución
gubernamental dedicada a la investigación, diagnóstico y transformación
de las “poblaciones regionales” del país. Coordinó personalmente un
magno estudio colectivo, de donde resultó la obra La población del Valle
de Teotihuacan” (De la Peña, 2008:5) dicho estudio se convertiría en uno
de los trabajos pioneros donde la antropología mexicana no únicamente
reflejaba sus capacidades académicas y de producción de conocimiento,
sino también sus posibilidades en cuanto a su aplicación para la resolución
de dilemas culturales. El año de publicación de La población del Valle de
Teotihuacán, coincide con el de Los Argonautas del pacífico occidental de
Malinowski, en 1922.
Posterior a Gamio, se sumó a las instituciones vinculadas con los pueblos
indígenas Moisés Sáenz, otro estudiante de la universidad “de Columbia
que había recibido la influencia de Boas pero su mentor principal fue John
Dewey, quien reforzaría en él la convicción de que la investigación social
habría de ponerse al servicio de la educación democrática y de la integración
nacional “desde abajo” (De la Peña, 2008:6).
Sáenz contribuyó a la política indigenista de manera importante en el país.
Además de su programa de misiones culturales con el cual se pretendía,
mediante la formación educativa e interdisciplinaria, estudiar y mejorar
las condiciones sociales de la vida indígena, posibilitó los enlaces de la
antropología mexicana con la del país vecino del norte.
“En 1939 al crearse el Instituto Nacional de Antropología e Historia que
absorbió el Museo Nacional y concentró todas las funciones docentes en una
nueva dependencia: la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH),
que impartiría cursos en las cuatro especialidades de la disciplina: Arqueología,
Antropología Física, Etnología (donde se incluía también Etnohistoria) y
Lingüística” (De la Peña, 2008:8). A partir de este momento, el estudio de la
antropología en México se abría paso a la discusión de los “grandes problemas
de la nación” al mismo tiempo que estaba atento a la vinculación con otras
escuelas y centros de investigación de corte internacional. En nuestro país el
pensamiento antropológico se mantuvo activo con el regreso de antropólogos
mexicanos que estudiaron en el extranjero y con la llegada de pensadores
de otras partes del mundo que trajeron desde su pluralidad de formaciones
teóricas el enriquecimiento académico.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

“En esa época, México era un magnífico punto de reunión de americanos y


europeos. Hacia 1938 en España, se había perdido la primera gran batalla
contra el fascismo, cuya victoria final creó el caos entre la población y la vida
intelectual española, de la misma forma como ocurriría en toda Europa”
(Drucker-Brown, 1989:37).
El escenario de pensamiento que sucedía en la antropología mexicana para
inicios de los años cuarenta estaba cargado de una enorme pluralidad de
ideas a partir de la diversidad de disciplinas que la conformaban, al mismo
tiempo de la gran pluralidad de pensadores que orillados por la inevitable
guerra se acercaron a México para encontrar espacios de interacción social
y académica. Los autores que se leían en la comunidad antropológica de
aquellos tiempos eran: Alfonso Caso, Miguel Othon de Mendizabal, Andrés
Molina Enríquez, Wigberto Giménez Moreno, Manuel Gamio, Alfonso
Fabila y posteriormente Paul Kirchoff, todos ellos personajes iluminados
que llevarían su legado intelectual a las nuevas generaciones.
Desde los años treinta en México ya había participación de investigadores
provenientes de instituciones norteamericanas para la realización de
investigaciones vinculadas con el trabajo de campo. Por ejemplo, en la
meseta tarasca Morris, Swadesh y Norman MacQuown realizaban sus
estudios lingüísticos con el enfoque culturalista boasiano. En Tepoztlán y
Yucatán estaba Robert Redfiedl encabezando un importante estudio sobre
el cambio cultural entre las poblaciones indígenas. En esta investigación
el antropólogo mexicano Alfonso Villa Rojas, se había articulado a los
estudios de Robert Redfiedl financiados por la Universidad de Chicago.
Villa Rojas se vinculó con la antropología anglosajona y aprendió distintos
métodos “para el registro de sus datos, algo que indudablemente debe a las
enseñanzas de Robert Redfield, un investigador teórico y profundamente
preocupado por el manejo de la información y la reflexión sobre los diversos
recursos analíticos aplicados” (Medina, 2001: 5).
Además de sus trabajos con Redfiedl, la carrera académica de Villa Rojas
fue creciendo y pudo estar cercano a grandes maestros de la antropología
de aquel entonces: Radcliffe-Brown, al que conoció durante su estancia en la
Universidad de Chicago y a Bronislaw Malinowski en su andar por Oaxaca.
El proyecto de la Universidad de Chicago iniciado a finales de la década
de los treinta buscaba la comprensión de las sociedades folk y sus modos
de adaptación y contacto a otras culturas; fue un proyecto de corte
internacional donde Redfiedl, fue acompañado por un antropólogo nativo
haciendo énfasis en la colaboración y el cruce de miradas en cuanto a la
experiencia teórica y empírica.
- 49 -

Siguiendo los pasos de la Universidad de Chicago, la Universidad de Yale


estaba financiando procesos de investigación internacional y justo en la
década de los cuarenta contaba entre sus filas al renombrado antropólogo
Bronislaw Kaspar Malinowski, el cual con ayuda de Julio de la Fuente,
antropólogo mexicano vinculado con el pensamiento de izquierda de la
época realizaron sus experiencias etnográficas en el estado de Oaxaca.
Julio de la Fuente fue un importante antropólogo mexicano, su obra más
conocida fue su estudio monográfico sobre la población zapoteca del istmo
de Tehuantepec: Yalalag; esta dichosa experiencia le permitió conocer los
distintos elementos culturales de aquel contexto y le posibilitó comprender
detalles respecto a la conformación y modos de relación social de la
población con el resto de las regiones indígenas.
En el texto de Susan Drucker-Brown (1989) respecto al paso de Malinowski
por nuestro país, destaca el tesón y esfuerzo de Julio de la Fuente para el
trabajo antropológico así como su sensibilidad y solidaridad hacia las causas
sociales y revolucionarias. De la Fuente, antes de arribar a los estudios
antropológicos “estudió química en la Universidad Nacional Autónoma
de México durante tres años pero, a diferencia de Malinowski, abandonó
la carrera antes de terminar sus estudios para trabajar como obrero en una
fábrica y más tarde se convirtió en periodista y estudiante de marxismo,
después residió en New York durante la depresión, donde aprendió inglés,
además de taquigrafía” (Drucker-Brown, 1989:27).
Estas cualidades adquiridas en el extranjero fueron importantes
herramientas en su retorno a México y su incursión al campo de la
antropología y los estudios monográficos, por lo que el Dr. Alfonso Caso no
tuvo ninguna duda en considerar a De la Fuente como el par etnográfico que
acompañaría al antropólogo polaco por tierras Oaxaqueñas., El idioma no
era una barrera para la interlocución de ideas ya que Malinowski en su paso
por las Islas Canarias aprendió a hablar bien el español y De la Fuente no
tenía ningún tipo de dificultad para escribir en inglés.
En este contexto de efervescencia de escuelas, corrientes, teorías e ideas,
fue como se dio la llegada de Malinowski por nuestro país. La ebullición
de la Segunda Guerra Mundial y sus movimientos demográficos, sociales
e intelectuales, junto con el proceso post revolucionario de México,
sus esfuerzos y avances por la institucionalización del Estado, fueron
las dinámicas necesarias para que se diera este encuentro, por lo que
nuevamente podemos argumentar que tanto antropólogos y antropología
son productos culturales reflejo del espíritu del tiempo y las necesidades
del espacio local y sus territorios globales.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

LA ECONOMÍA DE UN SISTEMA DE MERCADOS EN MÉXICO. UN ENSAYO DE


ETNOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA Y CAMBIO SOCIAL EN UN VALLE MEXICANO.

A lo largo de los distintos capítulos de esta obra, Malinowski y Julio de la


Fuente nos van llevando de la mano por los diversos paisajes accidentados
y exuberantes donde habitan las poblaciones zapotecas de Oaxaca. El
maestro De la Fuente, conocedor de aquellos entornos y cuya práctica
etnográfica había tenido ya distintos frutos al interior de la antropología
mexicana, fue quien guió, sugirió, planeó y delineó las distintas actividades
que desarrollarían a lo largo de la visita.
La obra producto de esta experiencia de trabajo de campo fue realizada de
manera co autoral entre Malinowski a modo de informe y ensayo, el cual
durante finales de 1941 e inicios de 1942 se siguió trabajando y revisando de
manera conjunta hasta que el 16 de mayo de 1942, la muerte le sorprendiera
a Malinowski. El borrador del trabajo quedó a disposición de la viuda
de Malinowski misma que animó a Julio de la Fuente a concluirlo para
ser publicado. De tal modo que esta obra fue escrita en vida y de manera
póstuma por el antropólogo polaco.
El texto está organizado en 11 capítulos mediante los cuales se describen
distintas dimensiones de una visión regional donde se insertan las
condiciones culturales en las cuales funcionan los mercados en el estado
de Oaxaca. En su primer capítulo ambos autores hacen un conjunto de
reflexiones sobre el problema actual del trabajo de campo en México. En este
apartado resaltan los distintos trabajos etnográficos que se han realizado en
la República Mexicana de los cuales destacan las contribuciones de Gamio,
Redfiedl y Villa Rojas. Así mismo se encargan de justificar el porqué los
mercados son importantes para el análisis antropológico, resaltando que
en ellos “se pueden estudiar, la gente, los objetos materiales y también los
valores y las costumbres exhibidos como en un efímero, dramático, museo
del día a día” (Malinowski y De la Fuente, 2011:37).
Los autores también nos comentan las distintas escalas en las cuales se
desenvuelven sus observaciones a partir del entendimiento jerarquizado
de los tipos de mercado que existen, entre los que se distinguen en orden
de importancia: mercados principales, mercados regionales principales,
mercados de distritos secundarios, mercados menores importantes,
mercados menores y mercados especiales.
En los siguientes tres capítulos realizan una descripción del sistema
económico, político y cultural de los mercados en el valle, dibujando para
el disfrute del lector una interesante dimensión histórica en cuanto a la
conformación del distrito y los municipios a los que pertenecen y aquellos
que los circundan. A lo largo de etnografías finas de detalles empíricos y
- 51 -

aperciones antropológicas los autores nos hablan sobre la complejidad que


encierra realizar etnografía en mercados “al principio, el etnógrafo se pierde
con facilidad y el trabajo de campo en un mercado de ningún modo resulta
fácil. La dificultad estriba en el caos general del cuadro, convidado con la
apabullante simplicidad de cada transición concreta” (Malinowski y De la
Fuente: 2011:45). Dicha dificultad se va atenuando y disfrutando cuando el
etnógrafo comienza a observar los modos como se articulan las múltiples
dimensiones de las relaciones del mercado entendidas en sus tres principales
funciones: producción, consumo y distribución.
Es interesante que en esta sección del libro, los autores exploren al mercado
como un elemento articulador de la vida cotidiana de la población, de las
relaciones sociales asimétricas en ámbitos políticos y económicos al mismo
tiempo que lo observan como una institución que promueve el movimiento
en el territorio, el uso de la historia, la organización social y como espacio de
reivindicación de pluralidad y cambio cultural.
Para el capítulo número seis, Malinowski y De la Fuente hacen una pausa en
su andar descriptivo por la región de los mercados para hacer un conjunto
de consideraciones relacionadas con los problemas y métodos para analizar
transacciones de mercado. Los autores observan al mercado dentro de
un sistema de relaciones más amplias de carácter regional, nacional e
internacional. Señalan que los modos en los cuales se organiza la mercancía,
se consume y se distribuye, tienen que ver con los elementos culturales
vinculados con la satisfacción de las necesidades culturales, por lo tanto, la
producción será uno de los elementos a visualizar de manera integrada con el
consumo y posteriormente con las dinámicas de distribución.
En el capítulo siete, relacionado con los antecedentes económicos de los
mercados los autores hacen una interesante revisión sobre los elementos
históricos que han conformado estos espacios de los cuales se desprenden
dos ideas claras para tomar en cuenta en el análisis antropológico de los
mercados contemporáneos: su multidimensionalidad y cambio. Estas
ideas aplicadas hoy en día, nos brindan la posibilidad de comprender la
articulación de lo local y lo global desde sus relaciones y jerarquías.
El cambio, especialmente el cultural, tiene que ver con las formas en las
cuales las necesidades se modifican a partir del desplazamiento de los
objetos y sus significados. Hoy entenderíamos desde estos aspectos el modo
en el que circulan objetos producidos en distintas latitudes del mundo y que
encuentran convivencia en mercados locales.
A partir del capítulo ocho nuevamente Malinowski y De la Fuente hacen
un cambio de escala de análisis y comienzan a describir el mercado desde
una multiplicidad de acercamientos que consideran importante para la
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

comprensión del sistema. Su mirada atraviesa desde las transacciones


microscópicas en los pasillos, puestos y comercios establecidos, hasta
los modos en los cuales una semilla como el maíz se vende, se intermedia,
se especula y se consume. A lo largo de esta sección, los antropólogos
dejan ver su maestría en el manejo de los detalles relevantes en cuanto a
la representación de los factores culturales que animan las actividades
económicas, presentándolas como vías de análisis de otros aspectos como
la educación, la etnicidad, la religiosidad popular, la organización social, la
desigualdad y el mundo político.
Así, el mercado aparece como un sistema de representación social y cultural
de los pobladores de Oaxaca, ahí se muestran los elementos vinculados con
su identidad y territorialidad10, sus procesos de relaciones interétnicas y los
modos en los cuales el cambio cultural se hace presente en cuanto a los modos
de consumo, producción y distribución. El mercado tiene varias funciones y
se puede comprender en sus múltiples dimensiones y escalas. El modo como
De la Fuente complementa y articula las afirmaciones de Malinowski, nos
muestran una erudición-ingenua, que proviene de la articulación de dos
miradas, una madura llena de trayectos y aventuras, otra joven y dispuesta
a aprender. En ambos autores habitan estas miradas, la ingenuidad de
Malinowski desde su desconocimiento de la cultura zapoteca se desgrana en
las afirmaciones eruditas y experimentadas de Julio de la Fuente a partir de
su conocimiento previo del contexto cultural.
El resultado del texto es una búsqueda permanente de equilibrios
narrativos. Un viaje por distintos planos, acostumbrado a generar paisajes
detallados pasados por el microscopio al tiempo que despliegan pinceladas
impresionistas para mostrarnos procesos históricos y sociales de gran escala.
A lo largo de los párrafos emergen estilos narrativos de complementariedad y
solidaridad al mismo tiempo que de contrariedad y alejamiento. Recordemos
que Malinowski llega a México con una brillante carrera de fama mundial y
que Julio de la Fuente va construyendo en sus noveles 35 años su identidad
dentro de la antropología. Las posibles asimetrías entre lo global y lo local,
la experiencia frente a la juventud, la clase social, las diferencias políticas
están bien representadas, en tropos semánticos en los cuales se notan las
afirmaciones teóricas de uno y los detalles exquisitos del otro.
Para Julio de la Fuente, la experiencia con Malinowski marca un antes y
después en el despunte de su carrera como antropólogo. La experiencia
de unos meses en campo así como la precedente preparación de la

