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CONFERENCIA 2

Tema I. Bases generales de las Relaciones Capitalistas de Producción.

Sumario:

- La producción mercantil: origen y desarrollo. Producción mercantil simple y


producción mercantil capitalista.
- La mercancía: sus cualidades y sistema de contradicciones.
- El doble carácter del trabajo materializado en la mercancía.
- La productividad y la intensidad del trabajo.
- Desarrollo de las formas del valor. Surgimiento del dinero. Funciones del dinero.
- El fetichismo mercantil.
- La Ley del valor.

Bibliografía:

- Colectivo de autores: Lecciones de Economía Política del capitalismo. Editora Félix


Varela, La Habana, 2001, Cap 1 - 5
- Colectivo de autores, Fundamentos generales del modo de producción capitalista, cap.
1 y 2.
- K. Marx, El Capital, Tomo I, Sección 1ra, cap. 1, § 1y 2, § 3, pp. 15-50, cap. 2 y 3.
- K. Marx, Contribución a la crítica de la Economía Política, prólogo y apéndice.
- Manual de Economía Política, cap. I-IV, pp.3-101 y cap. V, pp.102-107.
- Héctor Ayala, “Apuntes sobre las relaciones mercantiles”, Revista Economía y
Desarrollo, No. 42, julio-agosto, 1977.

Contenido:

 La producción mercantil: origen y desarrollo.

“Para desplegar en todo su alcance esta crítica de la economía burguesa, no bastaba


conocer la forma capitalista de producción, de intercambio y de distribución. Había que
investigar también y traer a comparación, aunque sólo fuese en sus rasgos más generales,
las formas que le precedieron o que, paralelamente a ella, existen todavía en países de
menos desarrollo.”
Federico Engels, Anti-Dühring.

Hace tres millones de años surgió en el planeta, el primer tipo de sociedad que existió, la
comunidad primitiva, en la que el hombre producía para satisfacer sus necesidades. Con el
paso del tiempo, se fueron desarrollando las fuerzas productivas, o sea, se fueron
perfeccionando los instrumentos de trabajo y el hombre fue incorporando más habilidades y
conocimientos (descubrimiento del fuego, uso de los metales, etc.), todo lo cual fue
incrementando la producción, originándose el excedente. De este último comenzaron a
apropiarse los jefes de las tribus, lo cual fue creando diferencias entre los miembros de la
comunidad, contribuyendo a la desintegración de este modo de producción.

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Si analizamos este fenómeno más detenidamente, observamos que como resultado del
progreso de la ganadería y la agricultura, fruto del perfeccionamiento de la caza y la
recolecta, como primeras actividades del hombre, surge la primera gran división social del
trabajo, cuando se produce la segregación de las tribus de pastores de la masa de las tribus
primitivas.

Esta división social del trabajo, sumada al perfeccionamiento de los medios de producción,
condujo al incremento de la productividad del trabajo y a la creación de premisas para:

- el intercambio de lo producido con un carácter regular


- el surgimiento de la propiedad privada
- la desintegración de las relaciones de producción de la comunidad primitiva y
- la división de la sociedad en clases

A su vez, la propiedad privada sobre los medios de producción condicionó:

- la apropiación del producto del trabajo por los propietarios de los medios de producción
- la aparición de la explotación del hombre por el hombre
- la escisión de la sociedad en dos clases (explotadores y explotados) y
- el surgimiento del Estado como órgano de poder de la clase dominante

El producto excedente, como ya habíamos apuntado, comienza a cambiarse, siendo la


primera forma de cambio el trueque o intercambio directo del producto sobrante por el
producto deseado. En aquel entonces, este cambio era de manera casual, fortuito.

Al desintegrarse la comunidad primitiva surgen nuevas formas de relaciones de producción,


las esclavistas, y con ellas el régimen esclavista de producción y las clases esclavistas y
esclavos. Entre las primeras civilizaciones esclavistas se encuentran, en el Oriente Antiguo,
Egipto, Mesopotamia, India, China y posteriormente, Grecia y Roma.

En el seno de este régimen se produce la segunda división social del trabajo con el
desglose de la artesanía (los oficios) de la agricultura, como rama independiente; paso
decisivo para el surgimiento de la producción mercantil.

Sin embargo, en lo fundamental, la producción sigue teniendo un carácter natural, pues al


interior de cada hacienda esclavista se producen, principalmente, los artículos para la
satisfacción de las necesidades, o sea, para el consumo de los esclavistas.

Continuamos avanzando en la línea del tiempo y continúa igualmente el ascenso de la


producción que se realiza con destino al cambio. Comienzan a aparecer determinados
individuos que sólo se dedican al comercio, el cual ha ido alcanzando un mayor grado de
desarrollo. Se produce entonces, la tercera división social del trabajo, surgiendo así los
comerciantes o mercaderes.

Por otra parte, se está dando la situación, por un lado, de que ya el trabajo esclavo no es
productivo, pues los esclavos no tienen incentivo para producir; y por otro, se van
incrementando las sublevaciones esclavas. De esta manera, y fruto también de una serie de

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acontecimientos históricos importantes, la sociedad esclavista entra en decadencia, dándole
paso al sistema feudal, con el surgimiento de las grandes propiedades terratenientes
(señoríos o feudos), formadas a partir de la distribución de tierras entre los esclavistas; y
con ello, dos nuevas clases: terratenientes y siervos.

No obstante, continúa dominando la economía natural, al satisfacerse las necesidades del


Sr. feudal en sus propias haciendas, con el trabajo de los siervos. Así, se fortalece el
régimen feudal hacia el siglo IX.

Pero sigue pasando el tiempo y con él, continúa el desarrollo de las fuerzas productivas y el
consiguiente ascenso de la producción. Ya no sólo se produce para el consumo, sino que
comienza a producirse para el cambio. Con ello, se van enriqueciendo los artesanos y los
campesinos libres en las ciudades y van agrupándose en los denominados burgos, surgiendo
una nueva clase, la burguesía. Esta última consideraba necesario romper con las ataduras
feudales (los gremios conformados por los artesanos y las guildas conformadas por los
comerciantes) y a pesar de que ya ostentaban el poder económico, aún les restaba
conquistar el poder político, que estaba en manos de la clase feudal.

