Vous êtes sur la page 1sur 5

LA OBJETIVACIÓN DEL

HOMBRE Y SU LOCURA EN LA
ÉPOCA MODERNA

Descripción breve
Ensayo final elaborado para el curso de filosofía de las ciencias sociales, impartido por el Mtro.
Mauricio Lugo Vázquez. Primavera 2015.

Adrián Larios López


BUAP-FFYL-Colegio de Filosofía
adrianll20@outlook.com
La locura es el lenguaje excluido, el que, contra el código del idioma,
pronuncia palabras sin significado … o aquel otro que hace pasar
significados prohibidos … Para esta represión de la locura como palabra
prohibida, la reforma de Pinel resulta más una realización visible que una
modificación. Ésta no se ha producido realmente antes de Freud, cuando
la experiencia de la locura se ha desplazado hacia la forma última de
prohibición del idioma… Desde Freud, la locura se ha convertido en un no
lenguaje, porque ha llegado a ser un lenguaje doble (lengua que no existe
más que en esta palabra, palabra que no dice más que su lengua), es decir,
una matriz del lenguaje que, en el sentido estricto, no dice nada. Pliegue del
hablado que es una ausencia de obra. (Foucault, 1967, 338)1

La justificación de este ensayo radica en una inquietud por delinear, de una manera
concreta, la posibilitación de las ciencias sociales y la descripción de su condición necesaria
para el surgimiento de ellas, es decir, la objetivación del hombre a partir de su locura, y la
línea que marca la razón entre ella y la locura a partir del discurso objetivante y en que
lugar llegan a converger, visto desde la óptica de Michel Foucault según lo descrito en el
quinto capítulo de Historia de la Locura en la Época Clásica (III) llamado El círculo
antropológico para lo cual es importante abordar las cuestiones de la libertad otorgada a los
locos, la predominación de tipos de conciencias en la época Moderna y el reduccionismo
que se hace de la locura por medio de discursos médicos.
Lo primero que se debe de entender al entrar en las cuestiones que nos atañen, es la
presencia predominante de conciencias colectivas que se presentan dentro de determinadas
construcciones sociales (las sociedades Occidentales en este caso) en un determinado
tiempo histórico (las que Foucault en otras obras llamará episteme), que harán posible el
surgimiento de instituciones, maneras de enunciar fenómenos, justificar prácticas o
rechazarlas y con ello afirmar su propia identidad o cultura; se trata, pues, de analizar por
qué las ciencias sociales pudieron surgir en la época Moderna y no la Clásica o el
Renacimiento. Las causas de esta distinción de epistemes yace en la limitación de la razón
con respecto a la sinrazón, en la que se resiste a lo que le es extraño a través de distintas
experiencias y, enunciadas en conciencias, son cuatro: “la conciencia crítica (la oposición
inmediata, sin conceptos ni definiciones, a la locura), la conciencia práctica (la oposición a
la locura, a partir de un grupo que se considera portador de las normas de la razón), la
conciencia enunciativa (la aprehensión de la locura a nivel perceptivo) y la conciencia
analítica (la conciencia de la locura a nivel de saber)” (Castro, 2006, 173). En la

1
Tercer tomo de La historia de la locura en la época clásica.
Modernidad podemos observar manifiesta la conciencia analítica y la conciencia práctica,
seguida de cerca por una conciencia enunciativa. Ahora, si bien éstas conciencias son
constitutivas de cada episteme y en cada una de las épocas no hay una supresión de algunas
sino tan sólo una predominancia de una o varias por sobre otra (s), no son exclusivas de los
discursos científicos sino también, como lo he mencionado, de prácticas y esto incluiría
también las prácticas médicas.
Describiré porque considerar esas tres conciencias como las predominantes en la relación
entre las prácticas médicas y la objetivación del sujeto. Ésta cuestión se encuentra ligada a
la adjudicación hecha por los médicos, aclarado con el ejemplo de Pinel (Foucault, 1967,
133)2, se han adjudicado incluso la autoridad moral de determinar quiénes deben estar
clasificados junto con los criminales (aunque de igual manera pasan de manera inmediata y
necesaria a otro encierro para poder ser observados desde arriba por la razón científica y
médica), pero no sólo ese objetivo tenía la supuesta acción liberadora de Pinel sino que, de
esta manera, al librar al loco de toda responsabilidad moral, al ausentar la obra del loco de
la historia absoluta de la razón y de los discursos que pueden enunciar algo acerca del
hombre, desdibujaba la frontera entre sujeto y objeto; a los locos librados de
responsabilidad moral y a merced de la objetivación, por medio de los discursos médicos
aplicados, en los que se clasificaba, jerarquizaba y categorizaba pero también en los que
reduce, se enuncian y descomponen únicamente los elementos perceptibles en el cuerpo del
enfermo, reduciendo la locura a una enfermedad mental, a una cuestión médica que el
psiquiatra denomina y nombra basándose en lo que puede observar por medio de patologías
presentadas en el cuerpo del enfermo, de esta manera haciendo heterogéneo los elementos
que puedan presentarse dentro de la figura del enfermo mental.
Observándolo de una manera contraria, es decir, tomando lo que hemos dicho de los
esfuerzos de la razón por objetivar la locura e invirtiéndolo, colocando la perspectiva de la
sinrazón, es aquel el giro antropológico que menciona Foucault, en el que se refiere a que
en esta determinada escisión entre la época clásica y la época moderna en que “Se libera al
loco de las prisiones del orden moral, pero el espacio rigurosamente cerrado en que jugará
su libertad reconquistada será investido por una armazón de conceptos. (...) se lo encierra
en un determinismo natural (...) [y] se constata la presencia objetiva de su culpa, que se
vuelve visible a través de sus patologías” (Gros, 2000, 65), no es otra cosa que la forma de
la razón de afirmarse y silenciar así cualquier discurso que la locura pueda hacer acerca del
hombre. Vemos pues, que no se trata únicamente de discursos acerca de algo, sino de
prácticas que toman lugar dentro de instituciones y que responden también a la toma de
batuta que el saber científico (y en especial el médico) tomará de la Iglesia como autoridad
moral y referente de verdad, este giro antropológico en la experiencia de la locura guarda
una estrecha relación con lo que después Foucault reflexionará en las relaciones de saber-
poder y que está relacionado con el surgimiento de las ciencias sociales. Ya que el encierro
del objeto de estudio, en este caso será el sujeto que ha sido deslizado hacia ser un objeto,
requerirá ser encerrado para estar controlado en todo momento, observado y poder