10. Estas dos categorías no fueron utilizadas por ambos antropólogos. Se colocan aquí al tenor
de sus descripciones vinculadas con las fronteras culturales y los modos de apropiación del
espacio.
- 53 -

escaramuza etnográfica y la posterior configuración del documento,


fueron etapas en las cuales ambos antropólogos negociaron sus estilos,
sus modos de hacer antropología y sus posicionamientos frente a la
función social de dicha disciplina.
Para Malinowski, el trabajo etnográfico realizado en México así como
su articulación científica con Julio de la Fuente marca un momento
trascendente dentro de su afamada carrera, puesto que en ninguna
experiencia anterior había tenido un compañero profesional de la
antropología en su labor relacionada con el trabajo de campo y la
construcción académica del documento.
Desde su primer trabajo de campo en la Melanesia, luego por África y
hasta llagar a América, el antropólogo de origen polaco había realizado sus
experiencias etnográficas a modo individual, sumergiéndose en las apenas
imaginadas latitudes culturales sin colaboradores ni acompañantes, teniendo
como único interlocutor a su conciencia y sus pensamientos; sin embargo,
en México encontró un modo distinto de vivir su experiencia de campo y su
antropología. El libro de La economía de un sistema de mercados en México
es la primera y única obra de Malinowski en coautoría con otro antropólogo
dejando para la posteridad una experiencia de intercambio académico que
engrandeció a la antropología en su conjunto.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -
- 55 -

Muerte y resurrección de Malinowski. 1942-1967

¿La noche pasada sufrí un fuerte acceso de


monogamia, con repulsión de pensamientos y
deseos impuros. ¿Es debido a la soledad y una real
purificación del alma, o sólo una locura tropical?”

(MALINOWSKI, 1967)

E L 16 de mayo de 1942 un ataque al corazón le dio muerte a Malinowski


en New Haven, Connecticut. Unos cuentan que fue en la universidad
en la cual dictaba cursos, otros dicen que fue en la tranquilidad de su casa
y otras voces señalan que estaba en plenos preparativos para continuar sus
experiencias etnográficas. Lo que es cierto es que con la muerte repentina a
los 58 años de edad, el trabajo de Malinowski estaba cruzando los momentos
más álgidos de la Segunda Guerra Mundial.
La comunidad antropológica a nivel mundial se quedó sorprendida por
tan repentino deceso. Como se habrá de entender comenzaron a fraguarse
distintos homenajes en las academias antropológicas de Inglaterra y Estados
Unidos, así como aquellos lugares a los cuales había visitado en trabajo de
campo y donde tenía vínculos con las emergentes academias nacionales.
El tiempo de su muerte truncó distintos trabajos que se encontraba
realizando y fue su esposa Valetta Swann quien se encargaría desde México
en buscar a los editores de Malinowski para ofrecerles la publicación de las
obras que estaba finalizando.
De tal modo que el pensamiento malinowskiano volvió a ver la luz con nuevos
bríos a mediados de la década de los cuarenta con las ediciones póstumas.
En 1944, A Scientific Theory of Culture y Freedom and Civilization; ambos
libros se convirtieron en obras coronarias de dicho autor. Para muchos
antropólogos estas obras contienen las reflexiones teóricas más brillantes
de Malinowski. En Una teoría científica de la cultura, Malinowski expone
los distintos caminos que ha tomado la antropología y la manera en la cual
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

desde el método etnográfico y la teoría funcionalista, puede generarse un


tratamiento científico de la humanidad a partir de la cultura.
Dicho libro fue integrado por un gran pensador estadounidense, el
filósofo del derecho Huntinngton Cairns, quien en el prefacio de la obra
escribe: “A pedido de Mrs. Bronislaw Malinowska11 tomé a mi cargo la
supervisión del manuscrito y su impresión. Por fortuna, Malinowski
mismo había revisado la copia dactilografía” (Malinowski, 1948: 9) de tal
manera que “Una teoría científica de la cultura” llega a ojos de todos con
un Malinowski claro y transparente en mostrar los conceptos básicos y los
métodos de la antropología.
Así mismo, producto de sus reflexiones al calor ardiente de la Segunda
Guerra Mundial, en Freedom and Civilization, Malinowski analiza el
significado de la libertad y su relación con los distintos procesos civilizatorios
en el mundo contemporáneo. El análisis cultural que hace de la libertad y su
función en la sociedad de las primeras décadas del siglo XX, se ha convertido
para sociólogos, politólogos y filósofos en una pieza angular en cuanto a los
valores y la ética de los estados nación contemporáneos.
Un año después de publicadas estas obras se lanza The Dynamics of Culture
Change: an inquirie into race relations in Africa (Dinámica del cambio de la
cultura) y en 1948, Magic, Science and Religion and Other Essays (Magia,
ciencia y religión y otros ensayos). En estas obras se exponen las reflexiones
de Malinowski respecto a las consecuencias del contacto cultural a partir
de los procesos colonialistas. Para el caso de Dinámica del cambio de la
cultura, este libro lo escribió con una alumna de la London Academic School
llamada Phyllis Kaberry estudiosa de temas relacionados con las mujeres en
las poblaciones nativas especialmente en Australia y África. Después de la
muerte de Malinowski, Kaberry sigue adelante el proyecto adelante el cual
termina y escribe una sublime introducción discutiendo el cambio de las
sociedades a partir del contacto cultural.
Magia, ciencia y religión y otros ensayos, es una selección de textos que
realiza Robert Redfiedl en 1948. En la introducción que hace Redfiedl
habla sobre las distintas texturas de la obra de Malinowski y su gran talento
para establecer prolijos y prodigiosos textos en sus diversidades temáticas
que abordan la magia, la ciencia, la religión, el papel de los mitos en la
psicología primitiva, los distintos tipos de mitos y su injerencia alrededor
de la magia. Así mismo aborda el significado de los espíritus y la muerte en
las islas Trobriand. Luego aparece una sección vinculada con los problemas
del significado en el lenguaje primitivo así como sus reflexiones sobre la

11. Nombre que adopto Valetta Swann después del fallecimiento de Malinowski.
- 57 -

estructura gramatical de otros pueblos. Finalmente, se incluye un análisis


antropológico sobre la guerra, su naturaleza humana, sus lógicas primitivas
y sus formas políticas.
Este libro publicado a finales de los años cuarenta pone fin a las distintas
ediciones que aparecieron con el nombre de Malinowski después de su
muerte. A lo largo de esa década fueron múltiples los antropólogos que
escribieron textos relacionados con la obra, el genio y el legado que el
antropólogo polaco dejaba a las futuras generaciones.
El inicio de la década de los 50, comienza con una nueva etapa en
la antropología norteamericana e inglesa según lo señala Gledhill “En
1951 el antropólogo norteamericano George Peter Murdoch publicó
un artículo en la revista American Anthropologist en el cual puso en
tela de juicio el derecho de la “escuela británica” a ser incluida en
“una comunidad científica internacional de antropólogos” (Gledhill,
2009:11) y estas opiniones fueron derivadas porque desde el punto
de vista de Murdoch, la antropología británica es más una sociología
empírica que una antropología, puesto que sus debates y enfoques
son en mayoría sociales en lugar de ser culturales como en la
antropología norteamericana.
La crítica de Murdoch12 establecía un cambio en la correlación de
fuerzas dentro de la antropología anglosajona, habiendo muerto su
principal insignia en el mundo, el terreno estaba dispuesto para el avance
norteamericano estableciendo fuertes críticas a la escuela británica.
En 1957 para conmemorar los primeros 15 años de la muerte de Malinowski,
Raymond Firth, uno de sus desatacados y apreciados alumnos, reunió
distintos talentos para la publicación de Man and culture: an evaluation of
the work of Bronislaw Malinowski. En este volumen reúne gente de la talla
de Audrey Richards, Ralph Piddington, Talcott Parsosns, Phillys Kaberry,
Edmund Leach, I. Shapera, Meyer Fortes. S.F. Nadel, Ian Hogbin, Lucy
Mair y también Raymond Firth.
Esta es la primera gran obra donde se reúnen tantas manos prodigiosas
para hablar sobre las implicaciones del trabajo de Malinowski en la
antropología, reflexionando sobre su tiempo, sus debates teóricos,
las consecuencias metodológicas, los proyectos de investigación
desencadenados, las características políticas de su pensamiento así como
sus implicaciones en cuanto a la escritura de la etnografía.

12. Posteriormente, Raymond Firth quien escribió una lustrosa réplica al texto de Murdoch que
prepararía el terreno para una gloriosa defensa de la antropología británica.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

Uno de los resultados emblemáticos de esta publicación fue el posicionar


a la nueva generación de antropólogos en Inglaterra, sus paradigmas de
investigación, sus reflexiones metodológicas y sus debates con las academias
francesas y norteamericanas de mediados del siglo XX. Este homenaje a
Malinowski sirvió para presentar una nueva edad dentro de la antropología
británica heredera de este autor.
Malinowski desde el inicio de su carrera tuvo grandes críticos que se
convirtieron, al pasar del tiempo, en formadores de alumnos destacados.
Uno de ellos fue Radcliffe-Brown (también alumno de Rivers, Haddon,
Myers y Seligman) a quien se le considera el padre de la teoría
funcional estructuralista con fuerte influencia en las academias de
Oxford, Universidad de Rhodes en Sudáfrica, entre otras. Así mismo
fue influyente en la pensamiento de Evans Pritchard y Max Gluckman
quienes también dialogaron, reflexionaron y criticaron el pensamiento
de Malinowski.
La entrada de la década de los 60 trajo a la antropología mundial distintos
procesos de articulación de academias, teorías y formas del pensamiento.
En los sesenta la antropología francesa estaba muy bien afianzada bajo
la personalidad de Levy-Strauss el cual provenía de un linaje intelectual
esplendente, formado por Marcel Mauss13.
Así mismo en la antropología norteamericana los estudiantes de Boas habían
ya creado una segunda generación de estudiosos y algunos de ellos fueron
influidos y articulados con la escuela sociológica de Chicago encabezada
por Robert Park, Ernst Burgess, Roderick Mackenzie y posteriormente
Robert Redfiedl y Louis Wirth. En Inglaterra la antropología social fue
pluralizándose con la lectura de la antropología cultural norteamericana
y el estructuralismo francés. En el resto del mundo nacían y florecían las
antropologías nacionales, vinculadas con instituciones culturales de los
estados y la generación de colegios y universidades.
El movimiento y dinamismo de las antropologías anglosajonas, que en mucho
encabezaban los debates de la antropología, tomaron un giro inesperado
cuando en el verano de 1967 ven a la luz los diarios personales de Malinowski
elaborados durante sus estancias míticas -cuasi sagradas- en las Trobriand.
¿Cómo es que los diarios personales de Malinowski se publican? ¿qué
implicaciones tuvieron dichos diarios en la antropología?, ¿quiénes fueron
aquellos que impulsaron dicho proyecto editorial? Para dar respuesta a estas
tres cuestiones voy a regresar tiempo atrás para poder brindar destellos
etnográficos de algunos hechos.

13. Y no hay que dejar de señalar que Mauss fue formado por Durkheim.
- 59 -

Elsie R. Masson fue la primera esposa con la cual Bronislaw contrajo


matrimonio en 1918. Elsie era hija de David Orme Masson un brillante
químico que había sido distinguido por la corona británica con el
nombramiento de Sir por sus méritos y descubrimientos relacionados con
el fósforo y la nitroglicerina. Elsie era escritora y para 1915 mismo año que
Malinowski estaba comenzando su trabajo de campo, ella había publicado su
libro: An Untamed territory.
Después que Elsie y Bronislaw se casaron tuvieron una vida itinerante
entre Australia y Londres y posteriormente en las Islas Canarias. Debido
a complicaciones de salud Elsie falleció en 1935 justo en el mismo año que
Malinowski publica su célebre: Coral gardens and their magic. La época
de viudez de Malinowski sucede entre viajes a Londres y Estados Unidos,
invitado por varias universidades a ofrecer cátedras y a generar relaciones
con los colegas norteamericanos.
Entre los ires y venires de su vida, en 1939 conoce en Londres a Anna Valetta
Hayman-Joyce una joven pintora que firmaba sus obras como Valetta Swann.
El encuentro con ella despegó progresivamente a una relación sentimental
que tendría un momento importante en 1940 cuando contraen matrimonio
y a partir de ello, Malinowski comienza a frecuentar de manera más activa el
continente americano.
Valetta, era una artista que tenía una joven trayectoria en la plástica
norteamericana, especialmente sus trabajos pictóricos habían transcurrido en
galerías en Estados Unidos, pero su estancia y su inspiración la había obtenido
en sus distintos viajes a México, lugar que disfrutaba y donde había encontrado
múltiples motivos pictóricos para la realización de su obra. Valetta había
desplegado su arte en el muralismo mexicano teniendo en Diego Rivera y el
Doctor Atl personalidades que le brindaron buenas críticas a su trabajo.
En 1940 Malinowski junto con Valetta, se asentaron en New Haven,
Connecticut con el auspicio del Institute of Human Relations, de la
Universidad de Yale. A partir de dicha institución se programó un plan de
trabajo para realizar distintos estudios regionales con poblaciones nativas.
De ello se derivó el proyecto vinculado con los estudios de mercados étnicos
en Oaxaca y para el año de 1941, junto con Valetta y Julio de la Fuente,
emprenderían dicha escaramuza.
“Mi esposa aportó al trabajo, el dibujo de algunos planos y llevó a detalle un
diario durante una de las fases más interesantes de nuestro trabajo de campo:
la fiesta de la virgen de la Asunción y la mayordomía” (Malinowski, 2011:30).
Después de su viaje etnográfico por México, Malinowski regreso a Yale y
mantuvo un contacto intenso con Julio de la Fuente para la realización del
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informe de los sistemas de mercados en Oaxaca y continuar sus actividades


universitarias hasta el 16 de mayo de 1942 cuando de un infarto fulminante
cayó muerto. Según Valetta:

“Uno de los primeros en llegar a New Haven al enterarse de


la mala noticia fue el Dr. Feliks Gross, amigo y antiguo alumno
de Malinowski, quien se ofreció a ayudar en la difícil tarea de
agrupar y ordenar los libros y papeles de Malinowski, empezando
por los guardados en su despacho de la Graduate school. Mientras
se hallaba realizando este trabajo, el Dr. Gross me telefoneó de
pronto, para preguntarme si sabía de la existencia de un pequeño
y grueso cuaderno de notas negro que acababa de encontrar, y
que contenía un diario de Malinowski escrito casi enteramente
en polaco de su puño y letra. El Dr. Gross me trajo de inmediato
el cuaderno y yo traduje unas cuantas anotaciones al azar,
que hacían referencia a su trabajo de campo en el sur de Nueva
Guinea. Malinowski jamás me había mencionado la existencia de
este diario; yo lo guardé cuidadosamente, y me lo llevé conmigo a
México, al trasladarme a este país de modo permanente en 1946
(MALINOWSKA, 1967:6).