Por otra parte, se producen igualmente importantes avances en la ciencia, la técnica, la


geografía y las artes, todo lo cual comienza a encontrar trabas en el régimen feudal.
Ejemplo de ello son los viajes de Colón y Magallanes; el nuevo uso de la imprenta, la
navegación, la industria del vidrio, la minería; Copérnico con su teoría del Sol y Galileo
con sus ideas sobre la Tierra; L. Da Vinci, Miguel Angel, Rafael, Rabelais, Shakespeare y
Cervantes, en las artes; todos exponentes del Renacimiento de los siglos XIV, XV y XVI. Y
es también época de conquista y colonización, el capitalismo naciente necesita expandirse;
estallan entonces las revoluciones burguesas, alrededor de 1750, desaparecen las
monarquías y surge así el capitalismo como modo de producción consolidado.

Y escribe Marx en el prólogo a Contribución a la crítica de la Economía Política: “Las


relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de
producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino en el de un
antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; las
fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo
tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con esta formación
social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana.”

Como ha podido apreciarse en este recuento histórico, la producción mercantil está presente
desde los primeros indicios de la desintegración de la comunidad primitiva, aunque aún no
tenga carácter dominante, sino más bien secundario y subordinado.

¿Qué es entonces la producción mercantil?

1. Por producción mercantil se entiende una organización de la economía social en la


cual los productos son producidos por productores individuales y aislados, cada uno de
los cuales se especializa en la elaboración de un determinado producto, de modo que
para satisfacer las necesidades sociales le es imprescindible comprar y vender
productos (que por esta razón se convierten en mercancías) en el mercado.

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2. Si los objetos útiles adoptan la forma de mercancía es, pura y simplemente, porque
son productos de trabajos privados independientes los unos de los otros. El conjunto
de estos trabajos privados forma el trabajo colectivo de la sociedad. Como los
productores entran en contacto social al cambiar entre sí los productos de su
trabajo es natural que el carácter específicamente social de sus trabajos
privados sólo resalte dentro de este intercambio. También podríamos decir que
los trabajos privados sólo funcionan como eslabones del trabajo colectivo de la
sociedad por medio de las relaciones que el cambio establece entre los productos del
trabajo y, a través de ellos, entre los productores. (El Capital, t.I).

3. ¿Qué son mercancías? Productos elaborados en una sociedad de productores


privados más o menos aislados y, por consiguiente, ante todo, productos privados. Pero
estos productos privados sólo se convierten en mercancías a partir del instante en que
no se crean para el consumo propio sino para ser consumidos por otros, o lo que es lo
mismo, se producen para el consumo social; esos productos se lanzan al consumo
social por medio del intercambio. (Anti-Dühring).

De estas definiciones podemos derivar do cuestiones importantes. En primer lugar, la base


de la producción mercantil, que como puede observarse, es la división social del trabajo; y
su causa, que no es otra que el aislamiento económico entre los productores, el cual se
presenta en el capitalismo bajo la forma de propiedad privada.

Asimismo, está explicado el concepto de mercancía, la cual debe cumplir con cuatro
aspectos fundamentales:

1. Ser un objeto útil, apto para satisfacer necesidades humanas de cualquier tipo, ya sean
materiales o espirituales.
2. Ser fruto del trabajo humano (por ejemplo, la lluvia, el aire, el mar, etc., aun cuando
satisfacen necesidades del hombre, no son mercancías al no ser fruto del trabajo
humano).
3. Ser producido por otros, para satisfacer necesidades de otros (por ejemplo, un jugo de
naranja que se prepara para satisfacer la sed, aun cuando cumpla las dos primeras
condiciones, no es una mercancía, al no satisfacer necesidades ajenas)
4. Pasar a manos de quien lo necesita por medio del cambio, de un acto de compra – venta
(por ejemplo, en los modos de producción anteriores (comunidad primitiva, esclavismo
y feudalismo), aún cuando se cumplían las tres primeras condiciones, el resultado del
trabajo no era mercancía, al no mediar un acto de cambio).

 Producción mercantil simple y producción mercantil capitalista.

Por último, sólo nos queda explicar que la producción mercantil puede ser simple o
capitalista; entre ambos conceptos existen semejanzas y diferencias importantes.

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- Semejanzas: - ambas están vinculadas al mercado (lugar donde tiene lugar el cambio)
- ambas se basan en la propiedad privada sobre los medios de producción

- Diferencias

Producción Mercantil Simple

1) No existe la fuerza de trabajo como


una mercancía
2) Carácter secundario y subordinado
3) Se basa en la pequeña propiedad
sobre los medios de producción
4) El propietario de los medios de
producción y el productor son la
misma persona (de ahí que a éste le
pertenezca el fruto del trabajo)
5) Su objetivo inmediato es la
satisfacción de las necesidades.

Producción Mercantil Capitalista

1) Surge la fuerza de trabajo como una


mercancía especial
2) Carácter general y dominante
3) Se basa en la propiedad capitalista
sobre los medios de producción
4) El propietario de los medios de
producción y el productor no son la
misma persona (de ahí que exista
apropiación de trabajo ajeno)
5) Su objetivo inmediato es la obtención
de plusvalía (ganancia)

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Como puede observarse, aun cuando la producción mercantil simple y la capitalista
tienen una misma base económica, la propiedad privada, existen profundas diferencias de
principio entre ellas. Sin embargo, en este primer tema haremos abstracción de ellas para
conocer primeramente lo general de las relaciones mercantiles y sus principales
categorías y relaciones. Sólo en un segundo momento pasaremos a estudiar la producción
mercantil capitalista.

 El doble aspecto de la mercancía y el doble carácter del trabajo.

La mercancía es la célula económica fundamental de la sociedad burguesa y a partir de


ella se desarrolla el sistema de relaciones capitalistas de producción. Todos los rasgos y
contradicciones fundamentales de este modo de producción se observan en ella de forma
embrionaria, por eso constituye el centro del análisis.