2
Tercer tomo de la Historia de la locura en la época clásica.
continuar con las prácticas en las que constantemente se tratará de analizar todo dentro de
lo posible y con la constante generación de discursos, también la justificación del por qué
es necesario conocer tal objeto, se vuelca la preocupación científica hacia lo humano.
A modo de conclusión, quisiera señalar la convergencia entre las distintas prácticas
médicas dentro de una institución y el inicio de los discursos médicos como la única
manera de hablar acerca de la locura, a partir de lo que marcan ellos, como el gran destape
para que las diferentes ciencias sociales pudiesen emerger pues dan un asidero firme en el
que sustentar sus pretensiones científicas al hablar acerca de lo humano. El instituto y
encierro psiquiátrico constituye el lugar de confluencia para que la conciencia analítica
tome la fuerza necesaria para usurpar y silenciar discursos que antes podían ser
pronunciados, no sólo por la Iglesia o la Corona, sino también por la literatura y las
producciones pictóricas.
Así mismo, se puede observar con mayor claridad la línea que traza la razón con respecto a
la sinrazón, una vez descrito todo lo anterior aunque de manera somera. La razón se ve
personificada ahora en un sujeto, pareciera ahora tomar una forma áurea, que se yergue
firme sobre los pedestales que le otorga el espíritu analítico gracias al cual la humanidad
progresa y que, desde arriba, constantemente acechando a los entes de la sinrazón, a los
errantes navegantes de las aguas turbias y a quienes nunca más cobijará la luna como a sus
hijos, a quienes también teme pues, si no fuera de esa manera, ¿por qué la necesidad
apremiante de encerrar, exiliar, objetivar y silenciar aquello de lo que nunca puede
separarse, por relación de contrarios? Es una pregunta que va más allá de la cuestión a
tratar aquí y también de mis capacidades; pero, al menos, me es preciso señalar también la
falta de autocrítica que, en cierto momento histórico, la locura también tuvo por marca, una
vana presunción de la medicina y quizá también de las ciencias humanas en que “por medio
de una adhesión imaginaria le permite atribuirse todas las cualidades, todas las virtudes o
poderes de que él está desprovisto” (Foucault, 1967, 30)3, pues usurpa el trono solar para
decir la única verdad acerca de lo humano y la locura.

3
Primer tomo de la Historia de la locura en la época clásica.
Trabajos citados
CASTRO, E. Michel Foucault: sujeto e historia. Tópicos [online]. 2006, n.14. Recuperado
en 26 de abril de 2015, de:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1666-
485X2006000100008&lng=es&nrm=iso.
Gros, F. Foucault y la locura. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión: 2000.
Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica III. México. FCE: 1967.

Referencias
Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica III. México. FCE: 1967.

Bibliografía
Salcedo, M. La ausencia de obra en la locura. Praxis Filosófica: 2010. Recuperado en 26
de abril de 2015, de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-
46882010000200009&lng=es&tlng=es.
Jorquera, V. De la psicologización de la locura a la objetivación del individuo. Recuperado
en 26 de abril de 2015, de:
http://www.sindominio.net/versus/paginas/textos/textos_00/hist_locura_1.htm#_ftn4
Calvet, T. O homem, sua locura e sua verdade – “Ser justo com Freud”. Direito e
Filosofia, Editar: 2011.
Ovejero, A. Pastor, J. La dialéctica saber/poder en Michel Foucault: un instrumento de
reflexión crítica sobre la escuela. Asturias, Aula Abierta, 2001.
Foucault, M. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid, Alianza: 1981.
Foucault, M. El poder, una bestia magnífica: sobre el poder, la prisión y la vida. Buenos Aires,
Siglo Veintiuno: 2012.
Pastor, J. Ovejero, A. Michel Foucault, caja de herramientas contra la dominación. Oviedo,
Universidad de Oviedo: 2007.

Vous aimerez peut-être aussi