Apenas con dos años de matrimonio, la muerte haría viuda a Valetta Swann,
la cual toma con ahínco la publicación de las obras que Malinowski estaba
realizando. Para lograrlo contactó con distintos agentes editoriales los cuales
prestaron gran interés en dichos proyectos, ya que Malinowski para aquellos
años era un autor prolijo muy consumido en las ciencias sociales. Para
mediados de la década de los 40 Valetta ya había logrado publicar un par de
libros póstumos, de los cuales destaca, para 1944, Una teoría científica de la
cultura. A partir de esta obra Valetta Swann cambia su apellido como Valetta
Malinowska y se convierte en la dueña de los derechos de autor de las obras
póstumas del antropólogo polaco.
Tal y como lo señala en la cita anterior Valetta se trasladó a México lugar
donde decidió residir y en su casa-estudio guardaba los efectos personales
de su difunto esposo. Tal y como lo señala:

Poco tiempo después de terminada la guerra, los libros y papeles


de Malinowski fueron sacados de su almacenamiento londinense
en la London School of Economics, y, hacia 1949, toda esta
considerable masa de manuscritos, notas y libros me fue enviada
- 61 -

a México; entre ellos encontré dos sobres que contenían cuadernos


de notas, uno de ellos rotulado «Primer Diario Polaco», y el otro
«Diarios». Todos estos pequeños cuadernos de notas estaban
escritos en polaco. Los uní al primer cuaderno hallado en Yale,
con la idea de traducirlos y posiblemente publicarlos más adelante
(MALINOWSKA, 1967:6).

Valetta, conocía el Polaco, dominaba el inglés y tenía relaciones con


editores, antropólogos amigos de su marido, estudiantes formados por
Malinowski, colegas de trabajo en centros universitarios en Estados
Unidos e Inglaterra. Mientras transcurrían los años, Valetta continuo con
la labor de publicar la obra póstuma de su esposo y al mismo tiempo de
seguir con su carrera como artista. Uno de los trabajos que realizó en este
periodo fue un mural para al Museo Nacional de Antropología llamado Las
delicias, en el cual retrató los distintos elementos etnográficos registrados
en la expedición realizada en Oaxaca.
Durante mucho tiempo el tema de los diarios de Malinowski pareció un mito
entre la comunidad antropológica, unos cuestionaban su existencia, otros
estaban seguros de su desaparición e imposible publicación, “Los diarios,
por tanto, permanecieron guardados hasta la ya tardía fecha de 1960, época
en que visité Nueva York. Allí mencioné los diarios a uno de los editores de
Malinowski; y decidimos llevar a cabo su publicación” (Malinowska, 1967:7).
Además de Valetta Malinowska, estuvieron presentes en la preparación
de los diarios Raymond Firth, colega y amigo de Malinowski quien en 1957
prepararía un volumen que elogiaba la herencia del antropólogo polaco.
Audrey Richards, antropóloga y colega de Malinowski especialista en
estudios de antropología social en África y Phyllis Kaberry antropóloga
especialista en sociedades australianas con la cual había desarrollado
Valetta otras obras póstumas. A modo de aclaración o advertencia, en la
introducción que desarrolla Firth para la edición de 1967 escribe:
“Debo dar las gracias a Audrey Richards y Phyllis Kaberry, amigos de
Malinowski, y a Józefa Stuart, su hija mayor, por sus consejos sobre este
prólogo. Por supuesto, ninguno de ellos es responsable de las opiniones aquí
vertidas por mí” (Firth, 1967:19).
¿La nota a pie de página de Firth aparece como un remordimiento de
conciencia?, ¿se habría imaginado las implicaciones que la publicación de
dicha obra tendría para la antropología británica?, ¿cuántas veces habrá
pensado en las posibles consecuencias que tendría al interior de las ciencias
sociales en su conjunto? Estas preguntas se sienten como fantasmas
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

obcecados que aparecen entre las tintas de sus presentadores, Valetta señala
desde su puño y letra:

“Sé que hay gente que piensa que los diarios son de naturaleza
fundamentalmente privada y que no deben ser publicados; y
quienes tal punto de vista sostienen, probablemente, juzgarán
con severidad mi decisión de publicar los diarios de mi marido”
(MALINOWSKA, 1967: 17).

El libro aparecido en 1967 fue todo un suceso. Las academias de antropología


en el mundo anglosajón corrieron a buscar la obra, la cual tuvo un buen
impacto editorial. Lo que ahora se presentaba frente a los ojos de todos,
fueron una serie de descripciones personales emanadas de sus experiencias
malinowskianas en Nueva Guinea a lo largo de sus distintas estancias.
Su narrativa muestra elementos anímicos relacionados con sus distintos
momentos de su experiencia de trabajo de campo, desde aquellas en las
cuales la frustración, el desanimo, la angustia y el enojo se hacían presentes,
hasta llegar de súbito en alegría, admiración y los deseos sexuales devenidos
de la sensualidad de los habitantes de los jardines de coral.
A lo largo del texto que se remite a los distintos diarios encontrados por
Valetta, Malinowski narra de manera suculenta en adjetivos calificativos,
descripciones morales y narrativas personales, el lado oculto del
cientificismo, la objetividad y sobre todo el método que afanosamente se
encargó de mostrar en sus obras construidas en vida. Como habremos
de imaginar, las críticas hacia Malinowski, la antropología británica, la
antropología, las ciencias sociales y la ciencia en general cimbraron el
suelo en escala de Richter en gran parte de los centros de investigación
del mundo. Las hubo desde aquellas que ponían en tela de juicio el papel
científico de la antropología, hasta aquellas que cuestionaban la presencia
de los antropólogos en trabajo de campo, pasando por las críticas respecto
al método para el registro de datos y su validez, así como la narrativa del
documento escrito que se mostraba como producto dentro de este proceso.
Después de publicados los diarios se suscitó un interesante movimiento al
interior de la disciplina antropológica, puesto que su divulgación supuso
un quiebre al interior de los templos teóricos y metodológicos al tiempo
que se estaba inaugurando una nueva etapa en la vida de la antropología.
En 1967 un egresado del doctorado en filosofía de Harvard, escribe una
de las más singulares y mordaces reseñas al libro recién publicado a
nombre de Malinowski, señalando al antropólogo polaco a partir de sus
- 63 -

obsesiones, ansiedades y neurosis, poniendo en tela de juicio la objetividad


del método científico. Este personaje será importante para el desarrollo de
la antropología norteamericana y posteriormente, la antropología mundial.
Su nombre es Clifford Geertz, quien para ese año estaba vinculado con la
academia de antropólogos de la Universidad de Chicago y había publicado al
menos tres estudios etnográficos14 sin haber generado grandes sensaciones
entre la comunidad antropológica norteamericana.
Las palabras contenidas en su texto Under the mosquito publicadas el 14 de
septiembre de 1967 a modo de reseña y crítica del texto recién publicado
de Los diarios de Malinowski señala: “El Diary turba pero no por lo que
dice acerca de Malinowski mismo. Buena parte de su contenido son lugares
comunes neorrománticos y al igual de otras famosas confesiones, no resulta
tan revelador como parece. Turba, sobre todo por lo que dice acerca del estar
allí” (Geertz, 196715).
Esta perturbación señalada por Geertz abre un campo de análisis y
discusión dentro de la antropología que no se había desarrollado con
gran interés e insistencia, el cual tiene que ver con la construcción del
conocimiento, la crisis de la objetividad y los cambios de paradigma en la
relación entre interpretación y escritura. Este último tema sería una de las
grandes pasiones de Geertz a lo largo de su vida antropológica, pasión que
le arrancaría de su anonimato y medianía Chicagueana y lo llevaría a la fama
planetaria tras publicar para 1973 su multi celebrada y pluri criticada obra
The Interpretation of Cultures heredando con ello el presagio popular: el que
a hierro mata, a hierro muere.
A lo largo de la década de los setenta, el estruendo de Los Diarios y las
críticas hacia ellos sucedieron de modo prolífico, fecundo y obsesivo. Unos en
defensa de Malinowski y su claridad teórica y conceptual del funcionalismo,
otros en contra del polaco a partir de sus elementos subjetivos, colonialistas
y hasta neuróticos de su relación con los nativos. Unos queriendo ajusticiar
a Valetta Malinowska y su capacidad de gestión en los negocios y la supuesta
fortuna que amasó editando las obras póstumas del marido con el que estuvo
casada únicamente por dos años. Otros crucificaban al amanecer a Raymond
Firth y lo juzgaban de ingrato y malagradecido al mismo tiempo que le

14. Estas obras fueron: The Religion of Java (1960), Pedlars and Princes (1963) y Agricultural
Involution: the process of ecological change in Indonesia (1964)
15. La cita original esta publicada en idioma inglés el 14 de septiembre de 1967 en el New York
review of Books. Posteriormente, grandes fragmentos de este texto fueron incluidos en 1988 en
el libro de Geertz: Works and Lives. The anthopologist as autor, el cual fue publicado en español
en marzo de 1989 con el nombre de: El antropólogo como autor y el capítulo en cuestión se
titula: El Yo testifical. Los hijos de Malinowski.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

lanzaban afiladas lanzas y flechas a la antropología británica; y algunos desde


otras disciplinas afilaron la guillotina para ajusticiar a la antropología y a las
ciencias sociales en general.
Este movimiento de reflexión y crisis no vino únicamente desde la academia.
A finales de la década de los 60 a nivel mundial, la crisis de los estados nación
modernos, la aparición de movimientos sociales pacifistas, la emergencia de
la pluralidad ideológica y el comienzo de las crisis económicas generaron una
escenografía donde la academia reflexionó sus objetivos, metodologías, sus
tareas y su modos de vinculación con la sociedad y con otras disciplinas. A
lo largo de la década de los 70 la antropología anglosajona definió nuevos
caminos, temas e intereses, nuevos retos, así como erigió nuevos tótems
para la memoria de sus ancestros y derribó sus dioses pasados y con ellos
construyó nuevos templos.
A partir de los años setenta la antropología francesa sigue en notorio
crecimiento e internacionalización con el antropólogo embajador Levi-
Strauss quien construyó desde la teoría estructuralista un gran proyecto
académico expresado en la consolidación de instituciones para la enseñanza
antropológica, una vasta producción de obra y una prolija difusión a la
sociedad en general respecto al quehacer de la antropología.
El tema de Malinowski no fue ajeno a la antropología francesa, en 1974
aparece el trabajo del etnólogo francés Michel Panoff, el cual recorre los
hitos de la vida personal, el contexto teórico y la producción científica del
antropólogo polaco, señala que: “Malinowski pertenece a una época que ya
quedó atrás, y contempló el espíritu científico en el summun de la arrogancia.
Del siglo XIX ya agonizante heredó tanto sus fuerzas como sus flaquezas:
una gran energía intelectual, una seguridad en sí mismo que no se arredra
ante los problemas de difícil solución, un materialismo más bien rústico, una
cierta machaconería pedante” (Panoff, 1974:11).
Esta cita de Panoff es una señal del tránsito de las ideas antropológicas que
se están fraguando desde las académicas mundiales en torno a un nuevo
movimiento, el cual sucedería a partir de la década de los ochentas con la
aparición de un colectivo académico que emergió en Estados Unidos de
Norteamérica llamado Writing Culture el cual surge en 1984 en Santa Fe
California cuando un conjunto de estudiosos interesados en la escritura
antropológica, se reunieron para discutir y analizar los modos en los cuales
se escribe la antropología, según Crapanzano uno de los participantes
primigenios del Writing Culture “Raramente se preguntaban de qué modo
los textos que habían producido afectaban no sólo a sus conclusiones
etnográficas sino también, como una finalidad, al curso de sus investigaciones
de campo” (Crapanzano, 2008: 51).
- 65 -