Con respecto al primero de los aspectos que debía cumplir una mercancía, o sea, ser un
objeto de utilidad, es necesario precisar que esta propiedad de ser útil es lo que la
caracteriza como un valor de uso. Este se manifiesta o reside en la propia materialidad
del objeto, en sus propiedades físicas, químicas, etc., las cuales se manifiestan cuando el
objeto se consume; es decir, el valor de uso se realiza en el consumo.

Pero por otro lado, al ser el objeto producido para otros y tener que llegar a su destino a
través de un acto de cambio, la mercancía tendrá que poseer igualmente un valor de
cambio. Este se nos presenta como la proporción en que cambia un número de valor de
uso de una clase por un número de valor de uso de otra clase; el valor de cambio se
realiza en el intercambio.

Así, la mercancía tiene un doble aspecto: el valor de uso y el valor de cambio.

Valor de uso: forma el contenido material de la riqueza, cualquiera que sea la forma
social que esta revista; en cualquier tipo de sociedad, como contenido material de la
riqueza, el valor de uso no expresa ninguna relación económico-social específica. De ahí
que en este sentido, no sea, de interés de la Economía Política. Sin embargo, al constituir
el soporte material del valor de cambio y, por tanto, sí expresar una relación económico-
social específica, sí es objeto de estudio de la Economía Política.

Valor de cambio: es, como ya mencionamos anteriormente, la proporción en que se


cambian valores de uso de un tipo por valores de uso de otro. O sea, que podemos
cambiar X cantidad del producto A por Y cantidad del producto B por Z cantidad del
producto C y así sucesivamente, relación que varía constantemente de acuerdo a los
lugares y el momento histórico.
De esta manera, a primera vista el valor de cambio aparece como una relación
cuantitativa y como si fuera algo casual y relativo, que no puede expresar nada interno e
inmanente a la mercancía.

Sin embargo, cuando se cambian los diferentes valores de uso es porque existe algo
cualitativamente igual que los hace comparables y conmensurables entre sí. Es decir, un
“algo común” que no es el valor de uso, pues las mercancías son diferentes entre sí
atendiendo a sus propiedades materiales. Entonces, ¿qué es ese algo común que permite
que las mercancías puedan ser intercambiadas?

Para responder esto, se hace necesario hacer abstracción de las propiedades de las
mercancías, de su valor de uso y así sólo quedaría un único aspecto en común: que todas
las mercancías son producto del trabajo humano. Y al trabajo humano materializado en
una mercancía lo denominaremos valor.

Pero no del trabajo específico que crea la mercancía, el trabajo concreto, sino del trabajo
humano, visto como tal, como trabajo que no se distingue de otros, como el desgaste de
energías físicas y mentales que implica todo trabajo creador de mercancías, como trabajo
abstracto (abstracto porque se hace abstracción de sus formas concretas, pero no porque
este carácter del trabajo no tenga una existencia tan real como su carácter concreto).

Así, podemos hablar entonces del doble carácter del trabajo.

Trabajo concreto: se refiere a los distintos tipos de trabajo específicos, al trabajo visto
desde el punto de vista de ser una actividad útil, encaminada a un fin concreto, que se
realiza con determinados esfuerzos, medios y objetos. Los distintos tipos de trabajo
concreto no se parecen unos a otros, tienen la característica de ser cualitativamente
heterogéneos. Es el trabajo productor de valores de uso, los cuales también son muy
diversos, de ahí la necesidad de cambiarse unos por otros, pues no tendría mucho sentido
cambiar dos objetos similares. Este trabajo, en tanto creador de valores de uso, es una
categoría histórica general y no depende de la forma social de producción.

Trabajo abstracto: se refiere al trabajo visto desde el punto de vista del gasto de
energías físicas y mentales que requiere la creación de un objeto determinado, o sea, al
gasto de fuerza de trabajo humano que tienen de común todos los trabajos de los
productores de mercancías. Este trabajo es cualitativamente homogéneo, no diferenciado,
el cual borra la individualidad de los productores, representando la similitud física de los
distintos tipos de trabajo de los productores de mercancía. Es el creador del valor de la
mercancía.

De esta manera, podemos decir que el valor es ese “algo común” que tienen todas las
mercancías, el cual toma cuerpo en la relación de cambio, de ahí que se exprese a través
del valor de cambio, su forma externa. Este valor ha sido creado por el trabajo humano
indistinto (abstracto) y es ello justamente lo que hace a las mercancías homogéneas y
conmesurables.

Esta forma de valor no es visible, tangible, como lo es su forma natural (el valor de uso),
sino que se revela en la relación de una mercancía con otra, en el momento del cambio y
no tomando una mercancía aislada. De ahí que el valor de cambio sea una relación
cuantitativa en la que se expresa el valor de una mercancía en una cantidad determinada
de valor de uso de otra mercancía.
Con respecto al doble carácter del trabajo, nos gustaría hacer una última precisión. El
trabajo concreto, visto cono trabajo específico, diferenciado, es la base sobre la cual se
hace posible la división social del trabajo y, considerado así, como trabajo útil creador de
valores de uso, el trabajo no está vinculado a ninguna relación económico-social
específica, sino que es una necesidad perenne de la sociedad para su supervivencia. Pero
por otro lado, el trabajo visto como creador del valor de las mercancías, es decir, como
trabajo abstracto, sí se vincula únicamente a unas relaciones económico-sociales
específicas: a las relaciones económico-mercantiles y durará, por tanto, mientras duren
éstas.

En todos los regímenes de producción no mercantiles, el hombre, en el proceso de


trabajo, sufre también un desgaste de energías físicas y mentales, cualquiera que sea el
tipo concreto de trabajo que realice. Sin embargo, el trabajo en general, no crea valor,
crea valor sólo en las condiciones de existencia de la producción mercantil cuando el
productor produce valores de uso que pasan a manos de otros a través de un acto de
cambio y los gastos de trabajo hacen de medida espontánea de las relaciones económicas.

