Vous êtes sur la page 1sur 1

QUINTA PALABRA: TENGO SED

La expresión “Tengo sed” que proclamó nuestro Señor en la cruz, en


primera instancia nos muestra la condición humana de JESÚS; el
mismo DIOS que se hizo carne, es decir, se hizo hombre igual a
nosotros menos en el pecado y que también sintió sueño, dolor, fatiga,
hambre y por supuesto sed. Ahora bien, si ahondamos un poco en esta
expresión, en segunda instancia podemos ver que JESÚS
probablemente no solo tenía sed física sino una sed de otras
magnitudes: una sed de justicia.
Con esta expresión, JESÚS quiere que todos seamos conscientes de
que tenemos una sed muy grande, si el mismo DIOS allá en la cruz
clamaba por un poco de agua, ¿por qué no nosotros? Pues Nuestro
Señor desde arriba, desde la cruz, vio a toda aquella humanidad que
padecía de sed, una sed que no es saciada por el mundo que nos rodea,
una sed que no se calma con las personas que nos rodean, una sed
que no termina con las cosas materiales que nos rodean; entonces es
allí donde el ser humano percibe y siente la necesidad de buscar ese
“algo” o ese “alguien” que lo pueda saciar para siempre.
Queridos hermanos, este caminar por la vida es la ruta que nos debe
conducir a los brazos del PADRE, es un camino de obstáculos,
adversidades, tribulaciones, enfermedades, problemas, angustias y un
sinfín de elementos que nos agotan día a día y nos genera cansancio,
hambre y sed, pero no física sino espiritual, por eso la importancia de
tener siempre a la mano esa fuente inagotable de amor, de agua viva
que es el mismo JESÚS, agua profunda que quita la sed.
Recordemos el pasaje bíblico de la Samaritana, aquella mujer que se
encontró con JESÚS junto a un pozo. En ese diálogo de corazón a
corazón aquella mujer se sintió sanada y reorientada. Porque entendió
que la única y verdadera fuente de agua que calma la sed es JESÚS.
“Señor, dame esa agua”. Es la petición de la samaritana. Hagamos
nuestra esta petición: “Señor, danos a beber de un agua que quita la
sed, que nos orienta, que despierta nuestra esperanza y nos
compromete con los demás. Señor, con tu agua, nuestra vida se
convertirá también en pozo para otros, en corazón que bombea amor y
solidaridad, refresco y descanso en medio del desierto”. Amén.

Vous aimerez peut-être aussi