Antes de llegar a 1984, en 1980 C. Payne, había publicado: Malinowski,s


Style; por otro lado, Geertz había publicado varios ensayos en la década de
los 80 nuevamente sobre la estética de la escritura malinowskiana con lo cual
se generó un escenario propicio para su discusión tomando no únicamente a
Malinowski, sino también a los antropólogos norteamericanos devenidos del
sistema de parentesco boasiano.
Uno de los narradores del movimiento de Writing Culture, es George
Marcus quien junto con Michael Fisher articularon reflexiones como las
de Torton, Payne, Geertz, Cliford James y Crapanzano para develar los
distintos momentos de lo que sugiere el trabajo etnográfico, descorrer
el velo relacionado con la experiencia etnográfica así como las distintas
implicaciones interpretativas que tenían los antropólogos al momento
de realizar y diseñar su obra. Según Marcus “la crítica de Writing Culture
la que hizo la narración del trabajo de campo y la escena del encuentro
textualmente obligatorias, al igual que convirtió a la etnografía en algo más
barroco” (Marcuse, 2008:30).
A diferencia de las fuertes criticas de la década de los 70s muchas de ellas
activadas por el encono, la melancolía y la frustración provocada por la
decadencia de los dioses antropológicos (crepúsculo de los ídolos, lo ha
llamado Jacorsinski) las reflexiones emanadas por el movimiento del
Writing Culture de los 80s apuntan hacia otras latitudes: “la manía de
censurar los pecados de nuestros predecesores es tediosa e infecunda si no
lleva a mejores obras contemporáneas” (Marcuse y Fisher, 1986:11).
Como es fácil vaticinar, el movimiento norteamericano de Writing
Culture, recibió fuertes y escandalosas críticas ahora no solamente de las
antropologías anglosajonas, sino de las distintas academias a nivel mundial,
especialmente de aquellas provenientes de Latinoamérica, Europa, África y
Asia, las cuales consideraron llamar a esta antropología como posmoderna,
adjetivándola como ecléctica, ensimismada, fútil, capitalista, frívola y carente
de método y teoría. Los dardos de las cerbatanas, las flechas de los arcos y los
filos de las espadas tenían como blanco predilecto a Clifford Geertz.
Lo que sucede en la segunda mitad de la década de los ochenta hasta el
fin del segundo milenio, tiene que ver con la crítica de las antropologías
nacionales o periféricas a las anglosajonas y las francesas desde un punto
de vista social, que inicia como crítica hacia el espíritu colonialista de las
ciencias antropológicas, pasando por su afán conquistador y evolucionista,
hasta llegar a su instrumentalización como un modo de domesticar a
los nativos, purificar las palabras de la tribu y de ayudar a consolidar los
procesos de los estados nación emanados de la Segunda Guerra Mundial
y su complicidad con el establecimiento del nacionalismo capitalista y
posteriormente neoliberal.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

Tristemente, la comunidad antropológica comenzó a convulsionarse en dos


polos abismales, uno que se volcó férreamente a la praxis de una militancia
ciega y obtusa, y el otro se lanzó a un academicismo ostrasista celoso de la
producción de conocimiento. Entre las unas y otras comenzaron a generarse
precipicios teóricos y metodológicos que hoy en día necesitan articularse
mediante la creación de un nuevo paradigma que contemple los distintos
momentos de la producción de la obra antropológica y sea capaz de hacerla
pertinente a las sociedades de las cuales emana.
Sin lugar a dudas, el fin del milenio propone cambios estratégicos en la
construcción de la teoría antropológica, sus metodologías y argumentos.
¿Será capaz de traspasar la barrera del nuevo siglo el pensamiento de
Bronislaw Kaspar Malinowski?, ¿cuál es el lugar que le tiene la antropología
contemporánea?, ¿de qué sirve que los estudiantes de antropología hoy
en día lean Malinowski? Todas estas preguntas las dejamos abiertas para
abordarlas en el siguiente apartado pero mientras tanto, no nos queda duda,
que Malinowski a lo largo de los años ha muerto y revivido un sinnúmero de
veces al mismo tiempo que la antropología en sus distintas latitudes cambia
de piel y se reinventa.
- 67 -

VI

CÓMO LEER A MALINOwSkI DESDE LA ANTROpOLOGÍA


CONTEMpORÁNEA

“Arranqué mis ojos del libro y casi no podía creer que


me hallara entre salvajes neolíticos, y que estuviera
allí sentado tan tranquilo mientras back there (en
Europa) estaban ocurriendo cosas terribles”

(MALINOWSKI, 1967)

H OY, en gran parte de las academias donde se enseña antropología,


Malinowski es un personaje paradójico, simultáneamente es uno de los
autores más leídos a lo largo de los cursos y el menos comprendido a lo largo
de la vida etnográfica.
Dicha paradoja tiene su fundamento en el pasado de largo, mediano y corto
aliento dentro de la vida de la antropología anglosajona, especialmente porque
al observar la figura de Malinowski, hemos visto transitar las distintas edades
y momentos de la disciplina, donde la configuración de nuevos paradigmas y
la instrumentalización de formas metodológicas distintas ha sido una de las
características permanentes a partir de mediados del siglo XIX.
Derivado de esta idea podríamos generar la siguiente afirmación: la
antropología y sus antropólogos son productos culturales que reflejan las
condiciones históricas, económicas, políticas y sociales del país o región de
donde emergen. Es un reflejo de las relaciones entre sujetos y colectivos,
normas, valores y símbolos. Formas de organización social, identidad y mitos.
La antropología sugiere los caminos en los cuales se conformaron las calles, las
casas y los espacios que la han visto nacer y transformarse, al mismo tiempo
que se ha convertido en contenedor y continente de dilemas relacionados con
el conocimiento, con la diversidad cultural y la desigualdad social.
Si entendemos a la antropología desde esta afirmación, entonces
comprenderíamos su camino como un tránsito de distintas edades a lo largo
del tiempo, con diversas cicatrices en la piel que han sido forjadas por la huella
de las transformaciones políticas y económicas, por las arrugas emanadas de
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

las de los tiempos conceptuales y por aquellos vestigios de templos, ancestros


y dioses que un día nos dieron destino y otro día se envuelven entre las
sábanas del olvido y la melancolía de aquello que no volverá.
Este camino que hemos contado, va de la singularidad del mundo
antropológico percutido por el evolucionismo de mediados del siglo XIX
vehemente por explicar con reglas y teorías generales la vida en el mundo,
hasta aquella antropología que hoy se ha pluralizado a escala mundial que
aspira a describir y comprender la diversidad en su conjunto desde su
propia singularidad.
A lo largo de este recorrido hemos visto también como la voluntad de los
grandes estudiosos se ha forjado absorbiendo y comparando una enorme
información producto de colosales bibliotecas de todos los tiempos. Leyendo
crónicas, repasando mitos, teniendo en su mente información viva y fresca
de miles de kilómetros de distancia y de tiempos desconocidos.
Vimos en Morgan, Tylor y Frazer la fascinación por el estudio detallado
de las fuentes, la obsesión de crear magia a partir de modelos y conceptos
para explicar y predecir el tránsito de las sociedades y las culturas. Fuimos
testigos de la manera en la cual edificaron en piedra las bases para la
creación de la identidad académica de la antropología y sus primeros
intentos por retar a la psicología, la sociología y la filosofía. El punto de
fuga, para huir de las certezas abstractas y generales, consistió en poner las
narices afuera de las bibliotecas e inspirarse de los mundos reales, de los
sujetos verdaderos que estaban ahí, a la vuelta de las malolientes ciudades
de Londres y Nueva York.
Y luego los estantes llenos de libros sucumbieron, un terremoto los hizo
caer de los finos libreros y al mismo tiempo sacudieron los confortables
asientos de cuero. El mundo de la explicación de la diversidad cultural y la
diferencia entre las sociedades llegaba a sus últimos momentos, los grandes
genios ilustrados en el arte de comparar, computar y calcular, dieron paso
a la siguiente generación de hombres expedicionarios, seres de aventura
que firmaron los mitos del viaje infinito, de exotismo inigualable, del
desprendimiento de lo cierto para fluir en la distancia y en la adversidad. Los
exploradores provenientes del naturalismo, Boas y Haddon al final del siglo
XIX hicieron nuevas escarificaciones en la piel de la antropología.
Y fue con ayuda de mapas, de brújulas y los barcos que se abrieron paso
entre los aterciopelados laberintos de las universidades y academias. Los
nuevos estudiosos se dejaron llevar por la sensualidad de lo desconocido y la
fascinación por comprender y divulgar aquellas formas que solo en historias
y en libros habían imaginado.
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Boas con un gran instinto para la investigación etnográfica comienza a fluir


desde las sociedades kwakiut hacia un método que le diera credibilidad y
fidelidad a la ciencia antropológica. Pensó que la función de la antropología
no únicamente se trataba de justificar etnográficamente las cédulas
informativas de los grandes museos, sino que una de sus misiones era abogar
por la creación de un mundo entendido en la riqueza de cada cultura y
respetuoso de cada una de sus particularidades. A lo largo de sus distintos
viajes, trabajos e investigaciones, Boas develó un mundo fascinante de
las sociedades nativas del continente americano y construyó las bases
indispensables para la antropología cultural, la cual hizo crecer mediante la
forja de grandes talentos que siguieron y avanzaron sus pasos encantados de
los retos del trabajo de campo, blandiendo el ideal de que la antropología es
un estilo de vida.
Del otro lado del Atlántico, en Londres, Haddon, pensó que las expediciones
se deberían de convertir en momentos inevitables dentro de la construcción
del conocimiento antropológico, entendió que la experiencia in situ le da
solidez y relevancia a los resultados etnográficos y que si se construyen
de manera colectiva, las teorías avanzan de manera exponencial. Y es por
eso que en su exploración al estrecho de Torres en Nueva Guinea, invita a
psicólogos, médicos y expertos en lenguas. Su anhelo era comprender los
misterios culturales de los arrecifes coralinos escondidos en la Melanesia y
su logro fue establecer lineamientos para la realización de trabajo de campo
en Inglaterra, orientar un método para la construcción de la experiencia
etnográfica y edificar una cimiente interesada en hacer crecer y multiplicar el
trabajo in situ de la investigación social.
La antropología de las rutas que se contaban por semanas y meses, de los
viajes que se planeaban mucho tiempo antes, de la búsqueda incansable
de recursos para financiar las expediciones, de llevar todos los suministros
para la vida y todas las provisiones intelectuales para desarrollar una labor
científica tenía un reto enorme y este era, el diálogo intercultural.
¿Cómo construir un diálogo y una comunicación con los otros, que antes
de conocerlos únicamente eran personajes de libros y epopeyas, creadores
y adoradores de mitos transformados por los siglos y que ahora se
presentaban frente a los ojos del estudioso?, ¿cómo hacer instrumentos de
registros que sean capaces de retratar algunas postales y diapositivas de ese
mundo complejo, infinito y nuevo?, ¿cómo lograr construir un camino hacia
la ciencia y la verdad?
Seligman y Rivers, fueron un par de tripulantes que vieron sus vidas de
manera distinta después de regresar de la expedición al estrecho de Torres.
Ambos imbuidos por el espíritu aventurero de Haddon decidieron volcarse a
la antropología, sin ser consientes que a la vuelta de los años, ellos serían los
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

maestros y provocadores de una nueva generación de antropólogos acordes


a las necesidades sociales y conceptuales del nuevo siglo.
La primer década del siglo XX fue la década de la antropología anglosajona,
la diversidad de investigaciones que realizó el clan boasiano, era lustrosa
y prolija en cuanto a espacios y temas de investigación. Norteamérica
y aquellos lugares devenidos de procesos coloniales anglosajones se
convirtieron en el laboratorio etnográfico por excelencia. Al otro lado del
atlántico la tribu de Haddon, lanzaba los barcos desde el puerto de Liverpool,
y hacía preparativos desde Oxford y Cambridge. Tylor y Frazer desde sus
lustrosas ventanas, les daban las bendiciones y consejos antes de soltar las
amarras. Para inicios de la primer década del siglo XX ambos antropólogos
habían sido reconocidos por la corona británica con el nombramiento de Sir,
en 1912 y 1914, respectivamente.
Con los cielos grises llenos de bendiciones, vemos como la expedición
de Haddon da frutos en la conformación de lineamientos etnográficos
y en la formación de nuevos aventureros. Para 1910, justo al momento del
estallamiento de la Revolución Mexicana, Bronislaw Kaspar Malinowski
y Radcliffe-Brown comenzaban a imaginar el nuevo momento de
la antropología británica, uno que desbordara el evolucionismo y el
difusionismo y que lograra marear con nuevas preguntas las viejas respuestas.
Ahí estaban emprendiendo nuevamente viajes por ultramar a las zonas
heredadas por sus maestros. Escudriñando entre los pliegues sociales las
cualidades y desasosiegos de la antropología. Ambos arribarían a la confección
de la teoría funcionalista pero cada uno de ellos desde distinta manera, uno
hacia la estructura social otro hacia la función de las instituciones.
En 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial vemos como
Malinowski se convierte en un personaje que toma el trabajo de campo como
una forma de salvar su vida, en este caso salvándose de brindar servicio
militar al imperio Astro-húngaro dominador de su natal Cracovia.
Sus viajes a las Trobriand, entre 1914-1915, y sus regresos acontecidos
entre 1917-1918 se convirtieron en sendos prodigios para la mitología
antropológica del siglo XX, sus modos de comunicación, su capacidad para
aprender la lengua nativa, el manejo de tablas y modelos para sistematizar
los datos registrados y el uso prominente de su diario de campo como una
segunda memoria y conciencia de su actuar, se volvieron a la postre los
grandes trofeos que la antropología británica colocaría en las vitrinas de las
ciencias sociales.
En 1915 Malinowski recibía su doctorado en antropología y se enfrentaba
al enorme reto que se vive después de haber realizado un gran trabajo de
- 71 -