El trabajo abstracto es la forma histórica necesaria de expresar el carácter social del


trabajo cuando éste no se expresa directamente, sino de forma indirecta a través del
mercado, cuando sirve de base objetiva para la equiparación de los distintos productos del
trabajo en el proceso de cambio. El valor es, por tanto, una relación social.

La magnitud del valor de una mercancía está dada por la cantidad de trabajo que ésta
encierre en su creación, la cual se mide a su vez por el tiempo de duración del mismo,
cuyo patrón de medida es las diferentes unidades del tiempo (horas, semanas, meses,
etc.).

Pero este tiempo de trabajo del que estamos hablando no puede ser el tiempo de trabajo
individual que cada productor aislado necesita para elaborar su mercancía. En primer
lugar, porque una misma clase de mercancía tendría múltiples valores y, en segundo
lugar, porque el mayor valor sería el de las condiciones peores al tener que invertir mayor
cantidad de tiempo, lo cual nos llevaría a la absurda conclusión de que el trabajo eficiente
no tendría cabida, constituyendo además, un freno al desarrollo de las fuerzas
productivas.

De ahí entonces que la magnitud de valor de las mercancías estaría determinada por el
tiempo empleado en producirlas en las condiciones sociales medias de producción dadas,
es decir, del grado medio del desarrollo técnico y de destreza e intensidad imperantes en
cada época. A este tiempo así establecido se le denomina tiempo de trabajo socialmente
necesario (TTSN). Así, este valor se aproximará a aquellas condiciones de producción
donde se produce la masa fundamental de la mercancía dada, estableciéndose, además, de
forma espontánea en el mercado, a través de la competencia.

Sobre esto, plantea Marx en El Capital: “Tiempo de trabajo socialmente necesario es


aquel que se requiere para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones
normales de producción y con el grado medio de destreza e intensidad del trabajo
imperante en la sociedad.”

Por último, es necesario apuntar que para medir este tiempo de trabajo socialmente
necesario, los diferentes trabajos se reducen a trabajo no diferenciado, uniforme, al
empleo de la simple fuerza de trabajo que cada hombre común y corriente posee y para
cuya ejecución no se requiere de educación especial alguna. A este trabajo se le denomina
trabajo simple, y el mismo varía según los países y de acuerdo a la cultura de cada época,
pero es uno determinado en cada sociedad en cada etapa de su desarrollo.

Pero por otra parte, los diversos tipos de trabajo concreto no se diferencian sólo por la
diversidad de los esfuerzos y medios utilizados y por los resultados obtenidos, sino
también por su grado de complejidad, que determina la necesidad de una mayor o menor
calificación de la fuerza de trabajo. El trabajo así considerado se denomina trabajo
complejo y no es más que el trabajo simple potenciado, multiplicado, siendo en el
mercado donde éste se reduce a trabajo simple. En la misma unidad de tiempo, el trabajo
complejo crea más valor que el trabajo simple. De ahí que toda cantidad de trabajo
complejo pueda expresarse en cierta cantidad mayor de trabajo simple.

Por consiguiente, la magnitud del valor de la mercancía se determina por el tiempo de


trabajo socialmente necesario en unidades de trabajo simple.

 Sobre las principales contradicciones.

La apariencia externa de la mercancía entre el valor de uso y el valor de cambio es


contradictoria y representa la contradicción más simple de la mercancía.

El valor de uso y el valor de cambio constituyen dos aspectos inseparables de la


mercancía sin los cuales esta no puede existir como tal. La mercancía para poder ser
objeto de cambio (valor de cambio) tiene que ser necesariamente un objeto útil (valor de
uso). Y por otra parte, para que el valor de uso pueda realizarse en el consumo, o sea,
para que pueda llegar a satisfacer realmente una necesidad, debe ser cambiado, o lo que
es lo mismo, debe realizarse previamente como valor de cambio. Por tanto, existe un
condicionamiento mutuo entre estos dos aspectos de la mercancía, mediante el cual la
existencia de uno presupone la existencia del otro.

Sin embargo, y al mismo tiempo, el valor de uso y el valor de cambio representan dos
polos contrapuestos ya que si bien la mercancía es la unidad de estos dos aspectos, su
poseedor no puede aprovecharla en ambos sentidos al mismo tiempo. De realizarla como
valor de uso, o sea, de consumirla, su poseedor se vería imposibilitado de realizarla como
valor de cambio, es decir, de cambiarla; y viceversa, con lo cual se pone de manifiesto
que si bien ambas cualidades tienen que existir potencialmente en la mercancía, cada una
de ellas tiene su momento de realización: una en el consumo y la otra en el cambio, lo
que muestra la exclusión recíproca existente entre ambos aspectos.
Pero por otra parte, recordemos que el valor de cambio es la apariencia externa del valor
de la mercancía, que habíamos visto no era más que el trabajo materializado en su
producción. Así, estos dos aspectos, valor de uso y valor, por la unidad dialéctica que
representan, no pueden existir el uno sin el otro. Sin embargo, ambos constituyen
igualmente dos polos opuestos: las mercancías como valores de uso son cualitativamente
diferentes y cuantitativamente inconmensurables, mientras que como valores, son
cualitativamente homogéneas y cuantitativamente conmensurables. Como valores de uso,
éstas se producen para el consumo, mientras que como valores se producen para el
cambio; si son utilizadas como valores de uso no pueden ser utilizadas al mismo tiempo
como valores y viceversa.

La mercancía se realiza primero como valor y posteriormente como valor de uso, pero
para poder realizarse como valor, tiene que tener de antemano valor de uso, pues de lo
contrario, nadie la compraría. Entre el valor y el valor de uso de la mercancía existe un
conflicto indisoluble en base al cual se desarrollan las relaciones de producción que
tienen forma mercantil y, en particular, las relaciones capitalistas.

De todo esto se desprende que para que el valor de uso se realice como tal, tiene que
realizarse como valor, es decir, como valor de uso necesario para otro en el acto de
cambio. Pero al los productores producir de espaldas al mercado y no conocer de
antemano las necesidades de éste, es posible que los valores de uso producidos no sean
necesarios a la sociedad y, por ende, no se realicen como valores y, como es natural,
tampoco como valores de uso. Este es el origen de las llamadas crisis de
superproducción.