campo: la sistematización y análisis temático de los elementos producidos


durante meses en contextos lejanos. Como se habrán de imaginar una fiel
compañera de la expedición antropológica de las primeras décadas del siglo
XX, fue la máquina de escribir.
Su sonido era ensordecedor. La euforia con la cual los antropólogos y
antropólogas de aquella época golpeaban las teclas, era directamente
proporcional al asombro y los hallazgos que frente a sus ojos se desplegaban
en cada segundo de su experiencia en aquellas lejanas tierras. Las hojas de
papel, los lápices y las tintas, se llevaban por montones para no dejar de fluir
con esa emoción indescriptible que tiene al describir al otro. ¿te imaginas la
argamasa de apuntes, notas y hojas de las múltiples observaciones que hacía
Malinowski en la calurosa Melanesia? ¿podrías imaginar cómo era su vida
cotidiana en las Trobriand? ¿cuáles serían frente a sus ojos las cosas más
sorprendentes o aquellas que le eran del todo familiar?
La década de los 20 se convirtió en la década de ensueño para el antropólogo
polaco nacido en Cracovia, hasta que comenzó con problemas de salud
producto de sus padecimientos bronco respiratorios por lo cual decidió
mudarse a vivir una temporada a las Islas Canaria con su recién esposa Elsie.
Cuenta la vox populi de Tenerife que el profesor era tímido y retraído, pero
con conversaciones interesantes y gran capacidad para entender nuevos
idiomas. Su visita por Tenerife no solo le dio pautas para la comprensión de
la cultura en la región isleña, además aprendió a hablar español y le ayudó a
madurar de manera clara y precisa sus aproximaciones teóricas y preparar el
texto que todo Londres estaba esperando.
Malinowski fue más allá de una sola obra. La década de los 20 vio publicarse
de manera consecutiva y casi con la furia de un vendaval, un buen número de
sus libros. En 1922 Los argonautas del pacífico occidental; en 1926 El mito en
la psicología primitiva, Crimen y costumbre en la sociedad salvaje y escribe en
la enciclopedia británica ese mismo año la definición sobre de antropología.
En 1927, justo cuando fue designado profesor titular en la Universidad de
Londres, el caudal de su producción aumentó con: El padre en la psicología
primitiva, Sexo y represión en la sociedad salvaje. Fue un año de ensueño
que tenía resultados no únicamente en la producción de obra antropológica
sino también en la formación de nuevas generaciones de antropólogos que
soñarían con ir a cada rincón del mundo desconocido para intentar vivir
aquellas historias que únicamente se logran estando allí. La década de los
20 la cierra con la aparición de un libro más; en 1929 aparece en las librerías
La vida sexual de los salvajes en el noroeste de la Melanesia a la sazón del
recién publicado (en 1928) Adolescencia, sexo y cultura en Samoa de una de
las alumnas preferidas de Franz Boas, llamada: Margaret Mead.
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Para algunos autores los libros publicados por Malinowski a lo largo de la


década de los años veinte reflejan con claridad los mejores momentos de los
debates al interior de la antropología, su relación con otras ciencias sociales
y la transición de la sociedad emanada de la Primera Guerra Mundial. Sus
textos son gustosos de detalles etnográficos, laberintos literarios suculentos
de particularidades y texturas. Párrafos grandes que se disuelven en la arena
de las playas de Melanesia y escurren entre las aguas como el imparable sudor.
En cada una de las obras, Malinowski tiene un objetivo primordial: en Los
argonautas presenta su teoría relacionada con el análisis de las instituciones
y su función en la sociedad. Las del 1926 versan sobre sus discusiones con
Frazer y la psicología en cuanto al papel del sujeto dentro de la estructura
social a partir de instituciones como la magia, la religión, el mito y el ritual.
Así mismo, discute la particularidad del funcionalismo y critica al estructural
funcionalismo de Radcliffe- Brown. En las obras de finales de la década
discute sobre las ideas de su maestro Seligman y la psicología en cuanto
a la definición social de roles a partir del parentesco y la sexualidad entre
los individuos. En cada texto mostró un tratamiento particular en sus
etnografías, utilizó esquemas y mapas para explicar sus premisas y siempre
fue insistente en la necesidad de conocer los imponderables de la vida real.
La década de los treinta sería muy distinta para Malinowski, su fama se
multiplicaba por distintas academias alrededor del mundo, su obra se
convertían en lecturas indispensables para los estudiantes de la antropología,
sus conferencias eran sucesos en las academias, su presencia era solicitada
en universidades de América y Europa y sus clases se atiborraban de
seguidores amateurs de sus letras y profesionales del estudio de la
antropología. Sin embargo a mediados de la década de los 30, justo en 1935
muere su esposa después de cumplir quince años de matrimonio. Elsie había
sido compañera incansable de Malinowski, conversadora de sus borradores,
lectora y correctora de sus textos. De manera simultánea a la muerte de
Elsie, florecieron: Los jardines del Coral y su magia.
En la segunda mitad de los años treinta, el mundo vio nuevamente como
distintos sucesos iban perfilando otro conflicto bélico de escala mundial
que transformaría la sociedad, la política y la economía de los confines de
la tierra. Al tiempo que en 1939 se desencadenaban eventos que iniciarían
la Segunda Guerra Mundial, Malinowski conocía y establecía una relación
matrimonial con la pintora Valetta Swann. Junto a ella llegaría a Estados
Unidos, a New Haven, Connecticut por medio de la Universidad de Yale, la
cual estaba interesada en el trabajo del antropólogo polaco y contaba con las
posibilidades de financiar un estudio sobre distintas regiones culturales.
Con el auspicio de dicho proyecto Malinowski junto con su esposa llegan a
México en 1941, especialmente a Oaxaca lugar donde estudiaría, asistido por
- 73 -

el antropólogo mexicano Julio de la Fuente, las distintas dinámicas de los


mercados zapotecos (tal y como lo hemos detallado anteriormente). Aquella
experiencia le pareció fascinante, México le deslumbró frente a sus ojos los
nuevos retos para el trabajo etnográfico así como la sofisticación de su teoría
vinculada con los intercambios que en 1922 había estudiado a partir de una
institución trobriandesa llamada Kula.
El regreso de Malinowski a Yale consistió en la preparación del informe
relacionado con el trabajo de campo en Oaxaca, su entusiasmo crecía al
tiempo de estudiar otras regiones culturales y encontrar particularidades de
su modelo teórico. Sin embargo, la muerte lo tomó por asalto el 16 de mayo
de 1942, junto con un montón de papeles, manuscritos, proyectos editoriales
y conferencias dadas y por presentar.
El maestro polaco había muerto de un ataque fulminante al corazón, justo
en el instante que la Segunda Guerra Mundial libraba batallas por mar
en el océano Pacífico. La muerte de Malinowski tomó por sorpresa a las
academias anglosajonas. Sin embargo, su novel esposa, se trazó como una
misión el hacer que el pensamiento, la personalidad y la grandeza de su
marido siguiera trascendiendo. Gracias a sus dotes en los negocios y la
gestión, logró convencer a editores, autoridades universitarias, colegas y
alumnos de preparar distintos proyectos editoriales mismos que vieron la
luz en la década de los cuarenta con el mismo volumen que la década de los
veinte, pero con distinta personalidad, una que iba de la mano con los temas
de la sociedad que estaba emergiendo de entre los pertrechos y ruinas del
andar de la terrible guerra.
Después de su muerte y al iniciar los procesos editoriales de sus libros
póstumos, su viuda cambia de nombre, de Valetta Swann a Valetta
Malinowska16 la cual tendría todos los derechos de las obras de su difunto
esposo. Para 1944 se editan: Una teoría científica de la cultura y Libertad
y civilización. En 1945 aparece: Dinámica del cambio de la cultura y en
1948 Magia, ciencia y religión y otros ensayos. Cuatro libros póstumos que
le dieron una nueva vida a Malinowski en la década de los cuarentas en un
mundo donde el vencedor de la Guerra había sido el liberalismo económico y
la democracia de las mayorías.
A partir de la posguerra y aprovechando la muerte del gran exponente de
la antropología británica, la antropología cultural estadounidense comienza
con una férrea crítica a la academia fundada por Tylor, tachándola de
sociológica y de no tener a la cultura como su orígen y destino. Para mediados

16. En los primeros libros póstumos de Malinowski, aparecía también el nombre de Mrs.
Bronislaw Malinowska, por ejemplo en Una teoría científica de la cultura.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

de los años cincuenta, en 1957 como parte de los homenajes para recordar
los 15 años de muerte de Malinowski, Raymond Firth, alumno, amigo y
colega del antropólogo polaco reúne a distintas importantes manos para
escribir sobre las contribuciones de Malinowski a la antropología. El libro
aglutinaba tan diversas perspectivas y opiniones que no solamente
sirvió a modo de homenaje sino que también presentó los distintos
paradigmas que se estaban cocinando en la antropología británica
post malinowskiana.
Con este homenaje, Malinowski cobró vigencia como un personaje
estructurador y estructurante dentro de la antropología británica, se
revisaron sus contribuciones loadas respecto a la etnografía y a la experiencia
del trabajo de campo, todos elogiaron su gran capacidad de mantener una
comunicación activa con los sujetos y una gran disposición de comprender
los enigmas de la diversidad cultural así como mantener un espíritu calvinista
frente a la adversidad, disciplina férrea frente al registro de datos y una gran
pasión por la escritura antropológica.
Así mismo, sus teorías y conceptos fueron revisados a la par de un mundo que
veía en la lejanía los aportes del funcionalismo y la insurgencia del funcional
estructuralismo, el estructuralismo y la entrada progresiva del materialismo
histórico y la visión culturalista de la antropología norteamericana. El
resultado de la evaluación y crítica fue un posicionamiento hacia la nueva
búsqueda de la identidad de la antropología británica.
Para la década de los 60 el mundo agitado con la amenaza de un estallamiento
de una tercera guerra se reunió en las calles. Londres, Nueva York y ahora
París se erigieron como los espacios de ebullición y participación de la
sociedad. A la par de los movimientos pacifistas y de lucha contra los sistemas
nacionalistas absolutos, en las academias se respiraban aires nuevos que la
realidad social impregnaba.
De pronto, Malinowski volvió a ser noticia en boca de todos. El año de 1967
vio el resurgimiento de estampidas que se abalanzaron sobre su última
publicación póstuma, que le ponía punto final a la serie de libros que en su
nombre se habían editado desde su muerte, acaecida en 1942.
Los diarios de Malinowski en Melanesia o mejor conocidos en su título
original: A diary in the strict sense of the term, es el libro donde se recuperan
sus interpretaciones subjetivas, sus emociones frente a la adversidad, sus
sobresaltos instintivos y sus pasiones llenas de deseo. Un diario en el sentido
estricto, es un documento privado, íntimo y personal, escrito para sí mismo,
espejo de compañía, reflejo de privacidad edificado como válvula de escape
no apto para su divulgación.
- 75 -

Y sin embargo, tal y como lo menciona Valetta Malinowska en su prefacio a


modo de justificación, advertencia y manifiesto: tras sopesar seriamente el
asunto, he llegado a la conclusión de que es de gran importancia proporcionar
a los actuales y futuros lectores y estudiosos de Malinowski un atisbo directo
de su personalidad íntima, y su modo de pensar y vivir durante la época de
su más importante trabajo de campo, antes que dejar encerrados estos breves
diarios en el secreto del archivo. Soy yo, pues, la única responsable de la
publicación de este libro.
Después de generalizados los diarios, nuevamente Malinowski volvió a
resucitar y se volvió punto inevitable de discusión dentro de las academias.
Los diarios hicieron convergencia en posiciones abismales, desde aquellos
que maldijeron la publicación adjetivándolo como una ofensa al antropólogo
y a la antropología, hasta aquellos que la tomaron como la punta de lanza
para el surgimiento de nuevos paradigmas disciplinares.
La academia norteamericana hizo manos del análisis de los diarios para
posicionar importantes discusiones, criticar los modos de construcción del
conocimiento y posicionar un proyecto impulsado por la labor de Clifford
Geertz, el cual tuvo un gran aliento con la publicación de: La interpretación
de las culturas, en el año de 1973.
Sin lugar a dudas, al igual que la figura de Malinowski, Geertz hereda uno
de los bastones de mando más importantes en la antropología mundial,
su obra volvió a llamar la atención de propios y extraños en los distintos
claustros de instrucción de la antropología. Su propuesta fue ferozmente
criticada y mordisqueada por unos y defendida y adorada por otros. Y a lo
largo de los distintos años que se desgranaron en los setenta la antropología
norteamericana se posicionó en importancia y Malinowski y su crítica había
sido parte importante para levantar nuevos templos y adoratorios para la
etnografía y la antropología en general.
A inicios de los 80 nuevamente el nombre de Malinowski se convirtió en pieza
clave del rompecabezas analítico y reflexivo en el mundo antropológico, con
el movimiento de Writing Culture, su nombre sirvió como un programa de
análisis hacia la escritura antropológica, el papel del antropólogo como autor,
interprete y conversador de dilemas culturales. Malinowski ahora aparecía
ya no únicamente como el antropólogo y sus grandes aventuras personales
y profesionales en campo sino como un estilo narrativo que convencía a
propios y a extraños de que la escritura antropológica es indispensable para
nuestra disciplina y especialmente en el ámbito de convencernos a todos
sobre la importancia del estar ahí.
El movimiento de Writing Culture conformado por Marcuse, Fisher, Geertz,
James y Crapanzano, fue conocido y criticado por las academias nacionales,
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

sus reproches apuntaron a su carácter de ruptura dentro del paradigma de


los años sesentas y setentas de la antropología, y sus críticos mas férreos les
adjudicaron el mote de antropólogos posmodernos, caracterizados por su
nihilismo, eclecticismo, vanidad y falta de compromiso social y político.
Lo que hoy en día ha sucedido con Malinowski, es lo que ha acontecido con
la antropología y su papel en el mundo contemporáneo. Su nombre ha ido y
venido, transitado por lugares propios y extraños, ha tomado decisiones y
generado proyectos; ha sido relegada y silenciada, criticada y mordisqueada,
renacida y olvidada. Sin lugar a dudas, la antropología y sus antropólogos
son producciones culturales, reflejos sonoros del pasar de los tiempos,
respuestas a las dudas que en lo cotidiano nos hacemos, enigmas sin resolver
para reinventarnos como científicos y como sociedad en su conjunto.
Hoy, a cien años del segundo viaje iniciático a las Trobriand, a 75 años de
su muerte y a 50 años de la publicación de sus diarios, un estudiante o un
profesor de antropología puede cuestionar la pertinencia de Malinowski
en la sociedad contemporánea. Para dar respuesta a ello se tendrían
bastantes argumentos simples para desechar su obra fácilmente sin
embargo, yendo por un camino difícil y profundo hemos tratado de ilustrar
que este antropólogo polaco al igual que la antropología que se construía,
son productos culturales provenientes de procesos sociales de su tiempo,
logrando promover una nueva edad en la disciplina, posicionar un programa
teórico distinto, logrando una escaramuza valiente para establecer una
metodología y discutir el papel de la antropología dentro de la sociedad que
se debatía entre dos guerras mundiales.
Entonces, cuando dejamos la opinión simple y vemos detalles, texturas,
intenciones y motivos, entramos a la visualización de los imponderables de
la vida real de un personaje, una disciplina y un momento en la historia. Esto
es lo que podemos llamar la mirada antropológica, la búsqueda de caminos
largos, profundos y llenos de tramas que nos invitan a la argumentación
compleja de las ideas, antes de caer en la simplicidad del fatalismo o de la
tragedia.
A modo de conclusión de esta obra proponemos los siguientes argumentos
detallados sobre la pertinencia del pensamiento de Malinowski para la
antropología, especialmente la latinoamericana y en lo particular, la que se
realiza en el México contemporáneo.
RESPECTO A LA DIMENSIÓN TEÓRICA Y CONCEPTUAL
COMO ya lo hemos señalado, el momento teórico referente de Europa de
mediados hasta finales del siglo XIX, estaba ocupado por el evolucionismo
y el difusionismo. ¿Cómo sería posible posicionar un paradigma distinto
- 77 -

frente a los cambios sociales, científicos y económicos que estaban acordes a


estas teorías?, ¿cómo superar las viejas respuestas y convencer a las antiguas
academias de que era momento de pensar e iluminar el mundo de manera
distinta?, ¿cómo detener la aplicación de las teorías de las ciencias naturales
en las ciencias sociales?
El funcionalismo apareció como la vía en la cual se podría pensar la
realidad de manera distinta. Fue un programa conceptual que explicaba la
diversidad histórica y las formas sociales de manera diferente al paradigma
de la evolución instituida en aquel entonces por grandes figuras como Tylor
y Frazer para el mundo británico. La empresa conceptual funcionalista no
fue únicamente desarrollada, nacida y diseñada desde el espíritu creativo de
Malinowski, sino que proviene de la articulación de voluntades y empeños
distintos que fueron generando las comunidades de conocimiento y
prácticas adecuadas para madurar de modo articulado un conjunto de ideas
distintas. Personajes de la talla de Haddon, Seligman, Rivers, Westermarck
establecieron modelos reflexivos sobre las implicaciones de la teoría de la
evolución social, lo cual percutió ideas y modos diferenciales de pensar la
organización y la estructura social de mundos distintos al de la Europa
decimonónica.
En ese punto emergen dos estudiantes de estos grandes maestros, Radcliffe-
Brown y Malinowski, las dos caras del funcionalismo, uno tendiente a las
estructuras y otro a las instituciones. Ambos partieron de la premisa que
toda sociedad está organizada a partir de las necesidades articuladas entre
sujetos y colectividades, lo cual implicaba que toda sociedad tenía sus
estructuras y modos de organización correspondientes hacia sus propios
horizontes. Es un giro de tuerca interesante puesto que no se prima la idea
de evolución como un punto de origen y destino de las sociedades (donde
el mundo civilizado europeo ilustrado sería el punto de llegada) más bien se
comprende desde la relación de los sujetos con sus estructuras y por lo tanto,
con sus modos diversos de resolver sus necesidades.
Según Malinowski, existen siete necesidades humanas básicas: nutrición,
reproducción, bienestar físico, seguridad, descanso, movimiento y
crecimiento y la cultura es el camino para satisfacer dichas necesidades. El
antropólogo polaco “deseaba demostrar cómo varias creencias y prácticas
culturales contribuían al tranquilo funcionamiento de la sociedad mientras
proveía beneficios individuales, biológicos y psicológicos” (Velasco,
2007:59) de esta manera la cultura estaba presente en todas las sociedades
no occidentales que eran pensadas por el evolucionismo como salvajes,
bárbaras, desorganizadas e irracionales.
¿Puede usted imaginarse a Frazer y Tylor aceptar estas ideas fácilmente?,
¿cómo posicionó Malinowski a la teoría funcionalista al relevo del
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

evolucionismo? Una posible respuesta la podemos entender desde el


concepto de cultura. Una de las definiciones de cultura más compartidas
y menos estudiadas entre la comunidad antropológica es la de Tylor, de la
cual únicamente se recita y repite una y otra vez: cultura es todo lo que los
seres humanos hacen. Sin embargo, como lo señala Palerm (2010) la idea
de cultura de Tylor esconde una gran complejidad a simple vista, la cual
fue guardada como relicario por los herederos de la tradición boasiana, no
así en Inglaterra. Para Tylor, “la cultura o civilización tomada en su amplio
sentido etnológico, es aquel complejo total que incluye el conocimiento,
las creencias, el arte, la moral, el derecho a las costumbres y cualquier otra
capacidad y hábito adquirido por el hombre como miembro de la sociedad”
(Tylor, 1958:36).
Las siete necesidades humanas de Malinowski aparecen como una posible
continuación del complejo total de Tylor, explicado de modo organicista
a partir de la función que representan en su entorno social, enfatizando
el papel de los sujetos dentro de las estructuras. Para finales del siglo
XIX Tylor entendió los aires lo y estableció caminos para el cambio de
paradigma en la antropología, especialmente por las fuertes críticas que
desde otras disciplinas como la psicología y la sociología se hacían respecto
a la antropología.
Tylor confió e instrumentó que los antropólogos funcionalistas de la primera
década del siglo XX encarnados por Malinowski y Radcliffe-Brown llevaran
a la antropología a un papel destacado dentro de las ciencias sociales y el
funcionalismo fue el camino para lograrlo y consolidarlo durante al menos
treinta años, desde 1910 hasta 1940 aproximadamente.
Para muchos, el funcionalismo malinowskiano, es una perspectiva que no
permite ver los modos en los cuales el sujeto participa, se particulariza y se
vincula dentro del colectivo. Así mismo, son múltiples y extensas las críticas
que señalan poca capacidad de observación del cambio cultural y sus modos
de transformación debido a su especial énfasis en el anacronismo de las
sociedades y su mirada centralizada, hacia adentro, de los grupos culturales
sin mirar sus fronteras y relaciones con el mundo cultural que le rodea.
Hoy en día en una sociedad colmada por la heterogeneidad, el dinamismo,
la complejidad y sus modos de lograr una hiper conexión pondrían a simple
vista poner en duda este enfoque. Sin embargo, cuando se tratar de mirar
las características particulares de un grupo, la conformación de sus bases
culturales, los modos en los cuales funcionan sus instituciones endógenas y
las maneras en las cuales consolida sus formas organizativas, sigue siendo
un modelo pertinente, si se utiliza para conocer el adentro en un momento
presente de la cultura y su consolidación del común imponderable.
- 79 -

Es importante señalar que el pensamiento funcionalista de Malinowski


no fue un pensamiento estático ni mucho menos homogéneo, en vida fue
modelando su teoría y fue poniéndola en experimentación y plasticidad a
partir de los cambios en el mundo, sus nuevos aprendizajes, experiencias
etnográficas y las críticas y reflexiones que desde distintos ámbitos se le
hacían a su obra.
Podemos considerar que en el siglo pasado hay tres momentos teóricos
del antropólogo polaco: el de la década de los 20 donde sus obras perfilan
la peculiaridad y las características de su teoría; la segunda, comienza en la
década de los treinta y se extiende hasta los primeros años de la década de los
cuarenta, antes de que aconteciera su muerte, cuando comienza un proceso
de articulación con otras comunidades académicas, con otros pensadores
y con otras experiencias principalmente con las academias del Continente
Americano especialmente en Estados Unidos, México y Cuba. Y el tercer
momento lo constituyen sus obras póstumas, las cuales fueron compiladas y
editadas por destacados alumnos y brillantes colegas siempre articulándolos
con comentarios en las introducciones y prefacios vinculantes con el espíritu
del tiempo en marcha.
De estos tres momentos, podemos señalar la diversificación y la
pluralización de su modelo teórico tomando como ejemplo su obra culmen
de la década de los 20, con Los argonautas del pacífico occidental y su
trabajo de campo por los mercados de Oaxaca en México, realizado en 1941,
un año antes de su fallecimiento.
En ambos estudios, el objeto principal que anima la investigación tiene que
ver con la circulación de bienes, su producción y distribución. En el caso de
las Trobriand mira a detalle este proceso y sus distintas expresiones sociales,
sus formas organizativas y sus modos de regulación. A los mercados de
Oaxaca los observa una institución conectada de forma inseparable con dos
procesos, uno ligado al colonialismo histórico de larga data que proviene
de conexiones inseparables con el mundo exterior a lo largo del tiempo.
Esta reflexión y balance es novedoso para su obra ya que bajo el esquema
de Los argonautas era imposible presentar un estudio que atisbara a la
construcción histórica de los sujetos.
Así mismo, al momento de estudiar los mercados zapotecas de Oaxaca los
analiza de manera heterogénea según su grado de conexión con el mundo
mestizo y hasta el resto del mundo a partir de los objetos, los sujetos y
las relaciones que establecen en este mismo espacio. Una de las fuertes
críticas hacia su planteamiento de Los argonautas, tenía que ver con la
ceguera ontológica de no ver las conexiones nativas con los procesos
coloniales de la Melanesia, y de describir a los colectivos de manera
homogénea y esencialista.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

Otra de las críticas a la teoría expuesta en Los argonautas del pacífico y sus
obras editadas en la década de los veinte, es la incapacidad de dar cuenta
del cambio cultural, lo cual se debía específicamente al interés anacrónico
de sus obras, sin embargo, en los mercados de Oaxaca su interés por los
procesos sociales son amplios e inevitables, para explicar el presente y esto
lo podemos observar en los distintos momentos de la obra, como cuando
explica el modo en que los simples vendedores de alimentos recolectados en
sus terruños pueden transformarse por medio de la cultura ganadera y de la
acumulación en caciques dueños de gran capital como don Taurino Barriga,
vecino de la comunidad de Tlacolula.
Como hemos observado la teoría que inició Malinowski a principios de
los veinte siguió sofisticándose a la par de sus experiencias etnográficas,
del contacto con otras comunidades científicas a la par de la dinámica
social, económica y política del mundo; por lo tanto, es fácil esencializar,
homogenizar y purificar la obras de un autor sin mirar sus modos en los
cuales él mismo cuestiona su certezas e incertidumbres. A continuación
relataremos tres argumentadas razones de porqué a 100 años de su
segundo viaje mítico a las Trobriand, a 75 años de su muerte y 50 años
de publicación de sus diarios, Malinowski sigue y seguirá siendo un
antropólogo para la antropología.

RESPECTO AL MÉTODO ETNOGRÁFICO


“Recuerdo muy bien las largas visitas que rendí a los poblados durante
las primeras semanas, y el descorazonamiento y la desesperanza que
sentía después de haber fallado rotundamente en los muchos intentos,
obstinados pero inútiles, de entrar en contacto con los indígenas o de
hacerme con algún material.”

(MALINOWSKI, 1922)

Para unos un personaje elogioso e incuestionable, para otros un colonialista


digno de la hoguera. Para aquellos seguidores y aprendices entusiastas
de la antropología uno de los grandes méritos que encierran el nombre de
Malinowski tiene que ver con la creación de un método científico para el
estudio de la cultura y el establecimiento de lineamientos claros y procesos
inevitables ante la experiencia etnográfica.
Sin embargo, para otros la metodología propuesta por Malinowski es
simplemente una puesta en escena irrealizable de un conjunto de estrategias
normativas para la construcción de ilusiones dialógicas desde la asimetría
y la colonialidad. El método científico es más una ficción que un suceso y
muchos de sus grandes críticos y detractores escudriñan de modo neurótico
- 81 -

el libro de Los Diarios de Melanesia para sacar aquellas citas y fragmentos


que puedan dar evidencia del espíritu colonialista, racista y sexista del
antropólogo polaco.
Si retomamos a Sousa Santos, podríamos advertir que ambas posiciones son
abismales, cada una esconde la idea de tener la razón última y la verdad como
fin absoluto. Ambas de manera fragmentada y separadas. Aludiendo a la
apuesta de la ecología de saberes, propuesta por el sociólogo lusitano, donde
todo conocimiento se enriquece mutuamente y la interpelación corresponde
exacta a la complementariedad, trataremos de argumentar porqué el método
propuesto por Malinowski es pertinente en el mundo contemporáneo,
subrayando aquellas tácticas y estrategias que aun pueden ser tomadas
como fueron planteadas a casi 100 años de distancia y mostrando aquellos
caminos posibles para encontrar la flexibilidad y dinamismo para ser acordes
a este tiempo.
a) El trabajo in situ vs trabajo ex situ
Después de mediados del siglo XIX la antropología en el mundo
anglosajón estaba muy decidida a encontrar motivos de peculiaridad
frente a las ciencias del estudio del ser humano. Una de ellas tenía que
ver con el modo en que se construye el conocimiento. Hasta mediados
del siglo XIX la antropología era una ciencia que encontraba en
el método comparativo una eficiente estrategia para soportar las
afirmaciones teóricas respecto a procesos sociales.
La lectura comparada de un extenso conjunto de información
procedente de fuentes escritas, elaboradas por viajeros, misioneros,
militares y comerciantes, ofrecía los insumos suficientes e
incuestionables para la documentación y generación de catálogos
de manifestaciones culturales diversas, lejanas y exóticas al ojo del
comparador el cual iluminado por sus hipótesis, podía enhebrar
finamente un conjunto de regularidades y singulares con las cuales
poder explicar las tramas de la historia humana.
Esta actividad fue conocida como etnología, la posibilidad de
contrastar registros culturales distintos y a partir de ellas establecer
premisas. Después de mediados de siglo esto cambió y se fue
transformando, en Estados Unidos de la mano de Boas, pero… ¿en
Inglaterra?
Para 1855 Tylor viajó a América “en La Habana conoció a Henry
Christy, un arqueólogo y coleccionista norteamericano que había
participado en la gran polémica europea sobre la antigüedad del
hombre. Juntos se dirigieron a México. No hay duda de que la relación
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