Ahora bien, en la producción mercantil, la producción tiene, por un lado, un carácter


social, expresado, como habíamos apuntado anteriormente, en el trabajo abstracto,
manifestándose por tanto no en la producción, sino en el acto de cambio. Este carácter
social es, además, consecuencia de la existencia de la división social del trabajo que
vincula a los productores, del hecho de que se produzca para otros y no para sí, de ahí la
necesidad de relacionarse y de ser el producto del trabajo resultado de la acción colectiva
de varios productores.

Pero la existencia de propiedad privada sobre los medios de producción aísla a unos
productores de otros y cada uno de ellos produce con independencia de los demás; el acto
de producción es privativo de cada cual y el resultado de la producción es asimismo
propiedad privada de cada productor por separado y no de la sociedad en su conjunto,
integrada por el total de productores de mercancías. De aquí que la producción tenga
también un carácter privado.

Y en esto radica justamente la contradicción económica fundamental de la producción


mercantil: en el carácter social, por un lado, y privado, por el otro, del proceso de
producción en la producción mercantil.

 Productividad e intensidad del trabajo.


En esta última parte de la conferencia definiremos estos dos conceptos y haremos
referencia a su influencia en la magnitud del valor.

Productividad del trabajo: medida en que un trabajo determinado se convierte en una


determinada cantidad de bienes materiales y se mide por la cantidad de valores de uso
que se produce por unidad de tiempo (siempre se refiere al trabajo concreto).

Entre los factores que pueden influir en la productividad están:

1. Grado medio de destreza del obrero.


2. Nivel de progreso alcanzado por la ciencia y sus aplicaciones a la producción.
3. Organización social de la producción, o sea, el grado de racionalización.
4. El volumen y la eficiencia de los medios de producción.
5. Las condiciones naturales (el clima, la fertilidad de los suelos, etc.).

Cuando la productividad del trabajo varía, el trabajo en su carácter abstracto no se afecta,


por lo que partiendo de un mismo grado de intensidad y de complejidad, este trabajo
abstracto creará siempre la misma magnitud de valor en una unidad de tiempo
determinada, cualquiera que sean las variaciones en la productividad.

Por ello, al esta última aumentar, y aumentar por ende la cantidad de valores de uso, una
misma cantidad de valor se distribuye entre una masa mayor de valores de uso,
significando una disminución de la magnitud individual de cada mercancía (de su valor
unitario).

Intensidad del trabajo: se refiere a la inversión de trabajo en una unidad de tiempo


determinada, o sea, al desgaste de energía realizado en un tiempo determinado (siempre
referido al trabajo abstracto).

Cuando ocurre un incremento de la intensidad del trabajo, ello implica un desgaste mayor
de energías durante el mismo tiempo, una tensión redoblada de la fuerza de trabajo y por
esto un producto de valor mayor en la misma unidad de tiempo lo que significa que, a
pesar de que se crea una masa mayor de valores de uso, a diferencia de lo que ocurre
cuando aumenta la productividad, la magnitud de valor de cada mercancía no disminuye
sino que se mantiene, o disminuye en una proporción muy inferior a la que aumentó
dicha masa o, incluso, puede hacerse mayor.

↑productividad del trabajo → ↑cantidad de valores de uso (en el mismo tiempo) → masa
global de valor permanece constante → ↓TTSN por unidad de mercancía (valor unitario)

↑intensidad del trabajo → ↑la producción → ↑masa de valores creados → ↑valor por
unidad de producto es constante → el incremento de los valores de uso es proporcional al
incremento de los gastos de trabajo.
Fuerzas Productivas  División Social del Trabajo  surge la PM

Doble
Valor de uso  t. Concreto 
Producción Mercantil  Mercancía 

Valor de cambio  t. Abstracto 

Valor del trabajo

Tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN)
(en unidades de trabajo simple)

Tema I. Bases generales de las Relaciones Capitalistas de Producción (cont.).

 Desarrollo de las formas del valor.

Como ya vimos anteriormente, la división social del trabajo por un lado y la propiedad
privada sobre los medios de producción, por el otro, provocan la contradicción entre el
carácter social del trabajo de los productores de mercancías, determinado por la primera,
y su carácter privado, determinado por la segunda; contradicción, que como sabemos,
sólo puede resolverse en el cambio, pues es la única vía que tienen los distintos
productores de mercancías para satisfacer sus múltiples necesidades.

Sin embargo, la división social del trabajo no siempre ha tenido el mismo grado de
desarrollo y, por tanto, esta contradicción entre el carácter social y el privado del trabajo
productor de mercancías, así como la contradicción entre el valor de uso y el valor,
también han requerido de un proceso de desarrollo que fue gestándose y profundizándose
cada vez, según las soluciones nuevas que exigiera el nivel alcanzado en cada momento
dado. Así, han surgido en el desarrollo histórico de la humanidad cuatro formas diferentes
del valor.

1. Forma simple o fortuita.

El valor, que como sabemos es el trabajo humano abstracto, no se revela en la mercancía


aislada, sino en el acto de cambio, al enfrentarse con otra mercancía; de ahí que la
relación más simple en que el valor de una mercancía pueda ser expresado, sea su valor
con otra mercancía, o sea, la relación entre dos mercancías. Esta relación, constituye pues
la forma simple o fortuita del valor, y es la primera forma de solución de la
contradicción de la mercancía.

“La relación más simple del valor –escribe Marx- es, evidentemente, la relación de valor
de una mercancía con otra concreta y distinta, cualquiera que ella sea. La relación de
valor entre dos mercancías constituye, por tanto, la expresión más simple de valor de una
mercancía.”

La época histórica a la que pertenece esta forma de relación, se remonta a tiempos muy
lejanos, en el seno de la comunidad primitiva, cuando aún no había ocurrido la primera
división social del trabajo y, por ende, no se produce para el cambio.

En esta relación, una mercancía expresa su valor, mientras la otra sirve de medio para
expresar este valor. En el primer caso, se dice que la mercancía está en forma relativa, y
en el segundo caso, en forma equivalente.

x mercancía A = y mercancía B

forma relativa forma equivalente

En el caso de la mercancía A, ésta no le interesa a su poseedor como valor de uso, sino


como valor, para poder cambiarla y obtener la que desea que es B; y puede ser cambiada,
pues a otro sí le interesa como valor de uso.

En el caso de la mercancía B, ésta constituye el cuerpo material en el que el valor de la


mercancía que está en forma relativa, o sea el valor de la mercancía A, se concretiza, por
lo que deberán ser diferentes por su valor de uso (para que tenga sentido el cambio), y a
la vez tener algo común con ella, que de hecho les permita la comparación y, por ende, se
pueda realizar el cambio.

Pero obsérvese, y esto es muy importante, que el hecho de que la mercancía que está en
forma equivalente, es decir, la mercancía B, sea capaz de expresar el valor de la otra
mercancía (la que está en forma relativa, la mercancía A), es una propiedad que adquiere
en el cambio, es decir, que no es una propiedad inherente a ella, aunque así lo aparente;
ella, además de su valor de uso natural, dado por sus cualidades materiales, es capaz de
expresar valor, pero sólo en el acto de cambio.

De esta manera, podemos decir entonces que la forma de valor, expresa el valor en
cantidades determinadas de valor de uso, dando lugar así al surgimiento del valor
relativo, que no es otra cosa que el valor de la mercancía expresado en una determinada
cantidad de valor de uso de otra mercancía. Y el cual es, por supuesto, diferente al valor
absoluto, que es, como ya sabemos, el tiempo de trabajo socialmente necesario invertido
en su producción.
De ahí entonces que el valor absoluto de una mercancía sólo varíe cuando cambia este
tiempo de trabajo socialmente necesario, (por cambios en la productividad), mientras que
el valor relativo puede variar tanto por cambios que tengan lugar en su valor absoluto,
como por los cambios que se produzcan en el valor absoluto de la otra mercancía. Y estos
cambio pueden ser varios, pero no es objetivo profundizar en ellos.

Ahora bien. En el caso de la mercancía que se halla en forma equivalente, se dan tres
características especiales:

1) El valor de uso de esa mercancía, o sea su forma material concreta, sirve de medio de
expresión de su contrario, el valor, en este caso el valor de la mercancía que está en
forma relativa, ya que ésta no puede expresar su valor a través de su propia forma
natural; lo cual da origen a la segunda característica.

2) El trabajo concreto invertido en esta mercancía, creador de su valor de uso específico,


sirve para expresar que en la mercancía en forma relativa, se invirtió trabajo general
abstracto: su antítesis. Y esta segunda característica, junto con la primera, da lugar a
la tercera.

3) El carácter privado de los diferentes productores aislados que se manifiesta en el


trabajo concreto peculiar de cada cual y en los valores de uso específicos que crea y,
por ello también en el valor de uso de la mercancía en forma equivalente, expresa el
carácter contrario del trabajo productor de la mercancía que está en forma relativa, o
sea, el carácter social de ésta, que se manifiesta en el momento del cambio, en el
trabajo abstracto creador del valor de dicha mercancía.

Así, en esta forma simple o fortuita del valor se exterioriza la contradicción entre el valor
de uso y el valor que en cada mercancía por separado aparece sólo en forma latente. En la
relación entre dos mercancías, una de ellas sólo interesa como valor de uso (forma
relativa), mientras la otra (forma equivalente) no interesa por su valor de uso, sino como
valor de cambio, o sea, como objeto material que sirve para expresar valor.

Por último, es importante que se observe que el hecho de que una mercancía esté en
forma relativa o en forma equivalente, sólo dependerá del punto de partida que se utilice
para l análisis. Es decir, si lo que se analiza es x cantidad de A por y cantidad de B, como
explicamos anteriormente, la mercancía A es la que aparece en forma relativa y la
mercancía B es la que aparece en forma equivalente.
Pero si en lugar de esta expresión, fuera y cantidad de B por x cantidad de A, sería B
quien estaría en forma relativa y A en forma equivalente, expresando el valor de B.

2. Forma total o desarrollada.

Luego de ocurrir la primera división social del trabajo, habíamos visto que la ganadería
(en algunas fue la pesca u otro tipo de actividad) se desprende como rama de producción
independiente y el cambio comienza a ser ahora algo más frecuente y necesario, pues los
ganaderos necesitan de los demás productos y los otros productores necesitan del ganado.
Al incrementarse la producción, surgen nuevos productos en el mercado; se agudiza la
contradicción entre el carácter social y privado del trabajo y surge entonces, una nueva
forma de solución a esta contradicción: la forma total o desarrollada del valor.

En esta, una mercancía expresa su valor no en otra mercancía de manera casual, sino en
toda una serie de mercancías, como se muestra a continuación.

y cantidad de mercancía B
z cantidad de mercancía C
x cantidad de mercancía A = w cantidad de mercancía D forma equivalente

forma relativa

Es decir, en la forma total o desarrollada, el valor de la mercancía que está en forma


relativa, aparece ahora representado en otras muchas mercancías independientemente de
la forma natural de éstas. Cada una de ellas interviene en el papel de equivalente y su
forma natural se convierte en forma de manifestación del valor, por lo que en esta forma
del valor, no se ofrece todavía una expresión única y acabada del valor de todas las
mercancías, o sea, no existe una única forma de manifestarse.

De esta manera, al irse incorporando al intercambio de forma sistemática una mayor


variedad de productos, debido al desarrollo de las fuerzas productivas y el consiguiente
incremento de la producción, fueron surgiendo muchas dificultades para que el cambio
pudiera realizarse. Hasta ese momento, se intercambiaban directamente frutos de un tipo
de trabajo por frutos de otro tipo de trabajo. Sin embargo, con el trueque de productos por
productos no siempre era posible cambiar la mercancía propia y adquirir la necesaria; por
ejemplo, el sastre quería obtener con el zapatero un par de zapatos y dar a cambio uno de
sus trajes, pero el zapatero no quería un traje, sino una tercera mercancía. Así, el cambio
no podía realizarse directamente y los productores se veían obligados a realizar
numerosas transacciones antes de adquirir el valor de uso que necesitaban.