con Christy y la experiencia mexicana despertaron o cuando menos


confirmaron los intereses antropológicos” (Palerm, 2010:20).
De este viaje se iluminaron experiencias relacionadas con las culturas
amerindias y encontró en México especialmente en el Anáhuac
aprendizajes que ilustraron ideas, pero sobre todo este interés de
pisar las culturas en su propia tierra “la experiencia personal de Tylor
quedó reducida al viaje a México (Anáhuac) y una breve visita a los
indios pueblo del suroeste de Estados Unidos” (Palerm, 2010:21)
sin embargo, fue abriendo la brecha para que otros como Haddon,
percibieran de manera más intensa los desafíos del trabajo in situ.
Una de estas acciones estuvo representada en “la preparación de las
versiones iniciales del Notes and Queries on Antropology” (Palerm,
2010:21). Este manual de procedimientos para las exploraciones
antropológicas fue sofisticándose en sus versiones y los miembros
de la expedición a Torres fueron los que tomaron la estafeta para la
incorporación de nuevos detalles y argumentos que constituían un
modo de actuar al momento de hacer trabajo de campo.
En el otro lado del atlántico, Boas estaba también viviendo la
experiencia del trabajo de campo y la enorme tarea que implica el
estar viviendo en una cultura distinta a la propia y al mismo tiempo
tener claro las tácticas y estrategias para registrar todo lo diferente
que se mueve alrededor. El trabajo de campo para Boas se convirtió
en el parteaguas de la teoría antropológica especialmente desde su
afán de transparentar el particularismo histórico, la estrecha relación
entre medio ambiente y adaptaciones culturales así como el énfasis a
los modos lingüísticos y el papel del sujeto dentro de la construcción
del diálogo con el investigador.
Cuando Malinowski llega por vez primera en su viaje mítico a las
Trobriand, entre 1914-1915, tanto en América como en Europa las
experiencias de trabajar in situ a las culturas registradas ya habían
sido experimentadas por investigadores previos. Lo que hace distinto
fue que comprendió la importancia epistemológica de los viajes
culturales, de las distancias sociales y la importancia de estar allí.
A esto, le llama Geertz el yo testifical, cuando surge en la narrativa
un conjunto de detalles pormenorizados que ponen en evidencia la
presencia del etnógrafo y se asume que el hecho “es real” porque el
antropólogo y su antropología han sido testigos.
Malinowski, a diferencia de sus antecesores, hace evidente la necesidad
de hacer explícito el método de construcción de conocimiento, sugiere
que dentro de la antropología esto debe ser inevitable puesto que
pone en evidencia los recursos, instrumentos y conceptos analíticos
- 83 -

utilizados que guiaron la mirada hacia realidades otras. Sin embargo,


considera indispensable el uso de bibliografía de aquellos que han
escrito sobre el lugar a donde se realiza la experiencia in situ. Esto
último sigue siendo indispensable para el análisis etnográfico de las
sociedades contemporáneas ya que antes de llegar al lugar, habrá que
hacer una revisión exhaustiva sobre lo que se ha escrito, los temas
por los cuales se ha abordado y las descripciones que otros han
hecho con el fin de construir un escenario mínimo de elementos para
guiar la observación.
Sigue siendo inevitable para el conocimiento antropológico mostrar y
transparentar el modo en el cual se realizan los registros. Esto parece
una gran obviedad y al mismo tiempo una necedad, sin embargo, el
día de hoy existen tantas definiciones de etnografía como culturas, y
de unas a otras son distintas y en veces irreconciliables. Es por ello
que describir y dejar explícitos los detalles de qué es etnografía,
qué se entiende por trabajo de campo y el modo en el cual se ha
realizado, debe quedar sin tapujos ni sombras, para que cuando se
lea el documento final de la investigación sepa desde dónde se ha
construido el conocimiento.
Una de las sugerencias que hace Malinowski para la realización de
campo es la duración de la experiencia, a diferencia del espíritu
boasiano, creyente de que la una estancia se termina cuando esta es
suficiente en la recolección de datos importantes para la explicación
cultural, Malinowski propone un año como periodo mínimo posible
para la construcción de la experiencia etnográfica. En un año, dice,
es posible ver el ciclo de las instituciones a partir de sus distintos
momentos, sus distintas temporadas y sus diversas actividades, así
también en un año se puede conocer una lengua, comunicarse en
el idioma nativo de las culturas y poder escribir los registros en los
idiomas nativos.
Hoy en día, este es uno de los grandes temas que se discuten a lo
largo y ancho de las academias de antropología en el mundo ¿cuánto
tiempo se necesita para el registro etnográfico de una cultura?
Muchos de nosotros soñamos con la posibilidad de completar un año
ininterrumpido de trabajo de campo, instalar nuestra casa durante un
ciclo completo y abandonar el mundo cotidiano para emprender el
viaje a la diversidad. Sin embargo, los tiempos se han transformado en
las academias, en el mundo laboral y en el corazón de las sociedades.
Hoy el planteamiento de gran escala temporal de Malinowski debe
ser flexibilizado a temporadas cortas e intensas, articuladas una con
otras, eslabonando temas y modos de registro.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

Así mismo, el Malinowski de los 20 y gran parte de los años treinta


eran un etnógrafo in situ que trabajaba en solitario, pero al final de la
década de los treinta e inicios los cuarenta, cambia su estrategia y se
comienza a vincular con antropólogos locales con el fin de dimensionar
su mirada y multiplicar sus avances. Resaltamos el trabajo realizado
con Julio de la Fuente en los mercados zapotecas de Oaxaca.
b) Tácticas para el registro in situ
Gran parte de los antropólogos conocedores de la obra de Malinowski
están de acuerdo que una de las grandes contribuciones der este autor
dentro del método de la antropología, tiene que ver con las distintas
tácticas utilizadas para el registro etnográfico. Fue uno de los primeros
antropólogos en describir, de manera detallada, los instrumentos de
recolección in situ y poner énfasis en lo que se llamó observación
participante, la cual tendrá que ver con la mirada detallada de los
imponderables de la vida, la convivencia cercana, la escucha activa
y el acompañamiento progresivo en los distintos momentos de la
cotidianidad. Malinowski habla de observar al otro, con lo que indica
que el antropólogo no se debe de transformar en el otro para percibir
su cultura sino que tiene que tener en cuenta su papel de observador
en los hechos culturales, tener claridad en cuanto a las creencias y
pensamientos que ordenan las acciones, hace posible su explicación.
La observación participante de la vida cotidiana de los pueblos
se desencadena mediante un conjunto de tácticas para el registro
de conocimiento (o como en aquellos momentos se nombraba:
recogida de información) las cuales son desde su punto de vista: las
entrevistas abiertas, el levantamiento de los censos, las genealogías,
el acompañamiento de las actividades diarias registradas en un
diario de campo.
Todas estas herramientas hoy en día son básicas para la realización
del trabajo de campo. A partir de ellas se puede sofisticar el
planteamiento metodológico acorde al objetivo de cada investigación,
sus alcances y metas. Hoy en día la observación participante está
atravesada por el tamiz de la ética antropológica, de la distancia
entre el antropólogo y sujeto al momento de hacer trabajo de campo,
misma que va de la mirada objetiva hacia los padeceres singulares de
la cultura, hasta la militancia conjunta para lograr soluciones. Ambas
posiciones abismales se encuentran en el borde de “la observación”
y “lo participante”; regular y comprender la distancia es un punto
al cual varias organizaciones y comunidades de antropólogos han
puesto bastante esfuerzo en los últimos años mediante la elaboración
de códigos de ética, manuales de procedimientos y lineamientos
- 85 -

para la realización de la observación participante muy a modo y con


nostalgia del Notes and Queries on Antropology organizado hace
más de 100 años.
c) La comunicación intercultural
En el mundo de finales del siglo XIX, la comunicación intercultural
estaba mediada por traductores, guías y aquellos personajes cuya
labor comercial, religiosa o hasta militar les había llevado a lejanas
tierras, y desde ese contacto, pudieron establecer relaciones con los
nativos a partir del entendimiento de su código lingüístico. Uno de
los pioneros en señalar la necesidad del aprendizaje de la estructura
lingüística en campo fue Boas, el cual señalaba la importancia de
aprender los códigos de la lengua ya que a partir de ella podría llegarse
a la comprensión de los hechos culturales desde sus significados.
Varios alumnos de Boas sofisticaron desde sus experiencias de
trabajo de campo esta idea. Uno de los principales exponentes de ello
fue Edwar Sapir, el cual se interesó de manera tan profunda sobre
las estructuras lingüísticas al interior de la cultura que desarrolló las
bases teóricas de la lingüística contemporánea.
Malinowski consideró indispensable para las actividades de trabajo
de campo, el liberarse de la acción interpretativa de un guía o de
una persona que intermediara sobre el acto comunicativo entre el
antropólogo y la vida nativa. Esta consideración le llevó a sensibilizar
su oído, a tomar notas de los modos de comunicación, a experimentar
sobre elementos de fonología, a realizar un listado de palabras para
posteriormente construir frases y poder comunicarse.
La voluntad de Malinowski respecto al idioma local fue tan intensa,
que varios apartados de sus diarios de campo en Melanesia estaban
escritos de manera trilingüe: polaco, inglés y la lengua nativa. Con
ello, aseguraba la comprensión de la interpretación de los eventos
comunicativos, indagaba sentidos más profundos de elementos
simbólicos y podría correlacionar palabras y significados con la
función cultural de la lengua.
Hoy en día muy pocos estudiantes y profesores de antropología ven
como posible el aprender una lengua nativa, una segunda o una tercer
lengua debido a la excusa del tiempo y la distancia. Sin embargo el
aprendizaje lingüístico no únicamente se cierne en el vocabulario o
la fonética, sino también implica el aprendizaje de los modos locales
de comunicación, la comprensión de los códigos de intercambios, la
entonación y la contextualización situacional de su uso a partir de la
heterogeneidad de hablantes.
- R E E N C U E N T R O C O N E L A R G O N AU TA -

La antropología contemporánea que no realiza trabajo de campo


con grupos de lenguas nativas, no puede dejar de mirar los actos
comunicativos, los géneros gramaticales, los códigos de intercambio y
los significados de sus elementos simbólicos. Hoy el análisis de la lengua
sucede más allá de la oralidad, también observa sus implicaciones
sociales y culturales, el lenguaje corporal y los contextos comunicativos
físicos y virtuales. Es por ello que sofisticar a estas nuevas dimensiones
la necesidad de aprender una lengua, debería de apuntar al aprendizaje
de las formas comunicativas de la diversidad cultural.
d) El papel del especialista en antropología dentro del trabajo de
campo
Uno de los puntos más polémicos relacionados con la experiencia del
trabajo de campo tiene que ver con el rol del especialista en el contexto
etnográfico. Y la polémica está animada por las dos facetas abismales
conocidas de Malinowski, una de ellas, científica, juiciosa, íntegra,
ecuánime y objetiva. La otra, sensitiva, parcial, apasionada y subjetiva.
Ambas posiciones abismales generan una argamasa interpretativa
para que de manera simple lancemos a juicio al antropólogo polaco,
calificándolo de científico lascivo, neurótico, racista; eurocéntrico
colonialista y falocéntrico intolerante.
El juico de Malinowski frente a la historia de la antropología ha
deambulado por distintas instancias, jurados y jueces. Algunos han
sido simplistas en sus juicios, otros han sido más reflexivos en cuanto
a sus posibles culpas y/o atenuantes. Sin embargo, lo que queda en la
mesa son dos grandes y claros expedientes que nos cuentan la historia
del encuentro intercultural de manera distinta y que cuando se quiere
obrar de manera compleja lo que se debe hacer es tratar de unir en el
mismo expediente las dos caras del antropólogo.
Ningún etnógrafo con experiencia en trabajo de campo nos dejará
mentir sobre la enorme complejidad e intensidad con la que se vive
dicha experiencia intercultural. Para muchos colegas y estudiantes, la
experiencia in situ es tan impetuosa que la consideran como un rito
de paso para la elección y la forja de la vocación antropológica. La
antropología es una brega que se vive con el cuerpo y se comprende
con la mente, el diálogo intercultural tiene un enorme grado de
dificultad que se debe comprender con una mentalidad flexible a la
vez que con un principio académico firme.
Los momentos de adaptación a un contexto cultural distinto,
a un código comunicativo diferente, son radiantes, eufóricos y
terribles. El especialista en trabajo de campo a la par de construir
- 87 -

los elementos objetivos de su investigación tiene que adaptar a


códigos desconocidos, las siete necesidades humanas que menciona
Malinowski en su propuesta. Cada una de ellas es un reto que
encierra aventuras inexplicables e inevitables. Si los antropólogos
escribiéramos libremente sobre estos sucesos tendríamos un
género literario específico de tan vastas que serían las historias. Sin
embargo, la gran mayoría de ellas no llega a nuestros libros o papers
para el disfrute de curiosos y voyeristas, se queda en los bullicios y las
anécdotas que tienen en la oralidad el medio en el cual se desarrollan,
suceden y reinventan.
En el caso de Malinowski esto no fue así, el acto heroico de salir al
campo, sortear todos los obstáculos de la experiencia, sobrevivir a
todo tipo de enfermedades desconocidas y además regresar para
presentar un trabajo impecable en términos académicos, fue puesto
en duda con la publicación de sus diarios personales a 45 años de
distancia después de haberse propagado The Argonauts.
Dejando de juzgar de rapaz y extractivista, a la segunda esposa de
Malinowski, la cual enviudó después de dos años de matrimonio y no
haciendo caso de los buenos réditos económicos que construyó con la
edición póstuma de más de media docena de libros, comprenderíamos
que la publicación de sus diarios personales al tiempo que cambiaría la
interpretación íntegra, honorable y científica del antropólogo polaco,
también le daría la posibilidad de seguir viviendo y reproduciendo su
pensamiento al menos otros 45 años más.
Si este fue el plan de Valetta Malinowska (Valetta Swann mientras
vivía Bronislaw y Valetta Hayman-Joyce de su primer matrimonio)
entonces lo ha logrado con creces. La personalidad de Malinowski y
su obra generaron tal revuelo después de 1967 que aseguró su camino
entre las distintas comunidades de antropólogos en el mundo, algunos
para defender su honor, otros para hacer girones su memoria. Sin
embargo, como los grandes mitos, después de Los diarios, el nombre
de Malinowski sigue rondando las universidades y espacios de la
antropología en el mundo. A cincuenta años de esa publicación, las
distintas comunidades antropológicas en el mundo comprendemos
que el trabajo de campo encierra un diálogo intercultural intenso, que
el registro académico es una brújula para guiar nuestro camino y que
la ética, el respeto y el asombro por el otro, deben ser componentes
inalienables de nuestra labor.
Después de ser expuestos estos cuatro puntos comprendemos la
vigencia de la apuesta metodológica de Malinowski y que gracias a
ella tenemos hoy la capacidad de iniciar y terminar nuestras labores
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etnográficas sin perder de vista nuestra personalidad científica,


juiciosa y reflexiva, al mismo tiempo que cálida y respetuosa frente
a la diversidad.

RESPECTO A SU PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA Y SU ABORDAJE TEMÁTICO


UNO de los puntos por los cuales Malinowski es reconocido en la comunidad
antropológica es por su pluma prolija con la cual fue capaz de edificar
un conjunto de libros y ensayos que además de su contenido, fueron
sorprendentes por su volumen, calidad impecable de la preparación y su
modo temático de organizar los datos etnográficos para mostrarnos en cada
proyecto editorial una versión nueva y distinguida de la vida en la Melanesia.
Como ya lo hemos señalado, la década de los años veinte del siglo pasado
fue dorada en cuanto a su producción y edición bibliográfica. Si tomamos en
cuenta que el periodo en el cual se realizó el trabajo de campo, transcurrió
en dos temporadas la primera de 1914 a 1915 y en la segunda de 1917 a
1918, podemos advertir que la preparación del documento que constituyó
el libro de Los argonautas del Pacífico Occidental, tuvo que culminarse
para 1921. Lo cual nos deja en claro que Malinowski realizó una estrategia
de sistematización y análisis previo de sus elementos etnográficos in situ en
Melanesia y que posteriormente estando en Inglaterra, Australia y Tenerife,
dio los toques constitutivos y finales a tal obra.
Enlistando la producción de Malinowski en la décadas de los veinte, tenemos:
· 1922 Argonauts of the Western Pacific
· 1926 Myth in Primitive Psychology y Crime and Custom in
Savage Society
· 1927 The Father in Primitive Psychology
· 1927 Sex and Repression in Savage Society
· 1929 The Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia
Aquí observamos una producción sostenida durante siete años que se
distribuye en seis obras bibliográficas las cuales en promedio están constituidas
en términos de mecanoescrito en aproximadamente 200 cuartillas, las cuales
sumarian más de 1200 y que en idioma inglés se traducen entre 250 y 300
palabras por cada una. La suma total en un valor estimado seria 300,000
palabras escritas únicamente expresadas en su producción bibliográfica. A ello
debemos de sumar la redacción de conferencias, ensayos y artículos en revistas
con lo cual indudablemente la cifra se elevaría de manera eufórica.
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Si nos vamos a la década de los cuarenta justo al fragor de la impresión


de su obra póstuma a partir de colegas y brillantes alumnos y editores, su
producción estaría organizada de la siguiente manera:
· 1944 A Scientific Theory of Culture
· 1944 Freedom and Civilization
· 1945 The Dynamics of Culture Change
· 1948 Magic, Science and Religion and Other Essays
A estos cuatro libros distribuidos como obra póstuma habría que agregarle
un par de obras escritas en vida y fechadas de la siguiente manera:
· 1935 Coral Gardens and their Magic
· 1936 The Foundations of Faith and Morals
Si hacemos otro cálculo aproximado con los mismos números en promedio,
tendríamos nuevamente la cantidad de 300,000 palabras repartidas entre
un aproximado de 1200 cuartillas. Haciendo una aproximación tímida
de su obra bibliográfica estaríamos hablando de una sumatoria de más de
2500 cuartillas repartidas en más de medio millón de palabras. Los cálculos
aproximados de la obra global nos llevarían a pensar que Malinowski en vida
y muerte pudo haber redactado más de un millón de palabras a favor de la
antropología.
¿Cómo lo ha logrado? Esta es una de las preguntas frecuentes de aquellos que
siguen la obra de este autor. Una de las estrategias que optó el antropólogo
polaco fue establecer un hilo conductor para sus textos teniendo en común
el contexto. Nuevamente recordamos que los datos de campo obtenidos por
Malinowski se produjeron tras dos estancias en Melanesia, de ahí, repartió
los datos contextuales a partir de temas distintos organizados desde las
siete necesidades humanas. Con dicha estrategia tendría un panorama
general temático para la comprensión vasta y profunda de Nueva Guinea
distribuida en sendos volúmenes quizá orientado y animado por el espíritu
prolijo y disciplinado de su maestro Frazer quien en la elaboración de la
Rama Dorada superó cualquier límite en cuanto a la producción de estudios
antropológicos.
Todos estos números egregios, hoy en día pondría pálidas a las plumas
contemporáneas de jóvenes estudiantes y profesores de antropología, los
cuales en un promedio aproximado de su producción global oscila entre
400 y 600 cuartillas distribuida en libros de autor, capítulos y artículos.
Podríamos afirmar desde la simplicidad, que hoy en día la producción de
la escritura antropológica vive una transformación constante en cuanto a
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sus modelos de creación de conocimiento el cual a nivel internacional está


más encaminado hacia la producción en formatos breves que oscilan entre
20 y 40 cuartillas para artículos y capítulos, y de 100 a 250 cuartillas para
libros de autor, los cuales son cada vez más escasos y que gozan de la sombra
provocada por la multiplicación de libros coordinados que compilan y editan
varios capítulos de autores.
Sin embargo, en los tiempo de Malinowski las plumas voluminosas eran
frecuentes en antropología especialmente entre sus colegas, estudiantes y las
siguientes generaciones. Radcliffe-Brown su inevitable punto comparativo
escribió en vida más de media docena de libros de su propia autoría, lo cual
no es ni el preludio bibliográfico construido por el antropólogo centenario
francés Levi Strauss.
El comentario que finaliza esta sección tiene que ver con la escritura, en
cuanto a su disciplina, esmero y dedicación. Los antropólogos ayer y hoy
construyen, difunden su conocimiento principalmente desde la escritura,
es por ello que hay que mirarla como un camino frecuente, como un andar
nativo de la etnografía. Escribir es para los antropólogos como respirar,
y hacerlo muchas veces de manera repetida hará que lo concibamos de
manera natural e inevitable, sin adjetivos vinculados al cansancio o al tedio,
sino mas bien, a la reflexión y un ejercicio constante de eliminar las hojas en
blanco, de utilizar las letras y las palabras como posibles caminos hacia el
disfrute cultural, un modo de develar la magia de aquello que se construye
en la distancia y encuentra un nodo o interface en la escritura, esa que evoca
a lo diverso y nos llena de conocimientos que de otra manera serían poco
posibles de observar.
RESPECTO A SU ESCRITURA Y ESTÉTICA NARRATIVA
PARA muchos de los analistas de la obra de Malinowski, a lo largo de las
múltiples etapas dentro de su producción de textos antropológicos fue
mostrando distintos elementos narrativos representativos de los contextos
literarios en general y de producción antropológica en particular.
Existen varios trabajos donde el análisis de la estética narrativa
malinowskiana es el centro de grandes discusiones. Para Geertz por ejemplo
en el texto, la escritura del antropólogo polaco transita por un laberinto del
hiper realismo de corte romántico. Geertz señala que los recursos estilísticos
de la época de Malinowski inevitablemente lo llevaban a Joseph Conrad por
un lado y a James Frazer por el otro. De uno extrae la posibilidad de describir
suculentas realidades a mando escenográfico, detalles importantes que dan
sentido a los personajes. Del otro la articulación analítica, los recursos para
cerrar las conjeturas y las reflexiones; ambos se traducen en Malinowski en
un ir y venir de ideas claras, articuladas y pautadas con un ritmo lento de
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narración que va llevando al lector por las aguas tibias de las Trobriand al
mismo tiempo que las olas salpican nuevos tópicos que se van diluyendo en
el transitar de la canoa.
Este hiper realismo basado en detalles guiados por el ojo que mira más
que por la mano que describe, funciona como un portal donde el lector al
momento de entrar, transita en un mundo verídico donde sabe perfectamente
el lugar donde se encuentra cada cosa, el modo en el que se mueven y las
formas en las cuales los sobresaltos se resuelve ante la posible controversia.
Su estilo es narrativo, está descrito en primera y tercera persona. En primera
para establecer afirmaciones particulares, dirigir los pasos y caminos hacia
los temas, como si tratara de llevarnos por una novela de viajes donde
se precisa señalizar cada camino y por lo tanto, se mezcla dentro de las
imágenes extranjeras a modo de selfie.

“La primera vez que navegué por esta costa fue después de unos
pocos meses de estancia y trabajo de campo en el vecino distrito de
los mailu. Desde la isla de Toulon, el centro principal de los mailu
y su asentamiento más importante, acostumbraba a mirar hacia
la punta Este de la bahía de Orangerie y, en días claros, podía
distinguir las colinas piramidales de Bonabona, de Gadogado’a,
como lejanas siluetas azules” (MALINOWSKI, 1986:50).

Alguien que conociera los distintos elementos geográficos de la zona, le


quedaría muy clara la ubicación del lugar a partir del nombre de los lugares
descritos. Sin embargo, los toques estilísticos para nombrar, las lejanas
siluetas azules le dan una dimensión distinta al dato objetivo y lo desbordan
hacia un delicado placer literario.
El aliento literario cercano a Malinowski puede encontrar su fuente más allá
de la antropología. La literatura de aquellos momentos estaba impregnada
por distintos escritores importantes para la historia de la literatura, uno
de ellos a quien Malinowski mostró gran admiración es su paisano Joseph
Conrad el cual con una estética realista nos va llevando por caminos
misteriosos tal y como lo hace la antropología en sus descripciones de lo
incierto y lo diverso:
“Pero cuando el casco comenzó a hacer agua nos arrastramos
muy lentamente. Aquellas grandes extensiones se abrían ante
nosotros y volvían a cerrarse, como si la selva hubiera puesto poco
a poco un pie en el agua para cortarnos la retirada en el momento
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del regreso, penetramos más espesamente en el corazón de las


tinieblas. Allí había verdadera calma. A veces, por la noche. El
redoble de tambores detrás de la cortina vegetal, corría por el río,
se sostenía débilmente, se prolongaba como si revoloteara en el
aire por encima de nuestras cabezas, hasta la primera luz del día”
(CONRAD, 1903:57).

El uso de la tercera persona para Malinowski era un recurso ilustrador de


sus reflexiones y aseveraciones. Con ellas cerraba la posibilidad de duda de
la descripción y dirigía la interpretación de modo profesional, dando una
sensación de autoridad científica en sus discursos con lo cual no dejaba ni la
menor duda de sus afirmaciones.

“De las fuerzas y creencias que sustentan y regulan el trabajo de


los huertos quizá sea la magia la más importante. Constituye una
actividad independiente, y el mago de los huertos, después del jefe
y el hechicero, es el personaje más importante de la aldea. Esta
situación es hereditaria y en cada aldea se transmite, por línea
femenina, de una en otra generación, como un sistema especial de
magia. He dicho un sistema, porque el mago tiene que realizar una
serie de ritos y pronunciar una serie de fórmulas sobre el huerto
que van sincronizadas con el trabajo y que, de hecho, inician las
etapas de cada labor y de cada nuevo desarrollo del ciclo de las
plantas” (MALINOWSKI, 1986: 76).

De tal manera que no nos deja ninguna duda el antropólogo polaco, sobre
el papel que tiene la magia dentro de la vida sagrada y cotidiana de los
Trobriand además de dejarnos claro el modo en que jerárquicamente esta
actividad funciona dentro de sus instituciones.
Cuando Geertz escribe dentro de su libro El antropólogo como autor,
hace varias referencias y descripciones literarias en cuanto a los distintos
estilos que han tenido varios antropólogos a lo largo de la antropología para
hacer énfasis, de que a pesar de que esta es una ciencia encaminada por los
espíritus de la objetividad, sus recorridos están llenos de senderos y veredas
que cada profesional transita de formas muy peculiares.
Hablando de modos de escritura diversas, analiza los casos de Levy Strauss,
Evans Pritchard, Margaret Mead y Malinowski en cada uno de ellos
alrededor de sus escritos se esconden trayectorias literarias que colocan a
- 93 -

la antropología frente a la literatura como un género particular, el cual desde


su solidez objetiva y sus aseveraciones concretas nunca dejan de llevarnos
por la suavidad de los adjetivos, las palabras bien escogidas y tersas que nos
evocan y convocan estados de ánimo al mirar a la otredad.

Al revisar estos cuatro puntos anteriormente abordados (dimensión teórica


y conceptual, el método etnográfico, la producción bibliográfica y escritura
y estética narrativa) entendemos la pertinencia de Malinowski para la
realización de la antropología en el mundo contemporáneo.

Además de comprender los alcances y contenidos de su obra en su


conjunto, entendemos porque ha sido objeto de análisis, recurso temático,
salvavidas de los errados, revitalizador de los olvidados, esperanza para los
deshuesados y caballo de batalla contra los insolentes y paganos. Cientos o
tal vez miles alrededor del mundo han sido los profesionales que han escrito
a partir del autor. Posterior a su muerte, la revisión, el análisis, la evaluación
y la reflexión de su obra, así como sus ediciones póstumas de trabajos
y diarios de campo lo han llevado a la muerte y resurrección de manera
incontable. Es por ello que Malinowski se ha convertido en una gran fuente
de donde abreva la antropología y los antropólogos. Su obra desborda los
límites de su tiempo, sus detractores y amantes hacen crecer día con día el
sentido y el significado de su obra.

Tal y como lo señalan varios autores, en la actualidad no hay un profesional en


la antropología que se auto adscriba como funcionalista malinowskiano, y al
mismo tiempo que sucede ello, acontece que no hay profesional en el mundo de
la antropología que no haya visto desfilar desde sus horizontes de formación y
aprendizaje el nombre del antropólogo polaco, Los argonautas del pacífico, la
Melanesia, los ñames y las canoas rompiendo la espuma del mar.

Estamos seguros de que para nuestro campo de estudio el nombre de


Malinowski seguirá montado en su lacatoy, y tendremos en nuestra
vida nostálgica y nómada de antropólogos aquella mítica frase que dice:
Imagínese que de repente está en tierra, rodeado de todos sus pertrechos, solo
en una playa tropical cercana de un poblado indígena, mientras ve alejarse
hasta desaparecer la lancha que le ha llevado.
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actualizada en el aula. Universidad Autónoma del Estado de México.
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Este libro se terminó de imprimir en el taller de Diseño e


Impresiones Plaza Manueo Doblado 24, Centro, San José
Iturbide, Gto. en agosto de 2017. Con un tiraje de 500 ejemplares.

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