3. Forma general del valor.

Y siguió pasando el tiempo y, debido al continuo desarrollo de las fuerzas productivas,


ocurre la segunda división social del trabajo y, con ella, el surgimiento de los oficios,
incorporándose así nuevos productos al cambio, el cual se torna mucho más difícil y
demorado. La contradicción fundamental se agudiza aún más y aparece entonces una
nueva forma de solución: la forma general del valor.

Se observa en el acto de cambio que existe una mercancía que concurre a él con mayor
sistematicidad que el resto, y paulatinamente se va convirtiendo en un equivalente
general, en el cual todas las demás mercancías expresan su valor. Esta entonces es
reconocida por todos los productores como el equivalente general. Su representación
sería como a continuación mostramos:
y cantidad de mercancía B
z cantidad de mercancía C
w cantidad de mercancía D = x cantidad de A equivalente general

forma relativa

Como puede observarse, con esta nueva forma del valor, las mercancías expresan su valor
de un modo simple en una sola mercancía y, además de forma única, pues todas lo
expresan en la misma mercancía. Así, el cambio se torna menos complejo, pues ahora le
basta al ganadero encontrar a alguien que necesite ganado, aunque no le pueda ofrecer
zapatos que es lo que él quería, pues se lo vende a cambio del equivalente general y con
éste podrá obtener sin dificultad la mercancía que necesita de manos del zapatero, el que
a su vez podrá comprar el café y así sucesivamente.

Por consiguiente, el equivalente general es una mercancía, pero una mercancía que posee
la cualidad de ser cambiada directamente por todas las demás mercancías. Su valor de
uso se manifiesta como la materialización del valor, el trabajo concreto contenido en él se
revela como la forma universal de manifestación del trabajo humano abstracto y el
trabajo privado comprendido en él se halla en una forma de igualdad con todos los demás
tipos de trabajo.

En las diferentes etapas del desarrollo histórico y en las distintas regiones, diversas
mercancías han jugado el papel de equivalente general. Ejemplo de ello fueron el ganado,
la sal, las pieles, el marfil, etc. Cualquiera de estas mercancías, y muchas otras, podían
ejercer esta función, mientras la economía mercantil y el intercambio estaban aún poco
desarrollados.

4. Forma dinero del valor.

Pero llegó un momento en el que este equivalente general dejó de ser casual, ya no
dependía de un país, de las costumbres, etc., fijándose una única mercancía como
equivalente general, una mercancía a cuya forma natural se le incorpora socialmente la
forma de equivalente. En ese momento, se pasa a una nueva forma del valor, pero la cual
no implica cambios sustanciales en las relaciones de producción, pues es sólo la
universalización de una mercancía como equivalente general lo que ocurre: la forma
dinero del valor. Es decir, cuando una mercancía monopolizó con carácter universal la
función de equivalente general, se convirtió en dinero.

El dinero es, por tanto, una mercancía que, además de su valor de uso natural inherente a
sus propiedades materiales, adquiere en el proceso de desarrollo del cambio, un valor de
uso social: servir de equivalente general de todas las demás mercancías.
Y para que la mercancía en cuestión pudiera poseer las facultades de ser cambiable por
todas las demás, ser considerada la mercancía general y medir el valor de las demás
mercancías, debía ser un material uniforme y susceptible de ser dividido, que pudiera
expresar mucho valor en poca cantidad, ser fácilmente transportable, etc. Y estas
cualidades se encontraron en los metales preciosos, en particular, el oro, quien a partir de
ese momento se convirtió en dinero.

“Tan pronto como conquista el monopolio de estas funciones en la expresión de valor del
mundo de las mercancías – expresa Marx- el oro se convierte en la mercancía dinero y es
entonces... cuando la forma general del valor se convierte en la forma dinero.”

Por consiguiente, aún cuando ni el oro ni la plata (que también en algún momento
histórico desempeñó esta función) son dinero por obra de la naturaleza, el dinero es por
su naturaleza, oro y plata.

Y la expresión en dinero del valor es el precio.

 Funciones del Dinero.

Las funciones del dinero son cinco: medida de valores, medio de circulación, medio de
atesoramiento, medio de pago y dinero mundial. Las dos primeras, son aquellas que
corresponden a la esencia y al surgimiento del dinero, teniendo en cuenta que la
mercancía que cumpla estas dos funciones, se convertirá en dinero. En las otras tres se
realiza la esencia del dinero, corresponden al perfeccionamiento de sus funciones como
respuesta a las necesidades del desarrollo de la circulación mercantil en etapas superiores.

 Medida de valores: consiste en que el dinero expresa el valor de todas las demás
mercancías.

 Medio de circulación: el dinero hace de intermediario en el cambio de las mercancías.

 Medio de atesoramiento: conservación del valor de las mercancías acumulado,


inmovilizado, en su forma de riqueza abstracta: el oro.

 Medio de pago: cuando las mercancías se venden con aplazamiento del pago.

 Dinero mundial: es cuando el dinero cumple sus funciones a nivel mundial, con sus
respectivas particularidades.

De aquí se desprende que lo que vulgarmente conocemos como dinero, el papel moneda,
no es más que un símbolo, una representación del equivalente general, es decir del dinero
metálico (al igual que otras formas que este reviste, como los billetes de banco, por
ejemplo) que circulan con un valor que ellos mismos no tienen y que son resultado del
desarrollo de la circulación mercantil.
Por otra parte, ya habíamos dicho que el precio es la expresión en dinero del valor de una
mercancía, es decir, el valor relativo más desarrollado de las mercancías es su forma
precio. De ahí que, haciendo abstracción de otros factores que influyen en las variaciones
del precio (como la oferta y la demanda), el precio de las mercancías es función de dos
magnitudes de valor variables por los cambios en la productividad del trabajo: el valor de
las mercancía y el valor del oro (recuérdese que habíamos dicho que el valor relativo de
una mercancía puede variar tanto por cambios que tengan lugar en su valor absoluto,
como por los cambios que se produzcan en el valor absoluto de la otra mercancía). Por
tanto, los precios de las mercancías cambian en proporción directa a los cambios en el
valor de las mercancías y en proporción inversa a los cambios en el valor del dinero.

Así, si disminuye el valor de las mercancías, su precio desciende, mientras que si es el


valor del oro el que disminuye, ascienden los precios de las mercancías. Si bien es cierto
que el precio expresa cuantitativamente la magnitud de valor de la mercancía, puede
ocurrir en la práctica que sea superior o inferior a esta magnitud. El valor se transforma
en precio de forma espontánea en la circulación y los precios oscilan y se regulan
respecto al valor que expresan: sólo cuando la oferta es igual a la demanda, ambos
coinciden exactamente.

 El Fetichismo Mercantil.

En la economía natural, el carácter social del trabajo se manifiesta directamente en el


mismo proceso de producción, como relación social de unas personas con otras. Sin
embargo, en la economía mercantil, el carácter social no se manifiesta en el acto de
producción, ya que se produce aisladamente, privadamente, sin relaciones personales
entre los productores, sino que se manifiesta en el acto de cambio, al producirse valores
de uso para otros. Es decir, se cambian valores de uso de un tipo por valores de uso de
otro tipo.

Las mercancías se enfrentan unas a otras y de ese enfrentamiento se deriva la magnitud


de los precios y la cantidad que se vende; sobre esto no influyen los productores, son
instrumentos del mercado. Así, las relaciones sociales entre los productores se
materializan y aparecen como una relación entre los productos de su trabajo y no como
una relación directa entre estos trabajos; lo cual lleva a que el carácter social que tienen
los trabajos de los diversos productores aparezca como una propiedad natural de los
productos del trabajo, como carácter social natural de las mercancías.

Lo que permite equiparar las mercancías es el trabajo contenido en ellas, pero la igualdad
entre el trabajo de la mercancía A y el trabajo de la mercancía B aparece como la
igualdad entre las mercancías A y B. Por otra parte, el grado de desgaste de fuerza
humana medido por el tiempo de su duración no se expresa en días, horas, sino en una
cantidad determinada de otras mercancías o de dinero.

De modo que las relaciones sociales existentes entre los trabajos productores de
mercancías se manifiestan en el cambio como relaciones entre los productos del trabajo,
lo que engendra la apariencia engañosa de que el carácter social del trabajo de los
productores de mercancías se presente como propiedad natural de las mercancías.

A este fenómeno de la cosificación de las relaciones de producción, al hecho de que las


relaciones sociales que se establecen entre las personas aparezcan como relaciones entre
las cosas, Marx le denominó fetichismo mercantil, por analogía con el fetichismo
religioso.

Un fetiche es un objeto inanimado al cual se le atribuyen propiedades sobrenaturales que


no posee materialmente simplemente considerado como objeto, pero que sí posee
considerado como fetiche. El fetichismo es entonces, la veneración, el culto a objetos y
fenómenos de la naturaleza a los cuales el hombre le atribuye propiedades sobrenaturales
que influyen sobre la vida de sus creadores.

De esta manera, en el fetichismo mercantil se le atribuyen a las mercancías propiedades


sobrenaturales, propiedades que realmente no tienen, pero de las cuales sí son portadoras
y le permiten reinar sobre los productores y regular las relaciones entre ellos.

En otras palabras, el fetichismo mercantil consiste en atribuirle a las mercancías la


cualidad de tener valor y, en base al mismo, poder cambiarse por otra mercancía, como si
esta fuese una cualidad de su forma natural y no derivado de la materialización, de la
cosificación que tiene lugar en ella en las relaciones sociales de producción. Y este
fenómeno encuentra su completa expresión en el fetichismo del dinero con el cual se crea
la apariencia de que éste puede expresar el valor de todas las demás mercancías porque le
corresponde por naturaleza, de que es el dinero el que hace conmensurables a las
mercancías y no al revés.

 La Ley del Valor.

Como hemos analizado en varias oportunidades, con el desarrollo de las fuerzas


productivas y la división social del trabajo, el cambio dejó de ser algo casual y fortuito, y
la producción comenzó a tener como destino el mercado. Así, el cambio de los productos
comienza a realizarse sobre la base del valor de las mercancías (o aproximadamente por
su valor).

En este proceso de cambio, se establecen determinadas proporciones que no son


reguladas conscientemente por los hombres, que aparecen casuales, pero que en la
práctica, en ellas se impone de manera espontánea el tiempo de trabajo socialmente
necesario. Y esta ley, la ley económica que regula espontáneamente el cambio de los
productos del trabajo en base a equivalentes, en base al valor de las mercancías
determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario, es la Ley del Valor.

Esta ley actúa espontáneamente y de esta manera determina los precios de las mercancías
(es decir, la expresión del valor en dinero), los cuales oscilan alrededor de dicho valor,
coincidiendo con el mismo sólo cuando la oferta y la demanda se igualan.
Como los productores están aislados y producen de espaldas al mercado, no se conocen
las necesidades del mismo; de ahí que si la producción excede las necesidades, es decir,
O>D, se produce un exceso de mercancías y los productores compiten entre ellos para
vender sus mercancías, presionando a la baja del precio. Por el contrario, si lo que ocurre
es que las mercancías no dan abasto, es decir O<D, serán los consumidores los que
competirán entre ellos para obtener el producto deseado, presionando así al alza del
precio.

De esta manera, en una economía mercantil, basada en la propiedad privada sobre los
medios de producción, la Ley del Valor regula la producción social, determinando
además la distribución de los medios de producción y de la fuerza de trabajo existente
entre las diferentes ramas de producción.

Asimismo, lleva a la ruina a unos y al enriquecimiento a otros, en la misma medida en


que los primeros no puedan producir por debajo de los gastos socialmente necesarios y
los segundos sí.

Por último, la acción de esta Ley estimula al desarrollo de las fuerzas productivas, puesto
que los diversos productores se sienten estimulados a mejorar la técnica de producción y
adquirir medios de producción más avanzados, buscando disminuir el valor de cada
unidad de mercancía y alcanzar la ganancia que brinda producir por debajo del gasto
social.

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